Importancia de la Antropología en el rescate de la Identidad Nacional Marcos Vinicio Sandino Montes 1. La identidad nacional, otro oscuro objeto del deseo Se utiliza esta metáfora: “Ese oscuro objeto del deseo” (1977) en un sentido similar al que utilizaron Campos Ríos, Guillermo, & Sánchez Daza, Germán (2005) al referirse a la Vinculación Universitaria, pues también con la identidad nacional se presenta la imposibilidad de alcanzarla, pese a que se la por la confluencia de múltiples factores: la polisemia de su significado, la influencia de las ideologías que intentan apropiárselo, así como a la naturalización de explicaciones fáciles, estereotipos, imprecisiones históricas y caricaturas del pasado nacional, en los textos educativos y en los medios de comunicación. 2. Aproximaciones al concepto de identidad nacional: El concepto de identidad surgió de la sicología, como expresión relativa a la persona, pero al surgir nuevas variantes que expresan significaciones muy específicas, se puede hablar de identidad étnica, de clase, de grupo, de barrio, nacional, religiosa, etc. Una persona puede asumir varias de estas identidades, de forma consecutiva o simultánea, según el contexto en que se encuentre, sin sufrir crisis de identidad. (Bresó & Gallego, 1993). Es relevante en este sentido la perspectiva antropológica, que asume el concepto de identidad, sobre todo en su dimensión étnico-cultural, reconociendo que la noción de identidad contiene dos dimensiones: la personal o individual y la social o colectiva (Cardoso de Oliveira, 2007), lo que hace evidente que desde la perspectiva de las Ciencias Sociales, se aborda la identidad desde esta bidimensionalidad social-individual, pero resaltando siempre, y esto es definitivo, su estrecha interconexión. Lo personal y lo social representan dimensiones de un mismo e inclusivo fenómeno, situado en diferentes niveles de realización, y por lo tanto estudiado por diferentes ciencias y superar el psicologismo que identifica la identidad social con la identidad étnica. La identidad es búsqueda e interrogante, que muchas veces se diluye en un conjunto de problemas generales que la determinan, sin embargo, la velocidad de los cambios sociales y la diversidad cultural, hace pertinente la cuestión sobre “lo más profundo de su alma nacional” enfrentada a “una conciencia universal”, lo que con mayor o menor rapidez permite la comprensión de los valores y perfiles culturales que diferencian un grupo humano de otro. (Barahona, 2002). Para Bloom la identidad nacional es “la condición mediante la cual una masa humana ha hecho una misma identificación con unos símbolos nacionales –han hecho suyos los símbolos de una nación – de tal manera que pueden actuar como un solo grupo psicológico cuando existe una amenaza, o la posibilidad de desarrollar los símbolos de la identidad nacional” (citado por Martínez Lahoz, 2006). Lo anterior requiere no solo la identificación externa, sino “un verdadero proceso psicológico de identificación general con la nación”, lo que no es un fenómeno estático sino más bien dinámico, como expresión del potencial para la acción de una colectividad. Este aspecto dinámico ya había sido identificado por Locke, quien al considerar que lo que existe en un tiempo y un lugar determinado, si se compara con ella misma (en otro tiempo) se asume la idea de identidad y diversidad, considerando que la identidad es lo que no varía. 3. Construcciones de la identidad nacional del nicaragüense La identidad de un país se forja en la historia de un país, elaborada como una construcción social en la que se mezclan elementos culturales, religiosos, territoriales, económicos, etc. Pero esta construcción, está influenciada por los intereses de las clases dominantes, que buscan en la historia la justificación de su estatus. En América Latina, una compleja historia que transitó por antiguos sistemas imperiales o tribales, capitalismo dependiente y socialismo, construyó su identidad como producto de su herencia colonial y las diversas resistencias de los pueblos originarios. La independencia fue una lucha de diversos proyectos: conservadores, liberales, las