LA UNIÓN EUROPEA: CONSTRUCCIÓN POLITICA E IDEOLOGICA ÍNDICE -Introducción…... pag. 2 -Las ideas primigenias de integración europea…… pag. 4 -Los conflictos bélicos del siglo XX. La necesidad de la integración…… pag. 8 -El plan Marshall como precursor de la integración…… pag. 11 -Primeros pasos hacia la UE……pag. 12 -El Tratado de Roma: la CEE…… pag. 16 -El Acta Única Europea…… pag.17 -El tratado de la UE…… pag.18 -Bibliografía…… pag. Introducción El movimiento de organización de Europa moderno, así como la construcción de las actual organización supranacional europea surgen a partir de las ideas y construcciones teóricas que aparecen durante el siglo XX y sobre todo tras los movimientos europeos surgidos tras la Segunda Guerra Mundial. La propia idea de Europa como concepción política, ya se vislumbraba desde la Antigüedad y en la Edad Media: Con la constitución de los Estados Modernos aparece la necesidad de formar alguna forma de unión política europea solución para zanjar el estado de guerra continuo o de su latente amenaza. Surgen así diversos proyectos de organización de la sociedad europea para procurar una paz permanente. Actualmente nos encontramos tras la sexta ampliación de la Unión Europea, con la inclusión de Bulgaria y Rumania. Anteriormente, con la quinta ampliación, habían pasado a ser miembros de pleno derecho diez estados más, con lo que se puede hablar ya de la “Europa de los 27”. Actualmente son 27 los países que forman parte de la UE: 1) Los miembros originarios: Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y Países Bajos. 2) La primera ampliación: Dinamarca, Irlanda y Reino Unido. 3) La segunda ampliación: Grecia. 4) La tercera ampliación: España y Portugal. 5) La cuarta ampliación: Austria, Finlandia y Suecia. 6) La quinta ampliación: Polonia, Rep. Checa, Hungría, Estonia, Letonia, Lituania, Eslovaquia, Eslovenia, Chipre y Malta. 7) La sexta ampliación: Bulgaria y Rumania. El proceso de unificación quiso iniciarse según los esquemas elaborados de diversos teóricos, pero su realización en el campo práctico no fue factible. Debido a ello se tuvieron que buscar otros métodos para construir la unión que se buscaba. Se puede decir que se quiso empezar por la unión política para luego pasar a la integración económica desde la que lograrían múltiples formas de cooperación entre todos los sectores socioeconómicos. La forma de lograr la unión finalmente ha sido justamente al contrario de cómo se había propugnado, empezando por la cooperación socioeconómica para acabar en una unión política, aun no finalizada. Las ideas primigenias de integración europea La Unión Europea no es solamente un espacio geográfico y económico: Europa es una región del mundo en la que las raíces históricas van en profundidad. Europa, comunidad de culturas, ha dejado en la historia huellas de su voluntad de unificación y de su resuelta decisión de llevarla a cabo. La integración europea no ha sido una idea original o espontánea propia del siglo XX, sino una constante utopía en el pensamiento europeo. Una explicación a esta idea constante de unificación en nuestra historia reside en la existencia de una comunidad de culturas, basada en varios factores, como importantes movimientos artísticos y literarios un pensamiento político mas o menos homogéneo, unas raíces jurídicas comunes, la tradición humanista y creencias religiosas comunes. Todos estos factores explican que se haya ido formando un caldo de cultivo propicio para que fuera prendiendo la idea de la unión europea y que ésta encontrara su momento y su lugar después de la Segunda Guerra Mundial y posterior mente cuando Europa se quebraba entre los dos bloques de la Guerra Fría: la Europa Occidental o libre y la Europa Oriental o comunista. Europa comienza a tener conciencia de sí misma a partir de los siglos XV y XVI, tras la aparición del Estado moderno, liberado de la tutela del Imperio y del Papado. De esta época resaltan, entre otros: a) Un proyecto para hacer que la paz sea perpetua entre los soberanos cristianos, escrito por Saint - Pierre, en el que propone una federación cuyos órganos serían un Senado, una secretaría permanente y un ejército confederal. b) La idea de una organización europea desarrollada por Kant en su libro “Sobre la paz perpetua”. c) También la política de la época intentó organizar el mapa europeo de los siglos XVI y XVII mediante el “sistema de Estado europeos” esbozado en la Paz de Westfalia (1648). En el siglo XIX a pesar de estar dominado por las ideas nacionalistas, estas no pudieron sofocar