Subido por Johel Romero

MECANISMOS DE DEFENSA

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CARTA DE INSTRUCCIÓN Y ESPACIOS EN BLANCO
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Laura Marcela Cardona Rodríguez
Diplomado en Derecho Comercial Para el Desarrollo Empresarial
Facultad de Derecho – Universidad Santiago de Cali
Julio 2020
Nota
Laura Marcela Cardona Rodríguez. Diplomado en Derecho Comercial Para el Desarrollo
Empresarial.
Facultad de Derecho de la Universidad Santiago de Cali.
El presente ensayo fue realizado bajo la supervisión del diplomado que ha sido direccionado
por el Dr. José Rodrigo Núñez. Con la corrección de estilo de la profesora Paola Andrea
Castaño Londoño. La correspondencia relacionada con este documento podrá ser enviada a la
facultad de Derecho de la Universidad Santiago de Cali, Colombia o al siguiente correo
electrónico: lauracardonar@hotmail.com
CARTA DE INSTRUCCIÓN Y ESPACIOS EN BLANCO
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Mecanismos de Defensa Frente a Malas Prácticas de Entidades Bancarias Colombianas,
Respecto a las Cartas de Instrucción y Espacios en Blanco.
La carta de instrucción es el documento que orienta al tenedor del título valor en blanco o
con espacios cuando este se debe llenar, ahora bien los espacios en blanco en los títulos
valores, están acreditados por el artículo 622 del Código de Comercio, el cual describe la
posibilidad de que las personas en sus prácticas comerciales puedan expedir títulos valores
con espacios en blanco; constantemente son las entidades bancarias las cuales los aplican
cuando realizan créditos, la normatividad determina la eventualidad de que “la entrega de un
papel en blanco con la sola firma” puede ser convertido luego en título valor, en el cual la
norma considera que es el tenedor legitimo quien podrá llenarlos de acuerdo a las instrucciones
del suscriptor quien los haya dejado.
Ahora bien, el problema se contempla frente a las dificultades que afronta el acreedor
demandante en un proceso ejecutivo, respecto al título valor que se debe llenar conforme las
instrucciones, acuerdo o autorizaciones que haya hecho el deudor y en muchos casos estos
acuerdos o autorizaciones se vuelven un problema probatorio que se da de acuerdo a la falta
de trasparencia de las entidades bancarias frente a la realización de modelos contractuales en
el cual vienen cláusulas impuestas que afectan a la persona, pues imponen cláusulas abusivas
en las condiciones, toda vez que ya vienen fijadas por la entidad bancaria en donde el usuario
o deudor solo le queda aceptar o no las condiciones en su totalidad a lo cual se le llama
contratos de adhesión.
Los contratos de adhesión frente a las obligaciones en el Código civil Colombiano en el
artículo 1494, describe que las fuentes de obligaciones nacen de la voluntad real de dos o más
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personas, como los contratos o convenciones a partir de un hecho voluntario se fija una
obligación (Código Civil Colombiano, art 1494).
Resaltando lo citado en la normatividad colombiana, el consentimiento y voluntad son
características inherentes de un contrato que debe ser libre y sin engaños especialmente
cuando se firman cartas de instrucciones en blanco, lo cual se considera contrario estos tipos
de contrato que en ocasiones vienen en letras muy pequeñas y con espacios, imponiendo
cláusulas injustas en los contratos crediticios lo cuales son un tipo de contrato de adhesión
como se mencionó anteriormente.
En consecuencia, se encuentra que en la práctica las entidades bancarias cuando realizan
la carta de instrucciones se encuentran sujetas a las clausulas y condiciones impuestas en
donde la persona determina si acepta o no el préstamo, mas no se configura una verdadera
negociación sobre cómo debe llenarse el título valor que viene sujeto a la carta de instrucciones
generando desigualdad.
