Las Puertas De Hércules AYAMONTE Y su Parador “Tan inmenso que es, ¿oh mar!, el cielo, Como es el mismísimo en todas partes, Puede el alma creerlo tan pequeño... Enclavado a lo eterno eternamente Por las mismas estrellas,... ¿Qué refugiados nos sentimos bajo su breve infinidad definitiva!” Juan Ramón Jiménez P orque así lo convinieron aquellos míticos dioses y semidioses; porque así lo decidieron ídolos y héroes aguerridos: porque todas éstas y todas las geografías amanecieron de todas las madres de todas las guerras; que es decir: de todas las ambiciones de todos los seres humanos que todavía están tan presentes como siempre jamás. Y todo, casi todo, por ambiciones de dominio y poderes; tal vez mucho más políticos que nacionalistas o que religiosos... También, por razones económicas. Todos aquellos imperios serían aventureros y avaros de poderes desmesurados. Como Pizarro o Cristóbal Colón... Estos mares Mediterraneos fueron, por aquellos siglos, el Gran Lago de la Cultura Occidental. Por todas estas costas trajeron culturas, artes, lenguajes, leyes y costumbres hasta nuestras costas ibéricas. Pero también trajeron rechazos; y guerras defensivas contra unos extraños invasores... Finalmente, se haría, inevitablemente, una paz convenida y compartida –conveniente para ambas partes: Así, poco más o menos, serían divididas aquellas geografías entre los Orientes Mediterráneos hasta las más peligrosas fronteras de las columnas de Hércules. Pero unos y otros acarrearon pillajes de ida y vuelta: especias por metales; cultivos por esclavos... Aquellos primeros tiempos de las invasiones fenicias, griegas, romanas, árabes, y casi finalmente cristianas o acristianadas estuvieron por siglos justificadas por un sentimiento común entre las deidades imperantes: “...El mundo lo hizo Dios, pero con ayuda de Alá...”.(Dicho Árabe) A lo que la Historia quiere suponer, estos Occidentes fueron producto de un pacto casi de no agresión: de convivencia convenida, sólo aparentemente convencida: Serían estos pactos suficientemente jugosos para ambas partes. Y así, finalmente, se diseñaría el reparto de casi todos estos contornos terrestres. AYAMONTE Y SU PARADOR 1 Por largos tiempos resultaría el reparto claramente ventajoso por todas las partes... Aunque, con el paso de los siglos, el pulso resultaría desigual: Ganarían los cristianos por abrumadora mayoría. No se confunda el viajero: Estos Mediterráneos “finisterres” son “Las puertas de Hércules”. Grata e inevitable frontera; paso antaño dificultosamente franqueable, es hoy de indisoluble puente intercontinental. Resulta ser la menos mala de estos transitares entre las Áfricas y las Europas: Tan próximas –a sólo una docena de kilómetros– que aproximan tentadoras, pero también traidoras fronteras, definidas y controladas por procedimientos compulsivos impuestos por sistemas represivos. Tanto la una como de la otra margen del Estrecho. Junto a ello, había que dejar firme constancia de aquella realidad llamada Reconquista. Jamás debemos perder la memoria: la mitad o más de estas “Hispanias” tenemos sangre y almas árabes. ¿Qué es Andalucía? ¿No será también una mixtura compleja, pero de excelente compostura entre intrépidos cruzados, con esencial ayuda de judíos y mahometanos? Recuerde el visitante que todo ello y mucho mas es esta península ibérica en esas y otras culturas, tolerantes y suavemente invasivas: todos y cada uno de nosotros somos descendientes de aquellas convivencias tan vecinales como bien avenidas. Por todos aquellos inmensos tiempos nacería un nuevo término que, finalmente y hasta hoy mismo, convenimos en llamar “convivencia”. Por Los Principios De Todos Los Tiempos P or aquellos tiempos millonarios surgirían lenta, pero inexorablemente, civilizaciones