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QUÉ ANDA DICIENDO LA GENTE- ANÁLISIS DEL DISCURSO- MELINA CAMPOS

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Melina Elizabeth Campos
Vaqueros, marzo de 2018
Qué anda diciendo la gente
Melina Campos
2018
“Creo que la gente continuamente dice
frases memorables y no se da cuenta. Y
quizá la función del artista sea recoger
esas frases y retenerlas”.
Jorge Luis Borges
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QUÉ ANDA DICIENDO LA GENTE
Resumen
La conformación identitaria contemporánea es afectada por la transformación relacional
producida por el auge de las NTIC, en especial por las redes sociales vía Internet. La Gente Anda
Diciendo (LGAD), página de Facebook administrada por Tatiana Goldman y Ezequiel
Mandelbaum, constituye un espacio híbrido de interacción masiva que con su nuevo formato:
carteles de frases escuchadas al pasar con algunos datos contextuales, permite por un lado el
análisis del discurso seleccionado como relevante por los oyentes y por otro las razones de
popularidad de las colaboraciones, entendidas como productos culturales mediáticos, preferidas
por los seguidores de la página.
Palabras clave: La Gente Anda Diciendo – Redes Sociales – Producto cultural - Identidad –
Argentinidad – Discurso.
Conformación identitaria y redes sociales: LGAD
El pensamiento no es una cuestión a priori de las fuerzas productivas, es en ellas desde el
inicio una condición interna de su aparición. El punto de partida para comprender cómo se
construye la identidad es atender al grado de control material sobre la realidad. La identidad
según Hernando Gonzalo (2000) consiste en el desarrollo de mecanismos cognitivos que permitan
a los humanos tener sensación de control suficiente de la realidad, con independencia del control
real en sí que se tenga. El modo en que se construye la identidad se asienta esencialmente en
seleccionar sólo una parte de la realidad, aquella que se cree poder controlar.
La redefinición de la sociedad contemporánea, procede de la transformación del proceso
comunicativo cara a cara, en el que se diluyen en el espacio y en el tiempo todos los mecanismos
existentes de contextualización para quienes se comunican y desde los cuales los sentidos de la
comunicación se resuelven en los implícitos, utilizados para la optimización de la comprensión de
los interlocutores (Pardo Abril, 2013: 20).
La transformación relacional que proponen las nuevas tecnologías de la comunicación
comienza con la puesta en entredicho de los atributos definitorios de los seres humanos: el sexo,
la raza, la condición social, la edad, entre otros, como la base o la causa de las pautas de
comportamiento y, por tanto, de la estructura social. Son las relaciones, los vínculos que
mantienen los actores, los que establecen las estructuras en cuyas posiciones se sitúan las
unidades. Por consiguiente, la explicación de los comportamientos requiere un análisis de cómo
los sujetos están conectados unos a otros en las diversas situaciones en las que son observados.
Para comprender las relaciones en las redes sociales virtuales resulta necesario involucrar el
concepto de performance social, en el sentido dado por Jeffrey Alexander (2006), en el cual
formula de una manera más amplia y menos restrictiva, el concepto de la interacción social en
términos de puesta en escena, en la que los interlocutores desarrollan un performance, moldeado
por las representaciones de su entorno cultural, el cual es el mismo que, de alguna manera, marca
las pautas en la formación de la identidad del sujeto como tal. El planteamiento de performance
social sirve para analizar los procesos de formación de identidad dentro del ciberespacio, así
como las formas de interacción planteadas dentro del mismo; es decir, la manera en que los
sujetos se representan a sí mismos, buscando alcanzar objetivos determinados. De este modo, es
importante analizar de qué manera esas representaciones del entorno cultural del individuo se ven
expresadas en comunidades virtuales, más globalizadas. Tatiana Goldman y Ezequiel
Mandelbaum afirman que hacer LGAD es un ejercicio de tomar decisiones impensadas, pues
cada mediodía deben elegir sólo una frase de las miles que les llegan, hecho que los conduce a
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debates extraños, pues diariamente de manera consciente e inconsciente construyen y reformulan
los objetivos de la página. De todas las decisiones, consideran que la más importante fue rechazar
una propuesta indecente de una marca que les ofreció dinero para que inventaran una frase. La
razón que ellos argumentan es que la identidad del proyecto está por encima de todo.
Teniendo en cuenta lo anterior, se plantea una bidimensionalidad del sujeto-usuario, que se
manifiesta en un sujeto que habita e interactúa en un espacio no-virtual y otro que desarrolla
contactos e interactúa con otros sujetos en un espacio virtual, que trasciende la territorialidad
física y deviene otros matices. Ello implica un abordaje del uso de los espacios virtuales, no como
un opuesto a los espacios no-virtuales, sino como elementos sinérgicos que se retroalimentan el
uno al otro. En las diferentes aproximaciones al uso del ciberespacio, se acostumbra extrapolar
los términos virtual del real, como si el primero no fuera lo segundo; es decir, que se maneja el
concepto de la virtualidad casi desde una perspectiva de la fantasía. La bidimensionalidad del
sujeto plantea diferencias en cada una de las realidades de éste. Es decir, que identifica unas
características determinantes de cada una, sin ello querer entrar en una oposición de los términos
(Aguilar Rodríguez y Said Hung, 2010: 199). Entonces, LGAD no es un fenómeno virtual ni sólo
una representación de lo off-line, sino una convergencia de los sentidos e interacciones que los
seguidores consideran relevantes y significativos de una parte de realidad como construcción
social bidimensional.
LGAD: Una página de Facebook
Dependiendo del nivel de cercanía, en los espacios no virtuales, la comunicación se da en
escenarios de mayor privacidad o intimidad, mientras que al ser mayor la distancia o menor el
grado de familiaridad entre sujetos, éstos buscan escenarios de tipo más público para los
procesos comunicativos. En las redes sociales virtuales como Facebook, estos espacios son
reproducidos en la forma de páginas, muros públicos, grupos de membrecía abierta, grupos de
membrecía cerrada, mensajes grupales, así como la posibilidad de contar con una instancia como
el mensaje privado, que da cuenta de una relación mucho más familiar o íntima entre sujetosusuarios.
Las páginas de Facebook constituyen un espacio virtual público de interacción que
representan empresas, organizaciones, marcas, instituciones. Se diferencian de los perfiles
personales por su alcance de visibilidad; si bien existen perfiles públicos, éstos sólo permiten un
máximo de 5000 seguidores y/o amigos, mientras las páginas permiten un número ilimitado de
fans. Además, el contenido de una fan page de Facebook está indexado a los motores de
búsqueda, lo que posibilita un alcance exponencialmente superior. Sin embargo, son un medio de
difusión restringido pues sus publicaciones son emitidas hacia un público o audiencia
determinada, es decir, los seguidores. Cabe recordar que son los otros miembros de la red,
quienes salen a la búsqueda de la información disponible y son las renovaciones que se hacen
por parte de los demás sujetos-usuarios las que hacen parte de la red social a las páginas de
Facebook.
Detrás de una fan page, están los webmasters o administradores, quienes organizan
contenidos con un fin específico: construir comunidades. Esto significa que la página tiene que
ponerse frente a la gente correcta, con el mensaje indicado para que sepan que su página existe y
convencerlos de que les generará algún valor al hacerse fans. Las páginas no son líderes de sus
seguidores, comparten, moderan y unen a las personas alrededor de un interés común, o sea,
que son un medio, pues el eje es la comunidad. Entonces, lo que hace más o menos conocida a
una página es el elemento aglutinador escogido.
