Pier Paolo Pasolini Las cenizas de Gramsci Traducción de Stéphanie Ameri y Juan Carlos Abril Colección Visor de Poesía PIER PAOLO PASOLINI LAS CENIZAS DE GRAMSCI Traducción de Stéphanie Ameri y Juan Carlos Abril VISOR LIBROS VOLUMEN DCCXXXII DE LA COLECCIÓN VISOR DE POESÍA Título original: Le ceneri di Gramsci, Garzanti Editore, 1957 Foto de la portada: Pier Paolo Pasolini ante la tumba de Antonio Gramsci, 1954 © Traducción Stéphanie Ameri y Juan Carlos Abril © Garzanti Editore © VISOR LIBROS Isaac Peral, 18 - 28015 Madrid ISBN: 978-84-9895-732-7 Depósito Legal: MImpreso en España - Printed in Spain Gráficas Muriel. C/ Investigación, n.º 9. P. I. Los Olivos - 28906 Getafe (Madrid) INTRODUCCIÓN Cuando en 1957 se publica Las cenizas de Gramsci, Pasolini lleva ya siete años viviendo en Roma y para entonces se había extinguido definitivamente el sueño de una Italia campesina, dejando espacio a otra realidad urbana. Esta nueva experiencia llena al poeta de una extraordinaria («desesperada», como titulará años más tarde la cuarta sección de Poesia in forma di rosa) vitalidad que le permitirá llevar a cabo, precisamente en estos primeros años romanos, un periodo de intensa producción literaria. Sus horizontes se ensanchan puesto que el eje poético en el que se moverá se desarrolla alrededor de un mundo mucho más extenso: el microcosmos de Casarsa será sustituido por el macrocosmos de la metrópolis —con particular atención a las borgate, los barrios periféricos y proletarios— e incluso por el del país entero. A través de estas razones el foco de atención de Las cenizas de Gramsci se había venido forjando desde aquellos años septentrionales anteriores a la vida romana. En efecto, ya allí se fue fraguando toda la crítica a la hipocresía de un pensamiento —mal llamado marxista— que se estaba convirtiendo en un instrumento oxidado y endurecido, sin capacidad operativa. Ahora en la capital italiana Pier Paolo Pasolini elaborará sus críticas hacia la doctrina —mal llamada ideología— de un aparato burócrata del que fue el mayor —recordemos, el más poderoso— partido comunista de Occidente. 7 Otro rasgo muy revelador de la evolución de su pensamiento es el abandono —temporal, intermitente— del dialecto friulano y la consecuente adopción de la lengua nacional, instituida por la clase burguesa, sin olvidar tampoco la jerga de las periferias. Así, tras la publicación de su primera novela, Ragazzi di vita, en la que domina la germanía romanesca, Pasolini escribe su primer libro de poemas en lengua italiana. Subrayamos que no se trata en ningún modo de un italiano cotidiano sino de un lenguaje explícitamente culto y complejo al que, además, se le añade una sintaxis aún más compleja y a menudo indescifrable, muy personal: el autor pasa del código jergal a otro tipo de código, no ya reservado a la clase baja de los arrabales romanos, sino a la elite culta de la clase alta italiana. Y lo combinará con una discursividad muy elaborada que distinguirá los textos pasolinianos con extremada singularidad, como podrá apreciarse. Antes de ser recogido en el conjunto de la obra que hoy se conoce, cada uno de los once poemetti que componen Las cenizas de Gramsci fue publicado individualmente en diversas revistas o en plaquettes desde 1951 hasta mayo de 1957, fecha última en que aparece «La Tierra de Trabajo» en Nuovi Argomenti, dirigida entonces y fundada por Alberto Moravia (uno de sus más grandes valedores y fiel amigo) y Alberto Carocci (también fundador en los años 20 de la mítica Solaria). Algunas de estas híbridas composiciones, tan líricas y narrativas a la vez, tuvieron en aquellas primeras versiones distintos títulos y leves variantes que no merece la pena señalar ahora. De cualquier modo la obra finalmente se publicó con orden cronológico a su redacción —excepto «Cuadros friulanos», antepuesto por razones temáticas, de materia descriptiva— en dos series, una de seis partes, y otra de cuatro, 8 divididas por la composición central y homónima del poemario. Nada más aparecer el libro fue un éxito de crítica y de público, caso extraño tratándose de un conjunto de poemas. Calificado «como uno de los episodios poéticamente más válidos de los últimos años» (Seroni, 1957), es galardonado con el Premio Viareggio de poesía, ex æquo con las Poesie de Sandro Penna y Quasi una vicenda de Alberto Mondadori. Pasolini obtiene el pleno consenso de la crítica para una obra que según muchos sigue siendo la mejor de su excelente producción poética. «Las cenizas de Gramsci atestigua una mezcla verdaderamente única de inteligencia filológica y de avidez sensual: la filología misma se vuelve, en Pasolini, un medio para penetrar físicamente en el mundo popular; sus búsquedas lingüísticas y la tensión de su escritura, que roza incluso el barroco, no son sino tentativas para identificarse con la anónima realidad, ciega y paciente, la realidad concreta de una humilde Italia todavía debajo de la historia más oscuramente tendida hacia ella.» (Gramigna, 1957) Desde un punto de vista métrico, «el poeta toma partido por una completa libertad que le permite romper con la norma y la tradición en un claro deseo de violación de ésta» (cfr. Siti, 1972). Esto no significa que nuestro autor descuide la forma: todo lo contrario, una mirada rápida anuncia lo que se podría comprobar en un detallado estudio: una apasionante inquietud por las cuestiones formales, aunque haría falta una investigación detallada para darse cuenta realmente de su alcance, y alguna indicación hemos dejado a pie de página, en concreto en la tercera tirada de «La humilde Italia». Así, de los tercetos endecasilábicos —con claro matiz pascoliano— pasa a las estrofas más largas de nueve endecasílabos («El canto po9 pular»), para invertir su propia clave numérica con las de diez eneasílabos («La humilde Italia») y, por fin, seguir combinando metros como los dísticos martelliani, es decir, el alejandrino de influencia francesa («Récit»). El ritmo de los versos aparece constantemente partido, sea por la particular y vehemente narración, entrecortada por una voz lírica que se intercala en el decurso de las descripciones, sea por los innumerables guiones o enjambements, definitivamente integrados en la métrica pasoliniana hasta producir el efecto de una perpetua fragmentación en el interior del periodo sintáctico, el cual parece que ha extraviado las coordinaciones entre cada uno de sus singulares núcleos. Los guiones pasolinianos, hay que decirlo, no funcionan como explicación o aclaración, sino que alternan y superponen diferentes capas de la narración, diversos planos de significación, y por eso en algunos casos no poseen un signo de apertura y otro de cierre, sino simplemente un guión que va veteando los textos, y que aparece según las necesidades elocutivas de la frase. Por eso, además, estos particulares guiones no van pegados a las palabras, como sucede en la gramática española, sino que mantienen sus espacios antes y después, gozando de una especie de categoría independiente (podrían funcionar como barras separadoras, para entendernos). Por otra parte, los hipérbatos, los incisos y las aposiciones llevan la frase a una extraordinaria largura que el lector difícilmente alcanza a controlar sin una repetitiva lectura de los versos. Hay en multitud de momentos mezcla de ensayo o reflexión filosófica, y narración descriptiva, sin perder la intensidad lírica, propia del género al que pertenece la obra. Único punto de referencia estable en este complejo y caótico conjunto son algunos temas recurrentes en ciertas composiciones y que son 10 fruto de una misma y coherente conciencia, de un único narrador cuya señal o voz, en primera persona, quisiera volver a darnos una continuidad espacial de poema en poema. Esta técnica versificadora, compleja y contradictoria —métrica / sintaxis— corresponde, pues, a un íntimo rasgo del carácter de Pasolini: su irremediable e interior contradicción ideológica. Antes de desarrollar la cuestión de los temas intrínsecos a la obra, habría que detenerse algunas líneas para hablar —sucintamente— sobre el título elegido para el libro. Queda claro que se trata de un homenaje explícito a Antonio Gramsci, del cual se publicaron en 1948 sus Quaderni dal carcere. Éstos se convirtieron muy pronto en una imprescindible referencia para el P. C. I. y para la izquierda en general. La crítica gramsciana representaba una continuación de la dialéctica hegeliana esgrimida también por Benedetto Croce, a través de la inversión práctica que realizó el marxismo. Toda una herramienta. Y más allá de una simple aplicación literaria, se trataba de un asunto geo-político: el establecimiento de una literatura nacional-popular (al menos desde la perspectiva teórica), es decir focalizar la atención sobre aquel mundo marginado por la dictadura fascista, en el cual se incluyen tanto las periferias lingüísticas (dialectos / jergas) como las periferias socioculturales (en general, el proletariado de los arrabales). Fueron éstos los argumentos que llevaron a Pasolini a asimilar el pensamiento gramsciano hasta considerar al teórico sardo como su maestro. «El Apenino» abre el libro y automáticamente la primera parte, realizando un verdadero viaje nocturno, dominado por la luna y por sus reminiscencias leopardianas, geográficocultural y antropológico, a través de Italia, sus cumbres, sus 11 ríos y sus pueblos… Los adjetivos se acumulan para describir un paisaje inmóvil, nocturno y, a veces tétrico, en unos versos cuyo centro simbólico es la figura durmiente de Ilaria del Carretto, esculpida por Jacopo della Quercia, emblema del sueño histórico en que se encuentra la Italia contemporánea. Al continuo juego que plantea con el empleo de aliteraciones, hipérbatos y sinécdoques, se le añaden los repetitivos puntos suspensivos, que interrumpen las frases y cortan al lector. Toma el estribillo de Giuseppe Ungaretti, concretamente de los versos 3-6 del poema «Memoria de Ofelia de Alba»: «Toda la luz vana fue bebida, / Bellos ojos saciados en los párpados cerrados / Ya privados de peso», de su libro de 1933 Sentimento del tempo (Ungaretti, 1992: 160), y no es sino el pretexto para hacer alusión al mundo del subproletariado —de los míseros arrabales romanos— inmerso en un sueño arcaico, extrahistórico y ucrónico, cuyas contradicciones (realidad estática / conciencia dinámica) impregnan también los versos de «La humilde Italia». Y es que la influencia —también una gran relación de amistad— entre Ungaretti y Pasolini había comenzado en los 40, cuando nuestro autor escribió un artículo sobre él (Pasolini, 1943). La atmósfera nocturna desaparece para dejar paso a la diurna en «El canto popular», donde se desvela un interés filológico a través de algunas coplas populares encarnadas por un muchacho que canta a las orillas del Aniene y que simbolizan la fuerza revolucionaria del pueblo. El poemetto «Picasso» nace tras la visita a una exposición de algunos lienzos del pintor malagueño en el museo de Villa Borghese, y sirve para denunciar el posicionamiento contradictorio de la crítica marxista, defensora del arte picassiano —un icono del pensamiento de izquierdas— a pesar de la falta total en sus te12 las del elemento popular. En «Comicio», el poeta describe una reunión o asamblea vespertina del Movimento Sociale Italiano en Plaza de España, en Roma, asombrado por la obsoleta parafernalia fascista de éste y de sus partidarios, y recuerda en sus últimas estrofas —con algunas señales cristianas— a su hermano Guido, partisano muerto en el frente yugoslavo casi al acabar la II Guerra Mundial, una muerte que le causó un trauma difícil de superar. El tema pictórico se repite en «Cuadros friulanos» donde Pasolini regresa a los tiempos adolescentes gracias al recuerdo de los cuadros de su amigo el pintor Giuseppe Zigaina. Y habría que relacionar aquí a aquel Pasolini artista integral —preferentemente poeta, como él se definía— que también pintaba y que fue sobresaliente en las múltiples disciplinas artísticas que desarrolló con curiosidad y espontaneidad. Un artista y una mirada que siempre nos recordará a aquella del Humanismo y de la Baja Edad Media, que tanto admiraba. Con la composición central «Las cenizas de Gramsci» el libro toma un cariz más filosófico y comprometido puesto que se abre la segunda parte, en la que verdaderamente se desvela la ideología pasoliniana, con todos sus aspectos contradictorios, aquélla en la que se debatía la pasión más viva y la ideología más inconformista. Entonces el poeta se sincera estableciendo un diálogo con Antonio Gramsci, o mejor dicho, un monólogo delante de la tumba de éste, en una inolvidable oda civil en la que nos revela su lucha interior, moral y política, relacionada en algunas ocasiones por su ser diverso, su azorado polemismo y su homosexualidad, mientras escucha los rumores de los talleres y de los jóvenes que provienen del cercano Testaccio, el barrio popular lleno de vida donde le gusta sumergirse con absoluta e inmoral nocturnidad. Plenamente 13 consciente de su elección vital, el poeta se encuentra solo frente a una sociedad anclada en valores tradicionales, y una izquierda incapaz, moralmente retrógrada pero que se llama revolucionaria y marxista y que sólo se preocupa por vivir del partido o de las instituciones, que se ha quedado anquilosada desde el punto de vista teórico ya que no acepta debates ni asume críticas. He ahí ese aire impuro y ese mayo romano maloliente, que poco tiene que ver con lo que proyectara el teórico revolucionario sardo, del que Pasolini es su más ferviente discípulo. Su soledad frente al mundo se muestra también en «Récit», cuyos versos nos narran el día en que conoció la noticia del proceso con el cargo de obscenidad contra su novela Ragazzi di vita. Sus defensores en aquel juicio, del que salió inmune, fueron Carlo Bo y Giuseppe Ungaretti. Pero quien le hizo llegar la noticia no fue otro que Attilio Bertolucci, padre del cineasta (Bernardo por otra parte trabajaría en sus inicios en el cine de Pasolini); y recordemos que los Bertolucci fueron muy amigos suyos, siendo incluso vecinos del mismo bloque. Es Attilio Bertolucci, magnífico poeta, el personaje que aparece interpelado en el poema. También la reacción ante el dolor sufrido por aquella experiencia se halla en el pasaje más extenso del libro, «El llanto de la excavadora», donde a través de la evocación de sus primeros tiempos romanos, Pasolini se pierde en un sueño regresivo a una ciudad apenínica, del cual despierta al final, con el ruido de una excavadora, voz de un mundo —del mundo— que está cambiando, y llanto por «lo que muda también para hacerse mejor». La emoción con la que describe cómo una excavadora araña a la tierra sus entrañas —era el desarrollismo de las ciudades italianas de entonces, comenzando por la ca14 pital del país— muestra el conflicto de una ciudad que está transformándose rápidamente en su periferia, también en sus clases medias, pero que mantiene en su seno todo su poso animal, como podría verse también en algunas secuencias de su película Mamma Roma, de 1962. Por fin llegamos a los dos últimos textos, «Una polémica en versos» y «La Tierra de Trabajo», donde atravesamos, respectivamente, una fiesta del P. C. I. y el cotidiano trayecto en tren de algunos trabajadores, delante de los cuales el poeta pierde toda esperanza comunicativa, debido al enorme contraste entre él, un intelectual, y el pueblo, optando como único consuelo por mirar el paisaje. Por cierto, nuestro autor, siempre en el foco de los debates más polémicos de su época, hace alusión en «Una polémica en versos» a las reacciones que desencadenó su artículo «La posizione» (Pasolini, 1956), en el cual criticaba la dureza —el estatismo reaccionario— ideológicotáctica de algunos líderes ortodoxos del P. C. I., y que tuvo inmediatas réplicas en la prensa de izquierdas (prensa que gozaba de bastante repercusión entonces), sobre todo desde aquellos sectores más rancios o corporativistas (pero también motivó algún artículo, apoyándole, de algún intelectual reconocido, véase Calvino, 1957). Habría que decir, además, como matiz filológico, que sorprenden los esfuerzos de Pasolini durante toda esta obra por fechar las composiciones al final de los poemas, al igual que algunos otros detalles destacables, como la aparición esporádica de elementos contingentes del día a día, por ejemplo algunas fábricas u otros lugares más o menos eventuales. La elección de estos espacios no es casual. Al margen de acercarse al mundo popular y obrero, que tanto le apasiona, donde cree que se encuentra la vida más dinámica y chispeante, más es15 pontánea y real, Pasolini, testigo excepcional de su época, tiene especial interés en fechar y datar históricamente lo que sucede, esto es: el definitivo paso —o cambio antropológico— de un país que ha dejado atrás la posguerra y que ha desembocando en una sociedad descaradamente consumista y postindustrial. * * * Prescindiendo del conocido hecho de que tradurre è tradire, hay que aclarar que hemos intentado restituir el texto original en nuestra versión. De esta manera hay que explicar, aun a costa de nuestro final resultado, que las similitudes entre la lengua original y la de destino, en este caso el italiano y el español, son más bien puras apariencias, puesto que ambos idiomas poseen sus propias marcas —de evolución histórica, de regímenes funcionales prepositivos particulares, con regencias definidas— y sus propios rasgos pertinentes, caracterizados a un nivel gramatical con autonomía plena. Ahí podría radicar el conocido problema de la difícil sustitución de una palabra por otra, incluso cuando son las mismas. Además hay que considerar que al disponernos a traducir este libro teníamos la clara responsabilidad de enfrentarnos sin duda alguna a una de las mejores obras de la lírica del siglo XX. Ha habido excepcionales casos en que hemos conservado algunas rimas, pues se habría tenido que alterar demasiado el original para evitarlas, aunque la mayor parte de las veces hemos procurado buscar alguna solución, ya sea léxico-gramatical, o versal, para sustituirlas o minimizarlas, puesto que entendemos nuestra versión como un trabajo que consiste, fundamentalmente, en dos objetivos: mantener el sentido 16 del texto —lo hemos apuntado más arriba— y, a partir de ahí construirlo en torno a su legibilidad, es decir articulando esos mecanismos necesarios que posibilitan internamente una adecuada comprensión, por lo que un requisito imprescindible era obviar la rima. Y también en ese sentido hemos acoplado una red aclaratoria de topónimos, necesaria para ese lector español que se acerca a una obra que deambula por la geografía italiana —no siempre conocida ni por los propios italianos— y romana de manera singular, que nos sitúa territorialmente. Del mismo modo, hemos anotado cada vez que nos parecía pertinente algunos apuntes biográficos —sin caer en ningún caso en falacias interpretativas—, explicativos, o de cualquier otra naturaleza, que podían incidir en el texto. También las notas del propio autor y de su editor literario han sido insertadas donde corresponde, dejando constancia de su procedencia. Otro aspecto delicado, de carácter formal, ha sido el ritmo. Hemos intentado conciliar en la versificación hispana las dos versiones, combinando sus variedades métricas y rítmicas, a pesar de ciertas dificultades inevitables. A veces incluso nos hemos ceñido más a la lógica discursiva del texto en sí que a un ritmo determinado, para que no diera sensación de encajonamiento o en ningún caso sonsonete, prevaleciendo el sentido de la frase —que suelen ser largas, elocutivas— y dejándonos llevar por el carácter fónico y narrativo de los versos, que posibilitaban, sin duda, esta opción. La puntuación caprichosa —y excesiva muchas veces, al igual que el ritmo— de Las cenizas de Gramsci (curioso rompecabezas no exento de algunos datos inescrutables, con referencias personales) nos ha llevado a tomar en algunas ocasiones la solución de simplificarla, siempre que fuera posible y no se alteraran demasiado los versos o estrofas de llegada. 17 No dejamos de hacer mención a la anterior traducción al castellano de Antonio Colinas, publicada en 1975 en esta misma colección y que necesitaba una puesta al día. Asimismo la redacción de la revista madrileña Gaceta Literaria tradujo en su primer y único número (mayo de 1973) el poemetto central «Las cenizas de Gramsci». Y por cierto, a la hora de citar cada uno de estos largos poemas de este libro (en italiano subtitulados poemetti), como el lector atento habrá notado, hemos optado por una forma híbrida, con cursivas y comillas, que armoniza su carácter narrativo y extenso, explícitamente discursivo, para recalcar su singularidad textual. Un detalle curioso para el lector español que cotejase las ediciones disponibles en la lengua original italiana —primero apareció en Garzanti, después en Einaudi (la cual luego fue absorbida por Arnoldo Mondadori Editore), reeditándose en multitud de ocasiones tanto de forma individual como en tomos de poesías completas o antologías— puede ser la disparidad de criterios a la hora de colocar las tildes existente en italiano y que en la gramática castellana no deja lugar a dudas para posibles motivos tipográficos de imprenta. Ante las diferentes ediciones, que vienen a reproducir con meridiana exactitud todos los detalles, y tras el más escrupuloso de los esfuerzos por comparar, hemos optado por seguir como base la de Einaudi, que es más completa —ya que también hemos traducido el apéndice— y que presenta una tipología diacrítica más rica y cercana a nuestra lengua. Pero respecto a la separación de los textos, que ésta sigue dejando espacios en blanco, nos parece que no contrastan lo suficiente las secuencias narrativas, y hemos preferido la versión de Garzanti, marcando estos espacios con asterisco. Por lo demás la fidelidad más absoluta ha regido nuestros propósitos. 18 Como último apunte hay que hacer hincapié sobre dos cuestiones: Primero, la cuestión topográfica, a la que nos hemos enfrentado manteniendo la mayoría de las veces el conjunto de los topónimos de la lengua base, y no del todo conocidos: a un nivel general, o para lugares menores (pueblos, barrios, calles…), hemos añadido la información necesaria para situarlas y situarnos, a pie de página. Y en segundo lugar, los hipérbatos: su complejidad —como la de cualquier texto poético largo que se precie, aunque no sea exclusivo de las composiciones mayores— nos ha abandonado numerosas veces en una tierra de nadie, aunque también hay que señalar que nos hemos esforzado en mantener una estructura paralela en castellano, siguiendo ese lema de la fidelidad y la literalidad. Frente a estas dificultades globales, que el texto original repite con insistencia, nosotros por el contrario hemos intentado hacer posible una comprensión lo más correcta del texto a través de nuestra versión. 19 REFERENCIAS CITADAS CALVINO, I. (1957): «La poesia e il dialetto», Il Contemporaneo, n. 26, III, 30 de junio. GRAMIGNA, G. (1957): «La buona poesia si fa con tutto», Corriere d’Informazione, 9 de julio. GRAMSCI, A. (1948): Quaderni dal carcere, a cura di Palmiro Togliatti, Torino, Einaudi, 1948. En España Jordi Solé-Tura tradujo una selección titulada Cultura y literatura, Barcelona, Península, 1967. PASOLINI, P. P. (1942): «Per una morale pura in Ungaretti», Il Setaccio, n. 3, I, noviembre. —, (1956): «La posizione», Officina, n. 6, abril. SERONI, A. (1957): «Le ceneri di Gramsci», l’Unità, 29 de junio. SITI, W. (1972): «Saggio sull’endecasillabo di Pasolini», Paragone, n. 270, agosto. UNGARETTI, G. (1992): Vita d’un uomo. Tutte le poesie, a cura di Leone Piccioni, Milano, Arnoldo Mondadori Editore. 20 LE CENERI DI GRAMSCI Poemetti LAS CENIZAS DE GRAMSCI L’App enni no El Apenino I Teatro di dossi, ebbri, calcinati, muto, è la muta luna che ti vive, tiepida sulla Lucchesia dai prati troppo umani, cocente sulle rive della Versilia, cosí intera sul vuoto del mare — attonita su stive, carene, vele rattrappite, dopo viaggi di vecchia, popolare pesca tra l’Elba, l’Argentario... La luna, non c’è altra vita che questa. E vi si sbianca l’Italia da Pisa sparsa sull’Arno in una morta festa 24 I Teatro de ebrias cimas calcinadas, mudo, es la muda luna que en ti vive tibia sobre Lucchesia1 con los prados demasiado humanos, ardiente en las riberas de Versilia2, tan entera en el vacío del mar — atónita sobre estibas, quillas y velas recogidas tras viajes de vieja pesca popular entre el Elba, el Argentario...3 La luna, no hay otra vida sino ésta. En ella empalidece Italia desde Pisa derramada sobre el Arno4 en una muerta 1 Provincia de la ciudad de Lucca, en Toscana, atravesada por el río Serchio. 2 Litoral italiano que se extiende desde Marina di Massa hasta la ciudad de Livorno. 3 La isla de Elba se encuentra en el mar Tirreno, al este de Córcega; como el monte Argentario, pertenece a Toscana. 4 El río Arno nace en el Apenino, en la cumbre del monte Falterona, y atraviesa toda Toscana antes de alcanzar el mar Mediterráneo. Es el célebre río que pasa por Florencia. 25 di luci, a Lucca, pudica nella grigia luce della cattolica, superstite sua perfezione... Umana la luna da queste pietre raggelate trae un calore di alte passioni... È, dietro il loro silenzio, il morto ardore traspirato dalla muta origine: il marmo, a Lucca o Pisa, il tufo a Orvieto... II Non vi accende la luna che grigiore, dove azzurri gli etruschi dormono, non pende che a udire voci di fanciulli dai selciati di Pienza o di Tarquinia... Sui dossi risuonanti, brulli 26 fiesta de luces, hasta Lucca, púdica en la gris luz de su católica, superviviente perfección... Humana la luna, de estas piedras heladas saca un calor de altas pasiones... Está detrás de su silencio el muerto ardor transpirado desde el origen mudo: el mármol, en Lucca o Pisa, la toba en Orvieto…5 II No enciende allí la luna sino el gris donde duermen azules los etruscos, no cuelga sino es para oír voces de niños desde los adoquines de Pienza o Tarquinia...6 Sobre las cimas resonantes, yermas 5 Orvieto es una hermosa ciudad de Umbria conocida por sus canteras de toba, una piedra caliza, porosa y ligera. 6 Pienza es una pequeña ciudad de Toscana; Tarquinia una ciudad del Lacio. 27 ricava in mezzo all’Appennino Orvieto, stretto sul colle sospeso tra campi arati da orefici, miniature, e il cielo. Orvieto illeso tra i secoli, pesto di mura e tetti sui vicoli di terra, con l’esodo del mulo tra pesti giovinetti impastati nel tufo. Chiusa nei nervi, nel lucido passo, tra sgretolate muraglie e scoscese case, la bestia sale su dal basso con ai fianchi le tinozze d’accesa uva, sotto il busto di Bonifacio prossimo a farsi polvere, difeso da barocca altezza nella medioevale nicchia della muraglia. 28 extrae en medio del Apenino a Orvieto, apretada en el cerro suspendido entre campos arados por orfebres, miniaturas, y el cielo. Orvieto ilesa entre los siglos, negra de muros y tejados sobre los callejones de tierra, con el éxodo del mulo entre morenos jovencitos amasados en la toba. Cerrada en los nervios, en el lúcido desfiladero, entre resquebrajadas murallas y escarpadas casas, la bestia sube arriba desde abajo con las tinajas de encendida uva en los flancos, bajo el busto de Bonifacio7 ya casi hecho polvo, defendido por su barroca altura en el nicho medieval de la muralla. 7 En la ciudad de Orvieto, en la región de Umbria, a las orillas del Tíber, se encuentra el Palacio de los Papas construido en el siglo XIII. Casi con seguridad el poeta se refiere al Papa Bonifacio VIII (Benedetto Caetani, 1235-1303), mecenas de Giotto, entre otros artistas del trecento, y gran intrigador, quien desbancó al franciscano Celestino V, que renunció a su pontificado; o tal vez a Bonifacio IX (Pietro Tomacelli, ¿?-1404), Papa de Roma en tiempos del Cisma de Occidente y de Benedicto XIII (el aragonés Pedro de Luna, 1328-1424) de Aviñón. 29 III È assente dal suo gesto Bonifacio, dal reggere la fionda nella grossa mano Davide, e Ilaria, solo Ilaria... Dentro nel claustrale transetto come dentro un acquario, son di marmo rassegnato le palpebre, il petto dove giunge le mani in una calma lontananza. Lí c’è l’aurora e la sera italiana, la sua grama nascita, la sua morte incolore. Sonno, i secoli vuoti: nessuno scalpello potrà scalzare la mole tenue di queste palpebre. 30 III Ausente de su gesto Bonifacio, de aguantar la honda en su gruesa mano David, e Ilaria, solamente Ilaria...8 Dentro del transepto claustral, como dentro de un acuario, son de mármol resignado los párpados, el pecho donde junta las manos en una calma lejanía. Allí está la aurora y el atardecer italiano, su insalubre nacimiento y su muerte incolora. Sueño, los siglos vacíos: ningún cincel podrá minar la mole tenue de estos párpados. 8 A lo largo de este poema se hace alusión a la tumba de Ilaria del Carretto, esculpida por Jacopo della Quercia (circa 1374-1438), que se encuentra en la ciudad toscana de Lucca. 