SANTO ROSARIO MISTERIOS LUMINOSOS Monición inicial Ofrecemos este Rosario por la salud e intenciones del Santo Padre Francisco. Por la señal de la Santa Cruz… En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. Credo, Padre Nuestro, 3 Ave María y Gloria. Iniciemos nuestra meditación pidiendo la intercesión de nuestra Madre María para que nos eduque y ayude a acoger en nuestras vidas las enseñanzas de los misterios de luminosos. (un momento de silencio) Cantemos juntos las tres primeras estrofas de: “Esta es la Luz de Cristo”. Primer Misterio: EL Bautismo en el Jordán. Lectura: Mc 1, 9-11. «Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazareth de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a Él. Y se oyó una voz que venía de los cielos: ¨ Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco». El Señor Jesús al bautizarse con Juan inicia su vida pública con humildad y sencillez. En este momento el Padre revela que Él es su hijo amado. Te pedimos Santa Madre que nos enseñes a tener un corazón humilde y sencillo para responder a nuestra misión concreta como lo hizo tu Hijo el Señor Jesús. Segundo Misterio: La autorrevelación de Jesús en las Bodas de Caná. Lectura: Jn 2, 5. «Haced lo que él os diga». Jesús, revela su identidad, de ser Hijo de Dios, haciendo este milagro. Por intercesión de Santa María Él transforma el agua en vino. Santa Madre, queremos poner nuestra confianza en tus intercesiones. Ayúdanos a ser quienes somos realmente e intercede por nosotros para que el Señor acreciente nuestra Fe. Tercer Misterio: El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión. Marcos 1, 15. «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva». Jesús anunció la llegada del Reino, con su propia vida y con sus palabras. Acoger el Reino en nuestros corazones, para ser santos, y así ser quienes estamos llamados a ser, implica un proceso de conversión. El Papa Juan Pablo II decía: «Si sois lo que debéis ser, es decir, si vivís el cristianismo sin remiendos, podréis incendiar el mundo». Pidámosle a María que nos ayude en los esfuerzos que ponemos por ser santos, para así ser buenos apóstoles. Entonamos “No tengo miedo”. Cuarto Misterio: La Transfiguración. Lectura: Mt 17, 1-2. «Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz». La transfiguración permite que los apóstoles contemplen la divinidad del Señor Jesús. Esto los prepara para vivir la pasión y luego una vida transformada en el Espíritu. Nosotros buscamos incansablemente ver el rostro del Señor, por eso Santa Madre te pedimos que nos ayudes a tener una mirada reverente para descubrir la presencia del Señor en nuestra vida cotidiana y así anunciarlo a los demás. Quinto Misterio: La institución de la Eucaristía, expresión sacramental del misterio pascual Mt 26, 26-29. «Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: “Tomad, comed, éste es mi cuerpo”. Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: “Bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados. Y os digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de mi Padre”». En la Eucaristía, podemos contemplar y encontrarnos con Cristo, en las especies de pan y vino. Él se ha quedado entre nosotros para ser nuestro alimento con su Cuerpo y su Sangre, dándonos así testimonio de que su amor por cada uno de nosotros es «hasta el extremo». Madre Santa acompáñanos y aliéntanos siempre en nuestra vida Cristiana. Sobre todo ayúdanos a encontrarnos con tu Hijo Jesús en la eucaristía. Terminamos rezando juntos La Salve. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.