SEGUNDA SEMANA. LENGUAJE Y ARGUMENTACIÓN ARGUMENTO Y ARGUMENTAR. Perteneciente al mundo de la Lógica Jurídica, ésta constituye herramienta de suma importancia para el Profesional del Derecho dedicado a los diferentes campos del quehacer jurídico, sea como defensor de casos, como asesor, como docente, como investigador, o como escritor. El profesional Jurídico debe estar en los niveles que indicamos y no sólo debe pensar que la profesión termina en la defensa cotidiana. El sistema de logicidad en la administración de justicia, es de vital importancia, por el uso de las diversas formas lógicas que se utilizan cuando se trata de analizar las figuras jurídicas de la materia que el Juez juzgue; con ello coadyuva a tomar las decisiones jurisdiccionales con mayor profundidad, y que satisfaga la pretensión de las partes del proceso. Los operadores del derecho y no sólo el Juez, deben tener en claro que los criterios de interpretación, las clases de interpretación, y la motivación racional de las resoluciones judiciales son la expresión de una correcta administración de justicia. La formalización de las expresiones que se encuentran en su acepción lingüística, y darle un tratamiento lógico deben contener un mínimo de racionalidad, porque si bien la lógica enunciativa, va a significar una fórmula lógica de conversión, no todas las expresiones u oraciones pueden ser objeto de ello, y por eso es que se tiene que tener clara idea, cuáles expresiones caen en el ámbito de la formalización y cuáles no. La lógica enunciativa es mucho más rígida; distinta a la lógica jurídica, que tiene una estructura más dinámica y flexible. Las fórmulas lógicas y la conversión idiomática de un artículo cualquiera, puede significar para el juez, determinar un criterio de procedencia o improcedencia de la pretensión originaria de cualquiera de las partes, que buscan tutela jurídica. LA ARGUMENTACIÓN. ANTECEDENTES: Etimología El término argumento proviene del latín argumentum, el cual a su vez deriva del verbo arguere, de arguir. Y Mentum (-mento:instrumento, medio, o resultado). Se trata de una herramienta que, utilizada eficazmente, ayuda a transmitir mejor la idea de quien expone el argumento ante su público. Un argumento es la expresión de un razonamiento, ya sea oral o escrita, como parte del intento lógico por demostrar la validez o invalidez de una tesis o proposición, mediante su vínculo con una serie de conclusiones. El argumento es la expresión, ya sea oral o escrita, de un raciocinio. Permite justificar algo como una acción razonable con dos finalidades posibles: persuadir a otro sujeto (para promover una determinada acción) o transmitir un contenido con sentido de verdad (fomentando el entendimiento) Dicho en otros términos, un argumento es una forma de razonamiento que justifica una postura respecto a algo, a través de un conjunto de premisas y una conclusión lógicamente extraída de ellas. Argumentar, por ende, significa dar argumentos al otro, tal y como hacen los abogados durante un juicio para intentar convencer al jurado. Los argumentos forman parte de los discursos y las opiniones, pero no siempre son válidos o convenientes. Por eso, no siempre tienen éxito en defender una postura, o sea, en convencer o motivar a una acción. Por ejemplo, una discusión típicamente consiste en dos o más personas intercambiando argumentos para tratar de hacer que los demás piensen un asunto como ellos lo hacen. La validez de un argumento depende del procedimiento lógico que ofrezcan, para lo cual deben ser coherentes y consistentes, es decir, no deben contradecirse a sí mismos, ni deben carecer de estructura formal (o sea, no pueden tener “vacíos”). En caso de que no sean válidos, a menudo se conocen como falacias. La argumentación es una práctica discursiva que tiene como propósito defender una postura o una opinión y disuadir al otro de la propia. Para ello emplea razonamientos (argumentos) lógicos, conscientes, demostrables. e trata de un ejercicio común en ámbitos de confrontación de ideas, como los parlamentos nacionales, los debates públicos o las negociaciones. Se considera saludable para la convivencia democrática y para la pluralidad de opiniones, ya que permite el contraste apasionado de ideas, en lugar de recurrir a la violencia. Al mismo tiempo, se llama argumentación (o Teoría de la argumentación) al estudio de los argumentos, de la mano de la lógica, la filosofía y la oratoria, así como a los textos argumentativos que una persona puede producir, en los cuales hace uso de sus capacidades expresivas y de su razonamiento para defender o atacar ciertas ideas. El estudio de la argumentación proviene de épocas antiguas, cuando numerosas escuelas de filosofía estudiaban el arte de la persuasión. De particular importancia fueron los Sofistas de la Grecia clásica, quienes florecieron durante la Atenas democrática del siglo V a. C., así como los posteriores filósofos Platón (c. 427-347 a. C.) y Aristóteles (384-322 a. C.), quienes cultivaron ampliamente el arte de la argumentación. Tipos de argumento Dependiendo de su contenido