Subido por Daniel Suances

Restauración

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2º CGM – TÉCNICO EN APROVECHAMIENTO Y CONSERVACIÓN DEL MEDIO NATURAL
PREVENCIÓN DE INCENDIOS
UD.9 CONSECUENCIAS DE LOS INCENDIOS
FORESTALESY RESTAURACION DE ZONAS
INCENDIADAS
2º CGM – TÉCNICO EN APROVECHAMIENTO Y CONSERVACIÓN DEL MEDIO NATURAL
PREVENCIÓN DE INCENDIOS
1.- CONSECUENCIAS DE LOS INCENDIOS FORESTALES
En la península Ibérica el fuego se ha presentado a lo largo de la historia como un elemento
natural. Sin embargo, en las últimas décadas su recurrencia y magnitud están alterando
profundamente los ecosistemas forestales. Aunque la acción del fuego afecta al ecosistema
(suelo-vegetación-fauna), el efecto de la combustión más inmediato y de mayor envergadura
es la destrucción de la vegetación, este es el componente del medio más vulnerable ante
este tipo de perturbaciones y el mejor indicador del grado de afección del resto de
componentes del ecosistema.
La incidencia de los incendios forestales en los ecosistemas mediterráneos, como
consecuencia del incremento del número de fuegos y de la superficie quemada, se ha
convertido en uno de los problemas ambientales de mayor intensidad en las últimas
décadas.
Alteraciones en los suelos, en la vegetación y en la fauna, en los paisajes y en las actividades de
la población constituyen las principales consecuencias del fuego.
En los espacios quemados puede ser necesario realizar un proceso de restauración apoyado
en un análisis del territorio, tanto de la parte del medio natural como de las personas que se
encuentran en la zona, ya sea viviendo o realizando alguna actividad, como especialmente en
la interrelación de ambos.
El daño en la vegetación se produce tanto en la quema directa como en la deshidratación de
los tejidos a causa de las elevadas temperaturas del fuego. El consiguiente debilitamiento de la
vegetación, variable que según las circunstancias e individuos, suele traducirse en retraso del
crecimiento y una mayor exposición a los ataques de hongos e insectos.
En los ecosistemas mediterráneos, tras un incendio se desencadenan intensos mecanismos
de rebrote/germinación de especies y semillas preexistentes que conllevan un rápido
recubrimiento del suelo en algunas circunstancias.
Desde el punto de vista de la erosión, la pérdida del dosel vegetal supone la alteración del ciclo
hidrológico al modificarse las condiciones de evapotranspiración y la escorrentía y la
infiltración.
La disminución de la cubierta vegetal implica que la lluvia encuentre menos obstáculos en su
trayectoria hacia el suelo, aumentando su energía cinética y, por consiguiente, su capacidad
para destruir los agregados edáficos. La modificación de la estructura del suelo conlleva una
disminución de la porosidad por la formación de costras, responsables de la falta infiltración
de agua en el suelo y del aumento de la escorrentía superficial.
El principal efecto ambiental de los incendios es la perdida de protección al suelo por
destrucción de la vegetación.
La erosión inmediata después de las lluvias es más intensa sobre todo en la cuenca
mediterránea durante los meses de octubre y noviembre, es decir justamente en las épocas
después de los incendios.
Estos daños en el suelo y la vegetación dependen, entre otros factores, del manejo que se
realice tras el incendio, de las condiciones previas, de la intensidad del fuego, de las
precipitaciones posteriores, de la humedad, de la temperatura, etc.
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Factor clave para entender la recuperación es, pues, el clima; en condiciones de estrés hídrico
y escasa presencia de nutrientes la recuperación suele ser más lenta, mientras que en zonas
húmedas, con suelos más potentes, los daños son menores.
Otro efecto de los incendios, es la reducción de la materia orgánica. Las variaciones en las
pérdidas de materia orgánica están en función de los niveles de intensidad del fuego. La
combustión de la materia orgánica conlleva una importante liberación de nutrientes
fácilmente disponibles para el crecimiento de las plantas, aunque estos nutrientes se suelen
perder por escorrentía.
