Subido por Lienly Martínez Nóbregas

OE-Material ampliado sobre la autonomía en nuestros hijos

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Taller de Orientación Educativa
Departamento de Orientación Psicopedagógica
Educación Primaria
Tema: La autonomía en nuestros hijos.
Profesora: Lienly Martínez Nóbregas.
Especialista del Departamento de Orientación Psicopedagógica.
Educación Primaria.
Introducción:
El desarrollo de la autonomía es prioritario en la educación de los niños. Fomentarla, desde edades tempranas,
les ayudará a ganar en madurez y felicidad. Gracias a la mejora de su autonomía, el niño será capaz de realizar
por sí mismo y sin la ayuda de los demás aquellas tareas que son propias de su edad, les permitirá ser
independientes y les dotará de la iniciativa necesaria para progresar en su aprendizaje y manejars e
satisfactoriamente en sus relaciones con los demás.
Esta artesanía educativa que sucede desde la primera escuela, la familia, requiere comprender sus necesidades
e iniciarles también en normas sociales, respeto y responsabilidad.
Lejos de algunas creencias en las que se retrata a los niños autónomos e independientes como los seres
impolutos que consiguen desde las primeras edades realizar todas sus tareas, emancipados y libres de la ayuda
o la intervención adulta, mientras sus padres descansan y los ven crecer con total seguridad y aplomo; la realidad
alcanza a ser más práctica y notablemente interesante.
Calle 5ta A esq. 66, No. 6623. Playa. La Habana.
Cuba.
(+53) 7 206 16 37
www.ceehabana.com
¿Cuántas veces nos atormenta la
idea de ver a otros niños siempre más
adelantados y desarrollados que los
propios?
La constante autoflagelación
de
algunas familias por querer conseguir
que sus hijos sean lo suficientement e
maduros para su edad, responsables
de
sus
actos,
independientes,
confiados; y todos los calificativos que
los ubiquen como ejemplo en todos los
espacios de diálogo; puede frenar el
natural ascenso de los niños por esa
empinada escalera, que es la vida.
Lograr estadíos de desarrollo apropiados para la edad de los niños, en cada etapa de vida, conlleva tiempo,
paciencia y mucho empeño, nada más lejos de la aceleración impuesta por madres o padres desesperados por
la madurez temprana de sus hijos o la deseada libertad de encomendarse a una vida libre de ataduras.
La realidad es que, para alcanzar esa verdadera autonomía e independencia en todas sus actividades diarias,
es preciso orientar un proceso en donde los padres deben ser un apoyo y una guía y en el que los niños han de
sentirse seguros para aprender a tomar decisiones.
¿Cómo podemos ayudarles en su adquisición de autonomía?
A continuación les ofrecemos algunas claves para conseguir, en un plazo real y necesario, este nivel de
autonomía en nuestros hijos:
1.
Este proceso implica tiempo, mucho tiempo. Requiere tener paciencia para ver cuando son muy
pequeñitos, cómo se pone el calcetín mal una y otra vez o ya más grandes cuando quiere prepararse solo
la merienda y deja la cocina patas arriba.
2.
Requiere confianza, tenemos que confiar en que ellos van a poder salir de las situaciones que se le
presenten y no estar siempre acompañándoles diciendo - a ver si te haces daño, - a ver si te vas a caer. Los
niños necesitan asumir riesgos, ponerse a prueba, pero como padres no podemos consentir que corran
peligros incensarios. Si no confiamos en ellos, no solo es que no propiciamos su autonomía, sino que vamos
a condenar su autoestima, vamos a hacerles creer que no son nadie sin nosotros, que no son capaces de
trepar, columpiarse, de experimentar, de andar. Sin esa confianza ellos están perdidos.
3.
Necesita que tengamos paciencia para esperar a que llegue ese momento en que se sientan capaces y
paciencia para acompañarles durante todo ese proceso de aprendizaje, porque cuando toman la iniciativa
de hacer algo no significa que sean capaces de hacerlo de forma pulcra e impoluta en todo momento.
4.
Implica ir paso a paso. Si para nosotros es muy importante que se vistan y desvistan solos, vamos a priorizar
eso y apartemos temporalmente otros logros que ya vendrán. Si lo importante es que se laven los dientes
vamos a centrarnos en eso y no en otras muchas tareas. Es saludable ir paso a paso de una cosa a la vez.
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5.
Requiere flexibilidad. Ellos no son capaces de hacer siempre todo a la vez. Hay momentos y momentos.
Podemos fomentar la autonomía en el momento de la ducha o en el baño de la tarde, pero por las mañanas,
con las prisas, quizá no es el momento.
6.
