ROSARIO Y NOVENA AL DIVINO NIÑO RECEMOS EL ROSARIO AL DIVINO NIÑO JESUS 1.- Hacer la señal de la Santa Cruz y recitar la oración Señor Mío Jesucristo. 2.- Anunciar los Misterios Gozosos Primer Misterio - LA ENCARNACIÓN DEL NIÑO JESÚS El Ángel del Señor anuncio a María que ella seria la Madre de Jesús. Segundo Misterio - LA VISITA DE MARIA A SU PRIMA ISABEL Por los caminos de Judea va la Virgen Maria a visitar a su prima Isabel quien se pone feliz y su hijo Juan en su vientre saltó de gozo. Tercer Misterio - NACIMIENTO DEL NIÑO JESÚS En Belem ha nacido el Niño Jesús. Maria y José lo cuidan con amor; Gloria a Dios, Gloria a Dios, Gloria a Dios. Cuarto Misterio - PRESENTACIÓN DEL DIVINO NIÑO JESÚS José y Maria llevan al niño a presentarlo a su Señor, entran al templo, Jesús sonríe, le sonríe al anciano Simeón. Quinto Misterio - PERDIDA Y HALLAZGO DEL NIÑO JESÚS El niño Jesús se pierde en medio de tanta gente. María y José lo buscan durante tres días y lo encuentran con los Doctores del templo. 3.- Pedir las gracias que uno necesite, recitar un Padre Nuestro, 10 Ave Marías y un Gloria. 4.- Decir la jaculatoria "DIVINO NIÑO JESÚS EN TI CONFIO" 5. Enunciar el Segundo Misterio y recitar un Padre Nuestro, 10 Ave Marías, Gloria y la jaculatoria. Proseguir igual con todos los demás Misterios. Al terminar los cinco Misterios se reza un Padre Nuestro, tres Aves Marías, Gloria y una Salve María. Al finalizar se rezan las siguientes Letanías. TODO MOMENTO ES UN BUEN MOMENTO PARA ORARLE AL DIVINO NIÑO JESÚS. ALABANZA AL DIVINO NIÑO JESUS Niño lindo y amoroso de belleza sin igual, eres bello, primoroso y yo te vengo a adorar. El candor de tu mirada inunda con puro amor, me reboza la esperanza y aleja todo temor. Niño Pastorcito mío de sonrisa angelical, solo en Ti yo confío para librarme del mal. Déjame besarte todo y ofrecerte lo que soy, alma y vida yo te entrego a ti mi Rey y Señor. LETANIAS Divino Niño Jesús Verbo del Padre Eterno, conviérteme. Hijo de María, tómame como hijo tuyo. Divino Niño Jesús, dulce, tierno e inocente, te pido que ahora y siempre, me confortes con Tu amor. Maestro mío, enséñame. Príncipe de la Paz, dame la paz. Refugio mío, recíbeme. Pastor mío, alimenta mi Alma. Modelo de paciencia, consuélame. Manso y Humilde de corazón, ayúdame a ser como tu. Redentor mío, sálvame. Mi Dios y mi todo, dirígeme. Verdad eterna, instrúyeme. Apoyo mío, dame fuerzas. Mi justicia, justifícame. Mediador mío con el Padre, reconcíliame. Medico de mi Alma, cúrame. Juez mío, perdóname. Rey mío, gobiérname. Santificación mía, santifícame. Pozo de bondad, perdóname. Pan vivo del cielo, nútreme. Padre del prodigo, recíbeme. Jubilo de mi Alma, sé mi única felicidad. Ayuda mía, asísteme. Imán de amor, atráeme. Protector mío, defiéndeme. Esperanza mía, sostenme. Objeto de mi amor, úneme a ti. Fuente de mi vida, refréscame. Mi Divina Victima, redímeme. Mi último fin, déjame poseerte. Mi Gloria, glorifícame. Divino Niño Jesús, en ti confío. NOVENA AL DIVINO NIÑO JESÚS Por la señal de la Santa Cruz... Acto de Contrición: Jesús, mi Señor y Redentor. Yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que por Tu infinita misericordia y por los méritos de tu Santa Infancia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS DE LA NOVENA ¡Oh Divino Niño Jesús! Confiando en tu infinita misericordia y bondad, quiero hacer esta novena para presentarte con sencillez mis necesidades espirituales y materiales. Cuando vivías entre los hombres, conversabas con tu Padre Celestial, en actitud confiada de adoración, alabanza, gratitud y petición. Así quiero que sea mi oración, especialmente en estos días de la novena. Tú eres nuestro intercesor ante el Padre; Tú pediste por las necesidades de los hombres. Hoy te presento mis propias necesidades. Me acojo también a la intercesión de María, Madre tuya y también mi madre, para que, como Ella, me des fortaleza para aceptar y hacer siempre tu voluntad. Amén. CONSIDERACIÓN PARA CADA DÍA: DÍA: Primero - Segundo - Tercero - Cuarto - Quinto - Sexto - Séptimo - Octavo - Noveno OREMOS Haz Señor, que sepamos reconocer la divinidad de tu Hijo en la humildad de su Encarnación, y confesar su omnipotencia en la debilidad de su infancia, para que, siguiéndolo con sencillez de corazón, acojamos como niños tu Reino, y consigamos el premio prometido a los humildes. