Subido por Yehoshua Gutnav

6. Collier, David. (1994) El método comparativo dos décadas de cambio

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EL MÉTODO COMPARATIVO:
DOS DÉCADAS DE CAMBIOS
David Collier
La idea de que la comparación sea «algo bueno» nace directa­
mente de nuestro modo intuitivo de comprender el mundo. La com­
paración aguza nuestra capacidad de descripción y resulta ser un pre­
cioso estímulo para la formación de conceptos. Nos proporciona los
criterios para someter a verificación las hipótesis, contribuye al des­
cubrimiento por vía inductiva de nuevas hipótesis y a la construcción
de teorías. Harold Lasswell, en el artículo que encetaba el primer nú­
mero de la revista «Comparative Politics», afirmaba que la importan­
cia alcanzada por la comparación en un buen análisis es tal que el mé­
todo científico es inevitablemente comparativo (Lasswell, 1968, 3).
Una versión distinta de este artículo aparecerá en Comparative Political Dynarnics:
Globals Research Perspective, compilado por Dakwart A. Rustow y Kenneth P. Erick­
son (Harper and Row, 1991) con ocasión del vigésimo aniversario de la revista «Com­
parative Politics». En la revisión y mejora de este artículo he tenido muchas y valiosas
sugerencias de Kenneth Paul Erickson. Otros comentarios útiles me llegaron de Ruth
Berins Collier, James Fearon, Leonardo Morlino y Deborah L. Norde. Muchas con­
versaciones con Christopher Achen y Merrin Shanks han sido importantes en la for­
mación de mis ideas sobre el método comparado. Achen también me ha hecho útiles
comentarios a este artículo. Esta investigación ha sido financiada con contribuciones
de la Fundación Guggenheim del Social Science Research Council y del Institute of
Governmental Studies de Berkeley.
51
52
David Collier
(
D entro de ese sector de l a ciencia políti ca que es la política c�m- 1
para tiva, e l interés hacia las técnic�s de la comparación está muy vivo; '¡
_
la expresió n «método compar ativo» � e suele usar p ara refenrs� .ª ¡
.
1
a quellos especiales problem as metodologicos planteados por el a ah­
�
sis sistemático de relativamente pocos casos, o de un «N pequeno».
Esta tendencia a analizar pocos casos casi p arece que :enga en p a �te
. del tipo de fenómenos macropolíticos que suelen �studiar los e�pecia­
listas de política comparativa -como las revoluc10ne_s, los re gimenes
p olíticos nacionales y la evolu ción de los esta�os-nac10nes-. El pro­
blema de l N pequeño nace o porque estos fenomenos acaece;1 de ma­
nera relativamente poco frecuente, o porque, cuando son ma� comu­
nes, se piensa que se pueden entender mejor mediante un �mda�oso
análisis de un número relativa mente reducido de observaciones . E n
_
la última dé cada la práctica de concentrarse en pocos casos ha ��c�­
bido un nuevo impulso con el nacimiento de la escue la de «anahsis
histórico-comparativo», en la que el estudio de países durante largos
períodos de tie mpo reduce la posibilidad de tener en cuenta un gran
número de casos nacionales 2•
El estudios o, cuando opta por el estudio de un número de casos
.
_ .
relativamente reducido, se encuentra ante el dilem a tradicional del
que tiene que tratar « con much as varia bles y un N peque?o», como
_
h a dicho Arend Lijphart (1971, 686), dilem a que �a p�oducido un im­
_
portante cuerpo de estudios . Si bien ta les es_tud�os tie1:en ongen en
múltiples ámbitos de la metodología de las ciencias sociales -por lo
que en modo alguno están aislados culturalmente- con todo cabe
'.
considerarl os como un sector distinto de la metodología aplicada,
que se extiende mucho más allá del terreno de la política comp�ra­
tiva, a barcando un amplio espectro de obras que caen de�tro del a�­
bito de la ciencia política, de la sociología, de la econom1a, de la psicología y de la estadística .
El final de los a ños sesenta y los primeros años setenta �an s1d o
_
testig os de un «boom» de tra bajos sobre el método comp ar ativo aph1 En muchos otros sectores la investigación de pocos casos es especialmente fe.
cunda.
· , E n 1 ª me2 Más adelante nos referimos a las obras que se insertan en esta tradº1c1on.
.
dida en que un estudio es longitudinal, el número de casos puede aumentarse med 1ante
_
la comparación en el tiempo. Sin embargo, dado que el objetivo de 1;1ucho_s estudiosos
que realizan análisis histórico-comparados es el de explicar las conf1gurac1ones globales de los estados concretos así como se han manifestado en períodos la�gos, estos_ re­
long1tu·
sultados con frecuencia no pueden desagregarse en �n� serie de observac1ones
_
dinales. Por lo tanto el número de casos puede seguir siendo reducido.
1
t....
El método comparativo: dos décadas
de cambios
53
cado a l os estudios internacionales 3•
Esa literatura h a esta blecido una
serie �e n orm�s y de prác icas p ara los
estudios con un «N pequeñ
�
o»,
ha tra1do a pnmer plano importantes
de bates acerca de cómo llevar a
cabo estos análisis y ha creado en el ámb
ito de la política compa rativa
un terr�no com�n de cu do q ue ha
jugado un importante papel en
� ��
_
la practica de la 1nvest1gac10n de ese
sector disciplinar. Este es el mo ­
�ento_ de valorar l as temáticas del método comp arativo que
se han
d1�cu t1do en los años siguientes y
de considerar sus impli caciones
_
practicas.
�ara ello toma é como punto de partid a el artí
culo de Lijphart
publicado en 1971 �, q ue se destaca de
entre todos los estudios
de ese
período por su síntesis creativ a de
los temas fun damentales de l a
comparación y d e las relaciones entre
el mét odo comparativo
y o tros
s�� tores de la metodología. En mi an
álisis utilizaré la perspectiva de
� tJphar� como punto de partida para p asar revi
sta a los nuevos posi­
c1onam1entos que se han producido e
n las dos décad as siguientes.
La posición de Lijphart
Lijphart define el método comparativ
o como el análisis de un
nú­
mero reducido de casos, de dos a me
nos de veinte. El objeto
p rincipa l
de su artículo (Lijphart, 1971, 683-85
y 691-93) es valorar el método
co1:1parativo en elación a los otros
tres métodos -experimental, es­
�
_
t�d1st1co y estud10 de caso- a la luz
d e d os criterios: a) en qué me­
dida p ermi_ten poner a prueba una
teoría mediante la confrontación
entre explicaciones rivales; b) la difi
cultad de conseguir l os datos ne­
_
cesarios par a emplear cada uno de lo
s métodos (cfr. fig. 1).
