FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD ESCUELA PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA TÍTULO DE LA MONOGRAFÍA: “Conducta prosocial y altruista” AUTORES: Falcon García, Alexis (0000-0001-5256-7832) Fernández Díaz, Anthony Aldair (orcid.org/0000-0001-8325-1259) Hidalgo Alva, Sindy (orcid.org/0000-0001-6442-023X) Ruiz García, Richard Alfredo (0000-0002-6322-5309) Rodríguez Silva, Wilmer Orlando (0000-0002-9336-4465) DOCENTE: Chávez Delgado, Stephany Naisha () TARAPOTO- PERÚ 2022 I. INTRODUCCIÓN El comportamiento de ayuda al otro se estima como un aspecto fundamental en la vida social del hombre, tanto de esta forma que puede distinguirse como una forma de equilibrio de la sociedad, en el tamaño en que posibilita a todos los miembros del conjunto notar que hace parte de una gigantesca red de apoyo de la cual puede contar con en cualquier instante y sentirse salvaguardado. Esta conducta en beneficio de otras personas fue estudiado por la Psicología y especialmente por la Psicología social, lo cual se conoce con el nombre de conductas prosociales; entendiéndose bajo esta categoría esas actividades que hacen los individuos en beneficio de otras, sin aguardar recompensa e inclusive, a veces, suponiendo un peligro para quienes la ejercen. El altruismo o conducta prosocial, son dos constructos teóricos con sentido distinto. La generosidad se fundamenta en los motivos o intenciones del individuo cuya finalidad es el bien del otro o de los demás. En lo que el comportamiento prosocial tiene relación con un comportamiento positivo social, empero sin hacer mención precisamente a una intención altruista. Por esa razón toda conducta altruista es un comportamiento prosocial que te va definiendo con las perspectivas de empatía hacia los demás, sin embargo, no toda conducta prosocial es altruista, debido a que esta última necesita de por lo menos 3 condiciones. Las interrelaciones sociales son un parentesco importante entre los seres vivos y por esto, las ciencias humanas se sienten involucradas con su análisis. El valor de averiguar constructos representativos vinculados a la relación social, consigue particular trascendencia en profesiones que se proponen laborar en la mediación con personas con una práctica de ayuda. En alusión a el comportamiento prosocial, ésta podría ser determinada como todo comportamiento de carácter voluntario y favorecedor que va a los otros y que está considerado como forma de socialización el cual se ordena como un constructo primordial en medio de las habilidades de los recursos individuales. De la misma forma, pertenece a la singularidad, abarcando prácticas de ayuda, cooperación y generosidad en las interrelaciones en el cumplimiento de las máximas sociales e importante en el desempeño psicológico y social del sujeto que va abarcando desde pequeño. (Garaigordobil, 2017). Donde la psicología, viene hacer el comportamiento prosocial como un constructo componencial, debido a que hay diversos sistemas y habilidades particulares implicados, tanto cognitivos como afectivos, incluyéndose mutuamente, así como con cambiantes como la vivencia, expectativas, recompensas, componentes disposicionales y componentes situacionales, nuestro país de ánimo, ejemplificando, influye en diversos procesos cognitivos (atención, percepción, memoria, juicio, pensamiento y resolución de inconvenientes ) que paralelamente influyen en las conductas prosociales o antisociales. Asimismo, hace falta señalar que todos los conceptos previamente referidos, el comportamiento prosocial se ha reconocido más con la generosidad, el tipo de comportamiento moral más alto. La idea de generosidad está relacionada con la idea de justicia. En este sentido, la literatura sobre el análisis del comportamiento prosocial apunta que ésta está formada de diferentes magnitudes, siendo las más habitualmente aceptadas la conducta de ayuda, confianza y empatía (Caprara y Pastorelli, 1993). En este sentido se puede diferenciar entre generosidad y conducta prosocial. La carencia de consenso nace de sí se debe considerar a la motivación en la definición