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que por ser Dios, vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén. ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS Acuérdate, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los meritos de mi infancia y nada te será negado”. Lleno de confianza en Ti, ¡oh Jesús!, que eres la misma verdad, vengo a presentarte mis necesidades. Ayúdame a llevar una auténtica vida cristiana, para conseguir una eternidad feliz. Por los méritos infinitos de tu encarnación y de tu infancia, concédeme la gracia que te estoy pidiendo (aquí se expresa el favor que se quiere alcanzar). Me entrego a ti, oh Niño Omnipotente, seguro de que escucharás mi súplica y me fortalecerás en la esperanza. Amén. CONSIDERACIONES PARA CADA DÍA DE LA NOVENA: DÍA PRIMERO: EL AMOR DEL NIÑO JESÚS A SU PADRE CELESTIAL "...y se oyó del cielo esta voz: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo puestas todas mis delicias". (Lc. 3, 22) El amor con el cual el Niño Jesús ama a Dios su Padre, es el amor más ardiente, el más puro, el más perfecto; un amor superior a todo lo que podemos imaginar. Él ama plenamente. Lo ama constantemente y sin interrupción. Todo lo que ama, no lo ama sino por su Padre. Éste es, pues, el amor con el cual debo conformar el mío. ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! Sólo Tú amas al Padre de los cielos con un amor infinito; pero con tu ayuda, quiero de aquí en adelante, amarlo con toda mi alma, con todas mis fuerzas y con todo mi corazón. Amén. DÍA SEGUNDO: CELO DEL NIÑO JESÚS POR LA GLORIA DE DIOS ...Y el Niño Jesús les dijo: ¿No sabían que yo debo emplearme en las cosas que miran al servicio de mi Padre? (Lc. 2, 49) Ninguna criatura ha deseado jamás con más ardor alguna cosa, como deseó el Niño Jesús glorificar a su Padre Celestial. Jesús vivió y se esforzó desde su más tierna edad, en hacerlo conocer, adorar, servir y amar; esta gloria era el único objeto de sus anhelos. Por ello, a la edad de doce años, se quedó en el templo de Jerusalén, dialogando con los maestros de la Ley, sin que lo supieran sus padres. ¡Oh, mi querido Niño Jesús! Enciende en mi alma ese fuego divino; destruye de mi corazón el amor propio y de todo lo que no sea Dios o a Dios no se refiera, y que sólo conserve afectos para lo que puede serle agradable y procurarle gloria y amor. Amén. DÍA TERCERO: AMOR DEL NIÑO JESÚS A SU MADRE SANTÍSIMA "María conservaba todas estas cosas dentro de sí, meditándolas en su corazón". (Lc. 2, 19). Después del amor a su eterno Padre, es María, su Madre, el más ardiente y tierno amor del Niño Jesús, el dulce objeto de sus eternas complacencias. Ella es la virginal doncella que desde siempre eligió para madre suya, colmada desde el primer instante de su ser natural con la plenitud de todos sus dones y gracias divinas. Es la "llena de gracia", porque está llamada a ser la Madre purísima del Verbo Encarnado. Por tanto, si queremos agradar al Divino Niño Jesús, amemos y honremos a María. ¡Oh mi amado Jesús Niño! graba en mi alma la semejanza con tu querida Madre, y concédeme la gracia de encomendarme siempre a Ella y de amarla con los mismos sentimientos filiales de tu divino corazón. Amén. DÍA CUARTO: AMOR DEL NIÑO JESÚS A SAN JOSÉ, SU PADRE ADOPTIVO 2, 51). "...Y vino a Nazaret: y les estaba sujeto". (Lc. Ciertamente que el esposo de María no era el padre natural de Jesús sino la sombra en la tierra de su Padre Celestial. Por ello, el Niño Jesús le profesó a José respeto, veneración y un filial amor. Amor que se manifestó