y, luego, culturas a veces tan afinadas como un instrumento de alta definición musical. A no mucho tardar explotó una invasión cultural sostenida y propiciada por hábiles artesanos, alarifes y otros numerosos artistas con discreta y prudente obediencia a los cánones obligados. Así nacerían puentes, acueductos, huertas, regadíos e innumerables costumbres: industriales –como los curtidos, los tejidos, las artes y artesanías... Ayamonte resultó ser una muy eficaz lanzadera premonitoria de aquellas culturas. Por estos Mediterráneos se ensayaron las “almadrabas”, sistemas de pesca y/o caza, altamente eficaces; tanto que hasta hoy son utilizados para capturar todo tipo de peces. Muy antes de nuestra cristiana Historia estos apartados parajes estaban invitados y habitados por los bienvenidos “Tartesos”. Aquellos tartesos invasores construyeron notables ciudades; unas en los márgenes marítimos y otros en los interiores, por los contornos de las Sierras de Aracena Y así hasta hoy están las cosas. No perdamos la memoria; que todos y cada uno de nosotros pertenecemos a la misma cepa. O, por el contrario, ¿Cómo entender o explicar la excelente convivencia en los usos y costumbres urdidos y tramados en artesanías, ritos, músicas y gustos y hasta olfatos que, aún hoy, por suerte, compartimos en la vida cotidiana? Aquellos aguerridos navegantes faenaban –frecuentemente con afanes de pillaje– por las ricas costas de lo que hoy limitarían el “Coto de Doñana”. Costeaban prudentemente el litoral. Y desde estas costas navegaban hasta los nortes de Europa para traficar con estaño y armas diversas, siempre defensivas. Casi no hay más que repasar nuestro propio lenguaje sabiamente contaminado por las sabias mahometanas. Como “alicatar”, técnica tan elemental como eficaz para rematar paredes mágicas y magistrales. O la técnica de las “yeserías”, inmortales filigranas que aún perduran hasta en la mezquita de Córdoba. Y en innumerables localidades sureñas. E, inevitablemente, el mudéjar, que salpica y contamina milagrosamente muchas tierras castellanas: Salamanca, Zamora, Tordesillas, Toro y otras incontables geografías... Los tartesos descubrieron la inmensa rentabilidad minera de estas tierras, en especial por los yacimientos de cobre, entonces generosos y abundantes. Así descubrirían el bronce –mezcla de estaño y cobre– de gran estima para los pueblos mediterráneos. Más bien por razones militares, aunque también utilitarias: aperos, vasijas, armas... Junto a todo y, entre medias, este barroco andaluz que ni quiere ni puede disimular sus gustos y ambiciones conquistadoras. Ahí está Écija, la ciudad más sevillana y más barroca de nuestra península. O Cardona; o Lepe... O Linares. Que es espinazo fronterizo. Y, enseguida Baeza y Úbeda, con diseños, lenguajes y costumbres radicalmente peculiares: un hablar exclusivo; son altivos y aceituneros: así se quieren diferenciar. Finalmente, esta prehistoria resultó ser decisoria y decisiva: por los aledaños de Huelva construyeron alguna que otra ciudad-fortaleza con intenciones defensivas. Tras el recinto amurallado, artistas y artesanos venían de todos los contornos. Amanecería una sorprendente lucha, espoleada por gustosas ambiciones de dominio, allá por el siglo III antes de nuestra era. Sería, finalmente, el general Escipión el Africano quien decidiese abrir las puertas de esta península a los imperiales ejércitos romanos. Y la llegada del romano invasor acarreó leyes y luces que abrirían unos horizontes europeos. “To er mundo no puede nacer en “Cai”. Es claro que conviven muchas Andalucías. Como Cádiz es “Cai”, ciudad y gentes orgullosas de si mismas, por algo la Constitución quiso nacer allí, con milagrosa fortuna. Y Ayamonte participó y participa de similar condición. Son estas