31 Jacopo con Ilaria scolpí l’Italia perduta nella morte, quando la sua età fu piú pura e necessaria. IV Sotto le palpebre chiuse ride tra i pidocchi il mammoccio di Cassino comprato ai genitori; per le rive furenti dell’Aniene, un assassino e una puttana lo nutrono, nelle coloniali notti in cui Ciampino abbagliato sotto sbiadite stelle vibra di aeroplani di regnanti, e per i lungoteveri che sentinelle 32 Jacopo con Ilaria esculpió a Italia perdida en la muerte, cuando más pura y necesaria fue su edad. IV Bajo los párpados cerrados ríe entre los piojos el mamón de Cassino9 comprado a sus padres; por las orillas furiosas del Aniene10 un asesino y una puta lo nutren en las noches coloniales en que Ciampino11, deslumbrado bajo estrellas desteñidas, vibra por los aviones de los reyes; y por los lungoteveri 12, que centinelas 9 Cassino es un pueblo del Lacio. El Aniene es un río de Italia central que tras atravesar la ciudad de Tívoli desemboca en el río mayor del Lacio, el Tíber. 11 Uno de los aeropuertos de Roma. 12 Así se denominan las calles romanas paralelas al río Tíber (Tevere en italiano). Este término aparecerá repetidamente durante todo el libro. 10 33 del sesso battono in spossanti attese intorno a terree latrine, da San Paolo, a San Giovanni, ai canti piú caldi di Roma, si sentono supine suonare le ore del mille novecento cinquantuno, e s’incrina la quiete, tra i tuguri e le basiliche. Nelle chiuse palpebre d’Ilaria trema l’infetta membrana delle notti italiane... molle di brezza, serena di luci... grida di giovanotti caldi, ironici e sanguinari... odori di stracci caldi, ora bagnati... motti 34 del sexo recorren en agotantes esperas alrededor de térreas letrinas, desde San Paolo hasta San Giovanni13, hasta los rincones más cálidos de Roma, se oyen supinas tocar las horas del mil novecientos cincuenta y uno, y se quiebra la quietud entre los tugurios y las basílicas. En los cerrados párpados de Ilaria tiembla la infecta membrana de las noches italianas... blanda de brisa, serena de luces... gritos de jovenzuelos calientes, irónicos y sanguinarios... olores de trapos calientes, ya mojados... 13 La basílica de San Paolo fue elevada por Silvestre I en el 324 para amparar la tumba de san Pablo, quien en el año 64 fue acusado del incendio de Roma y condenado a muerte por el mismo Nerón. La figura de san Pablo siempre atrajo a nuestro autor; en los años setenta proyectó realizar una película sobre su vida. 35 di vecchie voci meridionali... cori emiliani leggeri tra borghi e maceri... Dalla provincia viziosa ai cuori bianchi dei globi dei bar salaci delle periferie cittadine, la carne e la miseria hanno placidi ariosi suoni. Ma nelle veline e massicce palpebre d’Ilaria, nulla che non sia sonno. Forme mattutine che, precoce, la morte alla fanciulla legò al marmo. All’Italia non resta che la sua morte marmorea, la brulla sua gioventú interrotta... Sotto le sue palpebre, nel suo sonno, incarnata, la terra alla luna ha un vergine orgasmo nell’argenteo buio che sulla frana dell’Appennino sfuma scosceso verso coste dove imperla il Tirreno o l’Adriatico la spuma. Dentro il rotondo recinto di pelli e di metallo, isolato tra le fratte in cerchio in una radura d’erba 36 motes de viejas voces meridionales... coros emilianos14 ligeros entre aldeas y escombros... Desde la viciosa provincia hasta los corazones blancos de los globos de los bares lascivos de las periferias ciudadanas, la carne y la miseria tienen airosos y plácidos sonidos. Pero en los párpados macizos y vellosos de Ilaria, nada que no sea sueño. Formas matutinas que la muerte precoz a la niña engarzó en el mármol. A Italia le queda su marmórea muerte, su yerma e interrumpida juventud... Bajo sus párpados, en su sueño, encarnada, la tierra a la luna tiene un orgasmo virgen en la plateada oscuridad que sobre el derrumbamiento del Apenino difumina escarpado hacia costas donde perla del Tirreno o del Adriático la espuma. Dentro del redondo recinto de pieles y de metal, aislado entre las zarzas cercadas en un prado de verdísima 14 Que pertenecen a la región de Emilia Romaña. 37 verdissima sui dossi del Soratte, dorme un umido, annerito gregge, e il pastore con le membra contratte nel calcare. V Sotto le sue palpebre chiuse Luni all’addaccio, e le trepide città dove l’Appennino profuma piú umano nelle cesellate siepi, tra i caldi arativi della Toscana, o dove piú selvaggio le vecchie pievi assorbe nell’etrurio — s’allontanano sull’ala dei vergini, chiari suoni serali. Ed essa si dipana, la catena, nei solchi secolari delle vene del Serchio, dell’Ombrone e, dietro rudi imbuti e terrei fari 38 hierba sobre las lomas del Soratte, duerme un húmedo, ennegrecido rebaño, y el pastor con los miembros contraídos en la caliza. V Bajo sus párpados cerrados Luni15 al raso, y las trémulas ciudades donde el Apenino perfuma más humano en los cincelados setos, entre las cálidas aradas de Toscana o donde más salvaje las viejas feligresías absorbe en el etrurio16 — se alejan sobre el ala de los vírgenes y claros sonidos del atardecer. Y ella, la cadena, se desenreda en los surcos seculares de las venas del Serchio, del Ombrone17 y tras toscos embudos y térreos faros 15 Pueblo de Liguria en el golfo de La Spezia. Antiguamente Toscana. 17 Los ríos Serchio y Ombrone atraviesan parte de Toscana antes de desembocar en el mar Tirreno, en la costa occidental de Italia. 16 39 d’albore, il Tevere, nel polverone appenninico, pagano ancora... Roma, dietro radure di peoni, ruderi alessandrini e barocchi indora alla luna, e disfatte borgate irreligiose, dove tutto si ignora che non sia sesso, grotte abitate da feci e fanciulli; i lungofiumi dal Pincio, all’Aventino, alle scarpate dello spoglio San Paolo dove i lumi ingialliscono la calda atmosfera, risuonano dei passi che le umide pietre macchiano, e la romana sera echeggiandone, come una membrana grattata da un vizioso dito, svela piú acuto l’odore dell’orina. 40 de albor, el Tíber en la polvareda apenínica, pagano todavía... Roma se dora, tras prados de peonías, ruinas alejandrinas y barrocas bajo la luna, y deshechos arrabales irreligiosos, donde se ignora todo lo que no sea sexo, grutas habitadas por heces y niños; los paseos fluviales desde el Pincio hasta el Aventino18, hasta los taludes del expoliado San Paolo donde las luces amarillean la atmósfera caliente, resuenan por los pasos que las húmedas piedras manchan, y la noche romana retumbando con ellos como una membrana arañada por un dedo vicioso, desvela más agudo el olor de la orina. 18 Aquí se extendían en el siglo IV los jardines de la familia Pinci, que dejaron su nombre a la colina del Pincio. El Aventino, como se sabe, es una de las siete colinas de Roma. 41 VI Un esercito accampato nell’attesa di farsi cristiano nella cristiana città, occupa una marcita distesa d’erba sozza nell’accesa campagna: scendere anch’egli dentro la borghese luce spera aspettando una umana abitazione, esso, sardo o pugliese, dentro un porcile il fangoso desco in villaggi ciechi tra lucide chiese novecentesche e grattacieli. Sotto le sue palpebre chiuse questo assedio di milioni d’anime dai crani ingenui, dall’occhio lesto all’intesa, tra le infette marane della borgata. VII Si perde verso il bianco Meridione, azzurro, rosso, l’Appennino, assorto sotto le chiuse palpebre, all’alone 42 VI Un ejército acampado a la espera de hacerse cristiano en la cristiana ciudad, ocupa una extensión de yerba podrida y sucia en la campiña encendida: él quiere descender también a la burguesa luz, esperando una humana habitación, él, sea sardo o de Puglia, dentro de una pocilga la mesa enfangada, en ciegas aldeas entre iglesias lúcidas del siglo veinte y rascacielos. Bajo sus párpados cerrados, este asedio de millones de almas con los cráneos ingenuos, con el ojo dispuesto al acuerdo entre las infectas acequias de los arrabales. VII Se pierde hacia el blanco Meridión, azul y rojo el Apenino absorto bajo los párpados cerrados, por el halo 43 del mare di Gaeta e di Sperlonga... Dietro il Massico stende Sparanise candelabri di ulivi, tra festoni di piante rampicanti sulle elisie radure, dove lucono i lampioni a San Nicola... Si spalanca il golfo affricano di Napoli, nazione nel ventre della nazione... E non piú Jacopo (piú recente è il sonno di Ilaria) sotto le palpebre fonde in civile forma il popolare mondo italiano, e contro gli sfondi del suo paesaggio, non piú scarnisce in luce di intelletto — che non nasconde la buia materia — una mano che unisce a Dio il povero rione. Quaggiú tutto è preumano, e umanamente gioisce, 44 del mar de Gaeta y de Sperlonga...19 Tras el Massico cuelga Sparanise20 candelabros de olivos, entre festones de plantas trepadoras en los prados elíseos, donde lucen las farolas en San Nicola... Se abre de par en par el golfo africano de Nápoles, nación en el vientre de la nación... Y ahora Jacopo (más reciente es el sueño de Ilaria) ya no funde, bajo los párpados, en civil forma el mundo popular italiano, y contra los fondos de su paisaje, ya no descarna en luz de intelecto — que no oculta la oscura materia — una mano que une el pobre barrio a Dios. Aquí abajo todo es prehumano y humanamente goza, 19 Gaeta y Sperlonga son dos ciudades del Lacio a orillas del mar Tirreno. 20 El Massico es una montaña de la cadena apenínica que se encuentra en Campania, cerca del pueblo de Sparanise. 45 contro il riso del volgare fu ed è inutile ogni parola di redenzione: splende nella piú ardente indifferenza dei colori seicenteschi, quasi che al sole o all’ombra non bastasse che la sola sfrontata presenza, di stracci, d’ori, con negli occhi l’incallito riso dei bassi digiuni d’amore. Ragazzi romanzi sotto le palpebre chiuse cantano nel cuore della specie dei poveri rimasta sempre barbara a tempi originari, esclusa alle vicende segrete della luce cristiana, al succedersi necessario dei secoli: e fanno dell’Italia un loro possesso, ironici, in un dialettale riso che non città o provincia ma ossesso poggio, rione, tiene in sè inciso, se ognuno chiuso nel calore del sesso, sua sola misura, vive tra una gente abbandonata al cinismo piú vero e alla piú vera passione; al violento negarsi e al violento darsi; nel mistero 46 fue contra la risa del vulgo y es inútil cualquier palabra de redención: brilla en la más ardiente indiferencia de los colores del siglo diecisiete, como si al sol o a la sombra no bastase la atrevida presencia sola de trapos, de oros, y en los ojos la risa endurecida de los bajos ayunos del amor. Románicos muchachos bajo los párpados cerrados cantan en el corazón de la especie de los pobres que se quedaron bárbaros en tiempos originarios, excluidos de las alianzas secretas de la luz cristiana, de la necesaria sucesión de los siglos: y hacen de Italia su posesión con una risa dialectal, irónicos, que ni provincia ni ciudad lleva grabada, sino obseso cerro y barrio, si cada uno encerrado en el calor del sexo, su única medida, vive entre gente abandonada al más verdadero cinismo y a la más verdadera pasión; al violento negarse y al violento darse; en el misterio 47 chiara, perché pura e corrotta... Se ognuno sa, esperto, l’ingenuo linguaggio dell’incredulità, della insolenza, dell’ironia, nel dialetto piú saggio e vizioso, chiude nell’incoscienza le palpebre, si perde in un popolo il cui clamore non è che silenzio. 1951 48 clara, porque pura y corrompida... Si cada uno sabe, experto, el ingenuo lenguaje de la incredulidad, de la insolencia, de la ironía en el dialecto más sabio y vicioso, cierra en la inconsciencia los párpados, se pierde en un pueblo cuyo clamor no es más que silencio. 1951 49 Il canto popolare El canto popular Improvviso il mille novecento cinquanta due passa sull’Italia: solo il popolo ne ha un sentimento vero: mai tolto al tempo, non l’abbaglia la modernità, benché sempre il piú moderno sia esso, il popolo, spanto in borghi, in rioni, con gioventú sempre nuove — nuove al vecchio canto — a ripetere ingenuo quello che fu. Scotta il primo sole dolce dell’anno sopra i portici delle cittadine di provincia, sui paesi che sanno ancora di nevi, sulle appenniniche greggi: nelle vetrine dei capoluoghi i nuovi colori delle tele, i nuovi vestiti come in limpidi roghi dicono quanto oggi si rinnovi il mondo, che diverse gioie sfoghi... Ah, noi che viviamo in una sola generazione ogni generazione vissuta qui, in queste terre ora umiliate, non abbiamo nozione vera di chi è partecipe alla storia solo per orale, magica esperienza; e vive puro, non oltre la memoria della generazione in cui presenza della vita è la sua vita perentoria. 52 De improviso el mil novecientos cincuenta y dos pasa sobre Italia: solo el pueblo tiene de él un verdadero sentimiento: nunca fuera del tiempo, no le deslumbra la modernidad, aunque siempre el más moderno sea él, el pueblo, esparcido en aldeas, en barrios con juventudes siempre nuevas — nuevas al viejo canto — a repetir ingenuo aquello que fue. Abrasa el primer sol dulce del año sobre los pórticos de las pequeñas ciudades de provincia, sobre los pueblos que aún saben a nieve, sobre los apenínicos rebaños: en los escaparates de las capitales los nuevos colores de las telas, los nuevos vestidos como en límpidas hogueras dicen cuánto hoy se renueva el mundo, qué distintos gozos desahoga... Ah, nosotros que vivimos en una sola generación cada generación vivida aquí, en estas tierras ahora humilladas, no tenemos noción verdadera de quién participa en la historia sólo por oral experiencia mágica; y vive puro, no más allá de la memoria de la generación en cuya presencia de la vida es su vida perentoria. 53 Nella vita che è vita perché assunta nella nostra ragione e costruita per il nostro passaggio — e ora giunta a essere altra, oltre il nostro accanito difenderla — aspetta — cantando supino, accampato nei nostri quartieri a lui sconosciuti, e pronto fino dalle piú fresche e inanimate ère — il popolo: muta in lui l’uomo il destino. E se ci rivolgiamo a quel passato ch’è nostro privilegio, altre fiumane di popolo ecco cantare: recuperato è il nostro moto fin dalle cristiane origini, ma resta indietro, immobile, quel canto. Si ripete uguale. Nelle sere non piú torce ma globi di luce, e la periferia non pare altra, non altri i ragazzi nuovi... Tra gli orti cupi, al pigro solicello Adalbertos komis kurtis!, i ragazzini 54 En la vida que es vida ya asumida en nuestra razón y construida para nuestro pasaje — y que alcanza ahora a ser otra, más allá de nuestra encarnizada defensa — espera — cantando supino, acampado en nuestros barrios para él desconocidos, y listo desde las más frescas e inanimadas eras — el pueblo: muda en él el hombre el destino. Y si nos dirigimos a aquel pasado que es nuestro privilegio, otras riadas de pueblo he aquí que cantan: recobrado se encuentra nuestro movimiento desde los cristianos orígenes, pero se queda atrás, inmóvil aquel canto. Se repite igual. En las noches no más antorchas sino globos de luz, y no parece la periferia otra, ni otros los nuevos chicos... Entre los huertos sombríos, en el perezoso solecillo Adalbertos komis kurtis! 21, los chiquillos 21 Traducimos aquí y a lo largo de toda la obra como notas a pie de página, entre corchetes e indicando su procedencia, algunas de las indicaciones que el autor dejó escritas en apéndice. [Nota de P. P. P.: Adalbertos komis kurtis! son palabras de una cantinela satírica (entre la última década del siglo IX y la primera del siglo X) que Novati, durante su búsqueda de los orígenes del canto popular italiano, encontró en un pasaje de las Crónicas de Liutprando, Adalberto I, marqués de Ivrea.] Se trata del primer canto en vulgar del cual se tiene memoria en Italia. 55 d’Ivrea gridano, e, pei valloncelli di Toscana, con strilli di rondinini: Hor atorno fratt Helya! La santa violenza sui rozzi cuori il clero calca, rozzo, e li asserva a un’infanzia feroce nel feudo provinciale l’Impero da Iddio imposto: e il popolo canta. Un grande concerto di scalpelli sul Campidoglio, sul nuovo Appennino, sui Comuni sbiancati dalle Alpi, suona, giganteggiando il travertino 56 de Ivrea22 gritan, y por los suaves valles de Toscana, con chillidos de pequeñas golondrinas: Hor atorno fratt Helya! 23 La santa violencia en los toscos corazones el clero tosco calca, y los somete a una infancia feroz en el feudo provincial el Imperio por Dios impuesto: y el pueblo canta. Un gran concierto de cinceles sobre el Capitolio24, sobre el nuevo Apenino, sobre los Comunes25 blanqueados por los Alpes, suena, descollando el travertino26 22 Ciudad de Piamonte, en el norte de Italia. [Nota de P. P. P.: Con Hor atorno fratt Helya! alcanzamos el año 1240 y nos encontramos frente a una burla de algunos niños a costa de este tal fraile Helyas y sus devotos compañeros. Esta información, proveniente de los estudios de Novati, nos llega a través de Salimbene y de su Crónica.] En realidad esta balada se compuso con ocasión del asedio de Messina de 1228 en la que se compadecía a las mesinesas hambrientas; algunos versos en los que, según cuenta fray Salimbene, le gritaban los niños a fray Helyas, general franciscano, que «Ya regresa fray Elías / que ha tomado el mal camino» (Hor atorno fratt Helya! / Ke pres’ha la mala via!). 24 Una de las siete colinas sobre las cuales fue construida Roma y en la que, según la leyenda, se crió Rómulo. 25 El Comune es el ayuntamiento, corporación o concejo; y por extensión el municipio. En Italia, los siglos XIII y XIV se conocen historiográficamente como «la Italia de los Comunes», en aquel contexto del nacimiento y apogeo de las —doce— ciudades estado. 26 Travertino es una piedra calcárea, blanquecina y porosa de origen sedimentario, proveniente de la vecina ciudad de Tívoli. 23 57 nel nuovo spazio in cui s’affranca l’Uomo: e il manovale Dov’andastú jersera... ripete con l’anima spanta nel suo gotico mondo. Il mondo schiavitú resta nel popolo. E il popolo canta. Apprende il borghese nascente lo Ça ira, e trepidi nel vento napoleonico, all’Inno dell’Albero della Libertà, tremano i nuovi colori delle nazioni. Ma, cane affamato, difende il bracciante i suoi padroni, ne canta la ferocia, Guagliune ’e mala vita!, in branchi 58 en el espacio nuevo donde se franquea el Hombre: y el peón Dov’andastú jersera...27 repite con el alma esparcida en su gótico mundo. El mundo esclavitud permanece en el pueblo. Y el pueblo canta. Aprende el burgués naciente el Ça ira 28 y ansiosos en el viento napoleónico, al Himno del Árbol de la Libertad, tiemblan los nuevos colores de las naciones. Mas, perro hambriento, defiende el bracero a sus amos, canta su fiereza, Guagliune ’e mala vita! 29 en manadas 27 [Nota de P. P. P.: «¿Dónde estuviste ayer noche?». Ha sido conservado porque pertenecía a la curiosa incatenatura de Bianchino, impresa en 1629 en Verona, y representa una especie de collage de los cantos populares en boga a lo largo del Renacimiento.] 28 [Nota de P. P. P.: El Himno al Árbol de la Libertad es un canto naturalmente no popular: los filo-revolucionarios italianos poseían, en principio, nada más que unas traducciones del Ça ira (canto francés de la época de la Revolución), pero luego se produjeron, por intervención culta, los variados Árboles de la Libertad. Nacía entonces la tradición romántico-risorgimental de los cantos de la burguesía liberal e irredentista a los que el pueblo permanecía naturalmente extraño. Éste cantaba, en política más bien, cantos reaccionarios como aquel citado en esta misma estrofa y que es un canto de guappi filo-borbónicos en contra de las fuerzas del orden de la Italia recién unida.] El citado Árbol es un mástil con el gorro frigio. 29 «¡Muchacho de mala vida!». 59 feroci. La libertà non ha voce per il popolo cane. E il popolo canta. Ragazzo del popolo che canti, qui a Rebibbia sulla misera riva dell’Aniene la nuova canzonetta, vanti è vero, cantando, l’antica, la festiva leggerezza dei semplici. Ma quale dura certezza tu sollevi insieme d’imminente riscossa, in mezzo a ignari tuguri e grattacieli, allegro seme in cuore al triste mondo popolare? Nella tua incoscienza è la coscienza che in te la storia vuole, questa storia il cui Uomo non ha piú che la violenza delle memorie, non la libera memoria... E ormai, forse, altra scelta non ha che dare alla sua ansia di giustizia la forza della tua felicità, e alla luce di un tempo che inizia la luce di chi è ciò che non sa. 1952-53 60 feroces. La libertad no tiene voz para el pueblo perro. Y el pueblo canta. Muchacho del pueblo que cantas aquí en Rebibbia por la orilla mísera del Aniene la nueva cancioncilla, alabas cantando, es cierto, la antigua y festiva levedad de los simples. Pero, ¿tú qué dura certeza levantas, conjunto de inminente desquite entre ignorantes tugurios y rascacielos, alegre semilla en el corazón del triste mundo popular? En tu inconsciencia está la conciencia que en ti la historia quiere, esta historia donde el Hombre no tiene más que la violencia de las memorias, no la libre memoria... Y quizá ya no tenga otra salida que dar a su ansia de justicia la fuerza de tu felicidad, y a la luz de un tiempo que empieza la luz de quien es lo que no sabe. 1952-53 61 Picasso Picasso I Nel tremito d’oro, domenicale di Valle Giulia, la nazione è calda, silenziosa: la sua innocenza è pari alla sua impurezza. Sembra arda di popolare gioia, ed è una noia irreligiosa che solare si sparge sui floreali gessi e i gran ventagli degli scalini. Non è questo che l’atto in cui si sbriciola un’Italia istituita, un anonimo ed onesto atto di civiltà... C’è chi lo compie tra le aiuole infuocate e il fresco buio che le solca dai prorompenti pini di Villa Borghese, chi n’è riverberato nelle pompe 64 I En el temblor dominical dorado de Valle Giulia30 la nación es cálida y silenciosa: su inocencia iguala a su impureza. Parece que arde de popular alegría, y es un tedio irreligioso que, solar, se expande sobre los floreales yesos y grandes abanicos de los escalones. No es este más que el acto en que se desmigaja una Italia instituida, un anónimo y honesto acto de civilización... Hay quien lo cumple entre los céspedes abrasados y la fresca oscuridad que los surca desde los imponentes pinos de Villa Borghese31, quien por esto reverbera en las pompas 30 31 Barrio romano. Parque de Roma abierto al público desde 1902. 65 festive di Piazza di Spagna e si confonde in un brusio che trasale intorno monotono e stupendo: qui è piú acceso il senso di un’Italia vibrante in un’antica nota di pace, in una morte dolce come l’aria, dove la classe piú alta regna immota. II E per la scalea l’anonimo, anima senza memoria, in un corpo immiserito da secoli di sogni umilmente umani di borghese esperienza, ormai è mitico in questa domenica dorata che lo vede chiaro nel chiaro vestito. Come d’improvviso appare ornata, la sua vita, di mite passione, e la sua mente (dominata 66 festivas de Plaza de España32 y se confunde en un murmullo que se propaga alrededor monótono y estupendo: aquí es más vivo el sentido de una Italia vibrante en una antigua nota de paz, en una muerte dulce como el aire donde la clase más alta reina inmóvil. II Y por la escalinata el anónimo, alma sin memoria, en un cuerpo empobrecido por siglos de sueños humildemente humanos de burguesa experiencia, es ya mítico en este domingo dorado que lo ve claro en su claro vestido. Cómo de repente aparece adornada su vida de apacible pasión, y su mente (dominada 32 Famosa plaza del centro de Roma. Situada a los pies de la escalera de Trinità dei Monti, tomó este nombre cuando en el siglo XVII se estableció allí la embajada española. 67 dentro il cuore dell’Istituzione dalla sua dignità dura e servile) come pare arda, immune testimone, d’umile desiderio di capire... III La prima tela dalla scorza intensa e ròsa, in un gemmante arabesco quasi artigiano, dipinta con terra e nascosto fuoco: ancora fresco lo spirito del vecchio anteguerra vi mescola scandalo e festa, l’abnorme del pensiero e il puro della tecnica, e ardente e affumicata la superficie i suoi toni inanella, ceree corolle su zolla disseccata. Insegna della Francia piú alta, quando il tramonto pareva un’infuocata alba, e la disperazione espanta pena del creare, e il frantumarsi del secolo un suo disegno araldico. 68 en el corazón de la Institución por su dignidad dura y servil) cómo parece que arde, inmune testigo, de deseo humilde de comprender... III El primer lienzo con el escorzo intenso y rosa, en un resplandeciente arabesco casi artesano, con tierra pintada y fuego oculto: fresco aún el espíritu del viejo anteguerra, mezcla ahí escándalo y fiesta, lo anómalo del pensamiento con lo puro de la técnica, y ardiente y ahumada la superficie ensortija sus tonos, corolas céreas sobre terrones disecados. Emblema de la Francia más alta, cuando el atardecer parecía una aurora abrasada, y la desesperación vertida pena de crear, y el derrumbarse del siglo su heráldico dibujo. 69 IV Ma già gli spumeggianti e crudi figli in nuvole di biancore, in acciarini contorni, con purezza di gigli e carnalità di cuccioli ferini, delineano pur nel lume di un’idea degna di Velázquez, pur nelle trine, l’eccesso di espressione che li crea. V L’espressione che sul pelo affiora del quadro, come da intimità viscerali, infetta di bruciante disamore, e ne squassa la squama di tonali dolcezze, che, se resiste, e anzi irrigidisce, è per materiali, inebbrianti cagli. Ma tra i balzi graffianti del pennello, la zona di quasi prativa luce, gli sfarzi dei disaccordi, ecco l’Espressione: che s’incolla alla cornea e al cuore, irrichiesta, pura, cieca passione, 70 IV Pero ya los espumajosos y crudos hijos en nubes de blancura, en acerados contornos con pureza de lirios y carnalidad de cachorros ferinos, delinean incluso en la luz de una idea digna de Velázquez, o en los encajes, el exceso de expresión que los crea. V La expresión que aflora a ras del cuadro, como de intimidades viscerales, infecta de quemante desamor, y sacude de esto la escama de dulzuras tonales, si resiste, y hasta se endurece, es por materiales, ebrios cuajos. Pero entre los botes rasguñosos del pincel, la zona de luz casi pradeña, los fastos de los desacuerdos, he aquí la Expresión: que se pega al corazón y a la córnea, indeseada, pura, pasión ciega, 71 cieca manualità, impudico gonfiore dei sensi, e, dei sensi, tersa noia. A nient’altro che a questo ateo furore poteva, nella cadente Francia, Goya cedere la sua violenza. Qui, a esprimersi, sono pura angoscia e pura gioia. VI Dentro l’ordinata processione, orda del sentire e del fare, non del credere, paesaggi, persone sono scheletri in cui corporeo appare il loro perduto essere oggetti: esprimerli è esprimerne il male. La civetta patrizia con sul petto un avido verde o un viola che altro senso non ha che infiammare se stesso, 72 ciega manualidad, impúdico bulto de los sentidos y, de los sentidos, terso tedio. A ninguna otra cosa sino a este ateo furor podía en la caduca Francia Goya ceder su violencia. Aquí se expresan pura angustia y pura alegría. VI Dentro de la ordenada procesión, horda del sentir y del hacer, no del creer, paisajes, personas son esqueletos en cuyo cuerpo aparece su perdida sustancia de objetos: expresarlos es expresar su mal. La lechuza patricia33 lleva en el pecho un ávido verde o un violeta que otro sentido no tiene sino inflamarse, 33 Pasolini hace aquí un guiño a la estatua ecuestre de Marco Aurelio, que se encuentra en la plaza del Campidoglio. En el centro de esta plaza romana, que diseñó Miguel Ángel, se alza la estatua, con la lechuza entre las orejas del caballo. La leyenda cuenta que el día que la lechuza cante será para anunciar la desaparición de Roma y, con Roma, el fin del mundo. 73 o nell’occhio uno sgorbio, folle e scaltro, a tradire; i fiori che s’incarnano a un feto o una seggiola e uno smalto di toni che li incera nel composto ingranaggio; le spiagge dove gongola la gioia di un cadaverico agosto, in cui l’inventare ha una mongola, monumentale libertà che nulla costa, una brutale libertà che il mondo trasfigura per l’ignota forza che ha il vizio, che ha la voluttà dell’esibirsi: tutto porta ad una calma furia di limpidità. VII Quanta gioia in questa furia di capire! In questo esprimersi che rende alla luce, come materia empirea, la nostra confusione, che distende in caste superfici i nostri affetti offuscati! La chiarezza che ne accende 74 o en el ojo un garabato loco y astuto, traidor; las flores que se encarnan en un feto o una silla y un esmalte de tonos que las pule en el complejo engranaje; las playas donde se recocija el gozo de un cadavérico agosto en que inventar implica una mongólica, monumental libertad que nada cuesta, una brutal libertad que el mundo transfigura por la ignota fuerza que tiene el vicio, que tiene la voluptuosidad de exhibirse: todo lleva a una calmada furia de limpidez. VII ¡Cuánta alegría en esta furia de comprender! ¡Este expresarse que devuelve a la luz, como empírea materia, nuestra confusión, que extiende en castas superficies nuestros cariños ofuscados! La claridad que enciende 75 le forme interne, li fa nuovi oggetti, veri oggetti, né conta, anzi è coraggio, benché delirante, che si rifletta in essi l’onta dell’uomo che appannaggio fa dell’Uomo, l’onta dell’uomo piú recente, questo, questo che con saggio calore guarda evidenziata salire su nelle atroci lastre la figura di se stesso, la sua colpa, la sua storia. Vede ridotte alla furia oscura del sesso le esaltanti repressioni della Chiesa, e dispogliata in pura chiarezza d’arte la chiara ragione liberale; vede celebrata in riverberanti figurazioni la decadenza della snervata borghesia ancora avida nel miope rimpianto e nel cinismo... Ma che lietezza profonda e quieta nel capire anche il male; che infinita esultanza, che vereconda festa, nell’accorata sete di chiarezza, nell’intelligenza, che compiuta attesta la nostra storia nella nostra impurezza. 