“Dejé de beber pero sigo siendo machista” Dulce Guadalupe Segura Pérez En el curso “Estudio de Género y Prácticas Sexuales” el tema que más causo impacto en mí, como estudiante de psicología, pero sobre todo en mi vida personal, fue el tema de “micromachismos”, aunque después del curso y del trabajo realizado me doy cuenta que sigue siendo machismo, es erróneo llamar “micro” a aquello que desvaloriza a la mujer, aunque sean acciones tan sutiles, éstas demuestran que el patriarcado sigue estando tan marcado en nuestra cultura. Es por eso que decidí hacer un trabajo respecto a este tema, primero porque durante todo el curso, realicé una bitácora en la que me di cuenta del machismo en el que estoy envuelta y como muchas veces no me daba cuenta de ciertas acciones, principalmente en mi familia, que son violentas, disfrazadas de “respeto” y palabras bonitas. Por otro lado, después de ver el tema en clase, fue impresionante la violencia que aún se ejerce en las mujeres y me doy cuenta de la importancia de darse a conocer para evitar seguir alimentando al patriarcado. Para realizar este trabajo, primero pensé en realizar entrevistas a dos mujeres y un hombre respecto a lo que piensan sobre el tema, sin embargo, al gestionar la entrevista con un hombre, el tema le hizo mucho ruido y recibí una invitación al grupo al que él pertenece, un grupo principalmente de hombres que se consideran alcohólicos y que están en ese proceso de recuperación, donde trabajan principalmente con el 4° y 5° paso de A.A., aunque también asisten mujeres, algunas esposas de estos hombres u otras que viven en una situación de violencia debido al alcoholismo, todos ellos en una posición socioeconómico baja y mediabaja. Debido a esta invitación, mi plan sobre las entrevistas cambio y acepte ir a ese grupo, en el que se gestionó hablar principalmente con las mujeres de ese agrupación sobre cómo vivían el machismo cuando sus parejas eran alcohólicas y cuáles son los cambios que se han dado a partir de la rehabilitación; no obstante, no esperaba lo que sucedería, ese martes 12 de octubre por la noche, con la participación de seis mujeres y ocho hombres todos juntos, hablando sobre “el machismo antes y después de estar en sobriedad”. La charla fue de aproximadamente dos horas, no obstante, la mayoría dijo que les faltó tiempo para continuar hablando. Antes de asistir a la reunión, me sentía muy nerviosa pues no sabía lo que pasaría y cuál sería la reacción de las mujeres que estarían, pues el plan era que sólo ellas estarían en la charla y los hombres estarían separados, sin embargo, debido a la poca participación de ellas, al llegar al lugar, el coordinador decidió que todos estarían juntos, mencionó “se trata de que sepamos cuanto hemos cambiado en nuestras familias después de dejar el alcohol”. Esto aumento mi nerviosismo, no obstante, el tema resultó bastante interesante, aunque fue un poco difícil entender algunos conceptos que hablan entre ellos. La charla comenzó con la pregunta, ¿Qué entienden por machismo? A lo que la mayoría de los hombres se refirió como la violencia que ejercían sobre las mujeres cuando se encontraban en actividad (cuando eran bebían todos los días), la participación de las mujeres al principio fue muy poca; me preguntaba si todos los días era así y pensaba que era un lugar más donde reinaba el patriarcado. La siguiente pregunta fue, actualmente ¿cómo viven el machismo en sus casas? Después de esta pregunta, puedo dividir la plática en tres momentos: Los hombres en rehabilitación hablaban sobre lo machistas que “eran” cuando bebían y cómo las mujeres soportaban sus humillaciones, en algunos casos golpes, faltas de respecto, gritos, etc. Las mujeres comenzaron a participar, mencionando que a pesar de que sus parejas dejaron de beber, muchas veces aún se siguen sintiendo pisoteadas y humilladas, ellas mencionaron que ya no había golpes, ni peleas, ni gritos, pero que muchas actitudes de ellos las seguían haciéndose sentir “pisoteadas” En un tercer momento y el más interesante, fueron las reflexiones acerca de la charla, por un lado las mujeres decían que aún les faltaba valor para no permitir más violencia (algunas comentaron que en ese momento se dieron cuenta que seguían viviendo violencia); y por otro lado, los hombres admitieron seguir siendo machistas, a pesar de que están intentando dejar el alcohol, una de las reflexiones más interesantes, fue que