DOMINGO 28 DE DICIEMBRE DE 2015 LA SAGRADA FAMILIA TEXTO: LUCAS 2, 41 – 52 “Por qué me buscabais? No sabíais que debía estar en la casa de mi Padre?” (2,49) 1. INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO Oración: Ven Espíritu Santo, envíanos desde el cielo un rayo de tu luz. Oh Luz santísima, llena lo más íntimo de los corazones de tus fieles. Sin tu fuerza, nada hay en el hombre, nada que sea inocente. Lava lo que está manchado, riega lo que es árido, cura lo que está enfermo. Amén. 2. LECTURA ¿Qué dice el texto? A. Proclamación y silencio - Es importante proclamar el texto en forma clara, dando importancia a lo que se lee y con pausas entre cada acción relatada- Dejar tiempo para que cada uno lo lea nuevamente en silencio B. Reconstrucción del texto Si es posible, alguna persona puede relatar el texto de memoria. Para profundizar y entender mejor, se pueden utilizar las siguientes preguntas: - ¿Qué edad tenía Jesús cuando cumplió la primera vez el precepto de la peregrinación a Jerusalén? - ¿Jesús pidió permiso o avisó a sus padres que se quería quedar en Jerusalén? - ¿Dónde María y José encontraron a su hijo Jesús? - Qué había hecho Jesús en el Templo? ¿Por qué se había quedado allí? - Qué dijo su madre María, al encontrarlo? - María y José entendieron la respuesta de su hijo? ¿Cómo reaccionaron al no comprenderlo? - Jesús fue un hijo obediente? - ¿Qué le ayudó a Jesús a “crecer en sabiduría y en gracia delante de Dios y de los hombres”? C. Ubicación del texto Qué dicen los versículos antes y después de nuestro texto? Este es otro acontecimiento importante de la vida de Jesús. Después de ser circuncidado (1,21) y presentado en el Templo (2, 22ss) lo vemos en medio de los doctores compartiéndoles su sabiduría. Notemos que el texto se encuentra entre dos menciones de su vida oculta en Nazaret 2,39 y 2,54. D. Algunos elementos para comprender el texto Textos de referencia Comparar con Dt 16, 16; Ex 12,1-14; Lc 4, 22; Jn 7, 15.46. Comentar. Ideas fundamentales La peregrinación a Jerusalén significa para Jesús, al haber cumplido 12 años, el comienzo de una nueva etapa de su vida y de la de sus padres. Con esa edad un judío se integra plenamente en la comunidad religiosa. Se convierte en un “hijo de la Ley”. Desde ese momento está sometido a las prescripciones de la Ley, es decir: a los mandamientos de Dios. Jesús se queda en la casa de su Padre celestial, sin que sus padres terrenales lo noten. Se mueve en el mundo de Dios Padre. Busca comprender profundamente la Palabra de Dios. Tiene mucho que preguntar a los maestros de la Ley. Muy pronto se convierte, de un discípulo que escucha, en el Maestro que enseña. Los padres de Jesús no se dan cuenta de esto en seguida. María reacciona con un reproche: “Hijo mío. ¿Por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados”. En verdad, este niño habría podido pedir permiso, o por lo menos, haberles avisado a sus papás. Y la respuesta de Jesús les causa a sus padres más preocupación que alivio. Necesitan tiempo para comprender. Los padres de Jesús buscan a su hijo, y lo encuentran como una persona libre e independiente. Aunque les duela a sus padres, Jesús conquista la libertad y el derecho de seguir su propia vocación. La misión confiada por el Padre es para Jesús más importante que lo que sus padres esperan de él. El cuarto mandamiento: “Honrarás a tu padre y a tu madre” sigue valiendo. Pero la autoridad de los padres no les autoriza a imponer a sus hijos el proyecto de vida. Autoridad, como Jesús la entiende, es siempre un servicio al otro. Los padres