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“2da Edición del Curso de Sanidad y Bienestar Animal”
Fundación Fortalecer - Instituto de Patobiología Veterinaria
(INTA Castelar), julio-octubre de 2020
Módulo N°4: GASTROENTERITIS PARASITARIA
Dr. Javier H. SCHAPIRO, M.V., DCV.
Área de Parasitología, Instituto de Patobiología Veterinaria (IPVet)
Centro de Investigación en Ciencias Veterinarias y Agronómicas (CICVyA), INTA Castelar
Correo electrónico: schapiro.javier@inta.gob.ar
Introducción
Dentro de las enfermedades que afectan a los bovinos en producción, la gastroenteritis
parasitaria continúa siendo una de las más frecuentes y que causa importantes pérdidas
económicas. Es ocasionada por parásitos pertenecientes a diversas familias y géneros
que afectan el abomaso (cuajar) e intestinos delgado y grueso, entre los que se destacan
Haemonchus placei, Ostertagia ostertagi, Trichostrongylus axei y T. colubriformis,
Cooperia spp. y Oesophagostomum spp. Habitualmente se presentan en forma mixta, es
decir que cada hospedador puede albergar simultáneamente a más de una especie
parasitaria.
Ciclo biológico
El ciclo biológico de estos parásitos es directo, es decir que no necesitan de otros
hospedadores para poder completar su ciclo vital. En términos generales es similar en
los diferentes géneros, y se desarrolla en 2 fases: una parasitaria dentro del animal y
otra no parasitaria en el ambiente (figura 1).
Desarrollo dentro del animal: la infección comienza con la ingestión de las larvas
infectivas (L3) con las pasturas contaminadas. Estas penetran entre los espacios de las
vellosidades o en las glándulas, y luego mudan a larva de cuarto estadio (L 4). En el caso
de Ostertagia ostertagi, en el estadio de L4 inicial puede realizar el fenómeno de
hipobiosis que se puede extender por varias semanas antes de continuar su desarrollo.
Esta duración varía según la respuesta inmunitaria del hospedador, y se desencadenaría
Dr. Javier H. SCHAPIRO, Área de Parasitología, Instituto de Patobiología Veterinaria CICVyA INTA Castelar
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a partir de factores ambientales adversos donde los parásitos detienen su evolución
hasta que las condiciones ambientales vuelvan a ser favorables.
En el caso de no realizar la hipobiosis, permanece como L4 en la membrana mucosa por
10 a 14 días, luego muda al estadio de larva 5 (preadulto) y finalmente alcanza la
madurez sexual. Se produce la cópula, y las hembras grávidas comienzan la oviposición
en la luz intestinal con la consiguiente excreción de huevos por materia fecal a partir de
las 3 a 4 semanas del inicio de la infección.
Desarrollo en el ambiente: comienza con la excreción de huevos por la materia fecal. En
el ambiente, y con condiciones adecuadas de humedad, temperatura y oxigenación, los
huevos desarrollan entre 1 y 2 días y eclosiona una larva de primer estadio (L1). Realiza
una primera muda, pierde su cutícula y se transforma en larva de segundo estadio (L 2).
Dos a tres días después, las L2 sufren una nueva muda convirtiéndose en larvas
infectivas. Estas L3 no se alimentan sino que dependen de sus reservas almacenadas, y
son muy activas pudiendo movilizarse por los tallos. El tiempo de desarrollo desde
huevo hasta L3 está influenciado por las condiciones ambientales de humedad,
temperatura y oxigenación. En la Pampa húmeda, bajo condiciones ideales de
temperatura (27ºC) y 75% de humedad relativa ambiente del verano, puede demorar
alrededor de una semana. Favorecidas por la humedad ambiental, las L3 se trasladan
desde la materia fecal hacia la pastura donde quedan disponibles para ser ingeridas por
los animales.
El conocimiento de la epidemiología de los nematodos gastrointestinales (NGI) es
decisivo para diseñar los programas de control parasitario.
Está demostrado que mientras que el 5% de la población de parásitos se encuentra en
los animales, el 95% restante se encuentra en la pastura (figura 1). Este último punto es
en sí mismo uno de los mayores desafíos en el control parasitario. El problema es que no
sólo están enfermos los animales, sino que también “están enfermos los potreros en
los que ellos pastorean”. Médicos Veterinarios, productores y demás profesionales del
quehacer rural, deben entender que cuando tratamos con antiparasitarios, estamos
eliminando (“en el mejor de los casos”) el 5% de los parásitos, mientras que el 95%
restante seguirán disponibles en la pastura para volver a infectar a otros animales. “Hay
que aprender a convivir con los parásitos, dado que su erradicación es imposible”.
