ONCE WERE WARRIORS Esta película gira en torno a una familia que sufre de problemas de violencia por causa de malos hábitos, principalmente de los padres, quienes son una pareja con problemas de alcoholismo, que gustan mucho de hacer reuniones en casa con sus amigos para beber y cantar. Aquí el licor juega un papel importante ya que bajo sus efectos se desencadena otro gran problema que invade a esta familia: la violencia, causante de que desaparezca ese gran amor que parecía tenerse la pareja protagonista de la historia, y en la que la víctima resulta ser la mujer a quien Jake juraba amor momentos antes de la agresión. También está la violencia psicológica que reciben los hijos, ya que son testigos de las brutalidades que comete su padre hacia la madre. Esto lleva a una falta de comunicación y desintegración familiar, ya que los hijos buscan otra salida para estar lo más lejos posible de su casa, se acogen en las calles donde los rodean otros problemas que ahora involucran a la sociedad o comunidad en la que habitan, como las pandillas, las malas compañías y las drogas. La madre, quien parece sí querer a sus hijos no se da cuenta del daño que les está causando con su falta de determinación para dejar a su esposo Jake. Ella se encuentra en un estado de adoración hacia él, le perdona sus maltratos y humillaciones esperando que algún día cambie, pero este nunca lo hará, ni siquiera se arrepiente de haber hecho eso, sólo le pide disculpas para que ella se sienta un poco mejor. En la escena en la que él la ve con su rostro destrozado, lo que hace es decirle que está horrible y que trate de verse mejor. A pesar de todo esto, para que ella se decida a dejarlo, antes pasará por una gran desgracia que cambiará por completo su forma de ver la vida; el suicidio de Grace. El odio de Jake hacia los maorí es muy notorio, ya que él es descendiente de una generación de esclavos, por lo que dice que los maorí se sienten superiores a todos los demás, quizá es por esto que él quiere sentirse poderoso, maltratando a su esposa e imponiendo que él mandaba y ella debía hacer lo que él quisiera. Grace odiaba a su padre por ser como era, y a su madre por no hacer nada al respecto. También, el hijo mayor odia el estilo de vida de sus padres, aún cuando Beth trató de convencerlo de que eran felices, la violencia salió a flote, como si fuese inevitable que no se manifieste de alguna forma. El hijo que fue internado también estaba lleno de odio, sin embargo, encontró apoyo en el señor de servicio social que también era samoano, quien a través de su cultura le enseñó a deshacerse de esas emociones negativas, con la danza tradicional “Haka”, la cual aplica luego de sentirse decepcionado de su madre por no visitarlo, se desahoga por medio de la danza. Los niños más pequeños, fueron quizá, los únicos que no recibieron directamente este odio, ya que era permeado por sus hermanos mayores.