La Gente Anda Diciendo (LGAD) es una página de Facebook creada en 2012 por los amigos
Tatiana Goldman y Ezequiel Mandelbaum, ambos de Capital Federal. Su información la describe
como “Fragmentos de conversaciones que escuchamos por la calle. Frases sueltas, a veces
inconclusas, casi siempre fuera de contexto.” Su comunidad en constante crecimiento está
compuesta por aproximadamente 8.856.255 seguidores, distribuidos principalmente en Argentina,
América, Europa y en menor porcentaje en países de África, Oceanía y Asia.
Los orígenes de la página se remontan al 8 de diciembre de 2011, cuando los administradores
se encontraban en un bar tomando café, mientras de la mesa vecina les llegaban fragmentos de
una conversación de pareja sobre la infidelidad. Ante el obstáculo de recordar las frases se
propusieron empezar a anotar lo que escucharan en la calle para hacer un libro que registrara la
forma de hablar de los argentinos. Nueve meses después tenían recopiladas 150 frases.
Decidieron subir algunas a Facebook y crearon la página. La llamaron “La Gente Anda Diciendo”
en honor a una famosa frase de Chespirito, porque al leer las suyas les parecieron una buena
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muestra de que todos están un poco locos. Tatiana y Ezequiel consideran que lo que siguió fue
una locura: en menos de una semana ya había 1000 likes (me gusta) y con el crecimiento la gente
empezó a mandarles lo que escuchaban por la calle. Este hecho fue el verdadero nacimiento de
LGAD. Pues, se enfrentaron a la primera decisión interactiva más allá de las posibilidades
esquemáticas de una página de Facebook. Tatiana y Ezequiel tuvieron que tomar una decisión:
¿postear o no las colaboraciones? Su duda residía en las condiciones de veracidad de las frases.
Dada la imposibilidad de comprobarlo, decidieron confiar, ya que la gente había apostado a que
las suyas sí lo eran.
Desde una perspectiva sociológica, el proceso de re-formulación de la identidad del individuo
en el ciberespacio se encuentra protegida por la carencia de elementos de constatación de
veracidad de la información brindada. Es decir, que la publicación de la información de los
usuarios se basa en el principio de la confianza; la carencia de regulaciones estrictas en ese
sentido puede generar una especie de anomia, ya que no existen unas barreras o limitaciones
estrictas y determinadas, las cuales condicionan las acciones de los individuos.
Así pues, el proceso de construcción o reformulación de la subjetividad del sujeto-usuario en
las redes sociales como Facebook se evidencia en el establecimiento de nuevas redes sociales, el
fortalecimiento de redes existentes o la reconstrucción de redes que habían perdido su conexión
por causa de las limitantes geográficas y espaciales. Tal acto comunicativo permite no sólo
recomponer y reformular quién es el sujeto, y cómo se concibe, sino cómo pretende que lo
perciban los otros sujetos usuarios. Es en el marco de lo aquí expuesto, que los individuos se
encuentran inmersos en un proceso de reconfiguración del mapa comunicativo, para dar cuenta
del conjunto de elementos comunicativos (reconocimiento con el medio, por ejemplo) y cognitivos
(ordenamiento mental y construcción de razonamientos, por citar alguno) que permiten a los
individuos y sociedades ubicarse y pensarse desde un tiempo determinado por los procesos y
espacios físicos y virtuales llevados a cabo y habitados por éstos como miembros de un grupo y/o
como sujetos autónomos (Aguilar Rodríguez y Said Hung, 2010: 202).
Ahora bien, ¿Qué es LGAD? La respuesta es sencilla, una página donde se recopilan frases
escuchadas al pasar, en calles, colectivos, bares, etcétera. Pero los alcances y funciones que le
otorgan los usuarios a la página hacen que la definición termine siendo reduccionista. Por esta
razón, los administradores llegaron a la conclusión de que si determinadas palabras pueden viajar
a través de esta página en forma de cartelito hasta llegar a un sitio donde cobran un sentido de
mensaje social, entonces LGAD es lo que la gente haga que sea, entre todos.
Las contribuciones de LGAD como productos culturales
Las tecnologías de la comunicación han promovido las industrias informativas y las industrias
culturales. En cuanto a las primeras, se observa la consolidación de las grandes agencias de
información y su estrecho vínculo con la sociedad en pleno, a partir de las redes de profesionales
de la comunicación. En cuanto a las segundas, son el producto directo de la vinculación industrial
y el desarrollo de espacios comunicativos como el cine, la radio, la música, la educación, y demás
ámbitos de la vida social que sirven para la distribución de bienes culturales en formatos masivos
y de fácil acceso para sus usuarios. El resultado es la aparición de un espacio virtual en el que se
integra el mercado libre y global con todos los usos que proceden de las maneras como los seres
humanos se relacionan (Pardo Abril, 2013: 20).
De acuerdo con Stuart Hall, los productos culturales deben entenderse en sentido amplio como
“textos”, y se los puede descodificar de modo distinto a como fueron codificados. Podrían llegar
incluso a independizarse, porque distintos usuarios activan para sí de modo diverso los diferentes
estratos de significado.
Adorno y Horkheimer han postulado una lectura de los productos culturales a partir de las
determinaciones del mercado a modelos que responden al consumo. Los estereotipos son, pues,
una réplica rápida a las exigencias de la reproducción, el intercambio, el gasto y el consumo que
el mercado social impone a la cultura popular. El análisis de tales estereotipos consiste en una
lectura extrínseca de ellos mismos a la luz del sistema social que los produce. Este carácter
utilitario diferencia, según Arendt, los artefactos de la fabricación de los objetos culturales. Estos
últimos carecen estrictamente de utilidad alguna, pues no se someten al uso que de ellas puedan
hacer los hombres. Los objetos culturales están en la vida social de dos maneras diferentes:
añadiéndose a ella como artefactos, y significándola, es decir, dándola a conocer y aportando
nuevos sentidos. En este punto, los objetos culturales se sitúan a caballo entre lo que Arendt
denomina el mundo de las cosas hechas por el hombre y el mundo de la acción y del discurso
donde el hombre libre se ejercita en su capacidad de trascender lo dado (Luengo, 2011: 79).
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Dentro de las posibilidades de categorización de las páginas de Facebook, La Gente Anda
Diciendo está clasificada como “Artista”. Para comprender por qué Tatiana Goldman y Ezequiel
Mandelbaum se consideran artistas y por lo tanto, que sus producciones devengan en productos
culturales artísticos y no en productos meramente consumibles, es necesario analizar el
funcionamiento intrínseco de la cultura popular.
La sociedad de masas –en palabras de Arendt– “no quiere cultura sino entretenimiento, y la
sociedad consume los objetos ofrecidos por la industria del entretenimiento como consume
cualquier otro bien de consumo” (2003:314). En efecto, se identifica el consumo con el
entretenimiento y se equivalen las cosas que entretienen a los bienes útiles o necesarios para el
proceso vital de la sociedad. Por ende, los criterios para juzgar el entretenimiento, como pueden
ser la frescura y la novedad propias de los bienes de consumo, objetos que se desgastan y que es
preciso producir y reproducir una y otra vez al ritmo del ciclo biológico de la sociedad, no pueden
ser válidos para juzgar los objetos culturales. Ni viceversa: frente a la caducidad de los productos
del entretenimiento, lo propio de los objetos culturales es la durabilidad. Es más, su carácter
cultural proviene precisamente de su capacidad para soportar el proceso vital de la sociedad y
“mundanizarse”, es decir, constituirse en “cosas” que no se gastan, sino que se separan de las
necesidades y exigencias de la vida para pasar a formar parte del mundo. De ahí, que las obras
de arte se constituyen en el objeto cultural por excelencia.