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En cuanto a la distribución de los parásitos, es importante considerar que una pequeña
proporción de los animales de un campo tiene muchos parásitos y la mayor proporción
tiene pocos. Por lo tanto, se hace imprescindible entender que el control de los
parásitos no debe basarse sólo en el tratamiento, sino en un control integral destinado a
mantener los animales con baja carga de parásitos evitando así la reinfestación.
Figura 1. Esquema del ciclo biológico de los nematodos gastrointestinales de bovinos
(Fuente: Dr. Javier H. SCHAPIRO, Instituto de Patobiología CICVyA INTA Castelar)
¿Por qué los parásitos afectan a la producción animal?
-Merma de producción de carne y leche, y en casos extremos muerte de los animales
severamente afectados:
Las pérdidas de peso dependerán de las cargas parasitarias que presenten los animales.
Con cargas bajas, la parasitosis gastrointestinal no presenta síntomas (subclínica) y
ocasionan pérdidas de peso que oscilan entre 25-30 kg/animal/año. Con cargas
moderadas, comienzan a aparecer signos y síntomas clínicos tales como diarrea,
debilidad, decaimiento, pelo hirsuto o arratonado, edema submandibular, y las pérdidas
de peso alcanzan los 40-60 Kg/animal/año. Con cargas altas, además de los signos
mencionados anteriormente, pueden presentarse pérdidas que oscilan entre los 60-80
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kg/animal/año y en casos extremos puede ocurrir la muerte de los animales
severamente afectados (tabla 1).
INFESTACIÓN
MANIFESTACIÓN
PÉRDIDAS (kg/animal)
Bajas
Subclínica
25-30
Moderadas
Clínica
40-60
Graves
Con mortandad
80-100
Tabla 1. Manifestaciones clínicas y pérdidas expresadas en kg/animal en función a las diferentes cargas
parasitarias que presenten los animales.
Se remarca aquí la importancia de poder realizar un diagnóstico parasitológico
temprano para poder detectar esas pérdidas subclínicas (que son las que el productor
no observa) y de esta manera evitar una importante merma de la producción de carne
por año.
-Baja del aprovechamiento del recurso forrajero: se debe a una disminución del apetito
con la consecuente pérdida del peso corporal.
-Deterioro de la salud general del rodeo: hay disminución de la respuesta inmune y
consecuente predisposición a padecer otras enfermedades.
-En lo referente a los órganos reproductores, se produce una alteración del desarrollo
(atresia) y funcionamiento de órganos genitales, acompañado de una menor producción
de hormonas sexuales y retraso de la pubertad. Pueden aparecer casos de partos
distócicos.
¿De qué depende que el productor pierda dinero por parásitos?
El riesgo de perder dinero por parásitos puede depender de varios factores:
-El número de parásitos presentes en el potrero donde pastorean los animales: el
pastoreo de animales sobre potreros altamente infestados producirá mayores pérdidas
en la ganancia de peso respecto a si lo hicieran en uno con pocas larvas infectivas.
-De la patogenicidad de los géneros de parásitos: a igual número de parásitos, la
presencia de Ostertagia ostertagi influirá mucho más en la ganancia de peso que con
Cooperia. Y aún mucho peor será la coexistencia de parasitosis mixtas que es lo más
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frecuente que sucede en nuestros potreros. Para el caso de los ovinos y caprinos,
Haemonchus contortus es el parásito más patógeno.
-De la edad de los animales: bovinos de 4 a 18 meses de edad son los más susceptibles
de sufrir la infestación parasitaria. En algunos establecimientos donde las pasturas están
altamente contaminadas, se demostró que a partir de los 4-5 meses los animales tienen
alta carga de parásitos por lo que van a demorar en llegar a un buen peso de destete.
-De la calidad y disponibilidad de forraje en el potrero: en potreros bien empastados
las larvas infectivas sufren un efecto de dilución, disminuyendo la probabilidad de
provocar daño. Por otra parte, animales bien nutridos con buen nivel de proteínas,
generan una respuesta inmune más apropiada para la defensa del organismo,
haciéndolo más resistente a la acción patógena de los parásitos.
¿Cómo afectan los parásitos a los animales adultos?
A partir de los 18 meses de edad, los bovinos adultos comienzan a desarrollar una sólida
inmunidad frente a los parásitos. Esto significa que no sólo no se ven afectados por
ellos, sino que aun teniendo parásitos éstos están inhibidos de excretar alta cantidad de
huevos y por ende de contaminar la pastura. No obstante, el Médico Veterinario tiene
un rol importante en el control de este problema ya que existen situaciones tales como
el estrés, la desnutrición, el parto, la lactancia, o las enfermedades microbianas, que
pueden llegar a alterar el sistema inmune pudiéndose entonces enfermar por los
parásitos. Lo que es peor aún, serán fuente muy importante de contaminación de los
potreros.
