Universidad de El Salvador Facultad Multidisciplinaria Oriental Departamento de Ingeniería y Arquitectura Materia: Cimentaciones Tarea: Tipos de Cimentaciones superficiales que se emplean en El Salvador Docente: Ing. Guillermo Moya Alumno: Arias Urbina, Alan Rolando (AU16002) Ciclo 02-2019 Ciudad Universitaria de Oriente, 27 de noviembre de 2019 Objetivo general: Investigar los procesos constructivos de cimentaciones Superficiales utilizadas en El Salvador y sus diferentes métodos aplicados en infraestructura liviana, semipesado y pesada. Objetivos Específicos: Estudiar y analizar los tipos de cimentaciones profundas con sus procesos y métodos constructivos aplicados actualmente en El Salvador y otros países, describiendo los métodos alternativos existentes para la construcción de cimentaciones profundas aplicables en nuestro país INTRODUCCION: Las técnicas y equipos utilizados en la construcción se han desarrollado simultáneamente, logrando con ello mayor calidad y disminución del tiempo de ejecución ya que los nuevos recursos tecnológicos permiten reducir mano de obra y realizar las actividades con mayor precisión, optimizando los recursos, es decir, reducción del tiempo de ejecución y costos de inversión, beneficiando en este sentido los procesos constructivos de las Cimentaciones Superficiales. Este trabajo está enfocado a identificar los procesos constructivos de cimentaciones profundas aplicadas en El Salvador, así como otras técnicas que han sido empleadas en países europeos, centroamericanos y México, que pueden ser viables en un futuro para la industria de la construcción salvadoreña. Para ello se hará un estudio basado en investigaciones teóricas actualizadas y en información recabada de profesionales que poseen experiencia en el tema. Inicialmente se hace una reseña histórica del desarrollo de los procesos, equipos y herramientas utilizados en la construcción de cimentaciones superficiales. ANTECEDENTES: No cabe duda de que la primera técnica que el Hombre utilizó en la investigación del terreno, aunque fuera en un proceso carente de la más mínima intencionalidad, fue la hinca de ramas y troncos de árboles o de osamentas de animales, con una longitud de penetración muy reducida. En efecto, si se excluye el refugio natural que brindan las oquedades del terreno, parece ser que la forma más antigua de vivienda fue la construida sobre el ras del suelo, a modo de choza, mediante la hinca en el terreno de ramas y troncos de árboles o de osamentas de animales. Los primeros ejemplos conocidos de estas viviendas tienen, según los investigadores, una antigüedad de más de 400.000 años. Este es el caso de las viviendas descubiertas por Henry Lumley y su equipo, en el paraje denominado "Terra Amata", en una colina de Niza. (Riba y Moulin, 1.981). En todas ellas, se han encontrado agujeros poco profundos, con huellas que indican la antigua presencia de elementos hincados. Posteriormente, y también sin intención alguna de investigar el terreno, el Hombre comenzó a hacer excavaciones hasta una cierta profundidad, seguramente para crear un volumen habitable al abrigo de los vientos. De este modo, surgieron las primeras viviendas semiexcavadas que, en Europa, datan del 12.000 a.C. Ejemplos de estas viviendas son las descubiertas en los yacimientos de Ahrensburg, cerca de Hamburgo, en los de Gagarino y Kostienki, ubicados en los territorios de la antigua Unión Soviética y en otros muchos campos arqueológicos europeos que corresponden a los períodos auriñaciense y solutrense. Todas estas viviendas presentan un recinto de planta sensiblemente circular, excavado hasta una profundidad variable entre los 70 y los 80 cm. Es evidente que la ejecución de estas excavaciones no estuvo motivada por la intención de investigar el terreno, pero no cabe duda de que tales vaciados proporcionaron /os primeros conocimientos directos acerca de las propiedades geotécnicas del mismo. También fue hacia el 12.000 a.C, cuando el Hombre descubrió que el terreno es una fuente de recursos y, con la intención de localizarlos, efectuó las primeras prospecciones profundas. Prueba de ello es que, poco antes del Neolítico, ya se buscaba el sílex a través de galerías subterráneas, cavadas con osamentas de animales, a las que se accedía mediante pozos. (Kérisel, 1.985). En consecuencia, el pozo es la primera prospección profunda del terreno y su empleo, vinculado a la Minería, se remonta a la más lejana Prehistoria. La necesaria localización de los recursos presentes en el terreno impulsó el aprendizaje de las primeras técnicas de excavación y el ensayo de los primeros