La visión de Arendt permite situar los productos de la cultura popular entre los objetos
culturales, a caballo entre el arte y el mercado, sin que se vean abocados irremediablemente a
esta segunda esfera. A falta de poder establecer un límite neto, la categoría de producto cultural
se ajusta mejor a la naturaleza de un producto mediático (una noticia popularizada por la
televisión, por ejemplo) que otra cualquiera, pues contempla dos dimensiones: la de arte-facto, o
“cosa hecha” con objeto de satisfacer unas necesidades socioculturales, reales, exigidas por su
carácter comercial; y la de objeto cultural que, por su parte, se destina al enriquecimiento humano
de la sociedad. Es decir que las frases escuchadas al pasar constituyen en simultáneo un artefacto comunicativo que responde a circunstancias específicas de producción y a su vez, un objeto
cultural mediático al registrar, trascender y significar más allá de lo dado.
La reflexión de Arendt también rebate una comprensión moderna de la cultura, motivada por la
apreciación externa de unicidad y pureza de las obras, como la que se deduce del análisis de
Adorno y Horkheimer. La reiteración cuantitativa, aún condicionando el contenido artístico, no
anula la posibilidad de que las formas populares ofrezcan contenidos innovadores dentro de los
márgenes del género. Por el contrario, el éxito de LGAD como artista recopilador de productos
culturales ha demostrado la popularidad de nuevas fórmulas-tipo o arquetipos artísticos, a partir
de los estereotipos fijados por la industria y el consumo masivo, como son los chistes, los slogans,
los shows de stand up, los memes, los videos de youtubers, etcétera.
En esta referencia a la acción y su relación con el arte se establecen los márgenes para una
comprensión filosófica de la cultura popular. Se trata de una aproximación intrínseca a unas
fórmulas estereotipadas que, sin embargo, son capaces de aportar la novedad que caracteriza al
arte, por su relación simbólica con ciertas formas de vida, a las que los estereotipos remiten,
aunque sea débilmente. Los condicionantes externos no impiden una aproximación cultural a unos
productos cuya recepción popular sobrepasa una visión excesivamente ideológica de sus
fórmulas. Desde este punto de vista, la popularidad y comercialidad de determinados objetos,
como las colaboraciones de LGAD, hallan su explicación en la capacidad de incorporar contenidos
culturales que encuentran una respuesta en el interior de las personas, y no solo en la proyección
ideológica y mercantil de sus formas populares.
Sin embargo, la popularidad y efectividad de un producto cultural no sólo requieren de la
capacidad de introducir contenidos culturales significativos y relevantes sino que la forma, o sea,
el formato estilístico también debe serlo. LGAD creó un formato simple que puede ser entendido
como un nuevo género popular. En el libro The immediate experience, Warshow explica así la
creación de nuevos géneros populares:
“Que un tipo tenga éxito significa que sus convenciones se han impuesto a sí
mismas sobre la conciencia general y se han convertido en vehículos aceptados de
una serie de actitudes y efectos estéticos. Uno va a cualquier ejemplo individual del
tipo con expectaciones muy definidas, y la originalidad es bienvenida sólo en la
medida en que intensifica la experiencia esperada sin alterarla de manera
fundamental. Además, la relación entre las convenciones que lo convierten en tipo y
la experiencia que la audiencia tenga de los hechos reales o de cualquier situación
que pretenda describirlo, tiene sólo una importancia secundaria y no determina su
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fuerza estética; sólo en un sentido marginal el tipo apela a la experiencia de la realidad
que pueda tener su audiencia; de manera más inmediata apela a la experiencia previa
del tipo en cuanto tal; el tipo crea su propio campo de referencia” (Warshow 1964:85).
Determinación del Corpus
La popularidad y vigencia de LGAD responden a su condición de colección y registro de
productos culturales, o sea, a su capacidad de incorporar contenidos culturales que encuentran
una respuesta en el interior de las personas y a la generación de un propio campo de referencia.
Ahora bien, los productos culturales son las colaboraciones y es por ellas que 8.856.255 personas
son seguidores de la página. Entonces, ellas en forma y contenido determinan su aceptabilidad.
Por esto, es posible deducir que las colaboraciones más compartidas, “likeadas” y comentadas
son las que conllevan mayor cantidad de factores de aglutinación de los seguidores como parte de
una comunidad virtual.
En el 2017, las colaboraciones que han registrado los promedios más altos de popularidad son:
#4 de promedio 58, 250
Publicada 9 enero 2017
131.268 me gusta
2.360 comentarios
41.128 compartir
#3 promediada en 60, 286
Publicada 17 abril 2017
130.326 me gusta
2.262 comentarios
48.271 compartir
#2 con promedio de 61, 285
Publicada 17 enero 2017
133.779 me gusta
1.905 comentarios
49.722 compartir
#1 cuyo promedio es 66, 505
Publicada 8 marzo 2017
128,845 me gusta
1,625 comentarios
69,046 compartir
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Contexto de los enunciados del corpus
En el análisis del contexto se deben considerar dos aspectos fundamentales. Primero, los
contextos no están más "fijos" o "determinados" que el propio discurso. Pueden ser flexibles y
cambiantes, y puede ser necesario negociarlos. Los discursos pueden estar condicionados por los
contextos, pero también ejercen influencia sobre ellos y los construyen. Esto es, los discursos son
una parte estructural de sus contextos, y sus estructuras respectivas se influyen mutua y
continuamente. En segundo lugar, los contextos, al igual que el discurso, no son objetivos, en el
sentido de que están constituidos por hechos sociales que todos los participantes interpretan y
consideran relevantes de la misma manera. Son interpretados o construidos, estratégica y
continuamente producidos como hechos relevantes por y para los participantes. Desde una
perspectiva más cognitiva, se puede decir que los contextos son construcciones mentales (con
una base social), o modelos en la memoria. Como el significado y otras propiedades del discurso
también se manejan mentalmente, esto explica el vínculo fundamental entre el discurso y el
contexto: en tanto representaciones subjetivas, los modelos mentales de los contextos pueden así
supervisar directamente la producción y la comprensión del habla y el texto (Van Dijk, 2000: 58).
No es de poca importancia que tres de las cuatro colaboraciones hayan sucedido en Buenos
Aires, la provincia más cosmopolita de Argentina; dos de ellas en la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires (CABA), el centro de la vida socio económica y cultural de país; y una en Villa María, una
capital comercial de Córdoba, segunda provincia con mayor progreso cultural de Argentina. Es
decir, que las colaboraciones mejor “rankeadas” provienen de lugares que tradicionalmente son
considerados centros legitimadores de la cultura hegemónica. Por ende, los discursos proferidos
en estos sitios construyen el presupuesto de que sus habitantes son las voces autorizadas en la
construcción identitaria argentina y no sólo bonaerense o urbana.