gentes revoltosas, pero jamás revueltas. “...Nosotros somos muy nuestros...” Es un sentimiento común y participativo. Pero no se confunda el viajero: Ayamonte está aquí pero también un poco más allí. Es una villa atlántica y obligadamente fronteriza. Participa, sin excesivo entusiasmo, con modismos lingüísticos, a veces confusos por voluntad propia. AYAMONTE Y SU PARADOR 2 Unos mil años antes de nuestra era aparecerían por estas costas mediterráneas los fenicios, navegantes con afanes de pillaje y sed de nuevas culturas: a la caza de modas y modos de vida para ellos tan extrañas como apetitosas. Tan así sería que, a no mucho tardar, las tropas fenicias invadirían esta península con su comercio notablemente competitivo: Todo se compraba; todo se vendía. Simultáneamente las tropas invasoras supieron obtener excelentes provechos de las casi inagotables minerías de los Ríotintos onubenses. Como Río Tinto, hoy escultura hacia la nada. Estos y otros pueblos fueron visitados e invadidos por cartagineses y fenicios. Simultáneamente hubo continuos escarceos, guerras y guerrillas; saqueos y bandidajes. Con frecuencia de gente celtas, de notable agresividad y enormes afanes de conquista. Al decir de la Historia hurtaron la mayoría de los rebaños de estas regiones. Sin embargo, los romanos instalaron ingeniosos artilugios mineros a base de riesgo de sus vidas o las sus esclavos. Sería aproximadamente por los finales del siglo III antes de Cristo cuando cartagineses y romanos se disputaron el dominio de esta ibérica península. Plagada, por cierto, de mitos y leyendas y de gentes de difícil comunicación. Inexorablemente hubo guerras ambiciosas y codiciosas de poder: fueron, en principio, combates navales. Final, aunque provisionalmente, los cartagineses se apropiaron de los más apetitosos botines de aquellos tiempos. a Ayamonte en especial y mágico que llama la atención de todos los que la visitan: es la luz. La llaman “La luz de la Puerta de España”, y según los paisanos y vecinos es la responsable de que existan excelentes artistas en su villa Ayamonte puede presumir y presume de su patrimonio artístico. Del siglo XV son la iglesia de San Salvador y la de San Francisco, magníficamente conservadas muestran su estilo mudéjar. Para los visitantes amigos de atesorar recuerdos de sus viajes Ayamonte ofrece sorpresas escasamente imaginables y milagrosa artesanías. Si siempre soñó con una maqueta de barco; en esta ocasión podrá encontrar una maqueta perfecta de barcos de pesca, de los que hoy faenan por estos mares. Ayamonte siempre ha estado orgullosa de ser una villa marinera y de tener valientes marinos oriundos de esta población; se dice que fue Ayamonte la ciudad de la provincia de Huelva que contribuyó con un número mayor de sus vecinos en la conquista de America : pilotos expertos, religiosas, colonizadores, comerciantes... Si se tuviera que mencionar uno sólo de aquellos valientes marineros, muchos coincidirían en Rodrigo de Xerés. Colón fue quien le envió a las Indias; le nombró embajador, y le entregó unas cartas de los Reyes Católicos para entrevistarse con el Gran Khan. Y según confirma la Historia nunca llegó a entrevistarse con aquel personaje. Pero en el trayecto del viaje se cruzó con unos hombres que llevaban en sus manos un tizón y que chupaban y aspiraban aquéllo. Así descubrió el tabaco, de ahí que la historia habla de Rodrigo de Xeréz como el descubridor del tabaco, que introdujo en Europa, había aprendido a producirlo y fumarlo. Aunque también se cuenta que le costó diez años de encierro carcelario por la Santa Inquisición como respuesta a una denuncia de su propia esposa que aseguraba que echaba el demonio por la boca y la nariz. Parador De Ayamonte: La Luz De Las Puertas Del Mundo “Arriba canta