Valor: En tu nombre echaré las redes (Lc 5, 5) En este mes de octubre profundizamos en el valor de la misión, y sería bueno que nos centráramos en su significado, pues muchas veces al hablar de misión, pensamos en la labor que realizan muchos consagrados y laicos en otros países, o con personas más necesitadas. Según el diccionario: “Se conoce como misión a la función, encargo, o propósito que una persona debe cumplir. La palabra misión y el sufijo-sión, entendiéndose como la acción de ser enviado, encargo”. La misión no es solo a nivel religioso, no se refiere a predicar de palabra el evangelio unicamente, sino que todo lo que realizamos por envío, desde pequeños es una misión y de nuestra parte está el ser responsable y cumplir con ese propósito o meta que se nos ha asignado. Y aunque lleguen las dificultades, volver a confiar. Muchas veces nos son confiadas algunas funciones o encargos, de los cuales no nos creemos capaces y sentimos el miedo propio de lo nuevo que vamos a realizar, pero también la incertidumbre de qué pasará, si aquel encargo no sale bien. Me llama la atención la actitud de los discípulos en este texto de Lucas 5. Los discípulos estaban cansados de bregar toda la noche, incluso ya estaban lavando las redes. Y luego se ponen a escuchar a Jesús quien se sube a la barca de Simón. Jesús les invita a remar mar adentro y volver a echar las redes. Es sorprendente como los discípulos aun cansados e incluso habiendo lavado las redes, solo porque es el Señor quien lo ha dicho y porque se saben enviados en ese momento a una misión (pescar), sucede el milagro. Talvez actualmente, nuestra misión sea, el no desanimarnos al no ver los frutos, sino en volver a confiar, quizás remando mar adentro, cambiando de lugar, pero sobretodo dejándonos guiar por Jesús. Los discípulos conocían su labor de pescadores, tal vez estaban acostumbrados a estar en el mismo lugar, porque en un momento les funcionó. La misión siempre nos pone en movimiento, nos hace comenzar de nuevo y sembrar, muchas veces sin ver los frutos en ese momento. De nuestra parte está el cumplir esa misión que se nos ha confiado, cumplir con nuestra misión diariamente, con el corazón abierto a la voluntad de Dios y a dar lo mejor de nosotros en cada misión encomendada por pequeña que sea, ese es el truco “dar lo mejor en los pequeños detalles de cada día” esta es nuestra misión. Que al profundizar en este mes en el valor de la misión, estemos abiertos a cambiar de lugar, a remar mar adentro y volver a echar las redes, del amor, la justicia, la paz, la solidaridad y la confianza en el Dios, allí donde la vida nos coloca cada día. Socorro González González