MARTA COLLS BORRÁS E,L DINE,RO DE, PLASTICO Todo sobre las tarletas de crédito EDICIoNSS on,cÁLoco @ Ediciones Decálogo Sepúlveda, 147-149, pral., l.a - 08011 BARCELONA ISBN: 84-87.404-19-7 Depósito legal: 8.-36.380-90 Púnted in Spain Imprime: Novoprint, S. A. C/. de la Técnica, s/n. Ctra. Nac. II Km. 593 08740 Sant Andreu de la Barca (Barcelona) SUMARIO ll INtnoouccróu ANTEcEDENTBS rrrslÓRlcos Y EVoLUcIÓu oB TARJETAS os cnÉorto TRANSACCIONES r¡s coMo MEDro DE pAGo EN COMERCIALES España LAS 15 Evolución de las tarjetas en 18 FuT.¡cIÓN EcoNÓMICA 27 LA TARJETA DE PAGO: TARJETA DE DEBITO Y TARJETA CRÉDITO 25 REGULACIoN LEGAL 27 CoNcepto 29 Crases 31 DE ELEMENTOS ... EFEcTos ¡unÍorcos, DEREcHoS 35 y oBLIGAcToNES 39 ¿Er coNtRATo DE LA TARJETA DE cRÉDrro? NATURALEZA JURÍDICA 47 P¡RpnccIÓN DEL coNTRATo 51 RBNov¡crón Y EXTINCION Extinción 53 53 53 Las ran¡nrAs DE cRÉDITo DE EMeRESA . . . 55 Renovación PnosTnMÁTICA JURÍDICA DE LAIJTILIZACIÓN DE MEDros DE pAGo erectnóNrcos. (ELEcrRoNIc LOS 59 BANKING) LA pAToLocÍA DE LAS TARJETAS: uSoS ANTt¡unÍoIcos, ABUSoS on cnÉorto. LA pnoteccróN pENAL DE LAS TARJETAS Breve referencia a las formas comisivas más corrientes Necesidad de adecuar la tipificación penal a las nuevas formas comisivas. El delito de fraude informático 63 65 69 REPERCUSIONES FISCALES DEL USO DE LA TARJETA COMO MEDIO DE PAGO Y EL DERECHO A LA INTIMiDAD 71 ¿Exls:te RESPONSABILIDAD DEL TITULAR DE LA TARJETA, CUANDO EL EMISOR ES INSOLVENTE? 73 PERSPECTIVAS DE FUTURo: LA TARIETA INTELIGENTE 75 APÉNDICE JURISPRUDENCIA 81 Sentencia del Tribunal Supremo, de 22 de noviembre de 1976 8 81 Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid de 11 de abril de 1987 83 Sentencia de la Audiencia Provincial de Madridde 5 de marzo de 1985 83 Sentencia de la Sala Segunda de la Audiencia Territorial de Madrid, de fecha 19 de octubre de 1988 84 DEREcHo coMUNITARIo Código europeo de buena conducta en materia de pago electrónico l. Contratos 2. Interoperabilidad . 3. Equipo 4. Protección de los datos y seguridad 5. Acceso equitativo al sistema 1,. 2. 3. 87 90 92 92 93 g3 94 Relativas a las relaciones entre emisores v prestadores 94 Relativas a las relaciones entre emisores v consumidores .... Relativas a las relaciones entre prestadores y consumidores.... 95 Anexo 95 100 BrnlrocR¡pÍ¡ 1,25 INTRODUCCIÓN La verdad, flunca pensé que un dla escribiría un libro sobre este tema. Y ahora, creo que ha sido una experiencia interesante. Y ello porque aunque casi todo el mundo tiene o ha tenido en sus manos un instrumento tan cotidiano como es una simple tarleta de plástico, que utilizamos, sin dade mayor importancia, en cajeros, tiendas, restaulantes, cuando vamos de viaje, etc..., pocas veces nos hemos detenido a Pensar qué es una ta4eta, ni tampoco qué relaciones iuddicas, ni qué consecuencias se derivan su uso. Con este trabajo, la awtora intenta encontrar una resPuesta a estos inteffogantes; aunque más que una fesPuestl concreta, lo que se pretende es que el lector encuentre los elementos de juicio para poder hacerse una idea de las dudas, polémicas y controversias que pueden surgir. Se ha querido hacer una exposiciót clan, concisa, y lo más legible posible, sin olvidar que los temas iuddicos, Por sus tecnicismos, suelen se¡ de por sl algo farragosos. Asimismo, en el apéndice documental, se incluyen los textos de las más recierites disposiciones de derecho comunitario, sobre la cuestión, Por su evidente interés, y porque quizás al lector le sean más desconocidos o menos próximos; también, t3 porque se espera que dichas normas puedan ser la base sobre la que va a girar la futura legislación sobre el tema. Por último he de expresar que la autora ¡ecibi¡á gustosa_ mente cuantas sugerencias o cdticas le sean planteadas sobre este texfo, cuyo primordial objetivo es que su lectura pueda ser provechosa e interesar al posible lector. t4 ANTECEDENTES HISTORICOS Y EVoLUcróN DE LAS TARJETAS coMo MEDIOS DE PAGO EN LAS TRANSACCIONES COMERCIALES Siguiendo la evolución histórica de la moneda, desde el tm€que hasta el dinero, y después hacia una mayor abstracción y total desmaterialización de la moneda, con la introducción de otros medios de pago (cheques, letras, pagatés,transferencias, órdenes de pago, domiciliaciones de pago, etc'..), llegamos, en una etapa más, hacia una sociedad en la que bienes y servicios pueden adquirine sin dinero en efectivo, a uno de los últimos eslabones: la introducción del llamado dinero de plástico, las TARJETAS. Esquemáticamente se puede expresar que del <dineromercancía> hemos pasado al <dinero-papeb, de éste al <dinerobancario>r, y después al <dinero-electrónico>, en lo que se ha llamado casbhss socie!, donde los pagos en efetivo se han sustituido por simples compensaciones mediante sofisticados sistemas electrónicos. El primer antecedente histórico de las TARJETAS lo encon- tramos a principios de este siglo, aproximadamente hacia 7914, en Estados Unidos. Las primeras tarjetas fueron emitidas por una cadena de hoteles, a fin de que sus clientes abonaran sus gastos. Posteriormente, y siempre dentro del sector tudstico, aparecen otras tarjetas emitidas Por emPresas privadas, no 15 financieras ni bancariasr 1l ilue servlan pare-pagar los servicios de las empresas que las emitían (grandes almacenes, gasolineras, llneas aéreas, ferrocar¡iles y agencias de viafes). Con la restricción crediticia ocasionada por el erack del 29, y con la Segunda Guerra Mundial, prácticamente desaparecen del mercado este tipo de tarjetas. Por ello, se sihia como fecha clave, del nacimiento de este medio de pago, el año 1949, en que aparece el <Diner's Club> y su tarjeta, la cual, como su nombre indica, servla en sus inicios p^ra. pagar los servicios de una cadena de restaurantes. Después su uso se amplió a otras ofertas del sector tudstico, y su evolución ha sido imparable, sirviendo en la actualidad para pagar todo tipo de bienes y servicios. Pocos años más tarde, y asimismo en EE.UU., aparcce la tarleta Al,rsnrc¡N EXIRESS, que en un principio también estuvo ligada al sector tudstico. A partir de 1951 aparecen las primeras tarjetas emitidas por entidades bancarias. Al principio la panicipación de la banca estadounidense en esta nueva actividad no resultó rentable, y ocasionó innumerables pérdidas. Para que fuera rentable la tarleta, el banco-emisor tenla que tener la previa aceptación de un amplio sector comercial, Pero, patl que ello fuera posible, a la vez tenTa que tener los suficientes clientes que hubieran aceptado la tarleta, para que los comerciantes aceptaran las condiciones (comisiones) que les imponía el banco-emisor. Po¡ ello, para lograr una amplia difusión de este medio de pagp, se enviaron miles de tarjetas por corÍeo. Lo que produjo en la ptáctica multitud de abusos. Este lanzamiento masivo de un nuevo producto, utilizando el correo, que en EE.UU. se produjo en los años 60-65, vemos que es un fenómeno similar al que ha ocurrido en España, recientemente, en la etapa de difusión del uso de las tarjetas. Así, en nuestro pals, hasta lz fecha, además de ser frecuente el 16 masivo envío por correo, o el encargo por teléfono de las tarletas, existen entidades bancarias que las ofrecen gratuitamente a sus clientes, y pasado un período de uno o dos años, a veces sin notificado previamente al cliente, le cargan el canon anual. En Europa, las tarjetas aparecen un poco más tardíamente que en EE.UU. Poddamos situar sus comienzos en los años 67-68. Hay que diferenciar, claramente, entre Gran Bretaña y el resto de la Europa continental. En Gran Bretañ,a, se inicia antes, y está en la actualidad muy generalizado su uso. Como datos históricos, de staca¡emos: la creación, en 1951, del <Diner's Club Ltd.>; la aparicián, en 1958, de la <American Express>r, y en 1966 la creación de la primera tarleta autóctofia, la <Barclaycard> del Banco Barclay's. Es el pals europeo donde está más desarrollado el dinero de plástico, con unos treinta millones de tarjetas en circulación que se wtilizan en el 11 0/o de las transacciones. En la Europa continental, en sus inicios, destacaremos en Francia la aparición de una tarleta que permitl^ pagar a fin de mes (<Carte Bleue>) y la <<Carte d'Oor, más reciente, y que ya es propiamente una tarjeta de crédito. Tanto en Francia, Alemania, como Bélgica, el despegue inicial de este medio de pago viene impulsado por la difusión de la tarjeta <Diner's> y la <<American Express>. Posteriormente se van creando productos autóctonos, aunque al principio las entidades bancarias locales eran bastante reacias a estas innovaciones. En Italia y España su introducción entre los consumidores es mucho más tardía que en el resto de Europa. De todas maneras, en nuestro pals, en los últimos cinco años, se ha experimentado un auge tal que ha situado a España a la cabez.a de Europa en cuanto a titulares de tarjetas. 17 Evolución de las tarietas en España En nuestro país existen hoy, aproximadamente, unos veintiocho millones de tarjetas en circulación, de los cuales ocho millones han sido emitidos por organizaciones internacionales y unos veinte millones por instituciones financieras españolas. De estos veintiocho millones de tarjetas en circulación, trece millones y medio son tarjetas de débito, es decir, que se catgan automáticamente los pagos en la cuenta del cliente, y unos seis millones y medio de tarjetas son tarjetas de crédito propiamente, es decir, con posibilidad de pago aplazado. Mientras que en España el 25 o/o de las operaciones efectuadas mediante ta4eta lo son de crédito, y el resto es de débito, en el ámbito anglosajón y en el europeo la proporción es la inversa. Como dato significativo, para darnos cuenta del gran auge experimentado en los últimos años, destacaremos que en 1980 existlan en España unos cuatro millones de tarjetas en circulación; es decir, que en los últimos diez años se han multiplicado por siete el número de tarjetas emitidas en España. En cuanto a volumen de facturación, si en EE.UU. las tarjetas se utilizan en el 20 0/o de las transacciones, y en Europa en el 12 o/o, en España, hasta la fecha, su uso representa el 3,5 o/o de las transacciones. Si nos fijamos en el volumen de negocio, tenemos que en España, en el año pasado, contabilizando tan sólo los datos correspondientes a las tarjetas bancarias, se realizaron operaciones del orden de los cuatro billones de pesetas, mientras que en el año anterior (1988) el volumen de negocio era de unos tres billones de pesetas, lo que representa un crecimiento anual del 25 o/o. Estos pequeños apuntes y cifras, asl como los datos de las entidades emisoras, permiten predecir un crecimiento espectacular en los próximos años, y una mayor generaliz,ación de su 18 uso en nuestro país. A la vez que cada dia van surgiendo servicios nuevos que pueden rcalizarse con todo tipo de tarletas. Centrándonos en las tarietas bancarias, en España existen tres grandes organizaciones: o Sistema 6.000 (de la CECA, Confederación Española de Cajas de Ahorro, con un volumen estimado del orden de los 2.255.000 millones de Ptas.). o 48 (que se estima tiene un volumen de operaciones de unos 938.000 millones de Ptas.). o VISA-España (comercializada por la SEMP, Sociedad Española de Medios de Pago, con un volumen de operaciones de unos ó50.000 millones de Ptas.). De hecho, España es quizás el único país en el cual la tarleta (VISAD está gestionada por dos organizaciones distintas: la SEMP y el grupo n4-Br; igual ocurre respecto a las tarjetas y <Mastercard>, que son distribuidas al propio tiempo por las dos organizaciones. Como tarjetas extranieras, introducidas plenamente en el mercado español, tenemos, al igual que en el resto de Europa, la <American Expressn y la <Diner's>>, esta última se distingue por su vocación de ser ana tarleta de elite, dirigida a lrl.a clientela más reducida; prueba de ello es que es la tarjeta más cara del mercado. Además de las tarjetas bancarias, hay que añadir una breve referencia a las tarjetas privadas emitidas por entidades comer-. ciales, que últimamente van proliferando y se van introduciendo incluso en el sector del crédito, asociándose con entidades <Eurocard> l9 financieras. Este tipo de tarjetas, cuya característica principal es que ligan al titular con el establecimiento vendedor, también suelen denominarse tajetas bilaterales. En España se estima que existen unos ocho millones de estas tarjetas, destacando las emitidas por dos grandes cadenas de almacenes. 20 FUNcIóN EcoNótvuce Es evidente que las tarletas surgen en el mundo comercial moderno debido a una necesidad, pues, como muy bien expresó el profesor Garrigues, (coda creación iurídica responde a una necesidad técnica realmente sentida en la vida del tráficoD. La ta4eta cumple, hoy por hoy, cuatro funciones básicamente: a) como instrumento de pago; &) como instrumento de crédito; r) como instrumento de garantia, y d) como medio para obtener sumas dinerarias (bien en las oficinas bancarias, bien en cajeros automáticos). Además de estas funciones, puede servir para cosas tan diversas como: 1) extruet información de cuentas bancarias del titular, o rcalizar operaciones bancarias, a través de los cajeros automáticos, servicios que cada día van progresando con la introducción de nuevos y sofisticados avances tecnológicos, y que permitirán próximamente solicitar talonarios, o incluso comprar divisas; ) beneficiarse de seguros colectivos si se abonan los medios de transporte a través de Ia tarleta. Las principales ventajas que presenta su uso, las resumire: mos esquemáticamente del siguiente modo: A) Vmtajar para el titular (usuario de la tarjeta): sustituye al dinero en efectivo (mayor seguridad, es útil en los viajes y para los imprevistos), supone una concesión de un cierto 21 llmite de crédito, al aplazar los pagos; puede ser slmbolo de un cierto prestigio social (por ejemplo, las famosas tarjetas <Oro>r), facilitan la contabilidad mediante los extractos que envla la entidad bancaria o el establecimiento emisor; puede servir para abonar gastos de terceras p€rsonas (familiares, o empleados, como en al caso de las tarietas familiares y de las tarjetas de empresa). B) Vntajar paa l¿ ntidad amisora: significa un nuevo servicio más que ofrecer a la clientela, tanto si se trata de entidades financieras o de establecimientos comerciales; en el caso de las entidades financieras, éstas cobran una comisión a los comerciantes que aceptan sus tarjetas, y un canon al cliente titular de las mismas (aunque algunas tarjetas son gratuitas), además del cobro de altos intereses por las cantidades aplazadas. C) Vntajas para los estabhcimintos (vendedores): hay que el aumento de clientelar eu€ €s quiás el factor más determinante, además de la seguridad en el cobro, y el hecho de significar a veces un signo de imagen o distinción comerdestacar cial. Pero, como todo en esta vida, el uso de las tarjetas, además de múltiples ventajas, también tiene sus inconvenientes, que resumiremos, principalmente, del siguiente modo: A) para el titular (tswzrio): Existen ciertos o pérdida de la tarieta y el posible uso indebido de la misma. El titular, en estos casos, está obligado a comunicar a la entidad emisora cualquier anomalTa, para exonerarse de responsabilidades; la obligación de pagar un canon anual por su utilización, es otro de los inconvenientes, si bien algunas de las tarietas son gratuitas; otros inconvenientes son la posibilidad de que se gaste mucho Ixconaenientes riesgos en caso de robo, extravlo 22 más de lo debido o de lo previsto (de hecho, las tarietas incentivan el consumo); por otra P^rfe, el uso de la ta4eta comporta un mayor control administrativo y contable de los gastos y de las actividades del usuario. B) Inconaenientes para la entidad emisora: Dado que son quie- nes ponen en circulación las tarjetas, se supone que calculan el riesgo que ello les puede comportar, asl como los posibles abusos (titular insolvente, robos, falsificaciones, Por ejemplo); otro factor a considerar es el gasto comercial (publicidad, marketing, selección de la clientela) y los gastos de gestión, asl como toda la infraestructura técnica y humana (cajeros automáticos, personal cualificado). C) Inconaexieúes para el estabhcimiento (vendedor): El principal escollo es la comisión que el Banco cobra al comerciante (en España, la media global de la comisión sobre la venta se sitúa en el 2,8 0/0, porcentaje bastafrte más alto que el que se aplica en otros palses); en algunos palses, el comerciante tiene que correr con los gastos de la instalación del terminal en su establecimiento, mientras que en España va L c^rgo de las entidades gestoras de las tarjetas. 23 LA TARJETA DE PAGO: TAR|ETA DE DÉBITO Y TARJETA DE CRÉDITO Como cuestión previa, conviene señalar que, lo que normalmente conocemos como <Tarieta de crédito)), es en realidad un medio de pago para la adqusición de bienes y servicios, y que sirve, además, para obtener una serie de servicios financieros, como por ejemplo la obtención de dinero en efectivo en cajeros automáticos. Existen gran variedad de tipos de tarjetas, y si bien todas sustituyen al dinero al efectuar el pago, sólo estrictamente es TARJETA DE CRÉDITO la que nos ofrece un servicio de crédito; es decir, la posibilidad de aplazar el pago sin tener que liquidar in integrum el saldo deudor, posibilitando su fraccionamiento (generalmente por meses y, a veces, con un pago mlnimo mensual), cargándose un interés por el saldo deudor. Mientras que en las TARJETAS DE DÉBITo se abonan lntegramente las operaciones realizadas, aunque a vece s implique un pago diferido (desde que se realiza el gasto hasta que se adeuda en la cuenta del titular, por lo general, y como mucho, al cabo de un mes), sin que pueda considerarse propiamente un crédito. En la práctica se confunden a veces estas funciones (pago y crédito), ya que existen tarjetas que pueden operar al propio 25 tiempo como tarjetas de crédito o de débito, indistintamente, y según convenga al usuario. Seda más idóneo hablar de TARJETAS DE PAGO, puesto que ésta es su principal función, y quedadan englobadas en esta terminologla todo tipo de tarjetas (de crédito, de débito, tarjetas de compra,*etc...); ¡o obstante, atendiendo a que generalmente se las conoce como <Tarjetas de crédito>, tengan o no esa finalidad, es por lo que, en principio, utilizaremos esa denominación. 