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Vulnerabilidad y suicidio

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VULNERABILIDAD Y SUICIDIO
Luis Hornstein
24/06/2017 Clarín.com
Opinión
El 2017 ya tiene su serie furor: 13 reasons why aborda el bullying, la agresión sexual, el consumo
abusivo de redes sociales, alcohol, drogas. Los adolescentes se identifican fácilmente con personajes
estereotipados. Criticada por banal, se instaló en un público muy joven. ¿A qué se debe su éxito? Trece
razones es la adaptación televisiva del best seller de Jay Asher. Se estrenó en marzo y sus 13 capítulos
revelan las 13 razones que empujaron a su protagonista, Hannah Baker, a quitarse la vida. Pero, ¿qué
es lo que la ha convertido en la serie de moda?
Clay Jensen encuentra un paquete en la entrada de su casa que contiene siete cintas de casete grabadas
por la fallecida Hannah Baker, su compañera de clase que recientemente se había suicidado. En ellas
Hannah explica a trece personas el papel que jugó cada uno en su muerte, dando trece razones para
declarar por qué se quitó la vida. A través de la narración de audio, Hannah revela su dolor y
sufrimiento, acerca de cómo finalmente termina con su vida.
Al mismo tiempo, establece una secuencia: las cintas deben ser escuchadas en forma sucesiva por las
personas que nombre como culpables. Nadie cuestiona su relato. Hanna es la dueña absoluta de la
verdad.
El polémico argumento ha generado controversias entre quienes piensan que puede ser positiva o, por
el contrario, quienes opinan que propone cierta idealización del suicidio. La serie muestra el lado más
negativo del sexo, las drogas, las amistades, los celos y las envidias. Una realidad habitual en la
adolescencia: acoso, redes sociales, la popularidad, la depresión... A menudo basta con poco para herir
a alguien y el no hacer nada también puede precipitar a una persona a la autodestrucción. En sintonía
con su furor circula “La ballena azul”, el juego que propone una serie de cincuenta desafíos: el último es
quitarse la vida. Los adolescentes están inmersos en la incertidumbre acerca de sus logros y vínculos.
Idealistas, transgresores, irreverentes, estimulantes. Inmaduros, irresponsables, cambiantes,
juguetones, reivindicadores, deseosos de lograr cierta estabilidad, aunque muchas veces estén al borde
del colapso, la mayoría logrará sortear este tránsito sin caer en el intento. Los adolescentes tienen que
encontrar un modus vivendi.
El modo de vivir es algo abstracto, evasivo, difícil de definir. Pero a la vez es concreto como una
herramienta. Se necesitan herramientas para tramitar las nuevas realidades, procurarse sus objetos
amorosos, investir nuevos espacios, apropiarse de otros modelos identificatorios. Multiplicidad de
voces y espejos en los que cada adolescente intenta encontrar su identidad. Herramientas que se toman
y se transforman o se dejan. Lo que implica duelos.
Se requiere de una conjunción y diversidad de factores para llegar al suicidio. El suicida siente
depresión, desesperanza, desaliento, vergüenza y humillación, carece de herramientas para tramitarlos
y pedir ayuda adecuadamente. En la serie, ni los padres, ni los docentes, ni el consejero escolar tienen
idea de qué sucede en la vida de los chicos.
El suicidio es un problema complejo; su prevención exige la coordinación y colaboración de múltiples
sectores de la sociedad. En una revisión publicada por la OMS en 2016, aproximadamente 800.000
personas se suicidan al año en el mundo. Esa cifra sólo representaría la punta de un iceberg, ya que,
aproximadamente 10,2 millones de personas en todo el mundo cometen algún tipo de conducta suicida
que requiere atención médica. Además de describir los factores sociales, los estudios epidemiológicos
han demostrado que el 90% de los suicidios consumados se dan en pacientes con trastornos psíquicos.
Casi el 50% están afectados por una forma u otra de depresión.
Un pequeño porcentaje se da en personas que han sufrido la pérdida de un ser querido, un desastre
económico o una pérdida de estatus social. También existe una alta incidencia de suicidios en pacientes
no psiquiátricos con enfermedades terminales (5% del total). Los traumas y duelos más frecuentes son:
1) el conflicto, la separación y el rechazo; 2) problemas económicos, y 3) enfermedades médicas. Los
conflictos interpersonales, las separaciones y el rechazo son los factores estresantes predominantes en
adolescentes. Y adultos jóvenes. Aunque éstos siguen siendo importantes en la etapa media de edad
adulta, los problemas económicos son el principal factor para el grupo con edades comprendidas entre
los 40 y los 65 años.
En pacientes con más de 65 años, las enfermedades desempeñan un papel protagónico y es el factor
más frecuente en los mayores de 80 años.
Si bien el vínculo entre el suicidio y los trastornos mentales está bien documentado, muchos suicidios
se producen impulsivamente en momentos de crisis que menoscaban la capacidad para afrontar las
tensiones de la vida. Además las experiencias relacionadas con conflictos, desastres, violencia, abusos,
pérdidas y sensación de aislamiento están estrechamente ligadas a conductas suicidas. Las tasas de
suicidio también son elevadas entre los grupos vulnerables, por ejemplo, los refugiados, migrantes y
otras minorías discriminadas.
Luis Hornstein es médico psicoanalista. Premio Konex de platino década 1996-2006 en psicoanálisis.
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