el pájaro Y abajo canta el agua. –Arriba y abajo se me abre el alma–. Mece a la estrella el pájaro A la flor mece el agua. –Arriba y abajo me tiembla el alma Juan Ramón Jiménez S e encuentra el Parador situado en una de las localidades más pobladas de la provincia de Huelva. Y, sin duda, famosa por sus hermosísimas playas. El lugar donde se emplaza hoy el Parador fue, desde siempre, un lugar estratégico donde antaño se alzaba un castillo; desde él se controlaba la desembocadura del río Guadiana, justamente en la frontera de España y Portugal. Son muy valoradas por todos los que le visitan las vistas panorámicas de los pueblos del río y del mar. Pero existe otro elemento que transforma Del siglo XVI la capilla de San Sebastián resulta una magnífica combinación de las ciencias, artes y artesanías góticas y mudéjares. En el paseo sosegado por Ayamonte se disfrutará, sin duda, del gusto barroco integrado en este singular pueblo. Varios edificios que iremos encontrando pertenecen a los siglos XVII y XVIII: la gótica Santa Clara. Las de estilo barroco sin olvidar el mudéjar. En la calle Huelva, llama la atención la llamada “Casa Grande”. Y sin duda el palacio del Marqués de Ayamonte, que se hizo famoso por su deseo de separar Andalucía de España. El mausoleo que Ayamonte conserva en la punta del Moral quiere presumir de su antigüedad. Presumen, con legítimos motivos, los paisanos de Ayamonte de su barroca imaginería religiosa. Y hay que dejar constancia de la fama e importancia de su Semana Santa... Es muy valorado el Cristo de la Buena Muerte de la escuela de Martínez Montañés. A los amantes de la buena pintura, Ayamonte enseña varios estudios de excelentes pintores, como los de Aguilera, Oliva y Borrego entre otros. No se olvide que la luz parece ser el maestro de alguno de ellos. Pero entre los visitantes hay una gran parte que gusta de hacer compras gastronómicas para familiares y amigos. En Ayamonte se deben considerar muy seriamente a las Conservas y Salazones. Opinan los que saben que hay que contar con las Huevas Secas, verdadera joya de este paraje y la AYAMONTE Y SU PARADOR 3 Bien lo sabrá el auténtico onubense y costero: por aquí se dan, se pescan y se comen los peces más ricos de todos estos mares. Y es verdad; pero, acaso, algunos de los distraídos turistas tal vez no hayan caído en la cuenta de que por todos estos contornos se cultivan y cocinan diversas y excelentes calidades de arroces transformados en platos singulares. magnífica Mojama de Atún, exquisitez suprema de esta cocina de Ayamonte. Y para los golosos y muy golosos la gente del lugar suele recomendar un establecimiento con aires musicales: “La Flor de la Canela”. No obstante siempre es recomendable preguntar a los del lugar, que en Ayamonte son gente agradable, amistosa y servicial. Porque habrá que recordar que desde principios del pasado siglo, numerosos arroceros valencianos se instalaron en estas marismas de los Guadalquivires. Tanto sería así que llegó a ser Sevilla la primera productora del arroz de la Península. Y también las vegas del Guadiana, en Badajoz... las tierras mediterráneas. Y las vegas del Guadiana... Y también en Badajoz se cultivó y se cultiva un arroz de excelentes calidades. LAS RECETAS SECRETAS Estas costas, montes y vegas las recetas –que son mucho más que arroces– tienen misterios insondables de arroz importado desde las costas valencianas como: LA SOPA DE ARROZ A LA HIERBABUENA No queremos ni podemos dejar de mencionar que hasta hace relativamente poco tiempo Ayamote no contaba con el magnífico puente actual, y sin embargo la utilización de barcas que cruzaban la frontera tenían muchos inconvenientes: las esperas y las pérdidas de tiempo; pero, en contrapartida añadía el encanto de mirarlo todo, de