aspiraciones de las colectividades étnicas, así como intereses de las clases subalternas. En algunos países hubo un predominio de las ideas liberales, en otros, como en Centroamérica, los grupos hegemónicos fueron más bien conservadores. Esta lucha atravesó el conflicto religioso, pues los liberales tendían al anticlericalismo, mientras que los conservadores propugnaban por la conservación del catolicismo. En el caso de Nicaragua, en un trabajo anterior (Sandino, 2020) se identifican tres mitos fundantes de la historiografía nicaragüense: ▪ La independencia como mito: Se analiza la independencia a partir de la firma del acta del 15 de septiembre de 1821, ocultando en gran medida el proceso y sus consecuencias, en particular la existencia de varios proyectos independentistas que luchaban entre sí y el triunfo de las élites gobernantes que adoptan la independencia para “prevenir las consecuencias que serían terribles, en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo” (Acta de Independencia de Centroamérica). Desde este imaginario, hay muchos próceres olvidados y que se deben rescatar (mujeres, negros americanos y africanos e indígenas), y se eleva a esta categoría a personalidades que jugaron un papel tangencial u oportunista. ▪ El mito del mestizaje: Según Gould (1995), uno de los pilares del modelo hegemonista de las clases dominantes en Nicaragua “es la noción que todos sus ciudadanos son mestizos”, idea que defendió José Coronel Urtecho y Pablo Antonio Cuadra. Este imaginario invisibiliza la resistencia indígena, los que son valorados como primitivos marginados que había que “integrar” y “civilizar”. Muchos de los denominados “expertos indigenistas” y “defensores de los indígenas”, lo promovieron consciente o inconscientemente y algunos contribuyeron al despojo de las tierras indígenas, que fue acompañada del despojo de su cultura (religión, idioma, tradiciones, etc.), la estrategia consistió en tratar a los indígenas como “ciudadanos comunes y corrientes”, educarlos en las nociones de patriotismo y represión de sus nociones de etnicidad. La resistencia de las comunidades originarias fue duramente reprimida por gobiernos conservadores y liberales. Se registra en nuestra historia una honrosa excepción fue la actitud de Sandino 1, pero las comunidades indígenas no lograron salir fortalecidas y sufrieron la represión junto a los demás grupos sandinistas, que Somoza desató luego del luego del asesinato del Padre de la lucha antiimperialista. ▪ El mito de la república conservadora: Es posiblemente el mito más exitoso y se utiliza sin mucho cuestionamiento. Se asume que la Constitución de 1858, de origen conservador y en oposición a la liberal de 1938, significa un parteaguas de la historia nacional, al identificar un antes y un después: "el período de la anarquía" (1821-1858) y la "República Conservadora2" (1858-1893)”. (Vargas, 2008). Este mito se fundamenta en un enfoque histórico que privilegia los factores políticos, en particular los períodos gubernamentales, como eje vertebrador de la historia nacional, que es el adoptado por la mayoría de textos de historia de Nicaragua. Sin embargo, hay otras visiones de la identidad nacional, Quezada (2013) presenta una clasificación fruto de unas reflexiones a propósito de un Foro elaborado para la presentación del libro “Síndrome de Pedrarias”: 4. Cómo somos: características que identifican al nicaragüense Los nicaragüenses somos "expresivos, confianzudos, irresponsables, impuntuales, perezosos, mal hablados, exagerados, mágicos, autoritarios y familistas" (Álvarez Montalván, 2006), que sigue en cierta medida lo expresado por Pablo Antonio Cuadra (1987) y Carlos Mántica (2008), dentro de la tradición del mestizaje, lo nicaragüense excluye a la Costa Caribe y como parte del pensamiento conservador “se enorgullece de su identidad y tradición. Mataría por impedir que cambiáramos” (Quezada, 2013). 