26 REGULACIÓN LEGAL La tarleta es un instrumento de pago creado por la práctica económica, no regulado en forma alguna por la actual legislación. Asl, el Tribunal Supremo, en sentencia de 1l-4-87, considera que (el contrato de crédito mediante tarjetas de uso normal (tarjetas de crédito) es una institución relativamente reciente, de la que no existe tratamiento legal, cuya validez nace del principio de libertad contractual que consagran y reconocen los arts. 1.091 y 1.255 del Código Civil>. A falta de legislación, como en muchos contratos bancarios, surgidos sencillamente de la práctica mercantil, hay que atenerse: 1) a las condiciones del contrato (teniendo en cuenta que se trata de un contrato de <adhesiónD, es decir, que el titular de la tarjeta se limita a <adherirse>¡ a las condiciones formuladas eri contratos-tipo por las entidades emisoras; 2) a los reglamentos confeccionados por el emisor, y que a veces no suelen entregarse al titular; y 3) por analogia, pueden ser de aplicación supletoriamente todas aquellas norrnas previstas para corftratos similares, (préstamo, arrendamiento de servicios, comisión mercantil, contrato de apertura de crédito, contrato de cuenta corriente). Recientemente, y dentro del movimiento legislativo tendente a proteger los derechos de los consumidores, las instituciones de la Comunidad Económica Europea se han interesa27 do por llenar este vaclo legislativo. Destacaremos como un primer paso importante la Recomendación de la Coruisifu de l.as Comunidades EwEeas de 17 de noúembre de 1988, relativa a los sistemas de pago y las relaciones eritre titulares y emisores de tarjetas. Esta Recomendación debía revisarse un año después (en 1989) y todavla no se ha resuelto si se va a adoptar al respecto por el Consejo una Directiva. (Recordemos que las Directivas, que dicta el Consejo, son disposiciones comunitarias cuyos destinatarios son los Estados miembros, que están obligados a incorporadas a su ordenamiento juddico interno, pues son vinculantes; mientras que las Recomendaciones, dictadas por la Comisión, como su nombre indica, no son vinculantes.) Otras disposiciones de Derecho Comunitario, que inciden en parte en el tema del uso de las tar'1etas, son: la Directiaa del Consejo de 22-12-86, relativa a la aproxirnación de las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas de los Estados miembros en materia de crédito al consumo)y,laRecomendaciótt de la Comisión, de fecba 8-12-87 sobre un <Código Europeo de buena conducta en materia de pago electrónico>. Asimismo, en España, son aplicables, de forma genérica, las disposiciones en materia de consumo contenidas en la Ley 26/84, de 19 de julio, de protección a los consumidores. Pero no es suficiente. Se echa en falta una legislación especlfica en contratación bancaria y wr,a regulación concreta de este nuevo medio de pago que es la tarleta. 28 CONCEPTO En una primera aproximación poddamos definir la ta4eta como un documento mercantil, perconalísimo e instransferible, materializado en un soporte de plástico rígido, que posibilita a su titular efectuar el pago de bienes o servicios, y en algunos supuestos de obtener efectivo dinerario. El documento en sí (tarieta) contiene una serie de datos (identificación del titular y de la entidad emisora, fecha de caducidad, y a veces, el llmite) y suele llevar incorporada una o más bandas magnéticas, o algún otro sistema que faculte los pagos electrónicos. Para Gómez Mendoza, la tarleta de crédito <es un documento que permite a su titular obtener bienes o servicios sin tener que efectuar su pago inmediatoD; y por su parte, Arúllaga las define como un <documento emitido por una entidad mercantil, de carácter general (Bancos, grandes almacenes, empresas turísticas) o especializada e¡ este tipo de negocios, mediante el cual una persona, llamada titular, puede obtener una serie de prestaciones, a crédito, del propio emisor o de otras empresas relacionadas con éste, en vez de pagar su importe con dinero o cheques en el acto ("al contado")>. No existe definición legal alguna, es más, la Recomendación de la Comisión de las Comunidades Europeas, de 17 de noviembre de 1988, se limita, en el art. 1." de su anexo, a relacionar las operaciones posibles. Por otra parte, el Tribunal Supremo, en la Sentencia de 22 de noviembre de 7976, define alas ta4etas como una (concesión por parte de un Banco de un préstamo de numeratio>>, con una serie de peculiaridades que, en realidad, tan sólo serían aplicables, propiamente, a las tarjetas bancarias. Es difícil poder concretar qué es exactamente una tarleta, y ello a pesar de ser un objeto de uso corriente y bastante genenlizado, qaizá porque, como iremos analizando, en realidad existen muchos tipos diferentes de tarjetas, que pueden rcalizar una gran diversidad de funciones, y que comportan todo un complejo entramado de relaciones juddicas. Como conclusión, destacaremos que la principal característica para definir la tar¡eta es su funciónt tan medio de pago. 30 CLASES Siguiendo las clasificaciones doctrinales más extendidas, podemos esquematizar las diferentes tipologlas de tarjetas existentes en el mercado, agrupándolas de la forma siguiente: 1. - Segín quién sea la ntidad emisora; 7.1. - Tarjüar bancarias: el emisor es un Banco o una asociación de Bancos. 7.2. - Tarjetas no barcarias (o Tarjetas conerciale); emitidas por entidades no financieras (por un comerciante o grupo de comerciantes para efectuar pagos en los establecimientos asociados (por ejemplo, en grandes almacenes). 7.3. - Tarjetas emitidas por soeiedada erya actiaidad es la emisión1 gestión de este tipo de itsttzmextos de pago. Es lo que se llama un <institutoo, quien, por una parte, se obliga con los comerciantes a abonar las facturas (con un descuento) y por otra contrata con los Bancos para que éstos ofrezcan las tarjetas a sus clientes. (Por ejemplo, en España, la SEMP -sociedad Española de Medios de Pago- que comercializa <VISA-Españo). 2. - Según el ánbito de su utilizsción: 2.1.-Ánbito 2.1.7. objetiuo. - Tarjetas uriaersaler sirven - Tarjetas panictkrcs: p^n pagar todo tipo de bienes o servicios. 2.7.2. sirven p^n pagan un servicio o 31 bien determinado (por ejemplo, tarjetas de cadenas de hoteles, gasolineras, compañías aéreas, alquiler de coches, servicios de grúas, almacenes, supermetcados, etc...). Tan sólo pueden utilizarse en los establecimientos comerciales del emisor o asociados con el mismo (son las llamadas tarietas comerciales). 2.2 - Ánbito tcritorial. 2.7.7. - Interraciorahs: válidas en la mayoúa de palses. 2.2.2. - Nacioxahs: de ámbito nacional (por ejemplo, en España, la <<Tarleta 6000rr). 2.2.3. - Loeales: de ámbito de utilización reducido a urla o varias localidades determinadas. 2.2.4. - Para an estabhciuinto eutctetz. - Ánbito tetzporal. 2.3.1. - Liuitado: la mzyoúa de tarjetas se emiten por un 23. período de tiempo limitado (de un año generalmente) y caducan transcurrido dicho pedodo, pudiendo ser renovadas. 2.3.2. - Ilinitado: hay tarjetas (es más excepcional) que no caducan nunca. 3. - 3.1. Según la forna - de pago: Tarjetar de débito: son un medio de pago que sustituye al dinero, cargándose automáticamente eri la cuenta designada el importe de los gastos de los bienes o servicios adquiridos. 3.2. - Tarjetas de eompra: es una tatleta de débito (se cargan lntegramente las operaciones rcalizadas con dicha tarjeta), pero implica un pago diferido (normalmente se liquidan todas las operaciones una vez al mes). También se denomina¡ t^ietas de pago. Un ejemplo clásico son las tarjetas comerciales. Aunque impliquen un crédito a corto plazo (de uno a dos meses), no son propiamente <tarietas de crédito>. 3.3. - Tarjetar de eredito: su finalidad, además de ser un medio de pago, incluye un crédito. Es decir, se posibilita 32 fraccionar el pago y aplazarJ'o. No hay que abonar íntegramente el saldo de todos los gastos, cabe la posibilidad de ir pagando cada mes una cantidad a cuenta (fija o variable), con los correspondientes intereses por los saldos deudores (intereses que suelen ser bastante elevados). Hay que mencionar que existen taqetas que pueden ser utilizadas combinando el débito o el crédito (es una forma de utilización diferente, pero puede darse con la misma ta4eta). 4. - Segin quién sea el usaario; 4.1. - Tarjaa de titulan coinciden el titular con el contratarite (es lo más habitual). 4.2. - Tarjeta o faniliar el titular contratante de la tarleta, solicita otras tlietas para sus familiares (normalmente existe una cuota reducida para este tipo de tarletas suplementarias), los cuales serán titula¡es de las mismas, aunque los gastos suelen cargarse en la cuenta del titular-principal. 4.3. - Tarjetas de empresa: este tipo de tarleta, al que por sus peculiaridades dedicaremos un apartado especial, consiste en que la empresa co{rtrata tarletas a nombre de sus empleados (titulares de las tarjetas) para que abonen los gastos ocasionados por cuenta de la empresa, quien asume los pagos. 5. - Otros tipos de tarjetar 5.7. - Tarjetar <ffini!>: son aquellas que en virtud de un contrato entre la entidad emisora y un comerciante, incorporan una marc determinada que identifica unos servicios. 5.2. - Tarjetas con micmprocesadon sirven para realizar pagos electrónicos (peajes, teléfono, gasolineras). 5.3. - Tarjüar <irteligentea>: frente a la tarleta clásica de banda magnética, ésta es una nueva generación de tarjetas, de más avanza"da tecnologla, que lleva incorporado uno o más cbips o pastillas microelectrónicas, lo que aumenta su seguridad y sus funciones. 33 5.4. - Tarjetar de garantía de cbeqta prácticamente desconoci- das en España. Acompañan al cheque y gat^rrtiz^n su pago, sin que tengan un uso independiente. 6. - Por sws fuxciones o prcstacionec 6.1. - Como medio de pago (función principal). 6.1.1. - Sin línite de cantidad. 6.1.2- - Hasta una cierta cantidad (linitadas). 6.2. - Para otras funciores especiales o accesotias: 6.2.1. - Fiarzt (función de garantla). 6.2.2. * Bonifcacirín (o descuento). 6.2.3. - P ago aplazado (mídito). 6.2.4. - Entrega de dinero en efectivo metálico (cajems automáticos bancarios). 6.2.5. - Segtm de accidentes (en transportes públicos cuyo pago se haya efectuado con tarietas). 6.2.6. - Recepción gratuita de mtistas .1 púlicaciones pata clientes de determinadas tarietas. 6.2.7. -Vmtas Por eoffel 34 o correspondencia. ELEMENTOS 1. - 1.1. ELEMENToS PERSONALES: - CoMUNES o ESENCIALES: - Emisor o (persona que, en el marco de su actividad 1.1.1. profesional, pone a disposición de un cliente un instrumento de pago en virtud de un contraro suscriro con éb (definición legal, del art.2 del Anexo de la Recomendación 88/590/CEE de la Comisión de las Comunidades Europeas, de 17 de noviembre de 1988). Es quien expide la tarleta, puede ser un comerciante, una sociedad cuya actividad sea precisamente la emisión y gestión de tarjetas, o una entidad bancaria o crediticia, o bien una asociación. A veces, una misma tarjeta es comercializada por sociedades distintas en cada pals. 1.1.2. - Titt4kr (o usuario), es la persona (que, en virtud de un contrato suscrito con el emisor, posee un instrumento de pagoD (an. 2 del Anexo de la mencionada Recomendación). No siempre el titular es el contratante (por ejemplo, en las tarjetas de empresa, en que los empleados son los titulares y la emPfesa-contratante quien asume los pagos; o bien, en las tarjetas suplementarias familiares, donde hay un solo cont¡atante y dos o más tarjetas de las que son titulares los familiares del mismo), lo que sl cabe es identificar titular con usuario, puesto que únicamente el titular está facultado pata ttiliz.ar la 35 ta4eta, constando en la misma sus datos personales de identifi- cación. htablecimiento (vendedor), es quien proporciona los bienes o servicios que el titular abona con la tarleta. Puede ser 1.1.3. - el propio emisor (por ejemplo, cuando es una tarletabancaÁay el titular extrae dinero de cajeros automáticos del propio emisor; o en tarietas comerciales, en las que el emisor es el propio establecimiento vendedor), o puede tratarse de un comerciante con el que el emisor ha contratado estos servicios (con el descuento pertinente), asumiendo el emisor los pagos que después carga en la cuenta designada por el titular. 1.2. _ No 7.2.1. CoMUNES O ACCESORIOS: - Solicitante o contratante, en los casos en que el contra- tante o peticionario de la tarieta no es el usuario o titular (como en los ya citados ejemplos de las taqetas de empresa y las tarjetas suplementarias familiares). 7.2.2. - Aaalista. En determinados supuestos cabe que una tercera persona avale los pagos. Puede incluir o no una cláusula de excusión (es decir, que a veces se exige acreditar Ia insolvencia del titular para obligar al pago al avalista, y otras veces, cuando se pacta la renuncia al beneficio de excusión, el acreedor, normalmente el Banco, puede dirigirse de forma indistinta contra el avalista o contra el titular, o contra ambos al mismo tiempo). En todo caso, el régimen legal aplicable es el propio de todo aval, y depende de las cláusulas contractuales. 1.2.3. - Franquicia. Muchas tarjetas se comercializan por distintos emisores, utilizando una determinada m^rca comercial cedida por una empresa en régimen de franquicia (por ejemplo, la tarleta (VISAT). 36 2. _ ELEMENTOS FoRMALES 2.1. - La Soticitud, en la que normalmente constan ya redarctadas por la entidad emisora las cláusulas contractuales, puesto que se trata de un contrato de adhesión. Suele incluir los datos personales y económicos que permi- ten analizar la solvencia del solicitante. Normalmente se trata de unos impresos, que el contratantE rellena con sus datos, y que incluyen al dorso, en letra pequeña, las condiciones de aso o Reglammto, que son las cláusulas contractuales. La Recomendación de la Comisión, de 17 de noviembre de 1988, en el art. 3 de su Anexo, especifica que las cláusulas deberán constar por escrito, en palabras <comprensibles y de forma tan clara que resulten de fácil lectura), incluyendo los gastos y el plazn en que se efectúan los cargos. (Hay que resaltar que estas ganntias no siempre se cumplen en la práctica.) Esta Recomendación de la CEE prohíbe, de forma expresa, enviar una tarleta sin previa solicitud. Y esto es bastante usual, paru lograr una mayor captación de clientela. Otn práctica, que asimismo considero abusiva y que es frecuente, es la oferta por parte de entidades bancarias de tarjetas supuestamente (gratuitas>, ocultando premeditadamente al usuario que al cabo de uno o dos años se le van a cobrar dichos servicios. - El eortrato ertre la entidad emisoral los e$abhcimientos andedorar. Que sólo existirá cuando no coincidan ambas figuras. Por otra parte, cuando la tat'yeta es emitida por sociedades cuya actividad es la emisión de este tipo de medios de pago (el <institutoo>), existe wn cortrato con los Bancos 1 ettidada para que distribuyan entre sus clientes las tarjetas. 2.3. - La Tarjeta, como soporte plástico y como doatmento, qae 2.2. presenta un carácter uniforme (rectángulo de medidas están- 5l dar, 8,5x5,5 cm), y lleva incorporados los d¿tos de identificación de su titular, su firma, la fecha de caducidad, a veces incluso la cantidad máxima o llmite, asl como los datos de la entidad emisora. Se identifica por un número de serie, y puede llevar incorporada una banda magnética u otro mecanismo electrónico (un microprocesador, un chip, que sirve p^ra. oprlr en las transferencias de pago. 2.4. - Otros elementos formales, no constitutivos, pero que son consecuencia de la *ilización de las tarjetas, son: las nota¡ de catgo (documento que firma el titular cuando se le entrega el bien o servicio); los boletincs o extractos que los establecimientos comerciales remiten a la entidad emisora; los extrados que mensualmente la entidad emisora remite al titular. 3. * EreT{eNToS REALES Son los siguientes: la anta dc insctipción, los aitoncs periódicos por su utilización (normalmente anuales), que no se dan en todas las tarjetas (las hay gratuitas), y de todos modos las tarietas cuyo uso implica el pago de un crnoo; éste suele ser una módica cantidad (que actualmente puede oscilar entre las 1.000 a 6.000 pesetas anuales); y los recmbobos o reintegros de los cargos correspondientes por su utilización. 38 EFECTOS JURÍDICOS: DERECHOS Y OBLIGACIONES 1. - DBnncHoS Y oBLIGAcIoNES DEL TITULAR - DERECHoS: Esquemáticamente, y de forma genérica, los principales son los siguientes: - Utiltzar la taqeta como medio de pago en las adquisiciones de bienes y servicios (de forma general, o bien limitada a los establecimientos asociados, en el supuesto de tarjetas 1.1. comerciales). - Obtener efectivo metálico, bien en cajeros automáticos bancarios, o bien en las oficinas de entidades bancarias. - En las tarjetas <de crédito>, tiene derecho el titular a aplazar el pag9, en las condiciones pactadas. Lo que, según la Sentencia de la Audiencia provincial de Madrid, de 11 de abril de 1987, significa que <el usuario de la tarleta de crédito tiene un derecho exigible frente el emisor de la mism^ pa;a que se le conceda todo el crédito que el límite de su tarjeta le concede>. 1.2. _ OBLIGACIoNES: 1.2.1. - Ratpeao a la tenencia de la tarjeta: a) Fimtada, a su recepción. Al respecto, entiende la Sen- tencia de la Audiencia Provincial de Madrid, de 11 de abril de 39 1987, que el nacimiento de derechos y obligaciones entre el titular y la entidad emisora se produce <<mediante la mera firma y el uso de la tarjeto. b) Deber de custodia. Que implica: 1.'.) un deber de conservación de la ta4eta, y 2.".) la obligación de notificar al emisor, con la debida diligencia y de forma inmediata, cualquier anomalla (pérdida, robo, falsificación, errores o irregularidades en el uso de la tarleta, cargos indebidos, etc...). El art.4-1 del Anexo de la Recomendación de la Comisión de las Comunidades Europeas 88/590/CEE)' impone una serie de obligaciones, relacionadas con el deber de custodia. Entre ellas destacaremos la obligación de observar unas normas de precaución, tales como no anotar el número secreto o código personal de identificación del titular en la propia tarjeta, o en otro documento que pueda facilitar el acce so al mismo en caso de pérdida o robo. La Sentencia de la Audiencia Provincial de Bilbao, de 19 de diciembre de 198ó, establece que <<incumbe al titular de una ta4eta de crédito (...) rt deber de custodia, que, desde luego, puede generar responsabilidad, pero que al propio tiempo, no incluye la adopción de medidas de diligencia excepcional, sino simplemente (art. 1.104 del Código Civil) la que corresPonda a las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar, exigiéndose, en definitiva, la diligencia que corresPonderia a un buen padre de familio. Se exige, pues, una diligencia de custodia mlnima, y normal. Por ejemplo, esta misma Sentencia considera que no existe tal falta de diligencia por el hecho de dejarse l^ ta4eta' erl el interior del vehículo, (pues es obvio que no puede adquirirse el compromiso de llevada siempre encima, amén de que tampoco asl se excluye el riesgo de robo>. Como contrapartida a la obligación de notificar cualquier situación de pérdida, robo, falsificación y demás irregularidades, el titular queda exonerado de toda responsabilidad, desde 40 que se produce tal notificación, respecto a cualquier gasto que se ocasione por el uso indebido de la tarleta por tercera persona. Tal exoneración sólo se produce siempre que no exista fraude o negligencia grave por parre del titular. El art. 8-3 del Anexo de la mencionada Recomendación va más allá, puesto que establece una limitación (150 ECUS) en cuanto a la responsabilidad del titular, previa a la notificación. En la práctica, hoy por hoy, las entidades bancarias y los emisores de tarjetas tan sólo admiten la exoneración de responsabilidades del titular tras la oportuna notificación. La ampliación que de esta exoneración hace la Recomendación, no ha sido aceptada por la banca europea, lo que dificulta, puesto que existen divergencias en los diversos Estados miembros, que se adopten medidas legislativas concretas y obligatorias (ya qüe la Recomendación no es vinculante, y no deja de ser un código de El fundamento de esta ampliación de la exoneración de responsabilidad está en una mayor protección a los consumidores y en la búsqueda de un reparto de los riesgos que comporta la ttilización de este medio de pago. buena conducta). En cuanto a la notificación al emisor, cabe que ésta se efectúe de cualquier forma, mientras llegue con la mayot npidez al emisor (por teléfono, telégrafo, carta, etc...). A veces, se exige la posterior comunicación por escrito, o incluso la denuncia policial. r) Obligación de devolver la ta1eta cuando se exija por el emisor, y la obligación de destruida o devolveda cuando ya flo pueda ser utilizada (por caducidad, o bien porque ha quedado invalidada, como ocuffe, por ejemplo, cuando, al operar en cajeros automáticos o en peajes de autopistas, se alteran o borran los datos de la banda magnética). 