El preseníe, manual que EUDEBA éfrece% i público de tiue^fQ ^dióm a íes )^ x in clásico d é l a ciencia, á p e s ^ de^jm odeflípíflad. La fartiá de^^U a u t^ l e x i í ^ de m ayores cómeptariás^ pero basta recordar q u e '^ n ric b Eerkii (1901-195^fué^ünQ íf^lp§ fo r^ d o rés del muñólo contémpqjráneb. Por sus aportes singüilires —_eri particular,^ los felatiyós al i^euÉrqns- prime^ bia. ha señalado 'SU claridall y^*método, asi como ío efemental ctt^su desarrollo. No requierfe cono<a|mientos aVaiwados dS Írai,atémá4:icas,^un. que suponga que-el lector e f e fem iliariza^o con í&s principios· íu^da.;im eíia|es de la tefj^oraetría y j^ o r in ie tr ía ^ ' · 'í > ^ ' t i’ En c a ^ u l o s b r e ^ s ,’cóm plerneritádos'por 25 problairias para el estu' diante y ^ ^ 1rilusJ^aq|^!n£s. Fefcíni; Expone los siguientes temas: ÍJ Lo&4¡^tém asJ^j?^odinámicos;'lX) L* prirnéra í e y ^ e la term odm ám icá;'!!/) ^ a % ségund^;lly de la term odinám ica; IV) La e n tro p ía; y fl^ptcnciáies^^r■ v 9 io 3 i^ m i'^ s; VI) Reateeio^nei en- j^stemas' gáséosps;; yíL).' L^ (rertnbdmámica.de las soluciones' diluidas' y VIH) L a constante' de e i^ b p ía . . ·' . · . ’■ · 1' ¿i? ■ ‘ s V S ·' V ... N • \ \ ’\ \ A'. \ V \ ^ y w v v x 7\ } \/'.i/ χ ϊ \ \!^t \ i/ ^V ΗV μ wΦ - ^y /ί ' /· Φ Ί ^ ' ( V \/'V , /i A j·■ ■ -, / /1'■*''A ' Ji :^ f\\ , 1 \ .i· ■ k ; 1. i ' i^'i' -'-'Ί il· J 'î /. / /■ 0 P / ■A Ä 1? A n i, I ’ h ^ /y fe Z /v v y w y ^ ^ ^ /: ' ·./> v\ /\ :A y\ jiv i .H ^ A ïÎÎj5 ^ ··- V V \ W m ■■ . Fermi, Enrico Termodinámica / Enrico Fermi; traducido por Esther Rosen­ blatt. 5a. ed. Buenos Aires: EUDEBA, 1 9 8 5 X, 150 p., 22,5 cm. (Manuales) Bibliografía; p. 145. ISBN 950-23-0100-5 O Inst. Bib. - UBA M A N U A L E S / FÍSIC A TERMODINÁMICA ENRICO FERMI EDITORIAL UNIVERSITARIA DE BUENOS AIRES Título original de la obra en inglés: Thermodynamics Traducida por Esther Rosenblatt Quinta edición; enero de 1985 EUDEBA S.E.M. F u n d a d a p o r la Universidad de B u e n o s Aires © 1985 EDITORIAL U N IVERSITARIA D E BUENO S AIRES Sociedad de E c on o m ía M ixta Rivadavia 1571/73 Hecho el depósito que marca la ley 11.723 ;SBN 950-23-0100-5 IMPRESO EN LA ARGENTINA ÍNDICE GENERAL Prefacio ........................................................................ ................................................. Introducción IX ................................. XI I. LOS SISTEMAS TERMODINAMICOS ...................... ...................................... 1. El estado de un sistem a y su s t r a n s fo r m a c io n e s .......................... 2. G ases ideales o perfectos .......................................................................... 1 1 8 II. LA PRIMERA LEY DE LA TERMODINÁMICA .................................... 3. Formulación de la primera ley de la term odinám ica ............ 4. Aplicación d e la primera ley a sistem as cuyos estados pueden representarse en un diagram a (V ,p) .................................................. 5. Aplicación de la primera le y a los gases ......................................... 6. Transform aciones adiabáticas de un gas ......................................... 11 11 18 20 24 SEGUNDA LEY DE LA TERMODINAMICA .................................. Formulación de la segunda ley de la term odinám ica ................. El ciclo de Carnot ...................................................................................... La tem peratura term odinám ica absoluta ......................................... M áquinas térm icas ......................................................................................... 28 28 30 33 41 ENTROPIA ............................................................................ ............................ A lgunas propiedades de los c i c l o s ......................................................... La entropía ................................................ .................. ................................... O tras propiedades de la e n t r o p í a ........................................................... La entropía de sistem as c u y o s estados pueden ser representa­ dos en un diagram a (V ,p) ................. ...................................................... 15. La ecuación de Clapeyron ................. .................................................... 16. La ecuación de va n der W a a l s .................. ............................................. 43 43 45 51 III. LA 7. 8. 9. 10. ........................................................................... IV. LA 11. 12. 13. 14. 55 59 65 V. POTENCTALES TERMODINAMICOS .................................................................... 72 17. La energía libre ............................................................................................. 72 18. El potencial term odinàm ico a presión constan te ......................... 77 19. La regla de las f a s e s ................................................................................... 80 20. Termodinámica de la celda electrolítica reversible ................... 87 VI. REACCIONES EN SISTEMAS G A S E O S O S .................................................... 21. Equilibrio quím ico en lo s g a s e s .............................................................. 22. La caja de reacción de v a n ’t H off ....................................................... 23. Otra dem ostración de la ecuación de equilibrio de sistem as g a s e o s o s ............................................................ .................................................... 24. D iscusión del equilibrio de sistem as gaseosos. El principio de Le Chatelier ....................................................................................................... 91 91 93 99 101 V VII. TERMODINAMICA DE LAS SOLUCIONES DILUIDAS ......................... ................... 105 25. Soluciones diluidas ......................................................................................... 105 26. Presión osm ótica .............................................................................................. 110 27. Equilibrio quím ico de las soluciones .................................................. 115 28. La distribución de un so lu to entre dos f a s e s ................................. 118 29. La presión de vapor, el p u n to de ebu llición y el punto de con­ gelación de una s o l u c i ó n ............................................................................. 121 Vm. CONSTANTE DE E N T R O P ÍA ................................................ ............. El teorema de N e m st ................................................................................ El teorem a d e N e m s t aplicado a só lid o s ...................................... La constan te de entropía d e lo s g a se s ........................................... Ionización térm ica d e u n gas: efecto term oiònico ............ 129 129 132 136 140 BIBLIO G R AFIA..................................................................................................................... 145 ALFABÉTICO ........................................................................ .............................. 147 i ñ LA 30. 31. 32. 33. ín d ic e VI PREFACIO Este libro tuvo su origen en un curso desarrollado durante el verano de 1936 en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Es un tratado elemental dedicado exclusivamente a la termo­ dinámica pura. Se supone, sin embargo, que el lector está fami­ liarizado con los elementos fundamentales de la termometria y ca­ lorimetría. De tanto en tanto se hallarán breves referencias a la interpretación estadística de la termodinámica. Como guía para la elaboración de este libro, el autor se ha valido de las notas tomadas durante el curso por el doctor Lloyd Motz, de la Universidad de Columbia, quien asimismo se ocupó de revisar el manuscrito. Agradezco aquí su generosa e inteligente colaboración. E. Fermi INTRODUCCIÓN La termodinámica trata fundamentalmente de las transfor­ maciones del calor en trabajo mecánico y de las transformaciones opuestas del trabajo mecánico en calor. Hace rektivamente poco tiempo que los físicos llegaron a la conclusión de que el calor es una forma de energía que puede ser transformada en otras formas de energía. Anteriormente, los cien­ tíficos pensaron que el calor era una especie de fluido cuya can­ tidad total era invariable; interpretaban el calentamiento de un cuerpo y otros procesos análogos como consistentes simplemente en la transferencia de este fluido de un cuerpo a otro. Es por lo tanto digno de tenerse en cuenta que Carnot pudo, en el año 1824, basado en esta teoría del fluido calórico, llegar a un conoci­ miento relativamente claro de las limitaciones existentes en el proceso de transformación del calor en trabajo, es decir, a la for­ mulación de lo que ahora se conoce como la segunda ley de la termodinámica (ver. cap. III). En 1842, apenas dieciocho años después, R. J. Mayer descubrió la equivalencia entré el calor y el trabajo mecánico y formuló por primera vez el principio de conservación de la energía (primera ley de la termodinámica). Sabemos actualmente que la base real para la equivalencia entre el calor y la energía dinámica debe buscarse en la interpre­ tación cinética, que reduce todos los fenómenos térmicos a los movimientos desordenados de átomos y moléculas. Desde este pimto de vista, el estudio del calor debe considerarse como una rama particular de la mecánica: la mecánica de un conjunto tan enorme de partículas (átomos o moléculas) que la descripción de­ tallada del estado y el movimiento pierde importancia y solo de­ ben considerarse las propiedades en promedio de un gran número de ellas. Esta rama de la mecánica, conocida como rnecánica esta­ dística, que se ha desarrollado fundamentalmente a través de los trabajos de Maxwell, Boitzmann y Gibbs, ha conducido a una ade­ cuada comprensión de las leyes fundamentales de la termodiná­ mica. TX El enfoque de la termodinámica pura es diferente. Las leyes fundameni;ales se toman aquí como postulados basados en la evi­ dencia experimental, y a partir de ellos se extraen conclusiones, sin adentrarse en el mecanismo cinético de los fenómenos. Este procedimiento tiene la ventaja de ser independiente, en gran me­ dida, de las hipótesis simplificadas que se utilizan frecuentemente al abordar los problemas termodinámicos desde el punto de vista de la mecánica estadística. Las conclusiones de la termodinámica son así, por lo general, sumamente precisas. Por otra parte, es algunas veces poco satisfactorio obtener resultados sin poder ver en detalle los procesos, de modo que, con frecuencia, es conve­ niente complementar im resultado termodinàmico por lo menos con una interpretación cinética aproximada. La primera y segunda ley de la termodinámica tienen su fundamentación estadística en la mecánica clásica. En años recientes, Nernst agregó una tercera ley, que puede ser interpretada estadís­ ticamente solo en términos de mecánica cuántica. El último capí­ tulo de este libro trata de las consecuencias de la tercera ley. CAPITULO I LOS SISTEMAS TERMODINÁMICOS 1. El estado de un sistema y sus transformaciones En la mecánica, el estado de un sistema en un instante dado queda completamente definido si se conocen la posición y veloci­ dad de cada masa puntual del sistema. Esto significa que, para especificar el estado de un sistema compuesto de un número N de masas puntuales es necestu-io conocer 6N variables. En termodinámica sé introduce un concepto diferente y mu­ cho más simple. Sería por cierto inconveniente utilizar la defini­ ción dinámica de estado, ya que todos los sistemas con que se trabaja en termodinámica contienen un gran número de masas puntuales (los átomos o moléculas) y sería prácticamente imposi­ ble especificar las 6N variables. Por otra parte no tendría sentido hacerlo, ya que las magnitudes que se utilizan en termodinámica son propiedades en promedio del sistema; en consecuencia, un conocimiento detallado del movimiento de cada masa pimtual sería superfluo. Para explicar el concepto termodinàmico del estado de un sistema, examinaremos previamente algunos ejemplos sencillos. Sistem a compuesto por u n fluido homogéneo químicamente definido. Es posible medir en este sistema la temperatura t, el volumen V, y la presión p. La temperatura se mide poniendo un termómetro en contacto con el sistema durante un intervalo sufi­ ciente para que se produzca el equilibrio térmico. Como se sabe, la temperatura definida por cualquier termómetro (p. ej., un ter­ mómetro de mercurio) depende de las propiedades particulares de la sustancia termomètrica utilizada. Por el momento convendre­ mos en usar el mismo tipo de termómetro para todas las medicio­ nes de temperatura, de manera que sean comparables entre sí. La geometría de nuestro sistema está caracterizada, como es obvio, no solo por su volumen sino también por su forma. Sin embargo, la mayoría de las propiedades termodinámicas son in- dependientes de la forma del sistema y, por lo tanto, es el volumen el único dato geometrico necesario. Solo en los casos en que la relación de superficie a volumen es muy grande (p. ej., una subs­ tancia finamente pulverizada), debe considerarse también la su­ perficie. Para una determinada cantidad de sustancia contenida en el sistema, la temperatura, el volumen y la presión no son magnitu­ des independientes, pues están relacionadas por una ecuación de la forma general: / (p ,y ,t)= o , (1) conocida como ecuación de estado. Su forma depende de las pro­ piedades características de la sustancia. Cualquiera de las tres variables en la relación ( 1 ) puede expresarse como una función de las otras dos resolviendo la ecuación con respecto a la variable dada. El estado del sistema queda así completamente determinado por dos cualesquiera de las tres variables p, V, t. A menudo es conveniente representar gráficamente estas dos cantidades en un sistema de coordenadas ortogonales. Por ejem­ plo, podemos usar una representación (V ,p ) tomando V a lo largo del eje de abscisas y p a lo largo del eje de ordenadas. Un punto en el plano (V, p) definirá así un estado del sistema. Los puntos que representan estados de igual temperatura yacen sobre una curva llamada isoterma. Sistema compuesto por un sólido homogéneo químicamente definido. En este caso, para definir el estado del sistema podemos introducir, además de la temperatura í y el volumen V, las pre­ siones actuantes en las distintas direcciones. En la mayoría de los casos, sin embargo, se supone que el sólido está sujeto a una presión isotrópica, y se toma en cuenta un único valor de la misma, como en el caso de un fluido. Sistem a constituido por una mezcla homogénea de varios compuestos químicos. En este caso las variables que definen el estado del sistema no son únicamente temperatura, volumen y presión, sino también las concentraciones de los diferentes com­ puestos químicos que entran en la mezcla. Sistem as no homogéneos. Para definir el estado de un siste­ ma no homogéneo es necesario dividirlo en cierto número de partes homogéneas. Este número puede ser finito en algunos casos e infinito en otros. Esta última posibilidad, considerada solo ra­ ramente en termodinámica, aparece cuando las propiedades del sistema, o al menos de algunas partes del mismo, varían con con­ tinuidad de punto a punto. El estado del sistema queda entonces definido por la masa, la composición química, el estado de agre­ gación, la presión, el volumen y la temperatura de cada una de las partes homogéneas. Es obvio que estas variables no son todas independientes en­ tre sí. Así, por ejemplo, la suma de las cantidades de cada ele­ mento químico presente en las diferentes partes homogéneas debe ser constante e igual a la cantidad total de dicho elemento pre­ sente en el sistema. Además, el volumen, la presión y la tempe­ ratura de cada una de las partes homogéneas que tienen una masa y una composición química dadas están ligadas por una ecuación de estado. Sistem a que contiene partes en m ovim iento. En casi todos los sistemas que se estudian en termodinámica se supone que las dis­ tintas partes que los constituyen están en reposo, o bien se mue­ ven tan lentamente que se puede despreciar su energía cinética. Si éste no es el caso, deben especificarse también las velocidades de las partes para que el estado del sistema quede completamente definido. De lo que se ha dicho surge claramente que el conocimiento del estado termodinàmico no es en modo alguno suficiente para la determinación del estado dinámico de un sistema. Estudiando el estado termodinàmico de un fluido homogéneo de volumen y temperatura dados (la presión queda entonces definida por la ecuación de estado), se observa que existe un número infinito de estados de movimiento molecular que le corresponden. A medida que transcurre el tiempo el sistema pasa sucesivamente por todos los estados dinámicos que corresponden al estado termodinàmico dado. Desde este punto de vista se puede decir que un estado termodinàmico es el conjunto de todos los estados dinámicos por los cuales pasa rápidamente el sistema como resultado del movi­ miento molecular. Esta definición de estado es más bien abstrac­ ta y de ningún modo única. Es por ello que indicaremos cuáles son las variables de estado en cada caso particular. Entre los estados termodinámicos de un sistema debemos destacar por su importancia los estados de equilibrio. Éstos tienen la propiedad de no variar en tanto se mantengan constantes las condiciones externas. Por ejemplo, un gas encerrado en un reci­ piente de volumen constante está en equilibrio cuando la presión se mantiene constante y su temperatura es igual a la del medio ambiente. Deberemos considerar con frecuencia transformaciones de un sistema desde un estado inicial hasta otro final, pasando por una sucesión continua de estados intermedios. Si el estado del sistema puede representarse en un diagrama ( V , p) el gráfico de la transformación será una curva que une los dos puntos repre­ sentativos de los estados inicial y final. Se dice que una transformación es reversible cuando los su­ cesivos estados de la transformación difieren de los estados de equilibrio en cantidades infinitesimales. Una transformación re­ versible se realiza en la práctica variando muy lentamente las condiciones externas para así permitir que el sistema se ajuste gradualmente a las nuevas condiciones. Por ejemplo, podemos producir una expansión reversible en un gas encerrándolo dentro de un cilindro con un émbolo movible y desplazando éste hacia afuera muy lentamente. Si lo desplazáramos bruscamente se for­ marían corrientes en la masa gaseosa en expansión y los estados intermedios dejarían de ser estados de equilibrio. Si efectuamos en un sistema una transformación reversible desde un estado inicial A hasta un estado final B, podremos lle­ varlo nuevamente, por medio de la transformación inversa, desde B hasta A, pasando por la misma sucesión de estados intermedios, pero esta vez en el orden inverso. Para realizar esta transforma­ ción es necesario simplemente variar en forma muy lenta y en sentido opuesto al de la transformación original las condiciones del medio que rodea al sistema. Podríamos así, volviendo a la experiencia discutida en el párrafo anterior, comprimir el gas encerrado en el cilindro desplazando el émbolo hacia adentro muy lentamente hasta llevar el gas a su volumen y estado iniciales. La compresión se realiza entonces en forma reversible, y el gas pasa por la misma sucesión de estados intermedios del proceso de expansión. Durante una transformación, el trabajo externo que real'za el sistema puede ser positivo o negativo, es decir, el sistema puede efectuar trabajo sobre el medio que lo rodea o bien éste sobre el sistema. Como ejemplo consideremos un cuerpo encerrado en un cilindro con un émbolo movible del área S (fig. 1). Si p es la presión del cuerpo sobre las paredes del cilindro, la fuerza ejercida por el cuerpo sobre el émbolo será entonces pS. Si se desplaza el émbolo una distancia infinitesimal dh, se efectúa un trabajo infinitesimal dL = pSdh, (2) dado que el desplazamiento es paralelo a la fuerza. Pero Sdh 4 es igual al incremento, dV, en. volumen del sistema. Por lo tanto podemos escribir: ^ d i = pdV. (3) Fig. 1 Para una transformación finita, el trabajo que realiza el sis­ tema se obtiene integrando la ecuación (3) : f ’ piiy, L= (4) tomando la integral sobre la toda la transformación. 1 Es obvio q u e (3 ) es válid a en general, independientem ente de cuál sea la forma del recipiente. C onsiderem os un cuerpo som etido a una presión uniform e p, encerrado en un recipiente de forma irregular A (fig. 2 ). Consi­ derem os ahora una transform ación infinitesim al de nuestro sistem a, durante la cual la s paredes del recipien te se m u e v e n desde la posición inicial A a la posición final B, perm itiendo así la expansión del cuerpo contenido en él. Sea d<r un elem en to de superficie del recipiente y d n el desplazam iento de dicho elem en to en dirección norm al a la superficie del recipiente. El trabajo efectuado sobre el e lem en to de superficie da por la presión p durante el des­ p lazam ien to de la s paredes del recipiente desde la posición A a la posición B será p dcr dn. El trabajo total realizado durante la transform ación infin itesi­ m al se ob tien e integrando dicha expresión sobre toda la superficie del recip ien te dado que p es un a c on stan te, obtenem os: dL R esulta evid en te, a l, observar la figura, q u e la variación dV del volum en del recipiente e stá dada por la integral de superficie. dV = j d<r dn. Com parando estas dos ecuaciones obtenem os (3 ). Cuando el estado del sistema puede representarse sobre un diagrama (V ,p ), el trabajo realizado durante una transformación tiene una representación geométrica simple. Consideraremos una transformación desde \in estado inicial indicado por el punto A hasta un estado final indicado por el punto B (fig. 3). Esta transformación estará representada por xma curva que une A y B y cuya forma depende del tipo de transformación considerada. Fig. 3 El trabajo realizado durante esta transformación está dado por la integral = ra Jv pdV, (5) siendo Vx y B b los volúmenes correspondientes a los estados A y B. Esta integral, y por lo tanto el trabajo efectuado, puede repre­ sentarse geométricamente por el área sombreada en la figura. Especialmente importantes son las transformaciones para las cuales los estados inicial y final son los mismos. Éstas son las llamadas transformaciones cíclicas o ciclos. Un ciclo, por lo tanto, es una transformación que lleva nuevamente el sistema a su es­ tado inicial. Si el estado del sistema puede ser representado sobre un diagrama {V, p ) , un ciclo estará representado sobre este dia­ grama por una curva cerrada, como la curva ABCD (fig. 4). El trabajo, L, efectuado por el sistema durante la transforma­ ción cíclica está dado geométricamente por el área encerrada por la curva que representa al ciclo. Sean A y C los pvmtos de abscisas mínima y máxima de nuestro ciclo, y sean A ' y C’ sus proyecciones respectivas sobre el eje V. El trabajo realizado durante la parte ABC de la transformación es positivo e igual al área ABCC'A’A. El trabajo efectuado durante el resto de la transformación, CDA, es negativo e igual en magnitud al área CC’A ’ADC. La cantidad total de trabajo positivo realizado es igual a la diferencia entre estas dos áreas, y, por lo tanto, igual al área limitada por la curva representativa del ciclo. Importa hacer notar que el trabajo total realizado es positivo porque recorremos el ciclo en el sentido de movimiento de las agujas del reloj. Si lo recorremos en el sentido contrario, el tra­ bajo efectuado estará dado nuevamente por el área limitada por la curva representativa del ciclo, pero esta vez será negativo. Una transformación durante la cual el sistema no realiza trabajo externo se llama transformación isocora. Si suponemos que el trabajo dL efectuado durante un elemento infinitesimal de la transformación está dado, de acuerdo con la ecuación (3), por pdV, para una transformación isocora es dV = O, o por integra­ ción, V = constante. Una transformación isocora es por lo tanto una transformación de volumen constante. Este hecho justifica el nombre de isocora. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que el concepto de transformación isocora es más geneí^, dado que requiere que dL = 0 para la transformación dada, auh cuando el trabajo dL no se pueda representar por la ecuación (3). Las transformaciones durante las cuales la presión o tem­ peratura del sistema permanecen constantes se denominan trans­ formaciones isobáricas e isotérmicas, respectivamente. 2. Gases ideales o perfectos La ecuación de astado de xm sistema compuesto por una cierta cantidad de gas que ocupa un volumen V a una temperatura t y una presión p puede ser expresada por una ley analítica muy sencilla. Obtenemos la ecuación de estado de un gas en su forma más simple, pasando de la escala empírica de temperatura, í, xisada hasta ahora, a una nueva escala de temperatura T. Provisionalmente definimos T como la temperatura indicada por un termómetro de gas en el cual el gas termomètrico se man­ tiene a muy baja presión constante. T se supone entonces propor­ cional al volumen ocupado por el gas. Es bien sabido que, bajo estas condiciones, las lecturas de diferentes termómetros de gas son en gran medida independientes de la naturaleza del gas ter­ momètrico, siempre que éste se halle suficientemente alejado de la condensación. Más adelante (parágrafo 9), veremos que es posible, sin embargo, definir esta misma escala de temperaturas T por medio de consideraciones termodinámicas generales com­ pletamente independientes de las propiedades específicas de los gases. La temperatura T es la llamada tem peratura absoluta. Su imidad se elige de manera que la diferencia entre los puntos de ebullición y congelación del agua a una atmósfera de presión sea igual a 100. El punto de congelamiento del agua corresponde entonces, como es sabido, a la temperatura absoluta 273,1. La ecuación de estado de un sistema compuesto por m gramos de un gas cuyo peso molecular es M está dada aproximadamen­ te por: pV = ^^R T . (6 ) R es una constante universal (es decir, tiene el mismo valor para todos los gases: ñ = 8,314 X 10^ erg/grado o 8 (ver par. 3) R = 1,986 cal/grado). La ecuación ( 6 ) es la llamada ecuación de estado de un gas ideal o perfecto-, inejuye las leyes de Boyle, GayLussac y Avogadro. ! . No existe ningún gas real que cumpla exactamente la ecua­ ción (6 ). Una sustancia ideal que cumple exactamente dicha ecuación se denomina gas ideal o perfecto. Para una molécula gramo (o mol) de un gas (esto es, para un número de gramos de un gas numéricamente igual a su peso molecular) tendremos m = M, de modo que ( 6 ) se reduce a: p V = RT. (7) De (6 ) y (7) podemos obtener la densidad p del gas en función de la presión y temperatura: P -y -R T Para una transformación isotérmica "de un gas ideal (trans­ formación a temperatura constante), tenemos: p V = constante. En el diagrama (V, p ), por lo tanto, las transformaciones isotér­ micas de un gas ideal están representadas por hipérbolas equiláte­ ras que tienen como asíntotas a los ejes V y p. Podemos calcular fácilmente el trabajo realizado por el gas durante una expansión isotérmica desde un volumen inicial Vi hasta un volumen final Vo· Este trabajo estará dado (utilizando las ecuaciones [5] y [ 6 ] ) por: dV V = log ?1, M (9) p2 en los que pi y po son las presiones inicial y final, respectivamente. Para un mol de gas tendremos: L = R T \ o g ^ = R T lo g ^ . Vi P2 (10) Una mezcla de varios gases se gobierna por leyes muy simi­ lares a aquellas que cumple un gas químicamente homogéneo. Llamaremos presión parcial de uno de los componentes de una mezcla de gases a la presión que dicho componente ejercería si ocu­ para él solo el volumen total concedido a la mezcla, hallándose a la misma temperatura que ésta. Podemos ahora expresar la ley de Dalton para las mezclas de gases en la siguiente forma: La presión ejercida por uva mezcla de gases es igual a la suma de las presiones parciales de todos los componentes presen­ tes en la mezcla. Los gases reales obedecen solo aproximadamente a esta ley, pero se supone que se cumple exactamente en el caso de gases ideales. Problemas 1. Calcular el trabajo realizad o por u n cuerpo que se expand e desde un volum en inicial de 3,12 litros a un v olu m en final de 4,01 litros a una presión de 2,34 atm ósferas. 2. Calcular la presión de 30 gram os de h id rógeno dentro de un reci­ p iente de 1 m etro cúbico a la tem peratura de 18^ C. 3. Calcular la densidad y el v o lu m en específico del nitrógen o a la tem peratura de 0°C . 4. Calcular el trabajo realizad o por 10 gram os de oxígen o e n expansión isotérm ica a 20° C desd e 1 a 0,3 atm ósferas d e presión. 10 CAPITULO n LA PRIMERA LEY DE LA TERMODINÁMICA 3. Formulación de la primera ley de la termodinámica La primera ley de la termodinámica es esencialmente la for­ mulación del principio de conservación de la energía para sistemas termodinámicos. Como tal, puede ser expresada dejando estable­ cido que la variación en energía de un sistema durante una trans­ formación cualquiera es igual a la suma de energía que el sistema recibe del medio circundante. Para dar xui significado preciso a esta formulación, es necesario definir qué se entiende por “ ener­ gía del sistema” y “ energía que el sistema recibe del medio cir­ cundante durante una transformación” . En sistemas conservativos puramente mecánicos, la energía es igual a la suma de las energías cinética y potencial, y por lo tanto es una función del estado dinámico del sistema, porque conocer este estado dinámico es equivalente a conocer las posi­ ciones y velocidades de todas las masas puntuales contenidas en el sistema. Si sobre éste no actúan fuerzas externas, la energía permanece constante. Por lo tanto, si A y B son dos estados su­ cesivos de un sistema aislado, y Ua y Un son las energías corres­ pondientes, entonces: Ua = Us Cuando sobre el sistema actúan fuerzas externas, Ua no de­ berá ser necesariamente igual a Ug. Si — L es el trabajo realizado por las fuerzas externas durante una transformación desde el estado inicial A hasta el estado final B (-f-í' es el trabajo efectuado por el sistema), el principio dinámico de conservación de la ener­ gía toma entonces la forma: U„ — Ua = — L. ( 11) De esta ecuación surge que el trabajo, L, realizado durante la transformación depende solo de los estados extremos A y B 11 de ésta y no de la manera particular en que se realiza la trans­ formación de A a B. Supongamos ahora que desconocemos las leyes de interacción 'entre las varias masas puntuales de nuestro sistema dinámico. Eñ ese caso, no podemos calcular la energía del sistema cuando éste se halla en un estado dinámico dado. Utilizando la ecuación (11) podemos obtener, sin embargo, una .definición empírica de la energía de nuestro sistema, en la siguiente forma: Consideraremos en nuestro sistema un estado O elegido ar­ bitrariamente y, por definición, tomaremos su energía como igual a cero: Uo = 0. (1 2 ) En adelante nos referiremos a este estado como el estado de refe­ rencia de nuestro sistema. Consideremos ahora cualquier otro es­ tado A; aplicando al sistema fuerzas externas adecuadas, podre­ mos llevarlo desde el estado de referencia (en el cual suponemos se hallaba inicialmente) al estado A. Sea el trabajo que efec­ túa el sistema durante esta transformación (— es, como antes, el trabajo que realizan las fuerzas externas sobre el sistema). Aplicando (11) y esta transformación, y teniendo en cuenta (12), tendremos que Ua = (13) Esta ecuación puede utilizarse como definición empírica de la energía Ua de nuestro sistema en el estado A. Para que la definición (13) tenga significado es obvio que el trabajo L a debe necesariamente depender solo de los estados O y A y no del camino particular entre O y A en que se realiza la transformación. Ya hemos hecho notar que esta propiedad se deduce de (11). Si se demostrara experimentalmente que dicha propiedad no se cumple, ello significaría que, o bien la energía no se conserva ennuestrosistema, o que, además del trabajo mecá­ nico, deben tenerse en cuenta otrasformas detransferencia de energía. Supondremos por ahora que el trabajo realizado durante cualquier transformación por nuestro sistema mecánico depende únicamente de los estados inicial y final de la transformación, de modo que podremos usar (13) como definición de la energía. La ecuación (11) puede obtenerse a partir de la (13) de la siguiente forma. Una transformación entre dos estados cuales­ quiera A y B puede efectuarse siempre como dos transformacio­ nes sucesivas: primero se realiza la transformación desde A hasta 12 el estado de referencia O, y luego la transformación desde O a B. Dado que el sistema efectúa durante estas dos transformaciones las sumas de trabajo — í/x y + ^ b, el trabajo total realizado du­ rante la transformación desde A hasta B (que es independiente del camino recorrido) es: L = —L a Lb. De (13) y la ecuación análoga, Ub = - L b, obtenemos: Ub - Ua = - L , la cual es idéntica a (11). Haremos notar, finalmente, que la definición de la energía dada por (13) no es única, puesto que depende de la elección particular del estado de referencia O. Si en lugar de O hubiéramos elegido un estado de referencia diferente, O’, habríamos obtenido un valor diferente, U \ , para la energía del estado A . Sin embar­ go, puede demostrarse fácilmente que U \ V Ua difieren solo en una constante aditiva. La transformación entre los estados O' y A puede a su vez efectuarse como suma de dos transformaciones sucesivas, una desde O' a O y la otra desde O hasta A. El trabajo V a realizado por el sistema cuando éste pasa de O’ a A estará entonces dado por: L a — L o · o ”1" L a , en la que L q.q es el trabajo que realiza el sistema yendo de O' hasta O. Tenemos ahora: Ua = - L a; Ua = - L a, de modo que U a - U ' a = L o 'O, lo cual muestra que los valores de la energía obtenidos basándose en las dos definiciones difiere en la constante Lo o· Esta constante aditiva indeterminada que aparece en la defi­ nición de la energía es, como se sabe, una característica esencial del concepto de energía. No obstante, dado que en la práctica solo 13 se consideran diferencias de energía, la constante aditiva no apa­ rece en los resultados finales. La única hipótesis implícita en la anterior definición de la energía consiste en suponer que el trabajo total efectuado por el sistema durante cualquier transformación depende solamente de los estados inicial y final de ésta. Hemos dicho ya que, si algún hecho experimental contradijera esta hipótesis, deberíamos ad­ mitir, para seguir sosteniendo la validez del principio de conser­ vación de la energía, la existencia de métodos de intercambio de energía, distintos del trabajo mecánico, entre el sistema y el medio circundante. Tomemos, por ejemplo, un sistema compuesto por una can­ tidad de agua. Consideremos dos estados -<4 y B de este sistema a la presión atmosférica; sean í,i y tn las temperaturas del sistema en esos dos estados, respectivamente, con í,i < Podemos llevar nuestro sistema desde A hasta B por dos caminos diferentes. Primer método ; Calentando el agua sobre una llama elevamos su temperatura desde el valor inicial Ía hasta el valor final Í bEl trabajo externo efectuado por el sistema durante la transfor­ mación es prácticamente cero. Sería exactamente cero si el cambio de temperatura no estuviera acompañado por un cambio en volu­ men del agua. En realidad el cambio de volumen del agua durante la transformación es muy pequeño; por lo tanto, la cantidad de trabajo que se efectúa también es pequeña (ver ecuación [3 ]) y no será tenida en cuenta en nuestras consideraciones. Segundo método·. Elevamos la temperatura del agua desde Í a a tn calentándola por fricción. Con este objeto sumergimos en ella un pequeño conjunto de paletas adheridas a un eje central, y haciéndolas girar agitamos el líquido. Observamos que, mientras las paletas giran, la temperatura del agua sigue aumentando con­ tinuamente. Puesto que el agua ofrece resistencia al movimiento de las paletas, para mantenerlas en ese estado de movimiento hasta alcanzar la temperatura final tn debemos efectuar trabajo mecánico. A esta considerable suma de trabajo positivo realizado por las paletas sobre el agua, corresponde una suma igual de trabajo negativo efectuada por ésta en su resistencia al movi­ miento de aquéllas. Vemos así que el trabajo efectuado por el sistema cuando pasa del estado A al estado B depende del camino elegido para realizar la transformación. Si suponemos que el principio de conservación de la energía se cumple para nuestro sistema, debemos admitir entonces que la energía transmitida al agua, en el segundo método, en forma 14 de trabajo mecánico de las paletas en rotación, lo es en el primero en. una forma no mecánica llamada calor. Llegamos asi a la conclusión de que el calor y el trabajo mecánico son equivalentes; son dos aspectos diferentes del mismo fenómeno, la energía. En ade­ lante hablaremos también de trabajo eléctrico y trabajo magnético además de trabajo mecánico. Los dos primeros tipos, sin embargo, se consideran solo rara vez en termodinámica. Para expresar de un modo más preciso el hecho de que el calor y el trabajo son equivalentes, procederemos de la siguiente forma. Primero encerramos nuestro sistema en un recipiente con paredes no conductoras del calor para evitar el intercambio de calor con el medio circundante.