Partiendo entonces, que estos tipos de convenios tienen las características principales de
los contratos de adhesión los cuales obliga en cierta forma al suscritor a aceptar las
disposiciones contenidas en el documento especialmente en los créditos bancarios que
determinan que para acceder a los préstamos se tiene como requisito la firma de la carta de
instrucciones y la firma del título valor en blanco por parte del usuario mediante formas ya
estandarizadas por las entidades bancarias.
Es decir que respecto a la firma del documento en blanco se constituye como la aceptación
o consentimiento. Según la RAE el Consentimiento se constituye como un acuerdo o concurso
de voluntades individuales de quienes intervienen en la celebración de las convenciones, en el
cual se manifiesta la voluntad expresa o tácita por la cual un sujeto se vincula jurídicamente.
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Al respecto y de acuerdo al artículo 1502 del Código Civil, es de gran importancia respecto a
los contratos ya que determina que para que una persona se obligue a otra por un acto o
declaración de voluntad, es necesario que consienta en dicho acto o declaración de voluntad y
su consentimiento no adolezca de vicios.
Dicho consentimiento se da cuando la persona que adquiere un préstamo con la entidad
bancaria, firma los documentos en blanco y también cartas de instrucciones la persona
manifiesta su voluntad, no obstante puede constituir cláusulas abusivas en determinadas
circunstancias, situación que pone en debilidad al adquirente toda vez que da su
consentimiento aceptando acuerdos en los cuales no ha influido en su contenido sino que por
medio de cláusulas adhesivas acepta su contenido así sea en blanco.
En virtud de lo anterior, es necesario determinar la definición legal y general del contrato de
adhesión en el derecho colombiano, la cual se encuentra en el artículo 5 de la Ley 1480 de
2011. Esta norma, que define varios conceptos claves para entender el desarrollo del estatuto,
en su numeral 4 dispone:
Contrato de adhesión: Aquel en el que las cláusulas son dispuestas por el productor o
proveedor, de manera que el consumidor no puede modificarlas, ni puede hacer otra cosa
que aceptarlas o rechazarlas (Ley 1480 de 2011, art 5).
Esta definición no se diferencia mucho de la establecida en la Ley 1328 de 2009, no
obstante, se presentan dos situaciones destacables, por un lado, se determina como una regla
general aplicable a todas las relaciones contractuales en las que los consumidores estén
involucrados como parte en dichos contratos. Por otro lado, la definición permite un marco de
delimitación dentro del que se desarrollan otros temas importantes aplicables a los contratos de
adhesión, y que han sido regulados en la Ley 1480 de 2011, como por ejemplo: la
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interpretación favorable al consumidor (artículo 34) y el régimen de protección contractual
(artículo 3 numeral 1.6, y posteriormente Título VII Artículos 34 y ss.).
Ahora bien, respecto al contrato por adhesión contenida en el artículo 5. Del Estatuto del
consumidor Ley 1480 de 2011, se observa que el legislador nacional utiliza elementos comunes
que identifican la figura de la adhesión como cláusulas, imposición, consumidor, aceptación,
entre otros.
De acuerdo a Posada (2016) El contrato de adhesión, se ha fundamentado desde muchos
significados, no obstante su estructura nace de una no negociación en el cual una parte auto
impone y la otra acepta porque no tiene opción, en la teoría se le dice un esquema de “tome o
déjelo”. Dejando en situación de desventaja a quien decide aceptar este tipo de contratación
que puede ser derivado de una prestación de servicio o un crédito el cual además se le anexa
la carta de instrucciones con espacios en blanco dejando a decisión del tenedor legitimo
suscribirlo de acuerdo a los lineamientos preestablecidos en el contrato de adhesión a lo que
se llama carta de instrucciones.
Ahora bien, Rakoff (2006) ha descrito una serie de características que tienen los contratos
de adhesión el cual numera las siguientes:
1. El documento cuya validez jurídica está en cuestión es una “forma” impresa que
establece condiciones y claramente pretende ser un contrato.
2. El formulario, o forma, ha sido redactado por, o en beneficio de, una de las partes
presentes en la transacción.