1.2.2. - En cuanto a sa utilizsción:. a) No sobrepasar el límite autorizado. b) Aceptar el cargo en la cuenta designada y, según las condiciones pactadas, de las operaciones rcalizadas. En lo que 41 refiere Ll pago, además del reintegro de los gastos efectuados (bienes o servicios adquiridos), hay que incluir el pago del carlon periódico y el pago de la cuota de inscripción, en su caso. Asl como los intereses correspondientes de demora. r) Identificarse, cuando asl lo exija el establecimiento vense dedor (DNI o pasaporte). 4 L^ utilización en el extranjero está suieta a los llmites que en su caso determine la legislación sobre el control de cambios. 1.2.3. - En los stpuatos de cambio de la¡ drrunstancias pcrsonahs del titulor a) Obligación de comunicar los cambios de domicilio, asl como los cambios en cuanto a la cuenta designada para abonar los pagos. ü) Obligación de comunicar cualquier circunstancia que modifique la solvencia del titular. 2. - 2.1. DERECHOS Y OBLIGACIONES DE LOS ESTABLECIMIENTOS VENDEDORES - D¡nscHos: a) Pablicidad. Pan el establecimiento adherido a este sistema de pago, el hecho de aceptar las tarietas implica que tienen derecho a que el emisor incluya su establecimiento en las relaciones que envla a los titulares; de igual forma, los establecimientos acreditan su adhesión a un medio de pago determinado exhibiendo un emblema o distintivo que rePresenta tal afiliación. Potencialmente, significa una mayor clpt^ción de clientela, al facilitar los pagos. b) Cobro. El establecimiento ostenta un derecho al reintegro de las Notas de cargo firmadas por los titulares de las tarjetas, cuyo pago asumen los emisores, con las deducciones o comisiones pactadas. 42 2.2. - OBLIGACIoNES: a) Aceptar h tajeta, cualquiera que sea el importe de la venta, aplicando los mismos precios y condiciones que a los demás clientes. Indicaremos que de forma irregular y abusiva, hay comercios que se niegan Lcepta;r el pago con tarieta en el ^ el margen por venta es mlniperíodo de rebajas, en el que mo. b) Exonerar al emisor de cualquier reclamación del titular por defectos de los pagos o servicios adquiridos. r) En cuanto a la gestitín: deben disponer de los medios adecuados para rcúiztr las operaciones (terminales de venta, datáfonos, notas o facturas de carge, boletines, etc...). Y remitir oportunamente la documentación al emisor. d) L^ wrifcacnín del uso cor¡ecto de la tarieta, es quizá la obligación que más problemática conlleva. Implica una comprobación en cuanto a la identidad del titular, su firma, y en cuanto a que la tarleta no esté caducada, anulada o excedida. Asl, la Sentencia de la Audiencia Provincial de Bilbao, de 19 de diciembre de 1986, establece que el vendedodr tiene la <obligación de diligencia, que se concreta en todo caso en comprobar la ide ntidad entre la firma obrante en la tarleta y la extendida en las correspondientes facturas, y en solicitar, cuando menos siempre que exista una diferencia entre una y otra, la identificación mediante la exhibición del DNI del titular de la mismu. a) Comunicar al emisor cualquier cambio en el negocio (traspaso, cesación del negocio). ,f) Aceptar que en los reembolsos que le efectria el emisor, le sean cargadas las comisiones 3. pactadas. - DenscHos Y oBLIGAcIoNES DEL EMISoR D¡nncnos: a) Fnnte al titshn 1." El cobro de la cuota periódica o canon por la utilización de la tarieta, y de la cuota de inscrip3.1. - 43 ción o renovación; 2.". Reembolsarse de las cantidades pagadas en nombre del titular por las notas de cargoi 3.". Reclamar intereses de demora y daños y perjuicios (en caso de uso abusivo o fraudulento); 4.". Rescisión unilateral, en cualquier momento, y sin previo aviso. De estos derechos, correlativos a las obligaciones que frente al emiso¡ corltrae el titular, destacaremos, por su problemática, la RESCISIÓN UNILATERAL, en virtud de cláusula contractual que suele incluirse en todos estos contratos (que por ser contratos-tipos o de adhesión, no puede ser cuestionada por el titular), y que considero abusiva. A tltulo de eiemplo, se transcribe literalmente la siguiente cláusula del Reglamento o condiciones de uso de un contratotipo: <El Banco-contrataflte, entendiendo que la concesión de las tarjetas constituye un acto de deferencia hacia los titulares, meramente graciable y plr prestades un servicio, podrá en cualquier momento, sin necesidad de justificar las causas, resolver el presente contrato, siendo también potestativo del Banco-contratilnte renovar o no las ta4etas a su vencimiento>. Otras cláusulas similares, incluidas en este tipo de coritratos, son del siguiente tenor literal <<LaTarleta X es propiedad de la entidad B y, por tanto, se res€rva el derecho de suspender o extinguir su validez cuando lo estime oportuno, debiendo el cliente devolver laTai:pta cuando la entidad B lo requiera; de igual forma, deberá entregada cuando desee cancelar la cuenta relacionada con la Tatleta mencionado; o bien, establecen: <Esta entidad se reserva la facwltad de cancelar la ta4eta durante eI plazn de vigencia de la misma, asl como la de no proceder a su renovación a su vencimiento, perdiendo el titular todos los derechos relativos a su uso. En el supuesto de cancelación de la taqeta por causas no imputables al titular, la entidad devolverá a éste la parte de la cuota anual proporcional al tiempo que medie hasta la ftnalizaciín del pedodo satisfecho. Además, la entidad se reserva la posibilidad de 44 poder dejar retenida la tarleta dentro del Cajero Automático, de donde se retirará por la propia entidad, pudiendo invalidarla o devolveda nuevamente a su titulaD. Se trata de una rescisión unilateral, sin previo aviso o comunicación a su titular, ad nutsm (sin causa), lo que comPorta vna total inseguridad para el usuario. Este supuesto no ha sido contemplado por la Recomendación de la Comisión. y ello a pesar de que dicho texto responde a la necesidad de paliar las prácticas abusivas y prePotentes de las entidades emisotas, buscando una mayor protección de los consumidores. Por otra parte, un supuesto tanclaro de rescisión sin causa, es contrario a nuestra legislación en materia de obligaciones y contratos, contenida básicamente en el Código Civil. También podrla cuestionarse su validez aplicando la Ley 26/84, de 79 de julio, de protección a los consumidores. b) Frerte al estabhcimiento.' 1.'. Cobrar la comisión o descuento, según lo pactado contractualmente, que se aplica sobre el saldo de las notas de cargo que el emisor le liquida; 2-" Rescisión, en las condiciones pactadas (normalmente suele convenirse una rescisión unilateral y potestativa, sin causa ni previo aviso, cuando el que quiere desistir del contrato es el emisor; y, por el contrario, suele exigirse un preaviso cuando el que opera la rescisión es el establecimiento). 3.2. _ OSTIGACIONES: a) Frente a los titulares. La recomendación de la Comisión establece las siguientes obligaciones: 1) no revelar el número o código de identificación personal, ni otros datos confidenciales, sino al propio titular; 2) obligación de remitir, iunto con la tarleta, las cláusulas contractualés por las que se rigen las relaciones entre emisor y titular (lo cual no siempre se cumple); 3) obligación de llevar un registro de operaciones; 4) obligación de facilitar un extracto de operaciones al titular, 45 cuando éste lo solicite; 5) responsabilidad frente al titular por las operaciones no ejecutadas, o ejecutadas erróneamente; 6) obligación de facilitar los medios para que el titular pueda notificar (de dla o de noche) la pérdida, ¡obo o falsificación de su tarjeta. Segin la Orden de 26 de junio de 1988, que regula la información que las entidades de depósito deben facilirar a sus clientes, deberán incluirse en los contratos los datos concernientes a intereses (interés efectivo anual), gastos y condiciones de su modificación. De igual modo, los arts. 3-3 y 3-4 del Anexo de la Recomendación de la Comisión exigen una transparencia informativa en lo referente a intereses y gastos, que por todos los conceptos deba abonar el titular de la tarjeta por su tenencia y uso. b) Frente cl estabhciniento: La obligación principal es la liquidacidtt de las notas de c Ígo, es decir, el emisor asume el l) pago de los bienes y servicios adquiridos por el ritular mediante la tarleta. <<Se obliga (...) a abonar, con el de scuento que haya concertado, cuantas facturas de gastos sean emitidas con el respaldo de la peculiar tarleta>> (Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid, de 11 de abril de 1987).2) Como obligaciones accesorias, podemos señalar: facilitar al establecimiento el material (facturas, terminales de veñta, etc...) necesario para rcalizar las operaciones. 46 ¿EL CONTRATO DE TARJETA DE CRÉDITO?: NATURALEZA JURÍDICA LaTa4eta tiene como base juddica una relación compleja y multipersonal. En realidad se conjugan, plra su existencia y eficacia, una serie de relaciones contractuales. Básicamente, podemos señalar las siguientes; a) La relaciót ntre el emisor 1 el titular, que es lo que se ha llamado también (contrato de tarjeta de crédito>; se sustenta documentalmente en la solicitsd de tarjetas de crédito (por la que el titular se adhiere a las normas de uso preestablecidas por el emisor). b) La relacióx eüre la ntidad emisora 1 qaines la admitex como medio de pago (los establecimientos vendedores). c) La relacidn ntre la ntidad emisora 1 el Banco o ntidad dc crédito. Todos estos contratos son atlpicos (no tienen una regulación ptopia), de carácter mercantil, consensuales (se perfeccionan por el mero consentimiento), bilaterales y onerosos. En cuanto a la solicitad de tarjeta de crddito, es un contrato de adhesión. Y presenta caractedsticas o elementos de otros contratos (arrendamiento de sercicios, comisión mercantil, apeftura de crédito, contrato de cuenta corriente mercantil, etc...). Al tratarse de un contrato atlpico y complejo (que incluye otras muchas relaciones), poddan aplicarse las normas de cada uno de estos contratos subyacentes, en lo que le sea de aplicación, cuando el conflicto revista las caractedsticas propias de los mismos (por ejemplo, si se incumple un pago pactado con una entidad de crédito, derivado del uso de una tarleta, se aplicaút la regulación de las cuentas de crédito; o si el conflicto afecta a los seguros concertados por los emisores de tarjetas, se aplicará obviamente la regulación en materia de Seguros). El contrato entre emisor y establecimiento vendedor, que normalmente también es de adhesión, puede asimilarse al contrato de mandato, y tiene elementos propios del contrato de comisión mercantil (ya que el emisor le carga un descuento o comisión al establecimiento vendedor), así como del contrato de aftanzamiento mercantil (por cuanto el emisor asume los pagos, aftanza al titular). Por último, la relación entre el emisor y el Banco o entidad de crédito, que quizás es la menos compleja, poddamos definida como un contrato bancario, atlpico, pero asimilable al contrato de cuenta cor¡iente o de cuenta de crédito. La característica básica es que el Banco actúa como intermediario. Se trata de contratos, todos ellos, de eiecución continuada. También se ha discutido doctrinalmente si se trata de contratos en favor de terceros, ya que en el caso de los contratos entre el emisor y el establecimiento vendedor, el interesado es claramente el titular de la tarleta. Además de las tres relaciones básicas ya mencionadas, subyacentes en una Ta4eta, puede existir un cnfltrato defranqaicia, entre el emisor y la sociedad propietaria de la marca de la tarleta. Más discutido e s todavla la natu;aleza jtlridica de la propia tarleta. Hay quien la asimila a un título-valor (>or ejemplo en la Sentencia de 22 de noviembre de 7976 del Tribunal Supremo), pero no se adecua bien a las caractedsticas del tltulo48 valot ya que no basta la posesión patl estar legitimado, y tampoco se cumple el requisito de la literalidad del derecho. Para Alrillaga, se trata de un tltulo directo (dado que reconoce el derecho a una persona determinada), nominativo y personalísimo, intransferible (no cabe cesión, endoso ni transferencia), y temporal (este último dato, no siempre es asl, puesto que existen tarjetas que no caducan). 49 PERFECCIÓN DEL CONTRATO a) Relación contractual ntre el emisorl el titrlar. Es diflcil, por la ausencia de legislación, y porque en la práctica las situaciones son muy variadas y complejas, establecer cuándo se perfecciona el contrato.. En parte, Porque es habitual, que como polltica comercial, las entidades emisoras envlen sin más, sus tarjetas, haciendo una' selección de potenciales clientes. En otras ocasiones, las entidades emisoras envlan los impresos y formularios con las condiciones de uso, lo que podría considerarse como una <<oferta unilaterab, no vinculante' a no ser que el destinatario de la misma devuelva rellenados y firmados dichos impresos (que en este caso se convierten en una solicitud). La ftrma de los impresos de solicitud implica la aceptación por parte del titular de las condiciones de uso que le impone el emisor. No obstante, se suele afumar que el contrato no nace hasta que se firma la tarleta. Y ello porque en los suPuestos en que el titular no ha solicitado la tarleta, y sin embargo, si la ha recibido, puede optar por devolveda, destruida, o bien aceptada, con lo que para su utilización deberá firmada. Este planteamiento teórico choca con el hecho de que la firma de la tarleta es un hecho no constatable por el emisor, quien no podni tener la seguridad de que el titular que ha recibido sin solicitar una tarieta la acepta, a no ser que éste la utilice. 51 Por ello, la Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid, de 11 de abril de 1987 señala que <el conrrato se perfecciona mediante la mera firma y uso de la tarleta de crédito>. Pero puede objetarse que no queda muy claro que sea preciso el uso de la taqeta, pues de la mera tenencia pueden derivarse obligaciones para el titular (por ejemplo el deber de custodia). El art. J del Anexo de la Recomendación considera que <<el contrato entre el emisor y el titular se considerará celebrado un vez que éste haya recibido el instrumento de pago y un ejemplar de las cláusulas por él aceptadasD. Es decir, se basa en la recEción del documnto, tras la solicitud. Y ello, porque en el propio Anexo se prohlbe, expresamente, el envlo de tarietas no solicitadas. Concluyendo, cuando no exista solicitud para entender que el titular ha aceptado las condiciones del contrato, será preciso que la utilice (ya que el acto de la firma, previo a la utilización no puede ser conocido por el emisor); en cambio, cuando exista solicitud por parte del titular, bastará la recepción y firma del documento (tarleta), para considerar perfeccionado el contrato. b) Relación cortractual entre el emisor 1 el atabhciniento uexdedor. (En los supuestos en que el vendedor no coincida con el emisor.) Normalmente, es el establecimiento vendedor quien se afilia a un sistema de pago, es decir, quien solicita al emisor dichos servicios. Evidentemente, se trata de un contrato de adhesión, con unas condiciones preestablecidas por el emisor en unos formularios tipo, que el establecimiento rellena con sus datos económicos. La perfección del contrato, tras la solicitud, se produce cuando el emisor comunica la aceptación. 52 RENOVACIÓN Y EXTINCIÓN Renovación Las tarietas suelen tener uria vahdez determinada (normalmente anual), que se indica claramente en el soporte plástico, caducando expirado dicho plazo. Y respecto a la posible renovación, que suele consistir en el envío de una nueva tarleta a su titular, es siempre potestatiua, dado que el emisor se reserva en las condiciones de uso o cláusulas a las que se adhiere eI titular al solicitar la tatleta,la posibilidad de proceder o no a la renovación (expresa paru eI emisor y tácit^ pan el titular). En cambio, los contratos entre el emisor y los establecimientos vendedores suelen ser indefinidos, por lo que no precisan renovación. Extinción La relación entre emisor y titular puede extinguirse: a) por eadreidad de la tarieta y su no renovación; y b) por rucisión (unilateral, sin previo aviso y sin causa, para el emisor, como ampliamente se ha comentado al ttatat de los efectos iurídicos). 53 Por otra pane, la relación entre el emisor y los estableci_ mientos vendedores, que es de carácter indefinido, es también rescindible, por las causas generales (incumplimiento), y asi_ mismo, como también se ha expuesto pr...J.rrt"-ente,'suele reservarse el emisor la posibilidad de rescindir el contrato, sin causa, mediante una simple notificación fehaciente. . 54 LA TARJETA DE CRÉDITO DE EMPRESA Es frecuente, hoy en dla, que las emPresas contraten el uso de tarjetas de crédito con las entidades emisoras, y que dichas tarjetas se adjudiquen a nombre de directivos o empleados de las empresas contratantes' Para que las utilicen como medio de p^go p^ra abonar los gastos derivados de la relación laboral o de la actividad empresarial. Es decir, que en este tipo de tarietas existen dos suietos diferenciados: la empresa (o contratante de la tatleta), y el usuario (que es un empleado o directivo de la emPresa contratante). La ta4eta va a nombre de la Persona física (empleado o directivo), y sin embargo todos los ga.stos derivados de su wtllizació¡ (canon anual, gastos de reembolso Por servicios o bienes adquiridos con la tarleta, intereses, etc...) son abonados por la peñiona iuddica o emPresa-contratante. Existe un titular básico (empresa) y titulares suplementarios, que pueden ser uno o varios (los usuarios de la tatjeta, empleados o directivos de la empresa). El problema esencial que suscita este tipo de tarieta con dos titulares (el titular aParente o usuario -empleado-; y el titular real, por cuenta de quien se utiliza la taqeta -emPresa-), es el de la responsabilidad por los pagos. 