Además, según el ENACOM (Ente Nacional de Comunicaciones) la provincia de Buenos Aires,
con 3.191.569 accesos fijos a Internet, y la Ciudad de Buenos Aires, con 1.336.842, concentran el
44,2 % y 18,5%, respectivamente, del total de accesos a nivel nacional. Mientras la tasa de
penetración en la CABA es de 40,1% por cada 100 habitantes, apenas por encima del promedio
nacional se ubican la provincia de Buenos Aires con 18% y Córdoba con 17,5%. Aunque en
Argentina la banda ancha ha perdido su predominio, pues según los datos relevados por INDEC
son 6.226.209 las conexiones fijas a Internet, mientras que 11.113.081 corresponden a los
accesos de banda ancha móvil con contratación de plan de datos; la velocidad del servicio posee
mejores promedios en las ya mencionadas Buenos Aires y CABA. Estas cifras permiten evidenciar
la desigualdad de acceso a la red de redes, y también son un indicador de la cualidad de los
internautas, pues siendo los bonaerenses los que poseen más y mejor acceso, son ellos quienes
están en condiciones de desarrollar, reproducir y reivindicar su cultura en las redes sociales
virtuales como Facebook.
En este punto la cognición y el contexto se unen y se vuelven mutuamente relevantes. De allí,
también, la importancia del hecho de que los usuarios del lenguaje no sólo emplean el discurso y
de ese modo actúan en alguna situación, sino que básicamente intentan darle un sentido. Por un
lado, en este caso, el sentido bien puede ser afirmar el carácter legítimo de los discursos
bonaerenses, principalmente de la CABA y en menor medida de otros centros culturales como
Córdoba. Y por otro lado, construye el presupuesto de que en las calles céntricas de las ciudades
urbanas, los transeúntes sienten casi completa libertad para conversar sobre cualquier tema tanto
íntimo como público, sino no hubiesen tenido lugar la mayoría de los diversos enunciados de
LGAD.
Es preciso añadir que en el contacto intercultural, las diferencias discursivas pueden aceptarse
de un modo tolerante y cooperativo o dar origen a incomprensiones o conflictos traducidos en
formas de dominación, exclusión u opresión hacia los de menos poder. Para que las
contribuciones de LGAD circulen en Internet de manera positiva, la precondición necesaria fue
que las diferencias discursivas de los argentinos sean aceptadas con tolerancia, e interpretadas
cooperativamente por los usuarios de otras culturas lingüísticas.
Otro aspecto contextual a tener en consideración es el género de los interlocutores. Todos los
enunciadores de las colaboraciones son varones: nene de unos 12 años, padre, joven lleno de
piercings y tatuajes y papá de unos 40 años. Esto indica que la voz autorizada para expresarse es
la masculina, pues a los que se escucha pronunciando en voz alta sus pensamientos son a los
hombres. Además, dado que sólo a partir de la recuperación de determinadas premisas y
conclusiones y no otras, se puede obtener una interpretación que resulte óptima según el principio
de la relevancia, el emisor no puede eludir la responsabilidad de al menos albergar en su mente
los supuestos que constituyen dichas premisas. De esto se concluye, por un lado, que los
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hombres son quienes disponen de la práctica tradicional para reproducir sus ideales sociales, por
ende en las contribuciones se puede evidenciar cierta predisposición a la circulación de una
ideología focalizada y bajo las estructuras de relación y de conocimiento masculinas. Por otro
lado, este hecho no significa la segregación femenina en los discursos cotidianos, pero sí significa
que los varones son quienes mantienen un lugar de privilegio y de legitimación que las mujeres
todavía no poseen equitativamente. Es más, ocupan un papel fundamental: en todas las
colaboraciones la mujer es parte esencial del acto de habla, pues en tres casos (colaboraciones
Nº1152, Nº1184 y Nº1111) son las destinatarias y, en todos son el tema de conversación o parte
fundamental de éste.
El discurso, en tanto acción e interacción, es una parte estructural de los contextos local y
global. Es así como puede establecerse un vínculo entre lo micro y lo macro, por medio de los
participantes del discurso, que emplean el texto y el habla como personas individuales pero
también como miembros de un grupo. En cierto modo, entonces, los grupos actúan "por medio" de
sus miembros. Lo mismo sucede con la dimensión cognitiva: los grupos piensan por medio de sus
miembros. Las ideologías de los grupos organizan creencias grupales relacionadas con dominios,
las que a su vez influencian las creencias específicas de sus miembros y forman finalmente la
base del discurso. De esta forma se relaciona una noción macro como la de ideología grupal con
la noción micro de los discursos y otras prácticas sociales de sus miembros. Al mismo tiempo, se
consigue comenzar a comprender cómo las ideologías pueden a su vez ser adquiridas y
reproducidas por los grupos y sus miembros, en particular por medio de la comprensión, la
distribución, la abstracción y la generalización del discurso (Van Dijk, 2000: 58).
Las colaboraciones más populares son las provenientes de CABA y Buenos Aires y proferidas
sólo por varones, pero LGAD posee un amplio repertorio de aportes de enunciadoras y originarios
del resto del país que también poseen altos niveles de popularidad. Si bien los números indican la
hegemonía cultural masculina porteña, esto no significa optar por el unitarismo ni el machismo.
Todo lo contrario, esta desigualdad que oprime a la argentina y al argentino del interior
excluyéndolo de la cultura oficial no es lo que identifica a LGAD, sino el hecho de que la
argentinidad no está restringida a un espacio físico (ni siquiera al espacio geográfico de
Argentina), ni a un género; se trata de un sentir colectivo federal, internacional y global, y así lo
indica la cantidad y diversidad de los seguidores de la página.
Análisis discursivo de las colaboraciones
LGAD es un producto cultural virtual y no-virtual, a caballo entre la comunicación multimedia
prototípica de las redes sociales on-line, cuya tendencia es desacreditar los atributos de los
sujetos-usuarios en ausencia corpórea para observar los vínculos que mantienen los actores hacia
la explicación de los comportamientos; y la comunicación oral, al ser frases escuchadas al pasar,
fruto de interacciones cara-a-cara, donde no se da aquel fenómeno. Por eso, en primera instancia
se analizan las contribuciones como actos de habla conversacionales y luego como los carteles
publicados por la fan page.
La colaboración Nº1111 es entendida y expresada desde la perspectiva del enunciador, nene
de unos 12 años a su madre de cuarenta y pico, como una tautología pues la primera proposición
constituida por la perífrasis durativa “estás diciendo” cuyo predicativo no obligatorio es
“maleducado” afirma el rasgo semántico de “educación” del verbo “educaste” que nuclea la
segunda proposición. Por ello, se deduce que la lógica empleada por el nene es proposición
verdadera, más proposición verdadera, igual a oración verdadera, es decir, que las dos son parte
de una misma situación, por lo que el orden de las proposiciones es irrelevante ya que no afecta el
resultado, y a su vez, el valor de “y” es sólo de conexión. De esta manera, la primera proposición
tiene el valor de consecuencia negativa sobre lo dicho en la segunda proposición que viene
siendo su causa. Sin embargo, el enunciador no es caracterizado como “joven”, “adolescente”,
“muchacho” o “pibe” sino como un “nene” hecho que conlleva asignado cierto grado de inocencia y
puerilidad, que no concuerdan con una intención explícitamente crítica hacia el negativo estado
actual gracias a la educación recibida. Esto no significa que un nene sea un sujeto acrítico, mucho
menos si tiene 12 años, sino que la elección del sustantivo denota justamente su inmadurez.
Según lo dicho, la intención de este acto locutivo es expresar una incongruencia entre la
causalidad de las proposiciones, pues el chico no comprende por qué es maleducado, si lo educó
su madre.