han de ayudar a sus hijos a descubrir su propia vocación que viene de Dios. No tienen el derecho de desvirtuar o impedirla. Deben tener sumo respeto por el llamado que Dios dirige a sus hijos. Deben hacer un gran esfuerzo para poder comprender a su hijo cuando comienza a independizarse. Deben renunciar a pretender tener un hijo “según su imagen y semejanza”. Al contrario, deben acompañarlo y ayudarlo que sea cada vez más imagen y semejanza de Dios. El hijo tiene el derecho de seguir su propia vocación. También María y José tuvieron que experimentar que Jesús llegó a ser muy distinto de lo que ellos se habían imaginado. Salió de su casa y les causó muchas preocupaciones. Los parientes tomaron a Jesús hasta por un loco. Pero los padres de Jesús “guardaron en su corazón” lo que no entendían, y acompañaron a pesar de ello a su hijo en su camino. María estuvo con él al pie de la cruz. Jesús volvió con sus padres a su casa en Nazaret, y seguía obedeciéndoles. Pero había dejado bien en claro que fue capaz de cualquier ruptura, necesaria para seguir el camino que su Padre del cielo le señalara. Cuando Dios mismo llama, los padres terrenales han de callarse. Por su parte, Jesús necesitó los años de su juventud para crecer y madurar en su vocación, con la ayuda de sus padres. 3. MEDITACIÓN ¿Qué me dice el texto? Todos hacemos parte de una familia (padres e hijos), y es necesario defender la unidad familiar a ejemplo del hogar de Nazaret, por tanto: - ¿Sucede que los hijos crezcan y maduren sin que los padres tomen conciencia de ello? - ¿Los padres tienen derecho a prescribir lo que sus hijos tienen que hacer? - ¿Los hijos tienen que obedecer a sus padres en todo? - ¿Cómo suelen reaccionar muchos padres cuando sus hijos manifiestan su propia voluntad? - ¿Quién decide qué camino tiene que tomar un joven? - ¿Cómo los padres pueden ayudar a sus hijos a que cada uno descubra su propia vocación? - ¿Hasta qué edad necesitamos de nuestros padres para madurar? - ¿En qué la Sagrada Familia puede ser ejemplo para nosotros? 4. ORACIÓN ¿Qué me hace decir el texto? Agradezcamos, alabemos y pidamos ayuda al Señor. Después de las intervenciones espontáneas, concluir con la siguiente oración por la familia: Señor Jesús. Tú viviste en una familia feliz. Haz de nuestra casa una morada de tu presencia, un hogar cálido y dichoso. Venga la tranquilidad a todos sus miembros, la serenidad a nuestros nervios, el control a nuestras lenguas, la salud a nuestros cuerpos. Que los hijos sean y se sientan amados y se alejen de ellos para siempre, la ingratitud y el egoísmo. Inunda, Señor,, el corazón de los padres de paciencia y comprensión y de una generosidad sin límites. Danos el pan de cada día y aleja de nuestra casa el afán por exhibir, brillar y aparecer. Que la alegría brille en los ojos, la confianza abra todas las puertas, la dicha resplandezca como un sol; sea la paz reina de nuestro hogar y la unidad un solo entramado.. Te lo pedimos a ti que fuiste un hijo feliz en el hogar de Nazaret junto a María y José. Amén. 5. CONTEMPLACIÓN ¿A qué me compromete el texto? El animador del grupo dejará un momento para contemplar la unidad de la familia de Nazaret (Jesús, José y María) y reconocer que es el modelo de las familias de hoy. Como integrante de una familia, a qué me compromete el texto? Ejm. Como hijo: en el respeto, caridad, obediencia con los padres; como padres: en acompañamiento a las decisiones de los hijos, educación, comprensión; como hermano en amistad, respeto, cariño, perdón con el hermano. CANTO: SI ME FALTA EL AMOR (M.P.C. No. 393)