“El milagro de la milpa” Hace años existía un Dios que viajaba sobre las colinas como la briza que posaba en los abundantes maizales, y su cuerpo se enroscaba en la prolija tierra, y el yugo sobre los frutos, y su conciencia germinó y era de un color resplandeciente; dorado como el ocaso de un día arduo. Al amanecer veía el espejo de la tierra en sus palmas y rodeaba el orbe con su promesa, dejando parte de su Alma en llamas, pero el Dios cansado de hacer la misma travesía se ausentó, su brillo fue cayendo del cielo y del espejo de los Lagos, se estancó y las millas murieron junto con sus tierras y los mortales no sabían que hacer, y empezaron a rociar con las pepitas de su Alma y conciencia hacia la laguna y así fueron brotando los frutos. Al ver los maizales como resplandecían daban gracias al Dios que les mostró como hacer el mismo arte, no obstante, un hombre notó algo extraño en un maizal era un maíz amorfo blanquecino y con copos cafés y/o negros era un "hongo" muchos le atribuyeron esto a un ser maligno y decidieron cortarlo y al cortarlo vieron que una voz salía de aquel hongo y este consumía parte de los verdes huertos. Un día entre la ausencia de las tonalidades blancas con copos grisáceos al que llamaron "Cuitla" el devorador de millas se arrastraba en la tierra entonces la gallardía de "Cochi" que al tener una fuerte fatiga por la labor y al tener un famélico estomago lo orilló a comerlo, su paladar presencio el sabor icónico de la alegría y se dio cuenta de que no era maligno lo que había probado y dio gracias al Dios. Más tarde le dijo a su pueblo y estos anonadados lo recriminaban por su locura, pero al verlo comer con tanto gusto, su curiosidad los tocó y ahora a este manjar se le nombró "Huitlacoche".