Subido por Sabrina Diaz

Mandalo a la mierdalibro

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Título: Mándalo a la mierda, (mereces algo mejor)
Autora: Silvia Llop
Primera edición: febrero de 2020
ISBN: 9781656556721
Copyright © 2020 Silvia Llop
Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida por algún medio sin el permiso
expreso de su autora.
Todos los derechos reservados.
Mándalo a la mierda
Índice
Prólogo .............................................................................................................................. 4
Hoja en blanco.................................................................................................................................... 8
El principio del final ......................................................................................................... 9
Mi intención al escribir este libro ................................................................................... 13
Si te parece que te hablo directamente a ti es porque… .................................................15
Todos los hombres son malos......................................................................................... 18
Quiérete mejor ................................................................................................................ 21
El poder lo tienes tú ........................................................................................................24
Mándalo a la mierda......................................................................................................................... 26
Di adiós a tus fantasmas ................................................................................................. 27
¿Qué es mandar a la mierda? ......................................................................................... 32
Manda a la mierda al que te ha dejado ..........................................................................34
Manda a la mierda al que no te gusta .............................................................................41
Manda a la mierda al que no te hace sentir bien ........................................................... 44
Manda a la mierda al que solo te quiere para follar ......................................................48
Manda a la mierda a tu follamigo...................................................................................52
Manda a la mierda al que no está preparado para una relación.................................... 55
Manda a la mierda al que no cumple ............................................................................. 59
Manda a la mierda al que no te trata bien .....................................................................63
Manda a la mierda al que no tiene objetivos compatibles con los tuyos.......................66
Mándalo a la mierda, pero con tacto ..............................................................................69
Nos vamos de ligoteo ....................................................................................................................... 70
Vacía tu mochila ..............................................................................................................71
Revisa tu lista de la compra ............................................................................................75
Conviértete en tu mejor versión ..................................................................................... 78
Mueve el culo .................................................................................................................. 81
Todo empieza con un “like”............................................................................................84
SOS, me gusta alguien, ¿qué hago? ................................................................................87
Cómo afrontar las primeras citas...................................................................................................... 91
Quítate la coraza ............................................................................................................. 92
Cuidado con el falso Pepito Grillo .................................................................................. 95
No le entrevistes, no está buscando trabajo .................................................................. 98
Es una cita, no una sesión con tu terapeuta .................................................................101
Tiene derecho a permanecer en silencio ......................................................................103
©Silvia Llop
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Mándalo a la mierda
No empieces el libro por la última página ....................................................................105
El secreto para tener éxito en las primeras citas ..........................................................109
Disfruta del espectáculo ................................................................................................112
Tú en tu casa y yo en la mía........................................................................................... 114
¿Debo tener otra cita? ................................................................................................... 119
Encuentra al hombre de tu vida...................................................................................................... 121
Existen dos tipos de hombre......................................................................................... 122
Cómo elegir mejor a tu futura pareja ...........................................................................128
Química vs Compatibilidad ..........................................................................................133
¿Está realmente interesado en ti o solo quiere pasar un buen rato? ........................... 138
No sabotees la relación antes de que empiece ..............................................................141
Tu vida no debe ponerse en pausa................................................................................144
Cómo tener “la conversación” ....................................................................................... 147
El secreto para que no quiera dejarte ir ....................................................................... 149
Si quieres ser feliz: revalúa ...........................................................................................156
Epílogo .......................................................................................................................... 162
Agradecimientos ........................................................................................................... 165
©Silvia Llop
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Mándalo a la mierda
Prólogo
Soy una romántica, siempre lo he sido, y creo que siempre lo seré.
Mi abuelo (un gran astrólogo) decía que los Piscis disparan sus flechas a todos los
posibles, posibles. Digamos que a mí me sobran escamas y que he disparado más
flechas de las que puedo contar, siempre con el anhelo de encontrar a mi gran amor, el
verdadero, aquella persona con la que pueda compartir mi vida.
Adoro todo lo que tenga que ver con el amor y el romanticismo.
¿El diario de Noah? ¡Mejor película romántica de la historia!
¿Vídeos de novios en el altar rompiendo a llorar mientras su futura esposa camina hacia
ellos, luciendo increíble con su vestido blanco? Sí, quiero.
Consumo tantos vídeos emotivos que, en el hipotético caso de que mi cuenta de Youtube
estuviera conectada a un robot inteligente, este tendría siempre preparado un pañuelo
para secar mis lágrimas.
Si tú también formas parte de ese selecto club de mujeres románticas, ya sabrás a qué
me refiero. Si ese no es tu caso, solo quiero decirte que las románticas solemos tener
ese punto pasional y amoroso que imprime una pátina de inevitable intensidad a nuestras
vivencias, especialmente a las que tienen que ver con el corazón.
Aún no atino a dilucidar si eso es bueno o es malo, pero lo que está claro es que es así.
Y a veces te lleva a padecer, a lo mejor un poco más de la cuenta. Sientes que un
torbellino emocional te arrastra y, una vez se desata la fiera, es difícil frenarla antes de
que haga algún estropicio.
A veces, estás tan tranquila en el tranvía escuchando a Taylor Swift y, de repente, tus
dedos teclean un “¿te apetece que nos veamos esta semana?” al idiota que despertó a
tus mariposas la semana pasada y que lleva cinco días sin mandarte un mísero mensaje.
Y, de repente, te preguntas cómo has podido traicionarte de este modo. Pero en realidad
no has sido tú, ha sido Taylor, que te estaba metiendo mensajes subliminales en la
sesera y te ha empujado a ser una “mujer independiente que dice lo que quiere cuando
quiere”. Bueno, la verdad es que cuando tú quieres algo, como conseguir otra cita con un
chico que te gusta, te vas a agarrar a un clavo ardiendo para convencerte de que la
tontería que vas a hacer es correcta y hasta sentirás que el universo te está dando un
claro mensaje para animarte a ello, en forma de canción o de hoja cayendo del árbol
caduco.
Pero lo que realmente se acabará cayendo es tu cara, de vergüenza, porque ese tío te
estaba mandando fuertes vibraciones que decían “me importas una mierda” y tú te lo
pasaste por el forro. Y eso te lleva al momento presente, con el teléfono pegado a tu
mano, comprobando cada 5 minutos la pantalla, huérfana de mensajes, preocupada por
©Silvia Llop
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Mándalo a la mierda
si se le olvidó al móvil vibrar. Al cabo de unas horas, por fin el ansiado texto aparecerá:
“Hola guapa, me sabe mal, pero esta semana estoy muy ocupado con el trabajo”.
Demoledor. ¡Qué cagada!
¿Por qué tengo que precipitarme siempre?
¿Por qué nada me sale bien?
¿Por qué no puedo conocer a alguien a quien le guste de verdad?
Estas preguntas me las hice yo dos veces por semana durante años. Hasta que empecé
a entender cómo funcionan los hombres y, sobre todo, hasta que me di cuenta de solía
dejarle el control remoto de mis ilusiones y emociones a cualquier pringado, medio
guapo, que me prestara atención durante más de una semana.
¿Sientes que tu vida amorosa te supera? ¿Sueñas constantemente con esa historia de
amor que parece que nunca llega? No estás sola. En mi trayectoria en el mundo de la
psicología, he topado, demasiado a menudo, con patrones muy arraigados, sobre todo
en las mujeres, con relación a la pareja. Pero eso es algo que iré desgranando a lo largo
del libro.
Por ahora, te voy a formular una serie de sentencias mortales para ver si alguna de ellas
te resuena de forma directa, si te atañe o te define:
Soy fea.
Soy gorda.
Soy demasiado alta.
Soy muy bajita.
Soy una sosa.
Hablo demasiado.
Soy demasiado tradicional.
Soy antisocial.
Soy tímida.
No soy especial.
Tengo mala suerte con los hombres.
Siempre me tocan los hombres malos.
Soy demasiado inteligente.
Tengo una visión demasiado idealista del amor.
Soy un poco tonta.
©Silvia Llop
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Mándalo a la mierda
Intimido a los hombres.
Soy difícil de complacer.
¿Quieres saber algo? Todas estas mierdas que tienes en la cabeza, son una gran
mentira y solo habitan ahí dentro porque tú les has concedido una patente de vida. La
única persona que se la puede revocar, eres tú misma.
Si te identificas con cualquiera de las frases anteriores, te resultará mucho más difícil
encontrar pareja estable porque no irradiarás seguridad en ti misma, que es el rasgo más
atractivo que puede poseer cualquier ser humano. Es como iniciar un juego en el modo
difícil.
Puede que pienses que, por mucho que tú te sientas bien contigo misma, eso no significa
que tus defectos dejen de existir. En eso te doy la razón, pero a medias.
Piensa en esa vez que te enamoraste hasta las trancas. Cuando te empezó a gustar esa
persona, ¿qué es lo que veías en ella, todas sus virtudes o una montaña de defectos? Te
aseguro que esa persona tenía defectos y tú lo sabías, pero simplemente no te llamaban
la atención porque estabas demasiado ocupada amando sus virtudes.
Tus defectos existen, pero eso no significa que vengan anunciados en un cartel de neón.
“Aquí viene Laura, mujer de 34 años con una nariz de tucán, un toque de grasa
abdominal y la lengua muy afilada”.
Tampoco significa que los demás los vean o los consideren defectos. Puede que algunas
personas de tu entorno vean como virtud lo que tú crees que es un defecto. Si no me
crees, pregunta sobre ello a tu familia o amigos y verás como cada uno tiene su propia
percepción sobre cómo eres.
Cuando alguien te atrae y te enamoras, la visión que tienes de esa persona cambia por
completo. Recuerdo que mi amiga Carmen se enamoró de un belga que a mí me parecía
feo (para qué nos vamos a engañar), en cambio, ella me repetía siempre lo guapo que
era. Tanto me dio la chapa que al final casi me lo creí.
Pepe es un tipo muy gracioso y cuando hablamos de mujeres, él siempre me dice que las
prefiere entraditas en carnes porque hay más donde agarrarse y así han sido casi todas
sus parejas.
Lucía se definía como antisocial porque desde que murió su marido apenas había salido
a la calle. Una amiga la “obligó” a ir a su fiesta de cumpleaños y cuando estaba en el
balcón (para alejarse de la gente), salió a tomar el aire otro antisocial que también
ansiaba escapar de la gente. Se conocieron, se comprendieron, se gustaron. Llevan 15
años viviendo juntos.
Es importante que entiendas que el universo está estructurado de forma perfecta, aunque
a veces no lo parezca. Para asegurarte de ello, solo tienes que mirar a la naturaleza, que
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Mándalo a la mierda
cumple sus ciclos a la perfección y mantiene el equilibrio entre las especies, siempre que
el ser humano no eche mano.
Te cuento esto para que te metas en la mollera que hay alguien que está buscándote y
que va a encajar contigo y te querrá por lo que eres. Alguien a quien no le importarán tus
defectos y que suspirará por tus virtudes. Así que créetelo de una vez: estás hecha para
ser amada. La cuestión no es si eso ocurrirá algún día, sino cuándo. Y sobre eso tienes
más poder del que piensas.
En este libro voy a lanzarte un buen puñado de sugerencias para ayudarte a que te
centres en la búsqueda de pareja. Descubrirás que entender a los hombres no es nada
complicado y que, cuando lo consigues, es mucho más fácil tomar decisiones y librarte
de todo aquél que no te trate como mereces. También vas a conectar con tu propio poder
y te vas a querer tal y como eres para así poder elegir a una pareja que se complemente
contigo y que no te empuje a tener que cambiar tu personalidad para que la relación
funcione.
Tú eres la pieza clave de tu vida amorosa.
Esta es la idea de partida de este libro y también su hilo conductor. A partir de ahora, en
lugar de preocuparte por lo que el otro piensa y de tratar de analizarle, te centrarás en lo
que tú sientes y en lo que tú quieres hacer.
Estás aquí para vivir la vida y disfrutarla. Nada, ni nadie debe llevarte a aceptar menos de
lo que mereces. Y, créeme, te lo mereces todo.
¿Empezamos?
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Mándalo a la mierda
PARTE 1
Hoja en blanco
Bruce Lee decía: “Be water, my friend”. Y yo te digo: “Sé una hoja en blanco, amiga”.
Porque no se puede iniciar una nueva relación cuando tu libro ya está medio escrito,
lleno de palabras de odio hacia los hombres en general o hacia uno en particular,
plagado de miedos, dudas, dolor o inseguridades. Empecemos tu nueva historia
escribiendo lo maravillosa que eres y lo mucho que te mereces al hombre que tendrá un
papel principal en la mejor novela, la de tu vida.
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Mándalo a la mierda
El principio del final
A los 23 años, decidí acompañar a mi pareja a la otra punta del mundo, Corea del Sur,
para ser exacta. Él y dos amigos suyos habían conseguido plaza en la Universidad de
Incheon, cuyo campus yacía en una zona bañada en asfalto, edificios sobrios, casi
penitenciarios, y una densa niebla que le daba un halo de tenebrosidad.
El campus se alzaba en una zona remota, apartada de la ciudad, y se respiraba seriedad.
Era febrero y la brisa te helaba los huesos. La primera vez que me adentré en el campus,
estaba desierto. El semestre aún no había empezado. Me alegré de no ser yo quien
tuviera que pasar los próximos meses recorriendo esas calles a diario.
Yo trabajaba en remoto, como escritora creativa, y las únicas herramientas que
necesitaba eran un ordenador, una conexión a Internet y la cabeza despejada.
A pesar de no tener ningún interés en Asia, en cuanto mi novio me habló del master que
allí se cursaba, enseguida le animé a postular para esa plaza. Me pareció importante
para su carrera profesional y, a la vez, una oportunidad para salir de mi burbuja, en la que
no me encontraba del todo a gusto.
Pronto nos animamos con la posibilidad de ir y el corazón nos dio un vuelco cuando
vimos que su nombre estaba en la lista de los afortunados.
Lo teníamos todo planificado. Cogeríamos un piso allí y cuando terminara nuestra
estancia de siete meses, viajaríamos un poco por Asia y luego volveríamos a Barcelona,
él encontraría trabajo, nos mudaríamos juntos y no tardaríamos mucho en casarnos y
empezar la vida que tanto deseábamos tener.
Todo iba acorde a nuestro plan. Había momentos de duda y de miedo, pero sabíamos
que juntos podríamos contra cualquier obstáculo. Éramos como pájaros que aún no
habían salido del nido y creíamos que el mundo estaba a nuestros pies.
Cuando tomé la decisión de poner mi vida, tal y como la conocía hasta ese momento, en
pausa y volar hacia el continente asiático, nunca imaginé que allí dejaría una parte de mí
y también a la persona que había sido mi pareja durante cuatro años.
La vida a veces es así de gráfica y te lleva a cruzar medio mundo para enseñarte que
todo aquello que pensabas que conformaba tu realidad, tu hogar, tu futuro y te definía
como ser humano, no era más que la Caverna de Platón, una mera proyección de una
realidad, de aquello que habías vivido y aprendido hasta el momento.
Con la valentía de quien nunca se ha enfrentado al miedo, aterricé en ese nuevo país y la
ilusión inicial pronto se convirtió en una sensación de vacío, que se escapaba a mi
comprensión.
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Mándalo a la mierda
Mi cuerpo no paraba de mandarme una señal que se traducía en algo como: “chica,
acabas de cometer el gran error de tu vida”. ¿Era ese tipo de señal que se sueles tener
cuando das el primer paso hacia tierra desconocida? No tenía ni idea, pero la respuesta
a esa pregunta me daba pavor.
Nada más meterme en el tren en dirección a la capital, donde pasaríamos nuestros
primeros días, me invadió una sensación de no saber nada, de no conocerme, de no
conocer a mi pareja, de estar totalmente perdida y sola ante un mundo nuevo en el que
no entendía nada y la gente era completamente distinta a mí.
La primera semana la pasé con mi novio y dos amigos suyos en una habitación raquítica
de un hostal en el corazón de Seúl. La habitación era gris y tenía dos literas de acero.
Durante el día, visitábamos la ciudad, que estaba teñida de invierno, prisas y tráfico. Por
la noche, el jetlag y los irreverentes ronquidos de quien no tiene preocupaciones, me
tenían con los ojos como platos, dándole frenéticas vueltas a mi nueva situación,
intentando encontrar el modo de recuperar la ilusión, que se había dejado barrer por el
desconcierto.
La idea de que esa sería mi nueva casa durante los siguientes meses de mi vida me
parecía surrealista. Las calles eran largas, anchas como la Gran Vía, desnudas. Me
aterrorizaba no integrarme, no encontrar amigos, pero sobre todo, tener que enfrentarme
a ese vacío que se apoderaba de mi cuerpo y cada día crecía un poco más.
El día que mi novio y yo firmamos el contrato del piso que íbamos a compartir por los
próximos 7 meses, lloré. Todo eso era un error. Quería volver a mi casa, bajo el manto
protector de mi familia. ¿Se puede cambiar el vuelo de vuelta? No tenía ni idea.
Ese fue el principio del final de un ciclo y lo mejor que pudo
pasarme en la vida.
Te cuento esto porque allí comprendí que a veces necesitamos una buena sacudida para
darnos cuenta de que aquello que creemos ser, no es lo que en realidad somos.
Algunas de mis creencias más arraigadas empezaron a tambalearse y dieron paso a una
nueva libertad, que bebía del amor propio.
De alguna forma descubrí que:
Yo no dependo de una pareja para ser feliz.
No necesito callarme y guardar lo que pienso por miedo a perder una amistad o un amor.
Puedo irme a una ciudad desconocida sola, o donde me dé la gana.
No necesito de la aprobación de los demás para hacer lo que quiero.
©Silvia Llop
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Mándalo a la mierda
¿Verdad que, así escrito, parece algo muy lógico y normal? Pues no era así como yo me
veía antes de ese viaje.
Yo iba de puntillas por la vida. Intentaba hacer lo que se suponía que debía hacer,
cambiando aquellas partes de mí que molestaban a mis amistades para ser más
aceptada y tener la relación de pareja que se suponía que debía tener.
Esa vida que me había montado, no era realmente la que yo quería vivir. Esas personas
de las que me había rodeado, no eran las que sacaban lo mejor de mí o las que me
hacían sentir a gusto con mi personalidad.
En realidad, nadie me marcó el camino, sino que yo sola me apunté a esas directrices,
quizás para conseguir la aceptación de los demás o tal vez para conseguir la mía.
Corea fue mi sacudida y yo espero ser la tuya.
Allí me rompí en mil pedazos para luego volver a armarme. Decidí ser yo misma y dejar
de doblegar mi personalidad para no perder a mis amistades y así es como conocí a
personas maravillosas de cada rincón del mundo, a las que adoro y que, a día de hoy, me
quieren tal y como soy.
Decidí dejar una relación con una persona estupenda, pero que no me hacía feliz. Eso
me abrió las puertas a conocer, experimentar y dejarle espacio al hombre que sí me haría
sentir la mujer más afortunada del mundo.
Yo quiero hacer lo mismo por ti y darte el empujón que necesitas para vivir la vida que te
mereces.
Ya es hora de que dejes de centrarte en el ruido y empieces a escuchar lo que realmente
importa: tu propia voz.
Ya es hora de que no permitas que tus miedos o tus inseguridades dicten el camino que
debes seguir y las relaciones que has de tener.
Ya es hora de que te libres de toda esa gente que te está haciendo perder el tiempo, que
no te ofrece lo que necesitas o que no te valora como mereces.
Pero para que eso suceda, primero debes valorarte tú.
Este libro no existiría si no hubiera decidido escuchar esa voz que gritaba en mi interior y
me decía: “Silvia, espabila, ¡no estás tomando la dirección adecuada!”
Este libro no existiría si no hubiera creído que merezco darme la oportunidad de
experimentar, de equivocarme y de tener nuevos sueños. Que puedo hacer lo que me dé
la gana porque es mi vida y no tengo que vivirla siguiendo unos patrones que yo no me
he marcado.
©Silvia Llop
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Mándalo a la mierda
Esa decisión dio inicio a los seis años más locos de mi vida, en los que me perdí y me
encontré más veces de las que puedo contar y entendí que, sobrevivir en la jungla es
mucho más fácil si eres una leona, que siendo una gacela.
Y como no quiero que vivas huyendo de todo y con miedo a que te coman, voy a
compartir contigo todos mis conocimientos y mis experiencias para que te conviertas en
una poderosa leona y empieces a tomar tus propias decisiones y a disfrutar con ello,
hasta que encuentres a alguien con quien realmente te apetezca iniciar un proyecto
común.
Esa persona no será elegida por necesidad o por desesperación, sino porque realmente
conseguirá que tu vida sea mejor, porque te va a cuidar, a respetar y a querer como
mereces y te hará sentir la mujer más dichosa.
¡Empezamos la aventura!
©Silvia Llop
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Mándalo a la mierda
Mi intención al escribir este libro
Sé lo que es ir de primera cita en primera cita, con la ilusión de una niña estrenando su
nuevo vestido al principio, perdiendo las ganas, la ilusión e incluso la fe, a medida que
ves que nada está cuajando como te gustaría.
Sé lo que es pensar que alguien está por ti e imaginarte lo bonito que sería pintar un
futuro juntos, cuando en realidad solamente eres un nombre más en su libro de
conquistas.
Sé lo que es tratar de alargar relaciones que no van a ningún sitio por comodidad, pereza
inseguridad, miedo a no encontrar a nadie mejor o, lo que es peor, miedo a no merecer
a nadie mejor.
Sé lo frustrante que es invertir tu tiempo y energía en una persona que no está segura de
lo que quiere y que te da siempre lo mínimo para mantenerte enganchada. Te va tirando
migas de pan para que sigas el camino a ninguna parte.
Sé lo que es tener miedo a sufrir, a tener que pasar por otra ruptura, por otra desilusión,
por otro fracaso. Miedo a que tu corazón se vuelva a romper en mil pedazos y esta vez
no puedas volver a juntar todas las piezas.
Es por eso que, sea cual sea tu situación actual, te entiendo.
Pero también sé lo que es conocer a alguien especial, tener ese cosquilleo en el
estómago que trenza nuevas ilusiones y dejarme llevar por el momento.
Sé lo que es vivir las relaciones al máximo, exprimir cada segundo y sacar lo mejor de
cada experiencia.
Sé lo que es darle la patada a alguien que nunca va a darme lo que quiero o necesito y
sentirme poderosa por ser capaz de mirar por mí misma, de hacerme justicia y de
demostrarme que me quiero. ¡Y qué bien sienta eso!
Sé lo que es aprender de mis errores y dejar de tropezar con la misma piedra.
Sé lo que es relajarme y disfrutar del recorrido que representa la búsqueda del amor.
Sé lo que es encontrar a una persona que me admira, respeta y ama. Que quiere ser un
personaje protagonista en mi vida y a quien le importa mi felicidad, casi tanto como a mí.
Eso es lo que quiero para ti y esa es mi intención al escribir este libro: que aprendas de
mis equivocaciones (y de las tuyas) y que recuperes tu ilusión, sabiendo que hay un
modo mucho más sencillo y efectivo para encontrar el amor.
Quiero que sepas que es posible disfrutar de las experiencias vividas con las personas
que te vas encontrando. Que es posible evitar ciertos errores y que, cuando encuentras a
la persona adecuada, tu luz se come a tus sombras.
©Silvia Llop
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Mándalo a la mierda
Es posible encontrar el amor sin que ello vaya acompañado de un gran sufrimiento.
Es posible estar soltera, tener el control de tu vida amorosa y tomar las decisiones
adecuadas que te llevarán a conocer a la persona con la que pasarás el resto de tus
días.
Mi intención al escribir este libro es que no tengas que pasar más tiempo en la jungla que
el estrictamente necesario. Que no te estampes en las mismas curvas que yo y que
disfrutes del viaje que es conocer a alguien especial y llegar a tener una relación con esa
persona.
Este libro no es un manual al uso. Está basado en un análisis de mi propia vida amorosa,
la de mis amistades y clientes. Es una muestra, apoyada en la experimentación, de lo
que funciona y lo que no funciona cuando tu objetivo es el de conocer a tu futura pareja y
construir una relación fuerte, sana y feliz.
Las reglas y las generalizaciones no son lo mío y siempre me han gustado las
excepciones, pero después de estudiar, observar y experimentar, me he dado cuenta de
que creer que eres la excepción a la regla es jugar con desventaja, como si participaras
en una carrera de obstáculos con los ojos vendados.
Esta es la razón por la que he querido crear la guía que me hubiera gustado tener a mí
cuando me quedé soltera en la era moderna. La era de las aplicaciones para ligar, de las
relaciones de usar y tirar, de la idea que todas las personas somos desechables y
substituibles.
Nunca me han gustado los juegos, ni las manipulaciones. No creo en las tácticas que te
empujan a creer que debes convertirte en otra persona para gustarle al que tienes
delante.
Quiero que trates de absorber lo que te voy a contar y lo apliques a tu propia vida, porque
te prometo que eso te hará ver las cosas desde otra perspectiva y te darás cuenta que
tienes mucho más poder del que pensabas en tu vida amorosa y que realmente te lo
puedes pasar bien y encontrar a alguien que te quiera y te haga feliz.
Si te interesa aprovechar este libro para conocerte mejor y para detectar las trabas que tú
misma te estás poniendo, coge una libreta o crea un nuevo documento en cualquiera de
tus dispositivos porque voy a facilitarte pequeños ejercicios que te servirán para poder
avanzar más deprisa, poner en práctica los conocimientos adquiridos y conectar con tu
poder interior.
©Silvia Llop
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Mándalo a la mierda
Si te parece que te hablo directamente a ti es porque…
He escrito este libro como si me estuviera dirigiendo a mi mejor amiga.
Eso significa que mi personalidad quedará impresa en estas páginas y que voy a ser muy
directa contigo y hablarte sin tapujos.
Puede que disfrutes de mi sentido del humor, un tanto sarcástico y que te sorprenda un
poco toparte con lenguaje fuerte, en ocasiones rozando lo grosero.
Igual te contagias de mi positividad y mi forma de ver más allá de los acontecimientos y
vislumbrar el cuadro completo y no solo un trozo de lienzo.
Espero que te enamores de mi visión del amor y que te des cuenta que pasártelo bien
mientras buscas a tu compañero de vida es una realidad muy factible.
Para mí, es muy importante que te encuentres con la persona real e imperfecta que soy y
que te eches las manos a la cabeza cada vez que te encuentres con una de mis cagadas
porque, si algo hice en mis años de soltería, es empotrarme contra muros, sin casco ni
nada.
Mi pretensión no es la de hablarte desde la perspectiva de psicóloga, aunque sí
aprovecharé mis conocimientos en la materia y mis experiencias con clientes. Prefiero
mostrarte la perspectiva de una mujer que se quedó soltera después de una relación de 4
años, que se había iniciado antes de la revolución tecnológica, el demoníaco doble tic
azul de WhatsApp, el “visto” de Facebook y las aplicaciones para ligar.
Te hablaré desde la perspectiva de alguien que aterrizó en medio de la jungla sin ningún
conocimiento, sin nadie que me avisara de la hostia que me iba a pegar, sin brújula y sin
mapa.
Tuve que perderme muchas veces, cagarla y sentir que nunca encontraría lo que
buscaba y hasta llegué a pensar que estaba destinada a estar soltera de por vida, a ir de
cita en cita, sin nunca encontrar a alguien que me llenara y me correspondiera.
Puedo decirte que estaba equivocada y, que si tú piensas eso, siento decirte que también
lo estás (en realidad no lo siento).
Ahora puedo enseñarte lo que aprendí por experiencia propia y gracias a mi trabajo como
“psicóloga del amor”, que nació justamente por querer aportar mi granito de arena a las
personas que, como tú, quieren encontrar el amor, pero preferirían no tener que pasar
por un calvario para conseguirlo. Ayudar a las personas que se sienten perdidas en
medio de un mar de peces escurridizos y necesitan una buena red pesquera.
La verdad es que en el fondo casi todos vivimos historias parecidas:
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Mándalo a la mierda
La del novio que era tan bueno y previsible, siempre dispuesto a cualquier cosa que le
pidieras, tanto que le tuviste que dejar porque te aburría soberanamente, te faltaba
emoción.
La del chico del que te enamoraste perdidamente, pero él no estaba por la labor y la
relación se acabó marchitando antes de florecer.
La del que te comió la oreja y te vendió la moto para desaparecer después de acostaros.
La del chico que podría haber sido perfecto para ti, pero al que quizá conociste cuando
eras demasiado joven y aún no tenías claro lo que querías o lo que necesitabas para ser
feliz.
La del que parecía que sí, pero no.
La del que te dio un gran tormento, aunque te hacía sentir viva.
La del que te dejó y aún no sabes el porqué.
La del que desapareció sin decir nada, como si costara mucho escribir un maldito
mensaje que te ahorrara días de comerte el coco inútilmente.
¿Te va sonando alguno de estos? Ya, a mí también. Todos ellos, de hecho.
Al final sucede que estamos cortados por ciertos patrones que se van repitiendo.
Algunos tienen miedo al compromiso, otros se comprometen con el primero que pasa.
Algunos dejan las relaciones por miedo a sufrir, otros se quedan en relaciones muertas.
Algunos no dejan las relaciones por miedo a equivocarse. Y se equivocan.
Algunos tienen miedo a quedarse solos.
Algunos tienen miedo a pasarlo mal.
Algunos tienen miedo a que se les pase el arroz.
Algunos tienen miedo a perder la libertad, a estar atrapados, a tomar la decisión errónea.
Cuando conoces tus miedos y tus mecanismos de defensa, es cuando puedes empezar
a trabajar en ellos.
Aquí se inaugura tu viaje al amor. En este primer ejercicio, quiero que seas muy sincera
contigo misma y que identifiques tus miedos y tus mecanismos de defensa.
Ejercicio 1: Quítate la venda
1. ¿Qué miedos tienes con respecto al terreno amoroso?
2. ¿Cuáles son tus mecanismos de defensa?
©Silvia Llop
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Mándalo a la mierda
Dar respuesta a estas dos preguntas te ayudará a ser consciente de algunos de los
obstáculos que estás poniendo a la hora de encontrar el amor.
Conocer aquello que te está frenando es el primer paso para luchar contra ello y para
conseguir superar esos miedos que tienes y que te están impidiendo conectar con la
persona adecuada para ti.
A través de la lectura del libro y de sus ejercicios, vamos a realizar un trabajo de toma de
consciencia que te ayudará a darte cuenta de aquello que te está haciendo tropezar una
y otra vez.
Este libro te dará la seguridad que necesitas para tomar las
riendas de tu vida y no dejar que tus miedos te guíen y te hagan
tomar decisiones que van en contra de tus objetivos.
Es el momento de encontrar tu propia voz y usarla para crear la vida que deseas.
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Mándalo a la mierda
Todos los hombres son malos
Voy a presentarte a una de las generalizaciones que más se ha repetido a lo largo de la
historia. La has oído en películas, leído en novelas y seguramente alguna vez se le
escapó a alguna mujer cercana a ti, justo después de caer en la cuenta que volvió a darle
la llave de su felicidad a alguien que no la merecía.
Entiendo perfectamente que en algún momento de tu vida, puedas haber pensado,
repetido o creído a pies juntillas esta frase: “todos los hombres son malos”. O quizás te
has decantado por alguna de sus hermanas: “todos los hombres mienten”, “los hombres
son infieles por naturaleza”, “los hombres solo quieren sexo”, etc.
Puede que hayas tenido experiencias en las que los hombres te han tratado mal una vez
tras otra. Te han dejado, cuando más enamorada estabas, sin previo aviso y con poco
tacto. Te han ninguneado, como si tu opinión no fuera tan importante como la suya, como
si ellos tuvieran el libro de la vida y tú fueras una simple aprendiz con la mollera muy
dura. Te han hecho sentir como que no valías nada, como si tus sentimientos no
existieran, como si no te doliera entregar tu corazón a cambio de nada. Te han usado
para que les calentaras la fría cama, para que fueras su fiel acompañante hasta
encontrar a alguien mejor, para ahuyentar la soledad y sobrevivir al invierno. Te han
engañado, prometiéndote mil atardeceres que se acabaron en cuanto las hojas otoñales
cayeron del árbol. Te han herido, ganándose tu cariño y tu confianza para luego
confesarte que sus sentimientos hacia ti no eran suficientes o que no estaban preparados
para una relación.
Ni falta hace que te diga que las mujeres no estamos exentas de nada de eso.
Pregúntale a cualquier hombre sobre sus desengaños amorosos y te darás cuenta de
que ha pasado por las mismas penurias que nosotras. Le han tratado mal, le han dejado,
le han ninguneado, le han hecho sentir como si no valiera nada, le han usado, le han
engañado y le han herido.
Pero tú eres una mujer y a ti solo te importa lo que hagan los hombres porque, al fin y al
cabo, es con quien sales.
Echa la vista atrás y recuerda las veces que un hombre se te ha declarado y no le has
correspondido. Rememora todos esos chicos con los que saliste en varias ocasiones,
para luego darte cuenta que no te gustaban y dejarlos con la miel en los labios.
¿Alguna vez has ridiculizado a un hombre por el simple hecho de que no te gustaba,
cuando se estaba acercando a ti o confesándote sus sentimientos?
¿Alguna vez has tenido un novio que era muy bueno y estaba muy enamorado de ti y tú
te aprovechabas de esa situación para pasarle por encima y convertirlo prácticamente en
tu perrito faldero?
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Mándalo a la mierda
¿Alguna vez has dejado a alguien que te quería y le has hecho daño?
¿Alguna de tus ex parejas te dijo que le hiciste sentir muy mal en ciertos momentos?
¿Alguna vez has engañado o has sido infiel?
Si tu respuesta a todas estas preguntas es “no”, entonces, ¡enhorabuena! Te ganaste tu
rinconcito en el cielo y es posible que se te considere para otorgarte el título de santa. O
quizás es que no has tenido muchas relaciones…
Si has respondido que sí a alguna de estas preguntas (o a la mayoría), quiero que
pienses en si lo hiciste de mala fe, si tu intención era fastidiar a la otra persona o,
simplemente, no lo supiste hacer mejor, te dominaron tus sentimientos, te pudo el
desazón, dejaste que tu personalidad arrollara al otro o incluso te asustaste por lo rápido
que se movían las cosas.
Doy por hecho que, como yo, no eres una mala persona, pero eres humana y a veces te
dejas llevar por esa parte de ti que no es del todo racional, sobre todo cuando eras
adolescente y estabas construyendo tu propia personalidad, pero también ahora.
Tengo que serte sincera y decirte que yo me considero alguien que se preocupa por el
bienestar de los demás, especialmente de las personas a las que quiero, pero tengo que
levantar la mano en cada una de las preguntas que he formulado antes porque he
cumplido lo mencionado en ellas.
No estoy para nada orgullosa de ello, más bien al contrario, odio tener que admitirlo, pero
también sé que nunca actué movida por malas intenciones y aprendí de todo ello.
Nadie disfruta causando dolor a los demás (salvo un ínfimo porcentaje de personalidades
psicopáticas que no vienen al caso).
Eso significa que si un hombre te ha herido, no fue aposta, sino porque no supo
encontrar un modo mejor en ese momento o, un camino más correcto sin hacer añicos
tus esperanzas e ilusiones en el proceso.
Todos tendemos a poner nuestros intereses por delante (y así debe ser), pero intentando
infligir el menor daño posible a las personas afectadas por las decisiones que tomemos.
No es tarea fácil, pero es una responsabilidad que deberíamos tener en cuenta.
En el terreno del amor, todo se mueve a través de las emociones.
Por eso es muy complicado no dañar o no salir herido.
Simplemente, forma parte del proceso.
No te equivoques dando por sentado que cualquier hombre con el que vayas a estar
terminará dañándote, incluso si ya te ha ocurrido en el pasado. No permitas que tus
relaciones pasadas determinen las futuras. Es decir, si tienes la idea de que todos los
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Mándalo a la mierda
hombres son malos porque la mayoría de los que has encontrado hasta ahora lo han
sido, es posible que tu actitud negativa sea la que termine por ahuyentar a los que
vengan y no cumplan con ese requisito al que te has abonado, de tener un villano al que
puedas culpar de todos tus males.
Imagina que tienes una cita con alguien que te parece atractivo e interesante y se pasa
dos horas repitiendo que todas las mujeres son unas celosas empedernidas y dándote
ejemplos de mujeres con las que ha salido que se han comportado así. ¿Qué impresión
tendrías? ¿Pensarías que si todas eran celosas, puede que él tenga algo que ver en el
asunto? Tal vez sea un Don Juan, que flirtea con todo el mundo o que engaña a sus
novias. Sea como fuere, su discurso no causará un efecto positivo en ti y tal vez hasta te
quite las ganas de volver a escuchar sus penurias.
Volviendo a ti, la cuestión es que si tu actitud a la hora de ligar o de empezar a conocer a
alguien ya es negativa, es muy probable que la otra persona lo acabe percibiendo.
Aunque no lo digas, tu forma de actuar te acabará delatando y conseguirás que la otra
persona no se sienta del todo cómoda contigo porque se levantará una barrera generada
por tus prejuicios.
Ahora quiero que me contestes a lo siguiente: ¿Cuántas veces has boicoteado relaciones
por miedo a que te ocurriera lo que ya te ocurrió en el pasado?
Ejercicio 2: Desacreditando al enemigo
¿Crees que has boicoteado alguna relación por miedo a volver a pasar por algo que ya
habías pasado? Si la respuesta es sí, describe algunas situaciones en las que haya
sucedido.
Entonces, ¿cuál es la alternativa? Básicamente hacer borrón y cuenta nueva cada vez
que conozcas a alguien, en lugar de acumular los malos sentimientos del pasado y
volcarlos en alguien que no tiene nada que ver.
No te estoy sugiriendo que des la llave de la caja fuerte que protege tu corazón a cada
hombre que aparezca en tu vida, sino que tú misma lo abras y dejes la puerta solo un
poquito entreabierta. De este modo, cada vez que la otra persona te demuestre su valía y
te trate bien, se irá abriendo un milímetro más.
Más adelante, descubrirás cómo realizar este proceso de una forma fácil e indolora
porque te presentaré mi método infalible para saber si la persona a la que estás
conociendo se interesa por ti o solo está utilizándote y te ve como un ligue pasajero.
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Mándalo a la mierda
Quiérete mejor
Todos los días me llegan mensajes de mujeres que me relatan cómo es su relación de
pareja o su matrimonio. Me cuentan que están con alguien que las engaña, que las
mangonea, que las trata mal. Sus historias son diferentes, pero a la vez muy similares.
La mayoría aguanta, estoicamente, los palos que les da la vida o, más bien, los palos
que les da el hombre al que han elegido. Se preguntan por qué les ha tocado vivir en un
infierno. Su cabeza le da vueltas a todo aquello que han podido hacer mal para que el
príncipe azul que eligieron se convirtiera en un ogro. Estas mujeres hablan de maltrato
psicológico como si fuera una forma de vida, como si no hubiera alternativa, y se culpan
por haber llegado a esa situación, por haber hecho enfadar a su pareja, por no ser la
mujer que sus maridos o novios querían que fuera.
Si te preguntas cómo puede alguien llegar a este punto y no coger el primer tren hacia
cualquier parte, la respuesta está en la falta de autoestima.
Mi padre dice que la autoestima es la gasolina del alma. Sin ella, estamos perdidos
porque nos desvalorizamos y aparecemos ante el mundo como si no fuéramos dignos de
pisarlo, como queriendo pasar de puntillas para no molestar.
La razón por la que numerosas personas aceptan a parejas que las tratan de pena es
porque no creen merecerse un mejor trato. Piensan que eso es lo mejor que pueden
encontrar, tienen la idea de que si no están con esa persona, nadie les querrá y se
quedarán solas. Y puede que no estén preparadas para asumir ese riesgo, puede que su
economía no les permita la independencia o que no sientan poder resistir la soledad,
aunque nunca se está más solo que compartiendo tu vida con alguien que no está a la
altura. Se acepta entonces el estúpido dicho que reza: “más vale malo conocido que
bueno por conocer”.
Tener una autoestima alta te permite tomar decisiones y lograr la vida que deseas,
porque sabes que mereces lo mejor y puedes conseguir lo que te propongas.
Tener una autoestima baja hará que dudes constantemente de tu valía y de tus
capacidades y eso es lo que irradiarás.
Imagina que estás ojeando una tienda de ropa online y de repente ves un vestido que te
parece precioso. Entras en su página descriptiva y te encuentras con lo siguiente:
“Este vestido está hecho con un material de muy baja calidad, así que, si se rasga
después del primer uso, no debes extrañarte. Los colores no son los de la foto porque la
hemos editado y mejorado. Los tonos son mucho más apagados de lo que se aprecia en
la imagen. En definitiva, un vestido feo y de baja calidad. ¡Cómpralo!”
¿Qué? ¿Lo comprarías? Yo desde luego que no.
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Mándalo a la mierda
A veces, cuesta darnos cuenta que estamos ofreciendo al mundo una imagen pobre, que
estamos poniendo en un escaparate nuestros defectos, penurias y miedos. Y luego nos
extrañamos cuando los demás nos tratan de pena, cuando no ven nuestra valía o ni
siquiera nos tienen en cuenta.
¿Alguna vez has tenido una primera cita en la que no has parado de hablar sobre lo mal
que te fueron tus anteriores relaciones?
“Con Carlos tuve una relación muy tóxica. Él era muy celoso y discutíamos todo el
tiempo. Luego vino Miguel, quien parecía un corderito y me la dio por detrás acostándose
con su amiga de la infancia. ¿Y quieres saber lo que me hizo Pedro?”
No, hija mía, no quiere saber lo que te hizo Pedro. Quiere pagar la cerveza, irse a casa y
jugar a la Play Station para olvidarse del mal rato que le has dado.
¿Alguna vez te has presentado en una app para ligar diciendo lo que no te gusta o
incluso presentando tus debilidades? “No me gusta la hipocresía, la mentira y la
prepotencia. No quiero rollos de una noche”.
¿Alguna vez se te ha aproximado un chico con toda la intención de ligar y lo primero que
has pensado es que no estaba interesado, que solamente se acercaba a ti porque estaba
borracho, había perdido una apuesta o no tenía nada mejor que hacer?
¿Alguna vez has dejado que tu pareja te tratara como si fueras un trapo y te hiciera sentir
que no vales nada, igual que las mujeres de las que te he estado hablando antes?
Es cierto que el físico atrae, pero ¿sabes lo que atrae mucho más que un físico? Emanar
seguridad en uno mismo, destilar alegría y buen rollo.
Piensa en las veces que te has sentido atraída hacia un chico que no te pareció guapo al
conocerle, pero que tenía un carisma especial y una seguridad en sí mismo que te
encantó. En algún momento, empezaste a sentir que podía ser alguien interesante y,
como por arte de magia, te pareció mucho más guapo de lo que creías al principio.
Recuerdo lo que me pasó al conocer a Nil. Mi primer pensamiento cuando me lo
presentaron fue “qué feo”. (No me juzgues, no lo pude controlar, era todo lo contrario a mi
tipo). Era el amigo de un amigo mío y, junto con otras personas, empezamos a quedar a
menudo. Pronto empecé a pensar que era un tío guay, divertido y, además, su
inteligencia no me pasaba desapercibida. Una noche tuvimos una cena y unos pocos nos
animamos a salir de fiesta. Cuál fue mi sorpresa al encontrarme que Nil, el chico que me
pareció feo nada más conocerlo, que era 4 años más joven que yo (a mí me gustan
mayores) y me sacaba solamente un centímetro de altura, me rodeó con sus brazos y
empezó a bailar bien pegadito a mí. “¿Éste se ha creído que es Brad Pitt, o qué?”, me
pregunté. La sorpresa real es que no me aparté y conforme el choque inicial se iba
desvaneciendo, me di cuenta de que estaba cómoda y, además, no me desagradaba el
contacto. Recuerdo ir al baño con mi amiga y contarle que Nil se me estaba arrimando y
que no entendía por qué, pero me gustaba un poco. Es como si mis sensaciones fueran
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Mándalo a la mierda
por libre y estuvieran totalmente desconectadas de mi mente. Lo miraba y no me
gustaba, pero lo sentía y mi cuerpo respondía. Al final, le di unas vacaciones a mi mente
y terminé otorgando el control de la situación a mi intuición. Nil y yo salimos durante unos
meses y a día de hoy sigue siendo la persona que más me ha cautivado de todas con las
que he estado. Yo lo achaco a su increíble personalidad y al morro que le echó siempre,
ya que desprendía seguridad en sí mismo por los cuatro costados y me transmitía muy
buenas vibraciones, además de ser divertido e inteligente. En mi mente, yo estaba fuera
de su liga (físicamente hablando). En la suya, no existían las ligas, así que se puso a
jugar el partido con toda la confianza del mundo y lo ganó por goleada.
