Subido por Susi Nieto

PONERNOS LAS GAFAS DE LA IGUALDAD PARA CAMBIAR LA REALIDAD

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PONERNOS LAS GAFAS DE LA IGUALDAD PARA
CAMBIAR LA REALIDAD
A pesar de la creciente preocupación y toma de medidas de nuestra sociedad para alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres,
todavía podemos reconocer la existencia de numerosas situaciones y conductas sociales sexistas que, en diversos contextos,
incluido el educativo, generan exclusión y/o violencias de diverso tipo. Por ello, como educadores y educadoras, en el entendemos
que hemos de continuar nuestra labor en esta dirección y así contribuir a la construcción de una convivencia inclusiva, respetuosa
y pacífica que a su vez reconozca y valore las diferencias.
Con este objetivo, proponemos este intensivo en el que facilitaremos recursos, pautas educativas y claves para integrar la
perspectiva de género en el diseño, desarrollo y evaluación de actividades dirigidas a la infancia y la juventud, desde una
metodología eminentemente práctica y participativa que apela a las emociones y busca en la creatividad un aliado innovador y eficaz
para fomentar la motivación, la mirada crítica y la transformación social.
Construir una sociedad equitativa donde hombres y mujeres vean respetados sus derechos humanos. Este
era uno de los objetivos principales del proyecto de Fundación PROCLADE ‘Fortalecimiento de capacidades y
derechos de las mujeres en La Libertad, San Salvador y San Miguel (El Salvador)’, en el que se ha trabajado el
fortalecimiento de las organizaciones comunitarias y sociales de la zona. Para ello, en un primer lugar, se trabajó
en la formación de personas dirigentes de las organizaciones; luego vino una segunda fase de formación de
formadores y formadoras y la réplica; para acabar con la sensibilización, por medio de elaboración y difusión de
materiales críticos, rigurosos y populares.
De esta forma, y a través de diferentes talleres, dinámicas, actividades… las personas participantes adquirieron
herramientas para poder ver la realidad que les rodea de una forma crítica,incluyendo las relaciones
desiguales entre hombres y mujeres. Todo ello sin dejar de mirar hacia la Soberanía Alimentaria, dada su gran
importancia en el desarrollo sostenible local. Pero este proyecto no se ha quedado en este análisis crítico de la
realidad. Se ha intentado que las personas que han acudido a los talleres se conviertan en altavoz y
puedan multiplicar lo aprendido, sobre todo entre mujeres, para potenciar los procesos de
autoformación y ampliar su capacidad de incidencia. Todo con el objetivo de hacer, entre todos y todas, un
análisis crítico de las relaciones desiguales dentro de este sistema económico excluyente y patriarcal. Analizar como
el primer paso para cambiar este mundo y caminar hacia la equidad y la sostenibilidad.
Este proyecto ha sido posible gracias a la Diputación Provincial de Zaragoza y a la solidaridad de nuestros
donantes y colaboradores. Si quieres que desde Fundación PROCLADE sigamos haciendo posibles
proyectos como éste, colabora en:
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Idioma
Resulta muy complicado distinguir y transformar nuestro lenguaje, porque
hemos aprendido a comunicarnos con un lenguaje sexista, pero lo importante
es empezar a ver y poder ser conscientes de ello y tenerlo más en cuenta a
la hora de hablar y escribir.
Para ayudarnos hoy hemos diseñado nuestras gafas de la Igualdad con las
que podremos detectar el lenguaje sexista y nos darán la sabiduría necesaria
para modificarlo
Iria Marañón, filóloga, editora y autora del blog feminista Comecuentos Makers, acaba de
publicar Educar en feminismo, un libro en el que incide en luchar para acabar con los
estereotipos de género y así abrirnos los ojos ante una realidad: que no estamos
educando a nuestros hijos e hijas en una igualdad “real”: “No nos damos cuenta de que si
no permitimos ni fomentamos que un niño pueda jugar con muñecos y casas de muñecas,
el día de mañana no va a ser un padre implicado y no va a asumir los cuidados y la
corresponsabilidad en el hogar como propia. Y si nuestras niñas no juegan a ser
superheroinas, no creerán que tienen la capacidad de cambiar el mundo”, afirma
Marañón. Nos adentramos en los entresijos de su libro.