conocer gente, de comprar regateando. Sin perder nuestro puesto en el orden de subir al barco con nuestro coche con rumbo al país vecino. Hoy nada es igual, ni siquiera existen las aduanas... Mares Y Costas De Gastronomías Cultas Y Ocultas P or casi cualquiera de estas costas y costaneras hay quien prefiere resignarse a los guisos y platos –excelentes, por cierto–, exquisitos y abundosos; que son modelos gastronómicos. Como la propia cocina de este Parador de Ayamonte, que muestra y ofrece: la sopa de Arroz a la hierbabuena, el Arroz con bacalao o la Perdiz de Río Tinto. Pero también la ínclita Tortilla de Ayamonte, a base de mollejas y riñones, según todas las recomendaciones poco hecha. O los Coquitos de Huelva, de sabia aunque simple elaboración: Una vez dorada la cebolla se sofríen los coquitos enharinados. Se prepara una salsa al gusto con algo de cebolla y se hacen a la cazuela. Y así al gusto del cocinero o comensal. O la Salsa Playera. Que viene a ser una especie de”Boullabaise” que impide la invasión de cualquier pez ajeno a esta agua; siempre a condición de que goce de la compañía de hierbas como cilantro o alcaravea. Se prepara a base de cebollas salpicadas con dientes de ajo, en picadura fina, con pelín de aceite. Se agregan algunos trozos de calamar y se saltean en tomate. Se incorpora, cuando se pueda, el arroz y la hierbabuena; inmediatamente se cubre con el caldo de cualquier pescado Todo ello se cuece durante 10 ó 15 minutos. ARROZ CON BACALAO El bacalao con arroz es un plato de simple pero de delicada y paciente elaboración: tras unas horas –según tamaño, pasarlo por varias aguas– habrá que saltear la cebolla y los suficientes dientes de ajo. En una fuente se rehoga todo ello con un chorro de aceite hasta que la cebolla resulte transparente. Se añade cuando sea el caso el bacalao en torno a diez o quince minutos. A continuación se incorpora el arroz y, después de ligeramente rehogado se añade el agua precisa hasta el primer hervor. Luego se baja el fuego y deja cocer unos 15 minutos. TORTILLA DE AYAMONTE Debe llevar en la misma proporción mollejas y riñones, los huevos necesarios y los precisos dientes de ajo: En una fuente se rehoga todo ello con un leve chorro de aceite hasta que la cebolla resulte transparente. El bacalao se rehoga en torno a 10 o 15 minutos. Se incorpora al arroz y se añade el agua precisa hasta en primer hervor. Luego se baja el fuego. El secreto es que debe estar poco hecha. CHOQUITOS DE HUELVA Poner en la sartén una cebolla picada; una vez dorada colocar sobre ella los choquitos rellenos con sus patas. Se rocían de harina. Aparte se tiene preparado medio kilo de tomates con cebolla, perejil, un puñadito de pan rallado y jamón picado. Bien cocida la salsa, se distribuye sobre los chocos, y se añade la tinta con un poco de agua: arrimar la cazuela al fuego y dejar que se hagan lentamente. Se sirven con picatostes. AYAMONTE Y SU PARADOR 4 SOPA PLAYERA Es una especie de “Bouillabaisse” que no admite más pescados que los de esta costa. La suelen condimentar con cilantro o alcaravea. PERDIZ DE RÍO TINTO Se asa la perdiz y se tiene preparada una col con hojas grandes y blancas, escaldada con sal; un caldo de gallina, carne y jamón de Huelva y un manojo de finas hierbas. Se untan las hojas de col con mantequilla y se cubre la perdiz con ese preparado. Aseguran por aquí que sabe mejor la perdiz si se acompaña con vino del Condado. De Placeres Y Jugosas Reflexiones “A l margen, pero inevitablemente cerca, de artes, artesanías, gastronomías, playas y otros placenteros paseos se percata el viajero de que está en estos últimos bordes de todas las Europas. La llamada Raya de Portugal no sería casualidad ni milagro. La decisión fue tan sencilla como complicadamente