siguen asistiendo más hombres y tanto las charlas, como la participación sigue siendo en su mayoría por ellos. Como mencione antes, el patriarcado sigue dominando evidentemente. En la primer parte, los hombres eran los que hablaban y algunos aceptaban que antes de asistir a esa agrupación si ejercían violencia física y emocional sobre sus parejas, justificándose en su problema del alcohol, algunos de ellos confesaron haber llegado hasta los golpes, habían insultos e incluso alguno mencionó “cuando éramos novios, si era atento y romántico, pero cuando nos casamos eso se acabó, porque ella era mía y yo podía hacer lo que quisiera”. Aunque fue sólo un hombre dijo ese comentario, los demás lo veían asentía con la mirada o con su cabeza, como si todos pensaran lo mismo y las mujeres sólo callaban. Algo que también me impresionó y que al principio hablaban en pasado fue que ellos decidían por sus parejas, como buscar trabajo y me recordó algunas de las cosas que leímos en el libro “El Calibán y la bruja”: “Las mujeres no hubieran podido ser totalmente devaluadas como trabajadoras, privadas de toda autonomía con respecto a los hombres, de no haber sido sometidas a un intenso proceso de degradación social; y efectivamente, a lo largo de los siglos XVI y XVII, las mujeres perdieron terreno en todas las áreas de la vida social” (Federichi, 2004) Parece que la devaluación de las mujeres sigue estando presente, no sólo porque tienen que vivir con una persona adicta, que las maltrata física y emocionalmente, sino que tienen que “pedir permiso” para trabajar y precisamente a esa persona que más les hace daño. Por otro lado Bonino en su lectura “Micromachismos: La violencia invisible en pareja” dice que la violencia de género son aquellas acciones que limitan o restringen la libertad y dignidad de las mujeres, que se puede comprobar cuando quedan ignoradas en múltiples prácticas de violencia y dominación masculina en lo cotidiano y que muchas veces las consideran normales y por ese se ejecutan impunemente. Y esto es lo que era normal para esas mujeres, vivir en un ambiente de violencia, pues tanto los hombres y las mujeres mencionaron que eso era lo que habían visto siempre y que era una costumbre para ellos vivir así, lo que se esperaba de ambos. Simone De Beauvoir (citado en Butler, 1990) declaró que la mujer es una idea histórica y no un hecho natural, es decir, que tiene una interpretación cultural que se ha ido formando a lo largo de la historia. Tal vez por esta razón tanto los hombres, como las mujeres mencionaban que eso es lo que habían aprendido y que ellas tenían que aprender a vivir así. “…ser mujer, es haberse vuelto mujer, o sea obligar al cuerpo conformarse con una idea histórica de mujer, a inducir al cuerpo a volverse un signo cultural, a materializarse obedeciendo una posibilidad históricamente delimitada, y esto, hacerlo como proyecto corporal sostenido y repetido” (Butler, 1990) Ellas aprendieron que tenían que someterse a sus esposos y que esa era la forma en que ellos las amaban, esa es la idea de amor con la que se casaron, aunque sabían que no serían felices, era lo que habían vivido en casa. A pesar de la educación que recibieron en casa, una de las mujeres mencionó que ella siempre había soñado con el “príncipe” que aparece en las novelas y que sólo una acción de esas que le gusta ver fue suficiente para creer que aquel hombre alcohólico era el amor de su vida y la haría completamente feliz. La mayoría de las mujeres presentes se sintieron identificadas con ese comentario, es decir, que lo que la televisión actual vende, distorsiona completamente la realidad en la que vivimos y muchas mujeres esperan ese “galán telenovela” que las hará felices por siempre a pesar de los problemas que se puedan presentar; y esa idea también es machista porque se cree que un hombre es el que llegará a salvar la vida, cuando nosotras tenemos la capacidad de ser autosuficientes e independientes y que debemos amarnos por lo que somos. Illouz (1992) escribe que el amor romántico no es racional sino irracional, donde el capitalismo es fundamental para entender este concepto, es decir, que la idea que tenemos sobre el amor también es cultural y lo que hemos aprendido es gracias a eso que nos han vendido en los medios de comunicación. Después de la participación de las mujeres y las ideas que ellas mencionaban; los hombres que es encontraban en la charla y