y sus procedimientos, es posible identificar distintos tipos de argumentos, de modo que pueden ser muy numerosos, ya que no existe una forma única de argumentar. Algunos de ellos son: Argumentos deductivos. Aquellos que parten de premisas seguras o probables y extraen conclusiones seguramente válidas de ellas, yendo de lo general a lo particular. Se trata de un tipo de argumento común en las ciencias y la lógica formal, que sin embargo se encuentra limitado por la veracidad de sus premisas, que se toman como punto de partida. Por ejemplo: Si todos los humanos necesariamente mueren, y yo en particular soy humano, es seguro que moriré. Argumentos inductivos. Proceden al contrario de los deductivos, partiendo de lo específico para llegar a lo general. Así, el método inductivo posee algo de creatividad y es menos certero, pero es particularmente útil para las ciencias actuariales y la estadística. Por ejemplo: Si una persona gana la lotería, y yo también juego la lotería, es probable que también me la gane. Argumentos deductivos. Aquellos que parten de premisas seguras o probables y extraen conclusiones seguramente válidas de ellas, yendo de lo general a lo particular. Se trata de un tipo de argumento común en las ciencias y la lógica formal, que sin embargo se encuentra limitado por la veracidad de sus premisas, que se toman como punto de partida. Por ejemplo: Si todos los humanos necesariamente mueren, y yo en particular soy humano, es seguro que moriré. Argumentos inductivos. Proceden al contrario de los deductivos, partiendo de lo específico para llegar a lo general. Así, el método inductivo posee algo de creatividad y es menos certero, pero es particularmente útil para las ciencias actuariales y la estadística. Por ejemplo: Si una persona gana la lotería, y yo también juego la lotería, es probable que también me la gane. . Argumentos por generalización. Son aquellos que proponen extender una propiedad a un grupo de elementos, solamente por haberla observado en unos pocos integrantes del conjunto. Por ejemplo: Yo soy irascible y soy géminis, y mi amiga Yenny es irascible y también géminis; por lo tanto todos los géminis somos irascibles. Estructura de un argumento Todo argumento se compone de dos elementos básicos: Premisas. Los puntos de partida del razonamiento lógico, que brindan los elementos iniciales a partir de los cuales poder dar con algo. Pueden ser de distinto número. Por ejemplo: “Todos los hombres son mortales” y “Yo soy un hombre”. Conclusiones. La segunda parte del razonamiento, que depende de la primera y que se obtiene a partir de algún tipo de procedimiento lógico, dando así fin al argumento. Por ejemplo: “Yo entonces soy mortal”. Dichos elementos se organizan de la siguiente manera: Afirmación. La premisa inicial del argumento, eso que deseamos probar o justificar. Razonamiento. El porqué de la afirmación, o sea, el sustento lógico o formal que la sostiene. Evidencia. La evidencia que suministramos para comprobar o demostrar el razonamiento. ¿Cómo hacer un argumento? Para elaborar un argumento, es necesario seguir los siguientes pasos: Elegir las premisas. El primer paso para cualquier argumentación implica la información, así que es necesario saber de qué hablamos y cuál es nuestra postura al respecto. Una vez formuladas las premisas, deberemos elegir la que emplearemos como afirmación, es decir, la inicial para justificar o sustentar en adelante. Por ejemplo: “Volar en avión contamina más que viajar en automóvil” Encontrar el razonamiento más adecuado. Esto significa elegir entre los métodos posibles de justificación lógica para sustentar nuestra afirmación, lo cual equivale a elegir un camino que conduzca a la meta deseada. Dependiendo de dicho camino, deberemos elegir unas u otras evidencias. En ello también pueden influir, de haberlas, las premisas de nuestro contrincante en el debate. Para el ejemplo anterior, un buen razonamiento sería aquel que acude a la explicación del funcionamiento de los motores de un avión y del tipo de combustible que emplea, para demostrar su química y cómo arroja mucho más carbono a la atmósfera. Acudir a la evidencia. Esto implica acudir a casos concretos, a argumentos de terceros, a criterios de autoridad, en fin, a cualquier tipo de proposiciones que sirvan para dar sustento a las premisas o a las afirmaciones iniciales. Para el ejemplo que estamos dando, lo ideal sería contar con estadísticas, artículos científicos u otro tipo de evidencia que sustente lo dicho. Ejemplos de argumento A continuación, ofrecemos un par de ejemplos de argumento: Premisa: “Buenos Aires es la ciudad con más librerías del mundo”. Razonamiento: “Tomando en cuenta que solamente en un barrio pequeño de la ciudad como Recoleta podemos contar, con facilidad, más de diez librerías, ¿cuántas no podremos hallar en un barrio grande como Palermo? ¿Cuántas habrá entonces en los 48 que componen la ciudad? No existe ninguna otra ciudad en la que haya un porcentaje semejante”. Premisa: “Las tormentas pueden causar migrañas”. Razonamiento: “Según un artículo en la revista