del criterio; el hecho de que la mayor parte de los motivos no sean de manera directa observables, hace difícil evaluar un comportamiento de altruista; es más, ni siquiera el propio actor suele ser consciente, en un rato dado, de todos los componentes que influyen en su comportamiento, dando como mucho una explicación o atribución más o menos plausible de esa conducta. Por lo cual se puede integrar las dos perspectivas al comprender por conducta prosocial toda conducta social positiva con/sin motivación altruista”. (González, 1995). Siendo así que de manera general vemos cómo se van moldeando los pensamientos de cada individuo antes ciertos escalones que van evolucionando ampliamente en nuestro desarrollo e incrementando el bienestar de los demás, oponiendo el egoísmo a ese impulso de voluntad que obviamente sin recibir nada a cambio de esa ayuda voluntaria y respetuosa que haces. Donde en ambos casos veremos batallar si lo hacemos porque necesitamos algo, pero interiormente hay una pequeña llama que va aumentando su volumen para tener en cuenta si verdaderamente queremos ayudar a los demás de todo corazón. Queriendo decir que sea la circunstancia que se encuentre alguien, habrá esas palabras que estarán en tu mente debatiendo sin saber si hacer algo bueno por alguien necesariamente no necesita de ningún beneficio, ya que no todos actuamos de esta manera y en casos solemos ser más positivos que negativos dependiendo el punto de vista de nuestra persona y que tan amables o confiables somos ante la sociedad, que de uno o otra manera se visualiza en varios lados estos comportamiento que poco a poco vamos analizando de mejor manera y con calma para tener unas respuestas concretas antes estas ocasiones de nuestra vida y mejorar el ámbito social de todos en el mundo. Obteniendo resultados que nos permitan controlar nuestros actos prosociales y altruismo al mismo tiempo y generar un acto de gratitud ante toda ocasión que nos pasara y ver si alguien nos pueda ayudar con beneficio o sin beneficio alguno ante tu persona y ver que tan capaz eres de ser una persona con buenas actitudes ante otras personas. Las capacidades sociales están presentes en todos los individuos, en cualquiera de las etapas del ciclo vital, ya que se fundamentan en el cómo nos relacionamos en sociedad, independientemente de si este tipo de vínculos es funcional o no. Las habilidades sociales positivas son las que nos llevan a mantener relaciones interpersonales sanas y funcionales. De manera particular, las habilidades sociales positivas avanzadas (Conducta Prosocial) están en función de ayudar al otro. Al respecto, Hurlock (2002) considera que en el periodo adolescente es donde suelen presentarse estas conductas, ya que este tiende a manifestar intolerancia, rechazo de concejos, falta de aprecio, afecto hacia otros y resistencia a aceptar las normas sociales. En las últimas décadas ha crecido el interés por generar en la población particularmente adolescente, comportamientos de corte interpersonal. González (1992/2000) presupone la existencia de una preocupación gestada desde los ámbitos social y científico en relación a conductas antisociales de agresión y delincuencia, por un lado, y de inhibición ante situaciones de emergencia por el otro. Es por lo anterior que el constructor de Conducta Prosocial cobra gran relevancia en el contenido de esta investigación; la cual en palabras de González (1992/2000) es toda conducta social positiva con o sin motivación altruista. Consecuentemente, los requerimientos de la sociedad demandan principalmente la comprensión del otro, brindar apoyo, mostrar solidaridad, altruismo, etc. En virtud de lo anterior, conviene contar con medios que permitan distinguir este tipo de comportamientos; particularmente los instrumentos de medición resultan ser medios idóneos para sustentar la realidad social que se expone, dan sentido de validez objetiva de tales comportamientos, de ahí la relevancia de contar con un abanico de posibilidades en materia de medición. De este modo, resulta necesario para tener un conocimiento claro del constructo Conducta