lOMoARcPSD|15710917 Resurgir y vencer. Una historia de talento y técnicas de estrategias mentales. psicología (Escuela Libre de Psicología) StuDocu is not sponsored or endorsed by any college or university Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 PORTADA AGRADECIMIENTOS PRÓLOGO INTRODUCCIÓN LA HISTORIA EPÍLOGO LAS REGLAS DEL SABLE NOTAS CRÉDITOS Índice 2 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 AGRADECIMIENTOS ALDO Doy las gracias a todos los que han creído en mí, amigos de siempre que me han seguido por el mundo, alegrándose y llorando conmigo y con toda Livorno; a los compañeros de equipo que han compartido conmigo sudores, lágrimas y alegrías. A los médicos y fisioterapeutas que me han mantenido en pie tras mis infortunios. Doy las gracias a mis adversarios, que siempre han luchado con lealtad y respeto; agradezco al 0586, que a menudo ha subido conmigo al podio en Roma y que hace diez años me acogió como un hijo; a mi primer maestro, Mario Curletto, desaparecido poco después de las Olimpíadas de 2004; al segundo, Viktor Sidiak, y al tercero, Christian Bauer: todos han contribuido a mi crecimiento y a mis éxitos deportivos. A mi desaparecida amiga Silvia, hermana de mi mejor amigo: su corazón me ha impulsado al éxito. A Andrea Terenzio por haberme seguido y estimulado y por ayudarme a alcanzar una mejor forma física. A Carlo Oggero, mi mánager y hermano mayor adquirido. A toda mi extensa familia, que siempre ha creído en mí. Un agradecimiento especial a la abuela Fernanda, mi primera fan. Al abuelo Aldo, que fue el primero que creyó en mí, dándome lecciones de esgrima en el pasillo de casa cuando todavía era muy pequeño. Finalmente, mi mayor agradecimiento para Antonella, que siempre se ha mantenido cerca de mí, apoyándome en los momentos más difíciles, pero, sobre todo, logrando estar a mi lado también en los momentos más jubilosos. GIORGIO Gracias a Aldo y a Giovanni por haberme permitido vivir junto a ellos esta espléndida aventura. GIOVANNI Agradezco a mi familia, que siempre está conmigo vaya donde vaya, y a todos aquellos que han trabajado y trabajan conmigo para mantener alta la bandera del sable italiano. 3 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 Aldo, Giorgio y Giovanni desean dar las gracias de modo particular a Elisa Valteroni por haber tenido la paciencia de transcribir nuestras charlas y haber sabido trasladar en forma narrativa y agradable el desordenado relato de nuestras imágenes y sensaciones. 4 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 PRÓLOGO ¿Qué me impulsó a contar en un libro la extraordinaria experiencia de un campeón olímpico que logra de nuevo la victoria tras un largo período de crisis? La razón es doble. Se trata en primer lugar de una metáfora evocadora de cómo debería actuar cada individuo para alcanzar sus objetivos existenciales o profesionales: no dejarse desanimar nunca por los obstáculos y las adversidades del destino, incluso cuando esto suponga esfuerzos hercúleos y sacrificios extremos, y asimismo tener la humildad de cuestionar las propias ideas y acciones, hasta darles la vuelta por completo, si es necesario. Más allá del hecho deportivo, esta historia representa una lección de vida buena y profundamente educadora. En segundo lugar, creemos que el relato detallado de las dificultades y los infortunios afrontados por un atleta hasta conseguir el oro mundial representa una contribución relevante para todos aquellos que se dedican profesionalmente a mejorar el rendimiento: comisarios técnicos, entrenadores y atletas, y también psicólogos, formadores y coach. Con este fin, el texto expone paso a paso una vía de solución de problemas tanto técnicos como humanos: estrategias orientadas a objetivos específicos y asimismo un modelo de intervención eficiente y susceptible de ser reproducido. Además, junto a la narración novelada y a menudo irónica, el lector especialista encontrará una explicación accesible de cada una de las fases del trabajo desarrollado, así como de las distintas técnicas utilizadas. Este libro pretende ser, por lo tanto, una especie de manual de psicología y ciencia de la eficacia. 5 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 INTRODUCCIÓN Talento, técnica y estrategias mentales. Como reza el subtítulo del libro, éstos son los tres componentes fundamentales de la historia que se corresponden, a su vez, con el papel de los tres protagonistas: Aldo, el atleta de talento; Giovanni, el técnico experto; Giorgio, el psicólogo estratega. Antes de pasar a la crónica de los acontecimientos, conviene introducir a los protagonistas y su rol. EL TALENTO Talento indiscutido en la disciplina del sable, Aldo Montano nació en Livorno en 1978 en el seno de una familia de campeones: su abuelo, Aldo, fue medalla de plata en los Juegos Olímpicos de 1936 y 1948, y de oro en distintos campeonatos mundiales; su padre, Mario Aldo, fue oro olímpico y campeón plurimedallista de esgrima en la década de 1970. Aldo parecía claramente predestinado a convertirse en un gran esgrimista, pues por sus venas circula la noble sangre de una genealogía de campeones del sable. El suyo es un talento indiscutible y, al igual que para el héroe griego Aquiles, luchar y vencer es un destino escrito por los dioses. Pero en la realidad las cosas no son tan sencillas: el verdadero talento no es un don divino, sino una conquista agotadora. Como indica la psicología del desarrollo individual, un sujeto puede nacer con las mejores predisposiciones biológicas y caracterológicas, pero si éstas no se estimulan y cultivan adecuadamente, no pueden desarrollarse ni expresarse en un alto nivel. Además, desde el punto de vista de las dinámicas familiares, no es del todo cierto que el hijo de un hombre de éxito sea de por sí favorito: como la historia y la vida cotidiana nos demuestran, la mayoría de las veces sucede lo contrario. Es decir, quien parece tener el camino allanado por la familia resulta aplastado por el peso de la personalidad y las gestas heroicas e inigualables del padre. La comparación continua a la que se ve sometido el hijo de un «gran» hombre termina a menudo por «empequeñecerlo». En otras palabras, un destino excesivo sobre los propios hombros puede transformarse en la peor de las maldiciones para el futuro de un joven. Incluso si 6 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 es muy capaz, muchos dirán: «Claro... ¡con una familia así a sus espaldas!». Si no está a la altura de las expectativas será doblemente culpable: por fallar y por traicionar el destino del elegido. Si para Mario Aldo fue difícil soportar el peso de la personalidad del padre y conseguir igualar sus éxitos deportivos, para el nieto Aldo el peso fue en cierto sentido doble: los incómodos modelos con los que compararse se duplicaron. La condición inicial de talento predestinado, de por sí ventajosa, puede convertirse en una condena inexorable: la comparación con dos gigantes, el padre y el abuelo. Una empresa en absoluto sencilla. Dos «imágenes familiares» son emblemáticas de esta situación. En la primera, Mario Aldo, todavía niño, huye del gimnasio perseguido por su padre para ser devuelto a los entrenamientos; debía de ser una escena verdaderamente grotesca y divertida para los «espectadores», y Aldo cuenta que en Livorno la gente decía: «Otra vez aquí los dos locos vestidos de carnaval persiguiéndose». En la segunda imagen, mientras un Aldo niño participa en las primeras competiciones, vemos a Mario Aldo junto a la pista practicando la esgrima en el vacío, como si fuera él quien luchase con el adversario. Nuestro predestinado, al igual que su padre antes que él, no ha tenido una vida deportiva tan fácil como pudiera parecer a simple vista. Más bien al contrario, todo lo conseguido en términos de éxito se lo ha tenido que sudar dos veces: contra el adversario y contra el peso de las expectativas sobre su rendimiento. Aldo comenzó a practicar esgrima a los cuatro años, tres años después de que su padre se retirase. Percibió de inmediato la presión del predestinado, de aquel que debe realizar grandes cosas, ganar, convertirse en campeón. En el nivel juvenil, todo funcionó bastante bien. De niño, Aldo es feliz: lo acompaña el abuelo, por lo que no sufre excesivas presiones por parte del padre. Como es sabido, con el abuelo no existe rivalidad, sólo se puede aprender; es contra el padre contra quien nos rebelamos. El abuelo lo estimula, le hace coger muy pronto confianza en el deporte, suscita en el nieto el entusiasmo, el placer y las ganas de practicarlo. Aldo tiene diez u once años. Las primeras competiciones van bien, y así aumenta todavía más el deseo de enfrentarse a la enorme responsabilidad que pesa sobre él. Entonces, el padre comienza a ir a las competiciones, y para Aldo resulta una experiencia tremenda. Mario Aldo se mueve como un ventilador: se sitúa al fondo de la pista y tira, el muchacho es su «robotito», oye los gritos del padre y tira. Mientras que el padre había sido obligado a practicar la esgrima, en Aldo la pasión se encendió muy pronto gracias al abuelo. Pero el teatro del padre en las competiciones era una verdadera tortura. Aldo crece, y finalmente el padre deja de acompañarlo: selección nacional sub-14, sub-18, los primeros mundiales, las primeras competiciones fuera... llega el placer de estar con los compañeros de equipo. 7 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 A esa edad, entre los quince y los dieciséis años, sólo existen la escuela y los amigos. Pero la vida deportiva, al menos al comienzo, te hace crecer muy deprisa: vas al extranjero y aprendes a arreglártelas solo. Pero en realidad es como seguir siendo niños. Cuando la carrera deportiva se interrumpe el proceso de crecimiento parte más o menos de la edad de veinte años. Aldo tiene recuerdos muy hermosos de los catorce a los dieciséis años: diversión en estado puro. El paso difícil a la selección nacional y de la sub-20 a la categoría superior. Incluso atletas muy buenos fracasan. Aldo tuvo dificultades. En 1998 participó en el último torneo sub-20 en los Mundiales de Venezuela. Tenía diecinueve años. Permaneció un mes con el equipo en América del Sur. «Buenísimo», dice, se divirtió mucho. Aldo comenzó en la selección nacional absoluta con pocos resultados. El giro se produjo en Londres en 1999: por primera vez está en la final de la Copa del Mundo; por ello se pone su primer pendiente. Podría ser el giro de su carrera, pero no es así. Rompe sus relaciones con Viktor Sidiak, su último entrenador ruso. Es un momento de crisis tanto desde el punto de vista de los resultados como de los estímulos. Pasa el año 1999 «tonteando» con la selección nacional, pero sin hacer nada. Luego, en 2000: «¡Qué asco!» (palabras de Aldo). Sueña con las Olimpíadas: antes de morir, el abuelo hubiera querido verlo en los Juegos Olímpicos. Pero no lo consiguió. Murió en 1996 y, como dice Aldo, «en 1996 ni siquiera con un telescopio veía las Olimpíadas». En 2001 consigue pequeños resultados. El comisario técnico de la selección nacional, Pierluigi Chicca, lo convoca para los Europeos, quizá más porque era de Livorno, pero en cualquier caso ofreciéndole la posibilidad de participar en los Europeos con la selección nacional. Aldo no recuerda haber dejado huella en aquel torneo. A pesar de todo, entre 2001 y 2002 aumenta la conciencia de su propia fuerza. Este momento coincide con la llegada del técnico francés Christian Bauer, que revolucionó el entrenamiento del equipo y dio confianza a Aldo, un muchacho prometedor, pero sin resultados relevantes. El progreso de Aldo comienza en 2002: a partir de entonces no tardan en llegar los grandes resultados y la victoria olímpica. Pero, cuando todo parece funcionar a la perfección, Bauer es cesado. Como si no fuera suficiente llegan los primeros percances físicos. Comienza así un descenso a los infiernos y las innumerables peripecias para salir de ellos... ¡nada que ver con el éxito predestinado y fácil! LA TÉCNICA Giovanni Sirovich es muy joven cuando entra en la selección nacional absoluta de sable. Tiene éxito, participa en las Olimpíadas, gana numerosas competiciones, acude a los Mundiales de 1993, luego entra en crisis y deja la esgrima a los veintidós años. Estudia y se licencia en Derecho. Después de cuatro años vuelve a la esgrima por puro placer, y así 8 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 regresa al círculo de la selección nacional gestionada por el francés Bauer. En 2003 abandona la carrera de atleta e inicia la de técnico, y desde 2006 comienza a trabajar con la selección nacional de sable. Así vuelve a encontrarse con Aldo Montano, al que había conocido años antes como compañero de equipo. Para Sirovich llegan las primeras satisfacciones como técnico de la selección nacional, después el bronce en las Olimpíadas de Pekín en la competición por equipos. En 2008, quemando etapas, es nombrado comisario técnico. En este período, el talento Montano está en crisis y en proceso de ruptura con la Federación, además regresa del desastroso Mundial de 2006. Ve en Giovanni al sustituto del —para él insustituible— maestro Bauer. Giovanni, apacible pero determinado, acepta que el campeón se aleje de su programa técnico con la selección nacional, permitiéndole sin polémicas ni represalias entrenarse con sus técnicos precedentes, primero en Rusia y luego en China, donde, en aquel momento, el comisario técnico era precisamente Bauer, el «padre en la esgrima» de Aldo. Hasta que el talento rebelde, como el hijo pródigo de la parábola evangélica, decide volver con su familia de esgrimistas, decepcionado por los resultados de sus peregrinaciones. Giovanni, calmo y tranquilo, acoge de nuevo a Aldo, quien a su vez empieza a darse cuenta de las grandes cualidades de Sirovich como técnico. Y no sólo eso: también ve en él a un hermano mayor con el que contar siempre, a diferencia del maestro Bauer, un «padre» severo, irritable y a veces violento. Así, en 2010, Giovanni Sirovich toma en sus manos, como técnico a todos los efectos, al campeón en crisis. Ahí se inicia la resurrección del talento bloqueado. Pronto llegan las primeras victorias, en particular en los Europeos por equipos, donde la actuación de Aldo es extraordinaria: la selección nacional está perdiendo por 4436, pero el talento y la determinación del campeón invierten la suerte del encuentro. Esta importante victoria y su rendimiento personal confirman la validez técnica del trabajo de Giovanni, mientras Aldo resurge del lodo en el que se había empantanado. Todo va a toda vela en la preparación del Mundial de 2010. Dentro del circuito, durante las colegiales en las que los equipos de las diferentes naciones se encuentran para entrenarse juntos, corre la voz entre los esgrimistas de evitar tirar con Montano: su superioridad deprimiría a cualquiera. Llegan los Mundiales y todo el mundo espera la victoria. Por otra parte, gracias al trabajo desarrollado con Giovanni, Aldo ha vuelto a ser el mejor. Pero ya en la primera ronda la victoria anunciada se transforma en una solemne y dolorosa derrota. El talento del campeón y la técnica superfina del maestro no superan los escollos de las dinámicas psicológicas que estallan en la mente del atleta durante las competiciones más importantes. Nace así la necesidad de añadir al talento y a la técnica un trabajo específico centrado en las partes más oscuras e imprevisibles de la mente y sus trampas. Llegados a este punto entra en juego el tercer personaje de nuestra historia. 