EL CÁNCER Y LOS TRATAMIENTOS ALTERNATIVOS. Este año, un millón de americanos se enterarán de que padecen cáncer. Aproximadamente dos de cada tres pacientes de cáncer morirán a causa de esta enfermedad (o a causa de la terapia empleada) en el transcurso de cinco años desde su diagnóstico. Mientras los medios de comunicación periódicamente anuncian grandes descubrimientos en relación al cáncer, las curas se dan principalmente en los anuncios de la prensa. La guerra contra el cáncer "ha resultado ser un fracaso colosal a pesar de los cientos de miles millones de dólares invertidos en investigación y tratamiento”. Los tres métodos comprobados para el tratamiento del cáncer -la quimioterapia, la radiación, y la cirugía- pueden en realidad acortar la vida del paciente en muchos casos. Todos estos tratamientos son invasivos, tienen efectos colaterales devastadores, y solo tratan los síntomas. Todos ellos pueden ocasionar la expansión del cáncer o bien su reincidencia. Si bien estos métodos, perjudiciales para la inmunidad del cuerpo, a veces pueden ser necesarios, sus resultados exitosos se han limitado principalmente a formas relativamente raras de cáncer o a las fases tempranas de la enfermedad. Para la mayoría de los cánceres en los adultos, las terapias ortodoxas virtualmente no resultan curativas, aunque pueden de alguna manera alargar el tiempo de vida. En el caso de muchos pacientes, las terapias normales acortan el tiempo de vida: "La mayoría de los pacientes de cáncer en este país muere a causa de la quimioterapia", comenta el Dr. Alan Levin de la Facultad de Medicina de la Universidad de California. "La quimioterapia no elimina el cáncer de mama, colon, o pulmón. Este hecho ha sido documentado durante más de una década “existen mayores probabilidades de que las mujeres que padecen cáncer de pecho mueran más rápidamente con la quimioterapia que sin ella". Sólo entre 2 y 3 por ciento del casi medio millón de americanos diagnosticados con cáncer cada año son salvados por la quimioterapia, según el Dr. John Cairns de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard. A pesar de ello, más de la mitad del total de los pacientes enfermos de cáncer habitualmente recibe drogas para el tratamiento con quimioterapia las cuales pueden reducir las posibilidades de supervivencia del paciente. Todas las drogas empleadas en la quimioterapia son tóxicas y muchas de ellas son cancerígenas, es decir que pueden producir cáncer . El uso desmedido de la quimioterapia, un negocio que deja aproximadamente alrededor de $750 millones anuales con la venta de drogas solamente, constituye un escándalo nacional. Desilusionados con los tratamientos normales contra el cáncer, los cuales a menudo tienen efectos colaterales devastadores y generalmente cuestan alrededor de $30.000USD o más, miles de pacientes están volviendo a las terapias no tóxicas o alternativas. Frecuentemente llamadas complementarias, no ortodoxas o, no convencionales, estas terapias incluyen métodos nutritivos, con hierbas, metabólicos, fortalecedores del sistema inmunológico, biológicos, farmacológicos no tóxicos, además de los métodos psicológico-conductuales. Si bien las terapias alternativas son muy variadas, todas ellas están arraigadas en la idea de que un cuerpo verdaderamente saludable no ha de desarrollar cáncer. Los médicos alternativos creen que la causa del cáncer se encuentra a menudo en la alteración del sistema inmunológico o en un desequilibrio corporal que permite que el tumor se desarrolle. Las terapias alternativas comparten ciertos rasgos comunes. Son relativamente poco tóxicas, a diferencia de la quimioterapia y la radiación, que destruyen a las células normales. Estas terapias apuntan a limpiar el cuerpo, estimular sus defensas naturales y su capacidad para destruir tumores. Poseen niveles de seguridad relativamente altos en comparación con los tratamientos ortodoxos. Muchas o la mayoría de las terapias alternativas combinan dietas especiales; complementos vitamínicos, minerales, y enzimas; desintoxicación; oxigenación; estimulación inmunológica; y regímenes psicológicos o espirituales para promover una curación gradual. Para los médicos tradicionales, el cáncer es una enfermedad localizada, que debe ser tratada de manera también localizada. Cortando el tumor, irradiándolo, o invadiendo el cuerpo con drogas tóxicas (y a menudo cancerígenas), el médico ortodoxo busca destruir el tumor y así salvar al paciente. Pero la mayoría de las veces, el cáncer sigue presente y ha desarrollado metástasis (es decir, se ha extendido a otra parte del cuerpo). El método convencional, la alopatía, con toda su parafernalia de alta tecnología, se basa en una filosofía médica primitiva: ataca a la enfermedad "enemiga" de manera agresiva. A menudo, el paciente resulta devastado durante el proceso, mientras que el cáncer y sus causas subyascentes permanecen. Por el contrario, el médico alternativo considera al cáncer como una enfermedad sistémica, la cual involucra al cuerpo entero. Desde este punto de vista, el tumor es meramente un síntoma y la terapia apunta a corregir las causas desde la raíz. En lugar de atacar al tumor de manera agresiva, muchas terapias alternativas se centran en la reconstrucción de la inmunidad