0. Catequéticia 5/2003 _GFO 4/7/03 16:40 Página 259 259 Punto de vista ¿SI GUE SIENDO VIABLE H OY L A C AT E Q UE SI S? E n todos los ámbitos actuales de reflexión catequética se plantea hoy en día el mismo problema: las condiciones para el ejercicio de la catequesis se han transformado absolutamente: nuevo contexto, modificación de las condiciones para la transmisión de la fe, inadaptación de los actuales procesos de catequesis... Y no es sólo un problema para nuestro país, sino que la misma constatación puede hacerse en Francia, en Italia, en Bélgica... La pregunta es: ¿Qué podemos hacer? ¿Ha “muerto” la catequesis? ¿Cuál es y cómo el futuro de la transmisión de la fe? ¿Estamos en un momento “catequético” o en un momento de “primer anuncio” de la fe? Los niños y adolescentes actuales ¿son sujetos capaces de recibir el anuncio de la fe? ¿Está capacitada la Iglesia actual para llevar a cabo un nuevo planteamiento? Nuestra revista CATEQUÉTICA ha reunido en torno a una misma mesa a un grupo de personas cualificadas para plantearse todas estas preguntas, con el ánimo de suscitar preguntas e intuiciones que puedan abrir un debate sobre el tema. Transcribir todo el proceso de la conversación sería imposible. Os lo ofrecemos algo más sistematizado, con el deseo de abrir en todos nosotros un nuevo camino de inquietudes y reflexión. LOS INVITADOS: Javier Martínez Cortés, S.J. (Sociólogo), Juan de Dios Martín Velasco (Fenomenólogo de la religión), Donaciano Martínez (Catequeta), José Luis Sancho (Psicólogo), Manuel Contreras (Profesor), Juancho Pérez Andrés (Educador), y Asun Vitores (Catequista). 1. LA SITUACIÓN Las “estructuras de plausibilidad” han cambiado: Quizás se podría formular todo como un problema de inculturación, dado el desfase que parece haber entre los contenidos que se dan en la catequesis y el modo como se reciben. Probablemente es la “estructura de plausibilidad” la que crea problemas. La “estructura de plausibilidad” es un conjunto de indicadores que hacen que, cuando algo no es verificable de una manera inmediata y empírica se afirma o se da como un contenido, hace que parezca aceptable. La sociedad secular que nos rodea es una sociedad de la inmanencia, sin referencia alguna a Dios, Cristo, etc. Hay un bombardeo de imágenes que hace que la visibilidad de lo inmanente supere cualquier planteamiento que pueda hacer una “catequesis”. Por eso, lo que me parece es que han cambiado las “estructuras de plausibilidad” externas: del ambiente cultural, familiar, etc. que rodeaba al chico y a la chica, no queda ya mucho que pueda servir como “estructura de plausibilidad” (Javier Martínez Cortés). CATE QUE TICA 0. Catequéticia 5/2003 _GFO 4/7/03 16:40 Página 260 260 Las condiciones para la transmisión de la fe han cambiado radicalmente: Nosotros tenemos como referencia para la transmisión de la fe ( la propuesta del Evangelio y la iniciación cristiana) dos modelos. El modelo de un “primer anuncio” para la “primera conversión” y luego un tiempo dedicado a la iniciación, está pensado para adultos. Para los niños bautizados, el modelo que hemos pensado es una primera vivencia en familia y el “proceso continuo de catequización”, pues, tras el bautizo de párvulo, el niño no va a acceder a una fe libremente personalizada hasta que tenga el desarrollo humano suficiente. Pero este planteamiento no asume la situación socioreligiosa actual más general y, en concreto, la situación real de las familias ni, en consecuencia, la situación de vivencia creyente de los niños; sí, están bautizados y no han llegado aún a la libertad suficiente, pero tampoco tienen, en general, una familia que les haya proporcionado la primerísima iniciación, la primera vivencia religiosa cristiana para, a partir de esa experiencia, desarrollar un proceso de crecimiento y maduración...; y la comunidad cristiana se plantea más el ejercicio catequético progresivo que una iniciación experiencial. La cuestión de fondo con la que nos encontramos, por tanto, es la transmisión de la fe a los niños, adolescentes y primera