9 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 LAS ESTRATEGIAS MENTALES Definido —parafraseando el título de uno de sus best sellers— como el «maestro de las psicosoluciones», Giorgio Nardone no ha tenido una vida ciertamente fácil para lograr sus éxitos. Después de una prometedora carrera como atleta, interrumpida precozmente a causa de una lesión grave en una pierna, Nardone se dedica plenamente a los estudios. Se licencia y se especializa en psicología diferencial con mucha anticipación respecto de sus colegas. Simultáneamente sigue su propia formación en el Mental Research Institute de Palo Alto bajo la guía de Paul Watzlawick. Éste, figura de indiscutible relieve en el campo de la comunicación y las psicoterapias breves, comparado por su fama e importancia en el campo con Freud, tras algunos años elige a Giorgio Nardone como único discípulo «heredero». A partir de entonces, además del privilegio y de las innegables ventajas de colaborar y ser avalado en el propio trabajo por tan gran maestro, comienzan también las hostilidades y los boicoteos. Por una parte, los numerosos colegas decepcionados por no haber sido escogidos; por otra, los lobbies del psicoanálisis y de las psicoterapias tradicionales, que digieren mal los innovadores métodos de terapia breve del «geniecito» de la moderna psicoterapia, como sarcásticamente lo llaman. Por tanto, Giorgio Nardone, amado y odiado al mismo tiempo, ha tenido que conquistar sus éxitos luchando contra sus detractores a golpe de inequívocos resultados concretos. Hasta ahora ha tratado personalmente con éxito más de veinte mil casos, ha asesorado empresas en crisis y ha conseguido que numerosos e importantes artistas y atletas se «desbloquearan». En el campo clínico, los métodos de Nardone se han situado en la cúspide por su eficacia y eficiencia, y son seguidos por un número creciente de colegas tanto en Italia como en el resto del mundo. En todos estos años, paralelamente a su trabajo, Nardone ha cultivado su pasión por las artes marciales, practicándolas bajo la guía de los principales maestros internacionales. Ha profundizado en particular en el estudio de las artes marciales chinas, ya que éstas se basan en los mismos fundamentos teórico-aplicativos de su modelo de resolución de problemas estratégico. Cuando Nardone se encuentra con Montano y Sirovich, añade a su arte el propio arte, y así se constituye la tríada: talento, técnica y estrategia mental. Entre los tres, apoyándose tal vez en sus «afinidades electivas» y en experiencias similares, nace una profunda relación de amistad que va más allá de lo estrictamente profesional. El trío, gracias no sólo a las frías cualidades profesionales sino también al calor de una relación empática, ha llevado a cabo una empresa grandiosa, aparentemente imposible. Esto es lo que narran las siguientes páginas, a través de la voz de Aldo, su principal protagonista. 10 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 LA HISTORIA Todo empieza un día de enero de 2011. Giovanni y yo salimos de viaje hacia Arezzo. Vamos a conocer al profesor Giorgio Nardone, con quien se ha puesto en contacto el médico de nuestra Federación. Sin duda, Giovanni y yo éramos escépticos. Ambos habíamos tenido experiencias muy decepcionantes con psicólogos que habían tratado de ayudarnos a mejorar el rendimiento atlético. Le recuerdo a Giovanni mi última peripecia con una doctora que me hacía hablar, hablar... Visita tras visita, esperaba ansioso algo, pensaba: «Ahora me dará una indicación, una solución, o en el peor de los casos describirá la situación». Y sin embargo nada. Durante nuestro último encuentro, mientras le contaba una competición de esgrima, la doctora me interrumpió de golpe y me preguntó: «¿En qué estás pensando ahora?». Provocativamente respondí: «Te imagino desnuda bajo la ducha». La doctora se ruborizó, manifestando su turbación. Le dije entonces que nuestra relación no podía funcionar y que ella no podía ayudarme a superar mis dificultades de manera efectiva. Llegamos a Arezzo con expectativas poco optimistas. Según el GPS habíamos alcanzado nuestro destino, pero no lográbamos encontrar el número 13 de la plaza de Sant’Agostino. Estábamos en medio de la plaza y, en una esquina, vi un edificio distinto de los demás. Tuve una intuición y exclamé: «Es allí, estoy seguro». Y tenía razón. Franqueamos la puerta: ante nosotros una gran sala de espera, música clásica relajante de fondo, suelo de mármol, muchas sillas colocadas a los lados, una escalinata tipo Hollywood a la izquierda. Las paredes están completamente tapizadas de libros, con algunas ediciones ya ilegibles. Giovanni y yo nos miramos y nos decimos: «¡Guau, qué tipo debe de ser éste!». Luego, una señora rubia con un claro acento del Este nos acomoda amablemente en el despacho del profesor; nos explica que el doctor prefiere que no coincidamos con los pacientes que llegarán dentro de poco. Vemos un gran escritorio lleno a rebosar, pero no conseguimos apartar la mirada de las decenas de plumas estilográficas dispuestas en círculo en torno a un cofre. Yo exclamo: «¡Éste está peor que nosotros! ¡Es un loco serio: me gusta!». En los encuentros sucesivos fotografiaremos siempre las plumas para verificar si el profesor ha movido alguna. Entonces llega. Nos esperábamos a una persona distinta, un tipo serio con aire académico. En cambio se presenta de modo cordial y tranquilizador. Primero nos pregunta el motivo de nuestra visita, qué es lo que desearíamos obtener trabajando con 11 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 él. Inmediatamente, tanto Giovanni como yo tenemos la impresión de que es «uno de los nuestros». Hablamos con una persona que conoce nuestro deporte como si lo hubiera practicado; pensamos que se había documentado muy bien antes de recibirnos. Es realmente una agradable sorpresa: con los profesionales consultados hasta el momento hemos tenido siempre la sensación de que no entendían nada de lo que hacíamos. Otro punto importante, particularmente apreciado por Giovanni, es la reserva. De inmediato, el profesor nos dice que no quiere que nadie conozca nuestro trabajo, y que con ocasión de las sesiones nos mantendrá alejados de miradas indiscretas. También éste es un aspecto insólito: hasta ahora todos han querido «pregonar» que estaban trabajando con Aldo Montano. Además, a diferencia de sus colegas, el «profe» admite a Giovanni en las entrevistas, implicándolo directamente en el trabajo y manifestando que formará parte activa de éste. Comienzo yo explicándole nuestra dificultad. Parto de lejos, contando que mi primer momento crítico se remonta a cuando la Federación echó al maestro Bauer, que había sido para mí una especie de «padre» en la esgrima. En aquel tiempo me enfadé mucho, porque Bauer había modificado la calidad del trabajo en toda la selección nacional. Hasta entonces íbamos en desbandada: cada uno se entrenaba cuando quería, con absoluta libertad. Bauer logró llevar a Roma a los mejores esgrimistas de Italia, estableció una disciplina, impuso un método riguroso y fijó horarios precisos; al mismo tiempo transmitía entusiasmo y la voluntad de trabajar conjuntamente. Los resultados no se hicieron esperar. Antes de la llegada de Bauer parecía que participar en las competiciones fuera una excursión de placer: en Budapest por las mujeres, en Nueva York por las compras, en Madrid por los toros... Como dice siempre Giovanni, éramos una armada Brancaleone, los seductores del circuito esgrimista internacional, contra todo lo que había sido la tradición italiana. Gracias a Bauer, tanto el equipo como yo comenzamos a cosechar éxitos y a conseguir medallas, hasta el oro olímpico. En aquel período conocí a Giovanni, que era un compañero de equipo. Yo formaba parte de los jóvenes y él de los mayores. Cuando la Federación decidió destituir a Bauer me enfurecí: era como si me hubieran quitado a un padre. Me sentía mal con todos los técnicos llegados después, quizá no lograba cortar el cordón umbilical que todavía me ataba a él. Cuando Giovanni fue nombrado comisario técnico, las cosas tampoco fueron fáciles en un primer momento. Giovanni es un hombre enérgico, decidido, pero muy accesible, que te trata como a un igual, mientras que yo sentía la necesidad de tener a alguien que se impusiera, como el antiguo maestro. En aquellos años pedí permiso a la Federación para entrenarme en el extranjero al margen del equipo. Fui a Rusia, a un pueblo de la periferia de Moscú, donde me preparaba un poco a lo Rocky Balboa. Me entrenaba sobre el hielo, trabajaba la potencia y la fuerza, bajo la creencia de que «cuanto más te fatigas, más consigues», como siempre había sostenido. Sin embargo, los resultados no fueron los esperados, de modo que abandoné al técnico ruso. Pero en lugar 12 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 de confiarme a los cuidados técnicos de Giovanni, pedí de nuevo permiso a la Federación para entrenarme con el maestro Bauer, que durante ese tiempo había sido nombrado comisario técnico de China. Pasé todo el año 2009 entre Italia y China. Fue una buena experiencia, más allá del hecho de que allí nadie hablaba italiano, aparte de mi maestro y yo. Lamentablemente, una vez más no conseguí los resultados deseados. Llegué a la conclusión de que un comisario técnico de otra selección nacional, por mucho que pueda tener contigo un vínculo afectivo, no puede pensar más en ti que en la selección nacional para la que trabaja. Finalmente, en 2010 decidí volver a todos los efectos a la selección nacional. Mientras tanto Giovanni había construido el equipo y estaba alcanzando éxitos. Aquel año fue crucial. Había vuelto en forma y había conseguido lo mejor. Como Giovanni recuerda a menudo, entre los esgrimistas circulaban voces del tipo: «Veamos cuántos toques consigues meter a Aldo». Dejaba a todos casi a cero. Llegamos al Mundial y hubo quien apostó miles de euros por mi victoria. Pero no fue como me hubiese gustado. Fue mi peor actuación. Siguió una profunda depresión y comencé a sentir la necesidad de encontrar a alguien que me ayudase. Para transmitir mejor mi situación al profesor, Giovanni añadió un aspecto importante: era considerado por todos «el talento» —«cuando Aldo es Aldo no queda nada para nadie. El objetivo es conseguir que logre dar todo lo que puede dar». Apenas terminado el relato, el profesor resume brevemente la trama y pide nuestra confirmación de haberlo entendido todo. Entonces concluye: «Bien, por lo que me habéis contado pienso que podríamos empezar a trabajar con el objetivo de desbloquear tu talento». Después comienza a hacernos una serie de preguntas específicas sobre lo que estábamos intentando hacer para resolver el problema, yendo desde la técnica de entrenamiento hasta nuestras dinámicas relacionales y personales. Todo parece muy concreto, no hay nada oscuro: Giovanni y yo sentimos que quizás hemos encontrado a la persona adecuada para solucionar el problema. Al final del intercambio —me atrevería a decir esgrimista— de preguntas y respuestas, el profesor dice: «De acuerdo, os dedicaré diez sesiones de trabajo, y os daré indicaciones específicas que realizaréis entre una sesión y otra. Si las cosas funcionan, lo veremos rápidamente. Si dentro de ese período no obtuviéramos resultados, seré yo quien os diga que no puedo ayudaros». Luego nos da la primera indicación, extraña, sin duda, pero curiosa: «Quiero que desde ahora hasta que volvamos a vernos cada mañana os planteéis esta pregunta, en apariencia irracional, pero estratégica: si quisiera empeorar la situación, en lugar de mejorarla, ¿cómo podría hacerlo? Si quisiera deliberadamente empeorar mi problema, 13 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 ¿qué tendría que hacer o no hacer, pensar o no pensar? Traedme todas las respuestas». Nos mira de manera algo enigmática y añade: «La antigua sabiduría dice: si quieres enderezar algo, aprende antes todos los modos de torcerlo más». Luego nos despide. «CÓMO EMPEORAR» Se trata de una técnica psicológica basada en la lógica de la paradoja, formulada dentro del modelo de resolución de problemas estratégico,* cuyo objetivo es activar procesos de cambio en las situaciones de bloqueo psicológico o de incapacidad para encontrar alternativas a los propios esquemas de pensamiento y acción. Investiga posibles comportamientos o pensamientos que, de realizarse, podrían conducir a resultados negativos para la situación problemática del sujeto. La pregunta se formula con el objetivo de obtener dos tipos de efectos distintos: • una aversión inmediata a posibles acciones y pensamientos de los que se ha tomado conciencia, los cuales, en consecuencia, no se llevarán a cabo; • un fenómeno paradójico en el que la mente, por contraste con lo que se le impone, se dirige espontáneamente hacia soluciones alternativas; esto es: se incentiva la creatividad como respuesta al sometimiento mental en la dirección opuesta. En otras palabras, se trata de ayudar a que la mente se libere de la bien conocida trampa del esfuerzo voluntario, que nos lleva a rastrear nuestros itinerarios mentales habituales y a inhibir el descubrimiento espontáneo de vías todavía no recorridas. Representa la aplicación de la estratagema: «Si quieres enderezar algo, aprende antes cómo torcerlo más».