prosocial, contar con instrumentos que midan precisamente actitudes asociadas a ello en el periodo Adolescente. II. MARCO TEÓRICO 2.1. Definiciones de conducta prosocial: La conducta prosocial puede ser comprendida como “los intentos de satisfacer la necesidad de apoyo físico y emocional de otra persona”. Bajo este punto de vista se puede afirmar que la conducta prosocial tiene como objetivo brindar atención a un individuo que presenta dificultades o problemas o simplemente aquella conducta que procura ayudar a otro a alcanzar un objetivo determinado. (Auné, Blum, Abal, Lozzia, Horacio, 2014). De otro lado, se ha planteado que la conducta prosocial puede ser entendida como “un conjunto de conductas voluntarias las cuales están destinadas a establecer relaciones positivas, empáticas, cooperativas y socialmente responsables con el objetivo de beneficiar a otros”. Esta definición también hace hincapié en identificar a las conductas prosociales como aquellas acciones que están orientadas a ayudar y favorecer a terceras personas y que se caracterizan por ser positivas y aceptadas por la sociedad. (Inglés, Martínez & García, 2013) En adición a ello, resulta conveniente señalar que “cuando se habla de positiva se entiende que no daña, que no es agresiva”, en conclusión, que todas las acciones que se relacionan con las conductas prosociales, tienen que ver con aquellas que favorecen y causan beneficios, pero que no involucran actos que de alguna manera puedan generar perjuicio, menoscabo o daño en terceros. (Vásquez, 2017) En mérito a lo señalado en los párrafos precedentes, podemos afirmar sobre la conducta prosocial es un concepto multidimensional, que determina comportamientos voluntarios los que se encuentran relacionados a una búsqueda de recompensas en las que ayudar, compartir, consolar, cuidar y empatizar no sólo ayudaría a la otra parte, sino que también beneficia a las personas que realizan dichos comportamientos pues, ya que se encuentra demostrado en diferentes investigaciones realizadas que los niños y jóvenes prosociales muestran una mayor adaptación durante el desarrollo vital, no solo en la infancia y adolescencia, sino a través de toda la vida adulta hasta la ancianidad. (Correa, 2017) En línea con lo desarrollado en los párrafos precedentes, podemos destacar que la conducta prosocial no solamente es positiva y beneficiosa, sino que adicional a ello se distingue por ser voluntaria, lo que significa, quien despliega conductas prosociales actúa conforme a sus propias convicciones y lo hace con total libertad, sin que haya sido constreñido a ejecutar tales acciones. (Sariá, 2017). La conducta prosocial, puede entenderse como un fenómeno complejo que engloba acciones individuales o colectivas, aprendidas o modificadas por el conjunto de creencias y sentimientos individuales, y que caracteriza a la persona que desarrolla acciones voluntarias de solidaridad y ayuda emocional en beneficio de otros. Por lo que se puede destacar que existen quienes asocian la conducta prosocial con determinados factores que se mencionan a continuación: ❖ La personalidad ❖ El autocontrol o autorregulación ❖ Estabilidad emocional ❖ Confianza ❖ Autoeficacia social 2.2. Dimensiones de la conducta prosocial según Auné et al. (2015) las dimensiones de la conducta prosocial son las siguientes: a) Comportamientos empáticos: Son acciones que realiza un individuo, que está caracterizado por la comprensión, manifiestan empatía, soporte emocional y refuerzo. b) Comportamientos empáticos: Son acciones que realiza un individuo, que está caracterizado por la comprensión, manifiestan empatía, soporte emocional y refuerzo. c) Altruismo: Son acciones que realiza un individuo como la asistencia, cuidado y compromiso con los prójimos. Alto que supone necesariamente un benefactor y un beneficiario, donde claramente se diferencia esta figura, el cumplimiento del accionar. d) Compartir y donar: Es el hecho de donar, dar, prestar, regalar, compartir objetos, dinero, vivencias, momentos, emociones u otro aspecto de valor para los usos y costumbres con otros individuos. Bajo este contexto se entiende que la conducta prosocial, puede entenderse como cualquier conducta que beneficia a otros o que genere efectos positivos. Por ejemplo, la unidad, cooperación, ayuda a los demás, altruismo etc. Este tipo de comportamientos son esenciales para establecer y mantener relaciones sociales porque promueven interacciones positivas con los demás. 