especialmente en la obediencia. El Evangelio nos cuenta que "les estaba sujeto". Con eso lo dice todo. Durante toda su vida oculta, Jesús es conocido como "el hijo del carpintero". El ayudante capaz y laborioso en el taller de Nazaret, el hijo sumiso a las enseñanzas y normas de su padre legal, a quien llamó con el dulce nombre de papá. En su infancia, José fue todo para Jesús: su guardián y custodio, pues, recién nacido, lo sabrá defender de Herodes y sus secuaces. Luego será su guía y maestro que lo inicia en la vida religiosa y social de Israel, que le enseña a leer las Sagradas Escrituras. José, como todo padre judío, supo enseñar a Jesús, desde muy niño, a orar con los salmos, como lo hacían todos los niños israelitas; con paciencia paternal lo fue introduciendo en los usos, costumbres y tradiciones del pueblo de Israel. Jesús supo retribuirle con inmenso amor y gratitud todos sus cuidados solícitos y estuvo junto a José "sometido a su autoridad paternal hasta que el Santo Patriarca tuvo la dicha de morir en los brazos de Jesús y María. ¡Oh mi adorable Niño Jesús! Regálame la gracia de amar intensamente a San José, el árbol que no dio fruto, pero sí la sombra que te cobijó en la tierra y ahora lo glorificas en el cielo. Que yo también tenga la gracia de pasar de este mundo a la eternidad, asistido por Ti y tu Madre Santísima. DÍA QUINTO: AMOR DEL NIÑO JESÚS PARA CON LOS HOMBRES Dice Jesús: "Como yo os he amado, así también amaos los unos a los otros". (Jn. 13, 34). Todas las acciones del Niño Jesús cuando vivía en Nazaret con su Santísima Madre y el patriarca San José, tuvieron por principio, después de la gloria de su Padre, el amor universal, el amor a los hombres. En efecto, este amor fue el que lo obligó a dejar su gloria para revestirse de nuestra pobre y mortal naturaleza, y llevar una vida oscura, sometida a extrema pobreza y a toda clase de privaciones, fatigas y persecuciones, hasta morir en una cruz, y todo lo aceptó y sufrió con gusto para hacernos eternamente felices. ¡Oh mi adorable Niño Jesús! Tan amante y tan poco amado... Perdona mis olvidos y los del mundo ingrato que no piensa en Ti. Tu corazón dulcísimo que tanto ha amado a los hombres, sólo ha recibido de ellos ofensas e ingratitudes. Por este corazón herido por nuestros pecados, haz que en adelante no tenga corazón sino para amarte a Ti que eres mi único y sumo Bien. Amén. DÍA SEXTO: SUMISIÓN DEL NIÑO JESÚS A LA VOLUNTAD DEL PADRE CELESTIAL Dice Jesús: "Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre que me ha enviado hasta llevar a cabo su obra de salvación". (Jn. 4, 34). El Niño Jesús no tuvo jamás otro anhelo que el de cumplir la voluntad de Dios su Padre; a Él ofreció el sacrificio de su corazón, rendido en todo a sus órdenes, y el sacrificio fue cumplido perfectamente hasta exhalar, por obediencia, el último aliento sobre la cruz. El Niño Jesús llamaba su alimento la obediencia a la voluntad del que lo había enviado. ¡Oh amabilísimo Niño Jesús, que eres la santidad y la bondad misma! Te amo, y quiero constantemente estar unido a Ti. Deseo con todo mi corazón que tu santísima voluntad se cumpla en mí, en todos los instantes de mi vida. Amén. DÍA SÉPTIMO: EL AMOR DEL NIÑO JESÚS AL SUFRIMIENTO Jesús le dijo: "Las zorras tienen madrigueras y los pájaros del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza". (Mt. 8, 20). El Niño Jesús, a quien se debe todo honor y amor en sumo grado, como el Unigénito del Padre que es, el Dios de la gloria, la inocencia y santidad misma, y que viniendo a la tierra pudo haber escogido una manera de vivir más feliz, según el mundo, con todo eso escogió para cuna un pesebre. Fue tan pobre mientras vivió que, en palabras suyas, "no tuvo dónde reclinar la cabeza"; toda su vida fue cruz y martirio perpetuo hasta morir entre las ignominias y los más crueles tormentos. Pero, el pensar que sus penas nos salvarías, le hizo no sólo soportable sino amable el padecer. ¡Oh