El efecto cómico de la colaboración Nº1111 recae en el malentendido del enunciado para el
mismo enunciador ingenuo quien ha demostrado aún no ser capaz de dilucidar el conflicto
ideológico que conlleva su enunciación. Pues lo que el construyó como una tautología, se trata en
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realidad de una inconsistencia: que su madre indique que es maleducado no implica que ella haya
sido la única responsable de ello. Esto es así, porque el nene es sujeto activo de su educación,
incluso este acto locutivo lo demuestra al ser un cuestionamiento espontáneo sobre su crianza.
También es preciso añadir que el supuesto tradicional de educación conductivista donde el
docente es el único sujeto conocedor que ilumina la mente vacía de los alumnos; trabaja en
conjunto con el supuesto machista de que la crianza de los hijos recae sólo en la madre y la
influencia del contexto está dirigida por las decisiones que le corresponden a ésta
indefectiblemente. Si estos supuestos son percibidos por los seguidores de LGAD, en ellos el
efecto de la colaboración no es cómico ya que no se ríen del niño ingenuo y su automalentendido, sino humorístico, pues se estarían riendo reflexivamente sobre los complejos
aspectos ideológicos que conllevan las interacciones más cotidianas, como una conversación
entre madre e hijo.
La colaboración Nº1184 está compuesta por dos frases. La primera parte de la implicación
contextual sobre el aspecto físico del enunciador, joven lleno de piercings y tatuajes a una mujer
de unos 70 años que lo miraba asustada, la destinataria. El muchacho contradice los
presupuestos que deduce la señora sobre su encuentro ocasional ya que la explicatura “Señora,
no le voy a robar” implica la premisa “parezco delincuente”, la conclusión “pero no soy ladrón”, por
lo que la conclusión implicada es “no piense que soy ladrón sólo por mi aspecto físico”. Por lo
tanto, la primera frase constituye una presuposición al garantizar el significado de la segunda
frase: “Sólo la quiero pasar, pero no puedo porque camina en zigzag”, puesto que justifica la
cercanía espacial entre ellos. La intención del enunciado no es más que una simple petición de
permiso para circular, por ende se podría haber reducido a la locución “permiso” y dado el
desequilibrio relacional entre los participantes del acto de habla hubiese sido propicio añadir “por
favor”. Sin embargo, la enunciación ostenta otras implicaciones que se perderían con un simple
“permiso, por favor”.
En este caso, el joven incumple con las máximas de cortesía de generosidad y de simpatía,
pues su presunción inclina sus esfuerzos a construir un acto perlocutivo mediante la explotación
de los recursos de cortesía relativa, ya que su objetivo comunicativo es modificar el desequilibrio
existente poniendo en ridículo los presupuestos que lo sustentan. Así su estrategia abierta, directa
y cortésmente negativa tiene como conclusión implicada querer respetar el deseo de tener libertad
de acción (elección de una apariencia física alternativa) y a su vez, de no sufrir imposiciones
externas, como la exagerada reacción de susto de la adulta mayor, fruto de su prejuicio estético y
social que tiene como intención recalcar la falta de reciprocidad, apoyar el desequilibrio relacional
y sancionar “lo distinto”, “la otredad”.
El efecto del enunciado no es cómico puesto que el joven lleno de piercings y tatuajes tiene
una postura humorista, o sea, rebelde pero comprensiva. Se trata de un humor satírico donde el
enunciador es consciente del absurdo del mundo y se opone a este ya que intenta una
reestructuración de los modos de subjetivación y redirección de las acciones sociales. La risa
cómica puede ser el resultado de la lectura de la enunciación, si los lectores-seguidores
interpretan sólo la picardía del muchacho ante la efusividad de la dama, ignorando sus implícitos
ideológicos.
La colaboración Nº1117 constituye el fragmento de una conversación entre padre e hijo de
aproximadamente 6 años. El primer enunciado es una pregunta del niño desencadenada por la
situación de ver un chico llorando, del que no se conoce la edad, pero se puede inferir que es
mayor que él ya que no lo reconoce como perteneciente a su grupo etario y lo denomina “señor”.
La pregunta es un acto perlocutivo que está dirigido a obtener respuestas sobre las posibles
causas del llanto masculino, pues el diálogo es entre hombres sobre otro. Según la lógica
conversacional, el desequilibrio de conocimiento entre el niño y el padre es el motivador de la
interrogación, ya que el enunciador presupone que su destinatario conoce causas del llanto en
hombres jóvenes y adultos puesto que también pertenece a este sector etario. La respuesta del
padre es automáticamente asertiva “No sé, hijo”, pero enseguida incorpora una contestación
basada en sus supuestos “quizá lo dejó una novia”. La réplica resulta válida para el padre ya que
en un universo de posibles causas, la que él propone no es nada improbable. De ahí, el uso de
“quizás”, pues así como puede ser esa la causa bien puede ser otra. Por eso, el niño propone otra
opción “O quizás le salió mal un dibujo”. Las respuestas del padre y del niño son un claro ejemplo
de lo que resulta relevante para alguien en un momento dado, puede no serlo para otra persona, o
puede no serlo para él mismo en otras circunstancias, pues es amplia la diferencia de prioridades
que justifican la elección de una posible razón del llanto: una separación y un dibujo.
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Los enunciados segundo y tercero constituyen implicancias del hiperónimo “causas del llanto
masculino”, el tema de reflexión de padre e hijo. El supuesto del segundo enunciado es que los
hombres adultos lloran cuando no han sido los ejecutores de la decisión de una ruptura amorosa,
pues al chico que llora “lo dejó una novia”, o sea, es el objeto y no el sujeto de la predicación. Del
tercero se infiere que la frustración, es decir, la decepción ante la no-realización de expectativas,
es un motivo desencadenante del llanto en niños. En este caso, “el dibujo” es el sujeto de la
predicación y el “señor” el objeto pues “le salió mal un dibujo”. Entonces, la estructuración de las
dos posibles causas es bastante similar aunque los sentidos construidos parezcan tan diferentes.
Por esta razón, se puede afirmar que los hombres despersonalizan las causas de su llanto.
Ambos enunciados reafirman el supuesto machista de que “los hombres no lloran”. Pero en este
caso, el llanto es innegable; por lo que si se llora, la causa es fruto de una acción ajena, o sea, se
llora cuando se es víctima.
Los hombres hablan del llanto masculino, pero no admiten que este sea producto de
sentimientos, falta de control y autocontrol e incluso la aceptación de generación de expectativas.
Si padre e hijo encubren lingüísticamente sus reacciones emocionales, entonces no comprenden
el llanto público de un par como expresión sentimental, pues la lógica machista funciona ocultando
esta realidad. Por ende, resulta probable que el presupuesto del primer enunciado sea “cuáles son
las razones que justifican el llanto público masculino si los hombres no lloran”. Y la respuesta que
ambos brindan es “cuando los hacen llorar”.
Aun así existe cierto grado de distanciamiento respecto a la ideología machista, ya que ni el
padre ni el hijo, tienen contestaciones violentas con la intención de desacreditar la hombría del
chico que está llorando en público, es más sienten empatía por él, por eso buscan causas a su
llanto. Otro progreso hacia la configuración identitaria del hombre como sujeto emocional y no
sólo racional es el hecho de que el hijo sienta la libertad de poder conversar con su padre acerca
del llanto y sus causas, a pesar de que sus respuestas sean evasivas y continúen regidas por el
imaginario social machista, por lo menos existen espacios de debate pacífico y abierto, pues esta
conversación fue escuchada en la vía pública.