* Suponemos, sin embargo, que puede haber intercambio de trabajo entre el sistema y el medio circundante (por ejemplo, encerrando el sistema en un cilindro de paredes no conductoras, pero provisto de un émbolo movible en un extremo). El intercambio de energía entre el interior y el exterior del recipiente puede producirse ahora solo en forma de trabajo, y del principio de conservación de la energía se deduce que la cantidad de trabajo efectuado por el sistema durante cualquier transformación depende únicamente de los estados ini­ cial y final de la transformación Podemos ahora utilizar la definición empírica (13) de la energía y definir la energía U como función del estado del sistema solamente.^ Si llamamos = Un — U,i a la variación de energía^de nuestro sistema que tiene lugar durante una transformación de.sde un estado A a un estado B, podremos escribir la ecuación (11) aplicable a nuestro sistema térmicamente aisla:do en la forma: AU + L = 0. (14) 1 Solo e s necesario m encionar aquí que no existen aisladores térm icos perfectos. La aislación térm ica puede obtenerse con bastante aproxim ación por m ed'o de los bien conocidos m étod os calorim étricos. ^ Sería form alm ente m ás exacto, aunque algo m ás abstracto, expresar el contenido del párrafo precedente como sifjue: L as experiencias dem uestran que existen ciertas su bstan cias llam adas aisla dores térm ic o s que tienen las sigu ien tes propiedades; cuando un sistem a está encerrado en un aislador térmico de m odo tal que pu ed a haber inter­ cam bio de trabajo entre el interior y el exterior, la cantidad de trabajo efectuada por el sistem a durante una transform ación dada depende única­ m e n te de los estados inicial y final de la transform ación. 3 D ebem os hacer notar que para hacer aplicable la definición (13) de la energía de un estado A de nu estro sistem a deberá ser posible transfor­ m ar el sistem a desde un estado de referencia O al estado A m ientras el sistem a sea térm icam ente aislado. D em ostrarem os m ás adelante (ver par. 13) que tal transform ación no siem pre e s posible sin intercam bio de calor. En tales casos, sin embargo, la transform ación opu esta A ~ ^ O puede efectuarse siempre. El trabajo realizado por el sistem a en esta transform ación inversa es — L a. Podemos, por 'o tanto, aplicar (13) tam bién a estos casos. 15 Si nuestro sistema no está térmicamente aislado, el primer miembro (14) será en general distinto de cero, pues en ese caso puede haber intercambio de energía en forma de calor. Por lo tanto, reemplazaremos (14) por la ecuación más general: Al/ + L = Q, (15) donde Q es igual a cero para transformaciones realizadas con siste­ mas térmicamente aislados y distinta de cero, en general, en los demás casos. Q puedé interpretarse físicamente como la cantidad de ener­ gía que recibe el sistema en formas que difieren del trabajo. Esto se deduce inmediatamente del hecho de que la variación de ener­ gía, a U, del sistema debe ser igual a la cantidad total de energía que éste recibe del medio circundante. Pero por (15) es a U=^ I j i [ — L + Q, siendo — L la energía recibida en forma de trabajo; por lo tanto Q representa toda otra forma de energía que recibe el sistema. Por definición, designaremos ahora a Q como la cantidad de calor recibido por el sistema durante la transformación, Para una transformación cíclica, la ecuación (15) adopta una forma muy simple. Dado que los estados inicial y final de un ciclo son los mismos, la variación de energía es cero : a U = O y la (15) se convierte en: f ^ L = Q. (16) De aquí surge que el trabajo efectuado por un sistema durante una transformación cíclica es igual al calor absorbido por el sistema. A esta altura, es importante establecer la relación entre esta definición abstracta de calor y su definición calorimétrica elemen­ tal. La unidad calorimétrica de calor, la caloría, se define como la cantidad de calor necesaria para elevar de 14° C a 15“ C la tempe­ ratura de un gramo de agua a la presión atmosférica normal. Para elevar de 14“ C a 15“ C la temperatura de m gramos de agua a la presión atmosférica normal se requieren, por lo tanto, m calorías. Sea Amc la variación de energía de un gramo de agua y 1^ el trabajo efectuado como resultado de su expansión cuando su temperatura se eleva de 14“ C a 15° C a la presión atmosférica normal. Para m gramos de agua, la variación de energía y el trabajo realizado serán: 16 AÍ/e = mAUc; Le == mlc. (17) Consideraremos ahora un sistema S que experimenta ima transformación. Con el objeto de medir el calor intercambiado entre el sistema y los cuerpos que lo rodean, lo ponemos en con­ tacto con un calorímetro que contiene m gramos de agua, a una temperatura de 14° C. Elegimos la masa de agua de modo que cuando la transformación se haya completado la temperatura del agua sea de 15° C. Como un calorímetro ideal está perfectamente aislado térmi­ camente, el sistema compuesto por S y el agua del calorímetro está térmicamente aislado durante la transformación. Por lo tanto, po­ demos aplicar a esta transformación la ecuación (14). La varia­ ción total de energía es igual a la suma: AU = a U s -f- AU c , siendo la variación de energía del sistema S, y ^Uc la varia­ ción de energía del agua del calorímetro. Análogamente, para el trabajo total realizado tenemos: L = Ls Le. Por (14) se obtiene: ^Us -}■ Ls Le = 0; o, por (17) AUs Ls = -- {^Ue -|- Le) = — m (AUc + U) · Pero de acuerdo con la definición (15), AU¡ es la cantidad de calor Qs recibido por el sistema S. Entonces tenemos : Q, = — m(AWc + í<). (18) que nos indica que la cantidad de calor es proporcional a m. Por otra parte, en calorimetría, el hecho de que la tempe­ ratura de m gramos de agua de un calorímetro se haya elevado de 14° C a 15° C significa que han sido transferidas del sistema S al calorímetro m calorías; es decir, que el sistema S ha recibido — m calorías, o bien que Qs, expresado en calorías, es igual a — m. Comparando con (18) vemos también que la cantidad de calor, tal como está dada por la definición (15), es proporcional a la misma cantidad cuando está expresada en calorías. La constante de pro­ porcionalidad es (A«c + íc) · De acuerdo con (15), el calor se mide en unidades de energía (ergios). La relación constante entre ergios y calorías ha sido medida por muchos investigadores, quienes hanencontrado que: 1 caloría = 4,185 X 10^ergios. (19) En adelante expresaremos generalmente lasmedidas decalor en unidades de energía. La ecuación (15), que es una formulación precisa de la equi­ valencia entre calor y trabajo expresa la primera ley de la termo­ dinámica. 4. Aplicación de- la primera ley a sistemas cuyos estados pueden representarse en im diagrama i y , p ) Aplicaremos ahora la primera ley de la termodinámica a un sistema, un fluido homogéneo, cuyo estado puede definirse en términos de dos cualesquiera de las tres variables V, p, y T. Cual­ quier función de estado del sistema, como, por ejemplo, su energía, U, será \ma función de las dos variables elegidas para representar dicho estado. Para evitar confusiones en lo que respecta a cuáles son las variables independientes, cuando es necesario trabajar con deri­ vadas parciales, encerraremos el símbolo de derivada parcial en un paréntesis y pondremos al pie la variable que se mantiene constante en la derivación parcial. De esta manera iy significa derivada de U con respecto a T, manteniendo a V cons­ tante, cuando tomamos T y V como variables independientes. Hay que tener en cuenta que la expresión arriba indicada es en general distinta de /d U \ j dado que en el primer caso es el vo­ lumen el que se mantiene constante, mientras que en el segundo lo que se mantiene constante es la presión. Consideremos ahora una transformación infinitesimal de nuestro sistema, es decir, una transformación para la cual las varia­ bles independientes sufren solo variaciones infinitesimales. Aplica­ mos a esta transformación la primera ley de la termodinámica como está expresada en la ecuación (15). En lugar de á.U, L y Q, debe­ mos escribir dU, dL y dQ, para indicar la naturaleza infinitésima^ de dichas cantidades. Obtenemos entonces : 18 d ll + dL = dQ. (20) Como en nuestro sistema dL está dado por (3), tenemos; dU + pdV = dO. (21) Si elegimos T y V como variables independientes, U se con­ vierte en una función de esas variables, de manera que: y la ( 21) se convierte en: (22) Del mismo modo, tomando T y p como variables independientes obtenemos: dp = dQ. (23) Finalmente, tomando V y p como variables independientes, te­ nemos: dV = dQ. (24) La capacidad térmica de un cuerpo es, por definición, la rela­ ción, dQ/dT, entre la cantidad infinitesimal de calor dQ absorbida por el cuerpo y el incremento infinitesimal de temperatura dT producido por ese calor.* En general, la capacidad térmica de un cuerpo será distinta si éste se calienta a volumen constante o a presión constante. Sean Cy y Cp las capacidades térmicas a volumen constante y a presión constante respectivamente. De la (22) podemos obtener una expresión simple para Cy. * En otras obras sobre el m ism o tem a el lector encontrará la exp re^ ón "capacidad calórica” (h e a t c a p a city en in glés) referida a la definición qüe antecede. En esta edición se ha respetado la term inología usada por Fermi ( th e rm a l c a p a c ity ) traduciéndola literalm ente. (N. del R.) 19 Para una transformación infinitesimal a volumen constante dV =« 0, por lo tanto, Análogamente, usando la (23), obtenemos para Cp la siguiente expresión: <» El segundo término de la derecha representa el efecto del trabajo efectuado durante la expansión, sobre la capacidad tér­ mica. En (25) no aparece ningún término análogo, porque en ese caso, como el volumen se mantiene constsmte, no hay ex­ pansión. Se llama calor específico de una sustancia a la capacidad tér­ mica de un gramo de la misma. El calor molecular es la capacidad térmica de un mol. Las fórmulas (25) y (26) nos dan el calor específico y molecular a volumen constante y a presión constante, siempre que, en lugar de tomar una cantidad cualquiera de sus­ tancia, tomemos un gramo (para el caso del calor específico) y un mol (para el del calor molecular). 5. Aplicación de la primera ley a los gases EIn el caso de un gas, podemos expresar en forma explícita la dependencia entre la energía y las variables de estado. Elegi­ mos como variables independientes a T y V, y probamos, en primer lugar, que la energía es solo función de la temperatura T y no depende del volumen V. Esta propiedad, como muchas otras propiedades de los gases, se cumple aproximadamente para los gases reales y se considera que se cumple exactameiite para gases ideales. En el parágrafo 14 deduciremos, partiendo de la segimda ley de la termodinámica, que la energía de cualquier cuerpo que cumple la ecuación de estado (7), de un gas ideal, debe ser inde­ pendiente del volumen V. A esta altura, sin embargo, daremos una comprobación experimental de esta proposición para un gas. Se trata del experimento de Joule. Dentro de un calorímetro, Joule colocó un recipiente provisto de dos cámaras, A y B, comunicadas por un tubo (fig. 5). Llenó con un gas la cámara A e hizo el vacío en B. Previamente, colocó 20 una llave de paso en el tubo de conexión para poder aislar entre sí las dos cámaras. Cuando el termómetro introducido en el calo­ rímetro indicaba que se había alcanzado el equilibrio térmico, Joule abrió la llave para permitir el desplazamiento del gas desde A hacia B hasta que la presión en todo el recipiente fuera la misma. Observó entonces que solo se había producido un ligero cambio en la lectura del termómetro. Esto significaba que, prác­ ticamente, no se había producido transferencia de calor del calorí­ metro a la cámara o viceversa. Se considera que si este experimento pudiera efectuarse con un gas ideal, no habría ningún intercambio de temperatura. £ Fig. 5 Aplicaremos ahora la primera ley a la anterior transforma­ ción. Dado que Q = O, tenemos, por la ecuación (15), que para el sistema constituido por las dos cámaras y el gas encerrado en ellas : AU + L = 0, donde L es el trabajo realizado por el sistema y la variación de energía del sistema. Como los volúmenes de las dos cámaras A y B que componen nuestro sistema no varían durante el experi­ mento, el sistema no puede efectuar trabajo externo, es decir qu§ L = 0. Por lo tanto. AU = 0; la energía del sistema y, en consecuencia, la energía del gas no varían. Consideremos ahora el proceso en su conjunto. Inicial­ mente el gas ocupaba el volumen A , mientras que al final del proceso llenaba las dos cámaras A y B; es decir que durante la transformación se produjo un cambio de volumen del gas. El ex­ perimento demostró, sin embargo, que no se produjo ninguna variación en la temperatura del gas. Como durante el proceso tampoco hubo variación de energía, llegamos a la conclusión de que una variación de volumen a temperatura constante no produ­ ce variación en la energía. En otras palabras, la energia de un gas ideal es solo función de la temperatura y no del volum en del gas. Para la energía de un gas ideal podemos escribir entonces: U^V{T). I. (27) Para determinar la forma de esta función haremos uso de la com­ probación experimental de que el calor específico a volumen cons­ tante de un gas depende solo ligeramente de la temperatura; con­ sideraremos que para un gas ideal el calor específico es una cons­ tante. En este parágrafo nos referiremos siempre a un mol de gas; Gy y Cp representarán entonces los calores moleculares a volumen constante y a presión constante, respectivamente. Dado que 17 depende únicamente de T, no es necesario especi­ ficar que el volumen debe mantenerse constante en la derivada en (25), y por lo tanto para un gas ideal podemos escribir: dU C v = ----- dT (28) Como se considera a Cy una constante, podemos integrar de in­ mediato y obtenemos: U = C yT -^ W , (29) en la que W es una constante de integración que representa la energía existente en el gas a la temperatura del cero absoluto.^ Para un gas ideal, la ecuación (21), que expresa la primera ley de la termodinámica para transformaciones infinitesimales, toma la forma: Cy dT + pdV = dQ. (30) Diferenciando la ecuación característica (7) para un mol de un gas ideal, obtenemos: pdV + V d p ^ R d T . (31) ^ Esta con stan te aditiva solo afecta los resultados fin a les cu an d o se producen transform aciones qu ím icas o cam bios en los estad os d e agregación de las substancias. (Ver, p. ej. el cap. VI.) En todos los otros ca so s p od em os considerar la con stan te aditiva igual a cero. 22 Sustituyendo ésta en (30), tenemoá: {Cy + R)dT - Vdp = dQ. (32) Como dp = 0 para una transformación a presión constante, esta ecuación nos da: Es decir que la diferencia entre los calores moleculares de un gas a presión constante y a volumen constante es Igual a la constante R de los gases. El mismo resultado puede obtenerse de (26), (29) y (7). En efecto, para un gas ideal tenemos por (29) y (7) : /dU \ dU ^ \W J , - d T ~ ^ ^ ’ /a F \ _ ( à RT\ _ R \ d T jp - \ d T p j , p- Sustituyendo estas expresiones en (26), obtenemos nuevamen­ te (33). Puede demostrarse, aplicando teoría cinética, que: Cy = ^ R para un gas monoatómico; y Cy = ^ R para un gas diatómico. (34) Considerando esos valores, que coinciden muy bien con los expe­ rimentales, deducimos de (33) que; Cp = ^ R para un gas monoatómico; y Cp = ^ R para un gas diatómico. (35) Si ponemos Cp Cy + ^ R 23 obtenemos también: K = ^ para un gas monoatómico; y K = i para un gas diatómico. (37) 6. Transformaciones adiabáticas de un gas Se dice que una transformación de un sistema termodinàmico es adiabática si es reversible y si el sistema está térmicamente aislado de tal modo que no pueda haber intercambio de calor entre él y el medio circundante mientras se realiza la transfor­ mación. Podemos expandir o comprimir adiabáticamente un gas en­ cerrándolo en un cilindi'o con paredes no conductoras y provisto de un émbolo que desplazamos hacia afuera o hacia adentro muy lentamente. Cuando un gas se expande adiabáticamente realiza trabajo externo, de manera que L en la ecuación (15) es en este caso positivo. Dado que el gas está térmicamente aislado, Q = 0 y. por lo tanto, At/ debe ser negativa. Es decir que la energía de un gas disminuye durante una expansión adiabática. Como la energía está relacionada con la temperatura a través de la ecua­ ción (29), una disminución en la energía significa también una disminución en la temperatura del gas. Con el objeto de, obtener una relación cuantitativa entre la variación de temperatura y la de volumen resultantes de la ex­ pansión adiabática de un gas, observamos que, como dQ — O, la ecuación (30) se convierte en; CydT + pdV = 0. Por medio de la ecuación de estado pV = RT, podemos eliminar p de la anterior ecuación y obtendremos: CvdT + ^ d V = 0 , dT T 24 RdV_ Cv V ~ Integrando tendremos: R log T -j------- log V = constante. Cv Pasando de logaritmos a números obtenemos: R yycv ^ constante. Utilizando la (36) podemos escribir la ecuación precedente en la forma: 'fVK-i constante. (38) Esta ecuación nos dice cuantitativamente como una variación adiabática en el volumen de un gas ideal determina un cambio én su temperatura.Por ejemplo, si expandimosadiabáticamente un gas diatómicoa dos veces su volumen inicial, veremos por (38) (suponiendo de acuerdo con [37] que K = - ^ ) que la temperatura se reduce en la relación 1 : 2°·* = 1 : 1,32. Utilizando la ecuación de estado pV = RT, podemos expresar la ecuación (38) de una transformación adiabática de la siguiente manera : pV^ == constante, (39) K-l constante. (40) P Debemos comparar la ecuación (39) con la ecuación, pV = constante, de una transformación isotérmica. En un diagrama iV ,p ) , las isotermas son una familia de hipérbolas equiláteras; las lineas correspondientes a las adiabáticas, representadas por la ecuación (39), son cualitativamente similares a hipérbolas, pero su pen­ diente es más pronunciada, ya que íí > 1. En la figura 6 se han representado isotermas y adiabáticas, las primeras en línea llena y las últimas en línea punteada. 25 Una aplicación simple e interesante de la expansión adiabá­ tica de un gas es el cálculo de la dependencia de la temperatura de la atmosfera con la altura sobre el nivel del mar. La razón principal de esta variación de la temperatura con la altura sobre el nivel del mar es que existen en la troposfera corrientes de convección que continuamente transportan aire de las regiones más bajas a las más altas y viceversa. Cuando el aire de las re­ giones a nivel del mar se eleva a las más altas de menor presión, se expande. Dado que el aire es mal conductor del calor, es muy poco el calor que recibe o entrega durante la expansión, de mane­ ra que podemos considerar que ésta se realiza adiabáticamente. En consecuencia, la temperatura del aire ascendente decrece. Por otra parte, el aire de las regiones superiores de la atmósfera sufre una compresión adiabática y, por consiguiente, un aumento en su temperatura, al desplazarse a las regiones más bajas. Fig. 6 Para calcular la variación de temperatura consideramos una columna de aire de sección transversal unitaria, y fijamos nuestra atención sobre un elemento de columna de altura dh, y cuya cara inferior se encuentra a una distancia h sobre el nivel del mar. Si es p la presión sobre la cara inferior, la presión sobre la cara superior será entonces p + dp, siendo dp la variación en la presión debida al peso del aire en el elemento de columna. Si g es la ace­ leración de la gravedad y p la densidad del aire, el peso del aire en el elemento será pgdh. Como la presión disminuye a medida que aumenta la altura, tenemos; dp — — pgdh; o, recordando (8 ), dp = — i 26 R T (41) donde M es el peso molecular medio del aire; M = 28,88, La derivada logarítmica de (40) nos da: dT K — ld p T K p Ésta, junto con la ecuación precedente, da: dT K — lg M (42) Si consideramos que V. í7 = 980,665 cm/s=; M = 28,88 gm; X IQ·^ erg/grado, R = 8,214 obtenemos : dT — 9,8 X 10“®grados/cm. dh — 9,8 grados/kilómetro. Este valor es en realidad algo mayor que la disminución de temperatura con la altura que se observa en promedio. La dife­ rencia se debe fundamentalmente al hecho de no haber tenido en cuenta el efecto de la condensación de vapor de agua sobre las masas de aire en expansión. Problemas 1. Calcular la variación d e energía de un sistem a que efcctúa un tra­ b ajo de 3,4 X 108 ergios y absorbe 32 calorías en form a de calor. 2. ¿C uántas calorías absorben 3 m oles de un gas ideal que se expande isotérm icam ente desde u n a presión inicial de 5 atm ósferas h asta una presión final de 3 atm ósferas, a la tem peratura de 0"C? 3. Un m ol de ga s ideal diatóm ico efectúa una transform ación desde un e stad o inicial para el cual la tem peratura y el volum en son, respectivam ente, 291" K y 21.000 cm“, h asta un e sta d o final para el cual la tem peratura y v olum en son 305° K y 12.700 cm ’. La transform ación se representa en el d ia­ gram a (V. p ) por un a lín ea recta. D eterm inar el trabajo efectuado y el calor absorbido por el sistem a. 4. Un ga s diatóm ico se expand e adiabáticam ente h asta un volum en 1,35 v eces su volum en inicial. La tem peratura inicial es 18° C. Hallar la tem peratura final. 27 CAPÍTULO m LA SEGUNDA LEY DE LA TERMODINÁMICA 7. Formulación de la segunda ley de la termodinámica í La primera ley de la termodinámica surgió como resultado de la imposibilidad de construir una máquina capaz de crear energía. Esta primera ley, sin embargo, no impone limitaciones a la po­ sibilidad de transformar unas formas de energías en otras. Por ejemplo, teniendo en cuenta únicamente la primera ley, existe siempre la posibilidad de transformar el calor en trabajo o el trabajo en calor con tal que la cantidad total de calor sea equiva­ lente a la cantidad total de trabajo. Esto es realmente cierto para la transformación de trabajo en calor. Un cuerpo, cualquiera sea su temperatura, puede siem­ pre ser calentado por fricción y recibirá, en forma de calor, una cantidad de energía exactamente igual al trabajo efectuado. Aná­ logamente, la energía eléctrica puede siempre ser transformada en calor haciendo pasar una corriente eléctrica a través de una resistencia. Existen, sin embargo, limitaciones muy definidas pa­ ra la posibilidad de transformar el calor en trabajo. Si así no fuera, sería posible construir una máquina que podría, enfriando los cuerpos circundantes, transformar en trabajo el calor tomado del medio ambiente. Como la cantidad de energía térmica que pueden suministrar el suelo, el agua y la atmósfera es prácticamente ilimitada, dicha máquina sería, en la práctica, equivalente a un m óvil -perpetuo. Es lo que se conoce en termodinámica como m óvil perpetuo de segunda especie. La segunda ley de la termodinámica descarta la posibilidad de construir un m óvil perpetuo de segunda especie. Para dar una formulación precisa de esta ley definiremos qué se entiende por una fuente de calor a temperatura dada. Se define como una fuente de calor de temperatura í a un cuerpo que tiene en todos sus puntos la temperatura í y se en­ cuentra en condiciones tales que puede intercambiar calor, pero no 28 trabajo, con el medio ambiente. Como ejemplos podemos consi­ derar cuerpos encerrados en recipientes rígidos o cuerpos cuyas variaciones de volumen son despreciables. Una masa de agua que se encuentra a una temperatura t en todos sus puntos, puede considerarse como una fuente de calor, puesto que su volumen permanece prácticamente constante. Podemos ahora formular la segunda ley de la termodinámica como sigue: Es imposible efectuar una transformación cuyo único resul­ tado final sea transformar en trabajo « í calor extraído de una fuente con la m ism a temperatura en todos sus puntos?· (Postulado de Lord Kelvin.) La evidencia experimental en favor de esta ley consiste fun­ damentalmente en el fracaso de todos los esfuerzos realizados pa­ ra construir un m óvil perpetuo de segunda especie, La segunda ley puede también ser expresada como sigue: Es imposible efectuar una transformación cuyo único resul­ tado final sea transferir calor de un cuerpo a una temperatura dada a un cuerpo a una temperatura mayor. (Postulado de Clausius,) Hasta ahora, hemos utilizado solamente una escala empírica de temperaturas. Para poder dar un significado preciso al postu­ lado de Clausius, debemos definir previamente qué se entiende al decir que un cuerpo está a mayor temperatura que otro. Si pone­ mos en contacto térmico dos cuerpos que se hallan a distintas tem­ peraturas, el calor fluye espontáneamente, por conducción, de uno a otro cuerpo. Diremos, por definición, que de ambos cuerpos el que se halla a mayor temperatura es aquel del cual fluye el calor. Convenido esto, podemos formular el postulado de Clausius así: 1 U na parte esencial del postulado de Lord K elvin es que la transfor­ m ación del calor en trabajo sea el único resultado final del proceso. Cierta­ m ente, no e s im posible transform ar en trabajo el calor que se tom a de una fuente a tem peratura uniform e, siem pre que se produzca al final del proceso algún otro cam bio e n el estad o del sistem a. Considerem os, por ejem plo, la expansión isotérm ica de un gas ideal que se m an tien e en con tacto térm ico con una fuente de calor a la tem peratura T. Dado que la energía del gas depend e ún icam ente de la tem peratura, y que la tem peratura no cam bia du ran te el proceso, debe ser ¿JJ — 0. Por la primera ley, ecuación (1 5 ) , ob ten em os entonces L = Q. E s decir, el trabajo, L, rea­ lizado por el gas en exp an sión e s igual al calor Q que el m ism o absorbe de la fuente. Se ha producido así una com pleta transform ación del calor, Q, en trabajo, L. Sin em bargo, e sto no contradice el postulado de Kelvin, ya que la transform ación de Q en L no es el único resultado final del proceso. El volum en que ocupa el gas al final del proceso e s m ayor que el que ocupaba al com ienzo. Si el calor fluye por conducción de un cuerpo A a otro B, es imposible una transformación cuyo único resultado final sea trans­ ferir calar de B a A. I ’ *j j iI '¡ || Debemos probar ahora la equivalencia de los postulados de Qausius y Kelvin. Para hacerlo, demostraremos que sí el postulado de Clausius no fuera válido, tampoco lo sería el de Kelvin y viceversa. Supongamos en primer lugar que el postulado de Kelvin no sea válido. En ese caso podríamos efectuar una transformación cuyo único resultado final fuera transformar totalmente en trabajo una cantidad definida de calor tomada de una única fuente a la temperatura t^. Por medio de fricción podríamos transformar nuevamente dicho trabajo en calor y utilizar este calor para elevar la temperatura de un cuerpo dado, independientemente de cual haya sido su temperatura inicial, ío. En particular podríamos tomar ts mayor que ti. El único resultado final de este proceso sería, entonces, la transferencia de calor de un cuerpo (la fuente a la temperatura ti) a otro cuerpo que se halla a la temperatura ts, mayor que ti. Esto sería una violación del postulado de Clau­ sius. La segunda parte de la demostración de la equivalencia entre los dos postulados requiere una discusión previa de las posibili­ dades de transformar el calor en trabajo. Haremos esta discusión en el parágrafo siguiente. 8. El ciclo de Carnet Como, de acuerdo con el postulado de lord Kelvin, es impo­ sible transformar en trabajo el calor que se toma de una única fuente a temperatura uniforme mediante una transformación que no produzca ningún otro cambio en los sistemas que intervienen en ella, para realizarla necesitamos por lo menos dos fuentes a dos temperaturas distintas, ti y t-j. Si contamos con dichas fuen­ tes, podemos transformar el calor en trabajo por medio del pro­ ceso siguiente, denominado ciclo de Carnot. Consideremos un fluido cuyo estado pueda representarse so­ bre un diagrama (V, p) y estudiemos dos adiabáticas y dos iso­ termas correspondientes a las temperaturas ti y to. Estas cuatro curvas se interceptan en los puntos A, B, C y D, como muestra la figura 7. Sean .¡45 y CD las isotermas de temperaturas ts y ti respectivamente. AC y BD son las adiabáticas. La transformación cíclica reversible ABDCA es lo que llamamos un dclo de Carnot. 