76 sus formas internas los vuelve objetos nuevos, verdaderos objetos, ni cuenta, más aún, es valor aunque delirante, que se refleje en ellos la vergüenza del hombre que hace del Hombre asignación, la vergüenza del hombre más reciente; éste, éste que con sabio calor mira ascender, resaltada, en las inmundas losas la figura de sí mismo, su culpa, su historia. Ve reducidas a la furia oscura del sexo las exaltantes represiones de la Iglesia, y despojada en pura claridad de arte la clara razón liberal; ve celebrada en reverberantes figuraciones la decadencia de la burguesía agotada, ávida aún en la miope añoranza y en el cinismo... Pero qué encanto profundo y quieto en entender aun el mal; qué infinita exultancia, qué verecunda fiesta en la acongojante sed de claridad, en la inteligencia que atestigua cumplida nuestra historia en nuestra impureza. 77 VIII Poi ecco, colmo, l’errore di Picasso: esposto sopra le grandi superfici che ne spalancano in pareti la bassa, fittile idea, il puro capriccio, arioso, di gigantesca e grassa espressività. Egli — tra i nemici della classe che specchia, il piú crudele, fin che restava dentro il tempo d’essa — nemico per furore e per babelica anarchia, carie necessaria — esce tra il popolo e dà in un tempo inesistente: finto coi mezzi della vecchia stessa sua fantasia. Ah, non è nel sentimento del popolo questa sua spietata Pace, quest’idillio di bianchi uranghi. Assente è da qui il popolo: il cui brusio tace in queste tele, in queste sale, quanto fuori esplode felice per le placide strade festive, in un comune canto ch’empie rioni e cieli, borghi e valli, lungo l’Italia, fino all’Alpi, spanto 78 VIII Luego, aquí colmo, el error de Picasso: expuesto sobre grandes superficies que abren de par en par en las paredes la baja y frágil idea, el puro capricho airoso de gigantesca y gruesa expresividad. Él — entre los enemigos de la clase que refleja, el más cruel mientras permanecía dentro del tiempo de ella — enemigo por furor y por babélica anarquía, caries necesaria — sale entre el pueblo y da con un tiempo inexistente: fingido con los medios de su propia y vieja fantasía. Ah, no está en el sentimiento del pueblo esta Paz despiadada suya, este idilio de gorilas blancos. Ausente se halla el pueblo de aquí: su murmullo calla en estas telas, en estas salas mientras fuera explota, feliz por las plácidas calles festivas, en un común canto que invade barrios y cielos, aldeas y valles a lo largo de Italia, hasta los Alpes, derramado 79 per declivi falciati e gialli frumenti — nei paesi della smarrita Europa — dove ripete i balli e i cori antichi nell’antica aria domenicale... Ed è, l’errore, in questa assenza. La via d’uscita verso l’eterno non è in quest’amore voluto e prematuro. Nel restare dentro l’inferno con marmorea volontà di capirlo, è da cercare la salvezza. Una società designata a perdersi è fatale che si perda: una persona mai. IX Sfortunati decenni... cosí vivi da non poter essere vissuti se non con un’ansia che li privi di ogni quieta conoscenza, con l’inutile dolore di assisterne la perdita nella troppa prossimità... Muti 80 por segados declives y trigales amarillos — en los países de la extraviada Europa — donde repite los bailes y los coros antiguos en el antiguo aire dominical... Y se halla el error en esta ausencia. La vía de escape hacia lo eterno no está en este amor querido y prematuro. Al quedarse en el infierno con marmórea voluntad de comprenderlo se ha de buscar la salvación. Una sociedad designada a perderse es fatal que se pierda: una persona jamás. IX Desafortunados decenios... tan vivos que no pueden ser vividos sino con un ansia que los prive del apacible conocimiento, con el inútil dolor de asistir a su pérdida en la excesiva proximidad... Mudos 81 decenni, di un secolo ancor verde, e bruciato dalla rabbia dell’azione non trascinante ad altro che a disperdere nel suo fuoco ogni luce di Passione. Le ultime stanze gremisce la pura paura espressa in cristalline zone d’infantile e senile cinismo: scura e abbagliata l’Europa vi proietta i suoi interni paesaggi. È matura qui, se piú trasparente vi si specchia, la luce della tempesta; i carnami di Buchenwald, la periferia infetta delle città incendiate, i cupi camions delle caserme dei fascismi, i bianchi terrazzi delle coste, nelle mani di questo zingaro, si fanno infamanti feste, angelici cori di carogne: testimonianza che dei doloranti nostri anni può la vergogna esprimere il pudore, tramandare l’angoscia l’allegrezza: che bisogna essere folli per essere chiari. 1953 82 decenios de un siglo verde todavía y quemado por la rabia de la acción que a nada arrastra sino a dispersar en su fuego toda luz de Pasión. El miedo puro agarra a los cuartos últimos, expresado en zonas cristalinas de infantil y senil cinismo: oscura y deslumbrada Europa ahí proyecta sus paisajes interiores. Está madura aquí, y al ser más transparente ahí se refleja la luz de la tempestad; las carnicerías de Buchenwald34, la periferia infecta de las ciudades incendiadas, los sombríos camiones de los cuarteles fascistas, las blancas azoteas de la costa, en las manos de este gitano se vuelven infamantes fiestas, angélicos coros de carroñas: atestiguan que la vergüenza puede de nuestros dolorosos años expresar el pudor, transmitir la angustia a la alegría: porque hace falta estar locos para ser claros. 1953 34 Campo de concentración nazi. 83 Comizio Comicio 35 35 [Nota de P. P. P.: mi hermano Guido, tras un año de heroica lucha partisana en las filas de la «Osoppo», cayó en los montes de Venecia-Giulia en febrero de 1945.] Qui è piú puro, nel suo quieto terrore — se le sere ormai fonde tremano agli ultimi brusii, poetici di mera vita — l’incontro delle gronde urbane con il buio del cielo. E muri impalliditi, infeconde aiuole, magri cornicioni, nel mistero che li imbeve dal cosmo, familiare e gaio fondono il loro. Ma stasera un improvviso rovescio sulle ignare fantasie del passante frana, e gela il suo trasporto per le calde, care pareti sconsacrate... Non piú, come un androne, di passi sonori perché rari, di voci trasparenti perché quiete, tra splendori d’umile pietra, la piazza negli spenti angoli trasale: né solitarie frusciano le macchine dei potenti, sfiorando il fianco del giovane paria che inebbria coi suoi fischi la città... Una smorta folla empie l’aria 86 Aquí es más puro en su apacible terror — si las tardes ya oscuras tiemblan por los últimos rumores, poéticos de sólo vida — el encuentro de las goteras urbanas con la oscuridad del cielo. Y muros empalidecidos, infecundos céspedes, delgadas cornisas, en el misterio que los empapa desde el cosmos, funden alegre y familiar el suyo. Pero esta tarde un imprevisto chaparrón sobre las ignotas fantasías del viandante se desmorona y hiela su paseo por las calientes, queridas paredes secularizadas... No más, como un porche de pasos sonoros porque escasos, de voces transparentes porque quietas, entre esplendores de piedra humilde, la plaza en sus oscuros rincones se estremece: ni crujen solitarios los coches de los poderosos rozando el flanco del joven paria que embriaga la ciudad con sus silbidos... Una pálida muchedumbre llena el aire 87 d’irreali rumori. Un palco sta su essa, coperto di bandiere, del cui bianco il bruno lume fa un sudario, il verde acceca, annera il rosso come di vecchio sangue. Arista o tetro vegetale guizza cerea nel mezzo la fiammella fascista. * Il dolore, inatteso, mi respinge indietro, quasi a non voler vedere. E invece con le lacrime che stingono intorno il mondo cosí vivo, a sera nella piazza, mi sospingo come disincarnato in mezzo a questa fiera di ombre. E guardo, ascolto. Roma intorno è muta: è il silenzio, insieme, della città e del cielo. Non risuona voce su queste grida; il caldo seme che il maggio germoglia pur nel fresco notturno, un greve e antico gelo preme sui muri preziosi, fatti mesti come nei sensi di un fanciullo angosciato... E piú qui crescono 88 de irreales ruidos. Sobre ella hay un palco cubierto de banderas, cuyo blanco la bruna luz convierte en un sudario, ciega el verde y ennegrece el rojo como vieja sangre. Tétrico vegetal o arista chispea cérea en el centro la llamilla fascista. * El dolor inesperado me empuja hacia atrás como si no quisiera ver. Y sin embargo con las lágrimas que destiñen alrededor el mundo tan vivo en la plaza al atardecer, me empujo algo desencarnado en medio de esta feria de sombras. Y miro, escucho. Roma en torno enmudece: es el silencio al lado de la ciudad y del cielo. No resuena una voz sobre estos gritos; la cálida semilla que mayo germina incluso en el fresco nocturno, un pesado y antiguo hielo oprime sobre los preciosos muros, vueltos tristes como en los sentidos de un niño angustiado... Y cuanto más crecen aquí 89 gli urli (e in cuore l’odio), piú brullo si fa intorno il deserto dove il consueto, pigro sussurro s’è stasera sperduto... Ecco chi sono gli esemplari vivi, vivi, di una parte di noi che, morta, ci aveva illuso d’esser nuovi — privi d’essa per sempre. E invece, scorta d’improvviso, in questa lieve piazza orientale, ecco la sua falange, folta, urlante — coi segni della razza che nel popolo è oscura allegria e in essa triste oscurità — che impazza cantando la salute. E l’energia sua non è che debolezza, offesa sessuale, che non ha altra via per essere passione, nella mente accesa, che azioni troppo lecite od illecite: e qui urla soltanto la borghese impotenza a trascendere la specie, la confusione della fede che l’esalta, e disperatamente cresce nell’uomo che non sa che luce ha in sé. 90 los gritos (y en el corazón el odio), más yermo se vuelve en torno el desierto donde el habitual susurro perezoso se ha extraviado esta noche... He aquí quienes son los ejemplares vivos, vivos de una parte de nosotros que, muerta, nos dio ilusión de ser nuevos — privados de ella para siempre. Y sin embargo, de pronto divisada en esta liviana plaza oriental, su falange espesa chillando — con los rasgos de la raza que en el pueblo es oscura alegría y en ella triste oscuridad — que enloquece cantando a la salud. Y su energía no es más que debilidad, ofensa sexual que no tiene otro camino para hacerse pasión en la mente encendida sino con acciones demasiado lícitas o ilícitas: y aquí grita solamente la burguesa impotencia de trascender la especie, la confusión de la fe que la exalta y desesperadamente crece en el hombre que no sabe la luz que lleva en sí. 91 * Resto in piedi tra questa folla quasi il gelo, che da Trinità dei Monti, dai duri vegetali del Pincio, rasi contro le stelle e i chiusi orizzonti spegne la città — mi spegnesse il petto, rendendo puro stupore i monchi sentimenti, pietà, amarezza. Getto intorno sguardi che non mi sembran miei, tanto sono diverso. Non è l’aspetto di gente viva con me, questo, nei suoi visi c’è un tempo morto che torna inaspettato, odioso, quasi i bei 92 * Me quedo de pie en esta muchedumbre como si el hielo, que desde Trinità dei Monti36, desde los duros vegetales del Pincio37 arrasados contra las estrellas y los cerrados horizontes apaga la ciudad — me apagase el pecho volviendo puro estupor los mancos sentimientos, piedad, amargura. Arrojo alrededor miradas que no parecen mías, tan distinto soy ya. No es el aspecto de gente viva conmigo, éste, en sus rostros lleva un tiempo muerto que vuelve inesperado, odioso como si los bellos 36 Iglesia fundada por el rey de Francia Carlos VIII en 1495. Primitivamente elevada sobre siete colinas, Roma se extiende hoy hasta las dos nuevas cumbres del Pincio y del Gianicolo. 37 93 giorni della vittoria, i freschi giorni del popolo, fossero essi, morti. Per chi è andato avanti, ecco, intorno, il passato, i fantasmi, i risorti istinti. Questi visi giovanili precocemente vecchi, questi storti sguardi di gente onesta, queste vili espressioni di coraggio. La memoria era dunque cosí smorta e sottile da non ricordarli? Tra i clamori cammino muto, o forse sono muti essi, nella tempesta che ho nel cuore. * E nel senso di perdita del proprio corpo, che dà un’angoscia improvvisa, in silenzio al fianco mi si scopre un compagno. Con me, intento e indeciso, si muove tra la ressa, con me guarda nei visi questa gente, con me il misero corpo trascina tra petti che coccarde colmano di vile orgoglio. Poi su me posa lo sguardo. Tristemente gli arde 94 días de la victoria, los frescos días del pueblo, ellos, hubieran muerto. Para quien haya seguido adelante, he aquí en torno el pasado, los fantasmas, los resucitados instintos. Estos rostros juveniles precozmente viejos, estas oblicuas miradas de gente honesta, estas viles expresiones de coraje. ¿Se encontraba entonces la memoria tan apagada y sutil que no los recordaba? Entre los clamores camino mudo, o quizás estén mudos ellos, en la tempestad que llevo en el corazón. * Y en el sentimiento de pérdida del propio cuerpo, que da una angustia imprevista, en silencio aparece a mi lado un compañero. Conmigo, sumido e indeciso se mueve entre la masa, conmigo mira los rostros a esta gente, conmigo el mísero cuerpo arrastra entre pechos que cucardas colman de vil orgullo. Entonces detiene su mirada sobre mí. Tristemente 95 col pudore che ben conosco; ed è cosí mio quello sguardo fraterno! cosí profondamente familiare, nel pensiero che dà a questi atti senso eterno! E in questo triste sguardo d’intesa, per la prima volta, dall’inverno in cui la sua ventura fu appresa, e mai creduta, mio fratello mi sorride, mi è vicino. Ha dolorosa e accesa, nel sorriso, la luce con cui vide, oscuro partigiano, non ventenne ancora, come era da decidere con vera dignità, con furia indenne d’odio, la nuova nostra storia: e un’ombra, in quei poveri occhi, umiliante e solenne... Egli chiede pietà, con quel suo modesto, tremendo sguardo, non per il suo destino, ma per il nostro... Ed è lui, il troppo onesto, il troppo puro, che deve andare a capo chino? Mendicare un po’ di luce per questo mondo rinato in un oscuro mattino? 1954 96 le arde con el pudor que bien conozco; ¡y es tan mía aquella mirada fraternal! ¡es tan profundamente familiar en el pensamiento que da a estos actos sentido eterno! Y en esta triste mirada de acuerdo por vez primera desde aquel invierno en que su ventura fue conocida y nunca creída, mi hermano me sonríe, va junto a mí. Lleva, dolorosa y encendida en la sonrisa, la luz con la cual vio, oscuro partisano, todavía no veinteañero, cómo había que decidir con verdadera dignidad, con furia indemne de odio, nuestra nueva historia: y una sombra en esos pobres ojos, humillante y solemne... Él pide piedad con esa modesta, tremenda mirada suya, no para su propio destino sino para el nuestro... ¿Y es él, el demasiado honesto, el demasiado puro, que debe ir con la cabeza gacha? ¿Mendigar un poco de luz para este mundo renacido en una oscura mañana? 1954 97 L’umile Italia La humilde Italia I Qui, nella campagna romana, tra le mozze, allegre case arabe e i tuguri, la quotidiana voce della rondine non cala, dal cielo alla contrada umana, a stordirla d’animale festa. Forse perché già troppo piena d’umana festa: né mai mesta essa è abbastanza per la fresca voce d’una tristezza serena. Cupa è qui la tristezza, come è leggera la gioia: non ha che atti estremi, confusione, la violenza: è aridità il suo ardore. Invece è la passione mite, virile, che rischiara il mondo in una luce senza impurezze, che al mondo dà le care civili piazzette, dove ignare rondini scatena l’innocenza. Borghi del settentrione, dove dal ragazzo con fierezza e allegra umiltà nasce il giovane, 100 I Aquí, en la campiña romana entre las mutiladas, alegres casas árabes y los tugurios, la cotidiana voz de la golondrina no baja del cielo a la contrada humana para aturdirla de fiesta animal. Acaso porque está demasiado llena de humana fiesta: nunca bastante melancólica para la fresca voz de una serena tristeza. Aquí es sombría la tristeza como ligera la alegría: no tiene sino actos extremos, confusión, la violencia: es aridez su ardor. Sin embargo, es mansa y viril la pasión que despeja el mundo en una luz sin impurezas, que al mundo concede estas queridas plazas civiles, donde ingenuas golondrinas la inocencia desencadena. Pueblos del septentrión donde del chico con fiereza y alegre humildad nace el joven 101 e vive la sua giovinezza da vero adulto, benché piova il suo occhio chiaro e la sua bionda testa luce infantile: ma è quell’infanzia solo gioconda onestà: egli nella sua fonda vita il mondo matura con sé. Perciò possono ancora le rondini cantarlo, gettandosi lievi nelle piazzette dei girotondi, dei canti puerili, dove le nevi si dissolvono in biancospini, piú pure, e questi si mutano per la dolce foga della semenza in rose, in gigli: ché confini le stagioni non v’hanno, né incrina nuova esistenza l’esistenza. Qui venti affricani l’assolato inverno bruciano: nascono carnai di fiori, è già estate. I ragazzetti dentro tasche già impure infilano viziate le mani: la loro violenza infantile resterà nella nera loro bellezza adulta. Esperienza è ironica durezza: senza rondini, di cani urla la sera. 102 y vive su juventud como un adulto verdadero, aunque brote de su ojo claro y de su cabeza rubia luz infantil: pero es aquella infancia sólo gozosa honestidad: en su honda vida el mundo con él madura. Por ello aún pueden las golondrinas cantarlo, arrojándose leves en las placetas de los corros de los cantos pueriles, donde las nieves se disuelven en espinos albares, más puras, y éstos mudan por la dulce fogosidad de su semilla en rosas, en lirios: porque no tienen confines las estaciones, ni raja una nueva existencia la existencia. Aquí los vientos africanos abrasan el soleado invierno: nacen carneros de flores, es verano ya. Los chicos introducen, ya impuras, en los bolsillos sus viciosas manos: su violencia infantil se quedará en su negra belleza adulta. Experiencia es irónica dureza: sin golondrinas, de perros aúlla el atardecer. 103 O, se rondini volano, alte vanno a stridere su tetti di grandi case dove l’arte straripante dei secoli eletti scolora come in vecchie carte: e anche il loro garrito, se girano in cielo, smuore in diversi spazi, in un mitico scenario. E su di esso sbiadito si chiude un cielo di memorie. La jungla delle anime scure come la pelle e gli occhi, che la moderna vita nutre a dure necessità e bassezze, ormai è su Roma, la stringe in impure confusioni, in ciechi smarrimenti di stile, come una piena sale oltre i rotti argini: impotente la Roma del potere ne sente, ancora plebe, l’ansia nazionale. 104 O si las golondrinas vuelan altas para chillar por los tejados de grandes casas donde el arte desbordante de siglos elegidos destiñe como viejos papeles: e incluso su chillido si giran por el cielo, se desvanece en distintos espacios, en un mítico escenario. Sobre éste, despintado se cierra un cielo de memorias. La jungla de las almas oscuras como la piel y los ojos, que la moderna vida nutre con bajezas y duras necesidades, recubre Roma ya apretándola en impuras confusiones, en ciegos extravíos de estilo, igual que sube el agua más allá de los cauces rotos: impotente, la Roma del poder siente, todavía plebe, el ansia nacional. 105 II Ah, rondini, umilissima voce dell’umile Italia! Che festa alle pasquali fonti, alle foci dei fiumi padani, alla mesta luce della piazzetta, dei noci, dei filari a festoni da gelso a gelso, che ai vostri garriti verdeggiano piú umani! che eccelso significato in quel vostro perso groviglio, nuovo, di gridi antichi. È dentro il tempo dato al puro, allo struggente passare che lanciate con sopita furia quei vostri gridi: in sé, quieto, li accoglie un già scuro cielo primaverile, o un’alba, o un lieto mezzogiorno... E passa, con lo stupendo tempo che gli alberi ingemma e spoglia, le ore scialbe accende, raggela i caldi sassi. È nel tempo puramente umano, accoratamente umano, che s’incide il vostro guizzo vano 106 II ¡Ah golondrinas, humildísima voz de la humilde Italia! ¡Qué fiesta en las fuentes pascuales, en las desembocaduras de los ríos padanos, en la triste luz de la placeta, de los nogales, de las hileras de festones de moral en moral, que bajo vuestros trinos más humanos verdean!, qué excelso significado en vuestra perdida maraña nueva de antiguos gritos. Es dentro del tiempo dado al puro pasar desgarrador donde lanzáis con furia apaciguada vuestros gritos: quieto, los acoge ya en sí un cielo oscuro de primavera, o un amanecer, o un feliz mediodía... Y pasa junto al hermoso tiempo que a los árboles engalana y despoja, enciende las horas pálidas, hiela las piedras cálidas. Es en el tiempo puramente humano, humano entrañablemente, donde se graba vuestro vano deslizarse 107 di animale dolcezza, è — insieme prossimo e lontano — nel tempo che non torna, e torna sempre sopra il mondo che non ha rimpianti, a sprofondar la gorna solatia, l’acre aia, l’adorna campagna, quasi in perdute età. È indifferenza o nostalgia il sentimento — anch’esso umano e fuggitivo — di chi vi spia, in quel meriggio, in quel gramo vespro, perse in turchine scie... La natura vi dà e la natura vi esprime nel cuore che stordite. Il tempo che uguale s’infutura con sé vi trasporta nell’oscura monotonia che rinnova le vite. Ah, non è il tempo della storia, questo, della vita non perduta, non sono questi gli alti, incolori luoghi di una patria divenuta coscienza oltre la memoria. Ma dove meglio riconoscerli che in questi antichissimi incanti in cui son piú vicini? Fossili d’un’esistenza che ai commossi occhi, non si svela, si canta? 108 de dulzura animal, es en el tiempo — lejano y próximo a la vez — que no vuelve, y vuelve siempre sobre el mundo que nunca se arrepiente para hundir el canalón soleado, el corral acre, la adornada campiña casi en edades perdidas. Es indiferencia o nostalgia el sentimiento — también él humano y fugitivo — de quien os acecha en ese mediodía, en ese triste atardecer, perdidas en estelas azuladas... La naturaleza os da y la naturaleza os expresa en el corazón que aturdís. El tiempo que se extiende en el futuro os lleva igual consigo, en la oscura monotonía que renueva las vidas. Ah, no es el tiempo de la historia éste, de la vida no perdida, no son éstos los altos e incoloros lugares de una patria que se ha vuelto conciencia más allá de la memoria. ¿Y dónde reconocerlos mejor sino en estos encantos tan antiguos en los que están más cerca? ¿Fósiles de una existencia que ante los ojos conmovidos no se desvela, se canta? 109 Dove meglio capire, intera, la natura che deve farsi nazione, l’ombra che s’avvera nella chiarezza? Ah dolci intarsi che nella vellutata sera della Venezia, della Lombardia, — terrorizzata quasi nella troppa ebbrezza, nella pazzia che troppo la trascina — pia la rondine intreccia sulla terra. Piú è sacro dov’è piú animale il mondo: ma senza tradire la poeticità, l’originaria forza, a noi tocca esaurire il suo mistero in bene e in male umano. Questa è l’Italia, e non è questa l’Italia: insieme la preistoria e la storia che in essa sono convivano, se la luce è frutto di un buio seme. 110 ¿Dónde mejor comprender la naturaleza entera que ha de hacerse nación, la sombra que se cumple en la claridad? Ah, dulces taraceas que en la tarde de terciopelo lombarda o veneciana — casi aterrorizada en su excesiva ebriedad, en la locura que excesiva la arrastra — piadosa la golondrina trenza sobre la tierra. Más sagrado es el mundo donde más animal: pero sin traicionar a la poesía, a la originaria fuerza, nos toca agotar su misterio en el bien y en el mal del hombre. Ésta es Italia y no es ésta Italia: juntas la prehistoria y la historia que en ella se hallan, convivan si la luz es fruto de una oscura semilla. 111 III Imperlate già di nascenti stelle, vibrano tra i castagni le rondini. Confuse le senti lacerare l’aria sugli altagni secchi, sui tiepidi spioventi della villa, e lo stradone, cupo nel suo tenero asfalto; la famiglia tace, del padrone, ma i figli dei mezzadri, come nel vecchio mondo gridano alto! Come si assiepa il secolare loro gridío di servi indenni da bassezza, nella popolare dignità dei rustici e solenni loro municipi settentrionali... Loro è la sera, loro è l’accento della campana; s’è il dolce sabato, loro è l’allegrezza che il vento da orti, aie, osterie, lento e quasi religioso, dirada. Ecco là, le loro macchie vivide di tigli, e in nude prospettive i gelseti che i giovinetti 112 III Perladas ya de estrellas nacientes, vibran entre los castaños las golondrinas. Confusas, el aire las oyes lacerar sobre las azoteas secas, sobre las tibias vertientes de la villa y la carretera, sombría en su asfalto tierno; calla la familia del patrón, ¡pero los hijos de los jornaleros como en el viejo mundo gritan alto! Cómo se cerca su secular griterío de siervos de bajeza indemnes, en la popular dignidad de sus rústicos y solemnes municipios septentrionales... Suyo es el atardecer, suyo es el acento de la campana; si es el dulce sábado suya es la alegría que el viento desde huertos, corrales, mesones, extiende lento, y casi religioso. He ahí sus manchas vívidas de tilos y en desnudas perspectivas las moraledas que los jovencitos 113 all’imbrunire sfogliano, e le rive dei fossi caldi di saggine. Ecco il sambuco, ecco il pioppo che sbianca, sulle rosse bambine a erba pei conigli, chine sotto le campane a doppio. Ecco, a inazzurrare la pianura, le loro Alpi: cerchio silente che se in morene e laghi oscura i suoi biancori, e i suoi sgomenti vi quieta, quasi impaura la sua serenità. Sfuma l’Italia negli smorti, eccelsi toni di quei nevai: contro cui l’ala cieca della rondine esala piú vera le quotidiane passioni. Piú vera perché piú espressa, libera: nel suo fragile arco non porta il peso dell’ossessa rassegnazione — furente marchio della servitú e del sesso — che il greco meridione fa decrepito e increato, sporco e splendido. È necessità 114 deshojan al anochecer, y las orillas de los cálidos fosos de zahínas. He aquí el saúco, he aquí el chopo que blanquea en las niñas sonrojadas con yerba para los conejos, agachadas bajo las campanas que redoblan38. Aquí, azulando la llanura, sus Alpes: silencioso círculo que si en morenas y en lagos vuelve oscuros sus blancores y apacigua ahí sus miedos, casi espanta su serenidad. Se difumina Italia en los grises y excelsos tonos de esos neveros: contra los cuales ciega el ala de la golondrina exhala, más verdadera, las cotidianas pasiones. Más verdadera porque más expresada, libre: en su frágil arco no lleva el peso de la obsesa resignación — furente rasgo de la servidumbre y del sexo — que el griego meridión hace decrépito e increado, sucio y espléndido. Es necesario 38 Nótese que en el texto original esta estrofa consta sólo de nueve versos. 115 liberarsi soffrendo, ma lottando soffrire, la storia. È necessità il capire e il fare: il credersi volti al meglio, presi da un ardire sacrilego a scordare i morti, a non concedersi respiro dietro il rinnovarsi del tempo. Eppure qualche cosa è piú forte del nostro ardore empio a maturare nella mente a fare della natura virtú. E ci trascina indietro, al fresco, all’arso tempo, al tempo vano, assordato dalle vane feste dell’umile gente, al tempo umano, al tempo allegramente terrestre, al tempo che vive il suo incanto, con le rondini, nel solatio paese padano, nel fianco dei freschi colli, e che di schianto voi volgete, rondini, all’addio. 1954 116 liberarse sufriendo, pero luchando sufrir la historia. Es necesario comprender y hacer: creerse inclinados a lo mejor, llevados por una sacrílega osadía a olvidar a los muertos, a no concederse respiro detrás del renovarse del tiempo. No obstante algo es más fuerte que nuestro ardor impío para madurar en la mente y hacer virtud de la naturaleza. Y nos arrastra hacia atrás, en el fresco, en el tiempo quemado, en el tiempo vano, ensordecido por las vanas fiestas de la gente humilde, en el tiempo humano, en el tiempo alegremente terrestre, en el tiempo que vive su encanto con las golondrinas en el pueblo soleado y padano39, en la ladera de las frescas cumbres, y al que de golpe vosotras dirigís, golondrinas, el adiós. 1954 39 La llanura padana —este adjetivo deriva etimológicamente del río Po— se encuentra en el norte de Italia. 