Además, la pérdida de nutrientes provoca el consiguiente empobrecimiento del suelo que
dificulta el desarrollo de la vegetación e interrumpe y ralentiza los procesos edafológicos.
Las precipitaciones en los meses siguientes al incendio pueden provocar importantes
problemas de crecidas en los cauces que drenan la zona, un incremento de los riesgos de
erosión laminar y en regueros.
1.1 Efectos de los incendios forestales

Efectos en la vegetación
Destrucción de la parte aérea de la masa forestal.
Cambios en la sucesión ecológica.
Aumento de la probabilidad de plagas y enfermedades.
Aparición de especies invasoras.

Efectos en el suelo
Procesos erosivos por la desaparición de la cobertura vegetal.
Pérdida de nutrientes.
Deterioro de las propiedades físico-químicas (alteraciones en el pH, etc.).
Disminución de la permeabilidad y capacidad de infiltración y retención de agua.
Destrucción de la microfauna asociada (bacterias y hongos).

Efectos hidrológicos
Aumento de la escorrentía superficial.
Incremento del aporte de sedimentos a la red fluvial.
Contaminación de las aguas.
Alteración de la red hidrológica.
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
Efectos en la biodiversidad
Destrucción o alteración del hábitat natural.
Daños poblaciones/Pérdida de especies de flora y fauna silvestres.
Muerte y desplazamientos de especies animales.
Ruptura de la cadena alimentaria y alteración de la sucesión ecológica.

Efectos en le paisaje
Incremento del riesgo de desertificación.
Fragmentación y/o destrucción de hábitats.
Pérdida de los valores estéticos y recreativos.

Efectos en el clima
Emisiones de CO2 a la atmósfera.
Incremento del efecto de la radiación solar.
Disminución de captación de CO2 por la cobertura vegetal.
Alteración del microclima.
Disminución de la humedad ambiental.
Reducción de la disponibilidad de oxígeno.
Alteración en el régimen de viento.
1.3- Efectos en la comunidad vegetal
La evolución de la vegetación tras el incendio, se caracteriza
por la invasión de especies pioneras, que constituyen formaciones con escasa biodiversidad,
inestables y poco favorables para la actividad biológica del suelo.
Seguidamente se forman masas más uniformes, frecuentemente coetáneas y monoespecíficas
en un único estrato dominante (brezales, jarales, retamares, pinares…).
Paralelamente a la degradación de la vegetación existe otra del suelo, pudiendo llegar a la
desertización.
Los tipos de transformación más generales de la vegetación, según las frecuencias de los
incendios son:
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- Se pasa de estructuras complejas, bastante estables, dominada por varias especies arbóreas,
a estructuras cada vez más simplificadas, de menos biomasa, menor talla y de ciclo de vida
más corta. Por eso, después de un incendio aparecen formaciones herbáceas donde dominan
las gramíneas favorecidas ante las leñosas, creando los prados.
- La degradación da lugar a especies más pirófilas: Pinus pinaster invade zonas dominadas por
otras pinos como Pinus sylvestris, Pinus nigra, en los matorrales de Cistus sp. Acaba dominando
Cistus ladanifer, si persisten los incendios se sustituyen por especies herbáceas, gramíneas…
- Las plantas responden al efecto del fuego y mediante el proceso evolutivo pueden llegar a
formar resistencias a los efectos del fuego
La corteza del alcornoque le permite sobrevivir al fuego.
Otras plantas que tienen tejidos bajos en humedad, pueden regenerarse a través de raíces,
cepas o bulbos; o incluso brotar de semillas cuando las condiciones son favorables.
- Según la sensibilidad de las plantas a los efectos del fuego, según el momento en el que se
produzca el incendio y la intensidad del mismo, la supervivencia y crecimiento de las plantas
que rebrotan varía enormemente.
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2. RESTAURACION DE ZONAS INCENDIADAS
En cualquier caso, la restauración es un proceso lento y que requiere una evaluación técnica,
una definición clara de los objetivos y seguimiento a medio y largo plazo.