natural del cuerpo y el fortalecimiento de su habilidad inherente para destruir las células del cáncer. Varias terapias alternativas también incluyen medidas naturales para atacar directamente y destruir al tumor, ya sea mediante hierbas, enzimas, u otros medios. Muchos pacientes de cáncer considerados "terminales" o "desahuciados" por sus médicos convencionales comenzaron a usar terapias alternativas, se recuperaron totalmente, y viven bien cinco, diez, veinte años, o más después de recibir sus fatales diagnósticos. Otros pacientes que siguen protocolos alternativos experimentan tiempos de sobrevida prolongados, alivio del dolor y el sufrimiento. Las terapias alternativas contra el cáncer no resultan efectivas en todos lo casos, muchos mueren. No existen soluciones mágicas, no hay garantías. Desafortunadamente no hay estadísticas confiables acerca de los resultados obtenidos a través de los tratamientos alternativos. Algunas de las terapias funcionan durante algún tiempo para algunas personas. El establishment médico ignora la existencia de estos sobrevivientes del cáncer o bien los rechaza por considerarlos "evidencia anecdótica". Otro ardid del establishment es afirmar que las personas que se curaron mediante las terapias alternativas en realidad se recuperaron mágicamente debido al tratamiento previo - aunque la quimioterapia tóxica o la radiación inmuno-destructora administrada meses o años más antes no haya tenido absolutamente ningún efecto en el retardo de la enfermedad de rápido avance o con metástasis. Otra táctica favorita del establishment es decir que los pacientes de cáncer que fueron curados a través de las terapias alternativas simplemente sufrieron "remisiones espontáneas". Ésta es la jerga médica usada para justificar la "recuperación inexplicable", una hoja de higuera para cubrir la ignorancia de los médicos que no pueden explicar lo sucedido. En realidad no existe tal remisión espontánea, como muchos médicos reconocen. Siempre debe haber una causa o mecanismo para la regresión aparentemente espontánea del tumor. El estudio más abarcativo jamás realizado acerca de la remisión espontánea de cánceres avanzados dio un insignificante total de 176 casos en la literatura médica mundial comprendida entre los años 1900 y 1965. Esto significa que las probabilidades de que un médico encuentre varias remisiones espontáneas en su vida son prácticamente nulas. Sin embargo, hay médicos alternativos que cuentan con centenares de las denominadas remisiones espontáneas de cáncer avanzado en su haber. Después de analizar 200 casos de la denominada regresión espontánea del cáncer , el profesor canadiense y doctor en medicina Harold Foster, encontró en 1988 que la gran mayoría de estas personas (88 por ciento) había hecho importantes modificaciones alimentarias, generalmente se habían volcado a una dieta estrictamente vegetariana y evitaban las harinas blancas, azúcar, y alimentos en conserva o congelados - antes de que se produjera la regresión dramática o remisión completa del tumor. La mayoría de estos pacientes también usó complementos vitamínicos, minerales, y suplementos de hierbas además de métodos de desintoxicación. Todos éstos son rasgos prominentes en algunas de las terapias alternativas contra el cáncer mencionadas en este libro. El cáncer es un enigma biológico. No existe un acuerdo unánime acerca de qué es lo que hace que las células crezcan anormalmente, se multipliquen de manera interminable, desenfrenada. Podrían existir muchas maneras válidas diferentes de tratar el cáncer . Según Michael Evers, director ejecutivo del proyecto CURE, existen enfoques serios, con basamento científico, para el tratamiento del cáncer que no entran en el modelo tradicional. Nosotros no estamos hablando de medicina de charlatanería médica ni de curanderos." Como grupo dedicado a la defensa del paciente, el Proyecto CURE respalda "un sistema médico pluralista" que permita a los pacientes acceder a las terapias no tóxicas contra el cáncer como parte de la práctica médica normal. La mayoría de los americanos, según parece, apoyan este objetivo. En septiembre de 1985 una encuesta nacional general realizada por la prensa y los medios de comunicación reveló que la mitad de los americanos cree que se debe permitir el funcionamiento de clínicas oncológicas alternativas en Estados Unidos, incluso cuando los tratamientos que ellos ofrecen se opongan al establishment de la medicina ortodoxa. Más de la mitad de los encuestados dijeron que elegirían dicho tratamiento ellos mismos si se les diagnosticara un cáncer. A pesar del apoyo del público y el creciente interés por los métodos alternativos no tóxicos, no invasivos, el establishment médico ha emprendido una feroz campaña contra estas terapias, rotulándolas de charlatanería. Se le ha puesto candado a los centros de tratamiento. Se ha enviado a la cárcel a los médicos que indicaban tratamientos basados en la nutrición o que empleaban hierbas. Los médicos responsables que verbalmente han apoyado o empleado terapias alternativas han sido despedidos, degradados, aislados o se les han revocado sus licencias. Mientras la medicina oficial suprime o frustra aquellas alternativas prometedoras, destina miles de millones de dólares para las