4.1. Cómo debemos ser Al respecto, identifica cuatro vertientes: a) El institucionalismo Esta vertiente se ubica “dentro de la más pura tradición emancipatoria de la Ilustración europea y el viejo dualismo modernizante norteamericano, que seamos modernos en el respeto a las instituciones y el derecho a las diferencias; que cambiemos lo que somos (atrasados, agrarios, comunitarios y mágicos) por lo que debemos ser (modernos, institucionalizados, amantes del Estado de Derecho y racionales)” (Quezada, 2013). Sus principales representantes son: el Dr. Alberto Saborío (2001), Dr. Alejandro Serrano Caldera (2001) y Dr. Danilo Aguirre Solís (2001). b) La revolucionaria Que sueña al nicaragüense como “solidarios, hermanos y justos en la distribución de la riqueza, empezando por el sector agrario” (Núñez, 2006), con una fuerte influencia gramsciana, se define la identidad como fruto de luchas contrahegemónicas y, últimamente, como empujes de la clase media baja, con dirigentes sin apellidos coloniales, en la que, según él, han coincidido liberales y sandinistas. 1 2 Sin embargo Gould considera que la identidad étnica que reivindicaba Sandino, estaba muy influenciada por la visión liberal de una américa indohispana (¿mestiza?), pero reconoce que esta visión era mucho más incluyente y libertaria que la propugnada por las élites libero-conservadoras. Se le conoce también como Período de los treinta años conservadores o la era conservadora de los treinta años. c) Una perspectiva fatalista Según el Dr. Oscar René Vargas (1999), “somos prisioneros del "síndrome (de Pedrarias)" y estamos condenados a repetirlo para siempre. Aun cuando quisiéramos cambiar no habría salida”, en este imaginario, los nicaragüenses son “un como pueblo trabajador, noble e indoblegable, amante de la libertad y la justicia”, pero desencantados, “fruto quizás de la victoria inobjetable del neoliberalismo de aquel momento” (Quezada, 2013). d) Con enfoque de género Sofía Montenegro (1997), explica el "Síndrome de Pedrarias" “como el fruto de una violación de la que fuimos objetos en nuestras ancestras indígenas. Desde entonces sufrimos la ausencia paterna (...) que nos define y nos hace autoritarios y patriarcales”. La alternativa es un feminismo. hija rebelde, pero tardía, de la Ilustración, que reniega del liberalismo, por su predominio machista, de la nación y las clases, y que impondrá la luz a machos alfas y mujeres alienadas por ellos (Quezada, 2013). 4.2. Otras visiones Los imaginarios nacionales son recursos de poder que usan distintas capas sociales, generalmente letradas, para mantener la cohesión social e identitaria del Estado nación. Ni Darío ni Sandino, escaparon de estas lógicas. (Blandón, 2003) El método o los principios que usa Blandón son tributarios del diferencialismo derridiano que elogia las diferencias sean estas de sexo, raza, género, clase o colonialidad y que, en términos emancipatorios, han pasado a constituir el movimiento queers. En aras de superar el esencialismo, se recupera el medio en fin; es decir, la búsqueda misma en identidad, representante de este enfoque es el Dr. Sergio Ramírez Mercado (2000), que pretende superar esta visión, estrechamente relacionada a unos mestizos cansados y necesitados de reposo de guerrero, con el esfuerzo de incorporar formal, aunque tardíamente, las tradiciones afrocaribeñas, siempre excluidas de los escenarios esencialistas del pacífico, norte y centro de Nicaragua. Esta misión le corresponde al arte, en su diversidad de formas, “crean mundos salvíficos, a una nueva oferta de sentido”, pues la política ha desencantado a los que creyeron en sus utopías. Desde un punto holográfico, los ecologistas y los migrantes, son los que de verdad ponen a prueba los sentidos de identidades nacionales y estrechos, porque dentro de las partes ya está el todo. El espacio está recobrando un derecho a hablar (locus enuntiationis) como medio ambiente y como movilidad de agencias que llevan y traen a cuestas, como los caracoles, su propia casa como cultura. Los “Miami boys”, los “gringos caitudos” o los “nicas”, son parte de una identidad ya híbrida, muchas veces ocultada. La identidad o la alteridad no son esencias, en cada movimiento de los actores sociales, sean quienes sean, ya sea en diálogo o en conflicto, su busca defender intereses o resistir los intentos de imponer otros. Un movimiento variado y múltiple, con aliados que en cualquier momento podrían pasar a ser adversarios. Para comprender la cultura nacional, si entender el impacto del cristianismo, que dota de sentido, mediante recompensa y castigo. Desde esta perspectiva, el sufrimiento, en particular de los sectores menos favorecidos e inocentes, “no quiere, no debe y no puede quedar sin castigo para los responsables, y sin recompensa (en el cielo, en el mañana, en el hoy) para las víctimas” (Quezada, 2013). Desde esta visión, se reconocen los grupos subalternos y sus identidades (Rodríguez, 2009). 