55 En estos supuestos las entidades emisoras de tarjetas de crédito suelen exigir una reEonsabilidad ¡olidaria de ambos titulares (empresa-empleado). Y ello porque, al no poder compro_ barse en cada caso concreto si el uso delatarletade crédito por el empleado o usuario es correcto, es decir, si realmente corresponde a gastos derivados de su actividad empres arial, o bien si se trata, por el contrario, de un g sto pirronal del empleado-usuario; por lo que de no pactarse dicha responsabilidad solidaria, la empresa-contr^tante podda n.g"rr. hacer" se cargo de dichos pagos. Existen muchas modalidades de este tipo de tarjetas, pudiéndose condicionar su uso según las necesidades de la empfesa. Centrándonos, po¡ su interés juddico, en el pacto de solidaridad, hay que mencionar que dicho pr.to poéd. ser declar:ado irefea2, según establece la Sentencia de 19-10-88 dictada por la Sala Segunda de la Audiencia Territorial de Madrid. Se basa dicha resolución judicial en la aplicación del numeral tercero del artlculo 10." de laLey 26/1994, de defensa del consumidor, que establece que se considerarán <cláusulas abu_ de manera. desproporcionada o no equitativa al consumidor o compoften una posición de desequilibrio entre los derechos y las obligaciones de las partes, en perjuicio de los consumidores o usuarios. por ello, declara nula dicha cláusula de solidaridad, al sufoner una <siruación de desequilibrio>, dado que los gastos se efectúan por el empleado por cuenta de tercero (la empresa), lo que implica que la responsabilidad de dichos actos rcalizados por el empleado como mandatario de la empresa tiene que recaer sobre la misma, según resulta de una aplicación estricta de lo dispuesto en el art. 285 del vigente código de comercio, al regular el mandato mercantil. Es decir, que dicha resolución judicial, al declarar ineftcaz el pacto de solidaridad, hace responsable directo y único de sivas> las que perfudiquen 56 dichos pagos, frente a la entidad emisora de las tarjetas de crédito, a la empresa contratante. Obviamente, la llamada cláusula de solidaridad que suele pactarse en este tipo de tarietas, por exigencias de las entidades imisoras, dado que se trata de un contrato de adhesión, puede, en la práctica, dar Iugar a todo tipo de situaciones abusivas, tanto Por parte del usuario (por eiemplo, usuario insolvente que se aprovecha e n beneficio propio de la tarleta, corriendo la empresa con los gastos que son personales), como Por Parte de la empresa (por eiemplo, eri caso de insolvencia de la misma). Seda necesario regular de una forma más clara y precisa las relaciones entre los diferentes titulares de este tipo de tarietas, se articula la posible responsabilidad, teniendo en cuenta que, como hemos mencionado, las cláusulas que suelen aplicarse, hoy por hoy, podrían ser declaradas ineficaces' por no ser equitativas, ni cumplir los requisitos establecidos en y cómo materia de derechos del consumidor. una mayor comPrensión del tema' en el Apéndice se reproducen los fundamentos iurídicos núms. 2 al 5, de la mencionada Sátencia de la Sala 2.". de la Audiencia Territorial de Madrid, de 19 de octubre de 1988. Nota del aúor: P¿ra 57 PROBLEMÁ,TICA JURÍDICA DE LA UTILIZ,ACIÓN DE LOS MEDIOS DE PAGO ELECTRÓNICOS (ELECTROMC 8.4\[üNG) El cambio tecnológico ha significado en los últimos años toda una revolución en el sistema bancario. La introducción del llamado (pago electrónico> ha sido posible gracias a la informática y a las telecomunicaciones. Pot pago electnínico, entendemos <<cualquier operación de pago efectuada con unata4eta de pista/s rnagnética/s o con un microprocesador incorporado, en un equipo terminal de pago electrónico (TPE) o terminal de punto de venta (TPV))I. (Definición legal, contenida en el art. 1 del tltulo II del Código eflmpt de bsena conducta ex materia de pago ehctrónico, de la Recomendación de las Comunidades Europeas de 8 de diciembre de 1987,87/598/CEE). Estos soportes técnicos (cajeros automáticos, o aüomated teller macbita, tarjetas inteligentes, terminales de puntos de venta, videotext, etc...), permiten una mayor velocidad en las transacciones dinerarias, y una gestión que posibilita ddr unos servicios masificados, inviables de no ser por la aplicación de las nuevas tecnologlas. La implantación de estos sistemas informáticos reguiere una uniformidad entre las diversas entidades bancarias, la creación de un denguaje común> mucho más simplificado, lo que presupone unas relaciones (interconexión) y convenios de 59 asistencia entre las mismas. Por otra parte, significa un cambio total en la documentación mercantil (y pot ende en la contabilidad). También implica unos contratos de asistencia técnica entre las entidades financieras y las empresas que comercializan estos productos informáticos. Por lo que respecta alas telecomunicaciones (imprescindibles para garantizar u¡ eficaz funcionamiento de estos nuevos sistemas de pago), se nos plantean cuestiones de derecho público, ya que normalmente en casi todos los palses las redes de telecomunicaciones son estatales. Asl, por ejemplo, en España estamos actualmente ante un reto tecnológico, ya que las deficiencias en el servicio de la red nacional de telecomunicaciones (Telefónica) poddan significar un retraso imporrante, teniendo en cuenta que próximamente (está en fase de estudio) será una realidad la interconexión europea de cajeros automáticos. Las Transferencias Electrónicas de Pago (T.E.F.) han sido defini- das por la UNCITRAL como <<transferencia de fondos en la que una o más de las operaciones del proceso, que antes se desarro- llaban sobre la base de técnicas documentales, se efectúan ahora mediante técnicas electrónicau (Guía Ju¡ldica de la UNCITRAL sobre transferencias electrónicas de fondos, período 1982-1987). La c^racterística más peculiar de las transferencias electrónicas es la supresión de la base documental. Adernás de una uniformidad informática, se requiere urra uniformidad jurídica (del significado de los datos). Entre los juristas se ha planteado la polémica acerca de Ia nataraleza juddica del pago electrónico. Nos encontramos con una realidad económica que desborda todos los esquemas juddicos actuales. De hecho, hay un vaclo no sólo doctrinal, sino también nomativo y legislativo, sobre el tema. A nivel comunitario europeo, además de la Recomendación sobre un código europeo de buena conducta en materia 60 de pago electrónico ya citada, y que no es vinculante, hay que resaltar que desde 1986 existe un proyecto, en fase Preparatoria, paralognt un (Programa comunitario relativo a las transferencias electrónicas de datos de uso comercial utilizando las redes de comunicacióD (TEDIS). Para tener una aptoximación de la importancia y magnitud de estas nuevas técnicas, señalaremos que, según un estudio del instituto británico Batelle, el número de caieros automáticos existentes en Europa supera los 56.000 (el 24o/0, aproxima- damente, del total mundial), lo que equivale a una media de 158 cajeros por millón de habitantes, en Europa. En España tenemos unos 233 cajeros por millón de habitantes, cifra bastante superior a la media europea, por encima de Francia, con 209, o Alemania, con tan sólo 84 cajeros por millón de habitantes. De los países euroPeos, destacan los palses escandinavos, donde existe una gran implantación; asl, por ejemplo, en Finlandia se estiman unos 431 caieros por millón de habitantes. En cuanto al número de operaciones, se estima que unas dos mil operaciones por caiero al mes es el mínimo Par^ que se considere rentable. En los palses escandinavos el promedio es de unas ocho mil operaciones por cajero al mes, mientras que en España nos hallamos entre las 1.800-2.000 operaciones por caiero al mes, siendo la operación más habitual la retirada de efectivo metálico. 61 LA PATOLOGÍA DE LAS TARJETAS: usos AI\TIJUnÍOTCOS, ABUSOS DE CRÉDITO. LA PROTECCIÓN PENAL DE LAS TARJETAS Planteamiento En la utilización de las tarletas, asl como de los cajeros automáticos bancarios, se dan disfunciones o anomallas que pueden ser debidas a errores (fallos mecánicos, errores involuntarios, tanto por parte del emisor como por parte del titular), o bien a prácticas de mala fe (intencionadas), ya sel por parte del titular de la tarjeta, como por parte de terceras o sin el consentimiento de aquéI. La desviación intencionada, con mala fe, en la utilización normal o contractual, el llamado uso abil$lo o patológico de las tarjetas, que presenta múltiples variantes, de diflcil estudio y clasificación, dado que de hecho cadz dla van surgiendo de la picaresca cotidiana nuevas formas de comisión, no siempre puede considerarse como una conducta encuadrable en el personas, con ilícito penal. De las nu€vas formas de pago que sustituyen al dinero en efectivo, el derecho penal español tan sólo contempla, de forma epeclfica, la protección al cheque sin fondos (art. 563 bis del Código Penal); y sin embargo, esta protección penal, que en la práctica sirve como coacción para lograr el cobro de 63 forma extrajudicial, no ha sido suficiente p^ta devolver al cheque su función, y existe cierta desconftanza por pafte de los comerciantes hacia este medio de pagg, que se evidencia con el hecho de su no aceptación genenlizada, sobre todo en pagos de pequeña cuantia, en los que es preferible perder una venta que asumir los costes del riesgo de su cobro. Sin embargo, se aceptan sin reservas por los comerciantes las tarjetas de crédito así como los cheques garantizados con tarjetas bancarias, que no tienen una protección penal especlfica. Ello se explica, porque en estos instrumentos de pago no es esencial para el comerciante la solvencia del titular de la tarleta. Al vendedor le basta con la solvencia de la entidad emisora. Por ello, con estos nuevos medios de pago, el perjudicado no es ya el comerciante o vendedor, sino la entidad bancaria o de crédito, que asume el pago. El Tribunal Supremo, en Sentencia de 22-17-'76, ha establecido básicamente tres formas de defraudaciín: a) lafakifcación de la tarjeta; b) el fzginierto o aparimcia de bienes; y c) el del crédito concedido. Conductas que quedan protegidas penalmente por la tipificación de los delitos de falsificación en documento me¡cantil (ar' 303 y 302-6." y 9." del Código Penal) y estafa (arts- 529-7.". y 528 del Código Penal). Sin embargo t gan parte de la doctrina e spañola (Romeo Casabona, Bacigalupo, Bajo Fernández), como extranjera (|eandidier, en Francia; Offermann, en Alemania), consideran que no pueden calificarse como estafa la conducta del titular que se excede del crédito concedido, por cuanto no se dan los requisitos o elementos básicos de este delito (engaño, perjuicio patrimonial y una relación de causalidad entre ambos elementos). Consideran estos autores, que se trata de un illcito civil o mercantil, de un riesgo que tiene que ser asumido por los comerciantes y especialmente por las entidades bancarias y crediticias, como contrapartida a Lrfla mayor captación de 64 clientela; ya que, de lo contrario, estadamos ante una posible prisión por deudas. Breve referencia a las formas comisivas más corrientes Para una mayol comprensión, a continuación, de forma esquemática y a título de ejemplo, expondremos la casuística o formas comisivas más corrientes, dentro del uso irregular de las tarjetas: 1. - 1.7. Uso ildebido por el propio titular de la tarjüa. - Ergaño al solicitar la tarjeta (aparimcia de binu). Supues- to que el Tribunal Supremo considera como delito de estafa (Sentencia de 22-77-76), aplicando los arrs. 529-7." y 528 del Código Penal. 1.2. - Faha de reembolso de las cantidad¿s debidas (abam de rédito): Puede ser de buena fe (extralimitación en el uso de la tarjeta) o con ánimo defraudatorio. El abaso de rédito (uso de la tarleta a pesar de haberse agotado el crédito concedido), ha sido considerado en diversas ocasiones por el Tribunal Supremo como un delito de estafa (<la ficción o apariencia ante comerciantes y vendedores de no haber agotado todavla el referido crédito hasta el límite máximo (...) ofrecen la particularidad de producirse y desarrollarse ante un sujeto mientras que el perjuicio patrimonial lo sufre otro, el Banco, el cual, en aras a la seguridad en el tráfico juddico y haciendo honor al crédito concedido, ha de satisfacer el importe de las facturas incluso por encima del límite fijado> --Sentencia de 22-71-1976); sin embargo, si no existe ánimo defraudatorio o mala fe, la extralimitación del crédito (que además a veces es tolerado por las propias entidades bancarias, ya que supone un grari negocio, puesto que aplican sobre estos descubiertos intereses que en ocasiones poddamos calificar de 65 leoninos), no es en ningún caso delito, y es un supuesto de reclamación civil. Hay supuestos de abuso de crédito que por su ánimo defraudatorio podrían considerarse claramente como una estafa, aunque hasta la fecha son pocos los casos que llegan hasta nuestros Tribunales. En algunos casos se ha planteado la existencia de un delito continaado, el uso de la tarieta, por el propio titular o por un tercero, en múltiples establecimientos' a sabiendas de la insolvencia. Respecto al abuso de crédito, con mala fe (a sabiendas), la doctrina penalista es contraria a su incriminación. Además de que oo encaja exactamente dentro del delito de estafa, hay lo ha denominado <estafa impropio, principalmente porque el que acept^ el pago (vendedor) no es engañado porel titular eri cuanto a su solvencia, ya que le basta con la solvencia de la entidad emisora, y le es indiferente que el titular se haya o no excedido del llmite concedido. Existe además una razan de polltica criminal, ya que extender el derecho penal supone frenar el crédito y el consumo, por lo que se considera innecesaria Ia penalización de estos hechos, que deben ser protegidos por las propias entidades bancarias o crediticias, quienes se benefician de la utilización masiva de este nuevo medio de pago, por lo que deben asumir los riesgos que puede comportar. 7.3. - Falsifcación o alteracitín de la tarjeta por su titular. Normal- quien mente, la falsificación se opera por terceras personas; no obstante , cabe que el titular de Ia tarleta altere alguno de los datos para conseguir un beneficio patrimonial (por eiemplo, Ia alteración de la fecha de caducidad, o del llmite del crédito); es un supuesto de delito de estafa, en relación con una falsificación en documento mercantil (la falsificación es el medio para cometer la estafa). Otros ejemplos de alteraciones fraudulentas de la tarieta son el hecho de inventarse un cliente ficticio, o alterar la tarleta para que no se carguen los adeudos. 66 Abuso del titular de la tajeta m los cajeros automáticos ha discutido si el hecho de obtener dinero rebasando el crédito concedido es o no delito (estafa, hurto, apropia1.4. - banearios. Se ción indebida). Y es difícil que dicho hecho encaje en alguno de estos tipos penales. En derecho francés, la Sentencia de 24-17-83 consideró que la retirada de un distribuidor automático de billetes (DBA) por el titular de una taqeta magnética de una suma que excede el saldo crediticio de su cuentabancaria <<se analiza en la inobsewancia de una obligación contractual y no entra en las previsiones de ningún texto represivoD. 2. - Uso indebido de la larjeta por terceras persnfias no titulares de la misma. 2. 1. - Dentro de las conductas a analizar en estos supuestos, tenemos en primer lugar la obtencidn de la tarjeta: robo, hurto, laallazgo de una tarleta extta-via'dl, compra de la tarjeta en el mercado negro (en estos casos su valor se determina en función del tiempo transcurrido entre su sustracción y la venta). Aunque el titular, cumpliendo con su obligación y parz- exonerarse de responsabilidad, lo comunique inmediatamente a la entidad bancaria para que proceda a anwlar la tarleta, cabe que ésta sea utilizada en algunos casos. (Por ejemplo, debido a la desconexión de los cajeros automáticos del ordenador central, por funcionar con el sistema of-line, que permite un mayor número de operaciones que el sistema on-line, pero pierde seguridad; o bien, en supuestos de compras de poca ctrantTa, err las que el comerciante no dispone de una terminal de venta que verifique y autorice la operación, y *iliza el sistema mecánico conocido popularmente como <bacaladeru). 2.2. - U¡o de la tarjeta por persona no titular de la misma, en cajeros En este supuesto, el caso más interesante es cuando el tercero consigue obtener el número personal de acceso al cajero (puede ser por error involuntario del titular; o automáticos bancarios. por coacción). Se ha discutido si se trata de un hurto (art. 514 67 del Código Penal) o de un robo con fuerza en las cosas (art. 504-4." del Código Penal), equiparando la clave secreta como si de una llave se tratara. También se plantea quién es el perjudicado (el titular o el Banco), puesto que no siempre el Banco asume el reintegro de las cantidades sustraldas. Evidentemente, hay supuestos comisivos que sí son claramente un robo (por ejemplo, cuando el tercero coacciona al titular y le obliga s c^r el dinero del caiero y entregárselo -el ^ tlpico atraco-). Los casos más curiosos son los supuestos de piraterla informática. Por ejemplo, en Francia se dio un supuesto de copias de una misma tarleta, que se utilizaro¡ en varios cajeros simultáneamente, plra que el ordenador central no detectase las diversas operaciones y las diera como válidas. En España, un supuesto reciente, de falsificación y creación de libretas que operaban en cajeros automáticos, ha sido el más espectacular de este tipo de fraudes informáticos. En estos dos delitos, el engaño fue posible por la intervención de empleados del mantenimiento de los cajeros automáticos o de las empresas suministradoras de los mismos. La wtilización de una tarleta hallada, realizada por tercera persona no titular en los cajeros automáticos bancarios, reviste las ca¡acterlsticas de una apropiación indebida (at- 535 del Código Penal). 2.3. - Uso de la tarjeta por tercera persnna, n establecimiento¡ comerciahs. Es el supuesto más corierite, y puede tipificarse como una falsificación documental (al falsificarse la firma de la factwra de venta), y como una estafa. Y reviste una peculiar caractedstica, por tratarse de <estafas triangulareu (porque el perjudicado no es el comerciante, sino el Banco). Puede existir negligencia por parte del comerciante, que no compmeba la identidad entre el titular de la tatleta y el cliente que rcaliza la comPfa. 