La seguridad es algo que puede trabajarse. Te lo muestro en el siguiente ejercicio.
Ejercicio 3: Desarma a tus inseguridades
Cada vez que te sientas insegura en una situación determinada o que no te atrevas a hacer
algo que te gustaría, pregúntate lo siguiente:
¿Qué es lo peor que me podría pasar?
Por ejemplo, ves a un chico muy guapo en un bar y te gustaría hablarle, pero no te atreves.
Piensas en lo peor que podría pasar.
1. Que me rechace directamente.
2. Que no se preste a tener una conversación.
Ahora quiero que te hagas otra pregunta:
Si ocurriera eso, ¿podría vivir con ello?
Si la respuesta es sí, ya puedes ir a decirle algo. Si la respuesta es no, entonces mejor que
no lo hagas.
Este ejercicio te ayuda a ver las cosas en perspectiva y a darte cuenta que muchas de
tus inseguridades son irracionales y, si piensas un poco en ellas, descubrirás que aunque
se diera la peor situación, eso no tendría un impacto demasiado grande en tu vida y tu
mundo seguiría girando, sin más.
Has venido a este mundo a ser grande, a cumplir tus objetivos, a disfrutar y a aprender.
No puede ser que vayas por la vida de puntillas, ni que dejes que las experiencias del
pasado te marquen y te hagan sentir pequeña. Dispones de numerosas herramientas y
de recursos para afrontar cualquier reto. Ya has vivido situaciones complicadas y has
sabido ser fuerte para superarlas.
Este libro te brindará una caja llena de nuevas herramientas para que puedas encarar tu
vida amorosa con confianza y pisando fuerte.
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Mándalo a la mierda
El poder lo tienes tú
Mi padre lleva toda la vida remarcándome la importancia de controlar tu propio mando a
distancia. Este es un concepto bastante gráfico que te voy a explicar ahora mismo.
Imagina que tú eres una televisión y los diferentes canales son tus estados de ánimo.
Tienes el canal de la alegría, la tristeza, la nostalgia, la ilusión, la desesperación, etc.
Cuando era pequeña y alguien hacía algo que me molestaba , me enfadaba y se lo
contaba a mi padre, toda enfurruñada, él siempre me decía: “¿quién tiene tu mando a
distancia? Ya puedes volverlo a coger porque es tuyo”. Al principio me lo quedaba
mirando extrañada, no entendía qué me quería decir. Con el tiempo fui capaz de
comprender.
Lo que significa esta analogía es que a veces dejamos que los demás cojan nuestro
mando a distancia y cambien de canal a su antojo. “¡Me está llamando!” (Alegría). “Hace
una hora que leyó mi mensaje y no me contestó”. (Enfado). “Le está sonriendo a la
camarera”. (Inseguridad).
Ojo, que no te estoy sugiriendo que apagues tus emociones y deambules por la vida
como si fueras un robot. Lo único que te digo es que intentes ser consciente de cuándo
estás prestando tu mando y que lo recuperes inmediatamente y no le des el poder a otra
persona de dirigir tus emociones a tiempo completo. Como regla general, no deberías
darle tu mando a distancia a nadie por más de 10 minutos (sobre todo cuando se trate de
emociones negativas, claro está).
Ahora que ya has aprendido lo que significa tener tu mando a distancia, quiero que
también te des cuenta que no hay ninguna situación en la que tengas la obligación de
estar a merced de nadie.
Siempre tienes el poder de elegir si te quedas o te vas, si aguantas la situación en la que
estás o decides ir por otro camino.
No culpabilices a los demás por no saber darte lo que tú quieres o
necesitas. Alargar las situaciones que no van a ninguna parte solo
mella tu autoestima y tu ilusión.
Si alguien no está ofreciéndote lo que debería, tienes el poder de abrir la puerta y
largarte. Una vez hayas tomado el camino de salida, te darás cuenta que no era tan difícil
como parecía.
No necesitas dar diez ultimátums o amenazar con irte con la esperanza de que la otra
persona reaccione al fin. Simplemente vete.
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Mándalo a la mierda
Al terminar este libro, tendrás todas las herramientas necesarias para que nadie te haga
sentir pequeña, insegura o que te provoque inestabilidad emocional porque habrás
aprendido a navegar por el terreno del amor y las relaciones con seguridad, agarrando
fuerte tu mando a distancia.
Además, nacerá una nueva confianza en ti que te permitirá mandar a la mierda a todo
aquél que no te trate como mereces, no busque lo mismo que tú o no sepa lo que quiere.
Y, amiga, puedo asegurarte que ese es uno de los aprendizajes más valiosos que me
llevé de mis años locos y quiero que tú también lo incorpores en tu vida porque te
cambiará la forma de enfrentarte al amor.
Arranca lo bueno, así que sigue leyendo porque ahora mismo empieza la parte más
salvaje de este libro, la que le da su título y te permitirá cortar con todo lo que no te esté
aportando ningún valor.
©Silvia Llop
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Mándalo a la mierda
PARTE 2
Mándalo a la mierda
(Mereces algo mejor)
¿Tienes claro que te mereces algo mejor? Porque si no, lo vas a tener chungo para
enfrentarte a lo que está por venir, ya que ahora es el momento de mandar a la mierda a
todo aquél que te esté haciendo perder el tiempo. Eres una mujer maravillosa y te
mereces a alguien que lo sepa y te demuestre todos los días que quiere estar a tu lado.
Toca hacer limpieza: tirar las migas de pan, las sobras putrefactas y el bombón medio
mordido de la despensa. Toca mandar a la mierda.
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Mándalo a la mierda
Di adiós a tus fantasmas
Tu objetivo es encontrar a alguien especial con quien puedas iniciar una relación en la
que sientas que puedes ser tú misma y te sientas querida justamente por ello (no a pesar
de ello). Pero para que eso ocurra, primero debes liberarte de tus fantasmas.
Lucía, en nuestra primera consulta, me contó que llevaba 6 años sin tener pareja estable
porque los chicos la veían como alguien para pasarlo bien, pero no como a una
compañera de vida. Ella estaba frustrada porque reunía un montón de cualidades para
tener una relación de pareja seria. Era guapa, inteligente, vivaz, divertida, con
ambiciones y una buena comunicadora. No entendía por qué le resultaba imposible
encontrar a alguien con quien iniciar una relación.
Tuvieron que pasar tres consultas para que empezara a hablarme, de forma muy casual
y restándole importancia, sobre lo que sería la piedra angular de su problema: su ex
pareja, que era nada más y nada menos que su mejor amigo.
Eso podría haberse quedado en una anécdota, pero el asunto no terminaba ahí.
Se habían enrollado varias veces a lo largo de los años en los que no habían estado
juntos y cada vez que ella conocía a alguien nuevo, dejaba de hablarle a su ex porque
sentía que estaba engañando a su prospecto de novio. Su ex estaba acostumbrado a ello
y se lo tomaba bien porque sabía que, en un par de semanas, su nuevo pretendiente
desaparecería del mapa y ella volvería con el rabo entre las piernas, lamentándose de su
mala suerte y, quizás, lo suficientemente dolida como para echarle un polvo despechado.
Mientras tanto, él vivía feliz, echándose novias y engañándolas con su ex, cuando se
terciaba.
¿Qué te parece el chiringuito que tenía ese hombre montado? Barra libre de muchachas
despistadas y una tapita de ex los primeros jueves de cada mes.
Lucía había intentado en numerosas ocasiones convertir la relación en una amistad pura
y dura, pero había tanta química entre ellos que le era imposible no caer cuando se veían
en persona.
Yo le señalé que esa no-relación con su ex era probablemente lo que le estaba dando
dificultades para encontrar pareja. Ella, entonces, me preguntó por qué su ex sí había
tenido numerosas parejas después de dejarlo. ¿Cuál era la diferencia entre ellos?
La diferencia era que para él, su historia estaba terminada, a pesar de que hablaran y a
pesar de que tuvieran relaciones sexuales esporádicamente, pero para ella no.
Su ex estaba ocupando el espacio reservado a la pareja, como si fuera un fantasma, y
eso complicaba que otra persona habitara ese lugar, simplemente porque ese hueco ya
tenía dueño. Ella aún tenía la esperanza de que, quizás, si las cosas cambiaban, podrían
volver a intentarlo, aun sabiendo que esa relación nunca llegaría a cuajar. Es por este
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Mándalo a la mierda
motivo que, cada vez que conocía a alguien nuevo, tenía la impresión de que solamente
conversar con su ex ya suponía un engaño, porque en su mente, él aún tenía un lugar
primordial en su vida amorosa. Ella creía que dejándole de hablar cuando conocía a otro
liberaba ese espacio. Al terminar su corto romance, restablecía el status quo y aquí no ha
pasado nada. El problema con ese enfoque es, simplemente, que no funciona. Y esto
está avalado por los 6 largos años de soltería de Lucía.
Ella tenía a un fantasma al que escondía dentro del armario cuando alguien más entraba
en su vida con la esperanza de que su presencia no afectara a su vida amorosa, pero,
irremediablemente, lo hacía.
Si te gustan las historias de fantasmas, te presento a Mónica, otra clienta que a falta de
sábanas blancas, se echó a la espalda no a una, sino a dos criaturas translúcidas.
Mónica quería encontrar pareja, pero aún estaba colgada de dos chicos con los que
había salido brevemente el año anterior. Pensaba a diario en ellos, en lo que podría
haber sido y no fue, en que la habían dejado de malas maneras, cuando parecía que
buscaban algo serio. Ella se sentía engañada, utilizada, pero en lugar de pasar página,
en un acto de infinita bondad, había apadrinado a los fantasmas de esos dos
pretendientes de pacotilla y los había metido en su casa. No había día en el que no
dedicara unos momentos a imaginarlos con sus nuevas (seguramente esculturales)
novias y se preguntara por qué no fue ella la elegida. ¿Qué tenía de malo? ¿Por qué las
otras sí, pero ella no? Los fantasmas estaban ahí, pero no tenían ninguna respuesta y, en
lugar de acompañarla, la hacían sentir cada vez más sola.
¿Ya ves por dónde van los tiros, verdad? Los fantasmas son aquellos chicos que ya no
están contigo, pero ocupan el espacio que le correspondería a tu media naranja, aunque
sea solo una esquina. Ese espacio puede ser físico, mental o emocional.
Un fantasma puede ocupar tu espacio físico cuando quedas con él, tienes su pijama en el
armario o su cepillo de dientes en el baño. Tu espacio mental se ocupará si le dedicas
pensamientos o le mandas mensajes. El espacio emocional será ocupado echándole de
menos, deseando que vuelva e imaginando una vida a su lado.
Es necesario un cierto tiempo para olvidar a alguien con quien te habías hecho ilusiones
o con quien has vivido experiencias y se ha ganado un sitio en tu corazón, pero después
de unas semanas, debes aceptar que no es el hombre de tu vida y pasar página, en lugar
de invitar a su fantasma a vivir contigo.
Si lo necesitas, haz una sesión de espiritismo o llama a los Cazafantasmas, pero no
sigas lamentándote de que no encuentras pareja cuando llevas meses alimentando una
relación inexistente.
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Mándalo a la mierda
Deja libre el espacio físico, emocional y mental que corresponde a
la pareja y no te quedes enganchada a personas con las que ya no
tienes una relación.
También tienes que aprender a identificar a las personas con las que no vas a construir
nada serio o con las que no llegarás al altar (después de años de relación, si ese es tu
deseo). Puede que pienses que eso es difícil de detectar, pero en realidad no lo es,
simplemente debes aprender a leer las señales, lo cual es precisamente lo que voy a
mostrarte en este libro. Piensa bien si quieres continuar leyendo porque, una vez
alcanzada la última página, no tendrás excusa, ya que sabrás cuando alguien está
realmente interesado en ti y cuando no.
Tiempo atrás, leí la historia de dos hermanas que estuvieron 20 años sin hablarse. El
conflicto se generó porque unos días antes de casarse, la hermana le dijo a la futura
desposada que su novio era gay. El matrimonio duró 20 años, pero se terminó el día en
que él salió del armario y le confesó que llevaba mucho tiempo engañándola con
hombres. La mujer se dio cuenta entonces que había apercibido muchas señales de la
homosexualidad de su marido, pero no había querido verlas porque eso hubiera
supuesto un gran terremoto en su vida y eso le aterraba. Poco después de la gran
confesión, se reconcilió con su hermana.
A veces, vinculamos nuestra seguridad a estar con alguien porque así sentimos que no
estamos solas del todo, aunque sepamos que esa pareja no es demasiado buena para
nosotras. Ahora te explico por qué esa actitud puede llevarte a coleccionar fantasmas.
Para empezar, la necesidad de estar siempre con alguien te empujará a depender de los
demás para ser feliz y no aprenderás a desarrollar una autoestima fuerte por ti misma,
porque te resultará imprescindible tener a alguien a tu lado para sentirte bien.
Eso puede llevarte a vivir tres escenarios diferentes, cada cual, peor:
El primero es que te conformes con una persona que solo ejerza de pareja a tiempo
parcial, que aparezca y desaparezca, que no invierta en la relación, lo cual te destrozará
el amor propio poco a poco.
El segundo es que encadenes parejas, una detrás de otra. Desde fuera puede parecer
algo maravilloso, pero si se observa más cerca, es fácil ver como la mayoría de esas
relaciones no son sanas o no te aportan demasiado valor. Solamente te sirven como
muleta, para que puedas sentirte mejor contigo.
El tercero es que te enganches tanto a tu pareja que luego, al terminarse la relación, te
cueste un mundo soltarla. Estar sola te resulta impensable, así que prefieres agarrarte a
un fantasma y malgastar tu energía pensando en todo lo perdido, preguntándote por qué
se acabó la relación, acordándote de sus muertos o, aún peor, intentando enamorarlo de
nuevo, en lugar de aceptar que ese hombre no era para ti.
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Mándalo a la mierda
Construir una vida en la que tu felicidad no dependa de tu estatus
emocional, es esencial para enfocarte hacia una verdadera
relación de pareja.
Por otro lado, si vas coleccionando fantasmas en tu casa, no dejarás espacio para que el
amor de tu vida pueda entrar en ella.
Alimentar una relación inexistente o que ya terminó e idealizarla hasta el punto de creer
que ese era el hombre de tu vida, es siempre una mala opción y te acabará robando un
montón de tiempo. Ese tiempo lo podrías dedicar a conocer a alguien que realmente
valga la pena y que te elija como pareja todos los días.
Es momento de ser honesta contigo misma y formularte preguntas imprescindibles para
construir una vida feliz.
Ejercicio 4: Mi felicidad
¿Necesitas tener pareja para ser feliz?
Plantéate si has sentido alguna vez que eras feliz en tus épocas de soltería y pregúntate si
tienes la necesidad de tener a alguien al lado para sentir que tu autoestima está a tope.
¿Qué es lo que realmente necesitas para ser feliz? Confecciona una lista.
El deseo de tener pareja no debe partir de una necesidad o una carencia emocional, sino
desde las ganas de compartir tu increíble vida con alguien que la ensalce, que te haga
sentir bien, apoyada, amada, que te anime a ser tu mejor versión, con un hombre que se
convierta en tu compañero de viaje.
Para poder conseguirlo, primero, debes ser consciente de aquello que te hace feliz de
verdad y trabajar para tenerlo muy presente en tu vida. Luego, debes dejar salir a las
personas que ya te demostraron que no van a ocupar ese lugar, a los fantasmas, para
tener espacio para quien sí lo ocupará y, además, se sentirá orgulloso de ello.
Construir una vida que te llene, te empoderará, y eso servirá para que te resulte mucho
más fácil detectar a las personas que son afines a ti a largo plazo, a las que solamente te
sirven para rellenar un hueco o a las que no tienen ninguna intención de reclamar un
papel importante en tu vida porque solo están pasando el rato contigo. A partir de ese
momento, tendrás confianza plena en tu criterio y te lo pasarás de maravilla conociendo a
gente nueva, ligando y acudiendo a citas.
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Mándalo a la mierda
Y aquí empieza el tramo más difícil de nuestro viaje, pero también el más liberador y el
que te va a dar la fuerza necesaria para que consigas cualquier cosa que te propongas
en el futuro. Si logras entender y practicar lo que te voy a contar a continuación, vas a dar
un paso de gigante en tu búsqueda del amor.
Es hora de que empieces a mandar a la mierda.
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Mándalo a la mierda
¿Qué es mandar a la mierda?
Antes de que empecemos a mandar a la mierda a todo cristo, vamos a aclarar lo que
significa el concepto, en el contexto de este libro.
Quizás te preguntas por qué he optado por usar un lenguaje soez, en lugar de escoger
un sinónimo con tintes de diplomacia, como podría ser “mandar a paseo”. El motivo es
sencillo: ni ese, ni ninguno de sus sinónimos tienen tanta fuerza y toda ayuda es poca
cuando se trata de cortar con una vivencia que está enfrentando a tu cabeza con tu
corazón.
Cuando te sugiero que mandes a la mierda, te estoy instando a que te libres de todas
esas personas que no te están tratando como deberían, que no van a convertirse en tu
pareja o no encajan contigo.
Mandar a la mierda significa decir adiós a la persona que no está ofreciéndote lo que
necesitas para ser feliz.
Mandar a la mierda es darte cuenta que tienes poder sobre tu vida amorosa, que tú
puedes tomar decisiones y solamente tú sabes lo que quieres y te conviene.
Mandar a la mierda no es ser grosera con nadie, sino dar una orden a tu cerebro que te
ayudará a poder avanzar en tu vida, a cortar con las personas que te hacen sufrir, que te
hacen perder el tiempo y que te tratan mal.
Mandar a la mierda es eliminar todos esos patrones que minan tu autoestima y que te
engañan, haciéndote creer que debes conformarte con un 50% de lo que deseas.
¿Recuerdas aquella escena de Pretty Woman en la que pactan una cantidad para que
ella se quede una semana en el hotel con él? Vivian, que nunca ha visto tanto dinero
junto en su vida, le dice que hubiera aceptado el trabajo por menos y él contesta que le
hubiera pagado mucho más. La protagonista tenía la autoestima muy baja, pero cuando
acabó esa semana y se dio cuenta de que ella era mucho más que la profesión que
había elegido, su autoestima estaba en otro nivel más elevado y sabía lo que quería y lo
que se merecía tener. Y lo consiguió.
Mandar a la mierda es un estado mental muy necesario para
poder librarte de todo aquello que no resulta positivo para ti.
Así que te animo a que mandes a la mierda, no solamente a los hombres que no estén
aportándote lo que necesitas, sino también a cualquier vivencia o persona que esté
destruyendo tu autoestima y tu ilusión, y sobre todo a los que te argumentan que lo
hacen por tu bien.
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Mándalo a la mierda
De paso, si quieres, manda también a la mierda a tus miedos, a tus indecisiones, a tus
frenos, a la imagen distorsionada que ves en el espejo y a todo lo que te impide ser tú.
Perdemos demasiado tiempo lamentándonos de todo aquello que no nos gusta, en lugar
de enfocarnos en lo que queremos y buscar las estrategias necesarias para lograrlo.
Para poder encontrar al hombre de tu vida, debes echar a los fantasmas, liberarte de las
cadenas que te atan, de los patrones que te limitan y de los pensamientos que te
desmerecen.
No voy a cansarme de repetirte que tú vales mucho. Si no te lo crees, mírate al espejo
todas las mañanas y repítelo hasta que esa creencia forme parte de ti.
Y, ahora, procedamos a mandar a la mierda.
©Silvia Llop
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Mándalo a la mierda
Manda a la mierda al que te ha dejado
Mari me escribió porque decía que estaba confundida. Su novio, con el que había estado
un año y medio, cortó con ella.
- Él es un chico complicado, tímido, poco hablador, solitario, frío y escasamente
afectuoso - me decía -. Yo soy muy cariñosa y atenta.
El chico cortó con ella porque, en sus palabras, no estaba preparado para tener una
relación. ¿Te suena, verdad? Se sentía inseguro e inestable. Le dijo a Mari que la quería
mucho, pero no tanto como ella a él y que no deseaba hacerle daño. Mari me contaba
que no sabía qué hacer y me pidió ayuda.
Vamos a dejar de lado el hecho de que el chico estuvo saliendo con ella 1 año y medio
(sí, lo has leído bien, ¡1 año y medio!) antes de decirle que no estaba preparado para una
relación, porque desde luego, hay que tenerlos cuadrados para venir con ese cuento a
esas alturas del partido.
Mi respuesta fue que no hay nada que hacer cuando alguien ya te ha dejado y lo tiene
claro. Se debe pasar el duelo por la ruptura, aprender de la relación y luego volver al
ruedo y conocer a alguien que conecte mejor contigo y te dé lo que necesitas.
Se dan pocos casos en los que segundas partes fueron buenas. En cambio, son
numerosos aquellos que lo vuelven a intentar y se dan de frente con un muro compuesto
por los mismos ladrillos que el anterior. Para que una relación que terminó pueda
funcionar en su segunda edición, es necesario haber experimentado fuertes cambios
internos, lo cual requiere tiempo y maduración por ambas partes.
El email de Mari no es ninguna excepción. He recibido cientos que relatan historias
similares.
Este capítulo, si por mí fuera, no debería existir. No tendría que decirte que debes
mandar a la mierda a la persona que ya te ha mandado a la mierda a ti. Deberíamos
tener un botón de reset que pudiéramos apretar cada vez que se termina una relación o
una etapa y nos empujara a empezar una nueva página de nuestro particular libro de la
vida. ¿Te imaginas qué increíble sería poder pulsar un botón y que tu fuerza, tu ánimo, tu
autoestima y tus ganas de amar y ser amada se renovaran de forma automática?
Lamentablemente, este botón no existe (o sí, pero la mayoría de la gente no lo encuentra
o no lo sabe usar). En todo caso, lo que sí existe es nuestra capacidad para seguir hacia
delante y para aprender de los errores. El término técnico es “neuroplasticidad”.
La neuroplasticidad es la capacidad del cerebro para adaptarse y cambiar como
resultado de la conducta y la experiencia. ¿Lo ves? Está dentro de ti, tu cerebro lo tiene.
Lo único que debes hacer tú es usar la neuroplasticidad para aprender de tus
experiencias y no repetir tus errores. Qué fácil resulta decirlo, ¿verdad?
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Mándalo a la mierda
Puede que te encante ese hombre, pero si te ha dejado, por definición, no es tu futuro
compañero de vida. Seguro que hay alguien ahí fuera esperando que sí lo podría ser y
tú, que no te enteras, estás aquí perdiendo el tiempo, lamentándote día sí y día también
por perder a alguien que ha tomado la decisión consciente de no estar más en tu vida, al
menos no del modo en que tú deseas.
Te pasas los días recordando y añorando a alguien que ha elegido, por voluntad propia,
no continuar vuestra historia de amor. ¿Y tú estás eligiendo brindar más horas de tu vida
a esa persona? ¡Venga ya! Te mereces a alguien mejor. De verdad que sí.
Quedarse colgada de una ex pareja es una gran pérdida de tiempo, de energía y de
emociones. Todos pasamos por rupturas y necesitamos un poco de tiempo para reciclar
lo que ha ocurrido, formular preguntas que nadie nos va a responder y poder seguir
adelante. Eso no se puede eliminar, ni debería suprimirse porque es importante para
madurar emocionalmente, para almacenar la experiencia y poder extraer un aprendizaje
que nos sirva para encarar el futuro de un modo diferente.
Cada vez que tu corazón se rompe, aprendes nuevas lecciones y te das cuenta de que tu
fortaleza no tiene límites porque, aunque te sientes destruida por un tiempo, luego
vuelves a renacer y a recolocar las piezas. Y cada vez que eso ocurre, la configuración
de esas piezas cambia y tu corazón se transforma, lo cual da lugar a nuevas
experiencias, que vivirás de un modo ligeramente distinto, porque tú no serás igual. Ese
es el regalo que nos dan las relaciones fallidas: un nuevo corazón, hecho a medida
para nuestra próxima pareja.
El problema nace cuando empiezas a preguntarte “por qué” durante demasiado tiempo.
Cuando revives mil veces ciertas escenas en tu cabeza y te convences de que tú tuviste
la culpa, que quizás si hubieras girado a la izquierda en aquel cruce, en lugar de dirigirte
a la derecha, habrías evitado el fatal desenlace o hubieras llegado al Corte Inglés.
Deseas ir hacia atrás en el tiempo e intentarlo porque de ilusiones también se vive.
¿Volverá ese hombre conmigo si le demuestro que he cambiado? ¿Se dará cuenta de
que realmente me ama si me vuelve a ver? ¿Cómo deshago el entuerto?
Tus fútiles disquisiciones crean un ruido emocional que te lleva a enredarte en tu
desesperación y terminas perdiendo un tiempo precioso que podrías estar usando para
sanar y trabajar en ti misma.
Si decides tomar el camino de la aceptación y reconoces que, si ese hombre te ha
dejado, significa que no quiere estar contigo y que no es la persona de tu vida, entonces
no voy a dejarte sola. Te voy a dar una fórmula para lidiar con una ruptura en una
semana. Eso no significa que después de ese período ya estés como una rosa, libre de
polvo y paja, pero sí que te sentirás mejor porque estarás acelerando el proceso de
duelo.
Inicia los ejercicios cuando te sientas preparada. Eso puede ser el día en que se ha
acabado tu relación o 10 días después, pero trata de no demorarte demasiado porque
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eso indicaría que aún sigues esperando que esa persona vuelva, lo cual ni favorece a tu
salud mental, ni te da más posibilidades de recuperar a tu ex.
Ejercicio 5: Cómo enfrentarte a una ruptura en 7 días
1er día: Shock. Puedes plantearte todos los posibles “y si…”, llorar, patalear, enfadarte,
sentirte perdida. Todo vale. Escribe en un papel cómo te sientes en este momento y
guárdalo porque lo necesitarás más adelante.
2º día: Recuerda. Piensa en todo lo vivido con esa persona, lo bueno y lo malo. Escribe lo
que se te ocurra en un papel y, cuando hayas terminado, rómpelo en mil pedazos, vete a la
calle y tíralo en una basura.
3er día: Perdona y deja ir. Cierra los ojos e imagina que tienes un cordón que va desde tu
corazón al corazón de tu ex pareja. Imagina ese hilo con todo tipo de detalles . Dale color,
textura, grosor, longitud. Cuando estés preparada, vas a hacer dos cosas. Primero, pídele
perdón a tu ex por todas las veces que le hayas dañado consciente o inconscientemente y
perdónale tú también por las veces que lo haya hecho él. Debes hacerlo de corazón. Luego,
dale las gracias por haber estado en tu vida y haberte enseñado todo lo que te ha
enseñado. A continuación, elige una herramienta (tijeras, hacha, etc.) y corta ese cordón
(¡ojo, solo el cordón! Que no se te vaya la mano y termines dejándole sin cabeza…). Imagina
que al cortar ese cordón, tu ex sale volando como si fuera un globo pinchado y desaparece
de tu visión. Haz que el trozo de cordón que se ha quedado colgando de tu corazón, vuelva
a él.
4º día: Haz limpieza. Saca toda tu ropa del armario y tira aquella que está dañada, ya no te
pones o no te brinda ningún tipo de emoción positiva. Haz lo mismo con los objetos que
tengas en tu cuarto.
5º día: Céntrate en ti. Confecciona una lista con actividades que te hacen feliz y márcate
un horario para llevarlas a cabo empezando por hoy. Por otro lado, arréglate y siéntete
guapa durante todo el día, incluso si no tienes que salir de casa.
6º día: Crea al hombre de tus sueños. Confecciona una lista con todas las características
que te gustaría que tuviera tu pareja ideal. Sé ambiciosa y no te cortes. Tienen que ser
características positivas, no negativas. Por ejemplo, no puedes poner “que no me engañe”,
pero sí puedes poner “que sea fiel”.
7º día: Compara. Escribe cómo te sientes en un papel y, cuando termines, coge el papel
que escribiste el primer día y léelo. ¿Qué diferencias hay?
Voy a contarte la psicología que hay detrás de estos ejercicios para que comprendas cuál
es el sentido de cada uno de ellos.
En el día 1, se trata de sacar todas tus emociones fuera, en lugar de guardarlas para ti.
Escribir una carta te empuja a ponerle palabras a tus sentimientos, a volcarlos al exterior.
Este paso es importante porque, si reprimes tus emociones, podrían enquistarse y
terminar saliendo, más adelante, de una forma mucho más descontrolada y destructiva.
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Mándalo a la mierda
Así que, aunque lo pases mal escribiendo esa carta, es importante que lo hagas y
expliques con el máximo detalle posible cómo te estás sintiendo. ¡Quizás hasta te das
cuenta que estás hecha toda una J.K. Rowling!
El día 2 consiste en apuntar todo lo que has vivido con tu ex pareja, tanto lo bueno, como
lo malo. Eso te ayudará a sacar de dentro los recuerdos. Romper el papel servirá para
que a tu cerebro le resulte más fácil procesar el hecho de que la relación se acabó. Tirar
los papeles fuera de casa simboliza sacar esa relación de tu interior, de tu espacio.
Durante el día 3, tienes dos ejercicios muy importantes. El ejercicio del perdón te ayudará
a cicatrizar porque cuando perdonas a alguien, estás cerrando una etapa y cuando pides
perdón estás liquidando asuntos que quedaron pendientes. Este es un ejercicio que
puedes llevar a cabo con cualquier persona de tu entorno por la que sientas
resentimiento o con la que tengas tensiones. Recuerda que no lo estás haciendo por el
otro, sino por ti.
Cuando en las terapias sugiero este ejercicio, la primera reacción de mis clientas suele
ser la sorpresa con pinceladas de indignación. Me dicen que él no se lo merece, que hay
cosas que son imperdonables. Yo les contesto que no perdonar a alguien es como dejar
una brasa ardiendo a la que le vas echando gasolina de tanto en tanto, cada vez que
pierdes el tiempo pensando en esa persona, odiándola o recordando la afrenta que te
hizo. A quien más le va a afectar que no le hayas perdonado, es a ti.
No olvides que estás mandando a tu ex a la mierda. ¡Eres tú quien se merece estar libre
de brasas! Así que pide perdón y perdona (todo de forma mental).
El ejercicio del cordón es ideal para librarte de un enganche emocional que ya no quieres
tener. Construir una imagen clara de lo que estás intentando conseguir a nivel emocional,
facilita el entendimiento. Que tu cerebro entienda lo que está pasando y te brinde su
ayuda, es esencial para superar una ruptura. Si consigues que tu cerebro trabaje contigo,
activarás la plasticidad neuronal y lograrás sanar con mucha más rapidez porque, en
lugar de estar pensando en las cosas que hacíais juntos o la pena de no tenerlo más
como pareja, estarás reforzando la idea de que la relación terminó y que estás iniciando
una nueva fase de tu vida. Cuanto más detalle e imaginación le eches al ejercicio, más
claro lo verá tu cerebro.
El día 4 toca reordenar tu cuarto (y, si quieres, toda tu casa). Eso va a ayudarte a renovar
tu energía exterior e interior (y de paso te mantendrá ocupada). He echado mano de esta
técnica china, de origen taoísta (el Feng Shui), porque yo personalmente la llevo
utilizando toda mi vida. Cuando te sientas atascada o con necesidad de un cambio,
primero de todo dedícate a reorganizar tu armario. Tira todo lo que no uses y cambia la
forma de ordenarlo todo. Hazlo conscientemente, pensando, mientras lo haces, en el
cambio que quieres dar y en lo que quieres conseguir. Verás como al terminar, te sientes
muy diferente a cuando empezaste.
Comparto contigo un cuento relacionado con el Feng Shui:
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Mándalo a la mierda
Estar de paso
En el siglo pasado, un turista americano visitó al famoso rabino Chofetz Chaim y se
quedó asombrado al ver que la morada del rabino consistía, sencillamente, en una
habitación atestada de libros. El único mobiliario lo constituían una cama, una mesa y
una banqueta.
- Rabino, ¿dónde están sus muebles? - Preguntó el turista.
- ¿Dónde están los suyos? - Replicó el rabino.
- ¿Los míos? - Respondió, sorprendido. - Pero si yo solo soy un visitante... estoy aquí de
paso. - Dijo el americano.
- Yo también - dijo el rabino.
Atarse a una relación que ya no existe, supone un lastre en tu vida que hará que te
cueste mucho más avanzar. Estás de paso en este mundo, así que no te amarres a
aquello que no te hace feliz.
El día 5 quiero que lo dediques solamente a ti, a sentirte bien, a verte bien, a vestirte de
forma que se realcen tus cualidades. Quiero que te mires al espejo y te gustes. Además,
es un buen momento para que pienses en actividades que quieres llevar a cabo más a
menudo porque te ayudan a conectar contigo misma y te entretienen. También puedes
apuntarte a un curso o iniciar un proyecto nuevo que te haga ilusión. La cuestión es que
dediques tu tiempo a lo que te haga sentir bien.
El sexto día servirá para que te centres en lo que quieres con respecto al terreno del
amor. Ya sé que puede que ahora no tengas “el chichi pa’ farolillos” y que no quieras ver
a un hombre ni en pintura, pero es importante que concretes qué es lo que quieres en tu
próxima pareja, porque así estás sintonizándote con lo que realmente deseas y no te
centras en lo que te ha ido mal o en lo decepcionada que estás en estos momentos y en
lo horribles que son los hombres. Es por eso que te he prohibido usar adjetivos
negativos, solo positivos. ¿Si pudieras crear al hombre de tus sueños, cómo sería?
El séptimo día es para que valores cómo estás, comparándolo con el primer día. ¿Ha
cambiado algo? ¿Cómo están tus emociones ahora? Es importante que veas el progreso
que has tenido en una semana y que seas consciente de que ya has pasado lo peor y
ahora solo queda mirar hacia delante y empezar esa nueva etapa de tu vida, en la que
vas a aprender un montón de cosas nuevas que podrás utilizar a partir de ahora.
No te fustigues si por el camino te rompes, le echas de menos o se te calienta la boca y
le suplicas que vuelva contigo. Puedes volver a empezar este proceso y realizar los
ejercicios todas las veces que te haga falta.
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Mándalo a la mierda
Eso sí, si sientes que las ganas de rogarle te están invadiendo, llama a tu madre o a tu
mejor amiga antes de hacerlo, por favor. Seguridad ante todo.
Debes darte cuenta que cada relación conforma una experiencia más. Es algo que vives
en un momento puntual de tu vida y, si eso no funciona y lo dejáis, es porque te toca
pasar a otro nivel y ya no queda más que vivir con esa persona.
Sí, así es amiga, y no me vengas con el cuento de que nadie volverá a quererte como él
o que nadie te hará sentir tanto. Como cantaba Manolo Escobar: no me cuentes cuentos
que ya no soy un niño, no me cuentes cuentos que no me creo ná.
Tienes que pensarlo como un proceso en el que lo importante es ir acumulando
experiencias que te servirán para el futuro. Si esta relación no ha funcionado es porque
no es la definitiva, porque te espera algo mucho mejor. Cuando encuentres a esa
persona, te vas a reír de ti misma, recordando cómo te rallaste la cabeza, convencida de
que tu ex era el hombre de tu vida. ¡Qué ingenua fuiste! ¡Cuánto tiempo perdido! Bueno,
si estás leyendo esto, espero que puedas reducir esa fase y entender que si ya no está a
tu lado es porque no debe estarlo. Ahora se encuentra en otro lugar. Un castillo formado
por lujosos excrementos en el que ondea la bandera de la indiferencia. Y, a no ser que
quieras convertirte en la reina de la caca, será mejor que no le sigas.
Perseguir a alguien que no está contigo, te llevará a perderte el
respeto a ti misma.
Si eliges seguir colgada de alguien que no lo está por ti, no dejarás a tu corazón libre
para conocer a alguien que sí quiera compartirlo todo contigo.
Ejercicio 6: La desdichada
Ana tiene un problema y necesita tu ayuda. Acaba de ver a su novio, le ha dicho que cree
que deben dejarlo porque no está muy seguro de lo que siente por ella. Piensa que nunca
podrá llegar a quererla y prefiere dejarlo. ¿Qué le dirías?
A. Le sugieres que hable con él y le haga cambiar de opinión.
B. Le comentas que conoces a alguien que pasó por lo mismo y terminó arreglándolo.
C. Le dices que lo mande a la mierda.
¿Es más fácil analizar una situación cuando no la vives en tus propias carnes, verdad?
Estoy segura que a esta chica no le darías el consejo de arrastrarse por el fango por
alguien que le acaba de decir que no la va a querer nunca y que ves muy claro que este
chico no le va a dar lo que necesita, ni la va a hacer feliz.
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Entonces, empieza a tratarte a ti misma con el cariño que le has brindado a Ana. Está en
juego tu autoestima.
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Manda a la mierda al que no te gusta
Matías era un chico muy dulce al que conocí un frío febrero. Nos presentó nuestro amigo
Tinder y, después de hablar intensamente durante más de una semana, de compartir
experiencias, ilusiones y anhelos, decidimos vernos en persona.
Después de largas conversaciones por teléfono, yo tenía la certeza de que me iba a
gustar, pero los nervios crecían y se agolpaban más y más en mi estómago conforme me
iba acercando a la estación de tren donde habíamos quedado. “¿Será tan guapo como
en las fotos? ¿Saltará la chispa entre nosotros?”
Cuando lo vi, se me paró el corazón. Era más alto de lo que pensaba, delgado, pero
corpulento. Sin duda, atractivo. Él avanzó hacia mí con gran determinación y me plantó
un beso en los labios que puso mi mundo patas arriba. ¡Qué beso! El chico tenía agallas
y eso me encantó.
La conexión que sentimos desde el primer momento superó con creces mis expectativas.
No tardamos demasiado en darnos cuenta que había algo especial entre nosotros.
Nuestros cuerpos tenían un lenguaje común, totalmente ajeno al intelecto. Se entendían
sin hablar. Encajaban a la perfección. Nunca había sentido algo tan intenso.
La primera noche que pasamos juntos, hubo fuegos artificiales. Y la segunda. Y la
tercera. La sensación era mutua. No sabíamos si se trataba de física o de química, pero
no nos importaba, ¡eso era gloria bendita! Nunca me he sentido más a gusto con mi
cuerpo que cuando estaba en la cama con él. Le gustaba cada curva, cada imperfección,
cada gramo de menos y cada gramo de más. Era como si él mismo hubiera amasado a
su mujer perfecta y llevara mi nombre.
Empezamos a salir y ambos íbamos en busca de algo serio, pero al cabo de un mes,
empecé a darme cuenta de que, a pesar de lo mucho que disfrutaba con él debajo de las
sábanas, había algo que no estaba funcionando. Su experiencia vital y la mía distaban
tanto que era difícil no notarlo en el día a día.
Yo era 3 años mayor, había vivido en 3 países distintos y había tenido incontables
relaciones de diversos tipos. Él no se había desplazado más de 100 km de la casa de
sus padres, aún estudiaba y había tenido solamente dos relaciones, más bien cortas.
Quizás ese cóctel de dispares circunstancias, exacerbaba su inseguridad y la hacía más
que evidente. Él buscaba mi aprobación constante, de modo que pronto empecé a
sentirme como si fuera su madre, como si tuviera que enseñarle cómo hacerlo todo.
Toda la seguridad que desprendía en el dormitorio, desaparecía nada más abrir la puerta.
Mi atracción hacia él disminuía a increíble velocidad. Se escapaba entre mis manos, sin
que yo pudiera hacer nada para evitarlo. Era como un pez que se mordía la cola. Cuanto
más intentaba él complacerme, más se apagaban mis sentimientos.
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Me sentía frustrada y totalmente confundida. Intentaba ignorar mis sentimientos y
centrarme solamente en lo que me llenaba, pero cada vez había más ruido en mi interior.
Debería haber cortado esa relación en ese momento, pero aguanté dos meses más. Todo
porque mi deseo por tener pareja me llevaba a intentar convencerme de que todo iba
bien, que él solo necesitaba tiempo para sentirse seguro y ser más como yo quería que
fuera. Además, el sexo era increíble, para qué negarlo.
Pero llegó un momento en el que ya no pude ignorar más la realidad. Me estaba
empezando a enfadar por tonterías, a crispar simplemente porque cada vez me sentía
más madre y menos pareja. Me comportaba de una forma caprichosa y, en ocasiones,
rozando lo desagradable. Eso me hacía sentir mal, porque él era una buena persona que
solo trataba de contentarme y no se merecía mi desdén.
Tuve que poner fin y sé que sin querer le hice daño, pero no podía forzar por más tiempo
esa situación. Hasta el sexo había dejado de gustarme porque ya no sentía ninguna
atracción hacia él, ni siquiera física.
Es curioso como la chispa prende, como por arte de magia, y enciende un fuego tan
grande que podría calentar toda una aldea, pero luego, el día menos pensado, se
extingue sin avisar y te deja fría como un témpano.
Matías me hizo vivir una experiencia única que no se ha vuelto a producir con esa
intensidad jamás. Pero no era la persona con la que yo estaba destinada a vivir un
romance eterno.
Él me enseñó algo importante:
A veces deseamos tanto vivir una historia de amor, que pasamos
por alto que nunca nos vamos a enamorar de esa persona.
Eso no es justo ni para ti, ni para quien suspira por ti.
Si ya llevas un tiempo sintiendo que estás con un chico que te enerva constantemente,
que no acaba de encajar contigo o que necesita un cambio de personalidad para
enamorarte, hazte un favor y mándalo a la mierda (con cariño). Me da igual si es un dios
en la cama, como Matías, o si te trata como a la reina que eres. No es suficiente.
Tener compañía es grato. Tener la compañía de alguien que está por ti y que es buena
persona, es aún más grato. Tener la compañía del mejor amante es gratísimo. Pero
aprovecharse de eso para cubrir tus necesidades básicas, tus carencias, mientras te das
tiempo para que aparezca alguien mejor o para que estés preparada para volver al
ruedo, es una mala jugada.
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Mándalo a la mierda
No te van a gustar todas las personas a las que les gustes y eso es ley de vida. De la
misma forma que tú no vas a gustarles a todos los hombres por los que bebas los
vientos.
Ya sé que es molesto encontrar a alguien genial que no te termina de gustar.
Ya sé que quieres intentarlo porque esa persona merece una oportunidad. Y yo estoy de
acuerdo en que se la des porque a veces los sentimientos tardan un poco en crecer.
Pero cuando veas que no hay donde rascar, sé honesta y deja a esa persona porque,
seguramente, tú has estado alguna vez en su lugar y te hubiera gustado que el chico en
cuestión no hubiera aguantado tanto contigo, cuando sabía que no quería nada serio o
que no iba a funcionar. Luego nos quejamos de que los hombres son unos cabrones,
pero nosotras no nos quedamos atrás.
Debemos pensar un poco más en los sentimientos de las personas que nos rodean y
tomar nuestras decisiones teniéndolos en cuenta. Se llama empatía y cuanta más
tengas, más generarás en los demás.
Si alguien no te gusta del modo en que debería después de un tiempo prudencial, como,
por ejemplo 2-3 meses, debes dejarlo y no usarlo como si fuera la casa del pueblo en el
que veraneas, que queda desierta con la llegada de septiembre.
Si necesitas calma, entonces no salgas con nadie hasta que tu corazón se restablezca
de las últimas juergas o de la relación que no terminó como esperabas.
No repares una muñeca rota robándole el brazo a otra.
Para recuperar tu equilibrio emocional, no es necesario pisotear a
otra persona.
Si eres lo suficientemente responsable como para tener relaciones de pareja, también
deberías serlo para estar sola cuando toque y para cortar con las personas que no te
aportan lo que de verdad deseas, en especial si sabes que el otro puede salir herido
porque él sí está pillado en cuerpo y alma con la relación.
Esta premisa debería formar parte del código deontológico de la raza humana. Como
reza el refranero popular: agua que no has de beber, déjala correr.
En resumen, si no te gusta alguien, no le hagas perder el tiempo y no pierdas el tuyo.
Cupido te va a recompensar por ello, créeme.
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Mándalo a la mierda
Manda a la mierda al que no te hace sentir bien
Conocí a Jordi en un momento de mi vida en el que llevaba una colección de chicos a
mis espaldas que no superaban la tercera cita. Había pasado ya un año y medio desde
mi última relación. Era el período más largo que había pasado sin pareja estable y yo me
sentía como si estuviera perdiendo el tren de mi vida. ¿Por qué era tan difícil conocer a
alguien con quien tuviera una buena conexión y pudiera iniciar algo serio? Me sentía
frustrada. ¡Había sido tan fácil en el pasado! Me sentía atascada, como si hubiera
tomado el camino equivocado sin quererlo.