REGUNTA. El título de tu libro es potente: Educar en el feminismo, ¿qué quieres
transmitir con este mensaje?
RESPUESTA. Quiero transmitir que es necesario empezar a resolver el problema del
sexismo y el machismo desde la educación, en el momento en el que nacen. Necesitamos
educar en justicia, libertad e igualdad para que nuestra sociedad mejore; eliminar la
violencia machista, las diferencias sociales y los estereotipos, para que sean libres de
expresarse como prefieran; educar en la diversidad, para que vean que hay muchas
maneras de ser una niña o un niño.
P. ¿Cómo defines el feminismo?
R. El feminismo es un movimiento que pide justicia y libertad para las mujeres. Vivimos en
un sistema patriarcal que oprime a las mujeres, que son las que sufren mayoritariamente
la pobreza, la brecha salarial, la violencia machista, la infrarrepresentación, la invisibilidad.
Es necesario corregir todas las desigualdades para que nuestra sociedad sea más justa y
más libre. Para esto, es necesario el feminismo, un movimiento con siglos de historia y
que es vanguardia porque reclama derechos para las mujeres cuando ni ellas mismas
saben que necesitan esos derechos. Y que además beneficia a los varones, porque les
libera de la presión de mantener su posición en el sistema patriarcal.
P. El libro llega tras un 2017 que ha sido importante para el movimiento feminista, con
múltiples acontecimientos que lo han potenciado. ¿Es hoy más fácil educar en el
feminismo?
MÁS INFORMACIÓN

“Las marcas de moda fuerzan los estereotipos de los niños antes, incluso, de que descubran quiénes son”

Los estereotipos de género se arraigan en los niños y niñas a los 10 años

Un centenar de niñas en España son madres cada año con 15 años o menos
R. Hoy hay más conciencia social. Creo que estamos más abiertos a oír hablar de
feminismo y de cómo educar a nuestras niñas y niños en esta línea. Incluso hay libros,
películas y referentes que antes no teníamos para poder llenar nuestro entorno de
referentes positivos y diversos. Sin embargo, todavía no es fácil, porque muchos
estímulos que reciben fuera de casa siguen siendo los mismos, no han variado. Queda
mucho trabajo por hacer.
P. ¿A qué edad son los niños conscientes de la diferencia entre géneros?
R. En cuanto toman conciencia de sí mismos. Según un estudio publicado en 2017, las
niñas a partir de los 6 años se sienten menos inteligentes que los niños. Esto es así
porque, desde que nacen, la sociedad les lanza mensajes que les dicen qué lugar ocupan
en la sociedad. Y ese lugar está cuidando bebés, haciendo comiditas y maquillándose.
Les decimos “pórtate como una señorita” o “las niñas buenas no son mandonas”, por lo
que ellas mismas sabrán cuál es su papel en la sociedad desde muy pronto.
Mientras tanto, los niños juegan con superhéroes y tortugas ninja que les transmiten que
son capaces de cambiar el mundo, o pistolas y espadas donde se sienten poderosos y
fomentan su agresividad. Además, les decimos que “los niños no lloran” y “pórtate como
un hombre”. Desde que son muy pequeños van a ser conscientes de que cada uno ocupa
un lugar diferente. Y el gran problema es que ese lugar diferente, genera muchas
desproporciones.
¿Es posible huir de estos estereotipos?
R. Debemos intentar suavizarlos. Nuestros niños volverán a casa diciendo que el “rosa es
de niñas” o que las “niñas no pueden ser futbolistas” por los mensajes que reciben de la
sociedad y en el colegio. Pero debemos insistir en la igualdad y cuando vayan creciendo
entenderán las injusticias que este tipo de prejuicios genera.
