¿Quién necesita leyes? Es el amor el que marca la diferencia en este código. “Guarda y escucha todas estas palabras que yo te mando, para qué haciendo lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová tu Dios, te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti para siempre.” (12:28) Deuteronomio repite palabra por palabra muchas de las leyes dadas en éxodo, levítico y números. Con todo, está lejos de ser simplemente un código más. Transmite un espíritu diferente: el espíritu del amor. Los estatutos de Deuteronomio se parecen más a una guía acerca de “cómo criar una buena familia” que a una que diga “cómo reparar un auto”. Para mantener un auto uno solamente necesita obedecer las reglas. Pero para mantener una relación personal estrecha uno necesita más -- uno necesita amor. En qué se diferencia Deuteronomio Deuteronomio se centra en la motivación: por qué debería la gente obedecer las leyes. Los tres libros precedentes apenas mencionan el amor de Dios por su pueblo, pero Deuteronomio se refiere al mismo una y otra vez (vea 4:37; 7:7-8; 10:15; 23:5). El autor describe a Dios como padre de sus hijos, como madre que les da vida, como águila que protege a sus pichones. A su vez, Dios pide una obediencia basada en el amor y no en un mero sentido del deber. En este libro Moisés le pide a los israelitas no menos de 15 veces que amen a Dios y que se aferren a él. Dios no quiere una mera conformidad exterior, sino una obediencia que brote el corazón. (Más tarde, al resumir el antiguo testamento, Jesús citó de Deuteronomio del primer y más grande mandamiento: “Amarás al señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente” [Mateo 22:37; Deuteronomio 6:5]) Reformulando las declaraciones negativas Deuteronomio también da indicios acerca de por qué las leyes son, en primer lugar, necesarias. Moisés declara el principio en forma directa: “Y nos mandó Jehová que cumpliéramos todos estos estatutos, y que temamos a Jehová nuestro Dios, para que nos vaya bien todos los días, y para que nos conserve la vida, como hasta hoy” (6:24). En otras palabras, las leyes fueron dictadas para el bienestar de los mismos israelitas. La mayoría de los 10 mandamientos son expresados en forma negativa: un “NO” más un imperativo. Pero cada una de estas declaraciones negativas protege una relación privilegiada entre dos personas o entre una persona y Dios. Por ejemplo, “No matarás” podría reformularse diciendo: “la vida humana es sagrada y tiene un valor enorme. Respeta esa vida como imagen de Dios y defiéndela”. Otros mandamientos protegen el matrimonio, la propiedad privada, la necesidad y el día que se aparta para el culto a Dios. Nunca olvides. Moisés no podría haber enfatizado las leyes con más vigor. “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón, dijo el, y las repetirás a tus hijos, y hablaras de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (6:6-7). Moisés quería asegurarse de que a los israelitas le fuera imposible olvidar las leyes. Dio instrucciones a los sacerdotes para que reuniese a toda la nación para que les fueran leídas en voz alta cada siete años (31:9-13) Se requería de todo rey de Israel que, uno de sus primeros actos de gobierno, escribiera dichas leyes a mano (17:18-19). Un último recordatorio visual servía para imprimir las leyes en la mente de los israelitas. Los sacerdotes las escribían con letras muy visibles sobre piedras cubiertas de mortero. Al marchar las tribus a través del rio Jordán para entrar en su nueva tierra, tenían que pasar entre estas piedras, sobre las cuales las leyes estaban escritas (27:1-8). Nadie en Israel podía alegar ignorancia acerca de qué era lo que Dios requería de ellos -- sus leyes que estaban labradas en piedra. Pero la historia demostraría que obedecerlas era algo muy diferente. Preguntas vitales: Vuelva a leer los 10 mandamientos, tal como figuran en Deuteronomio 5. ¿Cómo nos ayudan? ¿Qué derechos protegen?