30 El siguiente ejemplo ilustrará cómo puede realizarse en la práctica un ciclo de Carnot. Encerramos nuestro fluido en un recipiente cilindrico de paredes laterales no conductoras y provisto de un émbolo no conductor en un extremo, de manera que el Fig. 7 calor solo puede salir o entrar en el cilindro a través del otro extremo (la base) que tomamos como conductora del calor. Sean ti y ¿2 dos fuentes de calor suficientemente extensas de modo que su temperatura no sufra una alteración sensible si les agregamos o quitamos cualquiei· cantidad finita de calor. Sea tn mayor que ti. Suponemos que el volumen y la presión del fluido en el cilin­ dro son inicialmente Va y Pa respectivamente, correspondiendo en la figura 7 al punto A. Como este punto está sobre la isoterma correspondiente a la temperatura Í2, la temperatura del fluido es inicialmente igual a íj. Por lo tanto, si colocamos el cilindro sobre la fuente ío, no se producirá transferencia de calor (fig. 8, A ). Manteniendo el recipiente sobre la fuente U, levantamos el pistón muy lentamente incrementando así el volumen en forma reversible hasta que haya alcanzado el valor V¡, (fig. 8 , B). Esta parte de la transformación está representada por el segmento AB de la iso­ terma tn. El estado de nuestro sistema está representado ahora por el punto B en la figura 7. Colocamos ahora el cilindro sobre un aislador térmico e incre­ mentamos el volumen muy lentamente hasta que alcanza el valor Vfí (fig. 8 , D), Como durante el proceso el sistema está térmica­ mente aislado, se representa aquél en la figura 7, con el segmento de adiabática BD. Durante esta expansión adiabática, la tempe­ ratura del fluido decrece de t^ a íi, y el estado del sistema está dado ahora por el punto D en la figura 7. Poniéndo el cilindro sobre la fuente íi, comprimimos ahora el fluido muy lentamente a lo largo de la isoterma DC (fig. 7) has­ ta que su volumen disminuye a Ve (fig. 8, C ). Por último colo­ camos nuevamente el cilindro sobre el aislador térmico y com- 31 primimos muy lentamente el fluido en forma adiabática a lo largo del segmento CA hasta que su temperatura se eleva a Í3. El sis­ tema habrá vuelto a su estado inicial, que está dado en la figura 7 por el punto A (fig, 8, A ). Aisla'ior Aisla­ dor ti D B Fig. 8 Mientras se efectúa la expansión isotérmica representada por el segmento AB, el sistema absorbe una cantidad de calor Q2 de la fuente Í2· Durante la compresión isotérmica representada por el segmento DC, el sistema absorbe una cantidad de calor — Qi de la fuente íi; es decir, entrega a la fuente íi una cantidad de calor Qi. La cantidad total de calor absorbido por el sistema du­ rante el ciclo es Q2 — Qi- Sea L el trabajo realizado por el siste­ ma durante la transformación. Este trabajo es igual al área limi­ tada por el ciclo en la figura 7. Utilizando la ecuación (16), que expresa la primera ley de la termodinámica para un ciclo, tenemos: L = Q2 - Q 1 (43) . Esta ecuación expresa que solo parte del calor que absorbe el sistema de la fuente de mayor temperatura se transforma en trabajo mediante el ciclo de Carnot; el resto del calor, Qi, en vez de ser transformado en trabajo, es entregado a la fuente que se halla a menor temperatura. Definimos como eficiencia del ciclo de Carnot a la relación _ L _ Qi — Qi _ -i _ Q ,~ Q2 " (44) Q2 ’ entre el trabajo realizado por el ciclo y el calor absorbido de la fuente a mayor temperatura. 32 Dado que el ciclo de Carnot es reversible, puede efectuarse en sentido inverso. Esto puede llevarse a cabo realizando, todas las transformaciones descritas anteriormente, pero en sentido opuesto. En ese caso, el ciclo absorbe el trabajo L en lugar de producirlo, y absorbe la cantidad de calor Qi a la temr< i·atura ti, entregando la cantidad de calor Q2 a la temperatura í-. Como primera aplicación del ciclo de Carnot completaremos la demostración de la equivalencia de los postulados de Clausius y Kelvin, probando que si el de Clausius no fuese válido, tampoco lo sería el de Kelvin. Supongamos que, en contradicción con el postulado de Clau­ sius, fuera posible transferir una cierta cantidad de calor Q2 de una fuente a la temperatura a una fuente a temperatura mayor, Í2, de tal modo que no se produjera ningún otro cambio en el estado del sistema. Con la ayuda de un ciclo de Carnot podríamos entonces absorber la cantidad de calor Q 2 y producir un trabajo L. Como la fuente a la temperatura ¿2 recibe y entrega igual canti­ dad de calor, no sufre ningún cambio en su estado final. El proce­ so recién descrito tendría como único resultado final la transfor­ mación en trabajo del calor extraído de una fuente que se halla a igual temperatura ¿i en todos sus puntos. Esto contradice el postulado de Kelvin. 9. La temperatura termodinámica absoluta En el parágrafo precedente hemos descrito una máquina cí­ clica reversible, el ciclo de Carnot, que absorbiendo una cantidad de calor Q2 de una fuente a temperatura ¿2 y entregando una can­ tidad de calor Qi a una fuente a la temperatura menor íi, efectúa un trabajo L durante cada uno de los ciclos. Diremos que dicha máquina trabaja entre las temperaturas íi y ¿2· Consideremos ahora una máquina que trabaja entre esas tem­ peraturas (¿1 < Í2). Sea L el trabajo efectuado por la máquina durante cada ciclo y sean Q2 y Qi las cantidades de calor por ciclo absorbidas a la temperatura to y expelidas a la temperatura ti, respectivamente. Esta máquina no debe ser necesariamente un ciclo de Carnot. La única condición que le imponemos es que sea cíclica, es decir, que al final del proceso debe volver a su estado inicial. Se puede demostrar fácilmente que si L > O, esto es, si la má­ quina realiza trabajo positivo, entonces será Qo > O y Qi > 0 . Supongamos en primer lugar que Qi ^ 0. Esto significaría que la máquina absorbe de la fuente ti una cantidad de calor Qi en el transcurso del ciclo. Podríamos entonces poner en contacto térmico las dos fuentes y dejar fluir espontáneamenie, por con­ ducción, de la fuente más caliente fo a la niás fría ti, hasta que ésta haya recibido exactamente la misma cantidad de calor que entregó a la máquina durante el ciclo. La fuente ti no sufriría de­ este modo ninguna modificación y la máquina volvería a su estado inicial. El único resultado final de este proceso sería entonces la transformación en trabajo del calor absorbido de una única fuente a temperatura t·^ en todos sus puntos. Dado que esto contradice el postulado de Kelvin, deberá ser Qi > 0. Demostrar que Q2 > O es ahora muy simple. Como nuestra máquina vuelve a su estado inicial después del ciclo, tenemos por la primera ley (ver ecuación (1 6 )): L = Qz — Q i . Pero como tomamos L > O y hemos demostrado que Qi > O, de­ berá ser también Q2 > 0 . Consideremos ahora una segunda máquina que trabaja entre las mismas temperaturas íi y Í2 y para la cual U, Q’ 2 y Q’i son las cantidades correspondientes a L, Qa y Qi de la primera máquina. Demostraremos el siguiente teorema fundamental: a) Si la primera máquina es reversible ^ entonces: h í b) Si la segunda máquina es reversible, será: 9? = :9Í Q i (46) Q{ En la primera parte del teorema (a) , no hacemos ninguna hipótesis con, respecto a la segunda máquina; ésta puede ser re­ versible o no sei:lo. Si aplicamos la ecuación (16) (caso especial de la primera ley para un ciclo) a nuestras dos máquinas, vemos que el trabajo realizado por cada una de ellas durante un ciclo debe ser igual a la diferencia entre el calor recibido de la fuente ío y el entregado a la fuente ti. Tendremos entonces: 2 D enom inam os m áquina “reversible” a una m áquina que opera en un ciclo reversible. 34 L = Qo— Q„ (47) L’ ==Q\_ — Q \. (48) y La relación Qz/Q’z puede ciertamente aproximarse por medio de un número racional tan exactamente como se quiera. Pode­ mos por lo tanto poner: Q-2 N’ Q’2 N — = - (49) donde N y N ’ son enteros positivos. Consideremos ahora un proceso consistente en N ’ ciclos de la segunda máquina y N ciclos inversos de la primera. Éste es un proceso permitido, ya que hemos supuesto que la primera máquina es reversible. Cuando se opera en sentido inverso, la primera má­ quinaabsorbedurante cada ciclo la cantidad detrabajo L y en­ trega alafuente ¿2 lacantidad de calor Q2 a la vez queabsorbe de la fuente tj la cantidad de calor Qj. El trabajo total efectuado por ambas máquinas durante el complejo proceso descrito más arriba es: Ltoia, = N ’ L' — iVL. La cantidad total de calor absorbido de la fuente to es: Q 2 , tota. ^ N ' Q ’, — N Q ,. La cantidad total de calor entregado a la fuente ti es: Ql, to u i= N 'Q ’i — De (47) y (48) obtenemos inmediatamente: total ----Ql» totnl· Ltotal = Pero de (49) deducimos que Q 2, total = 0 . (50) Ltotal ----------- Q l total- (51) Por lo tanto, La ecuación(50) indica que el proceso completo no produce ningún intercambio de calor a la temperatura mayor tn; y ja ecua- 35 ción (51) establece que el calor absorbido de la fuente ti (igual a — Qi, totaü) es transformado en el trabajo Ltotni· Dado que el proceso completo está compuesto por varios cidos de cada máquina, ambas volverán a su estado inicial al término de dicho proceso. De aquí surge que Liotai no puede ser positivo; si lo fuera, el único resultado final de todo el proceso sería la transformación en trabajo, Ltotai, del calor, — Qi, totni, absorbido de una fuente a la temperatura ti en todos sus puntos. Esto estaría en contradicción con el postulado de Kelvin. Por lo tanto debe ser: ; <¡ 1 ¿ j I i'total — O· Por la ecuación (51), esta desigualdad es equivalente a Qi, tota] — 0 ; y teniendo en cuenta la expresión Qi, totai, tenemos: 1SI’Q \ ^ A/Qi. Si eliminamos de esta expresión N ’ y N con la ayuda de la ecuación (49), y teniendo en cuenta que todas las cantidades en (49) son positivas, obtenemos: QzQi ^ QiQit o 9 i> 9 í Q i ~ Q Í ’ que es idéntica a la ecuación (45). Para completar la demostración de nuestro teorema funda­ mental debemos probar que si la segunda máquina también es reversible, se mantiene el signo de igualdad como se indica en la ecuación (46). Si consideramos que la segunda máquina es también reversi­ ble, intercambiando las dos máquinas y aplicando la desigualdad de la parte (a) de nuestro teorema a las nuevas condiciones ten­ dremos : Q [ - Q i ' En el presente caso deben cumplirse ésta y la desigualdad (45), pues hemos supuesto que ambas máquinas son reversibles. ------ 36 Pero estas dos desigualdades solo son compatibles si se man­ tiene el signo de igualdad. El teorema que acabamos de demostrar puede enunciarse también como sigue: S i tenemos varias máquinas térmicas, algunas de las cuales son reversibles, operando en ciclos entre las temperaturas ti y t-j, las reversibles tendrán todas la m ism a eficiencia, mientras que las no reversibles tendrán eficiencias que nunca podrán exceder la eficiencia de las reversibles. Consideremos en primer lugar dos máquinas reversibles. De la ecuación (46) y de la definición (44) se deduce inmediata­ mente que sus eficiencias son iguales. Si tenemos una máquina reversible y otra no reversible, obte­ nemos de la desigualdad (45): Q ,~ Ql Por lo tanto, Q. «; Comparando esto con la ecuación (44) vemos que la eficiencia de la máquina irreversible no puede exceder nunca la de la re­ versible. El teorema fundamental nos muestra que la relación Qo/Qi tiene el mismo valor para todas las máquinas reversibles que ope­ ran entre las mismas temperaturas íi y ío; es decir, este cociente es independiente de las características particulares de la máquina, siempre que sea reversible; depende solo de las temperaturas ti y ¿2· Podemos por lo tanto escribir: (5 2 )' donde f (¿i, Í2) es una función universal de las temperaturas t¡ y ^2· Demostraremos ahora que la función / {ti, t^) tiene la si­ guiente propiedad: siendo t^, ti y to tres temperaturas arbitrarias. .'Í7 ; í '1 Sean Ai y A 2 dos máquinas cíclicas reversibles que trabajan entre las temperaturas ío, íi y ío. ti>, respectivamente. Si A i absor­ be a la temperatura íi la cantidad de calor Qi y pierde la cantidad de calor Qo a la temperatura ío, en el transcurso de un ciclo, entonces, por (52) tenemos : ^ = /(ío, k) . Vo Análogamente, si An absorbe la cantidad de calor Q2 a la temperatura tn y entrega la cantidad Qo a la temperatura Íq (para mayor simplicidad suponemos que las dos máquinas entregan iguales cantidades de calor a la temperatura ío) durante cada ci­ clo, será: ! = / ( . , « . Si dividimos esta ecuación por la precedente, tendremos: & _ f{U>, fe) Q i~ / (< o ,íi)· Consideremos ahora un proceso compuesto en el cual la má­ quina A 2 efectúa un ciclo directo y la -<4i un ciclo inverso. Es obvio que este proceso será un ciclo reversible, ya que está constituido por dos ciclos reversibles, separados. Durante el proceso no hay intercambio de calor a la temperatura ío, porque la cantidad de calor Qo entregada por la máquina A 2 a la temperatura Íq es reab­ sorbido a esa misma temperatura por la máquina A i operando en sentido inverso. Sin embargo, la máquina A 2 absorbe una cantidad de calor Qo a la temperatura ío y la máquina Aj expele una cantidad de calor Qi a la temperatura í^ en cada ciclo. Podemos por lo tanto considerar a Ai y An, cuando trabajan conjuntamente del modo arriba descrito, como formando una máquina cíclica reversible que opera entre las temperaturas ti y to. Para esta máqv'.ina será, por definición de la función f : I Comparando esta ecuación con (54), obtenemos (53), como quería­ mos demostrar. 3S Como la temperatura io considerada en nuestra anterior dis­ cusión es arbitraria, podemos mantenerla constante en todas las ecuaciones; la función / (ío, i) será en ese caso una función de la temperatura í solamente, y podremos escribir: K fik , t) = e{t), (55) en donde K es una constante arbitraria. Utilizando la (55) pondremos la (53) en la siguiente forma: Esta ecuación nos dice que / (íi, ís) es igual a la relación entre una función de argumento ío y la misma función de argumento fi. Como la temperatura í que hemos utilizado es empírica, es imposible determinar la forma analítica de la función ^ (í). Sin embargo, dado que nuestra escala de temperaturas es arbitraria, podemos introducir convenientemente una nueva escala, usando como temperatura a la función o(t) en lugar de í. Es de hacer notar, no obstante, que s{t) no está definida en forma completamente unívoca. De las ecuaciones (56) ó (55) surge claramente que ®(í) está determinada a menos de un factor constante arbitrario. Por lo tanto podremos elegir libremente, y en la forma que consideremos más adecuada, la unidad de la nueva escala de temperaturas o. La elección de esta unidad se efectúa, en general, considerando en 100 grados la diferencia entre las tem­ peraturas de ebullición y congelación del agua a una atmósfera de presión. La escala de temperaturas que acabamos de definir es la esca­ la absoluta termodinámica de temperatura. Tiene la ventaja de ser independiente de las propiedades especiales de cualquier sus­ tancia termometrica. Además, utilizando esta escala de tempera­ turas, las leyes de la termodinámica adquieren formas muy simples. Demostraremos ahora que la temperatura absoluta termodiTiámica © coincide con la temperatura absoluta T, introducida eri el parágrafo S con la ayuda de un termómetro de gas. Consideremos un ciclo de Carnot efectuado por un gas i4eal (para simplificar tomaremos un mol de gas). Sean Ti y T^ las temperaturas de las dos isotermas del ciclo (medidas con un ter­ mómetro de gas). (Ver fig. 7.) Calculamos en primer lugar la cantidad de calor Qo absorbida durante la expansión isotérmica AB a la temperatura Tn. Aplicando la primera ley, ecuación (15), a la transformación AB e indicando por los subíndices A y B las magnitudes correspondientes a los estados A y B, tenemos: 39 Ub — Uji -]- Lab “ Qa > ¡ siendo L^ b el trabajo efectuado durante la expansión isotérmica, el que podemos calcular con la ayuda de la ecuación (10) : 4 I Lab = R T 2 lo g Haremos uso ahora del hecho de que la energía de un gas ideal es una función de T sx>lamente (ver par. 5). Dado que A y B están sobre la misma isoterma, deberá ser Ua = Us , de manera que Q2 = Lab = R T i lo g . En forma similar podemos demostrar que la cantidad de calor entregada en la fuente Ti durante la compresión isotérmica re­ presentada por el segmento DC es: Qi = fíTi log Ve Como los puntos y C se encuentran sobre la misma adiabá­ tica tenemos, por (38); .T iF r^ = y del mismo modo, Dividiendo esta ecuación por la precedente y extrayendo la raíz (K-1 ), obtenemos: Va Ve · A partir de ésta y con las expresiones para Q2 y Qi se tiene: 9 i - h Qi Tr Esta ecuación muestra que la relación Q >¡Qi, es igual a la re­ lación Ti/Ty de las temperaturas de las fuentes cuando están ex- 40 presadas en la escala de temperaturas del termómetro de gas. Pero de (56) se deduce que Q 2 / Q 1 es también igual a la relación de las temperaturas de las fuentes cuando éstas se expresan en unidades de la escala absoluta termodinámica. Por consiguiente, la relación de ambas temperaturas en la escala absoluta termodinámica es igual a la relación de las mismas en la escala del termómetro de gas, es decir, que ambas escalas de temperaturas son proporciona­ les. Como las unidades para las mismas se han elegido iguales, concluimos que las escalas son iguales, es decir, que e = T. (57) Habiendo llegado a esta conclusión, se hace innecesario el uso de letras distintas para izidicarlas. En adelante, por lo tanto, utilizaremos T para referirnos a la temperatura absoluta termodi­ námica. Poniendo T en lugar de ^ tenemos por (56) para un ciclo reversible entre las temperaturas Ti y T 2 '. Qa Ti j't r o 'j Q rT iY la expresión para la eficiencia de una máquina reversible toma la forma 1 _ '^1 _ T t - T\ T. ~ f r - _ 10. Máquinas térmicas Hemos demostrado ya que ninguna máquina que trabaja entre dos temperaturas puede tener mayor eficiencia que una máquina reversible que opera entre esas mismas temperaturas. La ecuación (59) representa la máxima eficiencia que puede alcanzar una má­ quina entre las temperaturas Ti y Tn. En la mayoría de las máquinas térmicas la temperatura menor Ti es la temperatura del medio ambiente, y por lo tanto es incon­ trolable. Es por lo tanto deseable, desde el punto de vista termodinámico, elevar la temperatura T» tanto como sea posible. Por supuesto, debemos tener siempre presente que la eficiencia real es en general considerablemente menor que la eficiencia máxima (59) porque todas las máquinas térmicas están lejos de ser rever­ sibles. 41 Un ciclo de Carnot que se realiza en el sentido inverso puede ser utilizado para extraer una cantidad de calor Qi de una fuente a la temperatura menor Ti mediante la absorción de una cantidad de trabajo L. De las (43) y (58) deducimos fácilmente que a = 3 I i i ' Í (60) Basados en este principio es posible construir una máquina refrigeradora utilizando la temperatura ambiente como la tempe­ ratura mayor To . Podríamos así, con rm ciclo de Camot efectuado en el sentido inverso, extraer el calor Qi de un cuerpo enfriado hasta una temperatura T¡, menor que la temperatura ambiente, To. Es evidente, por la ecuación (60), que la cantidad de trabajo que se requiere para extraer una cantidad de calor Q¡ de un cuerpo a la temperatura Ti, se hace cada vez mayor a medida que la temperatura T¡ del cuerpo disminuye. Como en el caso de una máquina térmica común, la eficiencia de una máquina refrigerante es considerablemente menor que la eficiencia termodinámica (60). Esto se debe al hecho de que en los dispositivos refrigerantes intervienen siempre procesos irre­ versibles. Problemas 1. Un mol de u n gas m on oatóm ico efectúa un ciclo de Carnot entre las tem peraturas 400° K y 300® K. En la transform ación isotérm ica superior el volum en inicial e s de 1 litro y e l final d e 5 litros. H allar el trabajo efectuado durante ü n ciclo y las can tid ad es de calor intercam biadas con la s d o s fu en tes. 2. ¿Cuál es la m áxim a eficiencia d e un a m áquina térm ica q u e trabaja entre un a tem peratura superior de 400° C y un a inferior de 18® C? 3. Encontrar la m ínim a cantidad de trabajo qu e se requiere para extraer una caloría de un cuerpo a — 15° C, cuando la tem peratura del am biente es de 35® C. 42 CAPITULO IV LA ENTROPÍA 11. Algunas propiedades de los ciclos Consideremos un sistema S que sufre una transformación cí­ clica. Supongamos que durante el ciclo el sistema recibe o entrega calor a un conjunto de fuentes Ti, To, . . . < Tn. Sean Qi, Qa . . Q¡¡> las cantidades de calor intercambiadas entre el sistema y las fuen­ tes. Tomaremos las Q como positivas cuando representan calor recibido por el sistema y negativas en caso contrario. Demostraremos ahora que : É p á O . i-1 Ji (61) y que el signo de igualdad se cumple si el ciclo es reversible. Para probar la validez de (61), introducimos, además de las tí fuentes mencionadas anteriormente, otra fuente de calor a la tem­ peratura arbitraria To, y también n máquinas cíclicas reversibles (tomaremos n ciclos de Carnot, Ci, Co, . . C„) que trabajan entre las temperaturas T^, T¿, . . T„, respectivamente, y la tempera­ tura To- El ciclo Ci, que opera entre las temperaturas y T q, es tal que entrega la cantidad de calor Qi, a la fuente de temperatura Ti, es decir, una cantidad igual a la que absorbe el sistema S a la misma temperatura. De acuerdo con (58), la cantidad de calor que absorbe C| de la fuente T q es: Consideremos ahora un ciclo compuesto, consistente en un ciclo del sistema S y uno de cada uno de los ciclos de Carnot C], Co, . . C„. El intercambio neto de calor en cada una de las 43 I, jj ’j '1 íj fuentes Ti, T->, . . .,T ^ durante el ciclo compuesto es cero; la fuente Ti entrega al sistema S una cantidad de calor Q¡, pero recibe la misma cantidad de calor del ciclo C¡. La fuente To, por otra parte, pierde una cantidad de calor igual a la suma de las cantidades (dadas por [62]) que absorben los ciclos de Carnot Ci, C2 , . ■ ·, Ca- La fuente To entrega entonces en total la cantidad de calor Oo = < -l t-1 i,· (63) En consecuencia, el resultado neto de nuestro ciclo compuesto es que el sistema que constituyen S y Ci, Cn, . . ., Cu recibe de la fuente T© la cantidad de calor Qq. Pero hemos visto ya que, en una transformación cíclica, el trabajo efectuado es igual al calor total recibido por el sistema. Como al final del ciclo compuesto S, Ci, C2 , .. ., Ca vuelven a su estado inicial, el único resultado que se obtiene al final de dicho ciclo es transformar en trabajo el calor recibido de una fuente a la temperatura uniforme Tq. Si Qo fuese positivo, este resultado estaría en contradicción con el postulado de Kelvin. Se deduce por consiguiente que Qo í O, por (63), <-l i , que es idéntica a (61) Si el ciclo que efectúa S es reversible, podremos describirlo en la dirección opuesta, en cuyo caso todas las Q\ cambiarán de signo. Aplicando la (61) al ciclo invertido se obtiene: i-l i , i - l Ti Si el ciclo es reversible, esta desigualdad y la ecuación (61) se satisfacen. Esto solo es posible en el caso de que se mantenga el signo de igualdad. Para un ciclo reversible deberá ser entonces: tf t-1 i i = 0. Queda así completada la demostración de nuestro teorema, 4 44 (64) Al fundamentar (61) y (64), hemos supuesto que el sistema intercambia calor con un número finito de fuentes. Es también importante considerar el caso en que el intercambio de calor se efectúa con una distribución continua de fuentes. En tal caso, las sumatorias en (61) y (64) deben ser sustituidas por integrales que se extienden sobre todo el ciclo. Denotaremos por (¿ la integral que se extiende sobre un ciclo y por dQ la cantidad infinitesimal de calor que el sistema recibe de una fuente a la temperatura T. Se tiene: « . . . (65) que es válida para todos los ciclos, y que es válida solo para ciclos reversibles.^ 12. La entropía La propiedad de un ciclo reversible expresada en la ecuación ( 66) puede también formularse de la siguiente forma. Sean A y B dos estados de equilibrio de un sistema S. Consideremos una trans­ formación reversible que lleva al sistema del estado inicial A al estado final B. En la mayoría de los casos será posible efectuar muchas transformaciones entre los estados A y B. Por ejemplo, si podemos representar el estado del sistema en un diagrama (V, p ), cualquier curva continua que una los puntos A y B (que representan los estados inicial y final del sistema ) corresponde a 1 Con el objeto de evitar m alos entendidos en cuanto al significado de (6 5 ) y (6 6 ), debem os puntualizar que T representa la tem peratura de la fu en te que entrega la cantidad de calor dQ, que no es necesariam ente igual a la tem peratura T' del sistem a (o de parte del sistem a) que recibe el calor dQ. Ciertam ente, si el ciclo es irreversible (relación [ 6 5 ] ) , T ' ^ T cuando dQ e s p ositiva, ya que el calor no puede fluir del cuerpo m ás frío al más caliente, y T' ^ r cuand o dQ e s negativa. Cuando el ciclo es reversible (ecuación [ 6 6 ] ) , deberem os tener siempre T' — T, porque un intercam bio de calor entre dos cuerpos a d istin tas tem peraturas no e s reversible. En (66) podem os por lo ta n to tom ar T com o la tem peratura de la fuente y tam bién la de la parte del sistem a que recibe el calor dQ. 45 una posible transformación reversible desde A hasta B. En la fi­ gura 9 vemos tres de tales transformaciones. Fig. 9 Consideremos ahora la integral que se extiende sobre una transformación reversible desde A hasta B (dQ es la cantidad de calor que absorbe el sistema en forma reversible a la temperatura T ) . Demostraremos que esta integral es la misma para todas las transformaciones reversibles de A a B; es decir que el valor de la integral para una transformación reversi­ ble depende solo de los estados extremos A y B de la transforma­ ción, y no de la transformación misma. B Para demostrar este teorema deberemos probar que si I y II son dos transformaciones reversibles entre los estados extremos A y B (en la fig. 10 los estados están representados por puntos y las transformaciones por líneas como ayuda visual para la prue­ ba). Tenemos entonces: ( 67 ) 46 donde hemos tomado las integrales a lo largo de los caminos I y n, respectivamente. Analizaremos la transformación cíclica A I B II ¿4, Se trata de un ciclo reversible por estar constituido por dos transforma­ ciones reversibles. Podemos aplicar aquí la ecuación (66), de mo­ do que Jl Aal]B l l A '^e = o. T Esta integral puede descomponerse en la suma de dos integrales: La segunda integral de esta expresión es igual a — ( I ^ ) T /ii’ porque en la transformación de B a a lo largo del camino II, dQ toma los mismos valores, con signo opuesto, que en la trans­ formación de A a B a \o largo de II. Obtenemos así la ecuación (67) y queda demostrado nuestro teorema. La propiedad que se expresa por medio de la ecuación (67) nos permite definir una nueva función del estado de un sistema, la entropía. Esta función, que es de suma importancia en la ter­ modinámica, se define de la siguiente manera. Elegimos en forma arbitraria un cierto estado de equilibrio de nuestro sistema y lo llamamos estado de referencia. Sea A cualquier otro estado de equilibrio, y consideremos la integral sJ'i tomada a lo largo de una transformación reversible. Hemos visto ya que una integral de estas características depende solo de los estados extremos O y y no de una transformación reversible particular entre O y A. Sin embargo, como ya hemos fijado el estado de referencia O, podremos decir que (68) es una función del estado A únicamente. Denominaremos a esta función la en­ tropía del estado A.^ 2 La necesidad de restringir esta definición de entropía solam ente a los estados de equilibrio, surge del hecho de que la transform ación entre O y A debe ser reversible: es decir, debe ser un a sucesión de esta d os de equilibrio. Por consideraciones de continuidad se deduce que tam bién los esta d os inicial y final O y A deben ser estados de equilibrio. 47 j· 'i Gansideremos ahora dos estados de equilibrio Á y B, y sean S ( A ) y S (B ) las entropías de esos estados, respectivamente. De­ mostraremos que ! S(B) - S(A ) = ^ ! i[ dQ (69) 7” donde la integral se toma sobre una transformación reversible entre los estados A y B. Para probar esto debemos tener en cuenta que la integi;ál sobre la derecha en (69) tiene el mismo valor para todas’ las transformaciones reversibles entre A y B. Podemos, por lo tanto, elegir una transformación particular que consiste en dos transfor­ maciones reversibles, la primera desde A hasta el estado de refe­ rencia O y la segunda desde O hasta B. Podemos escribir entonces la integral en (69) como la suma de dos integrales: r í - Í T + l ’ f- Por la definición ( 68) se tiene: puesto que la transformación entre O y B es reversible. Se tiene, además: Substituyendo estos dos valores en las integrales del segundo miembro de (70) obtenemos (69), como queríamos demostrar. En m uchos casos, sin embargo, e s posible definir la entropía para e sta ­ dos que n o son estados de equilibrio. Tom emos, por ejem plo, u n sistem a com puesto por varias partes h om ogéneas a diferentes tem peraturas y presio­ nes. Su pon gam os que cada un a de esas partes tien e presión y tem peratura uniform es. Si las diversas partes del sistem a están en contacto directo unas con otras, es evid en te que el sistem a n o estará en equilibrio, y a que el calor fluirá de la s partes m ás calientes a la s m ás frías y las diferencias de presión darán lugar al m ovim iento. Si, en cambio, encerram os cada parte en un recipiente rígido y térm icam ente aislado, nuestro sistem a estará en equilibrio y estarem os en condiciones de determ inar su entropía. 48 La definición (68) de entropía requiere la elección arbitraría de un estado de referencia O. Podemos demostrar fácilmente que, si en lugar de O, elegimos un estado de referencia distinto O', el nuevo valor, S '{A ), que encontramos para la entropía del esta­ do A, difiere del primitivo, S ( A ) , solo en una constante aditiva. Si tomamos O' como el nuevo estado de referencia, tenemos por definición: S'(A ) 'U Q T> donde la integral se extiende sobre una transformación reversible desde O' hasta A. Aplicando la (69) a esta integral encontra­ mos que S '(^ ) = S(A) - s m , o también S{A) - S 'iA ) = 5(0'). (71) Como el nuevo estado de referencia O' es fijo, S(O ') es una cons­ tante (es decir, es independiente del estado variable A ) . Así, la (71) nos muestra que la diferencia entre las entropías del es­ tado A obtenidas mediante dos estados de referencia distintos, O y O', es una constante. La entropía queda entonces definida a menos de una cons­ tante aditiva. Esta indeterminación no será un obstáculo, siempre que operemos con diferencias de entropías. En algunos problemas, sin embargo, la constante aditiva de la entropía juega un papel muy importante. Veremos más adelante cómo la tercera ley de la termodinámica completa la definición de entropía y nos permite determinar la constante de entropía (ver cap. V III). Si consideramos una transformación infinitesimal reversible, durante la cual la entropía varía en dS y el sistema recibe una cantidad de calor dQ a la temperatura T, se deduce de (68) y (69) que dS = (72) Es decir, que la variación en entropía durante una transformación infinitesimal reversible se obtiene dividiendo la cantidad de calor absorbido por el sistema por la temperatura del sistema. La entropía de un sistema compuesto por varias partes es generalmente igual a la suma de las entropías de cada una de 49 ellas. Esto se cumple si la energía del sistema es la suma de las energías de cada una de sus partes y el trabajo realizado por el sistema durante la transformación es igual a la suma de las cantidades de trabajo efectuado por todas las partes que lo componen, Hacemos notar que estas condiciones no son obvias y que en algunos casos pueden no cumplirse. Por ejemplo, en el caso de un sistema compuesto por dos substancias homogéneas, sería posible expresar la energía como la suma de las energías de ambas solo si la energía de las superficies de contacto entre ambas fuera despre­ ciable. Esta energía de superficie se puede despreciar general­ mente en los casos en que las dos substancias no están muy finamente subdivididas; de lo contrario puede tener una impor­ tancia muy considerable. Supongamos, para mayor simplicidad, que nuestro sistema S está constituido solamente por dos sistemas parciales Si y S 2 , y que la energía Í7 de S es igual a la suma de las energías Ui y U2 de ¡, !. í i' i >; ; Si y S 2 '. t7 = l7 i-f Ua; supongamos también que el trabajo L que efectúa el sistema S durante una transformación es igual a la suma de Li y L 2 , esto es, a la suma del trabajo realizado por Si y Sn, respectivamente: li = L i - j - Z/2 · De estas hipótesis y de (15) surge que el calor Q que recibe el sistema S durante una transformación puede escribirse como la suma, Q = Q l + Q a, de las cantidades de calor recibidas por cada una de las partes componentes. Esto nos permite descomponer la integral (68 ), que determina la entropía, en la suma: de dos integrales que definen la entropía de los dos sistemas par­ ciales Si y S2.® 3 Debem os hacer n otar qu e si el estado de referencia O y el estado A son conocidos, tam bién lo son los correspondientes estados de las dos partes que com ponen el sistem a total. E stos esta d o s de lo s dos sistem as parciales h a n sido indicados con las m ism a s letras O y A. 1 - 50 Cuando se cumplen las condiciones para su validez, esta aditividad de la entropía nos permite en varios casos determinar la entropía de un sistema aun cuando éste no se encuentre en estado de equilibrio. Esto es posible si logramos subdividir el sistema en un número de partes de modo que cada una d.e ellas esté en equi­ librio. Podremos entonces determinar la entropía de cada una de ellas y, por definición, tomar la entropía de todo el sistema como igual a la suma de las entropías de sus partes componentes.