investigaciones que apoyan a la quimioterapia, la radiación, y la cirugía como armas principales en la guerra contra el cáncer. Esa guerra ha sido un fracaso total ya que no ha logrado retardar la mortalidad. La mortalidad global a causa del cáncer , según la edad, se ha incrementado un 5 por ciento desde el comienzo de la guerra contra esta enfermedad. "Todos debemos saber que 'la guerra contra el cáncer' es un gran fraude", escribió el Dr. Linus Pauling, dos veces ganador del Premio Nobel. Otro ganador de este premio, el Dr. James Watson, el co-descubridor de la doble hélice del ADN, fue más terminante. Watson perteneció durante dos años al Comité Asesor Nacional sobre cáncer . En 1975 se le consultó cuál era su opinión sobre el Programa Nacional contra el cáncer y él contestó rápidamente, "es una mierda". La tasa de mortalidad para los cánceres más comunes, cáncer de pulmón, colon, pecho, próstata, páncreas, y ovarios, ha seguido igual o se ha incrementado en los últimos cincuenta años. Como se mencionara en la revista Business Week publicada el 22 de septiembre de 1986 "La cirugía, la radiación, y las drogas altamente tóxicas tienden todas a fracasar por una razón verdaderamente simple: un tumor del tamaño de un dedo pulgar contiene mil millones de células malignas. Aunque el tratamiento eliminara el 99.9% de ellas, un millón de células permanecerán y volverán a reproducirse." Se puede vivir mucho tiempo más sin necesidad de someterse a ningún tratamiento convencional. Ésa era la conclusión del fallecido Dr. Hardin Jones, profesor de física médica en la Universidad de California Berkeley. Después de analizar cuidadosamente las estadísticas de supervivencia al cáncer durante veinticinco años, Jones dijo en una reunión de la Sociedad Americana del cáncer realizada en 1969 que los pacientes sin tratamiento no mueren antes que los pacientes que reciben tratamientos ortodoxos, y en muchos casos viven más tiempo. Tres estudios realizados por otros investigadores apoyan esta conclusión negativa que nunca ha sido refutada. Los mitos en torno a las terapias alternativas contra el cáncer Muchos mitos y conceptos erróneos rodean a las terapias alternativas contra el cáncer . A continuación intentaremos clarificar los más comunes. Mito 1: Todas las terapias alternativas contra el cáncer no tienen sentido. Ésta es la posición oficial de la "industria del cáncer" que factura $80 mil millones al año y que está íntimamente asociada a las terapias ortodoxas. Pero los hechos cuentan una historia muy diferente. Los pacientes con cánceres avanzados, con metástasis, considerados médicamente como incurables por sus médicos convencionales, han revertido sus enfermedades mediante el uso de terapias alternativas y en la actualidad están totalmente curados. Son muchos más los pacientes que han podido al menos mantener sus cánceres bajo control y llevar vidas activas y productivas a través de terapias no tóxicas. Algunos médicos alternativos han reunido evidencia clínica, que incluye estudios y casos cuidadosamente documentados, para demostrar la seguridad y efectividad de sus métodos. Esta evidencia es habitualmente rechazada por la ortodoxia médica argumentando que no cumple con determinados criterios, tales como pruebas controladas dobles (en las que a la mitad de los pacientes no se les administra el tratamiento en cuestión). Estas curas no significan que todos los métodos no convencionales funcionen. Algunos pueden ser ineficaces o fraudulentos. "La mayoría de las terapias alternativas son casi totalmente inútiles, al igual que las terapias convencionales", dice Patrick McGrady, Jr., fundador de CANHELP. Las estimaciones de los índices de éxito con las terapias alternativas varían ampliamente. Lo que funciona para un paciente o tipo de cáncer puede fracasar con otro que tenga el mismo o un tipo de mal diferente. El defensor de la salud holística Gary Null, quién dedicó años a la investigación de las clínicas alternativas y a la entrevista de pacientes, sostiene que los índices de éxito han pasado "del 2 al 20 por ciento" en los casos de cáncer terminal. Algunos médicos alternativos exageran sus resultados, con índices de remisión en 5 años del 60% o más. Patrick McGrady es escéptico ante tales afirmaciones. "Sería bueno, si fuera verdad." "Mi impresión subjetiva, dice Ralph Moss, editor del boletín The Cancer Chronicles, "es una tasa de remisión en 5 años entre el 4% y 5% básica en todas las clínicas alternativas. De esta manera la cifra sube con casos menos severos. Si yo encontrara una tasa de remisión en 5 años del 20% sería realmente genial." De todos modos Moss siente que este índice de éxito es altamente significativo. "Después de todo, no se supone que estas terapias curen, según la medicina ortodoxa". Señala que la oportunidad para la recuperación en muchos pacientes se ha visto socavada por la radiación y la quimioterapia previas, las cuales pueden dañar severamente la respuesta inmunológica y el normal funcionamiento del cuerpo. Mito #2: Los terapeutas oncológicos alternativos son charlatanes inescrupulosos, sin licencia ni capacitación en medicina, e interesados en hacer dinero fácil. Este estereotipo se puede aplicar a algunos médicos. Sin embargo, con demasiada frecuencia, se