3. La parte redactora participa en muchas transacciones, como la ejemplificada en la
forma en cuestión, y lleva a cabo dichas transacciones de manera rutinaria.
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4. La forma es presentada a la parte adherente teniendo en cuenta que, salvo por
algunos ítems muy bien identificados (como el precio), la parte oferente llevará a
cabo la transacción sólo en los términos determinados en dicho documento. Esta
consideración puede hacerse explícita o implícita en la situación particular, pero
siempre es entendida de esa manera por el adherente.
5. Una vez las partes han discutido sobre aquellos términos del contrato que son
negociables, el documento es firmado por el adherente.
6. La parte adherente lleva a cabo pocas transacciones como las ejemplificadas en la
forma —pocas, si se compara con la parte oferente.
7. La principal obligación de la parte adherente en la transacción, considerada como un
conjunto, es el pago de dinero (Rakoff, 3006, p. 60).
Adicionalmente, Rakoff (2006) hace una aproximación teórica tradicional del problema que
representan los contratos de adhesión, en el que refiere que por varias décadas este tipo de
contratos no tenían una justificación, y a partir de ahí destaca que la doctrina tradicional
consiste en las siguientes cuatro proposiciones:
1. La firma del adherente en documento que es claramente de naturaleza contractual,
que tuvo la oportunidad de leer, será tomado como su consentimiento y por lo tanto
consistirá en la base de su obligatoriedad.
2. Es jurídicamente irrelevante si en efecto el adherente leyó el documento, entendió
su contenido o consintió a los términos expuestos en el de manera tácita.
3. El consentimiento del adherente incluye todos los términos del documento, y no solo
aquellos que fueron propuestos para la ocasión específica o aquellos que fueron
discutidos.
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4. Las excepciones a los principios anteriores son particularmente limitadas. En
particular, que la parte oferente no menciona o explica los términos del contrato no
constituye una excusa para su cumplimiento por parte del adherente. En cambio,
frente a circunstancias excepcionales, el adherente puede excusarse de cumplir sólo
al señalar que la participación activa de la parte oferente llevó a malentendidos
sobre el texto (Rakoff, 2006, p.66).
Al respecto, frente a la determinación de la doctrina tradicional de los tipos de contratos de
adhesión, se entiende que el consentimiento y la obligación articulan en gran medida la
implementación de un contrato; no obstante, contrastando con la practica actual no es injusto
aceptar documentos ya que la persona presupone un riesgo y conscientemente acepta su
contenido aun sin leer. Se separa de las condiciones expresas de un contrato y no se requieren
solemnidades dentro del cual se estudiará a continuación la doctrina moderna actual.
La definición de contrato que registra (aún en la actualidad) el Código Civil Colombiano,
dispuesto en el artículo 1495 de nuestro estatuto define contrato (o convención) con las
siguientes palabras: Contrato o convención es un acto por el cual una parte se obliga para con
otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa. Cada parte puede ser de una o muchas personas.
Villalba (2010) hace referencia a la doctrina contemporánea la cual describe que se
mantiene incorporada a la premisa tradicional de que un documento firmado en primer lugar es
un contrato obligatorio, y de ahí recae la situación sobre una causal que evidencie el
incumplimiento para que un término en particular no resulte obligatorio para las partes.
Adicionalmente Rakoff (2006) describe unas características sobre el contrato de adhesión el
cual refiere que:
1. cuando una parte firma o manifiesta su consentimiento sobre un escrito…, adopta lo
escrito como un acuerdo integral con respecto a los términos incluidos en lo escrito.
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2. Tal escrito debe ser interpretado, de manera razonable, como aplicable a todas las
partes que se encuentren en situaciones similares por igual, independientemente de
su conocimiento o entendimiento de las cláusulas estandarizadas del documento.
3. Cuando la parte oferente tenga razones para creer que la parte adherente
manifiesta su consentimiento no haría tal cosa si conociera el contenido de una
cláusula particularmente relevante del contrato, dicha cláusula no hará parte del
acuerdo (Rakoff, 2006, p. 68).