2.1 Claves ecológicas para la restauración de zonas incendiadas
La restauración ecológica trata de devolver el ecosistema perturbado a un estado lo más
parecido a su condición previa al fuego. Ello exige reparar el ecosistema degradado,
reconstruyendo las estructuras y funciones perdidas.
No se trata sólo de recuperar especies, sino de restaurar las interacciones y procesos
ecológicos en los que dichas especies se relacionan entre sí y con el medio abiótico.
La restauración ecológica, recuperación de componentes y funciones de ecosistemas
degradados, se basa en principios y experiencias de la ecología, tales como la sucesión
ecológica y, en especial, la sucesión secundaria, relacionada con la dinámica de ambientes que
han sido desviados natural o artificialmente de la sucesión original o primaria.
Una de las conclusiones más generalizadas del estudio de la evolución post-incendios es
que, en el proceso de recuperación nunca se repite exactamente la trayectoria de la
sucesión original previa a la perturbación.
Las poblaciones de las distintas especies deben seguir su evolución en un escenario
ecológico diferente y reajustándose a los factores ambientales.
Por ello, es esencial en todo proyecto de restauración ecológica definir con suficiente
claridad los objetivos y hacer un seguimiento de los resultados para comprobar su
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cumplimiento, reajustando las actuaciones y objetivos si es necesario. Aún con esto no se debe
esperar que un proyecto de restauración ambiental transcurra sin problemas.
Frente a las clásicas actuaciones cerradas y ceñidas a un proyecto de obras, la solución
pasa por establecer varias fases en cierta manera independientes, a modo de proyectos
concatenados que abarquen los distintos estadios de realización del proyecto.
2.2 Restauración de zonas incendiadas
Los Planes de Restauración de Zonas Incendiadas deben tener como propósito primordial
devolver a los ecosistemas dañados por el fuego la estructura y el funcionamiento que tenían
antes de su degradación, también puede plantearse en algunos casos un cambio sustancial
creando un ecosistema distinto al original tratando además de hacerlos más resistentes a
posibles futuras perturbaciones.
Para ello, estos Planes deben contemplar tres tipos de medidas, a efectuar en diferentes
fases, en función de las características y necesidades del ecosistema alterado y de los objetivos
que persiga la restauración.
Hasta la fecha, lo frecuente en España es que la mayor parte de las partidas presupuestarias
dedicadas a la restauración de zonas incendiadas se destine a las medidas de emergencia,
acaparando la atención mediática y relegando a un segundo plano las actuaciones de
restauración propiamente dichas.
Si realmente se pretende ser efectivos en la lucha contra el fuego, es preciso saber si los
actuales modelos de gestión forestal contribuyen a que en el futuro estas masas forestales
vuelvan a arder, o no. Para ello, es fundamental analizar la relación que había entre la causa
del incendio, la vegetación existente antes del fuego y el modelo de gestión que se aplicaba en
el territorio. Sólo de esta manera pueden diseñarse Planes de Restauración que contribuyan a
la recuperación de masas forestales que ayuden a prevenir los incendios forestales.
A continuación se definen los criterios que deben contemplar los Planes de Restauración de
Zonas Incendiadas, así como una serie de recomendaciones para cada una de las medidas
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propuestas, con el fin de que dichos Planes estén adaptados a las características del incendio y
del ecosistema afectado.
Esto no significa que en todo proyecto de restauración tengan necesariamente que ejecutarse
todas las actuaciones aquí contempladas. Por ejemplo, las repoblaciones o siembras deberán
efectuarse en aquellos casos en los que la regeneración natural sea improbable o demasiado
lenta para los objetivos propuestos y, especialmente, cuando el hecho de no intervenir pueda
conducir a un aumento de la degradación, especialmente de los recursos básicos como el
suelo.
Una restauración integral o total sólo se consigue tras un período de tiempo en ocasiones
considerable, debiendo las actuaciones ir acompañadas de una campaña de información,
comunicación y educación ambiental para que la sociedad comprenda las razones de las
mismas. Los tiempos deben ser respetados, supeditando las actuaciones realizadas a corto
plazo a los objetivos finales.