juventud. Y ante esta cuestión hemos de reconocer CATE QUE TICA que las condiciones – como dice una Editorial francesa- están “bouleversées”, es decir “patas arriba”. Y por tanto, si no modificamos el modelo, las propuestas que sigamos haciendo no van responden a esas nuevas condiciones, a esa situación verdaderamente (Donaciano Martínez) Los hijos no reproducen los esquemas de los padres: Efectivamente, hay una ruptura en la transmisión de la fe, hay una crisis en el sistema de transmisión. El modelo se ha roto y, por tanto, hay que cambiar de estrategias para lograr comunicar la fe a las generaciones más jóvenes. Creo que la raíz de la crisis es doble: por un lado, ya no existe la socialización simultánea como español y como católico; y por otro, los hijos no reproducen los esquemas de los padres, ni en éste ni en ningún otro aspecto de la vida (Juan de Dios Martín Velasco). La fe compite con valores incompatibles: Vamos a plantear este tema, en un principio, desde el punto de vista de lo que es una “adicción”. ¿Qué es lo que obtiene un chaval o una chavala al consumir una sustancia tóxica? Obtienen un gran estado de euforia, de bienestar, de placer que, cuando se acaba, les lleva a un estado mucho peor que el del inicio. Es la gran subida y la gran caída. Llegan a una situación en la que se sienten muy 0. Catequéticia 5/2003 _GFO 4/7/03 16:40 Página 261 261 mal y tienen que consumir. Los valores con los que la fe compite son el poder, el dinero, etc., que tienen esquemas adictivos: “suben” y “acaban”, nos encontramos con nuestra propia realidad insatisfecha y tenemos que volver a tirar de esos valores... En un segundo momento, desde la psicología, nos encontramos con que la individualidad se ha convertido en el centro de la existencia. Entonces, nos encontramos con “la pirámide” de Maslow: vamos cubriendo nuestras necesidades de forma jerarquizada. Esta “pirámide” de necesidades es algo abierto y flexible y, sin embargo, en el contexto social, los niños, los adolescentes y los jóvenes tienen un proceso muy cerrado: van cubriendo los diferentes niveles -las necesidades básicas (pertenencia, seguridad, autorrealización)- pero no llegamos a los de trascendencia pues estas necesidades se convierten en herramientas en función del bienestar (José Luis Sancho). Es posible una mayor autenticidad: Está claro lo que pasa, pero no es un problema grande sino lógico y puede ser hasta saludable, para sanearlo todo. Antes no te quedaba más remedio que ser cristiano y católico: lo tenías en la familia, en la fiesta, en verano, en invierno, te lo decía la abuela y la vecina, y el colegio... Era simple contagio. Ahora no hay contagio. El que de verdad quiere ser cristiano y católico es realmente más auténtico (Asun Vitores). Falla el contexto global, desde la familia a la Iglesia, pasando por la escuela: ¿Cómo se consigue que el niño llegue a ser una persona “plena” desde el punto de vista de la fe? Es necesario el contexto, es decir, los testimonios, la comunidad, los profesores de religión, los demás profesores que sean cristianos, el conjunto todo. ¿Qué pasa cuando todo esto falla? El problema de la fe no es sólo el problema de la fe sino que es también el de los valores, su modo de actuar, la relación familiar, la comunicación... Y es que hay un fallo de transmisión “global” que afecta a todo. En cuanto a la Iglesia el problema está en nosotros mismos, que somos incoherentes, tenemos una fe débil, limitada y, además, no tenemos claro el método, el proceso, no sabemos qué hacer y cada uno hace lo que puede, sin que exista una acción clara de conjunto. Por otra parte, la institución eclesial tampoco ayuda mucho: debería ser menos “doctrinal” y más didáctica, tendiendo más a ayudar que a dirigir. Y habría que añadir el peso tan fuerte de la CATE QUE TICA 0. Catequéticia 5/2003 _GFO 4/7/03 16:40 Página 262 262 costumbre, la tradición, el modo de actuar que siempre hemos tenido, frente a lo cual nos da miedo plantear opciones nuevas que lo trastoquen todo (Juancho Pérez Andrés). se transmite la fe