Subido por Alan Vasquez

S11. s1 - Fuentes de información Tarea Académica 2 (TA2)

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Comprensión y Redacción de Textos II
Ciclo 2022-marzo
Semana 11, sesión 1
Fuentes de información para la Tarea Académica 2
Revisa las siguientes fuentes de información. Complementa tu comprensión del tema
buscando fuentes adicionales.
Fuente 1
Cara y sello: ¿el voto debe ser obligatorio o voluntario?
Lima, 9 de abril de 2021
Las elecciones presidenciales y parlamentarias del 2021 volvieron a poner en la agenda
pública la discusión sobre la pertinencia del voto voluntario en nuestro país. Dos
especialistas lo discuten. Por un lado, hay quienes creen que la implementación del voto
voluntario podría quitarle legitimidad a la democracia y disminuir la participación
electoral. Por otro, quienes consideran que el voto obligatorio va contra la propia esencia
de la democracia y que motiva que muchos ciudadanos voten desinformados, en blanco
o viciado.
Cuidado con el voto voluntario, por Daniel Encinas
“El voto obligatorio hace que un porcentaje más alto de la ciudadanía asista a votar”.
Estoy más inclinado a defender que no se debería adoptar el voto voluntario en
reemplazo del voto obligatorio. Las intenciones que animan esa propuesta suelen ser
encomiables, pero es probable que no se generen los efectos esperados y aparezcan
otros problemas. Las razones que animan esta conclusión tienen diferente origen, pero
quizás debería comenzar por hacer una confesión.
Cuando de reformas políticas se trata, soy un escéptico dispuesto a ser convencido.
Escéptico, porque tengo dudas de que se pueda crear resultados políticos deseables a
partir de uno u otro cambio en la constitución y las leyes. Como sostienen los politólogos
Eduardo Dargent y Omar Awapara, muchas reformas en nuestro país terminan siendo
irrelevantes, incrementan la falta de legitimidad del Estado o, peor aún, crean efectos
negativos e inesperados. En suma: ¡cuidado con las reformas! Ahora bien, decía que
estoy dispuesto a ser convencido. ¿Qué señala la literatura académica sobre el voto
obligatorio y voluntario? Sin complicar en exceso la respuesta, una mirada metodológica
nos invita a ser muy cautos. Comparar países con uno u otro tipo de voto no basta y hay
muchos estudios previos que cargan con limitaciones en sus diseños. Entonces, las
conclusiones pueden llegar a ser contradictorias o débiles.
Recientemente, esfuerzos de investigación muy innovadores nos dan mejores pistas.
Una de las conclusiones más importantes es que el voto obligatorio efectivamente hace
que un porcentaje más alto de la ciudadanía asista a votar. Este último es uno de los
argumentos más importantes a su favor. Las dudas se minimizan gracias a los
metaanálisis que reúnen cientos de estudios previos, como Cancela y Geys (2016), o
que sacan ventaja de la variación dentro de países, como Fowler (2013).
Uno debería notar que no tenemos hallazgos tan sólidos cuando se trata de otras
supuestas bondades del voto obligatorio. Pero resulta clave reconocer que tampoco hay
evidencia contundente sobre sus supuestas maldades. Los opositores del voto
obligatorio suelen decir que previene un sufragio “calificado” o de “calidad”. En cambio,
1
el sofisticado estudio de Dassonneville y colaboradores (2019) concluye que, en el peor
de los casos, los efectos negativos en la calidad del voto son limitados.
Es evidente que toda esta discusión debe aterrizarse en el contexto político peruano.
Me parece que un punto de partida clave es el esfuerzo que se impulsó desde la llamada
Comisión Tuesta: un conjunto de reformas “amplio” e “integral”, que sigue esperando
mayor deliberación pública. Precisamente, sus autores no promueven propuestas como
el voto voluntario en el Perú y advierten que esta reforma podría agravar los problemas
de una democracia representativa ya de por sí débil. Los sectores más vulnerables de
la ciudadanía pueden cargar con las peores consecuencias.