la utopía de la unión europea. Supone a su vez el inicio de una cooperación institucionalizada al formarse por organizaciones voluntad de los internacionales: Estados se europeos trataba de una las primeras cooperación voluntaria, basada en el pleno respeto a la soberanía de los Estados, con el fin de resolver problemas comunes y satisfacer intereses comunes en materia de comunicaciones, técnicas y científicas. Los conflictos bélicos del siglo XX. La necesidad de la integración. El siglo XX se inicia con la Primera Guerra Mundial (1914-1918) a la que condujeron los nacionalismos de la época. Con su finalización se produce el declive de las grandes potencias europeas ante y hacen aparición las superpotencias. El hecho de que EEUU no quisiera participar en las Sociedad de Naciones, a la cual contribuyó a crear, y el hecho de que la URSS fuera finalmente expulsada por la invasión de Finlandia, ocultó la decadencia política de Europa. Durante el período de entreguerras se comienzan a fundar numerosas asociaciones y publicaciones periódicas de europeístas en defensa y difusión de sus tesis federalistas que pretenden acabar con el odio generado por el nacionalismo. Destacan las ideas de varios autores: Las ideas de Arístides Briand, que proponía la coordinación de los Estados europeos en el propio seno de la misma Sociedad de naciones mediante la creación de una Conferencia europea, un Comité político permanente y una Secretaría. Se trataba de crear una federación fundada sobre la idea de unión, y no de unidad, en el respeto a la independencia y soberanía nacional de cada uno de sus Estados. También Coudenhove – Kalergi, que defendía un proyecto de una Europa Confederal es difundido en su Manifiesto Paneuropa y suponía un movimiento a favor de la unificación europea. Abogo por una Unión Paneuropea apoyada en un sistema bicameral, un Consejo Federal formado por un delegado de cada Estado, y una Asamblea compuesta por delegados de los Parlamentos nacionales, así como un Tribunal Federal y una Cancillería o Gobierno controlado por las Cámaras. Se reconocía a su vez una especie de ciudadanía europea vinculada a la ciudadanía nacional y la protección de la unión a la identidad cultural y nacional de sus pueblos. También en el entorno de Churchill, tras el final de la Segunda Guerra Mundial se intentan poner soluciones que frenen estos devastamientos cíclicos en la historia de Europa que suponían los conflictos entre naciones, por lo que se propone justo a su finalización la adopción de una estructura federal para los estados europeos. Es en este momento cuando capas de la población se empapan de este espíritu europeista constructivo. Proyectos como de unificación como los acuerdos que crearon el Benelux (1943) entre los Gobiernos, entonces en el exilio, de Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo triunfaron. Esta Unión Económica, entre estos tres países después de 1945, se vio a su vez forzada por la Unión Económica belgo–luxemburguesa creada en 1921. La comunidad ideológica había cambiado después de de 1945. De la feroz lucha entre nacionalismos, democracia y comunismo la Europa superviviente quedo ideológicamente amputada de su mitad oriental, bajo el dominio soviético. Las divisiones políticas y la crisis económica hacían temer la persistencia de los particularismos, agravándose los desequilibrios por fundados temores de nuevos enfrentamientos armados. Por ello, la idea de recupera la idea de la unidad europea se hizo urgente. Se constituyeron multitud de asociaciones pro – europeístas de carácter privado, movimientos de la opinión pública, que no respondían a gobiernos. Entre ellos destacaron organizaciones sindicales, los universitarios, personalidades, intelectuales y artistas... Los actos europeístas se sucedieron por toda Europa Occidental y demostraron tener un amplio apoyo popular. Aparecen estas ideas animadas por corrientes federalistas que buscan combinar un poder central con poderes múltiples, que no tengan necesariamente que sustituir la soberanía de los estados por una soberanía central europea. El error de las corrientes federalistas europeos de la época fue buscar un paralelismo entre la unificación europea y la de Estados federales o los EEUU. Pero todas las propuestas que desde el medioevo hasta 1950 se han ido haciendo por pensadores y políticos han tenido un fundamento común: la cultura y la común identidad cultural europea. El plan Marshall como precursor de la integración La destruida economía europea tras la Segunda Guerra Mundial se basaba en