Autor: Eva María Rodríguez Edades: A partir de 4 años Valores: vida sana, aprendizaje Había una vez una princesa a la que le encantaban las gominolas. Por eso, cuando cumplió seis años su deseo fue poder comer tantas gominolas como quisiera sin engordar y sin que se le formaran caries. —Pero eso no es posible —le dijo su padre el rey. —Seguro que la bruja del bosque puede conseguirlo — dijo la princesa. Los reyes fueron a ver a la bruja del bosque. La princesa desea poder comer tantas gominolas como desee sin engordar ni tener caries —dijo el rey. —Que así sea —dijo la bruja, dándoles un frasco con una poción mágica—. Pero no olvidéis que toda magia tiene un precio. El rey y la reina se fueron muy contentos con la poción mágica. La —Esto princesa se la es tomó y dijo: asqueroso. —Toda magia tiene un precio —dijeron sus padres a la vez. Por fin la princesa tenía lo que quería. Ya podía comer gominolas sin parar. Comía gominolas en el desayuno, a media mañana, de aperitivo y de postre. También las tomaba para merendar y antes de cenar. Todos estaban impresionados: la niña no paraba de comer gominolas y todo tipo de chucherías sin tener una sola caries y sin engordar. Pero al cabo de un tiempo la niña empezó a sufrir cambios. Una mañana apareció con el cuerpo muy blandito y la piel se le puso de colores: los colores de las gominolas. Había zonas rojas, verdes, amarillas, azules, moradas y rosas. —¿Qué me está pasado? —preguntó asustada la niña. Los reyes fueron a ver a la bruja. —Os advertí: usar la magia tienen consecuencias — dijo la bruja. —Pero la niña ya pagó el precio tomando esa poción tan asquerosa —dijo la reina. —Ese no era el precio —dijo la bruja. —Y entonces, ¿va a quedarse así para siempre? — preguntó el rey. —Tendrá que dejar de comer gominolas, para empezar —dijo la bruja—. Eso frenará el avance de la gominoliosis. —¿Gominoliosis? —preguntaron los reyes. —Si la gominoliosis avanza la princesa terminará convirtiéndose en una gran gominola gigante —dijo la bruja. —¡Oh, no! —exclamaron los reyes. Para revertir el proceso y que la niña vuelva a ser la de antes tendrá que ingerir tantas verduras y frutas como gominolas ha comido —dijo la bruja—. Pero debe hacerlo al mismo ritmo que comió las gominolas o ya no habrá vuelta atrás. La princesa estaba tan disgustada que no tuvo problemas en dejar de comer gominolas y empezar a comer frutas y verduras. A así empezó a tomar fruta en el desayuno y a media mañana. Tomaba ensaladas verdes y verduras cocinadas en todas las comidas y en las cenas. Y tomaba fruta también en los postres y para merendar. Y así, poco a poco, la princesa volvió a su forma normal. Pero aun así siguió comiendo montones de frutas y verduras, que además de estar mucho más ricas que las gominolas, tampoco engordaban y protegían sus dientes. Y, por si esto fuera poco, ¡le daban mucha energía y le hacían sentir fenomenal!