Natural de Toledo, nació en 1501 en cuna de ilustre linaje, contó entre sus amigos a Boscán y a Navagero. Valiente y arrojado militar actuó en la corte de Carlos V. Maestro de campo del emperador, asistió a la campaña de Provenza en 1536 donde halló la muerte en un asalto a una torre. Su nueva y dulce voz, todavía hoy resuena entre las estridencias de la guerra y las armas. Su poesía, como un fino sueño, representa uno de los momentos más gloriosos de la lírica española, en los que aún escuchamos el “dulce lamentar” de sus pastores buscando la frescura de los bosques y la música de las aguas a través de los versos de sus églogas y sus sonetos. Garcilaso de la Vega cuenta el lamentar de dos pastores: Salicio y Nemoroso. Se considera que fue escrita en Nápoles hacia 1532. Los comentaristas clásicos discuten acerca de dos personajes (Salicio y Nemoroso). Los comentaristas modernos señalan que tanto Salicio como Nemoroso no son otro que el mismo Garcilaso. En esta égloga Salicio se queja del desdén de la dama casada (Galatea) con Antonio Fonseca y, Nemoroso de la muerte de Elisa. Sin embargo estas dos mujeres (Galatea y Elisa) resultan ser la misma persona: Isabel Freyre. Es una de las joyas de la poesía española. La sugerencia del paisaje pastoril y las quejas de Salicio y Nemoroso alcanzan una belleza singular a través de un verso armonioso. El tema radica en la queja por la ruptura del amor como discordancia dolorosa en un orden universal. Salicio se representa como expresión de un amor rechazado. La “consolación” se produce a través de un reconocimiento de un orden válido y seguro: la naturaleza, ésta nunca abandona a Salicio. En Nemoroso se expresa la desunión provocada por la muerte. La culpa la tiene la “muerte arrebatada” y ahora Elisa aparece divinizada. El amante debe enfrentarse a las fuerzas sobrenaturales que le revelan su debilidad natural. Ante la pérdida de la amada, el amante se instala con su soledad en perspectiva sobre la naturaleza: produce malas hierbas y abrojos donde antes crecían las flores. La naturaleza pierde su fuerza absoluta quedando el amante en estado de desamparo (ciego, sin lumbre, en cárcel tenebrosa). Su llanto se vuelve reproche y el mismo se convierte en un principio de desorden y rebeldía. La divina Elisa aparece estática en su eternidad y se olvida de los que sufren. ESTRUCTURA Consta de 30 estrofas de las que las primeras cuatro se presentan a modo de introducción, de la 5 a la 16 corresponden al lamento de Salicio (12 estrofas). La estrofa 17 cierra la instancia de Salicio y presenta la de Nemoroso. A partir de la 18 hasta la 29 sobreviene el lamento propiamente dicho de este último (12 estrofas). La 30 constituye el cierre de la égloga. Fray Luis de León nacido en Belmonte (Cuenca) en 1527 e hijo de un abogado de poca fortuna, hizo sus primeros estudios en Madrid y Valladolid. Ya a los 14 años llega a Salamanca, donde luego se incorpora a la Universidad, la que le confiere, cuando llega a los 32 años, su primera cátedra. En 1544 ingresa a la orden de San Agustín. Este Fray buscó tejer en sus obras literarias la influencia clásica con la influencia italiana, la tradición española y el hondo contenido religioso a través de elementos bíblicos. La paz fue una ambición angustiosamente buscada por él. Murió en Madrigal en 1591. En la poesía de Fray Luis de León se cuenta una etapa de cambio en la vida de un hombre que decide huir del mundanal ruido para trasladarse a la naturaleza donde considera que encontrará la paz y la felicidad eterna. En la literatura uno de los temas más frecuentes es la naturaleza, se la muestra como suma de perfecciones y fuente de placer. Una naturaleza “domesticada” e idealizada, el marco adecuado para que los personajes, que fingen ser pastores, manifiesten sus penas de amor. “ÉGLOGA PRIMERA”: “El dulce lamentar de dos pastores, Salicio juntamente y Nemoroso, he de contar, sus quejas imitando: cuyas ovejas al cantar sabroso estaban muy atentas, los amores, de pacer olvidadas, escuchando.” “Saliendo de las ondas encendido rayaba de los montes el altura el sol, cuando Salicio, recostado al pie de un alta haya, en la verdura, por donde un agua clara, con sonido atravesaba el fresco verde prado.” “ODA A LA VIDA RETIRADA”: “...Oh monte, oh campo, oh río, o secreto seguro, deleitoso! Roto casi el navío a vuestro almo reposo huyo de aqueste mar tempestuoso.” “...Despiértenme las aves con su cantar suave no aprendido, no los cuidados graves de que es siempre seguido el que al ajeno arbitrio está atenido.” “...Del monte en la ladera por mi mano plantado tengo un huerto que con la primavera, de bella flor cubierto, ya muestra en esperanza el fruto cierto.” “...Y luego sosegada, el paso entre los árboles