En consecuencia, lo anterior lleva a identificar que los contratos de adhesión podrían estar
amarrados a los principios contractuales comunes, convirtiendo a la obligatoriedad, toda vez
que el concepto moderno de contrato, lo conforma la voluntad de las partes como la
generadora de la figura, lo que a su vez confirma al principio de la autonomía privada como su
fuente más cercana.
Entendiendo que la concepción de contrato de adhesión es equívoca, toda vez que va en
contra de la denominación tradicional de los contratos, incluso para aquellos contratos
denominados de libre discusión, dentro del cual el contrato de adhesión es un modelo de
contratación redactado únicamente por una de las partes que lo suscriben, de manera tal que la
otra parte sólo puede aceptar o rechazar el contrato en su totalidad (López Blanco, 2009).
Bonivento (1995) refiere que la formalidad que surge en un contrato es posterior al
funcionamiento de dos voluntades, es una exigencia de la ley que protege a los individuos una
vez han realizado un acuerdo. Lo cual conlleva a reafirmar que la autonomía privada, si bien se
deslíe un poco al no celebrarse contratos bajo sus más estrictos mandamientos, se genera una
desigualdad jurídica en el cual la ley permite que cada vez los individuos voluntariamente
celebren cada día que pasa más y más contratos de diversas formas tanto típicas como
atípicas.
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En consecuencia a ello, lleva a determinar que un contrato de adhesión solo para que sea
válido deberá estar firmado por el consumidor o usuario, que previamente habrá hecho constar
sus datos en el mismo. Además, las cláusulas por las que se regirá deben aparecer en el
mismo documento o en un anexo lo cual también debe aplicar en la carta de instrucciones que
debe estar anexa al pagare en blanco, documento que se utilizará posteriormente en el caso
eventual de un incumplimiento por parte del acreedor.
Así las cosas, se destaca la indefensión que genera esta modalidad de contrato ya que una
de las partes es manifiesta, porque una de ellas no tiene ninguna posibilidad de negociar o
modificar las cláusulas.
De ahí se puede entrever el concepto de consentimiento, se entiende como el resultado de
una relación bilateral equilibrada, y en este tipo de contrato la relación es claramente unilateral
y desequilibrada porque el usuario no tiene ninguna posibilidad de cambiar las condiciones del
servicio impuestas por una de las partes.
De tal manera que se destaca que en la Ley 1480 de 2018, tiene un régimen de protección;
es importante mencionar que este nuevo régimen de protección contiene en su Art. 3, numeral
1.6 una regla general de protección contractual a favor de los consumidores, de igual manera
en la firma de las cartas de instrucciones y pagares en blanco, se destaca la desigualdad entre
las partes contratantes, por la presencia de esa desproporción, se presentan las denominadas
cláusulas abusivas en los contratos, las cuales rompen el equilibrio contractual y, por lo tanto
requieren de una adecuada regulación por parte del estado.
Como se mencionó anteriormente, el dejar espacios en blanco en los títulos valores, y sus
instrucciones, está autorizado por el artículo 622 del Código de Comercio, no obstante dicha
normatividad dispone que el título valor en blanco debe diligenciarse según las instrucciones
escritas o verbales acordadas por las partes, lo que en teoría es aplicable toda vez que dicha
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práctica de las entidades bancarias corresponde a un contrato de adhesión en donde acepta o
rechaza sin oportunidad de negociación.
En consecuencia a lo anterior, con la carta de instrucciones se evita que el tenedor del
título pueda llenarlo con una cantidad diferente a la que realmente es (Parra Quijano, 2005, p.
122).
Al respecto, la referida norma determina que una vez firmada la carta de instrucciones y el
titulo valor se entiende como si se estuviera aceptando de acuerdo a las condiciones pre
acordadas, en este caso establecidas de forma unilateral por la entidad bancaria, por lo cual
con la firma de este se tendrá en cuenta la voluntad explícita.