en la catequesis actual y sus claves reales de funcionamiento. A mi modo de ver esas claves del paradigma que hoy está generalizado podrían ser las siguientes: La sociedad no impide la madurez de los chavales: Quizás la ralentiza, por el sistema de una economía dura y pura: cuanto más tarde se incorporen al mundo laboral, mejor para todos, porque no hay oportunidades para todos. Otra causa de ralentización es el hedonismo: hoy podemos encontrarnos con que ese proceso de elaborar valores, de salir de sí mismo, etc., se está convirtiendo en una forma más de gratificación de uno mismo: “Soy bueno y me reconozco bueno”... Son “caridades” mal entendidas... (José Luis Sancho). 1ª, que la catequesis actual está centrada y regida por procesos de sacramentalización. Hay un mal planteamiento de la catequesis muy generalizado: Hay que ser conscientes del paradigma desde el que CATE QUE TICA 2ª, que es una catequesis básicamente doctrinal y que se recibe en momentos puntuales: la clase de religión, la celebración de la Eucaristía, etc. Sin contenidos vivenciales éticos o espirituales. 3ª, la importancia que se da a la cantidad: “tantos niños” en catequesis, en clase de religión... Estamos obsesionados con el número. 4ª, la formación y vivencia de los catequistas, la actitud, la metodología... Cuando planteamos el “ideal” debiéra- 0. Catequéticia 5/2003 _GFO 4/7/03 16:40 Página 263 263 mos contar con lo que realmente contamos, que es esto y no otra cosa (Manuel Contreras). 2. EL DESTINATARIO DE LA TRANSMISIÓN DE LA FE Hoy, la “estructura de plausibilidad” tiene que ser “interna” y personal: Si lo que fallan son las “estructuras de plausibilidad” externas, lo que debería entrar, entonces, en su lugar, sería una estructura de plausibilidad situada en el interior del catecúmeno, sea niño o adulto o adolescente. En este caso, pues, la estructura de plausibilidad se traslada al interior del muchacho o la muchacha y habría que lograr, por tanto, que hiciera una experiencia religiosa interior (Javier Martínez Cortés). El niño no es “creyente” o “increyente”: está en proceso. La “catequesis” es un período de preparación del “sujeto”: Se habla de que, dadas las circunstancias, hay que pasar de la “transmisión” de la fe a la “propuesta” o “primer anuncio” de la fe. Incluso se dice de los niños que, en la situación actual, son posibles “no creyentes”. A mi modo de ver no se puede pasar sencillamente del primer modelo, el de la “transmisión”, al segundo, el de la “propuesta” o “primer anuncio” y esto no se debe a que se deba dar por supuesto que los niños -bautizados- son ya creyentes sin más, sino a que resulta impropio calificar a esos niños de “no creyentes”, tanto al menos como de “creyentes”. A esas edades, el destinatario, más que “sujeto de una opción” parece ser más bien persona en proceso de formación para poder ser creyente o no creyente, para poder hacer la opción que significa ser lo uno o lo otro. Por eso, independiente de la definición propia según los diversos Documentos, a mi modo de ver, la catequesis es un período de preparación del sujeto -lo que San Ignacio llamaría creación del “subyecto”- es decir, de una persona con capacidades para vivir espiritual y religiosamente (Juan de Dios Martín Velasco). El niño es capaz de una experiencia de fe: Admito que se pueda hablar de una cierta “incredulidad” de los niños por la incertidumbre del futuro de esa fe, porque no están capacitados para escuchar un “primer anuncio” ante cual puedan hacer una “primera opción” de libertad. Pero yo creo que esas afirmaciones se hacen a partir de un esquema CATE QUE TICA 0. Catequéticia 5/2003 _GFO 4/7/03 16:40 Página 264 264 previo adulto en el que, luego, intentamos ver cómo metemos al niño dentro de ese esquema. Habría que hacer otra pregunta: ¿es posible que un niño o una niña vivan una experiencia de fe? No digo que hagan una opción de ser creyente desde la libertad desarrollada, pero sí que es posible que vivan una experiencia de fe. Un niño es una persona muy importante, con grandes posibilidades, que tiene que tener su hueco, su protagonismo en la sociedad y en la Iglesia. Por eso un niño puede tener una experiencia de fe, aunque, de suyo, su fe, como su posicionamiento humano, etc., tienen una incertidumbre de futuro. Es una experiencia de fe inserta en su condición de evolución humana (Donaciano Martínez). 