El método experimental tiene el gra
n mérito de proporciona
r ro­
bustos criterios de elimi ación de l a
s explicaciones riva les; pero la ­
�
_
mentablemente es 1 mpos1ble crear d
atos exper imentales ad e
cuados
para la mayoría de los temas importa
ntes en los estudios internacio3 Por ejem
plo: Merrit y Rokk n (1966), Kalle
berg (1966), Verba (1967), Smelser
(1968), Lassw ll (1968), rzeworsk�
1 y Teune (1970), Merritt (1970),
�
t
Etzioni y Dubow
(1970), Sarton (1971), L1¡phart (197
1), Vallier (1971), Zelditch (1971),
Armer y Grim­
shaw (1973 ).
4
En el ámbito de esta discusión hay
que poner de manifiesto las concorda
ncias en­
tre el análisis de Lijphart y el exce
lente artículo de Smelser, publicado
anteriormente:
cfr. Smelser (1968). Smelser ha reelabora
do estos análisis en un volumen apar
ecido al­
gunos años más tarde (Smelser, 1976
).
David Collier
54
Método del
estudio de caso
Mérito: permite un
examen intensivo de
casos incluso con re­
cursos limitados.
Problemas intrínse­
cos:: aportación a la
formación de teorías
inferior respecto de
los estudios con más
casos.
Tipos de estudio de
caso:
- ateóricos
- interpretativos
- generadores de hipótesis
- que c onfirman
una teoría
- que debilitan una
teoría''
- estudio de casos
desviantes.
Método
comparado
Método
experimental
Se define corno: análisis siste­
mático de un reducido número
de casos (N pequeño).
Méritos: Elimina las
explicaciones rivales
gracias al control ex­
perimental.
Méritos: «dada la inevitable es­
casez de tiempo, energía y re­
cursos financieros, el análisis
intensivo de pocos casos puede
ser más prometedor que un
análisis superficial estadístico
de muchos casos» (Lijphart,
1971, 685).
Problemas intrínsecos: débil ca­
pacidad de confrontar explica­
ciones alternativas; en especial
el problema de «muchas varia­
bles, pocos casos».
Soluciones posibles:
- aumento del número de ca­
sos
- atención a los casos que se
comparan
- reducción del número de
variables
1. combinando las variables
2. utilizando teorías más par­
s1momosas
55
El método comparativo: dos décadas de cambios
Método del
estudio de caso
Innovaciones en el
método comparado
1. Mayor comprensión de
los tipos de estudio compar ado gue su one una
acentuación de f papel de
las
investigaciones ÍnterNueva defensa
pretativas y la idea de un
del estudio de
«ciclo de investigación»
caso (C amp­
entre los distintos tipos
bell).
(Skocpol y Somers).
2. Posteriores justificaciones
Mejoras de la ti­
del N pequeño
pología de Lijp­
2a. Perseguir un «enfoque
hart de los estu­
configurativo disciplidios de caso
nado» (Verba, Al(E c k s t e i n ,
�
mond y Genco).
George).
2b. Evit:ir el_problema del
«estiramiento concepEl pro ces s tra­
tual» (Sartori).
cing mejora el
2c. Facilitar el procedíanálisis causal
miento de la «descripen los estudios
ción densa» y de o tras
de caso (George
formas de comprensión
y McKeown).
interpretativa (Geertz y
otros muchos).
Crítica de la
2d. Perseguir la profundicontribución de
dad analítica del enfolos estudios de
que «case oriented»
caso en la eva(Ragin).
1 u ación de l as
3. Nuevos debates sobre la
teorías (Achen
solución del problema de
y Snydall).
muchas variables con N
pejueño
3a. E recurso a un mayor
número de casos se sosti��e, pero también se
cnt1ca.
3b. Discusión entre el recurso a casos comparables y el recurso a casos
contrastantes (Lijphart
en contraposición a
Przeworsk1 y Teune).
3c. Nuevas orientaciones
para reducir el número
ae variables junto al recurso a teorías más
fuertes.
Método
experimental
Nuevas perspecti­
vas sobre los estu­
dios de caso:
1.
Problemas intrínse­
cos: El control experimental es imposible
para la mayor parte
de los temas de polí­
tica comparada.
2.
Método estadístico
3.
Méritos: C onfronta
las explicaciones riva­
les mediante el con­
trol estadístico.
4.
Problemas intrínsecos:
Límites de tiempo y
de recursos hacen di­
fícil recoger informa­
ciones adecuadas so­
bre un número de
casos suficiente.
FIGURA 1.-Método comparado según Lijphart (1971).
nales. El método estadístico posee la ventaja, débil pero más preciosa,
de confrontar explicaciones rivales mediante el control estadístico; el
problema es que con frecuencia no es posible recoger una cantidad de
datos fiables lo suficientemente amplia como para poder recurrir a
este tipo de análisis. El método del estudio de caso tiene el gran mé­
rito de permitir al estudioso con poco tiempo y recursos modestos
analizar con atención por lo menos un caso. No obstante, las posibi* Según Lijphart lo máximo que los estudios de caso pueden hacer es debilitar una .
teoría. Según este autor no es posible que un estudio de caso falsifique una teoría.
¡
lt
Difusión de ideas ya conocídas e introducción de nuevas
ideas sobre el diseño de la investigación cuasi-experimental
1. Se difunde la metodología de los cuasi-experimentos y de las series históricas interrumpidas.
2. Caso ejemplar de análisis de series históricas interrumpidas: el estudio de
Campbell Ross sobre los
efectos de os límites de velocidad.
3. La codificación de la
evaluation research contribuye a la difusión de las
i1eas sobre los cuasi-expenmentos.
4. Propuesta de soluciones estadísticas al problema del selection bias en
los cuasi-experimentos.
(Achen)
fc
Método estadístico
�
Nuevas cautelas y nuevas
soluciones
1. Crítica por parte de un
famoso estadístico de la
práctica común estadística
en las ciencias sociales (Freedman).
2. Nuevas técnicas estadísticas relativas al análisis
con un N pequeño.
3. Caso ejemplar de la
al;'ortación de otros estud10sos al perfeccionamiento del análisis estadístico con un N pequeño: el
debate sobre neocorporativismo y desarrollo económico en Europa occidental
(Lange, Garrett, Jackman,
Hicks, Patterson).
FIGURA 2.-Las nuevas perspectivas del método comparado.
56
David Collier
lidades de un control sistemático de las hipótesis son, con mucho,
más limitadas que en los otros métodos. A pesar de ello los estudios
de caso han supuesto una efectiva contribución y Lijphart nos ofrece
una sugestiva tipología del papel que han cumplido los diferentes ti­
pos de estudio de caso en la verificación y en la construcción de las
teorías, proporcionando un excelente examen de los distintos modos
en que pueden ubicarse los estudios de caso en una perspectiva com­
parativa.
El método comparativo, tal como viene definido por Líjphart,
goza de un status intermedio entre las dos dimensiones consideradas.