P. ¿Cuál sería tu principal consejo para que los padres eduquen hacia la igualdad?
R. El ejemplo se debe dar en casa. Tienen que ver que hay corresponsabilidad real,
donde ambos asumen las tareas del cuidado y del hogar equitativamente. Debemos
enseñarles que la violencia no se puede usar para solucionar nada y que tienen que
aprender a resolver sus conflictos de forma pacífica gracias a la negociación. Además,
tenemos que proponerles referentes femeninos diversos para que vean que las mujeres
somos capaces de conseguir cualquier logro. En casa, deberíamos hablar con un lenguaje
inclusivo que las nombre también a ellas, romper los estereotipos con los juegos y
juguetes y evitar decir expresiones que les limiten desarrollarse plenamente. Tenemos
que enseñarles a ser críticos con cualquier manifestación machista o sexista que se
presente en el cine, los libros, la televisión, o en el colegio. Y darles libertad para que
expresen su feminidad y masculinidad como prefieran.
En casa, deberíamos hablar con un lenguaje inclusivo que las nombre también
a ellas, romper los estereotipos con los juegos y juguetes y evitar decir
expresiones que les limiten desarrollarse plenamente
P. Entonces, ¿cómo podemos ayudar a los niños a que entiendan el feminismo?
R. Los niños tienen que aprender a solucionar cualquier conflicto sin violencia. Debemos
fomentar en ellos la sensibilidad y la comunicación para que aprendan a gestionar
correctamente sus emociones. Tienen que aprender empatía, para poder ponerse en el
lugar del otro. Además, es fundamental la autonomía, que todos sean capaces de
cuidarse y responsabilizarse de sus propias cosas. Hay que insistir en que se
comprometan con los cuidados y las tareas del hogar y fomentar que sean generosos y
que respeten y escuchen a las niñas y mujeres. Hay que hacerlos críticos. Niñas y niños
tienen que saber que vivimos en una sociedad patriarcal que favorece a la parte
masculina, tienen que saber qué es un estereotipo y cómo romperlo. Y deben aprender a
vivir con las gafas violetas puestas, un filtro que resalta cuando están siendo testigos de
una actitud, comportamiento o lenguaje sexista, machista o misógino. O cuando ellos
mismos, o incluso nosotros, estamos perpetuando ese comportamiento.
P. ¿Y cuáles serían las pautas a seguir con las niñas?
R. Nuestras niñas tienen que aprender asertividad para ser capaces de decir lo que
sienten y defender sus derechos sin agredir y con respeto. Tienen que aprender a negarse
a hacer algo que no les apetece hacer, ya que nos educan para ser complacientes y
cuando somos adultas, nos cuesta decir que “no”. Debemos fomentarles la autoestima
para que se sientan seguras de sí mismas, el espíritu de lucha para que sepan que son
capaces de conseguir cualquier cosa, la valentía para tomar decisiones y el liderazgo,
para que sean capaces de romper techos de cristal y abrir camino, que sepan que pueden
conseguir lo que se propongan.
P. Desde tu punto de vista como madre de dos hijas, ¿cómo has llevado esa dualidad que
contrapone lo que tú les enseñas y lo que les transmite la sociedad?
Por nuestra parte tenemos que señalar el machismo y el sexismo allí donde lo
veamos, y que nuestras niñas y niños aprendan a identificarlo
R. Hay que ser flexibles y muchas veces dejar que ellas mismas se den cuenta de las
cosas. Hay una edad en la que por mucho que tú les digas que el estereotipo de princesa
sumisa, complaciente y rescatada por un príncipe no es positivo, ellas quieren disfrazarse
de Blancanieves, y jugar a la Cenicienta pese a quien pese. Por nuestra parte tenemos
que señalar el machismo y el sexismo allí donde lo veamos, y que nuestras niñas y niños
aprendan a identificarlo. No es algo que se consiga en un día, es una carrera de fondo. Yo
misma aprendo cada día sobre igualdad.
P. ¿Podría evitarse este cambio tan evidente de percepción y de comportamiento con una
coeducación verdadera, tanto en casa como en las aulas?