3. NECESIDAD DE UN NUEVO MODELO DE TRANSMISIÓN DE LA FE Y DE CATEQUESIS Un momento histórico: un nuevo giro en la catequesis: En la historia de la catequesis encontramos un primer modelo de acceso a la fe, testificado por el Nuevo Testamento. Luego hay un giro muy importante y aparece el segundo modelo: el catecumenado, con adultos, en el s. III. Y hay otro gran giro y otro modo de acceso a la fe, por socialización, en la Iglesia “de cristiandad”, a modo de reproducción sociológica. En estos momentos yo creo que hay que dar un tercer giro, muy fuerte pues estamos ante un tránsito tan fundamental, ante una situación tan nueva que es preciso pensar, diseñar y operativizar un nuevo modelo de acceso a la fe. La Iglesia debe hacer un nuevo planteamiento desde el fondo, con mucha creatividad y mucha libertad, sin estar condicionados, a la hora de pensar. Y hablo de libertad, no sólo ante la autoridad, sino ante nosotros mismos; practiquemos el derecho a imaginar sin miedo a equivocarnos; démonos un tiempo para pensar sin estar preocupados por ponerlo inmediatamente en práctica ya mañana porque, si es así, también vamos a estar condicionados. Pienso que, a la hora de plantearnos un nuevo modelo hemos trabajado muy a la contra intentando corregir o evitar los defectos de los que veníamos. Hemos hecho una labor “correctora” pero hemos trabajado menos los elementos nuevos positivos. Es una invitación a CATE QUE TICA 0. Catequéticia 5/2003 _GFO 4/7/03 16:40 Página 265 265 percibidas. Estamos respondiendo, dentro del esquema de Maslow, completamente al revés: empezamos por las necesidades trascendentes y nos olvidamos de las otras (José Luis Sancho). superarnos, pero evolucionando hacia adelante, no hacia atrás. Al plantear una revisión de la situación catequética actual, hemos de tener cuidado porque hay nuevas fuerzas que pueden llevarnos a la trampa involucionista. Claro que la mejor manera de apostar por el “no” a este riesgo, es ensayar una revisión hacia adelante (Donaciano Martínez). La Iglesia debe renunciar a muchas cosas porque estamos planteando la estrategia al revés: La Iglesia, ¿está capacitada para asumir esta situación? Sí, pero... ¿está dispuesta a renunciar a muchas cosas, como pueden ser las grandes concentraciones, para realizar “intervenciones” a diversos niveles? En la pedagogía del evangelio Jesús le da a la gente primero los panes y los peces -los alimenta-, después los cura y, por último, les da la Eucaristía. Esto corresponde precisamente al proceso de hacerse persona que plantea Maslow: primero cubro necesidades mínimas, después las un poco más amplias, más vitales y, finalmente, trasciendo. La Iglesia, pues, debe adoptar esta pedagogía planteándose intervenciones a nivel de individuo, a nivel de familia, a nivel de grupo de iguales, a nivel de barrio, de ciudad, de país, y a nivel más político, desde la libertad. Nos tenemos que plantear todo de nuevo porque la impresión es que estamos respondiendo a necesidades no ¿Cantidad o calidad?: El problema es que nos asusta la cantidad. Pero quizás lo que tenemos que buscar es la calidad. Podemos ser pocos, pero si hay coherencia, puede haber un verdadero “enganche”. Hay que lograr que las cosas sean auténticas y no preocuparse de que el núcleo sea pequeño porque, si de verdad es auténtico, sí que puede ir creciendo (Asun Vitores). Y, además, nos planteamos los procesos pastorales como nos planteamos también los mecanismos de acción social. Los recursos de acción social se están midiendo actualmente desde un punto de vista “económico”: nº de personas atendidas y coste. Y lo mismo a nivel pastoral. “¡Mira la cantidad de niños a los que damos la 1ª comunión, la cantidad de adolescentes...!”, decimos a veces... Siguiendo