Sí lo comparamos con el método experimental y el estadístico, ofrece
un fundamento más débil para proceder al control de las hipótesis,
sobre todo debido al problema de las muchas variables con un N pe­
queño, pero, siempre con la finalidad de controlar las hipótesis,
ofrece un fundamento más robusto que el de los estudios de caso. En
efecto, el método comparativo, aunque tenga el problema de disponer
de más variables que casos, permite en cualquier caso la posibilidad
de proceder a análisis sítemátícos, que, sí se utilizan adecuadamente,
aportan una contribución a la confrontación entre explicaciones al­
ternativas.
La aplicación del método comparativo obliga a recurrir a datos
con condiciones más severas que en el estudio de caso, pero menos
estrechas que en una investigación experimental o estadística. Por eso
Lijphart considera que el método comparativo es el adecuado para
investigaciones que dispongan de recursos modestos y sugiere que
esos estudios pueden ser el primer paso hacia el análisis estadístico
(Lijphart, 1971, 685 ).
Lijphart, además de realizar esta triangulación entre enfoques di­
ferentes, trata de encontrar una solución al dilema que plantea al mé­
todo comparativo el problema de muchas variables con un N pe­
queño (Lijphart, 1971, 686 y ss.). Sus respuestas afrontan el dilema
desde ambas vertientes. En lo que se refiere al reducido número de ca­
sos, si los investigadores se detienen antes de alcanzar un estudio esta­
dístico, igualmente pueden aumentar el número de casos y entonces
ampliar el ámbito de la comparación con el fin de controlar las hipó­
tesis. En cuanto al gran número de variables, Lijphart ha sugerido dos
enfoques. En primer lugar, los investigadores pueden concentrarse en
«casos comparables», es decir, sobre casos en que: a) se mezclan mu­
chas variables que no son centrales para el análisis teniendo así «bajo
control» estas variables; b) difieren acerca de las variables cruciales
El método comparativo: dos décadas de cambios
57
que son el centro del análisis, permitiendo evaluar más adecuadamente
su influencia. De manera que en la selección de los casos se introduce
un sustituto parcial del control experimental o estadístico. En se­
gundo lugar, los investigadores pueden reducir el número de variables
combinándolas entre sí o bien recurriendo a la parsimonia teórica, es
decir, a una cuidada elaboración teórica que permita concentrarse so­
bre un número más reducido de factores explicativos.
Por lo tanto, Lijphart nos ofrece una formulación sintética de las
relaciones entre el método comparativo y las otras metodologías, así
como de las posibles soluciones a los dilemas fundamentales plantea­
�os por el problema del N pequeño, intrínseco al método compara­
tivo.
Los desarrollos más recientes del método comparativo
En las dos décadas posteriores al estudio de Lijphart se ha asistido
a numerosas innovaciones en el método comparativo y a un reno­
vado interés hacia aquellas metodologías que ya estaban disponibles
en el momento en que escribía Lijphart. Muchas de esas innovaciones
aparecieron �n trabajos dedicados explícitamente a la metodología de
la comparación con un N pequeño, pero otras aportaciones se pue­
den encontrar en trabajos aparecidos en sectores metodológicos veci­
nos: los métodos experimental y estadístico y el del estudio de caso.
Ello ha dado lugar a una mutua fertilización, de la que se han benefi­
ciado mucho, o deberían beneficiarse, los estudiosos interesados en el
método comparativo. En la fig. 2 se presentan esas innovaciones en
una visión de conjunto. A diferencia de la fig. 1, en la fig. 2 los recua­
dros están unidos por flechas para sugerir la potencial contribución al
método comparativo. Las innovaciones de la metodología de la com­
paración con un N pequeño se pueden sintetizar a la luz de los temas
discutidos hasta ahora, incluidas las nuevas definiciones de los objeti­
vos de la comparación, justificaciones más elaboradas de la oportuni­
dad de concentrarse en pocos casos y nuevas perspectivas para la so­
lución del problema de muchas variables con pocos casos.
Distintos usos de la comparación. En la evaluación del método
comparativo y de sus relaciones con los otros métodos se ha dado
una mayor importancia al hecho de que ese método permite confron­
tar explicaciones rivales. Una de las direcciones seguidas por esta dis-
58
El método comparativo: dos décadas de cambios
David Collier
cusión sobre el método comparativo se refiere a la ampliación de los 1
criterios de evaluación. Quizá el ejemplo más apropiado sea el estu­
dio de los tres tipos de análisis comparativo realizado por Skocpol y
Somers (1980) 5• El primero es el dedicado al examen sistemático de la
covariación entre casos con el objetivo de generar y controlar hipóte­
sis 6• En el segundo el investigador analiza una serie de casos con ob­
jeto de mostrar que muchos de ellos se pueden iluminar de manera
útil mediante un conjunto de conceptos y categorías o por un modelo
concreto. No se realiza ningún control efectivo de la teoría, en
cuanto en realidad el objetivo es el de una demostración paralela de la
teoría. A pesar de que este enfoque no permita al investigador falsear
una teoría, esa manera de utilizar la comparación cumple un papel
importante en la elaboración de teorías en el ámbito de los estudios
internacionales. En el tercer tipo el investigador compara dos o más
casos con el fin de poner de manifiesto sus diferencias recíprocas; de
ese modo se prepara el esquema para interpretar la manera como en
cada uno de los contextos se producen procesos de cambio contras­
tantes. Este enfoque por contraste de los contextos ocupa un papel
central en la vertiente más «interpretativa» de las ciencias sociales y
refleja otro modo en el que, con bastante frecuencia, se recurre a la
comparación.
Skocpol y Somers, además de proporcionar una relación muy ar­
ticulada de los objetivos de la comparación, añaden la fascinante idea
de lo que se podría llamar el «ciclo de la investigación» entre estos
distintos enfoques. Este ciclo nace porque la debilidad inherente a
cualquier enfoque puede ser un estímulo para recurrir a otros enfo­
ques. Por tanto un estudioso que recurre a la «demostración paralela»
puede introducir una nueva teoría tratando de demostrar cómo se
aplica a muchos casos; así un estudioso proclive al <<control de las hi- t
1
pótesis» puede percatarse después de que esa teoría no se adapta a de-. ,•
terminados casos y, a nivel comparativo, formular y verificar hipótesis sobre a qué casos se adapta y a qué casos no. A su vez, un estudio
orientado al control de las hipótesis, que confronta contextos distin- !
tos de manera demasiado apresurada, puede producir una investiga-
!
5 Esta perspectiva ha sido elaborada en Skocpol (1984, cap. XI); una formulación
paralela se encuentra en Tilly (1984, cap. IV).
6
Skocpol y Somers le llaman «análisis macro-causal». Sin embargo, además de los
estudios históricos-comparados que producen y verifican hipótesis y que tienen una
orientación macro, hay otros que tienen una orientación micro y no parece prove­
choso excluirlos de esta categoría. Por ese motivo recurro a esta etiqueta alternativa.
