Una Palabra personal para ti La gran comisión 16 de Diciembre de 2013 Queridos hermanos, Las buenas nuevas de Navidad son que Cristo vino a buscar y salvar lo que se había perdido. Los ángeles dijeron: “Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy NUEVAS de GRAN GOZO, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.” (Lucas 2:10-11) LAS BUENAS NUEVAS En esta época Navideña, es menester recordar las palabras del ángel que anunció el nacimiento de Jesús a los pastores en Belén: “No tengan miedo, miren que les traigo BUENAS NOTICIAS que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor.” (Lucas 2:10) El evangelio, del latín “evangelium” significa simplemente: un buen mensaje. Es un mensaje de esperanza y de redención. Es una declaración del propósito de Dios de redimir a la humanidad de las consecuencias del pecado, y liberarla del poder de las tinieblas. En el evangelio hay luz para aquel que anda en tinieblas, muestra el camino para aquel que está preso en la cárcel de la desesperación; son buenas noticias para aquel que está bajo sentencia de muerte, anunciando el indulto de su condena. Tiene la nota de esperanza para aquel que lo cree y lo recibe, y es un aviso serio para aquel que rehúsa creerlo y decide persistir en su rebelión. Es un mensaje de reconciliación para los que están alejados de Dios y una invitación de descanso para los extraviados. Jesús lo pronunció con claridad cuando fue a la sinagoga en Nazaret y leyó la profecía de Isaías declarando a los presentes y al mundo entero el propósito de su venida. “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar BUENAS NUEVAS a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor”. (Lucas 4:18-19) El evangelio es una proclamación de Dios para el mundo; es el mensaje de reconciliación con Dios a través de nuestro Señor Jesucristo ofrecido exclusivamente por la gracia mediante la fe. El evangelio es una promesa de Dios de restauración a causa de la caída del hombre. Las buenas nuevas son que Jesús ha proclamado que Él ha destruido (quitado el poder legal) la autoridad del diablo, ha pagado la deuda a la justicia de Dios y ha comprado los esclavos de satanás. Ahora predica y pregona, a través de su pueblo libertad a los cautivos, apertura de la cárcel a los presos por mentiras y depresiones, etc. Vista a los cegados por la incredulidad y a pregonar el año del favor del Señor. Esto significa el año de jubileo cuando todos los esclavos en Israel, serían liberados y toda deuda pagada. Este es el año de la redención de Israel. Ahora los afligidos pueden ser sanados y consolados, los oprimidos libres de su opresión, los enfermos curados de las enfermedades y toda deuda con Dios pagada por la sangre del Cordero de Dios. Anunciamos que hemos sido librados del dominio del pecado y trasladados al reino del amado Hijo de Dios, teniendo perdón de pecados y una herencia en el reino de Dios. “El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.” (Colosenses 1:13-14) ¿Qué mejor noticia que esto? Que Jesús vino a salvarnos del enemigo de nuestras almas y librarnos del pecado y de sus consecuencias. Vino a trasladarnos del reino de Satanás al reino de Dios, a que podamos recibir perdón de nuestros pecados y herencia entre los santos. Nuestra tarea es la misma que Dios le dio a San Pablo: “Librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados”. (Hechos 26:17-18) LA GRAN COMISIÓN Las últimas palabras de Jesucristo en la tierra fueron éstas: “VAYAN por todo el mundo y anuncien las BUENAS NUEVAS a toda criatura.” (Marcos 16:15) En la gran comisión, Jesús nos encomendó que predicásemos el evangelio a cada criatura y que hiciésemos discípulos de todas las naciones enseñándoles que guarden todas sus enseñanzas. Prometió darnos poder para SER TESTIGOS, no sólo poder para testificar. El que multiplicó los panes y los peces y estableció las leyes de la multiplicación en la naturaleza, puede también multiplicar tus palabras y esfuerzos, aunque parezcan insignificantes. Una semilla de mostaza parece insignificante pero puede producir una hortaliza grande. Una bellota es muy pequeña pero puede producir un árbol grandioso. El Señor no nos deja sin capacitarnos para este trabajo. Les dijo a sus discípulos: “Pero RECIBIRÉIS PODER, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y ME SERÉIS TESTIGOS en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” (Hechos 1:8) Ese poder de ser testigos está a nuestra disposición. Aún