El Decreto-ley posee vigencia inmediata desde su publicación, siendo sometido posteriormente al control del Congreso. Este control ratifica así la primacía parlamentaria sobre la función legislativa y se produce de acuerdo con las siguientes reglas: a. El Decreto-ley recién promulgado debe ser sometido inmediatamente a debate y votación de totalidad en el Congreso de los Diputados en un plazo máximo de treinta días desde su promulgación en el Consejo de Ministros. b. Dentro de tal plazo el Decreto-ley deberá ser convalidado o derogado. c. La Constitución prevé que durante el plazo de treinta días “las cortes podrán tramitarlos como proyectos de ley por el procedimiento de urgencia” (art. 86.3) Frente al control parlamentario, que admite rasgos tanto jurídicos como de oportunidad, el control jurisdiccional debe ajustarse únicamente a parámetros jurídicos, y puede tener por objeto tanto su regularidad como su legitimidad material, esto es, la constitucionalidad de la regulación en él contenida. Como respecto a toda norma con fuerza de ley, este control jurisdiccional corresponde al Tribunal Constitucional. 2.2. LOS DECRETOS LEGISLATIVOS: TEXTOS ARTICULADOS Y TEXTOS REFUNDIDOS. CARACTERÍSTICAS GENERALES Los decretos legislativos son normas con fuerza de ley dictadas por el Gobierno, en virtud de una autorización expresa de las Cortes denominada delegación legislativa. La delegación legislativa prevista por la Constitución en el art. 82, permite a las Cortes atribuir al Gobierno la potestad de dictar una norma denominada Decreto Legislativo. La Constitución prevé dos tipos de delegación (art. 82.2). 1º.- Formación de textos articulados o códigos o de leyes de gran complejidad técnica o jurídica y se efectúa mediante una ley de bases (art. 82.4). 2º.-Refundir varios textos legales en uno solo, se otorga mediante una ley ordinaria (art. 82.5). En suma, para al colaboración en tareas legislativas que pueden empeñar demasiado esfuerzo o tiempo al legislador, o bien que excedan su capacidad técnica. La Constitución excluye la posibilidad de efectuar una subdelegación en autoridades distintas del propio Gobierno. La delegación legislativa ha de otorgarse de forma expresa, quedando excluida la posibilidad de delegaciones implícitas. La delegación se otorga para su ejercicio por una sola vez: se trata de la atribución de una única potestad normativa, que se agota con su ejercicio. Mientras dura el plazo para el ejercicio de la delegación, el legislador sí tiene temporalmente en suspenso su capacidad para regular la materia sobre la que ha atribuido al Gobierno potestad legislativa, suspensión que es, eso sí, revocable a voluntad del legislador. Así, el Gobierno puede oponerse a la tramitación de cualquier proposición de ley o enmienda contraria a dicha delegación. En cuanto los requisitos de la delegación los arts. 82 y 83 de la Constitución establecen lo siguientes: 1. La delegación del parlamento debe hacerse por una ley de bases cuando su objetivo sea la formación de textos articulados o bien por una ley ordinaria de autorización, cuando se trate de refundir varios textos en uno solo. 2. La delegación puede comprender cualquier materia que las Cortes determinen, salvo las que deban ser reguladas por L.O.. Y tampoco pueden incluir la facultad de modificar la ley de bases ni la de dictar normas con carácter retroactivo. 3. La delegación debe hacerse de forma expresa y con fijación del plazo para su ejercicio. 4. La delegación debe hacerse de forma precisa y las bases han de delimitar con precisión el objeto y alcance de la delegación legislativa y los principios y criterios que han de seguirse. 5. La aprobación de los decretos-legislativos debe hacerse observando las reglas de procedimiento establecidas en los arts. 129 y sgs. Los efectos fundamentales de la delegación son: 1º) Tanto los textos articulados como los textos refundidos tienen el valor de normas con rango de ley en cuanto se acomoden a los términos de la delegación. 2º) Es la de su agotamiento, pues una vez ejercitadas las facultades conferidas por la ley de Delegación no cabe volver sobre ellas. DELEGACIÓN PARA ELABORAR TEXTOS ARTICULADOS Y DELEGACIÓN PARA REFUNDICIÓN DE TEXTOS LEGALES. Delegación para elaborar texto articulados. La Constitución dedica a este tema los artículos 82.4 y 83. Las leyes de delegación que tiene por objeto la formación de textos articulados se denominan leyes de bases. Tales leyes de bases consisten en una serie de enunciados que deben contener los aspectos esenciales de la regulación a elaborar. La ley de bases debe delimitar con precisión el objeto y alcance de la delegación legislativa y debe delimitar con igual precisión “los principios y criterios que han de seguirse en su ejercicio”. Además, la Constitución impone dos limitaciones de carácter material a la delegación mediante la ley de bases. El artículo 93 prohibe que las leyes de bases autoricen al Gobierno para que modifique la propia ley de bases. Por otro lado también se excluye la posibilidad de que la norma a elaborar se dicte con carácter retroactivo. Delegación para refundir textos legales. Debe determinarse el ámbito normativo al que se refiere el contenido de la delegación, especificando, según establece la Constitución, “si se circunscribe a la mera formulación de un texto único o si se incluye la de regularizar, aclarar y armonizar los textos legales que han de ser refundidos”. Esto es, la delegación debe especificar el alcance de la refundición.