Se trata de recuperar calidad, diversidad y funcionalidad a nivel ecológico, genético y
paisajístico; para ello, las labores de restauración necesitan muchas veces de trabajos
manuales mantenidos en el tiempo, más que de maquinaria pesada.
El inicio de la sucesión primaria en terrenos muy degradados pasa por mejorar las propiedades
del suelo que permitan un posterior establecimiento de la cubierta vegetal. Igualmente, la
recuperación de la vegetación característica de los bosques y matorrales mediterráneos está
íntimamente asociada a la actividad de los animales mutualistas (aves y mamíferos) que
dispersan las semillas de la mayoría de las especies leñosas. También se puede determinar
qué tipo de actividad humana es compatible o no con una determinada etapa del proyecto.
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Por ejemplo, la presión ganadera sobre la vegetación leñosa debe ser muy baja cuando dicha
vegetación aparece en forma de plántulas, juveniles y rebrotes de leñosas; pero esa
misma formación vegetal admite una carga ganadera más elevada cuando las copas
sobrepasan determinada altura que las libre del bocado del ungulado.
Tan necesaria como una buena planificación temporal de las actuaciones son las labores de
seguimiento y control durante y después de la restauración, comparando los resultados
obtenidos con otros ecosistemas naturales de referencia. Ello requiere marcos temporales de
seguimiento superiores a los 5-10 años.
2.3 Etapas de la restauración
Actuaciones de emergencia
Las actuaciones de emergencia son todas aquellas acciones encaminadas a evitar o minimizar a
corto plazo el riesgo de procesos erosivos, plagas y daños a infraestructuras y personas. El
principal recurso a conservar a través de las medidas de emergencia debe ser el suelo.
Después de la extinción del incendio, procede realizar un diagnóstico de la situación creada y
decidir si la intervención en el área quemada será necesaria para paliar los efectos negativos
del fuego, acelerar la recuperación del sistema hasta su situación inicial, o instalar una nueva
especie, o si, por el contrario, no se requiere ninguna acción. En ese proceso pesa en gran
medida la evaluación del riesgo de pérdidas del suelo de suficiente entidad. Se da preferencia
al suelo por ser el componente más primario y esencial del ecosistema, del que dependen en
gran medida su estructura, funcionalidad y capacidad de prestación de servicios, y por tratarse
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de un recurso no renovable, en términos de la duración de la vida humana. En ese sentido,
será preciso:
1. Evaluar el impacto del fuego en las cuencas quemadas.
2. Decidir si es necesario llevar a cabo medidas para reducir el riesgo hidrológico-erosivo postincendio.
3. En su caso, priorizar esas acciones, esto es, cuándo, dónde y qué tipo de acciones resultan
más convenientes realizar.
Medidas para recuperar la masa forestal
Una vez ejecutadas las medidas de emergencia y tras observar la capacidad de regeneración
natural de la zona afectada, es cuando procede establecer las acciones a llevar a cabo con el
propósito de recuperar la masa forestal y la funcionalidad del ecosistema.
Las acciones de rehabilitación tienen lugar en un plazo todavía bastante corto tras el fuego.
Pretenden, básicamente, acelerar la reparación de las funciones del sistema dañado.
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De uno a tres años después del incendio, es posible tener ya certeza sobre si la regeneración
natural se ha producido, si la siembra realizada ha sido efectiva o si el recepado acometido
está cumpliendo su cometido.
Es el momento de plantearse qué especie o especies pueden implantarse, si se desea un
cambio de las preexistentes, y producirse las primeras intervenciones selvícolas de apoyo a las
especies forestales regeneradas por semilla, si la regeneración se ha producido
satisfactoriamente, ya que el recepado de las especies arbóreas rebrotadoras se habrá
abordado en los primeros meses post-fuego.
-
Resalveos
Seleccionar los brotes de cepa más vigorosos de las especies rebrotadoras, para favorecer el
desarrollo del monte hacia estructuras más maduras (portes arbustivos y arbolados). Los
brotes seleccionados serán a su vez podados ligeramente.