2.4. - Falsifcaciór o alteración de la tarjeta -y su 68 uso por tercerar percnnar. Pot ejemplo, la falsificación de datos de identificación (nombre y apellidos) del titular legítimo; o falsificación de su firma; de la fecha de caducidad, o incluso del límite de crédito. Todos estos supuestos revisten laforma de una estafay una falsificación en documento mercantil, lo que por la doctrina y jurisprudencia se califica como corlcurso real de delitos, ya que la falsedad es el medio para cometer la estafa. En la utilización de una tarleta de crédito falsificada en varios establecimientos por la misma persona, concurren los elementos pata apreciar la figura del delito continuado o delito de masa, dado que existe el mismo modus operandi, el mismo propósito crimimoso, con homogeneidad de la ley violada (Sentencia de 2l-4-1979 del Tribunal Supremo). Necesidad de adecuar la tipificación penal a las nuevas formas comisivas. El delito de fraude informático Algunas de las hipótesis planteadas suponen un perjuicio patrimonial conseguido de una forma atipica, no contemplada en la legislación penal, consistentes en Ia altención de los datos informáticos que permiten operar con estos nuevos mecanismos de pago. (Como, por ejemplo, la altetación de los datos de la banda magnética de la tarjeta.) Recientemente se está introduciendo en el derecho penal comparado alguno de estos supuestos; por ejemplo, en Alemanis, donde la <<Zweite Gese¿ Zur Bekámpfung der \üTirtsehaftzkriminalitdt>>, de 15-5-1986, introdujo el delito de fraade o estafa inforrzática, que establece penas de hasta cinco años al que <lesiona el patrimonio de otro interfiriendo en el resultado de un tratamiento de datos, mediante una estructuración incorrect^ del programa, la utilización incorrecta o incompleta de datos, la wtilización de datos sin autorización, o la intervención de cualquier modo no attorizado en el proceso>. 69 En España, Romeo Casabona, cuando a¡aliza las formas comisivas con tarjetas de crédito en cajeros bancarios automáti- cos, propone la introducción de estos nuevos delitos en el derecho penal español, relacionándolos de forma subsidiaria con el delito de hurto. tecnológico, y la búsqueda de Aunque el creciente ^vaflce (como por ejemplo, las tarjetas más son, fórmulas seguras inteligentes), intentan paliar los riesgos que Presentalattllización masiva de estos medios de pago, como sea que muchas de estas conductas irregulares difícilmente encajan en los delitos patrimoniales previstos en nuestro Código Penal, es evidente que deberían adoptarse las medidas legislativas oPortunas para lograr una mayor protección y seguridad en el tráfico juddico. 70 REPERCUSIONES FISCALES DEL USO DE LA TARJETA COMO MEDIO DE PAGO Y EL DERECHO A LA INTIMIDAD La utilización de tarjetas como medio de pago implica que las transacciones queden registradas (en el establecimiento vendedor, en la cuenta corriente del titular donde se han domiciliado los pagos de la taqeta, en la contabilidad o extractos que mensualmente confeccionan las entidades emisoras); por ello, es una pista <fácib de seguir para el fisco. El Tribunal Económico Administrativo Central (TEAC), en Resolución de 27 de octubre de 1987, consideró que la inspección de Hacienda podia requerir el censo de titulares de una determinada taqeta de crédito, en base a los arts. 77 y 140, letra d), de la Ley General Tributaria. Se ha planteado en este tema, al igual que en otros tanros, la cuestión de dónde se halla el llmite entre la fiscalización del Estado y el derecho a la intimidad, reconocido en el art. 18 de la Constitución Española, y desarrollado en la Ley Orgánica 7/82, de 5 de mayo, de protección al derecho al honor, intimidad personal y familiar, y a Ia propia imagen. La Dirección General de la Inspección Financiera y Tributaria se ha pronunciado de forma expresa en contestación de fecha 25 de febrero de 1988, y considera respecto alas tarletas de crédito y la obligación de efectuar las declaraciones anuales 71 de operaciones, que no se vulnera el derecho a la intimidad, por cuanto la relación anual que las entidades emisoras están obligadas a presentar no presenta el importe total de los pagos efectuados por un titular. Para poder acceder a los datos detallados de una determinada tatleta de crédito, individualizada y correspondiente a un titular concreto, entiende la Inspección que tiene que existir un fundamento, debe estar iustificadala necesidad de obtener dichos datos (que se da, por ejemplo, cuafldo existe una inspección que afecte a dicho contribuyente), pues de lo contrario sl afectaría al derecho a la intimidad, exigir sin causa dicha información. Estos requerimientos de información tendían que estar autorizados por el Director General o Delegado de Hacienda, según lo dispuesto en el art. 37,6 del Reglamento de Inspección Tributaria (RIGT), en relación con el art. 1.11-5 de la Ley General Tributaria y arts. 2,7 y I de la Ley Orgánica l/82, de 5 de mayo, ya citada anteriormente. 72 ¿EXISTE RESPONSABILIDAD DEL TITULAR DE LA TARJETA, CUANDO EL EMISOR ES INSOLVENTE? Esta es una curiosa hipótesis que se planteó ante los Tribunales británicos e n el año 1982, a raiz de la insolvencia y posterior liquidación de la compafla <<Change Card Sewices, Ltd.>, la caalhabla comercializado una tarleta como medio de pago en garages y talleres mecánicos. Jurídicamente es un tema interesante y polémico, ya que el problema principal está, sin duda, en determinar si el pago con taryeta de crédito es: a) un pago con efecto liberatorio (como ocuffe cuando el pago se efectúa con dinero), o b) si por el contrario se trata de un pago condicionado, <salvo buen fin>> (como se da, por ejemplo, en los pago mediante cheques y letras de cambio). De la conclusión que lleguemos con esta premisa se desprenderá quién responderá ante el comerciante (la compañía emisora, o el consumidor que efectuó Ia compra). Pues bien, tal y como claramente estableció el tribunal británico, en el supuesto antes mencionado, y entendemos que es una solución igualmente válida en relación con nuestro derecho positivo, el pago efectuado con una tarleta de crédito tiene efeaw liberatorios, es un pago eñcaz y absoluto, respecto al consumidor. 73 Es decir, que el comerciante, tan sólo podrá dirigirse a la compañía, banco o entidad emisora que gestiona las tarietas. Y ello porque el comerciante que acept^ el pago con tarjeta no concede ningún crédito al consumidor, en realidad el crédito lo otorga el comerciante a quien asume los pagos (el banco o entidad emisora), con el descuento concertado. Al comerciante le basta con la solvencia de la compañía emisora; y de ahl se deriva lógicamente la gran aceptación de este medio de pago, frente al desprestigio creciente en la realidad cotidiana de otros medios de pago, en los que el riesgo derivado de la solvencia del consumidor lo asume directamente el comerciante. Concluyendo, el pago con taiet^ tiene efectos liberatorios respcto al consumidor y frente al comerciante, que debe dirigirse, en todo caso, contra la entidad emisora. El riesgo sobre la posible insolvencia del titular o usuario lo asume la entidad emisora. Y respecto al supuesto planteado, es decir, en caso de insolvencia de la compañla emisora de las tarjetas, el comerciante no puede dirigir su reclamación contra los usuarios de tales tarietas. 74 PERSPECTIVAS DE FUTURO: LA TARJETA INTELIGENTE Hasta ahora hemos analizzdo el funcionamiento de las tarjetas que actualmente están en el mercado, y que todos cofrocemos, las llamadas <tarietas de banda magnéticu. Pero ya es una realidad la creación de lo que poddamos calificar como segunda generación de tarjetas, o tajetar inteligenter, conocidas también por smart cards, en inglés, o carles d mámoire, en francés. El creciente desarrollo tecnológico, la demanda de nuevos servicios (especialmente servicios bancarios), asl como la necesidad de paliar la inseguridad que puede derivarse de la utiliza- ción masiva en Ia actividad económica del llamado dinero electrónico en supuestos tales como las sustracciones de fondos con tarietas robadas, u otro tipo de fraudes, han desembocado en que la industria de este sector, buscando cada vez una mayor seguridad, se encamine hacia la producción masiva de ufr nuevo tipo de tarletas, mucho más sofisticadas. Se trata de tarjetas que inco¡poran un microprocesador, lo que permite acumular en una sola tarjeta variados servicios, por ejemplo, además de las funciones clásicas, sirven para hablar por teléfono, pudiendo operar con códigos secretos, I) pueden utilizarse como agenda, con memorización de datos, pueden facilitar el llevar una contabilidad, etc... El primer antecedente comercializable de este tipo de tarietas se presentó er m rzo de 1979, por una empresa francesa: se trata de la <Tarjeta Bull-CP8>. Su proyecto inicial incor- poraba dos chips o pastillas microelectrónicas, una para la memoria y la otra para eI microprocesador. Posteriormente, esta <Tarjeta Bull-CP8> ha ido evolucionando y básicamente se ftata de un circuito formado por un microcomputador autoprogramable, con tres tipos de memoria (RAM o de capacidad reducida pafa operaciones concretas; ROM o memoria permanente grabada por el fabricante, de sólo lectura que sirve para efectuar las operaciones de identificación, y que es el soporte <inteligente> de la tarleta, con algoritmos o secuencias de pasos que posibilitan su funcionamiento; y EPROM, o memoria permanente, de una sola lectura y progr^m^ble, con varias zonas diferenciadas, cada una de ellas con un grado de protección diverso, que sirve para acumular todos los datos que se derivan de su utilización). Por otra parte, en Estados Unidos, desde 1986, se está experimentando parallegar a la comercialización masiva de las tarjetas inteligentesr ] su pronta implantación en el sector bancario norteamericano es una realidad no muy lejana. En esta fase actual de estudio, que poddamos calificar como experimental, existen varios tipos de tarietas inteligentes, algunas de ellas son un modelo mixto de tarleta inteligente y tarleta con banda magnética, otras incorporan un pequeño microprocesador, y por bajo coste serán posiblemente las que más fácilmente van a comercializarse, y por último las más sofisticadas, de un coste mayor, llevan incorporada una pantalla de cristal líquido y son alimentadas por fotocélulas. Algunas'de las funciones que pueden cumplir estas tarjetas las hacen idóneas para incorporar datos de uso personal, por ejemplo, para llevar el historial clínico de su propietario. 76 Así, por ejemplo, próximamente sF empezará a comerciali- zar rona tarleta de salud, que permitirá a cualquier médico, mediante una simple llamada telefónica, acceder al historial clínico del paciente. Las tarjetas de salud no sorl nuevas en el mercado; de hecho, las primeras de ellas datan de los años 70, aunque ofreclan limitaciones, al incorporar un sistema de microfilme que no estaba universalizado, y precisaba del sistema de lectura correspondiente. Otro intento fue una taqeta que incorporaba un microchip, con 8, 6 o 72 bits. El último sistema en estudio es La tarleta <lásen>, que también presenta algunos inconvenientes de lectura y de almacenamiento y renovación de datos. Otras de las funciones que posibilitan las tarjetas inteligentes pueden realizarse con las tar"letas de banda magnética (por ejemplo, el acceso a cajeros automáticos, o el acceso mecaniz.ado para abrir puertas de edificios, garajes, habitaciones de hotel, etc...)i pero la principal innovación de las tarletas inteligentes está en su mayor seguridad, dada su mayor sofisticación tecnológica, que permitirá que el propietario de las mismas pueda ser identificado en base a datos físicos que pueden programarse en su memoria, tales como huellas dactilares, o la presión que se ejerce al ftrmar con un bollgrafo, o cualesquiera otros que permitan una más exacta identificación del legltimo propietario de las mismas con mayor fiabilidad. La introducción en el mercado de este tipo de tarjetas puede significar de hecho todo un ¡evulsivo en la práctica de las transacciones económicas, especialmente en el sector financiero, puesto que básicamente se han diseñado para h sustituyendo paulatinamente al dinero, lo que significará un crecimiento espectacular de lo que se ha venido en denominar <<Banca electrónica> (elatroüc barking). Hay que resaltar que no estamos hablando de cienciaficción, es ya una realidad que se va introduciendo en la vida 77 cotidiana. Algunas de las aplicaciones prácticas de este tipo de taqetas ya están en funcionamiento, bien para acceder a edificios con avanzados sistemas de seguridad, o bien, por citar un ejemplo, lallamadaTélécarte, en Francia, que se utlliza tanto en los teléfonos públicos como más recientemente en las autopistas, siendo posible el pago de las mismas mediante la lectura de una tarleta electrónica, sin que los vehículos tengan que pararse en el correspondiente peaje. En resumen, las llamadas darietas inteligentesD, que en un futuro próximo sustituirán a las actwales tarjetas de banda magnética, se caracterizan básicamente por incluir una o dos pastillas microelectrónicas, o eltips, y ser un verdadero microprocesador que contiene un pequeño banco de datos sobre la identidad de su titular, asl como sobre las operaciones rcalizadas, lo que comporta una m yor seguridad en el tráfico económico, ya que, según sus creadores, no será posible, con este tipo de tarleta, realizar algunos de los más corrientes fraudes que en la actualidad se efectúan medianre la ureilización de las actuale s tarjetas de crédito de banda rnagnética, tales como su alteración, su falsificación o, incluso, será posible evitar los abusos cometidos por el propio titular, consistentes en extralimitarse del crédito concedido. 78 APENDICE JURISPRUDENCIA Sentencia del Tribunal Supremo, de 22 de noviembte de 1976 <CoNSlo¡nANDo: Que la denominada ta4eta de crédito bancaria supone la concesión, Por parte de un Banco, a un particular, de un préstamo de numerario, con la particularidad de que no se fija exactamente la cantidad prestada, sino un límite máximo que no puede sobrepasar el prestatario, sin que las sumas en cuestión sean entregadas directamente al referido prestatario, comprometiéndose simplemente el Banco a satisfacer, a los vendedores, el importe de las adquisiciones mobiliarias que realice el titular de la tarieta y que no exceda del tope o llmite señalado, debiendo reembolsar, más tarde, el prestatario, al Banco, las cantidades satisfechas por cuenta de aquéI, más los intereses o prestaciones complementarios convenidos, rcalizando el titular las adquisiciones mentadas mediante la presentación de la taqeta y la suscripción o aceptación de las oportunas facturas, cuyo importe perciben los vendedores Presentándolas al Banco expedidor de la tarieta. Su naturaleza jurldica es semejante a la de los títulos valores, pues en ella concurre la nota de inco¡poración del derecho a un título, pero ni la literalidad es absoluta desde el momento en que no todo lo convenido entre Banco y titular se refleja en la tarleta, ni el principio de autonomía o independencia entre el tltulo y el 81 negocio subyacente resplaridece con toda nitidez, siendo además, dichas tarjetas, personallsimas e intransferibles, estando proscrita la transmisión a terceros de las mismas y de los derechos que representan. Y cuando instaurada, en el mercado crediticio, una nueva forma, por lo general el ingenio de los que gustan hallarse al margen de la ley, encuentra en ella fuente y posibilidad de aplicación delictiva, de la taqeta de crédito surgen o pueden surgir hasta tres modos diferentes de defraudación, a saber: a) la falsifrcación de la ta4eta, bien simulándola enteramente de modo que se induzca a error sobre su autenticidad, bien introduciendo, en tar-leta verdade- ra, alteraciones que modifiquen su texto, ampliando asl el llmite máximo del crédito concedido o sustituyendo el nombre y apellidos del titular legltimo por los del agente falsario, defraudando con ello bien al Banco, bien a los comerciantes que entregan mercadedas, objetos o efectos fiados en la autenticidad de la tarleta y en la conftanza que en ellos despierta la entidad bancaria de que se trate -arts. 303, 302, núms. 6." y 9.", 529, n3m. 7.", y 528 del Código Penal-; á) el fingimiento o apariencia de bienes, empresa o cualidad, con el fin de obtener la tarleta, la que es concedida por el Banco creyendo y confiando en la veracidad de los datos facilitados mendazmente por el futuro titular de la misma, el cual más tarde efechia las compras correspondientes y no reembolsa su importe al Banco, arts. 629, núm. 1.o, y 528 del Código Penal, y c) el agotamiento del crédito concedido y, aprovechando que no se reflejan en la tarleta las operaciones realizadas, la ficción o apariencia ante los comerciantes y vendedores, de no haber agotado todavla el referido crédito hasta el llmite máximo, en cuyo caso la falaciz o mendacidad engendradoras del engaño ofrecen la particularidad de producirse y desarrollarse ante un sujeto mientras que el perjuicio patrimonial lo sufre otro, el Banco, el cual, en ^ras de seguridad del tráfico juddico, y haciendo honor al crédito concedido, ha de satisfacer el importe de las facturas incluso 82 por encima del llmite máximo fiiado -arts. 529, núm. 1.", "crédito", y 528 del Código Penal-, habiendo sido estudiada esta última hipótesis delictiva por la Sentencia de este Tribunal de 19 de abril de 1,976. entre otras.> Sentencia de la Audiencia Ptovincial de Madri4 de 11 de abril de 1987 <En el contrato de crédito mediante tarjetas de uso personal, la relación juddica que se genera es plurimembre y compleja a) de una parte, un institutor, generador o empresario, se obliga con los expendedores, establecimientos o arrendatarios de servicios, a abonar, con el descuento que haya concertado, cuantas facturas de gastos sean emitidas con el respaldo de la peculiar tarleta de crédito que el institutor emite ; b) al propio tiempo, el institutor concierta con establecimientos bancarios, mediante el premio que se corivenga, Para que éstos ofrezcan sus tarietas de crédito a los clientes solventes (también puede ofrecer directamente sus tarjetas a los particulares resPecto a los que el institutor haya investigado la solvencia); r) el establecimiento bancario remite a los clientes que estima solventes sus respectivas tarietas, cofl esPecificación de los llmites de solvencia que reconoce, y d) a la recepción u ofeta de la ta4eta, el cliente puede destruida, fumarla y no usada o usada (sólo en este último caso nacen sus derechos frente al institutor y sus obligaciones frente al banquero).> Sentencia de la Audiencia Ptovincial de Madrid, de 5 de rrr^tzo de 1985 <Las tarjetas crediticias que expenden a sus clientes, los entes dedicados al ttáftco mercantil, como uno de los medios 83 para incremeritar las ventas, haciendo más aceptable la oferta de sus mercancías, carecen de una legislación especlfica en nuestro ámbito juddico, viniendo a representar un pago aplazado de lo vendido, con base a la buena fe que se otorga al cliente deudor, en la esperanza de que en su dla se atienda el pago de lo que se adquirió mediante esta relación crediticia, que suele ser de breve plazo, ! eue, indudablemente, concede beneficios a los compradores al disfrutar y poseer así los objetos que necesitan, sin necesidad del desembolso inicial de su valor económico o precio.