EXODO 18:13-26. Consejo de Jetro En el tiempo que Jetro estuvo con Moisés, él se dio cuenta de la carga tan grande que Moisés llevaba sobre sus hombros, como líder de la nación de Israel. (Éxodo 18:13-14) Y aconteció que al día siguiente Moisés se sentó a juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta el atardecer. Cuando el suegro de Moisés vio todo lo que él hacía por el pueblo, dijo: ¿Qué es esto que haces por el pueblo? ¿Por qué juzgas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta el atardecer? Seguramente Jetro esperaba pasar tiempo con Moisés, pero resultó que él estaba demasiado ocupado atendiendo asuntos del pueblo. Mañana y tarde la gente lo buscaba. Jetro le preguntó para qué lo buscaban, y Moisés le explicó: (Éxodo 18:15-16) Y respondió Moisés a su suegro: Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios. Cuando tienen un pleito, vienen a mí, y yo juzgo entre uno y otro, dándoles a conocer los estatutos de Dios y sus leyes. Moisés era el líder de todo el pueblo. Era su juez, su pastor y su consejero. Él se había convertido en el intermediario entre Dios y los israelitas. Pero Moisés no podía darse a basto, ya que el pueblo de Israel llegaba a un número de más de 600 mil hombres, además de mujeres y niños (Num. 1:45-46). Preocupado por Moisés, Jetro le dio el siguiente consejo: (Éxodo 18:17-19a) Y el suegro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces. Con seguridad desfallecerás tú, y también este pueblo que está contigo, porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no puedes hacerlo tú solo. Ahora, escúchame; yo te aconsejaré, y Dios estará contigo. El consejo que le dio Jetro es que compartiera la carga con otros líderes. Le sugirió que dividiera el trabajo de la siguiente manera: a. Moisés (Éxodo 18:19b-20) Sé tú el representante del pueblo delante de Dios, y somete los asuntos a Dios. Y enséñales los estatutos y las leyes, y hazles saber el camino en que deben andar y la obra que han de realizar. Moisés no debía distraerse con los problemas menudos del pueblo, sino que debía dedicar más tiempo a buscar a Dios, que es lo más importante para su función como líder de todo el pueblo. b. Otros líderes (Éxodo 18:21-22) Además, escogerás de entre todo el pueblo hombres capaces, temerosos de Dios, hombres veraces que aborrezcan las ganancias deshonestas, y los pondrás sobre el pueblo como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez. Y que juzguen ellos al pueblo en todo tiempo; y que traigan a ti todo pleito grave, pero que ellos juzguen todo pleito sencillo. Así será más fácil para ti, y ellos llevarán la carga contigo. Moisés debía nombrar a líderes honestos y capaces que fungieran como jueces, dirimiendo los conflictos entre el pueblo. En el caso que un juez no pudiera resolver un caso, podría apelar a un juez de mayor rango, hasta llegar a la instancia de Moisés (que serviría como un juez supremo). Jetro le dijo a Moisés que si hacía esto, les iría mejor a todos. (Éxodo 18:23) Si haces esto, y Dios te lo manda, tú podrás resistir y todo este pueblo por su parte irá en paz a su lugar. ATENDIÓ EL CONSEJO A Moisés le pareció magnífico el consejo de su suegro (Exo. 18:24), y lo implementó de inmediato: (Éxodo 18:25-26) Y escogió Moisés hombres capaces de entre todo Israel, y los puso por cabezas del pueblo, como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez. Ellos juzgaban al pueblo en todo tiempo; el pleito difícil lo traían a Moisés, mas todo pleito sencillo lo juzgaban ellos. En Deuteronomio se describe la implementación de este sistema de jueces entre los israelitas: (Deu. 1:12-15) ¿Cómo llevaré yo solo vuestras molestias, vuestras cargas y vuestros pleitos? Dadme de entre vosotros, de vuestras tribus, varones sabios y entendidos y expertos, para que yo los ponga por vuestros jefes. Y me respondisteis, y dijisteis: Bueno es hacer lo que has dicho. Y tomé los principales de vuestras tribus, varones sabios y expertos, y los puse por jefes sobre vosotros, jefes de millares, y jefes de cientos, y jefes de cincuenta, y jefes de diez, y oficiales entre vuestras tribus. A continuación, Moisés describe cómo debe actuar un juez justo: (Deu. 1:16-17) Y entonces mandé a vuestros jueces, diciendo: Oíd las querellas entre vuestros hermanos, y juzgad justamente entre el hombre y su hermano, y el extranjero que está con él. No hagáis acepción de personas en el juicio; así al pequeño como al grande oiréis. No tendréis temor del hombre, porque el juicio es de Dios. Y el caso que os fuere difícil, lo traeréis a mí, y yo lo oiré. UN JUEZ JUSTO Tomando por referencia Éxodo 18 y Deuteronomio 1, podemos resumir cuales deben ser las calificaciones de un juez justo: a. sabio, entendido b. capaz, experto c. temeroso de Dios, no de los hombres d. que aborrezca las ganancias deshonestas e. que no haga acepción de personas Más adelante, cuando reciben los mandamientos en el Monte Sinaí, el Señor define lo que es un JUICIO JUSTO: (Deu. 16:18-20) Jueces y alcaldes te pondrás en todas tus ciudades que Jehová tu Dios te dará en tus tribus, los cuales juzgarán al pueblo con justo juicio. No tuerzas el derecho; no hagas acepción de personas, ni tomes soborno; porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos. La justicia, la justicia seguirás, para que vivas y heredes la tierra que Jehová tu Dios te da. Veamos punto por punto la descripción de un juicio justo: a. No se debe torcer el derecho. No se deben manipular las leyes para obtener el fin que uno quiere, sino debe aplicarse la ley tal como Dios la dio. Al que quebranta la ley, se castiga; y se honra al que guarda la ley. b. No hacer acepción de personas. Las leyes aplican a todos por igual. (Proverbios 24:23-25) También estos son dichos de los sabios: Hacer acepción de personas en el juicio no es bueno. El que dijere al malo: Justo eres, los pueblos lo maldecirán, y le detestarán las naciones; mas los que lo reprendieren tendrán felicidad, y sobre ellos vendrá gran bendición. (Colosenses 3:25) Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas. c. Los jueces no deben recibir soborno, ni aún regalos, porque éstos ciegan los ojos de los sabios y pervierte las palabras de los justos. (Éxodo 23:8) No recibirás presente porque el presente ciega a los que ven, y pervierte las palabras de los justos. En el principio, el pueblo de Israel no tenía rey, ya que Dios era su Rey. Sus líderes eran jueces que aplicaban la ley de Dios. Estudios de otros capítulos de este libro: Éxodo Clase virtual de este libro: Audio de Éxodo