5. El carácter multiétnico de Nicaragua La Constitución Política de la República reconoce en sus artículos 5 y 8 la naturaleza multiétnica de Nicaragua y se reconoce a los pueblos originarios y afrodescendientes su propia identidad, sin que ello rompa la unidad e indivisibilidad del país. Artículo 5. Son principios de la nación nicaragüense, la libertad, la justicia, el respeto a la dignidad de la persona humana, el pluralismo político y social, el reconocimiento a los pueblos originarios y afrodescendientes de su propia identidad dentro de un Estado unitario e indivisible, el reconocimiento a las distintas formas de propiedad, la libre cooperación internacional, el respeto a la libre autodeterminación de los pueblos, los valores cristianos, los ideales socialistas, las prácticas solidarias, y los valores e ideales de la cultura e identidad nicaragüense. Artículo 8. El pueblo de Nicaragua es de naturaleza multiétnica y parte integrante de la nación centroamericana. La autonomía regional en Nicaragua, que se estableció por medio del Estatuto de Autonomía de las Regiones de la Costa Caribe de Nicaragua (Ley No. 28), creada desde el principio de la autodeterminación del Estado nacional frente a los otros Estados, permite reconocer y garantizar los derechos particulares a los pueblos comunidades de la Costa Atlántica y preservar y promover sus identidades en el seno de un Estado unitario de nuevo tipo. Es una autonomía territorial concebida como una forma de autodeterminación en el contexto de un estado unitario, organizada con el fin de reconocer derechos particulares a poblaciones diferenciadas desde el punto de vista étnico. (Ortega Hegg, 1994) Sin embargo, por sus características histórico-particulares no incluyó a las comunidades de las regiones Pacífico y Norte: Veracruz (Rivas), Monimbó (Masaya), Sutiaba (León), Sébaco (Matagalpa), Matagalpa (Matagalpa), Jinotega (Jinotega), Bocay (Jinotega), San Lucas (Madriz), Cusmapa (Madriz), Mozonte (Nueva Segovia), Telpaneca (Nueva Segovia). Sin embargo, con base a la reforma Constitucional de 1995, en particular en lo relativo a la definición del carácter multiétnico del pueblo nicaragüense, se reconoce su existencia, el derecho a desarrollar sus identidades y culturas, así como administrar sus propios asuntos locales (art. 5) y mandata una reforma de la ley de municipios, donde se contemple la relación de los mismos con las comunidades indígenas (art. 177). Ello podría abrir espacios de representación directa en los concejos municipales, máxima autoridad del municipio, o al establecimiento de distritos indígenas en el ámbito territorial de los municipios, a fin de gestionar por sí mismos el respeto a sus derechos particulares y el mejoramiento de sus condiciones de vida. Ello incluye el respeto a sus tierras comunales, sus formas organizativas propias, la elección sin injerencias y el reconocimiento de sus propias autoridades. Lo anterior se vincula con el concepto de interculturalidad, donde se entrecruzan diferentes conceptualizaciones, las que se intentará resumir en los siguientes párrafos: La conceptualización de la interculturalidad se ha desarrollado de manera heterogénea y diversa, entre algunos intelectuales latinoamericanos occidentalizados y entre los pueblos originarios, destacándose la diferencia entre multiculturalidad e interculturalidad. La primera propone la admisión de la diversidad cultural, enfatizando las diferencias y fomenta políticas relativistas, en cambio la segunda asume “la confrontación y entrelazamiento que sucede cuando los grupos entran en