¿Qué importancia tiene el clima en la enfermedad parasitaria?
Como se expresara anteriormente, la vida de los parásitos en la pastura está
directamente influenciada por las condiciones climáticas de humedad y temperatura a la
que estén expuestos. Los períodos de sequía disminuyen la infectividad de la pastura,
mientras que el frío y la humedad favorecen la sobrevida de las larvas. Esto significa que
si dejamos libre de animales un potrero para disminuir la cantidad de larvas, y
posteriormente a retirar los animales sobreviene un clima cálido y seco durante varias
semanas, la infectividad de ese potrero disminuirá significativamente. Por el contrario, si
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retiramos los animales y posteriormente sobreviene un clima húmedo y frío, el potrero
se mantendrá "peligroso" para los animales que ingresen en él.
¿Existen recursos forrajeros limpios en cuanto a los parásitos?
Sí. Podemos mencionar a los rastrojos, a las pasturas anuales, heno o rollos (figura 2).
Figura 2. Alternativas seguras en cuanto al riesgo parasitario.
Medidas de control parasitario
Lo importante es planificar un sistema racional basado en el conocimiento de la
epidemiología de los parásitos, destinado a la eliminación de los casos clínicos y a
disminuir las pérdidas subclínicas fundamentalmente de las categorías más jóvenes,
haciendo un uso prudente de los antiparasitarios. Se insiste en que hay que considerar
que la erradicación de la enfermedad parasitaria a campo es actualmente imposible.
Existe un control no químico relacionado a medidas de manejo, y otro químico basado
en el uso de antihelmínticos de síntesis.
Control no químico:
Reducir la exposición a los parásitos mediante manejo de las pasturas y de las especies
animales que en ella pastorean:
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-Manejo de pasturas (pastoreo rotativo): se debe disponer de potreros subdivididos
que se pastorean cada 3 a 9 meses, de acuerdo al clima. El descanso del potrero sin
animales determinará la muerte de las larvas infectivas.
-Manejo de pasturas (pastoreo alternado): puede ser de diferentes especies animales o
de categorías dentro de una misma especie.
-Pastoreo alternado de especies (ovino/bovino): debido a que algunos géneros
parasitarias no son comunes a bovinos y ovinos, si deseamos descontaminar pasturas de
parásitos que afectan a los bovinos, podemos hacerlas pastorear previamente con
ovinos por un período de 3-4 meses. Los ovinos ingerirán L3 peligrosas para los terneros
pero que no les ocasionarán ninguna patología.
-Pastoreo previo con animales adultos: dado que los bovinos adultos tienen su sistema
inmune desarrollado, pastorear previamente con ellos una pradera contaminada
funcionará como una especie de aspiradora de larvas infectivas. Estos animales ingerirán
pasto con L3 que no evolucionarán al estadio adulto. Esto tiende a limpiar la pastura y a
transformarla en "segura" para los terneros destetados que seguirán pastoreando en
ese potrero. En estos casos, el Médico Veterinario tiene una importante labor
controlando regularmente mediante la técnica diagnóstica de recuento de huevos por
gramo de materia fecal (HPG) que efectivamente los animales adultos no estén
eliminando cantidades importantes de huevos en la pastura.
Control químico:
-Uso de antihelmínticos:
Los principios activos utilizados para bovinos son: benzimidazoles, imidazotiazoles
(levamisol
y
tetramizol),
salicilanilidas
(closantel),
avermectinas
(ivermectina,
abamectina, doramectina), milbemicinas (moxidectin). Estos dos últimos conocidos
como lactonas macrocíclicas con propiedades endo y ectoparasiticidas (endectocidas).
Para los ovinos, a partir del 2010 se dispone de un nuevo fármaco antihelmíntico
llamado “monepantel”, que es una solución oral de amplio espectro indicada para el
tratamiento y control de infecciones gastrointestinales causadas por nematodos.
Además, desde el año 2015 existe otro de amplio espectro que se comercializa en el
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mercado veterinario que es una combinación de Derquantel y Abamectina, y a partir de
este año 2020 el organofosforado “Naftalofos”.
-Desparasitación estratégico-racional: el principio de este método se basa en el
conocimiento de la epidemiología de la gastroenteritis parasitaria. Consiste en efectuar
el monitoreo de los animales mediante la técnica de HPG y efectuar dosificaciones
antiparasitarias en función a los valores obtenidos. Se sabe que la elevación de la curva
de HPG ocurre en los animales de destete (particularmente durante los meses de marzo,
abril y mayo) con la consecuente elevación de la carga de larvas infectivas en las
pasturas durante los meses de mayo/junio. Por otra parte, al aumentar la disponibilidad
de forraje durante la primavera, se diluyen las larvas en el pasto disminuyendo las
posibilidades de infestación. Durante el período de verano, al aumentar la temperatura,
se produce una disminución de la contaminación larval de las pasturas particularmente
durante los días cálidos y secos.
