LAS NUEVAS CIENCIAS Y LAS HUMANIDADES PARA LA TERCERA CULTURA La crisis paradigmática en la que se desenvuelven actualmente las Ciencias Sociales es producto de una incomprensión de la condición humana como complejidad. Las distintas teorías generales de tipo científico y los distintos sistemas filosóficos contemporáneos buscan las relaciones de las partes con el todo, de lo particular con lo universal. En este sentido, el valor y los límites de las ciencias, las humanidades y las técnicas se reformulan con la interdisciplina de los sistemas complejos, que plantean nuevas exigencias y posibilidades a la epistemología de la organización. La vinculación creadora de la cultura general y la especialización se reafirmó a lo largo del siglo XX, aunque no siempre logró mantener el equilibrio entre una y otra. El trabajo interdisciplinario, lejos de ser una tendencia mal comprendida y mal ejecutada por comunidades científicas que solamente refunden datos, es propicia para expandir la mirada de las dinámicas intransitivas que acuden al agotamiento de teorías y metodologías. En otros términos, la interdisciplinariedad bien ejecutada, por grupos de científicos con marcos teóricos comunes, permite rendir cuenta de las articulaciones entre dominios disciplinarios quebrados por el aislamiento del conocimiento multidimensional. El tránsito de un paradigma a otro ya venía siendo advertido. Jean Piaget menciona que la interdisciplina de los sistema busca, en el territorio científico y humanístico, la creación de novedades históricas. Pero bien, en un sentido menos estricto definiremos a la interdisciplinariedad de la siguiente manera. Ésta, es una relación de interdisciplinas cuyo objetivo es resolver problemas de investigación o situaciones de conflicto. Debemos comprender a la disciplina como una rama o de la ciencia o área de conocimiento, mientras que la disciplinariedad es la actividad disciplinaria de un conjunto homogéneo. Dicho esto, ¿es posible la interdisciplina? A mi parecer lo es, además de que resulta necesaria. En la medida en que se complejizan los avances teóricos, resulta siempre interesante y promisorio poner en común logros de disciplinas diversas, a partir de la relación de cada una con las otras. Así pues, lo interdisciplinar es una construcción, implica un complejo proceso de constitución y configuración que exige a disciplinas que se han mantenido históricamente diferenciadas, hacerse capaces de sintetizar aspectos determinados de sus teorías, métodos y desarrollos en general, consiguiendo así una integración mutua en relación a propósitos prefijados. La interdisciplina también conduce al problema de la búsqueda de alternativas frente al propio sistema dominante y frente a los fenómenos caóticos. Lo antedicho de algún modo afirma que la interdisciplina supone las disciplinas, no las elimina. Pero bien, ¿qué interdisciplina puede llevarse a cabo? A nivel de investigación puede ubicarse en los más altos planos de la teoría o en el plano de la explicación de fenómenos de complejidad creciente. Sin embargo, más allá de eso es obvio que esta producción exige paciencia, y es necesariamente lenta. Habría que repensar los nudos problemáticos puesto que no se trata de hacer una vinculación cualquiera de las disciplinas, como tendiendo a una finalidad indefinida, mucho menos de una búsqueda epistemológica obsesiva que se proponga ligar armónicamente todo lo que las disciplinas hubieran trabajado. Más bien se trata de establecer condiciones de posibilidad para construir nuevas interacciones e interdefiniciones en la investigación social. El punto central es que, efectivamente, la interdisciplinariedad en un sentido riguroso no sólo se da en toda su plenitud cuando se identifica con los sistemas complejos, sino cuando al analizar el todo organizado y desorganizado se incluyen en las definiciones mutuas e interactivas las relaciones de explotación y exclusión, plantea Pablo González Casanova. BIBLIOGRAFÍA: González Casanova, Pablo. (2004). Las Nuevas Ciencias y Las Humanidades. Anthropos Editorial, España, pp. 15-82.