59
ción por «contraste de contextos», en la que otro investigador trate
de dar cuenta con mayor precisión del significado de las diferencias
entre contextos. En definitiva, conviene no limitarse a considerar el
papel de la comparación en la verificación de las explicaciones, sino
más bien ampliar la perspectiva hasta abarcar todos los elementos de
ese ciclo de investigación.
T do esto no quiere decir que la evaluación de las hipótesis no
. �
siga siendo uno de los objetivos principales de la comparación -y
�uchos estudiosos seguirí�n afirmando que es el objetivo principal.
Sm embargo, esta perspectiva más amplia ofrece un valioso informe
de cómo se lleva a cabo el trabajo de comparación en una comunidad
de investigación más amplia, poniendo de relieve muy adecuada­
mente la interacción entre los estudios orientados al control de las hi­
pótesis y los que se realizan con una orientación más interpretativa.
Justificación del N pequeño. Una segunda tendencia se mueve en
dirección hacia una justificación más elaborada de la conveniencia de
concentrarse en un número relativamente pequeño de casos. La ex­
plicación proporcionada por Lijphart, aunque se formule en térmi­
nos incisivos, hoy parece más bien inadecuad:1 en tanto que se refiere
sólo al problema de la carencia de recursos y considera la compara­
ción con un N pequeño como una etapa intermedia en el camino ha­
cia un análisis estadístico más sofisticado. Ya antes disponíamos de
una d�fensa, contenida en las argumentaciones a favor de un enfoque
.
«configuratlvo» (Heckschner, 1957), acerca de la conveniencia de
t:abajar co� u� N pequeño o con estudios de caso; pero esa perspec­
tiva ya hab1a sido expuesta de una manera más interesante un par de
años antes de la publicación del artículo de Lijphart, en el llama­
ir:ie�t� realizado por Verba a favor de un «enfoque configurativo
d1sc1plmado» (Verba, 1967). En su análisis de Política! Oppositions in
Western Democracies (Dahl, 1966), Verba pone de manifiesto la
complejidad de las hipótesis a que se enfrenta en el libro y la dificul­
_ ,
tad de venf1carlas de manera adecuada, como no sea mediante un
pnfundo conocimiento de los casos; de tal modo que Verba llega a
so�tener la conveniencia de recurrir a una investigación orientada en
sen�ido configurativo disciplinado. La formulación de Verba es
atnctiva precisamente porque vincula la orientación al control siste­
mát'.co de las hipótesis y a la construcción de la teoría. Y además une
esa orientación a una evaluación más explícita de la dificultad de
controlar adecuadamente las hipótesis y de la oportunidad de recu-
60
David Collier
rrir, para obtener el mismo objetivo, a estudios de caso realizados
cuidadosamente.
Se podría afirmar que el problema de un adecuado control de las
hipótesis deriva de la escasez de recursos. Con un trabajo lo suficien­
temente amplio de un número suficientemente alto de expertos, éstos
podrían llevar a cabo un estudio del tipo del de Political Oppositions
en varias docenas de países. Pero el reto parece ser algo diferente a
como era en la formulación inicial de Lijphart. No se trata tanto del
hecho de que los recursos sean limitados como de que los problemas
de investigación han demostrado ser más complicados de lo que se
solía creer en los años sesenta y en los primeros setenta, en el mo­
mento inicial de entusiasmo por la investigación estadística compara­
tiva. Entre estos problemas se ha manifestado como especialmente
difícil el de crear indicadores que midan, de manera válida y digna de
consideración, conceptos importantes, en el ámbito de contextos di­
ferenciados de análisis.
Otro paso crucial para aclarar estos problemas de validez y de
justificación de análisis concentrados sobre un N pequeño es el ar­
tículo de Giovanni Sartori sobre La politica comparata: premesse e
problemi, cuyos puntos principales han sido reelaborados más am­
pliamente en su posterior Social Science Concepts. Sartori sugiere que
la tentación de aplicar los conceptos a una gama más amplia de casos
puede llevar fácilmente a un «estiramiento conceptual», desde el mo­
mento en que el conjunto de significados conectados al concepto ori­
ginal no se adapta a la realidad que caracteriza los nuevos casos. Los
conceptos que más fácilmente se aplican a una vasta gama de casos
suelen ser también los más abstractos y los que menos atraen la aten­
ción de los estudiosos. Por tanto, una investigación que utilice los
conceptos más interesantes tiene poderosas razones para concen­
trarse sobre relativamente pocos casos.
Desde 1970, el creciente interés hacia la ciencia social intecpreta­
tiva, volcada sobre todo a descifrar el significado del comportamiento
y de las instituciones, ha reforzado la justificación de avanzar pru­
dentemente con relativamente pocos casos 7• Con su concepto de
«descripción ciensa» (thick description), Clifford Geertz (197.3) coloca
una brillante etiqueta a esta línea orientada a sacar a la luz el signifi­
cado oculto de los fenómenos políticos y a observar el modo en el
Un panor.i,ma muy útil nos lo ofrecen Rabinow y Sullivan (1979). En 1987 se
publicó una versión modificada y puesta al día.
7
El método comparativo: dos décadas de cambios
61
que ese significado encuentra sus raíces en contextos concretos8 • Este
interés primario ha reaparecido bajo distintas formas, importantes
para la práctica de la política comparativa, entre las que podemos ci­
tar el análisis de las «nubes y de los relojes» dirigido por Almond y
Genco (1977) y el tipo de estudios, mencionados antes, «por con­
traste del contexto» (como los definieron Skocpol y Somers), pa­
sando por aquellos autores que recurren a la comparación para con. textualizar de manera más rica las conclusiones de su investigación.
The Comparative Method, de Charles Ragin (1987), explora otro as­
pecto de estos intereses en su análisis de la orientación «holística»
que define como la investigación «orientada al caso» y de los comple­
jos problemas de la «causalidad coyuntural» -es decir, de los mode­
los causales que varían según el contexto- a los que son bastante
más sensibles los estudiosos orientados a un enfoque configurativo.
Por último, el gran éxito intelectual que en la última década ha fa­
vorecido a la escuela del análisis histórico comparativo ha tenido un
papel importante en la legitimación del recurso a un N pequeño. Los
pioneros de este enfoque han sido Reinhart Bendix (1964) y Barring­
ton Moore (1966), a los que se añadieron después Jeffrey Paige (1975)
y Theda Skocpol (1979) 9• Skocpol (1984) ha resumido después de
una manera muy creativa esta perspectiva analítica. En el ámbito de
estos estudios la forma especial de análisis varía de manera considera­
ble -como se sugería en la tipología de Skocpol y Somers citada an­
tes- y se desplaza desde el control sistemático de las hipótesis hasta
una interpretación cuidadosamente contextualizada dentro de un
marco conceptual comparativo. En conjunto, sin embargo, estos es­
tudios tienen en común una orientación hacia la comparación cualita­
tiva sistemática, que con frecuencia abarca un cierto número de uni­
dades nacionales y suele analizar cada caso nacional durante un
determinado período de tiempo. En este terreno la investigación vin­
cula estrechamente una meditada comparación con una consideración
del contexto histórico; de tal manera que la investigación responde a
un interés más amplio por buscar nuevos caminos para «historizar las
ciencias sociales».