Como se evidencia en las colaboraciones anteriores, los efectos cómico o humorístico
dependen de la capacidad de los lectores de los carteles de LGAD de relevar los cuantiosos
implícitos ideológicos que encierran los enunciados. Si los seguidores-lectores sólo infieren la
distancia entre las causas del llanto postuladas por el niño y su padre, el efecto será cómico ya
que se ríen de la inocencia del pequeño. En cambio, si se percatan de la estructura sintáctica
como mecanismo de impersonalización del llanto, el efecto será humorístico al reflexionar sobre la
vigencia y los perjuicios identitarios del machismo.
La colaboración Nº1152 está integrada por dos frases que forman el enunciado proferido por un
papá de unos 40 años a su hija de unos 5. La primera compone un acto ilocutivo ya que al
enunciarla se hace real la existencia de “palabras mágicas para arrancar bien el día”. Hablar de
“palabras mágicas” es un claro incumplimiento de la máxima de cualidad cuya presunción es
respetar la máxima de cantidad, que se considera de mayor rango porque se prioriza la economía
explicativa necesaria para lograr la comprensión de la destinataria. Esta frase constituye la
precondición de la segunda ya que para que la niña realice la repetición deben existir razones que
justifiquen adecuadamente la acción, o sea, que le parezcan relevantes a ella. El padre denomina
mágicas a las palabras para captar la atención de la niña, quien tal vez no crea con fidelidad en la
magia, pero es probable que aprecie lo desconocido y lo maravilloso gracias a la naturaleza
curiosa de los infantes. El efecto sobrenatural de las palabras a las que se hace alusión catafórica
es “arrancar bien el día”, por lo tanto, sólo si a la niña le interesa este cometido las repetirá, de lo
contrario no sucederá. De esta manera, la primera frase es un reforzamiento de premisas y
conclusiones predeterminadas en forma de preparativo y precondición que intentan asegurar la
posibilidad de llevarse a cabo la intención comunicativa del padre que es hacer de su enunciado
un acto perlocutivo. Consecuentemente, el padre quiere lograr que su hija inicie bien cada día,
que según la lista de atributos consiste en tener presente el hecho de que se posee hermosura,
bondad, inteligencia y una posición igualitaria respecto a los demás.
La repetición tiene como objetivo rectificar el conocimiento de las cualidades necesarias para
un buen día, o sea, es un ejercicio cognitivo para fomentar el desarrollo de la autoestima
femenina. Entonces, se presupone que las mujeres incluyendo a las niñas, son sujetos de baja
autoestima. Por eso, ellas deben repetir las palabras mágicas, para revertirla progresivamente
hasta que quede registro permanente en su memoria de la posesión de los atributos, o sea, hasta
que la fuerza ilocutiva del acto de habla se torne una realidad concreta, a saber, en la perlocución:
una mujer con autoestima alta. Si hermosura, bondad, inteligencia y una posición igualitaria
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respecto a los demás construyen la autoestima es porque también son los requisitos necesarios
para desempeñarse adecuada y efectivamente en sociedad. Puesto que esto es lo que se le
solicita a las mujeres, para lograr en un principio tener un buen día, y luego beneficiarse de
autoestima alta, la precondición del éxito social. Esto significa que no son pocas las expectativas
impuestas por la sociedad a las mujeres, y el padre se lo hace saber a su hija de 5 años, con la
intención de que termine creyéndolo y haciéndolo su realidad.
En efecto, si los lectores-seguidores de LGAD interpretan la buena intención del padre de
hacer repetir a su hija las palabras mágicas, se están riendo de su simpatía e ingenuidad. Pero si
consideran que los efectos de las palabras mágicas no son sólo arrancar bien el día, sino amoldar
de forma conductivista, (como si las mujeres no tuvieran las estructuras cognitivas necesarias
para construir conocimientos significativos y relevantes en la conformación de su identidad) un
estereotipo y una sola manera de alcanzar la auto-superación femenina, o mejor dicho de las
súper-mujeres exitosas; el efecto es humorístico. Porque a pesar de que las mujeres no gozan de
igualdad de condiciones y se le exigen demasiadas cualidades, lo que representa la causa de su
baja autoestima; por lo menos, el padre cuarentón intenta que su niña sea una mujer feliz, es
cierto que bajo sus términos machistas de lo que hace a una mujer feliz, pero esto no quita su
buena intención y su rol activo en la educación emocional de su hija, un hecho sumamente
feminista.
Tendencias y graduaciones discursivas del corpus
Desde la cuarta colaboración en orden de popularidad hasta la primera, se rastrean
regularidades que pueden ser analizadas a partir distintas teorías discursivas.
Teoría de la cooperación
Toda comunicación se basa en el supuesto tácito general de la cooperación; como dice Grice,
en cualquier intercambio conversacional los interlocutores suponen que todos los participantes
harán su contribución "tal como se requiere, en el punto donde ocurre, siguiendo el propósito o la
dirección aceptada del intercambio conversacional". En cada colaboración se corrobora este
principio ya que en ningún caso los hablantes emplearon estrategias que su interlocutor sea
incapaz de inferir en el proceso de comprensión del mensaje.
En la colaboración Nº1111 el pibe de 12 años utiliza una estrategia comunicativa simple y
básica puesto que la dificultad de su enunciado está en el contenido implícito que no logra asimilar
coherentemente. La cooperación de su enunciado es tan primordial que incluso está sobre su
capacidad de deducción ostensiva.
La colaboración Nº1184 está ejecutada con enunciados bien explícitos pues su intención
inmediata es generar una reacción, pero estos no sólo hacen referencia a lo que se pretende
(pedir permiso), sino que también manifiestan implicaturas respecto a la distancia social y los
tratamientos preestablecidos que desfavorecen al enunciador. El grado de cooperación de esta
colaboración también está focalizado en el destinatario por sobre el enunciador, mas en este caso
la razón es que el agredido joven prioriza la realización del permiso, sin usar las mismas
estrategias de distanciación social.
La colaboración Nº1117 es un ejemplo de cómo el estilo directo es el que mayor cantidad de
implícitos encubre al presentar los enunciados como realidades naturales que no ameritan una
reflexión intrínseca acerca de su estructuración y lo que ella significa. La cooperación de los
interlocutores es instantánea puesto que los enunciados están formulados para obtener
respuestas inmediatas, pero en este caso la cooperación es recíproca pues se trata de un debate
cuya reflexión interesa de igual manera tanto a padre como a hijo.
Y la colaboración Nº1152 demuestra que un acto ilocutivo directivo requiere una preparación si
se quiere optimizar las posibilidades de su realización. Por lo que la colaboración focaliza la
cooperación en el enunciador puesto que mediante las estrategias de persuasión pretende que su
acto ilocutivo se transforme en perlocutivo.
De esta manera se evidencia que la cooperación está graduada según la focalización entre
destinatario y enunciador:
#4 destinatario sobre enunciador (D>E)
#3 destinatario y también enunciador (1ºD, 2ºE)
#2 destinatario-enunciador enunciador-destinatario (D=E; E=D)
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#1 enunciador y también destinatario (1ºE, 2ºD)
Teoría de la relevancia
Según Sperber y Wilson, la relevancia es una cuestión de grado en la que el intérprete de un
enunciado busca entre su conjunto total de supuestos aquellos que lo conduzcan a la
interpretación más relevante posible, esto es, la que con un coste de procesamiento mínimo,
produzca la mayor cantidad posible de efectos contextuales. Lo dado, por tanto, no es el contexto,
sino la presunción de lo que se ha dicho es relevante.