la autarquía y en el trueque; Europa sólo contaba con las ruinas de una larga guerra devastadora. La situación de penuria que se vivía en este continente hacía temer que la mitad occidental pudiera caer en manos de la URSS. Esta situación movió a los EEUU a idear el “Plan de Reconstrucción Europea” o “Plan Marshall”, que descansaba en la gran fortaleza de la economía norteamericana, cuya industria no sólo no conoció la destrucción de la guerra, sino que se potenció gracias al conflicto armado y fue reconvertida rápidamente hacia la industria civil: pero su producción necesitaba mercados, y Europa no estaba en condiciones ni de comprar ni de producir. La potente industria norteamericana necesitaba de mercados exteriores y de ávidos consumidores. Pero los Estados europeos occidentales carecían de las divisas y de los medios necesarios para producir, que le permitiesen exportar y poner en marcha sus economías. La economía europea era de autarquía, apenas regulada mediante unos cuantos acuerdos bilaterales, y ni las mercancías ni las divisas circulaban entre los Estados europeos occidentales. La alternativa a esta situación la dio el Secretario de Estado norteamericano George Marshall que propuso un plan de ayuda para la reconstrucción europea. El Plan Marshall consistía en que el Gobierno norteamericano directamente a los exportadores norteamericanos que productos a los Gobiernos o a los fabricantes pagaría vendieran europeos. Los importadores europeos pagaban en sus monedas nacionales y este pago se giraba a una cuenta a nombre del Gobierno de los EEUU en los Bancos centrales nacionales (contravalor); el contravalor quedaba inmovilizado y no afectaba a la compra de dólares y no se utilizaba por el Gobierno estadounidense. Al inmovilizarse estas fuertes cantidades se producían deflación. Por su parte, el Gobierno de los EEUU aceptaba poner a disposición de los Gobiernos europeos esas cantidades inmovilizadas para llevar a cabo inversiones. A tal fin, Marshall sugería la necesidad de un acuerdo entre los Estados europeos sobre sus necesidades de desarrollo y un programa que pusiera en marcha la economía europea. La iniciativa, según Marshall debía venir de Europa. La respuesta fue inmediata: 16 Estados europeos se reunieron al mes siguiente. Después se decidió gestionar en común la ayuda americana mediante la creación de la Organización Europea de Cooperación Económica (OECE), beneficiándose del Plan Marshall. Lo más positivo e importante del Plan fue que la gestión en común de las ayudas enseñó a Europa occidental las posibilidades de su unión, y esta supo aprender de la OECE las mejores lecciones sobre la organización de una Europa con energías propias. Europa Occidental sepultó las ruinas de la guerra y construyó un nuevo paisaje que fomentó la convivencia entre los estados mismos para ir desterrando las causas de los conflictos bélicos e ir creando una red de intereses comunes que hicieran inviables nuevas guerras. Acontecimientos como el Congreso de Europa, reunido en La Haya en mayo de 1948, contaron con la participación decenas de organizaciones federalistas pro – europeístas. Con posterioridad al Congreso decidieron federarse las distintas asociaciones en el Movimiento Europeo. En aquella asamblea ya se hicieron notar las dos grandes corrientes europeístas que persisten hoy en día: 1) Aquellos que pretendían una cooperación intergubernamental. 2) Los que soñaban con una integración de carácter federal. En el plano político, el Congreso proponía una transferencia de soberanía a favor de una unión política y económica. En lo económico y social se inclinaba por la desaparición completa de aranceles y restricciones al comercio para lograr un día la unión aduanera y la unificación monetaria. Las dos corrientes desembocaron en creaciones organizativas distintas: La creación del Consejo de Europa, que daba satisfacción a las corrientes intergubernamentales, apoyadas por los británicos, que no deseaban hacer cesión alguna de soberanía con la creación de instituciones internacionales con poderes importantes sino una cooperación intergubernamental mediante instituciones con poderes consultivos. Por otro lado, las corrientes federalistas, partidarias de la cesión parcial de soberanía, insatisfechas con el Consejo de Europa, que encontraron una vía alternativa con la creación de la CECA, iniciándose así el actual proceso de integración europea. Primeros pasos hacia la UE Las primeras organizaciones europeas se constituyen como organizaciones de cooperación, no de integración. La