En realidad esta tradición de investigación ha servido para demos­
trar la viabilidad de investigaciones comparativas realizadas sobre un
8 A veces la «descripción densa» se confunde con una mera «descripción deta­
llada», interpretando mal lo que piensa Geertz.
9 Otro ejemplo reciente es el de Collier y Collier (1990).
62
David Collier
número de casos relativamente reducido. Estos estudios han puesto
de manifiesto que una investigación efectivamente comparativa puede
ser sensible a la diversidad de contexto y que la comparación sistemá­
tica de pocos casos puede producir buenos resultados. Los intentos
destinados a codificar estos procedimientos, como los incluidos en
Comparative Method, de Ragin, han reforzado posteriormente la
idea de que son plausibles los estudios con un N pequeño, entendi­
dos como momentos intermedios entre los estudios de caso y las investigaciones estadísticas.
Muchas variables, pocos casos
Las diferentes soluciones al problema de «muchas variables y un
N pequeño» han sido el aumento del número de casos, la elección de
casos comparables y la reducción del número de variables. En torno a
cada una de estas opciones han surgido importantes innovaciones y
debates.
a) El aumento del número de casos. Una de las propuestas origi­
nales de Lijphart para resolver el problema del N pequeño ha sido el
aumento de número de casos. ¿Cómo evaluar esta recomendación a
la luz de las posteriores justificaciones, que hemos discutido antes,
destinadas a limitar el análisis a relativamente pocos casos? En parte,
por el cambio del clima intelectual al que ya nos hemos referido, no
se ha producido entre los investigadores la tendencia a ampliar el nú­
mero de casos. Por lo tanto, la investigación más reciente ha desmen­
tido las expectativas que había de que los estudios con datos cuantita­
tivos sobre un gran número de países alcanzarían una importancia
predominante. Robert Jackmann (1985) insistió acertadamente en el
hecho de que la investigación estadística comparativa ha tenido más
éxito del que se reconoce normalmente. No obstante, no cabe duda
de que, para bien o para mal, ni la investigación internacional cuanti­
tativa dentro de la política comparativa, ni tampoco el llamado enfo­
que QIP (Quantitative International Politics) en el ámbito de las re­
laciones internacionales han logrado ocupar en sus respectivos
terrenos la posición dominante que muchos preconizaban.
Como sucede con frecuencia, la reacción quizá haya sido exce­
siva. Quizá hoy los especialistas de política comparativa son menos
capaces que hace veinte años de llevar a cabo un análisis comparativo
El método comparativo: dos décadas de cambios
63
cuantitativo; además, no cabe duda de que la orientación cuantitativa
ha caído en desgracia cuando muchos investigadores se han dado
cuenta de la gran cantidad de tiempo que hace falta para recoger to­
dos los datos necesarios -y con frecuencia mucho más allá de los re­
conocimientos profesionales que podrían proporcionarles·-. Pero
además e\ enfoque comparativo cuantitativo se ha visto dañado por la
publicación de demasiados estudios en los que los conceptos opera­
cionalizados tenían una dudosa validez y las hipótesis sometidas a
control eran débiles, poco convincentes o inapropiadas (Ragin, 1987,
cap. IV).
En todo caso se puede decir que el haber desaprovechado las bue­
nas oportunidades de hacer investigación cuantitativa ha sido un
error, como lo fue la cuantificación prematura. Ese tipo de investiga­
ción puede ser eficaz para afrontar temas analíticos importantes,
como demuestra el interesante debate sobre el neocorporativismo y
el crecimiento económico en Europa occidental, del que se tratará
más adelante y que se basa en el análisis estadístico. Además, el poder
disponer de nuevas técnicas estadísticas -a las que me referiré más
abajo- ha hecho mucho más fecundo un análisis cuantitativo con un
N entre 12/25 casos. Por lo tanto, todavía sigue valiendo la pena per­
seguir la ampliación del número de casos, realizando otros intentos
de esta dirección.
b) Atención a los casos comparables. La propuesta según la cual el
investigador debería escoger casos comparables se ha reforzado, pero
también se ha puesto en discusión. A mitad de los años setenta Lijp­
hart volvió a analizar de nuevo las implicaciones recíprocas entre el
objetivo de aumentar el número de casos y el de seleccionar los casos
de manera que se acercara el control estadístico (Lijphart, 1975). Evi­
dentemente, si se deben seleccionar casos «efectivamente» similares,
sea cual sea el significado que se quiera dar a la noción de «similar»,
es probable que el número adecuado de casos se reduzca. Respecto a
este trade-off, Lijphart opta por la selección más cuidadosa de un
número aún menor de casos y así continuó esta vía de reducir la apli­
cación de la categoría «método comparativo» a los análisis que s e
concentran sobre un pequeño número de casos confrontados cuida­
dosamente. Esta postura recuerda un punto de vista muy anterior, se­
gún el cual el método comparativo es el método del «parangón con­
trolado» (Eggan, 1954). Más recientemente, Arthur Stinchcombe
(1978) ha ido más allá en esta línea, propugnando la investigación
comparada sobre poquísimos casos, confrontados de mane ra muy
David Collier
64
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El método comparativo: dos décadas de cambios
65
caso el debate ap unta en dos direcciones. Hace algún tiemp o Rustow
(1968) se de claró favorable a una sup eración d e los estudios de área;
de mo do que muchos estudiosos estuvieron de ac uerdo en la conve ­
niencia de elegir los casos en función de lo s específicos requisitos ana ­
líticos de determinados proyectos de investigación, en vez de hacerlo
en base a la contigüidad geográfica, que en el mejor de los casos sólo
supone una aproximación débil a una selección analítica de los casos.
D e todos modos, por múltiples raz ones, los estudios de área cons­
tituy en hoy un sector en gran expansión. Importantes temas de inves­
tigación se presentan en grup os de países que pertenecen a una misma
región, como en el caso de los países de desarrollo rápido del Extremo
Ori ente o de los estados burocrático-a utoritarios de América: L atina.
La investigación sobre esto s te mas puede reforzar la orientación hacia
los estudios de área . Además, el debate sobre « estudios de área o estu­
dios comparativos» sigue vivo y su s términos podrían profundizarse
más adelante con el p roblema de la elección entre diseños de investi­
gación basados en sistemas más similares o en siste mas más diferentes.
c) Reducción del número de variables. L a última solución al pro­
blema del N p equeño consiste en la reducción del número de varia­
bles, bien agregándolas en el espíritu de la «reducción de los datos»,
bien recurriendo a una teoría más fuerte que oriente al investigador
hacia un menor número de factores explicativos. En la investigació n
de la parsimonia teórica, el avance más interesante quizá sea la a pari­
ción de varios modelos de « elección racional» y de «interacción es­
tratégica» que tie nen precisamente ese obj e tivo: usar una teoría fuerte
que sirva p ara reducir el número de factores explicativo s a considerar .