Ahora bien, la presunción puede constituirse en explicaturas, o sea, el contenido que se
comunica explícitamente por medio del enunciado, o implicaturas, el contenido que se deduce y
construye basándose en supuestos anteriores. En ambos casos la presunción no es una certeza,
ni mucho menos está controlada conscientemente y a disposición del enunciador. Esto se debe a
que hay estructuras cognitivas e ideológicas que han sido asimiladas acríticamente como
naturales que dirigen los enunciados como verdaderos con la fuerza del inconsciente. Sin
embargo, el principio de relevancia no se entiende como una máxima que puede seguirse o
violarse, ya que ser relevante no es una característica intrínseca de los enunciados. Se trata más
bien de una propiedad que surge de una relación entre enunciado y contexto, es decir, una
generalización sobre el funcionamiento de la comunicación ostensivo-inferencial: se aplica sin
excepción, se sigue aunque no se conozca, y no podría violarse ni aún queriendo. Sin embargo,
este principio general de comunicación no siempre funciona del mismo modo.
La colaboración #4 posee la mayor cantidad de implicaturas ideológicas acríticas ya que la
presunción que estructura el enunciado es completamente inconsciente: el chico de 12 años
desconoce que la causa de su automalentendido sean sus supuestos conductivistas y machistas.
La estrategia de establecer afirmaciones como verdades universales y naturales entra en conflicto
con lo observable y otras creencias, como el buen desempeño de una madre, cuando al
enunciador se le hace imposible discernir y juzgar sus propios implícitos.
La colaboración #3 está proferida con la intención de desmentir los supuestos anteriores de la
señora asustada, mediante aparentes explicaturas que en realidad trabajan como implicaturas que
ostentan desacreditar su posición de poder superior y vulnerabilidad inferior respecto al joven. En
este caso, las implicaturas ideológicas acríticas se corresponden a lo que se conoce como
prejuicio, o sea, una opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se
conoce mal. La anciana desconoce que su reacción emocional de susto implica la
desensibilización del muchacho. Además, ignora su falta de respeto al catalogarlo de forma
negativa injustificadamente. Y sobre todo, postula su superioridad sin argumentos.
En la superficie, la colaboración #2 no parece implicar demasiadas posturas ideológicas.
Incluso el hecho de que hombres se pregunten sobre las causas del llanto indica cierta inclinación
feminista (es decir, un proceso de conformación identitario consciente e integral). Sin embargo, las
estructuras sintácticas usadas por padre e hijo evidencian implicaturas ideológicas acríticas
machistas, a saber, que los hombres no lloran sino que los hacen llorar, es decir que no son los
responsables de su llanto.
La colaboración #1 todavía más que la colaboración #2 manifiesta su carácter feminista, al
punto de simular una declaración combativa del machismo al explicitar mediante acciones
continuas (repetición diaria de las palabras mágicas) el poderío de la palabra y la feminidad. A
pesar de esto, no deja de ser un acto con pretensión de verdad irrevocable, que como se ha
demostrado, oculta implicaturas ideológicas acríticas. En este caso, las exigencias impuestas por
la sociedad a la mujer que desea gozar del “único modelo de éxito social” y un rol pasivo en su
educación sentimental dirigida por los ideales masculinos.
Entonces, la cantidad de implicaturas ideológicas acríticas impide o permite la explicitación
consciente de las metas identitarias de los interlocutores:
Mayor cantidad de implicaturas
ideológicas acríticas
Menor posibilidad de explicitación
#4
consciente de metas identitarias
#3
#2
Menor cantidad de implicaturas
ideológicas acríticas
#1
Mayor posibilidad de explicitación
consciente de metas identitarias
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Teoría de la cortesía
En la teoría de la cortesía, la elección entre estilos más directos o más indirectos se encuentra
determinada, según Brown y Levinson, por la configuración de tres variables contextúales: la
distancia social (D) entre el hablante y el oyente, es decir, el grado de familiaridad entre ellos; el
poder relativo (P) de ambos; y la jerarquía (J) absoluta de las diversas coerciones en una cultura
dada.
El grado de cortesía (mantenimiento de prestigio o imagen) que se codificará en cualquier acto
lingüístico dependerá de la importancia del riesgo de desprestigio en juego, el cual se calcula
haciendo una estimación combinada de las tres variables señaladas. Se debe tener en cuenta que
estas evaluaciones del contexto de un enunciado cambian constantemente entre los individuos,
dado que dependen de los tipos particulares de relaciones, de los roles sociales y de las
restricciones específicas de cada situación, y, lo más importante, del modo como todas estas
percepciones del mundo social y otras tantas se construyen y negocian durante la conversación.
Las cuatro colaboraciones están ejecutadas mediante estrategias de manifestación directa, las
cuales se usan si el riesgo es mínimo, o si hay muy buenas razones para ignorar los riesgos que
pueda correr la imagen de los hablantes, por eso, ellos manifiestan el acto comunicativo del modo
más directo posible.
El grado de cortesía de la colaboración Nº1111 es bajo dado que la distancia social, el poder
relativo y la jerarquía entre el hijo y la madre es mínima. Por eso, el enunciador utiliza una
estrategia abierta y directa que no busca modificar el equilibrio existente ya que su enunciación no
es una denuncia en contra de su maleducación sino una incongruencia de implicaturas y
consecuencias textuales.
La cortesía en la colaboración Nº 1184 es ligeramente menos baja respecto a la anterior puesto
que los factores corteses que la señora de 70 años supone superiores a su favor, se invalidan a
través del estilo abierto e indirecto del joven quien sin dejar de mostrar claramente su intención de
reivindicar su prejuzgada imagen pública, trata de compensar o reparar de alguna manera el
posible daño o amenaza a su imagen pública y a la de la señora que supone la realización de su
acto de habla, pues es suficiente la “agresividad” de su imagen para que le añada una agresión
verbal. Por supuesto que esta compensación está orientada a la imagen pública negativa de los
interlocutores al intentar la modificación del supuesto desequilibrio inicial, orientada hacia la
reciprocidad.
La colaboración Nº1117 es de un grado de cortesía regular pues al igual que en las
colaboraciones Nº1111 y Nº1152 la relación padre-hijo en el contexto urbano argentino es
equilibrada con una leve superioridad del progenitor. Esto explica el uso de la estrategia abierta y
directa que esboza ligeramente un cambio en la relación desigual de conocimiento del niño
respecto a su padre. El hijo no quiere desacreditar a su papá, pero su respuesta igual de válida a
la de él, lo posiciona en una relación equitativa; y en última instancia, como ya se dijo, terminan
significando lo mismo.
En cambio, la colaboración Nº1152 tiene el mayor grado de cortesía detectado entre las
colaboraciones, ya que la estrategia abierta e indirecta del padre inquiere la realización de la
repetición por parte de la niña, es decir, que se trata de una petición. Para lograr lo solicitado
emplea compensaciones positivas que lo argumentan. Es más, están orientadas a la imagen
pública positiva de la niña- destinataria y no del padre-enunciador. Pero como ella no es capaz de
comprender el intento paterno por mejorar su posición social, el hombre cuarentón en primera
instancia eleva la situación de su hija al ofrecerle el poder de decisión y en segunda instancia
intenta mejorar la relación social con la niña.