117 Quadri friulani Cu adros friulanos 40 40 [Nota de P. P. P.: Estos versos han sido escritos con ocasión de una exposición del pintor Giuseppe Zigaina en Roma.] Friul Venecia-Giulia es una región de la extremidad norte oriental de Italia. Senza cappotto, nell’aria di gelsomino mi perdo nella passeggiata serale, respirando — avido e prostrato, fino a non esistere, a essere febbre nell’aria — la pioggia che germoglia e il sereno che incombe arido su asfalti, fanali, cantieri, mandrie di grattacieli, piene di sterri e di fabbriche, incrostati di buio e di miseria... Sordido fango indurito, pesto, e rasento tuguri recenti e decrepiti, ai limiti di calde aree erbose... Spesso l’esperienza espande intorno piú allegria, piú vita, che l’innocenza: ma questo muto vento risale dalla regione aprica dell’innocenza... L’odore precoce e stento di primavera che spande, scioglie ogni difesa nel cuore che ho redento con la sola chiarezza: antiche voglie, smanie, sperdute tenerezze, riconosco in questo smosso mondo di foglie. * 120 Sin abrigo, en el aire de jazmín me pierdo por la tarde al pasear respirando — abatido y ávido hasta no existir, hasta ser fiebre en el aire — la lluvia que germina y el sereno que amenaza árido a asfaltos, farolas, obras, rebaños de rascacielos llenos de socavones y de fábricas, incrustados de oscuridad y de miseria... Piso sórdido barro endurecido y rozo recientes y decrépitos tugurios al límite de áreas cálidas y herbosas... A menudo la experiencia derrama alrededor más vida, más alegría que la inocencia: pero este viento mudo sube desde la región solana de la inocencia... El olor precoz y arduo de primavera que difunde, derrite toda defensa del corazón que he redimido con claridad sola: antiguas ganas, afanes y ternuras perdidas reconozco en este mundo removido de hojas. * 121 Le foglie dei sambuchi, che sulle rogge sbucano dai caldi e tondi rami, tra le reti sanguigne, tra le logge giallognole e ranciate dei friulani venchi, allineati in spoglie prospettive contro gli spogli crinali montani, o in dolci curve lungo le festive chine delle prodaie... Le foglie dei ragnati pioppi senza un brivido ammassati in silenziose folle in fondo ai deserti campi di medica; le foglie degli umili alni, lungo le zolle spente dove le ardenti pianticine lievita il frumento con tremolii già lieti; le foglie della dolcetta che copre tiepida l’argine sugli arazzi d’oro dei vigneti. * Ti ricordi di quella sera a Ruda? Quel nostro darsi, insieme, a un gioco di pura passione, misura della nostra cruda 122 Las hojas de los saúcos que sobre los embalses brotan de las redondas y cálidas ramas entre las redes sangrientas, entre los soportales amarillentos y anaranjados de los castaños friulanos, alineados en perspectivas desnudas contra las crestas del monte desnudas, o en dulces curvas por las pendientes festivas de las riberas... Las hojas de los chopos arañados sin un escalofrío amontonados en silenciosas muchedumbres al fondo de los desiertos campos de alfalfa; las hojas de los humildes alisos, por los terrones apagados donde en las ardientes plantitas fermenta el trigo con temblores de dicha; las hojas de la caña que cubre tibia el cauce en los tapices de oro de las vides. * ¿Te acuerdas de aquel atardecer en Ruda?41 ¿Aquel entregarse juntos en un juego de pasión pura, tamaño de nuestra juventud 41 Localidad de Friul, en el noreste de Italia. Tanto Pasolini como Zigaina, amigos desde la adolescencia, vivieron allí durante los años 40. 123 gioventú, del nostro cuore ancora poco piú che puerile? Era una lotta bruciante di se stessa, ma il suo fuoco si spandeva oltre noi; la notte, ricordi?, ne era tutta piena nel fresco vuoto, nelle strade percorse da frotte di braccianti vestiti a festa, di ragazzi venuti in bicicletta dai borghi vicini: e la mesta, quotidiana, cristiana, piazzetta ne fiottava come in una sagra. Noi, non popolani, nella stretta del popolo contadino, della magra folla paesana, amati quanto ci ardeva l’amare, feriti dall’agra notte ch’era loro, del loro stanco ritorno dai campi nell’odore di fuoco delle cene... uno a fianco all’altro gridavamo le parole che, quasi incomprese, erano promessa sicura, espresso, rivelato amore. E poi le canzoni, i poveri bicchieri di vino sui tavoli dentro la buia osteria, le chiare faccie dei festeggeri 124 cruda, de nuestro corazón todavía poco más que pueril? Era una lucha quemante en sí misma, pero su fuego se extendía más allá de nosotros; la noche, ¿recuerdas?, llena de aquello en el fresco vacío, en las calles recorridas por tropeles de braceros vestidos de fiesta, chicos llegados en bicicletas desde aldeas cercanas: la triste y cotidiana placeta cristiana bullía de aquello como en una feria. Nosotros, no lugareños, en el abrazo apretado del pueblo campesino, del delgado gentío pueblerino, amados como el amor que nos ardía, heridos por esa noche agria que era suya, de su cansado regreso de los campos en el olor a fuego de las cenas... uno al lado del otro gritábamos las palabras que casi incomprendidas eran promesa segura y expresado amor revelado. Y luego las canciones, los pobres vasos de vino sobre las mesas de la oscura fonda, los claros rostros de los fiesteros 125 intorno a noi, i loro certi occhi sui nostri incerti, le scorate armoniche e la bella bandiera nell’angolo piú in luce dell’umido stanzone. * Ora, lontano, diverso, nel vento quasi non terrestre che smuovendo l’aria impura, trae vita da una stasi mortale delle cose, rivedo i casali, i campi, la piazzetta di Ruda; su, le bianche alpi, e giú, lungo i canali, tra campi di granoturco e vigne, l’umida luce del mare. Ah, il filo misterioso si dipana ancora: e in esso, nuda, la realtà — l’irreale Qualcosa che faceva eterna quella sera. L’aria tumefatta e festosa dei tuoi primi quadri, dov’era il verde un verde quasi di bambino e il giallo un’indurita cera di molle Espressionista, e le chine spigolatrici, spettri del caldo sesso adolescente — brulicava al confine 126 en torno a nosotros, sus ojos ciertos sobre los nuestros inciertos, las armónicas desafinadas y la bella bandera en el rincón con más luz del húmedo cuarto. * Ahora, distinto y lejos, en el viento apenas terrestre, que removiendo el aire impuro, saca la vida de un mortal estancamiento de las cosas, vuelvo a ver los campos y los caseríos, la placeta de Ruda; arriba, las blancas cumbres alpinas, y abajo, por los canales, tras campos de maíz y viñas, la húmeda luz del mar. Ah, el hilo misterioso aún se desenreda: y en él, desnuda, la realidad — ese Algo irreal que hacía eterno aquel atardecer. El aire tumefacto y festivo de tus primeros cuadros, donde el verde era un verde casi de niño, y el amarillo una endurecida cera de blando Expresionista, y las pendientes espigadas, espectros del cálido sexo adolescente — hormigueaba en el confín 127 di quel luogo segreto, dove oppresso da un sole eternamente arancio, dolcissimo è il meriggio estivo, e in esso arde una crosta di profumi, un glauco afrore d’erbe, di sterco, che il vento rimescola... Tu lo sai quel luogo, quel Friuli che solo il vento tocca, ch’è un profumo! Da esso scende sopra i tuoi oscuri suonatori di flauto, il dolce grumo dei neri e dei violetti, e si espande da esso iridescente il bitume sui tuoi Cristi inchiodati tra falde di luce franata dai transetti d’Aquileia, e reduci da esso, nelle calde sere riverberanti della Bassa o nei bianchi mattini gelati nei canali, vanno i tuoi pescatori verdi di veglie, a cui arrossa le rozze rughe il sale, o giovanili nereggiano i braccianti sulle scarpate del traghetto serale, 128 de aquel lugar secreto, donde oprimido por un sol eternamente naranja, dulcísimo es el mediodía veraniego y en él arde una costra de perfumes, una glauca aspereza de yerbas, de estiércol que el viento mezcla... Tú lo sabes, ¡aquel sitio, aquel Friul que sólo el viento toca, que es un perfume! De él desciende sobre los oscuros músicos de flauta el dulce grumo de los negros y de los violetas, y de él se expande iridiscente el betún sobre tus Cristos clavados entre capas de derrumbada luz desde los transeptos de Aquileia; y de él veteranos, en las calientes tardes reverberantes de la Bassa42 o en las blancas mañanas heladas en los canales, van tus pescadores verdes desvelados, cuyas toscas arrugas enrojece la sal, o ennegrecen juveniles los braceros sobre las escarpadas del transbordador 42 Aquileia es una pequeña ciudad de Friul cerca del golfo de Trieste. Con el término la Bassa se indica una llanura, en este caso, la del sur de Friul. 129 appoggiati ai manubri, stanchi, bruciati, mentre la notte già s’annuncia nel triste borgo con le luci e i canti. * E il vento, da Grado o da Trieste o dai magredi sotto le Prealpi, soffia e rapisce dalle meste voci delle cene, qualche palpito piú puro, o nel brusio delle paludi qualche piú sgomento grido, o qualche piú oscuro senso di freschezza nell’umido deserto degli arativi, dei canneti, delle boschine intorno ai resultumi... Sono sapori di quel mondo quieto e sgomento, ingenuamente perso in una sola estate, in un solo vecchio inverno — che in questo mondo diverso spande infido il vento. Ah quando un tempo confuso si rifà terso nella memoria, nel vero tempo che sbanda per qualche istante, che sapore di morte... Non ne stupisco, se a questi istanti 130 de la tarde, apoyados en los manubrios, cansados, quemados, mientras la noche ya se anuncia en la triste aldea con las luces y los cantos. * Y el viento desde Grado o Trieste43, o desde los páramos bajo los Prealpes sopla y arrebata de las tristes voces de las cenas algún pálpito más puro, o en el rumor de los pantanos algún grito más temeroso, o alguna sensación más oscura de frescor en el húmedo desierto de las aradas, de los cañaverales, de los sotos alrededor de los desperdicios... Son sabores de aquel mundo quieto y temeroso, ingenuamente perdido en un solo verano, en un solo invierno viejo — que en este diferente mundo expande desconfiado el viento. Ah, cuando un tiempo confuso vuelve a hacerse terso en la memoria, en el tiempo verdadero que huye por algún instante, qué sabor a muerte... No me asombro si a estos instantes 43 La célebre ciudad de Trieste es la capital de Friul. Grado es una ciudad en el golfo de Trieste. 131 di disfatta e di veggenza, mi portano anni consumati in una chiarezza che non muta il mondo, ma lo ascolta nella sua vita, con inattiva ebbrezza... * Felice te, a cui il vento primaverile sa di vita; se hai scelto un’unica vita e, insieme piú adulto e giovanile del tuo amico, sordo all’infinita stagione di cui cosí imbevuto vivi, sordo al Qualcosa che ti invita a ritornare ai tristi, ai sorgivi sogni dell’esistenza — alla coscienza squisita che svela il mondo in brividi non umani — credi nel mondo senza altra misura che l’umana storia: nei colori in cui fiammeggia la presenza di un Friuli espresso in speranze e dolori d’uomini interi, se pur fatti da orale rozza esperienza uomini, se pur con cuori duri come le mani, e spinti a non parlare altra lingua che il troppo vivo dialetto, persi in albe e vespri a lavorare 132 de derrota y de profecía, me llevan años consumidos en una claridad que no muda al mundo, pero lo escucha en su vida con ebriedad inactiva... * Feliz tú, a quien el viento de primavera sabe a vida; si has escogido una vida única y a la vez más adulto y juvenil que tu amigo, sordo a la estación infinita de la que vives tan imbuido, sordo a este Algo que te invita a volver a los tristes, a los surgentes sueños de la existencia — a la exquisita conciencia que desvela el mundo en escalofríos no humanos — crees en el mundo sin otra medida que la historia humana: en los colores en que llamea la presencia de un Friul expresado en esperanzas y dolores de hombres enteros, hombres aun hechos de experiencia oral y tosca, con corazones aun duros como las manos, e impelidos a no hablar otra lengua sino su demasiado vivo dialecto, perdidos en albas y crepúsculos 133 la loro vigna, il loro campetto, quasi non fosse loro, a festeggiare le lucenti domeniche col petto pieno del buio delle vecchie campane. * E quale forza nel voler mutare il mondo — questo mondo perduto in malinconie, in allegrie pasquali, giocondamente vivo anche se muto! Quale forza nel vederne le sere e i mattini, chiusi nel rustico lume, quasi sere e mattini di ère future, ardenti piú di fede che d’affetto! È floridezza e gioia, questo volere violentemente essere espresso che, in roventi vampe d’evidenza, gonfia di spazio ogni umile oggetto. Ne avvampano le incolori biciclette di Cervignano, ammassate ai posteggi delle sagre, lungo i poveri muretti 134 trabajando su viña, su campillo como si no fuese suyo, festejando los lucientes domingos con el pecho lleno de la oscuridad de las viejas campanas. * ¡Y qué fuerza en querer mudar el mundo — este mundo perdido en melancolías, en alegrías pascuales, dichosamente vivo aunque esté mudo! ¡Qué fuerza en ver las noches y las mañanas, encerradas en la luz rústica, apenas tardes y mañanas de eras futuras más ardientes de fe que de cariño! Es prosperidad y dicha este querer violentamente ser expresado, que en llamas de evidencia incandescentes hincha de espacio cada humilde objeto. Arden por ellas las bicicletas incoloras de Cervignano44, amontonadas en los aparcamientos de las ferias, junto a los pobres muros 44 Cervignano del Friul, pequeño pueblo. 135 scottati dal sole, o ai tarlati ormeggi dei traghetti sui turchini canali; ne avvampano le camicie di tela, i greggi calzoni degli allegri manovali di Snia Viscosa, a file sugli asfalti dello stradone... E il polverone del sole e della pula che ammassa e sfregola arancio e giallo in un cantone perso nell’arsura tra smunti salici, come in un ballo domenicale, confinato sulle rive del Tagliamento, o tra le arse valli delle bonifiche, o sulle risorgive lattee di magri fusti: dove assordante la trebbia scuote col massiccio brivido tettoie e stalle, in un ringhio osannante, impastato di luce, di sudore umano, del puzzo del vecchio e innocente branco dei cavalli ammassati in un fulgore di rame... L’amore di Ruda, gridato dal rosso palco di povere casse, rimane 136 quemados por el sol, o en las carcomidas amarras de los transbordadores en los canales azulados; arden por ellas las camisas de tela, los toscos pantalones de los alegres braceros de Snia Viscosa45, en filas sobre el asfalto de la carretera... Y la polvareda del sol y del polen que amontona y restriega amarillo y naranja en un rincón perdido en el bochorno entre débiles sauces, como un baile dominical, confinado por las orillas del Tagliamento46, o entre los valles abrasados por el abono, o en los manantiales lácteos de los delgados tallos: donde la ensordecedora trilla sacude con macizo escalofrío establos y tejados, en un gruñido exaltante amasado de luz, de sudor humano, del hedor de la vieja manada inocente de los caballos amontonados en un fulgor de cobre... El amor de Ruda, gritado desde el palco rojo de las míseras cajas, permanece 45 Fábrica de tejidos. Río del norte de Italia que nace en los Alpes, atraviesa Friul y Venecia-Giulia. 46 137 puro nella tua vita. E chi, scosso dalla paura di non essere abbastanza puro, aspira nel vento di primavera lo smosso sapore della morte, invidia il tuo sicuro espanderti nei solenni, festanti colori dell’allegria presente, del sereno futuro. 1955 138 puro en tu vida. Y quien, sacudido por el miedo de no ser bastante puro, aspira en el viento de primavera el revuelto sabor de la muerte, envidia tu ensancharte seguro en los solemnes, festivos colores de la alegría presente, del sereno futuro. 1955 139 Le ceneri di Gramsci Las cenizas de Gramsci 47 47 [Nota de P. P. P.: Gramsci está enterrado en una pequeña tumba del Cementerio Protestante, entre Porta San Paolo y el Testaccio, no muy lejos de la tumba de Shelley. Sobre el cipo se pueden leer estas pocas palabras: Cinera Gramsci, y las fechas.] I Non è di maggio questa impura aria che il buio giardino straniero fa ancora piú buio, o l’abbaglia con cieche schiarite... questo cielo di bave sopra gli attici giallini che in semicerchi immensi fanno velo alle curve del Tevere, ai turchini monti del Lazio... Spande una mortale pace, disamorata come i nostri destini, tra le vecchie muraglie l’autunnale maggio. In esso c’è il grigiore del mondo, la fine del decennio in cui ci appare tra le macerie finito il profondo e ingenuo sforzo di rifare la vita; il silenzio, fradicio e infecondo... Tu giovane, in quel maggio in cui l’errore era ancora vita, in quel maggio italiano che alla vita aggiungeva almeno ardore, 142 I No es de mayo este aire impuro que al oscuro jardín extranjero hace aún más oscuro o le deslumbra con ciegas claridades... de babas este cielo sobre los áticos amarillos que en semicírculos inmensos velan las curvas del Tíber, los azules montes del Lacio... Una paz mortal difunde, desamorada como nuestros destinos, este mayo otoñal entre las viejas murallas. Se halla en él la grisura del mundo, el final del decenio en que nos aparece acabado entre los escombros el profundo e ingenuo esfuerzo de rehacer la vida; el silencio, infecundo y podrido... Tú joven, en aquel mayo en que el error era aún vida, en aquel mayo italiano que añadía a la vida por lo menos 143 quanto meno sventato e impuramente sano dei nostri padri — non padre, ma umile fratello — già con la tua magra mano delineavi l’ideale che illumina (ma non per noi: tu, morto, e noi morti ugualmente, con te, nell’umido giardino) questo silenzio. Non puoi, lo vedi?, che riposare in questo sito estraneo, ancora confinato. Noia patrizia ti è intorno. E, sbiadito, solo ti giunge qualche colpo d’incudine dalle officine di Testaccio, sopito nel vespro: tra misere tettoie, nudi mucchi di latta, ferrivecchi, dove cantando vizioso un garzone già chiude la sua giornata, mentre intorno spiove. 144 ardor, al menos alocado e impuramente sano de nuestros padres — nunca padre sino humilde hermano — ya con tu mano delgada delineabas el ideal que ilumina (pero no para nosotros: tú, muerto, y nosotros muertos igual, contigo en el jardín húmedo) este silencio. No puedes ¿ves?, sino descansar en este extraño sitio aún confinado. Tedio patricio a tu alrededor. Y desteñido, sólo te llega algún golpe de yunque de los talleres de Testaccio48, atenuado por el atardecer: entre tejados míseros, desnudos montones de hojalata, chatarra, donde cantando vicioso un aprendiz cierra ya el día, mientras alrededor escampa. 48 Barrio romano donde se encontraba antiguamente el matadero. 145 II Tra i due mondi, la tregua, in cui non siamo. Scelte, dedizioni... altro suono non hanno ormai che questo del giardino gramo e nobile, in cui caparbio l’inganno che attutiva la vita resta nella morte. Nei cerchi dei sarcofaghi non fanno che mostrare la superstite sorte di gente laica le laiche iscrizioni in queste grigie pietre, corte e imponenti. Ancora di passioni sfrenate senza scandalo son arse le ossa dei miliardari di nazioni piú grandi; ronzano, quasi mai scomparse, le ironie dei principi, dei pederasti, i cui corpi sono nell’urne sparse inceneriti e non ancora casti. Qui il silenzio della morte è fede di un civile silenzio di uomini rimasti 146 II Entre los dos mundos, la tregua en la que no somos. Elecciones, entregas... otro sonido ya no tienen sino éste del jardín triste y noble en que el engaño obstinado que suavizaba la vida se queda en la muerte. En los círculos de los sarcófagos no hacen sino mostrar la suerte superviviente de gente laica las laicas inscripciones en estas grises piedras, cortas e imponentes. Aún de pasiones desenfrenadas arden sin escándalo los huesos de los millonarios de naciones más grandes; zumban, casi nunca desaparecidas, las ironías de los príncipes, de los pederastas cuyos cuerpos están en las urnas dispersas incinerados y todavía no castos. Aquí el silencio de la muerte es fe de un silencio civil de hombres que se han quedado 147 uomini, di un tedio che nel tedio del Parco, discreto muta: e la città che, indifferente, lo confina in mezzo a tuguri e a chiese, empia nella pietà, vi perde il suo splendore. La sua terra grassa di ortiche e di legumi dà questi magri cipressi, questa nera umidità che chiazza i muri intorno a smorti ghirigori di bosso, che la sera rasserenando spegne in disadorni sentori d’alga... quest’erbetta stenta e inodora, dove violetta si sprofonda l’atmosfera, con un brivido di menta, o fieno marcio, e quieta vi prelude con diurna malinconia, la spenta trepidazione della notte. Rude di clima, dolcissimo di storia, è tra questi muri il suolo in cui trasuda altro suolo; questo umido che ricorda altro umido; e risuonano — familiari da latitudini e orizzonti dove inglesi selve coronano laghi spersi nel cielo, tra praterie verdi come fosforici biliardi o come 148 hombres, de un tedio que en el tedio del Parque muda discreto: y la ciudad, que indiferente lo confina en medio de tugurios y de iglesias, impía en su piedad pierde ahí su esplendor. Su tierra feraz de ortigas y legumbres da estos escuálidos cipreses, esta humedad negra que mancha los muros en torno a pálidos garabatos de boj, que la tarde al serenarse apaga en desnudos olores de alga... esta yerbecilla mísera e inodora, donde violeta se desploma la atmósfera con un escalofrío de menta o heno podrido, y quieta ahí preludia con diurna melancolía, la apagada trepidación de la noche. De clima rudo, dulcísimo de historia, entre estos muros es el suelo en que trasuda otro suelo; esta humedad que recuerda a otra humedad; y resuenan — familiares desde latitudes y horizontes donde selvas inglesas coronan en el cielo extraviados lagos, entre praderas verdes como fosfóricos billares 149 smeraldi: «And O ye Fountains...» — le pie invocazioni... III Uno straccetto rosso, come quello arrotolato al collo ai partigiani e, presso l’urna, sul terreno cereo, diversamente rossi, due gerani. Lí tu stai, bandito e con dura eleganza non cattolica, elencato tra estranei morti: Le ceneri di Gramsci... Tra speranza e vecchia sfiducia, ti accosto, capitato per caso in questa magra serra, innanzi alla tua tomba, al tuo spirito restato quaggiú tra questi liberi. (O è qualcosa di diverso, forse, di piú estasiato e anche di piú umile, ebbra simbiosi d’adolescente di sesso con morte...) E, da questo paese in cui non ebbe posa 150 o como esmeraldas: «And O ye Fountains...» — las piadosas invocaciones...49 III Un trapillo rojo como aquel enrollado en el cuello de los partisanos y junto a la urna, en el terreno céreo, dos geranios diversamente rojos. Allí estás tú, con dura elegancia no católica desterrado en una lista entre extranjeros muertos: Las cenizas de Gramsci... Entre esperanza y desconfianza vieja me acerco a ti, me lleva la casualidad por este estrecho sendero delante de tu tumba, de tu espíritu permanecido aquí abajo entre estos libres. (O es algo distinto, acaso más extasiado e incluso más humilde, ebria simbiosis de adolescente de sexo con muerte...) Y desde este país en el que no tuvo pausa 49 Este verso pertenece a la célebre oda de William Wordsworth titulada «Intimations of Immortaly from Recolletions of Early Childhood». 151 la tua tensione, sento quale torto — qui nella quiete delle tombe — e insieme quale ragione — nell’inquieta sorte nostra — tu avessi stilando le supreme pagine nei giorni del tuo assassinio. Ecco qui ad attestare il seme non ancora disperso dell’antico dominio, questi morti attaccati a un possesso che affonda nei secoli il suo abominio e la sua grandezza: e insieme, ossesso, quel vibrare d’incudini, in sordina, soffocato e accorante — dal dimesso rione — ad attestarne la fine. Ed ecco qui me stesso... povero, vestito dei panni che i poveri adocchiano in vetrine dal rozzo splendore, e che ha smarrito la sporcizia delle piú sperdute strade, delle panche dei tram, da cui stranito è il mio giorno: mentre sempre piú rade ho di queste vacanze, nel tormento del mantenermi in vita; e se mi accade di amare il mondo non è che per violento e ingenuo amore sensuale cosí come, confuso adolescente, un tempo 152 tu tensión, siento cuánto equívoco — aquí en la quietud de las tumbas — y al tiempo cuánta razón — en nuestra inquieta suerte — tuviste destilando las supremas páginas en los días de tu asesinato. He aquí para atestiguar la semilla del antiguo dominio aún no dispersa, estos muertos apegados a una posesión que hunde en los siglos su grandeza y su abominación: y a la vez obsesivo ese vibrar de yunques en sordina, sofocado y afligido — desde el barrio descuidado — para atestiguar su fin. Y he aquí a mí mismo... pobre, vestido con la ropa que los pobres ojean en escaparates de esplendor tosco, y que ha descarriado la suciedad de las calles más remotas, de los asientos de los tranvías, de los que mi día se extraña: mientras cada vez más escasas son estas vacaciones mías, en el tormento de mantenerme en vida; y si se me ocurre amar el mundo no es más que por violento e ingenuo amor sensual así como, confuso adolescente, lo odié 153 l’odiai, se in esso mi feriva il male borghese di me borghese: e ora, scisso — con te — il mondo, oggetto non appare di rancore e quasi di mistico disprezzo, la parte che ne ha il potere? Eppure senza il tuo rigore, sussisto perché non scelgo. Vivo nel non volere del tramontato dopoguerra: amando il mondo che odio — nella sua miseria sprezzante e perso — per un oscuro scandalo della coscienza... IV Lo scandalo del contraddirmi, dell’essere con te e contro te; con te nel cuore, in luce, contro te nelle buie viscere; del mio paterno stato traditore — nel pensiero, in un’ombra di azione — mi so ad esso attaccato nel calore degli istinti, dell’estetica passione; attratto da una vita proletaria a te anteriore, è per me religione 154 entonces, si en él me hería el mal burgués de mí mismo, burgués: ¿y ahora escindido — contigo — el mundo, no parece objeto de rencor y casi de místico desprecio, la parte que tiene su poder? Aun sin tu rigor subsisto ya que no elijo. Vivo en el no querer de la posguerra decaída: amando el mundo que odio — en su miseria desdeñoso y perdido — por un oscuro escándalo de la conciencia... IV El escándalo de contradecirme, de estar contigo y contra ti; en el corazón contigo, en la luz, contra ti en las vísceras oscuras; a mi traidor estado paterno — en el pensamiento, en una sombra de acción — me sé a él apegado en el calor de los instintos, de la pasión estética; atraído por una vida proletaria a ti anterior, es para mí religión 155 la sua allegria, non la millenaria sua lotta: la sua natura, non la sua coscienza; è la forza originaria dell’uomo, che nell’atto s’è perduta, a darle l’ebbrezza della nostalgia, una luce poetica: ed altro piú io non so dirne, che non sia giusto ma non sincero, astratto amore, non accorante simpatia... Come i poveri povero, mi attacco come loro a umilianti speranze, come loro per vivere mi batto ogni giorno. Ma nella desolante mia condizione di diseredato, io possiedo: ed è il piú esaltante dei possessi borghesi, lo stato piú assoluto. Ma come io possiedo la storia, essa mi possiede; ne sono illuminato: ma a che serve la luce? 156 su alegría, no su milenaria lucha: su naturaleza, no su conciencia; es la fuerza originaria del hombre que se ha perdido en el acto para darle la ebriedad de la nostalgia, una luz poética: y más no sé decir yo de esto que no sea justo sin ser sincero, abstracto amor, no acongojante simpatía... Como los pobres pobre, me agarro como ellos a humillantes esperanzas, como ellos para vivir combato cada día... Pero en mi condición desoladora de desheredado, algo poseo: y es el más exaltante de los bienes burgueses, el estado más absoluto. Pero como yo poseo la historia, ella me posee y me ilumina: ¿pero para qué sirve la luz? 157 V Non dico l’individuo, il fenomeno dell’ardore sensuale e sentimentale... altri vizi esso ha, altro è il nome e la fatalità del suo peccare... Ma in esso impastati quali comuni, prenatali vizi, e quale oggettivo peccato! Non sono immuni gli interni e esterni atti, che lo fanno incarnato alla vita, da nessuna delle religioni che nella vita stanno, ipoteca di morte, istituite a ingannare la luce, a dar luce all’inganno. Destinate a esser seppellite le sue spoglie al Verano, è cattolica la sua lotta con esse: gesuitiche le maníe con cui dispone il cuore; e ancor piú dentro: ha bibliche astuzie la sua coscienza... e ironico ardore 158 V No digo el individuo, el fenómeno del ardor sensual y sentimental... tiene otros vicios, otro es el nombre y la fatalidad de su pecar... ¡Pero en él amasados, cuántos vicios comunes, prenatales, y cuánto pecado objetivo! No son inmunes los internos y externos actos, que a la vida lo encarnan, de ninguna de las religiones que en la vida se hallan, hipoteca de muerte, instituidas para engañar la luz, para dar luz al engaño. Destinados a ser sus despojos enterrados en el Verano50, católica es su lucha con ellos: jesuíticas las manías con las que dispone el corazón; y aún más adentro: tiene astucias bíblicas su conciencia... e irónico ardor 50 Nombre de un famoso cementerio católico romano. 