* Durante el viaje de regreso en coche, Giovanni y yo nos sentimos extrañamente eufóricos. Aunque el deporte te lleva a ser siempre muy cauto, nos decíamos: «Grande, grande, grande». Nos resonaban en los oídos dos o tres cosas que el profesor había dicho: por primera vez alguien nos procuraba instrumentos concretos para afrontar los problemas y no se había limitado a hacernos hablar. Hasta el momento siempre había charlado mucho, llegando a inventar los problemas para seguir hablando; ahora había comenzado a trabajar de inmediato para ir directamente hacia el objetivo. Pensar en cómo empeorar la situación en lugar de mejorarla produce un efecto extraño: por una parte, te vienen a la mente muchas cosas, incluso las más absurdas, que podrían confundirte aún más; por otra, emergen ideas positivas, puntos de vista 14 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 diferentes. Como si en tu cabeza se abrieran algunas puertas cerradas hasta el momento, despejando la mirada hacia mundos diversos. Lo extraño es que esto nos sucedió tanto a Giovanni como a mí. Y cosas que podrían confundirme todavía más, ¡vaya si tenía! Así, cuando nos reunimos por segunda vez con el profesor, la discusión resultó en ciertos aspectos irónica. Además de hablar del efecto benéfico de la técnica sobre mis sensaciones y mi apertura mental, también tuve que contarle todos los ritos y conjuros que ejecutaba desde hacía años para propiciar los acontecimientos. ¡Era la primera vez que lo hacía! Por suerte, el profesor me tranquilizó rápidamente: ése era un problema típico de quienes desarrollan actividades con una elevada carga de responsabilidad o que están expuestos a juicios muy severos: cirujanos, artistas y atletas. También nos expuso el ejemplo de un famoso cantante lírico, del que naturalmente no nos da el nombre, para explicarnos que, mientras que al comienzo la ejecución de rituales propiciatorios tranquiliza a la persona antes de la actuación, cuando se convierte en una rígida necesidad tiene un efecto contrario: en lugar de ayudarte, los rituales dificultan aún más tu desempeño, hasta bloquearte. ¡Y yo voy fuerte con los conjuros! La tarde antes de cada competición tenía que acopiar energías viendo siempre la misma película, Gladiator: luchas, el resurgir desde las propias cenizas, el ímpetu y la fuerza. Los ritos proseguían el día de la competición: tenía que ir al servicio y repetir en el lavabo ante el espejo, la misma secuencia de movimientos, que culminaban apoyando la frente en el espejo. Cuando me encontraba en un pabellón deportivo sin espejo en el servicio, con seguridad era ¡un mal presagio! Luego tenía que ponerme la misma camiseta que me había dado suerte en las Olimpíadas y llevar conmigo a Baluba, un muñequito de peluche al que le faltaba un brazo. Quizás el más grotesco de mis ritos tiene que ver con el anillo que compré en Cuba durante los Mundiales de 2003, cuando quedé tercero y gané mi primera medalla individual. Lo adquirí en un tenderete, recordaba a un trozo de tenedor enrollado sobre un cilindro. Era un objeto horrible de metal y el dedo en el que lo llevaba se había vuelto verde por la oxidación, pero no importaba: sólo contaba que trajera suerte. Con aquel anillo también gané el año siguiente en las Olimpíadas. Lamentablemente, perdió su energía positiva en 2006, cuando tuve una temporada realmente mala. Giovanni recuerda también que en casa, en la habitación, yo había construido una especie de altar con algunos objetos dispuestos de un modo preciso. «Pero aquellos no, ¿qué tienen que ver? —pienso—. No pueden influir en mis resultados.» El profesor, en cambio, aclara que deben eliminarse todos los rituales para no seguir siendo víctima de ellos. Entonces me doy cuenta de que también mi relación con los números forma parte de estos rituales. Hasta hace algún tiempo, estaba convencido de que con el siete en las eliminaciones directas ganaría siempre, así como creía que determinadas fechas traían buena o mala suerte. Ahora sé que, cuando todo funciona como querrías, ciertos conjuros infunden seguridad y son de gran ayuda. Pero cuando pierdes una competición y te preguntas por qué, si los números eran los «correctos», te arriesgas a perderte en la 15 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 loca búsqueda de un rito propiciatorio más eficaz, cuestionando todos los utilizados hasta el momento: entonces te preguntas si no sería mejor quizás el 6,5 en lugar del 7, o las fechas impares en vez de las pares. Honradamente, una vez terminado el análisis de mis ritos conjuradores, no puedo dejar de mirar una vez más el escritorio del profesor, mostrando mi perplejidad a Giovanni. Sí, porque se pueden tener muchas plumas, pero una cosa es que estén en una caja, en un plumier o bien amontonadas, y otra es disponerlas meticulosamente la una al lado de la otra, de mayor a menor, hasta formar un semicírculo perfecto. ¡Tiene que haber por fuerza una pizca de locura en todo esto! Pienso: «¿Y luego seré yo el obsesivo? ¡Míralo a él en qué estado está!». Cuando se lo digo al profesor, nos explica que es una manera de evitar que sea la mujer de la limpieza la que establezca el orden de las plumas: según ella, una maníaca de la precisión más tradicional, las plumas deberían estar todas en posición vertical, mientras que el profesor tiene una idea de precisión algo más «creativa» y cambia su disposición cada dos semanas. Nos confía que casi todos sus pacientes siguen intrigados por las plumas y creen que las colecciona. En realidad son regalos de personas a las que ha ayudado, y por ello aumentan continuamente. Después de esta fase divertida dedicada a ritos y conjuros, el profesor nos somete al primer ejercicio de visualización. Sentados en las incómodas sillas antiguas de su despacho nos guía, a Giovanni y a mí, en la ejecución de una serie de instrucciones tan simples como eficaces para entrar en un estado de profunda relajación, en el que observamos y seguimos las imágenes producidas libremente por la mente, como si estuviéramos viendo una película. Es una experiencia realmente placentera: a pesar de la incomodidad de las sillas, ha sido fácil entrar en un estado de aletargamiento y dejarse acunar por las imágenes que emergían espontáneamente. INDUCCIÓN HIPNÓTICA La técnica utilizada fue establecida por Spiegel,* y se basa en un procedimiento estándar. Primero se produce la fatiga del nervio óptico, luego se centra la atención del sujeto en el ritmo y el recorrido de la respiración para inducirlo, por último, en dejarse llevar por las imágenes mentales que emergen espontáneamente. El objetivo es activar sensaciones de capacidad de regulación de los propios parámetros fisiológicos conduciéndolos a su ralentización, así como estimular el uso de visualizaciones como llave de acceso a la gestión de las emociones temidas. Para ser sinceros, cuando el profesor nos devuelve a la realidad y nos pregunta: «¿Qué os ha venido a la mente?», tanto Giovanni como yo omitimos responder que nuestra primera imagen ha sido la de «una mujer guapísima medio desnuda»... El hecho es que 16 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 no sabíamos si esto era sano, ¡o profundamente enfermizo! El ejercicio de visualización se nos asigna como tarea que deberemos desarrollar juntos cada día al terminar los entrenamientos. Además, dado que la siguiente semana tendremos la primera competición tras el desastroso Mundial de París, la prescripción del cómo empeorar ejecutada los días anteriores se transforma en un «rito de peores fantasías voluntarias» que deben evocarse cada mañana. En definitiva, imaginad, no sólo ha desmontado la eficacia de mis queridos conjuros sino que ahora me pide que haga lo contrario, que dedique media hora cada mañana a imaginar voluntariamente todas mis peores fantasías relacionadas con la competición, es decir, a producirme la película del fracaso, ¡de cómo pierdo en mis asaltos! El asunto me parece tan poco sensato que no me contengo: «Pero ¿no resultará que así, identificándome tanto con ellas, acabaré haciendo realidad estas imágenes?». El profesor, nada afectado por la pregunta, me responde de modo tranquilizador: «Hace décadas que hago que las personas lleven a cabo esta tarea aparentemente absurda cuando deben afrontar lo que temen, a fin de que miren el miedo de cara y lo transformen en valor». «LA PEOR FANTASÍA» La técnica de la «peor fantasía» ha sido establecida en el campo de la psicoterapia breve estratégica* para superar los trastornos de ansiedad, obsesión por el control y crisis de pánico, es decir, todos aquellos en que la sensación de miedo y el consiguiente intento fracasado de control mental obstaculizan áreas de la vida de la persona, provocando a menudo el empeoramiento progresivo del problema hasta llegar al bloqueo total. El objetivo de esta prescripción es que la persona se enfrente al miedo y tenga una experiencia perceptiva nueva, a saber, la reducción del miedo mediante el intento voluntario de exacerbarlo. La «peor fantasía» funciona bloqueando el impedimento incluso mental de las situaciones temidas, típico de quien tiene un trastorno de pánico, invirtiendo sobre sí misma la pretendida solución del control cognitivo que produce la exacerbación del trastorno. Su lógica es de tipo paradójico y su efecto es cortocircuitar el proceso psicofisiológico paradójico que conduce al pánico, el cual viene apoyado por los intentos de control racional de las reacciones neurovegetativas activadas por el miedo. Por medio de un adiestramiento específico, que prevé tiempos y lugares diversos en los que ejecutar la técnica, la persona adquiere un instrumento que le permitirá gestionar de manera autónoma las situaciones críticas de miedo, anulándolo mediante el intento voluntario de aumentarlo. Esta técnica representa la aplicación de la siguiente estratagema: «Apagar el fuego añadiendo leña». 17 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 Y así, por segunda vez, nos vamos cargados de deberes, pero también de positividad, diría, ahora que chapurreo algo de los términos psico, de placentera sugestión. Durante el viaje de vuelta a Roma analizamos con detalle todo lo que el profesor nos ha dicho y nos ha hecho hacer. Discutiendo, Giovanni y yo nos convencemos aún más de la bondad del recorrido del trabajo realizado y de la nueva prescripción. «¿Será otro conjuro? —me pasa por la cabeza—. Sin duda, ¡si funciona!», me respondo. 18 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 Primera competición: Plodiv, 5-6 de febrero de 2011* Y nos encontramos en la primera competición: Bulgaria, a una hora y media de Sofía, un lugarucho que produce tristeza, un viaje incómodo en avión y autocar. Pero esta vez experimentamos una extraña sensación: como dice Giovanni, parecemos niños en su primera competición. Para mí, romper determinados rituales propiciatorios tras veinte años de competición y afrontar una del modo en que el profesor nos ha sugerido, resulta totalmente nuevo. Sentimos que es un momento clave, pero no se trata de ponerme bajo examen a mí o al profesor: es sólo una impresión muy buena y positiva. Me gusta que me instruyan, cuando confío en alguien me gusta que esa persona me guíe. Desde el primer día, por la mañana, puse en práctica la peor fantasía y el efecto fue extraño: en lugar de agitarme me sentía tranquilo y sereno. Cuanto más me esforzaba en ver las cosas feas, más imágenes positivas emergían en mi mente. Ciertamente, al comienzo lograba ver acontecimientos catastróficos, luego, como un muelle, la mente se escapaba hacia otro lugar, haciéndome sentir tranquilo y decidido ante lo que temía. La competición es sin duda complicada. Dado que ocupo una posición baja en la clasificación mundial, debo enfrentarme al número uno, y si no obtengo un buen resultado seré eliminado inmediatamente. En definitiva, estoy caminando por el borde de un precipicio y pese a todo me siento sereno. Me encuentro en una atmósfera surrealista, como si viese una película, con mucha participación y al mismo tiempo desapego. Es así durante toda la competición, que domino del principio al fin, sin un defecto, sin ni siquiera uno de aquellos «cabreos» que se me escapaban a menudo en los años anteriores. Completamente frío, pienso: «Ésta es mi tarea, la llevo a cabo y gano». Sólo al final, al subir al podio, me doy cuenta de lo conseguido. Incluso con el adversario al que me enfrento en la semifinal, Dumitresco, mi «bestia negra», todo va a la perfección. Y no sólo eso: en la final compito con el atleta ruso Nikolay Kovalev, y al fondo de la pista me encuentro con los ojos de Christian Bauer, mi famoso maestro del pasado, ahora comisario técnico del contrincante. Ante mí se despliega todo el abanico de mis fantasmas: el campeón del mundo en activo, el adversario más temible, mi antiguo maestro. Parece realmente la escenografía de una película en la que el héroe debe afrontar sus monstruos interiores para tomar conciencia de su propia fuerza. 19 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 También para Giovanni es como estar en la primera competición: debemos hacer juntos el ejercicio de visualización, y mientras yo estoy en la pista, él me mira desde el fondo y, lo recuerdo muy bien, está sereno. Las acciones se van sucediendo, sin forzar. Antes de la competición, los demás atletas nos han tomado un poco el pelo cuando Giovanni y yo hemos hecho el ejercicio de visualización. Alguien me ha dicho: «¿Qué haces con los ojos bizcos? ¡Parece que tengas un ataque epiléptico!». Pero yo me iba diciendo: «¿A quién le importa?», y ha sido extraño porque, por lo general, ante una tomadura de pelo he tenido siempre sólo dos reacciones alternativas: la rabia y el desahogo sucesivo, o el disgusto. Por primera vez he experimentado indiferencia ante la opinión de los demás. Pensándolo bien, si hubiese visto a un atleta haciendo aquellos gestos tal vez yo también le habría tomado el pelo, quién sabe, a lo mejor le habría dado incluso un coscorrón. Pero después de la competición varios atletas me preguntaron dónde había aprendido aquellas técnicas, y si ellos también podrían adquirirlas. En definitiva, la victoria ha sido distinta: como un renacimiento, una competición nueva comparada con las demás, mucho más serena, fácil, natural y ligera. Las victorias anteriores siempre fueron agotadoras: llegaban los calambres, las pantorrillas entumecidas, el dolor físico, y cuando subía al podio tenía una agradable sensación, porque sentía la recompensa del sudor. Pero esta primera victoria con ligereza ha dado una clave de lectura distinta a mi carrera. La relación con Giovanni se ha reforzado aún más: él no es sólo mi maestro y comisario técnico, sino también la persona que ha estado más cerca de mí, ganamos juntos y perdemos juntos. Después de los catastróficos Mundiales de París en 2010 volvimos a comenzar juntos, y también juntos hemos llevado a cabo este trabajo con el profesor. Contentos y orgullosos, a la semana siguiente volvimos a ver al profesor, quien también manifestó su entusiasmo. Juntos analizamos todas las fases del trabajo desarrollado. El profesor —que a partir de este momento se convierte en Giorgio porque la relación técnica se está transformando en una relación afectiva— nos explica con detalle el funcionamiento de las técnicas aplicadas. Estamos sólo al comienzo del proceso de cambio: para un atleta ya no tan joven como yo, el modo de vivir la competición debería volverse más sabio y estratégico. Por otra parte, la experiencia concreta recién vivida nos había convencido tanto a Giovanni como a mí de estar siguiendo el camino adecuado. Durante la sesión confesamos el rito que, como dos chiquillos rebeldes, habíamos montado y sobre el que bromeamos a espaldas de Giorgio. Es un momento divertido. El profesor nos había prescrito el abandono de todo conjuro... Y nosotros, cada vez que vamos a Arezzo, seguimos una secuencia preestablecida: el mismo aparcamiento, el mismo restaurante, la misma mesa, los mismos asientos, el mismo pan, las mismas bebidas, Coca-Cola zero para mí, agua con gas para Giovanni, luego cada vez un café para mí y dos para Giovanni. 