Ante la evidencia revisada y el razonamiento de especialistas, considero preferible tener
prudencia con el voto voluntario. El día de la votación sigue siendo uno de los pocos
vínculos que mantenemos con nuestros supuestos representantes. No vaya a ser que
pasemos de una democracia con serios problemas de representación a no tener
representación ni democracia, cuando menos para los grupos menos privilegiados de la
sociedad.
El voto ciudadano: entre la opción y la coacción, por Walter Albán Peralta
“Una sociedad de ciudadanos es incompatible con tutelajes”.
Reconociendo que se trata de una cuestión delicada y sobre la cual no dejan de
contrastarse argumentos razonables en uno y otro sentido; considero que en el Perú ya
es tiempo de optar por el voto voluntario. En efecto, el actual carácter compulsivo de
este derecho no es consistente con los principios que inspiran el sistema democrático
de gobierno, que conjuga libertades como las de pensamiento, información o expresión
y, desde luego, la de elegir. En ese marco, tan respetable es que cada persona pueda
decidir libremente a quién elige, como abstenerse de participar en un proceso electoral.
Lo contrario tiende a menoscabar su voluntad para imponer el criterio de quienes, aun
con las mejores intenciones, terminan avasallando ese fuero interno que constituye el
núcleo mismo de la condición de ciudadanía. A no dudarlo, la construcción de una
sociedad de ciudadanos es incompatible con tutelajes de ninguna clase.
Durante mucho tiempo, se ha sostenido que la obligatoriedad del voto resulta
indispensable para evitar que el sistema político y la propia gobernabilidad corran el
riesgo de una pérdida de legitimidad. Cabe preguntarnos, entonces, si en el Perú de hoy
no estamos acaso experimentando ya esa situación; no obstante, haber mantenido, casi
sin discusión, dicha obligación. No han sido pocas las oportunidades en las que se ha
señalado que un cambio de esta regla tendría consecuencias nefastas para nuestra
institucionalidad democrática y que no existiría evidencia de que el voto voluntario
pudiera ofrecer otro resultado. Ocurre, sin embargo, que tampoco existe manera de
probar que la obligatoriedad garantice una mayor estabilidad institucional y confianza
en el sistema político. Por el contrario, asistimos progresivamente a un deterioro cada
vez más pronunciado del mismo y las perspectivas no son en absoluto halagüeñas.
Comparativamente, la situación en el mundo indica que una mayoría de países ha
optado por el voto voluntario, entre ellos, por ejemplo, los que nos acompañan en la
alianza del Pacífico: México, Colombia y Chile. Incluso Costa Rica, que se apresta a
ingresar a esta alianza, coincide también con el voto facultativo. Por lo demás, abundan
los ejemplos de países con voto voluntario, donde la institucionalidad de los partidos y
la legitimidad de sus líderes superan, sin duda, la que observamos en el Perú (el propio
Costa Rica, EE. UU. y casi el conjunto de los europeos). Más cerca de nuestra situación
se hallan otros países con voto obligatorio (Honduras y Bolivia) y aún peores indicadores
muestran algunos de similar opción respecto al voto, como la República Democrática
del Congo. Un estudio de Idea Internacional, hecho en 199 países, muestra que al año
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2010 las tendencias al ausentismo, tanto en los países con voto voluntario como
obligatorio, son igualmente crecientes. La participación en estos últimos solo es mayor
en siete puntos porcentuales. El problema de fondo a afrontar, en consecuencia, parece
ser distinto al asumido hasta el momento por nosotros.
Lo que hoy tenemos en el Perú, como en otros países donde se mantiene la
obligatoriedad del voto, no parece que contribuya a legitimar el sistema político; antes
bien, distorsiona la realidad al crear una suerte de espejismo o legitimidad artificial, que
nada tiene que ver con los contenidos sustantivos de la democracia.