159 liberale... e rozza luce, tra i disgusti di dandy provinciale, di provinciale salute... Fino alle infime minuzie in cui sfumano, nel fondo animale, Autorità e Anarchia... Ben protetto dall’impura virtú e dall’ebbro peccare, difendendo una ingenuità di ossesso, e con quale coscienza!, vive l’io: io, vivo, eludendo la vita, con nel petto il senso di una vita che sia oblio accorante, violento... Ah come capisco, muto nel fradicio brusio del vento, qui dov’è muta Roma, tra i cipressi stancamente sconvolti, presso te, l’anima il cui graffito suona Shelley... Come capisco il vortice dei sentimenti, il capriccio (greco nel cuore del patrizio, nordico 160 liberal... y luz tosca entre los disgustos de dandy provinciano con provinciana salud... Hasta las ínfimas minucias donde se desvanecen, en el fondo animal Autoridad y Anarquía... Bien protegido de la impura virtud y del ebrio pecar, defendiendo una ingenuidad de obseso, ¡y con qué conciencia! vive el yo: yo vivo eludiendo la vida, con el sentido en el pecho de una vida que sea olvido violento, acongojante... Ah, cómo entiendo, mudo en el rumor encharcado del viento, aquí donde enmudece Roma entre los cipreses cansadamente descompuestos, junto a ti, el alma cuya inscripción dice Shelley...51 Cómo entiendo el remolino de los sentimientos, el capricho (griego en el corazón del patricio, 51 El poeta inglés Percy B. Shelley (1792-1822). Se ahogó durante una tempestad en el mar Tirreno y, como dice el texto, está enterrado en el Cementerio Protestante o de los Ingleses, en el Testaccio. Allí también se encuentra la tumba del poeta John Keats (1795-1821). 161 villeggiante) che lo inghiottí nel cieco celeste del Tirreno; la carnale gioia dell’avventura, estetica e puerile: mentre prostrata l’Italia come dentro il ventre di un’enorme cicala, spalanca bianchi litorali, sparsi nel Lazio di velate torme di pini, barocchi, di giallognole radure di ruchetta, dove dorme col membro gonfio tra gli stracci un sogno goethiano, il giovincello ciociaro... Nella Maremma, scuri, di stupende fogne d’erbasaetta in cui si stampa chiaro il nocciòlo, pei viottoli che il buttero della sua gioventú ricolma ignaro. Ciecamente fragranti nelle asciutte curve della Versilia, che sul mare aggrovigliato, cieco, i tersi stucchi, 162 veraneante nórdico) que le engulló en el ciego celeste del Tirreno; la carnal alegría de la aventura estética y pueril: mientras Italia, postrada como dentro del vientre de una cicala52 enorme abre de par en par blancos litorales esparcidos en el Lacio de velados escuadrones de pinos barrocos, de amarillentos prados de buena hierba donde duerme, con el miembro abultado entre los harapos, un sueño goethiano, el pastorcito joven... Oscuros, en la Maremma53 de hermosos desagües de hierba acuática, donde el nogal se dibuja claro, por las veredas que el boyero rellena de su juventud ignaro. Ciegamente fragantes en las secas curvas de Versilia, que expone sobre el mar enmarañado, ciego, los tersos estucos, 52 Cicala en italiano tiene dos significados: de mar, o sea, cigala, y de tierra, cigarra. 53 La Maremma es una comarca de Toscana. 163 le tarsie lievi della sua pasquale campagna interamente umana, espone, incupita sul Cinquale, dipanata sotto le torride Apuane, i blu vitrei sul rosa... Di scogli, frane, sconvolti, come per un panico di fragranza, nella Riviera, molle, erta, dove il sole lotta con la brezza a dar suprema soavità agli olii del mare... E intorno ronza di lietezza lo sterminato strumento a percussione del sesso e della luce: cosí avvezza ne è l’Italia che non ne trema, come morta nella sua vita: gridano caldi da centinaia di porti il nome del compagno i giovinetti madidi nel bruno della faccia, tra la gente rivierasca, presso orti di cardi, in luride spiaggette... 164 las ligeras taraceas de su campiña pascual enteramente humana, ensombrecida sobre el Cinquale54, desenredada bajo los tórridos Apuanos55, los vítreos azules sobre el rosa... De arrecifes, derrumbamientos, descompuestos, como por un pánico de fragancia en la Riviera56 blanda, enhiesta, donde el sol lucha con la brisa para otorgar suprema suavidad a los aceites del mar... Y alrededor zumba de dicha el instrumento exterminado de percusión del sexo y de la luz: tan habituada está Italia que no tiembla por ello, como muerta en su vida: gritan calientes desde cientos de puertos el nombre del compañero los jovencitos madorosos con sus rostros morenos, entre la gente ribereña, junto a huertos de cardos, en pestilentes playitas... 54 Monte de los Apeninos. Alpes Apuanos de Toscana. 56 La Riviera es el litoral que se extiende a lo largo del golfo de Génova, desde San Remo hasta La Spezia. 55 165 Mi chiederai tu, morto disadorno, d’abbandonare questa disperata passione di essere nel mondo? VI Me ne vado, ti lascio nella sera che, benché triste, cosí dolce scende per noi viventi, con la luce cerea che al quartiere in penombra si rapprende. E lo sommuove. Lo fa piú grande, vuoto, intorno, e, piú lontano, lo riaccende di una vita smaniosa che del roco rotolío dei tram, dei gridi umani, dialettali, fa un concerto fioco e assoluto. E senti come in quei lontani esseri che, in vita, gridano, ridono, in quei loro veicoli, in quei grami caseggiati dove si consuma l’infido ed espansivo dono dell’esistenza — quella vita non è che un brivido; corporea, collettiva presenza; senti il mancare di ogni religione vera; non vita, ma sopravvivenza 166 ¿Me pedirás tú, muerto sin adornos, que yo abandone esta desesperada pasión de estar en el mundo? VI Me voy de aquí, te dejo en el atardecer que aunque triste desciende tan dulce para nosotros, vivos, con la luz cérea que cuaja por el barrio en penumbra. Y lo agita. Lo hace más grande, vacío alrededor y, más lejos, vuelve a encenderlo de una alocada vida que del ronco rodar de los tranvías, de los gritos humanos, dialectales, hace un concierto desvaído y absoluto. Y sientes, como en aquellos lejanos seres que en vida gritan, ríen en sus vehículos, en esos caserones míseros donde se consume el expansivo e infiel don de la existencia — esa vida no es sino un escalofrío; corpórea presencia colectiva; sientes la falta de toda religión verdadera; no vida sino supervivencia 167 — forse piú lieta della vita — come d’un popolo di animali, nel cui arcano orgasmo non ci sia altra passione che per l’operare quotidiano: umile fervore cui dà un senso di festa l’umile corruzione. Quanto piú è vano — in questo vuoto della storia, in questa ronzante pausa in cui la vita tace — ogni ideale, meglio è manifesta la stupenda, adusta sensualità quasi alessandrina, che tutto minia e impuramente accende, quando qua nel mondo, qualcosa crolla, e si trascina il mondo, nella penombra, rientrando in vuote piazze, in scorate officine... Già si accendono i lumi, costellando Via Zabaglia, Via Franklin, l’intero Testaccio, disadorno tra il suo grande lurido monte, i lungoteveri, il nero fondale, oltre il fiume, che Monteverde ammassa o sfuma invisibile sul cielo. 168 — acaso más alegre que la vida — igual que un pueblo de animales en cuyo arcano orgasmo no haya otra pasión que la del trabajo cotidiano: fervor humilde al que da un sentido de fiesta la humilde corrupción. Cuanto más vano — en este vacío de la historia, en esta pausa zumbante donde la vida calla — es cualquier ideal, mejor se manifiesta la estupenda, adusta sensualidad alejandrina casi, que todo minia e impuramente enciende, cuando aquí en el mundo algo se derrumba, y arrastra consigo al mundo en la penumbra, regresando a plazas vacías, a talleres desgraciados... Ya se encienden las luces constelando Via Zabaglia, Via Franklin57, el Testaccio entero, sin adornos entre su grande y sucio monte, los lungoteveri, el fondo negro más allá del río que Monteverde58 difumina o amontona invisible sobre el cielo. 57 Nótese que estas dos calles van con mayúsculas, porque al encenderse se han convertido en constelaciones, igual que la Vía Láctea. 58 Barrio popular romano de la otra ribera del Tíber. 169 Diademi di lumi che si perdono, smaglianti, e freddi di tristezza quasi marina... Manca poco alla cena; brillano i rari autobus del quartiere, con grappoli d’operai agli sportelli, e gruppi di militari vanno, senza fretta, verso il monte che cela in mezzo a sterri fradici e mucchi secchi d’immondizia nell’ombra, rintanate zoccolette che aspettano irose sopra la sporcizia afrodisiaca: e, non lontano, tra casette abusive ai margini del monte, o in mezzo a palazzi, quasi a mondi, dei ragazzi leggeri come stracci giocano alla brezza non piú fredda, primaverile; ardenti di sventatezza giovanile la romanesca loro sera di maggio scuri adolescenti fischiano pei marciapiedi, nella festa vespertina; e scrosciano le saracinesche dei garages di schianto, gioiosamente, se il buio ha resa serena la sera, e in mezzo ai platani di Piazza Testaccio il vento che cade in tremiti di bufera, è ben dolce, benché radendo i cappellacci 170 Diademas de luces que se pierden relucientes y fríos de tristeza casi marina... Queda poco para la cena; brillan los autobuses escasos del barrio con racimos de obreros en las puertas, y sin prisa van grupos de militares hacia el monte que oculta, en medio de empapados socavones y secos montones de basura en la sombra, agazapadas ramerillas que esperan irascentes sobre la afrodisíaca sentina: y no muy lejos, entre ilegales casillas por los márgenes del monte, o en medio de edificios, casi mundos, unos muchachos ligeros como trapos juegan en la brisa ya no fría, primaveral; ardientes de aturdimiento juvenil su romanesco atardecer de mayo silban adolescentes oscuros por las aceras, en la fiesta vespertina; y los cierres metálicos de las cocheras crujen de golpe alegremente, si la oscuridad ha vuelto sereno el atardecer y entre los plátanos de Piazza Testaccio el viento que en temblores de tormenta cae es muy dulce, aunque rasurando las toscas 171 e i tufi del Macello, vi si imbeva di sangue marcio, e per ogni dove agiti rifiuti e odore di miseria. È un brusio la vita, e questi persi in essa, la perdono serenamente, se il cuore ne hanno pieno: a godersi eccoli, miseri, la sera: e potente in essi, inermi, per essi, il mito rinasce... Ma io, con il cuore cosciente di chi soltanto nella storia ha vita, potrò mai piú con pura passione operare, se so che la nostra storia è finita? 1954 172 y las tobas del Matadero, ahí se impregne de sangre pútrida y por todas partes agite desperdicios y olor a miseria. Es un rumor la vida y éstos, perdidos en ella, serenamente la pierden si el corazón les llena: aquí gozan míseros el atardecer: y en ellos inermes, poderoso para ellos, el mito renace... Pero yo, con el corazón consciente de quien sólo en la historia tiene vida, ¿podré alguna vez más esforzarme con pura pasión, si sé que nuestra historia se ha acabado? 1954 173 Recit Récit 59 59 [Nota de P. P. P.: La noticia de la que se habla en estos versos, y que constituye un verdadero trauma, es el anuncio hecho por Attilio Bertolucci, de la noticia de la denuncia «por obscenidad» contra mi novela Ragazzi di vita.] Com’era nuovo nel sole Monteverde Vecchio! Con la mano, ferito, mi facevo specchio per guardare intorno viali e strade in salita vivi di gente nuova nella sua vecchia vita. Giunsi nella piazza, accaldato e tremante, chè gelo e sole insieme il quartiere accecante sbiancavano con muta ed estasiata noia. Ricco era il quartiere, ma popolana gioia ne invadeva interrati ed attici con voci vaghe ma violente, canti lieti e feroci di garzoni, di serve e d’operai perduti su bianche impalcature, tra bianchi rifiuti. Come non sentire, con la vita il cuore esser diverso e uno, essere gelo e sole? Come non sentire ch’è pura gratitudine per il mondo anche l’essere umiliati e nudi? Mi aspettava nel sole della vuota piazzetta l’amico, come incerto... Ah che cieca fretta 176 ¡Cómo era nuevo en el sol Monteverde Viejo! Con la mano, herido, me hacía visera para mirar alrededor avenidas y calles en cuesta vivas de gente nueva en su vieja vida. Llegué a la plaza acalorado y tembloroso, pues juntos hielo y sol blanqueaban el barrio deslumbrante con mudo y extasiado tedio. Rico era el barrio, pero alegría pueblerina invadía sus sótanos y áticos con voces violentas aunque vagas, cantos dichosos y feroces de aprendices, de criadas y de obreros perdidos sobre blancos andamios entre escombros blancos. ¿Cómo no sentir con la vida al corazón ser distinto y uno, ser hielo y sol? ¿Cómo no sentir que es pura gratitud aun para el mundo estar desnudos y humillados? Me esperaba en el sol de la plazuela vacía el amigo, como incierto... Ah, qué ciega prisa 177 nei miei passi, che cieca la mia corsa leggera. Il lume del mattino fu lume della sera: subito me ne avvidi. Era troppo vivo il marron dei suoi occhi, falsamente giulivo... Mi disse ansioso e mite la notizia. Ma fu piú umana, Attilio, l’umana ingiustizia se prima di ferirmi è passata per te, e il primo moto di dolore che fece sera del giorno, fu pel tuo dolore. Intanto nulla era mutato sotto il fresco sole. Anzi, l’indorarsi quieto del mezzogiorno pareva eternare ogni cosa all’intorno. Rifui solo: seguii con l’occhio l’auto sparire con lui, nell’aria che ogni smalto aveva perso ed era aria, soltanto aria, l’aria in cui si vive, ignorati ed amari, ogni giorno, mangiando silenziosi la vita, sia ripugnante o dolce, lieta o nemica. Com’era estraneo ora, ogni allegro grido, per chi, ora, andava lungo un diverso lido. 178 en mis pasos, qué ciega mi carrera ligera. La luz de la mañana se hizo luz de la noche: en seguida me di cuenta. Era demasiado vivo el marrón de sus ojos, falsamente jubiloso... Me dijo ansioso y manso la noticia. Pero fue más humana, Attilio, la humana injusticia si pasó por ti antes de herirme y si el primer impulso de dolor que volvió noche al día fue para tu dolor. En tanto, nada había mudado bajo el sol fresco. Es más, el apacible y dorado mediodía en torno parecía eternizar cada cosa. Otra vez solo: con los ojos seguí al coche que desaparecía con él, en el aire que había perdido todo su esmalte y era aire, sólo aire, el aire en que se vive, ignorados y amargos cada día, comiendo silenciosos la vida, sea repugnante o dulce, feliz o enemiga. Cómo era extraño ahora cada grito de gozo para quien iba ahora por distinta orilla. 179 Il guizzo di rossore che al sole occhieggiava da una maglia o uno straccio per la sperduta strada, era sangue colante dal petto ferito d’un ignaro animale, stanato, inseguito... Chè intanto il piú recente giorno del creato dorava il quartiere dolcemente gelato di un sole mattutino ridestato dal fondo dei piú antichi giorni che dorarono il mondo. Come portando sole la carretta spingeva l’erbivendolo greve sopra il fango lieve; radendolo il garzone, con un fischio d’amore s’alzava sui pedali, cantava: Anema e core... Tutto Monteverde tremava di martelli da assolati cantieri ad assolati sterri. Ma era solo un fervore di gente umiliata: era solo la pace che una città occupata spande nella sua luce come un tempo pura, rassegnata a esser vinta, a brulicare oscura. 180 El guiño rojo que al sol ojeaba desde una tela o un trapo por la extraviada calle, era del pecho herido sangre derramada de un ignaro animal perseguido, desanidado... Pues entretanto, el más reciente día de la creación doraba el barrio helado dulcemente de un sol surgido matutino, desde el fondo de los más antiguos días que doraron el mundo. Como portando al sol, empujaba pesada el verdulero la carreta sobre el barro leve; el aprendiz rozándolo con un silbido de amor se alzaba sobre los pedales, cantaba: Anema e core...60 Temblaba todo Monteverde de martillos desde obras soleadas hasta soleados socavones. Pero era sólo un fervor de gente humillada: era sólo la paz que una ciudad ocupada derrama en su luz como antaño pura, resignada a ser vencida, a hormiguear oscura. 60 «Alma y corazón», una famosa canción sentimental napolitana. 181 Meridionali voci, risa di vecchia gente hanno allora un clamore che la storia non sente: dove guizza piú vivo uno straccio, uno sguardo lí piú morta al sole la natura riarde. Ed ecco la mia casa, nella luce marina di via Fonteiana in cuore alla mattina: la mia tana, indifesa, cieca di speranza, dove bruciare l’ultima remora che mi avanza. Entro e mi rinchiudo, muto e spento come un impiccato solo col suo corpo e il suo nome. E con quanta dolcezza nella mia stanza cola l’olio dardeggiante dello svenato sole! Ah, lo so che le cagne, con il loro latrato, ridestano ignare il Dio dimenticato: sento come sono, ricordo come fui, visto dallo sguardo improvviso di Lui. 182 Meridionales voces, risas de gente vieja, tienen entonces un clamor que la historia no siente: donde guiña más vivo un trapo, una mirada, ahí más muerta al sol se aviva la naturaleza. Y he aquí mi casa, en la luz marina de via Fonteiana61, en el corazón matinal: mi cubil indefenso, ciego de esperanza, donde quemo la última rémora que me sobra. Entro y me encierro, mudo y apagado como un ahorcado solo con su cuerpo y su nombre. ¡Y con cuánta dulzura en mi cuarto se cuela el aceite punzante del sol desangrado! Ah, ya sé que las perras, con su ladrido, despiertan ignaras al Dios olvidado: siento cómo soy y recuerdo cómo fui visto por la mirada inesperada de Él. 61 Pasolini nos describe aquí su habitación de la casa en via Fonteiana 86, en el barrio de Monteverde Nuevo —en el mismo edificio que el también escritor Carlo Emilio Gadda— donde vivió desde 1954 hasta 1959. De 1959 a 1963 residió en via G. Carini 45, y allí vivían los Bertolucci. 183 Ma anche all’uomo piú ingenuo nel petto ferito il sangue si annera, anche all’uomo piú mite nello stupito occhio si annera il dolore. Piú fu un tempo tenero, piú s’indurisce il cuore. E conosce i geli, le indifferenze, i muti e scorati disgusti di chi ormai si rifiuti a vibrare ancora, e sotto essi celi la sperduta violenza dei suoi affetti veri. E a dare, egli innocente, ai colpevoli scandalo, china muto lo sguardo, o ragiona tremando — il duro disprezzo e lo spaurito riso confondendo nel vecchio ed infantile viso — rozzo e cavilloso, sgraziato e squisito. E, se questo è orgoglio, per questo è punito. Sconta in esperienze disperate ed oscure l’inesperienza chi in essa resta impuro. O sole che inondi d’un pasquale albore la mia povera stanza, e mi bruci sul cuore, nella tiepida onda con cui piovi dal cielo fai qui dentro spirare fatto puro e leggero 184 Pero también al hombre más ingenuo en el pecho herido le ennegrece la sangre, también al hombre más manso le ennegrece el dolor en el ojo asombrado. Más tierno fue un tiempo, más el corazón se endurece. Y conoce los hielos, las indiferencias, los mudos y acongojantes disgustos de quien ya se niega a vibrar todavía, y debajo de ellos oculta la extraviada violencia de sus verdaderos afectos. Y para dar, él inocente, a los culpables escándalo, baja mudo la mirada o temblando razona — el duro desprecio y la temerosa risa confundiendo en el viejo e infantil rostro — tosco y caviloso, desgraciado y exquisito. Y si esto es orgullo, por esto es castigado. Purga con experiencias desesperadas y oscuras la inexperiencia quien en ésta permanece impuro. Oh sol que inundas de un albor pascual mi pobre cuarto y el corazón me abrasas en la ola tibia con la que llueves del cielo, haces aquí expirar, dentro, ligero y puro 185 l’urlo delle cagne, che strozzate e stolte promettono disprezzo, disperazione e morte... Ma perché costringermi ad odiare, io che quasi grato al mondo per il mio male, il mio essere diverso — e per questo odiato — pure non so che amare, fedele e accorato? Non sono ancora vivi e presenti uomini che sono per vent’anni vissuti di passioni soffocate in petto perché nemiche al mondo, brucianti perché estranee a ogni triste e giocondo atto della nazione, a ogni pena o festa che piú è ignara, piú, per l’escluso, è onesta? Uomini vissuti per vent’anni col cuore, cosí fecondo, arso da infecondo rancore? Ecco lí, dietro il lume fragrante del sole tra sterri e impalcature, l’oleato fulgore d’una periferia nuda come un inferno, un fiume di terrazze contro lo sfatto schermo dell’agro nella cui vampa diffusa fiata tra le gru la Permolio la vampa ranciata; 186 el aullido de las perras estranguladas y necias que prometen desprecio, desesperación y muerte... ¿Pero por qué obligarme a odiar, yo que casi agradecido al mundo por mi mal, mi ser distinto — y por esto odiado — aún no sé más que amar, fiel y afligido? ¿No están vivos y presentes todavía hombres que han vivido veinte años de pasiones sofocadas en el pecho por ser enemigas del mundo, quemantes por ser extrañas a cada triste o dichoso acto de la nación, a cada pena o fiesta que al ser más ignara es más honesta para el excluido? ¿Hombres que han vivido veinte años con el corazón tan fecundo, abrasado por rencor infecundo? Allí, tras la fragante luz del sol entre andamios y socavones, el fulgor aceitoso de una desnuda periferia como un infierno, un río de terrazas contra la deshecha pantalla del campo en cuya llama difusa respira entre las grúas la Permolio, la llama naranja; 187 e infossa il divorato vallo la Ferro-Beton tra frane di tuguri, qualche marcio frutteto, e file di cantieri già vecchi nel mattino. Quasi allegri, è vero, con il loro destino per vie calde d’asfalto, contro baracche e prati, garzoni, operai, serve, disoccupati brulicano al piú recente giorno del creato che dora il quartiere dolcemente gelato di un sole mattutino ridestato dal fondo dei piú antichi giorni che dorarono il mondo... E, però, lo so bene!, se smaniano angosciosi i latrati in quel sole, tra i rioni festosi, e minacciano morte, sordidamente ossessi contro chi tradisce perché è diverso, essi, nell’aria troppo dolce, nell’umana innocenza non sono che i messi della mia coscienza. 1956 188 y entierra al devorado valle la Ferro-Beton62 entre derrumbamientos de tugurios, algún marchito frutal y filas de obras ya viejas en la mañana. Es verdad, casi alegres con su destino por calles calientes de asfalto, contra prados y chabolas, aprendices, obreros, criadas, desocupados hormiguean bajo el más reciente día de la creación que dora el barrio dulcemente helado de un sol surgido matutino, desde el fondo de los más antiguos días que doraron el mundo... ¡Y sin embargo lo sé bien! Si angustiosos se agitan los ladridos en ese sol entre los barrios festivos, y amenazan muerte, obsesos sórdidamente contra quien traiciona porque es distinto, ellos, en el aire demasiado dulce, en la inocencia humana no son sino los mensajeros de mi conciencia. 1956 62 La Permolio y la Ferro-Beton son dos fábricas que se situaban a las afueras de Roma. De la segunda se encuentra una larga descripción en Ragazzi di vita. 189 Il pianto della scavatrice El llanto de la excavadora I Solo l’amare, solo il conoscere conta, non l’aver amato, non l’aver conosciuto. Dà angoscia il vivere di un consumato amore. L’anima non cresce piú. Ecco nel calore incantato della notte che piena quaggiú tra le curve del fiume e le sopite visioni della città sparsa di luci, echeggia ancora di mille vite, disamore, mistero, e miseria dei sensi, mi rendono nemiche le forme del mondo, che fino a ieri erano la mia ragione d’esistere. Annoiato, stanco, rincaso, per neri piazzali di mercati, tristi strade intorno al porto fluviale, tra le baracche e i magazzini misti 192 I Sólo el amar, sólo el conocer cuenta, no el haber amado, no el haber conocido. Da angustia el vivir de un amor consumido. El alma no crece más. He aquí en el calor encantado de la noche que plena aquí abajo entre las curvas del río y las visiones adormecidas de la ciudad derramada de luces, todavía resuena con mil vidas, desamor y misterio y miseria de los sentidos, me vuelven enemigas las formas del mundo, que hasta ayer eran mi razón de existir. Aburrido, cansado vuelvo a casa por negras plazas de mercados, calles tristes alrededor del puerto fluvial63 entre las chabolas y los almacenes que se mezclan 63 Se refiere al puerto fluvial de Ripa Grande, enfrente del lungotevere Aventino y al lado de Porta Portese. 193 agli ultimi prati. Lí mortale è il silenzio: ma giú, a viale Marconi, alla stazione di Trastevere, appare ancora dolce la sera. Ai loro rioni, alle loro borgate, tornano su motori leggeri — in tuta o coi calzoni di lavoro, ma spinti da un festivo ardore — i giovani, coi compagni sui sellini, ridenti, sporchi. Gli ultimi avventori chiacchierano in piedi con voci alte nella notte, qua e là, ai tavolini dei locali ancora lucenti e semivuoti. Stupenda e misera città, che m’hai insegnato ciò che allegri e feroci gli uomini imparano bambini, le piccole cose in cui la grandezza della vita in pace si scopre, come andare duri e pronti nella ressa 194 con los últimos prados. Ahí el silencio es mortal: pero abajo, en viale Marconi, en la estación de Trastévere64 aparece dulce la tarde todavía. A sus barrios, a sus arrabales65 regresan sobre ligeros motores — con los monos o con los calzones de trabajo, pero empujados por un festivo ardor — los jóvenes risueños y sucios con los compañeros en los sillines. Los últimos clientes charlan de pie a voces por la noche, aquí y allá, en las mesas de los bares medio vacíos y todavía luminosos. Maravillosa y mísera ciudad que me has enseñado lo que aprenden los hombres alegres y feroces desde niños, esas pequeñas cosas en que la grandeza de la vida se descubre en paz como andar impasibles y dispuestos 64 Extensa y entonces periférica avenida, a la espalda de la estación de Trastevere, que significa ‘más allá del Tíber’. 65 Las borgate eran los barrios periféricos y proletarios de las clases más humildes, donde nuestro autor se inspiraba, visitándolos con frecuencia. 195 delle strade, rivolgersi a un altro uomo senza tremare, non vergognarsi di guardare il denaro contato con pigre dita dal fattorino che suda contro le facciate in corsa in un colore eterno d’estate; a difendermi, a offendere, ad avere il mondo davanti agli occhi e non soltanto in cuore, a capire che pochi conoscono le passioni in cui io sono vissuto: che non mi sono fraterni, eppure sono fratelli proprio nell’avere passioni di uomini che allegri, inconsci, interi vivono di esperienze ignote a me. Stupenda e misera città che mi hai fatto fare esperienza di quella vita ignota: fino a farmi scoprire ciò che, in ognuno, era il mondo. Una luna morente nel silenzio, che di lei vive, sbianca tra violenti ardori, che miseramente sulla terra 196 entre el gentío de las calles, dirigirse a otro hombre sin temblar, no avergonzarse de mirar el dinero que recuenta con perezosos dedos y sudando el mozo contra las fachadas, en ruta en un color eterno de verano; a defenderme, a ofender, a tener el mundo por delante de los ojos y no solamente en el corazón, a entender que conocen pocos las pasiones en las que yo he vivido: que no los siento fraternos aunque son hermanos propiamente por tener pasiones de hombres que alegres, inconscientes, enteros viven de experiencias por mí desconocidas. Maravillosa y mísera ciudad que me has hecho hacer experiencia de esa vida desconocida: hasta hacerme descubrir lo que era el mundo en cada uno. Una luna que muere en el silencio, que de ella vive, blanquea entre ardores violentos, que míseramente sobre la tierra 197 muta di vita, coi bei viali, le vecchie viuzze, senza dar luce abbagliano e, in tutto il mondo, le riflette lassú, un po’ di calda nuvolaglia. È la notte piú bella dell’estate. Trastevere, in un odore di paglia di vecchie stalle, di svuotate osterie, non dorme ancora. Gli angoli bui, le pareti placide risuonano d’incantati rumori. Uomini e ragazzi se ne tornano a casa — sotto festoni di luci ormai sole — verso i loro vicoli, che intasano buio e immondizia, con quel passo blando da cui piú l’anima era invasa quando veramente amavo, quando veramente volevo capire. E, come allora, scompaiono cantando. II Povero come un gatto del Colosseo, vivevo in una borgata tutta calce e polverone, lontano dalla città 198 muda de vida, con las avenidas bellas, las viejas callejuelas, sin dar luz deslumbran, y en todo el mundo los reflejan ahí arriba algunas nubes cálidas. Es la noche más bella del verano. Trastévere, en un olor a paja de establos viejos, de mesones vacíos todavía no duerme. Las esquinas oscuras, las paredes plácidas resuenan de rumores encantados. Regresan hombres y muchachos a sus casas — bajo festones de luces ya solas — hacia sus callejones, que atascan basura y oscuridad, con ese afable paso por el que más se invadía el alma cuando yo amaba verdaderamente, cuando verdaderamente quería entender. Y como entonces desaparecen cantando. II Pobre como un gato del Coliseo, vivía en un arrabal de polvareda y cal, lejano del campo 199 e dalla campagna, stretto ogni giorno in un autobus rantolante: e ogni andata, ogni ritorno era un calvario di sudore e di ansie. Lunghe camminate in una calda caligine, lunghi crepuscoli davanti alle carte ammucchiate sul tavolo, tra strade di fango, muriccioli, casette bagnate di calce e senza infissi, con tende per porte... Passavano l’olivaio, lo straccivendolo, venendo da qualche altra borgata, con l’impolverata merce che pareva frutto di furto, e una faccia crudele di giovani invecchiati tra i vizi di chi ha una madre dura e affamata. Rinnovato dal mondo nuovo, libero — una vampa, un fiato che non so dire, alla realtà che umile e sporca, confusa e immensa, brulicava nella meridionale periferia, dava un senso di serena pietà. 