primera organización europea reseñable fue la Unión Aduanera entre Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo, conocida como Benelux, que entro en Vigor en 1948. La Unión Aduanera será ampliada a Unión Económica. Finalmente se creará el Tribunal de Justicia del Benelux. La organización tiene como fines la libre circulación de personas, bienes, capitales y servicios en los Estados miembros. Coincidiendo en el tiempo con los trabajos para la constitución de la OECE los Estados miembros del Benelux, Francia y el Reino Unido crean la “Unión Occidental” en marzo de 1948 con la finalidad de asistencia mutua en caso de agresión y colaboración en materias de económica, sociales y culturales y así confirmar un poder autónomo en Europa Occidental, considerando que había llegado el momento de consolidación de la misma. En 1955 pasa a denominarse Unión Europea Occidental (UEO) y queda patente su carácter primordialmente militar debido al fracaso del proyecto de la Comunidad Europea de Defensa. Las consecuencias del Congreso de Europa de Mayo de 1948 son las numerosas gestiones encaminadas a crear una Asamblea Europea. En Mayo de 1949 se firma el tratado que vislumbra la creación de la nueva organización que se denomina Consejo de Europa y fija su sede en Estrasburgo. El Consejo de Europa está destinado a consolidar la paz, fundada sobre la justicia y la cooperación internacional, para la preservación de la especie humana. Se proclama que la unidad europea ha de basarse en los valores que constituyen la herencia común de sus pueblos, que son el origen de los principios de libertad individual, libertad política y preeminencia del derecho sobre los que se funda toda democracia verdadera. Para conseguir tal unidad se ha de favorecer el progreso social y económico y los Estados miembros han de comprometerse a asegurar a toda persona sometida a su jurisdicción el disfrute de los derechos humanos y las libertades fundamentales. Las actividades del Consejo de Europa son amplias y diversas, aunque destacan su acción en el plano político y la protección de los derechos humanos. Las Comunidades Europeas La Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) fue la primera de las Comunidades Europeas. Al término de la Segunda Guerra Mundial los aliados establecieron en los Acuerdos de Postdam un sistema de distribución de la producción de la cuenca del Ruhr, a fin de poner en marcha un sistema general de reparaciones y así para limitar y controlar el nivel expansivo de la industria alemana. Al surgir diferencias entre las potencias que se habían repartido la explotación de la cuenca, en 1949 se acordó la internacionalización del Ruhr con la participación de Alemania junto a los aliados en la explotación y en control del carbón y del acero de la cuenca. A partir de la experiencia de este sistema de administración internacional de la cuenca del Ruhr, Francia daría el paso siguiente: una administración europea. El proceso de la integración europea, que nació de forma inmediata con la CECA, se desencadenó gracias a la “Declaración Schuman”, presentada por el Ministro de Asuntos Exteriores Francés, Robert Schuman, pero concebida y elaborada por Jean Monnet. El propósito político principal consistía en acabar con la enemistad franco alemana al introducir un objetivo económico. Para él, la unificación política se operaría implícitamente: derivaría de la solidaridad de hecho, de la fusión de intereses de las naciones europeas. A la declaración respondieron, además de Alemania, Italia y los tres Estados del Benelux. El Reino Unido declinó la invitación debido a sus intereses económicos centrados en la orientación económica hacia la Commonwealth. El Tratado se firmó entre esos seis Estados el 18 de Abril de 1951 en París y entró en vigor en Julio de 1952. El Plan Schuman suponía el fin al régimen de internacionalización de la cuenca del Ruhr, accediendo Alemania a su explotación en condiciones de igualdad en el marco de la CECA. Los pilares básicos de la CECA se fundaban en el establecimiento de un mercado común y unos objetivos comunes, así como de unas instituciones dotadas de poderes efectivos e inmediatos. Con la CECA se iniciaba así un proceso irreversible de federalización, basado en la progresividad, que afectaba a un sector bien concreto y limitado, pero decisivo en la estrategia económica y política de esos seis Estados fundadores de la CECA. El éxito político – económico de la nueva Comunidad fue muy reconocido; el propio Reino Unido lograba firmar un acuerdo de asociación a la CECA