métodos para contener excavaciones, aunque éstas fueran llevadas a cabo sin intención geotécnica alguna. De hecho, estas técnicas y estos métodos debieron adquirir una notable perfección en poco tiempo, porque, a juzgar por el testimonio de historiadores como Plinio, durante el Neolítico ya se excavaban pozos que alcanzaban e incluso sobrepasaban los 50 m de profundidad, en secciones de planta rectangular de 1,25 m X 1,50 m, y de 1,40 m x 1,90 m. En principio, este testimonio puede parecer una exageración, pero no lo es tanto si se tiene en cuenta que, por una parte, el descubrimiento de los metales durante el Neolítico permitió obtener una notable mejora de los medios y de las herramientas disponibles para la excavación. Y, por otra, que fue también en esta época, cuando, en las construcciones lacustres de las regiones del Sur de Alemania, aparecieron unas nuevas soluciones de cerramiento, el tablestacado y la empalizada de madera, probablemente evolucionadas de otras anteriores, procedentes de las técnicas de contención empleadas en las regiones mineras de los Balcanes. En efecto, entre el 5.000 y el 4.000 a.C, apareció un nuevo tipo de vivienda en Europa, característico de las zonas de turbera o de orilla del agua, sobre terrenos muy húmedos y pantanosos. Los cerramientos de estas viviendas fueron construidos a la manera de los tablestacados y de las empalizadas, mediante troncos y tablas hincados en el terreno, hasta una profundidad variable entre 1 y 3 m. La novedad de estos cerramientos no es el tronco hincado que, como se ha hecho constar, ya había sido empleado en las viviendas más primitivas, sino su mayor longitud de penetración en el terreno (entre 1 m y 3 m). Esta longitud no había sido alcanzada anteriormente y, aunque de manera indirecta y no intencionada, proporcionó /os primeros datos acerca de la resistencia a la penetración del terreno en profundidad. ETAPA DE LAS PRIMERAS GRANDES CONSTRUCCIONES Hacia el 3.000 a.C, se inicia una primera etapa de grandes construcciones que se prolonga, aproximadamente, hasta el 1.000 a.C. Casi todas ellas (megalitos en Europa, zigurats en Mesopotamia, pirámides en Egipto, centros ceremoniales en China) están concebidas para usos religiosos, tienen grandes dimensiones en planta y en altura y están construidas con tierra, ladrillo o piedra, para garantizar su duración. Con respecto a las edificaciones construidas en las épocas anteriores, estas nuevas construcciones presentan un aumento considerable de las acciones transmitidas sobre el terreno. Además, se tiene un problema añadido: que, en muchos casos, esas acciones son inclinadas. Al aumentar la incidencia de las edificaciones sobre el terreno y, en la más absoluta reciprocidad, la del terreno sobre las edificaciones, se hizo necesaria la consideración de las características geotécnicas del terreno para la selección de los emplazamientos de esas construcciones, puesto que se pretendía lograr su permanencia en el tiempo. No obstante, esta consideración fue, principalmente, de tipo esotérico, debido tanto al carácter religioso de la mayor parte de las construcciones como a la escasez de conocimientos geotécnicos precisos. De hecho, la investigación del terreno, previa a la selección de los emplazamientos de todas estas edificaciones, se llevaba a cabo a través de un conjunto de actos y de prácticas rituales que, al principio, tenían una escasa o nula relación con las propiedades geotécnicas del terreno. El origen de estos actos y prácticas rituales fue la divinización, por parte del Hombre, de todo aquello que se relacionaba con la Tierra en general y, más en particular, con las capas superficiales de su corteza (con el terreno). Desde siempre, el Hombre ha divinizado todo aquello que desconoce y que no puede dominar, de manera que, mediante los actos y prácticas rituales, intenta establecer alguna forma de diálogo con todos los fenómenos y entes que, por desconocidos, le atemorizan. La participación del Hombre en este diálogo se concreta en unas respuestas que se da a sí mismo y que siempre tienen caracteres defensivos, por cuanto constituyen una manera de protegerse ante lo ignoto. Para alcanzar estas respuestas, el Hombre emplea aquellos medios que le resultan posibles y más adecuados, en función de las características específicas de aquello que le es desconocido, del acervo de conocimientos que su colectividad posee en la etapa sociocultural de que se trate, y de sus propias capacidades intelectuales. Como estos tres condicionantes son variables, también lo son las sucesivas respuestas, en función del espacio y del tiempo. Hay dos