Culpé al factor cultural más de lo que debería. Yo ya no vivía en España, mi país de
origen, y los chicos que estaba conociendo tenían un carácter más germánico, muy
distinto al calor latino.
En medio de esta vorágine de sentimientos, conocí a Jordi.
Él era una persona cautivadora y muy pronto me dejó claro que estaba interesado en mí.
Me persiguió con ganas y se lo curró bastante. En la segunda cita me invitó a un
restaurante que yo no podía permitirme y me dejó claro que, de lo único que debía
preocuparme, era de apurar mi plato, saborear el vino y dar con el postre más apetitoso
de la extensa carta que tenía delante.
Estaba en una nube, encantada por toda la atención recibida, y es por eso que pasé por
alto que ciertas cosas de él no me acababan de gustar. Por ejemplo, que las
conversaciones casi siempre giraban a su alrededor y que parecía muy interesado en
quedar como el que más sabía de todo en general. La verdad es que se hacía bastante
el interesante y mostraba rasgos narcisistas, en los que ni reparé de primeras, porque al
parecer, la psicóloga se queda en casa cuando invitan a Silvia a un restaurante.
Recuerdo el primer fin de semana que pasamos en su casa, cuando apenas llevábamos
dos o tres semanas conociéndonos. Yo estaba preparando una pizza para la cena. Se
pasó por la cocina a “supervisar” mi tarea y, al parecer, no le gustó el orden en el que los
ingredientes estaban siendo distribuidos. De repente, se convirtió en Arguiñano y se sacó
de la manga una master class sobre cómo hacer correctamente una pizza. ¡Lecciones a
mí, que me he pasado media vida preparando los viernes deliciosas pizzas caseras con
mi madre!
No hubo manera de poder acabar la pizza como yo quería porque el chico se puso
realmente pesado, hasta que desistí y la hice como él indicaba. Y no, no era italiano o
cocinero jefe en una trattoria, era simplemente un engreído.
Si alguien cocina para ti, lo mínimo es permitir que lo haga en paz y a su manera.
Especialmente si aún os estáis conociendo y lo está haciendo con cariño y con toda la
ilusión del mundo.
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Puede que te preguntes si esa fue la gota que colmó el vaso. La respuesta es no. Estaba
demasiado ocupada imaginándome un futuro con él para darme cuenta que hubiera sido
el peor novio del mundo.
Al cabo de unas semanas, empezó a disminuir mucho el flujo de mensajes que me
mandaba a lo largo del día. Lo que al principio fue un despliegue de selfies y atenciones,
se convirtió en míseras fotografías de sus pies. Y no en plan fetichista, sino él en el
autobús (¡su zapato!), en el trabajo, en casa… Al parecer ya no era tan importante como
para deleitarme con su cara. Me había relegado a los pies. Pero yo aún estaba erre que
erre, invirtiendo en la no-relación. Tratando de buscar mensajes ocultos que me indicaran
que él estaba por mí. ¡Qué tontas podemos ser a veces!
Al cabo de una semana, cuando el hedor a desinterés se percibía desde la ciudad
vecina, me empecé a oler el percal. De repente, hacer planes con él era misión
imposible. No sabía si le vendría bien a las 5 o a las 8, quizá no llegaba, no me lo podía
asegurar, mejor dejarlo para otro día… La claridad y la decisión del principio habían
desaparecido.
Entonces, finalmente, empecé a darme cuenta que se estaba marcando el ghosting de su
vida (ghosting es un término que significa literalmente “fantasmear” y se refiere a cuando
la gente en lugar de tener una conversación contigo y decirte “oye, que esto no funciona,
mejor lo dejamos como amigos”, desaparece sin más).
Uno de los colofones finales de la no-relación, fue cuando me mandó una pie-selfie de
las suyas… ¡En el baño! Sí amiga, le mandé un mensaje y me respondió con una foto de
sus pies mientras estaba cagando. Me estaba mandando a la mierda en lenguaje
figurado y a mí se me pasaron las ganas de seguir excusándolo.
Él nunca cortó conmigo, pero tampoco me pidió quedar más. Pasados unos meses, me
escribió, aceptando que quizás no había manejado el tema del mejor modo y
preguntando si nos podíamos ver para hablarlo. Obviamente, para entonces las neuronas
ya me estaban funcionando de nuevo y fui yo quien lo mandó a la mierda, de forma
elegante y sin usar palabras malsonantes, aunque mi lado más perverso estaba
deseando mandarle una foto de unos pies haciendo la peineta. Seguro que Google
dispone de este tipo de material.
Pensarás que ahí terminó todo, pero Jordi, el idiota de larga cuerda, volvió a asomar la
cabeza dos años después, cuando me escribió lo siguiente: “a veces paso con la moto
por delante de tu casa y, si no tengo la mente ocupada en algo interesante, pienso en ti”.
Casi me derrito con semejante piropo…
¡De una buena me libré! Aún doy gracias al cielo por ello, pero el tiempo perdido no me lo
quita nadie.
Y ese es el quid de este capítulo, que regalé mi tiempo a alguien que me hacía sentir mal
día sí, día también, porque después de la cita del restaurante, todo fue de capa caída y
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Mándalo a la mierda
yo miraba para otro lado porque no me interesaba ver la realidad. Por más que me
pesara, mi soltería aún no iba a llegar a su fin.
Si te has pasado esta historia negando con la cabeza en señal de desaprobación, te
entiendo perfectamente. Dejé que un narcisista, al que solo le interesé cuando suponía
un reto, me mangoneara como él quería y encima le iba detrás.
¿Te ha pasado a ti alguna vez? ¿Has estado con alguien que no te ha tratado mal, pero
tampoco te ha hecho sentir bien?
En mi caso, esto sucedió porque deseaba tanto tener pareja que solo me fijaba en las
cosas buenas que él me aportaba y pasaba bastante de todo lo demás, aunque la
balanza claramente se decantara por lo malo.
También se pueden dar este tipo de situaciones si tienes una autoestima baja. Cuando
no te valoras, piensas que nadie te puede querer y estás convencida que no eres
merecedora de amor, por el motivo que sea.
Entonces conviertes en caballero salvador al primero que pasa y te presta atención. Si
consigue seducirte y traspasar los muros que has alzado, es probable que le abras las
puertas de par en par para que haga contigo lo que le plazca.
El problema es que al principio no se va a mostrar como un crápula porque sabe que, si
no se lo curra, se queda sin conquista. Pero una vez te tenga ya en sus redes, va a
comportarse del modo en que le dé la gana, sabiendo que tú vas a estar ahí porque se lo
vas demostrando día a día.
Es por eso que debes trabajar siempre en tu autoestima y ser muy consciente de que tus
ganas de tener pareja podrían nublarte el juicio a la hora de elegir a tu compañero.
Acuérdate del dicho: vísteme despacio que tengo prisa.
Ejercicio 7: La resignada
Imagina que conoces a un chico muy majo que te prepara citas de lo más interesantes y te
lo pasas bien con él, pero tiene la mala costumbre de cuestionarte constantemente, de
hacerte sentir que tus opiniones no son válidas, hasta el punto que tú le das la razón en
todo porque prefieres no discutir. Llevas pocas semanas saliendo con él y te gusta, pero
sientes que no puedes ser tú misma. Cada vez que pensáis diferente, te intenta llevar a su
terreno, restando importancia a tu opinión. Trataste de decírselo en varias ocasiones, pero,
como siempre, te hizo ver que lo que decías era una tontería.
¿Qué vas a hacer?
A. Intentar no llevarle nunca la contraria para que todo vaya bien.
B. Le voy a dar una nueva oportunidad a ver si cambia o me acostumbro.
C. Voy a empezar a ser yo misma y, si eso le sienta mal, ¡lo mando a la mierda por correo
express y con acuse de recibo!
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Mándalo a la mierda
Si tienes que sacar algo en claro de este capítulo, que sea lo siguiente:
1. A veces iniciamos relaciones de pareja por los motivos equivocados.
2. Si al chico le molesta tu carácter, deberías replantearte si te interesa.
3. Estar con alguien que te hace sentir mal nunca es una buena opción.
Ya te he comentado que los principales motivos para aguantar una situación de esta
índole son la baja autoestima y las ganas exageradas de tener pareja, pero hay más.
Así que quiero que pienses en los hombres con los que has estado y que no te han
hecho sentir bien. Pregúntate por qué motivo has aguantado esa situación. ¿Tal vez te
sentías sola? ¿Todas tus amigas tenían pareja y eso te empujaba a querer tenerla tú
también? ¿Pensabas que nadie más te iba a querer?
Identificar el motivo por el que te enganchaste a alguien que no te hacía sentir bien, te
ayudará a ser consciente de tu realidad y así será mucho más fácil cambiarla y mandar a
la mierda a las personas que no cumplan de ahora en adelante.
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Mándalo a la mierda
Manda a la mierda al que solo te quiere para follar
Amanda conoció a Javier en una cálida noche de verano. Entre ellos, había una química
innegable. Pasaron esa noche juntos y la pasión se desató. Volvieron a quedar una vez,
y otra, y otra. Amanda no iba buscando nada serio, pero, sin saber cuándo ni por qué, se
quedó prendada de Javier.
Él le escribía de vez en cuando. Sus mensajes sobre todas las cosas que le haría la
próxima vez que se vieran la dejaban sin respiración y, cuando se veían, realmente
cumplía con su palabra. Sus planes eran siempre nocturnos y nunca faltaban las
cervezas, el tonteo o las risas. La espontaneidad jugaba un papel importante en sus
encuentros. Él la solía llamar a altas horas de la madrugada, cuando estaba de fiesta con
sus amigos para terminar tomando la última copa en su casa. Ella accedía alegremente
porque le encantaba estar con él, pero esos encuentros fortuitos le sabían a poco.
Amanda suspiraba por él, le añoraba en todo momento. Deseaba que llegara el día en
que las cosas cambiaran y se empezaran a ver más. Quería ser paciente, demostrarle
que no le iba a agobiar, que le dejaría ir a su ritmo.
Pronto la ilusión se tornó frustración y Amanda empezó a echar cuentas.
Nunca habían tenido una cita fuera de casa. Nunca le había visto a la luz del día. No
conocía a sus amigos, ni mucho menos a su familia. Tampoco tenía ni idea de si se veía
con otras chicas porque no lo habían hablado en ningún momento. No sabía si Javier
tenía sentimientos hacia ella, más allá de la pasión y el cariño que acompaña al roce.
De hecho, no se veían regularmente. Algunas semanas se encontraban dos veces y
luego podían pasar hasta un mes sin quedar. Él argumentaba que estaba muy ocupado.
El trabajo le demandaba mucho y, además, tenía una vida social muy rica, iba al
gimnasio y estaba en una asociación de moteros.
Cuando se dio cuenta de esto, Amanda le confrontó. Le preguntó por qué nunca se
habían visto en la calle o planificaban sus citas con antelación.
Él le dijo que le gustaba ser espontáneo, que estaba muy ocupado y por eso no podía
planificar.
Ella le preguntó si tenían una relación de exclusividad o él estaba con otras. Su
respuesta fue que le gustaba la libertad, que se lo estaba pasando genial con ella y que
la relación era perfecta.
Amanda dejó de responder a sus mensajes de madrugada y ahí terminó su relación.
Pero habían pasado ya varios meses y ella se había enamorado. Se quedó hecha polvo
al darse cuenta de que él nunca la quiso.
¿Cuál fue el error de Amanda?
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Mándalo a la mierda
Aceptar el status quo, es decir, mantener una relación impredecible, a altas horas de
madrugada, puramente sexual y sin ningún tipo de compromiso.
Ella quería algo serio, pero se metió en ese embolado porque el chico le gustaba y
porque pensó que esa era una forma como otra cualquiera de empezar a conocer a
alguien.
Ese es un error que he visto cometer a muchas mujeres. Empiezan a conocer a alguien
de cualquier manera porque no sienten un interés especial por esa persona y, de repente,
sin saber cómo, se ven envueltas en una no-relación que les deja como regalo un adiós
fugaz y una dolorosa resaca emocional.
Si una relación se basa solamente en el sexo desde el principio, es
muy difícil que luego cambie.
Para no caer en ese error, lo primero que debes hacer es detectar si la persona en
cuestión te quiere solamente para tener sexo, para vivir una relación casual, para
pasárselo bien sin ningún tipo de compromiso.
Para ese preciso propósito, he diseñado el ejercicio número 8.
Ejercicio 8: Cómo saber si solo te quiere para follar
Si quieres saber si un chico te quiere solo para una relación casual, responde a las
siguientes preguntas:
1. ¿Soléis planificar vuestros encuentros con al menos un día de antelación?
2. ¿Tenéis citas variadas e interesantes?
3. ¿Sabes cómo se siente con respecto a ti y a la relación?
4. ¿Conoces a sus amigos (fuera del ambiente de fiesta)?
5. ¿Os veis al menos una vez por semana?
6. ¿Tenéis exclusividad?
7. ¿Crees que el sexo está en un segundo plano en vuestra relación?
8. ¿Hacéis planes juntos casi todos los fines de semana?
Si has contestado SÍ a la mayoría de estas preguntas: ¡Felicidades! Es muy probable que tu
chico te vea como algo más que un polvo fácil.
Si has contestado NO a la mayoría de estas preguntas: ¡Ups! Parece que te mueves en
terreno peligroso. Es posible que tu chico solamente quiera una relación casual contigo.
Siempre hay excepciones que confirman la regla, pero yo de ti no perdería el tiempo
pensando que él es la excepción. Te lo digo por experiencia propia.
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Mándalo a la mierda
Y, ahora, pasemos a la práctica.
¿Qué puedes hacer para no meterte, sin querer, en una no-relación de este tipo?
Marcar tú el estándar. Es decir, no aceptar nada que no te parezca correcto.
Nadie puede usarte como polvo fácil si tú no quieres.
Si un chico te llama de madrugada, tú puedes decidir no cogerle el teléfono. El mensaje
que le estarás dando es: no respondo a altas horas.
Si un chico solo queda contigo de forma espontánea, tú puedes decidir estar solamente
disponible cuando haga planes con antelación. El mensaje que le estarás dando es:
tengo una vida y no estoy siempre disponible para ti.
Si un chico solo te propone citas en casa, tú puedes decir que no. El mensaje que le
estarás dando es: para salir conmigo, deberás aportarme algo fuera de la cama.
Si un chico te dice que quiere libertad y no está buscando una relación, tú puedes
mandarle a la mierda. El mensaje que le estás dando es: yo sí quiero una relación.
Al final, tú eres la responsable de lo que ocurre en tu vida y también tienes la obligación
de asegurarte que eres tratada de la forma que mereces.
Si dejas que alguien te trate como su polvo fácil, no resulta sencillo revertir la situación,
pero la única forma de conseguirlo es marcando tus estándares, ejecutando tu lista de
mínimos, diciendo que no a lo que no te parezca correcto.
A veces, se establece una distancia entre lo que quieres o deseas y lo que realmente te
interesa. A la hora de tomar decisiones, es preferible dar prioridad a tus objetivos de largo
plazo que a tus deseos sexuales.
Ejercicio 9: La encamada
Tu amiga Alejandra te cuenta que, en el terreno del amor, está en un brete. Hay un chico
especial en su vida. El problema es que no sabe qué tipo de relación tienen. Lo que sí sabe
es que la química es increíble y pasan mucho rato en la cama. No suelen tener citas, pero se
ven numerosas noches. Nunca han hablado de sentimientos, ni de exclusividad. A veces
pasa días sin saber nada de él, aunque supone que siempre está muy ocupado, incluso los
fines de semana.
¿Qué piensas sobre esa relación?
A. Necesito más información, no lo veo claro.
B. Creo que así es como suelen empezar las historias de amor.
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Mándalo a la mierda
C. Este chico no está demostrando ningún interés más allá del sexo. Debería dejarle las
cosas claras. Si él no está por la labor de cambiar la relación, ¡que lo mande a la mierda!
Cuando analizas una situación en la que tú no eres la protagonista, es mucho más fácil
darte cuenta de lo que funciona y lo que no, porque tus sentimientos no forman parte de
la ecuación (a no ser que estés proyectando tu propia historia y quieras darle el final feliz
que tú deseas tener).
Ahora que tienes en tu poder las preguntas clave para saber si alguien solo te quiere
para follar, ya no tienes excusa. ¡Manda a la mierda a quien se comporte de ese
modo! Ya sabes que te mereces a alguien que quiera pasar tiempo contigo, más fuera
que dentro de la cama, que te presente a las personas que son importantes en su vida,
que planee verte todas las semanas y que quiera exclusividad.
No aceptes migas de pan cuando puedes tener toda la baguette entera. Aunque eso
implique un cambio de panadería.
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Mándalo a la mierda
Manda a la mierda a tu follamigo
Alba y Jaime iniciaron su historia con la premisa de no perseguir una relación formal, más
por precaución que por convicción. Ambos querían pasarlo bien y su química era
innegable, así que se veían de vez en cuando, follaban como conejos y también
realizaban otro tipo de actividades como ir a museos, cenar fuera de casa, pasear, etc.
Eran básicamente follamigos. Amigos con derecho a roce. Llámalo como quieras. Se iban
de excursión algunos fines de semana, pasaban días enteros juntos, se contaban sus
cosas…
Si alguna vez has tenido una relación de este tipo, sabrás que nacen con fecha de
caducidad. No se puede sostener en el tiempo porque es difícil dejar los sentimientos
fuera de la ecuación para siempre.
La follamistad como concepto, me parece idealista. La realidad es que no funciona.
Nunca. O quizá deba decirlo de otra forma. Funciona para un rato, si los dos están de
acuerdo, pero no se sostiene a largo plazo porque no hay posibilidad de una relación
formal. Con el tiempo, se inicia una carrera silenciosa en la que gana el primero que
encuentre a alguien con quien sí le apetezca comprometerse. Cuando eso ocurre, la
follamistad se rompe y, si había sentimientos de por medio, el corazón de la persona
abandonada, también.
En el caso de Alba y Jaime, fue ella la que empezó a enamorarse y, aunque desde fuera
se veía muy claro, la chica no se dio cuenta de la magnitud del percal hasta que ya
estaba hasta las trancas.
Ya no le parecía bien verse una vez o dos al mes. Le echaba de menos, quería más
tiempo con él.
El problema es que él estaba feliz con la relación tal y como era. Obviamente tenía a
otras chicas en su vida y, aunque Alba era, sin duda, la más especial de todas, no iba a
ser nunca su novia.
Ella lo sabía, pero aun así, no podía resistirse a sus encantos.
Cada vez le fue más complicado obviar sus sentimientos y empezó a molestarse por
pequeñas cosas, a actuar desde el resentimiento, a darse cuenta que, sin un cambio, no
iba a poder seguir.
La historia terminó como el rosario de la Aurora, que es como suelen acabar este tipo de
relaciones, si no se les pone freno antes de que empiecen a caer por el precipicio.
El problema es que el roce hace el cariño y, por mucho que desde el principio se haya
hablado de tener una relación de amigos con derecho a roce, los sentimientos acaban
incidiendo de algún modo y siempre hay alguien que empieza a sentir algo más fuerte,
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Mándalo a la mierda
que se engancha, que demanda más, que se molesta por cosas que antes no le
importaban, que se pregunta qué estará haciendo la otra persona y con quién.
Así, por un lado, está el problema de que cualquiera de los dos se esté enamorando.
Pero por otro lado también tenemos otro tema y es que esta persona está ocupando el
lugar que corresponde a la pareja, aunque no lo sea.
Ya te he hablado del inconveniente que genera tener a un fantasma en tu vida amorosa.
Será complicado que conozcas a alguien con proyección a ser tu pareja porque esa
parcela de tu vida ya está ocupada, a pesar de que su inquilino no esté de cuerpo
presente (o más bien de corazón ausente).
Tienes que liberar para que otra persona pueda acceder.
Ya sé que a veces te sientes sola, decides que estás harta de los hombres y te parece
reconfortante tener a tu lado a alguien a quien aprecias mucho, que se preocupa por ti y
que, además, te calienta la cama de maravilla.
Yo también lo he vivido. Es cómodo, es agradable, es placentero. Pero no funciona.
Tener a un follamigo con la intención de hacer tiempo hasta que
conozcas a alguien con quien puedas tener una relación, es un
error.
En parte porque estás usando a esa persona para cubrir tus necesidades afectivosexuales, aunque sea de forma transparente y honesta. Pero la realidad es que esa
situación terminará por subrayar todas las carencias.
Esta persona solamente está dándote una pequeña parte de lo que realmente deberías
tener, pero al mismo tiempo, como ya te he comentado, está ocupando el espacio de tu
pareja. Con la peculiaridad de que no lo es y probablemente nunca lo será.
Tener un comodín te hace sentir una cierta seguridad. Puede que hasta te suba la
autoestima en cierto modo, pero lo que realmente representa es un freno en tu vida
amorosa.
Por lo tanto, si estás en una relación de ese estilo o estás pensando en tener una, si tu
intención real es la de encontrar pareja, no lo hagas. Quédate sola hasta que encuentres
a alguien con quien realmente te apetezca explorar una relación y que te corresponda.
Ejercicio 10: La ilusa
Eres una psicóloga experta en el amor y una mujer de 35 años acude a tu consulta y te
cuenta que necesita ayuda porque hace ya 3 años que está soltera y quiere encontrar a
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Mándalo a la mierda
alguien con quien construir una vida en común, casarse y tener hijos en el futuro. Empiezas
por preguntarle por su vida amorosa y te comenta que hay un chico, un amigo suyo de hace
años con quien empezó a liarse cuando él lo dejó con su última novia. Se conocen bien y
saben que de ahí no saldrá ninguna relación porque no son compatibles y no están
enamorados el uno del otro, pero hacen muchas cosas juntos durante el día y se dan calor
por las noches. Ella dice que está encantada con esa situación porque le permite tener sus
necesidades básicas cubiertas mientras busca a alguien que pueda ser su pareja. Te dice
que está dispuesta a cambiar lo que haga falta porque quiere encontrar ya al hombre de su
vida y su reloj biológico está sonando cada vez más fuerte.
¿Qué le aconsejas?
A. Que salga más para conocer a gente nueva.
B. Que pida a su follamigo que se comprometa a una relación seria con ella.
C. Que mande a la mierda a su follamigo para dejar libre el espacio de su vida que
corresponde a la pareja, para que lo pueda ocupar alguien que lo vaya a ser.
Tienes más que suficiente contigo misma para ser feliz y no necesitar a un follamigo para
que te caliente la cama o el corazón.
Debes ser consciente de que ese tipo de relaciones nacen para ejercer de parches y
cubrir carencias. O para huir de una situación que te da miedo, como podría ser la de
abrir tu corazón y que vuelva a salir trasquilado.
Ten la valentía y la honradez de hablar contigo misma. Descubre qué es lo que te empuja
a propiciar ese tipo de no-relaciones, si es que las tienes, y date cuenta que no es una
forma efectiva para ser feliz o encontrar pareja.
Date la oportunidad de encontrar a alguien con quien puedas construir una relación
verdadera y te satisfaga a todos los niveles.
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Mándalo a la mierda
Manda a la mierda al que no está preparado para una relación
Te voy a contar una historia de esas que te marcan y que te hacen tomar decisiones tan
férreas como la de Scarlett O’Hara cuando juró que nunca más iba a pasar hambre.
Jorge y yo llevábamos una semana chateando antes de coincidir en una fiesta de
cumpleaños bastante multitudinaria. Pronto nos dimos cuenta de que teníamos una gran
conexión y nos pasamos la noche gravitando el uno hacia el otro, casi sin querer. Parecía
que nos conociéramos de siempre.
Desde ese día, empezamos a vernos, y él me avisó de que iba muy lento a la hora de
conocer a las chicas y que tuvo problemas con anterioridad porque las últimas mujeres
con las que había estado quisieron más de lo que él podía dar. Por lo visto, su ex novia le
había destrozado, ya que lo trató de pena durante la relación y se cargó su autoestima.
Ahora ya lo tenía casi superado, pero aún no se sentía bien del todo.
Yo, como buena señorita perspicaz, ya me di cuenta que ese no era el mejor de los
inicios, pero, después de darle un total de cero vueltas, concluí que valía la pena
conocerle un poco más y ver qué ocurría. ¿Qué podría pasarme, que terminara triste,
frustrada y con el amor propio pisoteado? ¡Sandeces!
No necesité demasiado tiempo para darme cuenta que, efectivamente, era lento. Pero no
lento nivel tortuga, sino más bien lento nivel cambio de estación. Le costó unos 3 meses
decir que nos íbamos de cita. DE CITA. No que éramos pareja o que me quería. Y yo
cada vez tenía más sentimientos hacia él y más ganas de poder presentarlo como “mi
novio”.
La lentitud no era lo único que caracterizaba nuestra no-relación, sino que su inseguridad
con respecto a “nosotros” era abrumadora. Lo dejamos no una, ni dos, sino tres veces en
cuestión de 6 meses. Y todo porque él no tenía claro si realmente quería estar conmigo.
Le gustaba, pero había algo que faltaba, no sabía qué, pero eso le agobiaba. Y luego me
decía que bueno, vale, sí le gustaría probarlo, pero sin presión ni nada, y ya veríamos.
Obviamente en algún momento entre el sexto y el séptimo mes tuve la deferencia de
dejar de engañarme a mí misma y a la tercera vez que me confesó sus grandes dudas, le
abrí la puerta y lo mandé directito a la mierda.
Esa fue la culminación de algo que llevaba meses cociéndose porque, por mucho que él
me gustara, que pensara que era una persona que podía aportarme mucho y que me
ofrecía algo que nunca nadie me había dado antes, no podía ignorar el hecho de que él
no estaba invirtiendo en mí todo lo que yo necesitaba.
Cada duda infligía un nuevo corte en mi autoestima. Él era una rosa plagada de espinas
y no podía tocarla sin llevarme varios pinchazos. Me sentía triste, frustrada y con el amor
propio pisoteado.
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Mándalo a la mierda
El día en el que me dijo por enésima vez que tenía dudas, tomé una decisión que
marcaría mi vida amorosa desde ese mismo instante.
Nunca más invertiría mi tiempo en una persona que no tuviera
claro que quería estar conmigo.
Eso implicaría dejar de volcar mis ilusiones en un hombre que no quisiera conocerme
mejor. Dedicaría mi tiempo solo a quien me quisiera ver de forma regular, a quien me
dejara claro, con sus palabras y acciones, que tenía ganas de estar conmigo y de apostar
por nuestra relación en cada una de sus fases.
A veces, necesitas que la vida te lo diga al revés para que lo entiendas. Los humanos
somos así de masoquistas.
Yo decidí dejar de perseguir a personas que solo se entregaban a medias cuando me di
cuenta que mi autoestima había disminuido drásticamente en unos pocos meses. Me
sentía pequeña y no tenía ningún tipo de poder sobre mi vida amorosa, ni sobre mis
emociones. Le había ofrecido mi mando a distancia a ese hombre en bandeja de plata y
él lo había tirado al suelo, no por maldad, sino porque nunca pidió tenerlo.
Entonces, tuve una revelación. ¡Lo estaba haciendo todo mal! Decidí que era el momento
de retomar mi mando a distancia y replantearme cómo quería vivir mis relaciones a partir
de ese momento. Esa fue la semilla que sembró un nuevo camino para mí y que me ha
llevado hasta el momento presente. Pero para llegar allí, aún tienes que vagar por estas
páginas y bañarte en todos mis errores (y en los de mis clientas).
El mayor error que cometí con Jorge es que tardé demasiado tiempo en dejar esa norelación. Pero finalmente lo hice.
Me di cuenta de que el amor no surge a base de desearlo muy fuerte de forma
unilateral, sino que nace gracias a una chispa de atracción. Si esa chispa prende,
brota un sentimiento. Si ese sentimiento es compartido, empieza a crecer. Si ambas
personas lo riegan a diario da sus frutos y se convierte en una relación.
Si nadie riega, la relación se termina.
Cuando solamente una persona está a cargo del riego, se forman las no-relaciones.
Cuando decides invertir en alguien que no está preparado para una relación, estás
metiéndote de cabeza en una no-relación.
Hay dos razones por las cuales aceptas este tipo de relaciones, cuando en realidad lo
que quieres es estar en una relación real.
La primera es que tienes la autoestima por los suelos y te conformas con migajas. Eres
una paloma en la Plaza Cataluña, luchando por su cachito de pan caducado.
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Mándalo a la mierda
La segunda razón por la que aceptas el status quo es porque comprendes a la otra
persona. Tiene buen corazón y ha ido de cara contigo, quizá mostrándote sus heridas,
esas experiencias del pasado que le han marcado y han instigado su miedo al
compromiso. Tiene miedos, cargas y bloqueos que le impiden el avance y tú entiendes
qué los ha causado.
El hecho de conocer esos retales de su vida que le han conducido hacia la situación en la
que os encontráis, hace que te enternezcas y despliegues toda tu paciencia. Puede que
incluso te marques como objetivo ayudarle a superar sus traumas (a las mujeres nos
gusta tanto eso de hacer de madres y poner tiritas a las pupas de nuestros chicos…).
Sueñas con lo bonito que sería lamerle una a una las heridas y terminar llegando a su
corazón, a base de amor. Ya estás viendo hasta la tarta de vuestra boda…
¡Echa el freno, amiga! Una tarta no, pero una buena torta si te la vas a dar cuando la
realidad te pinche esa burbuja en la que te has metido y caigas de bruces al suelo.
Tú no eres la terapeuta de nadie, ni tampoco la súper heroína arregla-corazones.
Si tienes implicaciones emocionales, será muy complicado que realmente puedas ayudar
a esa persona. Es por eso precisamente que el código deontológico prohíbe a los
psicólogos tratar a personas con las que se tenga un vínculo emocional porque cuando
tus sentimientos están implicados, todo se complica.
Además, estar con alguien que no quiere o no puede tener una relación, es como irte a
surcar el mar con una barca con agujeros a la que no le puedes poner ningún tipo de
parche. Para evitar que se hunda, deberás pasarte las horas sacando agua de la
cubierta. Vivirás con el miedo constante a que eso resulte insuficiente o a que llegue un
temporal y arrase con todo.
A medida que la ardua travesía avance, perderás toda la confianza en ti. Empezarás a
pensar que tal vez no eres suficiente, que no vales. Es ahí donde debes plantarte porque,
si sigues por ese camino, vas a perderte a ti misma y también al chico. Arrastrarte por el
fango es una señal de que te respetas poco y eso genera que los demás tampoco te
respeten y se aprovechen de tu buena voluntad o de tus sentimientos.
No alimentes más esa falsa esperanza de que él se enamorará de ti y querrá una
relación. La realidad es que ya te ha mostrado que no tiene ningún interés en formalizar
lo vuestro y, para que tu vida amorosa sea un éxito, debes analizar cada situación por lo
que es y no por lo que crees que podría ser.
Este es un concepto clave que quiero que retengas:
No te quedes con alguien por su potencial, sino por lo que te
ofrece en cada momento.
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Mándalo a la mierda
Esto significa que debes valorar las relaciones por lo que son en cada momento.
Si estás conociendo a alguien y te hace sentir bien porque, además de disfrutar de las
citas, se pone en contacto contigo a diario y se interesa por ti, no tendrás la necesidad de
cuestionar hacia dónde se dirige la relación porque, simplemente, la vivirás.
En cambio, si alguien a quien estás conociendo aparece y desaparece constantemente,
te dice de quedar de uvas a peras o te mantiene aislada del resto de su vida, como si no
quisiera incluirte en ella, es posible que estés regando esa relación por el potencial que le
ves, por lo bien que lo pasáis juntos o lo mucho que te gusta, pero no por lo que
realmente te está ofreciendo en este momento.
También debes meterte en la mollera que no es responsabilidad tuya arreglar lo que otra
persona ha roto. Cada uno tiene su propio proceso para restablecerse y sanar las heridas
y, por mucho que quieras ayudar, no puedes permitir que ese deseo sostenga una
relación que solo está formalizada en tu cabeza. Él seguramente te va a avisar en
multitud de ocasiones de que no está preparado, aunque le gustas. Eso hará que te esté
usando como parche, como paño de lágrimas, como apoyo, pero no como pareja.
Si puedes apoyarle como amiga y te apetece, estupendo, pero no puedes dejar tu vida
amorosa a merced de alguien que no está capacitado para darte ningún tipo de
compromiso emocional, aunque tengáis exclusividad.
Libérate de ese yugo y ábrele las puertas a alguien que esté preparado para ser tu
pareja, sepa apreciarlo y sea consciente de que sostener ese título es el más grande de
los honores.
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Manda a la mierda al que no cumple
Alma, una de mis clientas (55 años, divorciada), me contaba que había conocido a
alguien nuevo en Meetic. Ya llevaba unos meses en la aplicación y recibía oleadas de
atención masculina, lo cual era justo lo que necesitaba para que su autoestima terminara
de reconstruirse. Había compartido más de media vida con su ex marido, que fue
también su primer novio, así que todo era nuevo y emocionante para ella, pero estaba en
un momento en el que ansiaba enamorarse, sentir las mariposas que llevaban décadas
sin aparecer en su estómago, ilusionarse con el futuro, construir una relación desde cero,
cimentada en sus experiencias vitales.
Unas horas después de haber rechazado a su último pretendiente, con quien no había
congeniado demasiado, la pantalla de su móvil se iluminó. “Pablo te ha enviado un
mensaje nuevo”. Se sentó en la silla del comedor y desbloqueó su celular con las ansias
de una niña abriendo un regalo de cumpleaños. Sonrió. Respondió al mensaje. Dejó el
móvil en la mesa y se levantó, pero no llegó a ir muy lejos porque su teléfono emitió un
familiar pitido. Y entre pitidos y tonos de llamada, Pablo se hizo un hueco en la vida de
Alma.
Pablo también estaba divorciado. Era divertido, súper carismático e inteligente. Le
mandaba poemas, la llamaba a diario y había una gran química entre ellos.
La relación iba viento en popa, según ella, pero mi sentido arácnido me estaba
mandando numerosas señales. Para empezar, solamente quedaban en el piso de ella.
No tenían citas, no salían a pasear, ni iban al cine. Solamente iban a su casa y se lo
pasaban genial, pero de ahí no salían.
Al cabo de unas semanas de conocerse, acordaron ir a comer con unos amigos de Alma.
A ella le hacía mucha ilusión empezar a hacer planes de pareja e incluir a Pablo en su
vida. El día antes de la comida, él le dijo que no sabía si debería ir porque no tenía dinero
y ella le aseguró que no había problema, que la comida corría a cuenta de su amiga y
ella se encargaba de llevarlo en su coche, ya que el evento tendría lugar a las afueras de
la ciudad.
El día señalado, por la mañana, cuando Alma ya estaba arreglada y preguntándose por
qué no tenía noticias de él, recibió un mensaje. En él, Pablo se lamentaba por no poder
ir. Tenía fiebre y no se encontraba bien. La inocente mujer no pensó en ningún momento
que eso fuera una excusa. Su inexperiencia no la dejaba ver más allá de sus propias
ilusiones. Ella era una niña hechizada por la magia de los Reyes Magos. Le deseó una
pronta recuperación. Fue a la comida lista para justificar todos los síntomas de la
enfermedad de su amado y prometerle a sus amigos que la próxima vez podrían ponerle
cara al galán que le había robado el corazón y el sentido común.
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Mándalo a la mierda
Los villancicos vestían la ciudad de blanco y Alma contaba los días para volver a ver a su
chico. La noche de fin de año estaba a la vuelta de la esquina y habían quedado en
pasarla juntos. Qué maravilloso iba a ser darle la bienvenida al nuevo año de la mano de
Pablo…
Las copiosas comidas familiares terminaron y la pareja aún no tenía plan para el día 31,
lo cual no preocupaba en demasía a Alma porque lo único que le importaba era tener a
alguien especial con quien compartir esa señalada noche. Sería el inicio de una nueva
etapa en su vida y estaba feliz. Aún se puso más contenta cuando recibió una invitación
para la fiesta de fin de año en casa de unos amigos, con acompañante incluido.
Finalmente llegó el día, pero la certeza de que todo iba bien empezó a tambalearse.
Pablo no daba señales de vida. Ella le escribió y, al no recibir ninguna respuesta, intentó
justificar la pantalla vacía de su móvil con todo un arsenal de inventadas probabilidades.
Quizás había salido y se había dejado el móvil. Puede que la noche anterior se acostara
tarde y aún estuviera durmiendo. Su teléfono se podía haber roto después de recibir el
mensaje… Pero conforme las horas pasaban, la ansiedad se apoderaba de su pecho y
las excusas se agotaban.
A las 19.30h, recibió por fin noticias de Pablo. Se trataba de un seco mensaje en el que le
decía que no podía venir, que tenía obligaciones familiares.
Alma por fin le vio las orejas al lobo. Sintió una profunda decepción y se preguntó cómo
se había dejado engañar de ese modo. Asistió a la fiesta sola, triste y con la firme
convicción de aprender de ese error y no volver a vivir una situación así.
A la mañana siguiente, le mandó un mensaje en el que le comunicó lo dolida que estaba
por su forma de actuar. Él respondió parcamente, soltando palabras que no tenían ningún
sentido. Ese fue el final.
Esta experiencia ilustra perfectamente al tipo de hombre que no cumple.
Su modus operandi es el siguiente. Te conoce, ya sea de forma virtual como en carne y
hueso y, desde el inicio, muestra un gran interés en ti. En ocasiones, hasta te parece un
poco desproporcionado, dado el hecho que apenas te conoce. Te baña en palabras
bonitas, te muestra sus virtudes y te hace sentir la mujer más especial del mundo. Es
como si él hubiera estado soñando con su pareja ideal y tu fueras exactamente eso, pero
en una versión mejorada.
Puede que al principio seas un poco reacia a sus atenciones o no te fíes mucho de lo que
quiere, pero terminas confiando en él porque es capaz de hacerte sentir como si fueras
una auténtica diosa y ese sentimiento te atrapa, como si de una droga se tratara,
especialmente si vienes rebotada de una relación en la que no te sentías del todo
valorada o llevabas un tiempo soltera.
El arte del hombre que no cumple es el de realzar todas y cada una de tus cualidades,
incluso las que no sabes que tienes. Cada vez que una de ellas es señalada, es como si
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Mándalo a la mierda
se encendiera una luz y te permitiera verla a ti también. Sus atenciones te llenan el
corazón y tu autoestima se dispara hacia las alturas. Nunca te has sentido mejor.
Y de repente, al cabo de unas semanas, la comunicación decrece, te pone mil excusas y
no acaba de concretar los planes. Te convertiste en su última opción y ni siquiera te has
dado cuenta de cuándo, cómo, ni por qué.
Tu cerebro no es capaz de comprender cómo alguien que te adoraba puede haberse
desencantado tan rápido, sin previo aviso, así que intenta encontrar razones que lo
justifiquen. Y él sabe aprovecharse de ello y te suelta unas cuantas mentiras piadosas. Te
sigue llamando de vez en cuando y te deja caer algún que otro mensaje, aunque esté
“muy ocupado”, para así seguir teniéndote ahí, en la banqueta, por si las jugadoras
titulares se lesionan y necesita una suplente.
Cuando un hombre no te dedica apenas tiempo y no cumple con lo
que te dijo que haría, mándalo a la mierda.
No suelo tirar de tópicos, pero en este caso, lo voy a hacer sin vergüenza alguna. No
trates como prioridad a quien te trata como opción. La única garantía que te brinda
esta estrategia es la de perder tu confianza y quedarte sin autoestima.
La persona que se convertirá en tu pareja es alguien que realmente quiere estar contigo
y te lo va a demostrar cumpliendo con su palabra, respetándote, aceptando sus errores y
pidiéndote disculpas, en lugar de escudarse en excusas de mal pagador. Además, te va a
poner bien alto en su lista de prioridades y sacará tiempo de debajo de las piedras, si es
necesario, para poder estar a tu lado o comunicarse contigo.
Aceptar menos es devaluarte y convertirte en carne de buitre carroñero.
Recuerda que tú tienes el poder en tu vida amorosa y tú decides a qué tipo de personas
les das licencia para que puedan entrar en tu corazón. Así que tienes la responsabilidad
de no dar un pase al primer idiota que llame a tu puerta. Haz uso de ella y no te
conviertas a ti misma en una muñeca sin voluntad propia. ¡No eres una víctima, así que
no actúes como tal!
Quiero contarte como siguió la historia de Alma, después de haberse librado de ese
hombre, que le gustó mucho en su momento, pero no cumplió como debía.
Conoció a un par de impresentables más que supo mandar a la mierda a las pocas
semanas de conocerse. Ya había aprendido a detectar las señales luminosas que le
indicaban que debía salir por patas cuando alguien no cumplía y, además, contaba
conmigo: visionaria del desastre, detectora de imbéciles y detective de la excusas
baratas.
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Mándalo a la mierda
Pero el trabajo realmente lo hizo ella. Fue la perfecta alumna, dejó de volcar sus
atenciones sobre quien no las merecía y aprendió a no basar su amor propio en las
atenciones masculinas. Dejó que los hombres revelaran sus intenciones con el tiempo y
supo leer entre líneas y mandar a la mierda cuando lo requería la ocasión.
Y eso le llevó directa a los brazos de Víctor, su actual pareja. Un hombre maravilloso que
la colma de atenciones y le demuestra su amor cada día. Pronto cumplirán un año juntos
y Alma me cuenta que es la mujer más feliz del mundo y solo hay que verla para darse
cuenta de que realmente lo es.
Tú también puedes encontrar a alguien con quien compartir tu vida, pero para ello, no
debes quedarte enganchada a personas que no cumplen porque eso te impedirá
encontrar a tu Víctor particular.
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Mándalo a la mierda
Manda a la mierda al que no te trata bien
“He malgastado dos años de mi vida”.
El lamento de Lorena me llegó al alma porque había sido testigo silencioso de su
tormentosa relación con Michel, un mujeriego en toda regla.
Lorena es una chica bellísima, con piernas de infarto y unos ojos verdes en los que
cualquiera se perdería. Pero no es eso lo que ella ve. Esa fue su cruz.
Se enamoró de Michel por su zalamería, por su físico imponente y por toda la atención
que le daba. Poco a poco la fue camelando e iniciaron una relación.
El problema es que Michel tenía una novia en cada puerto y los viajes estaban a la orden
del día.
Lorena se convirtió en su novia “oficial”, la de casa. Pero no era la única que pasaba por
su cama. Y eso era un secreto a voces, conocido por todos menos por ella, aunque
nunca nadie viera a ninguna otra chica y él fuera un experto en evasivas.
Tejió un chal de mentiras y con él vistió a Lorena, que se fue comiendo sus excusas
porque su autoestima estaba por el suelo y deseaba con todas sus fuerzas que Michel
fuera su marido algún día.
Pero las mentiras no eran las únicas espinas de esa relación. En público, él la
avergonzaba cada vez que tenía la más mínima oportunidad. Cuando a ella se le caía un
poco de agua al suelo, la reñía por su torpeza alegando que le estaba haciendo quedar
mal delante de sus amigos. Ella bajaba la cabeza, lloraba en silencio. Entonces se la
llevaba a casa porque no sabía comportarse.
Sus acaloradas discusiones, seguidas de llantos, portazos y forzadas reconciliaciones
formaban parte de una tormentosa relación, como si fueran un integrante más.
Él sabía hacerla sentir como la mujer más bella, pero también como la más tonta criatura.
Ejercía esa función de guía, de padre severo que le enseñaba a caminar por el mundo y
la reprendía cada vez que se equivocaba, lo cual, a sus ojos, sucedía a menudo. Pero
ella no era una niña desvalida, era una mujer hecha y derecha con un buen trabajo y una
buena vida.
¿Por qué duró dos años esa relación?
Porque Lorena aceptó desde el principio a alguien que la engañaba y la ninguneaba
poniendo el amor por bandera. Pero eso no era amor. El amor no destruye el alma, ni te
hace sentir el ser más insignificante del mundo. El amor no te hace llorar todas las
semanas, deseando que lo malo desaparezca y tu príncipe azul deje de tornarse en ogro.
Lorena, después de cada pelea, de cada desprecio y mentira, tomó la decisión
consciente de darle otra oportunidad, de seguir bajo el yugo de la tiranía. Y no es que
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Mándalo a la mierda
estuviera hechizada. Ella era plenamente capaz de darse cuenta de que ese hombre no
la trataba bien, pero su amor propio se había esfumado y creía que no podría conseguir a
nadie mejor.