Adaptado de Cara y sello: ¿El voto debe ser obligatorio o voluntario? (Lima, 9 de abril de 2021). El
Comercio. https://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/democracia-elecciones-cara-y-sello-el-voto-debeser-obligatorio-ovoluntario-noticia/?ref=ecr
Fuente 2
Argumentos a favor de la instauración del voto voluntario
Se discute mucho respecto a la implementación del voto voluntario o facultativo, en
reemplazo del régimen que actualmente tenemos en el Perú, que es el del voto
obligatorio o compulsivo, conforme lo dispuesto por nuestra Constitución. Ello en
particular en el actual contexto de la pandemia del COVID-19; no obstante, ello ha sido
siempre un tema controvertido no solo en nuestro país, sino en el derecho comparado.
En este orden de ideas, existen múltiples argumentos que sustentan esta posición, de
los cuales hemos escogido los que poseen matices jurídicos para referirlos a
continuación. Varios de ellos se sustentan en la propia naturaleza del derecho al sufragio
como tal, sin que pueda considerarse el mismo como un deber sin el riesgo de incurrir
en una abierta contradicción; así como en la inviabilidad jurídica de dicha obligatoriedad,
al existir evidentes obstáculos desde el punto de vista constitucional a su
implementación. En primer lugar, el voto facultativo es consistente con el sistema
democrático y el Estado de Derecho. Ello ocurre en un primer término porque no es
sustentable la existencia de derechos cuyo ejercicio sea obligatorio, puesto que ellos
por definición son facultativos, en aplicación del principio de preferencia por los
derechos fundamentales contenido en el artículo 1 de la Constitución Política del Perú,
como veremos luego.
Si bien existen derechos no renunciables (como los laborales) no existen derechos
fundamentales que a la vez constituyan deberes que puedan imponerse jurídicamente,
lo cual constituiría una contradicción en sí misma. A ello debemos agregar que la
naturaleza del derecho al sufragio, su contenido esencial, se encuentra dirigido a que
su ejercicio sea facultativo, como ocurre en la mayoría de países del mundo. Los
derechos fundamentales son facultades que el particular posee y que gozan de una
protección intensa por parte del Estado, la cual se manifiesta de diversas maneras. Una
primera manifestación es el principio de preferencia por los derechos fundamentales,
uno de los pilares del Estado de Derecho, y que implica que los mismo son preferidos
siempre que se encuentren frente a cualquier otra situación jurídica, por más importante
que esta sea, que no constituya un derecho fundamental. Este principio se encuentra
definido en el artículo 1 de la Constitución, que preceptúa la supremacía de la persona
humana frente a la sociedad y el Estado, como lo hemos señalado líneas arriba.
El resultado lógico que se deduce de lo antes precisado es que los derechos
fundamentales se encuentran por encima de cualquier consideración,
constitucionalmente consagrada o no, que no posee rango de derecho fundamental, aun
en el supuesto de encontrarnos ante un bien constitucionalmente protegido. Los
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derechos fundamentales no pueden ser desplazados por enunciados jurídicos que a su
vez no atribuyan derechos. Ello se traduce además en que dichos derechos básicos no
puedan ser compensados a través de ventajas sociales y/o económicas. Los límites a
los mismos se encuentran al nivel de otras libertades o derechos básicos, determinados
previamente por el orden social. En el fondo, las limitaciones a derechos fundamentales
derivadas de bienes colectivos como la necesidad pública o el bien común tienen su
origen –o deberían tenerlo– en la tutela o protección de otros derechos fundamentales
por parte del Estado.
Por otro lado, resulta claro considerar que una sociedad debe conformarse a partir de
un conjunto de instituciones organizadas a partir de ciertos principios que se consideran
básicos, los mismos que permiten construir un orden social. Ahora bien, dichos
principios deben ser, en primer lugar, inmutables de manera peyorativa, y en todo caso,
formalmente inviolables. Y dado que los mismos deben ser aplicables a las personas
individualmente consideradas –no a los entes colectivos de derecho público,
conformados a su vez por personas naturales–, conforman lo que denominamos
derechos fundamentales, como ya se ha señalado.