mete en la misma bolsa a todos los médicos y terapeutas que trabajan más allá de los límites de la medicina convencional. La realidad es justamente todo lo contrario. En un estudio realizado en 1984 en los Anales de Medicina Interna, Barrie Cassileth, Ph.D., y sus colegas investigadores hallaron que 60 por ciento de los 138 médicos oncológicos alternativos investigados eran doctores en medicina. Del 40 por ciento restante, muchos tenían doctorados en biología, química, y otras ciencias relacionadas además de una extensa trayectoria en investigación. La Sociedad Americana del cáncer (ACS) lleva un compendio de "Métodos no comprobados contra el cáncer" el cual funciona como la herramienta principal del establishment oncológico para rotular a las terapias alternativas como pseudociencia. Para la ACS "no comprobado" significa "refutado". Además de esto, la declaración de los jueces de la ACS según los cuales "no existe ninguna evidencia aceptable" para una terapia particular, generalmente se suma a una completa desestimación de los datos que la sustentan.9 La inclusión del nombre del médico y la terapia empleada en esta desafortunada lista negra oficial conduce a la pérdida de fondos, a una repentina imposibilidad de conseguir la publicación de artículos, al rechazo de aplicaciones de ensayo, y al acoso de la Administración de Drogas y Alimentos (FDA), cuando no, a la cárcel. La lista negra de la ACS "se parece a las listas de las 'organizaciones subversivas' alguna vez mantenidas por el "House Un-American Activities Committee", observa Ralph Moss en su dura exposición, La Industria del cáncer. "El simple hecho de incluir el nombre de un científico en la lista tiene el efecto de condenar su trabajo y ponerle la etiqueta de charlatán a él y a sus esfuerzos". El análisis realizado por Moss sobre los terapeutas no ortodoxos cuyos nombres aparecen en la lista de Métodos No Demostrados de la ACS revela que el 65 por ciento de ellos eran Doctores en Medicina, muchos egresados de prestigiosas facultades de medicina; un 13 por ciento adicional tenía Doctorados (PH.D.) en disciplinas médicas o científicas. "Varios de los científicos en las listas de Métodos No Demostrados de la ACS eran sin duda personas de genio", observa el escritor de ciencias Robert Houston. Entre los ejemplos que él cita se encuentra Max Gerson, Doctor en Medicina cuyo tratamiento del cáncer a través de dietas se anticipó a muchas de las tendencias de investigación actuales. Gerson fue aclamado por el Premio Nobel Dr. Alberto Schweitzer quien escribió "veo en él a uno de los genios médicos más eminentes en la historia de la medicina." Estos médicos difícilmente encajen en la imagen de vendedores de aceite de serpiente. Mito #3: Los Pacientes que buscan terapias alternativas están guiados por la desesperación. Son ignorantes, incautos o ambas cosas. Contrariamente a este estereotipo, estudios recientes han demostrado que las terapias alternativas contra el cáncer son más populares entre pacientes opulentos, con un buen nivel de educación, y que sorprendentemente tienen el respaldo de algunos médicos convencionales. "Se ha explotado el estereotipo de las personas menos educadas, pobres que sucumben a los señuelos de la charlatanería", decía el Dr. LaMar McGinnis en una conferencia organizada por la Sociedad Americana contra el cáncer en San Francisco en 1990. McGinnis, ex-presidente del Comité sobre Métodos No Demostrados de la CAS y no muy amigo de los tratamientos alternativos, basó sus comentarios en un estudio no publicado por la CAS sobre un total de 5.047 pacientes. "Muchos pacientes que reciben atención alternativa no cumplen con el estereotipo tradicional carente de educación, enfermos terminales que han agotado todos los tratamientos convencionales", escribía Barrie Cassileth en su estudio que marcó un hito en 1984 (ver Mito #2). Ella observó que los pacientes de cáncer tratados con terapias alternativas contaban con un nivel de educación significativamente más alto que los pacientes sometidos exclusivamente a tratamientos convencionales. Muchos fueron atraídos a las terapias alternativas enfatizando la responsabilidad personal, la nutrición y el apartamiento de lo que los pacientes consideraban deficiencias de la atención médica ortodoxa. La mayoría de los pacientes pagó menos de $1.000 por el primer año de tratamiento alternativo. Incluso, teniendo en cuenta la inflación y las fuertes variaciones en los honorarios, estos gastos resultan modestos comparados con los $2.500 diarios que demanda el establishment médico por sus procedimientos invasivos. Cassileth también observó que la terapia alternativa era realmente aceptada por los médicos de cabecera de los pacientes en un 30 por ciento de las veces. Mito #4: Las terapias alternativas contra el cáncer no han sido "demostradas", por consiguiente no son comprobadas ni científicas. La Sociedad Americana contra el cáncer tiene setenta y dos terapias alternativas contra el cáncer en su lista de Métodos No Demostrados. En su revelador análisis de la lista negra de la ACS, Ralph Moss advierte que para el 44 por ciento de estas terapias condenadas, la ACS o ninguna otra agencia había realizado investigación alguna. En otro 11 por ciento, las investigaciones