amabilísimo Niño Jesús!, quiero por tu amor tener mi corazón dispuesto a hacer todos los sacrificios que exijas de mí, sabiendo que esos sacrificios me purificarán el corazón y me acercarán a Ti. Jesús, mi dulce amor, hiere e inflama mi corazón para que siempre arda de amor por Ti. DÍA OCTAVO: HUMILDAD DEL NIÑO JESÚS Entonces dijo Jesús: "...aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón". (Mt. 11, 29). El Niño Jesús fue humilde de corazón. Humilde en su nacimiento, humilde en su infancia, humilde en toda su vida, no queriendo ser reconocido sino como el hijo de un sencillo artesano, "el hijo del carpintero". Más tarde, cargado de oprobios delante de los tribunales de Jerusalén, rodeado de verdugos y calumniadores, no permitió a su corazón el más ligero desahogo. ¡Oh Santísimo Niño Jesús, mi único Modelo, manso y humilde de corazón! Dadme la gracia para que, a ejemplo tuyo, sea también manso y humilde de corazón en todas las penas, enfermedades y contrariedades que en adelante me sobrevengan. Amén. DÍA NOVENO: BONDAD Y DULZURA DEL NIÑO JESÚS "El Niño Jesús crecía y se fortalecía; estaba lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con Él". (Lc. 2, 40). "Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en aprecio ante Dios y ante los hombres". (Lc. 2, 52). La bondad y dulzura fueron siempre las principales características del Divino Niño. ¡Con qué encantadora bondad y dulzura recibió a los pastores en la gruta de Belén, y a los magos... y más tarde en Nazaret, era tan atractiva la celestial irradiación de su bondad y la celestial dulzura de su hermoso rostro y divina mirada, que cautivaba a cuantos le conocían, los cuales llenos de confianza y admiración se decían unos a otros: "Vayamos a ver al hijo de José y María". Adorable Niño Jesús, mi único tesoro... dígnate, dulce Bien mío, derramar sobre mi corazón, con la unción de tu gracia, la dulzura y bondad de tus sentimientos divinos, y por los méritos infinitos de tu Santa Infancia, regálame la gracia de un día contemplar tu hermoso Rostro en el cielo. Amén. En el año 1636 Nuestro Señor le hizo a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento una promesa que se ha hecho muy famosa: “Todo lo que quieras pedir, pídemelo por los méritos de mi infancia, y tu oración será escuchada”. Los Padres Carmelitas y las Hermanas Carmelitas, siguiendo el ejemplo de sus santos fundadores, Santa Teresa y San Juan de la Cruz, se han propuesto propagar donde quiera que llegan la devoción al Milagroso Niño Jesús, que consiste en honrar los 12 primeros años de Jesús en la tierra, los años de su infancia, y por los méritos que Jesús ganó en sus 12 años de niñez, pedir a Dios todos los favores que necesitamos. Muchísimos devotos en el mundo entero han hecho el ensayo de pedir favores a Dios por los méritos de la infancia de Jesús, y han obtenido favores admirables. NOVENA DE LA CONFIANZA AL DIVINO NIÑO JESÚS Niño amable de mi vida, consuelo de los cristianos, la gracia que necesito, pongo en tus benditas manos. Padre Nuestro... Tú que sabes mis pesares, pues todos te los confío, da la paz a los turbados, y alivio al corazón mío. Dios te salve María... Y aunque tu amor no merezco, no recurriré a ti en vano, pues eres Hijo de Dios, y auxilio de los cristianos. Gloria al Padre... Acuérdate oh Niño Santo, que jamás se oyó decir, que alguno te haya implorado, sin tu auxilio recibir, por eso con fe y confianza, humilde y arrepentido, lleno de amor y esperanza, este favor yo te pido: Pedir la gracia que se desea y decir siete veces: DIVINO NIÑO JESÚS BENDICENOS. CORONILLA DEL DIVINO NIÑO JESÚS Esta devoción es debida a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento, Carmelita Descalza de Beaune (Francia), devotísima del Niño Jesús, muerta en olor de santidad a la temprana edad de 27 años. El Niño Jesús le prometió otorgar gracias muy especiales de inocencia y de pureza a todas las personas que la rezasen con devoción. He aquí dicha Coronilla: Por la señal... Adorada y glorificada sea la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén. Adorado y glorificado sea el Padre, -El Verbo se hizo carne, -Y habitó entre nosotros. Padrenuestro... Adorado y glorificado sea el Hijo, -El Verbo se hizo carne, -Y habitó entre nosotros. Padrenuestro... Adorado y glorificado sea el Espíritu Santo, -El Verbo se hizo carne, -Y habitó entre nosotros. Padrenuestro... 