clases fundamentales de respuestas: la instintivo—intuitiva y la razonada. La respuesta instintivo—intuitiva es, conceptualmente, la más primitiva, aunque, en lo que a selección de emplazamientos se refiere, se tienen noticias de su presencia desde, aproximadamente, el 1.600 a.C. (en China) hasta la época Medieval (en el Tibet, en Europa). El Hombre entabla su diálogo con lo desconocido apoyándose en unas bases subjetivas, arbitrarias y de carácter supersticioso. Esta clase de diálogo intenta, exclusivamente, contentar a lo desconocido e ingobernable, mediante algún modo de pacto o de intercambio de favores. A cambio de no ser perjudicado, el Hombre hace ofrendas y sacrificios para granjearse la protección de todo aquello que le atemoriza. La respuesta razonada es, conceptualmente, menos primitiva. El Hombre también entabla su diálogo sobre unas bases subjetivas y con ribetes supersticiosos, pero basadas en la experiencia práctica adquirida sobre las características de aquello que le es desconocido. No solamente intenta contentar, sino también buscar alguna explicación a aquello que ni conoce ni domina. Ejemplos característicos de la clase de respuesta Instintivointuitiva son todos los sacrificios cruentos, de animales e incluso de seres humanos, con la finalidad de enterrarlos bajo los cimientos de determinados edificios o de mezclar su sangre con la argamasa de las fábricas de cimentación. Sin duda, esta práctica arrancó de la creencia en fantásticos seres dañinos (dragones, serpientes, etc.), que habitaban en el subsuelo y que era necesario apaciguar si se quería lograr la permanencia de las construcciones en el tiempo. Lo que no se sabe es si se buscaba una permanencia referente a la estabilidad o a la función del edificio, aunque, como es lógico, solamente puede lograrse una funcionalidad permanente sobre un edificio que sea permanentemente estable. Watson (1.960) describe las excavaciones realizadas en el sector "C'del yacimiento arqueológico de Hsiao T'Un, en China, bajo los edificios de un centro ceremonial de la dinastía Shang (hacia el 1.600 a.C.) y lo hace en los siguientes términos: "En la fachada E-0 del edificio y al Norte, los pozos contienen vacas, cabras y perros. En el lado Este y a lo largo de la fachada N-S, se encontraron, principalmente, grupos de esqueletos humanos sin cabeza. Fuera y a uno y otro lado de las puertas de entrada, se enterraron hombres y mujeres orantes, el primero de ellos armado con alabardas y algunos portando escudos, todos ellos mirando al Sur. Bajo las cimentaciones de tierra apisonada, se enterraron vacas y cabras, y, dentro del apisonado, perros, solos y en grupos de cinco. En el espacio que casi constituía un patio cerrado por los edificios, además de hombres portando armas y vasijas de bronce, se enterraron cinco carros, cuatro caballos y tres hombres armados". Las leyendas acerca de esta clase de prácticas son muy numerosas, en todas las zonas geográficas: Así, en relación con la construcción de la mítica torre de Hércules en La Coruña, Sánchez Dragó (1978) traslada una leyenda ancestral, según la cual, la cabeza de Gerión fue colocada bajo los cimientos de este edificio. En Egipto, según una leyenda ancestral, el rey era ayudado por la diosa Seshat, deidad principal de la Arquitectura y del Cálculo, en la selección del emplazamiento de los nuevos edificios. El acto ritual consistía en clavar, con un mazo, una gran estaca en la tierra. Aunque con ribetes esotéricos, esta práctica ritual es razonada y hasta científica. De hecho, representa la primera referencia conocida acerca del empleo intencionado en la edificación de una técnica para la investigación del terreno. MARCO TEORICO: Las cargas que transmite la cimentación a las capas del terreno causan tensiones y, por tanto, deformaciones en la capa del terreno soporte. Como en todos los materiales, la deformación depende de la tensión y de las propiedades del terreno soportante. Estas deformaciones tienen lugar siempre y su suma produce asientos de las superficies de contacto entre la cimentación y el terreno. La conducta del terreno bajo tensión está afectada por su densidad y por las proporciones relativas de agua y aire que llenan sus huecos. Estas propiedades varían con el tiempo y dependen en cierto modo de otros muchos factores. * Variación del volumen de huecos como consecuencia de la compactación del terreno. * Variación del volumen de huecos como consecuencia del desplazamiento de las partículas. * Variación del volumen de huecos como consecuencia de la deformación de las partículas del terreno. Los cimientos constituyen los