habían arrojado resultados positivos. En un 16 por ciento se habían obtenido resultados inconclusos. Y para el 29 por ciento restante, los jueces de la ACS habían determinado que los métodos en cuestión eran ineficaces, teniendo en cuenta que, como lo indicaba Moss, "Virtualmente todos los jueces de la ACS son médicos ortodoxos con intereses creados en el sistema. Para hacer sus valoraciones, ellos se basan en informes de segunda o tercera mano como es el caso de artículos de revistas y asociaciones médicas extranjeras". La Hipertermia, o la terapia con calor, alguna vez considerada como un "remedio inútil" y "chapucero" por la ACS, fue eliminada años después de la lista de Métodos No Demostrados. En la actualidad, la hipertermia está siendo sometida a ensayo en los principales centros médicos; ha sido avalada por algunos médicos oncólogos como la quinta modalidad de tratamiento contra el cáncer después de la cirugía, la radiación, las drogas, y la inmunoterapia. Éste es el mismo método que la ACS desterró en 1967. Otros cuatro tratamientos no ortodoxos contra el cáncer alguna vez estigmatizados por su inclusión en la lista negra de la ACS fueron posteriormente eliminados de la misma: el sulfato de hidrazina, la terapia de Coley, la terapia de Lincoln, y la terapia de Inmunidad Natural de Hendricks. Su "rehabilitación" al estilo Stalinista se produjo a través de la presión de investigadores e instituciones prestigiosas con un profundo interés en la exploración de estos métodos. Estos ejemplos demuestran el prejuicio construido dentro del sistema no científico de la ACS, el cual tiene como principal objetivo la protección de los intereses monetarios de la quimioterapia, la radiación, y la cirugía. Es necesario tener una mente abierta a todas las opciones disponibles. El Mito de las Terapias "Demostradas" La mayoría de las prácticas cotidianas en la medicina moderna no están demostradas si nos guiamos por las mismas normas impuestas por el gobierno. En 1978, la Oficina de Evaluación Tecnológica (OTA), un brazo del Congreso de Estados Unidos, emitió un informe sobre una importante investigación en el que se llegaba a la conclusión de que "sólo entre el 10 y el 20 por ciento de todos los procedimientos actualmente empleados en las prácticas médicas han demostrado, a través de ensayos controlados, ser eficaces. En otras palabras, entre el 80 y el 90 por ciento de lo que los médicos aplican son conjeturas no comprobadas científicamente. Gracias a esta definición sustentada por el gobierno, la mayor parte de la medicina moderna debería considerarse chapucería. La quimioterapia y la radiación, dos de los tres principales métodos comprobados para el tratamiento del cáncer , aparentemente entran dentro de la definición de la OTA como métodos no demostrados, charlatanería potencialmente peligrosa, por lo menos en gran parte de su uso actual en los Estados Unidos. La quimioterapia, la radiación, y la cirugía son todas nocivas para el cuerpo así como para el tumor y todas éstas causan sufrimiento físico y trauma emocional que frecuentemente constituyen una experiencia insoportable. Cada uno de estos métodos merece un análisis más profundo. La quimioterapia La quimioterapia ha tenido éxitos dramáticos en el tratamiento de cánceres de la linfa y las células de la sangre: las leucemias, los linfomas, y la enfermedad de Hodgkin (un tipo de cáncer de la linfa). Estos cánceres se tratan mediante la quimioterapia combinada en la que se utiliza un "cocktail" de varias drogas tóxicas diferentes al mismo tiempo. Estos cocktails, cuando han sido precedidos por la cirugía y la radioterapia, han alcanzado índices de curación significativos, principalmente en el caso de tipos raros de tumores sólidos tales como el coriocarcinoma. La clínica Janker en Bonn, Alemania, es famosa por sus tratamientos con quimioterapia de corto plazo, alta dosificación, normalmente administrada durante un período de una o dos semanas. Los informes publicados (aunque no científicos) adjudican a la clínica un índice increíble del 70 por ciento en remisiones y curas en pacientes que tenían cánceres con una amplia metástasis. Esta cifra parece cuestionable porque la mayoría de los pacientes se dirige a esta clínica como último recurso, con sus sistemas ya devastados por los tratamientos convencionales. Los médicos americanos escépticos dicen que las remisiones duran muy poco tiempo y que cuando el cáncer vuelve, resulta rápidamente fatal. Virtualmente todas las drogas contra el cáncer aprobadas por la FDA son tóxicas en las dosificaciones aplicadas y resultan notablemente immunodepresivas, destruyendo la resistencia natural del paciente a muchas enfermedades, incluso el cáncer . La mayoría de estas drogas aprobadas por la FDA resultan también cancerígenas, es decir, que tienen una alta probabilidad de producir cáncer en animales de laboratorio y capaces de causarlo también en los seres humanos. Todas estas drogas resultan venenosas no como efecto colateral sino como efecto primario, puesto que estos venenos no pueden distinguir entre las células cancerosas y las células normales, destruyen o matan a las células normales, saludables de todo el cuerpo además de atacar al tumor. Atacan la médula ósea, destruyendo a la vez a los