¿WTF es la fenomenología?-1 Aldo Castellanos Resumen: La palabra “fenomenología” se resiste a su definición, pues implica conceptos que deben ser aclarados previamente o no han sido debidamente definidos, o cuya interpretación ya implica de por sí una labor “fenomenológica” debido a su subjetividad, lo cual parece contraponerse a la pretensión de objetividad del pensamiento racional. Esto obliga a que, su significado se tenga que referir necesariamente, de manera simultánea, a dos aspectos, al modo de las metáforas, que la acoten por afuera, de manera estática, fijándola a una taxonomía dentro de la filosofía, y por adentro, de manera dinámica, ubicándola en un movimiento en la génesis de la historia del pensamiento, lo cual nos hace preguntarnos más que por la definición de su concepto, por la razón debido a la cual se resiste a ser definida. Palabras clave: fenomenología, filosofía, definición, metáfora. La Enciclopedia de Filosofía de Stanford (SEP, por sus siglas en inglés) define a la fenomenología desde dos puntos de vista: o bien el nombre de una de las disciplinas de la filosofía, o bien el de un movimiento en la historia de la filosofía. Como disciplina –continúa el diccionario- se le puede definir como el estudio de las estructuras de la experiencia o consciencia (las cursivas son mías) lo cual literalmente resulta en el estudio de “fenómenos” tales como la apariencia de las cosas, o las cosas tal y como aparecen a la experiencia, o aun las maneras en que experimentamos las cosas; o sea, los significados que las cosas toman en nuestra experiencia. El asunto es que la fenomenología intenta estudiar la experiencia consciente tal y como es experimentada subjetivamente, desde el punto de vista de la primera persona1… Al margen de la oscuridad de tal definición -que no define nada, pues para arrojar alguna luz requiere determinar el significado de varios otros conceptos utilizados allí tales como los de “cosa”, “estructura” o “consciencia”- podemos utilizarla “fenomenológicamente” para apuntar ciertas consideraciones. En primer lugar, resulta curioso que el intento de definición de tan reconocidísimo diccionario necesite remitirse, tanto al lugar estático al que se ha fijado la palabra “fenomenología” dentro de una taxonomía -clasificada en 1 una de las ramas de la “filosofía”-, como a la dinámica histórica de un movimiento, aseveración que además se encuentra gramaticalmente ubicada en la posición de confirmación dentro del párrafo.2 No cabe duda que esta es una necesidad lógica, pues “la lógica debe hacerse cargo de sí misma” (Ref. Wittgenstein, Notas 1914-1916, 22.8.1914 y Tractatus 5.473) parecida al principio erga omnes que establece la doctrina jurídica para definir a la persona –cuya etimología además, curiosamente, no se refiere al actor, sino al aditamento utilizado en la boca por dentro de las máscaras de teatro para precisamente per-sonar la voz- y que establece que una persona es (jurídicamente) ella debido a que no es ninguna otra, es decir, que Juan es Juan, porque no es Pedro ni Pablo, etc. Y no porque exista ninguna esencia de “juanidad” en Juan. Esto nos remite directamente a la referencia al término de “estructura” que hace la definición y nos hace recordar que en el germen del desarrollo del “estructuralismo” moderno se encuentra el concepto de la arbitrariedad del signo lingüístico de Saussure, que pregona que no hay ninguna “sillidad” en una silla que nos haga pronunciar su nombre. Tal vez no objetivamente, pero sí subjetivamente, para un hablante de español. Igual que si conozco a Juan me puedo ver inclinado a proferir su nombre cuando lo veo, por ejemplo en una foto, o a evocarlo cuando conozco a alguien parecido a él. Obviamente, el problema aquí es que lo que nos dice la definición del SEP forma lo que podríamos llamar una metáfora3 o conjunto de límites difusos4 que obliga a acotarla por afuera y por adentro