20 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 Giorgio nos sorprende una vez más: sonriendo, nos comenta que en realidad este acto irónico de rebelión es parte integrante de nuestro buen trabajo. Pero a partir de ahora, lamentablemente para nosotros, ya no nos lo permitirá, porque las próximas sesiones se desarrollarán en otro lugar. Iremos a su casa, para tener un ambiente más tranquilo —y sillas más cómodas— para llevar adelante el trabajo sobre la concentración y sobre el aprendizaje de técnicas autohipnóticas superiores. Hasta el momento nuestro trabajo se había concentrado primero en técnicas dirigidas a desbloquear la situación problemática y luego en técnicas orientadas a hacer emerger y desarrollar los recursos, es decir, a expresar lo mejor posible mi talento como atleta. Así, la siguiente vez vamos a casa de Giorgio, o mejor, como él la llama, a su «humilde morada». Allí, en la paz de una villa en las colinas toscanas, comenzamos el trabajo más profundo y directo, tanto para los objetivos deportivos como para los cotidianos. He conseguido eliminar casi por completo mis ritos conjuradores, y Giorgio lo celebra conmigo. Nos explica que no suele ser fácil suprimir estas manías, mientras que yo, tras comprender la peligrosidad de ciertos ritos, he conseguido eliminarlos. A decir verdad, no exactamente todos y por ello me siento algo culpable, también porque he comprendido que ciertos comportamientos ritualizados si no se extirpan del todo, se reproducen. Otro aspecto importante de la sesión es el trabajo sobre mi dificultad con el sueño. Hasta aquel momento tenía problemas para dormir y mis noches eran a menudo agitadas, pero mediante aquel simple ejercicio autohipnótico comencé a dormir muy bien. Este «truco» me fue bien de inmediato: cierro los ojos, miro en dirección a la punta de la nariz y me concentro mirando más a fondo en aquella dirección, con la extraña sensación de ver con los ojos cerrados una luz que se transforma. Poco a poco me duermo. DEL TRANCE AL SUEÑO Desde la Antigüedad, egipcios y chinos definen la hipnosis como «el sueño mágico». Tal definición pone de relieve cómo la inducción de trance ha sido utilizada desde siempre como técnica para evocar el sueño restaurador mediante el efecto de determinadas maniobras sugestivas. La técnica utilizada aquí se basa en la tradición india introducida por los faquires: mirarse la punta de la nariz hasta sentir el cansancio de los ojos y la mente confusa, cerrar los párpados manteniendo la concentración en la punta de la nariz, hasta que se entra en un estado de conciencia alterado que se transforma en un sueño profundo. 21 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 Esta vez, además, sentados cómodamente en dos chaise longue contrapuestas, después de realizar la secuencia para entrar en trance, Giovanni y yo somos guiados primero a visualizar, como en una película, los asaltos de la competición de Sofía, y luego a visualizar un combate futuro con un adversario, convirtiéndonos así simultáneamente en directores y actores protagonistas de la película que discurre en nuestra mente. VISUALIZACIÓN DE LA ACTUACIÓN Hacer visualizar en estado de trance hipnótico el momento del combate es uno de los usos más conocidos de la hipnosis en psicología del deporte. El objetivo es asociar el estado de calma y el típico estado de conciencia alterada con la situación de la competición, y de tal manera transferir a la acción deportiva concreta este tipo de gestión de los actos y de regulación de las emociones. Aquel día no sólo se confirmó la buena relación entre nosotros tres, sino también la implicación personal de Giorgio cuando nos manifestó su intención de seguirnos hasta el fondo, hasta la victoria final, en lugar de limitarse al número de sesiones establecidas en la primera entrevista. Ahora la atmósfera es realmente íntima. Por primera vez comemos juntos y Giorgio cocina una receta suya (descubrimos así que también se divierte en los fogones). Pienso, luego se lo confío a Giovanni: «¿Tendrá por casualidad alguna extraña tendencia?». Pero apenas conocemos a su novia se disipa toda duda. Giorgio prepara ante nuestros ojos un salmón con corteza de amapola asado a la parrilla y regado con un óptimo vino tinto servido frío (¡otra rareza del profesor!). Hablando de comida y bebida, cuento mi fijación por las dietas y de cómo Viktor, el técnico que me entrenaba en Rusia, se enfadaba siempre conmigo por esto y me decía: «Aldo, come... come que te da fuerza... comes arroz chino como una mujercita... ¡tienes que comer carne!». 22 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 Segunda competición: Padua, Trofeo Luxardo, 18-20 de febrero de 2011 Llega el día de la siguiente competición. Estamos en Padua, donde lamentablemente comienza el desgraciado período de mis accidentes. Perdimos la final individual, pero contra el atleta coreano Gu Bon-Gil, que el año anterior lo había ganado todo. Así, bajamos satisfechos de la pista, diciéndonos que habíamos perdido el encuentro por algún pequeño error técnico fácilmente subsanable. Además, como Giovanni y sobre todo yo comenzamos a entender, no se pueden ganar todas las competiciones: lo importante es ganar las que realmente cuentan. Giorgio nos ha enseñado que el guerrero prudente no se agota intentando ganar cada desafío, sino que cultiva sus propios recursos preservándolos para los encuentros realmente cruciales. Y esto vale aún más para un sablista viejecito y algo achacoso como yo. Desafortunadamente, al día siguiente durante la competición por equipos llega el accidente. Cuenta Giovanni: «Estábamos en la semifinal contra Bielorrusia. Aldo, durante el último toque de su fracción, que estaba ganando por 5 a 3, puso el pie sobre el del adversario y cayó torciéndose el tobillo. Nos dimos cuenta inmediatamente de que el asunto era serio, por lo que nos fuimos rápidamente en un coche alquilado que inundamos literalmente con el hielo que le envolvía el tobillo y que se deshacía lentamente. Fuimos a ver a Federico, el médico de la Federación, quien nos comunicó que el tobillo no estaba roto desde el punto de vista óseo, pero probablemente los ligamentos sí lo estaban, y así Aldo se saltó dos competiciones y dos meses de temporada». Para mí fue como volver a la superficie tras ser arrastrado por un torbellino; apenas has tomado aire cuando inmediatamente te sientes arrojado de nuevo hacia abajo. Tanto Giovanni como yo estábamos muy decepcionados porque estábamos remontando la clasificación mundial: dos competiciones, dos finales, una de ellas ganada a lo grande. Aquella desgracia sobraba. Aún hoy recuerdo claramente la imagen y la sensación: tiro el toque final en mi primera fracción y caigo, ya en el suelo noto un dolor muy agudo en el estómago, luego vomito y enseguida me doy cuenta de que no hay muchas esperanzas. Sin embargo, siento alegría por la victoria del equipo en la final, que concluye muy bien sin mí. Me quedo en el banquillo para apoyar al grupo. Así llega también la victoria en la Copa del Mundo por equipos. Se suceden las consultas médicas y todas concuerdan: un ligamento desgarrado y otro roto. Se desaconseja no obstante la intervención quirúrgica: sólo debo permanecer en reposo y hacer un buen trabajo fisioterapéutico. 23 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 Para mi sorpresa, el accidente no me desanima. Discutiéndolo con Giovanni, lo interpretamos como uno de tantos acontecimientos que se encuentran a lo largo del recorrido, y debe afrontarse con serenidad y con el proyecto de regresar, dentro de dos meses, a las principales competiciones. Vistos los resultados del trabajo que estamos llevando a cabo, nos sentimos muy confiados. Cuando nos encontramos con Giorgio, mantenemos una larga conversación que tiene como objetivo redimensionar el efecto del accidente y, sobre todo, evitar que se activen en mi mente los viejos razonamientos propiciatorios negativos: como hasta aquí me ha ido bien, ahora me irá mal y lo pagaré; o bien, como no podré entrenarme intensamente como lo he hecho siempre, no llegaré preparado. Toda la vida he sido el último atleta en marcharse del gimnasio, el que marca el ritmo a los demás y que para sentirse preparado con vistas a una competición debe pensar que lo ha dado todo y mucho más en el plano atlético. Ahora, en cambio, debo transformarme en el atleta prudente: ya no puedo ser el atleta generoso que da lo mejor de sí en cada entrenamiento y en cada competición. Ya no puedo pretender ganar todos los desafíos, no sólo en el deporte. Sobre la estela de esta necesidad, Giovanni y Giorgio discuten con detalle acerca de cómo proceder, no sólo con la actividad psicológica sino también con la actividad técnica de la esgrima, o acerca de cómo basar el trabajo sobre la prestación mental más que sobre la estrictamente atlética. Luego valoramos juntos los puntos fuertes y débiles, y de qué modo el handicap actual podría limitar mi rendimiento. Se trata de transformar mi manera de combatir. Ilustrando hasta el detalle mi estilo desde un punto de vista técnico, Giovanni pone de manifiesto de qué manera yo veo en el ataque mi punto débil. En efecto, me defino como un esgrimista defensivo. Esto es cierto, pero sólo en parte: porque si a cualquier sablista le resulta realmente difícil superar mi defensa, es igualmente cierto que técnicos y atletas consideran perfecta la técnica de mi ataque. No por azar, la filmación de uno de mis asaltos ha sido tomada como ejemplo en todas las escuelas. Éste es un aspecto muy importante que personalmente nunca he considerado. Y no sólo eso, Giovanni también me hace observar que he conseguido mis victorias más importantes atacando y no defendiendo. Lo que podría marcar la diferencia es que, si trabajase más en ataque, sometería mi pierna posterior a una carga bastante inferior respecto a mi estilo de defensa y contraataque, basado en gran parte en el trabajo de piernas hacia atrás. Se trata de cambiar una convicción arraigada. Por otra parte, hasta los diecisiete o dieciocho años, ¡ni siquiera sabía lo que era el ataque! El trabajo con el maestro ruso Viktor se concentró en la defensa. Como Giorgio subraya, se ha forjado la creencia de que mi punto fuerte es la defensa, y ahora hay que modificar mi esquema mental. En lugar de ir velozmente 24 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 hacia atrás para defenderme, tengo que bloquear al adversario en el centro de la pista para luego entrar, produciendo entre otras cosas un efecto sorpresa en los contrincantes que ya conocen mi esgrima. Como afirma Giovanni, debemos trasformar el handicap en un punto de fuerza, perfeccionando la técnica que ya conozco muy bien —el ataque—, pero en la que me siento menos confiado. Lo que quizás el lector no sepa es que a menudo un atleta ve su punto de fuerza en lo que se encuentra más cómodo, porque es lo que más ha entrenado. A un observador externo, en cambio, la situación puede parecerle muy distinta. Pero cuando estás en la pista no tienes tiempo para pensar, los intercambios se producen en milésimas de segundo, y tiendes a realizar lo que te resulta más espontáneo, aquello con lo que has adquirido mejores automatismos. La dificultad llega cuando la técnica para la que estás mejor preparado no coincide con lo que se debe hacer: tendrías que modificar el esquema y sin embargo insistes en volver a proponerlo porque te da seguridad. Gana quien tiene el valor de cambiar el propio repertorio de acciones: en realidad, en aquel momento salir de un esquema espontáneo se percibe como un riesgo. En efecto, como Giorgio consigue hacernos entender, no se trata de un razonamiento, sino de un autoengaño. Si fuera una cuestión puramente racional resultaría fácil superar el obstáculo, salir de la trampa que supone percibir determinados esquemas como más tranquilizadores que otros. A la inversa, esta reacción proviene de los centros más antiguos de nuestro cerebro y estalla sin pasar por las zonas corticales que liberan la conciencia. Se trata del mecanismo que se pone en marcha naturalmente cada vez que recibimos un estímulo amenazador, y que nos permite reaccionar rápidamente, por ejemplo, impidiéndonos caer después de tropezar o chocar con un obstáculo mientras estamos conduciendo, o que durante una actividad deportiva suscita la reacción ganadora, definida como intuitiva. Pero para el atleta es un mecanismo que puede convertirse en una trampa: ante una dificultad, el deportista no logra modificar sus acciones-reacciones, ni siquiera frente a su fracaso. Éste es un aspecto realmente crucial en el estudio y en el trabajo sobre el rendimiento, porque inducir a un campeón a modificar el esquema de acción en el que más confía supone una labor que va mucho más allá de la adquisición de la conciencia sobre lo que se debería hacer: durante una actuación velocísima, confiarse a la conciencia