política. Sería consecuencia de una partición y repartición de los territorios de aquellos mundos monopolizados por españoles y portugueses. Decisión que sería propiciada y compartida por gobiernos y gobernantes laboriosamente diseñada por unos y otros con debidas venias y bendiciones papales. Así se quiso definir en el Tratado de Tordesillas: Eran unas geografías demasiado ambiciosas para gobiernos y países con mermadas capacidades –económicas ,culturales y militares– para manejar tan lejanos e inmensos territorios. A aquellas Españas se le hurtaron mucho más que territorios. Se podaron drásticamente todos los contornos atlánticos; desde Huelva hasta los principios de las norteñas Galicias... Curiosamente, sólo por casualidad la Raya de Tordesillas vendría a coincidir con la llamada Vía de la Plata; que por decisiones de los imperios romanos abrieran vías de comunicación entre tierras y costumbres hermanadas desde siempre: costumbres, lenguajes, culturas... Tanto es así que si el curioso viajero tuviera la oportunidad de cruzar la península siguiendo aproximadamente el curso de la ancestral Vía de la Plata, advertiría notables y confusos panoramas entre ambos territorios y pueblos fronterizos. Como estas Huelvas colmadas en Ayamonte divididas sólo por las orillas del río. Y llegando a Verín ,Tuy, fronteriza y bellísima. Capaz de compartir tierras y mares y lenguajes y costumbres que difícilmente son diferenciables. Isla Cristina Su principal atractivo son sus magníficas y extensas playas de arenas finas y un clima excepcional. Las actividades más frecuentes de esta ciudad son las relacionadas con la pesca; tienen importantes fabricas de salazones. Y en agricultura poseen magníficos cultivos de invernaderos, fresas y cítricos. Desde el punto de vista gastronómico: Raya al Pimentón, Cazón con Tomate, Ovas de Choco y un largo repertorio que harán las delicias de los amantes del pescado. De repostería tienen variedad:desde la típica galleta isleña que llaman “Borregos” o Sultanas de Coco y Huevos o Cocas como las mallorquinas. La gente es muy amable, no dude en preguntar. La Ruta Colombina En torno a Palos, La Rábida y Moguer: los tres mástiles de la aventura marinera “Colombina”. Por cualquiera de estos contornos, el forastero encontrará huellas evidentes de los no tan alejados tiempos de La Conquista. Se encontrará el forastero con las lagunas de Las Madres y Palos y el Estero de Domingo Rubio: Juntan una extensión de más de mil hectáreas. Marismas De Odiel Pero se pueden elegir otras alternativas: Si por los ponientes se quiere encaminar, en la otra margen de la ría de Huelva, se zambullirá en el Paraje Natural de “Las Marismas de Odiel”. Reconocido como Reserva de la Biosfera. Resulta ser éste el segundo humedal onubense. Son algo más de siete mil hectáreas, que incluyen las reservas naturales de las Marismas del Burro y las de las Islas de “Enmedio”. Recuerde que estas marismas son, también, acogedor invernadero de las protegidas y transmigrantes especies voladoras. Punta Umbría Aproximadamente por aquí, amanece Punta Umbría; con playas señeras y de rancios orígenes. Ni el paso de los tiempos ha conseguido empañar sus costumbres: Nacería, casi, como factoría de salazones cuando por aquí anduvieron O en tierras de Badajoz, capital hispana apenas a un kilómetro de los hermanos portugueses. Otro tanto se puede decir de Ciudad Rodrigo: desde su hermoso e histórico Parador se divisan a simple vista las tierras portuguesas. Al igual que ocurre en Zamora, frontera imposible entre las gentes de un lado y del otro... Desde Toro, por ejemplo el Duero se inclina mansa, pero generosamente, abriendo generosas vegas portuguesas de gozosas panorámicas. AYAMONTE Y SU PARADOR 5 los prepotentes invasores