Al iniciar el día, incluso antes de salir de casa, puede sentir que el día no sería normal. Las caras de mis padres cuando me estaba alistando para salir hacia el punto de concentración me decía que estaban intranquilos, y creo que todos los padres ese día lo estarían hasta no ver entrar por la puerta a sus hijos; sin embargo, sentí su apoyo, y por primera vez creo que entienden el valor de salir a la calle. Al cerrar la puerta y comenzar a caminar definitivamente el ambiente era distinto, el frio se sintió aun más, y la vía estaba totalmente desolada, los clásicos puestos de arepas, las panaderías y las tienditas aún no habían abierto sus puertas. Durante todo el trayecto eran pocas las personas que pude encontrar, al llegar al punto de concentración las personas eran no menos de 150 entendible dado la hora 8:00 y sin embargo su actitud era totalmente distinta, repartían tinto, Fanta incluso una que otra persona daba uno que otro pedazo de pan. Durante las primeras dos horas, los saludos y los choques de puños con las personas eran común, sin embargo, la sensación no lo era, aunque fuera por unas horas éramos parceros y estábamos todos pensando y alentado por lo mismo. Creo que eran no menos de las 12 del día cuando vimos pasar una caravana bastante larga de volquetas, y en ellas iban entre 5 a 7 en cada una nosotros aparcados a lado y lado de la acera vitoreándolos, el ruido de las bocinas y nuestras voces era tal que en cierto punto ya ni nos molestamos en saludarlos. Con el correr de la tarde, y la llegada de mas personas al lugar, la música y las risas en el lugar hicieron del ambiente un lugar agradable. Todos conversaban amenamente incluso mi padre se unió a un grupo y conservo de lo mas tranquilo, de vez en cuando sonreía, parece que la pasaba bien. Con la llegada de la noche se hizo más difícil encontrar a las personas que estábamos originalmente, sin embargo, la música, de nuevo amenizo el lugar, la salsa nunca decepciona, una fogata en medio de la via era el lugar de concentración. Creo que como esa fogata algo se encendió y continúa encendido en mí, en mi papá en la señora de los tintos y en todos los que nos reunimos ese día. Sin duda no fue un día normal ni los que le siguieron y eso esta bien, creo que la normalidad aburria y ese día nos dimos cuenta de ello.