Algunos autores relacionan todo lo antes descrito con el llamado principio de
inviolabilidad de la persona, el mismo que implica la imposibilidad de imponer sacrificios
o privaciones a las personas que no redunden en su propio beneficio. Sin embargo,
debemos concordar debidamente dicho principio con el de autonomía, el cual implica
que el Estado no debe intervenir en la libre elección del individuo.
El principio que venimos describiendo funciona además como un estándar interpretativo
de la Constitución Política, en el sentido de que cuando se interpreta la norma jurídica
antes indicada, y ante la posibilidad de variados resultados, se debe estar a la
interpretación más favorable para el particular. En caso de duda en la interpretación de
toda norma proveniente del derecho público debe admitirse la que resulta más
protectora de los derechos de las personas individualmente consideradas y no aquella
que pueda resultar más favorable al Estado o a la Administración Pública.
Ahora bien, tal como una persona podría ejercer un derecho, podría también no
ejercerlo, y ello no debería generar afectación alguna a la misma, por más necesario
que se considere el ejercicio de dicho derecho a nivel social o estatal. El ejercicio
facultativo de un derecho forma parte de su contenido esencial, aquella porción del
derecho fundamental que le otorga identidad y que le permite distinguirse de cualquier
otra situación jurídica, sea derecho fundamental o no. Así, mal podría prescindirse de
dicho elemento fundamental, toda vez que ello implicaría afectar el contenido esencial
del derecho, desplazándolo.
A ello debemos agregar que es evidente que la existencia de derechos obligatorios –
vale decir, que se deben ejercer bajo sanción– vulnera el derecho a la libertad individual.
La lógica de derechos obligatorios se enmarca en la consideración que dicho derecho
en su ejercicio, obedece a una meta colectiva, lo cual indudablemente vulnera el
principio de preferencia por los derechos fundamentales al limitar uno de los elementos
fundamentales del derecho, que es su libre ejercicio.
Adaptado de Guzmán, C. (s.f.). Argumentos a favor de la instauración del voto voluntario Parte 1.
Recuperado de https://blogposgrado.ucontinental.edu.pe/argumentos-a-favor-de-la-instauracion-del-votovoluntario
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Fuente 3
Opiniones divididas por voto voluntario
El eventual debate de la propuesta de reforma constitucional que plantea instaurar el
voto voluntario en el Perú ha generado diversas opiniones de los voceros de las
bancadas del Partido Aprista Peruano (PAP), Alianza Parlamentaria (AP), Grupo
Parlamentario Fujimorista (GPF) y Alianza Nacional (AN).
En declaraciones a la prensa, el vocero del APRA, Mauricio Mulder Bedoya, insistió en
la necesidad de impulsar reformas como el establecimiento del voto voluntario. Adelantó
que en caso de no lograrse el consenso se impulsará una propuesta que plantea la
eliminación de la multa a favor de quienes no hayan podido sufragar en las urnas
electorales. Mulder señaló que en los planes de gobierno del Partido Nacionalista y
Unidad Nacional está la propuesta del voto voluntario. Sin embargo, señaló que esos
partidos no apoyarían la iniciativa sólo por el hecho de que el APRA la promueve “Dicen
que van a votar en contra del voto voluntario porque el APRA se favorece con él, porque
tiene miles de militantes. Es decir, tenemos que premiar la incapacidad de los partidos
pequeños, que hacen las leyes de acuerdo a su comodidad y no hacen su trabajo para
tener adherentes”, expresó.