con el paralelismo de los programas de acción social, cuando alguien no se adapta al recurso, quien falla es el sujeto, no el recurso. Si ha hecho una parte del recurso, consignamos: “ha hecho una parte” y nos damos por contentos: no hemos fracasado. Igual en la pastoral: ha hecho la 1ª comunión, “ha tragado”... : no hemos fracasado... Pero si el sujeto no encaja del todo, decimos: esta sociedad incrédula no nos permite transmitir la fe... Atendemos mucha gente, pero ¿realmente estamos haciendo una oferta salvífica? (José Luis Sancho). CATE QUE TICA 0. Catequéticia 5/2003 _GFO 4/7/03 16:40 Página 266 266 4. CLAVES PARA UN NUEVO MODELO DE CATEQUESIS Una “mistagogía” como iniciación a la experiencia religiosa: Es muy probable que, como en otros terrenos, el método sólo se desarrolle en contacto con los contenidos y que, por tanto, el “subyecto” espiritual sólo pueda desarrollarse en contacto con los valores espirituales así como el sujeto creyente sólo pueda ir creciendo como tal con esa “presencia” que se da en la dimensión de trascendencia. En ese caso estaría la presentación de la figura de Jesús, de su vida, de sus palabras, pues Jesús, como “parábola de Dios”, puede ir suscitando el despertar del sujeto al misterio. La catequesis así entendida puede constituir una verdadera mistagogía o iniciación en la experiencia de la vida del espíritu que capacite para la opción creyente ulterior (Juan de Dios Martín Velasco). Un proceso pastoral más que sólo catequético. Nuevas claves: Hay que hacer la opción por un nuevo modelo de transmisión de la fe a la infancia-adolescencia que supere lo meramente “catequético”, alcance toda la radicalidad y amplitud “pastoral”, y que acentúe lo misionero; al interior de este planteamiento estaría la propuesta catequética. Para pensar y elaborar ese proceso pastoral, lo primero es tener de fondo un buen paradigma de transmisión de la fe. Yo suscribiría la clave y perspectiva de reelaboración personalizada que plantea Juan de Dios Martín Velasco1. Pensando en los sujetos destinatarios de nuestra reflexión, creo que la imagen que nos puede ayudar es la de “gestación humano-creyente”, que nos facilitaría realizar bien el acompañamiento y nos evitaría caer en falsas expectativas. Atendiendo a las distintas situaciones de vida cristiana en las familias y otros aspectos de la experiencia de los niños y adolescentes, otro punto a tener en cuenta es la necesidad de establecer una diversificación de procesos. Claro que el más importante desafío, como acabo de señalar, es, una nueva concepción del proceso continuo, no de catequización, sino de pastoral o, mejor, de acompañamiento: un proceso continuo de acompañamiento. Y luego, al interior de este proceso de acompañamiento, estaría el diseño de un nuevo proyecto de lo que sea estrictamente catequético. Y, habrá que replantear las etapas, que no serán todas tan estrictamente “catequéticas”. Para mí, ese “proyecto” debería tener dos momentos especiales: uno en la infancia, que estaría caracterizado sencillamente por vivir una experiencia, una especie de “mistagogía”, esa sería la clave. Y otro, que llamaríamos de reelaboración personalizada, en la adolescencia o primera juventud. En cuanto a lo primero, ¿es posible, por tanto, una “catequesis de iniciación” que consista, más que en una transmisión de conocimientos, en un taller de experimentación cuya metodología sea, consecuentemente, iniciática contando, además, con 1. Juan de Dios Martín Velasco, “La transmisión de la fe en la sociedad contemporánea”, Ed. Sal Terrae, Santander 2001. CATE QUE TICA 0. Catequéticia 5/2003 _GFO 4/7/03 16:40 Página 267 267 una participación especial de la familia y con una mayor relación grupo-comunidad? Yo creo que sería, por decirlo en otro leguaje, un “taller de experimentación”, con una metodología “iniciática”, que es, fundamentalmente, dar la mano a alguien, o a un grupo, para vivir una experiencia. Una metodología de este tipo es una metodología más iniciática, en la que el método es vivir experiencias. Se trataría de ir