De acuerdo a la Superintendencia Financiera (2006) mediante el Concepto 2006015989001 del 9 de junio de 2006 describe las condiciones esenciales para proceder a llenar un título
valor en blanco el cual dispone que los únicos límites que tiene el legítimo tenedor de un título
valor en blanco para diligenciar el documento solo son los que impone el texto de la carta de
instrucciones, el cual se da a partir del convenio jurídico entre el banco y el acreedor, en donde
los bancos deben adecuar los títulos valores de acuerdo a la normatividad y cumpliendo las
condiciones enunciadas, por ende la única defensa que tiene el acreedor cuando considere que
la entidad financiera no cumplió las condiciones señaladas debe acudir ante un juez de la
Republica pues señala la superintendencia que son los únicos competentes para dirimir los
conflictos en materia contractual (Superintendencia Financiera. Concepto 2006015989-001,
2006).
Adicionalmente, frente a que la firma de las cartas de instrucciones y títulos en blanco sean
conforme a tipos de contrato de adhesión, dicha situación se torna más gravosa ya que de
acuerdo Corte Constitucional en la Sentencia T 968 de 2001, refiere que la falta de
instrucciones para llenar el título valor no conduce a su nulidad o ineficacia, ya que en su
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argumento aduce que la carta de instrucciones no es imprescindible, porque estas pueden ser
verbales, implícitas o posteriores a la creación del título, dentro del cual anexa que si no hay
instrucciones de igual forma presta merito ejecutivo toda vez que presupone la voluntad.
Es decir que en caso de no tener carta de instrucciones se presumirá que fue de forma
verbal y por ende puede ser llenado y cobrado el título valor. Y respecto a la práctica cotidiana
la utilización de títulos valores con espacios en blanco o documentos en blanco con la sola
firma del creador es de gran uso, no obstante por lo general las entidades bancarias
preestablecen condiciones en las cuales serán llenados.
Asimismo, se encuentra otra dificultad que surge al momento de probar la existencia de las
determinadas instrucciones. Pues como se ha mencionado de forma recurrente las
instrucciones por parte de las entidades bancarias son escritas y mediante documentos
prescritos en el cual la persona simplemente consiente su autorización lo cual pone en una
situación más desventajosa a quien accede. Además de ello, muchas personas, las cuales
acceden a créditos no se fijan en las instrucciones, ni tampoco que estas sean claras y precisas
para que se llenen los espacios en blanco de los títulos valores especialmente el pagare, no
obstante se debe entender que las entidades bancarias siguen los lineamientos de la
superintendencia financiera a través de las circúlales.
De igual forma se debe tener en cuenta, que existen unos requisitos generales que operan
para todos los títulos valores frente a reglas y formalidades que deben tenerse en cuenta para
establecer si los títulos cumplen o no las condiciones jurídicas para que se reclamen los
derechos allí incorporados.
En el Código de Comercio en el artículo 621 determina los requisitos de todo título valor: el
cual describe que se producirán efectos que señale la ley el cual en el título debe ser firmado
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de quien lo crea y la mención del derecho que en el titulo se incorpora es decir el valor (Código
de Comercio numerales, art 621 numerales 1 y 2).
En el artículo 622 del Código de Comercio se destaca los espacios en blancos y consagra
una excepción para la defensa del deudor que determina que debe ser llenada de acuerdo a la
carta de instrucciones y debe ser el tenedor quien la llene. De igual forma establece que el
titulo valor debe ser entregado a quien lo pague completamente (Código de Comercio, Art 624).
La ley también determina que el titulo valor puede ser entregado a un tercero con la
intención de hacerlo negociable, para esto se requiere que el titulo haya sido firmado (Art 625),
adicionalmente también establece una prohibición para el tenedor en que este no podrá
cambiar la forma de circulación sin su consentimiento (art 630) frente a esto es de destacar que
dentro de las condiciones adheridas a las cartas de instrucciones los bancos por lo general
integran la autorización para en caso de eventual incumplimiento sea cobrado por firmas
encargadas de cobros ejecutivos u otras que compran y negocian deudas.