romanos. Recuérdese, que por estos contornos se conjuró una sorprendente mixtura, elaborada por un procedimiento de prensado de residuos de pescados llamado “Garum”, especie de paté golosamente apreciado por los romanos colonizadores. Siglos después, ya en el XIX estos idílicos lugares fueron descubiertos y ocupados por unos colonizadores industriosos e industriales ingleses, engolosinados por los jugosos beneficios de las explotaciones mineras, que tan abundantes eran por entonces: Las minas de Río Tinto y otros yacimientos próximos. Así sería cómo Punta Umbría fue, gratamente invadida, por unos cualificados colonos prepotentes; se instalaron en colonias veraniegas de trazas y estilos coloniales. Aún hoy permanecen suficientes muestras. También se puede optar por una no muy conocida alternativa: Hay un servicio de barcas llamadas “canoas” que transitan por estas rías onubenses por muchos de estos contornos. Y si al transeúnte así le apeteciera, recuerde o sepa que en torno a las Marismas de Odiel puede hacer jugosas compras en el puerto pesquero; en la Lonja, con garantía de que, a diario, puede comprar pescados y mariscos recién capturados. Huelva: Capital Y Capitana Nace la ciudad en la confluencia de los ríos Tinto y Odiel; ambos recorren la provincia y mueren juntos en el océano Atlántico. Huelva presume, y con razón, de ser una de las más antiguas ciudades de nuestro país; existen restos arqueológicos encontrados en el casco urbano que lo demuestran. Para las personas interesadas en estos temas recomendamos la visita al Museo Provincial En el paseo por esta entrañable ciudad en la que aún se respira un aire provinciano, perviven relaciones cercanas entre sus habitantes: donde las personas son amables y se encuentran dispuestos a aconsejar a los turistas que les preguntan sobre su tierra. Son ciudadanos que tienen buen clima y buena voluntad. Paseando se encontrará con la iglesia Mayor de San Pedro del siglo XVIII. Y templos renacentistas: la iglesia de la Concepción y la ermita de la Cinta. Interesante es el convento de las Madres Agustinas, del siglo XVIII. Conserva un patio mudéjar. Es interesante pasear por el Barrio Obrero Reina Victoria del siglo XIX; es un buen ejemplo de lo que los ingleses que llegaron a trabajar en la explotación la franja pirítica con su estilo victoriano transformaron la estética local. Interesante el hoy Palacio de Congresos, edificio victoriano, antes llamado Casa Colón. El Portil También espacio protegido de muy valiosas naturalezas. Hacia los ponientes, se alcanza fácilmente El Rompido; coqueto pueblo blanco y presumido de sus encantadores verdores; sin embargo, de gente pescadora. Si el visitante es amigo de visitar mercados, no se pierda el Mercado del Carmen, un excelente espectáculo de pescados y mariscos. Si lo que prefiere son las tapas y el chateo, encontrará una gran variedad y una inmejorable calidad. Con sólo que pregunte por la zona de tapas, le darán pelos y señales: Del puerto de Huelva: unas Cigalas a la Plancha o unas Gambas Cocidas. Y no dejar de probar los “Gurumelos” ni las “Habas Enzapatás”.o “Coquinas”. Conviene dejarse aconsejar porque es una gente extraordinariamente amable y una ciudad donde todavía se estila la simpatía. Si lo que quiere es comer o cenar no olvide que hay excelentes verduras de temporada y unos jamones de cerdos ibéricos de “inimaginable” y sorprendente paladar. Parador de Ayamonte El Castillito, s/n. 21400 Ayamonte (Huelva) Tel.: +34 959 32 07 00 - Fax: +34 959 02 20 19 e-mail: ayamonte@parador.es Central de Reserves Requena, 3. 28013 Madrid (España) Tel.: +34 902 54 79 79 - Fax: +34 902 52 54 32 www.parador.es / e-mail: reservas@parador.es Text: Juan G. D’Atri y Miguel García Sánchez Design: Fernando Aznar AYAMONTE Y SU PARADOR 6