Nature de 2012, esa incidencia no es rara y tiene que ver con la presión atmosférica, que afecta más a los organismos genéticamente propensos a la migraña. Y en el artículo citaban además varias investigaciones en la Universidad de Oxford que lo respaldaba”. Contraargumento Un contraargumento u objeción es una réplica, o sea, a un argumento que se emplea para contradecir a otro, demostrando su invalidez o señalando los puntos débiles de su estructura, para afirmar justamente lo contrario. También es posible emplear un contraargumento para objetar a otro, en una cadena de confrontaciones lógicas que suele darse en las discusiones o debate Características de la argumentación En líneas generales, todo ejercicio de argumentación cumple con las siguientes características: Aspira a convencer, a modificar el punto de vista contrario, o sea, a la persuasión. No consiste simplemente en opinar, sino en sustentar las opiniones de manera comprobable. Se basa en la construcción y el manejo de argumentos. Emplea para ello premisas, datos e información para sustentar lógicamente un punto de vista. Apela a la razón y no las emociones. Estructura de la argumentación La argumentación no consiste en el manejo libre de las premisas, sino que se apega a ciertas estructuras para resultar eficaz. Así, debe constar de: Una tesis a defender, o sea, a favor de la cual se argumenta. Un conjunto de premisas a partir de las cuales se desprende la tesis. Un argumento que vincula las premisas con la tesis a demostrar. Las premisas toman la forma de un enunciado, del cual podrá extraerse una conclusión a través de un razonamiento lógico, el cual podrá ser tenido como válido, o no. Según Christian Plantin en La argumentación (2001), el siguiente esquema describe una estructura argumentativa: Dato → Propuesta (premisa menor) (conclusión) “Hoy es lunes” Leyde pasaje (premisa más general) “Hoy hay clases” “La semana comienza los lunes” Este esquema es semejante al propuesto por Aristóteles para comprender el silogismo, en el cual se identifica una premisa mayor y una menor, las cuales conducen a una conclusión apropiada. En este caso, la argumentación consiste también en una premisa menor (un dato que se tiene de antemano) y una Ley de pasaje (llamada también lugar común o topoi) que es una premisa más general, similar a la premisa mayor de Aristóteles. De la articulación de las dos, puede obtenerse una propuesta o conclusión lógica. Lo anterior, sin embargo, tiene que ver con el proceso mental de la formulación de un argumento. A la hora de construir textos argumentativos, no suele haber una estructura fija o debida a la cual ceñirse, sino que existe una relativa libertad a la hora de plantear la información. En todo caso, ciertas reglas lógicas aplican: Las premisas suelen darse antes de la conclusión. Las premisas requieren de una demostración, ya sea en ejemplos o planteamientos hipotéticos o referencias a casos de autoridad. La validez de los argumentos debe demostrarse en el texto mismo. El cierre del texto suele ser la conclusión a la que se llega luego de recorrer los argumentos. Tipos de argumentaciones Los argumentos pueden clasificarse de acuerdo a diferentes criterios, como son: Según su capacidad de persuasión. Esto es, según qué tanto convenzan al otro, podemos hablar de argumentos débiles (fáciles de rebatir), argumentos sólidos (difíciles de rebatir) o argumentos irrefutables (imposibles de rebatir). Según su validez formal. O sea, según se adapten o no a un modelo de lógica riguroso, podemos diferenciar entre argumentos válidos e inválidos. Según su contenido. Es decir, según el tipo de argumentos que proponen, podemos distinguir entre diversas tendencias, enmarcadas en categorías de tipo social y cultural que pueden variar, pero que a grandes rasgos son: o o o o o Tópico de la existencia. Aquellas cosas presentes se prefieren siempre a las inexistentes. Por ejemplo: “Yo también amo el cine, pero hoy no hay función”. Tópico de la utilidad. Aquello útil y productivo se prefiere siempre a lo inútil u ocioso. Por ejemplo: “No sigas perdiendo el tiempo con eso, si no lo vas a lograr”. Tópico de la moralidad. Aquello que se ciñe a las ideas tradicionales de bien y mal, es preferible a lo que no. Por ejemplo: “Una señorita de su casa no debería andar tan tarde por la calle”. Tópico de la cantidad. Aquello más abundante es preferible a lo escaso. Por ejemplo: “Mejor llévate el vestido azul, ese color se está usando mucho”. Tópico de la calidad. Aquello que se valora como de mejor calidad, es siempre preferible a lo otro. Por ejemplo: “Prefiero comprar un solo pantalón, pero que sea de buena marca”. Ejemplos de argumentación Son ejemplos de uso de la argumentación: Un debate parlamentario en el que participan diputados o senadores. Una defensa de tesis académica, en la que el tesista debe convencer al jurado de la valía de su trabajo. Una discusión matrimonial en la que dos modelos de crianza del niño deben congeniar en uno solo. Una publicidad electoral en la que se aboga por el voto a un proyecto político y no a otro.