torciendo el suelo da pasada de verdura vistiendo, y con diversas flores va esparciendo.” “...La combatida antena cruje, y en ciega noche el claro día se torno, al cielo suena confusa vocería, y la mar enriquecen a porfía.” El sentimiento es casi siempre melancólico; la amada aparece idealizada y con rasgos físicos semejantes a las damas retratadas por los pintores renacentistas: largo cuello, manos blancas, cabellos rubios, aspecto aristocrático. “ÉGLOGA PRIMERA”: “... Estoy muriendo, y aún la vida temo; témola con razón, pues tú me dejas; que no hay, sin ti, el vivir para qué sea. Vergüenza he que me va ninguno en tal estado, de ti desamparado...” “... Y tú, desta mi vida ya olvidada, sin mostrar un pequeño sentimiento de que por ti Salicio triste muera,...” “... Si en pago del amor yo estoy muriendo, ¿qué hará el enemigo?...” “¿Dó están agora aquellos claros ojos que llevaban tras si como colgada mi alma doquier que ellos se volvían? ¿Dó está la blanca mano delicada, llena de vencimientos y despojos que de mi mis sentidos le ofrecían? Los cabellos que vían Con gran desprecio al oro, como a menor tesoro ¿adónde están? ¿adónde el blando pecho? La “revolución copernicana”, es decir la teoría de Nicolás Copérnico, estableció la esfericidad de la tierra, el movimiento de rotación, la situación del sol como centro de un sistema y el movimiento de translación de los planetas (incluso la tierra, alrededor de él.) “ÉGLOLA PRIMERA”: “...El sol tiende los rayos de su lumbre por montes y por valles, despertando las aves y animales y la gente: cúal por el aire claro va volando, cuál por el verde valle o alta cumbre paciendo va segura y libremente, cuál con el sol presente va de nuevo al oficio,...” La lengua literaria está constituida por largas oraciones compuestas con proposiciones subordinadas. “ODA A LA VIDA RETIRADA”: “…Vivir quiero conmigo, gozar quiero del bien (que debo al cielo)…” (propo. subor. sust) El valor que el hombre del Renacimiento concede a la naturaleza y a la ciencia no significa que esa fuera una época de incredulidad. Hay un fuerte sentimiento religioso. “ÉGLOGA PRIMERA”: “... ¡Oh Dios! ¿por qué siquiera, (pues ves desde tu altura esta falsa perjura causar la muerte de un estrecho amigo) no recibe del cielo algún castigo?” “El cielo en mis dolores cargó la mano tanto, que a sempiterno llanto y a triste soledad me ha condenado; y lo que siento más es verme atado a la pesado vida y enojosa, solo, desamparado, ciego sin lumbre en cárcel tenebrosa.” “ODA A LA VIDA RETIRADA”: “…Vivir quiero conmigo, gozar quiero del bien que debo al cielo a solas, sin testigo, libre de amor, de celo, de odio, de esperanzas, de recelo.” En el Renacimiento la lengua aparece enriquecida con mayor abundancia de figuras del discurso. También se utilizan los discursos del ritmo y la sonoridad del lenguaje como elementos inseparables de la poesía lírica. Dentro de los recursos rítmicos nuevos tienen un lugar importante los nuevos metros y las nuevas estrofas: el endecasílabo, el heptasílabo, el soneto, la octava real, las estancias, la silva, los tercetos. Lo más revolucionario fue la adopción del endecasílabo y el soneto, que se incorporaron definitivamente a la poesía en lengua española. Un soneto es una composición poética de origen italiano que consta de catorce versos endecasílabos, esto es, de once sílabas, distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos. En cada uno de los cuartetos riman el primer verso con el cuarto y el segundo con el tercero, y ambos cuartetos deben usar las mismas rimas. En los tercetos las rimas pueden disponerse a gusto del poeta. La regularidad y simetría del soneto obligan a la precisión y la concisión de las ideas. La estructura de sus rimas permite juegos de oposiciones y correspondencias que expresan las tensiones de la vida interior del poeta. Por eso, el soneto se caracteriza por su fuerte coherencia interna, y permite alcanzar una estrecha correlación entre la forma y el contenido. En el “Soneto V” de Gracilazo de la Vega, las ideas del amor y de la muerte están relacionadas. Este autor también incursiona en la concepción de la mujer como inspiradora de su arte. Ésta aparece idealizada. “Escrito ‘stá en mi alma vuestro gesto y cuanto yo escribir de vos deseo: vos sola lo escribistes; yo lo leo tan solo que aun de vos me guardo en esto. En esto estoy y estaré siempre puesto, que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo, de tanto bien lo que no entiendo creo, tomando ya le fe por presupuesto. Yo no nací sino para quereros; mi alma os ha cortado a su medida; por hábito del alma misma os quiero; cuanto tengo confieso yo deberos; por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir, yo por vos muero.”