^ 13. Otras propiedades de la entropía Consideremos dos estados i4 y B de un sistema. Por (69) te­ nemos : S(B) - S (^) - Ja T' siempre que tomemos la integral sobre una transformación rever­ sible de A a B. Si la integral se toma sobre una transformación irreversible de ^ a B la ecuación precedente no se cumple. Demos­ traremos que, en tal caso, obtenemos la desigualdad ‘ TO Para lograrlo, llevamos nuestro sistema del estado A al estado B a lo largo de una transformación irreversible, I, y volvemos nuevamente a A a lo largo de una transformación reversible, R (ver fig. 11). Obtenemos así un ciclo reversible A l B R A. Si aplicamos la (65) a este ciclo tenemos; - / AIBSÁ f - ( j : 9 h { í : n · * P uede dem ostrarse fácilm ente que tod a s las propiedades y a atribuidas a la entropía, se aplican tam bién a esta definición generalizada. 51 Como la (69) puede aplicarse a ía transformación reversible, 22, desde B hasta Ay se tiene: t Substituyendo ésta en la desigualdad precedente se llega a: - [5 (B) - 5 (A)], O^ de modo que, para el caso general de cualquier tipo de transfor­ mación de A a B, será l ‘ ^ s S(B) - S M ), y ésta es una expresión idéntica a (73), como queríamos de­ mostrar. Para un sistema completamente aislado, (73) adopta una for­ ma muy simple. Dado que para tal sistema dQ = O, encontra­ mos que : S iB )^ S (A )·, (74) es decir, que, para cualquier transformación que se efectúa en un sistema aislado, la entropía del estado final no puede ser nunca menor que la del estado inicial. Si la transformación es reversible, se mantiene en (74) el signo de igualdad y la entropía del sistema no se modifica. Debe quedar bien claro que el resultado de (74) se aplica únicamente a sistemas aislados. Así es que, con la ayuda de un sistema externo, es posible reducir la entropía de un cuerpo. La entropía de ambos sistemas tomados en conjunto, en cambio, no puede disminuir. Cuando un sistema aislado se halla en estado de máxima en­ tropía compatible con su energía, no puede sufrir ningún otro cambio, ya que cualquier transformación ocasionaría una disminu­ ción de la entropía. Siendo así, el estado más estable para u n sis­ tema aislado es el estado de m áxim a entropía. Podemos ilustrar mediante dos ejemplos simples el hecho de que todas las transfor­ maciones espontáneas en un sistema aislado tienen lugar en la dirección del aumento de la entropía. 52 Como primer ejemplo consideremos el intercambio de calor por conducción térmica entre dos partes, Ai y Ao, de un sistema. Sean Ti y Tn las temperaturas de esas partes, respectivamente, y Tx < T2. Dado que el calor fluye por conducción del cuerpo más caliente al más frío, el cuerpo Ao entrega una cantidad de calor Q que es absorbida por A i . La entropía de Ai cambia entonces en la cantidad Q/Ti, mientras que la de A>¡ cambia en la cantidad — Q/T2. La variación de entropía de todo el sistema es : Q__Q . Ti Ti Es obvio que esta variación es positiva, ya que Ti < Tn, y por lo tanto la entropía de todo el sistema se ha incrementado. Como segundo ejemplo, tomemos la producción de calor por fricción. Este proceso irreversible da también como resultado un aumento en la entropía. La parte del sistema que es calentada por fricción recibe una cantidad positiva de calor y su entropía crece. Como el calor no proviene del sistema, sino que se obtiene por medio del trabajo, este aumento de entropía no es compensado por una disminución en ninguna otra parte del mismo. El hecho de que la entropía de un sistema aislado no puede disminuir durante una transformación cualquiera tiene una inter­ pretación muy clara desde el punto de vista estadístico. Boitz­ mann ha demostrado que la entropía de un estado dado de un sistema termodinàmico está relacionada en forma muy simple con la probabilidad de dicho estado. Hemos ya subrayado la diferencia entre los conceptos diná­ micos y termodinámicos del estado de un sistema. Para deter­ minar el estado dinámico es necesario conocer en detalle la posición y el movimiento de todas las moléculas que componen el sistema. El estado termodinàmico, en cambio, queda determinado dando solo un pequeño número de parámetros tales como temperatura, presión, etc. De aquí se deduce, por lo tanto, que a cada estado termodinàmico corresponde un gran número de estados dinámicos. En mecánica estadística se usan criterios para asignar a un estado termodinàmico dado el número tt de estados dinámicos correspon­ dientes. (Ver también par. 30). Este número tt recibe el nombre de probabilidad del estado termodinàmico dado, aunque en sen­ tido estricto es solo proporcional a la probabilidad en el sentido habitual. Esta última se obtiene dividiendo tt por el número total de estados dinámicos posibles. En concordancia con consideraciones estadísticas, supondre­ mos ahora que en un sistema aislado se producen solo aquellas transformaciones espontáneas que lo llevan a estados de mayor probabilidad, de modo que el estado más estable de tal sistema será el de máxima probabilidad compatible con la energía total del mismo. Vemos que esta hipótesis establece un paralelismo entre las propiedades de la probabilidad tt y la entropía S de nuestro siste­ ma, y sugiere así la existencia de una relación funcional entre ambas. Esta relación fue establecida realmente por Boitzmann, quien demostró que S=3fclog7T, (75) donde k es una constante denominada constante de Boitzmann y es igual a la relación, (76) A’ entre la constante de los gases, R, y el número de Avogadro, A. Sin hacer una comprobación de (75), podemos demostrar, suponiendo que existe una relación funcional entre S y “n·, S= / ( 7 t ) , (77) que la entropía es proporcional al logaritmo de la probabilidad. Consideremos un sistema compuesto de dos partes, y sean S i y S 2 las entropías y tti y it2 las probabilidades de los estados de ambas. Por (77) tenemos; Si = /(7ri); S2 = f(iT2)· Pero la entropía de todo el sistema es la suma de las dos en­ tropías: S = Si + S2; y la probabilidad de todo el sistema es el producto de las dos pro­ babilidades, 7T = 7T1 7 T 2 . De estas ecuaciones y de (77) obtenemos: /(tTI TTs) = /(tTi) + /(7T2) . La función f, por consiguiente, debe satisfacer la ecuación funcional : 54 f( x y ) ^ f^ x ) + i(y ). (78) Esta propiedad de / nos permite determinar su forma. Dado que (78) se cumple para todos los valores áe x e y, podemos tomar y = 1 -f· ®, donde * es un infinitésimo de primer orden. Entonces, / ( x + x s ) - / ( x ) + / ( l + e). Desarrollando ambos miembros por el teorema de Taylor y des­ preciando todos los términos de orden mayor que el primero, te­ nemos: / (x) + * * / ' ( » ) - / ( x ) + / ( 1) + e / '(l). Para £ *= O, resulta / (l) — 0. Por lo tanto, x / '( x ) - / '( l ) - f c , donde k representa una constante, o: X Integrando, obtenemos: /(x) -= fc log X + const. Recordando (77), tenemos finalmente: S — k log 7T+ const. Podemos hacer la constante de integración igual a cero. Esto es permisible porque la entropía está determinada a menos de una constante aditiva. De este modo hemos obtenido (75). Debe entenderse claramente, por supuesto, que esto no consti­ tuye una prueba de la ecuación de Boltzmann (75), puesto que no hemos demostrado que exista una relación funcional entre S y ir; solo hemos indicado, la plausibilidad de dicha relación. 14. La entropía de sistemas cuyos estados pueden ser representa­ dos en un diagrama (V, p) El estado de estos sistemas queda determinado por dos cua­ lesquiera de las tres variables, p, V, T. Si elegimos T y V como variables independientes (variables de estado), el calor dQ que 55 recibe el sistema durante una transformación infinitesimal, como resultado de la cual T y V varían en dT y dV, está dado por la expresión diferencial (22) (79) De ésta y (72) obtenemos: dS T T\dT)v ’^ t X óV / t '^^. dV. (80) Estas dos expresiones diferenciales de dQ y dS difieren en dos aspectos muy importantes. Conocemos, por la teoría general, que existe una función S del estado del sistema. En nuestro caso, S será por lo tanto una función de las variables T y V, que deter­ minan el estado del sistema: S = S(T, V). (81) La expresión del segundo miembro de (80) es entonces la diferencial de una función de las dos variables independientes T y V. En general, se dice que una expresión diferencial de dos va­ riables independientes x e y, tal como: dz = M{x, y)dx N{x, y)dy, (82) es una diferencial exacta, si es la diferencial de una función de X e y. Podemos decir, por consiguiente, que (80) es una diferencial exacta de las variables independientes T y V. Es bien sabido que si dz es una diferencial exacta, M y N deben satisfacer la siguiente ecuación: dMjx, y) ^ dNjx, y) dy dx (83) Cuando esta condición se cumple, es posible integrar (82) y encon­ trar así una función que satisfaga dicha ecuación. Si la condi­ ción no se cumple, la función no existe, y dz no puede considerarse como diferencial de una función de x e y; entonces, la integral de (82) a lo largo de un camino que une dos puntos sobre el plano L 56 {x, y) depende no solo de dichos puntos (límites de la integral), sino también del camino que los une. Fig. 12 En cuanto a las dos expresiones diferenciales (79) y (80), hemos visto ya que dS es una diferencial exacta. Si consideramos en el diagrama (V, p) dos estados A y B conectados por dos trans­ formaciones reversibles diferentes, I y II (ver fig. 12), e integramos dS a lolargo de los dos caminos I y II, obtenemosen ambos casos el mismoresultado, es decir, S(B ) = iS (A ). Si, por otra parte, integramos dQ a lo largo de esos caminos, obtenemos dos resul­ tados, Ql y Q2, que en general no son iguales. Esto puede veri­ ficarse fácilmente si aplicamos la primera ley de la termodinámica (15), a las transformaciones I y n. Encontramos así que: Qj. = U{B) - U(A) + Li QiT = U(B) - U{A) + L n . Restando ambas expresiones, obtenemos: Ql --- Qll = Li --- Lji . Lii están dados por las áreas AIBB'A'A y AllBB'A'A, respec­ tivamente, Como la diferencia entre estas dos áreas es igual al área i4IBIM, se deduce que Li — Ln y, por tanto, Qi — Qu son, en ge­ neral, distintos de cero. En ese caso, (79) no es una diferencial exacta, y no podemos encontrar una función Q del estado del sis­ tema. Debemos hacer notar que si realmente existiese un fluido calórico, como se había supuesto antes del desarrollo de la ter­ modinámica moderna, se podría hallar una función Q del estado del sistema. Examinemos, como ejemplo de las consideraciones preceden­ tes, las expresiones dQ y dS para un mol de un gas ideal. De (30) tenemos: dQ — CvdT -j- pdV, 57 o, eliminando p con la ayuda de la ecuación de estado pV = RT, I I li: dQ ^C vdT + ^ d V . (84) , 4i Í Esta expresión no es una diferencial exacta, y se puede verificar de inmediato que la condición (83) no se cumple. De (84) y (72) se tiene: = ‘ = ^ á T + ^dV . (85) En este caso la condición (83) se cumple; por lo tanto esta expre­ sión es una diferencial exacta. Integrando (85), obtenemos: S = C y lo g T + R l o g V + a, i (86) donde a es una constante de integración. Esta constante aditiva permanece indeterminada de acuerdo con la definición (68) de la entropía. (Ver, no obstante, el par. 32.) Podemos transformar la expresión (86) para la entropía de un mol de un gas ideal, tomando, en lugar de V, su valor V = J2T/p que obtenemos de la ecuación de estado. Teniendo en cuenta (33), obtenemos: <S = Cp log r — fí log p + a + log R. (87) Volviendo al caso general de cualquier substancia cuyo estado se puede determinar por las variables T y V, se obtiene la expre­ sión (80) para la diferencial de entropía. La condición (83) apli­ cada a esta expresión nos da: 9 ( l d U \ _ d V '\ T d T j (d J J Y dT I T V9 7 vJ, 9 f l en la cual hemos omitido los subíndices V y T porque en todas estas fórmulas usaremos a V y T como variables independientes. Si efectuamos las derivaciones parciales indicadas en la ecuación precedente y agrupamos términos, obtenemos el importante re­ sultado: L 58 Aplicaremos la (88) para demostrar que la energía U de una substancia que satisface a la ecuación de estado pV = UT es fun­ ción de la temperatura únicamente y no depende del volumen. Ya hemos visto que esto fue verificado experimentalmente por Joule; sin embargo, es interesante lograr este resultado como una conse­ cuencia directa de la ecuación de estado. Substituyendo la expresión p = R T /V en (88 ) encontramos que: \dV jT d T \ V J RT = 0, la cual demuestra que U es independiente de V. Si elegimos como variables independientes T, p o p, V en lugar de T, V, obtenemos otras dos ecuaciones que son substancial­ mente equivalentes a (88). Siendo así, si tomamos T y p como variables de estado, dQ estará dada por (23). Como dS => dQ/T es una diferencial exacta, podemos tener fácilmente, con la ayuda de (83): En forma similar, tomando p y V como las variables independien­ tes, obtenemos de (24) y (83): 15. La ecuación de Clapeyron En este parágrafo aplicaremos la ecuación (88 ) a un vapor saturado, es decir, a un sistema compuesto por un líquido y su vapor en equilibrio. Consideremos un líquido encerrado en un cilindro que tiene un émbolo en un extremo. El espacio entre la superficie del lí­ quido y la de contacto del émbolo estará lleno de vapor saturado 5 N ó tese que e ste resultado n o es com pletam ente independiente del experim ento de Joule descrito en el paràgrafo 5. En efecto, la prueba de la identidad entre la tem peratura T del term óm etro de gas y la tem peratura term odinám ica & que dim os en el parágrafo 9 estuvo basada en los resultados del experim en to de Joule. 59 a la presión p, que solo depende de la temperatura del vapor y no de su volumen. Las isotermas para este sistema líquido-vapor en un diagra­ ma (V ,p ) se obtienen como sigue. Manteniendo la temperatura constante, incrementamos el volumen del vapor desplazando el émbolo hacia afuera. Como resultado de esto, y para mantener invariable la presión de vapor, parte del líquido se evaporará. De este modo, mientras quede en el cilindro suficiente líquido, un aumento de volumen del sistema no modifica la presión de vapor. Por lo tanto, la isoterma por una mezcla de un líquido y su vapor en equilibrio es una curva de presión constante, y, por consi­ guiente, paralela al eje V, como puede observarse en la región comprendida por la línea de puntos de la figura 13. Cuando el aumento de volumen haya llegado a un grado tal que todo el líquido se haya transformado en vapor, un incremento posterior del mismo dará como resultado, como puede verse en la figura 13, que la presión disminuya, tal como sucede en el caso de un gas. Si ahora comprimimos nuestro sistema, manteniendo todavía la temperatura constante, la presión aumentará hasta igualar la del vapor saturado correspondiente a dicha temperatura. En este punto, una disminución en el volumen no producirá un aumento de la presión. Lo que sucede, en cambio, es que una parte del vapor se condensa, y la presión permanece invariable (trecho hori­ zontal de la isoterma). Cuando el volumen na sido reducido a tal punto que la subs­ tancia se encuentra completamente en estado líquido, una com­ presión posterior produce un gran aumento en la presión; esto se debe a la muy baja compresibilidad de los líquidos. En este 60 tramo, la pendiente de la isoterma será muy pronunciada, como lo muestra la figura. En la figura 13 se han dibujado algunas isotermas del tipo de las que acabamos de mencionar, para distintos valores de la tem­ peratura (curvas a, b, c, d). Podemos ver en la figura que la longitud del tramo horizontal de la isoterma (es decir, el inter­ valo de volumen en el cual pueden coexistir el líquido y el vapor en equilibrio a una temperatura dada) decrece a medida que aumenta la temperatura, hasta que para la isoterma ee, su lon­ gitud se reduce a un infinitésimo (es decir, a un punto de infle­ xión horizontal). La isoterma ee es lá llamada isoterma crítica, y su temperatura Te es la temperatura crítica. El volumen Ve y la presión Pc, que corresponden al punto de inflexión horizontal, se denominan volumen crítico y presión crítica·, el estado corres­ pondiente a Ve, Pc y Te es el llamado estado crítico (o punto crí­ tico) del sistema. Las isotermas para las temperaturas por encima de la tem­ peratura crítica son funciones monótonas decrecientes que no tie­ nen discontinuidades. Para temperaturas muy altas se convierten en hipérbolas equiláteras, porque las propiedades de la substancia en el rango de las temperaturas muy elevadas se asemejan cada vez más a las de un gas ideal. La línea de puntos y la isoterma crítica ee de la figura divi­ den el plano (V,p) en cuatro secciones: la indicada con L, que corresponde al estado líquido; la indicada con L, V, correspon­ diente a la mezcla de líquido y vapor saturado; la sección V, que corresponde al vapor no saturado y la sección G, correspondiente al gas. Aplicaremos ahora (88) al sistema líquido-vapor representado en la figura 13 por la región L, V, del plano {V, p ) . En esta región la presión y las densidades del líquido y el vapor dependen úni­ camente de la temperatura. Sean Vj y v^ los volúmenes específicos (es decir, los volúmenes por unidad de masa, o sea la inversa de las densidades) del líquido y el vapor, respectivamente; y sean Ui y sus energías específicas (energía por unidad de masa). Las can­ tidades p, vu v-j, U\ y U2 son todas funciones de la temperatura' solamente. Si m es la masa total de la substancia, y m\ y mn son las masas de las partes de líquido y vapor, respectivamente, en­ tonces m = 771] -|- Too . Del mismo modo, el volumen y la energía total del sistema son V = m iV i(T ) + m^VníT) U = miUi(T) mju-j(T) . 61 i- Consideramos ahora una transformación isotérmica de nuestro sistema, que da como resultado el pasaje de una cantidad dm de substancia del estado líquido al estada vapor, y que produce una variación dV en el volumen total y una variación dU de la energía total del sistema. Al final de la transformación tendremos en­ tonces (toi — dm) gramos de líquido y (m3 -f" dm) gramos de vapor, de manera que el volumen total será igual a: V + dV = ( m i — d m )viiT ) + (m2 + dm) Vo(T) ^ V + { v , ( T ) — v^i T) }dm, dV = {vn (T) — Vi ( T ) ) dm. (91) Del mismo modo, la energía total variará en una cantidad dU = {U2ÍT) — U i(T )} dm. (92) Por la primera ley, ecuación (21), se tiene: y d Q ^ d U + pdV = dm{ut — Wi -f- p(»s — tfi)}, o también ^ am = U i - ui + p(vt - vO = X. ( 93 ) La ecuación (93) es la expresión de la cantidad de calor necesaria para vaporizar un gramo de líquido a temperatura cons­ tante; esto es lo que denominamos calor latente de vaporización, A. Su valor es distinto para diferentes líquidos y depende también de la temperatura. Para el agua a la teniperatura de ebullición y a la presión normal es X = 540 cal/g. Dado que (91) y (92) se refieren a transformaciones isotér­ micas, la relación dUJdV nos da: u,(T) - u,{T) o, utilizando (93) 62 Si comparamos a esta ecuación con la ( 88) y escribimos dp/dT en íd p \ \d T /y lugar de ( — J , ya que para nuestro sistema la presión es función de la temperatura T únicamente, vemos que: ^ ^____. dT (94) T{v2-v0 Ésta es la ecuación de Clapeyron. (3omo un ejemplo de aplicación de la ecuación de Clapeyron, calcularemos la relación dp/dT para el vapor de agua a la tem­ peratura de ebullición y a la presión normal. Tenemos: Xc= 540 cal/g = 2260 V2 = 1677; X lO"^ erg/g Vi = 1,043 ; T = 373,1. Substituyendo estos valores en (94), obtenemos: dp ----- = 3,62 dT X 10^ dina/cm^ grado = 2,7 cm.Hg/grado. Un valor aproximado para dp/dT se obtiene de la ecuación de Cla­ peyron suponiendo que Vi es despreciable con respecto a Vo, y calculando, luego Vn admitiendo que el vapor satisface la ecuación de estado de un gas ideal. Para un gramo de vapor, se tiene, por la ecuación (6 ): m = ^T , (95) siendo M el peso molecular del vapor. La ecuación (94) se con­ vierte en: dp _ \ M dT RT^^’ ^ ^ dT ^ RT^’ - Para el vapor de agua a la temperatura de ebullición, esta fórmula da d p/dT = 3,56 X 10*; ésta es una muy buena aproxi­ mación al valor 3,62 X 10* que se oíatiene mediante cálculos exactos, 63 Considerando el calor de vaporización A como constante en un amplio intervalo de temperaturas, podemos integrar (97) y obtener; , AM log p ------------ + constante , . 4 ^ RT o p = constante, e »*· (98) Esta fórmula muestra en forma aproximada cómo la presión de vapor depende de la temperatura. Hemos obtenido la ecuación de CHapeyron para un sistema líquido-vapor, pero podemos aplicar la misma fórmula a cualquier cambio de estado de una substancia. Como ejemplo, la aplicare­ mos a la fusión de un sólido. Un sólido sometido a una presión dada funde a una temperatura exactamente determinada, que varía con la presión que se le aplica. Por consiguiente, para un sistema sólido-líquido, la presión para la cual ambos estados pue­ den coexistir es función de la temperatura. Usaremos (94) para calcular la derivada de esta función. Las cantidades A, Vi y V2 representan en este caso el calor de fusión y los volúmenes espe­ cíficos del sólido y el líquido, respectivamente. Si tomamos como ejemplo la fusión del hielo, tenemos: X = 80 cal/g = 335 X IQ·^ erg/g, v, =1,0907 cm®/gm, Vn = = 1,00013 cmVgm, T = 273,1. Substituyendo estos valores en (94) obtenemos: dT ■i < = — 1,35 X 10® dina/cm- grado =■ — 134 atm/grado. Esto exr>resa que un incrrmento de 134 atmósferas hace disminuir en 1° el punto de fusión del hielo. Debemos hacer notar, en particular, que el punto de fusión del hielo disminuye con el aumento de la presión. A este respecto, el agua tiene un comportamiento distinto al de la mayoría de las substancias. En casi todos los casos, el punto de fusión aumenta con el aumento de la presión. Este comportamiento irregular del agua se debe a que el hielo es menos denso que ella, mientras que en la mayoría de los casos el sólido es más denso que el líquido. El hecho de que el punto de fusión del hielo disminuya me­ diante el aumento de la presión es de considerable importancia en geofísica, ya que este fenómeno es el responsable del movimiento de los glaciares. Cuando la masa de hielo encuentra una roca en el lecho del glaciar, la gran presión de aquél contra la roca hace 64 bajar su punto de fusión en esa zona y ocasiona la fusión del hielo sobre un lado de la roca. El congelamiento se produce inmediatamente después de suprimida la presión. De esta manera la masa de hielo puede deslizarse muy lentamente, sorteando obstáculos. 16. La ecuación de van der Waals Para altas temperaturas y presiones, la ecuación caracterís­ tica de un gas ideal representa con bastante aproximación el comportamiento de los gases reales. Sin embargo, cuando la tem­ peratura y la presión son tales que el gas se halla cerca del punto de condensación, se observan importantes desviaciones de las leyes de los gases ideales. Entre las numerosas ecuaciones de estado que se han introdu­ cido para representar el comportamiento de los gases reales, la de van der Waals es especialmente interesante por su simplicidad y la forma satisfactoria en que describe el comportamiento de mu­ chas substancias en un amplio intervalo de temperaturas y pre­ siones. Van der Waals dedujo su ecuación de consideraciones basadas en la teoría cinética, tomando en cuenta como primera aproxi­ mación el tamaño de una molécula y las fuerzas de cohesión entre moléculas. Su ecuación de estado (para un mol de substancia) es: (p + a/y2) iV — b) = R T , (99) en la cual a y b son constantes características para una substancia dada. Cuando a = b = 0 , la (99) se reduce a la ecuación carac­ terística de un gas ideal. El término b representa el efecto que se origina en el tamaño finito de las moléculas, y el término a/V^ corresponde al efecto de las fuerzas de cohesión molecular. En la figura 14 se han dibujado algunas isotermas calculadas a partir de la ecuación de estado de van der Waals. Si las com­ paramos con las isotermas de la figura 13, vemos que poseen muchas características similares. En ambos casos encontramos una isoterma que tiene un punto de inflexión horizontal C. Es la isoterma crítica, y el punto de inflexión es el punto crítico. Las isotermas por encima de la temperatura crítica muestran en am­ bas figuras un comportamiento similar. Sin embargo, se observan diferencias en las isotermas por debajo de la temperatura crítica. Las de van der Waals son curvas continuas con un mínimo y un máximo, mientras que las de la figura 13 tienen dos puntos angu­ lares y son horizontales en la región en la cual las isotermas de 65 r 14; van der Waals tienen su máximo y mínimo. La razón de la dife­ rencia cualitativa en el comportamiento de los dos conjuntos de isotermas en la región señalada como L, V en la figura 13 es que los puntos del tramo horizontal de las isotermas en esa figura no corresponden a estados homogéneos, ya que, a lo largo de ese tramo, la substancia se divide en una parte líquida y una de vapor. Ì- 'i pi t I'l/' W'l Fig. 14 -4 ■i |: Si comprimimos isotérmicamente un vapor no saturado, hasta alcanzar la presión de saturación, y luego reducimos aún más el volumen, generalmente se produce la condensación de una parte del vapor sin un nuevo incremento de la presión. Esto corresponde a las isotermas de la figura 13. No obstante, si comprimimos el vapor muy cuidadosa y lentamente, y lo mantenemos libre de partículas de polvo, podremos alcanzar una presión considerable­ mente mayor que la de saturación, sin llegar a la condensación. En esta situación decimos que el vapor está sobresaturado. Pero los estados sobresaturados son lábiles; cualquier leve alteración puede producir la condensación, haciendo que el sistema pase a un estado estable caracterizado por una fase líquida y una de vapor. Los estados lábiles son muy importantes para nuestro plan­ teo, porque ilustran la posibilidad de existencia de estados homo­ géneos en la región del vapor saturado. Suponemos que esos estados’ lábiles están representados por el tramo BCDEF de la iso­ terma de van der Waals ABCDEFG (fig. 15), mientras que el tramo horizontal BF de la isotei-ma discontinua ABHDIFG repre­ senta los estados estables líquido-vapor'. Si fuese posible realizar todos los estados lábiles que están sobre la isoterma de van der Waals, podríamos pasar, mediante un proceso isotérmico conti- 66 nuo, del estado vapor, representado por el tramo FG de la iso­ terma, al de liquido, representado por el tramo BA. Dada una isoterma de van der Waals, puede ser necesario determinar cuál es la presión de vapor saturado cuando su tem­ peratura es igual a la de la isoterma, o geométricamente hablando, a qué altura por encima del eje V debemos dibujar el tramo hori­ zontal BF que corresponde al estado líquido-vapor. Demostrare­ mos que esta distancia debe ser tal que las áreas BCDH y DIFE sean iguales. En primer lugar, debemos probar que el trabajo efectuado por un sistema durante un ciclo isotérmico reversible es siempre cero. Por (16) vemos que el trabajo efectuado durante un ciclo es igual al calor absorbido por el sistema. Pero, para un ciclo reversible, se cumple la ( 66), y como en nuestro caso el ciclo es isotérmico, podemos sacar 1 /T fuera del signo integral en (66). La ecuación ( 66) expresa ahora que el calor total absorbido, y por consiguiente el trabajo total realizado durante el ciclo, es cero. Fig. 15 Consideraremos ahora el ciclo isotérmico reversible BCDEFIDHB (fig. 15). El trabajo efectuado durante el ciclo, me­ dido por el área, debe ser nulo. Pero mientras DEFID, descrita en el sentido de .las agujas del reloj, nos da un área positiva, BCDHB^ descrita en sentido contrario, tiene un área negativa. Dado que el área total del ciclo BCDEFIDHB es cero, los valores absolutos de las áreas de los ciclos BCDHB y DEFID deben ser iguales. Esto es lo que justamente queríamos probar. La demostración anterior podría objetarse basándose en que, como es obvio, el área del ciclo isotérmico BCDHB no se anula, y por lo tanto, no es cierto que el trabajo efectuado durante un ciclo isotérmico reversible es siempre cero. La respuesta a esta objeción es que el ciclo BCDHB no es reversible. Para comprobarlo debemos hacer notar que el punto D repre- 67 senta en nuestro diagrama dos estados diferentes, según lo consi­ deremos como un punto perteneciente a la isoterma de van der Waals o como un punto de la isoterma líquido-vapor BHDIF. Aun­ que el volumen y la presión representados por D son los mismos en ambos casos, en el caso de la isoterma de van der Waals D representa un estado homogéneo lábil, mientras que en el caso de la isoterma líquido-vapor D representa un estado estable no homogéneo compuesto por una fase líquida y una fase vapor. Al efectuar el ciclo BCDHB, pasamos del estado D, sobre la isoterma de van der Waals, al estado D sobre la isoterma líquido-vapor. Como este último estado es más estable que el estado D sobre la isoterma de van der Waals, egte pasaje es irreversible, ya que no podría producirse espontáneamente en la dirección opuesta. Es así que todo el ciclo BCDHB es irreversible, y por lo tanto su área no se anula. Los datos del estado crítico T^., Ve y Pc de una substancia pueden ser expresados en términos de las constantes a. y b de la substancia, que aparecen en la ecuación de van der Waals. Cuando p y T se conocen, la ecuación de van der Waals (99) es una ecuación de tercer grado en V. Hay entonces, por lo gene­ ral, tres raíces distintas de V para valores dados de T y p. La iso­ terma crítica, T — T e , tiene, sin embargo, un punto horizontal de inflexión en p = Pe, V = Ve', es decir, que hay un contacto de tercer orden en Ve entre la isoterma crítica y la línea horizon­ tal p = Pe. De aquí se deduce que la ecuación cúbica en V, que se obtiene poniendo p = Pe y T = Te en (99) tiene la raíz triple V — Vc. Esta ecuación cúbica puede escribirse así: VcV^ — (Pcb + RTe) V- + aV — ab = 0 . a ■; Como Ve es una raíz triple de esta ecuación, el primer miembro debe ser de la forma Pe(V — Vf)^ . En consecuencia, tendremos por comparación que: Vi = Pc 3Vl = - ; Pc y 3K = Pc Resolviendo estas tres ecuaciones para Ve, Pc y T^ obtenemos las ecuaciones; y ( 100. que expresan los datos críticos en términos de las constantes a y b. 68 Es interesante hacer notar que si tomamos Pe, Ve y Te como las unidades de volumen,presión y temperatura, respectivamente, la ecuación de van der Waals adopta la misma forma para todas las substanciéis. Poniendo 9 = L· Ve ^ = — T; Ό = Χ· Fe' y haciendo uso de (100), obtenemos de (99): ( ^ + | ) ( · ο - | ) = |^ . (101, Como esta ecuación contiene solo constantes numéricas, es la mis­ ma para todas las substancias. Los estados de varias substancias, determinados por los mismos valores de P, V y T son los llamados estados correspondÁentes, y la ( 101) es frecuentemente denomi­ nada “ ecuación de van de Waals de los estados correspondientes” . En el parágrafo 14 hemos demostrado que si una substancia cumple la ecuación de estado pV = RT, de un gas ideal, podemos deducir termodinàmicamente que su energía depende solo de la temperatura y no del volumen. Esto es cierto solo para gases idea­ les. Para gases reales, U depende también del volumen. De (99) deducimos que; ésta y la (88) dan: ( d V jr dT \V -b V^-j V -b ^V ^ _ a - Y2Si integramos esta ecuación con respecto a V (manteniendo T constante), obtenemos: U = -^+ f(T ), (103) pues la constante de integración debe ser constante con respecto a V solamente, pero puede, por lo tanto, ser una función de T. 69 a ^ El termino------ en ^103), representa la energia potencial de las fé fuerzas de cohesión entre las moléculas. No podemos determinar f ( T ) utilizando únicamente medios termodinámicos; su determinación requiere algunos datos sobre calores específicos. Supongamos, por ejemplo, que el calor molecular a volumen constante, C„, es constante. De (25) y (103) se obtiene entonces: ^ l· ^ ^ ' u! ^, , Integrando, se tiene: f{T) = CvT + w, donde tu es una constante. La ecuación (103) es ahora: V = CvT - ^ + w. (104) Con esta expresión de la energía podemos calcular fácilmente la entropía de un mol de un gas de van der Waals. De (72), (21), (102) y (104) obtenemos: = 1 m ds = ^ + pdv) r T ^ " F - 6’ e integrando S = Cylog T + R log (F - 6) + const. (105) Obsérvese la similitud de esta fórmula con la (86 ), que es la expresión para la entropía de un gas ideal. En el parágrafo 6 hemos definido una transformación adia­ bática como una transformación reversible durante la cual el siste­ ma está térmicamente aislado. A lo largo de una transformación adiabática será entonces dQ = 0 , de manera que, por (72), 1 70 dS = djQ/T = 0, o bien S = constante. Así es que, si un sistema sufre una transformación adiabática, su entropia permanece cons­ tante. Por esta razón es que a veces se las denomina también isoentrópicas.. La ecuación de una transformación adiabática de un gas de van der Waals se obtiene de inmediato a partir de (105), haciendo constante la entropía. Esto da: Cr \og T + R log (F — 6) = const. T{V - b y = const. (106) Esta expresión para las adiabáticas de un gas de van der Waals es muy similar a la ecuación (38) para las de un gas ideal. Problemas 1. ¿Cuál e s la variación de entropía de 1.000· gram os de agua cuando se los lleva desd e la tem peratura de congelam iento a la de ebullición? (Supo­ ner un calor específico co n sta n te = 1 c a l / g grado.) 