5. CONCLUSIÓN El Señor ha venido para dar vista a los ciegos. Él

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5. CONCLUSIÓN
El Señor ha venido para dar vista a los ciegos. Él
puede abrir tus ojos hoy, si tan sólo tomas su mano y te
dejas guiar fuera de “Betsaida”. Permite que Jesús te toque
y te dé la vista. Luego pon tus ojos en Él y en nadie más
que en Él. Ni siquiera escuches lo que otros te dicen; sólo
clama a Jesús con todas tus fuerzas, pues ahora Él está
pasando delante de ti. Esta es tu hora, y tu mejor
oportunidad de convertirte en un seguidor de Jesucristo.
No lo dudes; ve y sumérgete en “El Enviado”.
¡Lava tus ojos en las aguas de su Espíritu! Amén.
Jesús es quien te da la
vista
Lección 5
Rompe-hielo: ¿Qué sentimientos te despierta la gente
ciega?
1. INTRODUCCIÓN
Isaías 42.18: “Sordos, oíd; ciegos, mirad y ved.” La palabra de
Dios nos dice que Jesús es quien da la vista al ciego.
Consideremos hoy tres casos de personas ciegas a las que
Jesús dio la vista.
2. EL CIEGO DE BETSAIDA
Véase Marcos 8.22-26. Jesús estaba en Betsaida,
Galilea, cuando le fue llevado un hombre ciego para que lo
tocara. No sabemos cuánto tiempo llevaba este hombre así, y
es llamativo que lo primero que Jesús hace no es sanarlo,
sino tomarlo de la mano y conducirlo afuera de la aldea. ¿Por
qué? Porque en Betsaida había demasiada incredulidad. La
incredulidad obstaculiza la obra de Dios. Este hombre creyó,
pues caminó de la mano de Jesús a ciegas. Algunas veces,
antes de que podamos recibir el milagro, tenemos que darle
la mano a Jesús y permitir que Él nos conduzca en la
oscuridad. Y necesitamos alejarnos de la gente que no cree
en Jesús. Incluso después de la sanidad Jesús le prohibió al
ciego regresar a Betsaida y lo envió directo a su casa. Esto es
porque Jesús quiere que guardemos distancia de la gente
que no cree en Él.
Una vez afuera de Betsaida, Jesús unta los ojos del ciego
con saliva, pone sus manos sobre él y le pregunta si ve algo.
El ciego ahora puede ver a las personas, pero con muy poca
claridad. El Señor entonces tiene que emplear el método
gradual que vimos en el sermón anterior. Jesús pone sus
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manos sobre los ojos del ciego por segunda vez, y ahora,
cuando el ciego mira, ve perfectamente a todos. Algunas veces
la liberación es parcial y se necesita un segundo toque de Jesús.1
La Biblia King James dice que al tocarlo por segunda vez, Jesús
“made him look up”, es decir, hizo que el ciego mirara hacia
arriba. Cuando una persona comienza a experimentar liberación,
con frecuencia comete el error de fijarse en otras personas. Si
miramos hacia arriba, vemos a Jesús, no a los demás; así es como
viene la completa liberación.
3. EL CIEGO BARTIMEO
Véase Lucas 18.35-43. Este milagro aconteció mientras
Jesús se dirigía a Jerusalén por última vez. Cuando Jesús
abandonó Jericó, lo seguía una gran multitud de gente. Junto al
camino se hallaba sentado un ciego llamado Bartimeo. Cuando él
oyó que Jesús estaba pasando por el lugar, inmediatamente
comenzó a gritar diciendo: “Jesús, Hijo de David, ten misericordia
de mí.” Es algo muy maravilloso que el hombre supiera quién era
Jesús y lo llamara “Hijo de David”; una verdad que incluso mucha
gente con vista no conocía entonces. La gente le decía que se
callara, pero él gritaba con mayor insistencia. Él sabía que era
“ahora o nunca” y por eso persistió llamando con desesperación.
Así debe ser con nosotros. Debemos clamar a Dios con
desesperación, cuando tenemos una necesidad de sanidad o
bendición, porque la oportunidad se presenta sólo de vez en
cuando, y hasta es posible que nunca se vuelva a presentar, tal
como sucedió en Jericó.
Jesús se detuvo y ordenó a la gente que le trajera al hombre
ciego. Cuando Bartimeo lo oyó, dice San Marcos que arrojó su
capa y caminó hacia el Maestro. Jesús quería que él mismo
expresara su necesidad, y le preguntó: “¿Qué quieres que te
haga?” El hombre ciego rápidamente contestó: “Señor, que reciba
la vista.” Jesús simplemente pronunció la palabra: “Recíbela, tu fe
te ha salvado” y Bartimeo enseguida recobró la vista. Jesús
simplemente pronunció la palabra: “Recíbela, tu fe te ha salvado”
y Bartimeo enseguida recobró la vista. Él podía ver ahora
claramente el hermoso escenario que le rodeaba, los hombres a
su alrededor, y el rostro de Jesús. Bartimeo comenzó a dar
alabanzas a Dios y a seguir a Jesús por el camino.
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4. EL CIEGO DE NACIMIENTO
Véase Juan 9.1-12. En Jerusalén se hallaba un pobre
mendigo que había estado ciego toda su vida. Ciertamente
este hombre tenía una tremenda necesidad, y cuando Jesús la
vio, inmediatamente tuvo compasión de él. Sus discípulos, en
cambio, comenzaron a preguntar: “Señor, ¿por qué nació
ciego este hombre?
¿Por el pecado de sus padres, o por su propio pecado?”
El concepto del pecado hereditario estaba muy arraigado
en la mentalidad judía de los discípulos del Señor. En ese
instante, ellos trataban de entender el porqué de la ceguera
de aquel hombre, pero para Jesús era (y es) mucho más
importante el ministrar al hombre en su necesidad, que
resolver un problema teológico. Por eso responde a sus
discípulos: “Mientras es de día, tenemos que hacer el trabajo
del que me envió; pues viene la noche, cuando nadie puede
trabajar. Mientras estoy en este mundo, soy la luz del mundo.”
En otras palabras: “Me queda poco tiempo; no voy a tener
discusiones religiosas con ustedes ahora. Por favor, déjenme
hacer el trabajo que vine a hacer.”
Jesús sanó al ciego enviándole a lavarse en el estanque
de Siloé, nombre que significa “El enviado”. Este estanque
representa a Jesús y lavarse en él simboliza ser bautizados en
Jesús. El hombre regresó sanado y comenzó a testificar de su
milagro a todos. Los fariseos, que no podían aceptar que un
ciego hubiera sido sanado en día de reposo (sábado) lo
echaron de la sinagoga. Jesús también tenía un propósito
permitiendo esto: que este hombre se convirtiera en un
discípulo suyo. Véase Juan 9.35-39.
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