Es interesante desta car qu e el disponer de una teoría más fuerte no
sólo permite resolver el problema del N pequ eño, sino también los
problemas de la investigación estadística cuantitativa . L a necesidad de
recurrir a proposiciones más bien precarias pue de llevar al investigador
a invertir prefer entem ente en la verti ente de la teoría , en la bú squeda de
nuevos temas, más que a seguir buscando modelos estadísti cos para fe­
nómenos complejos como la causalidad recíproca. L os nuevos temas
pueden proporcionar incluso una base teórica para modelos causales
más simples, pretendi endo menos de las técnicas estadísticas 12• Si cabe
afirmar convincentemente que éste puede ser un fecundo avance para
los estudios cuantitativos, no hay razón para no espe rar qu e también
resulte de ayuda para los estudios comparativos con un N pequeño .
12 Esta su erencia me viene de co nversaciones c o n Merril Shanks.
g
66
DavidCollier
El método comparativo: dos décadas de cambios
Una exigencia posterior, conectada con ésta, consiste en una ma­
yor reflexión sobre la formación de los conceptos. Aparte de la im­
portante contribución de Giovanni Sartori (1970, 1971, 1984; Sartori,
Riggs y Teune, 1975), los trabajos anteriores de Me Kinney (1966) y
Kalleberg (1966), y un artículo más reciente de DeFelice (1980), se
trata de un tema relativamente desatendido. Los especialistas en polí­
tica comparativa no reflexionan lo suficiente acerca de si les sirven
bien o mal los conceptos y las categorías que utilizan; y sin esta refle­
xión no tienen manera de saber si realizan las opciones adecuadas al
perseguir la parsimonia teórica.
Por fortuna las aportaciones más recientes en el campo de las
ciencias cognitivas nos han proporcionado muchos aspectos nuevos
sobre los procesos de categorización y construcción de modelos; se
presenta así una excelente ocasión para recurrir a estos aspectos con
el fin de refinar las técnicas analíticas utilizadas en el campo de lapo­
lítica comparativa. Esas sugerencias pueden sacarse de la gran síntesis
de las aportaciones más recientes en las ciencias cognitivas, realizada
por George Lakoff (1986). Un ejemplo de aplicación de estas adquisi­
ciones es el desafío de las ciencias cognitivas a la «categorización clá­
sica» del tipo del utilizado en el trabajo de Sartori sobre las categorías f
y los conceptos. En su texto Sartori se refiere a las propiedades defi�
nitorias de los conceptos y a la relación inversa entre la intensión de
un concepto (significado) y su extensión {los referentes) (Sartori,
1970; 1971; 1984). La actual ciencia cognitiva sugiere que esta forma .
de análisis conceptual no llega a dar cuenta de cómo funcionan los '
conceptos en realidad y que en cambio el análisis de los conceptos es
más eficaz cuando se centra sobre el modelo cognitivo subyacente al
concepto, sobre la tendencia de los conceptos a difuminarse uno en el
otro en vez de presentar perfiles definidos nítidamente y, correlativamente, sobre el papel de los casos «ejemplares» en el anclaje de los
conceptos. Es casi seguro que formas nuevas y más eficaces de análisis conceptual producirán una síntesis de estos dos enfoques, síntesis
que hoy por hoy está sin definir.
1
Las investigaciones cuasi-experimentales
.
.
El método experimental ofrece un excelente con¡unto de proced1-.
mientos para decidir entre explicaciones rivales. Tales procedimien­
tos, sin embargo, parecen poco importantes para la mayor parte de .
67
las investigaciones de política comparativa. En todo caso, en la litera­
tura sobre las variantes del método experimental podemos encontrar
nuevos aspectos importantes que pueden mejorar el recurso a análisis
comparativos con un N pequeño. Sin duda, la obra más influyente ha
sido el clásico análisis de Campbell y Stanley (1963), que muestra
cómo es posible aplicar la lógica de la investigación experimental a
los «cuasi-experimentos», o sea, a los estudios de observación sobre
cualquier evento u opción parangonable a una intervención experi­
mental, pero que se d�sarrolla en un contexto «natural». Un ejemplo
podría ser la evaluación del impacto de una nueva política pública
-un objetivo de investigación que puede parecer simple pero que
entraña numerosas dificultades.
Campb�ll y Stanley subrayan la gran importancia que adquieren
_
en los cuas1-expenmentos los diseños de investigación basados en se­
ries históricas interrumpidas, en las que el investigador analiza una
larga serie de observaciones realizadas en el tiempo; de tal manera
que el valor de las variables observadas se examina no sólo inmedita­
mente antes y después de un cambio de política o de otra innovación
sino también mucho antes y mucho después. En su libro (Campbell;
Stanley, 1963, 38) encontramos una interesante representación gráfica
que �uestra las distintas situaciones en que una larga serie histórica,
en el mtervalo entre dos puntos concretos, puede sugerir errónea­
n:i�nte l;t _exi�te�cia de u�a regularidad en el cambio. La representa­
cion graf1ca md1ca que, s1 se observan las series históricas enteras el
tipo de cambio sugerido por las dos observaciones es claramente dis­
torsionante. Los autores concluyen que las inferencias causales sobre
el impacto de los acontecimientos discretos pueden ser bastante
arriesgadas si no se dispone de una amplia serie de observaciones.
Campbell y Stanley han influido mucho sobre los estudiosos de la
política c?mparativa que trabajan con un N pequeño y que se plan­
_
tean continuamente mterrogantes acerca del impacto sobre determi­
nadas políticas públicas de acontecimientos como guerras, revolucio­
nes o golpes de estado militares. Dos procesos han contribuido
posteriormente a difundir estas ideas. La si guiente investigación d e
Campbell, sobre los efectos de la limitación de la velocidad en los ac­
cidentes de carretera -publicada con Ross (1968)- ofrece un sor­
P:;ndente ejempl? de aplicación creativa de un diseño de investiga­
_
CJon cuas1-expenmental a un caso importante de análisis de una
política pública. En efecto, según Przeworski (1987), estudios ejem­
plares de este tipo suelen tener una influencia real bastante más im-
David Collier
68
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El método comparativ o : dos décadas de cambios
69
política . Y Achen demuestra cómo este tipo de investigación exige un
análisis de la regresión a dos estadios con el método de los mínimos
cuadrados. Sin esta técnica es bastante difícil resolver el enigma.