El engaño más grande era el que ella misma había creado. Si se creía todas las mentiras
que su novio le contaba era porque iban a juego con las que ella misma fabricaba. Ella se
enamoró de la relación ideal que había en su cabeza, formada por una pareja de guapos
con éxito. En el espejo quedaban bien y ella haría lo que fuera para que funcionara.
Incluso si eso significaba perder la dignidad. Tenemos que luchar por lo que queremos,
¿verdad?
Pues siento decirte que no.
No hay que luchar por personas que te tratan mal, que te engañan, que te hacen sentir
como si no supieras nada y necesitaras de su sabiduría para tomar decisiones acertadas.
No hay que luchar por relaciones marchitas, trufadas de inseguridad y control.
Y, desde luego, no hay que luchar por alguien que está acabando con tu autoestima,
como si se estuviera alimentando de ella.
¿Has tenido este tipo de relación alguna vez? ¿Has estado con alguien que te trata
objetivamente mal?
Espero que tu respuesta sea un no rotundo, pero si no lo es, debes darte cuenta de que
tú tienes el poder de elegir a quién le dedicas tu tiempo.
Elegir a tu pareja es tu responsabilidad y debes hacerlo con cabeza, además de poner
todo el corazón. Estar con alguien que no te trata bien tendrá un impacto en todos los
ámbitos de tu vida, no solamente en el emocional. Si tu autoestima está por el suelo, no
vas a poder dar lo mejor de ti en el trabajo, con la familia o las amistades.
Lorena logró darse cuenta de que debía terminar esa relación, pero ahora tiene mucho
trabajo por delante porque su amor propio se quedó en los huesos. Rechaza a cualquier
chico que se le acerque y tiene pavor a iniciar una nueva historia.
No quiero que a ti te pase lo mismo, así que date tiempo para conocer a las personas
antes de embarcarte en una relación seria y no elijas a una pareja que te haga sentir que
eres un ser despreciable, aunque un 75% del tiempo se lo pase agasajándote, dándote
sexo increíble y diciéndote cosas bonitas.
Si ya has vivido una situación parecida, el hecho de estar leyendo estas líneas indica que
no quieres repetirlo y que estás comprometida contigo misma, con tu integridad
emocional y con tu felicidad.
Quiero compartir un concepto que me parece muy importante.
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Mándalo a la mierda
La intensidad con la que alguien te gusta no está correlacionada
con vuestra compatibilidad como pareja.
Por mucho que alguien te guste, no puedes dejar que ese sea el factor principal a la hora
de decidir seguir con la relación.
Si alguien te está tratando como un trapo, si sientes que no puedes ser tú misma cuando
estás con él, si está ejerciendo un control sobre ti, sobre tu vestimenta, sobre la cantidad
de amigos varones que tienes en Facebook o sobre lo que deberías hacer en tu tiempo
libre, debes plantearte si eso es realmente lo que quieres en tu vida.
Si sientes que debes callar en muchas ocasiones porque cualquier palabra podría
desencadenar su ira, que hay partes de tu personalidad que debes esconder porque
podrían no gustarle o te provoca tanta inseguridad que necesitas espiar su móvil para
saber dónde está a cada momento, entonces no estás en una relación sana o segura y
debes replanteártela.
Nunca vas a encontrar la felicidad con alguien que te está haciendo infeliz en este
momento por su forma de tratarte, así que quítate de la cabeza la idea de que va a
cambiar porque eso no suele ocurrir.
Si alguien no te respeta ahora, no lo hará nunca.
Mereces encontrar a alguien que te quiera y te venere, que te dé la libertad que necesitas
y tú también puedas dársela porque ya te ha demostrado que es una persona de
confianza y que su palabra vale tanto como él.
No te quedes con la idea de que no puedes aspirar a eso o de que no existe porque es
mentira. Sí existe y sí es para ti. Simplemente debes quitarte la venda de los ojos y
juzgar a los hombres, no por la pasión que despiertan en ti, sino por cómo te tratan y te
hacen sentir.
¡Recuerda: manda a la mierda a quien no te trate bien!
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Mándalo a la mierda
Manda a la mierda al que no tiene objetivos compatibles con los tuyos
Sara tiene 32 años y el alma llena de sueños. Ha cumplido ya unos cuantos. Ha viajado a
más países de los que puede contar, tiene un reducido grupo de amigos verdaderos a los
que adora, está a la cabeza de su propio negocio y se siente realizada y a gusto con la
vida, con sus éxitos y fracasos. Pero queda un sueño que aún no ha cumplido y es el de
casarse y formar una familia.
Pasó 3 años con un hombre que ya le confesó desde el principio que no quería tener
hijos, pero a ella le gustaba mucho y pensó que, con el tiempo, quizás cambiaría de
opinión. Eso nunca ocurrió y sus caminos se separaron cuando ambos se dieron cuenta
de que ninguno de los dos iba a claudicar. Ella quería hijos y él no.
Cada persona tiene sus prioridades en la vida y ser compatible o no con alguien, tiene
mucho que ver con las prioridades y los deseos de cada uno. Esta es la razón por la que
no debes ignorar el hecho de tener objetivos opuestos a tu pareja. No vale pensar que
aún es pronto para plantearse ciertas cosas, esperando que en algún momento su
postura se acerque a la tuya solamente porque te quiere.
Debes preguntarte cuáles son las prioridades que en tu vida son inamovibles y que
tienen que cuadrar con las de tu futura pareja para que la relación funcione.
Ejercicio 11: ¿Cuáles son tus prioridades?
Piensa en tu futuro a medio y largo plazo.
¿Qué ves en tu vida de una forma imperativa? ¿Qué es lo que necesitas?
Confecciona una lista con todas tus prioridades.
Ahora imagina que encuentras a tu pareja ideal, a aquella persona que has estado
esperando toda tu vida. ¿Hay algún ítem de tu lista de prioridades del que podrías
prescindir? Si es así, elimínalo de la lista.
Debes tener en cuenta que cuantas más prioridades pongas en tu lista, más difícil será
encontrar a alguien que pueda encajar contigo.
Algunos ejemplos de prioridades inamovibles podrían ser: matrimonio, hijos, vivir en otro
país, religión, orientación política…
Es altamente complicado que una relación funcione si las prioridades de cada uno son
opuestas y no hay posibilidad de conciliación. Por eso debes evitar estar con alguien con
quien sabes que existe ese tipo de conflicto porque, si la relación sigue avanzando, os
encontraréis al borde de un precipicio y la caída será mucho más dolorosa que si lo
hubierais dejado cuando os disteis cuenta de la incompatibilidad.
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Mándalo a la mierda
Ciertas prioridades, aun siendo opuestas pueden coexistir, si ambos ponen de su parte.
Por ejemplo, puedes tener una pareja de derechas, siendo tú de izquierdas, siempre y
cuando ninguno de los dos seáis altamente activos en política y encontréis un modo de
defender vuestras ideas sin llegar a enfadaros.
Hay otras prioridades que son auto excluyentes, como la de tener hijos. Simplemente no
hay un punto medio.
Si te estás preguntando cómo abordar tus prioridades con alguien con quien estás
empezando a salir, es más fácil de lo que piensas, pero primero te voy a contar lo que no
debes hacer: asaltar al muchacho entre el primer plato y el segundo de vuestra primera
cena juntos con un: “dentro de 3 años me veo casada y con 2 hijos, así que, si las
cuentas no me fallan, deberías estar desvistiéndome en unos 30 minutos”. Acompáñalo
de una sonrisa diabólica y lo tienes en el bote.
Bromas aparte, mucha gente aborda este tipo de temas de una forma bastante agresiva
y eso asusta a la otra parte, sobre todo en las primeras citas.
Existe otra forma mucho más natural de hablar de estos temas.
Las primeras citas sirven para conocerse, para hablar de lo que a uno le gusta, de su
vida, de lo que desea.
¿Verdad que no es nada extraño que le cuentes a tu cita que estás trabajando para
convertirte en la jefa de tu departamento? O que algún día te gustaría escribir un libro, o
que sueñas con abrir una pequeña cafetería a la orilla del Mediterráneo…
Es exactamente lo mismo que decir que te encanta pasar tiempo con tu familia y te
emociona pensar que algún día tendrás la tuya propia.
No le estás diciendo que quieres tener una familia con él, sino que está en tus deseos
formar una familia algún día. Punto. Si él se lo toma como algo más, entonces quien tiene
un problema es él. Y si no quiere eso, es muy probable que te lo diga y que te cuente
cómo ve su futuro.
Y lo mismo sucede con cualquier otro tema que para ti sea importante. Os estáis
conociendo, así que lo normal es hablar de vuestra vida y no tiene nada malo introducir
los temas que son prioritarios para cada uno. Eso sí, sin meterlos con calzador y sin
exigir respuestas.
Si alguien no quiere tener hijos y sale el tema de los hijos, es muy probable que diga algo
al respecto.
Si no lo hace en la primera cita, lo hará en el futuro. A nadie le interesa guardarse un
tema importante cuando está participando en una conversación relajada y sincera.
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Mándalo a la mierda
Cuando conoces a alguien, debes ser natural, hablar de lo que te
importa y confiar en que la otra persona hará lo mismo.
Deja que estos temas surjan de una forma natural y no le sometas a un interrogatorio
cuando suceda. Simplemente céntrate en conocerle y en disfrutar de vuestros
encuentros.
Y si das con alguien que tiene objetivos incompatibles con tus prioridades, entonces es
un motivo de peso para decirle que te encantó conocerle, pero que deberíais ir cada uno
por vuestro lado porque os mueven intereses distintos.
De este modo te vas a ahorrar muchos disgustos y vas a ganar un tiempo precioso para
poder dar con la persona perfecta para ti.
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Mándalo a la mierda
Mándalo a la mierda, pero con tacto
Como ya te conté al principio de esta parte del libro, mandar a la mierda es más un
estado mental que unas palabras que debas usar al pie de la letra.
Es algo que debes decirte a ti misma.
Si alguna vez te han dejado, sabrás que la forma de hacerlo realmente tiene importancia.
No es lo mismo que alguien quede contigo y te diga que sus sentimientos hacia ti no son
lo suficientemente fuertes como para seguir la relación y que lo siente mucho, pero no
puede evitarlo, a que alguien te mande un mensaje al móvil diciendo “siento haberte
hecho creer que me importabas cuando en realidad no es así. Adiós”. (Este mensaje no
es ficción, me lo mandó un chico con el que había salido 2 meses, después de dejarme).
Es posible que la primera opción te duela, sobre todo si tienes sentimientos hacia esa
persona, pero lo comprenderás y agradecerás la sinceridad y el tacto.
La segunda opción es irrespetuosa a más no poder y totalmente innecesaria.
Cuando tengas que mandar a la mierda a alguien, te animo a que pienses en cómo es
esa persona y en cómo crees que le gustaría recibir esa noticia para minimizar los daños
al máximo, aunque no se haya portado bien contigo o no te esté dando lo que necesitas.
Ten respeto por los demás y por sus sentimientos y verás como la tarea te resulta más
sencilla e incluso podría llevarte a ganar una amistad con el tiempo.
Ser amable con todo el mundo, en especial con los que no lo han sido contigo, es un
súper poder y quiero que hagas uso de él porque nunca sabes por lo que está pasando
la persona que tienes delante. No conoces su historia, sus miedos, ni sus heridas
pasadas. Es por eso que, si vas a dejar a alguien, debes hacerlo con respeto y con tacto,
aunque su reacción no sea la que te gustaría o lo estés mandando a la mierda porque no
se ha portado bien contigo.
Recuerdo una escena de la película “cómo piensan las mujeres”. El personaje de Mel
Gibson se había ligado a muchas mujeres en el pasado, pero ahora estaba enamorado y
no quería acostarse con una chica que le estaba rondando, con la que estuvo liado en el
pasado. Él podía leer el pensamiento de las mujeres y, justo cuando la estaba dejando,
escuchó que la chica pensaba lo siguiente: “ojalá sea homosexual, porque en estos
momentos no podría soportar que otro hombre me dejara tirada”. Él, que era bastante
machirulo, respiró hondo, se tragó su orgullo y le dijo: “lo siento, pero soy homosexual”.
Ella suspiró aliviada, le abrazó y le dijo que le comprendía.
Sé como Mel Gibson y, si tienes que dejar a alguien, hazlo de la mejor forma posible y
con el máximo cariño. Sin excepciones.
Y ahora que has mandado a la mierda a todos los impresentables, vamos a salir a ligar.
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Mándalo a la mierda
PARTE 3
Nos vamos de ligoteo
Sí, ya sé que nos movemos en un mundo cuadriculado. Cargado de límites y de
limitaciones. Te han contado esa tontería de que no se puede tener todo. De que hay que
contentarse con lo que uno tiene. De pequeña te decían que no hablaras con extraños y
te infundieron un miedo que sigue estando ahí, debajo de la piel.
Quiero que te olvides de todas esas lecciones y te prepares para apuntar a lo más alto.
Es hora de que salgas a ligar con confianza, sin reparos y con toda la ilusión del mundo.
¡Vamos a ello!
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Mándalo a la mierda
Vacía tu mochila
Antes de que empieces a desmelenarte, siéntate aquí a mi vera (virtualmente) porque tú
y yo tenemos que hablar de un par de temas que te ayudarán a tener la actitud adecuada
para poder atraer a personas de calidad. De nada sirve que salgas a ligar sin primero
haber realizado un par de tareas importantes, como descargar las piedras de tu mochila
o rebajar tu lista de la compra.
Empecemos con esas piedras de las que te hablo.
Una vez te has librado de los hombres que no te están respetando o dando lo que
necesitas, ya puedes poner tu atención en conocer a alguien mejor, a alguien que te
aprecie, te quiera, desee formalizar una relación y te haga feliz.
Pero para ello, primero debes vaciar tu mochila.
Si has vivido algún desengaño amoroso, es posible que hayas ido almacenando
emociones negativas relacionadas con esas experiencias.
Recuerdas el dolor que sentiste cuando tu último novio te engañó, cuando un
embaucador te prometió la luna y luego perdió la memoria, cuando un patán te trató
como si fueras desechable y no tuvo en cuenta tus sentimientos…
Nuestro cerebro, con toda la buena disposición del mundo, va guardando estas
experiencias y las clasifica como lecciones que deben aprenderse. Una vez aprendidas,
las guarda en un archivo, al que tendremos acceso si necesitamos algo de la experiencia
vivida para evolucionar.
El problema viene cuando ese archivo, en lugar de ubicarlo en una carpeta que está
dentro de otra carpeta, que a su vez está dentro de otra carpeta, en un lugar recóndito
del ordenador, lo tienes en tu escritorio y se ejecuta cada vez que piensas en el amor o
cuando conoces a alguien nuevo.
Es entonces cuando revives todas esas emociones que han sido asociadas a cada
lección y que, de tanto rememorar, se han endurecido hasta convertirse en piedras que
cargas en tu mochila.
Es importante entender que el corazón, que es quien recicla las emociones, no funciona
como el cerebro, que es un órgano más frío y funcional. Esto implica que tenemos
tendencia a retener los sentimientos, las frustraciones, las desilusiones.
Antes de seguir tu travesía, es preciso que te libres de ellas porque, si no lo haces, esas
piedras construirán un muro que dificultará tu próxima relación.
Lourdes se pasó 10 años navegando entre amigos con derecho a roce y polvos de una
noche. Deseaba tener pareja, pero como también disfrutaba de sexo sin compromiso, se
dejaba llevar cuando conocía a un nuevo chico. A veces, alguno de sus revolcones le
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Mándalo a la mierda
llevaba a sentir una conexión especial, pero esa persona no la llamaba nunca más,
terminaba desapareciendo de su vida o le decía que no quería nada serio.
Raras eran las ocasiones en las que tenía una cita con todas las de la ley, ya que solía
conocer a sus amantes de fiesta, con alguna copa de más y, si volvían a verse, era en un
bar o directamente en casa (y no precisamente para jugar a las cartas).
Cuando sus amigas le preguntaban sobre su vida sentimental, ella repetía con convicción
el mantra “todos los hombres son unos cerdos”, y cada vez que lo decía, cargaba una
piedra más en su mochila. Lourdes estaba convencida de que lo único que querían los
hombres era sexo, porque eso era lo que se encontraba. Todos sus caminos llevaban a
Roma. Los hombres estaban siempre dispuestos a pasar una noche de pasión, pero
luego desaparecían del mapa en cuanto los sentimientos empezaban a aflorar, o incluso
antes.
Con cada nuevo hombre que metía en su cama, su teoría cobraba más fuerza y su
esperanza de conocer a alguien con quien iniciar una relación se deshinchaba. Las
piedras cada vez pesaban más.
El problema real de Lourdes es que tenía una autoestima tan baja que no sentía que
pudiera gustarle a nadie para algo más que un polvo, pero lo disfrazaba con la dichosa
frase “todos los hombres son unos cerdos” porque enfrentarse a sus propias
inseguridades era más complicado y doloroso que culpar al sexo masculino en general.
Cuando Óscar llegó a su vida, ni siquiera lo vio como posible candidato, sino
simplemente como con un amigo con quien se llevaba bien y le gustaba charlar.
Quedaron varias veces sin que ocurriera nada, pero la barrera entre la amistad y el amor
pronto empezó a difuminarse y le entraron los miedos. ¿Qué quería él? Ni siquiera la
había besado, así que claramente no estaba quedando con ella solo para para visitar la
raja de su falda. Sus creencias empezaron a hacer aguas y tuvo que enfrentarse a la
posibilidad de que esa idea enmarcada en su mente: “todos los hombres son unos
cerdos”, no fuera, en realidad, cierta del todo.
¿Era él la excepción a la regla o es que quizá había estado culpando al mundo de sus
propios miedos? ¿Cabía la posibilidad que su pasado la empujara a ver la vida con unas
gafas de color negro?
Cada vez que cuestionaba sus creencias negativas sobre los hombres y sobre el amor,
una piedra de su mochila rodaba cuesta abajo y desaparecía. Eso la aligeraba. Poco a
poco, empezó a recuperar su autoestima, a sentirse guapa, valiosa. Óscar la veía como
ella nunca se había visto a sí misma, lo cual le infundió una gran dosis de confianza.
Al cabo de un par de meses, se dieron su primer beso y se inició una preciosa relación.
Ella albergó mil dudas al principio porque aún guardaba algunas piedras que le impedían
avanzar a un ritmo normal, pero a base de cariño, de paciencia y de hacer las cosas
bien, Óscar la ayudó a librarse de ese lastre.
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Mándalo a la mierda
En el momento de escribir estas líneas, Lourdes y Óscar llevan más de 6 años como
pareja feliz. Viven juntos y siguen enamorados.
¿Y tú, qué prefieres: esperar diez años, rezarle a todos los dioses para que alguien llegue
a tu vida y te ayude a vaciar tu mochila, o desempeñar tú misma ese trabajo para
ahorrarte tiempo y amargura?
La elección es tuya, pero si te decides por la segunda opción, este ejercicio te ayudará.
Ejercicio 12: Quítate peso
¿Estás cargando piedras en tu mochila? ¿Cuáles son?
Confecciona una lista con aquellos pensamientos que tengas con respecto a los hombres o
a las relaciones, del tipo: “todos los hombres son malos”, “los hombres solo buscan sexo”,
“todos los hombres buenos están casados o son gays”, “el amor verdadero no existe”, etc.
Ahora haz una reflexión: ¿te están sirviendo de algo todos esos pensamientos o solamente
los estás usando porque necesitas culpabilizar a alguien de que las cosas no salen como te
gustaría?
Rompe esa lista y deja de repetir estas frases, tanto a ti como a los demás. A partir de ahora
debes pensar en positivo y no tener preconcepciones negativas, porque no te van a ayudar
a conseguir lo que deseas, sino más bien todo lo contrario.
Si te das cuenta que tu mochila está demasiado cargada, es hora de aligerar peso
porque esa carga te lleva a sufrir y a cerrarte a nuevas relaciones o a abordarlas con
demasiado prejuicios, lo cual merma sus garantías de éxito. Debes librarte de todo
aquello que vaya en contra de tus objetivos y, si tu objetivo es tener pareja, entonces
flaco favor te haces a ti misma repitiendo mantras absurdos como hacía Lourdes.
Lo mires por donde lo mires, resulta más efectivo enfrentarte a las relaciones con una
mentalidad abierta y una buena cantidad de pensamientos positivos.
Tener una actitud negativa con respecto a los hombres, cuando lo
que deseas es tener pareja, es como ir a un restaurante pensando
que la comida te va a sentar mal.
Imagina que te invitan ir a un restaurante para la fiesta de cumpleaños de un amigo, que
tendrá lugar el próximo fin de semana. Inmediatamente recuerdas la última vez que
saliste a comer. Fuiste a una marisquería, te pediste unas gambas a la plancha y te
sentaron fatal.
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Mándalo a la mierda
El mal recuerdo hace que pases la semana pensando que la cena de cumpleaños
también te sentará mal, a pesar de que no irás al mismo restaurante. De hecho, en la
invitación pone que el tipo de comida será mexicana, lo cual no tiene nada que ver con el
marisco que tomaste la última vez. Pero a ti se te ha metido en la cabeza que todos los
restaurantes utilizan comida de mala calidad y te vas a poner enferma.
Llega el día y quieres inventarte una excusa, pero no se te ocurre ninguna convincente,
así que acabas asistiendo al cumpleaños, que se celebra en el restaurante “La Taquería”.
Como no quieres arriesgarte a que la cena te siente mal, pides una ensalada porque
crees que es la opción menos arriesgada, bajo la estupefacción de tus amigos, que están
deseando probar los tacos, los nachos, las fajitas y las quesadillas. Tu plato llega a la
mesa y, para tu sorpresa, lleva una vinagreta que no estaba anunciada en la carta y,
aunque terminas con todo el plato en 5 minutos, lo haces temiendo ponerte mala y cada
cucharada te sabe peor.
Con toda la autosugestión que te has echado a la espalda, raro será que no enfermes
realmente.
Pero aunque ese no sea el caso, ¿qué experiencia has tenido?
Podría haber sido una velada encantadora rodeada de amigos, pero tu obsesión ha sido
pensar en que te sentaría mal y para evitarlo has elegido la comida más insulsa de una
apetitosa carta. Te has cargado todo el disfrute por una idea que se te metió en la cabeza
basándote en una experiencia pasada.
¿No te parece la gilipollez más grande que has leído en un tiempo?
Pues eso es exactamente lo que estás haciendo cuando vas a citas pensando que todo
irá mal o haciendo caso a esa amiga malherida que te está comiendo la cabeza porque
su novio la acaba de dejar o lleva demasiado tiempo soltera y su carácter está un poco
agriado. Sí, ya sé, tal vez te ronde por la cabeza la idea de que es mejor prepararte para
lo peor, que así te va a doler menos. ¡Una estupidez como la copa de un pino! Si te
pones en lo peor para salvaguardarte, te estás protegiendo también de lo mejor. Es decir,
estás poniendo una barrera. Así que afronta tu próxima cita con las máximas ganas
proyectando que por fin será la buena.
Rodéate de amistades que te animen a disfrutar de la experiencia de conocer a personas
nuevas, que te cuenten lo maravilloso que es ir conociendo a alguien que te gusta, ir a
citas, librarte de las expectativas y centrarte solamente en pasarlo bien y dejar fluir la
relación.
Deja de cargar piedras en tu mochila o de hacerle caso a la gente que te dice que
deberías ir bien abastecida de ellas por si necesitas lanzárselas a tu pretendiente.
Vacía tu mochila y disfruta del camino.
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Mándalo a la mierda
Revisa tu lista de la compra
- ¿Cómo quieres que sea tu próxima pareja?
Sonia sonrió al escuchar mi pregunta. Eso era algo que tenía muy claro.
- Quiero que sea guapo, más joven que yo porque me conservo muy bien, que hable
francés, que sea inteligente, que sea muy espiritual y esté avanzado en su crecimiento
personal, que tenga una conversación fluida, que sea sociable…
La “lista de la compra” no tenía fin.
- ¿Realmente necesitas que hable francés, cuando os podéis entender perfectamente en
castellano?
- Sí, quiero que sea un hombre de mundo y que sepa hablar en la lengua del amor, ¡oh la
la!, porque me encanta.
Intenté cuestionar varios de los puntos de la lista, pero ella me los rebatía todos. Eran
completamente necesarios en su esquema mental.
Le pregunté si había encontrado alguna vez a algún hombre con todas esas
características. Ella dijo que los dos últimos hombres con los que había estado las
cumplían.
- ¿Qué pasó con ellos?
Su rostro se endureció.
- Bueno… Con uno estuve unas semanas y luego se fue con otra. El otro empezó muy
bien, pero luego terminó desapareciendo y ya no contestaba a mis mensajes.
¿Te das cuenta de por dónde van los tiros, verdad? Sonia tenía una lista de la compra
exageradamente larga y las pocas veces que se topaba con un hombre con esas
características, se trataba de un crápula que se entretenía un poco con ella y luego se
iba con otra o la dejaba de lado. Ella ni lo veía venir porque estaba totalmente cegada
con esas cualidades que tanto anhelaba.
Sonia era una interesante mujer divorciada de 48 años que llevaba una década soltera.
Deseaba encontrar novio, pero no quería cambiar ni un ápice de la lista de cualidades
que buscaba en su próxima pareja.
Le sugerí que revisara esa lista, la empezara de cero y no olvidara las cualidades que
realmente son importantes en una pareja, como la buena comunicación, el interés en
construir algo duradero y el respeto.
Ella se negó. Dijo que no se iba a rebajar a estar con alguien que no cumpliera con sus
expectativas y que las cualidades que yo le proponía no eran suficientes. Quería al
hombre perfecto.
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Mándalo a la mierda
Y aún lo sigue esperando porque ya han pasado 5 años de nuestra conversación y sigue
soltera esperando ese caballero francófono que nunca llega para quedarse. Ya lleva 15
años sintiéndose sola y aún no se ha dado cuenta de que, lo único que la priva de una
bonita relación con un hombre que la quiera, la comprenda y la respete, es su lista.
Me encantaría decirte que esta es una historia inventada para ilustrar una idea que me
parece importante, pero se trata de un caso real.
Con el paso de los años, tendemos a añadir características a nuestra lista de la compra
porque tenemos más experiencia, nos conocemos mejor y tenemos más claro lo que
queremos. Pero existe un “pequeño” problema.
Cada vez que añades una nueva característica a tu lista, las
probabilidades de encontrar a una persona que cumpla con todas
ellas se reducen drásticamente.
No eres consciente de ello, pero probablemente estás rechazando a un montón de
candidatos que podrían enamorarte y hacerte feliz, pero que no tienen la oportunidad de
darse a conocer porque no cumplen con algunas de las características de tu inacabable
lista, así que los rechazas sin molestarte a conocerlos.
Además del problema de cantidad, existe el problema de calidad. Las cualidades que
estás poniendo en tu lista no son ni por asomo las que deberían estar ahí. Estás dándole
mucha importancia al físico, a la edad, al nivel cultural o a la profesión y te olvidas de la
persona. Que un hombre sea alto, rubio y tenga una carrera universitaria no implica que
vaya a ser buena pareja. Que sea honesto, cumplidor y respetuoso, te da muchas más
garantías.
Es el momento de que revises tu lista de la compra y te des cuenta de si estás pidiendo
demasiado y si les estás brindando demasiada importancia a características
superficiales.
Ejercicio 13: Tu lista de la compra
Confecciona tu “lista de la compra” pensando en aquellos requisitos que deseas que
cumpla tu pareja. No te cortes, puedes poner tantos como quieras.
Una vez realizada, piensa en aquellos que son secundarios y de los que podrías prescindir.
Táchalos de tu lista.
Ahora decide cuáles son las 3 características más importantes para ti y tacha todas las
demás. Estas serán las que te ayudarán a decidir si debes invertir en tu próximo
pretendiente a partir de ahora.
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Mándalo a la mierda
En realidad, si lo piensas con detenimiento, deberían ser pocos los requisitos
innegociables. En mi opinión, la única cualidad imprescindible que deberías perseguir
para considerar a alguien digno de una relación contigo es que a él también le apetezca
tenerla y te lo muestre, siempre y cuando sientas atracción y exista una buena conexión
entre vosotros. No recomiendo pasar de la tercera cita con alguien que no te está
haciendo sentir nada.
Pero si alguien cumple con todas las características del hombre ideal para ti y luego te
falta al respeto, no muestra demasiado interés por verte o te vende la moto para llevarte
a la cama y luego se olvida de ti, ¿de qué te ha servido tu flagrante lista? ¿No crees que
es mejor darle la oportunidad a alguien que quizás a priori no cumple con todo, pero que
te hace sentir bien, te trata de maravilla y te demuestra día a día que tiene un interés real
en ti? Yo tengo muy clara la respuesta.
Rebaja tu lista de la compra, empieza a dar más oportunidades a los “no tengo muy claro
si me puede gustar, pero me parece interesante” y no les regales el cielo a los “tienen
todo lo que busco en un hombre”, si no se lo están ganando con la suficiente dedicación.
Para terminar con este capítulo, un relato corto.
La perfección
Omar conversaba con un amigo.
- Entonces, ¿nunca pensaste en casarte?
- Sí, lo pensé - respondió Omar. - En mi juventud, resolví buscar a la mujer perfecta.
Crucé el desierto, llegué a Damasco, y conocí una mujer muy espiritual y linda; pero
ella no era nada práctica. Continué viajando, y fui a Isfahan; allí encontré una mujer
que conocía el reino de la materia y el del espíritu, pero no era bonita. Entonces,
resolví ir hasta El Cairo, donde cené en casa de una moza de muy buen ver, religiosa,
y conocedora de la realidad material.
- ¿Y por qué no te casaste con ella?
- ¡Ah, compañero mío! ¡Lamentablemente ella también andaba en busca de un hombre
perfecto!
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Mándalo a la mierda
Conviértete en tu mejor versión
Ya sé que el título es todo un cliché y que quizá estás frunciendo el ceño en estos
momentos, pero déjame primero explicarte la psicología que hay detrás del concepto de
convertirte en tu mejor versión.
Cada vez que trabajas sobre ti misma empiezas un proceso natural de cambio, en el que
las cosas en tu vida se mueven, incluso en ámbitos que ni siquiera estás focalizada,
porque se inicia una movida dentro de ti y eso tiene repercusiones en tu realidad y tu
entorno.
Cuando inicias un cambio, tu cerebro se adapta a ello gracias al proceso de plasticidad
neuronal (del que ya hemos hablado antes), lo cual permite que se produzcan ciertas
modificaciones en patrones, pensamientos, comportamientos.
Ejercicio 14: Altera tu rutina
Durante la próxima semana, cambia algún elemento de tu rutina y presta atención a si se
produce algún cambio en ti o en tu vida.
Por ejemplo, elige otra ruta para ir al trabajo, levántate más pronto y dedica 10 minutos a
realizar ejercicio, ve a algún sitio que te guste y piensa en tus objetivos…
Cada vez que una relación no cumple con tus expectativas o se rompe, tienes una nueva
oportunidad de pararte a pensar, hacer un poco de autocrítica sobre lo que ha sucedido
(de una forma constructiva) y plantearte nuevos objetivos.
Malgastar tu tiempo lamiéndote las heridas y despotricando de los hombres no es una
opción viable. Aunque te haga sentir mejor por un momento, te arrastrará hacia una
negatividad que no te conviene, si lo que quieres es encontrar pareja.
Imagina que tienes una primera cita con alguien a quien no conoces, pero que te atrae
físicamente. Pongamos que lo conociste en un bar una noche y os disteis el número
después de intercambiar un par de bromas. No sabes nada de él porque solo habéis
hablado para concertar la cita y tienes una mezcla de nervios e ilusión en el estómago.
Os encontráis para tomar una copa y empieza diciéndote que está pasando por una fase
complicada. Que no le gusta su trabajo, pero no sabe qué hacer con ello porque piensa
que nadie lo va a contratar porque hay mucho paro. Luego te comenta lo dura que fue la
muerte de su padre cuando era niño y cómo ha afectado a su vida. Desde ese día nada
le motiva y siempre da por sentado que todo le irá mal, así se ahorra pegarse más
batacazos. Sus amigos fueron quienes le animaron a coger tu número porque apenas
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Mándalo a la mierda
sale y no queda con nadie, así que no ha tenido muchas citas últimamente y está un
poco desentrenado.
En un universo paralelo, tienes la misma cita con el mismo chico, pero esta vez, el
discurso es muy distinto.
Os encontráis para tomar una copa y te cuenta su sueño de montar su propia empresa.
Te explica que ahora mismo está trabajando un poco cada día, fuera de su horario
laboral, para conseguirlo. Te comenta que su padre murió cuando él era joven y que eso
le ha fortalecido, le ha llevado a tomarse la vida como una aventura y a perseguir lo que
quiere cuando lo quiere porque desea vivir a tope, por él y por su padre. Es por eso que
cuando te vio, no dudó en hablarte y pedirte el número de teléfono. Al final de la cita, te
dice que le gustaría volver a verte la semana que viene, porque este fin de semana ya
tiene planes, ya que se va a practicar deportes de aventura con sus mejores amigos.
Este es el mismo chico, con las mismas experiencias vitales, pero con una actitud
totalmente distinta.
¿Cuál de los dos conseguiría contigo una segunda cita?
El primero es un saco de problemas, de penalidades y de inseguridades. Un coñazo de
tío, hablando en plata.
El segundo irradia un sentido positivo, está cargado de autoestima y buen humor. Es de
esas personas que te atrae por su gran vitalidad y su alegría de vivir.
Ambos pueden conseguir una segunda cita, pero el segundo tiene muchas más
probabilidades, ¿verdad? Tendemos a sentir una mayor atracción hacia la seguridad, la
positividad y el buen humor que hacia todo lo contrario.
Poseer un buen nivel de autoestima te ayudará a tener más éxito
en la búsqueda del amor.
También te vendrá bien dejar la actitud de víctima a un lado y darte cuenta de que tú
tienes el poder sobre tu vida. Que nadie va a ser tu pareja si tú decides lo contrario. Que
puedes mandar a la mierda a las personas que no estén cumpliendo, que no te respeten,
que no te gusten o que no te quieran.
Te mereces encontrar el amor de tu vida y lo vas a conseguir, pero para ello, debes dejar
de lado el negativismo y los prejuicios. Aunque eso haga que tengas que mirarte al
espejo y preguntarte si hay algo en ti que tienes que cambiar para lograr lo que deseas.
Si en tu trabajo te dieras cuenta de que no consigues tener éxito en lo que emprendes,
¿te plantearías lo que estás haciendo mal y cómo mejorar? Sí, ¿verdad? Pues funciona
igual en todos los ámbitos de tu vida. Si algo no va como deseas, cambia. No esperes a
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Mándalo a la mierda
que por arte de magia todo se arregle. Busca la forma de cambiarlo tú, en tus propios
términos.
Las relaciones significativas en tu vida también son importantes. Debes rodearte de
personas que saquen lo mejor de ti, que te animen, que te quieran y te apoyen. No te
ayudará tener una mejor amiga con la que te comparas constantemente, que te trata
como si fueras inferior y te hace sentir pequeña.
Para convertirte en tu mejor versión, es preceptivo que te desprendas de lo que te lastra.
Es el momento de valorar tus relaciones de amistad y preguntarte si están aportando
algo positivo a tu vida, además de compañía y risas. Liberarte de alguien que te está
drenando la energía constantemente será un paso importante en tu vida.
Piensa también en aquello que te hace feliz. ¿Te gusta cantar? ¿Bailar? ¿Dibujar?
¿Leer? ¿Practicar deporte? ¿Escribir? Plantéate cuál es esa actividad que realmente te
ayuda a desconectar de todo y te recarga las pilas. ¿Cuántas veces la llevaste a cabo la
última semana? Intenta dedicar un rato cada día en hacer algo que te guste y verás como
tu vitalidad aumenta y eso repercute de forma positiva en tu autoestima.
Está demostrado que ayudar a los demás genera reacciones bioquímicas y activa las
regiones cerebrales de recompensa, lo cual te lleva a sentirte mejor. Así que dedica una
parte de tu tiempo a realizar acciones que favorezcan a los que te rodean.
Ejercicio 15: Es momento de dar
¿Cuáles son las 5 personas más importantes para ti?
Durante los próximos días, ten un detalle bonito con cada una de ellas. Puede tratarse de un
mensaje, de una invitación al cine, de una cena casera o un regalo cualquiera. Intenta
sorprenderlas con algo que sepas que les va a gustar.
Convertirte en tu mejor versión no es tratar de hacerlo todo bien o eliminar tus
imperfecciones, es simplemente trabajar tu autoestima, adoptar una actitud positiva
frente a la vida, corregir tus errores, marcarte nuevos objetivos, realizar actividades que
te llenen y ayudar a los demás siempre que puedas. No es tan difícil. Puedes
conseguirlo, ¿verdad?
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Mueve el culo
Ahora que ya te has librado de todo aquel que no es un candidato adecuado para formar
parte de tu vida a largo plazo y que tienes la mentalidad adecuada para empezar a
conocer gente y centrarte en lo que realmente es importante, es momento de que te
muevas.
Tu próxima pareja no va a llamar a tu puerta mágicamente, así
que esperar sentada en el sofá no es una opción.
(A no ser que quieras ligarte al cartero o al repartidor de pizza).
Ya sé que tienes un montón de amigos cargados de buenas intenciones, que
seguramente te han dicho cosas como “el amor llega cuando no lo buscas” o “deja de
querer tener pareja y aparecerá”. Como si llevar a cabo acciones para conseguir lo que
quieres, funcionara en cualquier ámbito, excepto en el del amor.
Estas consignas se refieren, sobre todo, a que no debes obsesionarte con tener una
relación, porque si lo haces te colapsas, pero no significa que no puedas ser una parte
activa del proceso.
¿Puede llegarte el amor aunque no lo busques? Claro que sí.
¿Es necesario que no lo busques para que te llegue? Categóricamente no.
Contéstame a esta pregunta: ¿qué crees que es más fácil, que te caiga del cielo el
trabajo de tu vida cuando no estás buscándolo o que consigas el trabajo de tu vida
después de echar 30 veces el currículum?
La respuesta es obvia.
Por ende, es mucho más fácil que encuentres el amor si:
1. Tienes el corazón libre.
2. Estás abierta al amor.
3. Realizas acciones para encontrarlo.
En los capítulos anteriores, hemos cubierto el punto 1 y el 2. Ahora estamos abordando
el tercero.
Si tienes claro que quieres encontrar pareja y sientes que estás preparada para conocer
a gente nueva y tener citas, tienes que idear un plan.
Lo primero es que te dejes la vergüenza en casa.
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Mándalo a la mierda
Mirar a chicos que te atraen y sonreírles está bien, pero es posible que necesites un poco
más que eso.
Ejercicio 16: Habla hasta con las paredes
Inicia una conversación con, al menos 3 personas al día.
Si no te atreves a hablar con chicos, empieza con chicas o con personas que estén
claramente fuera de tu radar (por ser demasiado jóvenes o mayores) para así conseguir
tener un poco más de confianza en ti. Lo peor que puede pasar es que no te sigan la
conversación.
Cuando hables con chicos que te atraigan, no tienes que tirarles los tejos, ni pedirles su
número. Simplemente inicia una conversación y flirtea un poco. No te propongas como
objetivo ligar, sino pasarlo bien, tener una charla, practicar la coquetería.
Por ejemplo: imagina que estás en la cola de la panadería y hay un chico delante de ti que te
parece mono. Puedes decirle algo como “oye, necesito tu ayuda porque no me decido.
¿Magdalena de fresas o de arándanos?”. Imagina que te dice de fresas y es la que más te
gusta. Le podrías decir: “¡Buena elección! ¡Prueba superada!” Y sigues en la cola como si
no hubiera pasado nada. Le habrás abierto la puerta para que te hable, si le apetece. Si no
lo hace, no habrás perdido absolutamente nada.
Los hombres normalmente necesitan un poco más que una mirada y una sonrisa para
darse por aludidos porque la mayoría de veces ni siquiera se dan cuenta de que alguien
está coqueteando.
Por ese motivo, si te interesa alguien, puedes ponerle las cosas más fáciles haciendo tú
un primer acercamiento, pero dejando que sea él quien tome la iniciativa de pedirte el
teléfono o de invitarte a salir.
Aprovechar situaciones de la vida cotidiana para ligar es una buena opción, pero quizá
no la más efectiva.
Los bares o las discotecas siguen siendo el lugar más sencillo para conocer a gente en la
vida real, tal vez por la influencia del alcohol, que ayuda a desinhibirnos, a superar la
vergüenza, tal vez porque cuando estás bailando, pasándotelo bien con tus amigos y
vestida de fiesta, sueles estar mucho más receptiva que cuando te encuentras aún
soñolienta en el metro a las 7:30 de la mañana.
Las redes sociales también aportan mucho en esta era de la comunicación, así que es
una buena idea que te apuntes a un grupo de Facebook en el que se quede para realizar
alguna actividad que te guste, o a páginas web como “Meet Up”, en las que hay
numerosos grupos dedicados a cualquier actividad que puedas imaginarte. Algunos son
exclusivamente para conocer a gente nueva y socializar, así que lo tienes fácil.
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Lo importante es que trates de meterte en ambientes sociales y relajados porque eso te
dará la oportunidad de interactuar con más gente y aumentará las posibilidades de que
conozcas a alguien interesante.
Aprovecha que la mayoría de las personas viven pegadas a su teléfono para iniciar
conversaciones en la vida real. El hecho de atreverte a decir algo te dará una ventaja que
pocas chicas utilizan.
Pero el método más utilizado para ligar en la actualidad es, sin duda, el tecnológico.
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Todo empieza con un “like”
Bienvenida a la era de las nuevas tecnologías, amiga. La época donde ligar está a un
“like” de distancia.
Las aplicaciones para ligar dan alas a los tímidos, a los que trabajan mucho, a los que
tienen poco tiempo para socializar, a los que no les gusta salir de cañas, a los que les
cuesta un mundo entrarle a alguien, a los que tienen miedo al rechazo y, en definitiva, a
casi todo el mundo.
Ahora ya no tienes que mandar a tu amiga a que se entere si el chico que te gusta tiene
pareja, porque tienes a toda una selección de solteros a tu disposición (a veces no tan
solteros).
Las aplicaciones para ligar son de lo mejorcito que nos han dado las nuevas tecnologías.
Más del 50% de las nuevas parejas que se forman cada día se conocieron en Tinder,
Happn, OkCupid, Meetic, etc.
Hasta los detractores de este método no pueden negar su elevada tasa de éxito.
Eso significa que ya no hace falta que salgas todos los fines de semana para ver si pillas
cacho o si conoces a alguien interesante.
Ya no puedes poner la excusa de que no tienes tiempo para conocer a alguien porque, si
quieres, puedes sacar 20 minutos al día para navegar por la aplicación que prefieras o
tener una conversación con alguien que te interese. Recalco, ¡que te interese!
Lo que hacen las aplicaciones es acercarte a personas a las que nunca hubieras
conocido de otro modo con la garantía de que esa persona también está buscando a
alguien (aunque no está muy claro para qué). Algo es algo.
El uso que cada uno haga de esas aplicaciones ya es cosa suya, pero, a poco
espabilada que seas, las probabilidades de que una de esas plataformas te sirva a tu
próximo novio en bandeja de plata, son muy altas.
Es cierto que la contrapartida es que ahora parece que todos tenemos opciones infinitas
y nos cuesta más conformarnos con lo que tenemos. También resulta más difícil elegir a
alguien para iniciar una relación seria, porque pensamos que tenemos un bufé libre a
nuestra disposición, pero creo que ese es un pequeño precio a pagar por todas las
ventajas que esa nueva forma de ligar nos ofrece.
Es posible que pasar horas delante de una pantalla seleccionando candidatos te agote y
te ponga de los nervios pero, si sigues mi método, te resultará mucho más sencillo
establecer conexiones interesantes y ahorrarte esas citas en las que parece que el reloj
no avanza y te acabas la bebida en dos tragos para poder inventarte cualquier excusa y
salir por patas.
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A continuación comparto mi método, que ha sido usado con éxito en numerosas
ocasiones, tanto por mí, como por mis clientas.
Ejercicio 17: Cómo tener éxito en las apps de citas
1. Pon buenas fotos. No vale que pongas las primeras dos fotos que pilles o elijas esa
foto de hace 10 años en la que pesabas 8kg menos. Tienes que elegir fotos actuales en
las que se te vea bien, sin abusar de selfies. Muéstrate realizando alguna actividad que te
guste o rodeada de amigos. Pídeles opinión a tus amistades masculinas si tienes dudas
sobre si tus fotos son atractivas para el género opuesto y acepta sus respuestas.
