Sobre lo verdadero, lo falso y lo aparente Virginia Moratiel Por Filosofía&Co -18 enero, 2021 La mejor arma para distinguir lo verdadero y enfrentarse a las fake news, las noticias falsas, dice la filósofa Virginia Moratiel, es el saber, la filosofía, es decir, «no un saber puramente teórico, sino práctico, cuya piedra de toque se encuentra en la ética». Existen varios tipos de noticias falsas, guiadas por propósitos diferentes: desde aquellas que pretenden ser una sátira o una parodia y no persiguen causar daño o engañar, hasta las que intentan perjudicar o incriminar a otros; desde las que suplantan las fuentes originales para atribuirse textos apócrifos hasta las que presentan un contenido auténtico en un contexto equivocado. De igual modo, su creación obedece a distintas causas: desde la ignorancia y la rivalidad, efectuada con humor o con saña, hasta el narcisismo del canalla que se cree capaz de emular la obra de los genios sin que nadie se dé cuenta. Pero lo cierto es que el fenómeno de las fake news ha existido siempre, sólo que ahora le prestamos más atención por dos razones. Primero, por la multiplicación exponencial de esta clase de noticias desde el uso masivo de Internet y de las nuevas tecnologías de comunicación e información. Segundo, a causa de los escándalos provocados por la intervención de Cambridge Analytica, la empresa que utilizó los datos de los perfiles de redes sociales como Facebook y envió noticias fraudulentas o mensajes engañosos atendiendo al perfil psicológico de sus miembros, obtenido mediante un test de personalidad. Así se consiguió manipular la intención de voto en el Brexit y en varios comicios presidenciales, a saber, en las elecciones argentinas de 2015 a favor de Macri, en las norteamericanas de 2016 a favor de Trump y en las brasileñas de 2018 a favor de Bolsonaro, según vemos, favoreciendo en todos los casos a la derecha, incluso podríamos decir a la derecha más radical. En México, el problema se viene denunciando desde 2012 debido al uso de cuentas e informaciones falsas cuyo objetivo era desviar la atención del descontento hacia Peña Nieto, entonces candidato del PRI, ocultando noticias desfavorables a él y opacando la imagen pública de su contrincante. No se puede negar que las noticias falsas, igual que los rumores, son inevitables y sólo se puede enseñar a distinguirlas de las legítimas como, por ejemplo, hace la Página de First Draft News, una ONG dedicada a la lucha contra la desinformación en línea. Eso, aparte de establecer un límite legal que resguarde los datos privados y nos proteja del constante bombardeo de la publicidad, sin afectar a la libertad de expresión. Las noticias falsas sólo representan el lado oscuro de la comunicación y suelen incrementarse cuando hay bandos enemigos en una guerra o en una competición, particularmente en la batalla política para alcanzar el poder. Eso no quita que la información, los medios digitales y el periodismo en general no tengan también su lado luminoso. Como ya había anunciado McLuhan, gracias a Internet, cada lugar del planeta se convirtió en una «aldea global» y ahora las noticias llegan hasta el último de sus rincones y desde allí se difunden de manera instantánea a todo el mundo. Esto visibilizó a muchas minorías, así como a individualidades, al permitirles alzar su voz y luchar por sus derechos, lo cual democratizó el espacio cultural que había sido anquilosado por el partidismo y la endogamia de ciertas instituciones, por ejemplo, de la Universidad. Pero, a la vez que se extendía el efecto democratizador, las redes servían para atentar contra la democracia, porque, al no haber ninguna instancia ni criterio para distinguir lo bueno de lo malo, lo bello de lo feo, en definitiva, lo verdadero de lo falso, se sometieron a la dictadura del «me gusta».