> Sentencia de la Sala Segunda de la Audiencia Territorial de Madrid, de fecha 19 de octubre de 1988 FuNoaupuros JURÍDrcos SEGUNDo. - Ambas parres litigantes, A.E. de E.S.A., y don E.M.M., han admitido y reconocido los hechos en los que tiene su origen fundamento la pretensión esto es, a) contratación de la llamada tarleta suplementaria de empresa entre la actora y la S.I. de M.M.S.A. -IBEMO-, por la que ésta asumió y permitió que el demandado, a su servicio como Delegado, wtilizara la tarleta en sus pagos relacionados con la empresa en la que estaba empleado, cargándose en la cuenta abierta por dicha sociedad en el B. de B., en B., las órdenes de pago presentadas por A.E., la que enviaba, únicamente, a la citada IBEMO los corres¡rondientes saldos y noras de adeudo; &) conformidad con la realidad del débito y con su montante, 934.429 pesetas, correspondiente a factu¡as por compras y servicios comprensivos de pasajes de avión y cambios de moneda durante los meses de enero y febrero de 1986; c) la 84 la tarleta' solicitó el22 de rto de 1986 el estado de suspensión de Pagos ante el empresa IBEMO, titular básico de ^ dos de los de B., en el Juzgado de Primera Instancia número que se sigue el expediente 3.791/86. TpncBRo. - Las tarjetas de crédito, como medio moderno de pago no previsto en los Códigos Civil y de Comercio ni en su denominación, natwraleza y efectos' ni en la regulación, por lo tanto, del contrato atlpico por el que se conviene su emisión y uso, más permitido en virtud de la libertad de pactos que se contiene en el artlculo 7.255 de dicho Código Civil, en su semejanza con el pago de las obligaciones Por tercero -arts' 1.158 y 1.159 del Código Civil- y con la novación de las obligaciones por subrogación del deudor -arts. 7.203-2'", L.270-2.'y 7.212 del Código Civil- establece, como asimismo se conviene, la obligación del usuario de la tarleta de reembolsar con sus intereses las cantidades anticipadas por la entidad emisora por cuenta y beneficio de aquéI, tras la comunicación del saldo correspondiente y comisión de reclamación sobre tal estado de cuentas. llamadas condiciones tíPicas que en las tarjetas A.E. regula los derechos y obligaciones de los titulares de las tarietas y de la sociedad emisora, sin insertar en las solicitudes, se consignan y se deia constancia pública de ellas, como condiciones contractuales a las que se adhiere el solicitante al suscribir el impreso de solicitud, er acta de 2 de iunio de 1978, attorizada por el notario de M. don J. A. G. S-, en cuya condición decimoctava se establece la responsabilidad solidaria entre el titular básico o principal y los titulares suplementarios y, no obstante la claridad de dicha cláusula inserta en un contrato de adhesión, debe interpretarse el total contexto del contrato conforme a las pautas de los atts- 7-287 y siguientes del Código Civil, en su relación con los atts- 3,4,6 y Cu¡nto. -Las 85 7 del mismo Código, por los que ha de prevalecer la intención de los contratantes, aun cuando las palabras parecieren contra- rias, ha de atenderse al sentido más adecuado para que el contrato produzca efecto y, primordialmente, han de tenerse en cuenta los conceptos de buena fe, equidad y abuso de derecho, aplicando analóg¡camente los arts. 3, 1c, 3.3 del Estatuto de los Tnbaladorcs de 10 de matzn de 1980, Ley 8/80, pór los que no pueden establecerse condiciones en pe{uicio del trabajador, pues, partiendo, como asl se ha acreditado, que los gastos satisfechos por la entidad emisora de la tarleta, cuyo pago ahora se reclama, fueron derivados de una relación laboral o profesional, en único y exclusivo beneficio de la empresa a la que el titular de la tarjeta suplementaria prestaba sus servicios, no puede imponerse a éste, a pesar de la cláusula de responsabilidad solidaria, el abono de los gasros por servicios que, si bien fueron prestados al demandado, se ocasionaron por cuenta, riesgo y provecho de la sociedad, principal titular de la ta4eta, a cuyo servicio se encontraba el demandado, recibiendo tal empresa los saldos o notas de adeudos y satisfacla sus importes la cuenta bancaria,propia de la empresa, deducción que, igualmente, se obtiene áe lo dispuesto en los arts. 285 y concordantes del Código de Comercio. QurNro. - Del mismo modo, como correctamente es raz-onado en la sentencia de instancia, es de plena aplicación al supuesto que se estudia lo establecido en el numeral tercero del art. 10 de la Ley 26/1984, de 79 de julio, de defensa del consumidor, al suponer la referida cláusula de solidaridad una situación de desequilibrio en perjuicio, desproporcionado y no equitativo, con respecto al consumidor que implica y produce su nulidad e ineftcacia, debiéndose por todo lo anteriormente expuesto, en concordancia y adicción con lo argumentado en la sentencia recurrida, confirmar lntegramente ésta. 86 DERECHO COMUNITARIO Recomendación de la Comisión de las Comunidades Eutopeas de 8 de diciembte de 1987, sobre un Código europeo de buena conducta en materia de pago electrónico. (Relaciones entre organismos financietos, comerciantes-ptestadores de servicios y consumidotes.) (87/598iCEE) LA COMISIÓN DE LAS COMUNIDADES EUROPEAS Visto el Tratado constitutivo de la Comunidad Económica Europea, y en Particular el segundo guión de su artícu- lo 155, Considerando que en eI Libro Blanco patalaplenarcaliz'a- ción del mercado interior, la Comisión se comPrometió a formular proPuestas para adaptar a las dimensiones de este mercado las innovaciones y las legislaciones relativas a las nuevas formas de Pago; Considerando que la Comisión dirigió al Conseio, el 12 de enero de 1987, una Comunicación con el tltulo: <<Una baza para Europa: las nuevas tarjetas de pago>; Considerando que, Puesto que el desarrollo tecnológico guarda una estrecha relación con la unificación del mercado 87 interior, el pago electrónico debería cont¡ibuir a la úpida modernización de los servicios bancarios, del comercio y de las industrias de telecomunicaciones y de información; Considerando que los consumidores tienen derecho a espe_ rar ventajas concretas de este proceso; Considerando que la acción comunitaria debe hacer posi_ ble además la consecución de un gran mercado; Considerando que el desarrollo de los nuevos medios de pago se inscribe en la perspectiva de la integración financiera y monetaria de la Comunidad y en el de la ampli{icación de la Europa de los ciudadanos; Considerando que la libre circulación de mercancías y capitales sólo llegará a ser plenamente efic^z si se dispone del apoyo tecnológico de los nuevos medios de pago; Considerando que éstos deben ponerse a disposición de los intedocutores económicos en condiciones comparables en todos los Estados miembros y de que existen otras alternativas; Considerando que es necesario aictuar en común para con_ seguir norrnas y modalidades de utilización qo. p.rmit"rr, .., interés de los usuarios, la compatibilidad y complementariedad de los sistemas de pagO; Considerando que conviene formular algunos principios generales de comportamiento leal en las relacion.r.rtr. -g"_ nismos financieros (Bancos y establecimientos de crédió), comerciantes o prestadores de servicios y consumidores titula¡es de ta4etas; Considerando que tal formulación favorecerá la aplicación rápida y eftcaz de las nuevas tecnologlas; Considerando que el desarrollo heterogéneo y no coordi_ nado de estas tecnologlas no debeda reducir las posibilidades que ofrecen de conseguir la deseada compatibilidad de los sistemas de pago electrónicos europeos; Considerando que debe lograrse la compatibilidad de las ta4etas y la interconexión de las redes europeas para hacet 88 posible el acceso mutuo de los sistemas y la uniformidad de las principales norrnas sobre la utilización; Considerando que, aunque los Bancos y demás organismos financieros interesados son los que han de decidir si se van a hacer compatibles los sistemas, la Comisión tiene la responsabilidad de garantizar que los progresos realizados en esta vía no serán un obstáculo pan la libre competencia del mercado europeo; Considerando que es evidente que tratar de definir, a nivel comunitario, de una manera rlgida y detallada, el funcionamiento de sistemas que se encuentran en plena evolución, podda conducir al establecimiento de normas rápidamente superadas que, incluso,frenarian el desarrollo electrónico; que esto no prejuzga en nada la oportunidad de determinar los principios esenciales de la protección de los consumidores en la mateÁa; Considerando, sin embargo, que es conveniente que la Comisión procure, en la fase actual, que todos los cambios en Ia materia tengan lugar dentro del respeto de las normas del Tratado y $ate de establecer y promover un consenso sobre la evolución de estos sistemas en el interés euroPeo; Considerando, en efecto, que, si estas tecnologlas no se desarollan a, gr^n escala en todos los Estados miembros, no se podrán delimitar con precisión todos los problemas especlficos que pueden surgir, sobre todo en la etapa final de las redes y de utilización de los nuevos medios de pago; Considerando, por todo ello, que un enfoque (estimulanteD como un código de buena conducta flexible debe facilitar la adaptación a la evolución de estas nuevas tecnologías, RECoMIENDA: A todos los intedocutores económicos implicados que se atengan a las disposiciones del <Código europeo de buena 89 conducta en materia de pago electrónico> que a continuación se describen: Código erropeo de buena conducta en materia de pago elecüónico I. - FINALIDAD 1. En el Código se resumen las condiciones que deben reunirse para que las nuevas formas de pago electrónico se desarrollen de manera que sean beneficiosas para todos los intedocutores económicos y puedan ofrecer: o o seguridad y comodidad a los consumidores, más productividad y seguridad a prestadores y emisores, o un mercado importante L la industria europea. 2. Todos los que apliquen o utilicen los sistemas de tarleta de pago tendrlan que resperar los principios de lealtad expuestos en el Código. 3. La evolución tecnológica tendrla que responder a una concepción europea de los medios de pago electrónico con una interoperabilidad lo más general posible para evitar la compartimentación de los sistemas y, por consiguiente, del mercado. 90 II. _ A LOS EFECTOS DEL PRESENTE CÓDIGO SE ENTENDERÁ: 1. Por <pago electrónico>: cualquier operación de pago efectuada con una tarleta de pista/s magnética/s o con url microprocesador incorporado, en un equipo terminal de pago electrónico (ree) o terminal de punto de venta (TPV). Quedan excluidas de este Código: - Las tarjetas privadas que no correspondan a la definición de pago electrónico anteriormente exPuesta; Las tarletas con fines distintos del pago directo o apla- zado; Los pagos con cheque gatantizados con una tatletabancuia; Los pagos con tarleta por procedimientos mecánicos (notas de cargo). 2. Por <emison: cualquier establecimiento de crédito u organización de tarjetas que expidan tarletas de pago de uso electrónico, cualquier emPresa de producción o de servicios que expidan también tarjetas de este tipo. 3. Por (grestaciones>r: las empresas de comercio o servicios. 4. 5. Por <consumidoreu: los titulares de tarietas; Por <interoperabilidad>: situación en la cual las tarietas emitidas en un Estado miembro y/o pertenecientes a un determinado sistema de tarietas puedan utilizarse en otros Estados miembros y/o en las redes de otro sistema; esto presupone una compatibilidad tecnológica de las tarietas y lectores utilizados en los distintos sistemas, asl como una de los mismos mediante acuerdos basados en el prin^pertlta cipio de reciprocidad. 91 III. _ PRINCIPIoS 1. GENERALES Contratos a) Los contratos celebrados entre los emisores o su representante y los prestadores o los consumidores revesti- rán la forma escrita y deberán ser objeto de una petición previa. Definirán con precisión las condiciones generales y específicas del acuerdo. b) Se redactarán en la/s lengaa/s oficial/es del Estado miembro en que se haya celebrado. c) Cualquier tarifación del baremo de cargas se fijarát con transparencia, teniendo en cuenta las cargas y riesgos reales, y no supondrá ningún obstáculo a la libre competencia. d) Todas las condiciones, siempre que sean conformes a la ley, serán libremente negociables y se establecerán claramente en el contrato. e) Las condiciones especlficas de rescisión del contrato y comunicarán a las partes antes de la celebra- se precisarán ción del contrato. 2. Interopembilidad La interoperabilidad deberá ser en una fecha determinada (1), total y universal, por lo menos en la Comunidad, para (1) Fecha de la plena rcalización del mercado diciembre de 1992. 92\ interior, es decir, el 31 de que el prestador de servicios y el consumidor puedan afiliarse a la/s red/es o emisor/es que elijan, pudiendo cada terminal tratar todas las tarjetas. 3. Equipo a) Los terminales de pago electrónico registtarán, controIatán y transmitirán el pago y podrán integrarse en un terminal de punto de venta. b) Si el prestador asl lo desea, podrá tener la posibilidad de dotarse de un único terminal polivalente. c) El prestador tendrá la posibilidad de elegir libremente su terminal de punto de venta, de alquilado o comprado, con la única condición de que esté ürtorizado para satisfacer las exigencias del sistema de pago en coniunto y Para incorporarse al proceso de interoperabilidad. 4. Protección de los datos y seguridad a) El pago electrónico será irreversible. La orden dada medio de una tarleta será irrevocable e impedirá cualpor quier oposición. b) Al efectuar el pago, los datos transmitidos al Banco del prestador y posteriormente al emisor no afectarán, en ningún caso, a la protección de la vida privada. Se limitarán estrictamente a los datos previstos normalmente para cheques y transferencias. c) Todos los problemas que plantean la protección de los datos y la seguridad deberrín ser claramente expuestos y resueltos, en todas las etapas, en los contratos entre las partes. 93 d) Los contratos no afectarán ala libertad de gestión y de competencia entre prestadores de servicios. 5. Acceso equitativo al sistema a) Todos los prestadores de servicios interesados podrán acceder de forma equitativa al sistema de pago electrónico, sea cual fuere su importancia económica. Sólo se podrá impedir el acceso a un prestador por motivos legltimos. b) La remuneración de los mismos servicios pa:i;a operaciones rcalizadas dentro de un Estado miembro y para las operaciones transnacionales con otros palses de la Comunidad no deberá dar lugar a diferencias injustificadas entre los servicios intemos y transnacionales, especialmente en las regiones fronterizas. IV. - 1. DISPOSICIoNES CoMPLEMENTARIAS Relativas a las relaciones entre emisores y prestadores a) Para facilitar Ia apertura entre distintos sistemas de ta4etas, los contratos que se celebren entre emisores, por un lado, y entre prestadores, por otro, no incluirán ninguna cláusula de exclusividad en la que se exija al prestador que se limite al sistema con el que ha contratado un acuerdo. b) Los contratos deberán permitir a los prestadores de servicios establecer una competencia efectiva entre los distintos emisores. Las disposiciones obligatorias se limitarán estrictamente a las exigencias técnicas que garanticen el buen funcionamiento del sistema. 94 2. Relativas a las telaciones entre emisores v consumi- dotes El consumidor titular de la tarleta adoptará las precauciodelatarpta emitida para la seguridad nes razonables garantizat y observará las condiciones específicas (pérdida o robo) del contrato que se haya firmado. 3. Relativas a las relaciones entre prestadotes y consumidores El prestador escribirá en forma perfectamente visible las tarjetas o las siglas de las taletas objeto de su afiliación y que esté obligado acept^r. ^ Hecho en Bruselas, el 8 de diciembre de 1987. Recomendación de la Comisión, de 17 de noviembre de 1988, relativa a los sistemas de pago, y en particular a las telaciones entre titulates y emisores de tarietas (88/590/CEE) LA COMISIÓN DE LAS COUUNTOADES EUROPEAS Visto el Tratado constitutivo de la Comunidad Económica Europea y, en pafticular, el segundo guión de su artlculo 155, Considerando que uno de los objetivos principales de la Comunidad es la plena realización, a más tardar en 1992, del mercado interior, constituyendo los sistemas de pago un elemento esencial del mismo: 95 Considerando que en el punto 18 del Anexo al programa preliminar de la Comunidad Económica Europea p^r^ vna política de protección e información de los consumidores, aprobado por el Consejo en su Resolución de 14 de abril de 1975, se indicaba que la protección de los intereses económicos de los consumidores debeda basarse en los siguientes principios: D D los compradores de bienes y servicios deben estar protegidos contra los contratos tipo y, en particula4 contra la exclusión de derechos esenciales en los contratos. el consumidor debe estar protegido contra los perjuicios causados a sus intereses económicos por unos servicios insuficientes, y m) la presentación y promoción de bienes y servicios, incluidos los servicios financieros, no deben concebirse de forma que induzcan directa o indirectamente, a etror a la persona a la que se ofrecen o por quien han sido solicitadas. Considerando que el punto 24 deI Anexo al mencionado ptograma preliminar especifica que la protección del consumidor contra las prácticas comerciales abusivas, en particular con respecto a las cláusulas contractuales, debe recibir un trato prioritario el ejecutar dicho programa; Considerando que el Libro Blanco de la Comisión sobre da plena realización del mercado interion>, comunicado al Consejo en junio de 1985, se refiere, en el punto 127, a las nuevas tecnologlas que transformarán el sistema europeo de comercia96 lización y distribución, y requerirán la adecuada protección del consumidor y, en el punto 722, a los sistemas electrónicos de banca, las tarjetas de pago y el videotexto; Considerando que el documento de la Comisión, titulado <Nuevo impulso a la polltica de protección de los consumidoresD, comunicado al Conseio en julio de 1985, y que fue ojeto de una Resolución del Consejo, adoptada el 23 de junio de 1986, hacia refercncia, en el punto 34, a la transferencia de fondos por medios electrónicos y enunciaba en el calendario contenido en el Anexo una propuesta de directiva en esta r;rateria, que debeda ser adoptada por el Consejo en 1989; que conviene acelerar la protección financiera del consumidor en el ámbito de los sistemas de pago y de algunos otros servicios a disposición de los consumidores; que con respecto a los tipos de servicios financieros -incluido el autoservicio financiero- y los medios de adquisición de bienes y sewicios, actualmente utilizados en los mercados de los Estados miembros (algunos de ellos incluso en el domicilio particular del consumidor), las cláusulas contractuales y la protección del consumidor varlan de un Estado miembro a otto; Considerando que, en los últimos tiempos, los tipos de servicios financieros ofrecidos a los consumidores