y a la razón significa llegar con retraso, fuera de tiempo. Los expertos definen estos momentos como «trance agonístico». Así, Giovanni y Giorgio planifican juntos un trabajo en dos frentes, con el objetivo de inducirme mayor confianza en mis estrategias de ataque que en las de defensa. Por una parte, con Giovanni nos concentraremos en aquel mínimo de práctica que puedo hacer fuera de la pista, trabajando en esquemas de bloqueo y ataque y en acciones que pueda realizar sin percibir dolor; por otra, con Giorgio trabajaremos exclusivamente el aspecto psicológico, reestructurando la percepción de mis actos durante un duelo hasta 25 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 obtener reacciones espontáneas diferentes a las habituales. En otras palabras, el objetivo es evitar las sensaciones dolorosas y, por otra vía, experimentar una sensación más positiva respecto de las técnicas ya adquiridas pero infrautilizadas. No sólo eso, en esta fase hago otro descubrimiento sorprendente: durante cada entrenamiento, en lugar de tirar y tirar hasta el espasmo según mi costumbre, deberé evitar todo lo que me produzca dolor. Como Giorgio nos explica claramente, si me entreno sintiendo dolor, en el momento de la emergencia la mente se niega a realizar el gesto que producía aquella sensación. Así, por primera vez me doy cuenta de lo equivocado que resulta llevar el esfuerzo hasta el exceso, creyendo que esto aumenta mi fuerza y mi resistencia, cuando el efecto real es el contrario. Aún no sabía que Giorgio era un profundo conocedor de las artes marciales y que precisamente en virtud de esta experiencia había aprendido lo importante que es entrenarse manteniendo siempre sensaciones placenteras. En efecto, si tu mente asocia ciertas acciones a la sensación de placer, creando un estado de mayor bienestar, cuando te expones a una determinada situación o estímulo aquellas acciones emergerán como respuestas fluidas y automatizadas, es decir, obtendremos una espontaneidad elaborada. Como consecuencia de estas adquisiciones fundamentales se readapta también mi trabajo de fisioterapia y de recuperación física con el preparador atlético. Ciertamente, para mí, habituado como estoy a entrenarme a lo Rocky Balboa y a aceptar cualquier desafío con el objetivo de ganar, se trata de un trabajo duro. 26 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 El regreso a la competición Después de saltarme dos competiciones, siento curiosidad por volver. Estoy algo asustado, pero tengo muchas ganas. Así, llegamos a Atenas, competición que generalmente me gusta porque la asocio a la victoria en las Olimpíadas (no debo comentárselo a Giorgio, ya que me regañaría diciéndome que esto es una asociación propiciatoria). La preparación psicológica es la que ya habíamos utilizado en la competición anterior: la peor fantasía la mañana de la competición e, inmediatamente antes de cada asalto, la técnica autohipnótica con la visualización libre del adversario. AUTOHIPNOSIS CON VISUALIZACIÓN DEL ADVERSARIO Este modo de proceder añade otra técnica al aprendizaje de las anteriores: hace que — tras el estado de trance— la mente se concentre en el duelo siguiente, imaginando al adversario real y dejando libre la fantasía de producir el desarrollo del duelo. Esta técnica tiene como objetivo focalizar la atención del atleta sobre los posibles desarrollos del combate haciéndole anticipar los puntos críticos, de modo que se creen en él las contramedidas adecuadas. Me siento bien, disputo buenos encuentros y me sitúo entre los ocho primeros (cuarto, en concreto), contento por el rendimiento y por el resultado global. Lamentablemente, tengo un dolor en la planta del pie izquierdo, que me parece que es una inflamación del tendón. Al día siguiente ganamos de modo aplastante la competición por equipos para la clasificación olímpica, pero el dolor insistente comienza a preocuparme. La victoria ha sido una auténtica competición de fuerza, una señal de desquite después del Mundial de 2010. Tras dos meses de parón, mi regreso ha sido excelente desde el punto de vista de los resultados y, sobre todo, del ánimo: tengo muchas ganas de tirar, me siento tranquilo, decidido y relajado. Con el equipo hemos recobrado la fuerza del grupo, aunque mi cuerpo ha lanzado de nuevo una alarma, que aumenta en las semanas siguientes. El esguince del pie derecho está curado, pero ahora tengo un problema en el izquierdo. Las competiciones siguen: dentro de dos semanas, Madrid. Giovanni recuerda de manera simpática cómo yo caminaba como un ganso por el dolor en la planta del pie. A pesar de todo hago una buena competición, y muy intensa. El tercer puesto se debe a una discutible decisión arbitral que realmente me molestó; 27 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 quizás estaba más susceptible por el dolor. Por otra parte, incluso Giovanni, que suele mantener una calma olímpica sin juzgar negativamente la actuación de los árbitros, en aquel caso observó que, por lo menos, no me habían asignado tres toques. Al día siguiente, como siempre, la competición por equipos. El dolor en el pie es cada vez más fuerte, y también mis compañeros Diego Occhiuzzi y Gigi Tarantino están maltrechos: uno tiene dolor de espalda y el otro está griposo y tiene el tobillo entumecido. En definitiva, somos un grupo de desgraciados en combate. Pero sucede algo importante. Nos enfrentamos otra vez con Rusia: en los últimos años el combate entre las dos selecciones nacionales se cuenta entre los más encendidos, y de nuevo está presente mi antiguo comisario técnico. Pese a los achaques, los tres mostramos una esgrima de gran calidad. Durante uno de mis enfrentamientos sufro nuevamente un par de decisiones muy discutibles. Por primera vez discuto con mi tan respetado exmaestro. Y no sólo eso: nuestro acalorado intercambio de opiniones concluirá conmigo mandándole solemnemente al infierno. Me he sentido ofendido, el nerviosismo es comprensible, pero cuando veo que desde la otra parte del banquillo mi ex comisario técnico protesta por los puntos a mi favor me siento traicionado. No soporto que una persona a quien estimo no comprenda que el árbitro se ha equivocado; por otra parte no considero que, siendo el técnico del equipo contrario, sea normal que se oponga cuando los jurados deciden a mi favor. Cuando le oigo decir: «Mira, Aldo, mi muchacho tiene razón», me siento traicionado y despotrico contra él mientras tiro los últimos golpes para alcanzar el tercer o cuarto puesto. Este episodio hace que me dé cuenta de la importancia de estar fundamentalmente centrado en uno mismo y de saber reaccionar ante las adversidades, así como ante los presuntos errores sufridos sin perder el equilibrio. También esto requiere funambulismos emotivos, al igual que cuando te mueves rápidamente sobre la pista debes mantener el equilibrio para no desestabilizarte y terminar a merced del adversario. Éste es otro paso importante en mi nueva dimensión no sólo atlética, sino personal. Finalmente comienzo a buscar al maestro que está en mi interior, en lugar de confiar en quien me ha educado como esgrimidor. Desafortunadamente, el problema del pie sigue empeorando. Los médicos de la Federación creen que sería bueno que guardara reposo, pero del 26 al 29 de mayo se celebran los Campeonatos italianos absolutos en Livorno, mi ciudad, donde reside mi familia. Nunca podría hacerles una afrenta de este tipo. De modo que comienzo una serie de infiltraciones anestésicas y de cortisona en la planta del pie. Por otra parte, discutiendo con Giovanni y Giorgio decidimos que esta competición tiene un valor simbólico muy importante para mí, una auténtica inyección de energía positiva que en absoluto puedo desaprovechar. La competición es una alternancia de alegría y dolor. Mi tío, cirujano ortopédico, me suministra analgésicos cada día. Gano el torneo y es como haber ganado otra vez en las Olimpíadas: pensad, estoy en casa, ante mi padre. Extraigo de ello una energía 28 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 extraordinaria. Si no hubiera sometido mi cuerpo a tales esfuerzos, quizá no habría tenido problemas después, pero para mí era realmente muy importante competir y ganar. Giovanni aún recuerda cómo me sostenía la pierna mientras me inyectaban los analgésicos y yo gritaba como un poseso sobre una sucia cama debajo de la tribuna del palacio de deportes. Mi tío casi se negó a ponerme las inyecciones y cada vez me preguntaba: «Aldo, ¿estás seguro de querer seguir?». Yo asentía y él no podía sino contentarme. Los problemas surgen en los cuartos de final, al terminar el encuentro, cuando siento algo en el exterior de la pantorrilla izquierda, una especie de tic. Por la noche, un dolor sordo, muy intenso, y la fiebre comienza a subir... Sin embargo estoy muy contento. Mis problemas comienzan aquí: durante cierto tiempo debo acudir al fisioterapeuta, tomar los factores de crecimiento y llevar un protector para mantener el pie dirigido hacia el exterior, para que los tendones del peroné no se distiendan. Pero nada consigue frenar el empeoramiento. Durante la siguiente competición en Varsovia, el 4 y el 5 de junio de 2011, no puedo dejar de tomar analgésicos y antiinflamatorios. Pero merece la pena porque hago una buena competición: ningún adversario consigue meterme más de diez toques. Pierdo con un coreano que me da una paliza memorable. ¡No soporto cuando alguien me la pega así! Giovanni intenta tranquilizarme diciéndome: «Has hecho lo que has podido. Tu adversario ha basado el combate en el movimiento; tú, con la pantorrilla bloqueada, no podías hacerlo. No podías reducir la distancia ni defenderte: cuando te apoyabas en la pierna veía tus muecas de dolor, parecía que te torturaran». Desgraciadamente, creo que en aquel período se subestimó mi problema médico. Creyeron que se trataba de un simple tirón en la pantorrilla, no de una lesión del tendón. De hecho, parecía una lesión de poca consideración: sólo me dolía al practicar esgrima, es decir, cuando el pie posterior estaba a noventa grados respecto del anterior; en cambio conseguía correr sin dolor. En estas condiciones llegamos a la competición de Nueva York, que se celebraba del 24 al 26 de junio. Como siempre nos encontramos con Giorgio antes de partir. Me siento lleno de entusiasmo: «Nueva York trae buena suerte, América trae buena suerte... Todos estamos contentos... es el torneo que más he ganado...». Giorgio, de nuevo, desmonta inmediatamente mi superstición. Según él, ciertas creencias rituales, negativas o positivas, tienen que eliminarse. Debo decir que la profecía se desmontó realmente, porque en Nueva York recibí unos mazazos colosales. Es una experiencia importante, porque logro decir basta a los viejos conjuros y aceptar que no siempre se puede ganar. Desmiento mi convicción de ganar siempre en América. Ya no puedo confiar en mis rituales. Me resuenan las palabras de Giorgio: «No debes ganar todas las batallas. Debes ganar las que cuentan. Si quieres ganar la batalla que vale, debes aceptar perder las menos importantes... Si no sabes perder, no sabes ganar». 29 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 En el primer turno me enfrento al mejor atleta estadounidense, Daryl Homer. El combate sigue rápidamente una línea que no es la mía, quien manda en el juego es mi adversario. No tengo buenas sensaciones, me siento algo vacío y además me duele mucho la pierna. Pese a todo, llegamos iguales a catorce. Planteo el último toque con una parada, esquivo el ataque de mi contrincante, para luego atacar. Compito bien en la primera parte, la más difícil, para luego fallar, inesperadamente, en mi arremetida final. Pierdo. Siento no haber combatido como podría ¡y no estoy nada satisfecho! En aquel tiempo pensaba: «He aprendido a aceptar las derrotas». En Nueva York incluso di la mano a mi adversario sin enfadarme: normalmente, en el pasado, después de una derrota estallaba la riña. En 2007 me lancé encima de un árbitro que me había descalificado de la competición mostrándome la tarjeta negra. En 2006 corrí el riesgo de retirarme de la esgrima, porque a causa de un profundo tirón del nervio ciático ya no percibía la sensación de dolor. Y así, cada vez que me estiraba me desgarraba sin darme cuenta. Durante el primer encuentro después de aquel infortunio ataqué duramente a un árbitro francés. Cuando meses después aquel hombre se suicidó, me quedé muy impresionado. Incluso me pregunté si había sido culpa mía. Me explicaron que el árbitro sufría una depresión desde hacía tiempo. Después de Nueva York, estaba programado el retiro en Catania. Una situación muy buena, aunque como recuerda Giovanni teníamos muchas dudas y sensaciones negativas. En cualquier caso, conseguimos trabajar duramente. Entramos en relaciones más estrechas con Andrea Terenzio, el preparador atlético. Andrea trabaja con el equipo desde hace tres años, pero nunca había sido una presencia fija. En primer lugar, es bueno en su comportamiento. Como dice siempre Giovanni, un atleta no debe ser compadecido, ni contentado, debe hacérsele trabajar de manera inteligente, y en esto Andrea es muy bueno. Había sido un atleta y ahora estaba trabajando para ser maestro de esgrima. Su preparación atlética es de altísimo nivel y la aplica de manera específica a la esgrima, un aspecto crucial en la preparación del Mundial. En este período, además, soplan malos vientos dentro del grupo del sable. Se producen continuas discusiones y Giovanni, que por lo general es tranquilo y decidido, parece cansado y débil, incluso algo reservado. Ha hablado también con Giorgio: pese a los resultados obtenidos se siente criticado, como si se discutiera su liderazgo. Ante él, los Europeos, compromiso fundamental para la calificación olímpica, al ser una competición obligatoria y con dobles puntuaciones respecto de las competiciones normales de la Copa del Mundo. Hay que tener presente también que los sablistas más fuertes son todos europeos. Giovanni se siente bajo presión desde el punto de vista personal, mientras que yo sufro dolores terribles en la pierna. Giorgio acude una vez más en nuestra ayuda sugiriéndonos cómo gestionar lo mejor posible las dificultades con la Federación y con el grupo, y no dejarnos aplastar por la presión con vistas a las competiciones cruciales. 