Perspectivas de género. Historia, actualidades y retos desde una óptica interdisciplinaria Oliva Solís Hernández/Norma Gutiérrez Hernández Coordinadoras Primera Edición 2015 Título de la edición original: Perspectivas de género. Historia, actualidades y retos desde una óptica interdisciplinaria. © Oliva Solís Hernández © Norma Gutiérrez Hernández © Universidad Autónoma de Zacatecas Licenciatura en Historia. Maestría en Humanidades y Procesos Educativos. Enseñanza y difusión de la Historia (UAZ-CA-184). Unidad Académica de Filosofía. Unidad Académica de Psicología Grupo de investigación “Etnofarmacología Biomédica”. Coordinación de Equidad y Género. © Universidad Autónoma de Aguascalientes Doctorado de Ciencias Sociales y Humanidades. © Universidad Autónoma de Querétaro Modernidad, desarrollo y región (UAQ-CA-55). © Crónica del Estado de Zacatecas. © Universidad Nacional Autónoma de México © Secretaría de las Mujeres Zacatecanas de Gobierno del Estado. © Subdirección de Enseñanza e Investigación del Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde”. © Instituto Electoral del Estado de Zacatecas. © Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas A. C. © Igualdad S. C. Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la educación. Edición y diseño: Ana González Hernández D.R© Universidad Autónoma de Querétaro, Centro Universitario, Cerro de las Campanas s/n C.P 76010 ISBN: 978-607-513-148-1 Hecho en México Made in Mexico Perspectivas de género. Historia, actualidades y retos desde una óptica interdisciplinaria El hombre delincuente a través del discurso de poder municipal en Puebla, siglo XIX Erika Galicia Isasmendi Benemérita Universidad Autónoma de Puebla La ponencia titulada El hombre delincuente a través del discurso de poder municipal en Puebla, siglo XIX, se origina al consultar los Libros de Cabildo del Archivo Histórico Municipal de Puebla, en dicha fuente me percaté del discurso d e poder que me llevó a conocer “a los otros” o aquellos individuos que fueron catalogados y llamados delincuentes, con lo anterior propongo como objetivo principal reflexionar sobre las ideas y los conceptos que generaron las autoridades (hombres) hacia los otros hombres calificados como delincuentes. Para llevar a cabo dicha investigación me apoyaré en las llamadas masculinidades hegemónicas que me ayudarán a observar cómo se da esa construcción cultural de poder que vio, nombró y concibió al hombre delincuente, además de comprender los roles que ocuparon dichos hombres en el espacio de segregación, como también conocer a los cuerpos custodiados y observar los castigos otorgados al hombre. Para la presente ponencia, las situaciones que atraviesan los hombres en distintos contextos del discurso se ubican hasta el momento en 35 libros de Cabildo del Ayuntamiento poblano, de los 75 que corresponden al siglo XIX. Con los documentos revisados nos ubicamos en una temporalidad de 1821 a 1857, en la cual se encuentrana las autoridades como el síndico municipal, el señor gobernador de la mitra, el mayordomo de la cárcel y el mayordomo administrador y limosnero de los pobres presos. Los discursos se marcan a partir de reglamentos y actas de cabildo, llevándonos a la institución del Ayuntamiento que reguló y cuidó el espacio de la cárcel pública que estuvo ubicada en el callejón de la alhóndiga.1 1 Archivo Histórico del Ayuntamiento de Puebla (en adelante AHAP) Fondo: Ayuntamiento; Serie Cárcel; Volumen 65; foja 355, Puebla, Pue. 1201 Perspectivas de género. Historia, actualidades y retos desde una óptica interdisciplinaria La obra piadosa para los pobres presos Los Libros de Cabildo nos ubican en una ciudad poblana, mostrándonos así una infinidad de problemáticas como la inseguridad, las enfermedades, el cobro de impuestos, la solicitud de apertura de escuelas de primeras letras o la falta de recursos para mantener a los “presos”, tal situación nos lleva a señalar la primera consideración sobre la concepción que la autoridad tuvo del delincuente, mostrándonos así al hombre pobre y que a pesar de ser calificado como delincuente las autoridades tuvieron la preocupación de