y utilizados por éstos han experimentado grandes cambios, especialmente en lo que se refiere a los sistemas de pago y a la adquisición de bienes y servicios; que han aparecido y siguen desarrollándose nueyas formas; Conside¡ando que las cláusulas contractuales acfualmente aplicadas en esta materia en los Estados miembros no sólo son diferentes de un Estado miembro a otro (e incluso dentro de un mismo Estado miembro), sino que, en algunos casos, resultan desfavorables para el consumidor; que se puede llegar a una protección más eñcaz del consumidor mediante la adopción de cláusulas comunes aplicables a todos estos ripos de servicios financieros; 97 Considerando que el consumidor debe recibir información aptopiada sobre las cláusulas contractuales, incluidos los cánones y otros gastos eventuales que el consumidor deba pagar por dichos servicios, y sobre sus derechos y obligaciones con arreglo al contrato; que esta información debe indicar de manera inequívoca el alcance de las obligaciones del consumidor en su calidad de titular de una tarleta o de cualquier otro medio (denominado en adelante citulan)) que le permita efectuar pagos en favor de terceros y realizar determinados servicios financieros por cuenta propia; Considerando que el consumidor, como titular, se beneficiará de una mejor protección si esos contratos revisten la forma escrita y contienen unas precisiones mlnimas sobre las cláusulas, incluido el plazo en que normalmente se acreditarán, adeudaúrn o facturarán las operaciones; Considerando que no debe enviarse a ningún cliente ningún instrumento de p^go -y^ sea en forma de tarjeta de plástico o en cualquier otra forma-, a no ser que éste lo solicite expresamente; que el contrato celebrado entre dicha persona y el emisor de un instrumento de pago no debe ser vinculante hasta que el solicitante nohaya recibido tal instrumento y conozca las cláusulas aplicables; Considerando que, dada la natwraleza de la tecnología que actualmente se emplea en materia de instrumentos de pago, en particular en su fabricación y uso, es indispensable que las operaciones efectuadas con ellos se consignen en un registro, de tal m r,.era que quede constancia de las mismas y puedan rectificarse los errores; que el titular no tiene acceso a tales registros y 9ue, por consiguiente, la obligación de probar que una determinada operación ha sido correctamerite registrada y contabilizada, y que no se ha visto afectada por alguna averia técnica o cualquier otra anorrralla, corresponde a la persona que, en virtud del contrato, le suministra el instrumento de pago, es decir, el emisor; 98 Considerando que las órdenes de pago comunicadas electrónicamente por el titular deben ser irrevocables, con el fin de que los pagos efectuados no sean anulados; y que debe facilitarse al titular urr extracto de las operaciones que tealiza con el instrumento de pago; Considerando que deben establecerse noünas comunes relativas a la responsabilidad del emisor por no ejecución o ejecución incorrecta de las órdenes de pago y demás operaciones conexas del titular, y por operaciones no autorizadas por éste, siempre que el titular cumpla las obligaciones que le incumban en caso de pérdida, robo o falsificación del instrumento de pago; Considerando que deben establecerse asimismo cláusulas contractuales comunes en lo que respecta a las consecuencias para eI titular en caso de pérdida, robo o falsificación del instrumento de pago; Considerando que, a fin de garantizar el funcionamiento de las redes de pago por medios electrónicos y la tilización de los instrumentos de pago a nivel internacional, es necesario que puedan transmitirse allende las fronteras, en determinadas condiciones, datos mlnimos sobre un titular; Considerando que la Comisión controlará la aplicación de la presente Recomendación, y que si transcurridos doce meses no la considerase satisfactoria, adoptatá las medidas pe frinentes: RECOMIENDA: Que, a más tardar, doce meses después de la fecha de la presente Recomendación: 7. Los emisores de instrumentos de pago y suministra- | 99 dores de sistemas desarrollen sus actividades con arreglo a las disposiciones contenidas en el Anexo. 2, Los Estados miembros gtranticen, con el fin de facilitar las operaciones a que se refiere el Anexo, la trans- misión de los datos relativos a los titulares, siempre y cuando dichos datos: - se reduzcan al mlnimo necesario; y - sean mantenidos en secreto por aquellas personas que tengan conocimiento de los mismos en el curso de tales operaciones. Hecho en Bruselas, el 17 de noviembre de 1988. ANEXO 1. El presente Anexo se aplicari a las siguientes operacio- nes: . pago por medios electrónicos que suPonga el uso de tarleta, especialmente en el punto de venta; o rctirada de billetes, depósito de billetes y cheques, y operaciones conexas, por medio de mecanismos electrónicos, como distribuidores automáticos de billetes y cajeros awtomáticos; o pago conta4eta por medios no electrónicos; se incluyen las operaciones que exigen una firma y la entrega de un justificante, pero no las tarjetas, cuya única función es garantizar el pago rcalizado mediante cheque; . pago por medios electrónicos realizado por un particular sin emplear wa tarleta, como las operaciones bancarias desde el propio domicilio. 100 2. A los efectos del presente Anexo, se entenderá por o cualquier otro medio que permite a su usuario efectuar operaciones como las especificadas en el punto 1; Emisor. la persona que, en el marco de su actividad profesional, pone a disposición de un cliente uri instrumento de pago, en virtt¡d de un contrato suscrito con él; Saministrador de sistemas: la persona que facilita un producto financiero corl una marca comercial concreta vinculado normalmente a una red, permitiendo asl que los instrumentos de pago se utilicen pan las operaciones mencionadas anteriormente; Titular la persona que, en virtud de un contrato suscrito con el emisor, posee un instrumento de pago; Tarjetas comerciales: toda taryeta emitida por un detallista y destinada a su cliente, o por un grupo de detallistas para sus clientes, con el fin de permitir o facilitar, sin dar acceso directo a wna cuenta bancaria, el pago en la compra de bienes o servicios adquiridos directamente del detallista o detallistas emisores, o de detallistas que, en virtud de contrato, ^ceptanla tageta. Instramenta de pago: toda tarleta 3.7. Todo emisor establecerá por escrito cláusulas contractuales completas y leales, que regirán la emisión y uso de Ios instrumentos de pago. 3.2. Dichas cláusulas se expresarán: o en palabras fácilmente comprensibles y de forma tan clara que resulten de fácil lectura; o en la lengua o lenguas que habitualmente se utilicen con éste o parecidos fines en las regiones donde se propongan las cláusulas contractuales. 3.3. En las cláusulas contractuales se especificarálabase de cálculo del importe de los gastos (incluidos los intereses), si los hubiere, que el titular debe pagar al emisor. 101 3.4. En las cláusulas contractuales se especificará: si el cargo o el abono en cuenta se rcalizarán de forma inmediata y, de no ser asl, en qué plazo; o en aeuellas operaciones que impliquen la entrega de factvra al titular, el plazn de facturación. 3.5. Las cláusulas contractuales no serán modificadas, a no ser que exista acuerdo previo entte las partes; sin embargo, se presumirá que existe tal acuerdo cuando el emisor proponga una modificación de cláusulas contractuales y el titular, tras habe¡ recibido la correspondiente notificación, siga utilizando o el instrumento de pago. 4.7 Las cláusulas contractuales impondrán aI titular la obligación, frente al emisor, de: a) tomar las debidas precauciones plta ganntizar la seguridad del instrumento de pago y del procedimiento (por ejemplo, el número de identificación personal) que le permiten utilizarlo; b) notificar al emisor o a la agencia central, sin excesiva demora, o la pérdida, robo o falsificación o del instrumento de pago o de los medios que hacen posible su uso; el cargo en la cuenta del titular de cualquier transac- ción no attorizada; cualquier error o irregularidad en la gestión de la cuenta por parte del emisor; c) no anotar en el instrumento de pago el número o código de identificación personal del titular ni tampoco en cualquier otro documento que el interesado conserve o ttansporte con el instrumento de pago, especialmente si existe la posibilidad de que se pierda, se robe o se falsifique al mismo tiempo que aquél; d) no anular una orden que el titular haya dado mediante su instrumento de pago. o t02 4.2. En las cláusulas contractuales se establecerá que, siempre y cuando el titular cumpla con las obligaciones que se le imponen con arreglo a la letra a), primer guión de la letra b) y la la letra e) del numero 1 del presente punto, y no actúe con grave negligencia ni fraudulentamente cuando utilice su instrumento de pago, no será responsable, previa notificación del daño que resulte de tal uso. 4.3. Las cláusulas contractuales impondrán al emisor la obligación, frente al titular, de no revelar el número o código de identificación personal, o, en su caso, otros datos de naturaleza igaalmente confidencial sino al propio titular. 5. No se enviará ningún instrumento de pago a un cliente, a menos que éste asi lo haya solicitado expresamente; el contrato entre el emisor y el titular se considerará celebrado vr;.a yez que éste haya recibido el instrumento de pago y un ejemplar de las cláusulas contractuales por él aceptadas. 6.1,. En lo que respecta a las operaciones a que se hace referencia en el punto 1, los emisores llevarán o procurarán que se lleven registros internos suficientemente detallados, de m^fleÍ que quede constancia de dichas operaciones y puedan rectificarse los errores. A este fin, los emisores se concertarán con los suministradores de sistemas sob¡e las medidas necesarias. 6.2. En cualquier controversia con el titular en relación con cualquiera de las operaciones a que se hace referencia en el primero, segundo y cuarto guiones del punto 1 y en lo que resPecta a Ia responsabilidad por una transferencia de fondos por medios electrónicos no autorizada, corresponderá al emisor probar que la operación fue correctamente cottabilizada, y que no resultó afectada por alguna avetia técnica o cualquier otta anomalla. 6.3. Se facilitará al titu,lar, cuando así lo solicite, un 103 extracto de sus operaciones, inmediatamen'te o poco después de su realización; no obstante, cuando se trate de un pago en el punto de venta, el recibo de caja facilitado por el detallista en el momento de la compra, y que contendrá las referencias al instrumento de pago, deberá reunir los requisitos de la presente disposición. 7.7. Sin perjuicio de lo dispuesto en los puntos 4 y 8, el emisor responderá frente el titular: - por la no ejecución o ejecución incorrecta de las operaciones del titular a las que se hace referencia en el punto 1, incluso cuando la operción se inicie a través de mecanismos electrónicos que no estén bajo el control directo o exclusivo del emisor; - de las operaciones flo a:utoniz^das por el titular. 7.2 Salvo lo dispuesto en el número 3 de este punto, la responsabilidad a que se refiere el número anterior tendrá las siguientes limitaciones: - en caso de no ejecución o de ejecución incorrecta de una operación, la responsabilidad del emisor se limitará al importe de la operación no ejecutada o incorrectamente ejecutada; en el caso de una operación no awtorizada, el importe de la responsabilidad será igaal a la cantidad necesaria para permitir al titular recuperar la situación que tenla antes de tealizar la operación no at¿torizada. 7.3. Cualquier otra consecuencia ftnancieta, y en particular las cuestiones relativas al alcance del perjuicio para el que haya de pagat vn^ compensación, se regirán por la ley aplicable al contrato celebrado entre el emisor v el tirular. - 8.1. Todo emisor facllitará los medios por los que sus clientes puedan notificar, a cualquier hora del dla o de la noche, la pérdida, robo o falsificación de sus instrumentos de 704 pago; pero que, en el caso de las tadetas comerciales, sólo podrá disponerse de dichos medios de notificación durante las horas de apertura de las empresas emisoras. 8.2. Una vez que el titular haya notificado al emisor, o a la agencia central, con arreglo a lo dispuesto en la letra b) del número 1 del punto 4, el titular quedará exento de responsabi_ lidad; no obstante, la presente disposición no será dé apfica_ ción cuando el titular haya actwado con grave neglig.rr.i, o fraudule ntamente. 8.3. El titular será hasta responsable por la pérdida sufrida, el momento de la notificación, por la pérdida, robo o falsificación del instrumento de pago, pero tan sólo hasta el equivalente de 150 ECUS en cada caso, excepto cuando haya actuado con grave negligencia o fraudulentamente. 8.4. El emisor, vna vez recibida la notificación, deberá incluso en el supuesto de que el titular haya obrado con grave negligencia o f¡audulentamente, procurar por todos los medios a su alcance impedir la ulterior utilización del instrumento de pago. Ditectiva del Conseio de las Comunidades Europeas, de 22 de diciembre de 1986, relativa a la aproximación de las disposiciones legales, reglamdtarias y administrativas de los Estados miembros en materia de crédito al consumo (87/102/CEE) Er CoNsn¡o DE LAS Corr¡uNroaDES EuRopEAS, Visto el Tratado constitutivo de la Comunidad Económica Europea y, en particular, su artlculo 100, Vista la propuesta de la Comisión, Visto el dictamen del Padamento Europeo, 105 Visto el dictamen del Comité Económico y Social, Considerando que existen amplias diferencias en las legislaciones de los Estados miembros en materia de crédito al consumo; Considerando que tales diferencias de legislación pueden conducir a distorsiones en la competencia entre los prestamis- tas en el Mercado Común; Considerando que tales diferencias limitan las oportunida- des que tiene el consumidor para obtener crédito en otro Estado miembro; considerando que afectan al volumen y a la natwraleza del crédito solicitado, y asimismo a la adquisición de bienes y servicios; Considerando que, en consecuencia, tales diferencias eiercen una influencia sobre la circulación de bienes y sewicios asequibles a los consumidores mediante el crédito y que, de este modo, afecta¡ directamente al funcionamiento del Mercado Común; Considerando que, dado el volumen creciente del crédito concedido a los consumidores en la Comunidad, la creación de un mercado común de crédito al consumo beneficiada por igual a los prestamistas, a los fabricantes, a los mayoristas y minoristas, asl como a los proveedores de servicios; Considerando que los Programas de la Comunidad Económica Europea para una Plotección del consumidor y una polltica de información disponen, en Particular, que debeda protegerse al consumidor contra las condiciones abusivas de crédito y que debeda emprenderse prioritariamente una affnonizació¡ de las condiciones generales que regulan el crédito al consumo; Considerando que las diferencias en la legislación y en la práctica ocasionan una protección al consumidor desigual en el ámbito del crédito al consumo de un Estado miembro a otfo; Considerando que en los últimos años se han producido 106 muchos cambios en las modalidades de crédito a disposición de los consumidores y a los que éstos han acudido; considerando que han surgido y continúan desarrollándose nuevas formas de crédito al consumo; Considerando que el consumidor deberla recibir información adecuada sobre las condiciones y el coste del crédito y sobre sus obligaciones; considerando que dicha información debeda incluir, entre otras cosas, el porcentaie anual de cargas financieras por el crédito o, en su defecto, el importe total que el consumidor tiene que pagar por el crédito; considerando que, hasta que no se adopte una Decisión relativa al método o a los métodos comunitarios de calcular el porcentaje anual de c rgas financieras, los Estados miembros debedan poder continuar con los métodos o con las prácticas existentes para calcular dicho porcentaje o, en su defecto, deberfan establecer disposiciones para indicar el coste total del crédito al consumidor; Considerando que las condiciones del crédito pueden ser desventajosas para el consumidor y que se puede conseguir una protección mejor de los consumidores mediante la adopción de determinados requisitos válidos para todas las formas de cré- dito; Considerando que, en razón del carácter especlfico de determinados contratos de crédito o clases de operaciones, dichos acuerdos u o¡reraciones debedan excluirse parcial o totalmente del ámbito de aplicación de la presenr€ Directiva; Considerando que los Estados miemb¡os debedan tener la posibilidad, en consulta con la Comisión, de exceptuar de la Directiva determinadas formas de crédito de carácter no comercial concedido en condiciones particulares; Considerando que las prácticas existentes en algunos Estados miembros con respecto a los documentos auténticos autorizados por notario o juez son de una naturaleza tal que hace innecesaria la aplicación de determinadas disposiciones de la 107 presente Directiva; considerando que, por consiguiente, los Estados miembros deberían tener la posibilidad de exceptuar tales documentos de dichas disposiciones; Considerando que los contratos de crédito de cuantías muy elevadas deben considerarse diferentes de las transacciones habituales en materia de crédito al consumo; considerando que la aplicación de las disposiciones de la presente Directiva a contratos de cuantías muy pequeñas podda crear trabas administrativas innecesarias tanto a los consumidores como a los prestamistas; considerando que, por lo tanto, los contratos que superen o no alcancen las cuantías especificadas deberían excluirse de la Directiva; Considerando que facilitar información sobre el coste del crédito a través de la publicidad y en los locales comerciales del prestamista o intermediario puede facilitar al consumidor la comparación entre distintas ofertas; Considerando que se mejora aún más la protección del consumidor si los contratos de crédito se hacen por escrito y si contienen determinadas cláusulas contractuales mínimas; Considerando que en el caso del crédito concedido parala adquisición de bienes, los Estados miembros deberían estipulal las condiciones erl que los bienes pueden recuperarse, en particular, si el consumidor no ha dado su consentimiento; y considerando que la liquidación entre las partes, en caso de recuperación del bien por el prestamista, debeda rcalizarce de tal forma que se garantice que dicha recuperación no ocasione un enriquecimiento injusto; Considerando que debeda permitirse al consumidor liberarse de sus obligaciones antes del vencimiento; considerando que el consumidor debeda tener derecho en dicho caso a una reducción equitativa sobre el coste total del crédito; Considerando que no debeda permitirse que la cesión de los derechos del acreedor derivados de un contrato de crédito debilite la posición del consumidor; 108 Considerando que aquellos Estados miembros que permitan a los consumidores utilizar letras de cambio, pagarés o cheques en relación con los contratos de crédito, debedan garantizar que el consumidor esté suficientemente protegido al wtilizar tales instrumentos; Considerando que en lo que se refiete a los bienes o servicios que el consumidor adquiera en el marco de un acuerdo de crédito, el consumidor, al menos en las circunstancias que posteriormente se definen, debeda tener, respecto del prestamista, derechos adicionales en relación con los que normalmente tendda contra é1 y contra el proveedor de los bienes o servicios; que las circunstancias a que se refiere el supuesto anterior son aquellas en que entre el prestamista y el proveedor de bienes y sewicios existe un acuerdo previo en virtud del cual exclusivamente dicho prestamista podrá conceder crédito a los clientes de dicho proveedor panla adquisición de bienes o servicios suministrados por este último; Considerando que el ECU ha sido definido en el Reglamento (CEE) ¡." 