30 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 Con Giorgio seguimos con los ejercicios de autohipnosis, cada vez más elaborados, y con nuevas visualizaciones y sugestiones. Además de visualizar al adversario, las palabras clave que ahora utiliza para evocar sensaciones particulares son: «El adversario no existe, sólo existes tú». Este paso es importante para centrar la atención en nosotros mismos y en nuestros movimientos ignorando tanto como sea posible el rol del contrincante y anulando el temor ante él. Evita asimismo el riesgo de bloquear o de hacer menos fluida la acción eliminando así la necesidad de controlar cada movimiento particular. El ejercicio consiste en hacer resonar en la mente aquellas palabras y evocar la sensación consiguiente. En el Europeo de Sheffield, al final de julio, la competición ha sido magnífica: en el individual pierdo únicamente contra un joven esgrimista muy en forma y sólo por un toque. Me siento confiado, porque pese a la derrota me comporto bien y anoto una espléndida remontada. Los numerosos encuentros sucesivos son agotadores: no hay tiempo para concentrarse, como generalmente sucede. En el descanso a mitad de aquel duelo estoy perdiendo por 2 a 8. En aquel minuto consigo recuperar la concentración e inicio la «remontada del caballo cojo». El adversario va siempre por delante, pero lentamente gano terreno. De 2 a 8 llegamos a 14 iguales. El rocambolesco último punto es una acción excepcional en defensa. Luego recupero el ataque, pero fallo; fallo y el adversario me toca. Las palabras de Giovanni: «No podías, todos hemos visto que la pierna no te permitía hacer lo que normalmente puedes». Así, al final, ambos nos sentimos satisfechos. El torneo por equipos es realmente sorprendente: vencen tanto el equipo masculino como el femenino, tirando de manera divina. Antes del combate con Rumanía, dada mi situación, le pregunto a Giovanni: «Pero ¿qué haces? ¿Quieres hacerme tirar?». «Sin duda», replica, y yo: «No, sabes que con ellos no me siento bien, cochino tirano». Me hace callar: «No te preocupes, el problema es suyo». Así ganamos esta competición fundamental cerrando la primera parte de la temporada muy satisfechos por los excelentes resultados. Giovanni por primera vez parece casi exultante. Son victorias evidentes: el resultado acalla todas las polémicas que lo rodean, además de sus tormentos interiores. Así se expresa: «Hungría en los cuartos de final ASESINADA. Rumanía en semifinales dejada a veintinueve con toques increíbles de todos los atletas, y Aldo extraordinario. Estaba mal, pero ha tirado con gracia divina». Y no sólo eso: conseguimos también desmentir las críticas y las polémicas injustas, tan típicas del deporte italiano. Estamos aún más convencidos de nuestros recursos y potencialidades. Llega el descanso veraniego y podemos trabajar sobre mi lesión. Los médicos nos habían tranquilizado diciéndonos que todo pasaría con el reposo; según su diagnóstico se trataba de una simple inflamación del tendón. Me habían sometido a una 31 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 decena de resonancias magnéticas, por eso no estaba preocupado. Quizá debería haber insistido, ya que el dolor no me abandonaba, pero como estaba acostumbrado a sufrir, pensaba: «No te hundas... a pesar del sufrimiento, mira qué has conseguido». Tras la pausa veraniega, en la segunda quincena de agosto volvemos a encontrarnos para comenzar la preparación de los Campeonatos del Mundo. Dadas las garantías médicas, debería estar en buenas condiciones, pero en realidad no estoy en forma. Tal vez me he confiado demasiado, porque durante el mes de vacaciones habrían podido visitarme y, en cambio, lo dejé pasar. La cuestión preocupante surge cuando, después de tres semanas de reposo, caminando por una playa de la Pulla, advierto todavía dolor. De regreso a Roma me someto a otra resonancia magnética. Giovanni está muy decepcionado. Había confiado en la opinión médica, pero la situación es muy seria. Durante la preparación, en el primer entrenamiento colegiado en Formia, coloco mal el pie sobre un peldaño, me caigo al suelo y grito de dolor. Se me hincha de nuevo la parte exterior de la pantorrilla. Otra resonancia. Al día siguiente llamo a Giovanni para comunicarle el parte médico: el tendón está contraído por un lado y desgarrado por otro, el estado es grave. Por primera vez me dicen que el tendón podría romperse. Giovanni y yo confiamos: «Lo importante es que el 11 de octubre subamos a la pista y tiremos, después de esa fecha volveremos a hablar de una posible operación». El médico nos toma por locos, sobre todo a Giovanni, porque él es quien habla directamente con los doctores. Cuando regreso a Formia tenemos que decidir qué hacer. Estamos todavía al comienzo de la preparación y debemos valorar si participar o no en el Mundial. Es el Mundial para la clasificación olímpica, más importante por ello que el Europeo y con triple puntuación. No lo pienso ni un instante: ¡iré incluso haciendo la vertical! Pero para Giovanni es distinto: él es el responsable de un equipo y no el entrenador de un atleta en particular. Más tarde me contará que en su interior nunca había puesto en duda mi participación, pero tenía que llegar a una valoración más fría. Así, se apoya también en la opinión del preparador atlético. Decidimos juntos discutirlo con Giorgio: hasta ahora habíamos conseguido los mejores resultados los tres y este momento crítico debía afrontarse del mismo modo. La decisión está tomada: prepararé el Mundial sin tirar. En su casa, sentados cerca de la piscina, Giorgio me repite con una mirada muy tranquilizadora: «No necesitas entrenarte, los esquemas los tienes en la cabeza, sólo debemos trabajar psicológicamente. Los esquemas ya te aparecerán». Pero la idea me desalienta y respondo: «No puedo, si no me entreno duramente no llegaré preparado». Giorgio subraya que un atleta como yo ya ha adquirido los esquemas psicomotores y de combate en el curso de muchos años de esfuerzos y victorias, y no es necesario recorrerlos de nuevo antes de cada competición: cuando entre en el trance agonístico aparecerán por sí solos. En otros términos, el trabajo sólo es de cabeza. 32 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 Aquel encuentro resulta un auténtico viraje. No es fácil decidir afrontar el Mundial sin tirar en la pista, parece casi una locura. Sin embargo, Giovanni es extraordinario: «Una vez tomada una decisión se sigue adelante sin vacilaciones». Yo, en medio de estos dos tan convencidos, sólo puedo exclamar: «¡De acuerdo!». En el fondo, como ya he dicho, combatiría en el Mundial incluso haciendo la vertical. Una vez aceptado el trabajo, vivo con tranquilidad la nueva experiencia. Normalmente soy el tipo que toma una vía, la cuestiona y cambia continuamente de dirección. Pero esta vez es distinto y sigo el recorrido con convicción. Por una parte, trabajaré con Giorgio y Giovanni; por otra, con el preparador atlético; con él me dedicaré a largas lecciones dirigidas, siguiendo un programa totalmente distinto del de los demás muchachos de la selección nacional. La conversación termina con una de las habituales afirmaciones finales de Giorgio: «Tu talento está fuera de discusión y es tan grande que puede llevarte fuera del camino, como te ha sucedido en el pasado... Lo estábamos reeducando bien, pero ahora hemos tenido una emergencia y debemos cambiar de estrategia para actuar de modo que consigas ganar incluso con tu handicap». Luego entramos en casa y llevamos a cabo un ejercicio de hipnosis superior realmente particular. Giovanni está casi conmocionado. Relata: «Hizo que nos pusiéramos cómodos como siempre, y procedimos con la misma secuencia autohipnótica; luego Giorgio nos indicó que dirigiéramos la energía hacia una mano, específicamente la mano que no sostiene la espada, para mí la derecha, diciéndonos que la energía eléctrica producida en el interior de nuestro cuerpo y vehiculada hacia la mano la convertiría en una mano de piedra. Luego nos pidió que abriéramos los ojos y él se lanzó sobre mi mano con todo su peso, y Giorgio no es pequeño, ni ligero. No opuse resistencia y mi mano no se movió: soportaba el peso de Giorgio... Una experiencia extraordinaria...». Yo, por el contrario, no logro cumplir hasta el fondo el mandato hipnótico, y por eso me enfado un poco. Giorgio nos explica que Giovanni es más sensible y menos resistente que yo a dejarse ir. Como buen livornés, mirando a Giovanni no consigo contenerme: «Peligroso esto de que eres poco resistente y te dejas ir, ¿eh?». Él con su voz cálida y decidida me refriega de inmediato: «Me dejo ir porque tengo unos fundamentos muy fuertes que no ceden». Esta experiencia nos da una gran fuerza porque nos muestra una nueva posibilidad, la de dirigir hipnóticamente la sensación de intensa energía interior, casi explosiva, sobre el brazo que no sostiene el sable, de tal modo que llega a anestesiar la pierna. En la práctica, se trata de hacer algo similar a lo que sucede cuando un animal, aunque herido, consigue capturar la presa o combatir contra un agresor sin notar el dolor, dado que toda la atención mental se desplaza hacia el salto. 33 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 Giorgio nos explica de modo riguroso el funcionamiento de la técnica. Esta modalidad es característica de las artes marciales tradicionales. Nos cuenta cómo los antiguos maestros de kung-fu, gracias a esta autoinducción, eran capaces de transformar sus manos y sus pies en armas duras y cortantes, así como de lograr que el propio cuerpo fuera capaz de absorber golpes potencialmente destructivos. Ueshiba, el fundador del aikido, un hombrecito que pesaba unos sesenta quilos, lograba poner rígido su brazo hasta el punto de que varios hombres mucho más corpulentos que él eran incapaces de doblarlo. No hay nada misterioso en ello: hoy las investigaciones demuestran que se trata de energía eléctrica, que mediante la autosugestión se dirige a una parte del cuerpo hasta conseguir que dicha parte se endurezca como si se convirtiera en acero. Por otro lado, Giovanni y yo hemos vivido esta experiencia. Ahora sólo me queda comprometerme y aprender lo mejor posible. Pero como suele suceder en estos asuntos, cuanto más te esfuerzas menos consigues. Giovanni y yo tenemos estilos perceptivo-cognitivos diferentes: él responde muy bien a las sugestiones rigurosas y a las indicaciones fisiológicas, mientras que yo, que soy como los niños, por así decir, necesito figuras. Conmigo Giorgio trabaja visualizaciones distintas de las lógicoracionales. En primer lugar me pregunta cuál es mi animal preferido, y yo respondo: «El tigre». Durante las visualizaciones me propone de nuevo la imagen del tigre herido que agrede al ciervo sin sentir dolor, y finalmente respondo a la perfección. Luego la dificultad del ejercicio aumenta. No sólo debemos conseguir endurecer la mano, sino que debemos asimismo dirigir la energía a voluntad hacia todas las partes del cuerpo, como algo que te bombea en las venas, que inflama los nervios. La sensación es de extrema relajación, como una respiración tranquila, profunda como la ola del océano, mientras que los músculos y las zonas donde has dirigido la energía a través de las visualizaciones están dispuestas a deslizarse. Eres realmente un tigre listo para el asalto. Recuerdo bien la primera vez que debía convertir mis manos en las zarpas del felino: sentí que mis dedos se transformaban en los del tigre, capaz de agarrar con una energía extraordinaria. Es la sensación de entrar en un estado de conciencia alterada que te carga de energía hasta casi sentir que estallas, notas todos los músculos tónicos y al mismo tiempo tienes una sensación de calma, lucidez y dominio de todos tus gestos. Es una experiencia de presencia total y de profunda serenidad. Terminado el ejercicio, una vez abiertos de nuevo los ojos, debemos soplar profundamente, extender el brazo que no sostiene la espada e inducir otra vez la sensación de rigidez de la mano y de la garra. La semana siguiente Giovanni se traslada con una parte del equipo a Catania, donde se celebrará el Mundial. Yo iré solo, tras dos sesiones más de trabajo mental con Giorgio para preparar la competición. Mientras tanto, cada día me ejercito diligentemente en la práctica autohipnótica, logrando evocar cada vez mejor las sensaciones deseadas. 34 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 En la primera sesión repetimos el ejercicio. Giorgio con su habitual voz envolvente me guía para incrementar los detalles de la imagen. Me siento realmente el tigre herido que salta sobre el ciervo sin advertir ningún dolor durante el asalto. Siento palpitar mi cuerpo como el del gran felino y casi me parece sentir que mis garras y mis dientes descuartizan la presa. Es extraño, porque cuando vuelves a la realidad te sientes cansado como si realmente hubieras vivido lo que has imaginado. Los músculos están cansados y distendidos como después de un entrenamiento. El lector debe pensar que para alguien como yo, acostumbrado a darlo todo en el entrenamiento, verse llevando a cabo únicamente un trabajo mental es, por lo menos, una situación insólita. Sin embargo, me siento bien, no temo no estar a la altura de la competición, ni me siento mermado por mi handicap físico. El día antes de partir para Catania vuelvo a ver a Giorgio para la última sesión de visualización hipnótica: la misma técnica, las mismas imágenes y sensaciones, la misma calma decidida, carga explosiva y serenidad al mismo tiempo. Hacia el final del ejercicio, mientras repito la parte del endurecimiento del brazo con los ojos abiertos, Giorgio me dice con su sugestiva voz que debo hacer este ejercicio antes de cada encuentro. Si Giovanni está al borde de la pista, debemos hacerlo juntos mirándonos a los ojos. Además tengo que repetirlo cada vez que me sienta en tensión o bajo estrés. Me explica que esta tarea, para alguien como yo, que tiene una gran sensibilidad para las visualizaciones, pero una mayor dificultad para adquirir mandatos lógicos estructurados, representa una especie de mandato posthipnótico capaz de hacer llegar rápidamente al estado de trance agonístico y de identificación sugestiva con la fiera atacante. 