El artículo 634 del Código de Comercio, habla sobre el aval, este conste en el título mismo
o en hoja adherida a él, o también en escrito separado en el que se identifique plenamente el
título cuyo pago parcial o total se garantiza, expresándose, en uno y otro caso, la fórmula “por
Aval” u otra equivalente e insertando la firma del avalista (Art. 634).
Respecto al aval, se puede consagrar una excepción parcial del lleno de los requisitos del
título valor, frente a la indicación de la persona avalada, la norma determina que la falta la
indicación, quedarán garantizadas las obligaciones de todas las partes en el título, por lo que
será excepción parcial (Art. 637). Adicionalmente en el artículo 647 consagra el tenor legítimo
del título que debe ser quien lo posea de acuerdo a su circulación.
En consecuencia, se encuentra que la norma determina algunos aspectos de cumplimiento
por parte de los bancos que suscriben de igual forma, la otra parte siempre va estar en un
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grado inferior que las entidades bancarias y respecto a ello la Corte Suprema de Justicia en SC
del 14 de diciembre de 2011, rad. 2001-01489, describió:
Los bancos, ejercen una posición dominante en las operaciones activas y pasivas que
realizan con los usuarios de sus servicios, la cual se concreta en la hegemonía que pueden
ejercer para imponer el contenido del contrato, en la determinación unilateral de su
configuración y en la posterior administración de su ejecución, en el cual debe prestarse en
forma estandarizada (…) Pero de allí no puede seguirse que la entidad bancaria, prevalida
de su posición fuerte en el contrato, y abuse de la posición de privilegio en la convención
(Corte Suprema de Justicia, SC del 14 de diciembre de 2011, rad. 2001-01489).
De acuerdo a lo citado por la Corte Suprema se logra evidenciar, que esta corporación entiende
y avala la consagración de contratos o convenios de adhesión frente a los servicios bancarios y
de igual forma reconoce el poder dominante sobre el usuario, no obstante también determina
que por esa potestad no debe abusar del usuario y además de ello alega:
De hacerlo, estaría faltando al deber de buena fe del contrato que acusa a las partes el
artículo 871 del Código Comercio, el cual obliga a quien impone el contenido negocial,
mayormente cuando el contrato es por adhesión o estandarizado, debe abstenerse de
introducir cláusulas abusivas, porque de lo contrario estaría faltando a esa buena fe que le
impone el sistema jurídico con las consecuencias legales que ello implica… (Corte Suprema
de Justicia, SC del 14 de diciembre de 2011, rad. 2001-01489).
De igual forma la Corte Suprema de Justicia en la SC del 9 de agosto de 2000, rad 5372
describe la misma situación sobre la posición dominante de los bancos y los contratos y
clausulas estandarizadas como las del contrato de adhesión, además de ello describe que el
acreedor ósea la entidad bancaria debe estar en situación de negociar y mediante la “tutela
jurídica de crédito”, se disponen una serie de mecanismos que permiten al acreedor ejercitar la
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acción de cumplimiento forzado de la prestación debida frente al deudor incumplido o la
reparación mediante el cumplimiento de una equivalente frente a la indemnización de perjuicios
por lo cual no se debe desconocer y dejar en mayor desventaja al deudor o usurario.
En consecuencia, es importante determinar que la carta de instrucciones funciona como un
apoyo para evitar problemas a futuro frente a los títulos valores firmados, no obstante se
evidencia que frente a las prácticas bancarias estas cartas de instrucciones vienen
estandarizadas lo cual se considera un contrato de adhesión el cual solo una parte impone las
condiciones y la otra decide si acepta o no, lo cual en muchos aspectos es una desventaja para
el usuario pues las instrucciones no serían negociadas sino pactadas de acuerdo a las
estipulaciones de la entidad bancaria de acuerdo a sus conveniencias.