3180/78, modificado en último término por el Reglamento (CEE) n." 2626/84; que los Estados miemb¡os deberían, hasta un cierto límite, disfrutar de la libertad de redondear los importes en moneda nacional como corlsecuencia de la conversión de los importes expresados en ECUS en la presente Directiva; y considerando que los importes contemplados en la presente Directiva debedan volver a examinarse periódicamente en función de las tendencias económicas y monetarias en la Comunidad y, si es necesario, revisarse; Considerando que los Estados miembros debedan adoptar las medidas adecuadas a fin de conceder las correspondientes awtorizaciones a los prestamistas, a los intermediarios o a quienes se dediquen a inspeccionar o supervisar las actividades de los prestamistas o intermediarios o a los consumidores a formular sus quejas sobre los contratos de crédito o las condiciones de crédito: 109 Considerando que los contratos de crédito no debedan sustraerse, en perjuicio del consumidor, a las disposiciones adoptadas en ejecución de la presente Directiva o que correspondan a dichas disposiciones; y considerando que dichas no debedan eludirse como consecuencia del modo en que los contratos estén redactados; Considerando que, puesto que la preseflte Directiva prevé un cierto grado de aproximación de las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas de los Estados miembros en materi^ de crédito al consumo y un cierto nivel de protección al consumidor, no debería impedirse a los Estados miembros que mantengan o adopten medidas más estrictas para proteger al consumidor, teniendo debidamente en cuenta sus obligaciones en virtr¡d del Tratado; Considerando que, a más tardar el 1 de enero de 7995, la Comisión debeda presentar al Consejo un informe relativo a la aplicación de la presente Directiva, disposiciones HA ADOPTADO LA PRESENTE DNECTIVA: AnrÍcuro 1,. La 1 presente Directiva se aplicará a los contratos de crédito. 2. A efectos de la presente Directiva se entenderá pot: a) <<consumidon>: la persona física que, en las operaciones reguladas por la presente Directiva, actúa con fines que pueden considerarse al margen de su oficio o profesión; b) <prestamistor: la persona flsica o juddica, o cualquier agrupación de tales personas, que conceda créditos en el desempeño de su oficio, actividad o profesión; c) (coritrato de crédito>: aquel mediante el cual un prestamista concede o promete conceder a un consumidor un crédito 110 balo la forma de pago aplazado, préstamo o cualquier otra facilidad de pago. A los efectos de la presente Directiva, no se considerarán contratos de crédito los que consistan en la prestación de servicios -privados o públicos- con carácter de continuidad y en los que asista al consumidor el derecho de pagar tales servicios a plazos durante el perlodo de su duración; d) (coste total del crédito al consumoD: todos los gastos del crédito, incluidos el interés y las demás cargas vinculadas directamente al contrato de crédito, que se determinarán con arreglo a las disposiciones o prácticas existefltes o previstas en los Estados miembros: e) <<porcentaje anual de cargas financieras>r: el coste total del crédito al consumo, expresado en términos de un porcentaje anual sobre la cuantla del crédito concedido y calculado con areglo a los métodos existentes en los Estados miembros. AnrÍcuro 2 1,. La presente Directiva no se aplicará a: a) los contratos de crédito o de promesa de crédito: o destinados fundamentalmente a la adquisición o conservación de derechos de propiedad sobre terrenos o inmuebles construidos o en proyecto; destinados a la renovación o mejora de inmuebles; o b) los contratos de arrendamiento, excepto cuando éstos prevean que el tltulo de propiedad pase en última instancia al arrendatario; c) los créditos concedidos o puestos a disposición sin pago de intereses o cualquier otro tipo de cargas; d) los contratos de crédito que no devenguen interés, siempre que el consumidor esté dispuesto a reembolsar el crédito en un solo pago; 111 e) los créditos en forma de anticipos en una cuenta corriente, concedidos por una entidad de crédito o una entidad financiera, diferentes de una cuenta de tarieta de crédito; no obstante, lo dispuesto en el artlculo 6 se aplicará a tales créditos; los contratos de crédito cuyo importe sea inferior a 200 ECUS o superior a 20.000 ECUS; g) los contratos de crédito en virtud de los cuales se exija al consumidor reembolsar el crédito: o bien dentro de un plazo que no rebase los tres f) fneSCS; o bien mediante cuatro pagos, como máximo, dentro de un plazo que no rebase los doce meses. 2. Los Estados miembros podrán, previa consulta a la Comisión, eximir de la aplicación de la presente Directiva a determinadas clases de crédito que cumplan los siguientes requisitos: . que hayan sido concedidos a tipos de interés inferio¡es a los practicados en el mercado, y . que no se ofrecieren al público en general. 3. Las disposiciones del artlculo 4 y de los artlculos 6 a 72 de no se aplicará¡ a los contratos de crédito o de promesa crédito con garantía de hipoteca inmobiliaria, siempre y cuando éstos no hayan quedado ya excluidos de la Directiva en virrud de la letra a) del apartado 1. 4. Los Estados miembros podrán exceptuar de las disposiciones de los artlculos 6 a 12 a los contratos de crédito en forma de documento auténtico autorizado por notario o iuez. ARTÍCULo 3 Sin pe{uicio de lo dispuesto en la Directiva 84/450/CEE lt2 del Consejo, de 10 de septiembre de 1984, relativa a la aproximación de las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas de los Estados miembros en materia de publicidad engañosa, y de las noffnas y principios aplicables en materia de publicidad desleal, todo anuncio o toda oferta exhibida en locales comerciales, por la que una.Pefsona ofrezca un crédito u ofrczra servir de intermediario Para la celebración de un contrato de crédito y en la que estén indicados los tipos de interés o cualesquiera cifras relacionadas con el coste del crédito, deberán asimismo indicar el porcentaje anual de cargas financieras, mediante un ejemplo representativo, cuando c rezra de otros medios idóneos. AntÍcuro se 4 1. Los contratos de crédito se harán por escrito. EI consumidor recibirá una copia del contrato escrito. 2. El contrato escrito incluirá: a) la indicación del porcentaje anual de cargas financieras; b) la indicación de las condiciones en las que podrá modificarse el porcentaje anual de cargas financieras. Cuando no sea posible indicar dicho porcentaje anual de cargas financieras, el consumidor recibirá la información pertinente en el contrato escrito. Esta información contendrá, como mlnimo, la información prevista en el segundo guión del apartado 1 del artículo 6. 3. El contrato escrito incluirá, además, las restantes condiciones esenciales del contrato. A modo de ilustración, el Anexo de esta Directiva contiene una lista de las condiciones consideradas esenciales que los Estados miembros podrán exigir gue se incluyan en el contrato escrito. 173 AnrÍcuro 5 No obstante lo dispuesto en el artlculo 3 y en el apanado 2 del artlculo 4,yhasta que se cuente con una decisión sobre la implantación de un método o métodos comunitarios de cálculo del porcentaje anual de cargas financieras, los Estados miembros que, en el momento de la notificación de esta Directiva, no exijan que se indique dicho porcentaje anual o que no posean un método establecido para calculado, exigirán al menos que se indique el coste total del crédito al consumido¡. ARTÍCULO 6 1. No obstante la exclusión prevista en la letrr- e) del apanado 1 del artlculo 2, cuando exista un contrato entre una entidad de crédito o una entidad financiera y un consumidor para la concesión de un crédito en forma de anticipos en cuenta corriente que no sea una cuenta de taqetade crédito, el consumidor deberá ser informado, en el momento de la celebración del contrato, o con anterioridad: o del llmite del crédito, si lo hubiere; r del tipo de interés anual y de los gastos aplicables a partir del momento en que se celebre el contrato y de las condiciones en las que podrán modificarse; o del procedimiento para la recisión del contrato. Esta información será confirmada por escrito. 2. Además, mientras dure el contrato, el consumidor será informado de cualquier cambio que se produzca en el tipo de interés o en los gastos pertinentes en el momento en que se produzca. Se facilitará esta información en un extracto de cuenta o de cualquier otra manera aceptable para los Estados miembros. l14 3. En los Estados miembros en los que se permita la existencia de descubiertos aceptados tácitamente' el consumidor deberá ser informado del tipo de interés anual y de los posibles gastos a su cargo, asl como de todas las modificaciones de los mismos cuando dicho descubierto se prolongue más allá de un pedodo de tres meses. AnrÍcuro 7 En el caso de créditos concedidos pan la adquisición de bienes, los Estados miembros deberán establecer las condiciones en virtud de las cuales puedan recuperarse dichos bienes, efl particular cuando el consumidor no haya dado su consentimiento. Garantizarán además, que cuando el acreedor recupere la posesión de los bienes, la liquidación entle las partes se efectúe de tal forma que la recuperación de dichos bienes no ocasione un enriquecimiento injusto. AnrÍcuro 8 El consumidor tendrá derecho a liberarse de las obligaciones que haya contraído en virtud de un contrato de crédito antes de la fecha ñjada por eI contrato. En este caso, de conformidad con las normas establecidas por los Estados miembros, el consumidor tendrá derecho a una reducción equitativa del coste total del crédito. AnrÍcuro 9 Cuando los derechos del prestamista en virtud de un contrato de crédito sean cedidos a un tercero, el consumidor 115 tendrá derecho a promover contra dicho tercero cualquier acción que fuere posible contra el acreedor original, entre ellas la compensación, cuando esta última esté pemitida en el Estado miembro de que se t¡ate. AnrÍcuro 10 Aquellos Estados miembros que, con respecto a los contratos de crédito, permitan al consumidoc a) pagar mediante letras de cambio o pagarés, b) conceder una garantía mediante letras de cambio, pagarés o cheques, asegararán la adecuada protección del consumidor cuando haga uso de dichos instrumentos en los casos indicados. AnrÍcuro 11 l. Los Estados miembros gara¡tizrán que la existencia de un contrato de crédito no afecte en modo alguno los derechos del consumidor frente al proveedor de los bienes o servicios adquiridos mediante dichos contratos, cuando los bienes o servicios no se suministren o no sean conformes al cofitrato de suministro. 2. Siempre que: a) para comprar bienes y obtener servicios, el consumidor concierte un contrato de crédito con una persona distinta del proveedor de dichos bienes o servicios; y b) entre el prestamista y el proveedor de los bienes o servicios exista un acuerdo previo en virtud del cual exclusivamente dicho prestamista podrá conceder crédito a los clientes de dicho proveedor para la adquisición de bienes o servicios suministrados por este último; y 116 a que se refiere la letra a) obtenga el crédito en aplicación del acuerdo previo mencionado; y ¿) los blenes o servicios obieto del contrato de crédito no sean suministrados o lo sean parcialmente' o no sean conformes al contrato de suministro; Y e) el consumidor haya reclamado contra el proveedor, pero no haya obtenido la satisfacción a la que tiene derecho, c) el consumidor el consumidor tendrá derecho a dirigirse contfa el prestamista. Los Estados miembros establecerán en qué medida y bajo qué condiciones se podrá eiercer dicho derecho. 3. El apartado 2 no se aplicará cuando la transacción individual de que se trate sea una cantidad inferior al equivalente de 200 ECUS. AnrÍcuro 12 1. a) Los Estados miembros: gatantizarán que los prestamistas o los intermediarios en las operaciones de crédito estén en posesión de una autorización áfi.i^I, bien especl[rca, o bien como proveedores de bienes y servicios; o b) gur^ntiz^ráL¡que los prestamistas o los intermediarios en las operaciones de crédito estén sometidos a inspección o control de sus actividades por parte de una institución u organismo oficial; o c) promoverán la creación de organismos apropiados Para recibir 1as queias relativas a los contratos de crédito o las condicione s de crédito y pata facilitar la información pertinente o asesoramiento a los consumidores. 2. Los Estados miembros podrán prever que no se exiia la awtorización mencionada en la letra a) del apartado 1 cu¿ndo las personas que otorguen créditos o que actúen como interr77 mediarios en operaciones de crédito cumplan con lo dispuesto en el artlculo 1 de la primera Directiva del Consejo de 12 de diciemb¡e de 7977 sobre la coordinación de las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas referentes il la actividad de las entidades de crédito y a su ejercicio,"....o y esrén" autorizadas con arreglo a las disposiciones de la citada Directiva. Cuando dichas personas hayan obtenido a la vezuna auto_ ¡izaciín especlfica conforme hayan lo dispuesto en la letra a) del apartado 1, asl como una autorizacjón en virtud de la mencionada Directiva, y posteriormente sea retirada esta últi_ ma ar;:toti?,ación, se informará a la autoridad competente res_ ponsable de la concesión de la autorjzación espiclfica pan conceder créditos con arreglo alaletra a) del apartado 1, y-ésta ffela decidir si las ¡rersonas interesadas poedin seguir ,árr.._ diendo créditos o actuando de intermedlarios pari'la concesión de créditos, o si la awtorización especláca concedida conforme a la letra a) del apartado 1 debe retirarse. AnrÍcuro 13 A efectos de la presente Directiva, el ECU es el d9lnido en el Reglamento (CEE) n." 3180/7g, modiñcado por el Reglamento (CEE) n." 2G26/84. El equivalenre en divisa nacional se deberá calcular inicialmente al tipo de cambio existente en la fecha de adopción de la presente Directiva. 1,. Los Estados miembros podrán redondlar las cantidades en moneda nacional resultantes de la conve¡sión de las cantidades !1_E_CUS, ECUS. siempre que dicho redondeo no supere los 10 2. Cada cinco años, y por primera vez en 1995, el Conse_ jo, a propuesta de la Comisión, examinatáy, si fuere necesario, modificará las cantidades especificadas en la presente Directi118 va, en función de la evolución económica y monetaria de la Comunidad. AnrÍcuro 14 Los Estados miembros ganrrtizaútn que los contratos de crédito no se sustraigan, en periuicio del consumidor, a las disposiciones de la legislación nacional que apliquen o que correspondan a lt Presente Directiva2. Los Estadoi miembros gar rrtizutárl además que las disposiciones que adopte¡ p ra la aplicación de la Presente Diiectiva ,ro ,á"tt eludidas como consecuencia de la forma en que se otorguen los contratos, y en particular mediante el procedimiento de la distribución de la cuantla del crédito entre varios contratos. AnrÍcuro 15 La presente Directiva no impedirá que los Estados miembros conserven o adopten disposiciones más severas para la protección del consumidor, y que sean acordes cofl sus obligaciones en virtud del Tratado. AnrÍcuro 16 1. Los Estados miembros adoptuán las medidas necesarias para dar cumplimiento a la Presente Directiva a mis tardar el 1 de enero de 1990 e infor1nrlará¡ de ello inmediatamente a la Comisión. 2. Los Estados miembros comunicarán a la Comisión eI texto de las disposiciones básicas de Derecho interno que adopten en el ámbito regulado por la Presente Directiva' r79 AnrÍcuro 17 presentará w informe al Consejo sobre la -.La -Comisión aplicación de la presente Directiva a más tardar el 1 de enero de 1995. AnrÍcuro 18 Los destinatarios de la presente Directiva son los Estados miembros. Hecho en Bruselas, el22 de diciembre de 19g6. ANEXO Lista de las condiciones a que se refiere el apartado 3 del artículo número 4 7. Contratos de crédito para la financiación del suminis_ tro de determinados bienes o servicios. D U) m) ry) 120 descripción de los bienes o de los servicios estipula_ dos por el contrato; precio al contado y precio p^g r con arreglo al ^ contrato de crédito; en su caso, del depósito, cantidad e impor_ importe te de los plazos y fechas de vencimiento de^ los mismos, o métodos de determinación de los mis_ mos en su caso de desconocerse en el momento de celebrarse el contrato; indicación de que el consumidor tendrá derecho, con arreglo al artículo g, a una reducción en caso de reembolso anticipado; v) VD vr) vIr) quién es el propietario de los bienes (en caso de que la propiedad no se transmita inmediatamente al consumidor) y las condiciones en las que el consumidor accede a la propiedad de los mismos; en su caso, descripción de la garantla exigida; en su caso, peíodo de reflexión; en su caso, indicación del o de los seguros exigidos y, cuando la elección del asegurador no se deje al consumidor, indicación del coste del o de los mismos. 2. Contratos de crédito ligados a la utilización de tarjetas de crédito. I) en su caso, importe del llmite del crédito; D las condiciones de reembolso o las formas de determinadas; m) en su caso, pedodo de reflexión. 3. Contratos de crédito en forma de créditos de caia no regulados por otras disposiciones de la presente Directiva. D en su caso, importe del llmite del crédito, o método empleado para determinado; II) condiciones de uso de reembolso; ilI) en su caso, período de reflexión. 4. Otros contratos de créditos cubiertos por la presente Directiva. I) en su caso, importe del límite del crédito; il) en su caso, indicación de la ganntla exigida; III) condiciones de reembolso; IV) en su caso, pedodo de reflexión; V) indicación de que el consumidor tendrá derecho a una reducción, con arreglo a lo dispuesto en el artlculo 8, en caso de reembolso anticipado. 727 BIBLIOGRAFÍA Annnraca,J. L. La tajeta de crédito, en Rev. de Derecho Privado, 1981. 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