2. Un cuerpo cum ple la ecuación de estado: p 7 1 ,2 = 109 r i . l Una m edición de su capacidad térm ica dentro de un recipiente que tien e un volum en con stan te de 100 litros, m uestra que bajo esas condiciones la capa­ cidad térm ica es con stan te e igual a 0,1 ca l/g ra d o . Expresar la energía y la entropía del sistem a com o una función de T y V. 3. El punto de ebullición del alcohol etílico (CsHoO) es de 78,3® C; el calor de vaporización e s de 855 jouV gram o. Hallar d p / d T en el punto de ebullición. 71 CAPITULO V ^14·.1 POTENCIALES TERMODINÁMICOS Hi 17. La energía libre (’ if : En un sistema puramente mecánico, el trabajo externo L que se efectúa durante una transformación es igual a menos la va­ riación, AU , de su energía. Es decir: L = — At; . (107) Para los sistemas termodinámicos no existe una relación tan sim­ ple entre el trabajo realizado y la variación de energía, ya que puede haber intercambio de energía en forma de calor entre el sistema y el medio circundante. Tenemos, en lugar de ello, la primera ley de la termodinámica (15), que podemos escribir en la forma: L = — AU + Q. _ jí I .|í i-f 5, En sistemas termodinámicos, muchas de las transformaciones se producen mientras éstos se hallan en contacto térmico con el medio ambiente, lo que da lugar a un intercambio de calor entre el sistema y el medio que lo circunda. En ese caso, L puede ser mayor o menor que — AU, dependiendo esto de que el siste­ ma absorba o entregue calor al medio ambiente. Supongamos ahora que nuestro sistema S está en contacto térmico con un medio ambiente a la temperatura constante T, y consideremos una transformación del mismo desde un estado inicial A hasta un estado final B. Si aplicamos la desigualdad (73) a esta transformación, tenemos: > S(B) - S(A). â- (108) 72 Como el sistema solo recibe calor de una fuente cuya temperatura es constante, podemos sacar 1 /T fuera del signo integral, y encon­ tramos que Q = T{S(B) - S(A)}. (109) Obtenemos así un límite superior para la cantidad de calor que el sistema puede recibir del medio que lo circunda. Si la transfor­ mación de A a B es reversible, el signo de igualdad se mantiene en (73) y por lo tanto también en (109). En este caso (109) da exactamente la cantidad de calor que el sistema recibe du­ rante la transformación. De (108) y (109) tenemos, poniendo a U = U(B) — U(A) : L ^ ' U ( A ) — U(B) 4-T[S(B) — SU)] . (110) Esta desigualdad fija un límite superior para la cantidad de trabajo que puede obtenerse durante la transformación de A a B. Si la transformación es reversible se mantiene el signo de igual­ dad, y en ese caso, el trabajo efectuado es igual al límite superior. Supongamos ahora que las temperaturas de los estados inicial y final A y B, son las mismas e iguales a la temperatura T del medio ambiente. Definimos una función F del estado del sistema como sigue : F = U — TS (111) Podemos ahora escribir (110) en términos de esta función F, que es la llamada energía libre del sistema : L ¿ F ( A ) — F (B ) = — AF. (112) En (112) también se mantiene el signo de igualdad si la transfor­ mación es reversible. El contenido de la ecuación (112) puede expresarse así: Si un sistema sufre una transformación reversible desde un estado inicial A hasta un estado final B, siendo la temperatura gn ambos estados igual a la del medio ambiente, y si durante la trans­ formación el sistema intercambia calor solo con el medio ambiente, el trabajo que el mismo efectúa durante la transformación es igual a la disminución de la energía libre del sistema. Si la trans­ formación es irreversible, el decremento de la energía libre del sistema es solo un límite superior del trabajo realizado por el mismo.^ Este resultado s e expresa con frecuencia de la siguiente manera: Cuando un sistem a sufre un a transform ación isotérm ica, el trabajo L 73 íi I* ’i ^ la il , Comparando (112) con (107), la cual se cumple solamente para sistemas puramente mecánicos, vemos que, en sistemas termodinámicos capaces de intercambiar calor con el medio circundante, la energía libre juega un rol análogo al de la energía en los sistemas mecánicos. La diferencia fundamental consiste en que, en (107), el signo de igualdad se mantiene siempre, mientras que en (112), solo se conserva para las transformaciones reversibles. Consideramos ahora un sistema que se encuentra aislado diná­ micamente (no térmicamente) del medio que lo circunda. Esto significa que cualquier intercambio de energía en forma de tra­ bajo entre el sistema y el medio es imposible. El sistema puede efectuar únicamente transformaciones isocoras. Cuando el sistema se halla encerrado en un recipiente de volumen invariable, si la presión en cualquier instante es la misma para todas las partes del sistema, y éste solo realiza trabajo como efecto de las fuerzas que ejerce la presión sobre las paredes del recipiente que lo contiene, dicho sistema está dinámicamente ais­ lado. De otro modo, la aislación dinámica requeriría métodos más complicados. Aunque nuestro sistema está dinámicamente aislado, súpo­ nemos que se halla en contacto térmico con el medio ambiente y que su temperatura es igual a la temperatura T del medio. Para cualquier transformación del sistema, tenemos L -= 0; obtenemos entonces de (112) : O s F ( A ) — F(B), o F(B)íF(A). ( 113 ) Es decir, si el sistema está en contacto térmico con el medio a la temperatura T, y si está dinámicamente aislado de modo que no puede efectuar ni absorber trabajo externo, su energía libre no puede aumentar en el transcurso de una transformación. Como consecuencia de este hecho tenemos que, si la energía libre es u n mínimo, el sistema se halla en equilibrio estable; esto es así porque cualquier transformación produciría un incremento en la energía libre, lo cual estaría en contradicción con (113). En,el caso de sistemas mecánicos, existe equilibrio estable cuando qüe realiza, nunca puede superar la variación (con signo cam biado) d e su energía libre; si la transform ación es reversible, L es igual a — N uestro resultado e s m á s general porque se cum ple no solo para tr a n s­ form aciones isotérm icas, sino tam bién para aquéllas durante la s d ia le s el sis­ tem a alcanza tem peraturas d istin ta s de T en los estados intermedios, con tal que el intercam bio de calor se efectú e solam ente con el m edio am biente que se halla a una m ism a tem peratura T en todos sus puntos· 74 la energía potencial es mínima. Dado que la condición para el equilibrio estable de un sistema termodinàmico contenido en un recipiente rígido y a la temperatura del medio ambiente es que la energía libre sea un mínimo, ésta es frecuentemente denominada el “ potencial termodinàmico a volumen constante” . Hacemos notar, sin embargo, que, en lenguaje riguroso, la condición para la vali­ dez de (113) no es solo que el volumen del recipiente sea constante sino también que el sistema no efectúé ningún trabajo extemo. Si la presión que actúa sobre el sistema es uniforme, entonces las dos condiciones son equivalentes. Consideremos ahora una transformación isotérmica, I, de un sistema a la temperatura T desde un estado a un estado B, y también una transformación isotérmica, II, entre los estados A ‘ y B' a la temperatura T -f- áT. A ' se obtiene a partir de A por medio de una transformación infinitesimal durante la cual la temperatura se eleva en dT mientras no se efectúa ningún tra­ bajo externo. Si el sistema está sometido en su totalidad a una presión uniforme, esto puede efectuarse si los volúmenes de A y A' son iguales (transformación isocora). Análogamente, durante la transformación de B a B', el sistema no debe realizar trabajo. Sean L y L + dL las cantidades máximas de trabajo que pue­ den obtenerse de las transformaciones I y II, respectivamente. Te­ nemos entonces L = F{A) - F(B) (114) L + dL = F (A ’) - F{B'), dL dT dF(A) dT dF{B) dT ’ (115) donde dF{A) y dF{B) representan, respectivamente, a ^ (^ 0 — — F(A) y F(B') — F (B ). Pero tenemos: F (A ) = C7 (A) — TS(A), o bien, diferenciando, d F { A ) ^ d V { A ) ~ T d S i A ) — dTS{A ). (116) Como durante la transformación desde A hasta A' no se efec­ túa ningún trabajo, la cantidad de calor que recibe el sistema en el transcurso de la transformación infinitesimal es, de acuerdo con (15), 75 d Q A ^dÜ (A ); . I . y, por (72), t ' .S U ) = La ecuación (116) da ahora: dF(A) dT ~ F(A) - ~T~ U{A) T · Análogamente, obtenemos: dF{B) dT ~ F{B) ~ T U{B) T ' De (114) y (115) se tiene así: L - r g = -A U , (117) donde Aü = U(B) — U (A ) es la variación de energía que resulta de la transformación desde A hasta B. La ecuación (117) es la llamada isocora de van’t Hoff y tiene numerosas aplicaciones útiles. A esta altura, vamos a deducir una expresión útil para la presión de un sistema cuyo estado puede ser representado en un diagrama (V, p ) . Consideremos una transformación infinitesimal isotérmica y reversible que hace variar el volumen del sistema en una cantidad dV. Podemos aplicar a esta transformación la ecuación ( 112) con el signo de igualdad, ya que se trata de una transformación reversible. Dado que: L = pdV. tenemos, por ( 112), 76 y ( a (118) · - · Concluiremos este parágrafo dando la expresión para la ener­ gía libre de un mol de un gas ideal. Esto se logra inmediatamente a partir de las ecuaciones (111), (29) y ( 86 ) : í ’ = Cvr + W ^ T ( C v l o g r + R l o g V + a ). (119) Si utilizamos (87) en lugar de (86), obtenemos la fórmula equi­ valente: F =. CyT + W — T (Cp log r — ñ log p + a + ñ log R ) . (120) 18. Eli potencial termodinàmico a presión constante En muchas transformaciones termodinámicas la presión y la temperatura del sistema no cambian, sino que permanecen iguales a la presión y temperatura del medio circundante en el transcurso de la transformación. En tales circunstancias es posible definir una función $ del estado del sistema que tiene la siguienteipropiedad. Si la función ^ es un mínimo para valores dados de la presión y temperatura, entonces el sistema estará en equilibrio a la pre­ sión y temperatura dadas. Consideremos una transformación isotérmica e isobàrica a la temperatura constante T y .a la presión constante p, que lleva a nuestro sistema desde un estado vi a un estado B. Si V(i4) y V (B) son los volúmenes inicial y final que ocupa el sistema, enton­ ces el trabajo realizado durante la transformación es: L ^ p [ V i B ) — V(A)]. Dado que la transformación es isotérmica, podemos aplicar la ecuación ( 112); haciéndolo así obtenemos: p V (B ) — p V ( A ) ^ F i A ) — F(B). Definimos ahora una nueva función $ del estado del sistema co­ mo sigue: ^ = F + pV = U ~ T S pV. (121) En términos de 4·, la precedente desigualdad se convierte en: $ ( B ) í 4 .(A ). (122) 77 jj ¡I '] Ì': st ií. La función ^ es el potencial termodinàmico a presión cons~ tante. De (122) se deduce que, en una transformación isobàrica e isotérmica de un sistema, el potencial termodinàmico a presión constante nunca puede aumentar. Podemos decir, por lo tanto, que si la temperatura y la pre­ sión de un sistema se mantienen constantes, el estado del sistema para el cual el potencial termodinàmico ^ es un mínimo, es un estado de equilibrio estable. La razón para ello es que si $ es un mínimo, cualquier cambio espontáneo en el estado del sistema tendría el efecto de incrementar 4>; pero esto estaría en contradic­ ción con la desigualdad ( 122). Son algunas veces útiles las siguientes propiedades de $ para sistemas cuyos estados pueden ser representados sobre un dia­ grama ( V , p ) . Si elegimos T y p como variables independientes y diferencia­ mos (121) con respecto a p, tendremos que: Pero por la definición de entropía y por la primera ley tenemos para una transformación reversible; dQ = TdS = dU + pdV; o, en nuestro caso, para un cambio isotérmico de presión : K a-(s).«(a· 1^·: En consecuencia, vemos que: (123) \dp/r Análogamente, diferenciando (121) con respecto a T, podemos demostrar que; (124) Como ejemplo de la utilidad del potencial lo emplearemos para obtener la ecuación de Clapeyron, que ya hemos deducido en el parágrafo 15 empleando un método diferente. 78 Consideremos un sistema compuesto por un líquido y su vapor saturado, encerrados dentro de un cilindro y mantenidos a presión y temperatura constantes. Si Vi, U^, Sy, S^, y V 2 son las ener­ gías, entropías y volúmenes de las partes líquido y vapor, respec­ tivamente, y 17, S' y V las correspondientes cantidades para el sis­ tema total, entonces, Í7 =. í/j + Ü2 S = Si V= Sa + Vo, de modo que, por ( 121), donde y $2 son los potenciales de las partes líquido y vapor, respectivamente. Sean ttij y tus las masas de líquido y vapor respectivamente, y sean Ui, si, V\ y ipi, y M2, S2, y v>2 las energías específicas, entro­ pías, volúmenes, y potenciales termodinámicos del líquido y el vapor. Tenemos entonces: = ■wii $ 0 = 771 o ^ 2 · Sabemos, por las propiedades generales de los vapores satu­ rados, que todas las cantidades específicas Ui, Uo, s¡, S2 , Vi y Vn, y la presión p son funciones de la temperatura solamente. Por lo tanto <pi y <fs son funciones de T únicamente, y podemos escribir: ^ = TIli tpi (T) -|- ^ 2 V>2 ( T ) . Partiendo del sistema en equilibrio efectuamos una transfor­ mación isotérmica a presión constante de modo que solo mi y mo pueden variar. Supongamos que, como resultado de la transforma­ ción, Ttiy se incrementa en dmx. Entonces, como mi + rtio = m = = const., mo disminuye en una cantidad dmi. El potencial termodinámico estará dado ahora por la expresión; ( tu i + d m i ) - f (wi2 — d m i ) y^2 = $ + d m i (<pi — 92 ) · Como el sistema se hallaba inicialmente en estado de equili­ brio, ^ debió haber sido un mínimo en el momento inicial. De 79 W ' M' esto y de la ecuación anterior se deduce que li: ^ il · <PX <P2, o bien ' :F'. ■ I?f ‘ (Wo-- Ui) --- T (S2--- Si) + P (Vn -- Vi) = 0. Derivando con respecto a T, vemos que;: iì I' iilíi - uO — T ~ ( s 2 — Si) — («2 — ’ l) Pero dT dT^^dT' En consecuencia, la precedente ecuación se reduce a: -(s2 - 5i) + ^ ( t » j - Vi) = 0. Pero (so — Si) es la variación de entropia cuando un gramo de liquido se vaporiza a temperatura constante; por lo tanto, es igual a V!T, donde A es el calor de vaporización de la substancia. Obtenemos así la ecuación de Clapeyron; ¡ y i dp _ dT T{v2 - i^i) · Escribiremos ahora la expresión del potencial termodinàmico a presión constante para un mol de gas ideal. De (121), (120), la ecuación de estado, p V = RT, y (33), obtenemos: Ii. = C,T’ + W — T (C, log r — ñ log P - f a + ñ lo g ñ ). (125). i I 19. La regia de las fases I Cuando un sistema està constituido por solo una substancia homogénea, se dice que consta de una sola fase. Si cada una de las partes que constituyen un sistema heterogéneo, considerada aisla80 damente, es homogénea, se dice que el número de fases del sistema es igual al número de partes homogéneas que contiene. Como ejemplo de un sistema compuesto por una sola fase podemos considerar un líquido homogéneo (no necesariamente \ina substancia químicamente pura; también podemos considerar solu­ ciones), un sólido homogéneo o un gas. Los que damos a continuación son ejemplos de sistemas que consisten en dos fases: un sistema compuesto de agua y vapor de agua; una solución saturada de una sal en agua con presencia de una parte sólida de dicha sal; un sistema compuesto por dos líquidos inmiscibles, etc. En el primer ejemplo las dos fases son: una fase líquida compuesta por agua y una fase gaseosa compuesta de vapor de agua. En el segundo, las dos fases son: la solución de sal en agua y la sal sólida. En el tercero las dos fases son dos líquidos. Todas las propiedades específicas de una fase (es decir, las propiedades referidas a la unidad de masa de la substancia que constituye la fase, por ejemplo: la densidad, el calor específico, etc.) dependen de la temperatura T, la presión p y la constitu­ ción química de la fase. Para determinar la constitución química de una fase debe­ mos dar el porcentaje de cada substancia químicamente definida presente en dicha fase. Más exactamente, podríamos plantear que si se conociera el porcentaje de cada elemento químico (incluyendo la cantidad total del elemento, tanto libre como ligado químicamente a otros elementos), el porcentaje de los diferentes compuestos que se po­ drían formar con los elementos dados estaría determinado por la temperatura T y la presión p de la fase. Efectivamente, conoce­ mos por las leyes de la química que, dada cualquier temperatura, presión y concentraciones relativas de los varios elementos pre­ sentes, siempre se puede alcanzar el equilibrio químico dentro de la fase. Podemos, por lo tanto, decir que una fase es una mezcla homogénea de todos los posibles compuestos químicos que pueden formarse a partir de los elementos químicos presentes en la fase, y que el porcentaje de cada compuesto presente está completa­ mente determinado por T, p y las concentraciones relativas de todos los elementos de la fase. (Consideremos, por ejemplo, una fase gaseosa que consiste en dos concentraciones definidas de hidrógeno y oxígeno a una presión y temperatura dadas. Las moléculas más numerosas que se forman con el hidrógeno y el oxígeno serán Ha, O2 y H2O (para simplificar hemos despreciado las moléculas más raras, H, O, O3 y H2O0). El número de moléculas de agua que se formarán en nuestra mezcla gaseosa, a una temperatura y presión dadas, está 81 ; ! ' li /j ; ^ unívocamente determinado, y por lo tanto también lo está la constitución de la mezcla gaseosa, por las concentraciones del hidrógeno y del oxígeno exclusivamente. De manera más estricta, po­ demos decir que los componentes independientes de una fase son los elementos químicos que ésta contiene (cada elemento debe considerarse como un componente independiente mientras esté presente en su forma elemental o en combinación química con otros elementos). Sin embargo, por consideraciones químicas, se sabe que, bajo ciertas condiciones, muchos estados de equilibrio químico se logran solo después de un período excesivamente largo, comparado con los intervalos de tiempo comunes. Si, por ejemplo tenemos una mezcla gaseosa de H2 y O2 a temperatura y presión normales, el equilibrio químico se alcanza cuando una gran can­ tidad del hidrógeno y el oxígeno se combinan para formar va­ por de agua. Pero la reacción 2 Ha + O2 = 2 H2 O i se efectúa en condiciones normales con tanta lentitud que, prác­ ticamente, en un período corto no se produce ninguna combina­ ción de hidrógeno y oxígeno. Por supuesto que la reacción se efectuaría mucho más rápidamente si la temperatura fuese sufi­ cientemente elevada o si contáramos con un catalizador adecuado. De la exposición precedente surge que, en todos los casos en los cuales tenemos un compuesto químico que se forma o se disocia con excesiva lentitud, podemos considerar al compuesto mismo (y no los elementos que lo constituyen prácticamente) co­ mo un componente de la fase. Por ejemplo, si tenemos una fase gaseosa consistente en hidrógeno, oxígeno y vapor de agua a temperatura tan baja que prácticamente no se produce ni for­ mación ni disociación del agua, diremos que nuestra fase contiene los tres componentes independientes O2, H2 y H2O (y no sola­ mente los componentes hidrógeno y oxígeno) ; la constitución quí­ mica de la fase está entonces determinada por las masas de Oo, Hj y H2 O por unidad de masa de la fase. Surge claramente de estas consideraciones que el número de componentes independientes puede ser mayor o menor que el número total de elementos químicos presentes. En el ejemplo anterior teníamos tres componentes independientes (H2, O2, H2 O) en lugar de dos (H y O). Por otra parte, si solo tenemos vapor de agua, podremos despreciar su disociación en hidrógeno y oxíge­ no y considerar que la fase está constituida por un solo com­ ponente, el agua. Consideremos ahora un sistema compuesto de f fases y de n componentes independientes. Sea mi}¡ la masa de la /c-ésima com- 82 ponente presente en la i-ésima fase. La distribución de las com­ ponentes entre las varias fases puede entonces ser conveniente­ mente descrita por el ordenamiento: W il , 7 7 Í2 1 , * · · f W Í7 Í1 2 , »122 , ■ · · , W /I min,m2n, /i , mfn . A una temperatura y presión dadas, la condición de equili­ brio de nuestro sistema es que el potencial termodinàmico $ sea un mínimo. Esta condición da lugar a un conjunto de relaciones entre las cantidades de (126). Supondremos que la energía de superficie de nuestro sistema es despreciable, de modo que podremos igualar $ a la suma de los potenciales termodinámicos de todas las fases: $ = $1 + $ 2 + . . . + (127) La función depende de T, p, y de las masas m u , m i 2 , . . m¡n de los varios componentes en la i-ésima fase: % = *1 {T, p, m u, . . mi„). (128) La forma de esta función depende de las propiedades par­ ticulares de la í-ésima fase. Hacemos notar, sin embargo, que *i, considerada como una función de las n variables m u , mtz, . . . min, es homogénea de primer grado. En efecto, si hacemos variar m u , m i 2 , . . . » Wj„, en un mismo factor K, no alteramos la cons­ titución de nuestra fase (puesto que ésta depende solo de las re­ laciones entre las m ) , pero la masa total se incrementa en el factor K. De este modo, se multiplica también por él mis­ mo factor K. Para que nuestro sistema se halle en equilibrio a una deter­ minada temperatura y presión, $ debe ser un mínimo. Analíti­ camente, esto significa que si sometemos a nuestro sistema a una transformación infinitesimal a temperatura y presión constantes, la variación resultante en ^ debe ser nula. Supongamos una trans­ formación como resultado de la cual se transfiere una cantidad 8m (que debemos considerar como un infinitésimo de primer or­ den) del fc-ésimo componente, de la í-ésima a la j-ésima fase, sin que se produzcan cambios en todos los otros componentes y fases. Entonces, muc se convierte en 7»¡k — Sm, y m;* en + Sm. En 83 cuanto a la variación de solo así la condición de mínimo: 54> = y dm,t «; -^ = érriik cambiarán. Obtenemos Sm — drriik Sm = O, ( 129) dnijk Como debe existir para cada dos fases cualesquiera y para cualquiera de los componentes·, una ecuación similar, obtenemos el conjunto de las n (/ — 1 ) ecuaciones de equilibrio: dmn d^2 dnhi dTJlii d<t>2 drua dmin d^2 drruin 3<I>i í.: di>f Orri/i _ 34>/ dm/2 d^f dm/n (130) Estas ecuaciones solo dependen de la constitución química de cada fase y no de la cantidad total de substancia presente en la fase. En efecto, como (128) es una función homogénea de primer grado eñ las m, su derivada con respecto a cualquiera de las m será homogénea de cero grado; es decir, su derivada depende sola­ mente de los cocientes entre tmíi, '^»2, ■· · » Wi«. En la ordenación (126) vemos que existen (n — 1 ) j tales cocientes (los n — 1 co­ cientes de las variables contenidas en una columna [126] deter­ minan la constitución de una fase). Además de estas (n — 1) / variables, tenemos también las variables T y p en (130). Conta­ mos así, en total, con 2 (n — 1 ) / variables. La diferencia, v, entre este número y el número n (/ — 1) de las ecuaciones (130) es el número de las (n — 1) / + 2 va­ riables que pueden ser elegidas arbitrariamente, quedando las variables restantes determinadas por las ecuaciones (130). De­ nominaremos a V, grado de varianda o número de grados de liber­ tad del sistema. Tendremos: V = (n - 1)/ + 2 - (/ - l)n, íi ¿ ° (131) V = 2 + n - /. 84 Esta ecuación, que fue deducida por Gibbs, expresa la regla de las fases. Nos dice que un sistema compuesto de / fases y n componentes independientes tiene una variancia v = 2 -{-n —-f. Por “ variancia” se entiende el número de variables (tomamos como tales a T, p y las variables que determinan la constitución de todas las fases) que pueden ser elegidas arbitrariamente. Para evitar confusiones, advertimos que se considera sola· mente la composición y no la cantidad total de cada fase, porque el equilibrio termodinàmico entre dos fases solo depende de la constitución y no de la cantidad total presente de las dos fases, como lo demuestra (129). Algunos ejemplos ilustrarán la forma de aplicación de la regla de las fases. Ejemplo 1. Sistema compuesto por un fluido homogéneo quí­ micamente definido. Tenemos aquí una sola fase (/ = 1) y \in componente (n = l ) . De (131) obtenemos entonces v = 2 . Pode­ mos, entonces, elegir las dos variables T y p, arbitrariamente; pero no tenemos ninguna otra posibilidad de variar la constitución, ya que nuestra substancia es un compuesto químicamente defini­ do. (Nótese que la cantidad total de substancia, como ya lo hemos establecido, no se cuenta como un grado de libertad.) Ejemplo 2. Sistema homogéneo compuesto por dos gases quí­ micamente definidos. Tenemos aquí una fase (/==1) y dos com­ ponentes independientes (n = 2). De (131) surge que v = 3. En efecto, podemos elegir libremente T, p y la relación de las dos componentes que determina la composición de la mezcla. Ejemplo 3. Agua en equilibrio con su vapor saturado. En este caso tenemos dos fases, líquido y vapor, y solo un componente, de modo que f = 2 y n ~ l . Tenemos entonces u = 1. Solo podemos elegir arbitrariamente la temperatura, y la presión será entonces igual a la presión del vapor saturado para la temperatura dada. Como solo hay un componente, es obvio que no tenemos libertad de elección en la composición de las dos fases. También en este ejem­ plo hacemos notar que para una temperatura dada podemos tener equilibrio entre cantidades arbitrarias de agua y vapor de agua, siempre que la presión sea igual a la presión de saturación. No obstante, las cantidades de agua y vapor de agua no se consideran como grados de libertad. Ejemplo Jf. Sistema constituido por un compuesto químico en tres fases diferentes: sólido, líquido y vapor, como, por ejemplo, hielo, agua y vapor de agua. Tenemos aquí un componente y tres fases: n = 1, / = 3. Por (131) tenemos entonces que v ~ 0. Esto 85 \l •t ' iI ■ ì· significa que no hay libertad de elegir ninguna variable; las tres fases pueden coexistir solo para un valor fijo de la temperatura y la presión. Esto puede ser ilustrado con la ayuda del diagrama de la figu­ ra 16, en el cual las temperaturas y presiones están representadas como abscisas y ordenadas, respectivamente. il il La curva AB representa la presión del vapor de agua saturado en función de la temperatura. Cuando los valores de T y p corres­ ponden a un punto sobre la curva, el agua y el vapor de agua coexisten. Si incrementamos la presión manteniendo constante la temperatura, el equilibrio entre el agua y el vapor de agua deja de existir, y toda la substancia se condensa en la fase líquida. Si, por el contrario, dibítiinuimos la presión, toda la substancia se evapora. Por consiguiente, para puntos por encima de la curva A B tenemos agua, y por debajo de dicha curva tenemos vapor, como lo indica la figura. La curva AC es análoga a AB, pero corresponde a la presión del vapor saturado en contacto con hielo y no con agua líquida. Por encima de la curva AC el hielo es estable, y por debajo lo es el vapor. Dado que el agua y el vapor pueden coexistir a lo largo de AB y el hielo y el vapor pueden coexistir a lo largo de AC, es necesario que el punto correspondiente, en el diagrama, a los va­ lores de T y p para los cuales hielo, agua y vapor coexisten, esté sobre ambas curvas; dicho punto coincide con el de intersección, A, de las dos curvas. Vemos, entonces, que las tres fases pueden coexistir únicamente para un valor determinado de la tempera· tura y la presión. El punto A se denomina punto triple porque es la intersec­ ción, no solo de la curva agua-vapor y de la curva hielo-vapor, 86 sino también de la curva hielo-agua AD. Estas tres curvas dividen el plano T, p en tres regiones que representan las zonas de esta­ bilidad de vapor, hielo y agua; el punto triple se encuentra en el límite de las tres regiones. El punto triple del agua se halla a T = 0,0075“ C y p = 0,00602 atm. Como la presión en el punto triple es menor que la presión atmosférica, la línea horizontal p = 1 atm. (línea de puntos en el diagrama) intercepta las tres regiones hielo, líquido y vapor. La intersección de la línea de puntos con la curva AD corresponde a una temperatura igual a la del punto de congelación f del agua a la presión atmosférica (a 0“ C). Lr. intersección b con la curva AB corresponde a la temperatura de ebullición del agua a la presión atmosférica (100“ C). Para algunas substancias la presión en el punto triple es mayor que una atmósfera. Para dichas substancias, la línea pun­ teada horizontal, que corresponde a la presión atmosférica, está por debajo del punto triple y en consecuencia pasa de la región correspondiente al sólido a la de vapor sin interceptar la que co­ rresponde al líquido. A la presión atmosférica estas substancias no se licúan, sino que pasan directamente de la fase sólida a vapor (sublimación); pueden existir en la fase líquida solo a presiones suficientemente elevadas. 20. Termodinámica de la celda electrolítica reversible En todas las aplicaciones previas de las leyes de la termo­ dinámica hemos considerado generalmente sistemas que podían efectuar únicamente trabajo mecánico. Sin embargo, como ya hemos visto en el parágrafo 3, el trabajo mecánico y el'eléctrico obedecen a las mismas leyes termodinámicas: son, por lo tanto, termodinàmicamente equivalentes. Este hecho se debe a que exis­ ten procesos que permiten transformar completamente el trabajo mecánico en energía eléctrica y viceversa. Como ejemplo de un sistema que puede efectuar trabajo eléc­ trico estudiaremos en este parágrafo la celda electrolítica reversi­ ble. Entendemos por “ celda electrolítica reversible” una celda tal que una inversión de la dirección de la corriente que fluye a través de ella invierte también el sentido de las reacciones quí­ micas que se producen en su interior. Una celda reversible siem­ pre se puede llevar a su estado inicial invirtiendo el flujo de la corriente que circula a través de ella. Sea V la fuerza electromotriz de la celda. El trabajo eléc­ 87 trico que efectúa la celda cuando circula a través de ella una can­ tidad e de electricidad es: L = ev. (132) Por supuesto que la celda realiza esta cantidad de trabajo solo en el caso de que la cantidad de corriente que circula a través de ella es muy pequeña, es decir, si el proceso se verifica efec­ tivamente en forma reversible. De lo contrario, una parte de la energía se transformará en calor dentro de la celda, como resul­ tado del efecto Joule. Sea Í/(T) la energía de nuestra celda antes de hacer pasar una corriente eléctrica a través de ella. Suponemos que U{T) depende solo de la temperatura, ya que consideramos que el volu­ men de la celda es prácticamente invariable (celda isocora) y despreciamos en consecuencia todos los posibles efectos de la pre­ sión sobre la energía. Consideremos ahora el estado de nuestra celda después del pasaje de una cantidad de electricidad e. El flujo de electricidad a través de la misma da como resultado ciertos cambios químicos dentro de la celda, y la cantidad de substancia químicamente transformada es proporcional a e. Es así que la energía de la celda, U ( T ) , variará en una cantidad proporcional a e. Expre­ sando como U(T,e) la nueva energía de la celda, tenemos: U(T,e) = U { T ) — eu{T), (133) siendo w(T) el decremento de la energía de la celda cuando la atraviesa una cantidad unitaria de electricidad. Aplicamos ahora la isocora de van’t Hoff (117) a la trans­ formación isotérmica desde el estado inicial, cuando aún no se ha producido el pasaje de electricidad a través de la celda (ener­ gía = U{T) ) , hasta el estado final en el cual la ha atravesado la cantidad de electricidad e (la energía en este caso está dada por (133)). De (133) se deduce que la variación de energía es: A U = — eu(T) El trabajo que se efectúa está dado por (132). Substituyendo en (117) y dividiendo ambos miembros por e, obtenemos: <134 ) Esta ecuación, que se conoce como ecuación de Helmholtz, establece una relación entre la fuerza electromotriz y la energía u. Hacemos notar que si no se produjera un intercambio de calor entre la celda y el medio circundante, debería ser v = u. El tér­ mino adicional T d v /d T en (134) representa el efecto del calor absorbido (o entregado) por la celda al medio circundante cuando circula por ella una corriente eléctrica. Podemos también obtener (134) directamente, sin utilizar la isocora de van’t Hoff. Conectamos la celda a un condensador variable con una capacidad C. La cantidad de electricidad que absorbe el condensador es; e = Cv(T). Consideremos ahora a C y T como las variables que definen el estado del sistema compuesto por la celda y el condensador. Si hacemos variar la capacidad de éste en una cantidad dC, despla­ zando sus placas, el sistema efectúa una cierta cantidad de tra­ bajo a causa de la atracción entre ellas. Esta cantidad de traba­ jo es: 2 dL^VzdCv^T). La energía de nuestro sistema es la suma de la energía (133) de la celda, . U( T) — eu(T) = U { T ) — Cv ( T) u{ T) , y la energía del condensador, Y zC v^iT). Por la primera ley de la termodinámica, vemos que el calor que absorbe el sistema en una transformación infinitesimal durante la cuaí T y C varían en dT y dC es: dQ = dU + dL = d[U{T) - Cv{T)u{T) + ^Cv\T)] + ^dC v\T) j_rd í7 ^ du ^ dv , ^ dv~ + dC[v^ — uó\. 