entregando al niño o niña elementos básicos para el futuro. Por ejemplo, hoy todos afirmamos la necesidad de una experiencia religiosa; y no olvidemos lo que en otro momento hemos insistido de desarrollar actitudes humanas. Y creo que el encuentro con Jesús es necesario desde el principio, aunque su presentación no alcance toda la amplitud cristológica. Esto conlleva una nueva concepción del grupo como ámbito de la experiencia, y una nueva relación del grupo con la comunidad cristiana y con la familia. Está, también, el tema de la metodología. Creo que ha de ser muy plural. Opto por una pedagogía más “iniciática” de fondo y más plural en metodologías concretas. Y no olvidemos que, antes de todo, hay que atender a la maduración de los catequistas. Hacer un buen perfil del catequista y trabajarlo. El nuevo modelo no puede llevarlo a cabo cualquier catequista (Donaciano Martínez). Hacer pensar, hacer experimentar: Yo tengo mucho contacto con adolescentes y es así: inmediatez, sin exigencias... ¿Por dónde se les puede entrar? Pues a veces basta con explicarles las cosas en vez de que sean “porque sí”. Otras cosas no serán, pero lo que es conocimientos, informaciones, tienen de sobra. Hay que lograr que piensen las cosas antes de rechazarlas o pensar que lo que hace la abuela es ridículo... Y otro tema son las sensaciones. Es lo único que, a veces, puede hacerles cambiar. Contacto con otros, conocer... Y lo mismo pasaría con los niños: tener momentos para explicarles las cosas antes de que las rechacen y provocar momentos de contactos que les “enganchen”... (Asun Vitores). El contexto: ¿parroquia, comunidad, escuela?: Hemos hablado del contexto. Yo creo que es necesario que los sujetos, además de vivir experiencias, entren en contacto con una comunidad real que, de alguna manera, viva lo que predica. El contexto familiar y el contexto eclesial. Para que nuestra fe no se reduzca al grupo (Juancho Pérez Andrés). CATE QUE TICA 0. Catequéticia 5/2003 _GFO 4/7/03 16:40 Página 268 268 Yo creo, además, que hay que implicar a la comunidad en este proceso de manera que no sean los catequistas los únicos responsables sino que la comunidad tenga también intervenciones bien programadas (Juan de Dios Martín Velasco). Mi pregunta es si la escuela es un espacio de catequesis. Cuando hablamos de educación de la fe, hablamos básicamente de la catequesis y de la enseñanza de la religión en la escuela (ERE). Desde mi punto de vista hay una grave identificación entre ambas. Hablamos, pues, de escuela. Pero ¿qué entendemos por escuela? Hablamos de la escuela como sistema educativo y como institución. Como sistema educativo, evidentemente la escuela no es el espacio para la catequesis. Como mucho es el espacio para la ERE que, elegida fundamentalmente por alumnos de Primaria y en un 60% por alumnos de ESO, puede ser pensada como “primer anuncio”. Por lo que se refiere a la institución, la organización de la escuela como tal, evidentemente los centros públicos no son espacio para la catequesis. En cuanto a los centros privados católicos, no podemos confundir el “grupo de clase” con el “grupo de catequesis” ni la clase de religión con planteamientos y metodologías con finalidades claramente catequéticas. Haríamos, desde mi punto de vista, un flaco servicio a la educación de la fe. Mi duda es si los espacios fuera de la clase de religión pueden aprovecharse como espacios para la catequesis. Porque CATE QUE TICA yo pienso que la identidad de un centro católico tiene que estar, no tanto ni básicamente en la enseñanza de las distintas asignaturas, en el currículum, sino en ese ambiente organizativo, en esos procesos, en unas relaciones auténticas, en la opción preferencial por los pobres, en el educar “hombres y mujeres para los demás” que decía el P. Arrupe, en el proceso de la educación en valores, etc. Y luego, a través de esa presentación de la fe, de ese talante que se respira, de ese estilo, puede haber un grupo o comunidad que quiera crecer más en la fe, entrar en un proceso claramente catequético, de celebración litúrgica, de profundización en los misterios de la fe, de una opción claramente ética y moral desde los presupuestos católicos y ese sería un grupo “de catequesis” (Manuel Contreras). 