1º Dulcísimo Niño Jesús, os adoro en el misterio de vuestra Encarnación. -El Verbo se hizo carne, -Y habitó entre nosotros. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo... 2º Dulcísimo Niño Jesús, os adoro en el misterio de la Visitación. Gloria... 3º Dulcísimo Niño Jesús, os adoro en el misterio de vuestro Nacimiento. Gloria... 4º Dulcísimo Niño Jesús, os adoro en el misterio de la Adoración de los Pastores. Gloria... 5º Dulcísimo Niño Jesús, os adoro en el misterio de vuestra Circuncisión. Gloria... 6º Dulcísimo Niño Jesús, os adoro en el misterio de vuestra Epifanía. Gloria... 7º Dulcísimo Niño Jesús, os adoro en el misterio de vuestra Presentación en el Templo. Gloria... 8º Dulcísimo Niño Jesús, os adoro en el misterio de vuestra Huida a Egipto. Gloria... 9º Dulcísimo Niño Jesús, os adoro en el misterio de vuestra Permanencia en Egipto. Gloria... 10º Dulcísimo Niño Jesús, os adoro en el misterio de vuestro Regreso a Nazaret. Gloria... 11º Dulcísimo Niño Jesús, os adoro en el misterio de vuestra Vida oculta en Nazaret. Gloria... 12º Dulcísimo Niño Jesús, os adoro en el misterio de vuestra Pérdida y Hallazgo en el Templo. Gloria... ORACIÓN Vos, oh Dios mío, que os dignasteis constituir a Vuestro Unigénito Hijo Salvador del género humano, y ordenasteis que se llamara Jesús, conceded propicio que, los que veneramos su Santo Nombre en la tierra, gocemos de su presencia en los cielos. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén. Historia de la devoción al Niño Jesús de Praga Narran las antiguas tradiciones que en Andalucía, España, había hace varios siglos un santo religioso carmelita que se dedicaba a hacer imágenes, y que deseaba mucho hacer una estatua bien hermosa del Divino Niño Jesús. Y repetía una frase muy parecida a la de Santa Teresa: “Véante mis ojos, dulce Jesús bueno. Véante mis ojos. Muérame yo luego”. Y que tantas veces pidió a Nuestro Señor la gracia de poder contemplar cómo era el rostro del Divino Niño, que un día vio que se le aparecía el Niño Jesús, sonriendo y bendiciéndolo. El santo religioso procuró grabar en su memoria lo mejor que pudo el rostro del Divino Niño y se dedicó luego a fabricar la estatua que le quedó hermosísima. Murió después muy contento de haber podido contemplar el rostro de nuestro amable Redentor. Esta bella imagen fue obsequiada por los Carmelitas a una princesa que se dirigía a Checoslovaquia a casarse con el Príncipe de Praga en 1556, y allá la llevó ella. Y le colocó después los vestidos más lujosos de su hijito el pequeño príncipe de Praga. Y allí empezó el Divino Niño a hacer maravillosos prodigios a quienes lo honraban y le tenían fe. La princesa de Praga dejó al morir su bella estatua del Niño Jesús a los Padres Carmelitas recomendándoles mucho que honraran al Divino Niño porque ella había notado que las personas que le rezaban al Niño Jesús obtenían favores muy especiales. Entonces un Padre Carmelita, el P. Cirilo de la Madre de Dios, se propuso honrar al Niño Jesús, y los prodigios comenzaron a multiplicarse. Su convento que estaba en ruinas empezó a recibir ayudas inesperadas. Una familia que se dedicó a honrar y hacer honrar por otros al Niño Jesús, recibió tantos favores y se les alejaron tantos problemas que no se cansaban de narrarlo a todos los que trataban con ellos. La ciudad de Praga rodeada por miles y miles de protestantes que deseaban destruirla se vio libre de una manera prodigiosa, después de haberle prometido al Niño Jesús hacerle un gran templo. Y así la