subsistemas de cualquier edificación que transmiten directamente las cargas de esta hacia el suelo o terreno; su función es distribuir las cargas del edificio, dispersándolas en el suelo adyacente, de modo que éste y los materiales que los sostienen tengan suficiente fuerza y rigidez para soportarlas sin sufrir deformaciones excesivas. Debido a las interacciones de suelos y cimientos, las características de los suelo o terrenos sobre los que se construye influyen de modo determinante en la selección del tipo y tamaño de los cimientos usados; estos últimos a su vez, afectan significativamente el diseño de la superestructura, el tiempo de construcción del edificio y, en consecuencia, los costos de la obra. Por tanto, para lograr una edificación segura y económica es fundamental disponer de cierto conocimiento de la mecánica de suelos y del diseño de cimentaciones. El estudio de los suelos, sus propiedades, y comportamiento, desde el punto de vista de la ingeniería civil, es el campo de la Mecánica de Suelos. Los geólogos definen los suelos o terrenos como rocas alteradas, mientras que los ingenieros prefieren definirlos como el material que sostiene o carga el edificio por su base. Los materiales que están presentes en los suelos naturales se clasifican en cuatro tipos: - arenas y grava, - limos, - arcillas - materia orgánica. Las arenas y grava son materiales granulares no plásticos. Las arcillas, se componen de partículas mucho más pequeñas, exhiben propiedades de plasticidad y son muy cohesivas. Los limos son materiales intermedios en el tamaño de sus partículas y se comportan, de modo típico, como materiales granulares, aunque pueden ser algo plásticos. La materia orgánica consta principalmente de desechos vegetales. El origen de las capas de suelo o terreno (edafológicas) y la forma como se depositan, arroja mucha luz sobre su naturaleza y variabilidad en el campo. Los suelos son de dos orígenes: residual y sedimentario. Los suelos residuales se forman in situ por la intemperización química de las rocas y, puesto que jamás han sido perturbados físicamente, conservan las características geológicas menores del material rocoso de origen. (En el campo, la transición de roca a suelo suele ser gradual.) Los suelos sedimentarios son transportados y depositados por la acción de ríos, mares, glaciares y vientos. En general, el mecanismo de sedimentación regula la granulometría (tamaño de las partículas), sus variaciones, y la estratigrafía y uniformidad de las capas edafológicas. Para la completa identificación de un suelo o terreno el ingeniero necesita saber lo siguiente: - tamaño - granulometría – forma- orientación - composición química de las partículas - las fracciones coloidales y sedimentables que contiene. No obstante, las propiedades físicas del suelo pueden hacerse variar considerablemente mediante la incorporación de pequeñas cantidades de sustancias químicas la aplicación de métodos electroquímicos. Cuando las propiedades superficiales de las partículas son importantes, las formas de éstas adquieren por lo menos la misma importancia que la granulometría. En condiciones normales, una característica significativa es la ubicación relativa de las partículas dentro del suelo, lo que determina la resistencia a los desplazamientos internos y constituye, por lo menos, una medida cualitativa de las fuerzas de resistencia a las fuerzas cortantes y a la compresión. Se han realizado muchos intentos de clasificación de los suelos o terrenos con base en propiedades comunes e identificables. Sin embargo, conforme se ha ido acumulando información acerca de las propiedades de los suelos, los sistemas de clasificación se han tornado cada vez más elaborados y complejos. Una de las principales dificultades consiste en que se quieren utilizar las mismas clasificaciones para distintos usos; por ejemplo, un sistema utilizable para el diseño de carreteras ya no es tan útil cuando el problema se relaciona básicamente con el diseño de cimentaciones para edificios industriales. Un suelo o terreno cualquiera puede exhibir propiedades sólidas, viscosas, plásticas o líquidas; por tanto, cuando es posible predecir su verdadero estado físico, el diseño estructural de las cimentaciones se realiza tomando en cuenta esa información. En contraste, los sólidos son materiales que tienen densidad, elasticidad y resistencia interna constantes, que se ven poco afectados por cambios normales de temperatura, variaciones en la humedad o vibraciones de intensidad inferior a los valores sísmicos. La deformación por fuerzas cortantes ocurre a lo largo de dos conjuntos de