2.3. Características de la conducta prosocial Al respecto es preciso señalar que una gran mayoría de profesionales en psicología creen que cualquier comportamiento voluntario que beneficie a otras personas tiene derecho a ser reconocido como prosocial. Una amplia categoría de comportamientos, caracterizados por la intención de procurar un favor a otra persona y de la libertad de elección (por ejemplo, la ausencia de obligaciones profesionales), en la que se sitúan también comportamientos que pueden calificarse de altruistas. Criterios para considerar prosocial una acción: 1. El acto debe beneficiar a un individuo, o más individuos, o un grupo de individuos. 2. El agente o emisor de la conducta no está obligado a cumplir sus obligaciones. 3. La conducta debe ser gratuita, es decir, espontánea, no solicitada por otro individuo. 2.4. Tipos de conductas prosocial Moñivas (1996), señala que la conducta prosocial es una de las formas de conducta moral, que puede ser definida también como una conducta positiva que se realiza para beneficiar a otros, y donde la empatía y las emociones positivas son su base motivacional. Con respecto a las diferentes tipologías de la conducta prosocial. Las categorizaciones más antiguas se caracterizan por ser exhaustivas e intentar distinguir en detalle entre las diferentes conductas prosociales. (González, 2000) a) Conducta prosocial de ayuda directa versus conducta prosocial de ayuda indirecta: En la ayuda directa el observador interviene personalmente en la situación. En cambio, ayuda indirecta implica que busca la colaboración de otra persona que es quien interviene directamente. b) Conducta prosocial solicitada versus conducta prosocial no solicitada: si la conducta se realiza en respuesta específica a un pedido será una conducta prosocial solicitada; en cambio, si se realiza de motu propio, se clasifica como no solicitada. c) Conducta prosocial de ayuda identificable versus conducta prosocial de ayuda no identificable: Este criterio trata acerca de si es posible identificar al benefactor, o si el acto de ayuda permanece como anónimo. Criterios personales, situacionales y temporales demarcan el grado en que la conducta prosocial realizada es identificable. d) Conducta prosocial de ayuda en situación de emergencia versus conducta prosocial de ayuda en situación de no emergencia: se considera ayuda en situación de emergencia a aquella que ocurre en una situación que implica una amenaza o daño real, y en la cual, el peligro puede incrementarse con el transcurrir del tiempo. La ayuda en situación de no emergencia, en cambio, se presenta relacionada con sucesos ordinarios, previsibles y no ambiguos. e) Conducta prosocial en situación de emergencia versus conducta prosocial institucionalizada: la conducta prosocial institucionalizada o conducta rol es decidida en un contexto apacible, a partir de una motivación intrínseca. En cambio, las situaciones de emergencia ocurren repentinamente y el factor temporal es clave en la elección de ayudar. f) Conducta prosocial espontánea (no planificada) versus conducta prosocial no espontánea (planificada): en la conducta prosocial espontánea o no planificada la ayuda que se presta es simple, constituyendo un hecho aislado. Supone un contacto breve con un desconocido, con el cual no existe una interacción futura. Además, la decisión sobre la ayuda debe hacerse muy rápidamente. 