Entonces, la tendencia en estrategias de cortesía de las colaboraciones evidencia que mientras
mayor se considere el riesgo sobre la imagen pública, más directa y menos cortés será la
enunciación; ya que el estilo directo tiene como objetivo ser explícito, o sea, desambiguar las
posibles interpretaciones. En cambio, mientras más equilibrada sea o se pretenda la relación, y
conlleven menos amenaza a la imagen pública, las estrategias tendrán mayores grados de
cortesía. Esto es así, por que la pauta general es el estilo directo, en el cual los roles están claros
y la distancia social es leve, y cuando se re-significan los lugares en el espacio social, resulta
necesario explicar este trastrocamiento, pues el orden original no se presentaba como conflictivo.
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Menor cortesía
Menor beneficio para el destinatario
#4
#3
#2
#1
Mayor cortesía
Mayor beneficio para el destinatario
Conclusiones
Las prácticas discursivas pueden tener efectos ideológicos de peso, es decir, pueden ayudar a
producir y reproducir relaciones de poder establecidas que propician la desigualdad, posturas
contra hegemónicas o reaccionarias y también la igualdad, por medio de la manera como
representan los objetos y sitúan a las personas. Es así que el discurso es ideológico, y constituye
un intento de hacer pasar supuestos (a menudo falsos) acerca de cualquier aspecto de la vida
social como meras cuestiones de sentido común, puesto que ni la carga ideológica de los modos
particulares de utilización del lenguaje, ni las relaciones de poder subyacentes suelen resultar
evidentes a las personas. Sin embargo, es sabido que no existe una verdad, por lo que las
realidades son subjetivas al ser productos culturales, es decir, construcciones sociales.
La creciente importancia del lenguaje en la vida social tuvo como resultado un mayor grado de
intervención consciente para controlar y moldear las prácticas lingüísticas en una forma acorde
con los objetivos económicos, políticos e institucionales. Se ha hecho referencia a este fenómeno
con la expresión "tecnologización del discurso", rasgo característico del orden discursivo y
lingüístico contemporáneo. La tecnologización del discurso implica la integración sistemática e
institucionalizada de: la investigación lingüística, el diseño y el rediseño de las prácticas del
lenguaje y el entrenamiento del personal institucional en dichas prácticas. Pero puede verse
también como una forma específicamente moderna de "reflexividad" (Van Dijk, 2000: 368).
Según Giddens (1991), la vida contemporánea es reflexiva en el sentido de que las personas
modifican radicalmente sus prácticas —su modo de vida— como resultado de los conocimientos y
la información que adquieren sobre dichas prácticas. Hoy, un rasgo habitual de la vida cotidiana
es la conciencia crítica de las prácticas discursivas y la tendencia a transformarlas como elemento
de las luchas sociales (de clase, de género, antirracistas, ecológicas, etcétera) o, en términos de
Giddens, como elemento de la construcción y reconstrucción reflexiva de la persona. Por
consiguiente, el análisis crítico del discurso es, en primer lugar, una característica de la vida social
contemporánea y, sólo secundariamente, una tarea académica.
De esta manera, se entiende que las relaciones en redes sociales virtuales como Facebook
además de basarse en el principio de confianza, están dando lugar a un proceso de reflexividad y
de escepticismo, pues los sujetos-usuarios son cada vez más conscientes de la procedencia y el
tratamiento de la información. Esto se evidencia en el hecho de que las colaboraciones más
populares son justamente las que significan con mayor consciencia identitaria y relacional. En
conjunto, estas respuestas multimedia, combinadas con una postura escéptica general, son el
núcleo de una revolución en curso en las prácticas interpretativas de los sujetos-usuarios de las
redes sociales. Es una transformación más silenciosa que la de cómo la tecnología ha afectado la
producción y distribución de información. Sin embargo, no es menos fundamental. Y
probablemente sea más sustentable ya que ha estado y está moldeando las bases culturales de
cómo se le da sentido al contexto. El cambio cultural es más lento que el tecnológico. Pero cuando
el primero acontece, sus consecuencias tienen una longevidad mucho mayor.
Este proceso cultural imbrica la reestructuración de la identidad argentina, puesto que se trata
de un proceso constante de revalidación. Pues bien, a lo largo del siglo XX la argentinidad ha sido
configurada como una problematización, entendiendo que los modos y formas de ser de los
argentinos son un problema que afecta a la gubernamentalidad en la sociedad. Por esta razón
ese modo de ser debe ser modificado, o sea que para ser argentino verdadero hay que dejar de
ser lo que se es, y que quien define qué o cómo es eso que hay que llegar a ser resulta necesario
establecer, inculcar, legitimar una explicación fundada en una racionalidad como tal desde un
lugar de poder y como un discurso del poder.
Las racionalidades puestas en disputa concuerdan en asumir como algo dado un conjunto de
rasgos que hacen a lo argentino y que en su coincidencia los naturalizan como verdaderos. De
ahí, el estilo directo de enunciación revelado en las colaboraciones de LGAD, el cual es una
estrategia que pretende evitar los implícitos o emplearlos de la manera más directa posible. El
efecto de verdad que produce esa coincidencia opera convirtiendo esos rasgos en sentido común
y como tal incorporándolos en forma indeleble en la subjetividad de los argentinos: somos eso y
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eso que somos está, de una u otra manera mal. La exposición y la circulación de lo que anda
diciendo la gente argentina, entonces responden a la necesidad identitaria de explicitar la
adecuación y validez de la argentinidad. Sin embargo, como se corrobora en la gradación de
significación de las colaboraciones, la redefinición de la sociedad contemporánea, procede de la
transformación del proceso comunicativo cara a cara, en el que todos los mecanismos existentes
de contextualización, es decir, “lo dado” (género, edad, condición social, etnia, raza) se resuelve
en los implícitos. Pero dada la evasión-negación de estos, por la comunidad hablante argentina,
son las relaciones entre los seguidores de LGAD las que muestran en índices de popularidad los
sentidos de la comunicación que ostentan una configuración identitaria menos tradicional y más
acorde a los nuevos modelos de “civilización y progreso” culturales. Por eso, cuanto más directa
es la explicitación de ideologías “positivas”, mayor popularidad poseen las colaboraciones, pues el
estilo directo es la estrategia argentina utilizada para la optimización de la comprensión de los
interlocutores. En otras palabras, el discurso argentino necesita demostrar con afán objetivo y
legítimo que no se es problemático, que no se es lo que está mal.
Aparecen en este umbral los asuntos centrales de la comunicación: la noción de estar juntos,
haciendo parte de una comunidad emocional, en la que se comparte una sensibilidad colectiva, en
un territorio promiscuo, sin ocupación, en medio de la cotidianidad simple, como es ser fan de una
determinada página de Facebook. La experiencia básica en este espacio consiste en la relación
pura con quienes se puede lograr un contacto palpable: construcción identitaria de qué es ser
argentino, de legitimar qué anda diciendo la gente. No se trata al parecer de formalizaciones
racionales, sino más bien de expresiones múltiples y variadas, entre las cuales cuentan las redes
sociales virtuales y no-virtuales. En éstas lo fundamental es la apuesta por la vida, por otras
formas de existencia. Se trata más bien de experimentar un juego colectivo que tiene cierto
carácter de trascendencia.
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