planos paralelos, cuyo ángulo es constante para cada material e independiente de la naturaleza o intensidad de las fuerzas externas que inducen a la deformación. Estas propiedades básicas de los sólidos sirven para el diseño de cimentaciones sólo mientras los suelos siguen siendo sólidos. Pero si los cambios en las condiciones modifican las estructuras del suelo, de modo que éstas ya no se comportan como sólidos, dichas propiedades se anulan y otro conjunto de reglas vienen a gobernar el nuevo estado físico. Casi todos los suelos se comportan como sólidos, aunque sólo dentro de un cierto límite de carga, el cual depende de muchos factores externos, como flujo de humedad, temperatura, vibraciones, edad del suelo y, en algunos casos, velocidad de carga. No existe subdivisión evidente entre los estados líquido, plástico y viscoso. Estos tres estados de la materia tienen la propiedad común de que es muy difícil cambiar su volumen, aunque su forma cambia continuamente. Su diferencia estriba en la cantidad de fuerzas necesarias para comenzar su movimiento. En el caso de los estados plástico y viscoso existe un valor mínimo necesario, pero en el caso de los líquidos, fuerzas prácticamente insignificantes ocasionan el movimiento. Cuando la fuerza deja de ser aplicada, los materiales plásticos dejan de moverse, pero los de tipo viscoso y líquidos siguen moviéndose indefinidamente hasta que entran en juego fuerzas contrarrestantes. En general, la división entre los estados sólido y plástico depende del porcentaje de humedad del suelo. Dicho porcentaje, sin embargo, no es una constante, sino que disminuye al aumentar la presión a que está sometido el material. Por tanto, en los suelos anegados, la posibilidad de evitar desplazamientos o pérdidas de agua se traduce en la eliminación de problemas por cambio de volumen o por asentamiento. Resistencia de los suelos a la presión Ya desde antes de 1640, Galileo señaló la diferencia entre sólidos, semi-líquidos y líquidos. Este naturalista aseveraba que los semilíquidos, a diferencia de los líquidos mantienen su forma cuando se les apila, y que, si se les hace un hueco o cavidad en la superficie, la agitación hace que se rellene el hueco, mientras que, en los sólidos, la cavidad no se rellena. Esta es una descripción muy burda de la propiedad llamada pendiente natural de los materiales granulares, una propiedad muy fácil de observar en arenas limpias y secas, aunque los suelo o terrenos con diversas cantidades de arcilla y humedad tienen diferentes pendientes. Es importante no confundir el ángulo de reposo natural con el ángulo de fricción interna, aunque muchos autores han seguido a Woltmann, quien, al traducir los escritos de Coulomb, cometió ese error. Fue Coulomb (1773) quien aplicó a los suelos las leyes fundamentales de la fricción. Él descubrió que la resistencia a lo largo de una superficie de falla dentro de un suelo es función tanto de la carga por unidad de área como de la superficie de contacto. Puede considerarse como la primera contribución importante a la Mecánica de Suelos. La resistencia de los suelos a la deformación depende, sobre todo, de su resistencia a la fuerza cortante. Esta resistencia equivale, a su vez, a la suma de dos componentes: fricción y cohesión. Algunos ejemplos de Cimentaciones superficiales son: Existen varios tipos de Cimentaciones Superficiales, los cuales se detallan a continuación: - Zapatas aisladas: Empleadas para pilares aislados en terrenos de buena calidad, cuando la excentricidad de la carga del pilar es pequeña o moderada. Esta última condición se cumple mucho mejor en los pilares no perimetrales de un edificio. Las zapatas aisladas según su relación entre el canto y el vuelo o largo máximo libre pueden clasificarse en: • • Zapatas rígidas o poco deformables. Zapatas flexibles o deformables. Y según el esfuerzo vertical esté en el centro geométrico de la zapata se distingue entre: • Zapatas centradas. • • • Zapatas excéntricas. Zapatas irregulares. Zapatas colindantes El correcto dimensionado de las zapatas aisladas requiere la comprobación de la capacidad portante de hundimiento, la comprobación del estado de equilibrio (deslizamiento, vuelco), como la comprobación resistente de la misma y su asentamiento diferencial en relación a las zapatas contiguas. Para construir una zapata aislada deben independizarse los cimientos y las estructuras de los edificios ubicados en terrenos de naturaleza heterogénea, o con discontinuidades, para que las diferentes partes del edificio tengan cimentaciones estables. Constructivamente, conviene que las instalaciones del