2.5. Otros factores de conducta prosocial ❖ Factores en contexto escolar Garaigordobil (2014), refiere que el aspecto estudiantil y social de todo ser humano tiene consecuencias importantes, la escuela es un ambiente de suma importancia para desarrollar una conducta prosocial ya que la socialización tanto con adultos como con niños. El enfoque tradicional considera al adulto como elemento de autoridad durante la clase, incluyendo el aspecto moral que lo conlleva a respetar y admitir la disciplina que se aprende en distintas situaciones en dicho contexto. ❖ Factores en contexto familiar Garaigordobil (2014), señala que los padres son los principales modeladores en el aspecto de socialización, quienes enseñan valores sociales o altruistas y comportamientos a sus hijos, es por ello que este contexto aporta gran influencia en esta conducta, los padres son generadores de un sentimiento confortable, insistentes en que sus niños no lastimen a otros, asimismo aprenden una forma de conducta en el cual se puede deducir las normas, las reglas, distinguiendo lo bueno y lo malo, fortaleciendo aquellas conductas adecuadas de sus niños, tendiendo a aumentar la conducta prosocial en sus niños. ❖ Beneficios de desarrollar una conducta prosocial en la escuela Los beneficios en una conducta prosocial desarrollada en la escuela son diversas, en primer lugar, brinda una educación lícita entre semejantes que se interactúan en numerosas actividades, esta educación adopta bases e ideas formadas en programas empíricos aplicados y sin aplicar en distintos estudios en donde se beneficia y se forma a personas prosociales. (Garaigordobil, 2014). 2.6. Conducta prosocial y la personalidad Eisenberg, Fabes & Spinrad (2006), indican que la conducta prosocial puede ser definida como todo aquel comportamiento social, positivo, de carácter voluntario y beneficioso para los demás Así, forma parte de la personalidad, comprendiendo acciones de ayuda, cooperación e intercambio y altruismo en las relaciones afectivas, en el cumplimiento de las normas sociales y fundamental en el funcionamiento social y desarrollo psicológico del individuo. Así, las pruebas indican que la conducta prosocial ha sido asociada de forma positiva con diferentes variables socioemográficas como el sexo, la edad y el nivel educativo. Asimismo, otros investigadores han asociado la conducta prosocial a factores relacionados a la personalidad, como el autocontrol, emociones positivas, procesos cognitivos y razonamiento, estabilidad emocional, confianza, autoconcepto y autoeficacia social, constructos necesarios para el afrontamiento exitoso de situaciones complejas, como vivir con discapacidad motora. (Caprara y Steca, 2005) 3.1. Definición de altruismo Las antiguas definiciones del altruismo determinaron la percepción y entendimiento de la conducta altruista en ese periodo de tiempo. Sin embargo, las definiciones pueden prevalecer o modificarse durante el transcurso de tiempo dependiendo de los descubrimientos en el área. Seguidamente, se presentarán definiciones actuales del altruismo y se realizará una comparación con las antiguas definiciones. La Real Academia Española (2021) define al altruismo como la diligencia en procurar el bien ajeno aun a costa del propio; y en segundo lugar como el fenómeno por el que algunos genes o individuos de la misma especie benefician a otros a costa de sí mismos. El diccionario conciso de psicología APA (2010) define al altruismo como un interés al parecer no egoísta por los otros o el comportamiento que proporciona beneficio a los demás con cierto costo para el individuo. En los seres humanos abarca conductas como el voluntariado, sin embargo, está en debate si las motivaciones de conductas altruistas son de origen egoísta o desinteresado. El altruismo desde la psicología fue definido como una conducta voluntaria no motivada por la expectativa de recompensas externas o por la evasión de estímulos externos de aversión. El altruismo se basa en los motivos o intenciones de la persona cuya finalidad es el bienestar del otro o de los otros. (López, 1994) Las investigaciones postuladas reflejan evidencia del efecto positivo de la acción altruista. Realmente actuar de manera altruista tiene más ventajas que desventajas, en otras palabras, la siguiente afirmación “La conducta altruista conlleva un sacrificio personal para procurar el bien estar del otro” es totalmente falsa. A pesar de la evidencia que reflejan los estudios, este tipo de afirmación aún se encuentra presente en todas las definiciones actuales de altruismo. 