Séptimo principio: Los Estados cumplirán de buena fe las obligaciones contraídas por ellos. María José Henao Gaviria. Carolina López Olea. Rosa Elvira Soto Caraballo. El derecho internacional encuentra sus antecedentes en el ius Gentium romano (derecho común de los pueblos), este concepto se ha ido ampliando hasta llegar a catalogarlo como “ius inter gentes” al aplicarlos a los pueblos políticamente organizados. Históricamente el derecho internacional público surge como el derecho común de los estados y es fruto de la evolución de nuevos sujetos internacionales, es decir, aquellas entidades destinatarias de las normas jurídicas internacionales. Con el paso de los años se ha dado un cambio trascendental en las relaciones internacionales y en el orden internacional, sus prioridades se han ido ajustando a la realidad y a las esferas de los sistemas jurídicos nacionales donde son aplicadas las fuentes del derecho internacional público; en un principio cuando se hablaba de apaciguar guerras o hacer cambios de productos para el mejoramiento de su economía interna, principios claves en el inicio del DIP, se han ido sumando otros elementos de vital importancia en esta rama. Observando que los grandes cambios a nivel político, económico y social y el progreso tecnológico que ha tenido lugar en el mundo desde la aprobación de la Carta de las Naciones Unidas, hacen que alcancen mayor importancia estos principios y la necesidad de emplearlos de forma más efectiva en la conducta de los Estados. Entre unos de los tantos propósitos fundamentales de la Organización de las Naciones Unidas se establecen el mantenimiento de la paz, la seguridad internacional, el fomento de las relaciones de amistad y de la cooperación entre las naciones, que los pueblos de las Naciones Unidas estén destinados a practicar la tolerancia y a convivir en paz como buenos vecinos, Teniendo presente la importancia de mantener y fortalecer la paz internacional constituida en la libertad, la igualdad, la justicia y el respeto de los derechos humanos fundamentales y de promover relaciones diplomáticas entre las naciones, independientemente de las discrepancias existentes entre sus sistemas políticos, económicos y sociales o sus niveles de desarrollo. En la carta de las naciones unidas o Carta de San Francisco firmada el 26 de junio de 1945 al terminar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional se constituyen unos principios básicos de derecho internacional, este tratado por medio del cual se funda a la ONU insta a que todos los Estados tomen como base a estos en su comportamiento internacional y a que desarrollen sus relaciones mutuas sobre el estricto cumplimiento de esos principios. Con base en lo establecido en la propia Carta, en especial al señalar en su artículo 2.2 donde nos manifiesta que todo Estado debe cumplir de buena fe las obligaciones contraídas en virtud de acuerdos internacionales válidos con arreglo a los principios y normas de derecho internacional universalmente reconocidos, en su calidad de tratado internacional, “la Carta codifica los principios fundamentales de las relaciones internacionales, desde la igualdad soberana de los Estados hasta la prohibición del empleo de la fuerza en las relaciones internacionales en cualquier forma que sea incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas” (ONU, 2008: 4). Cuando estas obligaciones se deriven de acuerdos internacionales y se encuentren en conflicto con las obligaciones de los Miembros de las Naciones Unidas en virtud de la Carta, prevalecerá la de la carta de la organización de los estados miembros de las Naciones Unidas; este es quizás el principio de mayor importancia para poder lograr el mantenimiento de la paz y de la seguridad internacional y para la realización de los demás proyectos de las Naciones Unidas; A través de este artículo 2.2 se garantiza que su espíritu permanezca activo y efectivo, y no se disipe el verdadero propósito por el cual se creó la Organización ; no obstante, la Resolución 2625 amplía la obligación a todos los Estados, independiente de su membresía. La fijación de todas las normas que componen al derecho internacional en la mencionada resolución lleva a que, las manifestaciones que demanden respeto, sujeción y promoción sean consideradas dentro de este principio. ¿Qué significa que un comportamiento ha de ser “conforme a la buena fe”? ¿Que es “lo que conviene a la buena fe”?, esta expresión implica no solo el mantenimiento de la palabra dada sino que asume un grado de mayor complejidad, mutando profundamente su significado sustancial en el sentido de reclamar de parte de los contratantes la observancia de un comportamiento inspirado en un patrón de lealtad. Exige de los contratantes no simplemente la ejecución literal de las promesas, sino conducirlas a su cumplimiento sin dolo, o sea en un modo coherente con los criterios de lealtad y honestidad; la buena fe es uno de los principios vitalizadores del derecho, es una noción moral, que si en caso tal de que se llegare a suprimir todo el derecho internacional cae por su base. En el ámbito internacional es de suma importancia el estudio de la responsabilidad de los Estados por hechos ilícitos derivados del incumplimiento de sus obligaciones como sujetos de derecho internacional, esto con el fin de reconocer los mecanismos jurídicos utilizados en la práctica internacional frente a los hechos ilícitos internacionales. El derecho internacional con sus normas convencionales y consuetudinarias establece obligaciones para los estados o en concreto para los sujetos del derecho internacional, la norma del “pacta sunt servanda” alimenta no solo al derecho internacional sino también a todo el sistema jurídico, prescribe la obligatoriedad de los pactos entre Estados y se puede equiparar al enunciado del derecho interno de que los pactos legalmente celebrados deben ser puntualmente cumplidos. La jurisdicción internacional se ha pronunciado por considerar como parte integrante de esta norma el cumplimiento de buena fe de las obligaciones. Un Estado soberano que ha ratificado un tratado internacional se compromete a cumplir con el contenido y objeto de este y a ceñirse al cumplimiento de su mandato. En caso tal de que se dé pie a un incumplimiento de este, sería sujeto de sanciones que pueden ir desde la suspensión, hasta ser objeto de represalias o demandas por daños y perjuicios al Estado o a los Estados agraviados. Claro ejemplo del no cumplimiento de un compromiso internacional fue la salida del Gobierno panameño del Parlacen, mediante la Ley 78 del 11 de diciembre de 2009, pues las normas que rigen en materia de tratados internacionales son normas de carácter imperativo y de obligatorio cumplimiento, en otras palabras, son normas de ius cogens. En los casos en los que no se cumplan las obligaciones internacionales de manera voluntaria, los mismos sistemas jurídicos internacionales prevén sistemas de control internacional, los cuales limitan la voluntad del estado y su actuar ilegitimo, teniendo como punto de referencia a los individuos; esto busca que los Estados y estos mismos individuos en el caso del DIH cumplan con las obligaciones anteriormente pactadas. Para finalizar es necesario mencionar la problemática existente con relación al principio expuesto, pues en muchos casos, países que adoptan tratados no contienen una legislación interna que los adecue a su ámbito interno, es decir, con esto los Estados quedan sujetos a simples postulados en normas de carácter “programático”, lo que conduce a una falta de legislación adecuada por inacción del legislativo.