glóbulos blancos cuya función es combatir la infección; los glóbulos rojos que llevan el vital oxígeno a los órganos del cuerpo; y las plaquetas que permiten la coagulación de la sangre. Desafortunadamente, éstas células del sistema inmunológico constituyen una parte importante de la defensa propia del cuerpo contra el cáncer. Los pacientes sometidos a la quimioterapia, con sus sistemas inmunológicos completamente destruidos o comprometidos, frecuentemente mueren de pulmonía o infecciones comunes. La muerte por intoxicación también es bastante común. En un estudio, 10 por ciento de los 133 pacientes que usaron la droga oncológica 5-FU (fluorouracilo-5) murieron como consecuencia directa de la toxicidad de la droga. Los doctores se refieren jocosamente a esta conocida droga oncológica como "Cinco pies abajo". Los pacientes sometidos a la quimioterapia llegan con todo tipo de enfermedades de la sangre, tales como la anemia aplásica, en que la médula del hueso ya no puede producir las células de la sangre; la leucopenia, una disminución anormal en la cantidad de glóbulos blancos; y trombocitopenia, una reducción anormal de las plaquetas. Los efectos a largo plazo de la quimioterapia pueden incluir lesiones al corazón semanas, meses, o años después del tratamiento; la pérdida de fertilidad; y un mayor riesgo de reincidencia del cáncer . La mayoría de las drogas oncológicas producen cánceres secundarios, sobre todo del tracto gastrointestinal, ovarios, y pulmones. Éstos se encuentran entre los cánceres más difíciles de tratar y pueden aparecer cinco, diez, quince años después del tratamiento "exitoso" con quimioterapia. En un estudio se observó que el 18 por ciento de los sobrevivientes desarrollaron cánceres no relacionados quince años más tarde. Los siguientes informes son bastante habituales: "Se sabe que los cánceres secundarios son complicaciones causadas por la quimioterapia y la irradiación empleada para tratar linfomas y linfomas de Hodgkin además de otros cánceres primarios" (New England Journal of Medicine, 21 de septiembre de 1989). Las drogas oncológicas que se usaban hace tiempo para tratar el cáncer ovárico pueden haber resultado tan nocivas como beneficiosas al incrementar enormemente el riesgo de padecer leucemia... Entre las mujeres tratadas desde 1960 hasta 1985, el riesgo de leucemia era 12 veces superior en aquellas pacientes que recibieron quimioterapia que en aquellas que sólo fueron sometidas a cirugía" (Associated Press, 5 de enero de 1990). Entre 5 y 10 por ciento de todos los pacientes que sobreviven a la quimioterapia, luego mueren de leucemia durante los primeros diez años posteriores al tratamiento, según el microbiólogo egresado de Harvard, Dr. John Cairns. Cuando la quimioterapia y la radiación se aplican conjuntamente, los tumores secundarios se dan en una proporción aproximadamente 25 veces mayor que lo esperable. Esta determinación tan contundente fue realizada por el Dr. John Laszlo, vicepresidente superior de investigación de la Sociedad Americana contra el cáncer . La quimioterapia puede ser uno de los tratamientos más devastadores física y emocionalmente. La mayoría de las cuarenta drogas oncológicas en el mercado aprobadas por la FDA producen calvicie; el cabello puede tardar años en regresar a la normalidad. Entre otros efectos colaterales comunes se incluyen náuseas extremas y vómitos, encías sangrantes, llagas alrededor de la boca, sangrado y ulceración del tracto gastrointestinal, y cándida (aftas). Muchos pacientes comentan que sienten que los efectos colaterales les resultan peores que la propia enfermedad. Numerosas autopsias han demostrado que muchos pacientes mueren a causa del tratamiento normal que reciben antes de que el tumor en sí tenga oportunidad de matarlos. Los cánceres que causan la muerte de la mayoría de los pacientes, los grandes asesinos tales como el cáncer de mamas, colon, y pulmón no responden a la quimioterapia. La quimioterapia tiene apenas una efectividad limitada en los tumores grandes o expandidos; generalmente tiene éxito con los tumores pequeños, muy tempranos. Diversos estudios indican que la quimioterapia no posibilita la supervivencia en el cáncer de mama. "La quimioterapia puede incluso llegar a acortar la supervivencia de algunos pacientes (con cáncer de mama) sometidos a este tratamiento", según seis especialistas oncológicos británicos que escriben para el prestigioso periódico médico británico The Lancet. "Los médicos generalistas son intimidados a usar regímenes que ya saben no han de funcionar. Uno de los ejemplos más evidentes es la quimioterapia, la cual no funciona con la mayoría de cánceres" decía Alan Levin, Doctor en Medicina, en una conferencia nacional sobre los abusos en la medicina realizada en 1985. Profesor distinguido de inmunología en la Universidad de California, Facultad de Medicina de San Francisco, Levin agregaba: "A pesar de que la mayoría de los médicos está de acuerdo con que la quimioterapia resulta en gran medida ineficaz, se ven coaccionados a usarla por grupos de interés especiales que tienen intereses creados en las ganancias que produce la "industria de las drogas". 