intercambios”, de allí su distinción de ambos términos y conceptos, pues si la multiculturalidad supone “la aceptación de lo heterogéneo” (García, 2006) citado por (Zúñiga Muñoz, 2011). Sarango (2010) identifica una tipología de las diversas acepciones de la interculturalidad: ▪ ▪ ▪ ▪ La interculturalidad subordinada, que es la que han vivido los pueblos indígenas en los últimos 500 años, entendida como relación entre culturas en la que se establece la diferencia colonial entre unos y otros, indígenas y no indígenas. La interculturalidad institucionalizada que es aquella que se establece a nivel de leyes -como respeto de las diferencias- pero no se acata en la práctica, expresando el doble discurso de la modernidad La interculturalidad folklórica que se promueve en el contexto comercial, exotizando y utilizando los rasgos de las culturas originarias para agregar valor a bienes y servicios; es la exhibición de los trajes, la cocina, las lenguas. La interculturalidad con equidad que se implementa como reconocimiento de plurinacionalidad, es decir, como producto de la autodeterminación en una relación compleja de unidad en la diversidad dentro de un territorio estatal. Para Walsh (2019), la interculturalidad es un proyecto político alternativo que busca atender las reivindicaciones de las organizaciones sociales (movimiento indígena y de sectores subalternos: negro, mujer, personas de la diversidad sexual, personas con capacidades diferentes, etc.) tradicionalmente invisibilizadas, explotadas y subordinadas por parte de la “sociedad blanco mestiza”. Constituya además una alternativa epistémica a través de una nueva atención a la diversidad cultural y lingüística y una serie de reconocimientos jurídicos estatales. Leticia Rovira (2020) propone el concepto de diversidad sociocultural como una visión más amplia que supera el relativismo cultural (culturalismo) y establece como límite del respeto a la diversidad los derechos humanos y el respeto de la integridad de las personas. Esta categoría permite ver la forma cómo las sociedades responden a su entorno, desde su movimiento. A lo interno de las sociedades, se plasmas diferencias de género, edad, sector socioeconómico, de clase, de apropiación del espacio, etc. Estas diferencias se interpenetran de manera diacrónica y sincrónica. Se tiene que reconocer que las personas son seres multiidentitarios (ya que cada uno se adscribe a muchas identidades individuales y como grupo) y multidimensionales (porque cada identificación es diversa, a través de la imposición o autoadscripción en grupos heterogéneos e incluso opuestos) Estas filiaciones se presentan como “naturales” pero en realidad son construidas y reconstruidas a través del entramado social y sus procesos, lo que niega la idea que las identidades portan o se definen en una esencia inmutable y acabada. Las identidades son producto de situaciones objetivas y subjetivas, pero lo objetivo y lo subjetivo se entrecruza, El entramado complejo donde se despliega la identidad cultural se conforma asimilando, aceptando o rechazando identidades diferentes, algunas impuestas o propuestas con mucha firmeza desde fuera del sujeto (identidades hegemónicas). Es por ello que las identidades deben ser abordadas desde el contexo de la diversidad sociocultural desde el que emergen, ya que este es el que las hará significativas y solo entonces podremos analizarlas desde las ciencias sociales. Las identidades, así como son múltiples, son relacionales, no todas se destilan unilateralmente desde y hacia una sola dirección, pueden derivar de convenciones, la mayormente implícitas, pero también pueden ser adoptadas a voluntad, o por desajustes sociales o individuales, donde es necesario trasmutar una o varias identidades. Se manifiesta el estar traspasado por esta diversidad de identidades que desarrollan a partir y desde una diversidad sociocultural. 