Para el comparatista las implicaciones del libro de Achen pueden
parecer desalentadoras. Puede ser un ejercici o interesante pen sar en
estos problemas de investigación como en cuasi-experimentos, pero
cuando nos encontramos frente al problema de la imposibilidad de
selecci o nar los cas os co n procedimie nt os c asuales n os vem os de
nuevo empuj ados hacia una forma de análisis estadístico que -si es
fecundo porque disp one de datos apropiados- es difícil de utilizar
con pocos casos. De cualquier modo, quizá sea más fructífero consi­
derar la literatura sobre l os experimentos y cuasi-experimentos como
una fuente de ricas a dvertencias acerca de los peligros que se corren
al an alizar acontecimientos discretos sin distinguir de los verdaderos
experimentos . C uando carecemos de series de datos, la mejor solu ­
ción es la de ofrecer explicaciones causales recurriendo lo más posible
al sentido común . N o existen soluciones fáciles .
Innovaciones en estadística
La reflexión más reciente sobre el análisis estadístico ha produ­
cido o bien nuevas advertencias sobre los riesgos ligados a estudios
estadísticos, o bien nuevas posibilidades para análisis estadístic os sig­
nificativos con un núm e ro de c as os r elativamen te m o desto . E n
cuanto a las advertencias, el estadístico David Freedman ha lanzado
un fuerte ataque contra el uso de la estadística multiva riante en l as
ciencias sociales (1987). Según Freedman, buena parte del análisis es ­
tadístico en las ciencias sociales carece de validez o por la inadecua­
ción del diseño de l a investigación o porque los datos utilizados no
satisfacen las exigencias de las técnicas estadísticas . Esta crítica puede
dejar bastante satisfechos a los que siempre han sido escépticos ante
el recurso a la estadística y a l os que se confortan con el mayor «con­
trol» del material que suponen deriva del análisis de pocos casos me­
diante técnicas más cualitativas . Además, es realista esperar para los
próximos añ os un aumento del escepticism o respecto al recurso a la
estadística en las ciencias soci ales. De todos modos, co mo en el caso
del rechazo de la investigación co mparativa cu antitativa discutido
más arriba, no sería bueno que la reacción contra los estudios cuanti­
tativos fuese excesiva .
El método comparativo: dos décadas de cambios
David Collier
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71
izquierda en la arena electoral y gubernamental. Analizando ese ar­
tículo, Jackman ha utilizado los diagnósticos de la regresión para exa­
minar ciertos casos influyentes que según él han producido una dis­
torsión en los resultados de los dos autores Qackman, 1985 ). En el
ámbito de un debate científico que todavía dura, estos autores han
planteado conjuntamente un importante problema sustantivo, un alto
nivel de conocimiento de un área y de sus casos específicos, la intere­
sante utilización de un modelo estadístico re lati vamente claro, una
crítica constructiva basada sobre los dia gnó sticos de la re gres ión y
una notabl e producción de conocimient os acumul ativos a través del
análisis sucesivo de la misma serie de datos . A sí como el artículo de
Campbell y Ross sobre la limitación de la velocidad en Connecticut
cons tituye un ej emplo de diseño de la investigación cuasi- experimen­
tal, este debate debería constituir un caso ejemplar de un esfuerzo
metodológicamente re finado, llevado a cabo por otros estudios os
para resolver un importante problema de investigación en e l ámbito
de una inves tigación cuantitativa con un N pe queño .
Otro ej emplo posterior de solución simple a un problema com­
plej o, entre los estudios con un N pequ eño, se refiere a los «efectos
medios» en el análisis de la regresión. Es bien sabido que los res u lta­
dos de la regresión -la más corriente de las técnicas estadísticas mul­
tivarian tes- cons titu yen una media de la fuerza de las relaciones
causales entre todos los casos cons iderados. Para que l os coeficientes
producidos por la regresión sean interpretables es necesario que estas
relaciones causales sean las mismas, o a l menos sean análogas, para
todos los c asos. Sin embargo, Charles Ragin (1987, cap. IV), entre
otros, ha afirmado que este asunto no suele tener en cuenta, dada la
forma complej a de la causalidad coyuntural, lo que es precisamente el
objetivo principal en política comparativa y en sociología compara­
tiva.
En to d o caso, es posible enc ontrar soluciones a es te pro blema.
John Jack son (1986) lo ha afrontado prop oniendo una té cnica esta­
dística para iden tificar la presencia de efectos heterogéneos. Entre los
estudios realizados con un N p e queño, Ruth Berins C ollier (1982)
proporciona un claro ejemplo de cómo es posible estimar distintos
efectos causales, incluso con pocos casos disponibles, calculando dos
ecuaciones distintas de re gresión . En su investigació n sobre la s rela­
ciones entre comportamiento e lectoral y predominio de un partido
en los nuevos estados de África tropical ha demostrado que no había
ninguna relación estadística en tr e las dos variables en un grupo de 26
David Collier
72
rela�iones positi­
Sin e mbargo, este efecto medio ocultaba las
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camente l a concisa afirmación contemda en
e vados a cab o sobre un
con S tanl ey y según la cual los es t':dio� _ll
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único caso « no tienen ningún valor cientifico
son en r�ahdad el f unda­
por el contrario, que los estudios de caso
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m ent o de gr an parte de la investig ación co
lmente se pie�sa p ara fal­
muchas más posibilidades de lo que �orma _
mp o rtantes
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para muchos aspe ctos del misII;o caso .. U sa�
ia de esas implicaciones,
pattern matching para descub_nr la exist�n� .
ihdades �e c�ntrol de las
el investigador puede multiplicar las .Pº�i�
se considero como caso
hipótesis en el ámbito de lo que al prmcip10
único .
r ge (1979) han a cla_
Otros artículos de E ckstein (1975) y de Ge?
onducir un e�t�d10_ d e caso
ra do posteriormente cómo es p osible rec
r ol de las hip otesis. Ade­
a una c o mp aració n más ampl ia y al cont
M c Keown (1985) del pro más , l a meditada discusión de George y
1
5
Comunicación personal de Lijphart al autor.
El método comparativo: dos décadas de cambios
73
cedimiento del process-tracing -conectado a la moció n de pattern
matching de C ampbell- han suministrado una justificación intelec­
tual mucho más clara para uno de los más imp ortantes enfoques en
el estud i o de c aso: el que a ñade a l control de las hipó tesis, basado
e n la va lo ració n glo bal del c a so , un cui da doso an álisi s de la suce­
sión de los acontecimientos en el ámbito de ese c aso . Así e s que el
estudioso tiene la p osibilidad de controlar si la dinámica de l cambio
verific ada dentro de un caso singular refleja de manera plausible e l
mismo mo delo causal su gerid o por la c onfrontación con otros ca­
sos.