el 21 de Diciembre de 1954. Una vez creada la CECA nace en estos seis países una euforia comunitaria que les lleva a intentar acelerar y profundizar el proceso de integración ampliándolo al ámbito militar y al estrictamente político. Antes de la entrada en vigor del Tratado de la CECA, el Primer Ministro francés René Pleven presentó un proyecto de Comunidad Europea de Defensa (CED) que dio lugar al Tratado de París de 27 de Mayo de 1952 por el que se constituía esa Comunidad que preveía el establecimiento de un ejército europeo. Pero la CED no llegó a nacer. Casi al mismo tiempo, por iniciativa de los Ministros de Asuntos Exteriores de los Seis, se acordó que una Asamblea preparara un proyecto de conseguiría Comunidad la unión de Política pueblos Europea, y mediante Estados la cual se reconociéndose la personalidad propia de cada uno de ellos, con igualdad de derechos y obligaciones. Sin embargo, este proyecto de Comunidad Política Europea siquiera llegaría a plasmarse en un tratado tras el fracaso de la CED. El tratado de Roma: la CEE Los Seis no se resignaron a detener la integración europea; el 25 de Marzo de 1957 se firma en Roma el Tratado constitutivo de la Comunidad Económica Europea (CEE), en vigor desde 1 de Enero de 1958. Desde la modificación llevada a cabo por el Tratado de la Unión Europea (Tratado de Maastricht) de 7 de Febrero de 1992, esta Comunidad pasó a denominarse, simplemente, Comunidad Europea (CE). La CEE se convertirá en la más importante de las Comunidades y eje de todo el sistema comunitario. Los objetivos generales de la CEE eran: 1) Promover el desarrollo armonioso de las actividades económicas en el conjunto de la Comunidad. 2) Una expansión continua y equilibrada. 3) Una estabilidad creciente. 4) Una elevación acelerada del nivel de vida. 5) Relaciones más estrechas entre los Estados que la integran. Los medios generales conducentes a esos fines eran: 1) El establecimiento de un mercado común. 2) La progresiva aproximación de las políticas económicas. La noción de mercado común se fundaba sobre cuatro libertades fundamentales para el mercado: 1) Libre circulación de mercancías en un régimen de competencia libre y leal. 2) Libre circulación de trabajadores y de servicios. 3) Libertad de establecimiento. 4) Libre circulación de capitales. La CEE, además de una unión aduanera, es un mercado común: abarca todos los factores de la producción e inserta en el mercado común las políticas comunes, así como prevé una acción común para superar dificultades de la balanza de pagos y una política económica común. Como respuesta a la CEE, el Reino Unido y otros seis países no comunitarios crearon la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA) en 1960. Sólo un año después, tras el evidente éxito económico de la CEE, el Reino Unido inició negociaciones para su ingreso. Pero, en enero de 1963, el presidente francés Charles de Gaulle vetó la candidatura británica, especialmente por sus estrechos lazos con Estados Unidos. De Gaulle volvió a vetar la entrada de Gran Bretaña en 1967. Las metas económicas básicas del Tratado de la CEE se fueron cumpliendo gradualmente y las tres comunidades (CEE, CECA y Euratom) fusionaron sus respectivos ejecutivos en julio de 1967. Este hecho supuso el nacimiento de la Comunidad Europea (CE). Sin embargo, no se hizo ningún progreso sobre ampliación o cualquier otra propuesta hasta que De Gaulle hubo dimitido como presidente de Francia en mayo de 1969. El siguiente presidente francés, Georges Pompidou estaba más abierto a nuevas iniciativas en el seno de la CE. En diciembre de 1969 y a su propuesta, se celebró una reunión de los líderes de los estados miembros en los Países Bajos. Esta cumbre preparó el terreno para la creación de una forma de financiación permanente de la CE, el desarrollo de un marco de cooperación en política exterior y la apertura de negociaciones para el ingreso de Reino Unido, Irlanda, Dinamarca y Noruega. En enero de 1972, después de dos años de negociaciones, se firmaron los tratados para la adhesión de los cuatro países aspirantes el 1 de enero 1973. Reino Unido, Irlanda y Dinamarca se adhirieron como estaba previsto; sin embargo, los noruegos votaron en referéndum en contra de su ingreso. En el Reino Unido continuó la oposición a la pertenencia a la CE. Después de que el Partido Laborista volviera a ocupar el poder en 1974, llevó a cabo su promesa electoral de renegociar las condiciones de la pertenencia británica (especialmente las financieras); la renegociación acabó en cambios marginales, pero