2. Cúrrate la biografía. Hay aplicaciones que piden más texto y otras menos, pero
siempre debes intentar poner algo original y, en lugar de hacer una lista de tus
cualidades, simplemente escribe situaciones que las ilustren. Por ejemplo, en lugar de
“me encanta ir a la montaña, soy alegre y me gusta James Bond”, puedes poner: “si
alguna vez te encuentras conmigo en la montaña, no me juzgues por ir tarareando la
sintonía de las películas de James Bond”.
3. Inicia 3 conversaciones al día. Además de contestar a todo aquél que te escriba y te
guste, inicia tú también conversaciones, comentando algo de lo que hayas visto en sus
fotos o biografía. Los hombres se pasan el día escribiendo y muy pocas veces reciben
respuesta, así que cuando es la chica quien inicia la conversación, lo suelen valorar. Si
pasan de ti, solo has perdido un par de minutos de tu vida. ¡Eso no es ná!
1. Ve a tu ritmo, pero respeta el del otro. Si no te sientes cómoda dando tu teléfono
después de intercambiar las cuatro palabras de cortesía o no quieres quedar después de
hablar un solo día, no lo hagas, pero tampoco te ofendas o le afees la conducta al otro
por pedírtelo. No sabes cuántas veces ha perdido el tiempo charlando con una chica que
le parecía atractiva para luego ser ignorado. Dile que aún necesitas charlar un poco más
para conocerle mejor y verás como la mayoría de hombres lo comprenden. Y al que no,
¡que le den!
4. Habla. Muchas mujeres no quieren hablar demasiado por mensaje de texto y quedan
con alguien sin apenas saber nada de la persona. Es verdad que eso hace que pierdas
menos tiempo escribiendo, pero también aumenta el número de citas fallidas. Si te
tomas un poco de tiempo para conversar y te das cuenta que realmente te apetece tener
una cita con esa persona, porque te está interesando vuestra conversación, entonces
será mucho más fácil que la cita vaya bien o que, si no hay química, al menos no sientas
la necesidad de irte corriendo.
5. Una llamada vale más que mil mensajes. ¿Recuerdas el tiempo en que para hablar
con alguien tenías que llamar a su casa? Puede que ahora los mensajes hayan sustituido
a las llamadas, pero es mucho más fácil saber si conectas con alguien escuchando su
voz y teniendo una conversación real. Además, es una buena forma de medir el interés
que alguien tiene en ti porque los que solo buscan sexo, no suelen estar interesados en
invertir demasiado en la otra persona. Funciona especialmente bien para disipar las
dudas con esas personas con las que no estás segura de si quedar o no. Pruébalo y me
cuentas.
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Cada persona tiene su forma de enfocar el mundo de las citas online. Yo te acabo de dar
algunos de mis mejores consejos y te animo a que los pruebes. Parecen sencillos
¿verdad? Y lo son, pero al mismo tiempo muy efectivos porque, como reza el dicho: el
diablo se esconde en los detalles. Si ves que hay algo que no te satisface, simplemente
cambia tu estrategia hasta que te encuentres cómoda con los tiempos y las formas.
Verás como pronto le cogerás el gusto y lo empezarás a pasar bien y a conocer a gente
interesante, que es de lo que se trata.
Encontrar a alguien especial es el objetivo, pero todo tiene un proceso y, con un poco de
paciencia y buen humor, te sorprenderás a ti misma teniendo experiencias muy positivas
que te harán sentir ilusión y darte cuenta de que aprendes mucho de ti misma cuando
conoces a gente nueva. ¿Crees que tienes algo que perder? Yo no.
Ahora bien, recuerda que las aplicaciones sirven como primera toma de contacto, el resto
es cosa tuya. Y no, no te devuelven el tiempo invertido y no tienen garantía de éxito. Pero
cuando compras un humus en el supermercado, tampoco tienes garantía de que te guste
o que no te dé flatulencias. Lo pruebas y si no te convence, la próxima vez eliges el
guacamole.
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SOS, me gusta alguien, ¿qué hago?
Has conocido a alguien en un bar / Tinder / una salida con amigos… y te gusta.
Coquetea. Coquetea. Y coquetea.
No tienes que lanzarte a sus pies, pedirle una cita o decirle que es el hombre más
atractivo del mundo. Lo único que debes hacer es mostrar que estás abierta a una cita, a
conocerle. Eso se hace coqueteando. Sabes de qué estoy hablando, ¿verdad?
Hay mujeres a las que coquetear les sale natural, como si de respirar se tratara. Es un
rasgo que se encuentra más fácilmente en las personalidades extrovertidas, pero las
introvertidas también lo pueden poseer.
Yo soy una de esas personas a las que les sale coquetear sin tener ni siquiera que
planteármelo. Es un componente más de la comunicación al que nunca le he prestado
una atención especial y es por eso que no me había planteado la posibilidad de que
algunas mujeres no tuvieran esa facilidad hasta que conocí a Sandra.
Sandra es una mujer de 34 años, atractiva, deportista e inteligente. De joven, recibió una
beca para estudiar en Standford, una universidad de la Ivy League americana. La crême
de la crême. Pero no fue hasta más adelante, después de la universidad, cuando tuvo su
primer novio.
Hablando con ella me di cuenta de que había vivido acomplejada toda su vida. Cuando
era adolescente, estaba un poco gordita y eso había hecho mella en su autoestima. No
se sentía guapa y se cerró completamente en banda, lo cual hizo que nadie pudiera
acceder a su corazón.
A los 30 años, era una mujer fuerte, profesional y muy capaz. Además, su cuerpo había
cambiado gracias al deporte y la buena alimentación y apenas tenía un gramo de más,
pero ella seguía viéndose unas caderas del tamaño de la muralla china.
Sandra estaba en Tinder y no tenía problema en conseguir “likes”. Pero no le resultaba
tan fácil llegar a tener citas. Y cuando las tenía, normalmente no pasaba de la tercera.
Al principio yo no me explicaba por qué muchos de los hombres con los que salía,
dejaban de escribirle de repente tras los primeros encuentros. Simplemente
desaparecían, se desvanecían, la hacían un “unmatch” después de la cita y nunca volvía
a saber de ellos.
Cuando indagué un poco, descubrí algo que me dejó sorprendida. Sandra no besaba
nunca en las primeras citas. Como norma general. Nunca. No daba ni un miserable
piquito de buenas noches.
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Eso me llevó a preguntar más sobre sus citas y pronto me di cuenta, con gran sorpresa,
que varios hombres le habían comentado que no tenían ni idea de si ella sentía atracción
hacia ellos.
- ¿Tú coqueteas con los hombres que te gustan cuando estás en una cita con ellos? - le
pregunté a Sandra.
- Uhmm… me parece que no. No sé coquetear.
- ¿Cómo que no sabes coquetear?
- No… No sé qué hacer o cómo hacerlo.
¡Bingo! Ahí estaba el problema. Si un hombre no siente que la chica con la que está
saliendo tiene un mínimo interés en las primeras citas, es muy probable que se retire sin
ni siquiera tratar el tema para evitar ser rechazado. La mayoría de los hombres no son
demasiado dados a expresar sus emociones y prefieren optar por una retirada a tiempo,
en lugar de exponerse a ser heridos por alguien a quien apenas conocen.
Coquetear es jugar con las palabras, darles un doble sentido, mirar de reojo con la
sonrisa traviesa, tirar indirectas, vacilar, tocar un hombro por aquí, una pierna por allá,
acercarse más de la cuenta, clavar tu mirada unos segundos más de lo normal…
Eso es algo que forma parte de la equipación de serie de toda mujer, aunque suele
asociarse más a la cultura latina, y que es más difícil de encontrar en otras culturas,
sobre todo las nórdicas, según mi propia experiencia.
Es, básicamente, no hablar siempre en serio y bromear con la persona que tienes
delante, soltar comentarios “picantones", dejar caer “puyitas” y usar el contacto físico
para dar ese toque de cercanía tan necesario a la hora de ligar.
Coquetear es también jugar con los gestos. Guiñar el ojo, sonreír, tocarse el pelo,
morderse el labio. Es tejer una red de piropos, dobles sentidos, provocaciones y falsas
apuestas en las que ambos salís ganando.
Se puede coquetear con cualquier persona sin que eso signifique que te guste o que
quieres ir a la cama. Es simplemente una forma de comunicación. Si no sabes a qué me
refiero, busca entrevistas de Sofía Vergara y verás como parece que esté ligando con
cualquier persona que se le cruce por delante. Creo que no hay ningún entrevistador,
hombre o mujer, en toda América del Norte al que ella no haya ruborizado. Sofía rebosa
sensualidad y no es solamente por su despampanante físico, sino por esa actitud
juguetona y provocativa.
Si coquetear no forma parte de tu equipamiento base, te vendrá bien empezar a practicar
cuando antes.
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Mándalo a la mierda
Ejercicio 18: Saca tus pestañas al sol
A partir de hoy, trata de practicar el coqueteo. Hazlo con personas que te atraigan o con
gente cercana a ti, como tus mejores amistades. Si no sabes cómo hacerlo, piensa en la
persona más coqueta que conozcas y trata de copiar lo que hace.
No tienes que hacer nada con lo que no te sientas cómoda, pero te animo a que pruebes y
experimentes con ello porque podrías darte cuenta de que se te da mejor de lo que
pensabas y te lo pasas bien.
Una vez hayas practicado el arte del flirteo y sientas que ya lo dominas, puedes llevarlo
un paso más lejos con la persona que te guste. Se trata de dejarle las cosas en bandeja,
pero sin ser tú quien tome la iniciativa.
Piénsalo como si fuera un juego de equipo. Pongamos que hablamos de fútbol.
Tú eres el lateral y el chico es el delantero. El trabajo del lateral no es el de marcar goles
(aunque ocasionalmente los marcan), es el de dar los pases perfectos para que el
delantero pueda marcar el gol. Aunque a veces sientas la necesidad o el impulso de ser
tú quien marque el gol, tu rol principal no es el de marcar los goles, sino el de
propiciarlos.
Si aplicamos esta premisa al tema que nos interesa, resultaría algo como esto:
Estás saliendo con alguien nuevo. Le has visto un par de veces y te mueres de ganas por
quedar otra vez. En lugar de preguntarle si quiere volver a verte (lo cual sería marcar un
gol), vas a hacerle un pase estrella diciéndole algo como: “acabo de ver el anuncio de la
película X que se ha estrenado en los cines y me muero de ganas de ir”. Y ahí lo dejas.
La pelota está en el aire y él no desaprovechará la ocasión de rematarla, si es que le
interesa la jugada y está pendiente del partido.
Ojo con hacerle un pase y luego querer rematarlo tú porque eso le quita toda la utilidad a
la estrategia. Si le sueltas esa frase que te acabo de decir y a continuación lo adornas
con cuarenta guiños, estás haciéndolo demasiado obvio y entonces estás tomando tú la
iniciativa.
Lo único que debes hacer es pasarle la pelota y dejar que él la remate, si quiere. Si no lo
hace y tampoco te dice de quedar por su cuenta, la realidad es que no quiere verte. Así
de sencillo. También puede ser que sea tonto del higo y esté en la parra. En ese caso,
igual no te interesa.
Las mujeres tendemos a complicarnos la vida pensando en todas las posibles
explicaciones que justificarían el hecho de que el hombre que nos gusta no nos escriba o
nos proponga quedar. Tiene mucho trabajo, tiene una vida social muy activa, está
ayudando a su madre, estudia, trabaja, etc,etc,etc.
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Mándalo a la mierda
¿Te das cuenta que tú misma estás manipulando la realidad para que encaje con lo que
deseas? Quieres estar con él y es por eso que debes plantearte todas esas
explicaciones, porque la alternativa es aceptar la realidad: que no parece demasiado
interesado. Puede que esté muy atareado, pero si tiene interés en verte, va a sacar
tiempo de donde sea para quedar contigo.
Como norma general, si un hombre no te dice de quedar es,
simple y llanamente, porque no quiere.
Meterte esta idea en la mollera te va a ahorrar muchos dolores de cabeza y te permitirá
darte cuenta de lo que realmente es cada relación en la que te encuentras.
Si alguien queda contigo una vez cada dos semanas, ese es el tipo de relación que
quiere. No hay más.
La única forma de saber lo que la otra persona desea es dejarle espacio para que lo
formule. Tu trabajo es el de observar y decidir si es eso lo que quieres.
Si no lo es, entonces puedes lanzarle pases. Si los remata y mete gol, le interesas,
aunque quizá a él le gustaría ir a un ritmo más pausado. Si ni siquiera ve la pelota, es
muy probable que su interés sea mínimo.
Si te da la sensación de que esta táctica te pone en el asiento del pasajero y no de piloto,
piénsalo otra vez.
No tienes que currarte absolutamente nada puesto que el hombre que quiera ir a por ti, lo
hará sin ningún tipo de problema.
Tú tienes el poder de decidir si estás de acuerdo con el tipo de relación que él está
iniciando o si quieres más.
Si decides que no estás conforme, puedes lanzarle un par de pelotas y ver si las remata.
Si lo hace y va cogiendo más ritmo, ¡enhorabuena, es posible que termines con novio!
Si se le escapan las pelotas por debajo de las piernas, ¡enhorabuena, acabas de
ahorrarte una pérdida de tiempo, de ilusiones y de posible desengaño y ya eres libre para
buscar a tu goleador esperado, el que sepa recibir los pases que le das.
No pierdas tu tiempo justificando a alguien que no está
invirtiendo en ti.
Y, ahora, vamos a iniciarnos en el mundo de las citas, en la excitante aventura de
conocer a alguien, ilusionarte y darle una oportunidad al amor.
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Mándalo a la mierda
PARTE 4
Cómo afrontar las primeras
citas
Mi padre me enseñó una lección que le había transmitido el suyo y que siempre me ha
resultado muy útil: “Cada mañana arranca un nuevo día. Para que sea nuevo de verdad,
es necesario que te olvides de las afrentas del día anterior.”
Si quieres conocer a alguien mejor, será necesario que te olvides de los que fueron
peores e incluso de los que no llegaron a ser. Cada persona con la que sales es una
nueva página en blanco sobre la que escribir y las primeras citas son para pasarlo bien.
Es el momento de que te ilusiones con cada nueva cita.
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Quítate la coraza
Marisa es una atractiva arquitecta de 28 años. Llevaba tres soltera y estaba un poco
cansada de rollos de una noche, relaciones de dos meses y promesas vacías. Tenía la
sensación de que no valía la pena seguir intentándolo porque nunca conocía a nadie que
le aportara más que un poco de diversión fugaz. Cada vez que se ilusionaba con alguien,
la cosa acababa mal y a ella se le partía un poco más el corazón. Seguía acudiendo a
citas y conociendo a chicos, pero era más por inercia que por voluntad. Estaba decaída y
no tenía esperanzas de encontrar a una persona con quien poder iniciar un proyecto de
futuro.
Carlos, un ingeniero de 33 años, tenía ganas de encontrar a una mujer con quien sentar
la cabeza y poder formar una familia. En cuanto vio la sonrisa de Marisa asomar por su
Tinder, se le iluminó el rostro. ¡Tienes un nuevo match! Le anunció la aplicación. Él no
perdió ni un segundo en escribirle e iniciaron sus conversaciones.
Después de unos días mandándose mensajes, decidieron conocerse.
Marisa fue con la armadura puesta. Carlos parecía muy guapo en las fotos y era de lo
más divertido y encantador, lo cual en su cabeza significaba peligro. Ya sabía cómo iban
esas cosas. Él la embaucaría, se la llevaría a la cama y luego nunca más le volvería a
hablar, lo cual le dolería en el alma. Pero ella no lo permitiría. No le iba a abrir su corazón
a un desconocido.
Quedaron en un bar para tomar algo. Desde el momento en que se vieron, supieron que
la atracción flotaba en el ambiente.
Empezaron a charlar, cerveza en mano, de banalidades varias. Cuando él habló de su
familia se le iluminó el rostro. Se notaba que los quería mucho.Tenía muy buena relación
con sus padres y sus dos hermanos, pero su debilidad era, sin duda, su sobrina de 2
años. Carlos le mostró una foto de la pequeña a Marisa. ¡Qué mona era!
El chico también le habló de sus pasiones: el jazz y los coches, y de algunas
experiencias pasadas que le dejaron huella. Era tan tierno y parecía tan buena persona…
Se puso un poco serio cuando compartió con ella una de sus peores épocas: la
adolescencia. Se perdió más de una vez, coqueteó con las drogas y faltó al respeto a sus
seres queridos en más de una ocasión. Al empezar la universidad, se dio cuenta de que,
si quería tener una buena vida, debía centrarse en los estudios, y eso hizo. Tuvo que
perder a algunas amistades en el proceso, pero ganó otras que aún conserva.
Marisa estaba orgullosa de sí misma. Le había costado, pero había conseguido esquivar
todos los temas que pudieran mostrar vulnerabilidad. De ninguna forma le iba a hablar de
lo mal que lo pasó cuando su padre perdió el trabajo o cuando su hermana casi muere en
un accidente de coche. Tampoco le iba a contar que uno de sus sueños era construir una
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casita en un árbol en la que sus futuros hijos pudieran jugar, tal y como ella había hecho
con sus hermanos cuando eran pequeños. Y por supuesto no iba a compartir con él que
estaba súper emocionada porque en el trabajo, le acababan de encargar un proyecto que
le apasionaba. Sabía que si le contaba todas esas cosas su corazón quedaría al
descubierto y no podía permitirse más decepciones. Es por eso que decidió seguir
hablando de temas con menos carga emotiva, como algunas series de televisión que
ambos veían o viajes que habían realizado. La velada estaba resultando de lo más
amena y divertida. Iban ya por la tercera cerveza y se les había pasado el tiempo
volando.
Carlos también lo estaba pasando en grande, así que en algún momento entre la tercera
y la cuarta copa, se llenó de valor y la besó.
Una cosa los llevó a la otra y terminaron en casa de ella, viviendo una noche apasionada.
A la mañana siguiente, Carlos tuvo que madrugar para ir al trabajo. Después de darle una
dosis más de guerra a Marisa, se vistió, le dio un beso en los labios y se fue.
Marisa nunca más supo de él.
Carlos se llevó un pedacito más de su maltrecho corazón y ella juró no volver a salir con
nadie.
FIN
Si ahora mismo estás frunciendo el ceño y sintiéndote mal por Marisa, lo entiendo. No es
difícil identificarse con alguien que ha sufrido por amor. Tú has pasado por ahí y duele.
Pero toda historia tiene dos versiones.
Carlos es un buen hombre, guapo, con un buen trabajo, inteligente, divertido y, sobre
todo, listo para encontrar una mujer con quien poder sentar la cabeza.
¿Por qué nunca volvió a llamar a Marisa? - te preguntarás.
Por un motivo muy sencillo: no sintió una conexión más allá de lo físico.
Y eso no tuvo nada que ver con lo cósmico o lo místico, sino por el simple hecho de que
ella no se dejó ver. Estaba tan preocupada de protegerse para no resultar herida que
escondió todas sus cualidades personales, lo que la hacía especial y única.
Carlos solo pudo ver su fachada: su increíble físico, su inteligencia y su sentido del
humor.
Todas esas cualidades son estupendas y resultan estimulantes, lo suficiente como para
querer refugiarse una noche en sus brazos, pero no para repetir. Porque él no estaba
buscando un pasatiempo, sino a alguien especial para una relación duradera.
Marisa se centró tanto en no involucrarse emocionalmente que lo consiguió. Él le abrió su
corazón, le habló de lo más importante de su vida, de lo que le daba sentido a su
existencia, de momentos en los que se sintió perdido.
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Mándalo a la mierda
Ella lo único que abrió fue la cartera para invitarle a una ronda de cervezas.
Carlos estaba buscando a su media naranja, pero eso no significa que hubiera hecho un
voto de castidad o que no le gustara el sexo. Disfrutó de la noche que pasó con Marisa,
pero como tenía claro lo que andaba buscando, no se entretuvo más de la cuenta por el
camino.
¿Qué piensas ahora de él? ¿Sigues odiándole? O quizás te has dado cuenta de que
alguna vez tú también has estado con alguien simplemente porque te gustaba para ese
momento, aunque veías claro que no se convertiría en tu pareja.
¿Has conocido a alguna vez a alguien que te gustó físicamente y te pareció que tenía
buenas cualidades, pero con quien no sentiste una conexión real? Conectar con alguien
depende de varios factores, la mayoría inexplicables, pero el hecho de abrir tu corazón y
ser auténtico te acercará mucho más a la persona que tienes delante.
Si no juegas tus cartas, ¿de qué sirve tener una buena mano?
Te cuento la historia de Marisa para que entiendas que no puedes ir a tus citas alzando
una muralla para no resultar herida, porque lo único que conseguirás es que la otra
persona se pierda entre todas esas capas de falsa protección y le resulte imposible
conectar contigo del modo en que tú deseas.
Tú estás buscando una conexión real, pero es muy difícil encontrarla cuando no estás en
disposición de mostrar quién eres por miedo a que te hagan daño. Y, evidentemente, eso
no implica que vaya a salir bien, pero lo que está claro es que quien no juega no gana,
esa sí es una afirmación irrefutable.
Si no estás preparada para abrir tu corazón, no quedes con nadie con la intención de
encontrar pareja. Lo único que conseguirás es terminar como Marisa, pensando que
todos los hombres son horribles y que solo buscan diversión esporádica, cuando en
realidad era ella misma quien alejaba a perfectos candidatos con su inaccesibilidad
emocional.
Si vas a ir a citas, que sea con una actitud abierta, con ganas de
conocer a alguien nuevo, con ilusión, con naturalidad y con
seguridad en ti misma.
No tienes que lanzarte a los brazos de nadie, simplemente abrirte a la experiencia y
pasarlo bien.
No recubras tu corazón con capas de superficialidad.
Dale a tu cita la oportunidad de conocer a la persona maravillosa que eres. Verás cómo
eso te hace disfrutar mucho más del proceso y, además, te quita un peso de encima.
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Cuidado con el falso Pepito Grillo
Disney dio vida a la voz de la conciencia de Pinocho a través de un pequeño grillo,
llamado Pepito Grillo, que se le posaba en el hombro y le recriminaba todo aquello que el
niño de madera no hacía bien.
Todos tenemos esa voz interna (no siempre escuchada) que nos dice si algo es
adecuado para nosotros. Debemos prestar mucha atención porque a veces es el miedo
quien se disfraza de consciencia y nos manda mensajes de alarma, cuando en realidad
todo va bien, lo cual puede empujarnos a tomar decisiones contrarias a nuestra felicidad.
Las experiencias nos llevan, inevitablemente, a juzgar los nuevos acontecimientos de
nuestra vida a través de unas gafas de cristal tintado. El color de ese cristal dependerá
de lo que hayamos vivido en el pasado y de las conclusiones que hayamos sacado de
ello o del poso emotivo depositado en nuestro corazón.
Si ponemos de ejemplo a Marisa, nuestra chica con armadura del capítulo anterior,
podemos ver que sus experiencias pasadas hicieron que se protegiera en exceso y no
llegara a conectar con Carlos por no mostrarse realmente en sus citas y abrir su corazón.
El problema es que ella no sabía que era su propia actitud la que estaba alejando a los
hombres y pensaba que el problema era el género masculino, que solamente va en
busca de sexo sin compromiso. Su falso Pepito Grillo particular, estaba llevándola sin
dilación hacia la soltería y no lo hacía con maldad, sino para protegerla.
Ejercicio 19: Plántale cara al falso Pepito Grillo
Cuando un chico muestra interés en ti, cuando te empiezas a escribir con alguien, vas a una
cita o inicias una relación, ¿qué te dice tu Pepito Grillo?
Haz una lista de pensamientos que te pasen por la cabeza y luego pregúntate si esos
pensamientos te están aportando algo positivo o son más bien negativos de cara a tus
propósitos.
Tacha todos los pensamientos negativos y escribe un pensamiento positivo en su lugar. Por
ejemplo, si tu pensamiento cuando alguien te contacta es “seguro que está aburrido y por
eso me ha escrito”, cámbialo a “le parezco interesante y le apetece hablar conmigo”.
A partir de ahora, debes repetirte esos nuevos pensamientos positivos cada vez que los
viejos intenten acaparar el protagonismo.
Una vez controles tus propios pensamientos, será mucho más fácil que vayas con la
actitud correcta a tu próxima cita porque te estarás equipando para el éxito y no para el
fracaso.
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Mándalo a la mierda
Tú eres la primera interesada en que el chico al que estás conociendo sea decente y
quiera algo serio contigo, así que no está de más que le des, al menos, el beneficio de la
duda hasta que pueda demostrártelo con el tiempo.
Pero eso no significa que tengas que estar al acecho, analizando cualquier cosa que diga
o haga. Lo que debe importarte es que te haga sentir bien, que te atraiga y que dé los
pasos necesarios para poder verte de nuevo, si eso es lo que queréis.
Te voy a contar algo personal.
Años atrás, llegó un momento en el que estaba ya tan harta de no crear conexiones
fuertes con ninguno de los chicos a los que conocía, que quise acelerar el proceso de
selección.
Cada vez que alguien decía “he estado en muchas primeras citas” yo escuchaba “soy un
golfo”. Así que me echaba unas risas en la cita, me liaba con él, si me apetecía, y luego
lo mandaba directamente a la pila de los descartes.
Cuando oía algo como “dejé mi última relación hace 3 meses” yo pensaba “este aún no lo
ha superado y no está preparado para iniciar algo nuevo”. Descartado.
Había ciertas frases clave que me hacían pasar automáticamente de quien fuera que las
repitiera porque les asignaba un prejuicio y ya no había forma de que me hicieran
cambiar de opinión.
Visto desde la distancia y la experiencia, eso no fue una buena estrategia y estoy segura
que me perdí conocer mejor a chicos maravillosos porque mi falso Pepito Grillo hacía
saltar todas las señales de alarma cuando escuchaba algo que no le gustaba, como si el
simple hecho de poner ciertas palabras juntas, convirtieran a alguien en culpable de un
crimen que tal vez no había cometido. Decidí que no quería tomarme el tiempo para
descubrir si había acertado o errado y me cargué a unos cuantos pretendientes de un
plumazo.
Durante ese tiempo, aprendí que obsesionarte con analizar cada palabra que sale por la
boca de tu cita y ponerle una etiqueta, te fastidia la experiencia de conocer a alguien
nuevo y, además, te lleva a juzgar injustamente a los demás.
La clave cuando sales con alguien es pasarlo bien y decidir si quieres ver a esa persona
de nuevo o no. Adelantarte a los acontecimientos solo te servirá para cometer errores y
robarle a alguien la oportunidad de mostrarte qué es lo que quiere contigo y qué tipo de
interés tiene en ti. Tampoco creas que eso da patente de corso a todo el que se acerque
a ti. Tiene que ganarse tu confianza, pero no deben frenarte los prejuicios.
Si el falso Pepito Grillo te está dando demasiado la lata y no te deja disfrutar del
presente, ponle el silenciador durante un ratito y, cuando tengas un momento tranquilo,
reflexiona sobre qué está ocurriendo. ¿Quizá estás prejuzgando? ¿Se trata de un
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Mándalo a la mierda
mecanismo de defensa para que no te hagan daño? ¿O es que realmente hay algo que
no pinta bien? ¿Es el Pepito de verdad quien te está hablando?
Conocerte bien te ayudará a obtener respuestas fidedignas. Si no lo tienes claro, es
buena idea compartir tus reservas con alguien cercano a ti porque la mayoría de
situaciones se ven más claras analizándolas desde fuera que desde dentro. Aunque
recuerda que el otro puede darte su opinión, pero eres tú quien debe decidir lo que
quieres hacer. No le achaques a otra persona responsabilidades que son solo tuyas.
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No le entrevistes, no está buscando trabajo
En el anterior capítulo te he contado que hubo un momento en mi vida, años atrás, en
que estaba cansada de perder el tiempo con chicos que realmente no buscaban lo
mismo que yo y me puse muy quisquillosa.
Además de analizar con lupa cada palabra que salía de la boca de mis pretendientes, iba
a la primera cita con una lista de preguntas. Según las respuestas que obtuviera, optaba
por un despido fulminante o decidía seguir conociéndolos.
Las preguntas iban desde educación (no quería saber nada de chicos que no tuvieran
una carrera o un trabajo decente) a ex parejas (preguntaba mucho sobre sus anteriores
relaciones para ver si era un libertino, había engañado a sus ex, llevaba años sin pareja,
etc.). Tampoco me preocupaba preguntar directamente sobre sus planes de futuro, para
cerciorarme de si casarse y tener hijos era algo que contemplaban.
¿Recuerdas la lista de la compra de la que hablamos unos cuantos capítulos atrás? Pues
la mía era bien larga y yo no me cortaba ni un pelo a la hora de indagar en cada ítem
para poder encontrar al amor de mi vida.
Lo que yo pensaba que era una efectiva técnica de reclutamiento de pareja que me hacía
ahorrar tiempo y disgustos, en realidad era casi una una tortura china para cualquier
buen hombre que se cruzara en mi camino. Me convertí en toda una dictadora y debió
ser un auténtico coñazo salir conmigo durante los meses en los que duró mi inquisición.
Al cabo de un tiempo, me di cuenta de que había dos grandes problemas en mi
estrategia:
1. Mis estándares estaban basados en criterios que para nada garantizaban que una
relación pudiera funcionar. Por ejemplo, tener una carrera. Tener estudios superiores
no es una característica que defina a un buen novio. Tampoco lo es que sea alto o que
le guste viajar.
2. Mis preguntas eran totalmente invasivas y los chicos tenían la sensación de estar en
una entrevista de trabajo y no en una cita. A algunos se les notaba totalmente
incómodos en ciertos momentos y echaban balones fuera como podían.
El resultado de mi fallido experimento es que acepté a chicos que cumplían con mis
criterios superficiales, pero que no tenían demasiado interés en formalizar una relación o
no me trataban demasiado bien.
Además de eso, deseché a chicos estupendos porque no respondieron bien a alguna de
mis capciosas preguntas.
Y como guinda del pastel, espanté a chicos de bandera por convertir una cita en un
bombardeo de preguntas demasiado cargadas de intenciones, cuando lo único que
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querían ellos era conocerme y pasar un buen rato.
Las citas sirven para conocer a otra persona y para pasárselo bien.
No las conviertas en un tercer grado.
Si vas a una cita con la única intención de evaluar a la otra persona, es muy probable
que las cosas no te salgan bien. Tu foco debería estar en conocerle, no en juzgarle.
Estar al acecho para detectar posibles “taras” y quitártelo de encima antes de tiempo,
solamente te llevará a no disfrutar de la cita, aumentar tu desconfianza y la suya.
Vamos a revertir la situación.
Imagina que vas a una primera cita con alguien con quien has estado chateando unos
días y tienes ganas de conocer.
La primera impresión es buena. Estás un poco nerviosa aún, pero él habla bastante y eso
hace que te relajes.
Te pregunta qué tipos de chico te gustan.
¿Has tenido muchas parejas?
¿Cuándo hace desde que lo dejaste con tu último ex?
¿Crees que ya estás preparada para quedar con alguien de nuevo?
¿Por qué estás en Tinder?
¿Has tenido muchas citas desde que estás soltera de nuevo?
¿Cómo han ido las citas?
¿Estás quedando con más chicos ahora mismo?
¿Cómo te ves en 5 años?
¿Te gustaría casarte?
¿Quieres tener hijos?
Si solo el hecho de imaginarte esta primera cita te está haciendo hiperventilar, puedes
hacerte una idea de por qué no te recomiendo el método entrevista.
Puede que obtengas las respuestas que buscas, pero ¿qué importa si esa persona
encaja en tu idea de “futura pareja” si nunca vas a tener una segunda cita con él porque
lo has acojonado en la primera?
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Mándalo a la mierda
Ojo, que eso no quita que termine la noche acostándose contigo, si le pareces atractiva,
pero en su cabeza, ya habrá descartado verte como algo más y te extrañará que no
vuelva a llamarte o solo lo haga los viernes a las 3 de la mañana.
Luego dirás que los hombres son unos cerdos y te quedarás tan ancha.
En una cita, tienes que hacer preguntas, pero no deben ser capciosas. O al menos no
intencionadamente. No pasa nada si sale el tema de las ex parejas y preguntas sobre
ello o si estáis hablando de vuestros sueños y de los planes de futuro que tenéis y sale el
tema de formar una familia. Cualquier tema es susceptible de ser comentado cuando se
conversa de forma abierta y sincera, pero eso es muy diferente a venir con el
cuestionario preparado de casa y tratar de sacarle todo lo que necesitas saber para que
creas tener una seguridad que realmente no existe.
Aunque te diga todo lo que tú querías oír, eso no significa que vaya a convertirse en tu
pareja o que sea la persona adecuada para ti. Eso solo lo dirá el tiempo.
Ve a tus citas con ganas de conocer al otro. Así descubrirás, poco a poco, si esa persona
te gusta, si te está dando lo que necesitas y si te está demostrando que va en serio.
El tiempo va a ser siempre tu mejor aliado.
Voy a narrarte otra historia.
La historia del rey
El rey Enrique se fue de cacería al bosque real y, mientras estaba cazando ciervos, le
dispararon una fecha. Sus hombres lo llevaron corriendo a la caseta real. Allí, llamaron
enseguida a su médico. Cuando éste llegó, agarró la flecha para arrancársela del pecho,
pero el rey lo detuvo y le dijo que antes de que le quitara la flecha quería saber quién se
la había disparado. Quería saber si había sido por motivos personales o políticos. Si
trabajaba solo o en grupo. Quería saber si le habían disparado porque creía que era un
mal rey o porque había ejercido su derecho a pernada con su mujer o con sus hijas…
Y se murió.
Moraleja: menos preguntas y más acción.
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Mándalo a la mierda
Es una cita, no una sesión con tu terapeuta
¿Te ha pasado ir a una cita y tener la impresión que el chaval te ha tomado por su madre
o, peor aún, por su psicóloga?
Cuando estamos a gusto hablado con alguien, tendemos a abrirnos y eso es algo
positivo, salvo cuando se convierte en una especie de terapia improvisada en la que
iniciamos una descarga emocional diarreica.
Eso es algo a evitar en las primeras citas, simplemente porque no se trata de echarle al
otro todos tus problemas encima a la primera de cambio, sino de conocerse sin prisas.
Puede que pienses que contarle todo del tirón al nuevo chico con el que estás quedando,
hará que, si no puede lidiar con ello, se vaya rápido y no te haga perder el tiempo, pero
en realidad lo que conseguirás es ahuyentar a personas interesantes. Insisto, lo
importante en las primeras citas es pasar un buen rato, no escuchar los dilemas
existenciales, los traumas de niñez o las rupturas dolorosas de la persona que tienes
delante.
Ojo, que no estoy abogando por no compartir nada personal o no expresar tus
emociones. Eso ya lo hemos tratado en el capítulo “quítate la coraza”. Es importante que
te abras, te expreses con naturalidad y conectes emocionalmente con la persona a la que
estás conociendo. Lo único que te estoy sugiriendo es que lo hagas despacio, con calma.
Sin descargarlo todo de golpe y de buenas a primeras.
Tienes que calibrar la capacidad de asimilación de quien tienes delante.
Imagina que tu madre te compra por tu cumpleaños un pastel exquisito y te dice que
tienes que comerte las 12 raciones antes de levantarte de la mesa. Si lo haces revientas.
Así que deberás decirle que no puedes. Aunque sea un pastel buenísimo. Si trasladamos
esta metáfora al terreno del amor, por mucha capacidad de escucha que tenga el otro, no
podrá comerse todo tu pastel -la historia de tu vida- en el primer encuentro, ni en el
segundo. Procura racionárselo. Seguro que le sienta mucho mejor.
Supón que vas a una segunda cita con un chico que te gusta y se pasa el rato hablando
de sus problemas. Cuando nació, le tuvieron que operar de urgencia y casi se muere.
Tuvo un accidente a los 10 años que le dejó en cama tres meses, por lo que le hicieron
repetir curso. Perdió a todos sus amigos y lo pasó muy mal. Todavía se emociona cuando
ve películas protagonizadas por pandillas de instituto. La historia con su primera novia
fue complicada, ya que lo dejó por otro y les pilló en la cama. Le hicieron mobbing en el
trabajo cuando tenía 20 años y tuvo que ir a terapia para superarlo. Aún no está seguro
de haber dejado atrás el lastre del pasado, pero lo intenta.
¿Te abrumaría conocer tantos detalles negativos de su vida en una segunda cita? A mí
sí, me carga solo con escribirlo.
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Mándalo a la mierda
En cambio, seguro que no te importaría si estuvierais hablando de trabajos anteriores y
te contara el episodio del mobbing. Esa sería una forma muy natural de compartir esa
vivencia contigo.
Es importante abrirse y confiar en la otra persona cuando sentimos que ella también lo
hace, pero siempre de forma organizada y con mesura.
Por otro lado, tampoco tienes que contarle todo de ti a una persona que acabas de
conocer. Lo mejor es dejar que lo descubra por sí sola. Cuando vayan apareciendo los
temas en cuestión, ya le irás destapando tu personalidad, tus gustos y tus prioridades en
la vida, tus tristezas y alegrías.
La norma a seguir sería algo así como:
Deja fluir tu personalidad, sin centrarte en un discurso
predeterminado, ni contarle la historia de tu vida en una tarde.
Tampoco tengas prisa en contarle las relaciones con tus ex parejas. Si sale el tema, no
tienes que evitarlo, pero tampoco ahondes mucho en ello o te centres en lo negativo
porque es más difícil que conectes a nivel romántico con alguien si de lo único que
habláis es de tu ex.
Años atrás, unos publicistas presentaron una campaña en las que ponían solo una frase
o una imagen en una pantalla de una tienda. Unos días más tarde, le añadían otra frase
y, más adelante, colocaban el mensaje entero. La idea era llamar la atención de la gente
y que tuvieran interés en saber cuál era el mensaje completo. Las personas que habían
visto el mensaje en todas sus fases, compraron más que las que solo habían leído el
mensaje en su forma final.
En las citas debería pasar lo mismo. En la primera, suscitas interés para que se produzca
la segunda. Generalmente, un poco de misterio ayuda más que revelar todos los detalles
de golpe, así que no te tomes las primeras citas como una carrera de velocidad, sino
como una de fondo. Esto hace que vayas con más calma y no pretendas darte a conocer
en dos horas. Propicia un intercambio de información fluida en la que ambos compartáis
de un modo más o menos equitativo.
Y no olvides que no debes volcar tus problemas en alguien a quien estás empezando a
conocer porque eso matará el misterio. Espérate a más adelante cuando ya exista una
conexión más fuerte.
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Mándalo a la mierda
Tiene derecho a permanecer en silencio
¿Alguna vez has estado con alguien que ha sido engañado y que, debido a ello, veía
fantasmas donde no los había, te cuestionaba constantemente y hasta en ocasiones te
revisaba los mensajes porque no quería volver a pasar por lo mismo?
Si te has encontrado en esa situación, sabrás que no es plato de buen gusto. Que su ex
novia se haya comportado de un modo horrible, no significa que tú vayas a hacer lo
mismo.
Para empezar, no tienes nada que ver con su ex. Eres una mujer diferente, con una
experiencia distinta y posees otras características. Además, no has hecho nada para
merecer su desconfianza. Por último, no tienes intención de engañarle. (No la tienes,
¿verdad?).
Pero eso no es lo que él ve y te trata como si en cualquier momento fueras a hacer
trampa, a sacar un as de debajo de la manga y, por lo tanto, está siempre alerta para no
pecar de pardillo una vez más.
Ahora piensa en si tú actúas así después de sufrir un desencuentro amoroso.
Ejercicio 20: Suelta
Pregúntate si tienes algún tipo de resentimiento. ¿Hay algo que estés reteniendo de tu
pasado y que esté alimentando tus prejuicios? Es importante que seas muy consciente de
ello y le quites el máximo de peso posible para que no afecte a tus futuras relaciones.
Si alguien te ha hecho daño, si te ha mentido, te ha engañado o ha actuado de un modo
que no es aceptable para ti, es preciso que aprendas de ello para que no vuelva a ocurrir.
Pero aprender de ello no significa estar siempre al acecho o asumir que el siguiente
hombre será igual que el anterior. Eso te llevaría a vivir en una especie de interrogatorio
constante como el que hemos comentado hace un par de capítulos, en el que intentas
pillarlo en un renuncio, lo cual dañaría la relación.
No puedes iniciar una relación con alguien acusándole del crimen
que otra persona cometió contigo.
Eso hará que el otro se sienta juzgado y tratado de una forma injusta, ya que estás
asumiendo que él será igual de malo que tu pareja anterior.
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Mándalo a la mierda
El título del capítulo hace referencia a la frase policial utilizada cuando se detiene a
alguien y se le leen sus derechos: “tiene derecho a permanecer en silencio. Todo lo que
diga podrá ser utilizado en su contra ante un tribunal…”.
Así es como se siente alguien que está saliendo con una persona dolida, cuando escruta
cada movimiento, cada detalle para ver si se confirman sus sospechas negativas.
Tu labor no es ejercer de policía en tus citas, sino tratar de conocer a la persona que
tienes delante, dándole la oportunidad para que se muestre tal y como es y así puedas
ver si te interesa como pareja.
No permitas que tus experiencias pasadas te marquen de tal modo que impidan que te
relajes y no puedas disfrutar de las citas por estar demasiado pendiente de analizarlo
todo. Eso hará que no lo pases bien y le pongas muchas trabas a la persona que tienes
delante.
Y vuelvo a repetírtelo para que lo tengas claro: el hecho de volver a confiar en los
hombres, hacer las cosas bien y no tratar a tu cita como si fuera a cometer los mismos
delitos que tu ex, no te garantiza que todos los que te encuentres a partir de ahora sean
unos angelitos, pero sí que te dará la oportunidad de poder disfrutar más de los
encuentros y facilitarle las cosas al hombre adecuado.
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Mándalo a la mierda
No empieces el libro por la última página
Esta es una de las ideas claves de este libro (a mi parecer) y quiero que te la grabes
porque seguramente te hará falta.
Se trata probablemente de la lección más importante que aprendí durante mis tres largos
años consecutivos de soltería.
A mí me costó la vida aplicarla, pero una vez conseguido, mi experiencia con los
hombres cambió radicalmente y me di cuenta de lo fácil que puede ser evaluar tus
relaciones cuando vives con tu mente centrada en la realidad del momento y no en el
futuro.
Antes de meterme de lleno en el tema, quiero que te preguntes lo siguiente:
¿Alguna vez has querido acelerar el proceso de conocer a alguien para ver si la relación
llegaba a alguna parte?
¿Alguna vez has preguntado a un hombre qué es lo que quería de ti al cabo de unas
citas, cuando él no estaba preparado para contestar a esa pregunta?
¿Alguna vez has analizado las acciones y las palabras de alguien al detalle para
encontrar motivos para dejarle y no perder más el tiempo o, al contrario, para lanzarte de
cabeza a una relación, cuando aún no le conocías lo suficiente?
Si has contestado sí a cualquier de esas preguntas, es que has intentado empezar la
relación por el final.
Cuando empiezas un libro por el final, te cargas la historia. Lo
mismo ocurre con las relaciones de pareja.
Llevas tiempo soltera. Quieres conocer por fin al hombre de tu vida. Estás cansada de ir
de cama en cama. Quieres tener hijos y sientes que se te pasa el arroz. Odias que tu
familia te pregunte si tienes novio. Anhelas la compañía de alguien que te quiera.
Sea cual sea tu situación, cuando conoces a alguien nuevo y tienes prisa por saber si
esa relación va a tener un futuro o si estás perdiendo el tiempo, realizas acciones que te
llevan a acelerar ese proceso. Por ejemplo, formulas un montón de preguntas sobre el
futuro al estilo policía, tratas de averiguar qué es lo que anda buscando, le preguntas
directamente si quiere tener algo serio contigo o no, lo pones en aprietos para que
reaccione y así puedas ver si aguanta la embestida o urdes cualquier tipo de treta para
descubrir lo que pasa por tu mente.
Las mujeres tenemos el súper poder de llegar a cualquier tema que nos propongamos y
que parezca que ha salido de una forma espontánea o incluso que lo ha sacado él. Tú lo
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Mándalo a la mierda
sabes y yo lo sé, pero lo único que conseguirás con eso es no disfrutar y boicotear esa
posible relación.
Entiendo perfectamente que estés harta de perder el tiempo con tíos que no se
comprometen o que te dicen una cosa y hacen otra, pero el antídoto para eso no es
querer llegar al fondo de la cuestión tras tres citas, sino darte el tiempo necesario para
poder conocer a esa persona, saber si realmente te interesa y comprobar si el interés es
mutuo. Por eso se inventó el dicho: vísteme despacio que tengo prisa.