200 y de la ciudad, apretado cada día en un autobús renqueante: y cada ida, cada vuelta era un calvario de sudor y de ansias66. En una cálida calígine largos recorridos, largos crepúsculos delante de papeles amontonados en la mesa, entre calles de barro, pequeños muros, casitas mojadas de cal y sin postigos, con cortinas por puertas... Pasaban el trapero, el aceitunero llegando de algún otro arrabal, con mercancía polvorienta que parecía fruto del robo, y una cara cruel de jóvenes envejecidos entre los vicios de quien tiene una madre hambrienta y dura. Renovado por el nuevo mundo, libre — una llama, un aliento que no sé decir, a la realidad que humilde y sucia, inmensa y confusa, hormigueaba en la meridional periferia, daba un sentido de piedad serena. 66 Desde 1951 hasta 1953 Pasolini trabajó en un instituto de Ciampino y tenía a diario que atravesar la Ciudad ya que vivía en el arrabal de Ponte Mammolo, justo en el lado opuesto. 201 Un’anima in me, che non era solo mia, una piccola anima in quel mondo sconfinato, cresceva, nutrita dall’allegria di chi amava, anche se non riamato. E tutto si illuminava, a questo amore. Forse ancora di ragazzo, eroicamente, e però maturato dall’esperienza che nasceva ai piedi della storia. Ero al centro del mondo, in quel mondo di borgate tristi, beduine, di gialle praterie sfregate da un vento sempre senza pace, venisse dal caldo mare di Fiumicino, o dall’agro, dove si perdeva la città fra i tuguri; in quel mondo che poteva soltanto dominare, quadrato spettro giallognolo nella giallognola foschia, bucato da mille file uguali di finestre sbarrate, il Penitenziario tra vecchi campi e sopiti casali. 202 Un alma en mí que no era sólo mía, una pequeña alma en aquel mundo sin confines crecía, nutrida por la alegría de quien amaba aunque no fuera a su vez amado. Y todo ante este amor se iluminaba. Acaso aún de muchacho, heroicamente, y sin embargo madurado en la experiencia que nacía a los pies de la historia. Yo estaba en el centro del mundo, en aquel mundo de tristes arrabales beduinos, de amarillas praderas arrasadas por un viento siempre sin paz que viniera del cálido mar de Fiumicino67 o del campo, donde la ciudad se perdía entre los tugurios; en aquel mundo que tan sólo podía dominar, cuadrado espectro amarillento entre la niebla amarillenta, agujereado por mil filas iguales de ventanas con barras, el Penitenciario68 entre viejos campos y adormecidos caseríos. 67 Pueblo costero a las afueras de Roma donde se encuentra hoy el principal aeropuerto de la capital. 68 Se trata de la cárcel de Rebibbia, también a las afueras de Roma. 203 Le cartacce e la polvere che cieco il venticello trascinava qua e là, le povere voci senza eco di donnette venute dai monti Sabini, dall’Adriatico, e qua accampate, ormai con torme di deperiti e duri ragazzini stridenti nelle canottiere a pezzi, nei grigi, bruciati calzoncini, i soli africani, le piogge agitate che rendevano torrenti di fango le strade, gli autobus ai capolinea affondati nel loro angolo tra un’ultima striscia d’erba bianca e qualche acido, ardente immondezzaio... era il centro del mondo, com’era al centro della storia il mio amore per esso: e in questa maturità che per essere nascente era ancora amore, tutto era per divenire chiaro — era, 204 Los papelajos y el polvo que el vientecillo ciego arrastraba de acá para allá, las pobres voces sin eco de mujercitas llegadas de los montes Sabinos69, del Adriático y aquí acampadas, ya con tropeles de chiquillos macilentos y duros, estridentes en sus camisetas de harapos, en grises y quemados calzoncillos; los soles africanos, las lluvias agitadas que hacían de las calles torrentes de barro, los autobuses en las terminales en su rincón hundidos entre una última raya de yerba blanca y algún ácido, ardiente basurero... era el centro del mundo, igual que estaba en el centro de la historia mi amor por todo aquello: y en esta madurez, que al ser naciente todavía era amor, todo tendía a hacerse claro — ¡estaba claro! Aquella desnuda 69 Los montes Sabinos se encuentran en la sierra del Lacio. 205 chiaro! Quel borgo nudo al vento, non romano, non meridionale, non operaio, era la vita nella sua luce piú attuale: vita, e luce della vita, piena nel caos non ancora proletario, come la vuole il rozzo giornale della cellula, l’ultimo sventolio del rotocalco: osso dell’esistenza quotidiana, pura, per essere fin troppo prossima, assoluta per essere fin troppo miseramente umana. III E ora rincaso, ricco di quegli anni cosí nuovi che non avrei mai pensato di saperli vecchi in un’anima 206 aldea en el viento, no meridional, no romana, no obrera, era la vida en su luz más actual: vida y luz de la vida, plena en el caos aún no proletario, como la quiere el periódico tosco de la celda, el último arrastrarse de la revista: hueso de la existencia cotidiana, pura para estar tan próxima, absoluta para ser tan míseramente humana. III Y ahora vuelvo a casa, rico de aquellos años tan nuevos que nunca habría pensado de saberlos viejos en un alma 207 a essi lontana, come a ogni passato. Salgo i viali del Gianicolo, fermo da un bivio liberty, a un largo alberato, a un troncone di mura — ormai al termine della città sull’ondulata pianura che si apre sul mare. E mi rigermina nell’anima — inerte e scura come la notte abbandonata al profumo — una semenza ormai troppo matura per dare ancora frutto, nel cumulo di una vita tornata stanca e acerba... Ecco Villa Pamphili, nel lume che tranquillo riverbera sui nuovi muri, la via dove abito. Presso la mia casa, su un’erba 208 a ellos lejana como cualquier tiempo pasado. Subo las avenidas del Gianicolo70, paro en un cruce liberty 71, en un paseo con árboles, en un pedazo de muralla — ya en el término de la ciudad sobre la llanura ondulada que se abre sobre el mar. Y de nuevo germina en el alma — inerte y oscura como la noche abandonada al perfume — una semilla ya demasiado madura para dar aún fruto, en el cúmulo de una vida que se ha vuelto cansada y acerba... He aquí Villa Pamphili72 en la luz que reverbera tranquila en los muros nuevos, la calle donde vivo. Junto a mi casa, en una yerba 70 El Gianicolo se extiende a la orilla derecha del Tíber. Nunca estuvo integrado en la Ciudad y se ocupó desordenadamente ya en época tardía. 71 Estilo arquitectónico liberty: de carácter urbano, fue la versión italiana del Art Nouveau. 72 La Villa Pamphili se encuentra al oeste del Trastévere y constituye un espacio de densa vegetación y de lomas. 209 ridotta a un’oscura bava, una traccia sulle voragini scavate di fresco, nel tufo — caduta ogni rabbia di distruzione — rampa contro radi palazzi e pezzi di cielo, inanimata, una scavatrice... Che pena m’invade, davanti a questi attrezzi supini, sparsi qua e là nel fango, davanti a questo canovaccio rosso che pende a un cavalletto, nell’angolo dove la notte sembra piú triste? Perché, a questa spenta tinta di sangue, la mia coscienza cosí ciecamente resiste, si nasconde, quasi per un ossesso rimorso che tutta, nel fondo, la contrista? Perché dentro in me è lo stesso senso di giornate per sempre inadempite che è nel morto firmamento in cui sbianca questa scavatrice? Mi spoglio in una delle mille stanze dove a via Fonteiana si dorme. Su tutto puoi scavare, tempo: speranze, 210 reducida a una oscura baba, una huella sobre los abismos recién excavados en la toba — caída toda rabia de destrucción — rampa contra ralos edificios y pedazos de cielo, inanimada una excavadora... ¿Qué pena me invade ante estos enseres supinos, derramados aquí y allá en el barro, ante este cañamazo rojo que pende de un caballete, en el rincón donde la noche parece más triste? ¿Por qué, a este apagado tinte de sangre, mi conciencia resiste así tan ciegamente, se esconde casi por un obseso remordimiento que en el fondo la aflige entera? ¿Por qué dentro de mí se halla el mismo sentido de jornadas para siempre incumplidas que está en el firmamento muerto donde esta excavadora palidece? Me desnudo en uno de los mil cuartos donde se duerme en via Fonteiana. Tiempo, tú puedes excavarlo todo: 211 passioni. Ma non su queste forme pure della vita... Si riduce ad esse l’uomo, quando colme siano esperienza e fiducia nel mondo... Ah, giorni di Rebibbia, che io credevo persi in una luce di necessità, e che ora so cosí liberi! Insieme al cuore, allora, pei difficili casi che ne avevano sperduto il corso verso un destino umano, guadagnando in ardore la chiarezza negata, e in ingenuità il negato equilibrio — alla chiarezza all’equilibrio giungeva anche, in quei giorni, la mente. E il cieco rimpianto, segno di ogni mia lotta col mondo, respingevano, ecco, adulte benché inesperte ideologie... Si faceva, il mondo, soggetto non piú di mistero ma di storia. Si moltiplicava per mille la gioia del conoscerlo — come 212 esperanzas, pasiones. Pero no estas formas puras de la vida... A ellas el hombre se reduce cuando se hallan colmas experiencia y confianza en el mundo... ¡Ah días de Rebibbia que yo creía perdidos en una luz de necesidad y que ahora sé tan libres! Entonces junto al corazón, por los difíciles casos que habían apartado su curso hacia un destino humano, ganando en ardor la claridad negada y en ingenuidad el negado equilibrio — a la claridad al equilibrio alcanzaba también la mente en esos días... Y la ciega añoranza, signo de todas mis luchas con el mundo, rechazaban, he aquí, adultas aunque inexpertas ideologías... Se volvía el mundo sujeto ya no de misterio sino de historia. Se multiplicaba por mil la alegría de conocerlo — como 213 ogni uomo, umilmente, conosce. Marx o Gobetti, Gramsci o Croce, furono vivi nelle vive esperienze. Mutò la materia di un decennio d’oscura vocazione, se mi spesi a far chiaro ciò che piú pareva essere ideale figura a una ideale generazione; in ogni pagina, in ogni riga che scrivevo, nell’esilio di Rebibbia, c’era quel fervore, quella presunzione, quella gratitudine. Nuovo nella mia nuova condizione di vecchio lavoro e di vecchia miseria, i pochi amici che venivano da me, nelle mattine o nelle sere dimenticate sul Penitenziario, mi videro dentro una luce viva: mite, violento rivoluzionario nel cuore e nella lingua. Un uomo fioriva. 214 cada hombre conoce, humildemente. Marx o Gobetti, Gramsci o Croce73 estuvieron vivos en las vivas experiencias. La materia mudó de un decenio de oscura vocación, si me afané por hacer claro lo que parecía ser más ideal figura a una ideal generación; en cada página, en cada línea que escribía en el exilio de Rebibbia, se hallaba aquel fervor, aquella presunción, aquella gratitud. Nuevo en mi nueva condición de labor vieja y de vieja miseria, los pocos amigos que venían a casa por las mañanas o por las tardes olvidadas sobre el Penitenciario, me vieron dentro de una viva luz: manso, violento revolucionario en el corazón y en la lengua. Un hombre florecía. 73 Benedetto Croce (1866-1952), crítico literario, historiador y filósofo. Piero Gobetti (1901-1926) fue un intelectual activista y revolucionario: fundó varias revistas de vanguardia. 215 IV Mi stringe contro il suo vecchio vello, che profuma di bosco, e mi posa il muso con le sue zanne di verro o errante orso dal fiato di rosa, sulla bocca: e intorno a me la stanza è una radura, la coltre corrosa dagli ultimi sudori giovanili, danza come un velame di pollini... E infatti cammino per una strada che avanza tra i primi prati primaverili, sfatti in una luce di paradiso... Trasportato dall’onda dei passi, questa che lascio alle spalle, lieve e misero, non è la periferia di Roma: «Viva Mexico!» è scritto a calce o inciso sui ruderi dei templi, sui muretti ai bivii, decrepiti, leggeri come osso, ai confini di un bruciante cielo senza un brivido. Ecco, in cima a una collina fra le ondulazioni, miste alle nubi, di una vecchia catena appenninica, 216 IV Me aprieta contra su viejo vello con perfume de bosque, y posa su hocico con colmillos de verraco o de oso errante con aliento a rosa, en la boca: a mi alrededor el cuarto es un claro, la manta corroída por los sudores juveniles y últimos danza como una maraña de polen... Y de hecho camino por una calle que avanza entre los primeros prados primaverales deshechos en una luz de paraíso... Llevado por la ola de los pasos, ésta que dejo a mis espaldas, leve y mísero, no es la periferia de Roma: «Viva Mexico!»74, escrito con cal o grabado en las ruinas de los templos, en los muros de los cruces decrépitos, ligeros como hueso, en los confines de un cielo quemante sin un escalofrío. He aquí, en la cumbre de una loma dentro de las ondulaciones mezcladas con las nubes de una vieja cadena apenínica, 74 Referencia a la película de Eisenstein sobre la revolución mexicana. 217 la città, mezza vuota, benché sia l’ora della mattina, quando vanno le donne alla spesa — o del vespro che indora i bambini che corrono con le mamme fuori dai cortili della scuola. Da un gran silenzio le strade sono invase: si perdono i selciati un po’ sconnessi, vecchi come il tempo, grigi come il tempo, e due lunghi listoni di pietra corrono lungo le strade, lucidi e spenti. Qualcuno, in quel silenzio, si muove: qualche vecchia, qualche ragazzetto perduto nei suoi giuochi, dove i portali di un dolce Cinquecento s’aprano sereni, o un pozzetto con bestioline intarsiate sui bordi posi sopra la povera erba, in qualche bivio o canto dimenticato. Si apre sulla cima del colle l’erma piazza del comune, e fra casa e casa, oltre un muretto, e il verde d’un grande castagno, si vede lo spazio della valle: ma non la valle. Uno spazio che tremola celeste 218 la ciudad medio vacía, aunque sea la hora de la mañana cuando van las mujeres de compras — o del crepúsculo que dora a los niños que corren con las mamás fuera de los patios de la escuela. De un gran silencio las calles se han invadido: se pierden algo desunidos los adoquines viejos como el tiempo, grises como el tiempo, y dos largas filas de piedra bordean las calles, apagadas y lúcidas. Alguien se mueve en el silencio aquel: alguna vieja, algún pequeñuelo en sus juegos perdido, donde se abran serenos los portales de un dulce siglo dieciséis, o una pocilla con bichitos incrustados en los bordes se halle sobre la pobre yerba en algún cruce o rincón olvidado. Se abre en la cumbre del cerro, cuadrada, la plaza del pueblo, y entre casa y casa, más allá de un muro y el verde de un castaño grande, se ve el espacio del valle: pero no el valle. Un espacio que tiembla celeste 219 o appena cereo... Ma il Corso continua, oltre quella famigliare piazzetta sospesa nel cielo appenninico: s’interna fra case piú strette, scende un po’ a mezza costa: e piú in basso — quando le barocche casette diradano — ecco apparire la valle — e il deserto. Ancora solo qualche passo verso la svolta, dove la strada è già tra nudi praticelli erti e ricciuti. A manca, contro il pendio, quasi fosse crollata la chiesa, si alza gremita di affreschi, azzurri, rossi, un’abside, pèsta di volute lungo le cancellate cicatrici del crollo — da cui soltanto essa, l’immensa conchiglia, sia rimasta a spalancarsi contro il cielo. 220 o apenas céreo... Pero el Corso75 continúa más allá de esa familiar placeta suspendida en el cielo apenínico: se interna entre casas más estrechas, baja un poco por una cuestecilla: y más abajo — cuando escasean las casitas barrocas — he aquí el valle que aparece — y el desierto. Aún sólo algunos pasos hacia la esquina, donde la carretera está ya entre desnudos prados empinados y rizados. A la izquierda, contra la pendiente, igual que si estuviera la iglesia derrumbada, se alza repleta de frescos, azules y rojos, un oscuro ábside de volutas por las borradas cicatrices del derrumbe — del que sólo ella, la inmensa concha, se ha quedado de par en par abierta contra el cielo. 75 A finales de la Edad Media se solían organizar carreras de caballos, de ahí que hoy muchas ciudades o pueblos italianos posean una via del Corso como avenida principal. 221 È lí, da oltre la valle, dal deserto, che prende a soffiare un’aria, lieve, disperata, che incendia la pelle di dolcezza... È come quegli odori che, dai campi bagnati di fresco, o dalle rive di un fiume, soffiano sulla città nei primi giorni di bel tempo: e tu non li riconosci, ma impazzito quasi di rimpianto, cerchi di capire se siano di un fuoco acceso sulla brina, oppure di uve o nespole perdute in qualche granaio intiepidito dal sole della stupenda mattina. Io grido di gioia, cosí ferito in fondo ai polmoni da quell’aria che come un tepore o una luce respiro guardando la vallata …………………………. V Un po’ di pace basta a rivelare dentro il cuore l’angoscia, limpida, come il fondo del mare 222 Es allí, desde más allá del valle, desde el desierto, que empieza a soplar un aire leve, desesperado, que incendia la piel de dulzura... Es como esos olores que desde los campos mojados de fresco, o desde las orillas de un río, soplan en los primeros días de buen tiempo sobre la ciudad: y tú no los reconoces, pero casi enloquecido por la añoranza, intentas comprender si son de un fuego encendido sobre la escarcha o acaso de uvas, o nísperas perdidas en algún granero templado por el sol de la estupenda mañana. Yo grito de alegría, tan herido en el fondo de los pulmones por aquel aire que como una tibieza o una luz respiro mirando el valle ……………………… V Un poco de paz basta, te revela dentro del corazón la angustia límpida como el fondo del mar 223 in un giorno di sole. Ne riconosci, senza provarlo, il male lí, nel tuo letto, petto, cosce e piedi abbandonati, quale un crocifisso — o quale Noè ubriaco, che sogna, ingenuamente ignaro dell’allegria dei figli, che su lui, i forti, i puri, si divertono... il giorno è ormai su di te, nella stanza come un leone dormente. Per quali strade il cuore si trova pieno, perfetto anche in questa mescolanza di beatitudine e dolore? Un po’ di pace... E in te ridesta è la guerra, è Dio. Si distendono appena le passioni, si chiude la fresca ferita appena, che già tu spendi l’anima, che pareva tutta spesa, in azioni di sogno che non rendono niente... Ecco, se acceso alla speranza — che, vecchio leone puzzolente di vodka, dall’offesa 224 en un día de sol. En ella reconoces, sin probarlo, el mal ahí en tu cama, pecho, muslos y pies abandonados, como un crucificado — o como Noé ebrio que sueña, ingenuamente ignaro de la alegría de sus hijos, que a su costa los fuertes, los puros se divierten...76 el día ya está sobre ti, en el cuarto como un león durmiente. ¿Por qué caminos el corazón se halla pleno, perfecto incluso en esta mezcla de dolor y beatitud? Un poco de paz... Y en ti de nuevo despierta la guerra, es Dios. Apenas se relajan las pasiones, se cierra la fresca herida apenas, gastas ya tu alma, que parecía gastada del todo, en acciones de sueño que no devuelven nada... Entonces, si te enciendes a la esperanza — que, viejo león hediendo a vodka, desde su ofendida Rusia, 76 Génesis, 9, 18-29. 225 sua Russia giura Krusciov al mondo — ecco che tu ti accorgi che sogni. Sembra bruciare nel felice agosto di pace, ogni tua passione, ogni tuo interiore tormento, ogni tua ingenua vergogna di non essere — nel sentimento — al punto in cui il mondo si rinnova. Anzi, quel nuovo soffio di vento ti ricaccia indietro, dove ogni vento cade: e lí, tumore che si ricrea, ritrovi il vecchio crogiolo d’amore, il senso, lo spavento, la gioia. E proprio in quel sopore è la luce... in quella incoscienza d’infante, d’animale o ingenuo libertino è la purezza... i piú eroici furori in quella fuga, il piú divino sentimento in quel basso atto umano consumato nel sonno mattutino. 226 Kruschov jura al mundo — entonces te das cuenta de que sueñas. Parece arder en el feliz agosto de paz cada pasión tuya, cada tormento interior tuyo, cada vergüenza ingenua tuya de no estar — en el sentimiento — en el punto en que el mundo se renueva. Es más, aquel nuevo soplo de viento te arroja hacia atrás, donde caen los vientos: y allí, tumor que se recrea, reencuentras el viejo crisol de amor, el sentido, el miedo, la alegría. Y justo en el sopor aquel se halla la luz... en aquella inconsciencia infantil, de animal o ingenuo libertino se halla la pureza... los furores más heroicos en aquella fuga, el sentimiento más divino en aquel bajo acto humano consumido en el sueño matutino. 227 VI Nella vampa abbandonata del sole mattutino — che riarde, ormai, radendo i cantieri, sugli infissi riscaldati — disperate vibrazioni raschiano il silenzio che perdutamente sa di vecchio latte, di piazzette vuote, d’innocenza. Già almeno dalle sette, quel vibrare cresce col sole. Povera presenza d’una dozzina d’anziani operai, con gli stracci e le canottiere arsi dal sudore, le cui voci rare, le cui lotte contro gli sparsi blocchi di fango, le colate di terra, sembrano in quel tremito disfarsi. Ma tra gli scoppi testardi della benna, che cieca sembra, cieca sgretola, cieca afferra, quasi non avesse meta, un urlo improvviso, umano, nasce, e a tratti si ripete, 228 VI En la llama abandonada del sol matutino — que vuelve ya a arder rozando las obras en los postigos recalentados — desesperadas vibraciones rajan el silencio que sabe a vieja leche perdidamente, a placetas vacías, a inocencia. Desde las siete ya, ese vibrar con el sol crece. Pobre presencia de una docena de ancianos obreros con los trapos y las camisetas quemadas por el sudor, cuyas escasas voces, cuyas luchas contra los sueltos bloques de barro, las coladas de tierra, parecen en aquel temblor deshacerse. Pero entre los golpes testarudos de la carreta, que parece ciega, rechina ciega, agarra ciega como si no tuviese meta, un grito humano improvisado nace, y a ratos se repite 229 cosí pazzo di dolore, che, umano, subito non sembra piú, e ridiventa morto stridore. Poi, piano, rinasce, nella luce violenta, tra i palazzi accecati, nuovo, uguale, urlo che solo chi è morente, nell’ultimo istante, può gettare in questo sole che crudele ancora splende già addolcito da un po’ d’aria di mare... A gridare è, straziata da mesi e anni di mattutini sudori — accompagnata dal muto stuolo dei suoi scalpellini, la vecchia scavatrice: ma, insieme, il fresco sterro sconvolto, o, nel breve confine dell’orizzonte novecentesco, tutto il quartiere... È la città, sprofondata in un chiarore di festa, — è il mondo. Piange ciò che ha fine e ricomincia. Ciò che era area erbosa, aperto spiazzo, e si fa cortile, bianco come cera, chiuso in un decoro ch’è rancore; ciò che era quasi una vecchia fiera 230 tan loco de dolor que enseguida no parece ya más humano, y se torna de nuevo muerto estridor. Luego, despacio, renace en la luz violenta entre los edificios cegados, igual, nuevo, grito que sólo un moribundo en su instante último puede arrojar a este sol que cruel brilla todavía, ya suavizado por un poco de aire de mar... Es, la que desgarrada grita tras meses y años de sudores matutinos — acompañada por el mudo tropel de sus canteros, la vieja excavadora: pero a la vez, el fresco socavón removido, o en el breve confín del horizonte del siglo veinte, todo el barrio. Es la ciudad hundida en un resplandor de fiesta — es el mundo. Llora lo que se acaba y vuelve a empezar. Lo que era herbosa área, espacio abierto y se hace patio blanco como cera, cerrado en un decoro que es rencor; lo que era casi una vieja feria de enlucidos 231 di freschi intonachi sghembi al sole, e si fa nuovo isolato, brulicante in un ordine ch’è spento dolore. Piange ciò che muta, anche per farsi migliore. La luce del futuro non cessa un solo istante di ferirci: è qui, che brucia in ogni nostro atto quotidiano, angoscia anche nella fiducia che ci dà vita, nell’impeto gobettiano verso questi operai, che muti innalzano, nel rione dell’altro fronte umano, il loro rosso straccio di speranza. 1956 232 frescos sesgados por el sol, y se hace una manzana nueva, hormigueante en un orden que es dolor apagado. Llora lo que muda también para hacerse mejor. La luz del futuro no cesa un solo instante de herirnos: está aquí, que quema en cada uno de nuestros actos cotidianos, angustia aun en la confianza que nos da vida, en el ímpetu gobettiano hacia estos obreros que mudos levantan, en el barrio del otro frente humano, su rojo trapo de esperanza. 1956 233 Un a polemica in versi Una polémica en ve rsos Buio è quasi il meriggio nel lucore terreo del coppedè vivace e del marmo fascista, già incolore quasi disusata divisa d’orbace di cinici antemarcia non piú di primo pelo, in una sporca fotografia; giace schermato il sole come in un velo di grassi, di carta carbone, di polvere alzata dagli urti sul nero fondo dei tricicli, dalle gomme dei filobus che ansando ai semafori scendono soffici in una pressione avara, pazzi per mafia o nevrastenia: e svoltano verdi per via Quattro Novembre, nell’afa... 236 Oscuro es casi el mediodía en la luz térrea del coppedé 77 vivaz y del mármol fascista, ya incoloro uniforme casi desusado de lana, de antemarchas78 cínicos ya no primerizos, en una sucia fotografía; yace el sol protegido como por un velo de grasas, de papel carbón, de polvo levantado por los choques sobre el fondo negro de los triciclos, por las ruedas de los trolebuses que jadeando en los semáforos bajan suaves en una presión avara, locos de mafia o neurastenia: y viran verdes por via Quattro Novembre, en el bochorno... 77 Los hermanos Gino, Carlo y Adolfo Coppedé lanzaron un estilo arquitectónico y decorativo que tuvo cierto éxito —sobre todo en Roma y en Génova— durante los dos primeros decenios del siglo XX. La plaza Mincio es un fantástico ejemplo de este estilo. 78 Ya adheridos al partido fascista antes de la marcha sobre Roma que realizó Mussolini en agosto de 1922. 