proveerles los cuidados necesarios, por ejemplo, se vigiló que la botica suministrara las medicinas al presidio,2 o que tuviera la atención y servicio del flebotomiano y médico para dar el alivio a los distintos males.3 Con lo anterior tenemos que la primera manifestación de masculinidades nos muestra la relación de jerarquía entre la autoridad y el preso, además del juicio de valor del discurso de la autoridad o autoridades civiles, quienes tenían bajo su responsabilidad el control del cuerpo encarcelado, se observa, por ejemplo, que el hombre delincuente fue nominado por el mayordomo administrador y limosnero de los presos, como el “pobre”, señalando así la primera referencia a la situación en que vivieron los cuerpos cautivos, en completa austeridad por no tener lo necesario para vivir, la reclusión estigmatiza un cuerpo “miserable”4, porque la caridad es insuficiente para una subsistencia decorosa.5 La palabra pobre es una referencia que nos abre el camino para observar el discurso y las acciones que las autoridades llevaron a cabo a partir de 1821, ya que se encuentra reiteradamente en los señalamientos de la falta de recursos que sufrió el “excelentísimo Ayuntamiento”, el cual siempre buscó el apoyo para ayudar a los presos, por ejemplo,“se concedió un tercio de la contribución directa para pago de la pensión impuesta al aguardiente de caña”6 o la ayuda de la Mitra poblana. 2 AHAP Fondo: Ayuntamiento; Serie Libro de Cabildo, Volumen100, 1831,foja 223, Puebla, Pue. AHAP Fondo: Ayuntamiento; Serie Libro de Cabildo, Volumen 110, 1843, foja 84 frente, Puebla, Pue. 4 AHAP Fondo: Ayuntamiento; Serie Cárcel; Volumen 66, foja128, 1830, Puebla, Pue. 5 AHAP Fondo: Ayuntamiento; Serie Libro de Cabildo, Volumen 100, 1831, foja128, Puebla, Pue. 6 AHAP Fondo: Ayuntamiento; Serie Libro de Cabildo, Volumen 99, 3 1202 Perspectivas de género. Historia, actualidades y retos desde una óptica interdisciplinaria Pero es hasta el año de 1825 en que se encuentra por vez primera la propuesta de que los presos de “la cárcel se alimenten de su trabajo”7, con ello ubicamos tres años claves que también reiteran el trabajo de los presos, el decreto del 20 de enero de 1825 y la ley de 30 de marzo de 1826, las cuales se verán publicadas hasta 1831, citándose nuevamente dicha moción para el año de 18488. Con lo anterior se debe indicar que los presos se encontraron en situación de “desamparo” y pobreza careciendo de alimentos diarios. Ante tal situación las autoridades llevan a cabo acciones de filantropía y caridad para combatir la pobreza y dar remedio a las necesidades “espirituales como temporales, ejercitándolos en actos de piedad.”9 La temática de la pobreza es la parte medular del primer discurso de las autoridades, la que marcó la búsqueda de las soluciones a las grandes carencias económicas y a la pobreza del México independiente, y que a pesar de dichas acciones siguió existiendo el “mundo” de los marginados, de los pobres, en este caso, el de los encarcelados que sobrevivieron milagrosamente gracias a la compasión y a la caridad. Para ejemplificar tal situación, citaremos el documento correspondiente al 11 de octubre de 1833, donde el cabildo formó una asociación denominada la “piadosa”, “de caridad”o “junta de piedad” para el socorro de los pobres presos, y que estuvo integrada por el “presidente, tesorero y dos secretarios”. El objetivo primordial de la junta fue “promover todo lo conveniente al bienestar físico y moral de los encarcelados”, a través de “limosna o de otros arbitrios ya para la inmediata manutención” de los inculpados y para las mejoras en su beneficio. Las “atenciones o socorros” consistieron en atender las necesidades diarias y en “ampliar la actual o cambiarla por otro edificio donde se consulte la seguridad y salubridad con el establecimiento de departamentos para la clasificación de criminales y para la erección de talleres”.10 Tal fondo de caridad estaba destinada a dar de comer a los detenidos que no teníanel auxilio de sus casas y a todos los presos en los tres primeros días de su prisión en cuyo tiempo elegirán la vuelta al trabajo para comer.11Las