“LA MÍSTICA NO SE HACE, SE VIVE” Es importante aclarar que mística es una palabra que tiene origen en la religión. En política se usa con el fin de compartir diferentes formas de motivación, buscando materializar nuestras utopías en un escenario simbólico que nos identifique; logrando unir nuestros sueños con la realidad o en otras palabras “soñando con los pies en la tierra”. Las personas observan y se identifican atreves de los símbolos. Símbolos que tengan significado colectivo y que estén dentro de la ética y al servicio de la construcción de la dignidad humana. Es fundamental que como luchadoras y luchadores del pueblo mantengamos vivos los símbolos que dan identidad a nuestras culturas, nuestras organizaciones. Los símbolos pueden representarse y estar relacionados con distintos aspectos materiales, espirituales, culturales, estéticos, etc. La mística nace del corazón, se alimenta del sentimiento y la esperanza para alcanzar aquel sueño, aquel ideal. Lo que importa es que esa pasión se transforme en una causa consciente y coherente, que se pueda vivir por ella y por causa de ella. Es así, como la mística tiene un papel importante en la vida de una luchadora y un luchador del pueblo, basados en valores éticos y políticos que pasan a tener sentido cuando se encuentran en el camino anhelado. Dentro de estos valores éticos y políticos se encuentra el reconocimiento de las demás personas; al igual que el valor de la mística. Este espacio fortalece otros valores como la unidad, el amor, la fraternidad, el incremento del nivel de conciencia, entre otros. Todos estos valores establecen las bases del proyecto de transformación. Asimismo, la mística es la razón que mueve al luchador y luchadora social a ir en búsqueda de la realización de sus sueños colectivos.