-
Podas
Cortar las ramas enfermas o muertas de los individuos afectados favorece la mejora sanitaria
de la masa residual tras el incendio. Esta actuación debe hacerse con la máxima sensibilidad,
pues los individuos debilitados acusan las podas de forma importante.
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-
Desbroces selectivos
Desbrozar de forma selectiva y manualmente las especies de matorral heliófilo o las
herbáceas, que puedan asfixiar por competencia al regenerado de arbolado o matorral. Con
carácter general, la conservación del suelo favorece la regeneración natural; sin embargo, en
ocasiones es necesario desbrozar alrededor de los brotes de las especies que interese
favorecer.
-
Preparación del terreno
Minimizar los trabajos mecanizados para la preparación del terreno, con el fin de evitar
impactos negativos sobre los frágiles suelos quemados.
Evitar la eliminación de las terrazas usadas en repoblaciones forestales de mediados del siglo
pasado, máxime si dicha eliminación se realiza siguiendo la línea de máxima pendiente, o en
zonas donde aparece regenerado natural.
Evitar el destoconado con maquinaria pesada, en el caso de que se opte por una sustitución de
especies, eucalipto por ejemplo, dado el impacto negativo que produce sobre el suelo remover
elevados volúmenes de tierra y eliminar la capacidad de fijar suelo que el sistema radical
realiza, aún no tratándose de una especie autóctona. Se recomienda optar por la aplicación de
herbicidas sistémicos.
Trazar microcuencas para incrementar la disponibilidad de agua a los plantones.
Esta técnica consiste en la realización de pequeñas canalizaciones con regueros laterales que
aumentan la superficie de captación de agua. De esta forma, además de dirigir el flujo de agua
hacia los plantones, disminuye la energía cinética generada en la ladera.
Esta técnica no produce impactos negativos sobre el suelo y tiene una vida útil de
aproximadamente diez años.
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-
Repoblación
Acometer la repoblación en aquellos rodales en los que la regeneración natural no ha sido
óptima, bien por defecto en cantidad, bien porque las especies que regeneraron no son las
más apropiadas.
Fijar el objetivo de la repoblación en cada rodal: incrementar la densidad de especies
presentes (densificación) o potenciar la diversidad con especies distintas a las existentes
(enriquecimiento).
Seleccionar las especies, en función del objetivo de la repoblación y de la compatibilidad con
las características del suelo tras las llamas, y definir la densidad inicial de la plantación, en
función de la afección que presente la masa.
Evitar las plantaciones monoespecíficas, en beneficio de masas mixtas autóctonas potenciales
de la zona, que favorezcan la biodiversidad y la regeneración del paisaje.
-
Siembras
Promover siembras manuales, tanto en zonas donde la introducción de maquinaria para la
preparación del terreno sea cuestionable, bien por las condiciones del suelo, bien por la
aparición de regenerado natural que pueda ser dañado, como en áreas en las que el coste de
las plantaciones manuales hagan a éstas viables desde el punto de vista económico.
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Medidas de mantenimiento, evaluación y seguimiento
El seguimiento y evaluación del proyecto deben considerarse etapas indispensables para
valorar el éxito del mismo y son de gran utilidad para extraer conclusiones sobre la respuesta
de los ecosistemas forestales ante las intervenciones llevadas a cabo. La evaluación continua
permite, además, cuantificar la eficacia de las estrategias diseñadas y la eficiencia de las
inversiones efectuadas. Además, de cara al futuro, contribuye a reducir el grado de
incertidumbre en la respuesta de los ecosistemas forestales incendiados ante las
intervenciones, creándose gradualmente una base experimental que reduce la subjetividad del
diseño y mejora el conocimiento científico de la restauración de zonas incendiadas
De las conclusiones del seguimiento y evaluación dependerán las labores de mantenimiento y
consolidación de la vegetación y del ecosistema que surja después del incendio, pudiendo ser
necesario un cambio de estrategia y de objetivos según los resultados de las anteriores fases.
A partir de este momento el mantenimiento y los aprovechamientos de la zona serán los
mismos que los de las zonas que no han sufrido un incendio.
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