11 rasgos que definen a las películas de Almodóvar Desde que dejó su Castilla-La Mancha natal y llegó a Madrid con tan sólo 17 años, Pedro Almodóvar fue desarrollando su interés por el cine y sus dotes de creador. Tanto el franquismo como la movida madrileña pasaron a través de él y lo hicieron apostar por lo provocador y la extravagancia. Artistas de la talla de Andy Warhol, Paul Morrissey o John Waters (los maestros del underground) fueron su modelo a seguir en sus tres primeras películas: Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, Laberinto de pasiones y Entre tinieblas. Desde sus inicios nos ha ido sorprendiendo a cada nueva obra que ideaba y siempre con un estilo propio muy característico. Con lenguaje vulgar, ácido sentido del humor y surrealismo, establece lo desenfadado y el toque “España cañí” en muchos de sus trabajos. Aquí se recogen algunos rasgos de su tan original cinematografía llena de locura: Las protagonistas supremas, Las Mujeres. Ya sean guapas, feas, fuertes o débiles, las míticas “chicas Almodóvar” se han ganado un hueco en la historia del cine español. El hombre es siempre el centro de sus problemas, no se sienten suficientemente queridas y en ocasiones se ven ridículas, abandonadas o despreciadas. A pesar de ello, Almodóvar acude a personajes femeninos valientes, algo neuróticas, pero valientes, en definitiva. Sólo una película, La mala educación, está casi exclusivamente interpretada por hombres. Sus personajes son buscadores envueltos en violentas pasiones. Desean a toda costa ser otros, ya sea mediante el transformismo, cambiando de status o escapando de un peligro. Todos se encuentran en búsqueda de algo. Gays, transexuales o travestis. La homosexualidad y el transformismo ocupan gran parte de las películas almodovarianas. Jugar con esa ambigüedad nos permite ver hombres viriles a la vez que femeninos como Marco (Darío Grandinetti) en Hable con ella o el juez Domínguez (Miguel Bosé) en Tacones lejanos. Sustancias alucinógenas. La droga es un elemento muy presente en películas como ¡Átame!, Entre tinieblas o Matador. También los personajes drogadictos y los traficantes tienen su papel en las historias del director. Drogas como la cocaína, el cannabis, la heroína y otros fármacos (legales) son partícipes de la trama. Un ejemplo claro es en Mujeres al borde de un ataque de nervios donde utilizan Orfidal mezclado con gazpacho como somnífero. Figura de “la madre”. Importantísima y decisiva en las películas de Almodóvar, tanto si se nos presenta como mala madre (Tacones lejanos) o como una madre amorosa (Volver y Todo sobre mi madre). Añadir que la propia madre de Pedro Almodóvar, Francisca Caballero, aparece en cuatro de sus películas: en ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, Mujeres al borde de un ataque de nervios, ¡Átame! y Kika. Temas: la realidad española, la violación, la homosexualidad, el amor, el sexo o la pornografía. Almodóvar introduce al espectador en un ambiente puramente español, más concretamente madrileño, donde todo es posible y el amor y la locura van de la mano. Un amor que hace daño, frustrado o desdichado, ligado casi siempre con el sexo. Un amor del que son víctimas las mujeres, que sufren y padecen, y que entrama celos y ajustes de cuentas. Además se apuesta por un “No” a la familia tradicional. Además de la destrucción de la estructura básica de la familia convencional, se nos presenta una sociedad occidental en la que todas las puertas están abiertas y todos los modelos son posibles. Colores ácidos. La estética de sus películas se basa en abusar de los colores ácidos y los colores primarios (verde, azul y rojo). Respecto a la utilización de este último color, el director afirma: “El rojo está siempre presente en mis películas. El rojo en la cultura china, es el color de los condenados a muerte. Esto lo convierte en un color específicamente humano, ya que todos los seres humanos están condenados a morir. Pero el rojo es también, en la cultura española, el color de la pasión, de la sangre, del fuego”. Muy pronto se vio influido por la cultura pop y afirma tener una relación inconsciente con los colores del Caribe, intentando siempre luchar contra el negro. Además, en las obras de Almodóvar no veremos muchas referencias arquitectónicas de Madrid ya que se encuentra más cómodo rodando en estudios. El director es, por lo tanto, fan incondicional de los decorados. En sus inicios, incluso, los pintaba él mismo. Esta estética barroca, este estilo kitsch (barroco moderno y casi de mal gusto) propio hace a muchas de sus películas inconfundibles y las convierte en modelo de arte e imitación. Un ejemplo muy bueno de su estética son los potentes azules que utiliza en ¡Átame! El color inunda, todo sin dejar indiferente hasta a los títulos de crédito. Visión particular del melodrama. Es el género por excelencia junto al culebrón. Estos dos son la base de la pirámide de todas sus películas aunque a veces introduce algo de gore (La piel que habito) o del género neorrealista (¿Qué he hecho yo para merecer esto?). Suele completar sus obras colocando en ellas referencias a la fotonovela, la prensa del corazón o la televisión (a las que critica pero igualmente saca algo interesante). Muerte, al principio y al final. En muchas ocasiones el sexo se involucra con la muerte, como es el caso de Matador, el amor lleva a los seres a enloquecer y a morir o, en la mayoría de las ocasiones, a matar. En las películas de Almodóvar hasta el objeto más inverosímil puede ser una buena arma. En Hable con ella es una horquilla de moño; una pata de jamón en ¿Qué he hecho yo para merecer esto? El teléfono. Tiene una presencia constante y se convierte en un elemento de relevancia en la historia. En películas como La flor de mi secreto, Mujeres al borde de un ataque de nervios, o ¡Átame! aparece este instrumento que en vez de comunicar, en la mayoría de casos, hace lo contrario, hace que esa comunicación sea un fracaso. La importancia del teléfono la resalta también la crítica de cine Nuria Vidal: “La llamada resulta siempre fundamental para la historia”. ¿Madrid o la vuelta al pueblo? Lo castizo se entremezcla con lo moderno (lo kitsch). El director elige la capital para rodar buena parte de sus films y explica: “Siempre he encontrado en esta ciudad el paisaje perfecto con la fauna adecuada (insolente e ideal) para cada una de mis películas”. Pero, a la vez, muchas veces plantea una vuelta al pueblo, a lo rural, a los orígenes como ocurre en Volver y ¡Átame! Tangos y boleros. Uno de los rasgos más reveladores de las películas de Pedro Almodóvar es su música. Amante de los tangos, los boleros y las coplas antiguas, las adapta y actualiza para sus largometrajes. Son canciones que hablan de sus personajes, que transmiten la tristeza de sus melodramas. Canciones tales como Espérame en el cielo, corazón (Mina, Matador) o Piensa en mí (Luz Casal, Tacones lejanos). PARA SABER MÁS Y MEJOR: https://historiadelcine.es/directores-cine/pedro-almodovar/