Como bien se ha referenciado, la norma permite el uso de los pagarés firmados en blanco
junto con la carta de instrucciones con el título valor que contenga espacios en blanco la cual
se realiza de acuerdo al artículo 622 del Código de Comercio, y de acuerdo al Concepto Nº
96007775 de 1 de abril de 1996 de la Superintendencia Financiera:
La procedencia de llenar un pagaré en blanco firmado por el deudor por el valor del capital
adeudado más los intereses hasta esa fecha. (...) dichas operaciones con títulos valores en
blanco, se debe ir acorde a las instrucciones impartidas a los establecimientos de crédito
por esta superintendencia, contenidas en el numeral 7° del capítulo primero del título
segundo de la Circular Básica Jurídica 07 de enero 19 de 1996 (Superintendencia
Financiera, Concepto No 96007775 de 1 de abril de 1996).
Conforme a lo anterior, se puede determinar que la Superintendencia Financiera no se
aleja a las disposiciones normativas, al respecto si se presenta el evento en que un
establecimiento de crédito deba llegar un pagare firmado en blanco, deberá seguir
estrictamente las instrucciones del suscriptor y también las determinadas por la
Superintendencia Financiera.
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Ahora bien, si se convino entre el deudor que firma el pagaré en blanco, en la respectiva
carta de instrucciones, la capitalización de intereses colocar como capital en dicho pagaré, lo
que el deudor adeuda como capital e intereses un determinado valor y el acreedor es un
establecimiento de crédito, se debe hacer de acuerdo a lo dispuesto en el Decreto
Reglamentario 1454 de 1989, en concordancia con lo dispuesto en el artículo 121 del Estatuto
Orgánico del Sistema Financiero.
Es decir que frente a los intereses se tiene el artículo 121 del Decreto 663 de 1993 Estatuto Orgánico del Sistema Financiero-previene lo siguiente:
Sistemas de pago e intereses. l. Capitalización de intereses en operaciones de largo plazo.
En operaciones de largo plazo los establecimientos de crédito podrán utilizar sistemas de
pago que contemplen la capitalización de intereses, de conformidad con las
reglamentaciones que para el efecto expida el Gobierno Nacional (Decreto 663 de 1993,
art 121).
Ahora bien respecto a los medios de defensa, el profesor Jairo Parra Quijano (2005),
refiere que las excepciones que se pueden formular contra la acción cambiarla responden al
principio de la especificidad, el legislador ha querido que ellas se plasmen Taxativamente en
una norma jurídica y por ello encabezó el Art. 784 del Código de Comercio (C. de Co), con la
siguiente redacción:
Contra la acción cambiarla solo podrán oponerse las siguientes excepciones”. El adjetivo
que se acaba de destacar nos muestra por qué se ha pregonado que las excepciones en
materia cambiaria responden al principio de la taxatividad, puesto que equivale a
“únicamente”, o si se prefiere, no se podrán formular excepciones más allá de las ahí
enumeradas (Parra Quijano, 2005).
Por lo tanto, se puede identificar que frente a los títulos en blanco no hay unos
mecanismos determinados más bien estos se fundan mediante el cumplimiento de la norma en
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el cual debe cumplir los requisitos de forma determinados en el artículo 621 del Código de
Comercio, y por tanto, en los créditos hipotecarios en los que se reciba dinero para restituirlo en
cuotas dentro de un plazo acordado, el deudor debe conocer el documento en el que se
consignen la totalidad de los elementos que integran la obligación crediticia que asume,
asimismo el cumplimiento de los articulo 622 el cual dictamina la forma en que deben llenarse
los títulos en blanco o con espacios en blanco y deberá contener las instrucciones con datos
claros tanto del tenedor del título como del beneficiario y huellas legibles, no debe presentar
tachones o enmendaduras.