Debemos permitirles errores. Los errores son el motor del aprendizaje. Nos lo tenemos que aplicar
nosotros mismos, tenemos que dejar de sentirnos acomplejados por cometer errores y saber que los errores
forman parte de nuestro proceso de aprendizaje. Sin esos errores no seríamos quienes somos hoy.
Tenemos que aprender de nuestros errores y transmitir a nuestros hijos esa capacidad de aprendizaje
propio.
La forma en que enseñemos a nuestros hijos, hará que estos ganen en dependencia o en independencia.
Pensemos en ello, en ocasiones, en nuestro afán por proteger y guiar, acabamos dando al mundo personas
inseguras, hombres y mujeres que aún no se atreven a pensar y decidir por sí mismos.
Actividades propias de autonomía en la niñez (6-12 años)
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Organizar su tiempo: tareas cotidianas, tiempo de estudio y tiempo libre.
Organizar su espacio personal: su cuarto, elegir su ropa.
Otros espacios: otras casas, la calle y el centro escolar.
Rutinas compartidas: “El encargado de…” la lista de la compra, regar las plantas, las mascotas, poner
la mesa…
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La mayoría de los niños funcionan muy bien con rutinas, luego lo ideal será conseguir que esos hábitos se
conviertan en rutinarios. Con una práctica adecuada, los hábitos se adquieren de 20 a 30 días.
Pasos importantes a tener en cuenta :
1º DECIDIR QUÉ LE VAMOS A EXIGIR Y PREPARAR
LO NECESARIO:
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Lo primero es decidir lo que razonadamente le
vamos a exigir, evitando pensamientos como:
“prefiero hacerlo yo, lo hago antes y mejor”.
Comenzar cuanto antes.
Que le exijamos algo adecuado a su edad.
Hacerlo siempre y en todo lugar: todos los días.
Todos a una: no vale: “con papá tengo que
hacerlo, pero con mamá no”.
Preparar lo necesario: si le vamos a exigir
guardar sus juguetes, hay que prepararle un
lugar adecuado.
:
2º EXPLICARLE QUÉ TIENE QUE HACER Y CÓMO:
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Hay que explicarle muy clarito y con pocas palabras qué es lo que queremos que haga, dándole
seguridad: “Desde hoy vas a ser un chico mayor y te vas a lavar la cabeza tú solito, sé que lo vas a
hacer muy bien”.
Enseñarle a través del modelaje: mostrarle cómo.
Pensar en voz alta mientras lo haces: “Primero me mojo bien la cabeza, después me echo un poco
de champú en la mano…”
Asegurarse de que comprende las instrucciones: pedirle que la repita.
3º PRACTICAR:
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Ponerlo a practicar. Al principio hay que ofrecerle muchas ocasiones de práctica.
Recordarle los pasos de lo que tiene que hacer: “Primero mojarte la cabeza, después el
champú…”
Elogiarle los primeros avances.
Poco a poco disminuir la ayuda.
Las prisas no son buenas: preparar el tiempo necesario, al menos al principio.
4º SUPERVISAR:
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Hay que revisar cómo va realizando lo que se le encomienda. Si un niño está aprendiendo a peinarse
tenemos que revisar que ha quedado bien.
Elogiar y valorar su realización. Si no está del todo bien, decirle en qué puede mejorar.
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Por último:
¿Qué favorece la autonomía?
• Responsabilidad.
• Capacidad de concentración.
• Seguridad en uno mismo y autoconfianza.
• Motivación de logro.
• Razonamiento lógico.
• Desarrollo de la disciplina interna.
• Favorece la psicomotricidad.
•Conducta prosocial.
• Autoestima y autoconcepto.
• Éxito social.
• Protección de riesgos en la adolescencia, etc.
Para saber más:
Que vayamos concediendo paulatinamente autonomía a nuestros hijos no significa que dejemos de ejercer
un cierto control sobre ellos. Los padres deben dejar hacer a sus hijos, pero supervisando lo que hacen y
teniendo siempre conocimiento de las tareas que realizan.
En lo que se refiere a sus estudios, en los primeros años escolares, conviene planificar con ellos las tareas.
A medida que crezcan les dejaremos que hagan sus tareas sin nuestra presencia, pero les supervisamos por
si tienen alguna consulta que realizarnos y para interesarnos por los avances realizados o por las dificultades
que encuentren en sus estudios.
También supervisaremos sus actividades de ocio y sus amistades para evitar situaciones que puedan ser
negativas para nuestro hijo. Está bien que les preguntemos sobre sus actividades de ocio, interesarnos sobre
cómo se los han pasado en el cumpleaños de su amigo o qué tal ha ido la excursión que han realizado con
el colegio, pero no debemos agobiarlos. En ocasiones es mejor dejar que sean ellos mismos los que nos
cuenten sus cosas cuando les apetezca.
“Si quieres que tu hijo sea un adulto autónomo, enséñale cómo serlo desde niño”.
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