En medio de esta reforma legislativa, el súbito cierre del portal

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A LA MESA DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
Al amparo de lo establecido en el artículo 185 y siguientes del Reglamento del
Congreso de los Diputados, la diputada adscrita al Grupo Parlamentario de
Izquierda Plural formula la siguiente pregunta dirigida al Gobierno, para su
respuesta escrita.
Los proyectos de ley Stop Online Piracy Act (SOPA) y Protect Intelectual
Property Act (PIPA) están en trámite parlamentario en Estados Unidos. Estos
proyectos pretenden combatir la piratería en Internet mediante una intervención
directa en cualquier enlace, es decir, mediante la censura directa y sin la
protección al derecho a la información. En caso de aprobarse estas leyes, a
pesar de su naturaleza estatal su impacto sobre Internet tendrá afectaciones
importantes sobre todos los usuarios y usuarias a nivel mundial, también en el
Estado Español. Ello hizo que incluso la vicepresidenta de la Comisión Europea
y responsable de Agenda Digital, Neelie Kroes, ha mostrado públicamente su
rechazo a estas leyes que ha calificado de “una mala legislación”.
En el Estado Español, el pasado 30 de diciembre el actual gobierno aprobó el
Real Decreto 1889/2011, de 30 de diciembre, por el que se regula el
funcionamiento de la Comisión de Propiedad Intelectual que desarrolla la
Disposición Adicional disposición final cuadragésima tercera de la Ley de
Economía Sostenible, conocida popularmente como “Ley Sinde”. Con esta
aprobación tan rápida, el gobierno mostraba su compromiso inequívoco con el
desarrollo de una norma que ha generado el rechazo masivo de las personas
usuarias de Internet y que no ha conseguido el consenso de los creadores.
Es decir, se agilizan los trámites para que una Comisión -formada por
miembros con requisitos tan inconcretos que quedará a la discrecionalidad del
Ministro de Educación, Cultura y Deporte su elección directa- será la
encargada, con un control judicial privilegiado y laxo, de decidir que páginas
web se intervienen. Este mecanismo de censura aprobado recientemente por el
gobierno -entrará en vigor el 1 de marzo de 2012- no garantizará el
cumplimiento de derechos y libertades fundamentales, como el de la libertad de
expresión y el derecho a la información. Además cierra en falso el debate de la
reforma de la Ley de la Propiedad Intelectual y la Ley de de Servicios de la
Sociedad de la Información, así como el de la gestión de los derechos de autor.
En medio de estas reformas legislativas, el súbito cierre del portal
estadounidense Megaupload ha afectado a millones de usuarios y usuarias,
entre los cuales se personas del estado español que tenían sus archivos
almacenados. En muchos casos se trata de archivos de carácter personal,
académico o divulgativo, almacenados para un mejor acceso para su consulta
desde cualquier terminal, es decir, que nada tienen que ver con la lucha contra
la piratería.
A todo este debate, hay que sumar el hecho de que en el Estado Español no
hay ninguna norma que garantice la neutralidad en la red, es decir, que los
proveedores de Internet pueden intervenir sobre los contenidos que visualizan
o utilizan los usuarios a su elección, bloqueando o limitando páginas o
aplicaciones de manera indiscriminada. Esta intervención no estaría motivada
en ningún caso por la protección de otros derechos, sino por los intereses
económicos derivados de acuerdos comerciales privados entre los
proveedores, que podrían limitaran de manera flagrante el acceso a la
información y a la libre competencia.
¿Qué opinión tiene el gobierno de las leyes SOPA y PIPA y de su impacto
sobre un Internet libre y abierto?
¿Es consciente el gobierno de que la función de la Comisión de
Propiedad Intelectual afectará a derechos y libertades fundamentales?
¿Piensa el gobierno impulsar alguna mediad que garantice la neutralidad
en la red?
¿Se ha puesto en contacto el gobierno español con el de Estados Unidos
para garantizar que los archivos de los usuarios y usuarias del Estado
Español almacenados en Megaupload podrán ser recuperados?
Palacio del Congreso de los Diputados
Madrid, 23 de enero de 2012
Joan Coscubiela i Conesa
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