Subido por Angie Kate

grado 10° guia cuatro tercer periodo filosofia el ser y el conocimiento

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INSTITUCION EDUCATIVA NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN
DOCENTE: Diana Isabel Arias Pineda
ÁREA: sociales
SEDE: principal
ASIGNATURA: filosofía
GRADO:
GRUPO(S):
10
1-2-3
JORNADA: mañana
TELÉFONO:3226235467
CORREO: dianaisabelariaspineda@yahoo.com
LOGROS: Reconoce la importancia de los conocimientos filosóficos
Indicadores de Logros: analizar y comprender los diferentes conocimientos que se van
dando a nivel filosófico
FECHA DE ENTREGA POR EL DOCENTE: 10° 1-3 07/09/2020 10°2 07/09/2020
FECHA MÁXIMA DE ENVÍO POR EL ESTUIANTE: 18/09/2020
TALLER N°: 4
Tema:
PERÍODO: III
SEMANA: 4
el problema del ser y el problema del conocimiento
ANTES DE EMPEZAR A DESARROLLAR EL TALLER DEBES LEER MUY
BIEN TODO EL DOCUMENTO Y ASÍ TENDRÁS UNA VISIÓN MÁS CLARA
DE LO QUE DEBES HACER.
El Problema del Ser y el Problema del
Conocimiento
Para situar adecuadamente nuestra reflexión, debemos empezar
refiriéndonos a la problemática de la relación entre el Ser y conocimiento,
en su contexto griego originario; solo así podremos comprender que un
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análisis abstracto, y en apariencia sumamente alejado de nuestras
preocupaciones cotidianas, se inscribe
De hecho, en el centro de nuestras actividades más concretas.
El problema del “ser”, el origen mismo del uso de este vocablo a nivel
filosófico, se sitúa dentro de un esfuerzo del conocimiento humano por
captar la realidad de una manera fundamental, radical, más allá de las
modificaciones implicadas en el movimiento incesante de las cosas. Así,
el problema del “ser” es inseparable del problema del conocimiento
humano; los dos aspectos, en sus implicaciones mutuas, describen, al
mismo tiempo, una concepción precisa de la ciencia y el hombre.
Con relación al pensamiento mítico, que concibe al mundo como una
composición de potencias divinas (Kronos, Zeus, Themis,…), la filosofía
se origina con el deseo de conocer las cosas por sí mismas, partiendo de
la convicción de que estas son generadas a partir de un principio
puramente material. Esta tendencia está sintetizada en un
término: physis; del cual se forma el calificativo que caracteriza la actitud
cognoscitiva de los primeros filósofos frente a las cosas: los FISICOS
(Tales, Anaxímandro, Anaxímenes, principalmente). Frente a los
“teólogos” (como Aristóteles califica a los pensadores míticos), los
“físicos” aspiran a leer y a pensar el mundo según unas leyes materiales
inmanentes a las cosas; leyes que descartan la posibilidad de una
intervención aleatoria de la voluntad de los dioses. Este es el origen de la
actitud científica que va a caracterizar gran parte de la historia del mundo,
llamado “occidental”. Con esta actitud surge una concepción del hombre,
de sus actividades y de su progreso, el hombre no se encuentra dentro
de un circulo de potencias divinas que lo dominan y a las cuales tiene que
obedecer, sino en un contacto continuo con realidades simplemente
materiales, dinamizadas por leyes inmanentes e inviolables que el hombre
debe conocer para obrar en armonía con su dinamismo.
Dentro de esta perspectiva general, inmediatamente surge un problema
fundamental: si todo cambia, si todo está sometido a un movimiento
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incesante, ¿existe algo permanente, una identidad de la realidad con ella
misma, o todo es una continua sucesión de fenómenos sin identidad
propia? Según que se opte una u otra de estas dos posibilidades surgirá
una u otra exigencia para el conocimiento humano y, en consecuencia,
una u otra concepción de la ciencia. Al mismo tiempo, en ese dilema se
encierran dos visiones del hombre y de la sociedad, concretamente de la
normatividad en sus acciones y de la estabilidad de las leyes políticas:
¿tienen algo de estable, que debe permanecer dentro de la evolución
social, o son puros acontecimientos que deben ser modificados
continuamente? Así vemos que el problema planteado no se limita a un
simple interés especulativo, sino que, por su carácter fundamental,
compromete al hombre y a sus instituciones de una manera radical.
Las soluciones presentadas por los griegos fueron múltiples: retengamos
tres de las más significativas antes de Sócrates:
- Jenófanes opta por una solución calificada, posteriormente, como
“probabilista”. Ante la dificultad para reconocer exhaustivamente las
cosas, y ante las diferencias en el condicionamiento social, cultural,…,
“étnico”, de los hombres, lo máximo que se puede obtener es una
“aproximación a la verdad”, una “opinión recta”. La ciencia, en cuanto
conocimiento exacto de las cosas y de sus causas, sólo pertenece a Dios.
- Heráclito acepta, sin reservas, la evidencia del “flujo continuo de las
cosas”, pero al mismo tiempo afirma categóricamente la existencia de una
ley universal invisible que, partiendo de la voluntad divina, penetra y
ordena todas las cosas. La sabiduría, en su opinión, consiste en el
conocimiento de esta ley invisible que permite emprender el aparente
desorden del flujo universal; una vez conocida, esta ley servirá de pauta
al hombre para organizar su vida y sus instituciones en armonía con el
cosmos. Esta ley –voluntad divina, orden del mundo, ciencia del hombre,
fundamento de la política… ser de las cosas- es el logos.
- Parménides, más próximo de Jenófanes, acepta el movimiento incesante
de las cosas, pero, distanciándose de Heráclito, duda que en el mundo del
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flujo incesante pueda el hombre descubrir el ser auténtico, permanente
de las cosas. Su solución consiste en un alejamiento total del movimiento,
que él expresa como un viaje místico, para conseguir por medio de
una revelación religiosa, el conocimiento delser, de aquello que es estable
imperecedero, idéntico a sí mismo. No se trata de Dios, sino del fondo
permanente de todo lo que existe: la necesidad de la existencia frente al
vació de la nada.
Estas soluciones muestran, en sus diferencias, la complejidad del problema, un
problema que aún hoy instiga a los filósofos y científicos. Aunque la terminología
cambie y se precise según las necesidades de la época, estos tres autores
(podríamos haber mencionado también a los atomistas, a los sofistas y a
Anaxágoras) marcaron unos jalones decisivos en la orientación de la
problemática que nos interesa: el problema del ser y del conocimiento. Sólo uno
de ellos, Parménides, utiliza el término ser como dimensión especifica de la
reflexión filosófica, contraponiendo el ámbito circunscrito por este término al
mundo del movimiento. Con él nace, propiamente la ontología (de ontos: ser,
existencia, y logos, conocimiento, saber): el conocimiento del ser, o la ciencia
de la existencia de las cosas. Platón se sitúa en la línea de Parménides.
Taller
1. ¿Cuál es la relación entre el ser y el conocimiento?
2. Definir las siguientes palabras: ser, conocimiento, pensamiento filosófico,
complejidad, dimensión y ontología.
3. Realizo mapa conceptual del tema
4. Analizo el siguiente párrafo
si todo cambia, si todo está sometido a un movimiento incesante,
¿existe algo permanente, una identidad de la realidad con ella
misma, o todo es una continua sucesión de fenómenos sin
identidad propia?
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