creó un periodo de incertidumbre en el interior de la CE. Un gobierno laborista dividido confirmó la pertenencia a la CE y convocó un referéndum nacional sobre el tema en junio de 1975. A pesar de la fuerte oposición de algunos grupos, el pueblo británico votó a favor de la permanencia. En 1979 y 1980, el gobierno británico, que afirmaba que el valor de su contribución superaba con mucho el valor de los beneficios recibidos, intentó una vez más cambiar los términos de su pertenencia. El conflicto se resolvió en la primavera de 1980, cuando varios países miembros aceptaron pagar una mayor contribución a los costes de la CE. En 1984 se acordó que el Reino Unido recibiría una disminución parcial de su contribución anual neta a la CE, comenzando con una rebaja de 800 millones de dólares para ese año. Grecia ingresó en la CE en 1981 y, tras ocho años de negociaciones, en 1986 se adhirieron España y Portugal. Otros acontecimientos importantes en las décadas de 1970 y 1980 fueron la ampliación de la ayuda de la CE a países menos desarrollados (especialmente a antiguas colonias de los países miembros); la institución del Sistema Monetario Europeo (SME) para dar una cierta estabilidad a las relaciones entre las monedas de los estados miembros, y los avances en la eliminación de las barreras comerciales interiores con la finalidad de establecer un mercado único. El Acta Única Europea El calendario fijado para alcanzar el Mercado Único Europeo puso al descubierto la necesidad de otorgar un mayor poder a la CE para resolver las cuestiones anejas a la eliminación de las barreras comerciales antes de la fecha tope. El Consejo de Ministros tenía que alcanzar acuerdos unánimes sobre cada decisión, con lo que, de hecho, se daba a los estados miembros poder de veto y se demoraba el proceso político. El Acta Única Europea, introducida en diciembre de 1985 y aprobada por los doce miembros en julio de 1987, introdujo los mayores cambios en la estructura de la CE desde el Tratado de Roma de 1957. Entre las modificaciones incluidas figuró la introducción del sistema de mayoría cualificada que ayudó a acelerar el proceso de creación del Mercado Único Europeo. El Acta Única Europea introdujo también otros cambios importantes; el Consejo Europeo, que había aportado el impulso principal para la consecución del Mercado Único, consiguió personalidad jurídica; el Parlamento Europeo logró tener mayor voz e influencia; y los estados miembros acordaron unificar normativas fiscales, sanitarias y referentes al medio ambiente. Además, se estableció el Tribunal de Primera Instancia para atender las apelaciones a las decisiones de la CE que presentaran personas, organizaciones o empresas; y cada Estado miembro decidió alinear su política económica y monetaria con la de sus vecinos, utilizando el Sistema Monetario Europeo como modelo. El Tratado de la Unión Europea Representantes de cada país de la CE negociaron el Tratado de la Unión Europea en 1991, y en diciembre el Consejo Europeo se reunió en Maastricht (Países Bajos) para examinar un borrador. Tras intensas negociaciones entre los miembros, el tratado final fue firmado por el Consejo Europeo el 7 de febrero 1992. Una disposición del Tratado establecía que los electores de cada Estado miembro tenían que aprobar la Unión Europea por referéndum; el Tratado fue ratificado en octubre de 1993. La Unión Europea quedó establecida el 1 de noviembre, fecha en que el Tratado entró en vigor. El 1 de enero de 1995 se produjo una cuarta ampliación de la UE con el ingreso de Austria, Finlandia y Suecia. Ese mismo mes, el hasta entonces primer ministro luxemburgués, Jacques Santer, elegido el año anterior para ejercer la presidencia de la Comisión Europea, sustituyó a Delors al frente de la misma. El futuro reto de la UE pasaba por afrontar el cumplimiento de lo acordado en Maastricht. En este sentido, en diciembre de 1996 se aprobó el estatuto jurídico del euro (nombre adoptado un año antes para la futura moneda única europea), el nuevo Sistema Monetario Europeo y el llamado “Pacto de Estabilidad”, por el que los estados miembros deberían continuar sus respectivas políticas de convergencia una vez que comenzara la utilización del euro. Bibliografía La Unión Europea: Historia, instituciones y sistema jurídico. Rosario Besné Mañero, Jose Ramón Carredo Arrillaga, Beatriz Pérez de las Heras, 1998, Universidad de Deusto, Bilbao. En los orígenes de la UE: Robert Schuman y Jean Monet. Maite Barea Mateo. Asociación para la investigación y documentación universitaria, 2002.