autoridades indicaban que además de 7 AHAP Fondo: Ayuntamiento; Serie: Expediente Cárceles, Volumen65, 1830, foja 15, Puebla, Pue. AHAP Fondo: Ayuntamiento; Serie: Expediente Cárceles, Volumen 65, 1848, foja 292, Puebla, Pue. 9 Juan N. Rodríguez de San Miguel (1991), Pandectas Hispano-megicanas, p. 339 10 AHAP Fondo: Ayuntamiento; Serie Libro de Cabildo, Volumen101, 1833, foja138, Puebla, Pue. 11 AHAP Fondo: Ayuntamiento; Serie Libro de Cabildo, Volumen99, 1830, foja 351, Puebla, Pue. 8 1203 Perspectivas de género. Historia, actualidades y retos desde una óptica interdisciplinaria la ayuda obtenida a través de las ganancias del trabajo de los presos, se contribuía a evitar otros males “de todos géneros que producen la ociosidad de los presos”12 ya que el mismo espacio de la cárcel fue considerado por las propias autoridades la “escuela del crimen ese plantel de vagos y malhechores, ese lugar que debio servir para la corrección del delincuente, es por el contrario el sitio donde se estudia y se adelantan en la perversidad.”13 Trabajo diario El presente apartado que nos lleva al trabajo diario de los presos, como bien lo indica Darío Melossi y Massimo Pavarini en su obra titulada Cárcel y fábrica. Los orígenes del sistema penitenciario (siglos XVI-XIX), la información ubicada hasta el momento nos muestra la primera fase, la segregación, que no se debe tanto a una necesidad de destrucción o eliminación física sino más bien a la utilización de mano de obra o adiestrada para la industria manufacturera.14Por ejemplo, en el año de 1848 el Alcalde en turno cita el Reglamento de 1831, y propone un Plan para remediar los males que se presentaron en la cárcel, lo que nos permite observar que el trabajo se enfocaba a los talleres de zapatería, talabartería, hilados de algodón y telares15 donde los maestros artesanos daban “el auxilio necesario para hacer cumplir a sus oficiales sus respectivos deberes, y para la seguridad, los reos usarían grillos y cadenas”.16 Con la suma de las ganancias del trabajo de hombres y mujeres, se hizo un fondo para su mantenimiento, asignándoles únicamente un real de cada peso obtenido por cada preso y, además, medio real se depositaba en caja separada para dárselo el día en que obtenga su libertad al cumplir su condena, y otro medio se rayará el sábado para cigarros y otras necesidades de los presos. Los “detenidos comerán de la caridad, y todo preso tendrá este auxilio el primer día, pues el segundo en adelante comerán precisamente de su trabajo.”17 Además los presos que tuvieron en sus casas “los auxilios necesarios, no serán 12 AHAP Fondo: Ayuntamiento; Serie Libro de Cabildo, Volumen 115, 1848, foja 51, Puebla, Pue. AHAP Fondo: Ayuntamiento; Serie Libro de Cabildo, Volumen92, 1848, foja 34, Puebla, Pue. 14 DarioMelossi y MassimoPavarini (1980), coords., Cárcel y fábrica. Los orígenes del sistema penitenciario (siglos XVI-XIX), p.9. 15 AHAP Fondo: Ayuntamiento; Serie Libro de Cabildo, Volumen 99, 1831, foja 449, Puebla, Pue. 16 AHAP Fondo: Ayuntamiento; Serie Libro de Cabildo, Volumen 100, 1841, foja 78,Puebla, Pue. 17 AHAP Fondo: Ayuntamiento; Serie Expediente Cárceles, Volumen 65, 1829, foja 17, Puebla, Pue. 13 1204 Perspectivas de género. Historia, actualidades y retos desde una óptica interdisciplinaria obligados a trabajar precisamente en hilados, sino que se ocuparan, siendo personas delicadas o de alguna consideración en otros trabajos (…)”.18 Tal propuesta creo otros inconvenientes y preocupaciones, por ejemplo,la autoridad municipal Don José María Osorio, indicó que se debió tener en cuenta que el reglamento “no distingue persona” al generalizar que todos los presos necesitan la caridad de los alimentos, ya que se pueden encontrar: “hombres ociosos”, a “hombres de educación y asignación en las cárceles porque en tiempo de resolución entran muchos por delitos de política (…)sería muy duro que ellos u otros de educación se pusieran a hilar, por ello propone que los que tuvieran de sus casas los auxilios necesarios serán obligados a trabajar precisamente en hilados sino que se ocuparan siendo personas delicadas o de algunas consideración