A partir de lo anteriormente expuesto, se logra identificar la actitud dominante que
tienen los establecimientos bancarios en Colombia, en el cual muchas veces celebran contratos
de préstamos mediante la figura del contrato de adhesión y el usuario en el afán de obtener el
préstamo se subsume a las diferentes exigencias del banco, entre ellas la firma de cartas de
instrucciones y títulos valores en blanco o con espacios en blanco.
Ahora bien, al respecto la jurisprudencia reconoce esta situación y determina que con la
realización de estos títulos valores se debe aplicar conforme la ley y que de acuerdo a las
prácticas bancarias, las cartas de instrucciones y títulos valores se hace por medio de un
contrato de adhesión, este tipo de contrato pone en indefensión a quien lo suscribe toda vez
que este se gobierna bajo las directrices impuestas en el contrato y no de acuerdo al concepto
general de los contratos en Colombia enmarcado en el Código Civil, el cual refiere que un
contrato es un acuerdo entre las partes y en el cual se consigna la voluntad, no obstante por el
contrario en este tipo de contrato de adhesión que imponen las entidades bancarias, se guía de
acuerdo a la voluntad de hacerlo o no hacerlo es decir que una persona para obtener un
préstamo si o si debe firmar la carta de instrucciones y el pagare de acuerdo a lo determinado
por el banco.
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Frente a la carta de instrucciones, se encuentra que es un complemento de los títulos en
blanco en el cual se incorpora la voluntad y las condiciones por la cual el tenedor debe
complementar los espacios en blanco en el eventual incumplimiento de la obligación crediticia
por lo cual se observa que estas condiciones vienen tendientes a las clausulas autoimpuestas
por el banco y no por la negociación de estas condiciones.
Otro aspecto que se resalta, es que la carta de instrucciones se puede constituir, en
documento escrito, pero también en un acto verbal, y es que no existe una norma que exija que
tenga que ser escrita o tenga alguna formalidad, lo cual hace más gravosa la situación del
usuario, no obstante se aclara que la entidad bancaria de acuerdo a la superintendencia
financiera se requiere la carta de instrucciones.
Como mecanismos de defensa, no se encuentra uno efectivo que ampare al usuario sobre
las malas prácticas de las entidades bancarias sino que debe recurrir ante la Superintendencia
Financiera, organismo que regula y vigila los establecimientos bancarios mediante una petición,
queja o reclamo, no obstante el organismo idóneo para defender los derechos de los usuarios
cuando considere que se vulneran sus derechos frente a los requisitos del título valor y la carta
de instrucciones es la justicia ordinaria es decir que la persona debe acudir ante un juez de la
república. De igual forma se evidencia que existe en el plano normativo excepciones que se
puedan proponer en una eventual demanda ya que la carga de la prueba en principio le
corresponde a quien afirma que el llenado no se efectuó de acuerdo con las instrucciones y a
partir de ello se debe fundamentar la acción dentro del cumplimiento del artículo 621 y 622 del
Código de Comercio.
De igual forma, la firma de un título valor en blanco no deja de ser un riesgo toda vez que
el tenedor podría llenar los espacios con un valor diferente al convenido, lo que afecta
gravemente a quien suscribe el documento y respecto a ello queda demostrar la mala fe del
tenedor del título valor.
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Es recomendable que las instrucciones sean por escrito, ya que con este indica la forma
como debe ser diligenciado el título valor y asimismo tendrá valor probatorio ante el juez.
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Referencias
1. Código Civil, artículos 1494 y 1502. En línea. [fecha de Consulta 17 de Julio de 2020].
Recuperado de: http://www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/codigo_civil.html
2. Código de Comercio, Hildebrando Leal Pérez, Editorial Leyer, Edición 2019, artículos 621,
624, 625, 630, 637.
3. Corte Constitucional, Sentencia T-968, de 2011, M. P.M.P Gabriel Eduardo Mendoza
4. Corte Suprema de Justicia en SC del 11 de mayo de 2017, rad. 2007-061, M.P. Aroldo
Wilson Quiroz Monzalvo
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