2 Esta fórm ula se obtiene como sip'ue: la energía de un condensador aislado e s V2 eVC. Si variam os C, el trabajo efectuado e s igual a m enos la variación de energía, es decir, <¡1, donde e se m a n tien e c o n sta n te porque el condensador está aislado. e = Cv, o b ten em o s la fórm ula utilizada en el texto. Como 89 El diferencial de entropía es, por lo tanto, T fí ■ + Y [v" - uvl T ■ ’■íí Dado que dS debe ser un diferencial exacto, tenemos dU d dT dC ^ du ^ T dv , ^ dv d f^ df d v^~uv dT T ' Si efectuamos las derivaciones indicadas y recordamos que U, u y V son funciones de T únicamente, obtenemos (134). Problemas j ■ 1. Con ayud a de la regla de la s fases, analizar el equilibrio d e ü n a solución saturada y el sólido de la substancia disuelta. 2. ¿Cuántos grados de libertad tien e un sistem a co m p u esto por una cierta cantidad de agua y u n a cierta cantidad de aire? (D esp reciar los gases raros y el dióxido de carbono que contien e el aire.) 3. La fuerza electrom otriz de un a celda electrolítica reversible, com o función de la tem peratura, es: 0,924 + 0,0015 t + 0,0000061 í" volts, siendo t la tem peratura en °C. H allar el calor absorbido por la celda cuand o un culom bio de electricidad flu y e a trav és de ella isotérm icam ente a una tem peratura de 18° C. 90 CAPITULO VI REACCIONES EN SISTEMAS GASEOSOS 21. Equilibrio químico de los gases Consideremos un sistema gaseoso constituido por una mez­ cla de hidrógeno, oxígeno y vapor de agua. Cada componente de este sistema puede interactuar químicamente con los demás de acuerdo con la siguiente reacción química: 2 Ha + Oo ±5 2 H, O. El símbolo s=y significa que la reacción puede efectuarse de iz­ quierda a derecha (formación de agua) o de derecha a izquierda (disociación de agua). Es bien sabido que, debido a las leyes de la química, dadas una temperatura y presión cualesquiera, se al­ canza un estado de equilibrio para el cual la cantidad total de vapor de agua presente permanece invariable. Es entonces evi­ dente que no se produce disociación ni formación de vapor de agua. El estado real de cosas que existe en este punto de equili­ brio es tal, que la reacción indicada anteriormente se produce con igual velocidad en ambas direcciones, de modo que la suma total de Ho O presente permanece constante. Si después de al­ canzado el equilibrio extraemos del sistema un poco de vapor de agua, la reacción de izquierda a derecha se producirá con ma­ yor velocidad que una reacción de derecha a izquierda, hasta que se haya formado una cantidad adicional de Ho O suficiente para' restablecer un nuevo estado de equilibrio. Si en cambio agrega­ mos vapor de agua, la reacción que adquiere preponderancia du­ rante cierto tiempo será la de derecha a izquierda. El equilibrio químico en los sistemas gaseosos está regulado por la ley de acción de masas. Escribimos la ecuación de una reacción química en la forma general : n^Ai + ^2-4.2 + · · · + UrAr^mi By + niiBi + ' · ’ + (135) 91 u lí ,j r* ' ,í • donde Ai, Aj, . . ., A^ son los símbolos que representan a las mo­ léculas que reaccionan por un lado y Bi, Bg, .. ., Bg los que representan a las moléculas que reaccionan por el otro. Las cantidades ni, n^, . . y mi, Ttio, .. . son los coeficientes enteros de la reacción. Designaremos las concentraciones de las diferentes substancias expresadas en moles por unidad de volumen con los símbolos [A l], [A 2], y [Bi], [ B 3 ] , . . . Podemos enunciar ahora la ley de acción de masas de la siguiente forma: ♦ ’I Cuando en una reacción química se alcanza el equilibrio, la expresión 1 [A ir ^ [ B i r [ B , r · · · IB.]"' es función de la temperatura solamente. La cantidad K{T) puede tomar valores muy distintos en las diferentes reacciones químicas. En algunos casos será muy pe­ queña, y el equilibrio se desplazará entonces hacia el segundo miembro; esto significa que una vez alcanzado el equilibrio en tales casos, las concentraciones de las moléculas en el segundo miembro son mucho mayores que las de las moléculas en el pri­ mero, Si en cambio K( T) es grande, existe una situación opuesta a la que hemos descrito anteriormente. Es instructivo ofrecer una simple demostración cinética de la ley de acción de masas. El equilibrio químico de la reacción (135) podría denominarse adecuadamente “ equilibrio cinético” , ya que las reacciones entre moléculas continúan produciéndose aun des­ pués de alcanzadas las condiciones de equilibrio. En el estado de equilibrio, sin embargo, el número de reacciones que se produ­ cen por unidad de tiempo de izquierda a derecha en (135) es igual al de reacciones que se verifican de derecha a izquierda, de manera que estos dos efectos opuestos se compensan entre sí. Calcularemos, por lo tanto, el número de reacciones que se pro­ ducen por unidad de tiempo de izquierda a derecha y lo iguala­ remos al número correspondiente de reacciones realizadas en di­ rección opuesta. Una reacción de izquierda a derecha puede producirse como resultado de una colisión múltiple que comprende Tij moléculas A,, no moléculas A 2 .,.,rir moléculas Ar. Como es obvio, la frecuencia de estas colisiones múltiples es proporcional a la n^ésima potencia de [A ,], a la Wo-ésima potencia de [Ao] . . ., a la Tir-ésima potencia de [A^], es decir, al producto 92 [A j" ‘ U í r . . . U r r . Siendo así, la frecuencia de las reacciones de izquierda a dere­ cha debe también ser proporcional a esta expresión. Como la temperatura es la que determina la velocidad de las moléculas, el factor deproporcionalidad, K' {T), será una función de latempe­ ratura. Para la frecuencia de las reacciones que se producen de izquierda a derecha, obtenemos entonces la siguiente expresión: K ' m [ A , r [A ^r · · · U rr. Análogamente, para la frecuencia de las reacciones que se verifican en dirección opuesta tenemos: K'*{T) [BJ”“ [B if* · · · [B.r*. En el equilibrio estas dos frecuencias deben ser iguales: K'{T) · · · [ArT^ = K " m [ B ^ r [ B ^ r ■ ■ ■ [B.T', o [Air · · · [A.r- _ K"{T) [Bi]"“ [B2]'"» ·. ■ [B.T' K '{T) * Esta expresión es idéntica a la ley de acción de masas (136) si ponemos . _ K "iT ) . Este simple planteo cinético no nos da información acerca de la función K{T) . Veremos ahora que, aplicando la termodinámica a las reacciones en fase gaseosa no solo podemos demostrar la ley de acción de masas independientemente de consideraciones ciné­ ticas, sino que también lograremos determinar la dependencia de K{ T ) de la temperatura. 22. La caja de reacción de van’t Hoff Podemos tratar termodinàmicamente el equilibrio de las reac­ ciones en fase gaseosa suponiendo la existencia de membranas ideales, semipermeables, que gozan de las siguientes propiedades: 93 11■ (1) Una membrana semipermeable al gas A es completamente impermeable a todos los demás gases. (2) Cuando una membrana semipermeable al gas A separa dos volúmenes que contienen cada uno una mezcla de A y algún otro gas, el gas A fluye, a través de la membrana, de la mezcla en la cual su presión parcial es más alta, hacia la mezcla en la cual su presión parcial es más baja. El equilibrio se alcanza cuando las presiones parciales del gas A a ambos lados de la membrana son iguales. Adviértase que un gas puede fluir espontáneamente a través de una membrana semipermeable desde una región de presión total más baja hacia otra de presión total más alta, siempre que la presión parcial del gas que pasa a través de la membrana sea más alta en la región de presión total más baja que en la de más alta presión total. Por ejemplo, si una membrana semipermeable al hidrógeno separa una caja que contiene hidrógeno a una atmósfera de presión de otra caja que contiene oxígeno a dos atmósferas, el hidrógeno fluirá a través de la membrana aun cuando la presión total en la segunda caja sea dos veces mayor. Diremos finalmente que en la realidad dichas membranas ideales semipermeables no existen. La mejor aproximación a dicho tipo de membrana es ima delgada hoja de paladio caliente, que se comporta como una membrana semipermeable para el hidrógeno. Con el objeto de estudiar las condiciones de equilibrio para la reacción química (135), describiremos previamente tin proceso mediante el cual la reacción puede efectuarse isotérmicamente y en forma reversible. Esto puede llevarse a cabo con la ayuda de la llamada caja de reacción de van’t Hoff. Esta caja es un amplio recipiente dentro del cual grandes can­ tidades de los gases A^, Ao, . . . y Bi, B2, . .. se hallan en equilibrio químico a la temperatura T. Sobre un lado de la caja (el izquierdo en la fig, 17) hay una fila de r ventanas, la fc-ésima de las cuales, A, : i%B, A.: : B, 1 Pig. 17 contándolas de arriba hacia abajo, es semipermeable al gas Aj, mientras que sobre el otro lado (el lado derecho en la fig, 17, donde hemos supuesto que r = s = 2) hay una fila de s ventanag i 94 semipermeables, en el mismo orden, a los gases Bi, Bo, . . Ba. Se han agregado a la parte exterior de las ventanas algunos cilindros con émbolos movibles, como lo muestra la figura. Describiremos ahora una transformación isotérmica y rever­ sible de nuestro sistema y calcularemos directamente el trabajo L efectuado por él durante esta transformación. Sin embargo, de acuerdo con los resultados del parágrafo 17, L debe ser igual a la energía libre del estado inicial menos la del estado final de la trans­ formación. Comparando estas dos expresiones de L obtendremos el resultado buscado. AI comienzo, nuestro sistema se halla en un estado para el cual los émbolos en los cilindros, B, sobre el lado derecho de la caja, están en contacto con las ventanas, de manera que el volumen de dichos cilindros es igual a cero, mientras la posición en que se encuentran los émbolos de los r cilindros, A, sobre la izquierda es tal que el fc-ésimo cilindro contiene ti* moles del gas (ver fig. 18), cuya concentración es igual a la concentración, [Afc], de Fig. 18 95 este gas dentro de la caja. Lag presiones parciales del gas sobre ambos lados de la membrana semipermeable son por consiguiente iguales, y existe entonces un estado de equilibrio. La transformación reversible desde el estado inicial hasta el estado final puede ser efectuada en dos etapas: 1. A partir del estado inicial (fig. 18), desplazamos muy l tamente hacia adentro los émbolos en los cilindros que se encuen­ tran sobre el lado izquierdo de la caja, hasta que todos los gases que dichos cilindros contienen hayan pasado, a través de la mem­ brana semipermeable, al interior de la caja grande. Al final de este proceso, el sistema se encontrará en el estado intermedio que se muestra en la figura 18. Suponemos que el contenido de dicha caja es tan grande que la variación relativa en las concentraciones, como resultado de la entrada de estos gases, es despreciable. Las concentraciones de los gases A permanecen así prácticamente constantes e iguales a [A i], [A.] . . . ¡Ar]. El trabajo L que efectúa el sistema durante esta etapa es evi­ dentemente negativo, ya que debe realizarse trabajo sobre los pis­ tones, en contra de las presiones de los gases. En el primer cilindro la presión permanece constante e igual a la presión parcial pi del gas A-¡ dentro de la caja, mientras que el volumen del cilindro varía desde el volumen inicial hasta el volumen final 0. El trabajo es igual al producto de la presión c mstante pi por la variación en volumen, es decir, pi (O — V i) = — pi Vi. Como el contenido del cilindro era inicialmente de ni moles, tenemos, por la ecuación de estado: P \V i = rixRT. Efectuando la suma del trabajo sobre todos los cilindros de la izquierda tenemos: T Li = — RT ^2 í-l ^ « jg í 2. A partir del estado intermedio, de mente y hacia afuera los émbolos en los s cilindros que se hallan sobre el lado izquierdo de la caja (se encuentran inicialmente en contacto con las ventanas). Como la base del /c-ésimo cilindro, contando desde el borde superior de la caja, es semipermeable al gas fífr, durante el proceso, ese cilindro absorberá el gas B^, y su concentración en el mismo será igual a la del gas dentro de la caja, es decir, igual a [B/J. Desplazamos los pistones hacia afuera hasta que los cilindros, siempre siguiendo el orden de arriba hacia abajo, contengan m¡, m 2 , . . mg moles de los gases Bi, B¿, . . B,, respectivamente. Llegamos así al estado final de nuestra transformación, como 96 lo muestra la figura 18. En ella vemos que, en el estado final, los cilindros A tienen sus émbolos en contacto con las paredes, de manera que su volumen es cero, mientras que la posición de los émbolos en los cilindros B es tal que el fc-ésimo cilindro, siguiendo el orden de arriba hacia abajo, contiene m* moles del gas con una concentración igual a la concentración, [Bfc], del gas que está dentro de la caja. Los gases B^, Bo, . . ., B¡, en los cilindros y la caja, se hallan por lo tanto en equilibrio a través de las bases semi­ permeables de los cilindros. Evidentemente el trabajo efectuado por el sistema durante esta segunda etapa es positivo. Podemos calcular este trabajo Ln en la misma forma que he­ mos calculado Lj. Tendremos: Lqj = R T S yTTlj. El trabajo total que se realiza durante toda la transforma­ ción es la suma de Li y L,i, es decir. Este trabajo es igual a la diferencia entre la energía libre de los estados inicial y final. Con el objeto de calcular esta diferencia, hacemos notar que el contenido de la caja es el mismo en ambos estados. En efecto, pasando de un estado.a otro hemos intro­ ducido en la caja rii moles de Ai, rio moles de A>, . . . ,nr moles de Ar (primera etapa), y luego hemos extraído m i moles de Bi, 7^2 moles de Bo....... m^ moles de B,· Pero la ecuación química (135) expresa que las substancias introducidas en la caja son equivalen­ tes a las extraídas de la misma. Además, como la temperatura y el volumen de la caja no varían, el equilibrio químico de los gases encerrados en ella se readapta de modo tal que los estados inicial y final de esos gases sin idénticos. La única diferencia entr^ ambos estados del sistema está en el contenido de los cilindros. Por lo tanto, la diferencia entre la energía libre de los dos estados es igual a la diferencia entre la energía libre de los gases A ence­ rrados en los cilindros A en el estado inicial y la energía libre de los gases B encerrados en los cilindros B en el estado final. La energía libre de los ni moles de Ai en el primer cilindro (estado inicial) puede calcularse del siguiente modo. El volumen ocupado por un mol de gas es evidentemente igual a la inversa de la concentración [A i]. La energía libre de un mol de A i se obtiene entonces a partir de (119) substituyendo en dicha ecua97 ción l / [ A i ] para el volumen V de un mol. Dado que tenemos ni moles de A^, la energía libre de este gas es: 71, {Cyi T + I- — T(Cvi log T — ñ log [A,] + a ,)} , ¡ donde Cyi; Wi y aj son el calor molecular y las constantes de energía y entropía del gas A^. Usando notaciones similares para An, .. . Ar, encontramos, para la energía libre de los gases A contenidos al comienzo en los cilindros A, la expresión: 1 I 53 rii {C n T + W i — T iP n lo g T — R log U<] + ai)} i-l fj · Análogamente, la energía libre de los gases B en los cilindros B al final del proceso se representa por la expresión: ¿ m,· (CryT + w ; - T{Cy,· log r - fí log [B,] + a'^)], donde C'yj, W'j y a'j son el calor molecular y las constantes de energía y entropía del gas B¡. La diferencia entre estas dos expresiones debe ser igual al trabajo L dado por (137). Tenemos entonces: R t ( Í L m,· - ¿ n ,) = ¿ \j-l í-1 / i-l ni {G'r. r*+ Wi - T{Cyi log T » - R log U i] + ai) ¡ - ^ m , · {Cy, T -f W'i - n C y i lo g T - R log [Bi] + a;) (138) Dividiendo por R T y pasando de logaritmos a números, esta ecuación se reduce a: X T 2 Cv<n,- 2 C ' y ¡ m j ) i-l ,·-! / < r i 2 n.H’i- 2 _ i---- ----------X e 98 (139) El segundo miembro de esta ecuación es una función de T solamente. Por consiguiente, la ecuación (139) no solo demuestra la ley de acción de masas (136), sino que da también explícita­ mente la forma de la función K ( T ) . Estudiaremos la fórmula (139) más en detalle en el pará­ grafo 24. En el que sigue daremos otra demostración de la misma. 23. Otra demostración de la ecuación de equilibrio de sistemas gaseosos En este parágrafo deduciremos la ecuación (139) utilizando el resultado obtenido en el parágrafo 17, que establece que los estados de equilibrio de un sistema a una temperatura y volumen dados son aquéllos para los cuales la energía libre es un mínimo. Consideramos una mezcla de los gases Au . . . , A , y Bj, .. ., B* a la temperatura T, encerrados en un recipiente de volumen fijo V y reaccionando químicamente en concordancia con la ecuación (135). Cuando una cantidad de los gases contenidos en el reci­ piente interviene en la reacción química, las concentraciones de los distintos gases presentes varía; como resultado de esto, varía tam­ bién la energía libre de la mezcla. Obtendremos ahora la condición de equilibrio para la reacción química, haciendo que la energía libre sea im mínimo. Para eso, debemos obtener la expresión de la energía libre de una mezcla de gases de concentraciones dadas. La ley de Dalton (ver par. 2) expresa que la presión de una mezcla de gases ideales es la suma de las presiones parciales de los componentes de la mezcla (la presión parcial de uno de los compo­ nentes es la presión que éste ejercería si ocupara él solo el volumen total que ocupa la mezcla). Esta ley indica que cada componente no es afectado por la presencia de los otros y conserva así sus pro­ piedades dentro de la mezcla. Generalizaremos ahora la ley de Dalton suponiendo que en una mezcla de gases ideales la energía y la entropía son iguales a la suma de las energías y entropías (energías parciales y entropías parciales) que cada componente tendría si ocupara él solo el volumen que ocupa la mezcla y a la temperatura de la misma. De las definiciones (111) y (121) de la energía libre y el potencial termodinàmico a presión constante se deduce de inme­ diato que, para una mezcla de gases ideales, estas cantidades son iguales, respectivamente, a la suma de las energías libres y de los potenciales termodinámicos parciales a presión constante de los componentes de la mezcla. Planteadas estas hipótesis, podemos ahora escribir la expre­ sión de la energía libre para nuestra mezcla de gases. La energía 99 ■ T ' It ( ;■ libre de un mol del gas A, està dada, como cn el paràgrafo prece­ dente, por la expresión: C nT + TFi — jT(Cfi log T — R log [Al] + ai). ! Como la concentración de Ai en el volumen V es [A i], se encuentran presentes en total V [A i] moles del gas Ai. La energía libre parcial correspondiente a este componente de nuestra mezcla es, por lo tanto: VlA:]¡Cr:T + TTi - T(Cn ¡og T - R log [All + Oí)}. La energía libre de todo el sistema se obtiene sumando las energías libres parciales de los componentes de la mezcla. Obtendremos así para la energía libre total la expresión: F = FE [^ i] + vE [B,] {Cy,T + w ; - T(Cy, l o g T - R log [B,] + a,·)} (140) i-l í Cy.T + W i - T(Cy.· l o g T - R log [A,-] + a ,)} ;-i ¡}··* Consideremos ahora una reacción infinitesimal del tipo (135), es decir, una reacción en la cual la cantidad de substancia que se transforma es infinitesimal. Si la reacción tiene lugar desde la izquierda hacia la derecha de (135), desaparecen cantidades infi­ nitesimales de los gases Ai, Aj, .. ., A^ al tiempo que se forman cantidades infinitesimales de los gases B¡, B¿, Las frac­ ciones de moles de los gases Ai, Ao, . . ., Ar que desaparecen son proporcionales a los coeficientes ni, n-j, . . ., rir, respectivamente; mientras que las fracciones de moles de los gases Bi, Bz, . . ., B* resultantes de la transformación son proporcionales a los números TTii, 7712, . . ., ms, respectivamente. En consecuencia, las concentra­ ciones [A l], [Ao], . . ., y [B i], [Bo], . . . varían en; €7 71 , 1' siendo e la constante infinitésima de proporcionalidad. Si F fuera un mínimo de nuestro estado, la variación de F como resultado de la reacción infinitesimal debe ser nula. Dado que esta variación puede ser calculada como si se tratara de una diferencial, tenemos: 100 dF dF - aTO dF . dF ----------á[I7]^^^ + m ] dF . M dF , + ^ 1 ''" ·+ ■■· + aTO Dividiendo esta ecuación por eV, y reemplazando las derivadas por sus valores calculados a partir de (140), obtenemos la siguiente ecuación: - £ n.· {CviT + Wi - nCvi log T - E log[^,.] + a,) + RT] + 't m , - { C y , T + W'i - T{Cy,·log T - R \ o g [B,] + a,·) + RT] =0. >■-1 Es evidente que esta ecuación y la (138) son idénticas. La ecuación de equilibrio puede obtenerse de inmediato, por el camino seguido en el parágrafo precedente. 24. Discusión del equilibrio de sistemas gaseosos El principio de Le Chatelier Partiendo de (136) y (139) podemos obtener la forma explí­ cita de la función K ( T ) , que aparece en el segundo miembro de (136). K{T) es a veces llamada la constante de la ley de acción de masas; por supuesto que solo es una constante cuando la tempe­ ratura es constante. Comparando (136) y (139) se tiene: i! 2 2 (Λ+Cvi—a»)n, K(T) = e Σ X T Σ C'v;"·,· Σ ". W'i- Σ B^',· ) / (141) Con el objeto de estudiar cómo depende K (T ) de la tempera­ tura, definiremos primero el calor de reacción H de la reacción química (135). Consideremos una mezcla de los gases A y B a temperatura fija y volumen constante. Supongamos que estos gases reaccionan de acuerdo con la ecuación (135), de manera que ni, n¡ . . ., n^ moles de los gases Ai, Ao, . . ., Ar, interactúan y dan lugar a la formación de mi, m^, . . ., m¡ moles de los gases Bi, 101 Bn, . . . ( Bs, respectivamente. El calor H desarrollado por el siste­ ma durante este proceso isotérmico es el calor de reacción a volumen constante. La reacción será exotérmica o endotérmica, y ello depende de si el sistema entrega o absorbe calor cuando aquélla se dirige de izquierda a derecha en la ecuación (135). Como la reacción se efectúa a volumen constante, el siste­ ma no realiza ningún trabajo. Por lo tanto, el calor absorbido ( = — H) será, de acuerdo con la primera ley (15), igual a la variación AU de la,energía del sistema: H = -A U . Si se tiene en cuenta que la energía de un mol de Ai, por ejemplo, es igual a Cvi T Wi, y que el número de moles de los gases Al, An, . . . , A r y Bi, B^, .. ., B¡ se incrementan en — Ui, — ^2 · ■., ■ — Ur y mi, m~2 , . . m„ respectivamente, como resultado de la reacción, se verifica que la variación de energía asociada a (135) está dada por la expresión: AC7 = ¿ ruiiCyiT + w'i) - É n.(Cr. T + W,). i-i t-i El calor de reacción será entonces: H = UiiCviT + íí^·) - ¿ mACviT + w'i). (142) Tomando la derivada logarítmica de (141), obtenemos: T r g d log K (T ) Cviiii df = — Cyj'nij j_ WiTii +- 53 WjTn,· ^2 De esta ecuación y (142) resulta: d log K iT ) dT H RT^' (143) Esta ecuación, que fue deducida por Helmholtz expresa claramente que K (T ) es una función creciente o decreciente de T, según que el calor de reacción sea positivo o negativo; K (T ) ^ Esta ecuación puede deducirse directam en te aplicando la isocora de van ’t Hoff (317) a un proceso sim ilar al descrito en el parágrafo 22. 102 aumenta con la temperatura cuando se trata de reacciones exotér­ micas y disminuye con dicho aumento cuando las reacciones son endotérmicas. Podemos observar fácilmente, en la ecuación (136), que un aumento de K {T ) origina un cambio de las condiciones de equili­ brio en la dirección de las concentraciones crecientes de los gases A y decrecientes de los gases B, es decir, un desplazamiento del equilibrio desde la derecha hacia la izquierda de (135). Por otra parte, si K {T ) disminuye, el equilibrio se desplaza de la izquierda hacia la derecha en dicha ecuación. El efecto de los cambios en las condiciones externas de una reacción química sobre el estado de equilibrio de la misma puede resumirse muy bien en el principio de Le Chatelier. Este principio, que nos permite determinar sin cálculos la dirección hacia la cual una variación en las condiciones externas tiende a desplazar el equilibrio de un sistema termodinàmico, establece lo siguiente: S i se alteran las condiciones externas de un sistema termodinámico, el equilibrio del sistema tenderá a desplazarse en una dirección tal que le permita oponerse a la variación en las condi­ ciones externas. Algunos ejemplos servirán para aclarar el significado de este enunciado. Hemos visto ya que si la reacción (135) es exotér­ mica, un aumento en la temperatura produce un desplazamiento del equilibrio químico hacia el primer miembro de la ecuación (135). Dado que la reacción de izquierda a derecha es exotérmica, en el desplazamiento del equilibrio hacia la izquierda el sistema absorbe calor y así se opone al aumento de la temperatura. Como segundo ejemplo de la aplicación del principio de Le Chatelier estudiaremos el efecto que produce un cambio en la presión (a temperatura constante) sobre el equilibrio de la reac­ ción (135). Podemos advertir que si la reacción (135) está diri­ gida de izquierda a derecha, el número de moles de nuestro sistema en fase gaseosa varía; si Wi + + · · · 4- rir < mi + mz + — m,, (144) el número de moles aumenta. En caso de que el primer miembro de esta desigualdad sea mayor que el segundo, el número de moles disminuye. Si suponemos que la desigualdad (144) se cumple, el desplazamiento del equilibrio hacia la derecha producirá un aumento en la presión y viceversa. De acuerdo con el principio de Le Chatelier debemos suponer entonces que un aumento en la presión de nuestra mezcla de gases producirá un desplazamiento 103 I l »*. >; i I 'i I i ,j !| del equilibrio bacia la izquierda, es decir, en la dirección que per­ mite . al sistema oponerse al aumento de la presión. (En general un aumento de la presión desplazará el equilibrio en la dirección en que el número de moles del sistema disminuye. Una disminución en la presión lo desplazará en la dirección en que el número de moles aumenta.) Veremos ahora que este resultado puede obtenerse directamente de la ley de acción de masas (136). Si aumentamos la presión en nuestro sistema manteniendo la temperatura constante, las concentraciones de los componentes de la mezcla de gases aumenta. Si esta modificación no afectara el equilibrio químico, las concentraciones de todos los componentes aumentarían en un mismo, factor, y suponiendo que se cumple (144) deberíamos esperar una disminución del primer miembro de (136). Esto no es posible, ya que la expresión en el segundo miembro de (136) permanece constante. Por lo tanto, para man­ tener también constante el primer miembro de (136) el equilibrio debe desplazarse hacia la izquierda. Para concluir este parágrafo diremos que en general las bajas presiones favorecen los procesos de discoiación, mientras que las altas facilitan los procesos de combinación. Problemas 1. Para una reacción qu ím ica del tipo : 't\ 2 A — Ai la con stan te de equilibrio K { T ) de la le y de acción de m asas a la tem peratura de 18° C es 0,00017. La presión total de la m ezcla de gases e s de 1 atm ós­ fera. H allar el porcen taje de m olécu las disociadas. 2. Sabiendo que el calor de reacción para la reacción considerada en el problem a 1 es 50.000 c a l/m o l, encontrar el grado de disociación a 19° C y 1 atm ósfera. L 104 CAPITULO v n TERMODINÁMICA DE LAS SOLUCIONES DILUIDAS 25. Soluciones diluidas Llámase diluida a una solución cuando la cantidad de soluto es pequeña comparada con la de solvente. En este parágrafo desa­ rrollaremos los principios fundamentales de la termodinámica de las soluciones diluidas. Consideremos una solución compuesta por N qmoles de solvente y Ni, No, . . -jNg moles de las varias substancias disueltas Ai, An, . . ., Ag, respectivamente. Si la solución está muy diluida, ten­ dremos ; N i « iVo; N z « N o ; · · ; N , « N o. (1 4 5 ) Nuestro primer problema será encontrar las expresiones para la energía, el volumen, la entropía, etc. de la solución diluida. Una aplicación directa de las ecuaciones termodinámicas evidenciará entonces todas las demás propiedades de la solución diluida. En primer lugar consideremos la energía U de nuestra solu­ ción. Sea u la energía de una fracción de la solución, que con­ tiene un mol de solvente. Esta fracción contendrá N i / N q moles del soluto A u N-JN^ moles del soluto An, . . Nf,/No moles del so­ luto Ag. Su energía será función de T, p, y de las cantidades ------es decir: Como la cantidad de moles de solvente que contiene toda la solución es No, su energía U es No veces mayor que (146); ten­ dremos entonces 105 Teniendo en cuenta que por tratarse de una solución diluida las relaciones N j/ N q, N ^/N q, . .., Ng/No son muy pequeñas, supon­ dremos ahora que es posible desarrollar la función (146) en poten­ cias de esas relaciones, despreciando los términos elevados a una potencia mayor que la primera. Obtenemos así: m = M T , p) + Si M T , p) + ^ M T , p ) + - - - + p). Si substituimos esta expresión en (147), tendremos que: U = NoUoiT, p) + NiUiiT, p) + " · + NgUgiT, p) = ílN iU ¿ T ,p ). t-O (148) Debemos hacer notar que aunque los diversos términos en la expresión (148) son formalmente muy similares, el primero es mucho mayor que los demás, a causa de las desigualdades (145). Mediante un proceso de razonamiento similar, podemos de­ mostrar que, dentro del mismo orden de aproximación, la expre­ sión para el volumen es: V = N M , p) + N M T , p) + ·. . + N M T , p) = t,N M T ,p ). (149) i-0 Debemos obtener ahora la expresión para la entropía de nuestra solución. Con ese objeto consideramos una transforma­ ción infinitesimal reversible durante la cual T y p varíem. en can­ tidades infinitesimales dT y dp, mientras que las cantidades No, Ni, .. .,Ng no varían. La variación de entropía resultante de esta transformación es: ds = ^ = l ( d u + pdr) = ¿ J V ,ííi+ J * . 1 -0 f (150) 1 Dado que dS es una diferencial exacta para todos los valores de las N, el coeficiente de cada N en (150) debe ser una diferencial exacta. Integrando estas diferenciales exactas obtenemos un con­ junto de funciones Sq{T, p), S i{T ,p ), . .., Sg (T, p) tales que: 106 dsiiT, p) = dui + pdvj Integrando ahora (150), obtenemos la expresión para la en­ tropía : 5 = í : NiSiiT, p) + CCiVo, »-0 · ·. , N,). (152) La constante de integración C, que solo es constante con respecto a T y p, depende de las N; esto está indicado explícitamente en (152). Podemos determinar su valor del siguiente modo: Como no hemos puesto restricciones sobre la forma en que varían T y p, la expresión (152) para S sigue siendo válida aun cuando p se haga tan pequeña y T tan grande que toda la solución, incluidos los solutos, se vaporiza. Nuestro sistema será entonces un sistema completamente gaseoso, y para tal sistema sabemos ya que la entropía es igual a la suma de las entropías parciales de los gases componentes (ver par. 23). Pero la entropía de un mol de gas a la presión parcial Pi y cuyo calor molecular es Cp-, está dada por (ver ecuación (8 7 )): Cpi log T — B log Pi + o,· + 22 log R (153) Por lo tanto, para nuestra mezcla de gases tendremos (dado que la presión parcial p¡ de la substancia A¡ es igual a pNj/(No + + . . . + iVp), siendo p la presión total): = É N i (Cpi l o g T - R log p ^ = ¿ NiiCpi lo g T — R log p + Oí + R log •K) Í-O - r Í Ni Ni log i-o iVo - + ' · ■ · + Ng Si comparamos esta expresión con (152), que es también aplicable a la mezcla gaseosa, tenemos: »< = Cpi log T R log p + Ot + fi log R, y C i N o , N i , ‘ ·· , N , ) = - R Í N i l o g ^ · í-o No + · ■ · + Ng . (154) 107 y Pero la constante C (N q, N i , . . ,,Ng) es independiente de T y p. Su valor (154) es válido no solo para la mezcla gaseosa, sino también para la solución original. En consecuencia (152) se convierte en: '! S ° ¿ NM T, i-0 log ■ i-0 ■ No + Ni + Ng (155) Es convenierite simplificar el último término de (155) tenien­ do en cuenta las desigualdades (145). Despreciando los términos de orden mayor que esprimerò en las pequeñas cantidades Ni, N^, . . ., Nff, vemos que : g ,,-4 ^----- ^ = N o l o g No + N i + - - - + N g ATo l o ^ _^Ng No No~^ \ Ni Ni No No = -N i-N ^ Ng\ ■ ■■ No) -------------------- Ng , y que: + (toríSl). Por lo tanto . : S = N oS oiT , p ) + t , N ilsiiT , p) + i-l fí} - f í ¿ JV, l o g í- 1 No En lugar de las funciones s, introducimos ahora las nuevas {unciones: ao{T, j; p) = So{T, p) = S i{T , p ) + R p) = $2{T, p ) + <rÁT, v ) = Sg{T, p) p) + R (156) R. Tenemos entonces: 5 = ¿ d. i=o 108 Ni<n{T, p) - r Í i-l Ni log No (157) (Nótese la diferencia entre los límites de las dos sumatorias.) Aunque las cantidades m,, v», y ctí son, hablando estricta­ mente, funciones de T y p, en general variaciones de la presión producen cambios muy pequeños en dichas cantidades y, por lo tanto, en la práctica Ui, Vi y <tí pueden considerarse como fun­ ciones de T únicamente.