3.2. Tipos de altruismo Las definiciones de altruismo puro e impuro fueron propuestas por Stiefken (2014) en su tesis doctoral. El altruismo puro es procurar el bien estar del otro sin la espera de ningún tipo de remuneración, aún si esta conlleva un sacrificio para la persona que realiza la conducta altruista. El altruismo impuro es aquella conducta que procura el bien estar del otro, pero con motivaciones de recibir reconocimiento por el acto realizado. Hay distintas clases de altruismo, en medio de las cuales tienen la posibilidad de detectar a cinco: ❖ Protoaltruismo: Está considerado como una reacción bajo instinto que se prueba y refleja en los seres vivos y los animales, asociados a la crianza y custodia materna o paterna. ❖ Generosidad psicótica: está vinculada con aquella conducta que va más allá de los parámetros, debido a que el individuo puede causar mal e incluso puede arriesgar de forma desmesurada su propia vida. ❖ Generosidad generativa: tiene relación con la capacidad que tiene un sujeto de sentir placer no conflictivo en producir el triunfo de otra persona. ❖ Generosidad conflictiva: hablamos de un generosidad que se origina en un problema, esta clase de generosidad se estima como recursos patológicos. ❖ Pseudoaltruismo: son conocidos como mártires y son individuos despegados de sí mismos e inclusive con enfermedades similares al narcisismo y masoquismo. 3.3. Personas altruistas Las personas altruistas son aquellas que demuestran mucha empatía, generosidad y mucha disposición a ayudar al otro sin recibir nada a cambio, e incluso sacrificando parte de su bienestar en el proceso. Así, son ejemplos de altruismo: a) Los voluntarios que dedican tiempo, esfuerzo y dinero propio en atender a aquellos aquejados por la desgracia, como personas en condición de calle o sobrevivientes de alguna tragedia natural. b) Los donantes voluntarios de sangre, que no reciben a cambio ningún pago, ni otra satisfacción que ayudar a reponer las reservas de un hospital. c) Las enfermeras y médicos que atienden a los heridos en guerra, exponiendo sus propias vidas en el proceso. d) Los filántropos y patronos de las artes y las iniciativas sociales no lucrativas, que dedican parte de su riqueza al bienestar colectivo. 3.4. Definición de altruismo en el Conductismo Las conductas prosociales son evaluadas como consecuencias del refuerzo directo. Lo que la persona siente es un subproducto de las contingencias. Skinner (1971), define el altruismo como una conducta que es mantenida por las contingencias que la refuerzan. Lo define de la siguiente forma: “lo que una persona siente al comportarse en bien de los demás, depende de los reforzadores utilizados” y “los sentimientos (que tiene al respecto) son subproductos de las contingencias”. Por lo tanto, una persona no es altruista por procesos psicológicos (deseos, intenciones, motivación…) o rasgos de personalidad sino que su conducta altruista es consolidada por sus propias consecuencias que funcionan como reforzadores, lo que Skinner denomina conducta “operante”. 3.5. Etiología del altruismo En la variedad de conductas prosociales, el altruismo es definido como aquella conducta voluntaria encaminada a beneficiar a otros sin la motivación de un incentivo externo (Eisenberg, 2015). La corriente evolucionista liga el comportamiento altruista a la capacidad moral pues los humanos, a diferencia de otros animales, cuentan con la capacidad de abstraer, categorizar y tomar conciencia de ellos mismos, lo que permite evaluar una situación e invertir energía y recursos para maximizar la eficacia adaptativa de otro. El modelo darwinista explica la etiología del altruismo a través de dos mecanismos: a) Altruismo biológico: El comportamiento altruista evoluciona si “el producto de la proximidad genética por el beneficio que retira el pariente es superior al coste en el que incurre el individuo altruista”, es decir, cuando hay un parentesco genético fuerte es más probable que el comportamiento altruista se efectúe. (Burges, 