devoción al Divino Niño Jesús se hizo sumamente popular y las gentes obtenían formidables ayudas del cielo al pedirlas por los méritos de la infancia de Jesús. La paz renacía en los hogares desunidos. Los hijos perdidos volvían a sus hogares. Los negocios que iban hacia el fracaso volvían a la prosperidad. Los pecadores sumidos en los vicios dejaban su vida de pecado y empezaban a ser buenos... Y por todas partes la gente entusiasmada narraba favores y más favores del Divino Niño, porque Jesús dijo: “Todo el que pide recibe”: Y el Niño Jesús apareciéndose en una visión al Padre Cirilo le dijo: “Si me honráis, Yo os honraré. Si sois generosos conmigo, Yo seré generoso con vosotros”. ORACIÓN AL NIÑO JESÚS Acuérdate, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los meritos de mi infancia y nada te será negado”. Lleno de confianza en Ti, ¡oh Jesús!, que eres la misma verdad, vengo a presentarte mis necesidades. Ayúdame a llevar una auténtica vida cristiana, para conseguir una eternidad feliz. Por los méritos infinitos de tu encarnación y de tu infancia, concédeme la gracia que te estoy pidiendo (aquí se expresa el favor que se quiere alcanzar). Me entrego a ti, oh Niño Omnipotente, seguro de que escucharás mi súplica y me fortalecerás en la esperanza. Amén. ORACIÓN REVELADA POR MARÍA SANTÍSIMA Al V. P. Cirilo, Carmelita Descalzo Oh Divino Niño Jesús, yo recurro a Ti y te ruego por la intercesión de tu Santa Madre, me asistas en esta necesidad (se la puede manifestar), porque creo firmemente que tu Divinidad me puede socorrer. Espero con toda confianza obtener tu santa gracia. Te amo con todo el corazón y con todas las fuerzas de mi alma. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados, y te suplico, oh buen Jesús, me des fuerzas para triunfar. Propongo no ofenderte, y me ofrezco a Ti dispuesto a sufrir antes que hacerte sufrir. De ahora en adelante, quiero servirte con toda fidelidad, y por tu amor, ¡oh Divino Niño!, amaré a mi prójimo como a mí mismo. Niño omnipotente, Señor Jesús, nuevamente te suplico me asistas en esta circunstancia (se manifiesta). Concédeme la gracia de poseerte, eternamente con María y José y adorarte con los ángeles de la Corte del Cielo. Amén. Nos dice la Santísima Virgen en San Nicolás: 23-12-85 Mensaje 759: Veo a la Santísima Virgen y me dice, muy suavemente: Hija, hoy te revelaré el nacimiento de mi amado y dulcísimo Hijo. Salió de mi vientre, de la misma manera que fue introducido, quiero decir, sin ser tocado. Nació impulsado por el Espíritu del Señor Todopoderoso. No sentí ningún dolor, sólo sentí que mi vientre se abría y se cerraba, mas fue sólo una sensación, porque no me quedó rastro alguno, quedando Yo intacta como antes. Ese fue su maravilloso nacimiento, por la Gracia de Dios Padre. Amén. 2-5-85 Mensaje 546: Hoy me dice la Virgen, cómo era Jesús desde que era pequeño. Te diré: A los tres años tenía ya, una gran inteligencia, tenía el entendimiento que Dios Padre le daba, creció sabiendo que El, era el Hijo de Dios. Fue siempre muy callado, siempre estaba meditando, mas cuando hablaba, lo hacía con humildad y una gran sabiduría, la gran sabiduría de Dios. Hija, así era mi amado Hijo en la tierra, fue el más fiel predicador y pastor del Rebaño de su Padre. Amén. 11-9-86 Mensaje 964: Hija: Hoy te diré algo de Jesús cuando tenía doce años de edad, edad en que fue presentado en el Templo. Tenía la inocencia de niño y ya se reflejaba el amor hacia todo lo creado por el Todopoderoso. En sus sensatas y sabias palabras, se podía percibir la sabiduría. Con José mi esposo, solíamos quedarnos horas escuchándolo hablar, lo que El con mucho amor nos decía. Una de las tantas frases que nos dijo: "Jesús, vida nueva para el alma nueva, mucha sangre correrá para que esto se haga realidad". Mi Hijo supo siempre el padecimiento que le esperaba. Que el cristiano sepa reflexionar cuanto te he dicho, son palabras de la Madre de Jesucristo. Amén, amén.