^ En la teoría de las soluciones diluidas utilizaremos siempre estas aproximaciones. Por lo tanto, escribiremos (148), (149) y (157) como sigue: U = i NiUiiT) í—O ^ 7 = ¿ NM T) i-O s = t , Ni<T¿T) i-O r Í N í log (158) » -1 Con estas expresiones para U, V y S, podemos escribir de inmediato las fórmulas para la energía libre F y el potencial ter­ modinàmico ^ (ver ecuaciones (111) y (121)). Tenemos: F = ¿ N iM T ) - TaiiT)] + R T Í : N i í-o i- l = ¿ N iM T ) - ^ R T i , N i log ^ , i-O í-l log ^ iV o (1590 iVo donde fi{T) = Ui{T) - TaiiT); (160) 1 Considerar que Vi e s in d ep en d ien te de p equivale a despreciar la pe­ queña com presibilidad de los líquidos. A nálogam ente, u* es casi ind ep en­ d iente de p; en efecto si com prim im os isotérm icam en te u n líquido, sabem os por experiencias que el calor desarrollado es despreciable. El tr a b a jo -e s tam bién despreciable debido a la p equ eñ a variación de volum en. Se deduce entonces, por la prim era ley , q u e la variación de energía e s m uy pequeña. Para dem ostrar que tam bién o", es prácticam en te ind ep en dien te de p, obser­ vam os, c o n 'la ayud a de (1 5 6 ) y (1 5 1 ), que: díTidsi _ l/ dui dp dp íT \9 p 8t>í\ ^/ Dado q u e Ui y Vi son p rácticam en te independientes de p, las derivad as par­ ciales del segundo m iem bro se pueden despreciar. En consecuencia (6<^i/6p) es m u y pequeña y puede considerarse com o dependiente de T únicam ente. 109 4> = ¿ NAuiiT) - Ta¿T) + yvAT)] + R t Ì ì-0 "x; »í = ¿ Ni[U iT) + vvi{T)] + ♦*0 ( 161) ¿ Ni log i-l Ni log ^ N, iVo 26. Presión osmótica t,· hi*: En lo que respecta a las soluciones, definiremos como mem­ brana semipermeable a una membrana permeable al solvente e impermeable a los solutos. En la naturaleza se encuentran con frecuencia membranas semipermeables para soluciones acuosas. Por ejemplo, las. membranas de las células vivas son a menudo semipermeables. Una membrana artificial semipermeable muy conveniente es una delgada capa de ferrocianuro de cobre adhe­ rida al interior de una pared de material poroso. fó‘. ----- C- ilición i Fig. 19 5 ì I Cuando una membrana semipermeable separa una solución del solvente puro, existe en el estado de equilibrio una diferencia de presión entre la solución y el solvente puro. Esto puede ser demostrado mediante un experimento muy sencillo. Colocamos dentro de un recipiente de paredes semipermea­ bles una solución de azúcar en agua. A través de la pared superior del recipiente insertamos un tubo vertical, como se ve en la figura 19, en la cual las paredes semipermeables del recipiente están indicados por líneas de puntos. La altura del menisco en este tubo indica la presión de la solución dentro del recipiente. Sumer­ gimos ahora el recipiente en un baño de agua pura, y observamos que el menisco dentro del tubo se eleva por encima del nivel del agua. Esto indica que parte del agua del baño ha pasado a la solución. Se llega al equilibrio cuando el menisco en el tubo al110 canza una cierta altura h sobre el nivel del baño de agua, lo que pone en evidencia que la presión en la solución es más elevada que la presión en el agua pura. Esta diferencia de presión es la llamada presión osmótica de la solución. Si despreciamos la pe­ queña diferencia entre la densidad del agua y la densidad de la solución, la presión osmótica es igual a la presión que ejerce la columna líquida h, y está dada por el producto: altura, h X densidad X aceleración de la gravedad. La utilización dél resultado general de que el trabajo efec­ tuado por un sistema durante una transformación isotérmica reversible es igual a menos la variación de la energía libre nos permite obtener termodinamicamente la expresión para la presión osmótica. Consideremos el sistema representado en la figura 20. Un recipiente cilindrico está dividido en dos partes por una mem­ brana semipermeable EF paralela a las bases AB y CD del reci­ piente. La parte de la izquierda de éste está llena de una solución compuesta de N q moles de solvente y Ni, Nn, ■ . N¡, moles de va­ rias substancias disueltas. Solvente Solución puro F Fig. 20 La parte de la derecha está completamente llena con N'o moles de solvente puro. Dado que la membrana que separa las dos partes del recipiente es permeable al solvente puro, habrá un flujo de éste a través de la membrana en ambas direcciones. Cuando ambos flujos se igualen el sistema estará en equilibrio y habrá entonces una diferencia de presión entre las dos partes en que está dividido el recipiente. Esta diferencia de presión P es igual a la presión osmótica. Supongamos ahora que la membrana semipermeable es movi­ ble y consideremos una transformación infinitesimal de nuestro sistema, durante la cual la membrana se desplaza una distancia infinitesimal hacia la derecha, de modo que el volumen sobre la izquierda aumenta en la cantidad dV, mientras que sobre la dere111 i i r cha disminuye en igual cantidad. Como la presión ejercida por la solución sobre la cara izquierda de la membrana supera en una cantidad P a la ejercida por el solvente puro sobre la cara derecha, el trabajo que efectúa el sistema es PdV. Durante el desplazamiento de la membrana una cierta canti­ dad (dNo moles) del solvente fluye desde la derecha del recipiente hacia la solución en la izquierda, diluyendo así la solución. Los volúmenes V y V' de la solución y el solvente puro, respectiva­ mente, previos a la transformación, de acuerdo con la segunda de las ecuaciones (158), son: V — NoVo + N\Vl + · · · + NgVg V' = N'oVü. ( 162) Si aumenta en la cantidad dN^, tendremos por la primera ecuación 2 . dV = vodNo; y el trabajo que efectúa el sistema es, por lo tanto: (163) PvodNo. La energía libre de la solución está dada por (159), y es igual a : iVo/o + i V i /i + ·· · + Ngfg + Rt ( ni \ o g ^ ^ + . . . + N g lo g La energía libre del solvente puro se obtiene a partir de esta fór­ mula reemplazando N q por N' qy poniendo N i = N ‘<= . . . = iV^ = 0. Esto nos da: N'ofo. La energía libre total de nuestro sistema es igual a la suma de estas dos: F = (No + N'o)fo + N i f i + f I i % t + N Jg + R T Z N ilo g ^ \ i-l -/Vo Puesto que y N'^ varían en dN^ y — dNo, respectivamente, como resultado de la transformación, la variación de F está dada por: Dado que N'« dism in uye en la cantidad d N n , ten em os d V ’ — — Vo dN de m odo que el volum en total perm anece invariable. 112 ” ^ { ¿ N Ì fd N , - U N , JVo i-l = — I\0 J d N o Z N i. 1=1 Esta cantidad cambiada de signo debe ser igual al trabajo (163), debido a que la transformación es reversible. Así es que: PvodNo = ^d N o Z N i, I\o i-l O PvoNo = R t Í N i-=l í . (164) Vg, que es el volumen que ocupan moles de solvente puro, difiere muy pòco del volumen V de la solución diluida (ver (145) y la primera de las ecuaciones (162) ) ; Despreciando esta pequeña diferencia ^ y reemplazando por V en (164) se obtiene: PV = RT i i-l Ni^ tj P = ^ ( N , + N 2 + ---+ N ,). (165) (1G6) Esta expresión de la presión osmótica de una solución se ase­ meja mucho a la ecuación de estado de un gas. La ecuación (166) puede enunciarse así: La presión osmótica de una solución diluida es igual a la presión que ejerce un gas ideal que se encuentra a igual tempera­ tura y ocupa el mismo volumen que la solución y contiene un número de moles igual al número de moles de los solutos disueltos en la solución. 3 E s e v id en te que esta aproxim ación consiste en no tom ar en cuenta los térm in os que con tien en los cuadrados de las concentraciones de los solutos, y e s por lo tan to com patible con todas las aproxim aciones y a efectuad as en la teoría de las soluciones diluidas. 113 Este simple resultado termodinàmico puede ser fácilmente in­ terpretado desde el punto de vista de la teoría cinética. Consi­ deremos un recipiente dividido en dos partes por una membrana semipermeable y que contiene solvente puro en cada una de ellas. Puesto que el solvente puro puede pasar libremente a través de la membrana semipermeable, la presión sobre ambos lados de la mem­ brana será la misma. Disolvamos ahora una substancia en una sola de las partes en que se halla dividido el recipiente. La presión sobre la cara de la membrana en contacto con la solución aumen­ tará debido a los impactos de las moléculas de la substancia disuel­ ta, que no pueden pasar a través de la membrana y se mueven con una velocidad que depende de T. Cuanto mayor sea el número de moléculas disueltas y la temperatura, mayor será el número de impactos por unidad de tiempo que reciba la cara de la membrana que enfrenta a la solución y, por lo tanto, mayor la presión osmótica. Podemos demostrar, partiendo de la teoría cinética, que las velocidades de las moléculas de las substancias disueltas no son afectadas por las moléculas presentes en la solución, sino que son iguales a las velocidades que tendrían si se encontraran en estado gaseoso. Es por eso que, tanto el número como la intensidad de los impactos de las moléculas de las substancias disueltas contra la membrana son iguales ál número e intensidad de los impactos que se esperan para un gas. Las presiones que se ejercen en ambos casos son por lo tanto iguales. Para calcular la presión osmótica con la ayuda de (166) es necesario conocer el número total de moles de las substancias disüeltas en la solución. Si no se produce en los solutos ningún cambio químico como resultado de su permanencia en la solución, podemos calcularla de inmediato conociendo los pesos moleculares de los solutos y el porcentaje en peso de estas substancias pre­ sentes en la solución. Por ejemplo, una solución nonnal, es decir, una solución que contiene 1 mol de soluto por litro de agua, tiene, a 15° C, una presión osmótica: '·! _ R X 288,1 „ ^ ^ , dinas _ Pnormai = —-------------- 2,4 X 10^--- 23,7 atm. 1.000 cm^ En muchos casos, sin embargo, cuando una substancia se di­ suelve se produce una transformación química, de manera que el número de moles de la sustancia en la solución no es necesaria­ mente igual al número de moles de la substancia antes de ser di­ suelta. El ejemplo más importante en este caso es el de un electro­ lito disuelto en agua. Cuando se disuelve, por ejemplo, ClNa en 114 agua, casi todas las moléculas se disocian en iones de Na^ y Cl“. El número de moléculas que se encuentra en la solución es entonces el doble del número que podría esperarse si no hubiera disociación. AAgimos electrolitos se disocian, por supuesto, en más de dos iones. Para los electrolitos fuertes la disociación es prácticamente com­ pleta aun cuando la solución no sea muy diluida. En el caso de electrolitos débiles, por otra parte, se establece el equilibrio quí­ mico entre la disociación del electrolito en iones y la recombina­ ción de esos iones. La disociación en este caso es, por lo tanto, incompleta. 27. Equilibrio químico de las soluciones Hemos visto ya que la ley de acción de masas (136) se aplica a reacciones químicas que tienen lugar en sistemas en fase gaseosa. Deduciremos ahora una ley correspondiente para las reacciones químicas que se producen en soluciones. Supongamos que Aq representa una molécula del solvente y Al , Ar y Bi, . . Bs representan las moléculas de los solutos. Supongamos también que entre dichas substancias puede tener lu­ gar una reacción química definida por la ecuación: UoA q + UiAi + · · · + TlrAr ^ VliBi + ■ · ' + ITl, B, (167) Si 7io=^0, el solvente también participa de la reacción, mientras que si ?io = O son solo los solutos los que reaccionan entre sí. Como lo hemos hecho en el parágrafo 23, impondremos la condición de que, cuando se alcance el equilibrio, la energía libre deberá ser un mínimo.^ La energía libre de una solución será, conforme a (159) : F = foNo + £ f i N i + £ f ' N ' ;=1 + R T { J : Ni log ti-l + É N- log A'o ;-l No) (168) en la que fi y f'j son las funciones de T para las substancias disuel­ tas Ai y Bj, que corresponden a las funciones fi, . ■ fg que apa­ recen en la ecuación (159), y N q, N í , y Nj son los números de moles del solvente y las substancias disueltas Ai y Bj, respectivamente. ^ Dado que las variacion es de volu m en de una solución son siempre m uy pequeñas, e s in d istin to considerar la condición de equilibrio a presión con stan te o a volu m en constante. 115 Al igual que en el parágrafo 23, consideramos ahora una reac­ ción isotérmica infinitesimal del tipo (167) como resultado de la cual, No, Nu .. .,N r y N \ , . . . N's varían en: 11 ni! >' ' ' , —e/lo, —eni, · · · , — Iti\ , respectivamente, donde e es una constante infinitesimal de pro­ porcionalidad. Siendo F un mínimo en el estado de equilibrio, su variación para el sistema en equilibrio debe ser nula. Tenemos entonces: V* dF dF Dividiendo por e y calculando las derivadas con la ayuda de la ecuación (168) (las f son funciones de T únicamente y por lo tanto no varían durante una transformación isotérmica), encon­ tramos que, despreciando todos los términos proporcionales a las pequeñas cantidades Ni/No N'j/No: O = -no/o - É r i i U + R T + R T log log \NoJ \NoJ ' ' ’ \ N o / ( N [ Y ( N ',Y (n :y \N oJ \ n J ' ' ' \N o J Z _ ;·-! + fíT ) - É n.(/,· + R T) - n^fo _____ ______ f-i__________________ RT El segundo miembro de esta ecuación es solo función de T. Si lo igualamos a log K ( T ) , siendo K una función conveniente de la temperatura, obtenemos finalmente : (169) 116 Ésta ecuación es la e:'presión de la ley de acción de masas para el equilibrio químico de las soluciones. El tratamiento de (169) para el caso en que el solvente no in­ terviene en la reacción (es decir, cuando = O en [167] ) es el mis­ mo que para la ley de acción de masas en los gases (ver par. 24). En particular, resulta de la ecuación (169) que si diluimos la solución, el equilibrio se desplaza en la dirección en que aumenta la disociación. Por supuesto que en este caso no tenemos un medio simple para determinar la forma de K ( T ) , como lo hicimos en el de los gases. Sabemos únicamente que K{T) es función de la temperatura. Como un ejemplo particularmente importante para el caso en que el solvente intervenga en la reacción química, consideremos la reacción : H^O = + OH-, (170) o sea la disociación del agua en los iones hidrógeno y oxhidrilo (hidrólisis del agua). Sean [H^] y [0H~] las concentraciones de los iones hidrógeno y oxhidrilo (número de moles por cm·'*)· To­ mando un centímetro cúbico de agua tenemos: iVo = — . En con18 secuencia, las relaciones entre el número de moles de [H*·] y [OH"] y el de moles de agua son, respectivamente, 18[H·^] y 18[0H ']. Aplicando la ecuación ,(169) a la reacción (170), vemos que ‘ 3 = K (T), 18=[H+]10H-J IH+lIOH'i = = X '(T ), (171) donde K'{T) es una nueva función de la temperatura solamente'. Podemos comprobar, mediante esta ecuación, que el producto de las concentraciones de los iones hidrógeno y oxhidrilo en agua es una constante cuando la temperatura es constante.® A tempe® De acuerdo con la ley de acción de m asas aplicada a la reacción (171), podría esperarse que la relación [H *] [ 0 H “] / [ H - 0 ] fuese una función de T solam ente. Sin embargo, dado que el denom inador es prácticam ente cons­ tante, el num erador debo ser tam bién una función de T solam ente, de acuerdo con la ecu ación (1 7 1 ). V em os en ton ces que (1 7 1 ) es esen cialm en te equiva­ len te a la ley de acción de m asas en su forma usual. 117 ratura ambiente, este producto es aproximadamente igual a 10 cuando las concentraciones se expresan en moles por litro, o sea: [H+][OH~] = 10-^ f*·· d'72) En agua pura, las concentraciones de y OH" son iguales, de modo que en este caso se tiene, por (172) : [H·^] = [O H I = 10-^ Si agregamos al agua un poco de ácido, se produce un aumento de [H*], y, como el producto (172) debe mantenerse constante, hay una correspondiente disminución de [O H ']. Ocurre lo contrario si agregamos una base. Frecuentemente se indica la acidez de una solución acuosa por medio del símbolo; pH = - L o g [H+], (173) (El símbolo Log representa al logaritmo en base 10; [H*^] se ex­ presa como antes en moles por litro.) Así, pH = 7 indica una reacción neutra; pH < 7 significa acidez y pH > 7 equivale a una reacción básica. La exposición que antecede, referente al equilibrio químico en las soluciones, es incompleta, ya que no se han tenido en cuenta las fuerzas electrostáticas entre iones. Debye y Hückel han demostrado que tales fuerzas son a menudo de gran importancia y pueden afectar considerablemente la reacción química. El tratamiento de este tema está, sin embargo, fuera de los alcances de este libro. 28. La distribución de un soluto entre dos fases Sean A y B dos líquidos no miscibles (como, por ejemplo, agua y éter etílico) en contacto. Sea C una tercera substancia, soluble tanto en A como en B. Si disolvemos una cierta cantidad de C en el líquido A, la substancia C se difunde a través de la super­ ficie de separación de ^4 y B y, después de un corto intervalo, C estará en solución en ambos líquidos. La concentración de C en el líquido B continuará aumentando y la de C en ^4 disminuirá hasta que se alcance el equilibrio entre ambas soluciones. Sean N a y N¡, los números de moles de los dos solventes A y B, y sean N\ y N \ los números de moles del soluto C disuelto en A y B, respectivamente. El potencial termodinàmico, <5, de nuestro sis^ tema será la suma de los potenciales de las dos soluciones. I 118 En primer lugar, tenemos una solución de Ni moles de C disueltos en N a moles del líquido A. El potencial termodinàmico a presión constante de esta solución es, de acuerdo con (161) : = N a Í/ aÍT) + W a ÍT)] + Ni[MT) + pvi{T)\ + B ™ ,lo g ^ , (H 4 ) donde /a, Va y Vi corresponden a /o, fu Vq y Vi de la fórmula general (161). En segundo lugar, tenemos una solución que contiene N b moles del solvente B y N \ moles del soluto C. Su potencial termodinàmico está dado por : » . - N , í f , c n + fv,(T)] + n ' , { A t ) + p v ' m i + fin v :io g ^ , (175) donde las cantidades Í b, f \ , Vb y v'i corresponden a /o, fu Vq y Vi de (161). _ El potencial termodinàmico í> del sistema completo es: . (176) Para una temperatura y presión dadas la condición de equilibrio es que $ sea un mínimo. Consideremos una transformación infinitesimal de nuestro sis­ tema como resultado de la cual una cantidad dNi de C pasa del líquido B al líquido A. Ni y N \ variarán en las cantidades dNi y — dNu respectivamente, y la variación de $ estará dada por: Para que ^ sea un mínimo, esta expresión debe anularse. Dividiendo por dN obtenemos la ecuación: dNi a<í> dNi (177) Utilizando las (176), (175) y (174), tenemos la condición de equilibrio: 119 , ?¡I’ r j M T ) + pv,(T) + R T log ii + RT 7\r' = A ( T ) + pv¡(T) + R T log ^ ^ + RT, ] ì ATi TT /t'(r)-/¡(T)+p[v,'(T)-T,(r)¡ ^ , Sr = K{T, v), (178) Nb donde la función K {T, p) depende solo de la temperatura y la pre­ sión y no de las concentraciones. La ecuación (178) expresa la siguiente ley: Cuando dos soluciones diluidas del mismo soluto en dos sol­ ventes inmiscibles y diferentes están en contacto y en equilibrio, la relación de las concentraciones de las dos soluciones a una temperatura y presión dadas es constante. I .* ^ •j ,! ; Análogo al que ac,abamos de tratar es el problema siguiente: Una solución de un gas disuelto en un líquido está en contacto con el gas mismo. Encontrar la relación entre la presión del gas y la concentración de la solución para la cual el sistema se halla en equilibrio a una temperatura dada. Sean No y el número de moles del solvente líquido y del' soluto gaseoso en la solución, respectivamente, y sea N \ el número de moles de gas en la fase gaseosa. Como las variaciones de volu­ men de la solución son prácticamente despreciables, comparadas con las variaciones de volumen de la fase gaseosa, podemos no tomar en cuenta el término pV en la expresión para el potencial termodinàmico de la solución e identificar este potencial con la energía libre de la solución. De acuerdo con (159), esto es: i N ,f,{T) + N ih iT ) + R T N i log ^ . ? 1 (179) El potencial termodinàmico de la fase gaseosa se obtiene ds la ecuación (125) multiplicándola por el número de moles 2V'i del gas : N [[C j,T-\-W ~ T {C p lo g T - R l o g p + a + R l o g R ) ] . (180) ./ mico 120 Sumando (179) y (180) obtenemos el potencial termodinà­ del sistema total. Al igual que en el problema precedente obtenemos la ecuación. (177) como condición de equilibrio. Substi­ tuyendo las expresiones explícitas de las derivadas en (177), nos da como condición de equilibrio la siguiente ecuación: SÁT) + R T log ^ + R T = C; T ^ O W — T(Cp log T - Rlog p + a + R log R); Si dividimos por RT y pasamos de logaritmos a números, obte­ nemos : I C p T ^ W - T ( C p log r + o + g l o g f i ) - / i ( D - g r ____ — HT pNo = K{T), donde K {T ) es una función de la temperatura únicamente. La ecuación (181) expresa la siguiente ley: La concentración de una solución de un gas disuelto en un líquido a una temperatura dada es proporcional a la presión del gas por encima de la solución. Se puede demostrar de manera análoga que si hay una mezcla de varios gases por encima de un líquido, la concentración de cada gas en solución es proporcional a su presión parcial en la mezcla por encima del líquido. La constante de proporcionalidad en cada caso depende de la temperatura y también de la naturaleza del sol­ vente y del gas particular considerado. 29. La presión de vapor, el punto de ebullición y el punto de congelación de una solución La presión de vapor, el punto de ebullición y el punto de, congelación de una solución no son los mismos que los del solvente puro. Desde un punto de vista práctico, este hecho es muy impor­ tante, porque, como demostraremos en este parágrafo, las varia­ ciones de los puntos de ebullición y congelación, al menos en las soluciones diluidas, son proporcionales a las concentraciones mo­ leculares de los solutos. La observación de estas variaciones apor­ ta, por lo tanto, un método muy conveniente para la determinación de las concentraciones moleculares de la solución. Haremos la suposición de que los solutos son no volátiles. En ese caso, el vapor de la solución contendrá solamente solvente 121 puro vaporizado. Además supondremos que, cuando la solución se congela, se separa solo el solvente puro solidificado, dejando todo el soluto todavía en solución. Mediante consideraciones muy simples podemos demostrar ahora que la presión de vapor para una solución a una tempera­ tura dada es menor que la del solvente puro a la misma tempe­ ratura. Con este objeto consideremos el aparato de la figura 21. Consiste en un tubo rectangular en el cual el solvente puro y la solución están separados entre sí en la parte inferior por una membrana semipermeable en B. Los niveles A y C del solvente puro y la solución, respectivamente, no se hallan a la misma al­ tura debido a la presión osmótica. El nivel C de la solución será más elevado. Como la substancia disuelta es no volátil, la región en el tubo por encima de .A y C estará llena de vapor del solvente puro solamente. ' En primer lugar esperamos que se establezca el equilibrio; la presión de vapor en el entorno del menisco A será entonces la del vapor saturado en equilibrio con la fase líquida y la presión Vapor de solvente ■z> Solvente B Solución Fig. 21 de vapor en C será la del vapor saturado en equilibrio con una solución. Es evidente que las presiones en >1 y C no son iguales, ya que A y C están a diferentes alturas en el vapor. Como la al­ tura de C es mayor que la de A, la presión de vapor en C es menor que en A·, es decir, que la presión de vapor por encima de la solución es menor que la presión de vapor por encima del solvente puro. Para calcular esta diferencia de presión, ^p, cuantitativa­ mente, observemos que es igual a la presión que ejerce una co­ lumna de vapor de altura h. Si p' es la densidad del vapor y g la aceleración de la gravedad, tenemos: Ap = phg. 122 Por otra parte, la presión que ejerce la columna líquida CD es igual a la presión osmótica P de la solución. Si p es la densidad del solvente puro, tendremos para la presión osmótica (despre­ ciando la diferencia entre la densidad de la solución y la del sol­ vente puro y también la densidad del vapor comparada con la del líquido): P = phg. Dividiendo la primera ecuación por la segunda, obtenemos; ^ p ^ p' p' o también Ap = pP- = P - ] , P t'o donde Vq y v ’q son los volúmenes que ocupa un mol de solvente puro en la fase líquida y en la fase de vapor, respectivamente (es decir, que Vo y v 'q son inversamente proporcionales a p y p', respec­ tivamente). Reemplazando la presión osmótica P por la expresión (165), y suponiendo, para simplificar, que hay solo un soluto presente en la solución, tendremos: ( 182) ¿ Vq N ü que es la expresión para la diferencia entre la presión de vapor de la solución y la del solvente puro. El hecho de que la presión de vapor de una solución sea menor que la del solvente puro está relacionado con el de que el punto de ebullición de una solución es mayor que el del solvente puro. La razón de esto es que el punto de ebullición es la tem­ peratura para la cual la presión de vapor es de una atmósfera. Clonsideremos un solvente puro en el punto de ebullición; su pre­ sión de vapor es igual a una atmósfera. Si ahora disolvemos alguna substancia en este solvente, manteniendo constante la tem­ peratura, la presión de vapor caerá por debajo de una atmófera. Por consiguiente, para llevar nuevamente la presión a su valor original de una atmósfera, debemos elevar la temperatura de la solución. Con la ayuda de la ecuación (182) y la ecuación de Clapeyron podríamos obtener fácilmente una expresión para la variación del punto de ebullición de una solución. Pero nosotros calcularemos la disminución de la presión de vapor y el aumento 123 I en el punto de ebullición de una solución mediante un mètodo directo. Consideremos una solución diluida compuesta por N o moles de solvente y Ni moles de un soluto en equilibrio con el vapor del solvente puro. Sea N ’o el nùmero de moles del solvente con­ tenidos en la fase vapor. Por (148), (149), (155) y (121), ob­ tenemos para el potencirl termodinàmico de la solución: *í>aoi = No(po{T, p) + Ni<pi{T, p) + R TN i log —-, donde <Po{T, p) == rio — Tao + pz'o, and — T(Ti + pvi. Sea 9'() {T, p) el potencial termodinàmico de un mol de vapor del solvente. El potencial termodinàmico de los N'o moles de la fase vapor será entonces; ^vap — N q(Po{T, p) ¡ y el potencial termodinàmico del sistema total es; ^ = ^«, 1 + «ivap = No<PoiT, p) + Ni<pi{T, p) + RTN i log ^ iVo + iC ‘ N W oÌ T , p ). (183) La condición de equilibrio es que a temperatura y presión constantes ‘I’ sea un mínimo. Por lo tanto deberá ser d·*· = O para una transformación infinitesimal isotérmica e isobàrica. Si dNo moles de solvente son transferidos de la fase vapor a la solución como resultado de dicha transformación (es decir, si No y N'o varían en dNo y — dNo, respectivamente), entonces deberá ser: it i dNo dNo a<i> lí dNo dNo Reemplazando en esta ecuación las derivadas por sus ex­ presiones explícitas, como han sido calculadas de (183), obtene­ mos: 124 v>o(r, p ) - R T ^ ^ = <po{T,v), ( 184) <PÁT, v) - <Po{T, v) = R T Esta ecuación expresa la relación que existe entre la temperatura y la presión de vapor de nuestra solución. Sea Po la presión del vapor saturado del solvente puro a la temperatura T. T y po satisfarán la ecuación (184) si hacemos Ni = 0 en dicha ecuación, ya que en ese caso no habrá ningún soluto presente. Así es que: M T , Po) - <pUT, P o) = 0. (185) Cuando se disuelven en el solvente Nj, moles del soluto, la presión p del vapor se convierte en p = Po + Ap, donde es una cantidad pequeña. Desarrollando el primer miem­ bro de (184) en potencias de ^p hasta los términos de primer orden, tenemos que: RT JVo = m(.T, p.) - vUT, p.) + Ap [ dpo dpo ) Como <Po es el potencial termodinàmico de un mol de solvente puro, obtenemos de (123) : d<po{T, Po) _ ------ ---------- — Vq , dpo siendo Vo el volumen de un mol de solvente y, análogamente, d(Po{T, Po) _ / dpo 125 r donde v'o es el volumen de un mol de vapor del solvente puro. Substituyendo estas expresiones en (186), tenemos: Ap = - ,« (18T) Vo — Vo N o Como el volumen, v’o de un mol de vapor es mayor que el volumen Vo de un mol de solvente líquido, es negativo; esto significa que la presión de vapor de la solución es más baja que la del solvente puro. Si Vq es despreciable en comparación con v'o, como supusimos al obtener la ecuación (182), la ecuación (187) será idéntica a la (182). (El signo menos significa que la presión de vapor de la solución es menor que la del solvente puro.) Hemos deducido la expresión para el descenso de la presión de vapor a partir de (184). Con ayuda de la misma ecuación y por un método análogo al utilizado, podemos calcular también el cambio en el punto de ebullición de una solución. Consideremos una solución cuya temperatura es tal que la presión p de su vapor es igual a una atmósfera. Sea To el punto de ebullición del solvente puro y T = To ^T el de la solución. Dado que la presión de vapor en el punto de ebullición es igual a la presión atmosférica, p, se deduce que la presión de vapor del solvente puro a la temperatura To es igual a p. Como = O para el solvente puro, utilizando la (184) tenemos que: M , p ) - <pó(To,p) = 0. (188) Aplicando (184) a la solución, obtenemos: 1.; ^o(To + P) ~ Vo(To + AT, p) — R T Desarrollando el primer miembro de la precedente ecuación en potencias de AT, sin tener en cuenta los términos de orden superior al primero, obtenemos, por medio de (188), la siguiente ecuación: /3^o(!To, p) d(p'o{To,p)\ _ 7J7T Ni ----------- •F .· ( ·· 11 De (124) tenemos: d<po{TQ,p)'_ dTo 126 d < p' o ( To , p ) _ dTo r donde ao y a'o son las entropías de un mol de solvente en las fases líquido y vapor, respectivamente. De las dos ecuaciones que an­ teceden, obtenemos ahora: ATlaó - ao} = R T o ~ \ (139) iVo Sea A el calor de vaporización de un mol de solvente. Si se vaporiza un mol de solvente a la temperatura de ebullición, T q, la cantidad de calor absorbida es igual a A, y — es la variación To de la entropía. Por lo tanto, / A ao — ao — -ffr· ■í o Substituyendo ésta en la ecuación (189), obtenemos: AT.= ^ ^ \ A (190) No Ésta es la expresión de la diferencia entre el punto de ebu­ llición de la solución y el del solvente puro. Como AT > O, el punto de ebullición de la solución es más elevado que el del sol­ vente puro. Vemos también, por la ecuación, que la variación del punto de ebullición es proporcional a la concentración mo­ lecular de la solución. Para dar un ejemplo, aplicaremos la ecuación que antecede a una solución normal de una substancia en agua. Para una so­ lución de ese tipo se tiene: Ni = 1 ; No = -------- ; 18 R — 1,986 calorías; = 540 'X 18 calorías ; To = 373,1°. (En la ecuación [190] tanto R como A pueden expresarse en ca­ lorías, ya que, como es obvio, su relación carece de dimensiones.) Substituyendo estos valores en la ecuación (190) obtenemos: AT = 0,51 grados Podemos utilizar esta misma fórmula (190) para calcular có­ mo varía el punto de congelación de una solución. La única dife­ rencia consiste en que, en lugar de tener una fase vapor, tenemos una fase sólida. En este caso A representa el calor absorbido por 127 referencia O .introducido en el parágrafo 12; esto nos permitirá establecer la entropía del estado de referencia igual a cero. La entropía de cualquier estado A del sistema queda ahora definida, incluyendo la constante aditiva, por medio de la integral: S(A) l'-O T ’ (192) donde la integral se toma a lo largo de una transformación re­ versible desde un estado cualquiera a T = O (límite inferior) hasta el estado A. En este libro tomaremos el teorema de Nemst como un pos­ tulado. Algunas palabras con respecto a su base teórica servirán, sin embargo, para demostrar su plausibilidad. Hemos visto que el estado termodinàmico de un sistema no es un estado rigurosamente definido del sistema, ya que corres­ ponde a un gran número de estados dinámicos. Esta consideración condujo a la relación de Boitzmann (75) : S = A: log ir, donde tt representa la probabilidad del estado. Rigurosamenté ha­ blando, 7T no es la probabilidad del estado, sino, en realidad, el número de estados dinámicos que corresponden al estado termodinámico dado. Esto aparece, en principio, como causa de una seria dificultad, ya que a un estado termodinàmico le correspon­ den un número infinito de estados dinámicos. Esta dificultad se salva en la mecánica estadística clásica mediante el siguiente ar­ tificio; Los estados dinámicos de un sistema forman un arreglo de 00 elementos, donde f es el número de grados de libertad del sistema; cada estado puede, por lo tanto, representarse por un punto en un espacio 2/-dimensional, que es el llamado espacio de las fases del sistema. En lugar de una representación exacta del estado dinámico, que podría lograrse señalando la posición precisa del punto que representa a dicho estado en el espacio de las fases, se introduce la siguiente representación aproximada. Se divide el espacio de las fases en un número de celdas muy pequeñas que tienen todas el mismo hiper-volumen t. El estado queda entonces caracterizado especificando a qué celda pertenece el punto que representa a dicho estado. De esta manera, los esta­ dos cuyos puntos representativos se hallan en una misma celda no son considerados como estados diferentes. Esta representación del estado de un sistema seria evidentemente exacta si las celdas fuesen infinitesimales. La representación celular de los estados dinámicos de un sis­ tema introduce, en el concepto del estado de un sistema, una discontinuidad que nos permite calcular tt mediante los métodos del análisis combinatorio, y por lo tanto, con ayuda de la relación de Boltzmann, dar una definición estadística de la entropía. De­ bemos advertir, sin embargo, que el valor de tt, y por consiguiente el valor de la entropía, depende de la elección arbitraria del ta­ maño de las celdas. Si hacemos tender a cero el volumen de la celda, vemos que tanto S como tt se hacen infinitos. Podemos demostrar, sin embargo, que si t varía, tt se altera en un factor; pero de la relación de Boltzmann se deduce que un factor inde­ terminado en TT hace aparecer una constante aditiva indetermi­ nada en S. Vemos, a través de las consideraciones que anteceden, que la mecánica estadística clásica no puede conducir a la deter­ minación de la constante de entropía. La arbitrariedad asociada con tt, y por lo ^ ^ to con la en­ tropía, puede ser suprimida en el tratamiento clásico mediante la aplicación de los principios de la teoría cuántica. Esto se debe a que la teoría cuántica introduce muy naturalmente una discon­ tinuidad en la definición del estado dinámico de un sistema (los estados cuánticos discretos) sin tener que hacer uso de la arbitra­ ria división del espacio de las fases en celdas. Podemos demostrar que esta discontinuidad es equivalente, para fines estadísticos, a la división del espacio de las fases en celdas que tienen un hipervolumen igual a W, en donde h es la constante de Planck ( h = ‘ 6,55 iX cm- g seg-^) y / es el número de grados de li­ bertad del sistema. Podemos tener en cuenta aquí, sin entrar en detalles, que sobrepasan los alcances de este libro, que en una teoría estadística basada en forma consistente en la teoría cuántica toda indeterminación en la definición de ir, y, por consiguiente, en la definición de entropía, desaparece. De acuerdo con la relación de Boltzmann, el valor de tt que corresponde a 5 = 0 es ir = 1. Interpretado estadísticamente, el teorema de Nernst afirma que al estado termodinàmico de un sistema en el cero absoluto, le corresponde solamente u n estado dinámico, a saber, el estado de mínima energía compatible con la estructura cristalina dada o el estado de agregg¡ción del sistema. Las únicas circunstancias en las cuales el teorema de Nernst puede estar equivocado son aquéllas en que existen muchos esta­ dos dinámicos de mínima energía. Pero, aun en este caso, el número de tales estados debe ser enormemente grande ^ para que ^ Del orden de e^, donde N es el núm ero de m oléculas presentes en el sistem a. 131 la desviación del teorema sea apreciabU-. Aunque teóricamente no es imposible concebir este tipo de sistema, es extremadamente difí­ cil que tales sistemas existan realmente en la naturaleza. Podemos suponer entonces que el teorema de Nernst es generalmente válido. Vamos a estudiar ahora algunas de las consecuencias de dicho teorema. 