5. TALLER DE EXPERIENCIAS 5. (Primer momento) Experiencias humanas y experiencias religiosas. Precaución: La preparación del sujeto para la opción de fe podría tener muchos sentidos: despertar el uso de las facultades indispensables para la adopción de esas opciones; la razón, pues en esos momentos se está desarrollando; la libertad; la capacidad para las relaciones interpersonales; la capacidad de escucha, de admiración, de apertura a lo espiritual, el fortalecimiento de la capacidad de tomar determinaciones, la formación de la voluntad, la superación de tendencias y caprichos, la capacidad de superar los influjos del exterior y el medio ambiente, la apertura a la comunicación con el otro y los otros superando el ensimismamiento o el refugio en la 0. Catequéticia 5/2003 _GFO 4/7/03 16:40 Página 269 269 fantasía, la tendencia al narcisismo..., disposiciones todas ellas indispensables para que pueda producirse la decisión de fe. Parte sustancial de ese proceso sería favorecer el despertar del sujeto a la dimensión de trascendencia. Pero convendría no precipitar experiencias que quizás suponen pasos ulteriores. Ir facilitando experiencias humanas, lo más plenamente humanas que se pueda, porque donde el hombre entra en juego, todo él, entra también en juego la trascendencia, la relación con lo que nosotros llamamos Dios. A mí me parece que lo fundamental es que se cree ese sujeto humano, en el sentido más pleno de la palabra. Pero sin intentar poner lo religioso desde el principio porque se puede pervertir el sentido de lo religioso y llevar a una especie de vacunación, asociándolo más tarde con algo infantil. Que cuando surja, surja... Una experiencia que me parece que puede ser útil tiene que ver con el “trascendimiento”, una acción compleja, difícil para cualquier sujeto, sobre todo el sujeto individualista actual. Pero creo que se pueden ir preparando opciones de trascendencia abriendo al sujeto al ejercicio de dimensiones que lo son de trascendencia, como es la relación con el otro, la relación con el bien (es decir, la actitud ética), y la dimensión estética, la admiración ante ese “plus” que tiene la realidad y le hace ser bella. A mí me parece que el cultivo de estas experiencias ya es cultivo de trascendencia. Y en esas edades primeras hay un paso que me parece imprescindible, que es ayudar al sujeto a interpretar y formu- lar su propia experiencia, porque no hay experiencia si no es interpretada y formulada de alguna manera. Ayudarles a que formulen con su propio lenguaje proponiéndole fórmulas que le ayuden a encontrar la suya (Juan de Dios Martín Velasco). 6. LA FAMILIA Modelos de identificación. ¿Catequesis familiar?: Unos psicólogos consideran más los procesos de maduración del propio sujeto, y otros piensan más en el contexto, en los modelos de identificación en la familia, que son cruciales. Y los primeros son los padres. Y esto nos remite a la catequesis familiar... Pero hay dificultades que vienen de otra parte. La relación de pareja está tan cuestionada, lo mismo que la concepción del matrimonio “para siempre”... Yo creo que es difícil implicar a muchas familias en un proceso catequético (Javier Martínez Cortés). CATE QUE TICA 0. Catequéticia 5/2003 _GFO 4/7/03 16:40 Página 270 270 Otra pedagogía: Ese tema de la interiorización de modelos creo que se corresponde también con la situación anterior, en la que había una continuidad de las generaciones y donde se interiorizaban los modelos de la generación anterior. Pero eso ahora está sufriendo un corte y está ganando la necesidad, desde muy temprano, de rehacer la propia identidad, de reformularla. Quizás deberíamos tener esto en cuenta a la hora de pensar cauces de comunicación de la fe distintos de lo que la familia hacía antes (Juan de Dios Martín Velasco). ¿Lo supimos hacer?: Lo que yo veo es que en comunidades de base, de