a través de una intersección que nos recuerda al plano cartesiano. Otra vez, la lógica debe hacerse cargo de sí misma. Como se verá, hasta aquí no hemos avanzado nada. En cuanto al primer aspecto de la definición, el de la ubicación de la fenomenología dentro de la filosofía, podemos referirnos a algún gráfico (Figs. 1 y 2) con la salvedad de 2 que cualquier argumento que podamos avanzar, dado su punto de vista subjetivo, si mantenemos el afán de mantener alguna objetividad, nos arroja, otra vez, necesariamente, a consideraciones sobre la naturaleza de la mente y de ahí a la dicotomía mente-cerebro, por lo cual todo lo que se pueda decir al respecto parece estar ya lógicamente predeterminado (Cfr. Bunge, 1985; Figs. 3-5 ). Entonces, dada esta feroz resistencia a la definición que tiene el término, tal vez debamos de cambiar la pregunta y cuestionarnos: ¿Por qué se resiste a su definición? Referencias. Bunge, Mario (1985) El Problema Mente-Cerebro. Tecnos. Madrid. Enciclopedia Stanford de Filosofía (2013): Fenomenología. Retribuido el 20 de julio de 2019 de: https://plato.stanford.edu/entries/phenomenology/ Hernández, Laura (2000) Ética y Poética; la metáfora en la filosofía del lenguaje de Ludwig Wittgenstein. Disertación doctoral, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa. México. Sowa, John (1984) Conceptual Structures: information processing in mind and machine. Addison-Wesley Publishing Co. Nueva York. Disponible en línea en: https://www.researchgate.net/publication/200043236_Conceptual_Structures_Information_Proc essing_in_Mind_and_Machine_The_Systems_Programming_Series Wittgenstein, Ludwig (1986). Diario Filosófico (1914-1916). Planeta-De Agostini. México. Wittgenstein, Ludwig (1991) Tractatus Lógico-Philosophicus Alianza Universidad. Madrid. 3 Figuras: Fig. 1. Mapa conceptual de la fenomenología, tomado de: https://maaz.ihmc.us/rid=1RNLQZN7W1NWT13Q-1H0V/Filosof%C3%ADa%20Mapa%20Conceptual.cmap?rid=1RNLQZN7W-1NWT13Q1H0V&partName=htmljpeg Fig. 2. Diagrama de flujo de las principales escuelas del pensamiento moderno. 4 Fig. 3. Cuadrángulo de las oposiciones de Aristóteles. Fig. 4. Las relaciones lógicas en la dicotomía mente-cerebro nos permiten anunciar una serie de planteamientos, mediante el tradicional cuadro aristotélico de oposición, con sus proposiciones universales y particulares, afirmativas y negativas (A, E, I, O, respectivamente) que, aunque de una manera muy incompleta, ofrece una idea de las diversas posibilidades que hay para abordar el problema e inclusive, muchas veces coincide con diversas hipótesis y teorías que se han ensayado al respecto (Bunge, 1985; págs. 26 y 31). 5 Fig. 5. Cuadro de todas las proposiciones posibles a partir de la dicotomía entre la mente y el cerebro. (Bunge, 1985; págs. 26 y 31). Notas: 1 Aquí vale la pena referirse al video de la “experiencia de apuntar” ubicado en https://www.youtube.com/watch?v=5jYbDFyLhgI&list=PLu85n5Nxwmyl8R8vTtHOgO9XAoUhJJ cUw&index=6&t=0s para contextualizar lo que sigue. 2 En lo que se conoce como la estructura canónica del párrafo, éste está constituido por diversos tipos de oraciones según el lugar que ocupan en él, siendo el primero el de la oración tópica o tema, y el último el de su confirmación, al que se llega a través de una serie de desarrollos y ejemplos. 3 En el sentido en el que la define Wittgenstein, para quien una metáfora “sería la trasgresión de los límites establecidos por la definición conceptual, si éstos no fueran límites difusos” por lo que “es un sinsentido místico, intraducible a un enunciado literal (fáctico) en el que las palabras nunca mantienen su significado habitual. (Hernández, págs. 9 y 16, respectivamente). 4 Que la teoría de los límites difusos trata de formalizar mediante un punto de vista probabilístico, extendiendo la incertidumbre a cada paso del razonamiento, originando la llamada lógica difusa. (Sowa, 1984, pág. 17). 6