Víctor García Belaunde (AP) respaldó la propuesta de instaurar el voto facultativo en el
país. Sin embargo, anunció la presentación de una iniciativa que precise que solo sean
de aplicación en las elecciones municipales y regionales. Recordó que una propuesta
similar de su autoría fue archivada en la Comisión de Constitución y Reglamento, por
no contar con el apoyo de las bancadas de oposición.
Walter Menchola Vásquez (AN) afirmó que su bancada parlamentaria está en contra de
la iniciativa por un tema conceptual, que es eliminar la obligación de los ciudadanos de
elegir a sus autoridades. “No puede haber una voluntariedad frente a una obligación de
elegir un sistema democrático. Entonces, correríamos el riesgo, es mi hipótesis no
negada, de que un 5% de los ciudadanos decidan votar. Qué legitimidad tendría esa
autoridad elegida”, dijo. De la misma manera rechazó la propuesta planteada por
Mauricio Mulder de impulsar la eliminación de la multa electoral, al señalar que se está
impulsando que violar una obligación no tenga sanción.
Finalmente, Rolando Sousa Huanambal (GPF) se mostró en contra de la propuesta, al
señalar que generará que la gente pobre no acuda a votar, debido a que a este sector
le cuesta más trasladarse hasta una circunscripción determinada. Agregó que esta
propuesta incentivará que los jóvenes, que sienten desafección por la política, tampoco
ejerzan su derecho de elegir a sus autoridades. Señaló que las autoridades elegidas por
el voto voluntario carecerían de legitimidad, ya que serían electos por una minoría de la
población electoral.
Opiniones divididas por voto voluntario. (s.f.). El Heraldo. Recuperado de
https://www2.congreso.gob.pe/Sicr/Prensa/heraldo.nsf/CNtitulares2/8A9F21C73E439536052577C20078F
2E3/?OpenDocument
Fuente 4
Argumentos a favor del voto voluntario
Jorge Ramírez, investigador del Programa Sociedad y Política de LyD, enumera 5
razones a favor del voto voluntario:
1. El voto es un derecho antes que un deber:
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¿Por qué? Porque los deberes en toda sociedad política los estructura el mandatario,
y de ahí, que también este pueda regular su intensidad. El mejor ejemplo de lo
anterior son los impuestos, en este caso, el mandatario puede bajarlos, aumentarlos
o eliminarlos. El voto es un derecho porque no puede quedar a la merced de la
voluntad del mandatario. Este se ejerce y de ahí que su ejercicio opere como un
resguardo frente a la discrecionalidad en su aplicación por parte del mandatario. Si
fuera un deber, imagine usted un mandatario que considerara que ya no resulta
necesario votar en cuatro elecciones, sino solo en una, o bien que estas ya no solo
se realicen cada 4 años, sino cada 10, o bien el mandatario podría persuadirnos de
que votar ya no es deber necesario para nuestro orden político, inclusive
eliminándolo. El voto es, e históricamente ha sido, un mecanismo de resguardo frente
al poder político, de ahí su carácter de "derecho" que se ejerce para legitimar o
deslegitimar al poder político. Es en buena medida, un dispositivo de contra poder.
2. Porque es una cuestión de principios:
La discusión sobre el voto obligatorio o voluntario debe situarse en un entorno de
debate normativo más que instrumental, o consecuencialista. Hay partidarios del voto
obligatorio que fundan su argumentación bajo la convicción de que este es un
"deber", lo cual parece legítimo. Sin embargo, hay otros partidarios del voto
obligatorio que recurren al argumento consecuencialista de que al votar pocas
personas, cuestión discutible, el sistema de voto voluntario se desacredita por sus
consecuencias. Lo mismo con el supuesto "sesgo de clase", es decir, como
eventualmente los pobres votan menos, serían ellos, quienes en clave paternalista,
estarían en condiciones de obligar a los pobres a determinar lo que es bueno o malo
para sus vidas. Quienes creemos que el voto es un derecho, más allá de sus
consecuencias –que pueden ser abordadas y corregidas mediante otros
instrumentos– creemos en eso más allá de las consecuencias.