2011) b) Altruismo moral: Es atribuible a un individuo si también se toman en cuenta las motivaciones conscientes y deliberadas, así como la simulación de estados mentales ajenos como si fueran propios (teoría de la mente); así pues, el altruismo biológico no explica por qué algunos individuos ayudan a otros con los que no comparten ningún vínculo genético, mientras que el altruismo moral indica que la sensación de bienestar y la evitación del sentimiento de culpa de la persona que ayuda es motivación suficiente para emitir un comportamiento altruista. En conclusión, se trata de una colaboración libre y desinteresada que beneficia a otra persona, así no se comparta algún parentesco o carga genética y el fin último de la conducta es brindar bienestar al otro (Quintanilla, 2009). 3.6. cómo practicar el altruismo Existen diferentes formas de entrenar el altruismo, sólo es cuestión de hacer un diminuto listado y ser más detallista en las cosas que ocurren en nuestro entorno: a) Prepararle su comida a un enfermo. b) Donar ropa que ya no usas. c) Obsequiar juguetes o ropa a niños necesitados en navidad. d) Apoyar cargando las compras de quien lo necesita. e) Ayudar a una persona que no descubre una dirección. f) Regalar comida a las personas de la calle . 3.7. como la conducta prosocial y altruista influye en la violencia III. CONCLUSIONES a) La conducta altruista es toda acción voluntaria realizada con la intención de ayudar a los demás, provocando o manteniendo efectos positivos, la cual puede estar motivada también por factores diferentes al altruismo, por ejemplo, motivaciones colectivistas, egoístas, morales-normativas, entre otras, y aun así considerarse prosocial dada las consecuencias positivas que genera. En este sentido, la prosocialidad puede implicar o no una motivación altruista. b) Las antiguas y actuales definiciones de altruismo no cambian de manera significativa en la descripción de esta conducta. A pesar de la información científica que refuta dos afirmaciones que describen la conducta altruista. En las actuales definiciones se describe al altruismo como una conducta que conlleva un sacrificio personal para el bien estar del otro y opuesta al egoísmo. c) En general, es posible afirmar que la conducta prosocial es un concepto multidimensional, compuesto por una diversidad de variables positivamente asociadas tales como: conductas de ayuda, altruismo y empatía por el beneficio de otras personas; involucra, además, diversos factores motivacionales. En últimas, se puede considerar que toda conducta prosocial es una conducta social positiva. d) El concepto de altruismo necesita ser redefinido. Se debe describir la conducta altruista tomando en cuenta la evidencia que proporcionan distintas investigaciones científicas. Estas evidencias no pueden ser ignoradas, puesto que, su información es valiosa para el entendimiento y comprensión del verdadero significado del altruismo, visto que, esta conducta conlleva muchos beneficios para el bienestar social y personal. IV. REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA Auné, E., Blum, D., Abal, J., Lozzia, G., & Horacio, F. (2014). La conducta prosocial: Estado actual de la investigación. Perspectivas en Psicología: Revista de Psicología y Ciencias Afines, 11(2), 21-33. Disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/4835/483547666003.pdf Auné, S., Abal, F. y Attorresi, H. (2019). La estructura de la conducta prosocial. Su aproximación mediante el modelo bifactorial de la Teoría de la Respuesta al Ítem Multidimensional. Liberabit, 25(1), 41-56. Disponible en: http://ojs3.revistaliberabit.com/index.php/Liberabit/article/view/ 241/173 Berger, C., Batanova, M., & Duncan, J. (2015). Aggressive and prosocial? Examining latent profiles of behavior, social status, machiavellianism, and empathy. Journal of Youth Adolescence, 44, 2230-2244. https://doi.org/10.1007/s10964-015-0298-9 Caprara, G. V., y Steca, P. (2005). Affective and social self-regulatory efficacy beliefs as determinants of positive thinking and happiness. 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