35 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 El Mundial Aterrizo en Catania con el vuelo de Roma e inmediatamente me encuentro con Giovanni, quien tiene trabajo para mantener a raya a los periodistas que quieren saber cómo me encuentro. A todos les respondo: «Estoy bien, pero no he practicado la esgrima». Estupefactos, contestan: «¿No has tirado?». Y yo: «No, no he tirado. He hecho otro tipo de trabajo igualmente importante y comprometido, pero no he tirado». A mi llegada estoy muy tranquilo, no noto el desconcierto que siempre me invade en momentos como éste. En el hotel he tenido una asociación positiva: aunque me haya liberado de los rituales y conjuros, advierto con intensidad el efecto de las condiciones que me rodean. Si el lugar es hermoso o el día agradable, si el hotel es confortable y elegante, obtengo positividad de ello. Y Catania lo tiene todo. Me vienen a la mente las palabras de Giorgio: «La realidad no es la que está allí fuera, sino la que veo a través de mis gafas. Si llego desde cualquier parte mal dispuesto, veo la fealdad incluso donde está la belleza. Si llego con una buena disposición, todo lo veo hermoso». «Sí —pienso—, así es.» En Catania me siento realmente bien dispuesto, y todo a mi alrededor se corresponde con mis buenas sensaciones. Además, el hecho de haber declarado públicamente que no me había entrenado en la pista me hace sentir psicológicamente más ligero, como si pudiera ser una justificación en caso de que fallase. Ciertamente, sé muy bien que esto no me salvará de las críticas. Y sobre todo de mí mismo. Algunos periodistas, casi queriendo confirmar mis palabras, se dirigen a Giovanni en calidad de comisario técnico: «Entonces, ¿es cierto que Aldo no ha tirado en estos meses? ¿Por qué la decisión de hacerlo participar igualmente?». Con su calma proverbial, sin añadir nada más, Giovanni responde: «Veréis que todo irá bien». Por otra parte, Giovanni es así: una vez tomada una decisión y una línea de conducta, sigue adelante como un tren, sin titubeos. Estoy tranquilo y confiado por el trabajo llevado a cabo. Me he encomendado a Giorgio para el aspecto psicológico, a Giovanni para el aspecto técnico y a Andrea para el físico. Somos un equipo compacto, aunque en la pista tiraré yo solo. La mañana de la competición abro los ojos y me siento preparado. Llego al palacio de deportes con una sensación de gran positividad. Claramente, me siento también algo preocupado, pero no se trata del interrogante del ansioso que lo cuestiona todo y genera inseguridad. Es más bien otro tipo de interrogante: siento curiosidad por descubrir cómo irá con esta nueva modalidad de afrontar las cosas. 36 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 Comenzamos el precalentamiento y siento que las cosas van bien. Antes de empezar la competición, junto con el maestro, se elabora el primer enfoque del combate. Después de un breve precalentamiento físico, con corsé y estiramientos, el maestro te guía en una serie de intercambios esgrimistas, después se prosigue con simulaciones de asaltos con los compañeros de equipo. En Catania, sin embargo, prefiero saltarme la última parte, así trabajo sólo con Giovanni. Durante la lección me señala el blanco, las medidas, las acciones de ataque y de defensa, para activar los reflejos, la coordinación y el golpe de vista sobre la distancia. Al final, como de costumbre, se deja tocar para que experimente la sensación. Tanto Giovanni como yo advertimos que las cosas van en la dirección adecuada; la lección resulta fluida, me siento realmente muy bien. Estamos rodeados de personas que quieren fotografiarse conmigo, y yo estoy sereno y feliz de satisfacerlos. Giovanni interviene para alejarme y crear aquel mínimo espacio de concentración necesario antes de la competición. Conocemos ya la secuencia de los encuentros previstos y sabemos que no será fácil el camino que debemos recorrer. P RIMER DUELO El primer encuentro es generalmente difícil para todos, porque tienes que entrar en competición. Sin embargo, el mío está previsto en un horario favorable y el adversario turco Firat es asequible. El contrincante justo en el momento justo de la competición. Sobre todo para mí, que no practico desde hace meses. Giovanni y yo nos miramos, hacemos el movimiento de reclamo hipnótico y ¡adelante!... Desde los primeros puntos me digo: «¡Guau, oh... aquí estamos!». Me concentro en las sensaciones de la pista y en mis reacciones, y me siento satisfecho. Más tarde, Giovanni me dice que he tirado algunos toques problemáticos: cambios de dirección de atrás hacia delante, pero que he resuelto muy bien, en los tiempos justos. De hecho, la mayor duda de todos tenía que ver con la elección de los tiempos. Al no tirar durante meses mi sensibilidad podría ser insuficiente. En cambio, Giovanni está agradablemente sorprendido al ver que la elección de los tiempos es justa, que la reacción del cuerpo es correcta, suave, y que la dirección de los toques hacia delante está bien orientada, no me alejo de mi posición de guardia, mi postura está perfectamente equilibrada. Giovanni me cuenta que en la sala central, donde se ha desarrollado mi primer duelo, se percibía la espera de todos por ver qué haría después de tres meses y medio de ausencia de la pista. Los expertos, el público, los periodistas están preocupados... Pero todo sale a lo grande. 37 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 SEGUNDO DUELO Más de una hora después comienza el segundo asalto. El adversario es Oh Eun Seok, de Corea del Sur. Mi objetivo es combatir en este encuentro, no miro más allá ni me pido demasiado. Sé que estoy ante un contrincante totalmente distinto del turco. Es fuerte, pero con una temporada más bien difícil a sus espaldas. Ciertamente, no es un recién llegado, con dos medallas de oro en los Mundiales. Sin embargo, no ha brillado en la Copa del Mundo. Será sobre todo una batalla física, porque los coreanos mueven muy bien las piernas, con precisión, pero son muy esquemáticos: pecan en fantasía e inspiración. Me digo a mí mismo: «Si le rompo el esquema, puedo con él». Subo a la pista, soplo fuerte, extendiendo el brazo izquierdo y salgo bien inmediatamente. Estoy impresionado porque logro mantener el ritmo del coreano incluso desde el punto de vista físico. Además me digo: «Si pongo algo mío, la elección del tiempo, la fantasía... el combate está hecho». Y va exactamente así. No pienso en el dolor, no me preocupa. Debo pensar en la competición, en ésta y basta. Durante el combate me concentro en cada punto en particular, sin pensar en la meta final. La victoria resulta fácil, queda por debajo de los diez. Después del encuentro, Giovanni dice: «Aldo ha clavado al adversario sin hacer ruido. Ha logrado empujarlo, tenerlo bajo presión y cogerlo al principio de cada iniciativa. La idea era ataque sobre ataque. Ha seguido tácticamente los dos meses de trabajo, en los que nos hemos desplazado de la defensa larga al ataque. Lo bueno era la serenidad de Aldo». Tras estos dos asaltos ganando, en la sala de llamada me permito añadir una tarea más a las prescritas por Giorgio. La sala de llamada es el lugar donde los atletas deben reunirse media hora antes del asalto. A cada uno se le asigna un color, son cuatro pistas con otros tantos colores distintos, cuatro listas y dos atletas por lista. Ocho atletas esperan allí el momento de la llamada. Son instantes de mucha tensión, algunos se distraen con música, otros intentan concentrarse y otros permanecen absortos, cada cual tiene su técnica. Yo reemprendo un ejercicio para mantener la concentración y la presencia en la pista. Si no hago nada, corro el riesgo de dormirme o de permitir que emerjan pensamientos demasiado negativos. El ejercicio me ayuda a subir a la pista cargado; es una carga ligera, no la de la mochila a la espalda, sino una carga positiva, buena. He sentido muchas ganas de entrar en la pista, mientras que, en cambio, cuando hay muchas competiciones, a menudo tienes miedo de subir a ella. Uso la concentración con los ojos cruzados en alto y la visualización del encuentro del modo más natural posible. Conozco el nombre del árbitro y el color de la pista, así que en la visualización utilizo al árbitro, la pista y al adversario. Proyecto la película del encuentro. Me concentro en mí mismo, veo qué hago y qué no hago en mi película: algunos gestos son positivos, otros negativos, pero no me dejo condicionar ni por lo positivo ni por lo negativo. Es como si dirigiese un cono de luz sobre mi combate. 38 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 En el momento de la llamada, acompañada de música, entramos todos en fila. Hay una tensión hermosa, positiva, con la urgencia de iniciar enseguida el asalto. Estoy centrado en el momento presente, estoy allí y no existe nada más. T ERCER DUELO El tercer duelo es contra el canadiense Philippe Beaudry, sobre el papel claramente inferior al adversario que acabo de tumbar. Además, yo había hecho mis visualizaciones con el atleta francés Julien Pillet con quien, según las previsiones, tendría que enfrentarme. Me encuentro ante esta sorpresa. Me digo: «Ha vencido a uno fuerte: o bien ha tenido una jornada muy positiva, o tal vez ha logrado una mejora excepcional en estos tres meses, o quizás ha tenido una suerte desmesurada». Sigo el mismo procedimiento antes del asalto. También a él lo domestico enseguida como a un cordero, y lo dejo a ocho. En este caso, la superioridad ha sido tanto en defensa como en ataque. Lo sorprendente es que me he sentido sereno y tranquilo, como si flotara... CUARTO DUELO El círculo comienza a estrecharse. Sin embargo, no pienso en la final, sino en el adversario, estoy centrado en él y en mis sensaciones. El contrincante es de nuevo de Corea del Sur, el campeón del mundo Won Young Woo. Durante el invierno vino a Roma a entrenarse y sorprendió a todos: era fuerte y tenía una gran seriedad. Debería estar muy preocupado porque en aquella ocasión tiré con él y noté que su esgrima me planteaba dificultades. Además había otra señal de alarma: había combatido con él en Varsovia para una prueba de la Copa del Mundo y me batió limpiamente, con facilidad. Aquella vez salí del combate diciéndole a Giovanni que no había entendido nada. Aunque tendría que estar muy agitado, en cambio, mantengo la concentración. En la sala de llamada el ejercicio ha funcionado bien, además estamos en Italia. El combate se resuelve en dos momentos cruciales: cuando me doy cuenta de que el coreano está extraordinariamente nervioso, me digo: «Debe de tener algún problema»; luego un ataque rapidísimo desde el fondo de la pista. Won tiene unas piernas excepcionales y, por lo general, cuando defiendes y vas hacia atrás eres más veloz que cuando atacas y vas hacia delante; yo, en cambio, he hecho un ataque en el que he eliminado la distancia y lo he llevado hasta el fondo. Won está completamente caído hacia atrás: al acelerar se ha desequilibrado con los hombros y ha caído al suelo. Me doy cuenta de que tengo un ataque formidable, sigo ritmos que quizá no he tenido en otras ocasiones. Lograr defenderme en la distancia, retomar un ataque, hacer catorce metros con rapidez a un ritmo adecuado y sin perder el equilibrio, es desde luego comerle la distancia al adversario hasta lograr que caiga: allí entiendo que soy superior en 39 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 el ataque. Voy con ventaja por 13 a 7 y por un momento tengo un exceso de seguridad: me parece que ya tengo la victoria en el bolsillo. El contrincante coge confianza y consigue anotar puntos importantes; se acerca peligrosamente. Me he relajado un poco, creía que el adversario aflojaría al ver la ventaja y, en cambio, como buen coreano no lo ha hecho. En este punto me espabilo y acabo arrollándolo otra vez en ataque. La puntuación final del encuentro es de 15 a 8. Tras este combate ya he conquistado la medalla de bronce, pero siento que puedo hacer más. Lo que me preocupa es la resistencia física. Tras los cuatro primeros asaltos me pregunto: «¿Aguantaré otros tres?». Me siento con buena energía, pero el interrogante persiste. Cuanto más avanzo más difíciles son los encuentros. Por lo general, al final de uno se sienten dolores debidos al ácido láctico, pero esta vez no. La resistencia es muy buena. También el trabajo específico sobre los seis encuentros llevados a cabo con el preparador está dando buenos resultados. La preocupación aumenta: debo combatir con otro adversario de Corea del Sur, Gu BonGil, y con los coreanos se requiere mucha energía, porque la distancia es su punto fuerte y obligan al contrincante a un gran movimiento a lo largo de toda la pista. Además, ya me he enfrentado a dos. Me pregunto: «¿Lo conseguiré?». QUINTO DUELO Me enfrento a Gu Bon-Gil. Me dejo ir más desde el punto de vista táctico, tiro toques que en teoría no podría, luego cambio de dirección atrás-adelante. Me siento confiado, libre de temor. Entre otras cosas, este combate es más ajustado desde el punto de vista de la puntuación porque gano por trece. El adversario es realmente fuerte, uno que nunca afloja. Ya me había ganado en Padua. Además, las dos semifinales se disputan en la pista central, por lo que el público puede asistir a las dos. Esto es algo que puede jugar o no a mi favor. Apenas llamados para la semifinal, oigo un vocerío muy fuerte que me llena de energía. Empiezo el combate feliz de luchar con todas mis fuerzas. Luego, naturalmente, comienzan los problemas: algo de tensión, el deseo de demostrar a los demás mi fuerza, mientras que en los anteriores enfrentamientos he combatido sobre todo para mí mismo. El contrincante logra jugar sus cartas, pero me mantengo siempre con ventaja. La sensación es de presencia constante sobre la pista. En un par de ocasiones recurro al ejercicio de la mano para recuperar las energías y la concentración. En esta ocasión gano por 15 a 13, pero he sudado lo mío. Tras este asalto estoy cansado, aunque me siento con energía. EL ÚLTIMO DUELO: LA FINAL 40 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 Antes de subir a la pista, en un instante, me vienen a la mente numerosas imágenes, entre ellas las de mi abuelo y mi padre, como si estuvieran allí, presentes para mirarme... El peso de la responsabilidad es como una roca que sientes que podría aplastarte. Ya en 2007 se me escapó la final del Mundial en San Petersburgo. En aquel momento me enfrenté al ruso Pozdniakov, que jugaba en casa y me vapuleó. Ahora, frente a mí, el alemán Limbach. Debo vencer sin falta. Soplo fuerte, extiendo el brazo y entro en aquel estado de gracia que ya he aprendido a producirme rápidamente. Ahora me digo: «Esto no lo dejo escapar». No estoy intentando autoconvencerme, lo siento realmente. Siento sobre todo que el físico resiste y ello me da confianza. También con Gu subí