¿Estás dispuesta a darte 2-3 meses para conocer a alguien que te interesa y ver si esa
relación despega?
Me parece un tiempo bastante razonable, sobre todo si lo comparas con esas
desesperantes no-relaciones que duran años.
Si al cabo de 2-3 meses, no sois pareja, eres libre de dejar a ese hombre y buscar a
alguien que sí se convierta en tu novio. (No te olvides de la parte del libro en la que has
aprendido a detectar a todos los hombres que deberías mandar a la mierda).
Si, lamentándolo mucho, te ves en la obligación de cumplir con tu deber para contigo
misma, solamente habrás perdido unos pocos meses de tu vida y habrás disfrutado de,
por lo menos, algunas partes del proceso, aunque la relación no haya fructificado del
modo en que te hubiera gustado.
Ya sé que es complicado dejar a alguien que te gusta, pero la alternativa es perder el
tiempo con alguien que no se va a comprometer contigo y que te hará sufrir. Y el tiempo
es un bien demasiado preciado, así que necesitas aprovecharlo para conocer a quien
quiera estar contigo al cien por cien.
No te estoy pidiendo nada que yo no haya hecho ya antes, así que no estás sola en esto.
Estuve, hace unos años, en una no-relación que duró unos 8 meses porque el muchacho
no se decidía a formalizarla. Él me gustaba mucho y le veía un gran potencial, pero sus
dudas nunca cesaban, así que decidí seguir mis propios consejos y romper con él. Aún
me sigo poniendo la medalla al valor y la valentía porque gracias a esa acción, mi vida
amorosa cogió el rumbo correcto (¡al fin!).
Después de ese episodio, conocí a un chico con quien empecé a quedar. Me limité a
tomar una postura mucho menos agresiva y dejar que fuera él quien me buscara la
mayoría de las veces. Lo único que debía hacer yo era disfrutar del momento,
escucharme, saber si estaba satisfecha o no.
Pronto me di cuenta de que su frecuencia de mandar mensajes y de quedar era mucho
más baja de lo que a mí me gustaría. De todos modos, dejé que todo continuara del
modo en que él quería.
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Mándalo a la mierda
Estuve unos 2 meses con él y el hecho de no querer adelantarme, preguntar demasiado
o controlar la situación, hicieron que pudiera leer el libro de esa “relación” tranquilamente,
sin saltarme ningún capítulo.
Llegó un momento en el que me di cuenta de que él nunca hablaba de tener una
relación, la comunicación decrecía por momentos, los encuentros se espaciaban un poco
más cada semana, ni siquiera habíamos hablado de exclusividad y no tenía ni idea de si
se veía con otras chicas al mismo tiempo.
Dos meses fueron suficientes para que yo pudiera ver lo que me quería ofrecer él y
decidí que eso no era lo que yo quería, así que quedamos una última vez para tener “la
conversación”.
Le conté que buscaba algo serio y que me parecía que él no lo quería, por lo tanto, iba a
dejarlo.
Él estaba apenado por perder a alguien que, según él, era increíble y con quien podía
conversar y se lo pasaba bien, pero la realidad es que no estaba preparado para una
relación seria en ese momento. Me ofreció su cama y su compañía para cuando quisiera,
oferta que rechacé al momento porque yo tenía las ideas muy claras sobre lo que
deseaba y, como te conté al principio, tener a alguien que te caliente la cama, ocupa un
espacio en tu vida que deberías dejar libre para la persona con la que vayas a estar.
Quedamos como amigos y a día de hoy aún lo seguimos siendo, pero de derecho a roce,
ni hablar.
Me imagino cómo hubiera ido esta historia si hubiera ocurrido unos meses antes.
Me veo estando muchos meses con él, tratando de conseguir que se comprometa
conmigo, preguntándome por qué la comunicación decrece, buscando tácticas para
mantenerlo interesado, desgastando mi energía y, lo que es aún peor, minando mi
autoestima. Porque cualquier situación que te lleve a dejar de ser tú misma para intentar
adaptarte al otro, no funciona y te empequeñece. Recuerda que tu pareja debe ensalzar
tus virtudes y conseguir que te sientas feliz.
El final de esa no-relación habría resultado dramático por haber puesto mis ilusiones en
algo que no fructificaba. Todo eso por culpa de no saber leer la situación y obcecarme en
conseguir lo que quería.
Pero ya había pasado por esa experiencia y no iba a volver a cometer el mismo error.
Le dediqué dos meses de mi vida a esa persona, pero darle ese tiempo sin
obsesionarme con lo que pasaría, es precisamente lo que permitió que me diera cuenta
de lo que me podía ofrecer y decidiera que no me interesaba.
Esa decisión consciente, hizo que pudiéramos tener una conversación sincera y que
aceptáramos que buscábamos cosas distintas y, por lo tanto, ninguno tuvo la necesidad
de retener al otro o de enfadarse. Yo comprendía que él era totalmente libre de no querer
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Mándalo a la mierda
tener una relación, especialmente porque lo había pasado muy mal en su anterior
noviazgo y necesitaba sanar algunas heridas.
Como dato curioso, te diré que justo después de dejarlo, él encontró a una chica que, al
cabo de unos meses, se convirtió en su novia y son felices juntos.
Eso significa que estar o no preparado para una relación depende mucho de la persona
que tengas delante.
Cuando alguien te dice “no estoy preparado para una relación”, lo que realmente quiere
decir es “ahora mismo no estoy preparado para tener una relación contigo”. No hay que
tomárselo a pecho porque lo único que significa es que esa persona no es para ti en este
momento de tu vida y tienes que moverte hacia otra dirección, en lugar de quedarte ahí
esperando un milagro que no se producirá y malgastando tu tiempo.
Recuerdo que una de mis clientas me contó que había tenido un novio cuando era joven
y que lo dejaron. Ella se casó y al cabo de 25 años encontró por casualidad a su ex y al
verlo se dio cuenta de la suerte que había tenido por no haber continuado la relación con
él.
En definitiva, cuando conozcas a alguien, no te plantees si tienes futuro o no con esa
persona. Deja que pase el tiempo y que él desarrolle su dinámica natural. Sus acciones
revelarán lo que quiere de ti y eso es lo que te llevará a poder tomar la decisión
adecuada, según tus intereses.
Léete el libro entero y no quieras saltar directamente a la última página. Seguir paso a
paso el proceso ayudará a que te tomes las relaciones de un modo distinto.
Aprender y aplicar esa lección fue lo que me abrió las puertas del amor.
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Mándalo a la mierda
El secreto para tener éxito en las primeras citas
Quiero confesarte algo, sin intención de alardear. Las primeras citas siempre se me han
dado especialmente bien. No importa como fuera el chico, de donde viniera o qué
intenciones tuviera. No importa si estaba cansado de las mujeres, quería solo un
revolcón o estaba buscando a la mujer de su vida. El 95% de las veces, terminaba
besándome o queriéndome besar. Algunos eran tímidos y no se atrevieron, pero luego a
posteriori me lo confesaron y, a otros, les cayó una cobra en toda regla.
Te prometo que no me estoy marcando un farol.
Es posible que, después de la primera cita, ya no mostraran interés, no quisieran una
relación seria o los sentimientos no florecieran, pero la primera cita solía ser todo un
éxito. Y no, no llevaba ningún perfume de feromonas, ni tampoco tengo un físico de
revista. Soy una chica normal y corriente. Bueno, en realidad no. Soy especial, porque
soy yo. Del mismo modo que tú eres especial.
He experimentado, por lo menos, unas 80 primeras citas (y creo que me quedo corta),
así que tengo la certeza de que algo hago bien en esos primeros encuentros porque mi
tasa de éxito es muy alta.
Parte de este éxito se debe al método que te comenté para las aplicaciones de citas,
pero no todas las primeras citas que he tenido han sido a través de esas aplicaciones,
así que hay algo más.
Después de analizar al detalle mis actuaciones, me di cuenta de que no era nada que
hiciera o que dijera, sino que el secreto estaba en una actitud que nunca me había
cuestionado porque es inherente en mí en los primeros encuentros.
Su base es la autoestima, el creer que eres una persona interesante, estupenda, digna
de ser amada y con mucho por dar.
Tener una autoestima alta te brinda una ventaja increíble en cualquier ámbito de tu vida,
pero especialmente en el del amor.
El secreto para tener éxito en las primeras citas es dar por sentado
que le gustarás a la persona con la que has quedado.
Puede que te parezca una estupidez, pero no lo es y mis más de 80 citas exitosas lo
avalan.
Cuando vas a una cita asumiendo que la otra persona va a estar interesada en ti porque
eres interesante y estupenda, te sacas una gran presión de encima, de un plumazo.
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Mándalo a la mierda
¿Has ido alguna vez a una cita preguntándote si le gustarás a la otra persona? ¿Has
estado intentando decir o hacer lo que crees correcto para que se fije en ti? ¿Has
actuado de una forma diferente a cómo eres por miedo a mostrar algo de ti que pueda
echar al otro para atrás?
Recuerdo la pregunta de una clienta: “quisiera saber cómo ser el tipo de mujer de quien
los hombres se enamoran”. A través de varias consultas, conseguimos que fuera el tipo
de mujer de quien ELLA se enamorara y eso la hizo mucho más feliz.
Te voy a dar una mala noticia: no puedes ocultar lo que eres durante mucho tiempo, así
que, si alguien se enamora de ti porque estás moldeando tu personalidad a su antojo,
eso no durará, puesto que tu naturaleza saldrá a la luz tarde o temprano y esta persona
se dará cuenta de que no eres como pensaba. O lo que es aún mejor: ¡te darás cuenta
que no puedes seguir fingiendo!
Ahora voy a darte una buena noticia: estar segura de ti misma, sentirte cómoda en tu
propia piel y mostrar tu personalidad con gran orgullo, te hará 50 veces más
atractiva de lo que ya eres.
Si a alguien no le gustas o no conecta con tu personalidad, es mucho mejor que se dé
cuenta después de la segunda cita y no después de 6 meses de relación.
Volviendo al tema que nos atañe, quiero formularte dos preguntas: ¿Ganas algo
preocupándote por si le vas a gustar al otro cuando estás en medio de una cita?
¿Qué ocurriría si, en lugar de ir con esa actitud, fueras a la cita sabiendo que le vas a
gustar? Si no le gustas, no pasa absolutamente nada. Esta persona no es tu pareja, no
estás perdiendo al amor de tu vida, es solo una primera cita.
Si está quedando contigo es porque hay algo en ti que le ha llamado la atención y quiere
conocerte, así que debes darle lo mejor de ti. Para hacerlo, debes tener claro que eres
especial, que cualquier persona sería afortunada de tenerte a su lado.
Si tienes esos pensamientos, conseguirás abrirte más en la cita, mostrarte tal y como
eres y pasártelo bien. De nada sirve preocuparte por lo que la otra persona está
pensando.
Si a eso le sumas la relajación que conlleva no tener que cuestionarse los sentimientos
del otro constantemente, tendrás una experiencia de lo más positiva, sea cual sea el
resultado de esa cita.
No dudes de tu valía, sino al contrario, date cuenta de que vales muchísimo y te mereces
a alguien que te aprecie tal y como eres.
Para ayudarte a ser consciente de todas tus virtudes como pareja, quiero proponerte un
pequeño ejercicio.
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Mándalo a la mierda
Ejercicio 21: Tu granito de arena
¿Qué puedes aportarle a tu futura pareja? Confecciona una lista de todo aquello que puedes
dar en el terreno amoroso, como por ejemplo, cariño, fidelidad, romanticismo, comprensión,
apoyo, amor incondicional, devoción, dedicación, etc.
Al confeccionar esta lista, es probable que descubras que tienes más virtudes de las que
pensabas y que te des cuenta de que tu hombre será muy afortunado de tenerte a su
lado.
A partir de ahora, debes ir a todas tus citas dando por sentado que serán un éxito y
ofreciendo la mejor versión de ti a la persona que tienes delante.
Verás como así empiezas a disfrutar mucho más de esos primeros encuentros y,
además, te aseguro que tu tasa de éxito aumentará.
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Disfruta del espectáculo
Un amigo me relató recientemente su última cita. Había conocido a una chica por Happn
y, después de hablar un par de días, decidieron quedar.
Hubo un accidente en la carretera por la que iba y él llegó 30 minutos tarde. Ella lo
recibió con una sonrisa y le dijo que no se preocupara, que se había ido a tomar un café
mientras lo esperaba.
Fueron al restaurante que él había elegido y, cuál fue su sorpresa, al llegar allí y
encontrarlo cerrado. Él quería que la tierra se lo tragara, pero ella le propuso ir a un sitio
que había cerca y que le gustaba mucho.
Tenían entradas para ir al cine después de la cena, pero no llegaron a tiempo debido a
todos los contratiempos que habían tenido y al final se quedaron jugando a las máquinas
recreativas que había en el centro comercial y lo pasaron en grande.
Mi amigo estaba realmente impresionado con la actitud de la chica. Me dijo que en otras
citas en las que algo había salido mal, le ponían mala cara y ya no querían volver a verle.
La realidad es que a veces nosotras somos muy rápidas en juzgar a los hombres en las
primeras citas. Por ejemplo, al ir a tomar algo, hay mujeres que esperan que el hombre
les pague la copa porque eso significa que es caballeroso, generoso y que está
interesado. Si no ocurre, no vuelven a salir con él. Hay otras mujeres que si el hombre
tiene la intención de pagar, se sienten profundamente ofendidas porque son
independientes y no necesitan que nadie les pague nada.
Lo mismo ocurre con tomar iniciativas como dar un beso. Algunas mujeres necesitan más
de una cita para sentirse cómodas para ello y otras esperan que el otro tome la iniciativa
en cuanto sienten esa atracción.
Debes tener en cuenta que ellos han tenido citas con mujeres de diferentes tipos y cada
una aprecia o aborrece algo distinto, así que, a no ser que estés saliendo con un vidente,
va a ser complicado que lea tu mente y sepa darte justo lo que deseas en cada
momento, se imagine tus preferencias y tome las decisiones adecuadas para seducirte.
Los hombres intentan hacerlo lo mejor que pueden y se espera mucho de ellos, sobre
todo en las primeras citas. Lo mínimo que podemos hacer nosotras es mostrarnos
comprensivas y no enfadarnos si las cosas no salen como pensamos que deberían salir.
La próxima vez que tengas una cita, intenta darte cuenta de que lo único que quiere el
hombre que tienes delante es impresionarte y gustarte. Sé agradecida con los esfuerzos
que hace. No des por sentado que tiene que pagártelo todo o que tiene que hacerlo todo
bien. Él también está nervioso, quizás ha pasado por un montón de primeras citas fallidas
y tal vez no está en su mejor momento, pero no debes juzgar cada paso que da o cada
decisión que toma. Dale un poco de margen.
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Plantéatelo de esta forma: en cada cita, él trata de llevar a cabo un espectáculo
solamente para ti, así que cuando termine, por lo menos, aplaude. No necesitas volver a
verle si no te ha gustado su show, pero es importante que aprecies sus esfuerzos, que te
des cuenta que lo único que intenta es que te sientas atraída por él.
Relajarte y asumir que él lo está haciendo lo mejor que puede, hará que puedas disfrutar
mucho más de la cita porque estarás presente en el momento, en lugar de analizar
aquello que está ocurriendo. Cuando llegues a casa ya tendrás tiempo de repasar lo
sucedido.
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Tú en tu casa y yo en la mía
Este es probablemente el capítulo más delicado del libro porque trata de un tema que
suele generar dudas, incertidumbre e incluso miedo. Cada uno tiene en mente su propia
idea de cuándo debería suceder, pero muchas veces la cosa termina ocurriendo en el
momento menos pensado. Sí, estoy hablando de sexo.
Si nunca te has preguntado cuándo deberías tener sexo con alguien a quien estás
conociendo, puede que seas de otro planeta.
Los hombres se preguntan: ¿cuándo voy a conseguirlo?
Las mujeres nos preguntamos: ¿cuándo debería dárselo?
Quizás hayas leído cosas al respecto o hayas visto películas en las que te dicen que
debes esperar 6, 8 o 10 citas para tener sexo. O que es cuestión de tiempo y no deberías
hacerlo antes de los 3 meses. O que lo mejor es esperar a que seas su novia para
dejarle penetrar esa barrera (literalmente). O que lo tienes que hacer cuando te apetezca.
Yo tengo una teoría que está basada en mi experiencia y en la observación, pero antes
de contártela, déjame que te formule unas preguntas y te explique la situación en la que
estaba cuando decidí ponerla en práctica.
¿Alguna vez te has sentido mal por haberte acostado demasiado pronto con alguien?
¿Te suele afectar cuando has tenido sexo con alguien y para ti ha significado algo, pero
esta persona ya no te vuelve a llamar?
¿Has tenido la sensación de haber cometido un error al acostarte con alguien que no
estaba volcado en ti?
Estas son las mismas preguntas que me formulé tras haber recibido un Whatsapp que
decía algo así como “no has despertado ese sentimiento que estoy buscando” tras una
tercera cita que terminó en revolcón.
Me di cuenta de que a menudo me descubría sintiéndome bastante mal conmigo misma
por haberme acostado con alguien que luego desaparecía o con quien no llegaba a tener
más que unas pocas citas o solo me quería de folla amiga.
“Soy una mujer independiente y moderna y puedo tener sexo siempre que me plazca”.
Eso es lo que me repetía una y otra vez, tratando de sacudir esa sensación de traición
hacia mí misma que me invadía por momentos.
Ahondé un poco más en ese sentimiento e intenté evocar el pasado para recordar las
últimas veces que me había sentido así. Resulta que solamente me sentía mal cuando
me acostaba con una persona que creía que me podía llegar a gustar mucho, ansiando
esa conexión que te da el sexo, pero no tenía remordimientos al meterme en la cama con
alguien con quien no veía futuro.
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Y empecé a preguntar, a investigar si otras mujeres sentían lo mismo. Descubrí algo
interesante.
La mayoría de mujeres con las que hablé no temían tener sexo con alguien a quien
apenas conocían, pero si ese hombre les gustaba de verdad y, después de tener sexo,
desaparecía de su vida, se sentían mal con ellas mismas por haberles entregado una
parte tan íntima. Se sentían desechadas.
Así que no era yo la única que me sentía de esa forma… Eso me hizo buscar artículos
científicos que hablaran sobre el tema y así es como conocí a la Oxitocina.
La Oxitocina es una hormona secretada por la hipófisis que se libera en momentos
determinados, como por ejemplo al tener un orgasmo o cuando estamos de parto. En el
segundo caso, la hormona sirve para que nos suba la leche y para conectarnos
emocionalmente con nuestro bebé. Cuando se libera después del orgasmo, nos lleva a
tener un sentimiento de conexión emocional con la otra persona. Es por eso que después
del sexo, a la mayoría de personas les apetece darse mimos, besos, abrazarse…
Las mujeres tenemos, en general, niveles más altos de Oxitocina que los hombres en
nuestro cuerpo y eso es una posible explicación a por qué el sexo suele significar algo
más para nosotras que para los hombres y a por qué nos sentimos mal si nos acostamos
con alguien que nos gusta y que luego nos deja.
Si te estás viendo con una persona que tiene potencial para ser tu media naranja y has
estado fortaleciendo el vínculo que tenéis a base de polvos, es muy probable que, si él te
confiesa que no quiere nada serio o deja de buscarte, te sientas mucho peor que si no
hubieras tenido sexo con él.
Tener sexo con alguien que te gusta incrementa tus sentimientos
hacia esa persona.
Una vez me di cuenta de esa correlación, la estaba viviendo en mis propias carnes. Me
planteé: ¿Qué pasaría si no tuviera sexo con alguien hasta que fuera mi pareja?
Vi dos problemas al plantearme la cuestión. El primero es que para que alguien se
convierta en mi pareja, necesito unos meses para llegar a conocer a esa persona con
calma y ver si me interesa. Dos, tres o cuatro meses sin sexo me parece demasiado
tiempo.
El otro problema es que necesito saber cómo me siento al tener sexo con esa persona
antes de tomar la decisión de ser su pareja. Quiero ver si funcionamos en la cama, si hay
pasión, si hay química, si su forma de hacer me agrada, si me siento bien al terminar… El
sexo forma parte de las relaciones de pareja y es por eso que me parece importante
haber catado el jamón antes de comprar una pierna entera.
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Entonces me hice otra pregunta: ¿Qué ocurriría si no tuviera sexo con alguien hasta que
la relación fuera exclusiva? Es decir, hasta que ambos decidiéramos que no queríamos
ver a nadie más y que solamente estábamos explorando nuestra relación. De este modo,
no cuestionaría si él estaba quedando con más personas y podría centrarme en
conocerle y disfrutar.
Lo interesante de este planteamiento es que se carga de un plumazo a las personas que
solo quieren tener sexo y que no buscan nada serio. Y eso es precisamente lo que
experimenté al ponerlo en práctica.
De repente, los que tenían folla-intenciones, desaparecían después de la primera,
segunda o tercera cita y los que estaban abiertos a algo más, se quedaban.
Yo ya no me apenaba tanto cuando alguien no quería nada después de un par de citas
porque no me sentía como si le hubiera dado algo de mí que no le correspondía.
Cuando tenía sexo con alguien al cabo de unas semanas, tras acordar que no queríamos
estar con nadie más, lo sentía mucho más real y especial. Si luego la relación no
cuajaba, no tenía esa sensación negativa respecto al sexo porque sabía que los dos
estábamos en el mismo punto y queríamos explorar esa relación de forma exclusiva,
aunque el resultado no fuera el esperado.
Este nuevo método me había dado la sensación de tener el control y de no estar a
merced del primer guapo que me camelara. Sentía que, si alguien quería ir un paso más
allá, tenía que existir una conexión real para poder hacerlo y también un pequeño
compromiso por ambas partes.
Puede que te estés preguntando si algún hombre me dejó nada más decirle que no iba a
tener sexo con él.
Te sorprenderá saber que no.
También puede que te preguntes si alguno de los hombres que sí que estaban abiertos a
tener una relación se quejó por no poder tener sexo hasta la exclusividad.
Pues no, pero eso es porque no les cerré la puerta en las narices, sino que cuando la
cosa se ponía calentita por primera vez, les decía algo así: “Me atraes un montón y tener
sexo contigo es una gran tentación, pero necesito conocerte un poco más y ser
exclusivos para poder sentirme cómoda con ello. Se me ocurren varias ideas para
pasárnoslo bien juntos en la cama mientras tanto… (guiño, guiño, sonrisa traviesa)”.
Lo interesante de este discurso es que, primero de todo, le dejas claro que te atrae. De
este modo, no tiene la sensación de que le estás rechazando o que no te apetece
conocerlo “más a fondo”. Segundo, le muestras tu estándar: no tienes sexo con personas
que no tienen intención de invertir en ti de forma exclusiva. Tercero, le das algo a lo que
agarrarse: los preliminares, lo cual significa que no va a estar a pan y agua hasta que
seáis exclusivos, sino que puede pasárselo bien (¡y tú también!) en el proceso y tomarse
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Mándalo a la mierda
el tiempo que necesite para decidir si le apetece conocerte solamente a ti. Los
preliminares son una forma de tener contacto sexual, pero generando un vínculo mucho
más débil que el que se crea cuando hay penetración.
Créeme que dedicar unas semanas solamente a explorar vuestros cuerpos sin llegar a
nada más, puede resultar de lo más excitante y generará una gran tensión sexual.
Cuando llegue el momento de llegar hasta el final, ya conocerás la anatomía de tu
hombre a la perfección y, además, habréis establecido una conexión especial a base de
citas y conversaciones que hará que la experiencia sea mucho más íntima y placentera.
Si estás feliz con tu vida sexual y no te molesta que alguien te deje después de haber
estado en la cama con él, puedes ignorar este capítulo y seguir haciendo lo que te
apetezca en cada momento. Yo lo he hecho en numerosas ocasiones, así que desde
luego no te voy a juzgar.
Si tu modus operandi es el contrario y necesitas más tiempo para conocer a alguien
antes de tener relaciones sexuales, también puedes ignorar este capítulo. Es importante
que marques tus propios tiempos y actúes de forma en que te sientas bien contigo
misma.
Pero si tienes la sensación de que hay algo que no estás haciendo bien en ese sentido o
te sientes herida cuando te has acostado con un hombre y te deja, entonces te aconsejo
que, a partir de hoy sigas esta regla:
No tengas sexo con alguien hasta que hayáis establecido una
conexión real y tengáis exclusividad.
La premisa que te he dado te ayuda simplemente a dar un poco de tiempo a la relación
para poder ver si la conexión que hay entre vosotros es mutua y real o no lo es.
Si un hombre no puede aguantar unas semanas sin tener sexo y respetar tus deseos, ya
lo puedes mandar a la mierda porque no tiene ningún interés en conocerte mejor, ni en
construir nada contigo. Además, ya te está indicando que es una persona egoísta, lo cual
es una característica poco deseable en una pareja.
Pero si está dispuesto a hacerlo, ambos lo vais a pasar bien y tú sabrás que él está
abierto a conocerte mejor, respetando tus términos.
Vuelvo a decirte que si no tienes ningún problema con tener sexo con alguien que no
quiere nada serio contigo, este capítulo no es para ti, aunque no estaría de más que lo
probaras en alguna ocasión para saber cómo te hace sentir, ya que puede que te guste.
Al fin y al cabo, no tiene nada de malo esperar un poco, sobre todo cuando la persona
que tienes delante vale la pena.
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Mándalo a la mierda
Date cuenta de que no estoy basando este capítulo en lo que el hombre vaya a pensar
de ti, en cómo te vaya a categorizar o en si te va a juzgar. Esta es una guerra que no me
interesa nada. Si un hombre me tacha de “guarra” por haberme acostado con él la
primera noche, yo misma le voy a comprar un billete de AVE para irse a la mierda. Los
machistas con prejuicios absurdos no tienen cabida en mi vida amorosa. Y espero que en
la tuya tampoco.
Este capítulo se centra solamente en el hecho probado de que tener sexo con alguien,
crea vínculos emocionales que pueden afectar a tu autoestima, si las cosas no salen todo
lo bien que te gustaría.
He querido ofrecerte una alternativa para que puedas darle tiempo a la relación de
florecer o marchitarse, sin sentir que estás dando algo de lo que luego puedes
arrepentirte. Es posible que existan otras formas de hacerlo, pero esta es la que me
funcionó mejor y la que me hizo sentir más empoderada, segura de mí misma y a cargo
de mis emociones.
Si te apetece, pruébalo y me cuentas.
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Mándalo a la mierda
¿Debo tener otra cita?
En capítulos anteriores, te he animado a rebajar tu lista de la compra y dar oportunidades
a chicos que quizá a primera vista descartarías porque, aunque no hayas sentido
mariposas en el estómago nada más verles, puede que terminen por enamorarte, si les
das el beneficio de la duda y dejas que te muestren lo que tienen dentro.
También te he comentado que las primeras citas no sirven para saber si te vas a casar
con el chico en cuestión o si quiere 2 hijos varones. El único propósito de una primera
cita es conocer un poco a la persona que tienes delante y pasártelo bien.
Cuando termine esa cita, no tienes que decidir si quieres envejecer a su lado, pero sí
tienes que tener claro si quieres verle otra vez o no.
Se dan ocasiones en las que no tienes clara tu decisión porque no has sentido algo
fuerte dentro de ti, pero ya sabes que no siempre se siente la chispa o una conexión
especial desde el primer momento. Algunas relaciones tardan un poco más en despegar
y si cierras tu puerta demasiado pronto, puedes perderte algo realmente interesante.
Entonces, ¿tienes que darle una segunda cita a cualquiera? Pues no, señorita. Lo que sí
puedes hacer es echarle un vistazo a este baremo que te voy a dar cada vez que tengas
una cita y tal vez te ayude a decidir si quieres darle otra oportunidad.
Ejercicio 22: ¿Le concedo otra cita?
Cuando termines cada cita, puntúa estos elementos del 1 al 10:
Atracción física
1 2
3 4 5 6 7 8 9 10
Conversación
1 2
3 4 5 6 7 8 9 10
Diversión
1 2
3 4 5 6 7 8 9 10
En el caso de que todas las variables te den un número superior a 5, puede ser una buena
idea tener otra cita para conocer mejor a esa persona.
Te he subrayado la palabra “todas” porque si alguna de ellas no llega al 5, es muy
probable que la cosa no vaya a ningún sitio.
Si pones un 9 de atracción, pero un 4 de conversación y un 3 de diversión, es posible
que termines en la cama con alguien que no te aporta demasiado y que continúes
conociéndole solamente por esa conexión que has sentido, hasta que la química de tu
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Mándalo a la mierda
cerebro disminuya y termines dándote cuenta que no puedes construir una relación
basada solamente en la atracción.
Si pones un 3 de atracción, un 10 de conversación y un 6 de diversión, no te molestes en
darle más citas porque ahí no hay nada más que una amistad. Puedes quedar con esa
persona como amigos, pero si te fuerzas a ir a más citas deseando que la chispa surja,
es posible que termines frustrada.
No olvides tu sentido común, es decir, si ha obtenido en todo una puntuación alta, pero el
chico te acaba de decir que no quiere una relación seria, que lleva un cadáver en su
maletero o que odia la música, así en general, creo que no conviene que te plantees una
nueva cita.
Y si la diversión no ha pasado del 5, pero sabes que viene de un entierro, no debes
tenérselo en cuenta. ¡Dale otra oportunidad!
Los baremos sirven para facilitarte la tarea cuando no tienes algo claro, pero no los
debes usar como manual de instrucciones. Todo es relativo. Al final, lo importante es que
escuches a tu corazón.
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Mándalo a la mierda
PARTE 5
Encuentra al hombre de tu
vida
Mi hermano menor, cuando era pequeño, me decía: esto es más mejor, ¿verdad Silvia? Y
yo le contestaba: ¡mucho más mejor!
Pues eso es exactamente lo que quiero que hagas: enamorar a alguien que sea mucho
más mejor, que sea la persona perfecta para ti, la que te complementa, la que te hace
sentir, reír y soñar. Para ello, vas a necesitar aprender qué tipos de hombre existen,
cómo afectan las energías a las relaciones, cómo realizar elecciones más sabias, cómo
afrontar la temida conversación y algunas cosas más.
Vienen los Reyes Magos cargaditos de nuevas ilusiones, así que déjales galletas y una
copita de vino.
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Mándalo a la mierda
Existen dos tipos de hombre
Te encuentras ya en la última parte del libro y me gustaría dar el pistoletazo de salida a
este capítulo hablando de dos tipos de hombre, de cómo diferenciarlos y de cómo tratar
con ellos.
¿Has oído hablar alguna vez de los hombres Alfa y los hombres Beta? Estas
nomenclaturas vienen de las ondas de frecuencia y se han aplicado al comportamiento
masculino.
No quiero que te tomes esta explicación como algo científico, sino más bien como una
forma de ayudarte a distinguir dos prototipos diferentes de hombre y a aprender cómo
tratar con cada uno cuando estás saliendo con ellos.
Voy a hablarte primero de los hombres Alfa.
Los hombres Alfa conforman la gran mayoría de la población masculina. Según los
científicos, una posible teoría es que en la prehistoria, los hombres que cazaban con
éxito, eran físicamente más fuertes, tenían más testosterona y un carácter más agresivo,
eran los que tenían más posibilidades de sobrevivir. Ellos eran también quienes elegían a
las mejores hembras para así garantizar su reproducción y, con ello, aseguraban la
perduración de sus genes.
Los hombres Alfa nos suelen encantar a todas las mujeres en general porque toman la
iniciativa, actúan con confianza, son carismáticos y sienten que proteger a su pareja es
su deber. Son bastante buenos a la hora de seducir y tienen esa aura de “chico malo”
que tanto nos atrae. Para que te hagas una idea, piensa en Mario Casas en su papel
como… bueno, en todos sus papeles. Independientemente de su atractivo físico, su
comportamiento -al menos en la pantalla-, es siempre el de hombre Alfa.
La contrapartida de los hombres Alfa es que van a piñón fijo, no son demasiado flexibles
y no destacan por su creatividad. Les cuesta ser empáticos y conectar emocionalmente
con los demás. Tienen dificultades para comprender las expresiones faciales y darse
cuenta de que alguien se ha molestado con ellos, a no ser que se lo digan
explícitamente. La comunicación no es su punto fuerte y tienen problemas para pillar las
indirectas. En definitiva, van bastante a la suya.
Los hombres Alfa son aquellos que te dicen que no están preparados para una relación y
no tienen ningún problema en seguir metiéndose en tu cama, sin tener en cuenta tus
sentimientos.
¿Qué buscan los hombres Alfa? - te preguntarás.
La característica principal que un hombre Alfa busca en una
mujer es la “feminidad”.
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Mándalo a la mierda
He puesto feminidad entre comillas porque estamos en una época en que todos estos
conceptos están siendo cuestionados, pero yo lo voy a usar como una forma de englobar
varias características como, por ejemplo, ser receptiva, cariñosa, agradable, sexy, etc.
Piensa que ellos están cargados de testosterona, así que necesitan a alguien que les
proporcione un equilibrio, que les deje tomar la iniciativa, llevarle las bolsas de la compra,
abrir el bote de pepinillos y que aprecie sus esfuerzos para conquistarla o proveer para la
relación.
Ahora voy a hablarte de los hombres Beta.
Ellos forman parte de la minoría, pero vale mucho la pena tenerlos en cuenta. Son
artísticos, más calmados y más intelectuales. No son de los que se preocupan de sus
músculos. Suelen evitar la confrontación y el riesgo y los encontrarás en las esquinas de
los bares o las fiestas para no llamar la atención.
Suelen ser diplomáticos y sensibles. Son relajados, cordiales y no tienen ningún
problema en rechazar los roles de género tradicionales y esperar a su mujer en casa con
la cena lista. Sus niveles de testosterona son normales o bajos y los puedes encontrar
solos, en un grupo de chicos Beta o con chicas.
Se dice que los hombres Beta son el mejor partido para una mujer del siglo XXI, ya que
cada vez hay más mujeres ocupando puestos que antes eran únicamente destinados a
hombres y demostrando que tienen las mismas competencias. No es que antes no
existieran estas mujeres, es que simplemente no tenían la oportunidad de desarrollar esa
parte de su personalidad por tener que ejercer el rol de ama de casa y cuidadora
principal de los hijos.
Los hombres Beta son sensibles. Saben escuchar y empatizar. También son buenos
comunicadores.
Sus cualidades menos atractivas son las siguientes: son altamente manipulables y fáciles
de convencer. Suelen mostrar sus debilidades. Son introvertidos y no tienen la confianza
en sí mismos que resulta tan atractiva en los hombres Alfa. Se ponen nerviosos con
facilidad y se sienten intimidados a veces por los Alfa. No suelen dar el primer paso a la
hora de seducir y pasan desapercibidos con facilidad, en todos los sentidos.
Tienen una actitud mayoritariamente pasiva y les cuesta tomar decisiones y dar su
opinión, sobre todo si quieren contentar a los demás, lo cual puede volvernos locas
porque nos hacen pensar que no tienen opinión propia.
Les cuesta tomar decisiones y esperan a que los demás les digan lo que tienen que
hacer. También pueden parecernos cobardes porque no suelen tomar riesgos.
Un ejemplo de hombre Beta es Chandler en la serie “Friends” o Leonard en “The Big
Bang Theory”.
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Mándalo a la mierda
Los hombres Beta buscan a una mujer que asuma la posición de
liderazgo en la pareja.
En nuestra sociedad actual, hay muchos hombres que son una mezcla entre Alfa y Beta,
pero suele ser relativamente sencillo distinguir si están más inclinados hacia un lado o
hacia el otro.
Ahora viene la pregunta del millón. ¿Deberías actuar de forma diferente si estás con un
Alfa o si está con un Beta? Lógicamente.
Antes de entrar en detalle, quiero hacer una distinción muy importante.
En ningún caso quiero darte la impresión de estar diciendo que no tienes que ser tú o
que debes interpretar un rol para poder gustar a alguien. ¡Ni de coña! Lo único que
pretendo con este libro en general y con este capítulo en concreto, es darte herramientas
para que puedas entender cómo funcionan los hombres y te resulte más fácil detectar a
alguien que sea compatible contigo, quiera algo serio y te trate como mereces para poder
iniciar una relación.
Siempre tienes que ser tú misma, pero es posible que ciertas actitudes no te estén
funcionando a la hora de encontrar el amor y eso es lo que estamos trabajando en estas
páginas.
Es como si tú me cuentas que no te apasiona cocinar y que normalmente te preparas
platos rápidos y con un mínimo de ingredientes para poder comer cuanto antes, sin tener
que pasarte un montón de tiempo en la cocina. Seguidamente, me comentas que quieres
preparar una paella para esta noche, pero que como no tienes paciencia, ni muchos
ingredientes, te has cargado la mitad y te has quedado solo con el arroz, el pimiento y las
gambas. Además, te parece que la cocción es demasiado larga, así que en lugar de
cocer el arroz durante 20 minutos, lo haces en 5.
Al probarlo, te quejas de que la comida estaba malísima. Tú esperabas una paella como
la que comiste en el restaurante y te has encontrado con algo que no es ni comestible.
Estás furiosa y me preguntas por qué ha ocurrido eso.
Y yo te diré que lo que ha ocurrido es lo siguiente:
1. Has elegido una receta equivocada.
2. No has sabido ajustar tu personalidad a la receta que has elegido.
3. Tus expectativas son poco realistas porque no has tenido en cuenta que tu
personalidad no encajaba con la receta.
Pues lo mismo ocurre con el amor. Tu personalidad en sí no es el problema y no tienes
que cambiarla, pero si las cosas no te están funcionando, es posible que:
1. Hayas elegido a la persona equivocada.
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Mándalo a la mierda
2. No hayas sabido ajustar tu personalidad a la persona que has elegido.
3. Tengas expectativas poco realistas con respecto a ese hombre.
Con lo cual, si quieres que las cosas cambien, tendrás que:
1. Ser más consciente de cómo eres y elegir a un hombre acorde con tu personalidad.
2. Ajustar un poco tu personalidad para poder conectar mejor con el hombre que has
elegido, por lo menos al principio, hasta que veas si la relación funciona.
3. Tener expectativas más realistas con respecto a ese hombre.
Lo cual me lleva a algo importante.
Que te guste un tipo determinado de hombre no significa que sea
el adecuado para ti.
Puede que te encanten los hombres Alfa con carisma, determinación e iniciativa, pero
que tú seas una mujer de armas tomar y eso te lleve a chocar mucho con ese tipo de
personalidades fuertes. Me explayaré un poco más sobre este asunto más adelante.
Volvamos al tema que dejamos abierto. ¿Qué deberías esperar de un hombre Alfa y de
un hombre Beta y cómo puedes conseguir los mejores resultados al salir con ellos?
Como has visto con anterioridad, los hombres Alfa quieren llevar la iniciativa. Necesitan
ser ellos quienes tomen las decisiones o necesitan creerlo. Quieren dar el paso de
pedirte el teléfono, pedirte una cita, formalizar la relación, vivir juntos, casarse…
Eso significa que lo que mejor funciona con ellos es la técnica del espejo.
Ejercicio 23: La técnica del espejo
La técnica del espejo consiste básicamente en responder a lo que el otro haga. Si él te pide
el teléfono (y te gusta), se lo das. Si te escribe, tú le respondes de forma cálida, pero bajo
los mismos parámetros. Es decir, si te llega un mensaje que dice “hola”, tú le saludas
también, no le preguntas cuándo vais a quedar. Si él te besa, tú le respondes al beso, pero
no te abres de piernas ipso facto. Si te llama para tener otra cita, le dices que sí. Si te pide
tener exclusividad, le dices que sí. Si te pide ser pareja, le dices que sí, etc.
Lo que la técnica del espejo te propone es que le dejes tomar la iniciativa y actúes acorde a
ello.
Más sencillo, imposible. El problema viene al pasar de la teoría a la práctica.
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Mándalo a la mierda
¡Ay, amiga, si yo te contara la cantidad de veces que he intentado hacer el espejo y he
fracasado estrepitosamente! Mi afán por controlar la situación, por saber si el otro está
por mí y por querer verle de nuevo, ha hecho que rompiera esta dinámica en numerosas
ocasiones y luego he tenido que pagar las consecuencias.
No te voy a pedir que seas súper estricta, simplemente que lo hagas en la medida de lo
posible. Te aseguro que esa es la mejor forma de trabajar la paciencia que he encontrado
nunca. Además, cuando empiezas a relajarte y a conseguir ser un poco más pasota en
ese sentido, te das cuenta de si le interesas a alguien mucho más rápido que cuando
inicias tú las conversaciones y propones citas, lo cual te ahorra un precioso tiempo. Ten
en cuenta que…
Tu trabajo no es recordarle a un hombre que existes.
No hace falta que empapeles su barrio con pósters con tu cara para que se acuerde de ti
y te escriba o te diga de quedar. Si le gustas, lo hará de motu propio.
Así que seguir la técnica del espejo, como te comentaba antes, tiene un doble beneficio.
Por un lado, es más fácil que le gustes a un Alfa porque podrá ir a su ritmo y disfrutará
por ser él quien tome la iniciativa y no sienta que le estás imponiendo un tiempo que no
es el suyo o que quieres controlarlo más de la cuenta.
Por otro lado, aprenderás a ser paciente y a tener una actitud más relajada con respecto
a los hombres. En lugar de agobiarte tanto por si te escribe o no te escribe, acabarás por
dejar que las cosas ocurran. Dejarás de preocuparte en exceso por ello, ya que si no te
escribe o si no te pide un encuentro, entonces ya no vas a perder tu tiempo con alguien a
quien no le interesas.
Piensa que muchos hombres, cuando no tienen claras las cosas, simplemente se dejan
llevar por la corriente, pero si ellos no son los que están tomando la iniciativa, es muy
probable que esa relación no vaya a despegar nunca. ¿Por qué echarte a la espalda el
peso de una relación que no es ni siquiera real, en lugar de relajarte y dejar que el otro
muestre sus cartas? Si no te gusta cómo está llevando las cosas, siempre puedes tener
una conversación al respecto o tomar la decisión de marcharte por dónde has venido.
Un hombre Alfa necesita a una mujer que sea receptora, que le trate con cariño y sienta
admiración hacia él.
No confundas estas cualidades con ser una mujer florero. ¡Ni hablar! Puedes ser fuerte,
inteligente, divertida y trabajadora. Puedes ser creativa, soñadora y ambiciosa, pero lo
más importante para él, es sentir que toma la iniciativa y que tú equilibras esa parte
agresiva de su carácter con unos modos más conciliadores.
Con respecto al hombre Beta, la estrategia es básicamente la contraria. Toma iniciativas
y no esperes que sea él quien empiece siempre las conversaciones, te proponga citas o
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Mándalo a la mierda
dé el paso siguiente. Necesitará un poco de ayuda por tu parte y eso no debe llevarte a
creer que él no siente nada por ti. Simplemente forma parte de su personalidad, ya que
tiene una inseguridad inherente a su forma de ser que le lleva a no ir ni hacia delante, ni
hacia atrás y esperar a que las cosas sucedan.
En otras palabras, tiene miedo a cagarla y, en lugar de arriesgarse y ver qué ocurre,
prefiere no hacer nada y no llevarse un chasco.
Cuanto antes comprendas que eso forma parte de su naturaleza, antes dejarás de
preocuparte por tener que tomar tú la iniciativa.
Cuando él se encuentre cómodo y seguro en la relación, ya se comportará de una forma
más proactiva.
Si tienes dudas sobre si tu hombre es Alfa o es Beta, piensa en si tiene más
características de un lado o del otro. Es relativamente sencillo categorizar a los hombres
como mayoritariamente Alfas o Betas, pero no es imposible encontrarte con una mezcla
bastante equilibrada de ambos. Si te ocurriera eso, simplemente obsérvale y date cuenta
de lo que funciona mejor con él.
Eso sí, cuidado con auto convencerte de que tu hombre es Beta para poder así satisfacer
tus ansias de tener el control y tus pocas ganas de armarte de paciencia. Tranquilita, que
nos conocemos…
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Mándalo a la mierda
Cómo elegir mejor a tu futura pareja
He descubierto algo curioso a lo largo de los años, con respecto a la elección de pareja,
que me fascina.
Cuando pido a una mujer que describa a su hombre ideal, suele describir a la versión
masculina de sí misma. Es decir, ella quiere a un hombre que posea sus mismas
virtudes. Y si, además, este hombre va equipado con buen físico, dinero en el banco y
pasa del metro ochenta, mejor que mejor.