Importante a considerar: hacer un uso racional de los antiparasitarios, disminuyendo al
máximo posible su frecuencia. Emplear el control integrado de animales y pasturas, y
lograr una mayor intervención del médico veterinario en el control de los parásitos.
Consecuencias del mal uso de los antiparasitarios
Durante las últimas décadas, el control se basó casi exclusivamente en el empleo de
antihelmínticos de síntesis, los que en la mayoría de las oportunidades son
administrados sin aplicar conocimientos sobre la epidemiología de los parásitos y sin
realizar un diagnóstico previo.
La utilización constante e inadecuada de los mismos grupos químicos seleccionó
poblaciones de nematodos resistentes. Esta resistencia a los antiparasitarios se
encuentra ampliamente distribuida en nuestro país y en algunos lugares torna
ineficiente la producción animal, tal es el caso de establecimientos (sobre todo
productores de ovinos) en donde hay ausencia de respuesta al tratamiento frente a
todos los grupos químicos.
En función a lo expuesto, sumado a la baja eficiencia y rentabilidad de algunos sistemas
de producción animal y al consecuente deterioro del ambiente, se han planteado
cambios en el modo de uso de los antiparasitarios así como impulsar la búsqueda de
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herramientas alternativas o complementarias al control químico. Dentro de estas
podemos mencionar: fitomedicina (plantas o sus extractos vegetales), producción en
sistemas silvopastoriles, partículas de óxido de cobre, control biológico (hongos
nematófagos), búsqueda de animales genéticamente resistentes a los parásitos,
combinación de fármacos antiparasitarios, recambio de cepas, entre otras.
En este sentido, la investigación de extractos de plantas para el control de parásitos en
medicina veterinaria tuvo un crecimiento notorio en los últimos 30 años y desde
entonces existe un marcado interés para considerarlo dentro de las estrategias no
químicas para el control. Dentro de ellas se destacan las plantas polifenólicas o la
corteza de ciertos árboles (Eucaliptus, Pino, Acacia, Quebracho, entre otros) que
contienen diferentes concentraciones de taninos condensados (TC) en su composición.
Precisamente es sobre estos metabolitos secundarios de las plantas (MSP) que se
enfocaron muchos trabajos de investigación dado sus efectos beneficiosos sobre la
nutrición y sanidad animal, obteniendo mejoras en los parámetros productivos debidas
principalmente a un mejor aprovechamiento de la proteína de la dieta.
Asimismo, en las principales zonas forestales de Argentina, ya desde fines de la década
de 1990 se están incorporando los sistemas silvopastoriles (SSP) como un nuevo modelo
productivo. Surgen como alternativa a los sistemas de forestación pura y producción
bovina a cielo abierto donde reúnen en un mismo manejo a dos actividades diferentes:
ganadería y forestal (figura 3).
Figura 3. Pastoreo de novillos de raza Brangus en sistema silvopastoril de Misiones
(Fuente: Dr. Javier H. SCHAPIRO, Instituto de Patobiología CICVyA INTA Castelar)
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Aquí se favorece el desarrollo de una fauna edáfica que participan activamente en los
procesos de descomposición de la materia fecal con la consiguiente disminución de L3
en las pasturas. Este beneficio agroecológico logra una mayor sustentabilidad ambiental
y podría contribuir al manejo de los parásitos.
¿Qué está haciendo el Área de Parasitología del CICVyA de INTA Castelar?
Se realizan actividades de investigación participando de los programas y proyectos
institucionales, particularmente dirigidos a estudiar la epidemiología de las parasitosis
gastrointestinales, evaluar la eficacia in vivo (Test de Reducción en el Conteo de Huevos
-TRCH-) de los diferentes fármacos antiparasitarios disponibles en el mercado argentino,
y estudiar diferentes estrategias alternativas al control químico de los parásitos. En este
sentido, se están llevando adelante estudios en sistemas silvopastoriles, así como
también estudios in vitro e in vivo con extractos vegetales con potencial poder
antihelmíntico, siendo una de las líneas de trabajo priorizadas dentro del Área y del
Instituto. Los resultados obtenidos son compartidos en actividades de extensión
(jornadas, talleres y cursos de capacitación) destinados a Médicos Veterinarios y
productores con el objetivo de mejorar el manejo frente a los casos de resistencia a los
antiparasitarios internos.
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