ORACION FINAL “REAVIVA EL CARISMA DE DIOS QUE ESTÁ EN TI” SÁBADO 24 DE OCTUBRE DEL 2015 INTRODUCCIÓN: Hoy ha sido un gran día para dar Gloria a Dios, por permitirnos recoger el caminar del proceso que nos ha llevado a culminar nuestra IV asamblea Diocesana de Pastoral, recordemos que el futuro de toda institución depende de una adecuada coordinación y proyección de los esfuerzos hacia metas superiores. No basta que cada quien haga bien su trabajo, sino que haya colaboración y genere cambio. Sin coordinación, muchos esfuerzos, por buenos que sean, pueden contraponerse, empalmarse, anularse o repetirse, en detrimento de la eficacia y la motivación e inclusive de la propia salud. Este trabajo arduo que juntos iniciamos ya hace un tiempo atrás, la forma de trabajar que hemos seguido, ha sido muy buena y hoy hemos venido a reafirmarlo y a darle un plus, porque queremos juntos orar para que Dios nos conceda los frutos esperados. VIDEO: UN MUNDO DELANTE DE MI Esta Asamblea se está manifestando como un verdadero Pentecostés para nuestra Iglesia particular. Tenemos ante nosotros el desafío de construir un nuevo modelo de Iglesia. Nos propusimos realizar algo diferente a la metodología que hasta ahora habíamos aplicado a nuestra acción evangelizadora. Y nos aventuramos a idear, en un proceso de participación, un camino original para esta nueva etapa de nuestra pastoral planificada y de conjunto, buscando transversalidad y eficiencia. Pero, siendo inédito, no teníamos puntos de referencia ni experiencia. Teníamos grandes ilusiones, pero también grandes incertidumbres; Con mucho fervor, imploramos la ayuda del cielo. Y por el discernimiento comunitario que obra el Espíritu Santo en el Cuerpo de Cristo, a lo largo de las Asambleas parroquiales y vicariales, las 1 intuiciones se fueron clarificando, los nuevos términos se fueron definiendo, los pasos se fueron dando, y aun los momentos de confusión nos hicieron avanzar. Lo más notable es que todos soñamos la realización de ese nuevo modelo de Iglesia por construir entre todos. Tenemos la delicada tarea de asumir y dar continuidad a tantas propuestas, convencidos de que el Señor está con nosotros, pues confirmó la trayectoria apenas bosquejada. ¡En marcha, pues, a transformar las personas, las comunidades y las estructuras! Así, desde Cristo, generaremos una Iglesia. PRESENTACIÓN DE LAS VICARIAS (BANDERAS DE LOS COLORES PROPIOS) MIENTRAS ESCUCHAMOS EL CANTO: AUN HAY MUCHOS PIES QUE LAVAR. Sigue habiendo tantos pies que lavar, sigue habiendo tanta oscuridad que iluminar tantas cadenas que romper pan y vino para el pobre quiero ser (2) fortalece, Señor, mi poca fe. “La misión es una pasión por Jesús, pero, al mismo tiempo, es una pasión por su pueblo. Cuando nos detenemos ante Jesús crucificado, reconocemos todo su amor que nos dignifica y nos sostiene; y en ese mismo momento percibimos que ese amor, que nace de su corazón traspasado, se extiende a todo el Pueblo de Dios y a la humanidad entera. Así redescubrimos que Él nos quiere tomar como instrumentos para llegar cada vez más cerca de su pueblo amado (cf. EG 268) y de todos aquellos que lo buscan con corazón sincero. En el mandato de Jesús «id» están presentes los escenarios y los desafíos siempre nuevos de la misión evangelizadora de la Iglesia. En ella todos están llamados a anunciar el Evangelio a través del testimonio de la vida; entre las personas a las que aún no ha llegado todavía el Evangelio” (Francisco, Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2015, 1b). ESCUCHEMOS LAS PALABRAS DEL APÓSTOL Y DEJEMOS QUE INTERPELE NUESTRO CORAZON. 1 TIM 1,1-14 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios para anunciar la Promesa de vida que está en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido. Gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús Señor nuestro. Doy gracias a Dios, a quien, como mis antepasados, rindo culto con una conciencia pura, cuando continuamente, noche y día, me acuerdo de ti en mis oraciones. Tengo vivos deseos de verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de alegría. Pues evoco el recuerdo de la fe sincera que tú tienes, fe que arraigó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y sé que también ha arraigado en ti. Por esto te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti. Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de 2 fortaleza, de caridad y de templanza. No te avergüences, pues, ni del testimonio que has de dar de nuestro Señor, ni de mí, su prisionero; sino, al contrario, soporta conmigo los sufrimientos por el Evangelio, ayudado por la fuerza de Dios, que nos ha salvado y nos ha llamado con una vocación santa, no por nuestras obras, sino por su propia determinación y por su gracia que nos dio desde toda la eternidad en Cristo Jesús, y que se ha manifestado ahora con la Manifestación de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien ha destruido la muerte y ha hecho irradiar vida e inmortalidad por medio del Evangelio para cuyo servicio he sido yo constituido heraldo, apóstol y maestro. Por este motivo estoy soportando estos sufrimientos; pero no me avergüenzo, porque yo sé bien en quién tengo puesta mi fe, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel Día. Ten por norma las palabras sanas que oíste de mí en la fe y en la caridad de Cristo Jesús. Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros. PALABRA DE DIOS Compartir con el hermano o hermana de lado. 1) ¿Qué es lo que se ha reavivado desde tu corazón en éste día? 2) ¿Qué Gracia o regalo le pides a Dios esta tarde para conservar en ti el carisma que Dios te ha dado por medio del Espíritu? 3) ¿Qué pides a Dios para nuestra Iglesia Diocesana? Nota: Si es oportuno por el tiempo se pide a unos 3 agentes que compartan una de las preguntas a manera de plenario. Terminemos nuestro momento de oración presentando a Dios nuestra vida y nuestra realidad. Presentamos como signo un mapa de nuestro territorio diocesano, pidiendo por toda la Iglesia, por nuestro Obispo, para que lleven siempre a cabo el mandato del Señor de ir al mundo entero y anunciar el Evangelio de la salvación, especialmente a los más pobres. Roguemos al Señor. Presentamos como signo una vela encendida, pidiendo por todos los Sacerdotes de nuestras comunidades parroquiales que a través de su vida en Cristo sigan iluminando el caminar de la fe de todo el pueblo que peregrina y con su espíritu comunitario hagan más fecunda la misión de la Iglesia. Roguemos al Señor. Presentamos como signo unas sandalias desgastadas. Por todos los misioneros, consagrados, y consagradas de la vida contemplativa y la vida pastoral, para que sean mensajeros de la misericordia de Dios y testigos de su amor en medio de nuestro mundo y también imploramos a Dios la bendición para todos los miembros de los Institutos seculares, Sociedades de vida apostólica y nuevas formas de vida consagrada, para que vivan con alegría y entrega el anuncio del Evangelio en los diferentes ambientes en los que se hallan presentes. Roguemos al Señor. 3 Presentamos como signo una foto (o cartel) de una familia y rogamos a Dios para que en todas las familias cristianas de nuestra Diócesis, se viva el amor de Dios, y los padres apoyen y ayuden a sus hijos a descubrir la vocación a la que Dios les llama. Roguemos al Señor. Presentamos como signo una Biblia. Y con ella rogamos a Dios por todos los agentes laicos de la pastoral de nuestras comunidades,por los consejos parroquiales los Evaps, los Epaps, para que viviendo su vocación laical sean fuente de entusiasmo, alegría y esperanza de una Iglesia renovada, formada y formadora. Presentamos como signo una cruz. Y en ella a todos los enfermos de nuestras comunidades; para que, unidos a la cruz del Salvador en su dolor, ofrezcan su sufrimiento por todo el Pueblo de Dios que peregrina en nuestra Diócesis, especialmente por aquellos que pasan por momentos de dificultad y viven persecución. Roguemos al Señor. Padre Nuestro. (Cantado) Oración Final. (Cfr. Oración colecta de la misa “Por la evangelización de los pueblos”) Señor, Tú has querido que tu Iglesia sea sacramento de salvación para todos los hombres, a fin de que la obra redentora de Cristo persevere hasta el final de los tiempos; mueve ahora los corazones de tus fieles y concédenos la gracia de sentir que nos llamas con urgencia a trabajar por la salvación del mundo, para que, de todas las naciones, se forme y desarrolle un solo pueblo, una sola familia, consagrada a tu nombre. Por nuestro Señor Jesucristo. BENDICION Y DESPEDIDA. S.E. Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez. 4