a la pista cansado, pero ligero. Esto me da fuerza para intentarlo. En otras ocasiones sientes los calambres, las piernas parecen dos trozos de madera, luego encuentras alguna estratagema, pero al final cuando las piernas ceden no vas a ninguna parte. Ahora, en cambio, las siento frescas, y la mente libre y concentrada en el combate. Limbach, me digo, es un atleta con el que me siento bien. Es limpio y fuerte, en los últimos cuatro años ha conseguido siempre medalla en el Mundial: ha ganado un oro, dos platas y un bronce, y es más joven que yo. Practica una esgrima que me gusta, trabaja mucho sobre la distancia; es técnico y desde el punto de vista esgrimista es hermoso dialogar con él. Al comienzo del asalto me siento tranquilo y decidido, pero Limbach arranca bien y toma de inmediato una buena ventaja: 0 a 4. Sorprendentemente, esto no me abate psicológicamente ni me preocupa. Me concentro y golpe a golpe, no sólo lo alcanzo, sino que rápidamente le doy la vuelta a la situación: de 0 a 4, a 8 a 4. El público llega al delirio, y ahí me emociono. A mi energía se añade la que me llega del público, como una ola poderosa que me empuja con fuerza. Tras un error del árbitro, gracias al vídeo se me reasigna un toque. Hay tensión, pero nos sentimos serenos en la gestión del encuentro. Miro a Giovanni, que con un gesto me indica que todo va bien: desde el punto de vista técnico, todo va perfecto, paso con facilidad de la defensa al ataque y domino el centro de la pista. Es un combate tenso, porque Limbach es realmente fuerte, después de todo nos estamos jugando un Mundial. Estoy ganando con ventaja, pero de improviso se enciende un semáforo rojo. Tal vez el miedo a la victoria. Estamos 14 a 8: parada, él ataca, va hacia el lado derecho, lo veo, doy medio paso hacia atrás para parar el golpe, él sigue con la espada, respondo, casi lo alcanzo... Así, él me toca. Estamos 14 a 9. La parada es la acción más difícil. Me siento seguro porque he parado su ataque y habría podido cerrar el encuentro. Pero me emociono como el pescador que captura el pez y dice: «Lo he cogido, lo he cogido, es muy grande...», y luego no consigue sacarlo fuera y lo pierde. 41 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 Entonces comienzo a perder los golpes, como si se hubiera roto el embrujo. Limbach coge confianza, la confianza de quien se siente más libre de actuar. Estamos en dos planos distintos: el adversario ya no tiene nada que perder, mientras que yo debo cerrar el encuentro para ganar. Al comienzo, los dos partimos de cero, ambos podemos perder y ganar. Pero en una determinada puntuación uno de los dos no tiene más que perder y el otro no tiene más que ganar. En este caso no tengo más que perder, porque ya estoy a 14. Así, Limbach, como gran campeón que es, comienza a ganar un punto tras otro y remonta hasta 14 a 12. Me siento incapaz de frenar su remontada, mis pensamientos bloquean mis acciones como si estuviese escayolado. El público me anima y grita: «¡Aldo, Aldo, Aldo!». Siento verdadero terror, me digo: «Si pierdo, qué papelón, me escondo bajo tierra... Si pierdo, éstos me matan». Pienso en estas cosas entre un punto y otro. Recibo golpes terribles y la cabeza se me va. En un determinado momento, después de un asalto ganador, Limbach se gira hacia el público que grita mi nombre y lo incita todavía más, como diciendo: «¡Venga! Gritad más, así gano mejor». Éste fue un momento crucial, porque aquel gesto fue para mí como un despertar, en el sentido de que aquella breve interrupción del flujo del duelo y su comunicación con el público de manera casi provocadora me permitieron despertar de mi entorpecimiento y saltar fuera de la trampa de mis pensamientos, entrando así de nuevo en el estado psicológico del ganador. Entonces me pongo la máscara, hago un «no» con la cabeza —se ve en el vídeo— y pienso: «Mira a éste, que viene a pasarse de listo en mi casa». Retomo el control y me digo: «Ahora ya no debe quedar nada». Comienza el asalto y hago que ataque para atraerlo a mi trampa, él tira y yo esquivo el golpe. Vuelvo al ataque, pero en lugar de saltarle encima avanzo lentamente hasta el fondo de la pista. Lo pongo en dificultades porque él nunca hubiese esperado de mí esa sorprendente táctica de ralentización del asalto. Limbach está allí, ante mí, tenso, y espera hacer algo en defensa, o una toma de espada o un contraataque; de golpe acelero el ritmo y lo toco abajo, dejándolo consternado y vencido. Se ha llevado a cabo la empresa imposible. Tres meses sin tirar y una victoria estrepitosa. 42 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 EPÍLOGO Dos semanas después del Mundial, y con la mirada puesta en las Olimpíadas de 2012, Aldo Montano fue operado del tendón de la pantorrilla. Los médicos que hicieron la reconstrucción del tendón lesionado y necrótico dijeron que lo que había sucedido era imposible: combatir y ganar la competición internacional con una pierna en aquellas condiciones. Por otra parte, hoy en día los sablistas son atletas completos, presentan necesariamente una condición física de alto nivel. Ya no es posible, como lo fue en el pasado, considerar a un esgrimista como un artista de la pista: ahora los sablistas siguen escrupulosamente programas plurianuales, en los que se cuidan todas las facetas para una preparación correcta. La técnica, los aspectos metabólicos, así como otras cuestiones, son profundamente analizados y potenciados año tras año. Todo esto nos lleva a reflexionar sobre cómo los límites de una actuación son físicos sólo en parte. Además, en la mayoría de los deportes se han superado ampliamente los que habían sido definidos como récords infranqueables; todo lo demás tiene que ver con la preparación técnica y mental del atleta. Si se analizan con atención las evoluciones del estudio de la preparación competitiva, se pone de manifiesto que dichas evoluciones están estrechamente vinculadas al análisis, cada vez más minucioso y tecnológico, del gesto atlético, así como a la psicología del individuo, con la finalidad de permitir que el atleta adquiera modelos de percepción y de reacción cada vez más elevados, mejorando así su rendimiento. Por ejemplo, en los deportes de combate, la capacidad de percibir las señales más mínimas u ocultas del adversario para anticipar sus movimientos; o en los deportes extremos, la capacidad de disminuir el ritmo cardíaco hasta los diez o quince latidos por minuto para resistir más tiempo en condiciones de falta de oxígeno; o también, más simplemente, el adiestramiento psicomotor para convertir un gesto artificial en una reacción automatizada y espontánea, no mediada por el razonamiento. Todas estas capacidades son el fruto de un trabajo que implica constantemente la interacción entre procesos mentales, reacciones y actos motores, donde en ocasiones el adiestramiento psicológico es lo que permite superar el límite físico; y, viceversa, situaciones en las que a través de un reiterado condicionamiento motor se llega a influir en la psicología del sujeto, elevando sus capacidades. En las actividades circenses, así como también en algunas artes marciales, el adiestramiento se focaliza primero en el 43 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 movimiento corporal, para devenir luego cada vez más mental: gracias a esta sinergia el sujeto puede superar sus propios límites naturales. En el caso de la meditación y la hipnosis aplicadas a aprendizajes superiores, el recorrido es inverso. Nos concentramos primero en la adquisición de particulares capacidades de influir en el cuerpo a través de la concentración mental, induciendo determinados efectos mediante la concentración y las sugestiones, para pasar luego al adiestramiento motor dirigido, hasta hacerlo, también en este caso, espontáneo y natural. Como puede comprenderse, el objetivo es conseguir que la interacción entre mente y cuerpo, y viceversa, se transforme en un todo fluido, que convierte a su conjunto en algo superior a la suma de las partes. Esto es lo que sucede cuando, durante la competición, el sujeto entra en el denominado «trance agonístico» para los atletas o «trance artístico» para los músicos, bailarines, etcétera. Tal estado hipnótico, un estado de conciencia alterado, permite ampliar la percepción interior y exterior, y hacer que los repertorios de acción incluso complejos — como puede ser una competición atlética o una actuación artística— se vuelvan naturales y fluidos, sin rigidez, capaces de crear aquel estado de gracia que permite la consecución de resultados extremos. Para llevar todo esto a cabo, es necesario ser experto, por una parte, en lo que concierne a la ejecución en sentido técnico y, por otra, en estrategias mentales gracias a las cuales el trabajo orientado a los resultados vaya más allá del mero adiestramiento físico y motor. Como creemos que se ha puesto de manifiesto en la exposición, es necesario, con este fin, que la contribución de tipo puramente psicológico se ajuste como un guante a la tipología del rendimiento que debe realizarse, y esto hace que sea ineludible un trabajo conjunto entre el experto en estrategias mentales y el experto en la técnica atlética o artística en la que se interviene. Y no sólo esto, sino que para que tal sinergia resulte de verdad «aparentemente mágica» en sus efectos debe ser cosida como un traje a medida de las características individuales de cada atleta o artista. Con frecuencia, sin embargo, el trabajo conjunto entre las distintas figuras profesionales encuentra algunas dificultades, al igual que a menudo el atleta o el artista se resisten a seguir un itinerario distinto del representado por el habitual aprendizaje deportivo o artístico. En el caso de nuestra historia, en cambio, se generó desde el primer momento una complementariedad constructiva entre los tres protagonistas, creando aquel efecto de conjunto que ha superado con diferencia la mera suma de las partes. Además, desde hace milenios en las distintas culturas y a través de diversas modalidades, los seres humanos han perseguido el mismo objetivo de poner a punto estrategias específicas para alcanzar capacidades «superiores» a las que dictan los límites físicos y biológicos.* 44 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 Estos conocimientos transversales a las diferentes disciplinas, esotéricas e iniciáticas primero, y luego poco a poco cada vez más empíricas y científicas, han evolucionado todavía más en la actualidad, gracias no sólo a experiencias concretas verificadas, sino también en virtud de estudios sistemáticos realizados con las modernas tecnologías. Todo ello permite disponer de un saber aplicable a las personas que quieran elevar su rendimiento personal. Ciertamente, éste no es un recorrido fácil, ni exento de esfuerzo y de dolor, puesto que prevé un entrenamiento prolongado, así como humildad y tenacidad bajo la guía de verdaderos maestros. Sin embargo, hay que tener presente que, si bien es cierto que todos podemos aprender a tocar el piano estudiándolo durante unos diez años, pocos son realmente los artistas de talento que, cuando ponen los dedos sobre el teclado, produzcan escalofríos. Éste ha sido el caso de Aldo Montano. GIORGIO NARDONE, GIOVANNI SIROVICH 45 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 LAS REGLAS DEL SABLE La esgrima moderna se subdivide en tres tipos de armas: el florete, la espada y el sable. El sable es un arma «tricortante», ya que los toques, los puntos, pueden darse con la punta, el filo y el contrafilo. El juego consiste en tocar con la propia arma la superficie válida del adversario. Gana quien alcanza primero los quince toques. La superficie válida comprende todo el tronco del sablista, desde la cintura para arriba, incluidos los brazos y la cabeza. Los toques son señalados por un aparato eléctrico que enciende la luz de quien toca primero la chaquetilla del adversario con la propia arma. En el sable, quien ataca tiene prioridad, se premia la iniciativa. Se define como válido un ataque cuando el atleta avanza hacia el adversario amenazando la superficie válida. La defensa puede efectuarse con el arma o con la medida, es decir, con la distancia. La defensa de distancia consiste en inutilizar el ataque sufrido esquivándolo, mandándolo al vacío, haciéndolo concluir sin dejarse tocar. La defensa con el hierro consiste, en cambio, en la utilización del sable para frustrar la ofensiva del oponente. Esto puede suceder parando el golpe del adversario o bloqueando el camino de la hoja del contrincante con la propia. 46 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 Notas * G. Nardone, Problem solving strategico da tasca, Ponte alle Grazie, Milán, 2009 (trad. cast.: Problem solving estratégico, Herder, Barcelona, 2010). 47 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 * G. Nardone, Cavalcare la propria tigre, Ponte alle Grazie, Milán, 2003. 48 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 * G. Nardone, C. Loriedo, J. Zeig y P. Watzlawick, Ipnosi e terapie ipnotiche, Ponte alle Grazie, Milán, 2006 (trad. cast.: Hipnosis y terapias hipnóticas, RBA, Barcelona, 2008). 49 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 * Véase la ficha «Las reglas del sable» al final del libro. 50 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 *G. Nardone, Paura panico fobie, Ponte alle Grazie, Milán, 1993 (trad. cast.: Miedo, pánico, fobias, Herder, Barcelona, 1997). 51 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 * Nardone, Loriedo, Zeig, Watzlawick, Ipnosi..., op. cit. 52 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 53 Downloaded by Jefferson Noar (jeffersonnoar@gmail.com) lOMoARcPSD|15710917 Resurgir y vencer Giorgio Nardone, Aldo Montano y Giovanni Sirovich No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal) Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra. Puede contactar con CEDRO a través de la web www.conlicencia.com o por teléfono en el 91 702 19 70 / 93 272 04 47 Título original: Risorgere e vincere Publicado originalmente en italiano por Ponte alle Grazie, an imprint of Adriano Salani Editore © del diseño de la portada, Judit G. Barcina, 2013 © 2012 Adriano Salani Editore S.p.A, Ponte alle Grazie, an imprint of Adriano Salani Editore © de la traducción, Vadeletras S.C.P., 2013 © de todas las ediciones en castellano Espasa Libros, S. L. U., 2013 Paidós es un sello editorial de Espasa Libros, S. L. U. Av. 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