237 È la sera che scende, ancor lontana: come una tempesta, quando addensa a un tratto le nuvole, ma le dipana poi lentamente — della sua violenza abbandonando in cielo la minaccia. Scolorato il sole fa piú intensa la sua luce, e ogni strada, ogni piazza quasi in silenzio brulica al frastuono d’una gente, ch’è solo folla, razza. «L’ora è confusa, e noi come perduti la viviamo...», mi mormoravi, amaro, disilluso di ciò che hai avuto per dieci anni dentro, cosí chiaro che tra mondo e mente quasi era un idillio: e ha la tua stanchezza — un po’ volgare — una smorfia di vecchio figlio di immigrati meridionali affamati e vili dietro il cipiglio di poveri arrivati, d’ingenui dottrinari. Hai voluto che la tua vita fosse una lotta. Ed eccola ora sui binari morti, ecco cascare le rosse bandiere, senza vento. Hai quarant’anni, con sorriso e mosse 238 Es el atardecer que desciende, todavía lejano: como una tempestad, cuando adensa a las nubes de repente pero luego las desenreda lentamente — de su violencia abandonando en el cielo la amenaza. El sol descolorido hace más intensa su luz, y cada plaza, cada calle casi en silencio hormiguea en el alboroto de una gente que es sólo muchedumbre, raza. «La hora es confusa, y nosotros como perdidos la vivimos...», me murmurabas amargado, desengañado de lo que durante diez años has llevado por dentro, tan claro que entre mundo y mente había casi un idilio: y tiene tu cansancio — algo vulgar — una mueca de viejo hijo de inmigrantes meridionales, viles y hambrientos tras el ceño de pobres engreídos, de ingenuos doctrinarios. Has querido que tu vida fuese una lucha. Y aquí la tienes sobre los raíles muertos, aquí, cayendo las banderas rojas, sin viento. Tienes cuarenta años con sonrisa y ademanes 239 — come quelle di chi non spegne mai il vecchio fuoco — giovanili. E, spento, regredito ai padri, ti dai a me, con la confidenza dei febbrili moti dell’amicizia, e con il calcolo di chi, inconscio, invano non si umili. E io... io cedo: posso soltanto appassionarmi, come sempre: pazzo, chè dovrei tacere, non offrire il fianco, non confessare che sono un ragazzo, ancora, eternamente indifeso; che non sempre la passione è grazia. Lo so, spesso, ciò che ho avuto ho reso con un atto che non è diverso dall’arsione del lampo al magnesio. Ho fissato col mio occhio inesperto diventato atrocemente esperto — umile fotografo che la notte inerte batte dietro l’immoto miraggio del costume — gli inutili angoli sperduti del mondo, con qualche grido, qualche lume, qualche parola di uomini venduti nei piú scuri mercati della vita. Ne ho riportato attestati muti 240 — como aquellos de quien nunca apaga el viejo fuego — juveniles. Y apagado, vuelto hacia los padres, te entregas a mí con la confianza de los febriles movimientos de la amistad y con el cálculo de quien en vano no se humilla, inconsciente. Y yo... yo cedo: sólo puedo apasionarme como siempre: loco, puesto que debería callar, no ofrecer el flanco, no confesar que soy un chico aún, eternamente indefenso; que no siempre es gracia la pasión. Lo sé, a menudo he devuelto lo que he tenido con un acto que no es distinto a esa quemazón del relámpago en el magnesio. Me he fijado con mi ojo inexperto que se ha vuelto horriblemente experto — humilde fotógrafo que la noche inerte recorre tras el inmóvil espejismo de la costumbre — las inútiles esquinas extraviadas del mundo, con algún grito, alguna luz, alguna palabra de hombres vendidos en los mercados más oscuros de la vida. He traído de ello mudos atestados 241 d’allegria in cuore a una città nemica. Grande, di questa città, è la notte, e misera: mille fiati di scheletrita luce getta il flash su file dirotte di gioventú, torrenti di motori, laghi d’angoli bui tra palpitanti grotte e inanimati grattacieli. Ma, in cuore, ognuno dei mille atti è lo stesso. Uno, delle mille allegrie, il dolore. Muti attestati di un popolo oppresso e non conscio, diviso in scantinati, tuguri, lotti — proletariato che il sesso e il terrore tengono attaccato alle sue strade di fango: ma, per strade nuove — ancora ignote — a lui segnato da avidità e cinismo, l’anima invade la fame della storia. È già vecchio il piano di lotta di ieri, cade a pezzi sui muri il piú fresco manifesto. Muta, in una qualunque notte, il congegno che fa la conoscenza luce dell’oggetto. E la vita riappare piú viva: segno che qualcosa, in chi la viveva, muore. Essa è proceduta nel disegno 242 de alegría en el corazón de una ciudad enemiga. De esta ciudad es grande y mísera la noche: mil alientos de luz esquelética arroja el flash sobre incesantes filas de juventud, torrentes de motores, lagos de oscuros ángulos entre palpitantes grutas e inanimados rascacielos. Pero en el corazón, cada uno de los mil actos es el mismo. Uno el dolor entre mil alegrías. Mudos atestados de un pueblo oprimido y no consciente, dividido en sótanos, tugurios, parcelas — proletariado que el sexo y el terror tienen apegado a sus calles de barro: pero por nuevas calles — aún ignotas — a él marcado de avidez y cinismo, el alma invade el hambre de la historia. Está ya viejo el plan de lucha de ayer, se cae a trozos de los muros el manifiesto más fresco. Muda, en una noche cualquiera, el mecanismo que vuelve al conocimiento luz del objeto. Y la vida aparece más viva: señal de que algo en quien la vivía muere. A ella se ha procedido en el dibujo 243 che non ha fine: ma il vostro dolore di non esserne piú sul primo fronte, sarebbe piú puro, se nell’ora in cui l’errore, anche se puro, si sconta, aveste la forza di dirvi colpevoli. Ma troppo fonda è, in voi, l’impronta della lotta compiuta, nel grande e breve decennio: vi siete assuefatti, voi, servi della giustizia, leve della speranza, ai necessari atti che umiliano il cuore e la coscienza. Al voluto tacere, al calcolato parlare, al denigrare senza odio, all’esaltare senza amore; alla brutalità della prudenza e all’ipocrisia del clamore. Avete, accecati dal fare, servito il popolo non nel suo cuore ma nella sua bandiera: dimentichi che deve in ogni istituzione sanguinare, perché non torni mito, continuo il dolore della creazione. Come altri compagni di strada, il mistico rigore d’un’azione 244 que no tiene fin: pero vuestro dolor de no estar más en ella en el primer frente sería más puro si, a la hora en que el error, aunque puro, se paga, tuvieseis la fuerza de admitiros culpables. Pero en vosotros demasiado honda es la huella de la lucha cumplida en el grande y breve decenio: os habéis arregostado vosotros, siervos de la justicia, levas de la esperanza, a los actos necesarios que humillan al corazón y a la conciencia. A callar voluntariamente, a hablar con cuidado, a exaltar sin amor, a denigrar sin odio; a la brutalidad de la prudencia y a la hipocresía del clamor. Cegados por la acción habéis servido al pueblo, no en su corazón sino en su bandera: olvidas que en cada institución debe sangrar, para que no se torne mito, continuo el dolor de la creación. Como otros compañeros de viaje, el místico rigor de una acción 245 sempre pari all’idea, non vi chiedo: si paga, anche questo, con l’aridità. Chi è ossesso dal timore di essere ciò che fu nei gradi del suo cammino, ciò che espresse in ingenui ritorni al popolo, in amori d’inerme umanitario, in regressi alla carità — non è. È all’errore che io vi spingo, al religioso errore... Si riapre, nel rosso sole del meriggio d’autunno ancora afoso, in un’aria di morte, la vostra festa. Misero e fazioso è il brusio. Sparge in una chiostra fra i tronchi freddi falsamente vivace, le superfici candide la mostra dei dieci anni d’ingiallite audacie. Cento baracchette — dove quanto piú ciò che al popolo umilmente piace cinicamente appare inattuale virtú di plebe, tanto piú è esaltato, con ingenua ipocrisia, — su 246 siempre par a la idea, no os pido: se paga esto también con la aridez. Quien se obsesiona por el temor de ser aquello que a lo largo de su camino fue, aquello que expresó con ingenuos retornos al pueblo, con amores de humanitario inerme, con regresos a la caridad — no es. Es al error a lo que yo os empujo, al religioso error... Vuelve a abrirse en el sol rojo aún bochornoso del otoñal mediodía, en un aire de muerte, vuestra fiesta. El rumor es faccioso y mísero. Expande en un círculo falsamente vivaz entre los troncos fríos, las cándidas superficies la exposición de los diez años de amarillentas audacias. Cien chabolitas — donde al pueblo lo que más humildemente le gusta cínicamente aparece inactual virtud de plebe, más aún se exalta con ingenua hipocresía — 247 per le misere gobbe, i bagnati pendii di Villa Glori, empiono l’aria primaverile della morente estate di antichi frastuoni di sagra alla deriva... A migliaia gli iscritti, piovendo dai rioni dei paria, vengono all’assalto, si accampano, fitti, animosi. Snodati i ragazzi dentro i panni festivi, ricchi di nastri, fazzoletti, sono come pazzi di pregustata gioia sotto i cappelli messicani, rossi come sangue, e tra spiazzi e albereti, si muovono in drappelli disordinati, in branchi, soli, masticando gomma americana, nella loro generosità senza pudore. Gli uomini, già perduti in un’abbietta ubriachezza, nascosta come un dolore, si portano dietro la famiglia, stretta intorno alla sporta della merenda, quasi guide verso la povera vetta... 248 arriba por las míseras gibas, las pendientes mojadas de Villa Glori79, llenan el aire primaveral del verano que muere de estruendos antiguos de feria a la deriva... A miles los afiliados, lloviendo de los barrios de los parias, vienen al asalto, acampan apretados, animosos. Los chicos desenvueltos en sus prendas festivas, ricas de cintas, pañuelos, están como locos por la saboreada alegría con sus sombreros mejicanos, rojos como la sangre, y entre claros y arboledas se mueven en tropeles desordenados, en manadas, solos, masticando chicle en su generosidad sin pudor. Los hombres perdidos ya en una borrachera abyecta, escondida como un dolor arrastran tras de sí a la familia toda apretada en torno al cesto de la merienda, casi guías hacia la pobre cumbre... 79 Jardín público de un barrio rico romano. 249 E là in cima, sotto una tenda investita dall’incendio senza calore di cui metà del cielo risplende, il palco, vuoto. Nulla accora piú di questa innaturale festa. Tra i gridi piú alti, affiora fondo il silenzio. Nulla resta di vivo: neanche i colpi acerbi dei giovincelli pugili, in questa arena tra i pini, improvvisata, superbi sopra il piccolo ring, ai gridi del pubblico accecato da diverbi ironici e cattivi, allegri e infidi. Eppure all’appressarsi del momento piú atteso della sera, ha un brivido umano questo irretimento di morte: ma non sai ancora se a piú intenso dolore o a piú intenso amore. D’improvviso, nell’aria ormai viola, la folla nel parco sfigurato è perduta in silenzi ed in clamori 250 Y allí encima, bajo una tienda envuelta en un incendio sin calor por el que la mitad del cielo resplandece, el palco vacío. Nada aflige más que esta fiesta innatural. Aflora entre los gritos más altos el silencio profundo. Nada queda vivo: ni siquiera los golpes acerbos de los jóvenes púgiles en esta arena80 improvisada entre los pinos, soberbios sobre el pequeño ring, en los gritos del público cegado por desacuerdos irónicos y malos, alegres e infieles. Al acercarse, sin embargo, el momento más esperado de la tarde, tiene un humano escalofrío este enredo de muerte: pero no sabes todavía si hacia más intenso dolor o hacia más intenso amor. De repente, en el aire ya violeta, el gentío en el parque deformado se ha perdido en silencios y en clamores 80 Arena: en plural, antiguos anfiteatros romanos. 251 d’altra vita, di sterminato esercito, acclamante o in disfatta, nell’ombra di un vespro dimenticato. Come un tremito o una cieca risacca passa sulla folla disordinata tra i clivi, i prati senza erba, le baracche, una musica intonata dalle bande sparse qua e là, luccicando l’ottone tra magliette e coccarde rosse, nell’ingorgo del fiume senza nome. Ed ecco, incerto, un vecchio si leva dalla testa bianca il berretto, afferra nella nuova ventata di passione una bandiera retta sulle spalle da uno che gli è davanti, al petto se la stringe, e poi mentre cantano tutti, affratellati intorno alle gialle trombe paesane, si pianta sulle vacillanti gambe, e scuote al tempo la bandiera a lui santa sopra le teste, cantando con voce rauca, di povero manovale ubriaco. Poi il canto, che s’era levato gioioso, disperato, cessa, e il vecchio 252 de otra vida, de exterminado ejército aclamado o en derrota, en la sombra de un atardecer olvidado. Como un temblor o una marea ciega pasa sobre la muchedumbre desordenada entre los declives, los prados sin hierba y las chabolas, una música entonada por las bandas diseminadas aquí y allá, latón luciendo entre camisetas y cucardas rojas, en el atasco del río sin nombre. Y he aquí que, incierto, un viejo se quita de la cabeza cana la boina, se aferra en la nueva ola de pasión a una bandera erguida en las espaldas de uno que va delante, contra el pecho la aprieta y luego, mientras cantan todos hermanados en torno a las trompetas amarillas del pueblo, se planta sobre sus piernas vacilantes y agita al tiempo la bandera, para él santa, sobre las cabezas, cantando con voz ronca de pobre peón borracho. Luego el canto que se había alzado gozoso, cesa desesperado, y el viejo 253 lascia cadere la bandiera, e lento, con le lacrime agli occhi, si ricalca in capo il suo berretto. Su questa baraonda della Villa, il buio che sommerge la disperata allegria, è, forse, piú l’ombra del dubbio che la precoce notte. È la nostalgia dei vecchi tempi, la paura, pur bandita, dell’errore, che spira tanta malinconia — non l’aria d’autunno, o una sopita pioggia — sulla sfiorita festa. Ma in questa malinconia è la vita. 1956 254 deja caer la bandera y, lento, con las lágrimas en los ojos, se coloca de nuevo en la cabeza su boina. Sobre esta barahúnda de la Villa, la oscuridad que sumerge la alegría desesperada es quizá más la sombra de la duda que la noche precoz. Es la nostalgia de los viejos tiempos, el miedo, aun rechazado del error, que exhala tanta melancolía — no el aire de otoño o una lluvia adormecida — sobre la fiesta desgajada. Pero en esta melancolía está la vida. 1956 255 La Terra di Lavoro La Tierra de Trabajo Ormai è vicina la Terra di Lavoro, qualche branco di bufale, qualche mucchio di case tra piante di pomidoro, èdere e povere palanche. Ogni tanto un fiumicello, a pelo del terreno, appare tra le branche degli olmi carichi di viti, nero come uno scolo. Dentro, nel treno che corre mezzo vuoto, il gelo autunnale vela il triste legno, gli stracci bagnati: se fuori è il paradiso, qui dentro è il regno dei morti, passati da dolore a dolore — senza averne sospetto. Nelle panche, nei corridoi, eccoli con il mento sul petto, con le spalle contro lo schienale, con la bocca sopra un pezzetto di pane unto, masticando male, miseri e scuri come cani su un boccone rubato: e gli sale 258 Ya está cerca la Tierra de Trabajo, algún rebaño de vacas, algún montón de casas entre plantas de tomate, hiedras y pobres empalizadas. De vez en cuando un riachuelo, a flor del terreno aparece entre las ramas de los olmos cargados de vid, negro como un desagüe. Dentro, en el tren que corre medio vacío, el hielo otoñal vela la madera triste, los trapos mojados: si afuera está el paraíso, aquí dentro está el reino de los muertos, que pasan de dolor en dolor — sin tener de ello sospecha. En los bancos, en los pasillos he aquí que se hallan con el mentón sobre el pecho, con las espaldas contra el respaldo, con la boca en un trozo de pan untado, masticando mal, igual que perros míseros y oscuros con comida robada: y les sube 259 se ne guardi gli occhi, le mani, sugli zigomi un pietoso rossore, in cui nemica gli si scopre l’anima. Ma anche chi non mangia o le sue storie non dice al vicino attento, se lo guardi, ti guarda con il cuore negli occhi, quasi, con spavento, a dirti che non ha fatto nulla di male, che è un innocente. Una donnetta, di Fondi o Aversa, culla una creatura che dorme nel fondo d’una vita d’agnellino, e la trastulla — se si risveglia dal suo sonno dicendo parole come il mondo nuove — con parole stanche come il mondo. Questa, se la osservi, non si muove, come una bestia che finge d’esser morta; si stringe dentro le sue povere vesti e, con gli occhi nel vuoto, ascolta la voce che a ogni istante le ricorda la sua povertà come una colpa. 260 si les miras a los ojos, a las manos, a los pómulos, un sonrojo piadoso donde el alma enemiga se descubre. Pero incluso quien no come o sus historias no cuenta al atento vecino, si lo miras, te mira a los ojos con el corazón, casi con espanto, para decirte que no ha hecho nada malo, que es un inocente. Una mujercita de Fondi o Aversa81 mece a una criatura que duerme en el fondo de una vida de corderillo, y la arrulla — si se despierta de su sueño diciendo palabras como el mundo nuevas — con palabras cansadas como el mundo. Ésta, si la observas, no se mueve como una bestia que finge estar muerta; se recoge en sus pobres prendas y con los ojos en el vacío escucha la voz que a cada instante le recuerda su pobreza como una culpa. 81 Fondi es una pequeña ciudad del Apenino, en la región del Lacio. Aversa es un pueblo de Campania, entre Caserta y Nápoles. 261 Poi, riprendendo a cullare, cieca, sorda, senza neanche accorgersi, sospira. Col piccolo viso scuro come torba, in un muto odore di ovile, un giovane è accanto al finestrino, nemico, quasi non osando aprire la porta, dare noia al vicino. Guarda fisso la montagna, il cielo, le mani in tasca, il basco di malandrino sull’occhio: non vede il forestiero, non vede niente, il colletto rialzato per freddo, o per infido mistero di delinquente, di cane abbandonato. L’umidità ravviva i vecchi odori del legno, unto e affumicato, mescolandoli ai nuovi, di chiassetti freschi di strame umano. E dai campi, ormai violetti, viene una luce che scopre anime, non corpi, all’occhio che piú crudo della luce, ne scopre la fame, 262 Luego, volviendo a mecerla, ciega, sorda, apenas percatándose, suspira. Con el pequeño rostro oscuro como turba en un mudo olor a redil, un joven se halla al lado de la ventanilla, enemigo, sin atreverse casi a abrir la puerta ni a molestar al vecino. Mira fijamente la montaña, el cielo, las manos en los bolsillos, la boina82 de malandrín sobre el ojo: no ve al forastero, no ve nada, el cuello levantado por frío o por misterio infiel de delincuente, de perro abandonado. La humedad despierta los viejos olores de madera ahumada y untada mezclándolos con nuevos, de frescos alborotos de cuadra humana. Y de los campos ya violetas viene una luz que descubre almas, no cuerpos, al ojo que más crudo que la luz descubre su hambre, 82 Con la palabra basco —en el texto italiano— se indica por metonimia la otrora popular boina, de origen vasco. 263 la servitú, la solitudine. Anime che riempiono il mondo, come immagini fedeli e nude della sua storia, benché affondino in una storia che non è piú nostra. Con una vita di altri secoli, sono vivo in questo: e nel mondo si mostrano a chi del mondo ha conoscenza, gregge di chi nient’altro che la miseria conosca. Sono sempre stati per loro unica legge odio servile e servile allegria: eppure nei loro occhi si poteva leggere ormai un segno di diversa fame — scura come quella del pane, e, come quella, necessaria. Una pura ombra che già prendeva nome di speranza: e quasi riacquistato all’uomo, vedeva il meridione, timida, sulle sue greggi rassegnate di viventi, la luce del riscatto. Ma ora per queste anime segnate dal crepuscolo, per questo bivacco di intimiditi passeggeri, d’improvviso ogni interna luce, ogni atto 264 su soledad, su servidumbre. Almas que el mundo llenan como imágenes fieles y desnudas de su historia, aunque se hundan en una historia que ya no es nuestra. Con una vida de otros siglos están vivos en éste: y en el mundo se muestran a quien del mundo tiene conocimiento, rebaño de quien no conoce más que la miseria. Siempre ha sido para ellos ley única alegría servil y servil odio: sin embargo en sus ojos se podía leer ya una señal de hambre distinta — oscura como la del pan y como aquella necesaria. Una pura sombra que tomaba ya nombre de esperanza: y casi recobrado por el hombre, veía el meridión, tímida sobre sus resignados rebaños de vivientes, la luz del rescate. Pero ahora para estas almas señaladas por el crepúsculo, para esta caravana de intimidados pasajeros, de pronto cada luz interior, cada acto 265 di coscienza, sembra cosa di ieri. Nemico è oggi a questa donna che culla la sua creatura, a questi neri contadini che non ne sanno nulla, chi muore perché sia salva in altre madri, in altre creature, la loro libertà. Chi muore perché arda in altri servi, in altri contadini, la loro sete anche se bastarda di giustizia, gli è nemico. Gli è nemico chi straccia la bandiera ormai rossa di assassinî, e gli è nemico chi, fedele, dai bianchi assassini la difende. Gli è nemico il padrone che spera la loro resa, e il compagno che pretende che lottino in una fede che ormai è negazione della fede. Gli è nemico chi rende grazie a Dio per la reazione del vecchio popolo, e gli è nemico chi perdona il sangue in nome del nuovo popolo. Restituito è cosí, in un giorno di sangue, il mondo a un tempo che pareva finito: 266 de conciencia, parece cosa de ayer. Es enemigo hoy de esta mujer que mece a su criatura, de estos negros campesinos que nada saben de esto, quien muere para que se salve en otras madres, en otras criaturas su libertad. Quien muere para que arda en otros siervos, en otros campesinos, su sed, aunque bastarda, de justicia, es su enemigo. Es su enemigo quien desgarra la bandera ya roja de asesinatos y es su enemigo quien de los blancos asesinos fiel la defiende. Es su enemigo el patrón que espera su rendición, y el compañero que pretende que luchen con la fe que ya es negación de la fe. Es su enemigo quien rinde gracias a Dios por la reacción del viejo pueblo, y es su enemigo quien perdona la sangre en el nombre del nuevo pueblo. Restituido es así, en un día de sangre, el mundo a un tiempo que parecía acabado: 267 la luce che piove su queste anime è quella, ancora, del vecchio meridione, l’anima di questa terra è il vecchio fango. Se misuri nel mondo, in cuore, la delusione senti ormai che essa non conduce a nuova aridità, ma a vecchia passione. E ti perdi allora in questa luce che rade, con la pioggia, d’improvviso zolle di salvia rossa, case sudice. Ti perdi nel vecchio paradiso che qui fuori sui crinali di lava dà un celeste, benché umano, viso all’orizzonte dove nella bava grigia si perde Napoli, ai meridiani temporali, che il sereno invadono, uno sui monti del Lazio, già lontani, l’altro su questa terra abbandonata agli sporchi orti, ai pantani, ai villaggi grandi come città. Si confondono la pioggia e il sole in una gioia ch’è forse conservata — come una scheggia dell’altra storia, non piú nostra — in fondo al cuore di questi poveri viaggiatori: 268 la luz que llueve sobre estas almas es aún la del viejo meridión, el alma de esta tierra es el viejo barro. Si mides en el mundo, con el corazón, la desilusión, sientes ya que ella no conduce a una nueva aridez sino a vieja pasión. Y te pierdes entonces en esta luz que arrasa con la lluvia, de repente terrones de rojiza salvia, casas sucias. Te pierdes en el viejo paraíso que aquí fuera, sobre las crestas de lava da un celeste, aunque humano, rostro al horizonte donde en la baba gris se pierde Nápoles, a los meridianos chubascos que el sereno cielo invaden, uno sobre los montes del Lacio, ya lejanos, el otro sobre esta tierra abandonada a los sucios huertos, a los pantanos, a los pueblos grandes como ciudades. Se confunden la lluvia y el sol en un gozo que quizá se conserve — como una esquirla de la otra historia, no más nuestra — en el fondo del corazón de estos pobres viajeros: 269 vivi, soltanto vivi, nel calore che fa piú grande della storia la vita. Tu ti perdi nel paradiso interiore, e anche la tua pietà gli è nemica. 1956 270 vivos, sólo vivos en el calor que hace más grande que la historia la vida. Tú te pierdes en el paraíso interior e incluso tu piedad es su enemiga. 1956 271 Appendice Apéndice 83 83 Reproducimos aquí este apéndice incluido en Le ceneri di Gramsci, a cura di Walter Siti, Torino, Einaudi, 1981; después reimpreso en las poesías completas, P. P. Pasolini, Bestemmia. Tutte le poesie, a cura di Graziella Chiarcossi e Walter Siti, prefazione di Giovanni Giudici, Milano, Garzanti, 2 vols., 1993; y posteriormente también recogido en la edición definitiva, P. P. Pasolini, Tutte le poesie, a cura e con uno scritto di Walter Siti, saggio introduttivo di Fernando Bandini, cronologia di Nico Naldini, Milano, Arnoldo Mondadori Editore, 2003, 2 vols. Asimismo hemos traducido, a pie de página y entre corchetes, citando su procedencia con las abreviaturas W. S., las notas que el estudioso apunta. Il canto popolare (1952-53) Questo libretto è dedicato ai miei amici Giorgio Bassani e Attilio Bertolucci El canto popular (1952-53) 84 Esta plaquette está dedicada a mis amigos Giorgio Bassani y Attilio Bertolucci 84 [Nota de W. S.: Según la versión de «El canto popular» aparecida en 1954 en la colección de los Quaderni di poesia dirigida por Vittorio Sereni en Milán en Edizioni della Meridiana.] I Improvviso il mille novecento cinquanta due passa sull’Italia; solo il popolo ne ha un sentimento vero: mai tolto al tempo, non l’abbaglia la modernità, benché sempre il piú moderno sia esso, il popolo, spanto in borghi, in rioni, con gioventú sempre nuove — nuove al vecchio canto — a ripetere ingenuo quello che fu. E in questa primavera, sulla polvere e gli intonachi delle case povere, sul bianco delle piazzette, dissolve con l’anno il popolo le sue nuove voci, poco piú umane dei garriti delle vecchie rondini, e cosí umane! Pare fermo, nelle sue città e i suoi lidi, a un’Italia anteriore, che rimane persa in freschi silenzi, umili gridi. È l’odierna corruzione in esso la Corruzione: nelle nuove borgate come nelle suburre ossesso 276 I De improviso el mil novecientos cincuenta y dos pasa sobre Italia: solo el pueblo tiene de él un verdadero sentimiento: nunca fuera del tiempo, no le deslumbra la modernidad, aunque siempre el más moderno sea él, el pueblo, esparcido en aldeas, en barrios con juventudes siempre nuevas — nuevas al viejo canto — a repetir ingenuo aquello que fue. Y en esta primavera, sobre el polvo y los revoques de la casas pobres, sobre el blanco de las placetas, disuelve con el año el pueblo sus nuevas voces apenas más humanas que los chillidos de las viejas golondrinas, ¡y tan humanas! Parece detenido en sus ciudades y sus playas, en una Italia anterior que se queda perdida en frescos silencios, humildes gritos. Es la actual corrupción en él la Corrupción: en los nuevos arrabales como en las suburras85 obseso 85 Las suburras eran los barrios populares y marginales en el antiguo Imperio Romano, situados entre las colinas del Celio y del Esquilino. Por 277 di allegria e napoletana fame, dove piú ride è piú sanguinario, e il vizio è piú oscuro, dove piú risplendono gl’ideali dell’uomo al cui servizio esso vive da ère, e a cui si vende: corrotto, e puro, chè in lui tutto è inizio. Scotta il primo sole dolce dell’anno sopra i portici delle cittadine di provincia, sui paesi che sanno ancora di nevi, sulle appenniniche greggi: nelle vetrine dei capoluoghi i nuovi colori delle tele, i nuovi abbigliamenti come in limpidi roghi dicono quanto oggi si rinnovi il mondo, che diverse gioie sfoghi... E poetiche nel popolo si fanno le bassezze che plebea la borghesia inventa al suo egoismo, e non s’appanna il dialetto ch’è assoluta allegria a quelle parole discese da una lingua viziosa, empia: le ultime inventate in una nazione che a caso si spinga nel presente piú impuro, e infiammate d’odiernità, le sue contrade tinga, 278 de alegría y hambre napolitana, donde más ríe es más sanguinario, y el vicio es más oscuro donde más resplandecen los ideales del hombre a cuyo servicio él vive desde eras, y al cual se vende: corrupto y puro porque en él todo es inicio. Abrasa el primer sol dulce del año sobre los pórticos de las pequeñas ciudades de provincia, sobre los pueblos que aún saben a nieve, sobre los apenínicos rebaños: en los escaparates de las capitales los nuevos colores de las telas, los nuevos vestidos como en límpidas hogueras dicen cuánto hoy se renueva el mundo, qué distintos gozos desahoga... Y poéticas en el pueblo se vuelven las bajezas que, plebeya, la burguesía inventa según su egoísmo, y no se empaña el dialecto, que es alegría absoluta, por aquellas palabras descendidas de una lengua viciosa, impía: inventadas las últimas en una nación que sin orden se empuje en el presente más impuro, y llameantes de actualidad, tiña sus contradas extensión se usa para indicar los barrios desfavorecidos, suburbanos; en este caso de la ciudad de Nápoles. 279 con piú violenza, dell’arcaico colore: dentro la seconda metà del secolo cosí si cala, senza nessun amore se non quello pel suo vivere cieco in una vita improvvisata, in una incolore confusione di colori, questa patria che nei trivi raduna non vivi, ma figli di vivi, milioni d’uomini che l’impurezza accomuna. E già le nuove generazioni irrompono: nel popolo ecco gioventú barbariche che ancora il dopoguerra corrompe e vizia; nella borghesia, son cariche di Umanità consunta se attestata dai padri: non resta a esse che odio e pregiudizio, e inutilmente è data loro, nell’abbrivo dei paterni modi, una salute livellatrice che placa! Nati figli di uomini non trovano che un solo modo di essere Uomo. In essi, puro nome, si rinnova la libertà e appare puro suono la stessa carne, nell’istituzione in cui il mondo sofferto nei sensi è uno in un’unica ragione. E il mondo e essi sono altrove, immersi in un mistero non espresso dal suo nome. 280 con más violencia del color arcaico: dentro de la segunda mitad del siglo así cae, sin ningún otro amor que no sea el de su ciego vivir en una vida improvisada, en una confusión incolora de colores, esta patria que en las encrucijadas reúne no vivos, sino hijos de vivos, millones de hombres que la impureza une. Y ya las nuevas generaciones irrumpen: en el pueblo he aquí juventudes barbáricas que todavía la posguerra corrompe y vicia; en la burguesía están cargadas de humanidad consumida si la atestiguan los padres: no les queda sino el odio y prejuicio, ¡e inútilmente se les da, en el ímpetu de los modos paternos, una salud niveladora que alivia! Nacidos hijos de hombres no encuentran más que un solo modo para ser Hombre. En ellos, puro nombre, se renueva la libertad y aparece sonido puro la carne misma, en la institución donde el mundo sufrido en los sentidos es uno en una razón única. Y el mundo y ellos están en otro sitio, inmersos en un misterio no expresado por su nombre. 281 II O Italia, sei in chi ha di te pura passione; in queste scure genti irreligiose dove è nata la tua Religione; in queste provincie, in queste corrose città in cui con schiavo cuore il popolo crede di saperti, e di te non sa che ciò che di te splende nel suo fuoco (splendente solo nella sua beltà): ti esprime, egli, inespresso, nel suo poco esistere — un’unica generazione — ma intera: nei suoi giorni è la storia che nasce, tutta pura, la nazione che è nell’atto e non nella memoria. Oh, un’ora in te, nel rumore d’acque sorgenti in cui la tua natura si muta in storia nel gridío di SpaccaNapoli, nei fumi della pianura lombarda dura d’echeggiante pace, nella settecentesca Roma, ferma nel marrone degl’intonachi di via Condotti e le pietre di bruna perla di Piazza di Spagna in rapita allegria; giú pei quartieri, con le calde pareti 282 II Oh Italia, estás en quien de ti tiene pasión pura; en esta oscura gente irreligiosa donde nació tu religión; en estas provincias, en estas ciudades corroídas donde, con corazón esclavo el pueblo cree que te conoce y de ti no sabe sino aquello que de ti resplandece en su fuego (esplendoroso sólo en su belleza): te expresa, él, inexpresado, en su escasa existencia — una única generación — pero entera: en sus días se halla la historia que nace enteramente pura, la nación que está en el acto y no en la memoria. Oh, una hora en ti, en el ruido de aguas surgiendo en las que tu naturaleza se torna historia en el griterío de Spacca-Napoli86, en los humos de la llanura lombarda dura de retumbante paz, en la Roma del siglo dieciocho, detenida en el marrón de los revoques de via Condotti y las piedras de perla bruna de Plaza de España en raptada alegría; abajo, por los barrios con las calientes 86 Calle popular de Nápoles que divide la ciudad en dos. 283 picaresche, e le sensuali chiese, calanti a Campo dei Fiori, al Ghetto, a Trastevere e a Porta Portese, al Gianicolo ossesso nella quiete. E, dietro, gli infetti rioni rotti sulle scarpate del Tevere, sulle macerie e le immondizie e i barocchi e imperiali archi, Tormarancio, Trullo, Quadraro, Quarticciolo... Dà agli stracci che pendono a migliaia di finestre il sole un biancore che sa di festive caserme, ride e abbaia in ragazzi e cani la felicità. E intorno l’agro sfigurato, dove i taccheggiatori e le puttane e i pischelli allegramente trovano tra cave e feci penombre lontane. Dopo il sole la luna le borgate dilava di luce, alle soglie fangose l’arido buio imbianca, ristà brulla sui lotti dove viziose ghitarre ronzano di felicità. 