Ser o No Ser Humanos Ser o no ser, esa es la cuestión. Si es más noble para el alma soportar las flechas y golpes de la áspera Fortuna o tomar las armas contra un mar de adversidades y oponiéndose a ella, encontrar el fin. Morir, dormir… nada más; y con un sueño poder decir que acabamos con el sufrimiento del corazón y los mil choques que por naturaleza son herencia de la carne… Es un final piadosamente deseable. Morir, dormir, dormir… quizá soñar. Ahí está la dificultad. La frase “Ser o No Ser” puede servirnos para ilustrar el dilema que encara el hombre moderno en su lucha por autonomía e individualidad, en medio del asolamiento de deshumanización, conformismo y encapsulamiento que produce la sociedad tecnológica. La tecnocracia, por ejemplo, intenta reducirnos a ser simples mecanismos complejos o sofisticados. Escritores contemporáneos como Jeremiah Canning (1970), Erich Fromm (1968), Rollo May (1967), Joseph Royce (1964) y Carl Rogers (1980) han descrito con detalle este dilema. Entonces, discurrir sobre una concepción humanista del hombre no es una repetición innecesaria (Tautología) ni una simple redundancia, como lo plantea Miguel Martínez Miguélez en su libro La psicología humanista. Un nuevo paradigma psicológico. Hay concepciones robóticas, zoológicas y hasta ratomórficas en sicología y biología que reduce lo humano a lo inhumano. El conductismo y el psicoanálisis, por ejemplo, redujeron al hombre a la categoría de un simple animal condicionado por los factores ambientales o por impulsos irracionales. Estos fueron los paradigmas que privaron hasta el siglo XX. Se concibe el paradigma como un modelo o padrón del modo de pensar que ha sido aceptado y que ha ganado su status porque tiene más éxito que otros en la solución de los problemas que el grupo que los usa considera importantes. Según Thomas Kuhn, físico y filósofo de la ciencia. La ciencia, como lo indica su nombre, es esencialmente conocimiento y el hombre accede a él a través de su Inteligencia para dar algún orden al mundo que le rodea. Tiene como característica ser universal, predecible, comprobable y falible. Por su parte, el paradigma de orientación humanista trata de promover todo lo que el ser humano lleva en su naturaleza como potencialidad, es decir, como posibilidad de ser. La fidelidad a lo humano exige, por ejemplo, que la enseñanza se inspire en las realidades humanas y no en otras especies. Por lo tanto, debe estar enfocada en lo que viven y sienten los seres humanos y no ciertos animales; ser humanista. La persona no se comprende sumando sus respuestas condicionadas aisladas. La Medicina, la psicoterapia, la jurisprudencia, la ética, y hasta el coaching no pueden desconocer el hecho de que cada persona está constituida por una realidad genética muy peculiar y única, cuyos elementos químicos, biológicos, endocrinológicos, temperamentales se entrelazan en cada ser humano en una forma personal e irrepetible. La singularidad del ser humano viene dada por su estructura genética y la infinita combinación de los caracteres hereditarios cuya cifra superaría el número total de átomos del universo. Por lo tanto, una concepción humanista del ser humano debe tomar en cuenta aspectos como su tendencia hacia la autorrealización, su capacidad de conciencia y simbolización, su capacidad de libertad y elección, de alcanzar relaciones profundas, de crear y de buscar un sistema de valores y creencias. Consecuentemente, nadie tiene el derecho de fijarle a un ser humano el techo de su desarrollo y menos aún los valores que han de guiar su vida y las metas existenciales de esta. Todos somos creadores. Todo ser humano normal puede desempeñarse creativamente en mayor o menor grado. Rechacemos aquellos procesos de aprendizaje que puede deshumanizar al sujeto, creando hábitos de conformismo y comportamiento automático, en vez de fortalecer su creatividad para solucionar problemas, transformar su vida y su entorno para la realización de sus valores. El paradigma humanista planteado se basa en que la ciencia es solo una forma de acceso al conocimiento de la realidad natural, sicológica y social. El arte, la filosofía, la literatura, la teología, la experiencia mística y el simple sentido común también pueden ser caminos para descubrir la verdad, y deben ser estimulados tanto como la ciencia. Entonces: Ser o No Ser Humanos, he allí la cuestión que nos envuelve a todos (como en una tragedia shakesperiana) en esta encrucijada de saberes fragmentados a los cuales tenemos que dar coherencia para acceder a la inagotable riqueza (cultural y espiritual) con que está dotado el ser humano. Argenis Díaz/ noviembre 2017. Ensayo que sirve de base a la disertación del cierre del curso intensivo de Certificación Internacional de Conferencistas.