En cambio, cuando es un hombre quien me enumera las cualidades de su mujer ideal,
suele describir la versión complementaria de sí mismo. Es decir, él quiere a alguien que
le ofrezca lo que le falta.
Las mujeres buscan a alguien con sus mismas cualidades y los
hombres buscan a alguien con cualidades complementarias.
Es por eso que la mayoría de mujeres fuertes y emprendedoras, quieren a un hombre
Alfa, a un igual, alguien que pueda seguirles el ritmo y que les ofrezca exactamente lo
que ellas dan. El problema es que un hombre Alfa no quiere a una mujer con sus mismas
características. No quiere a alguien con quien tenga choques intelectuales, que cuestione
su ego y le diga todo lo que hace mal. Quiere a alguien que le comprenda, que le apoye y
que le dé mucho amor.
Del mismo modo que un hombre Beta no quiere a una mujer indecisa, temerosa y tímida,
sino que quiere a una persona segura de sí misma, con garra, fuerza y voluntad.
Voy a presentarte un nuevo concepto que me parece interesante para comprender mejor
qué es un clon y qué es un complemento.
Todos estamos formados por diferentes energías. Cuando hablamos de amor, es
importante identificar dos energías principales: la energía masculina (equiparable a los
hombres Alfa) y la energía femenina (equiparable a los hombres Beta).
La energía masculina suele identificarse con fuerza, valor, lucha, poder de decisión,
perseverancia, racionalidad… Es la imagen de un hombre o mujer de negocios que es
implacable en todo aquello que hace, una persona que se muestra firme y segura.
La energía femenina se identifica más con el amor, la sensibilidad, la creatividad, la
comprensión, la generosidad… Es la imagen de un artista, alguien con gracia, mucho
más sutil y amoroso.
En nuestro equipamiento base todos disponemos de esas dos energías, pero las usamos
en diferentes porcentajes. Al igual que una salsa vinagreta tiene como ingredientes
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Mándalo a la mierda
básicos el aceite y el vinagre. Según la proporción que le eches de cada uno, la salsa
saldrá más o menos ácida.
La clave está en el equilibrio de las energías.
¿Te has preguntado alguna vez por qué los hombres que te gustan no te hacen mucho
caso o te dejan al cabo de un par de citas?
Tal vez sea porque te has pasado la vida persiguiendo a hombres Alfa mostrando tu
energía masculina o persiguiendo hombres Beta mostrando tu energía femenina.
Claro que al principio les gustas, porque se sienten atraídos por tu físico y tus cualidades,
pero al cabo de unas citas, se dan cuenta de que no les vas a poder dar lo que ellos
necesitan. Este proceso suele ser habitualmente inconsciente y ellos no saben explicarlo.
Lo único que tienen claro es que algo en su interior les dice que no eres la persona
correcta.
Entonces tú te sientes herida, frustrada. Sabes que eres un gran partido y no entiendes
por qué los hombres que te gustan no se dan cuenta de ello. ¿Son todos imbéciles o
qué? Puede que, llegados a este punto, sientas que estás condenada a vivir historias de
amor no correspondido, a elegir a personas que no son para ti, pero eso es solo porque
estás eligiendo mal.
No hay nada malo en ti, nadie te ha echado una maldición o te ha condenado a estar
soltera toda la vida. Lo único que te ocurre es que estás buscando peras en un campo de
tomates.
Debes ser consciente de qué energía es la que más manejas y qué energía manejan los
hombres en los que normalmente estás interesada porque eso podría darte la clave
sobre por qué no ha funcionado.
Vamos a hacer un poco de autocrítica.
Ejercicio 24: ¿Estoy eligiendo bien?
Quiero que te plantees dos cuestiones:
¿A qué tipo de hombre estoy eligiendo: a mi clon o a mi complemento?
¿Qué energía suelo utilizar en las relaciones amorosas: la masculina o la femenina?
Si estás eligiendo a tu versión masculina, tienes que darte cuenta de que eso no va a
funcionar a largo plazo, porque en las relaciones de pareja, se trata de encontrar a
alguien que tenga esas cualidades que a ti te faltan y, por lo tanto, te complementan. No
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Mándalo a la mierda
me estoy refiriendo a los gustos personales, como disfrutar del mar, salir de fiesta o ser
adicto a Netflix; o a cualidades como la fidelidad o la sinceridad. Me refiero a la
personalidad. Si yo soy una persona soñadora e idealista, me va a venir bien alguien que
sea más práctico y toque con los pies en el suelo. Si soy muy calmada y pienso mucho
las cosas antes de hacerlas, me conviene una persona más movida e impulsiva. Tu
pareja, idealmente, debería ser alguien que te aportara lo que tú no tienes, que te
enseñara el mundo con otros ojos, porque eso es lo que te ayudará a crecer.
La pareja tiene una función muy importante en nuestra vida y es la de acompañarnos en
nuestra evolución personal, dándonos la mano cuando lo necesitamos, pero también
empujándonos a ver las cosas desde una perspectiva distinta. Estar con tu clon no te
lleva a aprender nada nuevo, ni a cuestionarte nada.
Como dato curioso, te diré que la astrología marca que el signo representante de la
pareja es el de la Casa VII. Justo el opuesto al tuyo. ¿Casualidad? No lo creo.
Por otro lado, las energías que predominen en tu relación serán muy importantes a la
hora de predecir su éxito o su fracaso.
Si eliges estar con un Alfa, debes darle la voz cantante a esa parte de tu personalidad
más conciliadora, cariñosa y comprensiva, es decir: a tu energía femenina. Se trata de
que permitas que eso sobresalga por encima de tu parte más controladora, agresiva y
decisiva. Si dejas que tu lado más guerrero sea el que siempre esté al frente, es muy
probable que haya demasiado enfrentamiento y que falte complementación.
Si estás con un Beta, debes dejar brillar tu lado más asertivo, fuerte y decisivo, es decir:
tu energía masculina. Si actúas con total pasividad, esa relación no tendrá ni chicha, ni
limoná. Alguien necesita tomar el mando.
¿Has conocido alguna vez a una de esas parejas en las que ella es claramente quien
“lleva los pantalones” de la relación? Eso es porque él es un Beta y ella está usando su
energía masculina, con total acierto, ya que eso hace que la relación funcione a base de
complementación.
¿Piensas que es imposible sacar o esconder una parte de tu personalidad a propósito,
según la persona con la que estés? Echa un vistazo a las relaciones que has tenido
hasta ahora y pregúntate si tu forma de actuar ha sido siempre la misma.
Yo he analizado las mías y en algunas he sido súper impulsiva, agresiva y apasionada
mientras que en otras he sido más calmada, reflexiva y dulce. Eso sin saber nada sobre
hombres Alfa o Beta. Simplemente porque la forma de actuar y de ser de las personas
que tienes al lado, tiene un impacto sobre la tuya y viceversa.
Seguro que conoces a alguien que parece que tenga una personalidad un poco distinta
dependiendo de si está hablando con su padre, con su mejor amiga o con su pareja, pero
cuando le ves manteniendo una conversación con esas personas, sigues reconociéndole.
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Mándalo a la mierda
La forma de ser de los demás nos impulsa a mostrar ciertas características de nuestra
personalidad y a esconder otras. Del mismo modo que, cuando vas a una entrevista de
trabajo, no utilizas el mismo lenguaje que cuando le cuentas tu última mala cita a un
amigo. Es cuestión de adaptarse a las circunstancias, pero sin perder tu esencia.
Esto es exactamente de lo que te estoy hablando en este capítulo, de saber potenciar o
menguar ciertas partes de tu personalidad, dependiendo de la persona que tienes al lado,
para crear una relación bonita y saludable, pero sin sentir, bajo ningún concepto, que no
eres tú o que estás interpretando algún tipo de papel.
La revolución femenina que estamos viviendo en este momento nos lleva a encontrarnos
cada vez con más mujeres con energía masculina, lo cual hace que los hombres Alfa,
que son la mayoría, vayan totalmente cagados por la vida y prefieran no meterse en
relaciones porque es un arduo trabajo tener que manejar a alguien con tu misma energía.
Ojo, que no te estoy diciendo que tener energía masculina sea negativo. Puede ser algo
estupendo, por ejemplo, para el terreno laboral, si tu trabajo se puede beneficiar de ello,
pero eso no significa que tengas que potenciar esa energía en todas las áreas de tu vida.
Entiendo perfectamente que estés cansada de que tus verdades sean silenciadas y te
animen a mantener una sonrisa de forma permanente, pero el problema con la nueva
generación de mujeres feministas y empoderadas, es que nos hemos olvidado de que en
el amor no es necesario ser un tiburón, porque la mayoría de hombres ya tienen esa
energía y necesitan a una compañera de vida que les pueda aportar lo que a ellos les
falta.
Quieren llegar a casa después del trabajo, recibir un cariñoso beso de su mujer y saber
que están en un sitio en el que reina la confianza y el amor, en el que pueden relajarse,
ser ellos mismos y hablar de todo y de nada.
Desean tener a una persona al lado que les conoce y les comprende, alguien a quien
amar, respetar y tratar como una reina, sabiéndose afortunados porque por fin han
encontrado a la persona que no les juzga y que está de su lado.
¿Te suena esto a machismo edulcorado? Pues para mí no lo es porque, tomando
consciencia de la energía que necesitas brindar a tu relación y realizando ese trabajo,
cosecharás frutos y, de repente, te darás cuenta de que estás en la mejor relación que
has tenido nunca y que el amor, el respeto, la confianza y el cariño mutuo protagonizarán
tu vida.
Y si no es eso lo que recibes, entonces ya puedes mandarlo a la mierda porque no te
interesa.
La cuestión es que no puedes pretender que un hombre Alfa tenga interés en formalizar
la relación con una mujer con mucha energía masculina porque el choque será
demasiado grande. Puede que el erotismo y la atracción sostengan la convivencia por un
tiempo, pero es probable que en cuanto se termine el período de luna de miel, empiecen
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Mándalo a la mierda
los conflictos que no se resolverán echando un polvo. Los cimientos de la relación
empezarán a tambalearse.
Del mismo modo que un hombre Beta no tendrá demasiado interés en estar con alguien
que muestra mucha energía femenina porque eso le dará un aire etéreo a la relación,
demasiado emotivo y cambiante, con muy poca seguridad.
Si no te apetece realizar este trabajo de adaptación, entonces ya sabes lo que te toca:
deja de elegir a tu clon y empieza a fijarte en tu complemento. Esto te facilitará mucho la
tarea.
Si tu energía es mayoritariamente masculina, olvídate de los Alfa y empieza a darles una
oportunidad a esos maravillosos hombres Beta, que sabrán apreciar ese fuego que llevas
dentro y te aportarán la calma y el cariño que necesitas.
En el caso de que tu energía sea mayoritariamente femenina, entonces deberías elegir a
un hombre Alfa, que va a darle emoción a tu vida y sabrá hacerte sentir como la mujer
más increíble del planeta.
En un mundo ideal, deberías unirte a alguien que encaje contigo de forma natural. Punto
pelota. Pero la realidad es que encajar a la perfección con alguien acaba siendo una
quimera y, además, la mayoría de las veces no nos sentimos atraídas por los hombres
que tienen un tipo de personalidad que es complementaria con la nuestra, así que no nos
queda otra que moderar ciertos rasgos para que la relación pueda funcionar. Pero eso no
solo sucede en las relaciones amorosas, sino en cualquier tipo de relación.
Ahí te lo dejo.
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Mándalo a la mierda
Química vs Compatibilidad
Quiero confesarte algo. Soy una persona emocional. Altamente emocional. Se me
escapan las lágrimas con esos vídeos de mascotas que vuelven a ver a sus dueños
después de estar separados durante mucho tiempo. Me derrito con los bebés a los que
les ponen gafas y de repente pueden ver a sus padres. El corazón me da un vuelco
cuando veo a esos novios en el altar, vestidos con su elegante traje, con los ojos
humedecidos al ver a su futura mujer vestida de blanco, radiante, caminando hacia ellos.
Ser emocional es una bendición y también una maldición en el terreno del amor. Te
explico porqué.
Cuando empiezo a salir con alguien nuevo con quien siento una gran química, algo
nuevo nace en mí. Las canciones que escucho en el tranvía, de repente tienen un nuevo
significado. El viento mece mi cabello de una forma distinta. Hasta la comida tiene más
sabor. Todo se intensifica y me convierto en la protagonista de una comedia romántica.
Mi mente se dispara hacia el futuro y me imagino a este hombre ya siendo mi pareja,
presentándome a su familia y hasta pidiéndome matrimonio (sí, a veces se me va
demasiado la pinza). No puedo evitarlo, es como si el simple hecho de estar ilusionada
con alguien me conectara con todas mis fantasías amorosas, esas que se han ido
cociendo a fuego lento a base de comerme películas románticas a puñados.
Todo estaría bien en mi mundo rosado, si no fuera por el pequeño detalle de que sentir
una atracción hacia alguien, no tiene forzosamente una correlación con ser compatible
con esa persona. Es más, a veces cuanta más atracción sientes, menos probabilidades
hay de que esa relación termine en boda.
Piénsalo. ¿Has estado alguna vez con alguien que te hiciera revolotear mil mariposas en
el estómago? ¿Has sentido una conexión tan increíble, sin conocerle de nada, que te ha
hecho pensar que, sin lugar a dudas, tenías delante a tu futuro marido? Si la respuesta
es afirmativa, ¿es ese hombre tu novio? Me voy a aventurar a pensar que no.
Cuando tienes una gran química con alguien, tiras por la borda el sentido común y eso
hace que resulte mucho más sencillo ignorar todos los indicios de que esa persona no es
para ti. Ni aunque viniera un ejército alzando banderas rojas, te darías cuenta de ello.
Dejarse llevar por la química, podría llevarte a ignorar tres peligrosas realidades:
1. Tu hombre no se está esforzando un carajo. Te manda un mensaje de uvas a peras,
no te brinda mucho tiempo o atención, no te introduce en su vida cotidiana, ni te
presenta a su gente. Te estás metiendo poco a poco en una no-relación y ni siquiera
te estás enterando. A medida que pase el tiempo, sufrirás una disminución de
autoestima y te sentirás cada vez más insegura contigo misma y con la relación.
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Mándalo a la mierda
2. Estás con alguien que no te trata bien, te manipula, te engaña, pero sientes tal
química que aguantas carros y carretas porque quieres estar a su lado, pase lo que
pase. Deseas todos los días que él te brinde lo que necesitas y que muestre siempre
su mejor cara. Llevas una tupida venda en los ojos que te empuja a luchar por tu
apuesta amorosa y a desatender completamente a esa otra parte de ti que se siente
pequeña, ignorada, pisoteada, frágil.
3. Vuestras personalidades no son compatibles, pero no te estás tomando el tiempo para
averiguarlo. Disfrutas tanto del polvo de reconciliación que no prestas atención a las
razones por las cuales discutís. Así es como terminas metida en una relación
tormentosa, tóxica, que te va a dejar rota. Como esas estrellas de Hollywood que se
conocen, se enamoran en dos días y pasan por el altar en un par de meses; para
luego protagonizar un sonado divorcio antes de cumplir el año de casados, cuando se
termina la fase de luna de miel y ese sentimiento de amor tan intenso desaparece.
En este capítulo nos vamos a centrar en este último punto porque los otros dos ya los
hemos tratado en la sección “mándalo a la mierda”. Si necesitas refrescar tu memoria, no
dudes en volver a leerla.
Mi recorrido amoroso me ha ayudado a entender a la fuerza la diferencia entre química y
compatibilidad.
Recuerdo el primer hombre con el que me intoxiqué de química. Tenía unos 18 años por
aquél entonces y mis hormonas estaban revolucionadas. No fue amor a primera vista,
pero cuando empecé a fijarme en él, tuve un revoloteo interno que me dejó trastocada.
Nunca había sentido algo tan intenso por nadie, ni siquiera por mis ex novios. Creí que
debía tratarse del hombre de mi vida porque ese sentimiento era pura magia. (Alerta
spoiler: no es el hombre de mi vida, gracias a Dios). Él también tenía sentimientos por mí,
pero nos entendíamos más bien poco, nuestras personalidades chocaban y, cuando pasó
el tiempo, me di cuenta de que su forma de tratarme distó mucho del respeto y el cariño
que se debería profesar a la persona que te gusta. La no-relación duró apenas un mes.
La siguiente vez que sentí esa química poderosa e intensa, fue al cabo de 6 años y
tampoco fue amor a primera vista. Él sí me trató de maravilla, pero nuestra relación tenía
fecha de caducidad, por diversos motivos, pero principalmente porque a él no le apetecía
nada comprometerse, ya que acababa de pasar por una ruptura. Fueron 3 meses
inolvidables que no cambiaría por nada del mundo, pero otra vez la química me hizo
pensar que había un futuro que realmente no existía y que lo único que debía hacer para
darme cuenta era escucharle. La ruptura no me pilló por sorpresa, pero aparentemente a
mi corazón sí. He pasado por varias rupturas, pero esa fue la que más me marcó porque
me costó hacerme a la idea de que nunca más volvería a estar con él. Al cabo de unos
años, nos reencontramos y, aunque seguía apreciando sus múltiples cualidades, ya no
sentí ni una milésima parte de esa intensa química que tuvimos. Quedó el cariño, pero no
mucho más.
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Mándalo a la mierda
Después de esa experiencia, reflexioné mucho sobre el poder que tiene la química a la
hora de hacer florecer sentimientos por alguien que no es adecuado para ti, por el motivo
que sea. Me di cuenta de algo importante.
Por mucho que un hombre te encante y sientas en tus entrañas
que tiene un gran potencial como pareja, eso no lo convierte en
alguien compatible o adecuado para ti.
Cuando sientes una gran química con alguien, hay una gran atracción física y emocional
que te hace conectar con la otra persona de un modo que roza lo espiritual. Tienes el
convencimiento de que estáis destinados, de que una poderosa fuerza os une. Eso
desencadena un torbellino de emociones en tu interior que podrían nublarte el juicio y
llevarte a tomar malas decisiones. Puede que hasta lleguen a condicionar tu futuro,
basándote solamente en esa potente conexión que surge del estado de intoxicación
hormonal en el que te encuentras.
De repente, quieres acelerar los procesos y quemar etapas porque te parece que no
puedes esperar ni un minuto, que necesitas compartir cada segundo de tu día con esa
persona, lo cual hace que te embarques en una relación demasiado pronto o que pases
por alto que no sois compatibles.
La compatibilidad se da cuando dos personalidades encajan. Cuando la comunicación es
fluida y hay un entendimiento natural. Cuando no tienes que realizar un gran esfuerzo por
estar bien con alguien y, especialmente, cuando funcionáis bien a la hora de solucionar
problemas. Es fácil pensar que eres compatible con alguien cuando el viento sopla a
favor, pero cuando llegan las vacas flacas y tenéis que fomentar un acuerdo, es cuando
realmente se pone a prueba la compatibilidad.
Saber discutir con tu pareja es un buen pronosticador de
compatibilidad.
Si en las discusiones, os tiráis de los pelos, os insultáis, pegáis portazos, tratáis de tener
la razón y os frustráis, es muy probable que no seáis compatibles.
Si cuando se presenta una discusión, exponéis vuestros puntos de vista, escucháis al
otro y tratáis de llegar a un acuerdo, teniendo en cuenta los sentimientos de la persona
que tenéis delante y con mucho respeto, es muy posible que seáis compatibles.
Cuanta más alta sea la compatibilidad, más probabilidades de éxito tendrá la relación.
¿Te estoy diciendo que deberías pasarte por el forro la química y centrarte solamente en
la compatibilidad? Desde luego que no.
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Mándalo a la mierda
Tener una buena química es importante para iniciar una relación y también para
quedarse en ella. Necesitas sentir esa atracción hacia tu pareja o te faltará un ingrediente
importante.
Pero no necesitas tener un 10 de química para tener una relación de éxito. En cambio, sí
necesitas tener una muy alta compatibilidad para poder establecer un vínculo duradero.
Supongamos que tienes una química de 10 y una compatibilidad de 3. Esa relación tiene
fecha de caducidad porque no va a poder sostenerse cuando la atracción de los primeros
meses se disipe. Te encontrarás básicamente en un tormento, en una relación tóxica, de
la que podrías salir malparada.
Si, en cambio, tienes una química de 3 y una compatibilidad de 10, tu relación podría
funcionar a largo plazo, pero no serás demasiado feliz porque no desearás tocar a tu
pareja ni con un palo. Se tratará de una relación más de amistad que de pareja.
Por otro lado, si la química es un 7-8 y la compatibilidad un 9-10, ahí es donde está la
panacea de las relaciones.
Si consigues tener una química y una compatibilidad de 10, entonces te ha tocado la
lotería del amor, pero ese no suele ser el caso, especialmente porque la química no es
un elemento estable y va fluctuando con el tiempo, así que puedes iniciar tu relación con
una química de 7 y que en algún momento se convierta en un 10 o viceversa. Ambos
casos son perfectamente factibles.
La idea que te estoy intentando transmitir en este capítulo es que tener mucha química
con alguien puede empujarte a ignorar el hecho de que no sois compatibles. Basar una
relación en ese componente, te llevará a ir de fracaso en fracaso.
Esta es la razón por la que quiero que te tomes un tiempo para poder distinguir si ese
nuevo hombre al que estás conociendo tiene potencial en la vida real o solo en tus
sueños.
Cada vez que escucho a alguien decir que solo va a iniciar una relación con quien le
haga sentir fuegos artificiales a diario, me echo las manos a la cabeza porque sé que, si
no cambia su perspectiva, es probable que se quede para vestir santos y tenga la
sensación de que el amor verdadero no existe, que la mala suerte le persigue o que tiene
una tara.
La única forma de impedir que la química te empuje a iniciar una
relación con la persona incorrecta es dándote tiempo para
conocerla.
No quieras adelantarte a los acontecimientos solo porque “sabes” que ese hombre es
para ti después de haberle conocido durante pocas semanas. Ese sentimiento está
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Mándalo a la mierda
provocado por la química que se ha creado dentro de tu cuerpo y no te va a durar para
siempre. Por eso, es mejor que mantengas la cordura y analices la relación a medida que
se va desarrollando.
¿Te está tratando de maravilla? Sigue con él.
¿Sabéis solucionar los problemas con comunicación, paciencia y cariño? Sigue con él.
¿Te sientes segura y feliz a su lado? Sigue con él.
Pero si las cosas no van como deberían, no sigas en esa relación solamente porque tu
corazón grite su nombre. Tu nombre es y será siempre más importante que el suyo.
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Mándalo a la mierda
¿Está realmente interesado en ti o solo quiere pasar un buen rato?
Conoces a alguien, empiezas a verle, te gusta, pero tienes dudas. ¿Está solo interesado
en el sexo o realmente desea conocerte? Este es un recelo muy común, sobre todo entre
las mujeres que han vivido una noche de pasión con alguien que les gustaba para, acto
seguido, quedarse más solas que la una y con la desagradable sensación de que el
idiota en cuestión solamente quería catar el jamón, pero no comprarlo.
No tener la certeza de si alguien está por ti, puede ser generado por dos situaciones (o
por una mezcla de ambas):
1. La otra persona actúa de un modo un tanto errático y eso te genera incertidumbre. Un
día se deshace en atenciones y al siguiente está desaparecido en combate. Fluctúa
entre caliente y frío. Sus palabras y sus acciones no se alinean. No hay claridad, ni
seguridad.
2. Tu autoestima es baja y eso te lleva a cuestionarlo absolutamente todo.
A Manuela le pasaba lo segundo. Me escribió un buen día, contándome que estaba
empezando a salir con un chico con quien mantenía una amistad bien cargada de tonteo.
Por algún motivo cósmico y místico, ella no estaba segura de si realmente el muchacho
tenía buenas intenciones o solo buscaba bucear bajo los pliegues de su falda.
Lo del motivo cósmico y místico tiene una explicación y es que absolutamente nada de lo
que el chico dijo o hizo, podía justificar sus dudas.
Te cuento solo los detalles claves de su narración, para que no nos den las uvas.
Él hacía tiempo que le pedía una cita y, cuando finalmente la tuvieron, lo pasaron muy
bien. En esa cita hubo risas, complicidad y algún que otro beso.
Al cabo de un par de horas, él la acercó en coche a casa. La cosa se puso caliente y
Manuela lo frenó y le dijo que no estaba preparada para tener sexo tan pronto, a lo cual
él respondió que no le importaba, que solo quería estar con ella. La dejó en su casa, le
dio un beso de buenas noches y se despidieron.
Al día siguiente, le mandó un mensaje en el que mostraba las ganas que tenía de verla
de nuevo y le pidió volver quedar.
Manuela estaba echa un manojo de dudas y me preguntó lo que yo pensaba sobre la
situación. Le comenté que no podía adivinar el futuro, pero que el pobre chico, de
momento, no le había dado motivos para que ella le cuestionara.
Las dudas de Manuela no venían de la actuación del muchacho, que claramente estaba
interesado en ella, sino de sus anteriores relaciones, de su falta de autoestima y de sus
miedos internos.
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Mándalo a la mierda
A veces, permitimos que nuestro pasado nos marque de tal forma que ponemos palos en
las ruedas de nuestro futuro. Por eso he repetido en numerosas ocasiones que es
preciso iniciar cada nueva relación como si fuera un libro en blanco en el que escribir una
historia diferente. Si utilizas el libro de una antigua relación y lo reescribes, acabarás
relatando la misma historia.
Para no actuar como Manuela y comerte el coco con lo que no deberías, tienes que dejar
tus inseguridades a un lado, olvidarte de las afrentas que has vivido en el pasado y
centrarte en ese nuevo hombre que tienes delante ahora mismo. Júzgalo solamente por
cómo se comporta en este momento contigo, no por cómo haya actuado con otras
personas o por cómo te (mal)trató alguien que no tiene nada que ver con él.
Una vez hayas comprendido que no debes alzar muros, podrás avanzar.
Y ahora, ha llegado el momento de que comparta contigo mi método para saber si
alguien realmente está interesado en ti o solo quiere pasar un buen rato.
Tiene solamente una premisa y es la siguiente:
Ignora lo bueno y créete lo malo.
Ya sé que dicho así parece de lo más negativo, pero permite que te lo explique.
Todos ponemos nuestra mejor sonrisa cuando conocemos a alguien que nos gusta y a
quien queremos conquistar. Como bien sabrás, que un hombre te diga que eres la mejor,
la más bella y la más lista, no significa que quiera casarse contigo. Ni siquiera significa
que quiera salir contigo.
Seguro que has visto o vivido una de esas relaciones en las que hay un tonto del higo
que no para de cagarla, se porta como un imbécil y falta al respeto a su pareja día sí, día
también, pero parece que su repertorio de disculpas no tiene fin. Siempre atina a decir la
palabra perfecta en el momento adecuado y eso le lleva a conseguir segundas, terceras
y cuartas oportunidades.
Bien, pues eso es precisamente de lo que va mi método: dejar de prestarle tanta
atención a todo lo que hace bien y empezar a fijarte más en lo que hace mal.
Antes de ponerte ejemplos, quiero dejar claro que no te estoy instando a desvalorizar
todo lo bueno que esa persona hace por ti. Tampoco te estoy animando a que te quejes
constantemente de todos sus fallos. Esta es una simple fórmula a tener en cuenta
cuando las dudas te acechan y no ves claro si está de verdad interesado en ti. Por lo
cual, quiero que solo la pongas en práctica cuando sientas que estás en una relación
ambivalente y quieras saber hacia dónde va.
Empecemos con un ejemplo.
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Mándalo a la mierda
Estás conociendo a un hombre que te dice que le encantas, que ve un futuro contigo y
tiene ilusión por ver tu cara bonita. Pero luego, apenas encuentra tiempo para quedar, no
se comunica contigo diariamente y, cuando os veis, siempre es en casa de uno o del otro.
Hay ausencia de citas fuera de esas cuatro paredes, no vais al cine, de paseo o a cenar
a un restaurante.
Da igual cómo de geniales sean vuestros encuentros, si te estás hinchando a sexo del
bueno o puedes conversar con él de todo. Si solo os veis una vez a la semana durante 6
meses y en ningún momento te saca el tema de formalizar la relación, esa persona no
tiene ningún interés en ser tu pareja.
Ahora piensa en esta otra situación: conoces a alguien y os veis casi todos los días y lo
pasáis bien juntos, pero él te dice que no está buscando nada serio. Tú lo ignoras
pensando que el tiempo lo pondrá todo en su sitio, pero la relación sigue igual. No hay
ninguna señal de compromiso y, además, él va reiterando de vez en cuando que no
busca pareja y que le gusta la relación tal y como está. Si ignoras “lo bueno”, te darás
cuenta que “lo malo” ya te está diciendo que no vas a tener algo serio con esa persona,
por mucho que le estés rezando a todos los dioses del Olimpo.
El problema que solemos tener es que existe una mezcla entre “lo bueno” y “lo malo” y, si
los ponemos en una balanza, gana “lo bueno”. Sobre todo porque los sentimientos tienen
mucho peso. Pero el interés real que alguien tiene en ti no se calcula poniendo en una
balanza “lo bueno” y “lo malo”.
La realidad es que no debería haber nada malo, porque alguien que tiene interés en
una relación, como pasó en el caso de Manuela, no emite ningún tipo de señal que
demuestre lo contrario.
Si quiere estar contigo, va a encontrar tiempo para ti, se comunicará a menudo e irá
dando los pasos necesarios para solidificar la relación: te presentará a sus amigos, a su
familia, te llamará su novia, etc.
Dale un poco de tiempo para que muestre sus cartas y, si prestas atención, pronto te
darás cuenta del tipo de relación que quiere.
¡Pero ojo con querer adelantarte a los acontecimientos! No puedes saltarte el paso de
dar, al menos, un par de meses para conoceros, cercioraros de si florecen los
sentimientos y si sois compatibles.
En definitiva, disfruta de todo lo bueno que la relación te traiga, pero no lo tengas en
cuenta como único baremo a la hora de analizar lo que está ocurriendo porque la
presencia de “lo bueno” no es un indicador de interés real. La falta de “lo malo”, sí.
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Mándalo a la mierda
No sabotees la relación antes de que empiece
Hemos dado pinceladas a este tema en capítulos anteriores, pero me parece de tal
importancia, que creo que se merece uno entero, porque quiero que te quede muy claro
el concepto.
Vamos a empezar con un poco de contundencia:
El hombre con quien estás empezando algo, no tiene nada que ver
con el último tonto del higo que te dejó tirada, te engañó, te vendió
la moto o te trató de pena.
Justamente por ese motivo, no debes tratarlo como si fuera a dejarte tirada, a engañarte,
a venderte la moto o a tratarte de pena.
Hazte un favor y dale la oportunidad de que escriba su propia historia. Si es otro
gilipollas, usa las herramientas necesarias que ya te he dado en este libro para detectarlo
rápido y quitártelo de encima. Si es una buena persona y lo único que quiere es
enamorarte, dale vía libre para que lo haga, sin que tenga la sensación de que está
acusado de algún crimen que no ha cometido y tiene que probar su inocencia delante de
un tribunal visiblemente sesgado.
Déjale tiempo para que se dé a conocer y te muestre lo que quiere, sin sentirse
innecesariamente presionado.
No le hagas preguntas capciosas en las primeras citas o quieras descubrir sus
intenciones a base de bombardearle a mensajes o declaraciones de amor.
Es interesante tener en cuenta que, a los hombres, se les suelen atragantar las
emociones ajenas. Muchas veces incluso hasta se les atascan las suyas propias. Es por
eso que si tratas de correr demasiado y derramas todas tus ilusiones en alguien que
acabas de conocer, las probabilidades de que salga corriendo se incrementen
exponencialmente porque, por defecto, los hombres van un poco más lentos que las
mujeres en el terreno de las emociones (a no ser que Cupido les haya flechado o que
tengan prisa por sentar la cabeza).
Esta es la razón por la cual la mejor forma de no sabotear una relación antes de que
empiece es relajarte, ir despacio, dar tiempo a la otra persona para que te conozca y
aclare sus ideas.
Si te estás preguntando cuánto tiempo es el adecuado para este menester, te diré que
2-3 meses suelen ser suficientes para saber si alguien va en serio contigo o si solamente
está mareando la perdiz, buscando sexo sin compromiso o haciendo el idiota.
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Eso no significa que tengas que aguantar meses con alguien que ya desde el principio te
ha dicho que no quiere nada o te ha demostrado que no tiene demasiado interés en ti.
Puedes mandar a la mierda a alguien después de una primera cita o incluso antes de
tenerla, si ya te ha dejado claro que no quiere lo mismo que tú o estás viendo banderas
rojas por doquier.
Es importante que te escuches a ti misma y que analices cómo te sientes cuando estás
conociendo a alguien nuevo. ¿Estás a gusto? ¿Ilusionada? ¿Feliz? ¿Con miedo?
¿Insegura? Estas son preguntas que deberías formularte porque tus respuestas te
aportarán información. Si sabes que te pones nerviosa y te entra la inseguridad cada vez
que empiezas algo, no lo achaques a esa relación en concreto, sino a tu forma de
enfrentar los inicios.
Si, por contra, eres más tranquila y segura y de repente sientes que tu autoestima se
desvanece haz caso a las alarmas y no vayas más allá.
Se trata de que dejes que tu chico revele, con sus palabras y sus
acciones, si está interesado en ti.
Las palabras se las lleva el viento, pero el tiempo que alguien invierte en ti, es real como
la vida misma.
Todos tenemos ocupaciones, obligaciones, hobbies, familia y amigos a los que atender,
pero cuando alguien nos interesa, cogemos el teléfono y concertamos un encuentro.
Es por eso que debes analizar la relación conforme a lo que estás recibiendo en este
momento, no acorde a lo que crees que podría darte en el futuro.
No te quedes anclada a una relación con un hombre al que solo ves una vez por semana
(y para ti, eso no es suficiente) únicamente porque piensas que, quizás en un futuro
próximo, las cosas cambiarán y el señor marqués te concederá más tiempo.
Si después de 2-3 meses juntos no está dándotelo, es muy probable que piense que
tiene mejores cosas a las que dedicar su tiempo que verte a ti. En este caso, mándalo a
la mierda, por favor.
Te he dicho al principio del capítulo que no sabotees la relación antes de empezarla, pero
tampoco debes dejar que tus buenas intenciones (o una necesidad acuciante de
encontrar pareja) te lleven a no darte cuenta de que alguien no está invirtiendo en la
relación como debería.
Confía en tus sensaciones y pregúntate si estás a gusto con la relación tal y como está.
Presta atención a si se comunica contigo lo suficiente como para que sientas que le
interesas y si va concertando citas de un modo más o menos regular (dentro de las
posibilidades de cada uno).
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Todo eso es independiente a los sentimientos que tengas por él, lo guapo que sea y lo
bien que bese o lo estupendo que te lo haga pasar.
Si tu sensación sobre la relación es mayoritariamente positiva, sigue conociéndole sin
preocupaciones y sin ejercer ningún tipo de presión sobre él. Verás como el resultado
vale la pena.
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Tu vida no debe ponerse en pausa
¿Cuántas veces habré sentido que mi mundo se para por completo cuando estoy
conociendo a alguien que me gusta? Incontables.
Uno de mis errores más notables ha sido poner en pausa mi vida cuando estaba
iniciando una relación. De repente, esa persona, a la que días antes ni siquiera conocía o
me interesaba, se convierte en el centro de mi universo. Todo se mueve a su alrededor.
Mi atención está puesta en cada paso que da, cada palabra, cada gesto.
Es curioso como alguien, sin previo aviso, puede significar tanto.
Estoy segura de que no soy la única persona que ha sufrido de este mal. Si tú no eres
una de ellas, este capítulo te parecerá pan comido. Si eres de las mías, vas a tener que
tomar aire porque lo que te voy a decir será fácil de leer, pero no tan sencillo de poner en
práctica.
Aunque acabes de conocer a tu hombre perfecto, el mundo sigue
girando y tu mundo también debería seguir girando.
Si las mariposas revolotean en tu estómago cada vez que recibes un mensaje suyo o
escuchas su voz, no les cortes las alas. Tampoco te impidas dedicarle toda tu atención en
las citas, pero cuando no estás a su lado, tienes que seguir con tu vida.
Y no me estoy refiriendo a realizar tareas como levantarte de la cama, ir al baño, comer o
arreglarte para ir al trabajo. Ya sé que eres un persona adulta, totalmente funcional y,
aunque el virus del amor haya penetrado en tu sistema, puedes continuar con tus
quehaceres diarios.
La cuestión es que no debes cambiar tus costumbres inmediatamente para poder
amoldar a ese hombre en tu rutina. Eso irá ocurriendo de forma natural con el tiempo, si
es que ambos estáis por la labor. Si eres una persona sociable y realizas actividades, no
dejes de hacer todo lo que haces habitualmente para generar huecos en tu agenda, con
la esperanza de que él te diga de quedar. No canceles la noche de chicas que lleva un
mes anotada en tu calendario porque, de repente, tu hombre te reclama hoy y tú tienes
muchísimas ganas de comerle la cara a besos.
Se trata de que integres la relación a tu rutina, de forma gradual, no que tires la agenda
por la ventana para que verte con él tenga todo el protagonismo en tu vida.
Recuerdo un mail de una clienta que me relataba la relación con el que pensaba que era
el hombre de su vida. Ella se enamoró muy deprisa. Él era muy atento y sabía cómo
conseguir que se sintiera única. Pasados unos meses, él se fue a vivir con ella y
entonces empezó la fiesta. Poco a poco la fue separando de sus amigos, incluso de su
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familia, porque la quería para él solo. Ella se dejó llevar, sin ser demasiado consciente de
lo que sucedía. Le amaba. Él continuaba con su vida social, pero ella estaba cada vez
más aislada. La relación empezó a fallar y se sentía sola. Nadie con quien compartir, a
quien explicar sus penas, con quien llorar su amargura. Me escribió tres meses después
de haberse separado. La frase que más me impactó de su mail fue: estoy sola en el
mundo, ayúdame.
Intenta no cometer este error. No dejes de lado a tu gente, porque en un momento de
debilidad, serán tus pilares. Y te voy a contar un secreto: si tu pareja te aleja de tus
personas queridas, es que no te ama. Sí, ¡lo has leído bien! Recuerda que el amor no se
demuestra con palabras, sino con hechos. Amor es sinónimo de libertad y de procurar
que la otra persona sea feliz y ¿cómo vas a serlo, si te aleja de las personas a las que
quieres?
Seguro que tienes amigas que, en algún momento de su vida, dejaron de quedar contigo
porque se echaron novio. Tal vez con alguna de ellas ya nunca volviste a recuperar la
relación que teníais antes porque sentiste que te dejó de lado por un chico, lo cual te hizo
sentir totalmente prescindible. O quizás eso es algo que has experimentado en propias
carnes: tener tantas ganas de compartir todo tu tiempo con tu pareja que empiezas a
olvidarte de tu gente, la que siempre ha estado ahí para ti.
¿Cuál es mi consejo? No mandar tus planes al garete en cuanto tu chico quiera verte.
Si quiere quedar un día en que tú ya tenías un plan, no intentes moverlo para otro día,
aunque sepas que la otra persona lo entenderá, aunque te apetezca más tener una
noche de peli y manta con tu nuevo amor que irte al bar del primo de tu amiga María. Dile
que, lamentablemente, estás ocupada, pero que tienes libre el día X.
Puede que te parezca una tontería lo que estoy diciendo, pero cuando estás totalmente
dispuesta a adaptar toda tu vida para poder ver a alguien que te gusta, lo que esta
persona recibe es lo siguiente:
1. Tu vida es de lo más aburrida y no tienes nunca nada que hacer. Por eso puedes verle
cada vez que te lo propone.
2. Él se ha convertido en tu prioridad número 1 y estás dispuesta a cambiar cualquier
otro plan por verle a él.
No cometas el error de pensar que esos son puntos a tu favor. Las dos opciones son
malas, la segunda en especial. Al principio, puede parecerle halagador que quieras verle
siempre, pero podría cambiar de opinión muy rápidamente, si siente que tu interés es
demasiado grande y el suyo se va quedando atrás por falta de espacio y una pizca de
misterio, algo muy necesario para mantener viva la llama.
Cuando mantienes tus planes y sigues con tu quehacer habitual, das otro mensaje y es
que eres una persona con una vida plena y que, aunque tienes ganas de pasar tiempo
con él, no vas a poner tu vida en pausa para hacerlo, pero sí le harás un hueco en la
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agenda cuando sea posible. Eso suele generar un plus de interés, lo cual hará que te
respete más, que no sienta ningún tipo de presión extra y que sus ganas de verte se
incrementen. El mensaje que él recibe es que debe seguir conquistándote día a día, que
no está todo el pescado vendido.
Si no te lo crees, haz memoria y recuerda alguien con quien hayas estado alguna vez y
que se mostrara siempre disponible, abierto a quedar contigo, sin importar si se lo pedías
con una semana de antelación o una hora. Independientemente de que fuera un martes
por la tarde o un domingo por la mañana. Al cabo de unas semanas de tenerle a tu
entera disposición, empiezas a plantearte si esa persona no tiene vida o si está sintiendo
un cóctel de emociones con muchos más ingredientes que el tuyo, porque te has
convertido en su prioridad número uno cuando ni siquiera sabe cómo se llaman tus
padres.
El agobio al conocer a alguien empieza justamente por pensar que sus sentimientos son
mucho más fuertes que los tuyos y no vas a ser capaz de ponerte a su nivel.
Créeme que te entiendo cuando piensas que te gustaría dejar huecos durante la semana
para que, cuando esa persona se decida a pedirte una cita, puedas aceptarla sin
problema, pero, si realmente le interesas, va a encontrar la forma de coincidir. Si en las
primeras dos semanas ve que tu agenda se llena con facilidad y pierde oportunidades, se
dará prisa para pedirte tiempo con más antelación para la próxima cita.
Continuar con tus actividades diarias y quedar con tus amigos te ayudará a sentirte más
libre, a ser tú, y a no darle el control de tu día a día a nadie.
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Mándalo a la mierda
Cómo tener “la conversación”
Pongamos que llevas un tiempo conociendo a un chico que realmente te gusta, que
muestra su interés por ti de forma continua y te hace sentir bien, pero algo en tu interior
se está empezando a remover. Quieres dar un paso más. Puede que ese paso sea la
exclusividad o formalizar la relación.
Llevas un tiempo intentando ignorar ese sentimiento y dejando que todo fluya, pero él no
parece tener prisa en sacar el tema y a ti se te está agotando la paciencia, y empiezas a
plantearte cómo puedes tener “la conversación” sin que salga corriendo o sienta que lo
estás intentando cazar.
En un mundo ideal, él no te habría dado lugar a ninguna duda porque ya te habría
planteado la cuestión, pero la realidad a menudo dista mucho de “lo ideal”.
Cada persona tiene una velocidad determinada, una apertura emocional distinta y las
ideas más o menos claras. Es complicado que dos personas estén en el mismo punto en
un momento concreto y tengan las mismas expectativas o forma de actuar.
Las mujeres, en general, solemos ir más rápido. Es por eso que a veces nos
encontramos en la diatriba de sacar ese peliagudo tema o callarnos y esperar.
Mi sugerencia es que dejes que sea él quien tome la iniciativa, pero como sé que hay
veces en las que las emociones te sobrepasan y llegas a un límite en el que necesitas
tener una respuesta, voy a darte unos cuantos consejos para poder iniciar esa
conversación de modo en que tus probabilidades de éxito aumenten.
La clave principal está en no avasallarle y tratar el tema con naturalidad.
Primero de todo, deberías elegir bien el momento para tener la conversación. Cerciórate
de que él esté de buen humor, relajado, a gusto. Puede ser en una cena, durante un
paseo o en un momento de mimos en el sofá.
Si él está de mal humor, tiene una presentación importante al día siguiente o le duele la
tripa, aborta la misión porque las condiciones no son las óptimas.
Tampoco deberías anunciar que quieres hablar con él de un tema serio. El famoso
“tenemos que hablar”, le pondrá los huevos por corbata y eso hará que su actitud no sea
la adecuada para tratar el asunto, ya que se pondrá a la defensiva.
Aunque para ti sea algo importante y te asuste su respuesta, no tienes que plantearlo
como si fuera el fin del mundo, sino como una conversación que necesitas tener, puesto
que quieres que la relación dé un paso hacia delante.
Cuando saques el tema, hazlo de un modo natural; casi con la misma actitud con la que
hablarías del tiempo en el ascensor con el vecino del quinto. Así le restarás presión al
asunto.