En conjun to e st o s artíc ul os, jun t o a la c on tribu ció n de Yin
(1984), sistematizan en términos nuevos e l estudio del caso y, por
tanto, constit uyen un p recioso punto de referencia para los investi­
gadores comprometi dos en análisis con un N peque ño . Al mismo
tiempo, continúa el debate acerca del verdadero papel de los estudios
de caso en la construcción y el control de una teoría. Recientemente
e ste de bat e h a sido o bj e t o de u n n úm ero esp e cial d e la re vi s ta
«World P olitics » 16 centrado en la contribución que aportan los estu­
dios de caso en un sector del análisis de la elección racional es decir
la teoría de la amenaza po tencial racional en el terreno de l;s relacio �
nes internacionales. En el primer artículo (Achen y S nidal, 1989) se
afirma que los estudios de caso utilizados por muchos especialistas
de relaciones internacionales no se enfrentan de manera adecuada a
los p untos centrales de esta teoría . De este modo se plante a un pro­
blema que quizá ha sido descuidado en el d ebate sobre el método
cómparativo : cómo es posible con ectar la preocupación metodoló­
gica de lograr buena s co mparaciones con los te mas clave de investi­
gación definidos por teorías específicas que tienen que ser controla­
das. Achen y Snidal también han destacado el problema del selection
bfas en los estudios de caso dentro de la teoría de la amenaza poten­
_
cial, es decir, el problema de que los estudios de caso se suelen con­
centrar en el fracaso de la amenaza potencial, mientras que en reali­
dad l a ame n az a p o te n ci a l fu n c io n a c a si s iempre. A un que los
artículos reco gidos en el número de «World P olitics» mencionado
no llegan a dar una solución definitiva, considerados en conjunto re­
presentan un primer intento en una dirección que todavía hay que
explorar: la reflexión sobre el papel de los estudios de caso en el con16 Me refiero al número especial de la revista World Politics, XII, núm. 2, enero
1989.
74
David Collier
trol de una teoría determinad a. En este debate sobre la teoría de la
amen aza potencial e s frecuente la te nsión int e lectual ya mencionada
más arriba, o se a, la tensión entre investigaciones basadas e n muchos
casos y pocas variable s e inve stigaciones orie ntadas a analizar poco s
casos en toda su complejidad.
Conclusiones
El análisis r ealizado hasta ahora nos lleva en dos direcciones. P or
una parte, la te ndencia de muchos comparatistas a conside rar sólo
pocos casos se ha visto posteriorm ente alentada por diversos factores:
la aparición de la cie nci a soci al interpretativa, el éxito de los análisis
histórico-comparativos, los avance s de la me todología del estudio de
caso, la p ersistente tradición intele ctual e institucional de los e studios
de área y de l e stilo de investigación promovido por tale s estudios y,
por último, el escepticismo que rodea al análisis estadístico y cuan­
titativo, tanto e ntre los esp ecialistas d el N p equ eño como e ntre al­
gunos e stadísticos. La explicación dada al principio, según la cual el
motivo principal del recurso a pocos casos e ra la insuficiencia de re­
cursos, se ha visto así sustituida o flanqueada por la opinión según la
cual los problemas d e investigación son de más difícil soluci�n de lo
_
que al principio p e nsaban algunos e xpe rtos. Así, muchos mvestl­
gadores consideran poco persuasiva o poco important e la idea de que
el análisis con un N p e que ño se a un p aso haci a estudios basados en
un análisis e stadístico más refinado.
Por otra parte, l as técnicas cuantitativas que utilizan un N relati­
vame nte pe queño permiten a frontar con éxito importante s interro­
gantes ese nciale s. Este enfoque merece una r enovada atención, a la
luz de los nuevos tests e stadísticos de qu e se dispone p ara investiga­
ciones con un N peque ño y del éxito ej emplar de estrategias de inves­
tiga ción como las afrontadas en el de bat e entre Lange y Garrett,
Jackman, Hicks y Patterson. Si los estudiosos utilizan estas técnicas
junto con un bue n análisis cuantitativo, con una buena familiaridad
con los estudios d e área y prestando atención al contexto, e ntonces
pueden llegar a demostrar que los aspectos de ducidos de los estu dios
d e caso y de una investigación comparativa más cualitativa pueden, a
fin de cue ntas, constituir avances posteriore s en la dirección del análi­
sis estadístico.
Estas dos tende ncias intelectuales te ndrán una continuación, y •.·
El método comparativo: dos décadas de cambios
75
q uizá el principal interrogant e se re fiere al modo en que podrán re la­
cionarse e ntre sí. L a tradición d e investigación sobre la Europa oc­
cid ental e s un modelo alentador, dado que la s conclusiones de los
comparatistas cuantitativos -Cameron, Hibbs, Lange y Garrett,
Schmitt e r, Wilensky y muchos otros- constituy e n un constante
punto de refere ncia para los qu e e studian Europa occidental recu­
rriendo a otros e nfoqu es. En e l s ector d e los estudios sobre América
Latina, en cambio, la inve stigación comparativa de tipo cuantitativo
goza de una consideración inferior por parte de la mayoría de los es­
tudiosos. Sin e mbargo, pre cisamente la pre sión cruzada que caracte­
riz a la tradición de e studios sobr e Europa occide ntal, e n definitiva
puede da� los me jores frutos. Si l a comunicación r ecíproca es buena,
los �sp�cialistas en países concretos y los e xpe rtos en comparación
cualitativa con un N p equeño impulsarán a los comparatistas con un
_
enfoq� e cuant:_ ta:1vo Y un análisis conte xtualizado más cuidadoso; y
_ _
,
_
mc1taran a los e spe cialistas e n países concretos y a los
estos ulumos
expertos �n ?omparación cualitativa hacia una mayor siste matización
.
en la �ed1c10n y en el control de las hipótesis. Así pues, en el ámbito
_
de! metodo comparativo un obj e tivo crucial deberá ser el mante ner
abierto este canal de comunicación.
L� otra �p�ión imp�rt�nte que tienen ant e sí los comparatistas,
,
tamb1 en �efm1ble e n termmos de compl e men tariedad, se refiere a
los estud10sos qu� hac e n inv�s:i?acion e s cualitativ as con pocos ca­
s o s. Un a alternativa, la trad1c10n d e los estudios de caso, ha su­
_
pu e sto t�portant e s progr e sos e n términos de codificación de los
.
proced1m1e ntos; a�í, s e h a ac eptado ampliamente la idea de que los
_
estud10s � e caso sigu en si e ndo la piedra angular d e la investigación
co mparativa.
�a otra alternativa, el análisis sistemático de un número de casos
relativam ente ��ducido, sigue, naturalm ente, en el punto donde es­
taba cuando L�¡p hart �omenzó el debate, hace veinte años. Lijphart
ento?ces �are c�a s �ger�r qu � esta alt ernativa era una m era etapa inter­
.
media hacia anah s1s mas refmados. En los siguie ntes años, en cambio,
_
esta
_ altern ativa se ha reforzado mucho; así, la comparación sistemá­
tica de 3/10 casos (a vece s alguno más) es un tipo d e investigación im­
p orta�te )'. frecue nte. Hoy el mét odo comparativo, en el sentido de l a
invest 1gac1ón co� un ;educido número de casos, juega un papel im.­
_
�ortante , Y. la aphcac1on de e ste tipo de análisis sólo se pue de mejorar
s1 los estud�osos ll e v an a cabo esas con e xiones con otros métodos que
hemos analizado e n e ste artículo.
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