31. El teorema de Nemst aplicado a sólidos Consideremos un cuerpo sólido calentado (a presión cons­ tante, por ejemplo) hasta que su temperatura se eleve desde el cero absoluto hasta un cierto valor T. Sea C(T) su capacidad térmica (a presión constante) cuando su temperatura es T. En ese caso, si su temperatura varía en un dT, el cuerpo absorberá una cantidad de calor dQ == C{T)dT. La entropía del cuerpo a la temperatura T estará por lo tanto dada (ver ecuación [192]) por: S dT. (193) De la ecuación (193) obtenemos la primera consecuencia del teorema de Nernst: observamos que si la capacidad térmica, C(0), en el cero absoluto fuese distinta de cero, la integral (193) sería diferente en el límite inferior. Debemos tener entonces: C(0) = 0. (194) Este resultado concuerda con las experiencias sobre los calores es­ pecíficos de los sólidos. Nos limitaremos aquí, para simplificar, a la consideración de elementos químicos sólidos, y efectuaremos los cálculos para un átomo gramo del elemento. La figura 22 es una representación Fig. 22 132 gráfica de la forma generai en que los calores atómicos de los sólidos dependen de la temperatura, como ha sido comprobado em­ píricamente. Podemos ver en la figura que el calor atómico real­ mente se anula en el cero absoluto. A temperaturas más elevadas, C{T) se aproxima a un valor límite que es aproximadamente el mismo para todos los sólidos y que se halla muy próximo al valor 3ñ. Como este valor límite se alcanza prácticamente a tempera tura ambiente, este resultado es una expresión de la conocida ley de Dulong y Petit, cuyo enunciado es el siguiente: A la temperatura ambiente, todos los elementos sólidos tiemen el mismo calor atómico, que es igual a 3R (es decir, que el pro­ ducto, calor específico po-r peso atómico es el wÁsmo para todos los sólidos y es igual a 3R). Debye dedujo, basándose en la teoría cuántica, una fórmula teórica para los calores específicos de los elementos sólidos, que está muy de acuerdo con los resultados experimentales. La ex­ presión de Debye puede escribirse así: C(T) = Í195) donde s es una constante característica de las substancias, que tiene las dimensiones de una temperatura; es la llamada tempe­ ratura de Debye. D representa la siguiente función: 1 o D(í) = 12í· Jo í ' 4 ^ - - ¡T i^ · e* — 1 —1 <19«) Dado que D(é) se aproxima al límite 1 para valores grandes de 4', de (195) surge que el calor atómico para altas temperaturas tiende al límite 3ñ tal como lo requiere la ley de Dulong y Petit. Para valores pequeños de ¿ podemos reemplazar el límite su­ perior de la integral en (196) por infinito, y despreciar el segundo término en esa expresión, ya que dicho término se transforma en un infinitésimo de orden muy elevado para valores infinitesima­ les de Por lo tanto, para | O obtenemos: D (0 -> 12^ Jo r 4 ^— 1 = ^5 í'· 133 r;'· De esta expresión asintótica para D (¿) obtenemos la si­ guiente expresión para el calor atómico en el límite de las bajas temperaturas : A (198) C(T) «... Í' ■ Aquí vemos que a bajas temperaturas el calor atómico es propor­ cional al cubo de la temperatura. Esta consecuencia de la teoría de Debye concuerda con los resultados experimentales. Haciendo uso de la fórmula de Debye podemos calcular la entropía de un átomo gramo de nuestra substancia substituyendo (195) en (193). Vemos así que: = 3« f S= « f ) f . (199) Reemplazando en (199) D($) por su expresión explícita, com­ probamos que: ^ II· = 3i21ogr + 4 i2 - 3 i2 1 o g e + · · · , í200) 2 Se utilizan las sigu ien tes fórm ulas integrales: o, intercambiando el orden de integración en la inteíjral doble e introduciendo e/t como nueva variable en la segunda integral, tenemos: /*“ df 3^dx f ‘" » /'°° dx /"* ■, f <a Jo « ^ Para valores grandes d» w, ob ten em os la sigu ien te expresión asin tótica: H· /■ ‘iii f, L· 134 dx Esta última fórmula es válida para T » O, o sea dentro de la región de temperaturas para las cuales se cumple la ley de Dulong y Petit. Veremos ahora, teniendo en cuenta el teorema de Nemst, la transformación del estado cristalino de un sólido en otro. Como ejemplo tomaremos la transformación del estaño gris en blanco. El estaño gris es estable a bajas temperaturas, mientras que el blanco lo es a altas temperaturas. La temperatura de transición, To, es igual a 19° C ó 292" K. La transformación del estaño de una de estas formas alotró­ picas a la otra es análoga en muchos aspectos a la fusión de un sólido. Por ejemplo, el estaño absorbe una cantidad de calor al pasar de su forma gris a la blanca. Este calor de transformación, Q, es igual a 535 calorías por átomo gramo a la temperatura de transición. Aunque la forma estable del estaño gris se halla por debajo de la temperatura de transición, el estaño blanco puede existir en forma lábil hasta las temperaturas más bajas. Por lo tanto, es po­ sible medir los calores específicos del estaño gris como del blanco a lo largo de la región que comprende desde las temperaturas más bajas hasta la temperatura de transición. Los calores atómicos de ambas formas son distintos; el calor atómico del estaño gris a una temperatura dada es menor que el del blanco a la misma tempe­ ratura. La transformación del estaño blemco en gris a t^peraturas por debajo de la temperatura de transición no es reversible. (Como la forma gris es estable por debajo de la temperatura de transi­ ción, una transformación espontánea puede ocurrir solamente de la forma blanca a la gris.) A la temperatura de transición, sin em­ bargo, aqutella transformación es reversible. Si Si (To) y 5o (T q) son las entropías a la temperatura de transición de un átomo gramo de estaño gris y blanco, respecti­ vamente, aplicando (69) a la transformación isotérmica reversi­ ble del estaño gris en blanco se obtiene: blan co s m - S¿To) = í . y gris P Jo = io Í201) . Indicando los calores atómicos del estaño gris y blanco por Ci (T) y CaíT), respectivamente, y haciendo uso de la ecuación (193), podremos expresar Si (Tq) y S^ (Tq) de la siguiente forma: Si(To) = S,(To) = (202) De este modo obtenemos de (201) la ecuación: 135 Q= L· (203) la cual expresa el calor de transformación, Q, del proceso en tér­ minos de la temperatura de transición T y de los calores atómicos de las dos formas de estaño. Con el objeto de comprobar la validez de la ecuación (203), efectuarenws las integraciones indicadas numéricamente. Los re­ sultados de esas integraciones numéricas son: grados’ r T Jo m cal. dT = 10.53 T grados' Como To = 292, obtenemos reemplazando estos valores en (203): Q = 292 (12,30 — 10,53) = 517 calorías. La aceptable concordancia entre este valor y el valor expe­ rimental, Q = 535 calorías, puede tomarse como una fuerte evi­ dencia en apoyo del teorema de Nernst. La pequeña diferencia entre ambos valores puede atribuirse a errores experimentales. 32. La constante de entropía de los gases En el parágrafo 14 hemos calculado la entropía de un mol de un gas ideal (ver ecuación [86]) y hemos visto que: S = Cv log T + ñ log V + a. La constante aditiva indeterminada o que aparece en esta expre­ sión es la constante de entropía del gas. Si fuese posible aplicar directamente el teorema de Nernst a la fórmula (86), podríamos pensar en la determinación de a mediante la condición de que la entropía S debe anularse para T = 0. Sin embargo, si lo intentamos, vemos que el término Cy log T del segundo miembro de (86) se hace infinito, y obtenemos entonces para la constante de entropía un valor infinito. Esta aparente falla del teorema de Nernst para el caso de los gases ideales, debe atribuirse al hecho de haber supuesto que el calor específico Cy de un gas ideal es una constante. Hemos de­ mostrado ya, al comienzo del parágrafo precedente, que esta hipó­ tesis es incompatible con el teorema de Nernst. 136 Para allanar esta dificultad podríamos apoyarnos en el hecho de que ninguna substancia real se comporta, ni aun aproximada­ mente, como un gas ideal en la vecindad del cero absoluto; a tem­ peraturas suficientemente bajas todos los gases se condensan. Es por lo tanto físicamente ilícito aplicar la (86) a un gas en las proximidades de !T = 0. Pero apartándonos de esta consideración, la mecánica cuán­ tica muestra que, aun para el caso de un gas ideal (definido como un gas cuyas moléculas tienen un tamaño despreciable y no ínteractúan), el calor específico decrece al disminuir la temperatura, y llega a anularse en las cercanías de T = 0. Es por eso que, aun para un gas ideal como el defiínido anteriormente, la ecuación (86) puede aplicarse únicamente si la temperatura no es demasiado baja. Mediante métodos estadísticos y también por aplicación di­ recta del teorema de Nernst es posible calcular la entropía de un gas ideal para todas las temperaturas. En el límite de las altas temperaturas la entropía toma la forma (86) con la constante a expresada en función del peso molecular y de las otras constantes moleculares del gas, en lugar de estar indeterminada. El caso más simple es el de un gas monoatómico, para el cual la entropía de un mol está-dada por: (27rMR)^coe^ - log r + log F + log - (204) en donde M es el peso atómico; h la constante de Planck (h = 6,55 X 10·"^·^ unidades C G S ); A el número de Avogadro (A = 6,03 X 10‘ ^); y w es un pequeño entero, denominado el peso estad^ístico del estado base del átomo. El valor de « para diferentes áto­ mos se obtiene teniendo en cuenta la teoría cuántica. Para todos los ejemplos considerados aquí, daremos el valor de m. e es la base de los logaritmos naturales. La fórmula (204) fue obtenida por Tetrode y Sackur. De-' mostraremos ahora que dicha fórmula puede expresarse en la forma de (86) teniendo en cuenta los valores dados en (34). Obtenemos entonces para la constante de entropía de un mol de gas monoató­ mico la expresión: „ , a = K log (2TrM/2)V = ñ ^ - 5 . 6 5 + I log M + log « y i (205) 137 Podemos también escribir la entropía de un gas ideal monoató­ mico en la forma correspondiente a (87): S = R 2 log T - log p + log ( 2 7 r M fR L ·^ (206) i {· 1f Ì l Como no podemos dar en este libro una demostración de estas fórmulas, nos limitaremos a presentar algunos ejemplos de su aplicación. Como primer ejemplo consideraremos el problema de calcular la presión de vapor de una substancia sólida mo­ noatómica. Sea p la presión de vapor de la substancia a la temperatura T. Manteniendo la temperatura (y la presión constante e incre­ mentando lentamente el volumen, vaporizamos un mol de la substancia. En el transcurso de este proceso el cuerpo absorbe del medio ambiente xma cantidad de calor. A, igual al calor de vapo­ rización (por mol y no por gramo). Como el proceso de vaporiza­ ción de im mol de la substancia se efectúa en forma reversible, la variación de la entropía durante la transformación es: Svapar <Ss¿llrfo------ . Haciendo uso de la expresión aproximada (200) de la entropía del sólido y de la fórmula (206) de la entropía del vapor obtenemos: - ZR log T - 4i2 + 3i2 log 0 -= y pasando de logaritmos a números: (207) V= e^h^A* V f Comparemos esta fórmula con la (98), obtenida de la ecuación de Clapeyron. El factor X/ \ / T aparece en (207) como resultado de haber tenido en cuenta la dependencia de la temperatura, del calor de vaporización. Vemos que el factor de proporcionalidad, indeterminado en (98), ha sido determinado completamente en 138 (207) mediante el uso del teorema de Nemst y la fórmula de Sackur-Tetrode para la entropía de un gas. No podemos generalizar el uso de la fórmula (207), ya que en muchos casos debemos ocuparnos de la vaporización de un líquido y no de un sólido. Como ejemplo de la vaporización de un líquido, consideraremos la vaporización de un mol de mercurio, ya que el vapor de este elemento es monoatómico. El punto de ebullición del mercurio es de 630® K, Esto sig­ nifica .que la presión de vapor del vapor de mercurio saturado a 630" K es igual a una atmósfera. Vamos a calcular ahora la entropía de un mol de mercurio 8 7* = 630° K y j) = 1 atmófera, utilizando dos métodos diferentes y comparando luego los resultados. Método 1. La fórmula (206) de Sackur-Tetrode aplicada a nuestro caso (el peso atómico del mercurio es 200,6) da: S = 191 X 10^ Método 2. Partimos de un mol de mercurio sólido en el cero absoluto. Su entropía, según el teorema de Nemst, es cero. Calentamos entonces ese mol de mercurio manteniendo la presión igual a una atmósfera, hasta que su temperatura alcanza el pvmto de fusión, Tr„„trir. = 234,2° K. Durante este proceso la entropía del mercurio crece; su valor para T = 234,2“ K puede ser calculado mediante la (193) : ^234,2 SsMido (2 3 4 ,2 )- / ^ d T , Jo ·* donde C (T ) representa el calor atómico del mercurio a presión constante. Esta integral puede ser calculada numéricamente ha­ ciendo uso de los valores de C(T) determinados experimental­ mente. De esa manera obtenemos: Ss6iido (234,2) =59,9 X lO ^ Fundimos ahora el mol de mercurio a la presión atmosférica. Durante este proceso el cuerpo absorbe en forma reversible una cantidad, de calor igual al calor de fusión de un mol de mercurio (2.330 X lO’^ erg/mol). La variación de entropía resultante se obtiene dividiendo el calor de fusión por el punto de fusión; es de­ cir que la variación de entropía es igual a 2.330 X 10V234,2 = 9,9 X 10^ 1 *7 0 La entropía total del mol de mercurio es ahora; Sifqmao (234,2) = 59,9 X 10^ + 9,9 XlO^ = 69,8 X 10^ Luego calentamos el mercurio líquido y elevamos su tempe­ ratura desde el punto de fusión al de ebullición. Durante este proceso de entropía cambia en la cantidad. /•630 m / Siícuido (630“) — Snauido (234,2°) y 234,2 Tí dT, donde Ci(T) es el calor atómico a presión constante. Podemos evaluar numéricamente esta integral haciendo uso de los valores experimentales de C ;(T ). Su valor es igual a 26,2 X 10'. Sumando este valor al de la entropía del mercurio líquido en el punto de fusión, obtenemos : s It' » líquido (630°) ^ 69,8 X 10' + 26,2 X 10^ = 96,0 X 10^ Finalmente hacemos que la vaporización del mercurio se efectúe a la presión atmosférica. (3omo resultado de esto, el mercurio a la temperatura T = 630° absorbe una cantidad de calor igual al calor de vaporización de un 'mol de mercurio (59.300 X lO’^ ergios/mol). La variación de entropía es, por lo tanto, igual a 59.300 X 10V630 — 94 X 10^. Obtenemos así final­ mente para la entropía del mol de vapor de mercurio a la tem­ peratura de ebullición el valor; : 96 X 10^ + 94 X 10^ = 190 X 10^ Este resultado está en excelente concordancia con el valor obte­ nido directamente con la fórmula de Sackur-Tetrode, y puede considerarse como una demostración experimental de la expresión de la entropía de un gas monoatómico. Cálculos similares han sido efectuados para el argón y el carbón, con resultados altamente satisfactorios. 33. Ionización térmica de un gas; efecto termoiònico En el capítulo VI hemos establecido la ley de acción de masas (ecuación [139]) para el equilibwio químico de sistemas en fase gaseosa. El coeficiente constante (el factor que no contiene a la temperatura) del primer miembro de (139) contiene las cons­ tantes de entropía de los gases que participan en la reacción. El L ·l 140 conocimiento de las constantes de entropía nos permite, por lo tanto, calcular este coeficiente en forma completa. Como solo hemos dado la expresión de la constante de entro­ pía de un gas para gases monoatómicos, debemos elegir, a título de ejemplo, una reacción en la cual solamente intervengan gases monoatómicos. Es evidente que ninguna reacción en química puede tener estas características. Consideraremos, por consiguien­ te, el siguiente proceso no químico. Cuando un gas, como por ejemplo, el vapor de un álcali, se calienta hasta llegar a una temperatura muy elevada, algunos de sus átomos se ionizan, es decir, pierden uno de sus electrones y se transforman en iones. Si entonces designamos mediante Na, Na* y e a los átomos de sodio, iones de sodio y electrones, res­ pectivamente, el proceso estará representado por la reacción: Na Na·" -f e (208) Se observa que, cualquiera sea la temperatura dada, esta reacción de ionización alcanza un estado de equilibrio térmico análogo al equilibrio químico de las reacciones químicas corrientes. En el vapor de sodio a muy altas temperaturas encontramos una mezcla de tres gases diferentes: sodio neutro, es decir. Na, con una concentración [N a] ; iones de sodio, Na^, con una concen­ tración [Na^], y un gas de electrones (gas compuesto de electrones libres) que tiene una concentración [e]. Cada una de estas tres substancias se comporta como un gas monoatómico; podemos, por consiguiente, aplicar los resultados generales, en particular la ecuación (139) de la teoría del equili­ brio químico de sistemas en fase gaseosa al proceso de ioniza­ ción (208). · Como todos los gases de la mezcla son monoatómicos, debemos usar la primera de las expresiones (34) para los calores molecu­ lares de los gases. Las constantes de entropía pueden ser determi­ nadas mediante la ecuación (205), y los pesos estadísticos w son iguales a 2, 1, y 2 para el sodio neutro, iones de sodio y electrones, respectivamente. Tomamos el valor M = 23 como peso atómico del sodio, y despreciando la pequeña diferencia entre las masas de los átomos de sodio y los iones de sodio podemos asignar también valor M al peso atómico de los iones de sodio. El peso atómico de los electrones (es decir, la masa de los electrones divi­ dida por — de la masa de oxígeno) es M,· = -------- . Finalmente, 16 1.830 designaremos W (W = 4,91 X 10*’- erg/mol) a la energía nece­ saria para ionizar todos los átomos de un mol de vapor de sodio. Tenemos entonces: 141 i? Ir,'· ' ^ n i j W j ---^ 7 l¡ W¡ = Wiones + Wclectrones---- Watomoa = W. § *^7 fet*·. Haciendo todas las substituciones necesarias en la ecuación (139), obtenemos finalrrjente, como condición de equilibrio tér­ mico para la ionización térmica del vapor de sodio, la siguiente ecuación: t l¡ INal _ [Na+llcj 1,'A' í· Esta fórmula puede ser expresada en forma más conveniente de la siguiente manera: sea x el grado de ionización, es decir, la fracción de átomos ionizados: i INaj + [Na+j’ y sea t í = [Na] + [Na+] la concentración totai de sodio (áto­ mos + iones). Será entonces: [Na+1 = iix; [Na] = n(l ~ x). Como es obvio que por cada ion de sodio hay presènte un electrón, se tiene : [e] = [Na+] = nx, í; i- y por último obtenemos : i. n ''l-X rn-2 nT ^ " 3 = 3.9 X 10"® L II,;. Ito Br I; 26,000 10 ^ . (209) El grado de ionización puede calcularse mediante esta fórmula. La ecuación (209), obtenida por M. N. Saha, ha tenido im­ portantes aplicaciones en la física de las atmósferas estelares, Como una aplicación más de la fórmula de Sackur-Tetrode, vamos a obtener ahora la expresión de la densidad de un gas de electrones que está en equilibrio con una superficie metálica calíente. Cuando un metal se calienta hasta alcanzar una tempe­ ratura suficientemente elevada, empieza a emitir una corriente continua de electroner,. Si calentamos un bloque de metal que contiene una cavidad, los electrones emitidos por el metal irán 142 llenando la cavidad hasta alcanzar un estado de equilibrio, en el cual la cantidad de electrones reabsorbidos por el metal en la unidad de tiempo será igual a la de los emitidos. Nos propone­ mos calcular la concentración de equilibrio de los electrones den­ tro de la cavidad como una función de la temperatura. Sea N el número de moles de electrones que están dentro de la cavidad de volumen V. La entropía de estos electrones se obtiene multiplicando la expresión (204) por N y reemplazando V por V/N , ya que V / N es el volumen que ocupa im mol del gas de electrones. Mediante (34) y (29), obtenemos para la energía de los electrones: U = N i ^ R T + W) donde W representa la energía necesaria para extraer vm mol de electrones del metal. La expresión de la energía libre de un gas de electrones es entonces ; Fei = N i ^ R T + W) - N R T + log (2irM.R)^ 2e^ h^A* donde entendemos Me -- --------- --- peso atómico de los electro1.830 nes y mpara los electrones = 2. La energía libre F de todo el sistema es la suma de la anterior expresión y la energía libre Fu del metal: F = Fm + N ^ R T + W - R T I log T + log F - log iV + log 2{2wM,R)^ ■ÍJ (210)· La condición de equilibrio es que F sea un mínimo para una temperatura y volumen dados. Si suponemos que F « es indepen­ diente ® de N, obtenemos: ® La base experim ental que perm ite hacer e sta suposición es que los electrones que están dentro del m etal no inciden sobre el calor específico del m ism o: el calor específico queda com pletam ente explicado por el m ovi­ m iento de los átom os. Para una ju stificación m ás rigurosa de nuestra hip ó­ tesis, ver cualquier tratado sobre teoría de los m etales. 143 r . i < 4·. ^logT + l o g F - l o g N (<* a .-VJ · 2{27rM, + log h^A* 81 + RT. L ·. Pasando de logaritmos a números, obtenemos la ecuación: r N V ^ 2 (2 T rM .fí) ^ y | ^ 7 g g ^ jq -9 y f ^ 2 1 1 ) h^A* que nos permite conocer la concentración del gas de electrones dentro de la cavidad. Problem as 1. Calcular el grado de disociación del vapor de sodio a una tem pe­ ratura de 4.000*^ií y una presión de 1 cm de m ercurio. (Tener en cu en ta no solam ente la presión debida a los átom os de sodio, sino tam bién la contribu­ ción de los iones y electrones.) 2. E ncontrar la relación en tre la tem peratura 6 de D ebye y la tem p e­ ratura para la cual el calor atóm ico de un elem en to sólido es igual a 3 ñ /2 . (A plicar m étod os gráficos o nu m éricos.) 144 r BIBLIOGRAFÍA La bibliografía sobre term odinám ica es m u y extensa. A continuación se m encionan solam en te algunos títu lo s representativos, agrupados según las orientaciones particulares con q u e se ha desarrollado el tem a. A) Textos para el estu d ian te de ciencia. Planck, M., T reatise on T h e rm o d y n a m ic s (3* ed ición ), N u eva York, D over P ublications, Inc., 1945. Sears, F. W ., T h e rm o d yn a m ic s, th e K in e tic T heo ry of G ases a n d S t a t i s ­ tical M echanics (2 · ed ición ), M assachu setts, A d dison -W esley Publishing Co., Inc., R eading, 1953. H ay. una traducción castellana, coni el títu lo Introducción a la term od in á m ica , teo ria cin ética d e los g a se s y 'mecánica estadística, Barcelona, R everté S. A., 1959. 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S e espera la aparición de u n a traducción españ ola en breve. Morse, P, M., T herm al Physics, N ueva York, W. A. Benjam in, Inc., 1965. 145 ó*.'· ÍN D I C E A L FA B ÉT IC O acción de m asas, c o n sta n te de, 101; ley de, para el equilibrio en fase gaseosa, 92, 99; para soluciones, 117; prueba cin ética, 92 acidez de un a solución, 117, 118 aisladores térm icos, 15 A vogadro, 9; núm ero de, 54 Boltzm ann, IX, 53, 130; co n sta n te de, 54 caja de reacción de V an ’t Hoff, 93 calor, atóm ico, 20, 133; d e fusión, 102, 103; d e reacción, 102, 103; de transform ación d e fa ses sólidas, 135; de vaporización, 63; específico, 20; a b ajas tem peraturas, 131, 132, 133; de un g a s ideal, 22; de un sólid o a b a ja s tem peratu­ ras, 133, 134; fórm ula d e D eb ye para el, 133, 134; tem peraturas, 133, 134 fu en tes de, 28 laten te, 62-63, 127; m olecular, 20; unidad de, 16, 17, 18 trabajo y analogía entre, 13, 14 caloría, 16 capacidad térm ica, 19 celda electrolítica reversible, 87 cero, absoluto, 8 ciclo/s, 7 de Carnot, 30 eficiencia del, 33; propiedades del, 43; reversibles, 31, 33, 34 Clapeyron, ecu ación de, 59, 63, 64, 78 Q ausius, p ostulado de, 29 com ponentes de -an sistem a, 80-83 com presibilidad, adiabática, 24. 25, 26, 30, 31; d e u n liquido, 60, 61 isotérm ica, 30, 31 condicion es de equilibrio, 52, 53, 75, 78 conservación de la energía, para sistem as term odinám icos, 14, 16; principio de, 11 constan te /s , a d itiv a s arbitrarias, d e energía, 12, 13, 14; d e entropía, 49, 129, 136 de Boltzm ann, 54; de los gases, 8-9; de Planck, 131 contenido quím ico de un a fase, 80-83 continuidad de im estado, 59, 61, 66, 67 D ebye, 133 fórm ula d e lo s calores específicos, 133,134; tem peratura de, 133 densidad de un g a s ideal, 9 descenso, d e la presión d e vap or d e un a so ­ lución, 125; del pu nto de congelación, 121, 127, 128 descripción de u n a fase, 80-81 disociación de un so lu to en una solu ­ ción, 113, 114, 117, 118 distribución de un soluto, en tre dos fases líquidas, 118, 119; en tre un a fase gaseosa y otra lí­ quida, 120, 121 Dulong y P etit, le y de, 133 ecuación, adiabática, para un gas de Van der W aals, 71; para un gas ideal, 25; de Clapeyron, 59, 63, 64, 78; de estado, 2 147 <η •r ir vf. I Ifc- Í '4. m de un gas de V an der W aals, 65; de un gas ideal, 9 de los estad os correspondientes, 69 efecto, de la presión, sobre el equilibrio quím ico, 103,· 104; sobre el punto de congelación del agua, 64 de la tem peratura sobre, el eq u ili­ brio quím ico, 103, 104; Joule, 88; term oiònico, 140-144 eficiencia d e una m áquina térm ica, 33 electrólitos en solución, 128 energía, conservación de la, 11, 14, 16; con stan te aditiva de, 13, 14; definición, para sistem as dinám icos, 12; para sistem as term odinám icos, 15 de un gas en el cero absoluto, 22; de un gas de Van der W aals, 70; de un gas ideal, 22 libre, 72, 73 de una solución, 109; de un gas ideal, 77; parcial, 99; y condiciones de equilibrio, 74, 75; entropía, 43, 45, 129, 130, 134; absoluta, 129; aditividad, 49; com o diferencial exacta, 56; constan te de, 49, 129, 136, 137; definición, 47; de un gas de Van der W aals, 70; d e un gas ideal, 57, 58, 137; de un sólido, 134; interpretación estadística, 53 - 54, 131: parcial, 99, 100 equilibrio, cin ético de las reacciones, 92; condiciones d€^, 53, 54, 74, 78; con stan tes de, 92, 99, 101, 121; de líquido y sólido, 59, 60, 85, 86; de líquido y vapor, 59, 60, 85, 86; d e sólido y vapor, 85, 86; de un com ponente en dos fases, 118, 119, 120, 121; equilibrio, en sistem as gaseosos, 91, 101; ' en soluciones, 115 estados de, 4, 47, 48; equivalencia entre la tem peratura del 148 term óm etro de gas y la tem pera­ tura term odinám ica absoluta, 39, 40, 41 e sta d o /s, correspon dien tes, ecuación de los, 69; de entropía cero, 129, 130, 131; de referencia, 47 para la energía, 12; para la entropía, 47 ecuación de, 2; term odinàm ico de u n sistem a, 1, 3 exp an sión ad iab ática de un gas, 25, 27, 30, 32 experim en to de Joule, 20, 21 expresión diferencial de la primera ley, 18. 19 fa se /s, contenido quím ico, 80, 82; espacio de las, 130; regla de las, 85 fluido qu ím icam en te hom ogéneo, 1 gas perfecto o ideal, 8-10; energía, 22 libre, 77 entropía, 58, 137; presión de un, 8, 9, 10; trabajo efectu ad o por un, 9; transform ación adiabática, 24 G ay-Lussac, 9 Gibbs, IX, 85 grados d e libertad o variabilidad de u n sistem a, 84-85 H elm holtz, 89, 102 ecu ación de, 89 hidrólisis, 117, 118 inflexión, punto de, 61, 65 interpretación, cin ética de la presión osm ótica, 113, 114; estad ística de la entropía,-· 53, 106 ionización térm ica, 140, 142, de un gas, 140, 142, isocora d e V an ’t Hoff, 76, 89, aplicada a la celda eléctrica, 88, 89 iso term a /s, crítica, 61, 65; de un vapor saturado, 59 isotérm ica, com presión y expansión, 31, 32; crítica, 61, 65; transform ación, 8 Joule, efecto, 88 K elvin, postulado de, 29 Le C hatelier, principio de, 101, 103 aplicado al equilibrio quím ico, lO l104 ley , de acción de m asas, para el equilibrio en la fase ga­ seosa, 92; para soluciones, 117 de A vogadro, 9; de Boyle, 9; de D alton, 1, 10; de las presiones parciales, 10 de D ulong y P etit, 133; de G ay-Lussac, 9 Sackur-Tetrode, fórm ula de, 139, 140 aplicada al cálculo de la entropía del vapor de m ercurio, 139; aplicada al cálculo de la presión del vapor de un sólido m onoató­ m ico, 138 m áq u in a/s, caloríficas, 33, 41-42; refrigerante, 42; reversibles, 30, 33, 34 térm icas, 41; y ciclos irreversibles, 34, 36 m em branas, sem iperm eables a lo s gases, 95, 96; sem iperm eables a soluciones, 110 m ezcla de gases, 10 m olécula-gram o, 9 m óvil perpetuo de segun da especie, 28 peso e sta d ístico de un estado, 137 Flank, co n sta n te de, 131 postulado de K elvin, 29 potenciales term odinám icos, 72, a presión con stan te, 77; a volum en con stan te, 75; parcial, 99 presión, atm osférica, 26 crítica, 61 de vapor, de u n a solución, 121, 123, 125 fórm ula, 63, 64, 138; osm ótica, 110, 113 de una solu ción n o n n a l, 115 de un electrólito, 115; en relación con la presión de un gas ideal, 113 parcial, 9, 10 ley de D alton de la, 10 primera ley de la term odinám ica, 11 aplicada a un ciclo, 16; en forma diferencial, 18, 19; form ulación de la, 17, 18 probabilidad, de un estado term odinàm ico, 53-54, 131; en relación con la entropía, 53-54, 131; term odinám ica, 53-54, 130 procesos naturales, dirección de, 5254 prueba cinética de la ley de acción de m asas, 92 punto, crítico, 61, 65; de congelación de una solución, 121128; de ebullición de una solución, 121, 126, 127; de inflexión, 61, 65; triple del agua, 86 r ea cció n /es, básicas de una solución, 317, IIS; calor de, 102, 103; endotérm ica y exotérm ica, 102; gaseosa, 91 relación de los calores específicos, 2324 Saha, N. M„ 142 segun da ley de la term odinám ica, 28 form ulación de, 29 sem iperm eables, m em branas, para gases, 94; para soluciones, 110 sistem as, de una fase, 85; de un com ponente, 85; hom ogéneos, 1, 2; m ecánicos, 1; n o hom ogéneos, 2-3; que con tien en partes m óviles, 3; qu ím icam ente hom ogéneos, 1; term odinám icos, 1 sólido qu ím icam en te hom ogéneo, 2 soluciones, diluidas, 105, 106, 107; presión del vapor de, 121, 123, 126; p u nto de ebullición de, 121, 126, 127 sublim ación, 87 tem peratura, absoluta, 8, absoluta term odinám ica, 33, 39, com parada con la tem peratura de un term óm etro de gas, 39, 50 crítica, 61; de D ebye, 133; 149 i'I f;; fSi ■ »J. del term òm etro de gas, 8 teorem a de N em st, 129 aplicado a gases, 136, 137; aplicado a sólidos, 132 teoría cuántica, en relación con la con stan te de e n ­ tropía, 131, 132; y los calores específicos, 133 tercera ley de la term odinám ica, 129 term óm etro d e gas, 8 trabajo, 5 efectu ad o por u n gas ideal, 9; m áxim o que puede efectu ar u n s is ­ tem a, 73-74; rep resentación geom étrica del, 7 transform aciones, 4, adiabáticas, 24; a presión constan te, 8, 77, 78; a tem peratura c on stan te, 73, 74; cíclicas, 7; del e sta ñ o gris en blanco, 134, 135; isobáricas, 8; isocoras, 7, 8, 74; isoentrópicas, 71; isotérm icas, 8; reversibles, 4; unidad de calor, 18 Van der W aals, ecuación de estado, 65; ecuación de los esta d o s correspon­ dientes, 69; esta d o d e un gas de, 70; isoterm as, 65-66 V an ’t Hoff, caja de reacción de, 93, 94; isocora d e, 76 vapor, m onoatóm ico, 137; con stan te de entropía, 138, 139; presión de vapor, 138 satxirado, 59-61 isoterm as de, 59-61 v ariab les de estado, 4 volu m en crítico, 61 mi* II ii s e te m in ó de imprimir en Talleres Gráficos Carollo, Av. Díaz Vélez 3461, Buenos Aires, en el mes de enero de 1985. lifem