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Mándalo a la mierda
La fórmula para iniciar la conversación debería ser algo así como: decirle lo que sientes
por él + contarle las reservas que tienes sobre la relación en ese momento.
Por ejemplo, en el caso de la exclusividad, podrías arrancar con: “me gustas mucho y me
encanta pasar tiempo contigo, pero no sé en qué punto estamos y me dolería que te
estuvieras viendo con otras personas”.
En el caso de que quieras formalizar la relación, podrías empezar diciendo: “lo estoy
pasando genial contigo y me gustas mucho, pero no tengo muy claro si tú estás
buscando algo serio y esto me descoloca un poco”.
Como puedes ver, estas frases no están poniendo el foco completamente en él, sino que
están resaltando tus sentimientos, lo que pasa por tu cabeza en estos momentos, lo que
te preocupa.
Lo lógico es que te cuente en qué punto se encuentra él y podáis entablar una
conversación sobre ello, lo cual te hará ver si estáis en el mismo lugar o si avanzáis hacia
la misma dirección.
Si ambos estáis en el mismo punto, y él también quiere dar un paso más, entonces te
habrás quitado un peso de encima y podrás seguir con esa relación con la certeza de
que estáis yendo en la dirección adecuada.
En el caso de que no quiera lo mismo que tú, será el momento de tomar una decisión.
¿Quieres seguir esperando hasta que se decida -si es que se decide algún día- o
prefieres dejarlo marchar y estar libre para conocer a alguien que lo quiera todo contigo?
La decisión es siempre tuya pero, si necesitas un empujón para tomarla, puedes releer el
título de este libro.
También cabe la posibilidad de que te conteste con evasivas y se haga el loco. Eso
podría darse en dos situaciones:
1. No le interesa correr el riesgo de decirte algo que no quieres oír y perderte.
2. No tiene claro lo que quiere.
En ambas situaciones, podrías insistir y formular preguntas más concretas, pero eso no
hará que el resultado sea positivo porque lo acabarás agobiando. Por lo tanto, la mejor
opción es que le des un tiempo para pensárselo y le propongas volver a hablar del tema
en unos días para que así sienta que tiene un poco de espacio. Piensa que algunas
personas son más interiorizadoras que otras, es decir, necesitan un tiempo de digestión
para los temas importantes. Necesitan darle unas vueltas en soledad para dar la
respuesta justa.
Cuando llegue el día acordado, tendrá que ser él quien te diga lo que quiere y, con esa
información, podrás decidir lo que más te conviene.
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Mándalo a la mierda
El secreto para que no quiera dejarte ir
Cristina quería mucho a su novio, con quien llevaba unos meses. Se conocieron a través
de unos amigos y se entendieron desde el inicio, pero su relación no había sido del todo
fácil. A partir del primer mes, ella tuvo que ir adaptándose a su pareja de un modo que no
le hacía sentir bien del todo. Su objetivo era preservar la armonía, hacerle feliz.
Él le iba indicando aquello que debía cambiar para contentarlo.
Al principio, se trataba de detalles relacionados con su apariencia. Cristina debía cambiar
su color de pelo, ya que este se asemejaba al fuego y llamaba mucho la atención; le
quedaba mejor el castaño oscuro, desde luego era más elegante y sobrio. Las faldas
demasiado cortas la hacían parecer una buscona, lo cual estaba lejos de la realidad. El
uso excesivo de la palabra “vale” resultaba molesto.
Una vez avanzó la relación, Cristina se vio obligada a abandonar el tabaco, reservar
siempre los fines de semana para estar con él e incluso dejar de decir las palabrotas que
tanto la caracterizaban. También tuvo que cancelar sus clases de salsa porque a él no le
hacía mucha gracia que fuera “manoseada” por otros hombres.
Ella quería que la relación prosperara, por eso hacía lo posible para que su novio
estuviera a gusto, pero no se daba cuenta de que el éxito de su relación estaba
supeditado a que ella forzara esos cambios en su vida, en su forma de expresarse, en su
día a día; cambios que se incrementaban a medida que pasaban los meses y que
empezaban a mermar su autoestima.
Un día conoció a Miguel, un compañero de trabajo de su amiga Sonia. Empezaron a
quedar en grupo y, al cabo de unos meses, Cristina se dio cuenta de que ese hombre le
prestaba una atención especial. El día que se tiñó el pelo de azul para carnaval, le dijo lo
genial que le quedaba. Le encantaba que se expresara de un modo libre y que fuera tan
natural. Alababa su forma de ser, su simpatía, su sentido del humor.
Cristina no tenía ninguna intención de tontear con él, pero se sentía bien a su lado.
Parecía que con él podía ser ella misma, sin necesidad de cambiar ni un ápice de su
personalidad y eso hizo que volviera a conectar con la chica que era antes de su relación
actual. Poco a poco, empezó a recuperar la autoestima que había ido perdiendo a lo
largo de los meses por sentirse inadecuada, equivocada, insuficiente.
Llegó el día en que se dio cuenta de que se sentía mucho más libre con Miguel que con
su novio (a pesar de no tener sentimientos hacia él) y se preguntó por qué. En ese
momento saltaron las alarmas en su interior, fue consciente de todo a lo que había tenido
que renunciar por mantener su relación de pareja.
Tras unos días de darle vueltas, tomó una decisión. A partir de ese momento, volvería a
ser ella misma, sin reservas, sin censuras. Se tiñó el pelo de rojo fuego, como a ella le
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Mándalo a la mierda
gustaba. ¡Qué bien se sentía con ese color! Sacó del armario las faldas “demasiado
cortas” que hacía meses que no se ponía y que mostraban sus largas piernas -la parte
de su cuerpo que más le gustaba-. Dejó de prestar atención a cuántas veces decía
“vale”. Empezó a elaborar planes de fin de semana con sus amigos. Ya no se sentía mal
cada vez que soltaba una palabrota y volvió a apuntarse a las clases de salsa (¡cuánto
había echado de menos mover el esqueleto!). No volvió a fumar porque ya bastante le
había costado dejarlo y ese era el único cambio positivo al que su novio la había
empujado. Algo es algo. Y, como colofón, llevó a cabo el cambio más importante de
todos. Mandó a la mierda a su novio, que ya le estaba recriminando sus “recaídas” y le
estaba dando “bien intencionadas” indicaciones para volver a convertirla en su Cristina,
esa chica que debía ser otra para ser amada, su muñeca sin voluntad propia.
Cristina había experimentado lo bien que se sentía con quien la aceptaba tal y como era.
¡Qué liberada se sentía! Aunque Mario fuera solo un amigo, le había enseñado una
valiosa lección que recordaría de por vida y que quiero transmitirte a continuación.
Mereces a alguien que te quiera tal y como eres.
Y eso es precisamente lo que merece también el hombre con el que salgas, así que voy
a pedirte que hagas un poco de autocrítica. Pero antes, quiero que respondas a esto:
¿Alguna vez te has preguntado por qué ese hombre que tanto te gustaba no se
comprometió contigo o te dijo que no estaba preparado para una relación?
Seguramente, al cabo de poco tiempo de que lo dejarais, espiaste su página de
Facebook y, ¡oh, sorpresa! Resulta que había colgado una foto de lo más acaramelado
con otra chica.
Quizás en alguna ocasión ha pasado por tu cabeza esa maldita pregunta, cargada de
frustración: “¿qué tiene ella que no tenga yo?”.
Para responderla, vamos a dejar de lado elementos incontrolables como la falta de
conexión, su situación emocional o la incompatibilidad de caracteres y vamos a
centrarnos en algo que sí puedes controlar: tu forma de tratarlo.
Seguramente has empatizado inmediatamente con la historia de Cristina y te ha caído
gordo su ex novio: míster cambios.
Quiero que seas muy sincera contigo misma y te hagas unas cuantas preguntas que
puede que te lleven a darte cuenta que quizás has actuado alguna vez de la misma
forma que él.
¿Cuántas veces has querido cambiar el estilo de ropa de tus ex? ¿O le has dicho a un
novio que no te gustaba algo de su forma de ser? ¿O cuestionaste su modo de cocinar,
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Mándalo a la mierda
de tomar decisiones e incluso de mostrarte su amor? ¿Cuántas veces te has sentido
avergonzada por algo que hizo en público?
Todos tenemos nuestro modo particular de ver el mundo, pero a veces olvidamos que
eso no nos da la razón automáticamente o nos otorga la verdad absoluta.
En las relaciones amorosas, eso se convierte en intentar que el otro cambie para que
pueda encajar en nuestra visión ideal de cómo queremos que sea nuestra pareja o
nuestra relación. Es algo que aflora sin querer y, a veces, no somos conscientes de ello.
Simplemente, estamos brindando nuestra sincera opinión sobre su físico, su ropa, su
forma de ser o de hacer porque tenemos la confianza necesaria para poder hacerlo en
libertad, pero olvidamos que recibir críticas no es plato de buen gusto para nadie, por
muy bienintencionadas que sean.
Después de preguntarle a numerosos hombres cuál es la diferencia entre la persona con
la que decidió casarse y sus ex novias, me di cuenta de que la respuesta estaba casi
siempre relacionada con poder mostrar su personalidad, sin sentirse juzgados por ello.
Los hombres eligen a las mujeres con quien pueden ser 100% ellos
mismos y no son machacados por ello, sino celebrados y amados.
Es un concepto tan sumamente sencillo que suele pasarse por alto, pero tiene más
importancia de lo que piensas.
Si haces sentir bien a tu chico, no te empeñas en cambiarlo y lo quieres tal y como
es, te aseguro que la relación tendrá muchas más posibilidades de durar para
siempre.
¿Alguna vez has estado con alguien que te ha hecho sentir que, hicieras lo que hicieras,
no podías acertar? ¿Alguien que te ha llevado a cuestionarte y preguntarte qué es lo que
estabas haciendo tan mal? ¿Te has sentido identificada con la historia de Cristina? Si has
estado en esa situación, sabrás lo incómodo que resulta y lo mucho que puede afectar a
tu amor propio.
Cuando alguien te critica constantemente, aunque sea con las mejores intenciones, te
empuja hacia el abismo de la duda. Acabarás en el universo de la inseguridad, de la baja
autoestima, ya que sentirás que nada de lo que haces es lo bastante bueno para la
persona a la que quieres.
Si alguna vez has conocido al hijo de unos padres súper criticones, que nunca están
satisfechos con ninguna de sus acciones, te darás cuenta de que esos niños crecen con
una gran inseguridad y una baja autoestima. Ese es el resultado de vivir bajo una
constante crítica, donde todos tus movimientos son analizados con lupa, cuestionados e
incluso dilapidados.
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Mándalo a la mierda
Si te dedicas a darle indicaciones a tu chico sobre todo aquello que te desagrada de él,
aunque tenga más paciencia que un santo e incluso se tome bien las críticas, es muy
probable que estén haciendo mella en él y que, después de un tiempo aguantando, su
insatisfacción le lleve a tener dudas sobre la relación. Aunque es posible que él no sea
consciente de por qué le ocurre eso y termine dejándote con el pretexto de que “ya no
está enamorado de ti”. Lo has desenamorado a base de críticas bienintencionadas. Una
tragedia al puro estilo griego.
Esta es la razón por la que debes tener muy en cuenta el peso demoledor que pueden
tener tus críticas constantes, empezando por tus citas porque, si te pasas de
maternalista, es probable que no llegues ni a la tercera. Puedes quedar relegada al
rincón de las “chicas a las que me pasaría por la piedra encantado, pero con las que no
quiero una relación, ni aunque me paguen”.
¿Verdad que has estado alguna vez en ese rincón y hace un frío que pela? Pues vamos
a intentar que nunca nadie te vuelva a meter ahí.
Si estás conociendo a alguien y realmente te gusta, debes hacer un esfuerzo por no
cuestionarle, por no criticarle de forma reiterada, aunque sea en temas superficiales, ni
siquiera en broma.
Ojo, que no te estoy diciendo que le mientas si te pregunta si te gusta su bigote o si te
parece bien que se presente a vuestra cita de San Valentín, en un restaurante con cierto
caché, vestido de deporte. ¡Nada más lejos de la realidad! Solo quiero que seas
consciente de las críticas que emites y que trates de reducirlas a la mínima expresión,
sobre todo si son innecesarias.
Este ejercicio te ayudará a ser más consciente de tu lengua viperina.
Ejercicio 25: No criticar
Durante los próximos 3 días, intenta no emitir ningún tipo de crítica.
Eso hará que pongas tu atención en ello y te des cuenta de si tu parte criticona está en
piloto automático y no eras consciente de ello.
Te interesa ser muy consciente de las críticas que salen por tu boca porque eso te
ayudará a elegir las que quieres emitir y cuales prefieres que se las lleve el viento, por tu
bien y el de la humanidad.
Recuerdo que una vez mi novio me dijo que le molestaba mucho algo que repetía a
menudo. Resulta que cada vez que iba a su casa y cocinábamos juntos, me quejaba de
lo desordenada que estaba la nevera y de la cantidad de alimentos repetidos que tenía algunos de ellos ya caducados-.
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Mándalo a la mierda
Era un comentario que emitía de forma automática. Yo era consciente que lo hacía de
vez en cuando, al abrir su nevera; pero no sabía que a él le sentaba mal, hasta el punto
de comentármelo y pedirme, por favor, que dejara de repetírselo constantemente.
Me costó lo mío contenerme los siguientes días. Pero eso me ayudó a darme cuenta de
que un comentario al que no le damos demasiada importancia, si se repite lo suficiente,
puede acabar creando un malestar en la otra persona, aunque esa no sea nuestra
intención.
No es lo mismo decirle cada cosa que te molesta de él en el momento en el que ocurre,
que tener una conversación sobre algo que realmente te parece importante, estando
tranquila y después de haber reflexionado sobre ello.
La clave está en saber elegir tus batallas y no dejar que salgan críticas innecesarias de tu
boca porque eso puede terminar jugando en tu contra.
Por ejemplo, puedes comentarle que te molesta que deje la tapa del váter abierta cuando
viene a tu casa. En cambio, es inútil que cada vez que durmáis juntos incidas por la
mañana en lo mucho que te han molestado sus ronquidos, porque es algo que no puede
evitar y que le acabará sentando mal -a no ser que quieras que busque una solución-.
No tienes que enfadarte o darle un discurso cada vez que se comporte de un modo
incorrecto, según tu perspectiva. Tómatelo con calma.
A partir de ahora, cuando tu chico haga algo que te moleste, antes de lanzar la caballería,
quiero te formules una pregunta.
“¿Lo está haciendo para hacerme daño?”
Si la respuesta es sí, algo no funciona bien en esa relación y debes tratar el asunto de
forma inminente.
Lo más común es que la respuesta sea no. En ese caso, tienes que preguntarte lo
siguiente:
“¿Es primordial para mí discutir este asunto ahora?”.
Si la respuesta es no, olvídate de ello y sigue con tu vida. Si ves que al cabo de unos
días sigue dando vueltas en tu cabeza, entonces puedes tener una conversación sobre
ello.
Si la respuesta es sí, intenta dejar pasar unas horas para ver si sigues sintiéndote del
mismo modo y, en ese caso, saca el tema una vez te hayas calmado y tus emociones no
estén en modo guerra de Troya.
Joaquín me contaba que su novia no le suele recriminar nada, que podría contar las
discusiones que han tenido en un año con los dedos de una mano y le sobrarían. Es por
eso que cuando le comentó lo mucho que le había dolido que no la tuviera en cuenta en
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Mándalo a la mierda
un evento familiar, se lo tomó muy en serio. Había tenido un motivo, pero se dio cuenta
que no se lo había explicado demasiado bien a su novia.
Si ella se quejara por todo, es probable que no le hubiera dado importancia y la hubiera
tachado de “demasiado emocional”, pero el hecho de que nunca le critique, hace que
cada vez que ella se molesta por algo, él se lo tome en serio y trate de hacer lo posible
para que no se repita.
No criticar cada minucia que te molesta, hará que el día que le comentes algo, le dé
importancia porque no estará acostumbrado a que le eches la bronca constantemente, lo
cual te beneficiará tanto a ti como a la relación.
Larissa me contaba que le daba mucha rabia que a su novio no le gustara demasiado
hacer planes fuera de casa. Ella era de lo más sociable y quería compartir esa parte de
su vida con su pareja. Por ese motivo, le empujaba constantemente a ir a cenas que él
aborrecía, a asistir a eventos que no le interesaban e incluso a realizar viajes que él
consideraba una pérdida de tiempo y dinero.
Larissa estaba convencida que él necesitaba ir a terapia para tratar esa apatía y se lo
había pedido en numerosas ocasiones. Él en un principio la escuchaba pacientemente,
pero acabó enfadándose con ella hasta que le pidió que dejara de insistir. Él no tenía
ningún problema y no iba a ir al psicólogo.
En realidad, su novio era feliz con su estilo de vida y no necesitaba salir, ni relacionarse
con más personas que su familia, sus amigos más cercanos y su pareja. La que tenía el
problema era Larissa.
Su problema era pensar que algo no funcionaba bien en la cabeza de su novio y que
necesitaba terapia para arreglarlo. Estaba convencida de que la forma de vida de su
hombre no era sana porque difería mucho de la suya. Le era imposible aceptar que él era
así y que no iba a cambiar su personalidad para contentarla; primero porque no le daba
la gana y segundo, porque no tenía ninguna intención de luchar contra su naturaleza.
La que necesitaba ir a terapia era ella. Así tal vez podría llegar a aceptar a su novio tal y
como era. Nunca lo hizo y terminaron dejándolo al cabo de 2 años porque sus
discusiones eran cada vez más frecuentes y el desencanto frustró el amor que les
quedaba.
Para que no te pase como a Larissa, debes plantearte a tiempo si tu chico te gusta tal y
como es o si, para que realmente te sientas bien con él, necesitas que cambie.
Si la respuesta es que necesitas que cambie, de nada te servirá que te pases el día
criticando lo que hace. Lo único que conseguirás es hacerle daño y que la relación se
acabe rompiendo de todos modos. Mejor búscate a una persona a la que ya aceptes tal y
como es y no tenga que pasar por una remodelación interna o externa para que te llene
del todo.
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Mándalo a la mierda
Si la respuesta es que lo aceptas así, tal y como ya es, deja de criticar las pequeñas
cosas que no tienen importancia y consigue que se sienta bien contigo.
Se trata de crear un espacio en el que se pueda sentir seguro y expresarse libremente,
sin estar preocupado de decir algo que te vaya a ofender o por lo que tenga que darte
largas explicaciones.
Poder ser tú mismo con tu pareja, sin miedo a ser juzgado o criticado es precisamente
una de las razones principales por las cuales decides quedarte con alguien para toda la
vida. Consigue que él se sienta bien contigo y no querrá que te marches de su lado.
Y no te olvides de que tú también te mereces a alguien con quien puedas ser 100% tú, te
sientas bien, segura, escuchada, comprendida y libre.
Si ese no es el caso, ¡ya sabes lo que tienes que hacer!
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Si quieres ser feliz: revalúa
Las relaciones fluctúan, tienen subidas y bajadas, cambian, se hacen más claras o más
confusas. En definitiva, la vida pasa y tus sentimientos evolucionan, se transforman, se
multiplican, desaparecen. Pero a veces se nos olvida que nada es estático, sobre todo en
nuestro mundo emocional y que, por lo tanto, hay que poner en tela de juicio nuestras
relaciones de forma constante para poder mejorarlas o terminarlas.
Uno de los mayores errores que he cometido en mi vida amorosa, ha sido justamente
ese: olvidarme de revaluar mis relaciones.
Un día, decido que quiero estar con esa persona para siempre, cierro el libro de mi
relación y lo guardo en el cajón, como si el final de la historia ya estuviera escrito y lo
único que me quedara pendiente fuera dejar pasar el tiempo. Hasta que llega el momento
en que mi intuición empieza a darme toques de atención.
“Oye Silvia, que esto no va bien”. Y yo la ignoro.
Al cabo de unas semanas, me vuelve a hablar.
“Perdona que te moleste otra vez, sé que estás ocupada, pero es que tu relación no está
funcionando”.
“¿Qué es lo que no está funcionando? No digas tonterías, que aquí todo funciona
perfectamente.”
“Silvia… de verdad que no nos sentimos bien. Algo falla”.
Y, después de unos cuantos pensamientos desechados, el problema del que mi intuición
me estaba hablando y que yo me empeñaba en ignorar, irrumpe en mi interior, como si
de una manada de elefantes se tratara, y me obliga a escuchar, al fin.
Me doy cuenta de que hay un vacío dentro de mí. No sé de dónde ha venido, ni por qué,
pero lo siento. Es como si me hubieran arrancado un cachito de alma o de corazón, no lo
sé muy bien. Pero la certeza de que hay algo que realmente no funciona, cada vez cobra
más fuerza.
Ese es el momento en el que finalmente tengo que enfrentarme a lo que me ocurre y
revaluar la relación, que ya se desmorona por completo, en parte porque no he sabido
enfrentarme a mis insatisfacciones antes, en parte porque mi camino personal me lleva
por otros derroteros.
Mi sentimiento de impotencia es enorme porque estoy con una persona a la que quiero
muchísimo y con quien he construido algo bonito, pero no puedo evitar sentirme de esta
forma y, por muchas vueltas que le dé, no le encuentro solución. Ya agoté todos mis
recursos en las crisis que precedieron al desastre.
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Mándalo a la mierda
Es entonces cuando reúno todo el valor del que dispongo y, después de cerciorarme de
que no hay otra forma posible de lidiar con el asunto, doy el paso más doloroso.
No te voy a engañar y decirte que dolerá menos si revalúas tu relación de forma regular y
tomas esta decisión -cuando convenga- lo antes posible. Pero si eres capaz de hacerlo
vas a ganar un tiempo precioso que podrás dedicar a sanar, a reconectar contigo, a
construir una autoestima fuerte y a buscar a la persona indicada para ti.
Ahora quiero destacar los motivos principales por los cuales te escaqueas a la hora de
revaluar tu relación de pareja.
1. Acomodamiento
Te ha costado sangre, sudor y lágrimas construir la relación que tienes ahora. Conoces a
tu pareja al dedillo, sus virtudes, sus defectos, sus manías. Le quieres mucho y le tienes
un cariño enorme. Es agradable compartir tu vida con alguien como él y poder hacer
planes de pareja, sentir que no estás sola en esta vida, que tienes a un compañero que
te da la mano, te respeta y te ama.
Además, está totalmente integrado en tu familia y tú también te sientes a gusto en la
suya. Vais a cenas, compartís amistades, tenéis toda una vida montada en la que te
sientes bien y, si rompieras esa relación, no estarías dejándolo solo a él, sino también a
vuestra vida juntos, a su grupo de amigos y a su familia, lo cual hace que ni siquiera
tengas la fuerza de plantearte esa opción porque parece realmente dolorosa.
Si tomaras esa dura decisión, todo cambiaría para ti y tendrías que empezar a crear una
nueva identidad que no fuera ligada a tu pareja, una nueva rutina, puede que un nuevo
hogar, nuevos amigos… Todo eso hace que revaluar tu relación se te haga cuesta arriba
y prefieras ignorar los problemas gordos, mientras puedas.
Ese miedo a perder lo que tienes y a tener que empezar de cero, te lleva a barrer la
suciedad bajo la alfombra y desear que todo se arregle solo. Pierdes un tiempo precioso
porque, seamos francas, ambas sabemos que no vas a ser feliz aguantando una relación
que ya no funciona por puro acomodamiento. Más pronto que tarde terminarás dejándole
-o, si tu hada madrina está de servicio, quizás será él quien tome la decisión y te ahorre
el mal trago de decírselo-.
2. Potencial
¿Alguna vez has estado con un chico que al principio parecía perfecto y, a medida que
pasó el tiempo, te diste cuenta que necesitaba cambiar ciertas cosas para llegar a
llenarte de verdad como pareja? Quizás debía ser menos impulsivo, tener más objetivos,
acabar los estudios, mostrar más carácter o ser más cariñoso. Su potencial era
realmente increíble y tú lo veías, pero algo no acababa de encajar. De todos modos,
decidiste quedarte con él y cruzar los dedos para que las cosas cambiaran en algún
momento. Enseñarle poco a poco cómo tenía que comportarse contigo, cómo moldear
esas partes que no te llenaban.
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Hemos tratado ese tema en el capítulo anterior, así que a estas alturas ya sabes que eso
es un error garrafal. Intentar cambiar a tu pareja para que sea como a ti te gustaría, solo
te traerá frustración y es posible que termines cargándote la autoestima del pobre chico,
cuando lo único que ha hecho mal es no ser el hombre que tú esperas.
Estás manteniendo una pareja en base a una ilusión, una quimera. Le ves un gran
potencial y crees que solo necesita unos retoques. O que el tiempo pondrá las cosas en
su sitio. Quizás cuando termine la carrera, todo será diferente, o cuando cambie de
trabajo, o cuando viváis juntos, o cuando tengáis hijos, o cuando los hijos se hagan
mayores, o cuando abandonen el nido… O cuando te mueras. Sí, quizás cuando te
mueras, esa relación te hará feliz.
Espero que no tardes tanto tiempo en enterarte de que, si tu relación no te hace feliz hoy
y no haces nada para cambiarla, tampoco te hará feliz mañana.
Enfocarte puramente en el futuro y evaluar lo que tienes desde esa perspectiva, te hará
perder un tiempo precioso que podrías utilizar para conocer a alguien que realmente te
llene el corazón. Por no decir que le estarás haciendo perder el tiempo a ese pobre chico
que también se merece encontrar a alguien que le quiera tal y como es.
Evalúa tus relaciones por lo que son y no por lo que crees que se
podrían convertir en el futuro.
Tomar decisiones basadas en el aquí y el ahora será la mejor forma de que no te quedes
atrapada en una fantasía y veas pasar la vida con la sensación de que, cada vez que tu
relación llega a una de las metas que te habías planteado, sientes un vacío que debe ser
llenado con otro hito al que aspirar.
3. Creer que no existe nadie mejor
Puede que hayas dado con una persona, a todas luces, maravillosa. Un hombre amable,
cariñoso, detallista, que te quiere con locura. En realidad, el mejor hombre con el que has
estado hasta ahora.
Te preguntas por qué diablos tus sentimientos te han traicionado, por qué no puedes
estar loca de amor por este magnífico ser humano. Te enfadas contigo misma y piensas
que tal vez, tu concepto del amor no es el adecuado.
Quizás has devorado demasiadas novelas románticas, te han vendido una idea de amor
que no es real y estás cuestionando al hombre de tu vida porque no te enteras de nada.
¿Y si lo que estás sintiendo es solo un producto de lo que la sociedad te ha hecho creer?
¿Y si tienes al amor de tu vida delante y lo estás despreciando? ¿Y si tus emociones te
están haciendo creer lo que no es? ¿Y si estás armando un lío por nada?
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Yo he estado ahí, en el país de los “y si”. No es un lugar agradable, no te lo recomiendo.
La gente es bastante borde y nadie te contesta.
Te voy a decir algo que ojalá te entre en la mollera.
Que alguien sea la mejor persona del mundo, no significa que sea
la mejor persona para ti.
Puedes estar con alguien con todas las cualidades que te gustaría en una pareja y, aun
así, no ser suficiente. ¿Es doloroso? Mucho. ¿Tienes que atarte a alguien que no te hace
sentir? Desde luego que no.
Si te sientes vacía y tu relación no te hace feliz, no importa si él es el próximo Dalai
Lama, no tienes que seguir con alguien solamente porque sea una excelente persona.
Tampoco importa mucho si el chico, además, es un Adonis o si todo el mundo te comenta
que formáis muy buena pareja y tus amigas envidian la suerte que has tenido al pescar
un buen partido. Créeme, la atracción no va tan ligada con la belleza física como nos
hacen pensar y te lo digo yo, que he sentido un tsunami en mi bajo vientre, provocado
por hombres más bien feos y los besos de auténticos guaperas me han dejado más bien
indiferente.
Ya sé que el sentimiento de culpa te mata, pero no vas a elegir a tu compañero de vida
basándote en un sentimiento de culpa, ¿verdad? Pues eso.
Los seres humanos solemos funcionar como imanes. Tenemos unos patrones
determinados y atraemos a la gente en función de ellos. Si has atraído a tu vida a un
hombre maravilloso, significa que esa esencia ya está en ti. Así, será fácil que vuelvas a
atraer a otro hombre maravilloso, pero que te haga feliz.
4. Creer que no vas a encontrar nadie mejor
Y volvemos al principio: la autoestima.
Cuando tienes el amor propio por el suelo, es muy fácil que pienses eso de “más vale
malo conocido que bueno por conocer”. Porque al menos a este malo, ya te has
acostumbrado. Tu relación es más o menos satisfactoria.
Pero tú no mereces una relación más o menos satisfactoria, ¡mereces una relación de
traca final! Vale, ya sé que los fuegos artificiales duran poco, pero puedes tener una
relación que te apetezca seguir explorando, en la que puedas experimentar sensaciones
nuevas, lanzar algún que otro cohete de tanto en tanto, ser feliz.
Y por eso te mereces a un hombre increíble a tu lado. Uno que te haga sonreír a diario,
que te vea triste y te traiga helado, que cocine tu plato favorito, que te anime a hacer lo
que te gusta, que te motive para soltarte la melena, que te ayude a desarrollarte como
persona y te desee como mujer. Uno que te vea con el pelo alborotado y te lance un
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piropo, que baje a la farmacia a comprarte medicinas cuando estés enferma y que
siempre te guarde un asiento a su lado.
Te mereces a un hombre que te acompañe a tediosas cenas de empresa o aburridos
encuentros familiares y los convierta en el evento del año con su simple presencia.
Alguien que te dé la mano, que seque tus lágrimas, que multiplique tus risas y espante
tus miedos. Alguien con quien sientas que la vida es más fácil, que las cargas son menos
pesadas y que los inviernos son más cálidos.
Pero para que eso sea posible, debes creer que lo es. Porque si piensas que este tipo de
relación no existe o no es para ti, vas a conformarte con alguien de quien no recibes el
amor que tú necesitas. Y eso sí sería un desastre en toda regla porque te quedarías sin
experimentar lo mejor de la vida por una estúpida creencia, nacida de tu pasado, de tu
niñez, de tus malas relaciones anteriores.
No permitas que las inseguridades te arrojen a una relación de pareja mediocre, sosa,
turbulenta o tóxica.
Sé que es complicado dejar ciertas creencias atrás y empezar a confiar en que te lo
mereces todo, en especial si cargas experiencias a tus espaldas que te han hecho vivir
justamente lo contrario.
Te pido que confíes. Da un paso en el camino de la fe, empieza a andar por esa senda
de posibilidades y ábrete a que ocurra. Aunque no te lo creas, admitir que todo eso
puede ser una buena opción para ti, te abrirá puertas.
La clave principal para triunfar en el amor es no quedarte
demasiado tiempo enganchada a una persona que sabes que no es
la adecuada para ti.
Te mereces mucho más y, para conseguirlo, necesitas revaluar.
Cada mes, haz un balance de tu relación. Sé muy sincera contigo misma, ten
conversaciones con tu pareja y trata de explorar todo lo que podéis ofreceros el uno al
otro. Si en algún momento ves que ya no hay donde rascar, no intentes auto convencerte
de que todo cambiará.
Ten en cuenta cómo te hace sentir la persona que tienes delante. ¿Tienes una sensación
cálida en tu interior cuando piensas en él? ¿Ya no sientes absolutamente nada? ¿Te
causa un ligero (o fuerte) rechazo pensar en ciertos aspectos que tienen que ver con la
relación?
Cuando una relación funciona, no tienes que forzarla, ni sufrir de forma innecesaria.
Tampoco te tienes que preguntar si todo está bien, porque lo sientes en tu interior.
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Pero cuando algo se empieza a remover, debes afrontarlo. De lo contrario, crece una
dicotomía en tu interior. Por un lado, sientes una creciente frustración, un descontento
que irá ganando terreno día a día. Por el otro, disimulas y tratas de poner un parche para
no ver la extensión de tu desazón. De ese parche, nace un sentimiento de culpa porque
eres muy consciente de que estás ocultándole tus sentimientos a tu pareja. Esa
culpabilidad, da paso al miedo que te da plantearte la posibilidad de cortar con esa
relación. Finalmente, cuando ya no puedes hacer nada, aceptas la realidad y la asumes.
Ya sé que todo este proceso es complicado, pero debes tener en cuenta lo siguiente:
Cada vez que dejas a alguien que no te da lo que te mereces, estás
allanándole el camino a esa persona que te hará feliz y que querrá
estar contigo para siempre.
Así que líbrate ya de las excusas. Apuesta por ti, por tu felicidad. De paso, deja que
llegue a ti esa persona a la que seguramente aún no has tenido el placer de conocer,
pero que está buscándote y desea escribir una historia de amor contigo.
Esa historia que te hará reírte de todas las veces que lo has pasado mal por un tonto del
higo que no te ha tratado como te mereces.
Esa historia que te hará comprender por qué has pasado por todo eso. Por qué la vida te
ha llevado a vivir malas experiencias con los hombres, a sentirte sola, a pensar incluso
que nunca encontrarías a alguien con quien compartir tu vida.
Esas anécdotas se quedarán en nimiedades al poder estar con el hombre con el que vas
a trazar tu camino de ahora en delante.
Para que eso pueda suceder, necesitas revaluar.
¡Y no te olvides de mandar a la mierda!
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Mándalo a la mierda
Epílogo
Me levanto cuando el sol choca tímido contra la persiana y veo unos traviesos ojos color
café, acompañados de mi sonrisa favorita.
“Buenos días” - me dice.
Aún me cuesta creer haberle encontrado.
“Buenos días, mi amor” - le contesto, posando un ligero beso en sus labios.
No soy muy amiga de la rutina, pero ese ritual matutino no lo cambio por nada.
Después de 16 años coqueteando con el amor, mandando a la mierda, sufriendo
rechazos, tomando decisiones difíciles y otras fáciles, tratando de comprender cómo
funcionan los hombres, probando, equivocándome, disfrutando y sobre todo,
aprendiendo, he dado con la aguja del pajar.
Comparto mi vida con un pedazo de hombre a quien habría alejado después de la tercera
cita, si lo hubiera conocido 3 años atrás. O quizás lo habría mandado yo a paseo justo
antes de que él perdiera los nervios por mi impaciencia.
Tengo la certeza de que todas las experiencias que he tenido hasta la fecha me han
llevado directa a sus brazos y me han dado la sabiduría necesaria para poder apreciar su
valía, la paciencia para dejar que él viniera hacia mí a su ritmo, sin prisas, la seguridad
para marcar mis propios límites y la fortaleza para abrir mi corazón y entregárselo.
Él me complementa y me hace ver la vida desde otra perspectiva. Construimos nuestra
relación poniendo una nueva piedra cada día. Nuestro cimiento es el respeto y la
admiración. Celebramos nuestro parejo sentido del humor, las infinitas ganas de explorar
el mundo, la espontaneidad, el cine y los libros. Les damos alas a nuestras diferencias.
Su lentitud y mi rapidez se encuentran a mitad del camino. Su implacable racionalidad
calma el fuego de mis emociones. Su pensamiento práctico baila con mis fantasías. Él
me ancla a la tierra. Yo lo elevo al cielo.
Y así vivimos en una eterna danza. A veces, sin querer, nos pisamos, pero siempre
encontramos otra vez el equilibrio para poder seguir danzando hasta que se nos acabe el
baile.
No sé si durará un rato más o toda la vida, pero la verdad es que no me importa porque
ya no vivo esclava del futuro, presa de lejanas fantasías. Me he enamorado de mi día a
día, de nuestras conversaciones, de los ratos que pasamos juntos, de los planes a corto
plazo, de las cervezas de la tarde, de las películas de media noche, de los viajes, de los
sueños compartidos, de lo bien que quedan juntos nuestros cepillos de dientes. Ya no
necesito evocar al potencial de la relación para sentirme a gusto porque no cambiaría ni
un ápice de lo que estoy viviendo con él.
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Los mosqueos, las frustraciones y los problemas nos despiertan las ganas de hacerlo
mejor, de entendernos, de trabajar juntos para encontrar soluciones. Cada barrera
traspasada nos brinda más seguridad, ilusión y ganas.
Y así vivo, entre abrazos a destiempo, palabras de aliento, sonrisas cómplices y la
promesa silenciosa de querernos mucho y bien hasta que el corazón se desentienda.
Todo lo que te he mostrado en estas páginas es lo que me ha permitido encontrarme
ahora en la mejor relación que he tenido en mi vida.
Mi deseo para ti es que te sientas así de feliz, segura de ti misma, con ganas de comerte
el mundo y con un hombre maravilloso a tu lado brindándote apoyo emocional, fuerza y
cariño.
Por eso he escrito este libro, para que puedas aprender de mis errores, para que
consigas reconocer los tuyos y para darte un chute de autoestima que te permita
conectar contigo, con la persona maravillosa que eres, con tus sueños y con esa
seguridad en ti misma que a veces se ha perdido por el camino por no entender cómo
funcionan ciertos procesos.
Las experiencias que vivimos nos llevan a ser quienes somos, pero a veces nos
rebotamos contra ellas y no las asimilamos, eso hace que tropecemos más veces con
esa piedra hasta aprender las lecciones necesarias para poder continuar.
Todos los tropiezos que te he contado en este libro me han ayudado a aprender
importantes lecciones, que he intentado transmitir en estas páginas, y que me han
preparado para poder ser la protagonista de una bella historia de amor que sigo
escribiendo día a día.
No quiero que reniegues más de tu pasado porque te sirvió para convertirte en quien
eres en este preciso momento.
Espero que ahora dispongas de nuevas herramientas que te ayudarán a navegar por tu
vida amorosa con más seguridad, alegría y confianza.
Ojalá hayas conectado con las ganas de conocer a gente, de abrirte al amor.
Deseo que este libro te sirva para darte cuenta de que es posible pasártelo bien mientras
andas en busca de tu futura pareja. Para que sepas que no tienes que aguantar a ningún
tonto del higo que no esté dando la talla. Para que recuerdes que tú tienes mucho más
poder del que piensas a la hora de elegir a las personas con las que sales y de
permitirles un espacio en tu vida.
Quédate con lo que más haya resonado en tu interior de todo lo que has leído. Con cada
nueva lectura, tu mente asimilará distintas enseñanzas y aparecerán nuevas ideas y
motivaciones.
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No te olvides que eres genial tal y como eres. Encontrarás a alguien que te quiera
precisamente por ello. Y, cuando esa persona llegue, sabrás cómo desenvolverte en las
primeras etapas de la relación e irradiarás confianza en ti misma porque sabrás que para
gustarle a la persona correcta, no tienes que cambiar ni un ápice de tu personalidad.
Por mi parte, solo me queda desearte un feliz recorrido.
Disfruta mucho de cada primera cita y de cada nueva ilusión porque puede que sea la
última vez que pases por ello.
Y, cuando encuentres a ese alguien especial, escríbeme y cuéntame cómo te sientes. No
sabes la ilusión que me hará recibir noticias tuyas.
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Agradecimientos
Muchas gracias por haber llegado al final de este libro. Lo he escrito con amor y con la
esperanza de que ayude a las mujeres que estén tan perdidas como yo cuando me
quedé soltera y aterricé de lleno en un mundo en el que la tecnología lo había
revolucionado todo, pero en especial, las relaciones amorosas.
Espero que mis palabras te hayan servido para darte cuenta de que puedes conseguir
esa vida en pareja que tanto deseas y que tienes el poder de tomar todas las decisiones
que necesites para ser feliz.
Quiero agradecer a las personas que me animaron a dedicarme a la psicología del amor,
cuando ni siquiera sabía que eso era una profesión (aún no estoy muy segura de que
oficialmente lo sea), pero aquí me tenéis.
Kara, ver “The Millionaire Matchmaker” contigo plantó la semilla que determinaría mi
futuro de un modo que no podía ni imaginar. Recuerdo esos cálidos domingos de agosto
en los que nos pegábamos un atracón de capítulos y nos reíamos a carcajadas con todos
los extraños candidatos que querían encontrar el amor en un Club de Millonarios de
Beverly Hills.
Jasper, tú viste un gran potencial en mi trabajo, que en ese momento desempeñaba por
puro hobby, y me animaste a convertirlo en mi profesión. Esas conversaciones iniciales
sobre números y planes de negocios me brindaron la fe que necesitaba en mi proyecto
para iniciar mi andadura.
Mamá y papá, sin vuestro amor, apoyo incondicional y todas las conversaciones
telefónicas en las que me habéis dejado muy claro que confiáis plenamente en mí,
incluso cuando mi fe flaquea, no hubiera escrito estas líneas. Sois el viento que hincha
mis velas. Sin vosotros, perdería el rumbo.
Laura, mi primera seguidora, mi fan favorita. La persona que vivió conmigo la creación de
mi página web, que comentó mi primer artículo, que calmó mis nervios al tener mi
primera sesión como psicóloga del amor. Di mis primeros pasos en este mundo mágico
de tu mano y sigues animándome en cada nueva aventura que se me ocurre. Nada sería
igual sin ti.
Aina y Laura, mis psicólogas geniales. Llevamos años discutiendo casi todos los temas
que salen en este libro, desde distintos ángulos, cada vez con más madurez, a través de
nuestras experiencias amorosas y las de nuestros allegados. Muchas de las ideas
plasmadas en este libro han nacido de nuestro bendito grupo de whatsapp, que nos
mantiene conectadas, pese a la distancia.
Eli y Ana, vuestros empujones a destiempo hicieron reactivarme en momentos en los que
las dudas o el miedo me impedían avanzar un paso más. Siempre estáis ahí para darme
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Mándalo a la mierda
un consejo, para dedicar vuestro tiempo a ayudarme en aquello que mejor sabéis hacer,
para transmitirme fuerza y alegría para continuar, para volver a enamorarme de mi
proyecto.
A mi hermano Sergi quiero agradecerle la confianza ciega que deposita siempre en mí.
Verme en sus ojos es sentir puro amor. Percibir como su orgullo crece a cada paso que
doy en la senda que yo misma me he dibujado, como si fuera su propio pie quien la está
pisando.
Al resto de mi familia, que me arropa, me anima y cree en mí con tal honestidad que es
difícil no hacerse eco de ello, gracias. En especial, a mi tía Milène, que es la fan número
uno de mis escritos y no me reprocha lo bruta que soy a veces expresándome y a mi
prima Marlène, que me permite colarme en su vida y acariciar su alma, cuando más lo
necesita.
Justin, tú me has enseñado más de lo que puedo plasmar en palabras. La esencia de
nuestro amor impregna cada una de estas páginas.
Y, después de esta sarta de emociones (ya avisé que era una sentimental), quiero dar las
gracias a las personas que han creado este libro a base de brindarme las experiencias
que necesitaba vivir: todos mis ex novios, ex rollos, ex prospectos de algo que no pasó…
Gracias a todos los hombres que han pasado por mi vida para permitirme experimentar
tan amplio rango de situaciones, sentimientos y desengaños. Todo lo que he vivido, me
obsesionó con el tema de la búsqueda del amor hasta el punto de convertirlo en mi
profesión. Ahora, su huella formará siempre parte de mi historia en forma de aprendizaje
que puedo compartir con quien lo necesite.
Si este libro está en tus manos, es también gracias a todos los hombres que han formado
parte de tu vida, así que quiero agradecerles a ellos que nos hayan conectado aquí y
ahora, que te hayan permitido sentir curiosidad por este tema y pasar todas las páginas
hasta llegar al final.
Ojalá que leerlo te haya servido para despertar tu ilusión, conectarte con tu fortaleza y
darte cuenta de lo maravilloso que es el amor. Aunque hayas pasado por experiencias
dolorosas. Aunque hayas deseado desaparecer de la faz de la tierra por un rato. Aunque
te hayas desencantado por completo. Aunque hayas pensado que el amor duradero no
era para ti.
Eres increíble y te mereces a un gran hombre que te ame con
cordura y te bese con locura.
Y ese es mi mayor deseo para ti, que algún día me escribas y me cuentes que has
encontrado el amor y que lo estás disfrutando de lo lindo.
Si quieres contactar conmigo, puedes hacerlo a través de mi email: info@silviallop.com
©Silvia Llop
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Me harás muy feliz si me dejas una reseña del libro aquí: https://silviallop.com/resenamandalo-a-la-mierda/
También puedes solicitar una sesión conmigo o leer todos mis artículos en mi página
web: www.silviallop.com
Y por último, si te apetece, puedes seguirme en Instagram, donde podrás conectar
conmigo directamente: www.instagram.com/silviallopb
Gracias por estar ahí.
Un abrazo fuerte,
Tu amiga Silvia
©Silvia Llop
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