R. Sí. Es fundamental educar en igualdad para que nuestras niñas y niños sientan que
pueden ser capaces de las mismas cosas. Y coeducar no significa educar niñas y niños,
sino educar en igualdad. Con los mismos referentes, rompiendo los estereotipos, forzando
un cambio.
P. Cuando llega la adolescencia parece que los valores están más asentados, ¿resulta
más difícil reorganizar su cerebro o comportamiento hacia la igualdad?
R. Sí, porque ya llevan en la mochila muchos años de un sistema patriarcal que ha calado
hondo y que tienen completamente normalizado, por lo que es más fácil hacerle ver el
sexismo durante la infancia que a un adolescente, que ya ha desarrollado el pensamiento
crítico y da por sentadas determinadas cosas. Sin embargo, tenemos que seguir
insistiendo y es fundamental trabajar con ellos, porque son los que van a mantener los
comportamientos sexistas y es en ese momento en el que van a empezar a ejercer de
forma más evidente su poder.
GETTY IMAGES
P. Algunos adolescentes siguen
perpetuando actitudes machistas,
incluso con mayor intensidad que
generaciones anteriores. ¿Qué
estamos haciendo mal?
R. No existe una educación en
igualdad real. Los mensajes
dirigidos a la infancia mantienen los estereotipos. Seguimos usando un lenguaje no
inclusivo, repetimos dinámicas, frases y comportamientos que les mandan el mensaje de
que los hombres tienen el poder, deben esconder sus emociones y las mujeres deben ser
sumisas y complacientes. El germen perfecto para que nuestros adolescentes ejerzan
control y violencia machista.
R. ¿Es tiempo de utopías y revoluciones feministas? ¿Cómo comenzamos?
De hecho, creo que es el mejor momento. Hace 150 años parecía utópico que las mujeres
pudieran votar, algo que hoy damos por sentado. Hoy, la coeducación es antisistema
porque el sistema que prevalece sigue siendo sexista, y hay que cambiar el sistema
entero. Si educamos a las niñas y niños de hoy en el feminismo, es posible que las futuras
generaciones vivan en una sociedad mucho más justa. Por eso tenemos que ser
optimistas. Podemos comenzar despertando conciencias a través de leyes que corrijan la
desigualdad: cuotas, bajas maternales y paternales iguales e intransferibles, perspectiva
de género en los currículos educativos de forma interdisciplinar, asignaturas específicas
de igualdad y que eduquen a nuestros adolescentes sobre relaciones afectivo–sexuales,
leyes que condenen la apología del sexismo o del machismo en medios, publicidad, etc. Si
en casa coeducamos, pero ni el resto de la ciudadanía ni el colegio lo hacen, vamos a
estar haciendo palanca constantemente con la sociedad: por mucho que le digamos a un
niño que el rosa es para niños y niñas, volverá del colegio diciendo que no se pone un
jersey rosa porque “es de niñas”. Por lo tanto, la sociedad debería estar concienciada, los
propios adultos deberíamos ser los primeros en deshacernos de los prejuicios, abrir
nuestra mente a nuevos referentes, nuevas masculinidades y feminidades, eliminar el
dualismo de género niña-niño, tener presente siempre la perspectiva de género. Así
crearemos cultura igualitaria, y nuestras niñas y niños podrán ver series y películas no
sexistas, publicidad y literatura diversa, hablaremos con un lenguaje inclusivo, y
educaremos a nuestras criaturas en igualdad real.
P. ¿Hay algo que te gustaría añadir?
R. Yo hablo de empoderar a las niñas, de educarlas para que sean capaces de romper
techos de cristal, pero soy muy consciente de que lo hago desde mi posición de mujer
privilegiada. En este tema, hay unas raíces mucho más profundas, porque las mujeres
que sienten la opresión de forma más acuciante no pueden pensar en empoderar a sus
hijas y ni se plantean romper techos de cristal, porque sencillamente solo piensan en
sobrevivir cada día. Para solucionar esto, debemos repensar el sistema económico y
financiero actual, los sistemas de poder, y profundizar más para encontrar las soluciones a
un problema muy grave que genera grandes desigualdades sociales
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