6. Estrategias para impulsar el Bien Común en Nicaragua El nuevo modelo de desarrollo del Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional (GRUN), desde el año 2007, tiene en la Restitución de los Derechos Humanos de los y las nicaragüenses como su principal finalidad, con base en los principios del Cristianismo, Socialismo y la Solidaridad. Se fundamenta en la herencia de Sandino, las experiencias acumuladas en la lucha contra la dictadura Somocista, los aprendizajes obtenidos en la gestión estatal en la primera etapa de la Revolución Popular Sandinista, con sus éxitos y debilidades, en medio de una terrible agresión militar, en la experiencia de una oposición responsable (“gobernar desde abajo”) estrechamente vinculada con los sectores populares para la defensa de las conquistas sociales alcanzadas y limitar el impacto social de las políticas neoliberales, y en una audaz política de alianzas. Se tenía claro que Nicaragua es una sociedad que enfrenta múltiples contradicciones, por lo que requiere de la concreción de “una estrategia de desarrollo económico en democracia; es decir, sin concentración de la riqueza y de la tierra. Un modelo que estimule la producción agrícola e industrial en las diversas formas de propiedad que, a la vez que fomente la exportación, logre la seguridad alimentaria y la acumulación… (que necesita) un proceso de acuerdos basados en amplias consultas y concertaciones entre todos los sectores de la sociedad y en todas las regiones y departamentos del país. Con todo ello, se alcanzaría la estabilidad en las relaciones políticas en condiciones de acceso al poder y al proceso de decisión para todos los principales actores políticos)”. (Oquist, P. & Delgado, R, 1992). En tal sentido, se definieron las siguientes estrategias: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 7. Reconciliación con la naturaleza y la defensa de la Madre Tierra, Reconciliación con los sectores que nos vimos enfrentados por la agresión de EEUU, condenada por la CIJ, hoy el Partido Resistencia Nicaragüense es aliado del FSLN, Reconciliación con los sectores históricamente excluidos en el Neoliberalismo, campesinas y campesinos, artesanas y artesanos, movimientos sociales, movimientos cooperativos, Reconciliación generacional, reivindicando el derecho de la juventud a la educación, la recreación y al rol político para el cambio social, Reconciliación con la mujer dignificando, visibilizando su rol como sujeta determinante en el cambio social y sujeta activa de derechos humanos por igual con el hombre, el rol protagónico político, económico, social, ambiental y cultural de la mujer, con espacios ganados legítimamente desde siglos, Reconciliación con los pueblos originarios y afrodescendientes y el fortalecimiento del proceso autonómico y Reconciliación con el empresario grande, existe una matriz de compromisos con seguimiento por una comisión mixta. (Delgado, 2011) Retos de la antropología No se pretende que un vecino le indique al dueño de casa lo que tiene que hacer, las reflexiones que siguen más bien pretenden identificar, qué y cómo se deben desarrollar los conocimientos, habilidades y actitudes propias de la Antropología en futuros educadores de las Ciencias Sociales. Sigo en mucho las ideas desarrolladas por Álvarez Monárriz (1994). Con relación al campo teórico, el autor citado considera que hay dos grandes retos: 1. Reconceptualizar el campo de estudio (ciencia del hombre vs ciencia de la cultura) superando el cientismo, en la búsqueda de una comprensión global, sistemática y práxica. Derivado de su etimología, “el término antropología se deriva de las palabras griegas logos (tratado) y anthropos (hombre)” (Alonso-Geta, 2011), es por tanto la ciencia del hombre, dos palabras llenas de ambigüedad que requieren una mayor definición. En sus orígenes, la antropología pretendió 2. Asumir el reto de la interdisciplinariedad y el diálogo de saberes. ▪ En el campo metodológico: o Superar la etnografía o Vigilancia epistémica o Promover la IAP. ▪ Líneas de investigación: o La naturaleza humana. o La creatividad. o Los otros. ▪ Líneas de vinculación con la sociedad: o Rescate y promoción de identidades o Desarrollo Humano Sustentable (urbano y rural) o Promoción de la interculturalidad con equidad 8. Conclusiones 1. Para que la identidad nacional deje de ser “otro oscuro objeto de deseo”, se debe reconocer su carácter histórico, bidimensional, múltiple, complejo. En esta construcción social, es tan importante el “cómo nos vemos” como el “cómo nos ven”. En esa tarea la reconceptualización de la antropología y su enseñanza en todos los niveles educativos. Comparten este reto las distintas ciencias sociales, que con enfoque interdisciplinares revisen el qué y cómo se ha enseñado y enseña los contenidos esenciales de esta ciencia y la historia (nacional y universal). 