3. Porque la estrategia para abordar el problema de fondo es la promoción y no la
coacción:
Un conjunto importante de democracias avanzadas ha tenido esta importante
discusión. ¿Cómo impulsar la participación electoral? Hay dos caminos: el de la
promoción del voto, mediante acciones concretas como educación cívica,
instrumentos de facilitación del voto como voto anticipado, por correo, electrónico,
etc. El otro camino es de la coacción, que impone una multa o sanción a aquellos
que no deseen votar. Paradójicamente, la aplicación de multas es también regresiva
en términos de "sesgo de clase". Una sanción económica afecta de manera mucho
más directa a las personas pobres que a los ricos, pero los partidarios del voto
obligatorio consecuencialistas no se han percatado de esta contradicción en su
argumento.
Adaptado de LYD. (s.f.). 5 argumentos a favor del voto voluntario. Recuperado de https://lyd.org/centrodeprensa/noticias/2013/11/5-argumentos-a-favor-del-voto-voluntario/
Fuente 5
Chile debate volver al sufragio obligatorio
Las históricas elecciones constituyentes, en las que los chilenos castigaron a los
partidos tradicionales, desataron un terremoto político sin parangón en democracia, que
Chile sigue asimilando, con el debate abierto sobre volver al voto obligatorio por la baja
participación. Los sorprendentes resultados impactan de manera significativa en la
carrera presidencial, ya que se acerca la fecha en la que los partidos deberán definir a
qué candidatos presentan en las elecciones generales de noviembre y qué alianzas
establecen.
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Participación de los electores
Pese a la importancia de los comicios, la participación estuvo lejos del 50.1% registrado
en el plebiscito de octubre pasado, cuando cerca del 80% de los chilenos decidieron
enterrar el marco jurídico de la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990).
Aquella votación fue la más participativa desde que el voto dejó de ser obligatorio en el
2012. Desde entonces, ninguna elección ha superado el 50% y la cifra más baja se
registró en las municipales del 2016, cuando solo votó el 34.9% del padrón. En las
últimas dos comicios presidenciales (2013 y 2017), la participación en la segunda vuelta
estuvo cerca del 49%. De los 14.9 millones de chilenos convocados este fin de semana,
solo ejercieron su derecho un 43.3% (6.5 millones) y la afluencia a las urnas fue mucho
más alta en los barrios acomodados, principalmente de Santiago.
Crítica al voto voluntario
“El voto voluntario incentiva sesgos socioeconómicos y perpetúa desigualdades”, indicó
el director de la consultora Tres Quintos, Kenneth Bunker, quien explicó que suelen
votar más los adultos mayores con mayor formación y posición económica, por lo que
sus intereses están sobrerrepresentados en las instituciones.
Al respecto, también se manifestó Federica Sánchez Staniak, politóloga de la
Universidad Alberto Hurtado, para quien “la obligatoriedad del voto generará mayor
participación, pero superar la crisis de desafección en Chile llevará mucho más trabajo
porque es un problema serio y de raíces profundas”. Asimismo agregó: “Un posible
punto de partida es el voto obligatorio con sanciones efectivas y educación cívica. Y
paciencia porque generar el hábito de votar lleva tiempo”.
Adaptado de Chile debate volver al sufragio obligatorio. (19 de mayo de 2021). El Peruano. Recuperado
de https://elperuano.pe/noticia/121000-chile-debate-volver-al-sufragio-obligatorio
Fuente 6
¿Nos beneficia el voto obligatorio? (4:46)
https://www.youtube.com/watch?v=kaUTI2opL4M
Fuente 7
¿El voto debe ser obligatorio o voluntario? (32:08)
https://www.youtube.com/watch?v=C8USHIyFzYk
Fuente 8
Voto facultativo (8:08)
https://www.youtube.com/watch?v=fwFd1X9JeO4
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