más, es un mandato de Dios el ser llenos del Espíritu Santo. Si lo has tenido y se ha apagado, aviva el don que está en ti, y no dejes de hablar de lo que tienes por cierto. Hay literatura suficiente para que puedas sembrar la buena semilla, no dejes ni un contacto en tu andar diario, sin darle una palabra de parte del Señor. Siembra donde quiera que vayas, porque no sabes dónde va a caer la semilla incorruptible. No debemos esperar que alguien nos invite a compartir en alguna reunión, utilicemos las oportunidades que Dios nos brinda pues no podemos imaginar la cosecha que podemos cosechar con la siembra de una palabra de parte de Dios. Tenemos el tesoro del Nuevo Testamento que trajo la reforma en toda Europa. Pedirle a Dios que traiga avivamiento sin sembrar y testificar es similar al que pide que Dios haga crecer el maíz sin preparar la tierra y sembrarla. El que siembra la buena semilla con lágrimas volverá con regocijo trayendo sus gavillas. ¡Ajustemos nuestras prioridades! La gran comisión es la orden del Jefe de los escuadrones del cielo y somos responsables ante Él por las órdenes incumplidas. No son solamente las cosas malas que hacemos las que nos condenan, sino las cosas buenas que hemos dejado sin hacer. No dejes que pase otro día sin que obedezcas la gran comisión. Anima a los que estén intentando evangelizar. Fortalece las manos de los que están llamados a predicar. Reparte la literatura que tienes disponible. No salgas sin tener literatura o evangelios en tu cartera, en tu bolso o en el coche y el gozo del Señor en tu corazón. Te aconsejo que siempre lleves algunos folletos encima. Cada día es una nueva oportunidad de anunciar las buenas nuevas. No te limites a testificar sólo cuando lo haces en grupo en un día señalado con anterioridad, cada día Dios te puede poner oportunidades. No desperdicies un día más, pues hoy tenemos buenas noticias que dar al mundo en tinieblas. Muchos andan perdidos, desalentados, como ovejas sin pastor, expuestos a ser devorados por los lobos rapaces. Tú que puedes ver, guía al ciego. Tú que tienes comida celestial, compártela. Tú que tienes vida, levanta a los muertos espirituales. Tú que tienes esperanza, dala a otros desalentados. Así te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen. No hay nada en nuestra agenda más importante que esto. Es la misión incompleta de la Iglesia. La Iglesia se compone de individuos y cada uno de nosotros tenemos el privilegio y la obligación de ser portavoces de las mejores noticias que puede existir. Es incomprensible que podamos tener vergüenza o timidez en publicar estas buenas nuevas. El propósito de asistir a la Iglesia y escuchar los mensajes, no es solamente para confortarnos y fortalecernos en la fe, sino también para prepararnos y estimularnos para hacer la obra del ministerio, para comunicar nuestra fe y ganar las almas perdidas para Cristo. No hay peor crimen que retener las buenas noticias del evangelio a aquellos con los que tenemos contacto todos los días. El no hablarles de su condición espiritual hasta que estén en el lecho de la muerte. No retengas comida a los hambrientos, ni dejes de comunicar tu esperanza a los que están cegados por el diablo. La gran comisión está aún en vigor, el poder del Espíritu Santo aún está a nuestra disposición. La eterna palabra aún tiene poder. Las almas se pierden, mientras esperamos y no les damos el mensaje de vida y esperanza. No hacemos bien en callar las buenas nuevas. Cristo vive y es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Al celebrar el nacimiento de Jesús esta Navidad, el mensaje que los ángeles anunciaron a los pastores hace dos mil años nos habla aun a nosotros hoy. “No tengáis miedo. Os traigo buenas nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo; porque os ha nacido hoy un Salvador, que es Cristo el Señor”. Es un mensaje muy sencillo. Son buenas noticias, de gran gozo. Dios unge a los que llevan el mensaje de buenas nuevas. El mandato es “ID” y la promesa es “ESTARÉ CONTIGO”. Aprovecha la oportunidad de esta Navidad para presentar el verdadero mensaje de la Navidad, las buenas nuevas. Un abrazo paternal, Daniel Le invitamos a hacer copias de esta carta para su distribución gratuita. Se puede imprimir en su totalidad para uso personal o para dar a sus familiares y amigos. No puede ser alterado o editado de ninguna manera y todas las reproducciones de este archivo de datos y la publicación deben contener este aviso de copyright.