2. En la historia nacional se cuenta con experiencias valiosas, que contribuyeron a la toma de conciencia del carácter multiétnico de nuestro país, tal como quedó consignado en nuestra Constitución y en la Ley de Autonomía de las Regiones de la Costa Caribe de Nicaragua, y la adopción de enfoques críticos de los conceptos de interculturalidad y diversidad sociocultural, teniendo conciencia de que aún hay comunidades étnicas que no han logrado los mismos reconocimientos. Otro reto compartido de los científicos sociales nicaragüenses. 3. Las estrategias para impulsar el Bien Común en Nicaragua, han permitido atender de manera estructural las múltiples contradicciones socioeconómicas y culturales heredades del modelo neoliberal que gobernó nuestro país entre 1990 y 2006. 4. Los dos retos mencionados, quizás no los únicos que enfrenta esta disciplina, reconceptualizar el campo de estudio y la adopción de la interdisciplinariedad y el diálogo de saberes, podrían ser los ejes, sobre los que se organice el programa de esta asignatura, para la carrera de Ciencias Sociales, según se definió en nuestra macroprogramación y en otras carreras, que las puedan incorporar en sus macroprogramaciones, ya sea como asignaturas obligatorias o como asignaturas optativas o electivas. Además, el núcleo básico para valorar la oferta a nivel de grado o posgrado de programas vinculados con la misma. 5. Se identificó además, a modo de propuesta, líneas de investigación y proyección social, que fortalecerán el curriculum de nuestra carrera y el quehacer de nuestros académicos y estudiantes. Bibliografía Álvarez Munárriz, L. (1994). Fronteras teóricas de la antropología social. Revista de antropología social, (3), 147-172. Alonso-Geta, P. M. P. (2011). 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La identidad nacional como problema (Doctoral dissertation, Universidad Complutense de Madrid, Servicio de Publicaciones). Oquist, P. & Delgado, R. (1992). Proyecto Nacional: Nicaragua es la meta. Envío (131). Ortega Hegg, Manuel (1994) Problemática étnica, región y autonomía. Boletín de Antropología Americana, No. 30 (diciembre 1994), pp. 5-20. Publicado por Pan American Institute of Geography and History. Disponible en: https://www.jstor.org/stable/40978076. Quezada, F. (2013) Quiénes somos. Disponible en: http://freddyquezada.blogspot.com/2013/07/quienessomos.html Rodriguez, I. (2009) Hegemonía y Dominio: subalternidad, un significado flotante en http://blog.pucp.edu.pe/item/45014/hegemonia-y-dominio-subalternidad-un-significado-flotante-ileanarodriguezRecuperado el 16 de septiembre del 2020. Rovira, Leticia (2020) Diversidad sociocultural acercamiento teórico metodológico. Ponencia presentada en la Jornada internacional de epistemología y metodología de investigación. Vicerrectorado y su dependencia la Dirección de Ciencia y Tecnología de la Universidad Pública de El Alto (UPEA). Sandino M., M. V. Apuntes para el “Conversatorio sobre las festividades patrias” Desarrollado en la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, León, el 9 de septiembre del 2020. Trabajo inédito. Sarango, L. (2010). La interculturalidad como práctica de vida y la educación superior como diálogo de saberes, en las políticas públicas desde la visión de los pueblos indígenas. Videoforo realizado en el Paraninfo Daniel Oduber Quirós el 26 de julio del 2010. San José de Costa Rica: Oficina de Audiovisuales UNED. Zúñiga Muñoz, Xinia M (2011) La interculturalidad como relación imaginada y práctica social: experiencias con y desde los pueblos indígenas en América Latina Cuadernos Inter.c.a.mbio sobre Centroamérica y el Caribe, núm. 9, pp. 85-103 Universidad de Costa Rica, Costa Rica.