en otros trabajos que les sean análogos.”19 Por ello se pedía que la ayuda otorgada a los presos debía administrarse por el síndico, debiendo obtenerse el acuerdo de los jueces para cuidar quien recibiría la ayuda y evitar “el mantener a los hombres en las prisiones sin trabajar y viendo el trabajo como el mal mayor, hallaran el nuevo aliciente para cometer crímenes y consumirán en el ocio su salud y la poca moralidad que le queda.”20Por ello se pedía que a los perezosos que se desentiendan del trabajo, el mandón dará cuenta al señor Alcalde en turno para que éste aplique el castigo por esa falta. Ante esta apremiante situación de “pobreza”, las autoridades y las comisiones toman la determinación de darle al cuerpo encarcelado un trabajo en distintos talleres21 y así marcar un “tiempo industrial”22 al establecer ritmos en las ocupaciones determinadas que contaban con ciclos de repetición, observados claramente en los horarios asentados en los reglamentos de 1831 y 1834; tenemos por ejemplo el inicio de trabajo, el cual comenzaba en dos bloques: el primero fue de las seis de la mañana a las doce del día y, el segundo, de las tres a seis de la tarde. En cada bloque se les concedían dos ratos de 18 AHAP Fondo: Ayuntamiento; Serie Expediente Cárceles, Volumen 65, 1830, foja 16, Puebla, Pue. 19 AHAP Fondo: Ayuntamiento; Serie Expediente Cárceles, Volumen 65, 1830, foja 16, Puebla, Pue. 20 AHAP Fondo: Ayuntamiento; Serie Libro de Cabildo, Volumen 65, 1826, foja 169, Puebla, Pue. 21 AHAP Fondo: Ayuntamiento; Serie Libro de Cabildo, Volumen 122, 1855, foja 65, Puebla, Pue. 22 Michel Foucault (2005) Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. p. 153. 1205 Perspectivas de género. Historia, actualidades y retos desde una óptica interdisciplinaria descanso, y en las horas de la tarde uno, de un cuarto de hora, privando de este beneficio, por vía de corrección, a los manifiesten flojedad y ninguna dedicación.23 De esta forma el trabajo de los hombres reclusos es el suplicio benevolente –como dice Foucault- “cierta discreción en el arte de hacer sufrir, un juego de dolores más sutiles, más silenciosos, y despojados de su fasto visible,”24 este suplicio benevolente consistía en fatigar al cuerpo o alguna parte de él para evitar el ocio y los malos pensamientos que las condujeran a las malas acciones. Así el cuerpo encarcelado se convirtió en “fuerza útil” al ser un “cuerpo productivo y el cuerpo sometido”25 dentro de una economía servil, ya que los mecanismos punitivos tendrán como cometido “aportar una mano de obra suplementaria”.26 Otro de los discursos que se observan en las fuentes, es la concepción que se tiene del preso o delincuente que no cometió delitos graves, se le dieron ciertas consideraciones, por ejemplo, los regidores Vargas, Mujica, Marín, Pastor, Rangel, Ynfante y Rojas recomiendan que la comisión respectiva destine con discreción y prudencia, previa la seguridad suficiente, a oficinas cerradas como panaderías en que voluntariamente quieran ser recibidos y aun a las obras públicas a los presos pobres que no estén acusados de delitos graves que carezcan de alimentos o que no puedan o no quieran proporcionar con su trabajo dentro de la cárcel que se imponga una ligera pensión destinada al sostenimiento.27 De igual forma otra de las concepciones encontradas u otorgadas a los presos como “hombres de educación” “personas delicadas”, las cuales pudieron darles tareas o trabajos que les sean análogos como por ejemplo escribir a los presos.28 Hombre y masculinidad hegemónica Con los documentos revisados hasta el momento y trasladando la masculinidad hegemónica a nuestro trabajo, debo indicar que el rol de hombre para el siglo XIX nos lleva al varón cuyos atributos se marcan al rol tradicional de la fuerza, la valentía, la virilidad, el triunfo, la competición, la seguridad o no mostrar afectividad y que se marcan en los manuales de 23 AHAP Fondo: Ayuntamiento; Serie Libro de Cabildo, Volumen292, 1848, foja 75, Puebla, Pue Michel Foucautl, Op.cit. p 16. 