La Biblia (del latín biblĭa, y este del griego βιβλία biblía, ‘libros’)1 es un conjunto de libros canónicos que en el cristianismo y en otras religiones, se consideran producto de inspiración divina y un reflejo o registro de la relación entre Dios y la humanidad. La Biblia está organizada por dos partes principales; Antiguo Testamento (Tanaj, libros sagrados canónicos en el judaísmo) y el Nuevo Testamento que se enfoca en Jesucristo y el cristianismo primitivo . Fue en el Concilio de Roma del año 382, cuando la Iglesia católica junto al papa Dámaso I instituyeron el Canon Bíblico con la lista del Nuevo Testamento similar al de Atanasio de Alejandría y los libros del Antiguo Testamento de la Versión de los LXX. Esta versión fue traducida del griego al latín por Jerónimo (la Vulgata) por encargo de la Iglesia. Posteriormente los Concilios regionales III de Hipona del 393, III de Cartago del 397 y IV de Cartago del 419, en los cuales participó Agustín de Hipona, aprobaron definitivamente dicho canon. En el año 405 esta lista fue enviada por Inocencio al obispo Exuperio de Tolosa (en la Galia, hoy Francia), donde aparece el canon bíblico con los 73 libros ya existentes. El concilio de Trento fijó el canon de la Iglesia católica declarándolo dogma.2 Se estima que a lo largo de los siglos se han producido alrededor de cinco mil millones de copias de la Biblia en todas sus variedades (aunque algunos las cifran en muchas más3), la mayoría en las últimas décadas (tres mil novecientos millones entre los años 1960 y 20134), lo que la convierte en el libro más distribuido y vendido de la historia, siendo frecuentemente reconocido como el libro más influyente de todos los tiempos.567 Se atribuye el gran éxito de su distribución en los últimos tiempos a la imprenta, habiendo sido el primer libro realizado por medio de la impresión con tipos móviles (la conocida como Biblia de Gutenberg).8 En mayo de 2000, se afirmó que «la Biblia ha hecho más para dar forma a la literatura, la cultura y el entretenimiento, que ningún otro libro que se haya escrito. Su influencia en la historia mundial no tiene equiparable, y no tiene síntomas de estar menguando».9 Cada año se venden unos cien millones de ejemplares de la Biblia,1011 habiendo sido traducida a 438 idiomas en su totalidad (Antiguo Testamento, Nuevo Testamento y textos adicionales), y de forma parcial al menos a 2454 idiomas.1213 La palabra Biblia procede, a través del latín biblĭa, de la expresión griega τὰ βιβλία τὰ ἅγια (ta biblía ta hágia; ‘los libros sagrados’), acuñada por primera vez en el deuterocanónico 1 Macabeos 12:9,14 donde βιβλία es el plural de βιβλίον (biblíon, ‘papiro’ o ‘rollo’ y, por extensión, ‘libro’).15 Se cree que este nombre nació como diminutivo del nombre de la ciudad de Biblos (Βύβλος, Býblos), importante mercado de papiros de la antigüedad.16 No obstante, ya que Biblos solamente con dificultad podría ser un préstamo del nombre original de dicha ciudad en fenicio, Gubla, existe la posibilidad de que fuera la ciudad la que recibiera su nombre griego a partir del término que designaba a la planta de papiro, y no al revés.17 Dicha expresión fue empleada por los hebreos helenizados (aquellos que habitaban en ciudades de habla griega) mucho tiempo antes del nacimiento de Jesús de Nazaret para referirse al Tanaj o Antiguo Testamento. Muchos años después empezó a ser utilizada por los cristianos para referirse al conjunto de libros que forman el Antiguo Testamento, así como los Evangelios y las cartas apostólicas (es decir, el Nuevo Testamento). Por entonces, ya era común utilizar únicamente el primer sintagma, τὰ βιβλία, a manera de título. Ya como título, se empezó a utilizar en latín Biblia Sacra (‘los libros sagrados’), sin artículo, pues este no existía en latín. Sin embargo, al ser Biblia un cultismo en latín, acabó pasando de considerarse un neutro plural a un femenino singular («la Sagrada Biblia»), entendiendo ya Biblia como el nombre propio de todo el conjunto. A través del latín se derivó a la gran mayoría de las lenguas modernas.