18 La prescripción de la quimioterapia, cuando ésta tiene pocas o ninguna posibilidad de funcionar, "es en el mejor de los casos estúpido y en el peor de los casos criminal", advierte el Dr. Robert Atkins, conocido médico dedicado a la medicina complementaria. A pesar de ello, los médicos oncólogos ortodoxos lo hacen a diario. La radiación La terapia con radiación, o radioterapia, empleada en la mitad de los pacientes americanos con cáncer utiliza rayos X de alta intensidad para debilitar la capacidad reproductiva de las células del cáncer. También se utiliza radioactividad emanada de implantes artificiales, tales como las "semillas" de cobalto-60 o radio insertadas directamente en el cáncer . El problema con la radiación es que, como en el caso de la quimioterapia, daña a las células normales y saludables eliminando a su vez las células del cáncer . La radiación deprime severamente la inmunidad y puede causar daños cromosomáticos graves tanto a nivel de las dosis de diagnóstico como terapéuticas. La radioterapia es un poderoso cancerígeno; provoca cánceres secundarios en muchos pacientes expuestos a esta terapia. En un estudio, el 17 por ciento de los pacientes tratados con radioterapia desarrollaron cánceres secundarios, en el curso de 20 años, en los sitios expuestos a la radiación. La radiación puede lograr la remisión en 5 años en el 80 por ciento de los pacientes con la enfermedad de Hodgkin detectada muy tempranamente y además resulta efectiva en el tratamiento del Linfosarcoma, el cáncer de próstata localizado no operable, y tumores localizados en la cabeza, cuello, y cervix. Este tratamiento probablemente resulte preferible antes que la cirugía en algunos cánceres, como el de laringe o próstata. En el caso del tratamiento del cáncer de mama, la lumpectomía combinada con la radioterapia parece disminuir las posibilidades de reincidencia en la mama afectada, aunque esto está en disputa ya que pueden aparecer cánceres posteriores diez años después de la exposición. A pesar de estos éxitos, la radiación parece tener un valor limitado en el tratamiento del cáncer y a menudo resulta más nocivo que beneficioso. Varios estudios han demostrado que las personas que han sido sometidas a la radioterapia son más propensas a desarrollar metástasis en otros sitios del cuerpo. Esto es lo que menciona el Médico Oncólogo Lucien Israel, consultor del Instituto Nacional contra el cáncer , en su libro Conquering Cancer (La Conquista del cáncer ). La radioactividad usada para matar las células del cáncer también puede activar el proceso de mutación que crea nuevas células de cáncer de otros tipos. La radioterapia causa daños y trastornos en los órganos y tejidos del cuerpo. Diversos estudios han demostrado que no ofrece posibilidades de supervivencia en la mayoría de los cánceres. La mayoría de cánceres, -escribe John Cairns en Scientific American, en su número de noviembre de 1985-, no se puede curar mediante la radiación porque la dosis de rayos de X necesaria para matar a todas las células de cáncer también podría matar al paciente. Cairns es profesor en la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Harvard. La radioterapia aplicada luego de la cirugía en el cáncer de mama incrementa el índice de mortandad, según varios ensayos clínicos y un estudio publicado en The Lancet. A pesar de ello, el 50 por ciento de los radiólogos continúan aplicando radiación a mujeres luego de la cirugía de mama. "Las complicaciones resultantes por altas dosis de radioterapia en el cáncer de mama son: pechos fibrosos, reducidos, fracturas de costilla, cicatrización pleural y/o pulmonar, lesiones en nervios, cicatrización alrededor del corazón, la supresión de todas las células de la sangre, inmunosupresión", según mencionaba Robert F. Jones, Doctor en Medicina, en el Seattle Times en su publicación del 27 de Julio de 1980. "Muchas de las complicaciones ocasionadas por la radiación no se hacen evidentes durante varios años posteriores al tratamiento, dando al terapeuta y al paciente un falso sentido de seguridad por uno o dos años después de la terapia. La médula ósea, donde se generan las células de la sangre, resulta considerablemente obliterada en el campo de irradiación.... Éste es un efecto irreversible". No hay mucho acuerdo dentro de la fraternidad médica acerca del papel apropiado de la quimioterapia combinada con la radioterapia en el tratamiento de tumores malignos. Las opiniones de los oncólogos varían entre la aprobación entusiasta y la fuerte oposición. Como se mencionó anteriormente, las personas sometidas tanto a la quimioterapia como a la radiación experimentan cánceres posteriores con una frecuencia veinticinco veces superior a la de la población en general. Los efectos colaterales de la terapia con radiación incluyen a la inmunodeficiencia severa y prolongada, además de daños cromosómicos que producirán cáncer más tarde. "Incluso la amplicación de dosis muy moderadas de radiación en los testículos y ovarios pueden causar la esterilización o inducir a mutaciones genéticas", advierte el Dr. Israel. La radioterapia puede impedir de manera permanente el crecimiento de los niños. Entre sus otros efectos colaterales se incluyen: Náuseas, vómitos, excesiva debilidad y fatiga, a veces ocasionando a los pacientes "lesiones o úlceras en la boca, garganta, intestinos, áreas genitales