25 Ibidem. p. 33 26 Idem.p.31 27 AHAP Fondo: Ayuntamiento; Serie Libro de Cabildo, Volumen101, 1833,foja 142, Puebla, Pue 28 AHAP Fondo: Ayuntamiento; Serie Libro de Cabildo, Volumen 65, 1826, foja 169, Puebla, Pue 24 1206 Perspectivas de género. Historia, actualidades y retos desde una óptica interdisciplinaria urbanidad y buenas maneras que aparecieron en México a lo largo del siglo XIX. Y que además como lo indica Víctor M. Macías González, en su artículo Hombres de mundo: masculinidad, el consumo, y los manuales de urbanidad y buenas maneras,29 se codifica de distintas maneras el ser hombres inferiores, jóvenes y viejos, amos y servidumbre, padres e hijos, ricos y pobres, conocidos y extraños. Y es así que la palabra hombre para este siglo se refleja en los manuales de urbanidad, por ejemplo está el de Manuel Antonio Carreño. Este texto declara que un verdadero caballero fue “un hombre de paz, orden y felicidad (…) y su virtud es su dignidad propia, maneras suaves, y limpieza, los cuales revelan el ingenio de su alma, sobriedad, templanza, discreción, prudencia, tolerancia, y constante preocupación en darle gusto a los demás.”30 Tal obra muestra el modelo de comportamiento adecuado, y marca además la jerarquía de cada una de las personas, y así la masculinidad hegemónica es la configuración predominante que norma las prácticas sociales para los varones en nuestra cultura patriarcal, y que es relacionada con la voluntad de dominio y control, es un corpus construido sociohistóricamente, de producción ideológica, resultante de los procesos de organización social de las relaciones mujer/hombre a partir de la cultura de dominación.31 Conclusión Como conclusión se debe hacer notar que la masculinidad que se presenta en dicha reflexión es la llamada jerárquica, ya que las autoridades municipales, lograron establecer el mando en los hombres encarcelados y que a su vez ellos podrían ser considerados la masculinidad subversiva, representando éstos el grupo o la colectividad antagónica. 29 Víctor M. Macías González (2006), “Hombres de mundo: masculinidad, el consumo, y los manuales de urbanidad y buenas maneras”,(en línea) https://books.google.com.mx/books?id=ERVFqkex7vgC&printsec=frontcover&dq=Orden+social+e+i dentidad+de+g%C3%A9nero+M%C3%A9xico,&hl=es419&sa=X&ei=J7oYVYGbE4G1ggS2x4HADg&ved=0CBsQ6AEwAA#v=onepage&q=Orden%20soci al%20e%20identidad%20de%20g%C3%A9nero%20M%C3%A9xico%2C&f=false (Recuperado el 9 de enero del 2015) 30 Ibidem. p. 278. 31 Luis Bonino(2002), “Masculinidad hegemónica e identidad masculina” (en línea) http://www.raco.cat/index.php/DossiersFeministes/article/viewFile/102434/153629 (Recuperado el 10 de diciembre del 2014) 1207 Perspectivas de género. Historia, actualidades y retos desde una óptica interdisciplinaria De igual forma se debe señalar que observando la naturaleza de mis fuentes archivísticas, el discurso corresponde a las clases dirigentes o a las autoridades, con lo cual el sujeto histórico pobre es un agente pasivo. Por lo tanto, estoy interesada en acercarme a fuentes judiciales donde pueda ubicar detalles, palabras y símbolos de la situación de vida de los pobre Fuentes Archivo Histórico del Ayuntamiento de Puebla Fondo: Ayuntamiento; Serie Cárcel y Libros de Cabildo. Bibliografía Bonino, Luis (2002), “Masculinidad hegemónica e identidad masculina” (en línea)http://www.raco.cat/index.php/DossiersFeministes/article/viewFile/102434/15 3629 (Recuperado el 10 de diciembre del 2014) FOUCAULT, Michel. (2005), Vigilar y castigas. Nacimiento de la prisión. México, Siglo XXI. Macías González, Víctor M. (2006), “Hombres de mundo: masculinidad, el consumo, y los manuales de urbanidad y buenas maneras”,(en línea) https://books.google.com.mx/books?id=ERVFqkex7vgC&printsec=frontcover&dq= Orden+social+e+identidad+de+g%C3%A9nero+M%C3%A9xico,&hl=es419&sa= X&ei=J7oYVYGbE4G1ggS2x4HADg&ved=0CBsQ6AEwAA#v=onepage&q=Ord en%20social%20e%20identidad%20de%20g%C3%A9nero%20M%C3%A9xico%2 C&f=false (Recuperado el 9 de enero del 2015) Melossi, Dario y Pavarini, Massimo (1980), coords., Cárcel y fábrica. Los orígenes del sistema penitenciario (siglos XVI-XIX), México, SIGLO XXI. Rodríguez de San Miguel, Juan N. UNAM. (1991), Pandectas Hispano-megicanas, México, 1208