edificio estén sobre el plano de los cimientos, sin intersectar zapatas o riostras. La profundidad del plano de apoyo se fija basándose en el informe geotécnico, sin alterar el comportamiento del terreno bajo el cimiento, a causa de las variaciones del nivel freático o por posibles riesgos debidos a las heladas. Es conveniente llegar a una profundidad mínima por debajo de la cota superficial de 50 u 80 cm en aquellas zonas afectadas por estas variables. El informe geotécnico proporciona información sobre la resistencia a compresión de los diferentes estratos, por lo que a partir de él es posible decidir el estrato más adecuado teniendo en cuenta la heterogeneidad del terreno y el coste de construcción de los diversos tipos de cimentación. En el caso que el edificio tenga una junta estructural con soporte duplicado (dos pilares), se efectúa una sola zapata para los dos soportes. En cuanto al hormigón, la mayor parte de instrucciones de hormigón recomiendan bajo condiciones usuales, usar hormigón de consistencia plástica, con áridos de tamaño alrededor de 40 mm. En la ejecución, y antes de echar el hormigón, disponer en el fondo una capa de hormigón pobre de aproximadamente 5 cm de espesor, antes de colocar las armaduras. Para todo tipo de zapata, el plano de apoyo de la misma debe quedar empotrado 10 cm. en el estrato del terreno. - Zapatas corridas Las zapatas corridas son comúnmente utilizadas en fundaciones de muros de carga portante. Una zapata continua normalmente tiene dos veces el ancho de un muro de carga portante, incluso a veces es mayor. El ancho y el tipo de refuerzo dependen de la capacidad portante del suelo de cimentación. El programa básico para el análisis y diseño de zapata corrida debajo del muro carga-portante es el programa GEO5 Zapata. - Zapatas combinadas A veces, cuando un pilar no puede apoyarse en el centro de la zapata, sino excéntricamente sobre la misma o cuando se trata de un pilar perimetral con grandes momentos flectores la presión del terreno puede ser insuficiente para prevenir el vuelco de la cimentación. Una forma común de resolverlo es uniendo o combinando la zapata de cimentación de este pilar con la más próxima, o mediante vigas centradoras, de tal manera que se pueda evitar el giro de la cimentación. Un caso frecuente de uso de zapatas combinadas son las zapatas de medianería o zapatas de lindero, que por limitaciones de espacio suelen ser zapatas excéntricas. Por su propia forma estas zapatas requieren para un correcto equilibrio una viga centradora. Dicha viga centradora junto con otras dos zapatas, constituye un caso de zapatas combinadas. - Losas de cimentación Una losa de cimentación es una placa de hormigón apoyada sobre el terreno la cual reparte el peso y las cargas del edificio sobre toda la superficie de apoyo. Las losas son un tipo de cimentación superficial que tiene muy buen comportamiento en terrenos poco homogéneos que con otro tipo de cimentación podrían sufrir asentamientos diferenciales. También en terrenos con muy poca capacidad portante. Las losas más sencillas son las losas de espesor constante, aunque también existen las losas nervadas que son más gruesas según la dirección de muros o filas de pilares. Su cálculo es similar al de una losa plana de azotea invirtiendo las direcciones de los esfuerzos y aplicando las cargas tanto axiales como uniformes provenientes de todo el edificio. Las trabes de estas losas se invierten para quedar enterradas en el terreno y evitar obstáculos al aprovechamiento de la superficie, que queda lista para ocuparse como un firme, aunque su superficie aún es rugosa. -vigas de cimentación: Viga de cimentación: es una estructura de hormigón armado que sirve para conectar zapatas aisladas y están diseñadas para sostener cargas lineales, concentradas o uniformes, en una sola dirección. Tipos de vigas de cimentación: • Vigas de acero o hierro. • Vigas de Concreto u hormigón armado. Usos: Las vigas de cimentación son usadas en suelos cuya capacidad portante es muy baja (suelos malos) con la finalidad de disminuir el asentamiento diferencial de la estructura. Los asentamientos diferenciales pueden estar provocados por muchas razones, por ejemplo, la construcción de la estructura sobre la ladera de un cerro o una baja capacidad portante del suelo. Las vigas de cimentación se diferencian del sobre cimiento armado en que no necesariamente soportan muros, sino que conecta zapatas. Para su diseño las cargas se toman de forma invertida, es decir de abajo hacia arriba, debido a la reacción del suelo. Bibliografía: • Wikipedia • Civilgeeks • Blogdelconstructor