Relato- 7 de la mañana del dia 4 de julio de 1936; un dia peculiar para mí y para mi familia. En la inmediatez de una mañana calurosa, suena el reloj despertador que me dice que llegó el momento de comenzar, la mejor travesía de mi vida. Una multitud ansiosa espera frente al gran salón cerca de la alcaldía de la ciudad, ansiosos que yo entre por esa gran puerta, de robusto marco blanco, con una gran sonrisa, Pues hoy se conmemora el dia de mi nacimiento y tenemos la costumbre de celebrarlo en familia, en el salón comunal con una reunión de oración por la vida. Hoy en la ciudad hay varias celebraciones al parecer, la tierra parece estar contenta, pues suenan las trompetas y las sirenas características de un evento público, que engalanan una entrada triunfal. Al fondo del salón, el sargento Rengifo quien aguarda firme en compañía de su ejército y una multitud desconocida que danza de aquí para allá. Pasan las horas y por fin escucho mi nombre en el vacío, mis párpados ya cansados y mi vista cegada por destellos incandescentes y el eco que retumba en mis oídos por los gritos de una muchedumbre a mi alrededor. Parpadeo débil y respiro poco, intentando concentrarme en la travesía que me tenían preparada para aquel dia, solo siento un pasillo frio y los sonidos de la ansiedad y el miedo a lo desconocido. Se cierra la gran puerta, de robusto marco blanco y tras ella, Rosalía Rengifo, mi esposa, en compañía de mis hijos, lloran y lamentan mi muerte. Adriana Reina Medicina Narrativa