que ya habían mencionado sus acciones machistas, argumentaban que el principal factor para dejar la adicción que tanto les afectaba, fueron aquellas mujeres maltratadas y que por esa razón habían dejado ser machistas, sin embargo, las mujeres dijeron que no era así, aunque esas acciones violentas explicitas ya no existían, aún se sentían desvalorizadas cuando esos hombres les quitaban libertad. Ellas mencionaron lo que Bonino, nombra “micromachismos coercitivos” como intimidación, control del dinero, no tener participación en lo domestico (pues aunque ya no tenían que pedir permiso para trabajar, si tenían que tenerles la comida hecha y la casa limpia cuando ellos llegaran de trabajar), uso abusivo del tiempo y del espacio (la razón por la que había más hombres que mujeres). Y “micromachismos encubiertos”, maternalización de la mujer (ellas cuidan a los hijos y cualquier cosa que pase con ellos, es responsabilidad de ella), silencio (lo que era evidente al principio de la plática), dobles mensajes afectivos (porque dejé de tomar, tienes que aceptarme como soy), entre otros que no mencionaron pero que se podían entrever en los comentarios de todos. Algo que me llamo mucho mi atención, fue que cuando las mujeres comenzaron a decir que aún se sentían humilladas y comenzaron a compartir esas acciones, el lenguaje corporal de los hombres cambio totalmente, es decir, mientras las mujeres hablaban, la mayoría comenzó a sudar, movían exageradamente las manos y las piernas, algunos se agarraban la cabeza, incluso dos hombres se retiraron por un momento de la charla. Debido al tiempo limitado, se tuvo que terminar la dinámica sin poder escuchar a todos, pero al finalizar, tres de los hombres, mencionaron que aún tienen muchos aspectos que cambiar en su persona y que reconocían seguir siendo machistas. Por otro lado, las mujeres admitieron seguir viviendo en violencia, y que no se habían dado cuenta de eso. Aunque la otra mayoría de los hombres, no admitió su machismo, fue evidente su nerviosismo al escuchar a las mujeres. Al salir del lugar, los comentarios continuaban tanto en el grupo de mujeres, como el de los hombres. Estar en ese lugar fue una muy buena experiencia, nunca pensé que se llegarían a tener reflexiones tan interesantes respecto al tema. Es evidente que aún está muy marcado el patriarcado y que los hombres que asisten a ese lugar, se sienten con el derecho de seguir controlando a la mujer, sólo porque dejaron de beber. Puedo decir que después de estar escuchando a ese grupo de personas, estoy más convencida que los “micromachismos” no tienen nada de micro; puesto que hacen que la mujer se siga sintiendo sin valor. Son muchos los aprendizajes que obtuve a partir de esta experiencia, principalmente, que muchas mujeres aún viven creyendo que su vida tiene que ser estar sometidas a los hombres y es importante decirles que no es así, que podemos ser independientes, amarnos y unirnos para que la violencia de género disminuya. Algo que me ayudó a entender sobre el tema, fue cada una de las lecturas, pero principalmente las aportaciones que se hacían en clase, pues creo que sin eso, yo misma hubiera caído en comentarios machistas y no me hubiera dado cuenta de esas actitudes que mostraban los hombres en ese lugar. Considero que el estar en ese lugar que al principio me causaba tanto nerviosismo, no sólo ayudó en mi aprendizaje personal, también las personas del lugar se dieron cuenta de cosas, que tal vez, les será muy difícil cambiar, sin embargo, algo aprendieron, tanto hombres como mujeres y eso es lo que me causa satisfacción. El machismo es un problema que sólo estando en unión e informadas se puede cambiar y aunque aún queda mucho por hacer, las pequeñas acciones pueden hacer la diferencia. Bibliografía: BONINO MÉNDEZ, Luis. “Micromachismos: la violencia invisible en la pareja”. Disponible en: http://www.joaquimmontaner.net/Saco/dipity_mens/micromachismos_0.pdf BUTLER, Judith (1990) “Actos performativos y constitución del género: un ensayo sobre fenomenología y teoría feminista”. En revista Debate feminista. Disponible enhttp://www.debatefeminista.com/PDF/Articulos/actosp433.pdf FEDERICI, Silvia (2004). Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación primitiva. Madrid: Traficantes de sueños, 2010. ILLOUZ, Eva (1992). El consumo de la utopía romántica. El amor y las contradicciones culturales del capitalismo. Madrid: Katz, 2006.