cristianos militantes, han sabido transmitir a sus hijos valores (honradez, laboriosidad, solidaridad...), pero no han sabido transmitir la visión religiosa. Y no es que sean “irreligiosos” por no ir a misa, sino que la práctica les parece una cosa inútil (Javier Martínez Cortés). La familia no transmite valores: Hay un nuevo modelo. Estamos en un nuevo campo. Y el problema no es que haya más o menos fe. El problema es que desaparece el modelo, los valores... Está en juego todo. Las familias no transmiten valores, lo cuestionan absolutamente todo..., han perdido un poco el norte... Depositan la labor educativa en los centros escolares porque ellas mismas no se sienten capaces... Estamos en un nuevo campo de juego en el que las intervenciones deben ser más globales pues no podemos aislar al niño, al adolescente, del medio (José Luis Sancho). Un nuevo modelo de presencia e implicación familiar: La “catequesis familiar” no puede ser unívoca por la enorme diversidad de las familias. Con algunas familias pudiera ser francamente inviable. En este campo creo que tendríamos que hacer también un nuevo planteamiento de presencia e implicación de la familia. Ni la pequeña vieja relación CATE QUE TICA 0. Catequéticia 5/2003 _GFO 4/7/03 16:40 Página 271 271 que había de la catequesis de la comunidad cristiana con la familia ni copiar tal cual la llamada “catequesis familiar”; formulemos una alternativa que suponga no sólo implicación sino presencia de la familia; hagamos propuestas viables, con unos criterios para valorar la situación de cada cual (Donaciano Martínez). ¿Escuelas de padres?: A mí no me parece tan difícil. Yo trabajo con muchos separados. Si yo, día a día, consigo unir a separados con objetivos comunes, un hijo en situación de riesgo por ejemplo, y ambos se ponen a hacer algo juntos, entran en un proceso junto con el hijo. A lo mejor es el sistema es la escuela de padres, acompañarles como padres en la educación de sus hijos. Impliquémosles en valores humanos, que son también evangélicos. Todos los modelos de intervenciones en conductas de riesgo, a muchos niveles, que se están diseñando y poniendo en práctica obteniendo algún resultado positivo, son aquellos que están orientados a dar capacidades a los padres ayudándoles a enseñar, a transmitir (José Luis Sancho). 7. REELABORACIÓN Y ACOMPAÑAMIENTO (segundo momento del proceso) Reelaboración personalizada y acompañamiento: Este sería un segundo momento, tras el “taller de experiencias”, en clave del planteamiento de Juan de Dios Martín Velasco, de reelaboración personalizada, o de reapropiación, etc.. Hemos, pues, de plantear ese momento no a partir de una mera preparación al sacramento sino a partir de esa clave de reelaboración, de reapropiación perso- nalizada, sabiendo y evitando el riesgo de que se llegue a una identidad excesivamente particularizada y ayudando a los que son más débiles para poder realizar esa elaboración. Para todo esto es absolutamente necesario un acompañamiento. Es impensable que en grupos de confirmación no se tengan encuentros personalizados. También en las otras etapas debe haber acompañamiento y personalización El acompañamiento puede estar hecho a base de actividades, no sólo de sesiones de catequesis, a base de programas de acción y de diálogos personales... (Donaciano Martínez). Pluralidad de jóvenes: Yo, lo que constato a través de las encuestas sociológicas sobre los jóvenes es que no hay un tipo de joven, de creyente o increyente, sino una pluralidad de tipos, lo que viene a decirnos que los sujetos reelaboran lo que han recibido y reconstruyen sus identidades. Eso no se puede eliminar del proceso como se eliminaba antes, cuando el niño no hacía otra cosa que asumir y reproducir lo que los padres vivían. Y habrá que ayudar a la reconstrucción de esas identidades, dejando un amplio margen al sujeto, su circunstancia, sus contextos, su libertad, su opción personal. No podemos pensar en unos destinatarios “in genere”. El proceso va dirigido a cada persona (Juan de Dios Martín Velasco). CATE QUE TICA