284 paredes picarescas y las sensuales iglesias, cayendo a Campo dei Fiori, al Gueto, al Trastévere y a Porta Portese, al Gianicolo obseso en la quietud87. Y detrás los infectos barrios rotos sobre las escarpadas del Tíber, sobre los escombros y las basuras y los barrocos arcos imperiales, Tormarancio, Trullo, Quadraro, Quarticciolo...88 El sol, a los trapos que cuelgan de ventanas a miles, da un blancor que sabe a cuarteles en fiesta, ríe y ladra en muchachos y perros la felicidad. Y alrededor el campo desfigurado donde las putas y los chavalitos y los estafadores encuentran alegremente entre cavadas y heces penumbras lejanas. Después del sol la luna derrubia los arrabales de luz, blanquea los umbrales enfangados la árida oscuridad, se vuelve yerma otra vez en las parcelas donde viciosas guitarras zumban de felicidad. 87 Via Condotti es una calle céntrica romana delimitada por la escalera de Trinità dei Monti y la via del Corso. Los demás lugares citados son barrios romanos. 88 Irónicamente no son arcos imperiales sino arrabales romanos. 285 E disegna l’Appennino nel cielo l’ombra di una esistenza piú antica dal cuore piú inespresso e piú intero: nell’Abruzzo o l’Umbria, è la vita della razza che fu; che resta; e ha nuove generazioni, e piú non pare la nostra, e, sopravvissuta, vivrà dopo di noi, tra pascoli e fiumare, in questa sua rurale felicità. E raccolti tra calanchi e crode o su verdi cocuzzoli, scrostati cornicioni e torri intorno a un nodo di recenti strade, vivono appartati i capoluoghi, Stati, non città, in Emilia, in Liguria, le Prealpi, freschi di comunale libertà, oggi dissolta tra le piazze e i campi in calma, padana felicità. O percosse dentro i bianchi muraglioni sull’Jonio o l’Adriatico, azzittate per sempre da antiche incursioni o pestilenze o imposte, con le sguaiate voci del dialetto, non vivono, ma stravivono nei vicoli, nei fondaci sotto i duomi queste affricane città, dove arde, piú cupa se piú gioconda, la meridionale felicità. 286 Y en el cielo dibuja el Apenino la sombra de una existencia más antigua que el corazón más inexpresado y más entero: en Abruzzo o en Umbria es la vida de la raza que fue; que queda; y tiene nuevas generaciones y no parece más la nuestra, y superviviente vivirá tras nosotros, entre rebaños y torrrentes en su rural felicidad. Y recogidos entre calas y peñas o sobre verdes cumbres, decrépitas torres y cornisas en torno a un nudo de carreteras recién hechas, apartadas viven las capitales, Estados, no ciudades, en Emilia, en Liguria, los Prealpes, frescos de libertad municipal disuelta hoy entre las plazas y los campos en tranquila, felicidad padana. O golpeadas dentro de los blancos murallones sobre el Jónico o el Adriático, acalladas para siempre por antiguas incursiones o pestilencias o impuestos, con las voces indecentes del dialecto, no viven sino que extraviven en los callejones, en las fondas bajo las catedrales, estas ciudades africanas, donde arde, más sombría cuanto más dichosa la meridional felicidad. 287 III Ma in quest’ora del vespro o del mattino sulle civili piazze l’incivile, e stupendo, farsi del nostro virgineo Stato, diventa cronaca servile; dove il popolo scolora nella folla stretta in strade, sale d’aspetto, bar, lí sono prosa la poetica camorra, i poetici ozi popolari, lí è il grigio del benpensare folle; folle, cattivo: dove c’è miseria non c’è pietà. La borghesia una pratica nasconde — dietro i sordi doveri — di ferocia plebea, furbeschi peccati di sordidezza; e, dietro la virtú, — il duro interesse a non peccare — il pudore: che imposto non è piú che paura del dono sessuale, già lieta furia e ora schiavitú. Il vizio umano che il vizioso dialetto esprime in canto, o lo intride almeno della creta di chi ancora deve essere, è solo colpa in chi è nel pieno del suo essere: ma si è fermato avanti d’essere Uomo; e la sua misera lingua dice come il suo cuore non avanzi col tempo, non palpiti alla storia. Stinge con sé, in empia prosa, i sacri canti. 288 III Pero en esta hora de la tarde o de la mañana sobre las plazas civiles el incivil y estupendo hacerse de nuestro virginal Estado, se hace crónica servil; donde el pueblo destiñe en el gentío en calles apretado, salas de espera, bares, allí son prosa la poética camorra, los poéticos ocios populares, allí está el gris del loco biempensar; loco, malo: donde hay miseria no hay piedad. La burguesía esconde una práctica — detrás de los sordos deberes — de plebeya ferocidad, astutos pecados de suciedad; y detrás de la virtud, — el duro interés en no pecar — el pudor: que impuesto, no es más que miedo del don sexual, ya alegre furia y ahora esclavitud. El vicio humano que el vicioso dialecto expresa en canto, o lo deslíe por lo menos de la creta de quien aún debe ser, es culpa sólo en quien se halla en lo pleno de su ser: pero se ha parado antes de hacerse Hombre; y su mísera lengua dice cómo su corazón no avanza con el tiempo, no palpita con la historia. Destiñe consigo, en prosa impía, los cantos sagrados. 289 Ah libertà umiliata a possesso sia pur spirituale! e tu, pietà che ti difendi, sentimento oppresso di una sentimentale eredità, piú non sei pietà: chi ama non teme... Si è sperduto lo spirito cristiano in cuori cristiani ancora: geme quasi inconsciamente, al Verano, il passante anonimo che insieme alle chiazze di sangue caldo, vede, sul selciato, il cartoccio del pane e verdura del ragazzo con il piede staccato dal tram, nel triste panico mattutino rincorso. A mezzogiorno mille tram saran passati, un cane avrà azzannato quel pasto, e intorno la luce avrà cancellato le grame tracce del fanciullo che ritorno non doveva fare ai lieti lotti di Tiburtino. E come irrompe, come irrompe liberamente su dai fiotti di una vita di gioia, e prende nome d’Italia, poetica, la storia, non fa che ricadere, nel silenzio di una vita di miseria, la cronaca: e là 290 ¡Ah libertad humillada a la posesión aunque sea espiritual! y tú, piedad que te defiendes, sentimiento oprimido de una sentimental herencia, ya no eres piedad: quien ama no teme... Se ha extraviado el espíritu cristiano en corazones aún cristianos: gime casi inconscientemente en el Verano el anónimo paseante que ve junto a las manchas de sangre caliente sobre el sendero, el envoltorio de la verdura y del pan del chico, con el pie despegado del tranvía en el triste pánico de la mañana perseguido. Al mediodía mil tranvías habrán pasado, un perro habrá mordido aquellos restos y alrededor la luz habrá borrado las pobres huellas del niño que no debía regresar a las felices parcelas de Tiburtino89. Y cómo irrumpe, cómo libremente irrumpe arriba desde los flujos de una vida dichosa, y toma nombre de Italia, poética, la historia, no hace sino recaer en el silencio de un vida de miseria, la crónica: y allá 89 Barrio periférico de Roma. 291 esprime il male: la donna avvilita che si vende alla borghese empietà... Il ragazzetto che per via Condotti porge fiori; le famiglie assiepate in una stanza di grigiastre, rotte caserme: e, nel brusio della borgata, la rissa, il giovane che caccia il coltello dalla calda saccoccia, e nella striscia di sangue che già riga la guancia sporca del capoccia, il rossore della cristiana empietà... E nei ciechi Appennini il cieco sonno, il tanfo, del pastore che alle pecore e all’onore si aggrappa: unico, fondo incubo di giustizia in cuore al cieco suo paese pagano. Ma non dorme e sta con la morte già sparsa nel petto, crocifisso, il disoccupato tra le rotaie, in cui dura si riflette, dai fari, la nazionale empietà... IV Ah, noi che viviamo in una sola generazione ogni generazione vissuta qui, in queste terre ora umiliate, non abbiamo nozione vera di chi è partecipe alla storia 292 expresa el mal: la mujer envilecida que se vende a la burguesa impiedad... El muchachito que por via Condotti entrega flores; las familias amontonadas en una habitación de grisáceos cuarteles rotos: y en el murmullo del arrabal, la riña, el joven que saca el cuchillo del bolsillo caliente, y en la línea de sangre que ya raja la mejilla sucia del jefe, el rubor de la cristiana impiedad... Y en los ciegos Apeninos el sueño ciego, el hedor del pastor que a las ovejas y al honor se agarra: única y honda pesadilla de justicia en el corazón de su ciego país pagano. Pero no duerme y está ya con la muerte derramada en el pecho, crucificado, el desempleado entre los raíles donde dura se proyecta, por los faros, la nacional impiedad... IV Ah, nosotros que vivimos en una sola generación cada generación vivida aquí, en estas tierras ahora humilladas, no tenemos noción verdadera de quién participa en la historia 293 solo per orale, magica esperienza; e vive puro, non oltre la memoria della generazione in cui presenza della vita è la sua vita perentoria. Nella vita che è vita perché assunta nella nostra ragione e costruita per il nostro passaggio — e ora giunta a esser altra, oltre il nostro accanito difenderla — aspetta — cantando supino, accampato nei nostri quartieri a lui sconosciuti, e pronto fino dalle piú fresche e inanimate ère — il popolo: muta in lui l’uomo il destino. E se ci rivolgiamo a quel passato ch’è nostro privilegio, altre fiumane di popolo ecco cantare: recuperato è il nostro moto fin dalle cristiane origini, ma resta indietro immobile quel canto. Si ripete uguale. Nelle sere non piú torce ma globi di luce, e la periferia non pare altra, non altri i ragazzi nuovi... Tra gli orti cupi, al pigro solicello Adalbertos komis kurtis! i ragazzini d’Ivrea gridano, e, pei valloncelli di Toscana, con strilli di rondinini: Hor atorno fratt Helya! La santa violenza sui rozzi cuori il clero 294 sólo por oral experiencia mágica; y vive puro, no más allá de la memoria de la generación en cuya presencia de la vida es su vida perentoria. En la vida que es vida ya asumida en nuestra razón y construida para nuestro pasaje — y que alcanza ahora a ser otra, más allá de nuestra encarnizada defensa — espera — cantando supino, acampado en nuestros barrios para él desconocidos, y listo desde las más frescas e inanimadas eras — el pueblo: muda en él el hombre su destino. Y si nos dirigimos a aquel pasado que es nuestro privilegio, otras riadas de pueblo he aquí que cantan: recobrado se encuentra nuestro movimiento desde los cristianos orígenes, pero se queda atrás, inmóvil aquel canto. Se repite igual. En las noches no más antorchas sino globos de luz, y no parece la periferia otra, ni otros los nuevos chicos... Entre los huertos sombríos, en el perezoso solecillo Adalbertos komis kurtis! los chiquillos de Ivrea gritan, y por los suaves valles de Toscana, con chillidos de pequeñas golondrinas: Hor atorno fratt Helya! La santa violencia en los toscos corazones el clero 295 calca, rozzo, e li asserva a un’infanzia feroce nel feudo provinciale l’Impero da Iddio imposto: e il popolo canta. Un solenne concerto di scalpelli sul Campidoglio, sul nuovo Appennino, sui Comuni sbiancati dalle Alpi, risuona, giganteggiando il travertino nel nuovo spazio in cui s’affranca l’Uomo: e il manovale Dov’andastù jersera... ripete con l’anima espanta nel suo gotico mondo. Il mondo schiavitú resta nel popolo. E il popolo canta. Apprende il borghese nascente lo Ça ira, e trepidi nel vento napoleonico, all’Inno dell’Albero della Libertà, tremano i nuovi colori delle nazioni. Ma, cane affamato, difende il bracciante i suoi padroni, ne canta la ferocia, Guagliune ’e mala vita!, in branchi feroci. La libertà non ha voce per il popolo cane. E il popolo canta. Ragazzo del popolo che canti, qui a Rebibbia sulla fradicia riva dell’Aniene la nuova canzonetta, vanti è vero, cantando, l’antica, la festiva sventatezza dei semplici. Ma quale dura certezza tu sollevi insieme d’imminente riscossa, in mezzo a ignari 296 tosco calca, y los somete a una infancia feroz en el feudo provincial el Imperio por Dios impuesto: y el pueblo canta. Un solemne concierto de cinceles sobre el Capitolio, sobre el nuevo Apenino, sobre los Comunes blanquedos por los Alpes, resuena, descollando el travertino en el espacio nuevo donde se franquea el Hombre: y el peón Dov’andastù jersera... repite con el alma esparcida en su gótico mundo. El mundo esclavitud permanece en el pueblo. Y el pueblo canta. Aprende el burgués naciente el Ça ira y ansiosos en el viento napoleónico, al Himno del Árbol de la Libertad, tiemblan los nuevos colores de las naciones. Mas, perro hambriento, defiende el bracero a sus amos y canta su fiereza, Guagliune ’e mala vita! en manadas feroces. La libertad no tiene voz para el pueblo perro. Y el pueblo canta. Muchacho del pueblo que cantas aquí en Rebibbia por la orilla empapada del Aniene la nueva cancioncilla, alabas cantando, es cierto, la antigua y festiva distracción de los simples. Pero, ¿tú qué dura certeza levantas, conjunto de inminente desquite entre ignorantes 297 tuguri e grattacieli, allegro seme in cuore al triste mondo popolare? Nella tua incoscienza è la coscienza che in te la storia vuole, questa storia il cui Uomo non ha piú che la violenza delle memorie, non la libera memoria... E ormai, forse, altra scelta non ha che dare al suo tremore di giustizia la forza della tua felicità, e alla luce di un’èra che inizia la luce di chi è ciò che non sa. 298 tugurios y rascacielos, alegre semilla en el corazón del triste mundo popular? En tu inconsciencia está la conciencia que en ti la historia quiere, esta historia donde el Hombre no tiene más que la violencia de las memorias, no la libre memoria... Y quizá ya no tenga otra salida que dar a su temblor de justicia la fuerza de tu felicidad, y a la luz de una era que empieza la luz de quien es lo que no sabe. 299 Scrivendo «Il canto popolare» I Ragazzi di un popolo riversato nei vicoli nelle borgate al gioco irreligioso, antico, belli della belleza del rione, del vizio, sgolati e ironici, vecchi nell’inizio della vita, recenti nella vecchiezza della nazione che li esprime: fatti quasi ardenti campioni di una razza che un’allegria assoluta 300 Escribiendo «El canto popular» 90 I Muchachos de un pueblo derramado en los callejones en los arrabales al juego irreligioso, antiguo, bellos de la belleza del barrio, del vicio, degollados91 e irónicos, viejos en el inicio de la vida, recientes en la vejez de la nación que los expresa: hechos casi ardientes campeones de una raza que una alegría absoluta 90 [Nota de W. S.: Este poema inédito se encontraba mecanografiado en una carpeta de Pasolini junto a las primeras redacciones de «El canto popular».] 91 Nótese que en el original ‘degollados’ significa con los cuellos desnudos. 301 nel vivo del dialetto in tipi eterni muta, dentro la scura scorza della razza italiana la loro debolezza è la loro forza... II È cessata la pioggia sul sobborgo latino e riluce il crepuscolo al canto di un bambino. Di millenni quel canto ha civiltà e barbarie cittadine e campestri come di mille Italie. D’oggi solo quel canto ha senso e passione: benché puerile in esso c’è intera la nazione, il gergo popolare nel suo estremo colore, 302 en lo vivo del dialecto muda en eternos tipos, dentro de la corteza oscura de la raza italiana, su debilidad es su fuerza... II Ha cesado la lluvia sobre el suburbio latino y reluce el crepúsculo al canto de un niño. Ese canto de milenios tiene civilizaciones y barbaries ciudadanas y campestres como de mil Italias. Ese canto de hoy sólo tiene sentido y pasión: aunque pueril en él se halla la nación entera, la jerga popular en su color extremo, 303 il senso volgare d’allegrezza, d’onore, di tragica incuranza. Rebibbia, Portonaccio, borgate infangate di caldo cappellaccio, nel disperato cielo con la luna che avanza, sulle strade perdute in voci, risse e canti, al lume che allo spiovere rende assoluta l’aria tornano forme pure, sono assoluta Italia. III Luna, ancor bagnata dalla pioggia, l’Italia attende in sconfinata pace la luminaria tua, incolume nei secoli: e questa è solo una delle tue sere, eroica perché l’ultima, luna che lieta sgorghi... E io, qui, unico, ridicolo 304 el vulgar sentido de alegría, de honor, de trágico descuido. Rebibbia, Portonaccio, arrabales enfangados de toscas calientes en el cielo desesperado con la luna que avanza sobre las calles perdidas en voces, riñas y cantos, bajo la luz que al escampar vuelve absoluto el aire, se tornan formas puras, son absoluta Italia. III Luna, aún mojada por la lluvia, Italia atiende sin confin en paz tu luminaria incólume en los siglos: y es ésta sólo una de tus noches, heroica porque última, luna que alegre brotas... Y yo aquí, único, ridículo 305 cristiano, in quest’umida contrada senza Dio. IV Luna domenicale a te muto il sobborgo ancor umido offre la vita popolare che appena desta già è matura, antica, nel giorno e nel tempo: la sua felicità è profonda quanto la sua miseria. Ride e piange l’Italia se da qui, col canto d’un ragazzo, improvviso, il suo esistere esprime. Luna domenicale, io, se sono vivo, lo sono in questa terra, lo sono per la gioia di conoscerla, e darmi ad essa per averla. 306 cristiano, en esta húmeda contrada sin Dios. IV Luna dominical, a ti el suburbio mudo y húmedo aún ofrece la vida popular que apenas despertada ya está madura, antigua en el día y en el tiempo: su felicidad es tan profunda como su miseria. Italia ríe y llora si desde aquí un chico, con canto improvisado, expresa su existencia. Luna dominical, yo, si estoy vivo, lo estoy en esta tierra, lo estoy por la dicha de conocerla, y darme a ella para tenerla. 307 Il motivo di Charlot Sulle lenzuola calde, contorte abbandonato come un ubriaco o come un crocifisso, molle, appena tolto dalla croce, è la cieca inazione di un disgusto senza la purezza che dà al peccato luce d’espressione, — la rinuncia del malato che carezza il vecchio male — che qui mi tiene: e non è notte; è già mattina, una brezza calda fiata nella camera piena di me, del mio letto bianco e infuocato; e, fuori, abbacina, già alta, la serena giornata estiva. Che tutto sia peccato sensuale, bassezza e estasi di carne — eccheggiando per il dimenticato 308 El motivo de Charlot 92 Sobre las sábanas calientes, arrugadas, como un borracho abandonado o como un crucificado blando, apenas bajado de la cruz, es la inacción ciega de un disgusto sin la pureza que da al pecado luz de expresión — la renuncia del enfermo que acaricia el viejo mal — que me retiene aquí: y no es noche; es mañana ya, una brisa cálida sopla en la habitación llena de mí, de mi abrasada cama blanca; y ahí fuera, alta ya, ciega la serena jornada veraniega. Que todo sea pecado sensual, bajeza y éxtasis de carne — resonando por el barrio 92 [Nota de W. S.: Este poema inédito —e inacabado— ha sido encontrado en la misma carpeta que el también inédito «En el aeropuerto», y se fechan durante la primavera y el verano de 1953.] 309 quartiere — è una povera radio a darne nuova certezza, con pazza nostalgia. Sparge intorno con foga calde e scarne musiche di ballo; e allegria popolare accora la borgata, cosí viva, recente; l’arsa via festante di ragazzi e cani, il bucato di stracci in cui sventola la miseria... Ah, beata la vita altrui, beata l’umile colpa dei loro desideri! 310 olvidado — una pobre radio lo dice con nueva certeza, con nostalgia loca. Expande en torno, con ardor, desnudas y cálidas músicas de baile; y alegría popular aflige al arrabal tan vivo, reciente; la ardida calle festiva de chicos y perros, la colada de trapos donde se agita la miseria... Ah, ¡feliz la vida de los demás, feliz, la humilde culpa de sus deseos! 311 All’aeropor to Appare il sole. E percuote le ali, gli asfalti. Tenero come latte tra le sfatte nubi, un azzurro siderale ne sbianca, e i lastrici dell’Appia proiettano spettri d’oro negli ornati della pioggia marrone che si smaglia densa ancora sui greggi accoccolati, impalpabile sugli alluminii che abbagliano sfumando, sui trimotori incendiati... E là, sotto quel cielo d’un gennaio rotto da nero e argento primaverile, nell’immensa calotta in cui già gaio profuma l’agro, regali e servili, degli uomini lavorano, formiche assorte 312 En el aeropuer to 93 Aparece el sol. Y percute las alas, los asfaltos. Tierno como leche entre las nubes deshechas, lo empalidece un azul sideral, y el empedrado de la Appia94 proyecta espectros de oro en los adornos de la lluvia marrón que se estropea densa aún sobre los rebaños acurrucados, impalpable sobre los aluminios que deslumbran difuminando, sobre los trimotores incendiados... Y allá, bajo aquel cielo de un enero roto por negro y plata primaveral, en la cúpula inmensa donde, dichoso ya, perfuma el campo, reales y serviles, unos hombres trabajan, hormigas absortas 93 [Nota de W. S.: Está compuesto de dos estrofas que mantienen el mismo esquema métrico de «El canto popular».] 94 La Appia es una antigua vía romana de adoquines construida por Appio Claudio el Ciego que unía Roma y Capua. Ya que las leyes romanas prohibían los cementerios urbanos esta vía está bordeada, a lo largo de su extensión, por catacumbas y sepulturas. 313 intorno a casse, baracche, camionette, con sopite grida, facce sconvolte da umili ironie, espressioni grette di gratitudine. 314 en torno a cajas, chabolas, camionetas, con gritos adormecidos, caras descompuestas por humildes ironías, expresiones avaras de gratitud. 315 Domenica all’Acqua Acetosa Che vita è entrata in voi a mutare le vostre povere vite di svegli giovincelli eroi e di ragazzette assopite? C’era un modo diverso di capirvi, se, maschi, vi scoprite senza pudore, tranquilli dal ciuffo al cavallo dei calzoni, e, femmine, ristampate i sigilli sulle gote baciate, sulle chiome scomposte, tornando alla pace del vostro mistero senza nome? 316 Domingo en el Acqua Acetosa 95 ¿Qué vida ha entrado en vosotros a mudar vuestras pobres vidas de héroes jovenzuelos despiertos y de muchachitas adormecidas? ¿Había una manera distinta de entenderos, si, varones, os descubrís sin pudor, tranquilos desde el mechón hasta los pantalones, y, hembras, volvéis a estampar los sellos en las mejillas besadas, en las melenas deshechas, volviendo a la paz de vuestro misterio sin nombre? 95 [Nota de W. S.: Escrito en los primeros meses de 1957. Posterior a la composición de «La Tierra de Trabajo». Se encuentra en la misma línea de Las cenizas de Gramsci. Fue publicado junto a una breve nota de Alberto Moravia, como prefacio a un catálogo de la pintora Anna Salvatore. Pasolini intenta mirar con ojos de mujer, y los muchachos aparecen como hermafroditas: «...né puri né corrotti».] El lungotevere dell’Acqua Acetosa —‘agua avinagrada’— se halla entre la orilla del Tíber y el límite del parque de Villa Glori, por la periferia norte de Roma. 317 Intanto misteriosamente tace anche il tramonto intorno, troppo acre e violaceo per chi è alla fine del suo allegro giorno. Non si sente una bestemmia — perso è anche il lezzo delle feci: tornano in desolati eserciti nel terso lume a cantare gli insetti. Verso la curva del Tevere, verso la Grotta Rossa o i violetti campi di Prima Porta, silenzio. Solo su questi giovinetti — loro, i maschi, senza piú forza, abbandonati sul freddo dell’erba, e le femmine, vive nella morta tenerezza — il sole riverbera senza luce. C’era dunque un altro, ignoto modo di amarli: era, la loro vita, acerba, 318 Entretanto misteriosamente calla en torno incluso el atardecer demasiado agrio y violáceo para quien se halla al final de su alegre día. No se oye una blasfemia — perdido también el hedor de las heces: los insectos, en ejércitos desolados bajo la límpida luz vuelven a cantar. Hacia la curva del Tíber, hacia la Grotta Rossa o los campos violetas de Prima Porta96, silencio. Sólo sobre estos jovencitos — ellos, los varones, sin más fuerza, abandonados en la hierba fría, y las hembras, vivas en la muerta ternura — reverbera el sol sin luz. Había luego otra ignota manera de quererlos: era entonces su vida 96 La Grotta Rossa —‘gruta roja’— y Prima Porta —‘puerta primera’— son barrios periféricos del norte de Roma, entre las serpentinas curvas del Tíber. 319 dunque, il loro corpo senza moto, il loro cuore in solitudine, caldo solo negli occhi il loro fuoco. In questi quadri compitati e crudi dite — voi, giovincelli assopiti, sveglie ragazzette — che inquietudine e malinconia, sono i veri vostri miti? Fino a sospingere, con oscura violenza di serali ermafroditi, chi con ansia puerilmente pura vi ritrae, troppo dolci e seri, a fare qualcos’altro che pittura? Io so che in questi quartieri che atrocemente rosa vi circondano non si può essere leggeri che per cinismo, giocondi che per empietà: eppure sento che è abbastanza grande il mondo per contenervi anche cosí, spenti, ormai non piú né puri né corrotti, a conoscere d’improvviso il silenzio... 320 acerba, su cuerpo sin movimiento, su corazón en soledad, caliente solamente en los ojos su fuego. ¿En estos cuadros deletreados y crudos decid — vosotros, jovenzuelos adormecidos, despiertas muchachitas — qué inquietud y melancolía son vuestros verdaderos mitos? Hasta empujar hacia adelante, con oscura violencia de atardeceres hermafroditos, ¿quién con ansia puerilmente pura os pinta, demasiado dulces y serios, haciendo otra cosa que no sea pintura? Yo sé que en estos barrios atrozmente rosas que os circundan no se puede ser ligeros sino por cinismo, dichosos sino por impiedad: no obstante siento que es bastante grande el mundo para conteneros aun así, apagados, ya no más puros ni corrompidos, a conocer de repente el silencio... 321 Che è abbastanza grande la vita per ridursi ai quattro ardenti lotti che vegliano sulla campagna sfinita, a un paio di grossi e neri occhi. 322 Que es bastante grande la vida para reducirse a las cuatro ardientes parcelas que velan sobre la campiña agotada, a un par de grandes ojos negros97. 97 [Nota de W. S.: Anna Salvatore fue una pintora que durante los años 50 fue bastante conocida por sus cuadros de tema popular, aunque también se dedicó al retrato, sobre todo del mundo intelectual romano de la época. El gran cuadro al que hace referencia el poema se titulaba precisamente así, «Domingo en el Acqua Acetosa», y representaba un grupo de chicos y chicas tumbados y relajados en un prado, descansando un domingo. Este cuadro, por cierto, fue comprado por Federico Fellini.] 323 ÍNDICE INTRODUCCIÓN .................................................... 7 REFERENCIAS CITADAS ....................................... 20 LE CENERI DI GRAMSCI (POEMETTI) ....................... LAS CENIZAS DE GRAMSCI .................................... 21 21 L’Appennino ...................................................... El Apenino ....................................................... Il canto popolare ................................................ El canto popular ............................................... Picasso ............................................................... Picasso .............................................................. Comizio ............................................................ Comicio ............................................................ L’umile Italia ..................................................... La humilde Italia .............................................. 22 23 50 51 62 63 84 85 98 99 Quadri friulani .................................................. Cuadros friulanos ............................................. 118 119 Le ceneri di Gramsci .......................................... Las cenizas de Gramsci ..................................... 140 141 Recit .................................................................. Récit ................................................................. 174 175 325 Il pianto della scavatrice ..................................... El llanto de la excavadora .................................. 190 191 Una polemica in versi ........................................ Una polémica en versos .................................... 234 235 La Terra di Lavoro ............................................. La Tierra de Trabajo ......................................... 256 257 APPENDICE ........................................................... APÉNDICE ............................................................ 272 273 Il canto popolare (1952-53) ............................... El canto popular (1952-53) .............................. 274 275 Scrivendo «Il canto popolare» ............................ Escribiendo «El canto popular» .......................... 300 301 Il motivo di Charlot ........................................... El motivo de Charlot ........................................ 308 309 All’aeroporto ...................................................... En el aeropuerto ............................................... 312 313 Domenica all’Acqua Acetosa ............................... Domingo en el Acqua Acetosa .......................... 316 317 326