y otras partes del cuerpo. Las heridas en la boca pueden dificultar la alimentación del paciente. Necrosis de huesos de la boca luego de la irradiación de la lengua, boca, o encías. Pérdida de pelo temporaria o permanente, dependiendo de la dosificación. Ronchas y quemaduras extensas de la piel y las membranas mucosas. Dilatación permanente de pequeños capilares y arterias debajo de la piel en pacientes que presentan una amplia área de irradiación, como en el caso del cáncer de mama. Amenorrea en las mujeres próximas a la menopausia expuestas a apenas 400 rads de radiación. (Rad significa "dosis de radiación absorbida" la cual constituye la unidad básica de radiación ionizante). "Ulceras rectales, fístulas, ampollas ulceradas, diarrea, y colitis" en "mujeres sometidas a la radiación de la cavidad pelviana. Hinchazón de tumores después de una sola dosis grande de radiación. Esto es especialmente peligroso en los tumores cerebrales. Los pacientes pueden recibir corticoesteroides a fin de prevenir este efecto. Muchos médicos creen que la radioterapia es relativamente inofensiva, de modo que siguen recomendando a sus pacientes este tratamiento altamente lucrativo, como un paliativo. Pero aún los niveles "seguros" de radiación son sospechosos. Los primeros estudios realizados en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York demostraron que la radioterapia era mortal y que los pacientes que no recibieron radiación vivieron mucho más tiempo que aquéllos que sí fueron irradiados. Estos y otros hallazgos similares fueron presentados al Congreso en 1953 en el famoso Informe Fitzgerald donde se acusaba al establishment médico de conspirar activamente para eliminar terapias alternativas prometedoras contra el cáncer .23 Pero estos importantes estudios fueron ignorados, y la industria de la radioterapia siguió su camino. "Durante 30 años los radiólogos de este país han estado involucrados en una mala praxis masiva" acusaba el Dr. Irwin Bross en 1979.24 Bross, ex director de bioestadística del Roswell Park Memorial Institute, no logró conseguir los fondos necesarios para investigar el encubrimiento realizado durante treinta años de lo que él denomina "cáncer médico por radioterapia". La cirugía La cirugía a veces es un requisito vital en el tratamiento del cáncer . Resulta eficaz como cura de tumores tempranos, pequeños que no se han extendido a otras partes del cuerpo. Por ejemplo, la cirugía logra una sobrevida de cinco años en aproximadamente el 70 por ciento de los cánceres uterinos, en el 85 por ciento en los cánceres de piel, el 60 por ciento de los cánceres de mama, y en el 40 por ciento de los cánceres de colon. Pero una vez que el tumor ha crecido más allá de cierto tamaño o se ha extendido a otros sitios, resulta frecuentemente inoperable. No existe una manera confiable de decir si un tumor está localizado o ha producido metástasis. En el cáncer de mama en su fase temprana, el 30 por ciento o más de las mujeres que han recibido un pronóstico favorable después de la cirugía experimentan la reincidencia del cáncer, según las últimas cifras proporcionadas por el Instituto nacional contra el cáncer. Los cirujanos habitualmente dicen a sus pacientes oncológicos, "lo extirpé todo", pero muchos estudios han demostrado que algunas células de cáncer quedan en 25 a 60 por ciento de los pacientes, permitiendo de este modo la reincidencia de crecimientos malignos. Según numerosos médicos, la cirugía es a menudo responsable de la expansión del cáncer . Un error microscópico o un descuido en la manipulación del tejido del tumor por parte del cirujano puede esparcir literalmente millones de células cancerosas en el torrente sanguíneo. La biopsia quirúrgica, un procedimiento utilizado para detectar el cáncer en su fase temprana, puede también contribuir a la expansión del cáncer. "A menudo durante la biopsia de un tumor maligno se lo corta transversalmente lo cual tiende a extender o acelerar su crecimiento. Los mismos resultados trágicos se pueden observar en las biopsias realizadas con agujas," observaba el Dr. William Kelley. La cirugía debilita la inmunidad, produce una enorme tensión sistémica al paciente, y puede causar la muerte súbita. Muchos pacientes de cáncer han fallecido en el quirófano, o poco después de salir de la operación, a causa de las complicaciones de la cirugía. Algunas operaciones quirúrgicas se realizan inútilmente. "Aunque se ha demostrado de manera concluyente que la excisión del nodo linfático después de la radiación no previene la expansión del cáncer cervical, habitualmente se siguen realizando linfadenectomias en todo el país. Esto a pesar del hecho de que las linfadenectomias hacen que las mujeres se sientan tan mal que prefieren la muerte, y de que se ha demostrado que constituyen un procedimiento probadamente inútil. El dolor, la desfiguración, y la restricción de la función acompañan frecuentemente a la cirugía. Muchos pacientes de cáncer quedan debilitados, lisiados, traumatizados, o humillados después de la operación. Un número sorprendente de pacientes oncológicos "curados" ha visto sus vidas estropeadas a causa de una cirugía "exitosa". Por todos estos motivos, cortar el cuerpo no es la respuesta final al cáncer . Autor: Richard Walters